Nación y Nacionalismo
Nación y Nacionalismo
Nación y Nacionalismo
ERIC HOBSBAWN
Introducción.
Las naciones en el sentido moderno de la palabra se remontan más allá del siglo XVIII. Han sido frecuentes
los intentos de determinar criterios objetivos de nacionalidad o de explicar por qué grupos se han convertido
en naciones y otros no, basándose en criterios únicos tales como la lengua o la etnicidad o en una
combinación de criterios tales como la lengua, el territorio común, historia común, rasgos culturales o lo que
fuera. Según Stalin, una nación es una comunidad estable, fruto de la evolución histórica, de lengua, territorio,
vida económica y composición psicológica que se manifiesta en una comunidad de cultura. La definición de
nación se adapta a territorio en los cuales coexisten personas cuya lengua u otros criterios “objetivos” son
diferentes, como hicieron en Francia y en el Imperio Habsburgo.
La nación como la concibe el nacionalismo puede reconocerse anticipadamente, la nación real solo puede
reconocerse a posteriori.
Este es el método del presente libro. Presta atención a los cambios y a las transformaciones del concepto.
1-El autor usa el término “nacionalismo en el sentido en que lo definió Gellner: “básicamente a un principio
que afirma que la unidad política y nacional debería ser congruente”.
2-El autor no considera la “nación” como una entidad social primaria. Pertenece a un período concreto y
reciente. Es una entidad social sólo en la medida en que se refiere a cierta clase de estado territorial moderno,
el “Estado Nación” y de nada sirve hablar de nación y de nacionalidad excepto en la medida en que ambas se
refieren a él. El nacionalismo antecede a las naciones. Las naciones no construyen estados y nacionalismos,
sino que ocurre al revés.
3-La “cuestión nacional” se encuentra situada en el punto de intersección de la política, la tecnología y la
transformación social. Las naciones existen no sólo en función de determinada clase de estado territorial o de
la aspiración de crearlo sino en el contexto de determinada etapa del desarrollo tecnológico y económico.
4-Las ideologías oficiales de los estados y los movimientos no nos dicen lo que hay en el cerebro de sus
ciudadanos, no podemos dar por sentado que para la mayoría de las personas la identificación nacional
excluye el resto de identificaciones que constituyen el ser social o es siempre superior a ellas. La
identificación nacional y lo que se cree que significa pueden cambiar y desplazarse con el tiempo.
5-Hay una escasa atención que se presta en G.B. a los problemas relacionados con el nacionalismo inglés en
comparación con la que se ha prestado al nacionalismo escocés, al galés y no digamos al irlandés. La
conciencia nacional se desarrolla desigualmente entre los agrupamientos sociales y las regiones de un país.
Como dice Renan: “interpretar mal la propia historia forma parte de ser una nación”.
La heterogeneidad nacional de los estados-nación era aceptada porque parecía claro que las
nacionalidades pequeñas y atrasadas podían salir sumamente beneficiadas si se fundían para formar naciones
mayores y efectuar sus aportaciones a la humanidad. Una vez se hubo aceptado que una nación independiente
o real tenía que ser una nación viable según los criterios vigentes en aquel tiempo se concluyó que algunas de
las nacionalidades y lenguas menores estaban condenadas a desaparecer. Algunas nacionalidades y lenguas
pequeñas no tenían ningún futuro independiente. Allí donde la supremacía de la nacionalidad estatal y la
lengua del estado no eran un problema, la nación principal podía proteger y fomentar los dialectos y las
lenguas menores que había dentro de ella, las tradiciones históricas y folclóricas de las comunidades menores
que contenía. Fueron los escoceses y no los ingleses que inventaron el concepto de “británico del norte”
después de la unión de 1707.
Algunos pueblos y algunas nacionalidades estaban destinados a no ser nunca naciones del todo. Otros lo
habían conseguido o lo conseguirían en un futuro. “El principio del umbral” era más útil toda vez que
eliminaba una serie de pueblos pequeños pero tampoco fue decisivo ya que existían “naciones” incontestables
de tamaño muy modesto. La aparición de movimientos nacionales que contaban con el apoyo de las masas
haría necesarias importantes revisiones de juicio.
En la práctica había sólo tres criterios que permitirían que un pueblo fuera clasificado como nación:
1-Asociación histórica con un estado que existiese en aquellos momentos o un estado con un pasado bastante
largo y reciente.
2-Existencia de una antigua elite cultura, poseedora de una lengua vernácula literaria y
administrativa nacional y escrita. Esta era la base de las pretensiones de nacionalidades italiana y alemana,
aunque los “pueblos” respectivos no tenían un solo estado con el que pudieran identificarse. En ambos casos
la identificación nacional era fuertemente lingüística, aunque cuando ninguno de ellos la lengua nacional era
hablada para fines cotidianos, mientras el resto hablaba varios idiomas que solían ser incomprensibles.3-
Comprobada capacidad de conquista.
