La Existencia de La Carta
La Existencia de La Carta
La Existencia de La Carta
VISTOS
Se pronuncia la Sala sobre el recurso de apelación interpuesto por la Fiscalía, contra la providencia
proferida por el Tribunal Superior de Santa Rosa de Viterbo, el 18 de diciembre de 2013, a través
de la cual negó la solicitud de preclusión de la Fiscalía a favor del doctorNELSON HERNÁN
MORENO PINZÓN, investigado por el delito de prevaricato por acción.
ANTECEDENTES
Expresa el fiscal[1] que los hechos tuvieron ocurrencia -según la denuncia- el día 11 de mayo de
2011, con ocasión de la realización de una audiencia dentro del proceso ejecutivo de Bancolombia
en contra de ANA TILCIA CAMARGO –deudora y JOAQUÍN PUERTO - codeudor; asunto surtido
en el Juzgado 2º Civil Municipal del cual es titular el Doctor NELSON HERNÁN MORENO PINZÓN,
funcionario investigado.
En la fecha citada, a las 9:00 a.m., debía darse inició a la audiencia para alegatos y fallo dispuesta
en el artículo 432 del Código de Procedimiento Civil; no obstante, comenzó pasadas las 10:00
a.m., en razón a que el juez tardó en concluir la audiencia señalada para las primeras horas de esa
mañana en otro asunto y se fue a la cafetería.
El denunciante[2] afirma que había sustituido el poder a la doctora MARÍA MARGARITA MARTÍNEZ
SANDOVAL, quien debió retirarse del juzgado, en razón a tener otro asunto previamente
programado; por ello se generó una discusión con el juez investigado, quien no accedió a aplazar
la audiencia por la razón expuesta por la profesional MARTÍNEZ SANDOVAL, a pesar, que la
demora en iniciar la audiencia le era imputable al funcionario judicial.
La litigante se marchó y la parte por ella representada no contó con asistencia togada en la
precitada audiencia, en cuya acta se anotó como hora de inicio las 9:35 a.m., cuando en realidad
comenzó pasadas las 10.00 a.m.
2. Solicitud de preclusión:
Al tratarse de dos delitos en los que habría incurrido el Juez 2º Civil Municipal de Duitama
doctor NELSON HERNÁN MORENO PINZÓN, el fiscal escinde la argumentación para cada uno de
ellos, relacionada con la solicitud preclusiva.
En cuanto al de falsedad ideológica, estima que la presunción de inocencia del indiciado no pudo
ser desvirtuada.
Adelanta el Fiscal la valoración de los elementos materiales probatorios como el acta de audiencia,
a la cual da lectura y las entrevistas de GILBERTO CASAS ARANDA, oficial mayor del Juzgado[3] y
el Doctor JULIO PRIETO CELY, apoderado de la parte accionada.
Agrega que la audiencia de interés para el denunciante se inició a las 9:35 matinal, tal y como
aparece en el documento, que la encabezó según se lo pidió el titular del juzgado, quien también le
sugirió que la fuera iniciando mientras regresaba; pero al tornar fue objeto de maltrato por parte de
la abogada MARÍA MARTÍNEZ SANDOVAL, quien se desentendió de la advertencia del
funcionario acerca de las consecuencias de abandonar la audiencia, motivada por sus
manifestaciones de querer que le respetaran su tiempo y de marcharse del recinto, a más de
mencionar que sus hijos y su familia eran importantes.
Echa de menos los videos de las cámaras de seguridad del edificio en donde se asienta el juzgado,
toda vez que la información captada por los mencionados equipos no se almacena, salvo que haya
algo extraordinario.
Afirma el Funcionario Acusador, que el doctor MARCOS SUÁREZ, apoderado de la audiencia que
culminó a las 9:20 a.m. en la fecha en cuestión, no se dejó entrevistar aduciendo desinterés para
involucrarse en el asunto.
Además, pide la preclusión de la investigación en lo que alude al delito de prevaricato por acción,
puesto que aquí, la presunción de inocencia tampoco pudo desvirtuarse.
Pasa seguidamente, a leer el acta de audiencia en cuanto concierne a la argumentación que puso
de presente MORENO PINZÓN para avalar la excepción anunciada por el demandado.
