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La cultura institucional escolar

G. FRIGERIO - M. POGGI - G. TIRAMONTI

1. LOS CONCEPTOS DE CULTURA Y DE


IMAGINARIO INSTITUCIONAL

2. TIPOS DE CULTURAS INSTITUCIONALES


ESCOLARES
2.1. La institución escolar: una cuestión de familia
2.2. La institución escolar: una cuestión de papeles
o expedientes
2.3. La institución escolar: una cuestión
de concertación
1. Los conceptos de cultura y de imaginario
institucional
Cuando nos referimos a las instituciones solemos tener de ellas una
“imagen-representación”, que se trasluce en nuestro lenguaje. Podemos
decir: es “tradicional”, “progresista”, “moderna”, “no existe”, es
“superconservadora”; o hacer referencia a sus “estilos”: es una institución
que siempre se caracterizó por “ser exigente”, es “lenta para procesar los
cambios” o bien “que siempre fue igual”.
A veces recurrimos a los actores-personajes para dar cuenta de su
dinámica: “desde que está la nueva directora la institución es otra cosa”; “el
rector es un patrón de estancia”; “esta escuela siempre tuvo docentes
excelentes”; “aquí siempre vinieron los peores del barrio”. Puede ocurrir
que se haga mención a otras características refiriéndose a la institución en
términos como: “conventillo”; “elitista”; “tierra de nadie”; “feudo”;
“joyita”.
Estas y tantas otras expresiones, oídas por todos nosotros, son formas
de señalar que cada escuela tiene una “personalidad”, un “estilo”. El mismo
se construye en un complejo entramado en el que el proyecto fundacional
va siendo moldeado por los actores, cuyas prácticas son captadas en nuestra
imagen-representación.
La imagen-representación de la institución no se compone solamente
de sus aspectos manifiestos, es decir de aquéllos que se imponen a la
mirada: el edificio, la limpieza, el comportamiento de los chicos en los
momentos de entrada o salida, la recepción de la que somos objeto cuando
nos acercamos a ella, la importancia acordada a la tarea específica, el grado
de inserción de sus egresados en otras instituciones o en el mundo laboral.
También la integran aquellos aspectos menos visibles: el estilo de los
vínculos; los modos en que se toman las decisiones, es decir, la percepción
que los miembros de la organización tienen de ella y de sus prácticas.
Cada institución posee rasgos de identidad y señas particulares que le
son propios; ambos constituyen y simultáneamente son aprehensibles en lo
que denominaremos cultura institucional 1.

La cultura institucional es aquella cualidad relativamente


estable que resulta de las políticas que afectan a esa institu-
ción y de las prácticas de los miembros de un
establecimiento. Es el modo en que ambas son percibidas
por estos últimos, dando un marco de referencia para la
comprensión de las situaciones cotidianas, orientando e
influenciando las decisiones y actividades de todos aquellos
que actúan en ella.