Estas eran las concepciones de la nación y el estado-nación tal como la veían los ideólogos de la era del
liberalismo burgués triunfante: 1830-1880. El desarrollo de las naciones era una fase de evolución no el
progreso humano desde el grupo pequeño hacia el grupo mayor. Este mundo sería unificado lingüísticamente:
una sola lengua mundial. Sin embargo, los intentos de construir lenguas mundiales artificiales que se hicieron
a partir de 1880 no tuvieron éxito.
Vista con la perspectiva de la ideología liberal, la nación fue la etapa de la evolución que se alcanzó a
mediados del siglo XIX. “La nación como progreso” era la asimilación de comunidades y pueblos más
pequeños en otros mayores. Los EE.UU. en modo alguno era el único estado que ofrecía libremente la
pertenencia a una “nación” a cualquiera que quisiese ingresar en ella y las “naciones” aceptaban la entrada
libre más fácilmente que las clases.
Pero la nación moderna formaba parte de la ideología liberal de otra manera. Debido a que la nación misma
era una novedad desde el punto de vista histórico, era blanco de la oposición de los
conservadores y los tradicionalistas y atraía a sus adversarios. El concepto “nación” y “nacionalismo” tal
como lo veían los pensadores liberales pasó por primera vez a ser importante en la política internacional.
Difería en un aspecto fundamental del principio “wilsoniano” de la autodeterminación nacional que, es
también, en teoría, la leninista, y que dominó el debate en torno a estas cuestiones a partir de finales del siglo
XIX.
Desde el punto de vista del liberalismo los argumentos favorables a la “nación” decían que
representaban una etapa en el devenir histórico de la sociedad humana y los argumentos a favor de la
fundación de un estado-nación determinado, prescindiendo de los sentimientos subjetivos de los miembros de
la nacionalidad interesada. Pero si el único nacionalismo histórico justificable era el que encajaba en el
progreso, ampliaba la escala en que funcionaban las economías, sociedades y cultura humana. La lengua, la
gente o la cultura pequeña encajaban en el progreso sólo en la medida en que aceptara la condición de
subordinada de alguna unidad mayor o se retirase de la batalla para convertirse en depositaria de
nostalgia y otros sentimientos. El idioma local se retiraba ante el nacional.
En este período las naciones y los nacionalismos no eran problemas interiores importantes para entidades
políticas que habían alcanzado la condición de “estados-nación” por heterogéneas que fueses. La era liberal
produjo poca literatura teórica que se ocupara del nacionalismo. Pero a partir de1880 el debate en torno a la
“cuestión nacional” se vuelve serio e intenso, especialmente entre los socialistas porque el atractivo político
de las consignas nacionales para las masas de votantes reales potencia o partidarios de movimientos políticos
de masas era un asunto de verdadero interés práctico. Para los socialistas de la Europa central y oriental la
base teórica sobre la cual se definían la nación y su futuro tenía importancia. Marx y Engels, al igual que Mill
y Renan, habían considerado que estas cuestiones eran marginales. En la segunda internacional estos debates
ocuparon un lugar central.
En “principio de nacionalidad” que debatían los diplomáticos y que cambió el mapa de Europa en el período
que va de 1830 a 1878 era diferente del fenómeno político del nacionalismo que fue
haciéndose cada vez más central en la era de la democratización y la política de masas en Europa. Después de
1880 fue cobrando importancia lo que los hombres y las mujeres normales sentían en relación con la
nacionalidad.
LA ERA DEL CAPITAL 1848-1875.
CAPÍTULO 5: LA CONSTRUCCIÓN DE NACIONES.
ERIC HOBSBAWM.
No es lo mismo una nación-estado que una nacionalidad. La nacionalidad fue la excusa para
concretar las naciones-estado o fue también lo que se creó a partir de las naciones-estado.
La revolución del 48’ fue una afirmación de la nacionalidad. A pesar de fracasar esta revolución, sus
aspiraciones serían los temas centrales por 25 años.
No solo se fabricaron naciones en Europa sino también en otras partes del mundo: la guerra civil
americana fue para unificar a Estados Unidos, también sucedió en Japón y un poco más adelante en
Latinoamérica. Las naciones se definieron según el territorio, su historia, cultura, composición
étnica y su lenguaje. Europa se hallaba dividida en “naciones” cuya fundación de estados tenía
pocas dudas y otras donde había una gran incertidumbre.
Francia, Inglaterra, España y Rusia eran naciones identificadas por su lenguaje. Hungría y Polonia
eran naciones porque dentro del imperio de los Habsburgo, Hungría tenía reino propio y Polonia un
estado. Alemania era nación porque sus numerosos principados formaron por mucho tiempo
Federaciones Alemanas y los alemanes cultos compartían el mismo lenguaje y la misma literatura.
