Mitogneroysexualidad

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 17

See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.

net/publication/278031166

Mito, género y sexualidad

Chapter · January 2014

CITATION READS

1 1,211

1 author:

Iván Pérez Miranda


Universidad de Salamanca
42 PUBLICATIONS 66 CITATIONS

SEE PROFILE

All content following this page was uploaded by Iván Pérez Miranda on 12 June 2015.

The user has requested enhancement of the downloaded file.


En torno a la Educación Social
Estudios, reflexiones y experiencias

José Luis Hernández Huerta


(coord.)

Colección Ágora, n. 1. Serie Educación, n. 1


Colección Ágora, n. 1
Serie Educación, n. 1

Edita
FahrenHouse
c/ Valle Inclán, 31
37193. Cabrerizos (Salamanca, España)
www.fahrenhouse.com

© De la presente edición:
FahrenHouse
y los autores

Reservados todos los derechos.


Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse ni transmitirse sin permiso
de FahrenHouse, salvo para usos docentes

I.S.B.N.: 978-84-942675-0-5

Título de la obra
En torno a la Educación Social. Estudios, reflexiones y experiencias

Coordinador de la obra
José Luis Hernández Huerta

Edición al cuidado de
Iván Pérez Miranda

Diseño de portada
Sonia Ortega Gaite

Cómo referenciar esta obra


Hernández Huerta, J. L. (coord.). (2014). En torno a la Educación Social. Estudios,
reflexiones y experiencias. Salamanca: FahrenHouse.

Materia IBIC
JN - Educación Pedagogía

Fecha de la presente edición: 25-04-2014

ISBN de la edición anterior: 978-84-940917-4-2


José Luis Hernández Huerta (coord.)

En torno a la Educación Social


Estudios, reflexiones y experiencias
Índice de contenidos

Temas y perspectivas de la Educación Social


José Luis Hernández Huerta 7
La protección a la infancia en España durante los siglos XIX
y XX
Juan Félix Rodríguez Pérez 15
Educación de adultos en Mozambique: procesos de
promoción con mujeres en clave africana
Ramón Aguadero Miguel 29
Educación, desarrollo y cooperación en América Latina: el
caso de Esmeraldas (Ecuador)
Sonia Ortega Gaite 43
Educación y participación ciudadana en la edad adulta y la
vejez
Judith Quintano Nieto 55
Experiencia de un programa de educación de adultos y de
personas mayores
Ángel de Castro 65
Envejecimiento, cuerpo y cultura: la influencia de los
imaginarios colectivos en la forma de vivir y entender la vejez
Raquel Becerril González 77

En torno a la Educación Social. Estudios, reflexiones y experiencias 5


Índice de contenidos

¿El Futuro de los Recuerdos? Estimulación cognitiva No


Farmacológica con el apoyo de las TIC para enfermos de
Alzheimer y otras demencias
Begoña Pérez González 93
Nuevos perfiles y nuevas respuestas de intervención en
drogodependencias
José Luis Rodríguez Sáez 105
Mito, género y sexualidad
Iván Pérez Miranda 117

6 En torno a la Educación Social. Estudios, reflexiones y experiencias


Mito, género y sexualidad1

Iván Pérez Miranda


e-mail: [email protected]
Universidad de Salamanca. España

Este trabajo es una reflexión acerca de la importancia de los mitos,


concretamente de la mitología griega, como una herramienta ideoló-
gica fundamental para la creación y mantenimiento de los roles de gé-
nero, entendidos estos no como una realidad biológica, sino como una
construcción sociocultural que impone, a los varones y a las mujeres, el
rol, la división del trabajo en la economía, y en el hogar, el estatus, así
como los desequilibrios de poder en la participación en la toma de de-
cisiones, sirviendo también para legitimar la sexualidad admitida frente
a aquellas consideradas reprobables. El objetivo es analizar el pasado
desde el presente, para responder a los interrogantes que se nos plan-
tean en la actualidad, pero sin proyectar nuestros propios valores hacia
el pretérito. Para ello, consideramos que es necesario abandonar las
imágenes idealizadas que han surgido recientemente sobre un matriar-
cado primitivo y feliz, o las visiones utópicas sobre la homosexualidad
en la antigua Grecia, lejana a una realidad en la que esta homosexua-
lidad solo era permitida en circunstancias muy concretas (pederastia),
difíciles de conciliar con los valores actuales. El conocimiento del pa-
sado, sin necesidad de idealizarlo, con todas sus injusticias y desigual-
dades, es fundamental como herramienta para conseguir la anhelada
equidad social.
1
El presente trabajo se enmarca dentro del proyecto de investigación HAR2009-13597 del MI-
CINN dirigido por la profesora María José Hidalgo de la Vega.

