Pertinentes y Suficientes
Pertinentes y Suficientes
(…) las materias reservadas para que sean objeto de leyes marco son las
relacionadas con la modificación, por razones de política comercial, de los
aranceles y tarifas, esto es, los impuestos que se cobran o aplican a la
importación de una mercancía determinada para que pueda ingresar al país, y
las demás disposiciones concernientes al régimen de aduanas. Tal régimen,
comprende el conjunto de normas jurídicas que, con sujeción a la Constitución
y a la ley general de aduanas, regulan las relaciones jurídicas que se establecen
entre la administración aduanera y quienes intervienen en el ingreso,
permanencia, traslado y salida de las mercancías, hacia y desde el territorio
aduanero nacional.
(…) la Carta Política tan solo faculta al Gobierno para modificar, mediante
decretos administrativos expedidos con sujeción a las normas generales
contenidas en una ley cuadro o marco, los aranceles, tarifas y demás
disposiciones concernientes al régimen de aduanas que se orientan al logro de
finalidades o razones de política comercial, de modo que las medidas que
persigan otros fines como, por ejemplo, de política fiscal (recaudo de ingresos
para el Estado), son competencia exclusiva del legislador en los términos del
artículo 338 de la Constitución Política, lo cual exige la expedición de leyes
ordinarias.
Expediente: D-14.255
Magistrado ponente:
JORGE ENRIQUE IBÁÑEZ NAJAR
4
Bogotá D.C., nueve (9) de diciembre de dos mil veintiuno (2021)
SENTENCIA
I. I. ANTECEDENTES
A. La norma demandada
EL CONGRESO DE COLOMBIA
DECRETA:
(…)
“5. Los Decretos que expida el Gobierno Nacional para desarrollar la Ley
Marco de Aduanas y demás actos que lo reglamenten, deberán tener en
cuenta los elementos de la Seguridad Jurídica. Las actuaciones
administrativas relativas a la función aduanera, de conformidad con la
Constitución Política, deberán ser públicas y permanentes, con las
excepciones que establezca la ley, y en ellas prevalecerá el Derecho
sustancial.”
B. La demanda
10. En esa medida, reitera que al Ejecutivo “no le está permitido expedir
regímenes sancionatorios por medio de la potestad administrativa”, por lo que,
a su modo de ver, ello “manifiesta el incumplimiento del Legislador de la
obligación de proteger los derechos e intereses de las personas que pregona el
principio del debido proceso”, pues con la habilitación otorgada en la norma
demandada y la consecuente expedición del Decreto Reglamentario 1165 de
2019, “permitió que la decisión administrativa sancionatoria dependiera del
propio arbitrio de la entidad administrativa y no de la actuación, procedimiento
3 Corte Constitucional, Sentencia C-762 de 2009.
4 Corte Constitucional, Sentencia C-412 de 2015.
5 Corte Constitucional, Sentencia C-496 de 2015.
6 Ibidem.
8
y proceso sancionatorio que debe estar consagrado en la ley”.
17. Para el actor, si bien es cierto que las leyes marco constituyen una forma de
colaboración armónica entre la Rama Legislativa y la Rama Ejecutiva, también
lo es que el desarrollo que de ellas debe hacer el Ejecutivo corresponde a una
función estrictamente administrativa, razón por la cual los “decretos
reglamentarios” no tienen carácter de ley. Esto, según él, ocasiona que la
competencia otorgada por el numeral 4 del artículo 5 de la Ley 1609 de 2013 al
Ejecutivo para que por medio de la “potestad reglamentaria ampliada” expida el
11 Corte Constitucional, Sentencia C-843 de 1999.
12 Corte Constitucional, Sentencia C-796 de 2004.
13 Ibidem.
10
régimen sancionatorio y el decomiso de mercancías en materia de aduanas,
desconozca el principio de reserva de ley, al no estar consagrado el
procedimiento y las sanciones administrativas en una ley expedida por el
Congreso de la República, como lo ordena el artículo 150 de la Carta. Además,
aduce que el artículo 29 Superior exige que para que la entidad administrativa
realice el juzgamiento se debe hacer conforme a leyes preexistentes y, en el
mismo sentido, señala que la Corte Constitucional en las Sentencias C-699 de
2015, C-921 de 2001, C-135 de 2016 y C-394 de 2019 ha indicado que los
regímenes sancionatorios cuentan con reserva de ley, función que es exclusiva
del Congreso de la República (Art. 150 CP) y al no estar el régimen
sancionatorio y el decomiso de mercancías en materia de aduanas comprendido
en una ley, ello constituye una vulneración del principio de reserva de ley.
C. Intervenciones
20. Según la DIAN, el cargo tampoco plantea una confrontación real y objetiva
entre la norma demandada y el texto de la Constitución Política, pues la
inconformidad del actor se refiere a las materias contenidas en el Decreto 1165
de 2019, específicamente, en lo que tiene que ver con el régimen sancionatorio y
11
el decomiso de mercancías en materia de aduanas, lo cual no resulta pertinente ni
suficiente para proponer una verdadera controversia de índole constitucional.
23. Sobre esa base, concluye que el Gobierno Nacional, con la expedición del
Decreto 1165 de 2019, “salvaguarda el estricto cumplimiento de los
procedimientos establecidos en la regulación aduanera, asegurando que la
decisión administrativa se adopte basada en reglas específicas de orden
sustantivo y procedimental, que garanticen los derechos e intereses de las
personas en ellas involucrados.”14
12
manera, las razones expuestas tampoco resultan específicas, dado que “no
constituyen motivos que reprochan estrictamente el precepto legal demandado, a
pesar de que el juicio de constitucionalidad se fundamenta en la necesidad de
establecer si realmente existe una oposición objetiva y verificable entre el
contenido de la ley y el texto de la Constitución Política”.19
26. Desde esa perspectiva, considera que “esta aproximación daría lugar a que
la Corte Constitucional, eventualmente, deba proferir un fallo inhibitorio por
ineptitud sustantiva de la demanda.”20
27. No obstante, luego de hacer una breve exposición sobre la que considera
“potestad reglamentaria” del Ejecutivo para desarrollar los contenidos de las
leyes marco y, de manera particular, regular el régimen sancionatorio aduanero y
el decomiso de mercancías, así como el procedimiento aplicable, el Ministerio de
Hacienda y Crédito Público afirma que no existe vulneración de las garantías del
debido proceso previstas en el artículo 29 de la Constitución Política, como se
aduce en el primer cargo de la demanda. Al oponerse al primer cargo, el
Ministerio hace una férrea defensa del contenido y alcance del Decreto 1165 de
2019, “Por el cual se dictan disposiciones relativas al Régimen de Aduanas en
desarrollo de la Ley 1609 de 2013”, en cuyo Título XIV, afirma, se definen
detalladamente las sanciones, el procedimiento para su imposición, los
instrumentos de defensa del presunto infractor, las autoridades competentes para
imponerla y su gradualidad, “todo lo anterior bajo la observancia estricta de los
principios constitucionales y legales que deben observar los regímenes
sancionadores en el ordenamiento jurídico colombiano.”21
28. Así, para el Ministerio de Hacienda y Crédito Público, los motivos por los
cuales la disposición relativa a la fijación del marco de las atribuciones del
Gobierno Nacional en lo concerniente al régimen sancionatorio y el decomiso de
mercancías en materia de aduanas, así como el procedimiento correspondiente,
se ajustan a los principios señalados en la Constitución Política, lo cual se
sustenta en que: i) las normas contenidas en el Decreto 1165 de 2019 fueron
expedidas por el Gobierno en cumplimiento de la Ley Marco de Aduanas y de
sus funciones constitucionales (Artículo 189 de la Constitución Política); ii) en
materia de aduanas, por razones de política comercial, el Gobierno tiene
atribuciones para establecer propuestas y modificaciones a los aranceles, las
tarifas y demás disposiciones concernientes al régimen de aduanas; iii) no hubo
un quebrantamiento al debido proceso por ser normas que el Gobierno podía
expedir; y, iv) el régimen sancionatorio y el decomiso de mercancías en materia
de aduanas observan los requisitos necesarios para la imposición de la sanción y
el procedimiento para controvertir la misma.
29. De esta manera, concluye que “el numeral acusado, al establecer que las
19 Ibidem.
20 Supra nota al pie 18.
21 Intervención del Ministerio de Hacienda, p. 17.
13
disposiciones que constituyan el Régimen sancionatorio y el decomiso de
mercancías en materia de aduanas, así como el procedimiento aplicable, se
deben consagrar en los decretos que en desarrollo de la ley Marco expida el
Gobierno Nacional, no viola el debido proceso ni la reserva de ley”. 22 Por
consiguiente, pide que la Corte declare la exequibilidad de la disposición
demandada por los tres cargos admitidos relacionados con la presunta violación
de los artículos 29 y 150.19 de la Constitución Política y, en subsidio, que se
inhiba de hacer pronunciamiento de mérito con respecto al primer cargo.