Agrega el solicitante, que es atípico desde el punto de vista objetivo y basa su criterio en el artículo
622 del Código de Comercio y en la Circular 007 de la entonces, Superintendencia Bancaria, de
donde se desprende que un título valor deberá ser llenado de acuerdo a las estrictas instrucciones
del deudor, con el fin de impedir que una carta sea utilizada en el cobro de otro título valor diverso
de aquel para el cual se suscribió.
Parte del hecho que los tratadistas[4] de la materia de títulos valores, conciben la citada circular
como ineludible en el trámite de títulos valores con espacios en blanco y aseguran, que si la carta
de instrucciones no comporta todos y cada uno de los datos allí exigidos, mal podría producirse el
correspondiente enlace y estaría en total incapacidad el título valor de surtir efectos coactivos;
afirmando que así lo expresó el indiciado, en razón a que las mismas, en nada se identificaban con
las exigencias legales y administrativas contenidas en los instrumentos ya mencionados.
Repasando muy detenidamente lo que ha sido llamado por el acreedor “carta de instrucciones”,
concluye que realmente no lo es; apenas, se trata de un convenio de vinculación que podrá aplicar
para otro documento, nunca para un título valor.
Ante esa realidad, prosigue el fiscal, el investigado no pudo más que declarar la inexistencia de la
carta de instrucciones para efectos del proceso ejecutivo, lo cual no implica ningún exceso en la
facultad de decidir, puesto que así lo propuso la parte accionada a través de su representante
judicial.
DECISIÓN APELADA
El Tribunal empieza por rememorar la génesis del proceso ejecutivo que tuvo a su cargo el
juez NELSON HERNÁN MORENO PINZÓN, así como el impulso que le dio y las decisiones que
adoptó dentro del mismo.
Analiza que el fiscal, en cuanto a la falsedad ideológica, se fijó sólo en que en el acta de la
audiencia de donde derivaron los hechos, se hubiese plasmado como hora de inicio las 9:35 de la
mañana, siendo que el denunciante revela que lo fue a las 10 de la misma jornada, omitiendo
valorar, que según lo señala el representante de la víctima, se consignó que compareció la
abogada MARÍA MARGARITA MARTÍNEZ, lo que no es cierto, puesto que para el momento en
que se inició la audiencia, ya la citada profesional había registrado su salida
del juzgado, presentado la sustitución del poder y radicado memorial acerca de su punto de vista
en cuanto al inicio de la diligencia.
Resalta el Tribunal, que al ver que los empleados del juzgado adujeron en sus entrevistas que la
actuación procesal empezó a la hora que evidencia el acta, en tanto que, la abogada, su esposo y
denunciante, aparte de la secretaria de ambos, hicieron ver que el acto no se llevó a cabo a partir
de dicho momento y que mal pudo la litigante aportar documentos luego de la instalación de la
audiencia, hay divergencia en cuanto a esos temas, en las versiones de cada grupo de
entrevistados y, por lo mismo, concluye prematuro admitir la imposibilidad de desvirtuar la
presunción de inocencia que le asiste al investigado ante la existencia de matices que impelen a
ser investigados.
Proyecta como pesquisas a realizar, una constatación de tiempos a partir de la hora en que se
cruzaron llamadas telefónicas la apoderada sustituta y su asistente. A su vez, indagar si aquella
realmente se encontraba en las dependencias del juzgado, cuando el juez dispuso comenzar la
audiencia, por tanto, si la adobada MARTÍNEZ lo desacató cuando le pidió permanecer ahí.
Adicionalmente, surge establecer la veracidad de las razones que esgrimió la persona que recibió
el memorial a la abogada, para dejar de colocarle la hora en que le fue entregado, vinculando, al
efecto, como fuentes de conocimiento además, a los abogados que acompañaron al juez cuando
salió del juzgado esa mañana y luego a su regreso para empezar la tan enunciada diligencia.
2. En punto del prevaricato por acción y, especialmente, si de la sentencia proferida por Moreno
Pinzón dentro del proceso ejecutivo emana el ingrediente normativo manifiestamente contrario a la
ley, en pos de advertir la tipicidad objetiva de dicho reato o, la subjetiva, en caso de que emergiera
el dolo en su actuar, la primera instancia ante todo, hace un recorrido por las consideraciones que
expuso el indiciado para afirmar la inexistencia del título valor ante la falta de carta de
instrucciones.