En torno a la Educación Social. Estudios, reflexiones y experiencias 117


Iván Pérez Miranda

***
Decía el poeta ruso Vladímir Maiakovski que el arte no es un espejo
para reflejar el mundo, sino un martillo con el con el cual darle forma.
La misma afirmación podría ser válida para la mitología que, aunque
por supuesto es reflejo de la ideología imperante en la sociedad que
la creó, también influyó de manera notable en su transmisión y trans-
formación.
Si hacemos el esfuerzo de remontarnos en el tiempo hasta una épo-
ca en la que no existían la televisión, las grandes salas de cine, la radio
o la electricidad, podemos tratar de ponernos en el lugar de aquellos
antiguos que forjaron las bellas historias míticas que pasarían de gene-
ración en generación hasta nuestros días. Para estos lejanos antepasa-
dos nuestros, que escuchaban a la luz del fuego y de boca del rapsoda
las historias míticas, estas eran tan reales como para nosotros pueden
serlo las noticias que recibimos a través de los informativos emitidos
por la televisión, ese Oráculo contemporáneo que nos dice qué está
sucediendo en todo el mundo, el tiempo que va a hacer mañana, qué
debemos consumir e incluso lo que está bien o lo que está mal.
Los mitos, como hoy los medios de comunicación, permitían una
mayor comprensión del mundo, pero también una manipulación ideo-
lógica de la realidad, mostrando cómo debía comportarse cada uno
en función de su posición social, su status o su sexo. Servían pues para
mantener y legitimar el orden dominante. La mitología (en particular la
mitología griega en la que nos centraremos en estas páginas) presenta
una enorme preocupación por el respeto a las categorías jerárquicas,
enseñando la necesidad de que se mantenga la sumisión del ser huma-
no frente a los dioses, de los esclavos y grupos dependientes frente a
los aristócratas, de los niños frente a los adultos, y por supuesto de las
mujeres frente a los hombres.
Algunos autores, como Hesíodo, presentan a las mujeres como un
mal necesario para la reproducción, para dar continuidad a los linajes
de los varones, de ahí la importancia que tendrá el modelo de madre,
único modelo femenino que se privilegiará en Grecia junto con el de
la virginidad (teniendo una gran pervivencia a lo largo del tiempo).
Las mujeres, descendientes de Pandora, son retratadas como un
bello, terrible y necesario mal. Un bello mal, pues son irresistibles para
dioses y mortales; un terrible mal por su insaciabilidad y desmesura.
Su naturaleza salvaje solo puede ser domada, como se nos dice en
repetidas ocasiones, mediante la institución del matrimonio. Y un mal
necesario, en definitiva, debido a su capacidad reproductora, que las
hace imprescindibles para dar continuidad al linaje del esposo. De ello

118 En torno a la Educación Social. Estudios, reflexiones y experiencias


Mito, Género y Sexualidad

se lamentará, por ejemplo, el Hipólito de Eurípides, deseando que los


hijos creciesen en los templos a cambio de oro.
Hipólito.- ¡Oh Zeus! ¿Por qué llevaste a la luz del sol para los hom-
bres ese metal de falsa ley, las mujeres? Si deseabas sembrar la raza hu-
mana, no debías haber recurrido a las mujeres para ello, sino que los
mortales, depositando en los templos ofrendas de oro, hierro o cierto
peso de bronce, debían haber comprado la simiente de los hijos, cada
uno en proporción a su ofrenda y vivir en casas libres de mujeres2.
El mismo Eurípides pondrá en boca de Jasón un argumento similar:
Jasón.- […] Los hombres deberían engendrar hijos de alguna otra
manera y no tendría que existir la raza femenina: así no habría mal alguno
para los hombres3.