30. Para el Ministerio del Interior, el primer cargo no plantea una confrontación
real y objetiva entre la norma demanda y el texto de la Constitución Política,
pues la inconformidad del actor se refiere a las materias contenidas en el Decreto
1165 de 2019, específicamente a lo relacionado con el régimen sancionatorio y el
decomiso de mercancías en materia de aduanas, norma que no es objeto del
presente control de constitucionalidad. En esa medida, solicita a la Corte
declararse inhibida para pronunciarse sobre esta acusación por ineptitud
sustantiva de la demanda, ya que no cumple con los requisitos de claridad,
certeza, especificidad, pertinencia y suficiencia.
32. Para el Ministerio del Interior esto es tan claro que “el legislador en el
artículo primero de la Ley 1609 de 2013 determina que el Gobierno Nacional, al
modificar los aranceles, tarifas y demás disposiciones concernientes al régimen
de aduanas, no podrá exceder los términos establecidos en la citada ley, sin
entrar a regular aspectos o materias que correspondan privativamente al
Congreso de la República.”23 Asimismo, “determina en el artículo 4, ibídem,
que los decretos que expida el Gobierno Nacional para desarrollar la citada Ley
Marco de Aduanas, deberán sujetarse, tanto a los principios constitucionales,
como a los previstos en el Código de Procedimiento Administrativo y de lo
Contencioso Administrativo, resaltando entre otros, los principios del debido
proceso, publicidad, contradicción, favorabilidad, buena fe, imparcialidad y los
principios especiales del derecho probatorio.”24
33. De esta forma, sostiene que “los decretos expedidos en desarrollo de la Ley
22 Intervención del Ministerio de Hacienda, p. 21.
23 Intervención del Ministerio del Interior, p. 2.
24 Intervención del Ministerio del Interior, p. 3.
14
marco 1609 de 2013, son claros ejemplos de la sumisión jerárquica que toda
norma proferida en un estado social de derecho debe predicar dentro de la
escala normativa nacional”,25 por lo que “la afirmación del accionante sobre la
vulneración de los principios de legalidad, tipicidad y taxatividad por la norma
cuestionada no constituyen soportes reales que sustenten la viabilidad de la
acción impetrada.”26
34. Así las cosas, concluye que la demanda no reúne las condiciones exigidas
en la jurisprudencia constitucional para que sea posible su análisis de fondo,
puesto que se basa en una “particular visión del actor sobre lo que, en su sentir,
implica el desconocimiento de los derechos de quienes sean sancionados
administrativamente por presuntamente cometer actos en contra de la ley de
aduanas”.27 En consecuencia, el Ministerio del Interior solicita a la Corte
declararse inhibida para resolver de fondo la demanda y, en subsidio, declarar
exequible la disposición acusada.
25 Ibidem
26 Supra nota al pie 17.
27 Intervención del Ministerio del Interior, p. 11.
15
de medidas consistentes en derechos arancelarios por parte de la Rama
Legislativa, usurpando a su paso funciones propias de la Rama Ejecutiva, y en
particular del Presidente de la República.
39. Sobre esa base, sostiene que, según la propia Constitución, existe una
condición adicional para que el Gobierno pueda realizar las modificaciones en
asuntos arancelarios y de comercio exterior, y es que correspondan a razones de
política comercial. Para la Asociación interviniente, estos aspectos únicamente
estarían relacionados con los asuntos económicos del arancel de aduanas y, en
consecuencia, se deberían excluir del ámbito regulatorio aquellos que adelanten
una política fiscal o persigan objetivos de esta estirpe.
41. De otra parte, advierte que los decretos que dicta el Ejecutivo para regular
los contenidos de leyes marco no son normas con rango de ley, sino que “se
16
trata de decretos reglamentarios cuya naturaleza es meramente ejecutiva.” 28
Bajo esa compresión, señala que “el régimen sancionatorio y de decomiso es
facultad propia del legislador y, por tanto, no podría satisfacer dicha
consideración un derecho reglamentario expedido por el Ejecutivo.”29
45. Sin embargo, precisa que esa unanimidad en la conclusión no tuvo lugar en
lo que atañe a la viabilidad de la regulación compartida del derecho aduanero
sancionatorio entre el Congreso y el Presidente de la República, pues a lo largo
del debate surgieron dos posiciones, ambas con un estrecho margen de
diferencia, que puede resultar de interés para la Corte. Dichas posiciones son
explicadas del siguiente modo textual:
“La segunda posición, a la postre derrotada, pero por muy estrecho margen,
según se advirtió, fue y es enfática al descartar la regulación compartida
entre el Congreso y el Presidente de la República en estos asuntos. A su
parecer, cuando los numerales 19, del artículo 150, y 25, del artículo 189,
constitucionales, someten el arancel y las demás temáticas aduaneras a ley
marco y decretos de ley marco, lo hacen en función de un criterio de
política comercial que no es dable hacer extensivo al derecho sancionador.
“Agrega que en materia sancionatoria el principio de legalidad es estricto,
en interés de la seguridad jurídica y del objetivo fundamental de descartar
la arbitrariedad y la afrenta a cánones tan relevantes como el debido
proceso, la presunción de inocencia y el derecho de defensa. Esta segunda
posición se funda adicionalmente en el artículo 29 de la Constitución
Política, según el cual, la referencia a que nadie puede ser juzgado sino
conforme a ‘leyes prexistentes’, exige que la tipificación de conductas
sancionables se haga mediante una ley en sentido formal y no simplemente
mediante decreto, ni siquiera en desarrollo de facultades extraordinarias.
“A estos criterios se agrega que no hay una justificación suficiente para que
la regulación compartida en análisis no se permita en temáticas que en
general son materia de ley marco y decreto de ley marco, para aludir a dos
casos concretos que han dado lugar a importante jurisprudencia de la Corte
Constitucional, como son el derecho de los cambios internacionales y el
derecho financiero, bursátil y asegurador a que se refieren el literal c) del
numeral 19 del artículo 150 y el numeral 24 del artículo 189 de la Carta,
pero, en cambio, sí se admita en materia aduanera. Bueno es recordar, en el
ámbito de esas materias propuestas a manera de ejemplo, que los regímenes
sancionatorios han sido materia de decretos leyes expedidos por el
Presidente de la República en ejercicio de precisas facultades
extraordinarias (v.gr., los Decretos Ley 1074 de 1999 y 2245, de 2011).
Sobre el particular se ha pronunciado la Corte en Sentencias como la C-343
de 2006, sobre régimen cambiario sancionatorio, o la C-1161 de 2000 sobre
régimen financiero y bursátil.
19
principio de reserva de ley que ha de imperar en el derecho
sancionatorio.”32
47. El ciudadano Gabriel Ibarra Pardo, experto invitado por la Corte para
intervenir en este proceso, hizo un breve repaso sobre los antecedentes de la
norma demandada y al respecto, expone que:
“El objetivo principal de las leyes marco fue ‘resolver algunos asuntos
técnicos que requieren urgencia en su decisión, por lo que no sería factible
para ellos tener que someterse cada vez que fuere necesario al trámite de
las leyes ordinarias en el Congreso. De esta forma, se ideó el mecanismo
de la Ley-Cuadro que pretende, por un lado, sostener la competencia del
Congreso para regular por vía legal diferentes aspectos de la vida
[…]
“Sin embargo, la Ley 6a de 1971, que constaba de solo tres artículos, fue
considerada por muchos, de tal generalidad, que era realmente dudoso que
constituyera un marco definido e idóneo para encuadrar la labor del
ejecutivo. En efecto, esta norma no fijaba pautas específicas para que el
Gobierno realizara su actividad en desarrollo de la ley marco.
“El primer artículo de esa ley, que fue el más amplio, se limitó a enumerar
las distintas formas en que se podía modificar la tarifa de aduanas, y
contemplaba una lista de objetivos, notoriamente ambiguos, que se debían
tener en cuenta al variar el arancel. El segundo artículo establecía la
intervención, mediante concepto previo no vinculante, del Consejo
Nacional de Política Aduanera, que fue suprimido por el artículo 51 del
Decreto 2350 de 1991. Por último, el tercer artículo, que constituyó el pilar
y fundamento de la legislación aduanera expedida por el Gobierno desde
1971, dispuso que ‘Las modificaciones que se introduzcan al régimen de
aduanas deberán consultar las recomendaciones del Consejo de
Cooperación Aduanera de Bruselas, el esquema del Código Aduanero
Uniforme acordado por la ALALC, los estudios existentes sobre legislación
comparada y los progresos técnicos alcanzados en materia de
administración aduanera, con el fin de revisar la legislación vigente y en
especial la ley 79 de 1931.’
[…]
[…]
[…]
21
“En virtud de los artículos citados, en enero 2 de 2013, el Congreso de la
República expidió la Ley 1609 de 2013 que derogó la Ley 6a de 1971.”33
48. Hecha esta ilustración, el interviniente afirma que no cabe duda de que el
objeto de la ley marco, al que se refiere el literal c) del numeral 19 del artículo
150 de la Carta, es permitir la agilidad requerida para que el Ejecutivo pueda
modificar los aranceles cuando así lo demande el mercado, en momentos o
coyunturas particulares, así como adoptar las medidas necesarias para hacer
frente a la realidad cambiante en lo que concierne a temas tales como:
desdoblamientos arancelarios, incremento o reducción de tarifas, requisitos
técnicos, clasificación de mercancías, regímenes de licencia de importación y
demás circunstancias que no dan tiempo al trámite ordinario de una ley.