Trae a colación la Circular 007 que en 1996 expidió la Superintendencia Bancaria y señala que, en
principio, merced a ese acto administrativo puede aceptarse la inexistencia del delito, recordando al
compás de la doctrina, que un documento firmado en blanco no se equipara por sí solo, a un título
valor, puesto que es necesario que se perciba la intención del signatario en esa dirección y, lo
único que puede evidenciarla es la carta de instrucciones.
Continuando con su disertación, señala que, cuando se trata de entidades financieras, conforme
con el artículo 622 del Código de Comercio, la circular antes enunciada y la DB010 de 1985 dictada
por el mismo ente gubernamental, dicha exigencia se cumple siempre que obre en documento
escrito y por eso es que aquellas utilizan los formatos preimpresos que recogen las instrucciones y
lineamientos para cada operación que se ventila en sus dependencias.
Así, ANA TILCIA CAMARGO y JOAQUÍN PUERTO ÁLVAREZ y Bancolombia, firmaron tres
pagarés en blanco más el documento “convenio de vinculación personas naturales”[5], del cual
emana con claridad la intención de los dos ciudadanos de convertir en títulos valores ejecutables,
en caso de incumplimiento, los pagarés que firmaron en blanco, sin que quepa duda de que la
declaración de voluntad ser refería a esa garantía, pues entre esas partes no existía ningún otro
convenio.
De manera que, contrario a lo que adujo el implicado, lo cierto es que si obra la carta de
instrucciones, emitida de conformidad a lo dispuesto por la ley, documento que fue firmado y
reconocido por los deudores.
Afirma que MORENO PINZÓN, si se apartó de la ley, no perdiendo de vista tampoco, que los
cuestionamientos a esa materia del derecho comercial, no siempre hacen ineficaz el título valor,
idea que es emanación de la jurisprudencia[6]; menos, el hecho de que el investigador nada hizo
para saber si el encartado ha aplicado el mismo criterio en otros asuntos de idénticas premias.
Corolario de los anteriores razonamientos, fue negar la preclusión pedida por el fiscal, por las
conductas de Falsedad ideológica y prevaricato por acción por las que se denunció al indiciado.
EL RECURSO Y SU TRÁMITE
1.1. Afirma que en el caso actual, el debido proceso se trasgredió al haberse llevado a cabo la
audiencia de lectura de decisión, apelación e intervenciones, cuando el Tribunal ya había perdido
competencia para ello.
Lo anterior, debido a que hubo una primera diligencia en donde esa actividad se cumplió y
adicionalmente, se concedió el recurso. Sin embargo se citó, por parte de la Magistrada Ponente,
para otra audiencia similar, careciendo de facultad para ello.
1.2. Ahora, con ocasión del recurso que interpuso, aduce que en la providencia que censura se le
pide que lleve a cabo una investigación más profunda en cuanto a la falsedad ideológica y, ello, se
traduce en la imposición de unas cargas exageradas a la Fiscalía, toda vez que practicó todas las
pruebas necesarias, como bien lo reconoció el delegado del Ministerio Público, sugiriéndose
impertinente e inútil, por tanto, la versión de los abogados que intervinieron en la audiencia que
realizó el juez, previo a llevarse a cabo la que suscitó la denuncia en contra del funcionario
judicial.
Agrega que el acta de la audiencia está amparada por la presunción de autenticidad y veracidad,
aspectos que no fueron puestos en tela de juicio por parte de los testigos, ya que si se mira, lo que
hicieron fue sostenerlos mediante sus atestaciones.
Tampoco, el Tribunal lo hizo, particularmente en cuanto a la hora en que inició la audiencia, omitió
decir en qué fue que consistió la alteración de la verdad y tampoco le infligió señalamientos de
mendacidad o sospecha a los entrevistados y, menos, dedujo contradicciones a partir de las
declaraciones suyas; ejercicio que debió realizar antes de dudar de esos elementos materiales de
prueba y optar por exigir mayor actividad persuasiva.
