6810-Texto Del Artículo-11898-1-10-20220325
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Cita recomendada:
Hava García, E. (2022). Derecho penal, edadismo y dependencia. ¿Son punibles los hechos ocurridos en
las residencias de ancianos durante la pandemia de COVID-19? Eunomía. Revista en Cultura de la
Legalidad, 22, 131-157.
DOI: https://doi.org/10.20318/eunomia.2022.6810
Recibido / received: 05/11/2021
Aceptado / accepted: 25/02/2022
Resumen
En el presente trabajo se trata de aportar el sustento teórico necesario para determinar si es
posible subsumir en los tipos penales de homicidio imprudente y denegación de asistencia
sanitaria algunos de los hechos ocurridos en las residencias de ancianos durante la primera
ola de la pandemia por COVID-19, a partir de un análisis de los datos que hoy por hoy pueden
considerarse menos controvertidos, y teniendo en cuenta para ello los escasos
pronunciamientos realizados al respecto por las resoluciones judiciales que se han dictado
hasta el momento sobre dichos sucesos. Naturalmente, no se trata de propugnar la incoación
de procesos prospectivos, sino de dilucidar si existen suficientes indicios para mantener que
algunos de tales hechos pueden ser delictivos.
* El presente trabajo se ha realizado en el marco del proyecto I+D+I «Muerte y delito: estudio integral e
interdisciplinar de los asesinatos y homicidios cometidos y enjuiciados en España» (PID2020-
113262GB-I00), financiado por el Programa Estatal de Generación de Conocimiento y Fortalecimiento
Científico y Tecnológico del Sistema de I+D+I del Ministerio de Ciencia e Innovación.
Palabras clave
Derecho penal, edadismo, dependencia, COVID-19, homicidio imprudente, denegación de
asistencia.
Abstract
The present work aims to provide the necessary theoretical support to determine whether it is
possible to subsume some of the events that occurred in nursing homes during the first wave
of the COVID-19 pandemic under the criminal types of reckless homicide and refusal to provide
health care. This will be done through an analysis of the data that today can be considered less
controversial and taking into account the few pronouncements made in this regard by the court
decisions that have been issued so far on said events. Naturally, the objective is not to
advocate for the initiation of prospective proceedings but, rather, to elucidate whether there is
sufficient evidence to defend the posture that some of those events may have been criminal in
nature.
Keywords
Criminal Law, ageism, dependency, COVID-19, reckless homicide, refusal to provide health
care.
1. Introducción
19/residencias-ancianos-focos-sistema-muertos-coronavirus_2505848/
2_Montañés (21 de marzo). ABC. ttps://www.abc.es/sociedad/abci-coronavirus-residencias-ancianos-
deberan-aislar-todos-internos-tras-primer-contagio-covid-19-202003210142_noticia.html#vca=mod-
sugeridos-p2&vmc=relacionados&vso=las-residencias-de-ancianos-deberan-aislar-a-todos-los-
internos-tras-el-primer-contagio-por-covid-19&vli=noticia.foto.local
3 El Diario.es (23 de marzo, 2020). https://www.eldiario.es/politica/ejercito-encuentra-conviviendo-
cadaveres-residencias_1_1010079.html
4 Hernández Velasco (25 de marzo, 2020). BBC News. https://www.bbc.com/mundo/noticias-
internacional-52036018
Buena prueba del eco que tuvo en la opinión pública la difusión de esas
informaciones es la política adoptada por la Fiscalía General del Estado (FGE) en
relación a este asunto entre abril y julio de 2020, meses en los que fue «informando
puntualmente a la sociedad en relación al alcance y estado de la actividad
desplegada», a través de diversas notas de prensa en las que se comunicaba el
número de diligencias civiles, de investigación penal y judiciales incoadas por hechos
sucedidos en las residencias de ancianos. Según se señala en la Memoria de la FGE
correspondiente a 2020:
Todavía hoy resulta difícil conocer qué ocurrió realmente en las residencias de
ancianos, pues son varias las informaciones publicadas al respecto y a menudo
resultan excesivamente vagas o, incluso, algunas contradictorias con otras. Esta es,
precisamente, una de las razones que ha motivado hasta el momento el archivo de
un buen número de las querellas y denuncias presentadas: su falta de concreción de
los aspectos relevantes. Así se deduce de algunos de los argumentos esgrimidos, por
ejemplo, en el Auto del Tribunal Supremo de 18 de diciembre de 2020 para inadmitir
5-Público (11 de junio, 2020). Los mayores con seguro privado enfermos de covid-19 sí fueron llevados
de residencias a hospitales en Madrid. https://www.publico.es/sociedad/covid-19-mayores-seguro-
privado-enfermos-covid-19-llevados-residencias-hospitales-madrid.html
6 Según dispone literalmente el artículo 124.1 de la Constitución Española, que encomienda dichas
analizadas en las causas especiales carecían por completo de base. Así, por ejemplo, la Asociación
Terra-Sostenible imputaba al Presidente y a todos los Ministros del Gobierno la comisión, entre otros
delitos, de desórdenes públicos, genocidio y crimen de lesa humanidad.