50. En otras palabras, afirma que “no existe fundamento para considerar que el
régimen sancionatorio y el decomiso de mercancías en materia aduanera
requieran de la agilidad, urgencia y dinamismo que exigen las medidas de
política comercial y que caracterizan las materias sujetas a la institución que se
analiza [la ley marco].”34
52. Según el interviniente, “no existe ningún desarrollo que indique que el
régimen sancionatorio en aduanas constituya una excepción al principio de
legalidad consagrado en la Carta, o que su expedición sea competencia del
ejecutivo.”36 Así, comoquiera que no advierte relación entre el régimen
sancionatorio aduanero y la competitividad del país, considera que “ese régimen
escapa a la regulación a través de leyes marco y decretos que la desarrollan, y
debe responder al principio de reserva de ley, al igual que el régimen
disciplinario, el régimen fiscal o el régimen penal o criminal del contrabando,
54. Por otro lado, advierte que la norma demandada, lejos de señalar pautas
generales por las cuales debe regirse el Gobierno para modificar (por razones de
política comercial) los aranceles, tarifas, y demás disposiciones concernientes al
régimen de aduanas, como demanda la naturaleza de una ley marco, lo que hace
es delegar al Ejecutivo la expedición de los decretos que contengan las
disposiciones que constituyan el régimen sancionatorio y el decomiso de
mercancías en materia de aduanas, así como los procedimientos aplicables, sin
que deba ceñirse a ningún criterio o marco general.
55. En ese sentido, concluye señalando que dicha “delegación” va más allá de
lo que la Carta le permite al Legislativo, respecto de un asunto que nada tiene
que ver con las razones de política comercial que limitan la órbita de actividad
del Ejecutivo en el ámbito aduanero y que, en todo caso, está sujeto al principio
de reserva de ley: “el régimen sancionatorio aduanero que, desde luego,
comprende la predeterminación normativa de conductas que constituyen
infracción y la forma en la que éstas deben sancionarse, así como lo relativo al
decomiso de las mercancías.”39
57. Señala que el mecanismo de las leyes marco, definido en el numeral 19 del
artículo 150 constitucional, es de alcance excepcional y de interpretación
restrictiva, lo cual implica que solo tienen este tratamiento aquellos temas en los
que, de manera clara, el Constituyente expresó su voluntad de someterlos a este
particular sistema de reparto competencial, y a ninguno otro podría dársele ese
mismo tratamiento por la sola voluntad de alguno de los órganos y poderes
constituidos.
58. En ese entendido, advierte que “si bien es claro que las llamadas leyes
marco son leyes ordinarias, sujetas al mismo trámite de cualquier otra ley, y que
las disposiciones de ese tipo bien podrían hacer parte y aparecer incorporadas
en cualquier ley, incluso mezcladas con otro tipo de normas ordinarias, lo que sí
no es posible es que so pretexto de ‘señalar objetivos y criterios’ para que el
Gobierno regule lo que es su función, una y otra cosa de conformidad con lo
previsto en el numeral 19 del artículo 150 superior, se establezcan en realidad
nuevas funciones, como la de regular por vía administrativa, temas que tienen
reserva de ley.”
60. Así las cosas, para el interviniente “es evidente que el establecimiento de un
régimen sancionatorio y sobre decomiso de mercancías no es un asunto que
pudiera relacionarse con razones de política comercial, por lo que no sería un
tema que debiera regularse bajo este mecanismo, sino por el contrario, un
tópico respecto del cual se seguiría la regla general, de libre configuración
normativa por parte del legislador.”42
61. Por último, concluye su intervención señalando que, en todo caso, la norma
acusada no incorpora objetivos o criterios para que el Ejecutivo ejerza una
función constitucional preexistente, conforme al contenido y objeto de la norma
superior invocada como habilitante para su expedición, esto es, el literal c) del
numeral 19 del artículo 150, razón por la cual, como lo sostuvo el ciudadano
demandante, resulta también contraria a esta última norma constitucional.
64. Para sustentar lo dicho, cita la Sentencia del 14 de agosto de 2008 (C.P.
Mauricio Fajardo Gómez) y la Sentencia del 2 de octubre de 1997 (C.P. Manuel
Santiago Urueta Ayola), ambas del Consejo de Estado, y con fundamento en
estos pronunciamientos, afirma que el Presidente de la República goza de
amplias facultades para modificar el régimen de aduanas, incluyendo el
procedimiento administrativo aplicable a las sociedades de intermediación
aduanera y su régimen de sanciones administrativas.
65. Destaca que si bien, por regla general, la regulación de los trámites
sancionatorios corresponde exclusivamente al legislador (reserva ordinaria de
ley), lo cierto es que en materia de aduanas, por mandato especial del
Constituyente en los artículos 150.19 literal c) y 189.25, la ordenación de los
procedimientos aduaneros se realiza de manera conjunta entre el Congreso de la
República y el Ejecutivo, de ahí que en el artículo 4 de la misma Ley 1609 de
2013, se den los lineamientos para que el Gobierno expida el régimen
sancionatorio.
Interviniente Solicitud
Dirección de Impuestos y Aduanas
Nacionales (DIAN) Inhibición o, en subsidio,
Ministerio de Hacienda y Crédito Público exequibilidad
Ministerio del Interior
Procuraduría General de la Nación
Exequibilidad
Universidad Externado de Colombia
Asociación Nacional de Comercio Exterior Inexequibilidad
(ANALDEX)
Instituto Colombiano de Derecho Tributario
Universidad de Cartagena
25
Gabriel Ibarra Pardo
Andrés Mutis Vanegas
A. Competencia
71. Para establecer si en esta oportunidad la Corte debe proferir una decisión
inhibitoria, como lo proponen los mencionados intervinientes, es menester
determinar, previamente, si la demanda presentada por el ciudadano Wadys
Tejada Flórez se ajusta a los mínimos argumentativos de los cuales depende la
prosperidad del juicio abstracto de constitucionalidad43. En particular, será
43 De acuerdo con lo previsto en el artículo 2 del Decreto 2067 de 1991, toda demanda de inconstitucionalidad
debe contener: 1) el señalamiento de las normas acusadas como inconstitucionales, trascritas literalmente por
cualquier medio o aportándose un ejemplar de la publicación oficial; 2) la indicación de las normas
constitucionales infringidas; 3) las razones que sustentan la acusación, comúnmente denominadas concepto de la
violación; 4) el señalamiento del trámite legislativo impuesto por la Constitución para la expedición del acto
26
necesario entrar a verificar la aptitud de los cargos formulados que, como se
indicó en los antecedentes de esta providencia, plantean la violación de los
principios de legalidad y tipicidad, como garantías derivadas del debido proceso
(art. 29 CP), y del principio de reserva de ley (art. 150 de CP), al haberse
previsto que las disposiciones que constituyan el régimen sancionatorio y el
decomiso de mercancías en materia de aduanas, así como el procedimiento
aplicable, deberá estar consagrado en los decretos que en desarrollo de la ley
marco expida el Gobierno Nacional y, por consiguiente, no determinar
expresamente las conductas infractoras, las sanciones aplicables y el
procedimiento correspondiente.
80. En el asunto sub judice, la Sala encuentra que los cargos contra el numeral
4 del artículo 5 de la Ley 1609 de 2013 sí satisfacen las condiciones mínimas
que dan lugar a la apertura del debate constitucional, por las siguientes razones:
82. En esa medida, advierte que al no estar comprendidas en una ley ordinaria
las conductas infractoras, las sanciones aplicables y el procedimiento para su
imposición, sino en los decretos que se dictan por el Gobierno Nacional en
desarrollo de una ley marco, los cuales son de naturaleza administrativa, se
desconocen los principios de legalidad y tipicidad, que forman parte del conjunto
de garantías que integran el debido proceso (art. 29 CP), así como el de reserva
de ley (art. 150 CP).
51 Corte Constitucional, Sentencias C-104 de 2016, C-220 de 2019, C-035 de 2020, C-378 de 2021, entre otras.
29
83. Para sustentar su acusación, refiere que dichos principios son aplicables a
toda clase de actuaciones judiciales y administrativas y, por lo mismo, operan en
el ámbito del derecho administrativo sancionador; de ahí la exigencia de que
cualquier conducta sancionable en materia aduanera deba estar previamente
determinada en una ley, lo que, del mismo modo, implica que su definición no
puede quedar al arbitrio del Ejecutivo en desarrollo de una ley marco.
30
88. La demanda cumple con el requisito de suficiencia. Dado que la
sustentación de los cargos, en la forma expuesta, contiene razonamientos lo
suficientemente fundados y persuasivos para suscitar una duda mínima sobre la
constitucionalidad de la disposición demandada, también se tiene por acreditado
el requisito de suficiencia.
89. En ese orden de ideas, la Sala observa una acusación concreta planteada
en términos que satisfacen las exigencias de claridad, certeza, especificidad,
pertinencia y suficiencia. Por consiguiente, la Sala adoptará una decisión de
fondo dentro de presente proceso.