Pero pese a la innegable y evidente importancia de las mujeres en


la reproducción, su papel será considerado pasivo, siendo el padre el
verdadero engendrador del hijo, mientras que la madre es meramente
un fértil campo de cultivo en el que la semilla paterna es depositada.
Esto nos permite reflexionar sobre nuestra propia concepción de la
paternidad y la maternidad pues, aunque aun queda lejos la tecnolo-
gía reproductiva presente en distopías como la planteada por Aldous
Huxley en Un Mundo Feliz, los bancos de esperma posibilitan que no
falte quien trate de dar una vuelta de 180º al discurso patriarcal, pasan-
do de desvalorizar el «campo de cultivo» a negar el valor de la «semi-
lla», afirmándose que «hoy los que realmente son prescindibles para
la reproducción de la especie son los hombres»4. Este «valor» es un
fenómeno ideológico más que biológico y en la antigua Grecia la im-
portancia recaerá en los varones, jugando las mujeres un rol pasivo.
Es precisamente la pasividad uno de los principales rasgos asocia-
dos al sexo femenino durante toda la Antigüedad (y también posterior-
mente). La mentalidad misógina griega queda plasmada de un modo
claro en la célebre frase de Demóstenes (59, 118-122):
Tenemos hetairas5 para nuestro placer, concubinas para servirnos y
esposas para el cuidado de nuestra descendencia.

2
Eurípides, Hipólito 616-624. Traducción de A, Medina, J. A. López Férez y J. L. Calvo, Editorial
Gredos, Madrid, 1982.
3
Eurípides, Medea 573-576. Traducción de A, Medina, J. A. López Férez y J. L. Calvo, Editorial
Gredos, Madrid, 1982.
4
Cabrero, María del Carmen, «Medea», en Caballero, E.; Huber, E.; Rabaza, B, (comps), El discurso
femenino en la literatura grecolatina, Homo Sapiens Ediciones, Rosario, pp. 41-54.
5
Las hetairas eran cortesanas, es decir, una forma de compañía sofisticada mezclada con prosti-
tución, que puede recordar en cierto modo a las oiran japonesas.

En torno a la Educación Social. Estudios, reflexiones y experiencias 119


Iván Pérez Miranda

Aristóteles, en su Metafísica (V, 985-986a), recoge la tabla de los


diez principios opuestos planteados por los pitagóricos:

Límite Ilimitado
Impar Par
Unidad Pluralidad
Derecho Izquierdo
Macho Hembra
En reposo En movimiento
Recto Curvo
Luz Oscuridad
Bueno Malo
Cuadrado Rectángulo

Estas oposiciones no son igualitarias, sino que se atribuye valores


positivos a un elemento y negativos al otro. Como vemos, el varón apa-
rece en la columna de los principios pitagóricos positivos, considerán-
dose de este modo inferior a la mujer por naturaleza. Existe un con-
traste fuerte entre los varones, a los que se concibe con una capacidad
natural para tomar decisiones racionales y mantener bajo control los
instintos y apetitos, y la incapacidad de las mujeres para hacer ambas
cosas. Este contraste servirá para asignar a los hombres un mayor esta-
tus y justificar el ejercicio del poder por parte de los varones sobre las
mujeres –sería la misma superior racionalidad que justificaría también
las relaciones de poder de los padres sobre los hijos, de los amos so-
bre los esclavos y, en las mentalidades no democráticas, de las élites
sobre las masas. En último término justificaría incluso la superioridad
de los griegos sobre los bárbaros, ayudando a legitimar los intentos de
dominación por parte de los primeros sobre los segundos–.
Las mujeres, como vemos, eran consideradas como elementos pa-
sivos, vinculados a la estabilidad, frente a los hombres activos, caracte-
rizados por la movilidad.
La educación griega, de la que los mitos formaban una parte funda-
mental, reforzaba estas diferencias jerárquicas de un orden patriarcal
que puede ser definido por las palabras del mismo Aristóteles (Política
1259 b 2-4):
El varón es por naturaleza más apto para gobernar que la hembra
(salvo cuando la familia está organizada en contra de la naturaleza), y los
mayores y más maduros lo son más que los jóvenes e inmaduros.