la denuncia formulada por la Asociación del Defensor del Paciente contra diversos
cargos públicos (estatales y autonómicos) por los delitos de omisión del deber de
socorro (artículos 195 y 196 CP) y homicidio imprudente, entre otros:
Aún no están claras las cifras globales de la pandemia (de hecho, es altamente
improbable que lo estén del todo en algún momento), pero los datos oficiales
depurados por el IMSERSO indican que, a fecha 23 de junio de 2020, habían fallecido,
como mínimo, 10.364 personas alojadas en residencias con diagnóstico confirmado
de COVID-19, a las que probablemente habría que añadir otros 9.904 casos
8 Emplean estos mismos argumentos, por ejemplo, el ATSJ de Murcia 4/2020, de 28 de octubre, y el
ATSJ de Madrid 62/2020, de 19 de noviembre.
9 Basadas, por cierto, en una interpretación laxa de lo dispuesto en el artículo 313 LECRIM, que solo
obliga al órgano judicial a desestimar la querella «cuando los hechos en que se funde no constituyan
delito, o cuando no se considere competente para instruir el sumario objeto de la misma».
10 Datos extraídos de la Nota informativa de la FGE publicada el 23 de julio de 2020, última ocasión en
Pero existen otros datos que también ayudan a entender el porqué durante los
primeros meses de la pandemia la tasa de mortalidad se disparó en este sector de la
población, haciendo que más del 62% del total de las defunciones registradas a causa
de la COVID-10 hasta el 11 de mayo de 2020 lo fueran de personas con 80 o más
años. Así, llama la atención el hecho de que, a pesar de ser el grupo de ciudadanos
más afectado por los contagios con 53.956 casos (lo que supone más del 23% del
total de notificados), tan solo 340 personas de esta edad habían sido hospitalizadas
en unidades de cuidados intensivos a esa fecha. De hecho, la tasa de ingresos en
UCI del total de la población infectada era del 5,3%, porcentaje que ascendía a más
del 10% cuando se trataba de pacientes con edades comprendidas entre los 60 y los
79 años, pero descendía a un 1% en el caso de enfermos con 80 o más años (Centro
Nacional de Epidemiología-Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, 2020, p. 9).
12 En la última actualización de este mismo estudio, llevada a cabo el 1 de febrero de 2021, se estima
13 La palabra «edadismo» es la traducción del término anglosajón ageism, acuñado por el gerontólogo y
psiquiatra Robert Butler para hacer referencia a la discriminación que padecen las personas mayores.
Véase al respecto Butler (1969, pp. 243-246; 2009, p. 211). De forma específica, en relación con la
pandemia, véase Deusdad (2021, pp. 142-168) y Tarazona-Santabalbina et al. (2020, p. 191).