31
92. En varias ocasiones esta Corporación ha tenido oportunidad de referirse a
las denominadas leyes generales, también conocidas como leyes marco o
cuadro.52
52 Cfr. Corte Constitucional, Sentencias C-510 de 1992, C-408 de 1994, C-608 de 1999, C-700 de 1999, C-1161
de 2000, C-343 de 2006, C-140 de 2007, C-723 de 2007, C-026 de 2020 y C-028 de 2021, entre otras.
32
leyes generales 6ª de 1971,53 48 de 1983,54 7ª55 y 9ª de 199156, y con sujeción a
las reglas generales en ellas contenidas, el Gobierno Nacional expidió los
decretos que regularon las materias para las cuales la Constitución le atribuyó
las citadas competencias.
53 Por la cual se dictaron las normas generales a las cuales debía sujetarse el Gobierno para modificar los
aranceles, tarifas y demás disposiciones concernientes al régimen de aduanas. En ella se dispuso que las
modificaciones que en el Arancel de Aduanas decretara el Gobierno se efectuarían con sujeción a las siguientes
normas generales: a) Actualización de la Nomenclatura, así como de sus correspondientes reglas de
interpretación, notas legales y notas explicativas, para lo cual podía adoptar las modificaciones que estableciera el
Consejo de Cooperación Aduanera de Bruselas, y establecer las notas adicionales o complementarias de las notas
legales que estimare conveniente; b) Reestructuración de los desdoblamientos de las posiciones de la
Nomenclatura, teniendo en cuenta las modificaciones que fuera necesario introducir en las posiciones principales
y la conveniencia de establecer desdoblamientos específicos respecto de determinadas mercancías según fuera su
importancia para el desarrollo económico del país; c) Actualización de las Normas de Valorización de
mercancías, para lo cual podía incorporar los ajustes que periódicamente acordara el Consejo de Cooperación
Aduanera de Bruselas tanto de la Definición del Valor , como de sus respectivas Notas Legales e Interpretativas y
establecer los mecanismos y reglamentaciones conducentes a la percepción adecuada y regular de los gravámenes
arancelarios; d) Restricción o derogatoria de exenciones de derechos arancelarios de importación, cuando fueran
incompatibles con la protección que debía otorgarse a la producción y al trabajo nacionales; e) Variación en la
tarifa, con miras a la consecución de los siguientes objetivos: 1) Estimular el crecimiento económico del país de
acuerdo con los planes y programas de desarrollo económico y social; 2) Otorgar una razonable y adecuada
protección a la industria nacional, en forma que le permitiera abastecer a precios justos las necesidades del
consumo interno y competir satisfactoriamente en los mercados externos; 3) Regular las importaciones con miras
al adecuado aprovechamiento de las disponibilidades de divisas; 4) Promover la sustitución de importaciones en
los sectores de materias primas, bienes de consumo, intermedios y de capital, que puedan producirse
económicamente en el país; 5) Propiciar las inversiones y propender por el empleo óptimo de los equipos
existentes que incrementen la utilización de los recursos naturales, la creación de nuevas fuentes de trabajo y el
aumento de las exportaciones. 6) Servir de instrumento de control en la política de precios internos que adelante
el Gobierno en defensa del consumidor, y velar por el mejoramiento de la posición competitiva de los productos
colombianos, y 7) Atender las obligaciones del país, contempladas en tratados y convenios internacionales de
carácter multilateral o bilateral y especialmente las relativas a los programas de integración económica
latinoamericana. Las modificaciones que se introdujeran al régimen de aduanas debían consultar las
recomendaciones del Consejo de Cooperación Aduanera de Bruselas, el esquema del Código Aduanero Uniforme
acordado para la ALALC, los estudios existentes sobre legislación comparada y los progresos técnicos
alcanzados en materia de administración aduanera, con el fin de revisar la legislación vigente y en especial la Ley
79 de 1931. La Ley 6 de 1971 fue derogada por la Ley 1609 de 2013, por la cual se dictan normas generales a las
cuales debe sujetarse el Gobierno para modificar los aranceles, tarifas y demás disposiciones concernientes al
Régimen de Aduanas, expedida al amparo de la Constitución de 1991.
54 Por la cual se expidieron normas generales a las cuales debía sujetarse el Gobierno Nacional para regular
aspectos del comercio exterior colombiano. Esta Ley fue derogada por la Ley 7 de 1991.
55 Por la cual se dictaron las normas generales a las cuales debe sujetarse el Gobierno Nacional para regular el
comercio exterior del país; así mismo, mediante normas ordinarias previstas en dicha Ley, se creó el Ministerio
de Comercio Exterior, se determinó la composición y funciones del Consejo Superior de Comercio Exterior, se
crearon el Banco de Comercio Exterior y el Fondo de Modernización Económica, se confirieron unas
autorizaciones y se dictaron otras disposiciones.
56 Por la cual se dictaron normas generales a las que debía sujetarse el Gobierno Nacional para regular los
cambios internacionales y se adoptaron medidas complementarias. Esta Ley fue modificada por la Ley 31 de
1992, expedida al amparo de la Constitución de 1991.
33
disponer, en cada caso, de las medidas que, a su juicio, las circunstancias hagan
aconsejables, con sujeción a la ley.”57
58 Mientras en el régimen constitucional anterior existía una exacta correspondencia entre las materias previstas en la
norma que facultaba al Congreso de la República para expedir las leyes marco (art. 76, numeral 22) y la norma que
facultaba al Presidente de la República para regular las materias en ella previstas con sujeción a tales leyes (art. 120,
numeral 22), a tal punto que la segunda remitía a las leyes previstas en la primera, en la nueva Constitución no hay
una total y exacta correspondencia de materias entre las previstas en el numeral 19 del artículo 150 y las
contempladas en los numerales 16 y 25 del artículo 189.
59 La misma norma le atribuye al Presidente de la República la facultad de ejercer la intervención en las
actividades financiera, bursátil, aseguradora y cualquiera otra relacionada con el manejo, aprovechamiento en
inversión de los recursos provenientes del ahorro de terceros de acuerdo con la ley, pero tal facultad debe
concordarse con lo previsto en el artículo 335 de la misma Constitución el cual determina que la ley regulará la
forma de intervención del Gobierno en estas materias.
60 El inciso segundo del artículo 371 de la Constitución establece que son funciones básicas del Banco de la
República: regular la moneda, los cambios internacionales y el crédito; emitir la moneda legal; administrar las
reservas internacionales; ser prestamista de última instancia y banquero de los establecimientos de crédito; y,
servir como agente fiscal del Gobierno, todas las cuales se deben ejercer en coordinación con la política
económica general.
61 Tales disposiciones están contenidas en la Ley 31 de 1992, considerada principalmente como una ley general.
En la Sentencia C-489 de 1994, la Corte señaló que la ley sólo debe fijar “por vía general y abstracta, el ámbito
de funciones del Banco” y así lo reiteró, entre otras, en la Sentencia C-208 de 2000.
35
98. Por su parte, en el numeral 16 del artículo 189 de la Constitución 62 le
asigna al Presidente de la República la facultad de modificar la estructura de los
ministerios, departamentos administrativos y demás entidades u organismos
administrativos nacionales, con sujeción a los principios y reglas generales que
defina la ley.63
101. Con la Sentencia C-510 de 1992, la Corte señaló que “[e]s fácil advertir
que los asuntos objeto de las leyes marco corresponden a una realidad
susceptible de permanente cambio. La regulación de estos fenómenos corre el
riesgo de desactualizarse y no acomodarse a su errático curso, si carece de cierto
grado de flexibilidad. La técnica en comento combina el momento de necesaria
estabilidad y generalidad, estrictamente ligado a la filosofía que debe animar a la
actuación del Estado en la materia y que lo suministra la ley, con el momento
dinámico de ajuste coyuntural, circunstancial y de desarrollo detallado de la
62 En el numeral 16 del artículo 189 se prevé una materia que no está prevista en el numeral 19 del artículo 150, pero
sin embargo, para regularla, se exige una ley general. En la Sentencia C-262 de 1995, la Corte Constitucional señaló:
“... De otro lado, se observa que … en el caso del numeral 16 del mismo artículo 189 de la Carta, se establece que la
ley sólo puede definir o señalar los principios y reglas generales con sujeción a los cuales el Ejecutivo podría
modificar la estructura de los ministerios, departamentos administrativos y demás entidades u organismos
administrativos nacionales, lo cual a su vez, se encuadra bajo el concepto de leyes marco según la noción doctrinaria
y jurisprudencial que también se ha elaborado a partir de la Reforma de 1968, y que admite que, por esta vía, el
Constituyente limita el ámbito de las competencias legislativas del Congreso en determinadas y precisas materias,
hasta el punto de que el legislador sólo queda habilitado para que defina los principios y objetivos generales que
regulan la materia, a los cuales debe sujetarse el Gobierno para su actuación administrativa, dejando, como se
observa, al ejecutivo el amplio espacio que resta para regular en detalle la materia en cada caso. En este sentido, las
funciones de ‘Modificar la estructura de los Ministerios, Departamentos Administrativos y demás entidades u
organismos administrativos nacionales...’, debe cumplirse dentro del marco de los principios y reglas generales que
defina la ley, lo que presupone que no pueden ser ejercidas sin ley intermedia y que ésta sólo pueda establecer
principios y reglas generales; de igual modo, nada se opone a que estos principios y reglas generales contenidos en la
ley y que se interponen entre la Constitución y la competencia administrativa reglada, se expidan para determinados
sectores generales de la administración nacional, en razón de sanos criterios de diferenciación, en los que se tengan en
cuenta, por ejemplo, los distintos tipos o clases de entidades u organismos administrativos.”