120 En torno a la Educación Social. Estudios, reflexiones y experiencias


Mito, Género y Sexualidad

De modo semejante, Jenofonte (Económico 7, 19-25) considerará


que la divinidad hizo a «la mujer para las ocupaciones del hogar y al
hombre para las de fuera», recurriendo a un esencialismo de tipo divi-
no, que en la antigüedad es equivalente al de tipo biológico planteado
por Aristóteles en el fragmento citado anteriormente.
Existe una gran cantidad de mitos en los que se evidencia esta in-
capacidad de las mujeres para gobernar, provocando, cuando obtie-
nen de algún modo el poder, grandes catástrofes a sus linajes y a sus
reinos. Es el caso de las amazonas o las lemnias, mitos que, lejos de
mostrar restos de un matriarcado nunca encontrado, constituyen una
herramienta ideológica patriarcal cuyo objetivo era exorcizar la idea
de un posible poder femenino, que supondría un estado de barbarie
primitiva (amazonas) o un retorno a un estado salvaje (lemnias), por
definición opuesto a la cultura, a la civilización, y en definitiva a todo
lo que era griego, justificando de este modo el orden social patriarcal
establecido. Desastrosos serán, en la mitología, los resultados de las
acciones llevadas a cabo por mujeres que ejercen el poder en ausen-
cia de sus esposos, siendo Clitmnestra el caso más representativo. La
enseñanza clara es que no se puede dejar el poder público en manos
de las mujeres. En la Atenas democrática no pasará desapercibida la
contradicción entre la propia democracia y el patriarcado, lo que se
plasma con gran fuerza en los mitos que explican el motivo de que las
mujeres no deban votar, y que son recogidos por las tragedias. Tam-
bién la comedia reflejará esta contradicción.
La incapacidad de las mujeres para ejercer el poder político es una
construcción social que forma parte de lo que llamamos ‘género’. Este
‘género’, no es equivalente al ‘sexo’, como algunos tratan de defender
errónea y/o interesadamente, sino que es una construcción sociocultu-
ral, y no una realidad biológica. Una mujer nace mujer y un varón nace
varón, eso es lo que supone ‘sexo’ –y aún esto puede ser cuestionable–,
pero además existen unos imperativos, no ya biológicos, sino cultura-
les, que imponen, tanto a la mujer como al hombre, por el mero hecho
de serlo, el deber de aprender a comportarse como socialmente se
considera que deben hacerlo. Se impone pues, desde la sociedad, el
rol, la división del trabajo en la economía, y en el hogar, el estatus –en-
tendido como la atribución de cargos o consideraciones sociales– así
como los desequilibrios de poder en la participación en la toma de
decisiones. ‘Género’ no debe confundirse con ‘sexo’, ni con ‘sexuali-
dad’ pues son conceptos que, aunque están relacionados, se refieren a
distintas realidades.