14-El video con las declaraciones de la Ministra de Defensa puede verse en Telecinco (23 de marzo,
2020). Margarita Robles: «En algunas residencias se han encontrado a ancianos muertos en sus
camas».https://www.telecinco.es/elprogramadeanarosa/margarita-robles
ancianos_18_2919270084.html. Recuperado el 6 de octubre de 2021.
15Comunicado de la FGE (23 de marzo, 2020). https://www.fiscal.es/-/la-fiscalia-investiga-la-denuncia-
de-defensa-sobre-le-estado-de-algunas-residencias-de-anciano.
16 Pérez Giménez (18 de mayo, 2020). Así se condenó a los ancianos: "No se permite ingresar pacientes
Con todo, parece que en algunos supuestos sí ha sido posible llevar a cabo
las diligencias de investigación pertinentes, dado que en ellos el Ministerio Fiscal
propugna la imputación contra diferentes personas (fundamentalmente, directivos,
médicos y otros trabajadores de las residencias investigadas) 20 por la presunta
comisión de varios delitos de homicidio imprudente cuyas víctimas habrían sido
ancianos residentes en dichos centros durante la primera ola de la pandemia. Lo cual,
sin embargo, no impide reconocer los importantes escollos a los que se enfrenta la
subsunción de tales hechos en el correspondiente tipo penal.
El tipo de injusto del delito imprudente suele describirse como la infracción de las
normas de cuidado o de la diligencia debida (desvalor de acción) que produce un
resultado típico objetivamente imputable al comportamiento del autor descuidado
(desvalor de resultado) (Hava, 2012, p. 87 y ss.). Se trata de una estructura delictiva
particularmente compleja, entre otras razones por el alto contenido de elementos
normativos que la componen y que obligan a valorar, incluso en los casos más
sencillos de homicidio culposo, cuestiones tales como el contenido y alcance que
debe darse a la norma de cuidado aplicable en determinados contextos, el grado de
diligencia exigible al sujeto infractor en las circunstancias concurrentes, y los criterios
a emplear para determinar si el resultado fue una consecuencia (previsible y evitable)
del comportamiento descuidado.
mayo de 2020 una denuncia en el juzgado de guardia por «el grave estado de abandono de las cinco
personas trasladadas por la Comunidad de Madrid a la residencia Juan XXIII»
[https://www.mostoles.es/fr/noticias/gobierno-mostoles-denuncia-grave-abandono-cinco-personas-tr].
19 De hecho, nuestro ordenamiento cuenta con una norma específica que regula la asistencia técnica a
los jueces y tribunales para la identificación de los cadáveres y determinación de las causas y
circunstancias de la muerte en este tipo de situaciones. Se trata del Real Decreto 32/2009, de 16 de
enero, por el que se aprueba el Protocolo nacional de actuación Médico-forense y de Policía Científica
en sucesos con víctimas múltiples. Boletín Oficial del Estado, 32, de 6 de febrero de 2009, 12630-12673.
https://www.boe.es/boe/dias/2009/02/06/pdfs/BOE-A-2009-2029.pdf.
20 Al respecto véase, por ejemplo: La Fiscalía imputa por homicidio imprudente al médico de una
personas mayores y centros sociosanitarios, ante la situación de crisis sanitaria ocasionada por el
COVID-19 (Boletín Oficial del Estado, 78, de 21 de marzo, 26499-26502.
https://www.boe.es/boe/dias/2020/03/21/pdfs/BOE-A-2020-3951.pdf) establecía el aislamiento de
residentes con diagnóstico confirmado o síntomas compatibles, «garantizando que se realiza
seguimiento del caso. No obstante, si se cumplen criterios de derivación a un centro sanitario, se activará
el procedimiento establecido para tal efecto». Por su parte, la Orden SND/275, de 23 de marzo (Boletín
Oficial del Estado, 81, de 24 de marzo, 26758-26761.
https://www.boe.es/boe/dias/2020/03/24/pdfs/BOE-A-2020-4010.pdf) establecía medidas
complementarias de carácter organizativo, facultando a las Comunidades Autónomas para realizar las
siguientes intervenciones: ordenar por motivos de salud pública el alta, baja, reubicación y traslado de
residentes a otro centro, con independencia de sus carácter público o privado; establecer las medidas
oportunas para la puesta en marcha de nuevos centros; asignar a un empleado público para dirigir y
coordinar la actividad asistencial en los centros con casos COVID; convertir los centros residenciales
espacios para uso sanitario, especialmente cuando el centro contara con casos de contagio confirmados.