63 Las normas generales y en ellas los criterios y los objetivos con sujeción a los cuales el Gobierno debe ejercer
tales funciones, están contenidas en el artículo 54 de la Ley 489 de 1998, considerado como una norma general,
cuadro o marco, según lo señaló la Corte Constitucional en la Sentencia C-702 de 1999 al revisar su
constitucionalidad.
64 Cfr., Ley 1 de 1992 revisada por la Corte Constitucional mediante la Sentencia C-541 de 1993.
36
política general que se satisface con el decreto.”65 Y, agregó en esa misma
sentencia que, “[c]on base en el mencionado tipo de instrumento legal la
Constitución opera respecto de una específica materia una especial distribución
de competencias normativas” entre la ley y el acto administrativo regulador. A la
ley se le confía la determinación de las reglas generales y en ellas los objetivos y
criterios conforme a los cuales el segundo deberá ocuparse de la regulación de
las materias objeto de tales instrumentos normativos. De esta manera se
garantiza en favor del acto administrativo un ámbito de regulación, “como
quiera que la ley deberá limitarse a los aspectos generales ya señalados que son
precisamente los que configuran el ‘marco’ dentro del cual se dictarán” los actos
llamados a desarrollar los objetivos y criterios trazados por el legislador.66
105. A su vez, en la Sentencia C-129 de 1998, la Corte precisó que los decretos
que expide el Presidente de la República en desarrollo de las leyes marco
65 Corte Constitucional, Sentencia C-510 de 1992.
66 Ibidem.
67 Corte Constitucional, Sentencia C-013 de 1993.
68 Corte Constitucional, Sentencia C-133 de 1993.
69 Corte Constitucional, Sentencia C-428 de 1997.
37
previstas en el artículo 150, numeral 19, no gozan de fuerza material de ley.
Ellos tienen por límite el texto de la correspondiente ley general, que fija pautas
y criterios al Ejecutivo, y no pueden modificarla ni cambiar las reglas que
establece. Son decretos típicamente administrativos,70 motivo por el cual, señaló,
la Corte Constitucional no es el tribunal competente para resolver acerca de su
constitucionalidad, según resulta de las expresas normas contenidas en los
artículos 237, numeral 2, y 241 de la Carta Política.71
107. Por ello, la Corte señaló que, “[s]i el Congreso, en tales temas, deja de lado
su función rectora y general para entrar de lleno a establecer aquellas normas
que debería plasmar el Ejecutivo con la ya anotada flexibilidad, de manera que
no quede para la actuación administrativa campo alguno, en razón de haberse
ocupado ya por el precepto legal, invade un ámbito que no le es propio -el del
Presidente de la República- y, por tanto, vulnera no sólo el artículo 150, numeral
19, de la Constitución sino el 113, a cuyo tenor los diferentes órganos del Estado
tienen funciones separadas pese a la colaboración armónica entre ellos, que se
orienta a la realización de los fines de aquél. Además, al dejar el campo de
fijación de pautas generales para ingresar en forma total en el de su desarrollo
específico, el Congreso infringe la prohibición contemplada en el artículo 136,
numeral 1, de la Constitución Política: ‘Inmiscuirse, por medio de resoluciones
o de leyes, en asuntos de competencia privativa de otras autoridades’.” 73 Esto no
quiere decir, subrayó, que “como ya lo ha destacado la jurisprudencia de la
Corte, que el límite trazado por la Constitución entre los dos momentos de
actividad de regulación estatal en las aludidas materias se encuentre demarcado
de manera absoluta, ni que, por lo tanto, carezca el Congreso de competencia
para formular algunas precisiones necesarias a la política general que adopta en
108. Con la Sentencia C-608 de 1999, la Corte Constitucional explicó que “[l]o
característico de la figura contemplada por el artículo 150, numeral 19, de la
Constitución Política es la distribución de competencias, en fases distintas, en lo
referente a la regulación de las materias que la norma enuncia: mientras el
Congreso, mediante ley, señala reglas y criterios generales, el Ejecutivo los
desarrolla en concreto, en ejercicio de una función típicamente administrativa.” 75
Por ello, “…la existencia de áreas de regulación nítidamente demarcadas por el
propio Constituyente implica que ni el Presidente puede invadir el campo de
actividad del Congreso, ni éste entrar a sustituir a aquél en la fijación de
elementos concretos en la materia sobre la cual recaen las pautas generales que
debe trazar.”76 De allí que “resulten inconstitucionales por igual las leyes marco
que se apartan de su característica y necesaria amplitud para ingresar en el
terreno de lo específico, desplazando al Ejecutivo, como los decretos expedidos
con invocación de una ley de dicha naturaleza pero que, en vez de desarrollarla
y cumplirla, la modifican, sustituyen o derogan.”77
109. Más adelante, en la Sentencia C-432 de 2004, señaló que “la justificación
otorgada a la existencia de esta clase de normatividad radica en que suministra al
Estado instrumentos eficaces que le permiten dar respuestas prontas y
oportunas, mediante procedimientos ágiles, a ciertas materias que se
caracterizan por su variabilidad y contingencia, razón por la cual, se torna
imprescindible como una técnica de buen gobierno, que el ejecutivo disponga de
la potestad de ajustar y adecuar estas regulaciones a las exigencias del interés
público”.78
111. En la Sentencia C-723 de 2007, la Corte reiteró que las leyes marco
“representan una técnica de producción normativa compartida entre el
Legislativo y el Ejecutivo que desarrolla el principio de colaboración armónica
previsto en el artículo 113 de la Constitución”79, y por medio de estas, la
Constitución limitó al Congreso de la República su papel a la expedición de
normas generales en las que se fijan reglas, pautas o directrices con sujeción a
las cuales el Gobierno Nacional debe ejercer las facultades de organizar, regular,
señalar, modificar o fijar las materias para las cuales se le atribuye competencia
mediante decretos de naturaleza administrativa. Sobre dicho modelo
colaborativo, en la referida sentencia la Corte resaltó que:
112. De igual manera, en la Sentencia C-723 de 2007, la Corte aclaró que las
leyes marco o cuadro no implican una delegación al Ejecutivo de facultades
extraordinarias de tipo legislativo, pues mediante ellas el Congreso solo se limita
a fijar reglas generales con sujeción a las cuales el Gobierno ejerce las
facultades que la Constitución le atribuye en las materias a que ellas se refieren,
razón por la cual los decretos que expide el Ejecutivo para desarrollar las leyes
marco no son decretos con rango de ley, sino decretos cuyo control de
115. En esa medida, es claro, entonces, que los asuntos objeto de regulación por
parte del Gobierno, con sujeción a las reglas generales contenidas en las leyes
cuadro o marco, corresponden a una realidad susceptible de permanente cambio,
cuya regulación correría el riesgo de desactualizarse si no se cuenta con cierto
grado de flexibilidad.
116. Según se acaba de mencionar, las materias reservadas para que sean objeto
de leyes marco son las relacionadas con la modificación, por razones de política
80 Cfr. Corte Constitucional, Sentencia C-140 de 2007.
81 Ibidem.
82 Cfr. Corte Constitucional, Sentencia C-723 de 2007
41
comercial, de los aranceles y tarifas, esto es, los impuestos que se cobran o
aplican a la importación de una mercancía determinada para que pueda ingresar
al país, y las demás disposiciones concernientes al régimen de aduanas. Tal
régimen, comprende el conjunto de normas jurídicas que, con sujeción a la
Constitución y a la ley general de aduanas, regulan las relaciones jurídicas que
se establecen entre la administración aduanera y quienes intervienen en el
ingreso, permanencia, traslado y salida de las mercancías, hacia y desde el
territorio aduanero nacional. De manera concreta comprende, por lo menos, las
siguientes materias: 1) La regulación de las obligaciones aduaneras, su alcance y
naturaleza; los obligados y los responsables aduaneros, que incluye los
requisitos y obligaciones del importador y exportador; la obligación aduanera en
la importación, en la exportación y en el régimen de tránsito; los exportadores
autorizados y los operadores económicos autorizados. 2) Los procedimientos
para el cumplimiento de los trámites, operaciones y obligaciones aduaneras, así
como para la aplicación de los diferentes regímenes aduaneros, lo cual incluye
las declaraciones de importación, exportación y tránsito aduanero. 3) El régimen
para la constitución, vigencia y renovación de las garantías. 4) El régimen de
declarantes con el objeto de adelantar los procedimientos y trámites de
importación, exportación o tránsito aduanero, tales como agencias de aduanas,
usuarios aduaneros permanentes, los usuarios altamente exportadores y las
sociedades de comercialización internacional, 5) El régimen de las zonas
primarias aduaneras; la inscripción, autorización o habilitación de usuarios
aduaneros. 6) El régimen de importación, que comprende la llegada de la
mercancía al territorio aduanero nacional, las provisiones de a bordo para
consumo y para llevar, el proceso de importación, la importación ordinaria, la
importación con franquicia, la reimportación por perfeccionamiento pasivo, la
reimportación en el mismo estado, la importación en cumplimiento de garantía,
la importación temporal para reexportación en el mismo estado, la importación
temporal para perfeccionamiento activo, la importación para transformación y/o
ensamble, el tráfico postal y envíos urgentes, las entregas urgentes, la modalidad
de importación de viajeros, la importación de petróleo y/o combustibles líquidos
derivados del petróleo por poliductos y/u oleoductos, las declaraciones de
legalización y corrección y modificación de la declaración, la clasificación,
origen y valoración. 7) El régimen de exportación de mercancías, que
comprende las modalidades de exportación, la exportación definitiva, la
exportación temporal para perfeccionamiento pasivo, la exportación temporal
para reimportación en el mismo estado, la reexportación, el reembarque, la
exportación por tráfico postal y envíos urgentes, la exportación de muestras sin
valor comercial, las exportaciones temporales realizadas por viajeros, la
exportación de menajes, los programas especiales de exportación, la
modificación de la declaración de exportación y declaración e corrección, el
control al transporte y la exportación de café y la exportación de petróleo y/o
combustibles líquidos derivados del petróleo por poliductos y/u oleoductos. 8)
El régimen de tránsito aduanero, las operaciones de transporte multimodal, el
cabotaje y el transbordo, el tráfico fronterizo y transporte entre ciudades
fronterizas del territorio aduanero nacional. 9) El régimen de las zonas francas,
42
sus operaciones y las obligaciones y responsabilidades de los usuarios de éstas.