En torno a la Educación Social. Estudios, reflexiones y experiencias 121


Iván Pérez Miranda

Frente a lo que pueda parecer en un primer momento los mitos, no


se preocupan exclusivamente por las grandes gestas de los dioses y
los héroes, los peligrosos viajes, las batallas y las luchas contra criaturas
monstruosas, sino que también prestan una gran atención al oikos, al
espacio doméstico y al lugar que debe ocupar las mujeres, ocupándo-
se de cómo deben comportarse ante la familia y ante la sociedad, así
como de las consecuencias de no hacerlo. De este modo, la mitología
muestra que la mujer debe ser casta, aceptar al marido que le es im-
puesto, ser dócil y obediente, sin plantearse nunca otra posibilidad. Se
alaba la belleza, la sumisión, la discreción, el encanto, la laboriosidad y
por supuesto la fertilidad. En los mitos aparecen gran cantidad de mu-
jeres terribles que no actúan correctamente como correspondería a su
rol de madre, esposa, hija o hermana y por ello sufren un trágico desti-
no que afecta a sus familias y reinos, enseñando de este modo lo que
no debe hacerse. El lugar de la mujer es el interior de la casa, estando
más cualificadas para las tareas domésticas y la crianza de los hijos.
Frente a la debilidad física y la cobardía que caracteriza a las mu-
jeres, en el imaginario, el varón tiene la obligación de tener fortaleza,
inteligencia, tenacidad, valor…, siendo de este modo más apto para los
viajes, la guerra y los trabajos de fuera. El valor, la andreia, remite direc-
tamente a la condición de varón, aner. Por ello, feminizar a un varón es
el peor insulto que este puede recibir, y la mayor forma de llamarle co-
barde. Quienes se comportan cobardemente en los mitos, personajes
como Dolón o Tersites, sufren una muerte terrible.
Un héroe debe tener fuerza, en todas sus acepciones, pero espe-
cialmente entendida como fuerza violenta que permite someter la vo-
luntad de otro, con violencia –si hay resistencia física– o mediante la
intimidación -si se trata de una coacción moral-. La violencia es una
virtud heroica. Esta violencia, difícil de considerar positiva en nuestros
días, es la que no solo permite, sino que obliga a los héroes a matar a
sangre fría a niños y ancianos, y a esclavizar y violar mujeres, que son
consideradas como un tesoro más, y no excesivamente valioso, si tene-
mos en cuenta ejemplos como el de la competición de la Ilíada de Ho-
mero (XXIII, 700-705), en la que el vencedor obtiene un trípode tasado
en doce bueyes, y el perdedor una esclava diestra en labores tasada en
cuatro bueyes –si bien es cierto que, frente a estas mujeres anónimas,
algunas mujeres excepcionales como Criseida, Briseida, Andrómaca,
Casandra, etc., sí serán valoradas como la parte más importante del
botín (aunque botín, al fin y al cabo)–.
La concepción sobre la actividad/pasividad es llevada también al
ámbito de la sexualidad. Nuestra moderna concepción dicotómica de

122 En torno a la Educación Social. Estudios, reflexiones y experiencias


Mito, Género y Sexualidad

hetero/homosexualidad no es aplicable a la Grecia Antigua, en la que


era la distinción entre roles activos y roles pasivos lo que definía lo que
era permisible o no en la pederastia y otras formas de homoerotismo
(masculino). Es precisamente la visión anacrónica, que supone tratar de
traspasar nuestros valores y mentalidad al pasado, lo que ha permitido
la creación de una visión utópica e idealizada de la homosexualidad en
la antigua Grecia, lejana a una realidad en la que esta homosexualidad
(masculina) solo era permitida en circunstancias concretas. Para que la
relación entre dos varones fuese aceptada debía existir una diferencia
de edad entre el amante adulto (erastes), que debía ejercer el rol
activo, y el joven amado (eromenos), que debía desempeñar el rol
pasivo. Este tipo de relación pederasta no puede ser definida sin más
como «homosexual», pues para los griegos la noción de virilidad se
identificaba con la asunción de un rol activo, independientemente de
que este fuese homosexual o heterosexual.
El comportamiento sexual que se consideraba honorable, y propio
de un varón, era el dominador y superior. La falta de dominio sobre los
placeres del cuerpo será considerada propia de las mujeres, los niños
y los esclavos, que se caracterizarán por ser siempre pasivos ante el
placer, mientras que la actitud viril suponía, por el contrario, ser activa,
teniendo así una posibilidad de control. Este dominio masculino en el
ámbito sexual estaba relacionado con el desarrollo a nivel cívico y po-
lítico, por ello ser dominado sexualmente impedía ejercer la actividad
política, quedando apartadas las mujeres del gobierno de la ciudad
y justificándose así los severos castigos sobre aquellos acusados del
delito de prostitución homosexual pasiva, que eran privados de la ciu-
dadanía.
En lo referente a la homosexualidad femenina, esta era completa-
mente tabú en la Grecia Antigua, por lo que apenas aparece reflejada
en la mitología clásica, salvo en ciertos mitos de travestismo o tran-
sexualidad, como el caso de Leucipo que se disfraza de mujer para po-
der estar cerca de la ninfa Dafne –aunque no consigue su amor debido
a la intervención de Apolo–, o el caso de otra ninfa, acompañante de
la diosa Ártemis, Calisto, que es seducida por Zeus, quien adopta para
ello la figura de Ártemis. Estos mitos tienen un claro paralelismo, pues
tanto la falta de Leucipo –su travestismo– como la de Calisto –la pérdida
de su virginidad– son descubiertas cuando se ven obligados a bañar-
se y, resistiéndose, son desvestidos por sus compañeras. Ambos serán
salvados por la intervención divina, bien obteniendo una invisibilidad
que le permitiese librarse de las flechas –es el caso de Leucipo–, bien
mediante la metamorfosis de Calisto en osa y en constelación.