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En otros términos podemos decir que la cultura institucional es,
metafóricamente, el escenario, la obra que se representa, el telón y el fondo
de las actividades de una institución. En ella se integran cuestiones teóricas,
principios pedagógicos en estado práctico, modelos organizacionales,
metodologías, perspectivas, sueños y proyectos, esquemas estructurantes de
las actividades (Brunet L., Brassard A., Corriveau L.; 1991).
Como ustedes pueden constatar la noción de cultura institucional es
sumamente rica y admite diversas presentaciones ya que resulta de las mil
y una maneras y prácticas por las que los actores institucionales se
reapropian y resignifican el espacio organizacional (de Certeau, M.; 1990).
Es sumamente difícil enumerar y mucho más aún jerarquizar los
elementos que componen la cultura institucional. Para dar cuenta de ello
mencionaremos sólo algunos: los usos y costumbres; los sistemas de
socialización, ingreso, ascenso y promoción; los criterios y normas de
sanción; los sistemas de seguimiento y control; los modelos de vínculos;
los valores vigentes; los prejuicios y criterios de valorización; los distintos
estilos que adquiere la dinámica de las relaciones; el grado de adhesión y
pertenencia de sus miembros; los matices de la identificación con la tarea,
el grupo y la organización; los mitos, leyendas y héroes; el estilo de
funcionamiento; las concepciones acerca del cambio; la representación,
recepción y tratamiento de los usuarios o destinatarios; las características
del cerco institucional; los vínculos interinstitucionales; las ceremonias y
ritos; los criterios de trabajo predominantes; la filiación teórica de los
integrantes; los criterios de agrupación; las pautas de auto-organización.
Algunos de estos aspectos están desarrollados en distintos capítulos de este
libro.
Toda cultura halla su sustento en un imaginario institucional.
Introducimos aquí un nuevo concepto, abordado por numerosos
autores, provenientes de campos tan diversos como la sociología política
(Castoriadis, C.; 1983 y 1988), el derecho (Mari, E.; 1987), la filosofía
(Sartre, JP.; 1940; Ricoeur, P.; 1983; Vedrine, H.; 1990), el psicoanálisis
(Lacan. J.; 1966 y 1975; Mannoni, O.; 1969; Kaes, R.; 1978 y 1989;
Anzieu, D.; 1978; Enriquez, E.; 1989); la teoría de la administración
(Chevallier, J.; 1981; Morgan, G.; 1989); la educación (Postic, M.; 1982 y
1989; Frigerio, G.; 1987; Frigerio, G. y Poggi, M.; 1989; Cornu, L.; 1990;
Charbonnel, N.; 1991; Jean. G., 1991), etc.2
Una sola frase no alcanzaría a dar cuenta de la riqueza de esta noción
que preocupa a los pensadores desde tiempos lejanos. Recordemos simple-
mente y a modo de ejemplo que Aristóteles señalaba que EL ALMA NO
PUEDE PENSAR SIN FANTASMA, introduciendo así esta dimensión.
Desde otra óptica, siglos después, Kant se refirió al imaginario como
AQUELLO QUE DA A PENSAR MAS. Más próximo a nosotros Ricoeur

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propuso reflexionar acerca de una ESTRUCTURA IMAGINARIA
PRIMARIA CONSTITUTIVA DE NUESTRA RELACION CON EL
MUNDO. Como se puede observar, hay numerosas posibilidades de
encarar el concepto pero, para este texto, nos limitaremos a destacar su
vigencia y a esbozar una definición simple, ya que resulta imposible
abordar la teoría de las instituciones eludiéndolo, ya dado que EL
IMAGINARIO SE ENCUENTRA EN EL CENTRO DE TODOS LOS
DISPOSITIVOS DEL SABER (Vedrine, H., 1990).

El imaginario es el conjunto de imágenes y de representacio-


nes —generalmente inconscientes— que, producidas por
cada sujeto y por cada grupo social, se interponen entre el
productor y los otros sujetos tiñendo sus relaciones, sean
éstas interpersonales, sociales o vínculos con el conocimien-
to.

Este imaginario adquiere en cada establecimiento características y


expresiones particulares, si bien comparte con la totalidad de las institu-
ciones educativas rasgos en común (Charbonnel, N. 1991).
El imaginario matiza, tiñe y altera la relación que cada sujeto tiene con
la institución, con los otros y con el trabajo específico. Los desplaza-
mientos de sentido que resultan de la actividad imaginaria operan, a veces,
sosteniendo y favoreciendo la tarea. En otras oportunidades pueden
constituirse en obstáculos para el desarrollo de las actividades.
Retomaremos las cuestiones relativas a la cultura institucional
afirmando que, a partir de trabajar en numerosas instituciones educativas de
distinto tipo, podemos presentar, a manera de los tipos ideales de Weber,
algunas modalidades predominantes en las que se manifiesta la cultura
institucional.
Para construir un tipo ideal de cultura institucional escolar se retoman
algunas características de la realidad, se destacan las diferencias entre uno y
otros y se desestiman las variaciones de cada tipo en la práctica cotidiana.
Por ello, pueden aparecer casi como “caricaturas” de la realidad, ya que la
misma presenta mayores variaciones que aquello que la tipología recorta.
No obstante, su valor se encuentra en el hecho que permite captar y
comprender lo fundamental y propio de un conjunto de instituciones
escolares y, tal vez, pensar en estrategias más apropiadas de gestión.
Cada una de las culturas que aquí describiremos puede ser directa-
mente vinculada a modelos de gestión de las instituciones educativas.