10) Los regímenes de las zonas de régimen aduanero especial. 11) Los controles
aduaneros que incluye el sistema de control de riesgo, la solicitud y suministro
de información, las facultades de fiscalización y las medidas cautelares.
[…]
[…]
118. Lo anterior significa que, con sujeción a los objetivos y criterios señalados
en las normas generales dictadas por el Congreso mediante leyes marco, al
Gobierno le corresponde “modificar”, por razones de política comercial, los
aranceles, tarifas y demás disposiciones concernientes al régimen de aduanas,
pero no regular originariamente, pues, como lo precisó la Corte en jurisprudencia
temprana, “el presupuesto de la facultad de modificación es su previo
establecimiento legal”.83
[…]
122. Para tal efecto, ha recurrido a la distinción entre dos tipos de finalidades que
persiguen las normas aduaneras: las de política comercial y las de política fiscal
o tributaria. Sobre esa base, se ha llegado a la conclusión de que la Carta
Política tan solo faculta al Gobierno para modificar, mediante decretos
administrativos expedidos con sujeción a las normas generales contenidas en una
ley cuadro o marco, los aranceles, tarifas y demás disposiciones concernientes al
régimen de aduanas que se orientan al logro de finalidades o razones de política
comercial, de modo que las medidas que persigan otros fines como, por ejemplo,
de política fiscal (recaudo de ingresos para el Estado), son competencia
exclusiva del legislador en los términos del artículo 338 de la Constitución
Política, lo cual exige la expedición de leyes ordinarias.
123. La Corte ha definido que dentro de las razones de política comercial están
incluidos temas relacionados con la política económica en general, tales como: i)
lograr un ritmo creciente y sostenido de desarrollo, ii) apoyar y facilitar la
iniciativa privada, iii) otorgarle una protección adecuada a la producción
nacional y, iv) coordinar las políticas y regulaciones en materia de comercio
exterior con las políticas arancelaria, cambiaria, monetaria y fiscal.84
[…]
“La materia del Decreto -fijación de la tarifa ad valorem que debe pagarse
sobre las mercancías que se someten al procedimiento de saneamiento-,
atendidas las finalidades del mismo, no guarda relación alguna con las
funciones y cometidos especiales de la ley marco y de sus respectivos
decretos reglamentarios. En primer término, este tipo de ley debe referirse a
las reglas generales a las cuales se sujetará la modificación del régimen de
aduanas por razones de política comercial, las que por definición son
ajenas a la judicialización, desjudicialización, penalización o
despenalización de una conducta, así ella esté ligada materialmente con el
comercio exterior. El saneamiento no expresa una política comercial sino
una política judicial del Estado y es emanación del ius puniendi.
“[A]l limitar los objetivos por los cuales el Gobierno puede modificar las
tarifas arancelarias a aquellos de política comercial (i) prohíbe que estas
medidas, al no ser adoptadas por el Congreso, estén determinadas por
‘finalidades impositivas’, tengan un ‘carácter fiscal’, es decir, que se
utilicen como ‘fuente de exacción fiscal’ y persigan de manera ‘primera,
principal [o] preponderante’ objetivos de orden fiscal, en especial el
‘recaudo de ingresos para el Estado’; y en sentido contrario, (ii) permite que
dichas medidas consulten diversos objetivos de carácter económico
relacionados de alguna manera directa o indirecta con el comercio exterior
tales como ‘favorecer la producción nacional [,] promover la estabilidad
económica [a través del] aumento o disminución de los aranceles, la
contracción o ampliación de las importaciones [que] pueden afectar el nivel
general de precios y los movimientos de la oferta y la demanda’, estimular
el crecimiento económico, proteger la industria nacional, promover la
126. En esa misma línea, en la Sentencia C-140 de 2007, al resolver sobre una
demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 13 de la Ley 1066 de 2006,
en la que se alegaba que la extensión de la solidaridad y la subsidiariedad
tributaria a las obligaciones cambiarias y aduaneras constituía un ejercicio
ilegítimo de la competencia legislativa del Congreso de la República, en tanto
que aquella norma, al referirse a aspectos puntuales de los regímenes aduanero y
cambiario, invadía la órbita de regulación propia del Ejecutivo en desarrollo de
leyes marco, la Corte declaró su exequibilidad y, dentro de los fundamentos del
fallo, reiteró que:
87 Cfr. Corte Constitucional, Sentencia C-140 de 2007, reiterada en la Sentencia C-624 de 2007.
47
ciudadanos por concepto de obligaciones para con el Tesoro Público.”
(negrita fuera de texto)
“El actual texto del artículo 150.19 (c) supedita expresamente a razones de
política comercial las modificaciones que el Gobierno, de conformidad con
las pautas generales de la ley marco respectiva, pueda introducir en los
aranceles, tarifas y demás disposiciones concernientes al régimen de
aduanas. […] En esta precisa materia se advierte que el contorno de la
competencia del Gobierno no puede, en ningún caso, trascender de lo
puramente administrativo, debiéndose impedir que se ingrese en la órbita de
lo político y ‘de las cuestiones de fondo y fundamentales’ que por afectar
los intereses de la Nación en su conjunto, corresponde al Congreso tratarlas
y regularlas.
[…]
131. En esa medida, tanto para verificar si un tema es propio de las materias
sujetas a la legislación marco como para delimitar hasta dónde se extienden las
facultades legislativas y las ejecutivas en asuntos sometidos a este tipo de leyes,
es necesario examinar, i) en términos generales, si se está en presencia de un
tema que requiere una regulación especialmente dinámica y especializada, pues
no hay que olvidar que son éstas las razones de índole material que justifican el
empleo de dicha técnica excepcional de producción normativa; y, ii) de manera
particular, tratándose de la modificación de aranceles, tarifas y demás
disposiciones concernientes al régimen de aduanas, si tal modificación obedece
a razones de política comercial, tal y como lo exigen los artículos 150.19, literal
c) y 189 numeral 25 de la Constitución.
132. En el presente caso, una simple lectura de los citados artículos 150.19,
literal c) y 189 numeral 25 de la Constitución permite advertir que en dichas
disposiciones no se contempla el régimen sancionatorio aduanero y el decomiso
de mercancías, así como el procedimiento aplicable, como materias susceptibles
de modificación gubernamental mediante decretos expedidos con sujeción a las
normas generales contenidas en una ley marco o cuadro. Por lo tanto, cabría
pensar que esta temática estaría comprendida en las “demás disposiciones
concernientes al régimen de aduanas”. Sin embargo, la Corte descarta esta
posibilidad por las siguientes razones:
134. Para confirmar este aserto, basta con mencionar que al amparo de los
artículos 76.22 y 205 del Acto Legislativo 1 de 1968, el legislador expidió la
Ley 6 de 1971, “Por la cual se dictan normas generales a las cuales debe
sujetarse el Gobierno para modificar los aranceles tarifas y demás
49
disposiciones concernientes al régimen de aduanas”. Se trató de la primera ley
marco en materia de aduanas. Dicha ley, constaba tan solo tres artículos, por lo
que fue considerada por muchos de tal generalidad que resultaba realmente
dudoso que constituyera un marco definitivo e idóneo para encuadrar la labor
del Ejecutivo, pues no fijaba pautas para que el Gobierno realizara su actividad
en desarrollo de la ley marco.