Italia contaba con la más antigua cultura literaria común en su minoría selecta.
El nacionalismo hacía referencia a que ningún pueblo debía ser explotado y gobernado por otro
junto con la identificación de las instituciones con el Pueblo. Lo fundamental era el sentimiento del
Pueblo, en especial en su orgullo y herencia folclórica.
La nación-estado no solo debía ser nacional sino también progresiva, para desarrollar una
economía, tecnología, organización estatal y fuerza militar viable. Por esto algunos planteaban que
los pueblos pequeños y “atrasados” debían sumarse a las grandes naciones para reducirse a
provincias o incluso desaparecer. Las grandes naciones estaban destinadas a prevalecer y a vencer
en la lucha de la existencia. Las más pequeñas serían vencidas. Tres elecciones:
•Negar la legitimidad o existencia de los pueblos pequeños.
•Reducirlos a movimientos en pro de la autonomía.
•Aceptarlos como realidades innegables, pero ingobernables.
El Bismarck unifica a Alemania, primero se cierran las fronteras comerciales (aduanas) para que los
pueblos-principados comercien entre sí. A pesar de no ser nacionalista logró la unificación alemana.
De Italia decían “Hemos hecho Italia, ahora tenemos que hacer a los italianos.” Massimo d’Azeglio.
Todos los movimientos proponían cambios más o menos ambiciosos, lo que los hacía nacionalistas.
Los nacionalismos viejos se podrían hasta considerar multinacionalismos. No tenían conflictos
internacionales, sólo conflictos internos. El principal apoyo para el nacionalismo provino de la
clase “intermedia”, no de las masas populares.
Existen otras formas de nacionalismo: las actividades culturales y económicas desarrolladas en
territorio checo generaban términos propios que luego serían utilizados para las manifestaciones
nacionalistas. También las rebeliones de campesinos y montañeses contra el gobierno extranjero
uniéndoles la conciencia de opresión, la xenofobia y la vieja identidad étnica. Las naciones no eran
un desarrollo espontáneo sino elaborado. Las instituciones debían imponer uniformidad nacional (el
servicio militar del ejército, la educación y los trabajos estatales. Se extendió a mayor parte de la
población la educación universitaria, secundaria y primaria (en Alemania ésta última aumentó un
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La revolución del 48’ fue una afirmación de la nacionalidad. A pesar de fracasar esta revolución,
sus aspiraciones serían los temas centrales por 25 años. No solo se fabricaron naciones en Europa
sino también en otras partes del mundo: la guerra civil americana fue para unificar a Estados
Unidos, también sucedió en Japón y un poco más adelante en Latinoamérica.
La nación-estado no solo debía ser nacional sino también progresiva, para desarrollar una
economía, tecnología, organización estatal y fuerza militar viable. Por esto algunos planteaban que
los pueblos pequeños y “atrasados” debían sumarse a las grandes naciones para reducirse a
provincias o incluso desaparecer. Las grandes naciones estaban destinadas a prevalecer y a vencer
en la lucha de la existencia. Las más pequeñas serían vencidas. Tres elecciones: 1- Negar la
legitimidad o existencia de los pueblos pequeños. 2- Reducirlos a movimientos en pro de la
autonomía. 3- Aceptarlos como realidades innegables, pero ingobernables.
El Bismarck unifica a Alemania, primero se cierran las fronteras comerciales (aduanas) para que los
pueblos-principados comercien entre sí. A pesar de no ser nacionalista logró la unificación
alemana. De Italia decían “Hemos hecho Italia, ahora tenemos que hacer a los italianos.” Massimo
d’Azeglio. Todos los movimientos proponían cambios más o menos ambiciosos, lo que los hacía
nacionalistas. Los nacionalismos viejos se podrían hasta considerar multinacionalismos. No tenían
conflictos internacionales, sólo conflictos internos. El principal apoyo para el nacionalismo provino
de la clase “intermedia”, no de las masas populares. Existen otras formas de nacionalismo: las
actividades culturales y económicas desarrolladas en territorio checo generaban términos propios
que luego serían utilizados para las manifestaciones nacionalistas. También las rebeliones de
campesinos y montañeses contra el gobierno extranjero uniéndoles la conciencia de opresión, la
xenofobia y la vieja identidad étnica. Las naciones no eran un desarrollo espontáneo sino
elaborado. Las instituciones debían imponer uniformidad nacional (el servicio militar del ejército,
la educación y los trabajos estatales. Se extendió a mayor parte de la población la educación
universitaria, secundaria y primaria (en Alemania ésta última aumentó un 145%), a pesar de ser
baja en comparación con nuestra época. A partir de ellas el “idioma nacional” se transformó
realmente en el idioma hablado. Al formar una propia nación también formaba el contra
nacionalismo por parte de los sectores que no se identificaban con ella.