Enfatiza que no hay lugar a más medios de conocimiento; y ante la existencia de versiones
encontradas, puesto que en una dirección van las de los servidores judiciales y el indiciado, y por
otro se abren camino las de la abogada y su asistente, hay que llevar a cabo la valoración
probatoria y eso, fue lo que hizo la Fiscalía, previo a solicitar la preclusión que le fue negada y para
la cual propuso la causal de la imposibilidad de desvirtuar la presunción de inocencia, pero agrega
que si el Tribunal determinó fundada la causal de atipicidad de la conducta, debió declararla
y precluir el asunto.
1.2. En lo que tiene que ver con el reato de prevaricato por acción, aprecia una precaria asunción
del asunto por parte del a quo, como si se tratara de relaciones entre personas jurídicas y no de lo
que se trata en realidad: de transacciones comerciales entre un banco y personas naturales,
impresión que lo llevó a aplicar una jurisprudencia que mal puede ser acoplada al caso, porque lo
que la misma soluciona es un impase entre particulares, evento no análogo con el resuelto por el
implicado MORENO PINZÓN.
Desdice del hecho de que el Tribunal, para dar por cumplidos los requisitos de la carta de
instrucciones que presentó la parte demandante y, de contera, en son de ver configurado el
prevaricato por acción en el proceder del indiciado, le haya dado relevancia a la supuesta claridad
que se expresó en dicho instructivo, cuando ésta no es una exigencia, porque ni la norma ni el acto
administrativo mencionan ese término lingüístico, como sí lo hacen con el de precisión y, el uno no
es igual al otro, ni puede éste reemplazar a aquel, en suma, no todo lo claro es preciso.
De tal suerte que, en la providencia recurrida el estudio que debió asumirse, tal y como lo planteó
Fiscalía y defensa, era orientado a si las instrucciones eran precisas en cuanto a datos como: título
valor afectado, dado que, en el evento conocido por MORENO PINZÓN se habla de varias cartas
de instrucciones y de varios pagarés, como si estuviera el mismo banco reconociendo la falta de
precisión.
El proponente, hizo ver que la labor que llevó a cabo el investigado fue coger una realidad procesal
reconstruida, el artículo 622 ya mencionado y la Circular antes vista y concluyó la carencia del
requisito de la precisión, tomando una decisión consecuente con la situación y con la contestación
de la demanda, así que no se extralimitó.
No concibe que la decisión del implicado obedezca a una intención perversa, como con suspicacia
lo señala la providencia censurada, al denotar que aquel indicó en el acta de audiencia que la
abogada Margarita exhibió una actitud hostil o al suponer que entre ésta y el juez se suscitó un
enfrentamiento.
El fiscal, concluye pidiendo se revoque el auto y se precluya la investigación por ambos delitos.
LOS NO IMPUGNANTES
El indiciado expresa que se satanizó lo expuesto por los trabajadores del juzgado -siendo junto
con el demandado los que tenían conocimiento del asunto- en cambio se pontificó lo vertido por la
abogada MARGARITA y su asistente –que no estuvo en el lugar delos hechos- dejando de lado
que entre ellas también existe una relación laboral; pero esa circunstancia no se calificó
negativamente como sí se hizo con sus subalternos. De todas maneras, el Tribunal no adelantó
una valoración probatoria adecuada.
Que si se compagina ese lapso, sostiene el implicado, con las 9:05 o 9:15, hora en que terminó la
primera audiencia, la siguiente, por tarde hubiera empezado a las 9:30, mas realmente comenzó a
las 9:35 y así, quedó consignado a iniciativa del secretario y orientado por su propio reloj.
No se explica cómo hace la misma abogada para decir en la otra actuación que el juez la maltrató
de palabra en su despacho y aquí, dice que no estuvo allá y que por tanto, tampoco en la audiencia
si además incorporó su memorial en la misma diligencia y ahí mismo se dictó la decisión al
respecto; por ello, y porque no es lo acostumbrado, según se verifica en el Libro Radicador, es que
el documento no tiene hora de recibido.
Con apego a la Ley 1395 de 2010 y las posturas que sobre la misma han exteriorizado algunos
doctrinantes, aduce que la audiencia debía realizarla aún en ausencia de la abogada, incluso de su
contraparte. Por eso, carece de sentido, decir que falseó la realidad al colocarle esa hora al acta.