137. La Ley 6 de 1971 se mantuvo vigente por cuarenta y un (41) años hasta que
fue derogada por la Ley 1609 de 2013, ley marco de aduanas, actualmente
vigente, y cuyo artículo 5.4 es el objeto de la presente demanda. Con
fundamento en las competencias previstas en los artículos 150.19 literal c) y
189.25 y con sujeción a las reglas en ella contenidas, el Gobierno expidió en su
orden los Decretos 390 del 7 de marzo de 2016, 92 2147 del 23 de diciembre de
2016,93 349 del 20 de febrero de 2018,94 659 del 17 de abril 2018,95 1165 del 2 de
julio de 201996 y, recientemente, el Decreto 360 del 7 de mayo de 2021.97
138. En relación con el Decreto 1165 de 2019, modificado por el Decreto 360 de
2021, debe decirse que, a pesar de que derogó múltiples normas del pasado e
introdujo cambios importantes al régimen aduanero, muchas de sus
disposiciones reproducen contenidos de textos anteriores. Así, por ejemplo, los
Títulos 14, 15 y 16 de dicho estatuto que tratan, en su orden, sobre el régimen
sancionatorio aduanero, el decomiso de las mercancías y los procedimientos
administrativos, incorporan, casi en su integridad, normas del Decreto 2685 de
1999, salvo algunas adiciones al régimen introducido con el Decreto 390 de
2016.
92 “Por el cual se establece la regulación aduanera”. Mediante este decreto el Gobierno Nacional estableció
una nueva regulación aduanera con el propósito de armonizarla con las normas de la Comunidad Andina y el
Convenio Internacional para la Simplificación y Armonización de los Regímenes Aduaneros -Convenio de Kioto
revidado de la Organización Mundial de Aduanas, incorporando las mejores prácticas internacionales, para
facilitar el comercio exterior y el cumplimiento de los compromisos adquiridos por el Estado colombiano dentro
de los acuerdos comerciales.
93 “Por el cual se modifica el régimen de zonas francas y se dictan otras disposiciones.”
94 “Por el cual se modifican los Decretos 2685 de 1999 y 360 de 2016 y se dictan otras disposiciones”
95 “Por el cual se modifican los Decretos 2685 de 1999 y 2147 de 2016”
96 “Por el cual se dictan disposiciones relativas al Régimen de Aduanas en desarrollo de la Ley 1609 de 2013”.
Este Decreto derogó los Decretos 2685 de 1999, 390 de 2016, los Títulos II y III del Decreto 2147 de 2016 y
demás normas complementarias o modificatorias.
97 “Por el cual se modifica el Decreto 1165 de 2019 relativo al Régimen de Aduanas y se dictan otras
disposiciones”.
51
firmeza de los actos, correspondan a una realidad susceptible de permanente
cambio, pues por su naturaleza coercitiva y punitiva, afirmar lo contrario
implicaría aceptar que se trata de materias que representan un riesgo para la
seguridad jurídica.
142. De manera precisa, al señalar que las materias que resultan de la expresión
del poder punitivo o sancionador del Estado no son objeto ley marco, esta
Corporación dijo lo siguiente:
“La Corte no niega que existe una cierta conexidad temática entre la
regulación de la actividad financiera y la imposición de sanciones a quienes
vulneren esas reglamentaciones. Sin embargo, no por ello debe inferirse
que esas sanciones tienen reserva de ley marco, pues esa conclusión es
inaceptable por las siguientes razones:
“De un lado, esa tesis implica una confusión entre la reglamentación de una
actividad y la sanción por el incumplimiento de esas reglamentaciones, que
son fenómenos jurídicos relacionados pero diversos. Ahora bien, la ley
marco existe para aquellas materias, que por su propia naturaleza y
dinámica, están sujetas a cambios rápidos, por lo cual la Carta establece un
particular reparto de competencias entre el Congreso y el Gobierno. El
primero se limita a establecer ‘las pautas generales dentro de las cuales éste
último debe desarrollar en concreto su facultad reglamentaria ejecutando
esos principios en una forma dinámica y de fácil modificación’. Este
reparto competencial es razonable para el ejercicio de la facultad
reglamentaria en esos ámbitos, pero no tiene por qué extenderse al
diseño de las sanciones en esos mismos campos, puesto que, por razones
de seguridad jurídica y protección de los derechos de las personas, la
definición de las infracciones debe ser más permanente y estar
incorporada en la propia ley.
“De otro lado, la tesis del actor ampliaría indebidamente el campo de la ley
marco, pues implicaría que el establecimiento de cualquier infracción o tipo
penal vinculado con los ámbitos de ese tipo de leyes, debería también estar
contenido en una ley marco. Llegaríamos entonces al absurdo de que,
como es propio de ley marco el régimen de aduanas y de cambio
internacional (CP art. 150-19, lits b y c) entonces las infracciones
cambiarias o el delito de contrabando deberían igualmente estar
contenidas en una ley marco. Esta conclusión es irrazonable, por lo cual,
conforme a una clásica reducción al absurdo, debemos inferir que estas
sanciones carecen de reserva de ley marco.
99 En la Sentencia C-762 de 2009, la Corte se pronunció acerca de la naturaleza jurídica derecho sancionatorio y,
al respecto, señaló que “El derecho sancionador es una categoría jurídica amplia y compleja, por la cual el
Estado puede ejercer un derecho de sanción o ius puniendi, destinado a reprimir conductas que se consideran
contrarias al Derecho, es decir, a los derechos y libertades u otros bienes jurídicos protegidos. Dentro de sus
manifestaciones, se han distinguido de un lado el derecho penal delictivo, que por lo mismo que está encaminado
a proteger bienes jurídicos más preciados para el ordenamiento admite la punición más severa, y de otro, los
que representan en general poderes del Derecho administrativo sancionador, como es el caso del
contravencional, del disciplinario y del correccional, en el que el derecho disciplinario procura asegurar el
cumplimiento de deberes y obligaciones por parte de servidores públicos o profesionales de determinadas
profesiones como médicos, abogados o contadores. Entre los diversos tipos de derecho sancionador existen
diferencias: es así como en el derecho penal no sólo se afecta un derecho tan fundamental como la libertad, sino
que además sus mandatos se dirigen a todas las personas, por lo cual es natural que en ese campo se apliquen
con máximo rigor las garantías del debido proceso y admite una punición más severa. En cambio, otros derechos
sancionadores no sólo no afectan la libertad física, pues se imponen otro tipo de sanciones, sino que además sus
normas operan en ámbitos específicos, ya que se aplican a personas que están sometidas a una sujeción especial,
por lo que las sanciones aplicables son de diferente entidad.”
100 Cfr. Corte Constitucional, Sentencia C-818 de 2005.
101 Cfr. Corte Constitucional, Sentencia C-530 de 2003.
102 Cfr., Corte Constitucional, Sentencia C-412 de 2015.
103 Ibidem.
55
149. Igualmente, en la jurisprudencia constitucional se ha destacado que, “… el
debido proceso es el conjunto de garantías previstas en el ordenamiento jurídico
orientadas a la protección del individuo incurso en una conducta judicial o
administrativamente sancionable, precisando que son elementos integradores del
debido proceso los siguientes: a) el derecho a la jurisdicción y el acceso a la
justicia; b) el derecho al juez natural; c) el derecho a la defensa; d) el derecho a
un proceso público, desarrollado dentro de un tiempo razonable; e) el derecho a
la independencia del juez y f) el derecho a la independencia e imparcialidad del
juez o funcionario.”104
“En virtud del principio de tipicidad, lo ha expresado la Corte, para que una
norma de carácter sancionador se repute constitucionalmente válida, es
necesario que su texto sea preciso, esto es, que incluya los elementos
esenciales del tipo como son la descripción de la conducta, ‘la naturaleza de
las sanciones, sus montos máximos y mínimos, así como los criterios de
proporcionalidad que debe tomar en cuenta el juzgador al imponer en
concreto el castigo’; ya que sólo de esta manera se llega a restringir
razonablemente el poder discrecional de la autoridad que detenta el poder
sancionador. Que el ius puniendi del Estado sea reglado y sometido a los
controles necesarios, es precisamente uno de los objetivos que persigue el
Estado de Derecho, en cuanto representa la forma de garantizar la plena
vigencia de los derechos y garantías de los potenciales encartados,
erradicando así la arbitrariedad y el autoritarismo.”113
165. En lo que respecta a la precisión, la Corte la dicho que son varios los
criterios reguladores en la valoración normativa de la falta, a saber: “(i) el grado
de culpabilidad del agente (si actuó con dolo o culpa); (ii) la gravedad o levedad
de su conducta (si por su naturaleza debe ser calificada como leve, grave o
168. Sobre esa base, la Corte ha explicado que el principio de reserva de ley es
una manifestación del principio de democracia y de la distribución y equilibrio
del poder entre los diferentes órganos que lo componen, lo cual exige que ciertas
materias deban ser directamente reguladas únicamente por el legislador
mediante la expedición de normas con fuerza de ley –en sentido formal y/o
material– y no a través de regulaciones de menor jerarquía, como lo son los
actos administrativos reguladores y reglamentarios expedidos por el Gobierno
Nacional. Por consiguiente, este principio impone la obligación de que los
núcleos esenciales de la materia objeto de reserva estén contenidos o definidos
en una norma con fuerza de ley.115
170. Sobre esa base, están sometidas a reserva material de ley las actividades
que la Constitución expresamente señala, esto es: i) las atribuciones propias del
Congreso de la República y ii) las que resultan del ejercicio de la cláusula
general de competencia normativa, siempre y cuando no hayan sido otorgadas
(tácita o expresamente) a órganos de otras Ramas del Poder Público o a otros
órganos autónomos de regulación del Estado.