Asimismo, la Orden SND/275/2020 establecía la obligación por parte de todos los centros residenciales
residencias de carácter social, encabezado por los membretes de la Junta de Castilla y León, Servicios
Sociales (dependiente de la Consejería de Familia) y la Gerencia de Salud (dependiente de la Consejería
de Sanidad) y firmado por los Gerentes de estos dos organismos.
http://www.consejotrabajosocialcyl.org/documentos/circulares_14_1585309466.pdf. El documento
carece de fecha, pero los metadatos de la página web indican que fue modificado por última vez el 27
de marzo de 2020. El periódico online elDiario.es señala que, según fuentes de la Junta, fue elaborado
el 23 de marzo. https://www.eldiario.es/castilla-y-leon/documentos-junta-trasladar-residencias-
hospitales_1_5972005.html.
24 Existen al menos dos versiones de este documento, ambas encabezadas por los membretes de la
Gerencia Regional de Salud y la Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León. La primera de
ellas es de 21 de marzo de 2020, y fue publicada por elDiario.es, junto a otros documentos relacionados
con el tema, el 21 de mayo de 2020 [https://www.eldiario.es/castilla-y-leon/documentos-junta-trasladar-
residencias-hospitales_1_5972005.html]. En la segunda versión, de 5 de abril de 2020 [disponible en
https://www.cibir.es/files/biblioteca/COVID-19-bioetica-castillayleon-residencias.pdf], aparece
ligeramente alterada la redacción de los criterios que han sido expuestos en el texto (entre otras
modificaciones, se sustituye la referencia a la «mayor esperanza de vida y grado de dependencia» por
una expresión algo más suave: «mayores posibilidades de supervivencia y recuperación»; asimismo se
altera el último párrafo transcrito, suprimiendo la referencia a los «más jóvenes»).
25 La existencia de los cuatro protocolos consta como probada en el ATSJ de Madrid 62/2020, de 19 de
noviembre.
26 La escala del índice de Barthel va de 0 a 100 puntos y sus resultados se categorizan en cuatro niveles:
dependencia total (0-15 puntos); dependencia grave (20-40 puntos); dependencia moderada (45-55
puntos); y dependencia leve (60-95 puntos). Véase al respecto, por ejemplo, Pinazo-Clapés et al. (2021,
p. 294).
27 La Escala GDS categoriza en 7 niveles los grados de demencia, siendo equivalente el GDS 7 a un
deterioro cognitivo muy grave (pérdida progresiva de capacidades verbales, incontinencia, etc.) y el GDS
5 a un deterioro cognitivo moderado (pérdida de memoria, cierta desorientación, etc.) Véase al respecto
Reisberg et al. (1982, pp. 1136-1139).
28 El protocolo de 18 de marzo permitía solo la derivación de residentes que cumplieran, entre otros, el
siguiente criterio: «El paciente es independiente para la marcha o índice de Barthel >60», (lo que
equivalía a excluir a enfermos con dependencia de moderada a total). Por su parte, el protocolo de 20
de marzo ordenaba expresamente la exclusión de pacientes con índice de Barthel 25-40 y deterioro
cognitivo moderado (GDS 5). El protocolo de 24 de marzo aunaba los dos criterios (de derivación y
exclusión) anteriores.
29 En los mismos términos se pronuncia el ATS 6253/2021, de 7 de mayo. Igualmente, el ATSJ de Murcia
interpuesto contra el archivo de las actuaciones iniciadas contra la directora de la Residencia Casa de la
Beneficencia de Valladolid y la médico responsable de la citada residencia.
adoptados puede ser como mínimo controvertida, o renuncia a indagar más sobre la
posible conexión de tales decisiones con los resultados letales producidos, a pesar
de conocer «el origen y autoría» de tales protocolos. Esto es lo que ha sucedido en
los otros procesos ya archivados en relación con los «protocolos madrileños».