LA ERA DE LA REVOLUCIÓN.
CAPÍTULO 7: EL NACIONALISMO.
ERIC HOBSBAWM.
Fue entre esta dispersión cosmopolita en donde las ideas de la Revolución Francesa (liberalismo,
nacionalismo, y los métodos de organización política por sociedades secretas masónicas)
enraizaron. La independencia griega fue la condición esencial preliminar para la evolución de
otros nacionalismos balcánicos. El primitivo ideal panamericano de Simón Bolívar, de Venezuela y
de San Martin era imposible de realizar, aunque haya persistido como poderosa corriente
revolucionaria a lo largo de todas las zonas unidas por el idioma español. La vasta extensión y
variedad del continente, la existencia de focos independientes de rebelión en México, Venezuela y
Buenos Aires, y el especial problema del centro del colonialismo español en Perú que fue liberado
desde fuera, impusieron una automática fragmentación. Pero las revoluciones
latinoamericanas fueron obra de pequeños grupos de patricios, soldados y afrancesados, dejando
pasiva a la masa de la población blanca, pobre, y católica, y a la india, indiferente y hostil. Tan
solo en México se consiguió la independencia por iniciativa de un movimiento popular
agrario, es decir, indio, en marcha bajo la bandera de la Virgen de Guadalupe, por lo que seguiría
desde entonces un camino diferente y políticamente más avanzado que el resto de la América
Latina. En Egipto la conquista de Napoleón introdujo ideas, métodos y técnicas occidentales, cuyo
valor reconocería muy pronto un hábil y ambicioso soldado local, Mohamed Ali. Habiendo
adquirido poder y virtual independencia de Turquía en el confuso periodo que siguió a la retirada
de los franceses, y con el apoyo de estos, Mohamed Ali logró establecer un eficaz y
occidentalizado despotismo con la ayuda técnica extranjera, francesa principalmente. El
nacionalismo, como tantas otras características del mundo moderno, es hijo de la doble
revolución.
El autor Benedict Anderson, sostiene que la nacionalidad es el valor más universalmente legítimo
en la vida política de nuestro tiempo. Pero la nación, la nacionalidad, el nacionalismo, son
términos que han resultado notoriamente difíciles de definir, ya no digamos de analizar. Así pues,
es como el autor propone la definición siguiente de la nación: una comunidad política imaginada
como inherentemente limitada y soberana. Es imaginada porque aún los miembros de la nación
más pequeña no conocerán jamás a la mayoría de sus compatriotas, no los verán ni oirán siquiera
hablar de ellos, pero en la mente de cada uno vive la imagen de su comunión. La nación se imagina
limitada porque incluso la mayor de ellas, que alberga tal vez a mil millones de seres humanos
vivos, tiene fronteras finitas, aunque elásticas, más allá de las cuales se encuentran otras naciones.
Se imagina soberana porque el concepto nació en una época en que la Ilustración y la Revolución
estaban destruyendo la legitimidad del reino dinástico jerárquico, divinamente ordenado. Por
último, se imagina como comunidad porque, independientemente de la desigualdad y la
explotación que en efecto puedan prevalecer en cada caso, la nación se concibe siempre como un
compañerismo profundo, horizontal.
Etienne Bailibar, nos dice que en la idea de la formación de las naciones como “proyecto” lineal
hay dos ilusiones. Una es que la transmisión estable en un territorio produce una sustancia
invariable, y dos, creer que esta evolución representa un “destino”. Pero la idea de un “mito de los
orígenes y la continuidad nacionales” sí funciona como ideología. El análisis del paso del estado
“pre- nacional” al Estado-Nación muestra su pertinencia, pero también sus límites. Es necesario
tomar en cuenta el “umbral de irreversibilidad” en la formación del Estado-Nación, porque las
naciones se crean en lucha por el control del centro sobre la periferia. Interesa notar que para
Balibar, una de las causas por las que las burguesías nacionales se impusieron fue para someter a
los campesinos y volverlos fuerza de trabajo. Finalmente, para él la etnificación lingüística se
complementa con la de etnificación racial (ambas ficticias e ideales).
Por otro parte, para Balibar, la construcción histórica del pueblo se relaciona con la fijación de
sentimientos de amor y odio, de representación de sí. Se acentúa la diferencia entre “nosotros” y
“los extranjeros”, a esta diferencia se subordina la diferencia de los grupos sociales. Balibar señala
lo que es una Comunidad ficticia como la que constituye el Estado-Nación. Muestra lo “fabricado”
(a través de la lengua y la raza) de esta comunidad: no son una comunidad natural.