En torno a la Educación Social. Estudios, reflexiones y experiencias 123


Iván Pérez Miranda

Este tabú acerca de la homosexualidad femenina es comprensible


si tenemos en cuenta que se consideraba –cabría reflexionar sobre por
qué sigue siendo así en la actualidad en no pocos casos– que las mu-
jeres no eran dueñas de su propia sexualidad. Esto es muy evidente
en el caso de las esclavas, cuya sexualidad pasará a pertenecer a sus
dueños. La traición a esta lealtad sexual debida será castigada con gran
violencia, como hace «el discreto Telémaco» al colgar a las sirvientas
que se han acostado con los pretendientes, en un pasaje que es signi-
ficativo del poder violento, esperable en un héroe como señalábamos
anteriormente:
Y el discreto Telémaco entonces les dijo a los otros:
No daré yo, en verdad, muerte noble de espada a estas siervas
que a mi madre y a mí nos tenían abrumados de aprobios
y pasaban sus noches al lado de aquellos galanes».
Tal diciendo, prendió de elevada columna un gran cable
de bajel, rodeó el otro extremo a la cima del horno
y estirólo hacia arriba evitando que alguna apoyase
sobre tierra los pies. Como tordos de gráciles alas
o palomas cogidas en lazo cubierto de hojas
que, buscando un descanso, se encuentran su lecho de muerte,
tal mostraban allí sus cabezas en fila, y un nudo
constriñó cada cuello hasta darles el fin más penoso
tras un breve y convulso agitar de sus pies en el aire.
Por el patio, pasado el umbral, a Melantio traían:
con el bronce cruel le cortaron narices y orejas,
le arrancaron sus partes después, arrojáronlas crudas
a los perros y, al fin, amputáronle piernas y brazos
con encono insaciable...6
No solo la sexualidad de las esclavas estará bajo el control de los
varones, sino que las mujeres, incluso las heroínas más poderosas, de-
berán estar sometidas a la autoridad masculina de un kyrios o represen-
tante legal –padre, hermano, tutor–. Cuenta Apolodoro que Apemósine
fue violada por Hermes y posteriormente su hermano Altémenes –que
ejercía en ese momento de kyrios–, «creyendo que lo del dios era una
excusa, la mató a patadas» (Apolodoro, Biblioteca III, 2, 1). El padre, o
el kyrios, era quien debía elegir el marido, no importando nunca la opi-
nión al respecto de la doncella. Solo aparece una excepción al respecto