32 En opinión de algunos autores, la pandemia de COVID-19 pone en tela de juicio a la propia doctrina
a las teorías causales (incluida la de la conditio sine qua non), véase Puppe (1992, pp. 681 ss.).
34 Y ello a pesar del enorme número de estudios científicos realizados en un tiempo récord, lo que ha
venido propiciado por la mayor disponibilidad de datos de registros de salud electrónicos: a un ritmo
extremadamente rápido, los sistemas hospitalarios han desarrollado repositorios de datos de COVID-19
para rastrear a los pacientes y tratar de descubrir factores de riesgo y tratamientos para la enfermedad,
mediante estadísticas y algoritmos de aprendizaje automático. Gracias a ello, en solo tres meses se
publicaron decenas de miles de investigaciones relacionadas con la COVID-19 (Estiri et al., 2021, p. 1).
Precisamente por ello, cierto sector doctrinal propone abandonar dicha fórmula
y sustituirla por otra completamente distinta, que pivota en torno al riesgo permitido;
conforme a esta segunda fórmula, debería imputarse el resultado sobrevenido
«cuando la inactividad del encargado de un foco de peligro causante del resultado
típico tenga como consecuencia (normativa) la transformación de ese foco de
permitido en ilícito o la no reconducción al riesgo permitido de un foco que ha
desbordado ya los límites jurídicamente tolerados» (Gimbernat Ordeig, 2014, p. 126).
35 Los dos autos del Tribunal Supremo que hasta el momento se han pronunciado sobre las eventuales
responsabilidades penales por los hechos sucedidos durante la primera ola de la pandemia solo entran
a analizar esta cuestión respecto del delito contra la seguridad de los trabajadores, y lo hacen para negar
que las «máximas autoridades» de los órganos públicos encargados de gestionarla se hallaran en
posición de garantes. No obstante, ambas resoluciones se muestran partidarias de promover nuevos
procesos penales para dirimir esta cuestión: «Será entonces cuando el desarrollo de las investigaciones
permita discernir quiénes podrían ser objetivamente considerados como garantes y qué autoridades o
funcionarios pudieron desoír el deber de actuar impuesto por las normas reguladoras de seguridad e
higiene en el trabajo» (AATS 11985/2020, de 18 de diciembre, y 6253/2021, de 7 de mayo).
36 En sentido similar se pronuncia Puppe (2006. p. 9): «Por ejemplo, cuánto va a vivir un paciente de
cáncer después de la operación no es solamente imprevisible, sino que objetivamente es algo incierto
[…]. El principio in dubio pro reo no puede exigir un 100% de prueba allí donde no hay un 100% de
certeza».
37 Dicha sentencia, además, constituye un ejemplo palmario de la influencia que ejercen las diferentes
concepciones dogmáticas en el enjuiciamiento de los delitos culposos en general, y de las imprudencias
médicas en particular, pudiendo llegar a fundamentar dos fallos judiciales radicalmente distintos, sin que
para ello sea necesario alterar ni un ápice de los hechos probados. Al respecto, véase Hava García
(2019, p. 505 y ss.).
38 En este sentido se expresa el voto particular formulado por Alberto Jorge Barreiro en la STS 805/2017,
de 11 de diciembre (caso «Madrid Arena»): «la muerte no puede atribuirse al acusado cuando el riesgo
homicida ha sido creado por los autores que han organizado y controlado el evento y no por el médico,
cuya infracción es omisiva y no crea el riesgo, sino que no lo neutraliza debidamente; pero en un caso –
y ello es lo relevante– en que las posibilidades de neutralización son mínimas, lo que impide atribuirle un
delito de homicidio imprudente […]. Y es que no por el hecho de que la conducta imprudente del acusado
sea sin duda muy grave debe diluirse o volatilizarse el requisito de la imputación objetiva del resultado y
el pertinente juicio de la relación de riesgo entre la conducta negligente y su materialización en el
resultado».