Frente al prevaricato por acción que se le endilga, primeramente resalta sus facultades, conforme
al artículo 306 y 497 –modificado por la Ley 1395 de 2010- del Código de Procedimiento Civil, para
declarar oficiosamente algunas excepciones; como para ejercer control de legalidad respecto de
los títulos valores y frente a éstos -en el caso que estudió- lo que se le planteó fue el
incumplimiento de requisitos esenciales del negocio jurídico accesorio denominado “carta de
instrucciones” que tenía que resolverse al amparo de la causal 4ª del canon 784 del Código de
Comercio, denominada “alteración del texto del título valor”, de acuerdo a lo que ha señalado la
Corte Suprema de Justicia y los teóricos de la materia.
Reconoce que, no obstante, todo su bagaje y lo nutrida de su postura, puede que hayan otras en
sentido opuesto que no demeritan la suya hasta ubicarla en el plano del prevaricato y, tampoco
hace delictiva su decisión, la circunstancia de haber calificado de hostil la actitud del denunciante,
al peticionar por escrito la nulidad de la actuación.
CONSIDERACIONES
1.- El artículo 32.3 de la Ley 906 de 2004, entraña el fundamento de la competencia de la Corte,
para resolver el recurso de apelación en el presente asunto, toda vez que el mismo procede del
Tribunal Superior de Santa Rosa de Viterbo, en donde le fue negada a la Fiscalía la preclusión que
solicitó en favor del doctor NELSON HERNÁN MORENO PINZÓN y, por ello, ahora actúa en
condición de recurrente.
2.- Para empezar, ninguna afectación al debido proceso detalla la Sala por el hecho de que la
audiencia de lectura de decisión, sustentación y traslados del recurso, hubiera sido repetida tras no
contar el Tribunal con el registro magnetofónico de dicha diligencia, sencillamente porque no quedó
grabación al respecto, problema que se advirtió luego de llevarse a cabo el acto.
Ante un evento de tal particularidad y en ausencia de material escrito de lo que se trató en la
audiencia por parte de cada uno de los que disertaron, lastimosamente no quedaba más que
volverla a hacer, desde luego con el fin de que quedara constancia que el a quo resolvió el
problema jurídico que le fue planteado y respecto de esa decisión se posibilitó a los interesados,
ejercer el derecho de contradicción y materializarles su pretensión de acceder a la segunda
instancia; eso sí, sin coartarles el derecho a intervenir de quienes ya lo habían hecho en la anterior,
-bien que hubiesen mostrado desacuerdo con la decisión - o con los argumentos de la apelación.
Indudablemente que antes de merecer cuestionamiento, esa acción se perfila acorde con los
dictados del debido proceso.
Ahora, el fiscal -quien postula la inquietud-, de ninguna manera demostró que la diligencia si quedó
grabada, por lo tanto, fue simple capricho de la Magistrada el hacerla nuevamente, tampoco
argumentó alguna clase de menoscabo con la determinación de hacer de nuevo la audiencia.
Lo antes dicho si bien ninguna irregularidad invalidante de la actuación conlleva, sí permite que se
le haga un llamado de atención al Tribunal y se le inste a percatarse de que las audiencias queden
grabadas en las mejores condiciones; más aún cuando los discos compactos que allegó a la Corte
son deficientes en alto grado, panorama que no varió con los últimamente suministrados, lo que
conllevó a que se incrementaran los esfuerzos para entenderlos.
3.- De otra parte, es claro que el defensor del indiciado tacha que el abogado JOSÉ MARTÍNEZ
CEPEDA se repute víctima de los hechos que él mismo denunció, ya que como contratista de
Bancolombia, tenía prohibido sustituir el poder sin la correspondiente autorización, pues así reza el
contrato. Sin embargo, lo sustituyó en cabeza de la doctora MARGARITA MARTÍNEZ -su esposa-
quien concurrió a la audiencia, aunque por el impasse presentado, finalmente, no intervino.
La prohibición atendida por el defensor, tiene entidad real, según se desprende del documento que
obra en la actuación. Empero, el incumplimiento de la correspondiente cláusula genera,
seguramente, un problema entre el Banco y el contratista cuya traslación a este expediente resulta
insustancial.
4.- Es preciso, entonces, examinar si esa medida de terminación prematura del proceso, es viable
aquí y en relación con las conductas punibles de falsedad ideológica en documento público y
prevaricato por acción, por las que se denunció al funcionario público indiciado.