6
Homero, Odisea XXII 460-478. Traducción de José Manuel Pabón, Editorial Gredos, Madrid,
2000.

124 En torno a la Educación Social. Estudios, reflexiones y experiencias


Mito, Género y Sexualidad

en la mitología griega, el caso de Helena, un caso especial por tratarse


de la única hija mortal de Zeus y esta decisión acabaría provocando la
terrible guerra de Troya y el fin del mundo heroico.
Muestra significativa de la pasividad de las mujeres en la elección
de marido son aquellos mitos en los que los maridos abandonan a sus
esposas para poder establecer un matrimonio más rentable política-
mente; así Alcátoo abandonará a Pirgo para casarse con Evecme, Ificles
abandonará a Automedusa para poder casarse con la hija de Creonte
de Tebas, mientras que Jasón repudiará a Medea para poder casarse
con la hija de Creonte de Corinto. Algunos héroes, al establecer una
nueva alianza matrimonial, darán a su mujer en matrimonio, es el caso
de Heracles, que entregará a Mégara a Yolao, o el de Príamo, que entre-
gará a Arisbe a Hírtaco, pudiendo esto obedecer al deseo de no dejar
a la mujer desprotegida, o incluso de utilizarlas para estrechar lazos de
amistad con sus nuevos maridos. Las mujeres, como se ve, podían ser
intercambiadas sin tener en cuenta su voluntad, aunque no siempre sin
conflictos: la venganza de Medea por ser repudiada será terrible, como
también lo serán las de Clitemnestra, obligada a casarse con Agame-
nón, el asesino de su anterior esposo e hijo, o la de Erífile, obligada a
casarse con Anfiarao, el asesino de su padre.
El control sobre la sexualidad de las hijas llega a un extremo des-
mesurado en los mitos en los que un padre trata por todos los medios
de mantener virgen a su hija, asesinando a sus pretendientes, o man-
teniéndola encerrada, frecuentemente en el intento desesperado por
evitar que se cumpla un oráculo según el cual el hijo que tuviese ella
mataría a su abuelo –Dánae, Hipodamía– o a sus tíos –Auge–.
En el otro extremo se manifiesta también el poder del padre sobre
la sexualidad de la hija en mitos en los que esta es obligada a acostarse
con un héroe para engendrar descendencia con él –las hijas de Tespio
con Heracles, Etra con Egeo–, o incluso llega a violarla con el fin de en-
gendrar un hijo con ella –Tiestes a Pelopia–.
Incluso las diosas –pese a su condición divina, que hace que no
puedan equipararse a las mujeres mortales– podrán ser obligadas a
tener relaciones contra su voluntad, siendo raptadas y violadas tanto
por dioses –v.g. Hades rapta a Perséfone y mientras su madre, Deméter,
la busca desesperada debe huir de Poseídón, quien finalmente logra
violarla adoptando la forma de un caballo–, como por héroes –siendo
Aquiles fruto de la dominación de Peleo sobre Tetis–.
Hay dos conceptos que consideramos fundamentales para el uso
legitimador de la mitología: la hybris (desmesura) y la sophrosyne
(moderación), castigando el primero todo intento de resistirse al orden

En torno a la Educación Social. Estudios, reflexiones y experiencias 125


Iván Pérez Miranda

jerárquico establecido y reforzando el segundo la sumisión a este


orden, que es interiorizado a través de la moderación que hace que
cada uno ocupe el lugar que le ha sido asignado. Esta interiorización
significa, no solo la aceptación del dominio, sino la comprensión del
mundo a través de la mirada del dominador. Los mitos contribuyen
a la creación y mantenimiento de los roles de género, mostrando las
consecuencias de la hybris en cada uno de los géneros y el papel que
deben desempeñar los varones y las mujeres, así como sus espacios
genéricos. Todo intento de salir del papel que le corresponde a cada
uno, o del espacio que le ha sido asignado, es duramente castigado.
La mujer debía actuar dentro de los estrictos marcos impuestos para su
género, y el varón debía velar por que la mujer no saliese del ámbito
doméstico.
En los mitos griegos, lejos de encontrar –como a veces se preten-
de– el rastro de poderosas diosas, sacerdotisas, o reinas matriarcales,
encontramos mujeres sumisas, violentadas, física y moralmente, por
dominadores varones, o mujeres terribles que actúan de manera re-
probable, recibiendo un duro castigo por ello. En definitiva, una herra-
mienta de control patriarcal. Tampoco es posible encontrar en estos
mitos una visión idealizada de libertad sexual sino que, por el contrario,
no hacen sino legitimar la concepción de la sexualidad impuesta desde
la sociedad de la época, una sexualidad basada en un dominio patriar-
cal.
Los mitos griegos tuvieron una enorme pervivencia a lo largo del
tiempo y, una vez que se dejó de creer en su veracidad, adoptaron
nuevas formas, adaptándose a nuevos medios, convirtiéndose en le-
yendas, fábulas o cuentos. Siguieron impregnando el arte, la literatura
y la filosofía. Muchos siglos después de que Teseo empuñase la espada
de su padre, lo haría Sigurd, el matadragones, y muy posteriormente lo
haría Luke Skywalker. Los valientes héroes seguirían existiendo, como
también las princesas en peligro o las malvadas madrastras –muy pre-
sentes tanto en la mitología griega como en los cuentos populares–.
También pervivirán divinidades como las Moiras, antiguamente temi-
das y respetadas, y después convertidas en hadas, transformándose
la vara, con la que medían el hilo de la vida, en la conocida varita que
utilizarán posteriormente para hacer su magia, primero en los cuentos
populares y más tarde en las reinterpretaciones cinematográficas.
Los mitos griegos forman una parte fundamental de las raíces y
riqueza de la cultura occidental. Su análisis crítico, sin necesidad de
ningún tipo de idealización, nos permite comprender mejor el origen de
nuestra propia identidad. El conocimiento del pasado, del que los mitos