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Los modelos de gestión resultan de la articulación de una
propuesta del directivo (tomado en sentido amplio) y del
ajuste, más o menos logrado, con el resto de los miembros
de la institución. En otros términos, resultan de la lógica de
los actores institucionales y las características particulares
del establecimiento.

Por otra parte, ni la cultura ni los modelos son fijos, rígidos ni


inmutables, sino que se adecuan en función de los cambios permanentes en
el interior de la institución, su contexto próximo y el orden social.
Recordemos que gestionar remite, según el diccionario, a “dar los
pasos conducentes a la consecución de una cosa”, definición que hace
referencia a acciones orientadas por uno o varios objetivos y a un actor o a
varios que toman a su cargo dicha tarea.
La pregunta que nos podemos formular es si existe un modelo propio
de gestión de las instituciones educativas.
Después de numerosas observaciones y del análisis de los diferentes
subsistemas educativos y de las instituciones que lo componen, a modo de
hipótesis proponemos la existencia de ciertos rasgos comunes a todos ellos,
que constituyen lo que podríamos llamar modelos de gestión
específicamente educativos.
Quienes ejercen hoy las tareas de gestión educativa, rara vez contaron
con alguna formación especialmente diseñada para el ejercicio de esta
función. Los saberes que sustentan su accionar por lo general no resultan de
un conocimiento “técnico” específico, sino del modo en que se entrelazan
diferentes factores: experiencias construidas a partir del ensayo y error,
“identificación” con estilos de conducción con los que entraron en contacto
durante el ejercicio de la docencia, etc.
Las formas de incorporación de los saberes descriptos no conllevan,
necesariamente, una posibilidad de modificación de las lógicas de compor-
tamiento y de organización de tareas. Por ejemplo, quienes acceden a
cargos de conducción son docentes que han sido formados para desempe-
ñarse con una lógica áulica. En esa lógica los problemas pedagógicos o
didácticos ocupan un lugar central. Sin embargo, pasan a ocupar, algunas
veces, un lugar secundario en la conducción educativa. Por lo general, esta
devaluación de lo específico de los establecimientos escolares se acompaña
de una priorización y sobredimensionamiento de las tareas de administra-
ción. Cada nuevo directivo queda encerrado en este proceso porque, en
general, ha aprendido a conducir a partir de su contacto con otros directivos
y no a través de un proceso reflexivo de diseño de estrategias.

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2. Tipos de culturas institucionales escolares
Nos preguntábamos líneas más arriba acerca de si existía un estilo
propio de las instituciones educativas. Intentaremos describir y
conceptualizar tres tipos distintos de cultura institucional.
La institución escolar. La institución escolar: La institución escolar:
una cuestión de una cuestión de una cuestión de
familia papeles o expedientes concertación
Rasgo hegemónico la escena familiar la exageración de la la negociación
racionalidad
Curriculum prescripto es ignorado se lo considera como se concibe como un
un sistema “duro”, “organizador
imposible de modificar institucional”
Modelo de gestión “casero” “tecnocrático” “profesional”
Contratos lealtades invisibles, formales o concertados, explícitos
contratos imposibles burocráticos y sustantivos
Vínculos privilegiados afectivos, los impersonales; los contractuales,
sentimientos sentimientos son respetuosos; los
desplazan la tarea ignorados sentimientos están
puestos en la pasión
por la tarea sustantiva
Dimensión ninguna la administrativa y la Ninguna
sobrevaluada organizacional en sus
aspectos formales
Dimensión devaluada todas la comunitaria Ninguna
Dimensión central ninguna la administrativa la pedagógico-
didáctica
Tendencia riesgosa dilución de la el aislamiento respecto Asambleísmo
especificidad de la comunidad y la
institucional sociedad
Modalidad de los interpersonales; son “negados” o surgen por
conflictos suelen no resolverse eludidos. No se divergencias en las
ni elaborarse elaboran ni resuelven, posiciones; se
se definen por redefinen y disuelven
posiciones de jerarquía o se resuelven por
elaboración
Participación se considera que no se la puede solicitar deseada y buscada; se
requiere especial formalmente especifica la
atención (siendo todos modalidad y el área de
de la familia...) incumbencia
Comunicación se desvalorizan los preeminencia de los se resignifican los
canales formales canales formales, canales formales útiles
verticales a la difusión: no se
(descendentes o desconocen los
ascendentes). informales
Habitualmente escritas

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