4.1. La denuncia presentada en contra de Moreno Pinzón por el delito primeramente mencionado,
atiende al hecho de que, como Juez Segundo Civil Municipal de Duitama-Boyacá, consignó en el
acta de la audiencia[11] de alegatos y sentencia que realizó el 11 de mayo de 2011, haber iniciado
dicha diligencia a las 9:35 de la mañana, cuando en verdad tal proceder se registró
verdaderamente, algunos minutos después de las 10:00 de esa misma jornada matinal.
En tal sentido, contrario a lo sostenido por el fiscal, la presunción de veracidad que acompaña al
documento, en manera alguna es inamovible, al contrario, puede ser puesta en entredicho como
ocurrió aquí, al denunciarse una supuesta falsedad, por alteración de la verdad en parte de su
contenido y, permanecerá incólume, siempre que los medios de prueba que se obtengan no la
desvirtúen. Así que, es completamente impreciso, sostener que esa presunción jamás permite que
se ponga en tela de juicio el documento.
La descripción legal de ese proceder típico al que se viene aludiendo, obra en el artículo 286 del
Código Penal, así:
“El servidor público que en ejercicio de sus funciones, al extender documento público que pueda
servir de prueba, consigne una falsedad o calle total o parcialmente la verdad, incurrirá en prisión
de cuatro (4) a ocho (8) años e inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas de
cinco (5) a diez (10) años”[12].
Importa constatar si, el fiscal llevó conocimiento al Tribunal, que demuestre que es imposible
desvirtuar la presunción de inocencia que acompaña al indiciado, al no poder demostrar que el
Juez MORENO PINZÓN, plasmó en el acta una hora diferente a la correspondiente, pues de no
ser así, la preclusión denegada en primera instancia mal podría ser tildada de incorrecta, razón que
llevaría a impartirle confirmación.
Pues bien, los elementos materiales probatorios adosados a la actuación y con los cuales se
pretende sostener la solicitud preclusiva, no alcanzan siquiera a poner en duda las manifestaciones
hechas por el denunciante y sostenidas posteriormente en las entrevistas.
Se trata de unas entrevistas tomadas a los empleados del Juzgado Segundo Civil Municipal de
Duitama y al abogado de la parte contraria a la representada por el denunciante y su abogada
sustituta. En ellas, se advierte la parcialidad en el relato, lo que no permite darles la credibilidad
esperada por la Fiscalía.
Lo anterior porque los entrevistados GILBERTO CASAS ARANDA Y HÉCTOR PRIETO CELY,
dieron cuenta del momento en que terminó la audiencia que inició a las 8:00 de la mañana, que
coincidió con el momento de la salida del juez hacía la cafetería, así como percibieron el lapso que
transcurrió hasta su regresó al juzgado; no obstante que no reconocen como mentirosa la hora
que se consignó en el acta -9:35 a.m.- sí dejan entrever que transcurrieron muchos más minutos
para que el investigado llegara nuevamente a continuar con sus labores y, particularmente, a
realizar la ritualidad oral ya mencionada.
En efecto, GILBERTO CASAS ARANDA -oficinal mayor fungiendo como digitador- anota que entre
las 9:15 y 9:25 dieron por finalizada el acto inicial e indica que una vez el juez abandonó el
juzgado, se retiró durante 20 o 30 minutos, o sea que si se toman los mínimos guarismos, el juez
pudo iniciar su segunda audiencia a las 9:35 a.m. pero el margen de movilidad, tomando los
máximos, llega hasta las 9:55 de la mañana, por lo que podría asistirle razón a la
doctora MARGARITA MARTÍNEZ al decir que el regreso deMORENO PINZÓN se produjo a las
9:40 a.m., por lo que es necesario establecer la veracidad de las aseveraciones de Casas Aranda y
de la escribiente Rosa Guerrero, quienes en su orden, indicaron que el juez regresó a los 15
minutos o que entre audiencia y audiencia no corrió más de ese mismo tiempo.