114 Ibid.
115 Cfr. Corte Constitucional, Sentencia C-135 de 2016.
116 Cfr. Corte Constitucional, Sentencia C-699 de 2015.
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171. Ahora bien, en la Sentencia C-619 de 2012, la Corte reconoció que hay
asuntos que a pesar de tener reserva de ley “pueden ser ‘delegadas’ mediante ley
de facultades extraordinarias al Ejecutivo para que sea éste quien regule la
materia mediante decretos leyes, pero no pueden ser ‘deslegalizadas’, esto es,
que el legislador no puede delegar al Ejecutivo que regule esa materia
mediante reglamento, en desarrollo del artículo 189.11 de la Constitución”117
(negrita fuera de texto). Con ello se respeta el principio de reserva material de
ley.
174. Así las cosas, las conductas prohibitivas y las sanciones que resultan de su
infracción deben ser determinadas exclusivamente por el legislador, lo mismo
que el proceso que debe surtirse para su imposición, en el cual se respeten en su
integridad los derechos y las garantías fundamentales. Es la única manera de
garantizar e impedir la arbitrariedad de la administración en el juzgamiento de la
conducta y la imposición de las sanciones a que haya lugar, así como garantizar
la efectividad de los derechos fundamentales.
176. Del mismo modo, para la graduación de las sanciones, en caso de ausencia
de norma especial o vacío normativo, habrá de aplicarse lo dispuesto en el
artículo 50 de la Ley 1437 de 2011.119
118 “Artículo 47. Procedimiento administrativo sancionatorio. Los procedimientos administrativos de carácter
sancionatorio no regulados por leyes especiales o por el Código Disciplinario Único se sujetarán a las
disposiciones de esta Parte Primera del Código. Los preceptos de este Código se aplicarán también en lo no
previsto por dichas leyes. // Las actuaciones administrativas de naturaleza sancionatoria podrán iniciarse de oficio
o por solicitud de cualquier persona. Cuando como resultado de averiguaciones preliminares, la autoridad
establezca que existen méritos para adelantar un procedimiento sancionatorio, así lo comunicará al interesado.
Concluidas las averiguaciones preliminares, si fuere del caso, formulará cargos mediante acto administrativo en
el que señalará, con precisión y claridad, los hechos que lo originan, las personas naturales o jurídicas objeto de la
investigación, las disposiciones presuntamente vulneradas y las sanciones o medidas que serian procedentes Este
acto administrativo deberá ser notificado personalmente a los investigados. Contra esta decisión no procede
recurso. // Los investigados podrán, dentro de los quince (15) días siguientes a la notificación de la formulación
de cargos, presentar los descargos y solicitar o aportar las pruebas que pretendan hacer valer. Serán rechazadas de
manera motivada, las inconducentes, las impertinentes y las superfluas y no se atenderán las practicadas
ilegalmente. // Parágrafo 1o. <Parágrafo renumerado> Las actuaciones administrativas contractuales
sancionatorias, incluyendo los recursos, se regirán por lo dispuesto en las normas especiales sobre la materia. //
Parágrafo 2o. <Parágrafo adicionado por el artículo 3 de la Ley 2080 de 2021> En los procedimientos
administrativos sancionatorios fiscales el término para presentar descargos y solicitar o aportar pruebas será de
cinco (5) días.”
119 “Artículo 50. Graduación de las sanciones. Salvo lo dispuesto en leyes especiales, la gravedad de las faltas y
el rigor de las sanciones por infracciones administrativas se graduarán atendiendo a los siguientes criterios, en
cuanto resultaren aplicables: 1. Daño o peligro generado a los intereses jurídicos tutelados. // 2. Beneficio
económico obtenido por el infractor para sí o a favor de un tercero. // 3. Reincidencia en la comisión de la
infracción. // 4. Resistencia, negativa u obstrucción a la acción investigadora o de supervisión. // 5. Utilización de
medios fraudulentos o utilización de persona interpuesta para ocultar la infracción u ocultar sus efectos. // 6.
Grado de prudencia y diligencia con que se hayan atendido los deberes o se hayan aplicado las normas legales
pertinentes. //
7. Renuencia o desacato en el cumplimiento de las órdenes impartidas por la autoridad competente. // 8.
Reconocimiento o aceptación expresa de la infracción antes del decreto de pruebas.”
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oficiales de revisión y de corrección, la declaratoria de incumplimiento y la
efectividad de garantías y la verificación de origen de mercancías, lo cual
incluye el régimen probatorio, la adopción de las decisiones administrativas, los
recursos que proceden, la revocatoria directa y la firmeza de los actos, hacen
parte integral de la reserva de ley al comprometer la aprobación de regulaciones
legales sustantivas (faltas y sanciones) y adjetivas (procesos a aplicar).
[…]
180. Quiere decir lo anterior que, conforme a esta habilitación, por cuanto no
hay norma constitucional que prevea para el Gobierno esta facultad
administrativa, éste ha quedado investido, de manera permanente, de la potestad
de determinar los elementos de la responsabilidad sancionatoria en materia
aduanera, es decir, i) las infracciones administrativas aduaneras; ii) los sujetos
que eventualmente pueden incurrir en tales infracciones; y iii) las sanciones
aplicables, así como iv) el procedimiento para su imposición, elementos todos
ellos que, a la luz de los lineamentos jurisprudenciales expuestos, deben estar
estrictamente determinados en una ley en sentido formal, pues hacen parte
intensamente de la reserva de ley.
186. No hay que olvidar que en su condición de juez constitucional, “la Corte
debe asegurarse de que las consecuencias de las sentencias que dicte en
desarrollo de sus funciones defiendan la supremacía e integridad del texto
superior a través del tiempo. Para tal efecto, si bien el artículo 45 de la Ley 270
de 1996 (ley estatutaria de la Administración de Justicia) establece que, por
regla general, las sentencias que la Corte dicte en desarrollo de su función de
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control abstracto de constitucionalidad rigen hacia el futuro (ex nunc), de
manera excepcional permite que este Tribunal decida si la efectiva protección de
la Constitución requiere que los efectos de las declaratorias de inexequibilidad
que se dicten sean modulados, surtiéndose distintamente en el tiempo. En estos
últimos casos la Corte puede establecer que los efectos de sus sentencias sean
diferidos a un futuro próximo y determinado o, en su defecto, ordenar que tales
efectos se surtan retroactivamente (ex tunc o hacia el pasado).”120
187. Por esta razón, la Sala considera que la mejor alternativa, en el presente
caso, es modular los efectos de la sentencia y recurrir a una inconstitucionalidad
diferida, –como lo ha hecho la Corte en oportunidades anteriores–, 121 a fin de
permitir que, en un plazo razonable determinado, el Congreso de la República,
dentro de la libertad de configuración que le es propia, expida la ley que regule
el régimen sancionatorio y el decomiso de mercancías en materia de aduanas, así
como el procedimiento aplicable, sin que la norma declarada inexequible pierda
vigencia inmediatamente.
F. Síntesis de la decisión
192. Con respecto al primer problema jurídico, la Corte concluyó que el régimen
sancionatorio aduanero y el decomiso de mercancías, así como el procedimiento
aplicable, no son de aquellas materias sometidas a la técnica legislativa de las
leyes marco ni los decretos que se expidan con sujeción a sus normas generales.
Ello, debido a que i) no se encuentra cubierta por las actividades expresamente
señaladas en los artículos 150.19, literal c) y 189 numeral 25 de la Carta
Política; ii) no hay evidencia de que su regulación requiera la agilidad, la
urgencia y el dinamismo propios de los asuntos que son objeto de ley marco; 3)
no existen razones de política comercial que así lo justifiquen, ya que su
finalidad es de tipo impositivo; y, 4) la Corte Constitucional ha establecido en su
jurisprudencia que las materias que son expresión del poder punitivo o
sancionador del Estado no son objeto de regulación a través de decretos
administrativos que se expidan con sujeción a las reglas generales contenidas en
una ley marco (C-052/97 y C-1161/00).
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194. En consecuencia, la Corte declaró la inexequibilidad del numeral 4 del
artículo 5 de la Ley 1609 del 2013, con efectos diferidos hasta el 20 de junio de
2023, a fin de permitir que en dicho lapso, el Congreso de la República, en
ejercicio de su competencia y conforme al principio de libertad de configuración
normativa que le es propia, expida la ley ordinaria que regule el régimen
sancionatorio y el decomiso de mercancías en materia de aduanas, así como el
proceso administrativo aplicable. Esto, tras advertir que su expulsión inmediata
del ordenamiento jurídico podría causar traumatismos y riesgos para la
preservación de los principios constitucionales, y generaría un escenario de
incertidumbre jurídica e impunidad frente a unas conductas que son nocivas para
el orden jurídico, las cuales podrían quedarse si investigación y sanción por falta
de regulación mientras se expide la ley que fije el régimen sancionatorio, el
decomiso de mercancías en materia aduanera y el proceso administrativo
aplicable.
RESUELVE:
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