126 En torno a la Educación Social. Estudios, reflexiones y experiencias


Mito, Género y Sexualidad

forman una parte importante por su incidencia en las mentalidades,


constituye una valiosa y necesaria herramienta para la igualdad.
Todo lo expuesto nos hace reflexionar acerca de los mecanismos
de poder patriarcal existentes en nuestra propia realidad histórica, que
a través de textos e imágenes siguen permitiendo la sumisión y la in-
teriorización de la dependencia de un grupo formado por más de la
mitad de la población mundial: las mujeres. Por supuesto, existen for-
mas de resistencia a esta sumisión, formas de resistencia que, estamos
convencidos, pasan por una educación equitativa y, teniendo presen-
tes las desigualdades del pasado, por la construcción entre todos de
unos roles de género más justos, y no por ningún tipo de determinismo
biologicista ni por los designios de ninguna divinidad, ya sea masculina
o femenina

Referencias bibliográficas

Caballero, E., Huber, E., Rabaza, B. (comps). El discurso femenino en la


literatura grecolatina. Rosario: Homo Sapiens Ediciones.
Cascajero, J. (2000). Género, dominación y conflicto: perspectivas
y propuestas para la historia antigua. Studia Historica. Historia
Antigua, 18, pp. 23-47.
Duby, G., Perrot, M. (dir.) (1991). Historia de las mujeres en Occidente.
Tomo 1 La Antigüedad. Madrid: Altea, Taurus, Alfaguara.
Hernando Gonzalo, A. (2007). Sexo, Género y Poder: Breve reflexión
sobre algunos conceptos manejados en la Arqueología del Género.
Complutum, 18, pp. 167-174.
Iriarte Goñi, A. (2002). De Amazonas a Ciudadanos. Pretexto
ginecocrático y patriarcado en la Grecia antigua. Madrid: Akal.
Madrid Navarro, M. (1991). La dinámica de la oposición masculino/
femenino en la Mitología griega. Madrid: M.E.C.
Madrid Navarro, M. (1999). La misoginia en Grecia. Madrid: Ediciones
Cátedra.
Martos Montiel, J. F. (2001). Desde Lesbos con amor: homosexualidad
femenina en la antigüedad. Madrid: Ediciones Clásicas.
Pedregal Rodríguez, A., González González, M. (Eds). (2005). Venus
sin espejo. Imágenes de Mujere.s en la Antigüedad Clásica y el
Cristianismo Primitivo. Oviedo: Ediciones KRK.
Pérez Miranda, I. (2012). Mito y Género en la Grecia Antigua. Tantálidas,
Labdácidas y Dardánidas. (Tesis doctoral). Salamanca: Universidad
de Salamanca.
En torno a la Educación Social. Estudios, reflexiones y experiencias 127

View publication stats

También podría gustarte