Bastaría para contribuir con el esclarecimiento anterior, obtener copia del acta de la audiencia
precedente, que debe contener la hora de su terminación, o en su ausencia, hacer un análisis a los
computadores en que se realizaron las actas, a efectos de determinar el mismo aspecto; carencias
demostrativas que denotan falta de investigación por parte del Ente Acusador, en procura de
establecer a qué grupo de entrevistados le asiste la razón.
Resulta sumamente llamativo que el abogado PRIETO CELY asegure haberse retirado del juzgado
tan pronto como lo hizo el juez y que retornara a los 20 o 30 minutos, sin haber dicho éste ni los
empleados judiciales, qué tanto tiempo se tardó el inicio de la siguiente audiencia, pero,
igualmente, que ese lapso coincidiera con el de la ausencia del implicado, lo que en principio haría
que se impusiera el dicho de la doctora MARGARITA MARTÍNEZ, concerniente a que su
contraparte regresó con el juez; así como generaría solidez en lo referente al momento en que se
inició la diligencia.
Se hacen ingentes esfuerzos por hacer ver que cuando la abogada le notició al juez los reparos
acerca de la morosidad en torno a la instalación de la diligencia esto ya se había cumplido, pues
dentro de ese plano aquella sería quien entró tarde al juzgado y, por ende, por lo mismo se le
criticaría no estar presente desde el primer momento en la diligencia, por tanto, su solicitud de
aplazamiento devendría inoportuna, debiendo soportar: o la orden de permanecer en audiencia o
retirarse y cargar con las consecuencias de diversa índole.
Gilberto Casas Aranda, da por cierto que le recibió el memorial de sustitución a la abogada e hizo
el reconocimiento en el acta que ya había encabezado, siguiendo instrucciones que le había dado
el juez, quien aún permanecía ausente.
Mal pudiera confundirse un acto secretarial, como alistar el encabezado de un acta de una
audiencia que aún no se ha instalado, con otro sustancial a cargo del funcionario judicial, como es
declarar abierta e instalada una audiencia.
De forma que si el empleado CASAS ARANDA, inicio el acta de la audiencia sin la presencia del
juez y dejó las constancias que a bien tuvo, eso no refleja en forma alguna que la audiencia –
propiamente tal- se hubiere iniciado a la hora indicada en el acta, puesto que se itera, la audiencia
comienza es cuando el funcionario judicial la declara abierta e instalada.
Desde luego que las afirmaciones de Casas Aranda son corroboradas por la empleada MARTHA
ANDRADE, quien aduce que el escrito lo recibió mientras el juez estaba en audiencia, situación
que no es clara, con los elementos de conocimiento adosados a la actuación.
Curiosidades –que no son las únicas- en las que no se fijó el proponente de la preclusión, pues de
haberlo hecho, probablemente se hubiera entregado a la labor tendiente a tratar de hacerlas
desaparecer ampliando su programa metodológico para abarcar la obtención de elementos de
conocimiento que le dieran solidez a una posición preclusiva o acusatoria, según el resultado de
sus indagaciones.
Obtener copias del acta de la audiencia anterior a la que suscitó el conflicto, analizar los sistemas
del despacho judicial, verificar distancias entre juzgado y cafetería o quizás indagar en dicho sitio
por lo que consumió el funcionario[13] y el tiempo de tardanza, son elementos que podrían ser
evacuados para finalmente tomar una posición llena de motivos que justifiquen su adopción, pero
que en el estado actual, no permiten concluir la imposibilidad de desvirtuar la presunción de
inocencia, en relación con el delito contra la fe pública.
A su vez, fueron suministrados los convenios de vinculación de personas naturales, suscritos por
los ciudadanos que en antelación, se citaron. Ambos, deudor y codeudor, en su orden, en el
interrogatorio de parte que se les recibió, reconocieron los pagarés y, en punto de los mentados
convenios o cartas de instrucciones para el diligenciamiento de los títulos valores en cuestión, la
deudora indicó que no se acordaba, no obstante que el otro girador, afirmó que sí.
NELSON HERNÁN MORENO PINZÓN, libró mandamiento ejecutivo de pago con base en esos
instrumentos. Empero, al fallar el proceso acogió la excepción propuesta por el demandante, quien
en ausencia de su contraparte, alegó la inexistencia de carta de instrucciones. Dijo el juez que, en
efecto, en las que se aportaron no se identifica plenamente el título valor, como tampoco se
especifican sus elementos generales y particulares, según lo impone la Circular 007 de la antigua
Superintendencia Bancaria. Así, dispuso la terminación del proceso, condenando al banco
demandante al pago de las costas, y de los perjuicios sufridos por los accionados.
Ahora bien, el delito de prevaricato por acción supone la expedición por parte del funcionario
público, de una decisión, resolución o concepto, manifiestamente contrario a la ley, circunstancia
que, según la jurisprudencia, es la expresión dolosa de la conducta al concurrir el conocimiento y la
voluntad que conducen a la configuración de ese actuar.
Debe aclararse, entonces, que las decisiones o simplemente manifestaciones del fuero interno
plasmadas de las formas antes vistas, sobre las que recaigan criterios dispares en torno a su
contradicción con la ley, no viabilizan reproche penal alguno, así en lo sucesivo se reafirme que las
ideas que le dieron forma se ofrecen erradas. A la final el juicio que promueve el delito en mención,
es de legalidad, más no de acierto.
La correcta intelección de ese mandato legal, lleva a denotar que, cuando se obra por escrito en
punto de las instrucciones, debe haber una identidad entre éstas y el título valor al que
corresponden. Ello es así porque mal podría concebirse que aquellas se utilicen
indiscriminadamente para uno y otro cartulario, contrariando el querer del creador del mismo y
haciendo más riesgosa aún la actividad comercial.
Desde luego que, a quien compete disponer la ejecución judicial, esa exigencia debe ser
observada con apego al sentido común y al sano criterio sin permitir que degenere en el capricho
de imponer algún ítem carente de sustento lógico y desapegado del precepto que regula la materia.
En el evento en análisis, sin esfuerzo alguno se percibe que el mencionado canon 622 fue acogido,
en tanto que a los pagarés se le aparejaron las instrucciones que le corresponden.
Frente al 26281005681 obra un instructivo que, así como tiene las firmas de los deudores,
contempla también, un consecutivo denominado número de solicitud -0000000000041438121- y es
el mismo que se encuentra presente en aquel, pero además, en el encabezado lleva el nombre de
la beneficiaria del crédito, esto es, Ana Tilcia Camargo Camargo.
En conclusión, los títulos valores aportados no pueden cargar con el estigma de la inexistencia que
les adjudicó MORENO PINZÓN, ya que cumplen con los requisitos de los artículos 621 y 709 del
estatuto comercial y también ostentan carta de instrucciones para su llenado acorde al 622 ibídem;
consecuentemente, su mérito ejecutivo se cernía, inobjetable.
De todos modos, la orfandad de ese requisito ninguna eficacia ostentaba en son de desmerecer el
título ejecutivo hasta hacerlo desaparecer el mundo jurídico, que fue lo que hizo el implicado al
declararlo inexistente.
Ahora bien, sobre el tópico de las instrucciones, la representación judicial de los demandados, bien
pudo cuestionar que fueron desatendidas las dadas por los obligados, pero ello no fue cuestionado.
“la inobservancia de las instrucciones impartidas para llenar los espacios en blanco dejados en un
título valor no acarrea inexorablemente la nulidad o ineficacia del instrumento, toda vez que de
llegar a establecerse que tales autorizaciones no fueron estrictamente acatadas, la solución que se
impone es ajustar el documento a los términos verdadera y originalmente convenidos entre el
suscriptor y el tenedor entre el suscriptor y el tenedor.
También, en este otro[15]:
…(ii) la ausencia de instrucciones o la discrepancia entre éstas y la manera como se llenó el título
valor, no necesariamente le quitan mérito ejecutivo al mismo, sino que impone la necesidad de
adecuarlo a lo que efectivamente las partes acordaron.
Las disquisiciones ofrecidas hacen ver que al indiciado le faltó explicar por qué sostuvo su decisión
en la Circular 007 de 1996, valiéndose de las mismas para opacar en su existencia, las cartas de
instrucciones y, para rematar, pasar por alto adecuar los pagarés justamente a lo que convinieron
girador y beneficiario.
RESUELVE
Primero. Confirmar a la decisión del Tribunal Superior de Santa Rosa de Viterbo, por cuyo medio
negó la preclusión de la investigación seguida contra NELSON HERNÁN MORENO PINZÓN.