39 Dicha conducta se sanciona con las penas previstas para el delito de omisión del deber de socorro en
su mitad superior (esto es, multa de siete meses y quince días a doce meses) más inhabilitación especial
para empleo o cargo público, profesión u oficio, por tiempo de seis meses a tres años. Curiosamente, el
especial y de peligro, permite interpretar que con él se está castigando, antes que una
conducta propiamente dolosa, un comportamiento culposo que no requiere la
producción de resultado lesivo alguno (Hava García, 2017, pp. 28-29).
El desvalor de acción específico de los delitos de peligro radica –igual que en los
imprudentes– en la realización de una actuación peligrosa, contraria al cuidado
debido. Si tal actuación se realiza con consciencia del concreto peligro puede hablarse
ya de dolo de peligro, porque desde el momento en que el sujeto es consciente de que
con su actuación va a colocar al bien jurídico en esa situación que denominamos
peligro concreto y, pese a todo, actúa, ya no puede confiar fundadamente en la
evitación del peligro mismo, pues ello escapa a sus posibilidades y capacidades.
Necesariamente ha de conformarse con la puesta en peligro (Rodríguez Montañés,
1994, pp. 134 y ss.).
art. 57 de la Ley 33/2011, de 4 de octubre, General de Salud Pública, califica como infracción muy grave
«la realización de conductas u omisiones que produzcan un riesgo o un daño muy grave para la salud
de la población» (exigiendo, como puede comprobarse, un peligro mayor al requerido por el tipo penal),
y establece para dicha infracción una multa de cuantía nada desdeñable (de 60.000 a 600.000 euros),
además de la imposición potestativa del cierre temporal de los establecimientos o servicios por un plazo
máximo de cinco años (art. 58).
40 Un relato de este tipo puede verse en la siguiente noticia: Denuncian que el Hospital del Sureste
denegó ingreso y respirador a una anciana de residencia en el pico de la pandemia. (22 de mayo de
2020). Europa Press. https://www.europapress.es/madrid/noticia-denuncian-hospital-sureste-denego-
ingreso-respirador-anciana-residencia-pico-pandemia-20200521095936.html.
41 Véase al respecto: Peinado y Mateo (11 de junio, 2020). Los mayores con seguro privado sí fueron
La Sra. LILLO GÓMEZ: ¿Y recibieron alguna instrucción sobre los criterios para la
atención en función de la dependencia o de algunos elementos cognitivos para decidir
si se atendía o no se atendía a pacientes?
El Sr. ABARCA CIDÓN: Nunca, nunca, y además no lo hubiéramos permitido.
La Sra. LILLO GÓMEZ: Y los criterios sobre atención a pacientes, en este caso de
mayores, cuántas derivaciones de residencias, cuántos pacientes ha recibido usted
por instrucción de la Consejería de Sanidad, que les dijese: tenéis que atender a estos
pacientes procedentes de residencias. ¿Tenían algún protocolo para recibir pacientes
identificando las residencias de origen?
El Sr. ABARCA CIDÓN: No, venían los pacientes siempre a través del hospital público.
O sea, no venían los pacientes de la residencia; solo nos venían pacientes de
residencia cuando eran pacientes de aseguradoras, que los traían las ambulancias de
las aseguradoras 42.
Con todo, no puede desconocerse que la subsunción de tales hechos en el
delito de denegación de asistencia sanitaria contenido en el artículo 196 CP también
conlleva ciertas dificultades, derivadas de la caracterización que realiza el precepto
tanto del sujeto activo del delito como del resultado típico.
El Título IX del CP (rubricado «De la omisión del deber de socorro») contempla dos
figuras delictivas que son en apariencia similares, pero que presentan estructuras y
elementos muy distintos: la omisión del deber de socorro propiamente dicha, prevista
en el artículo 195 CP, castiga una omisión pura de mera inactividad, aplicable en
general a cualquier ciudadano (delito común), mientras que la denegación de
asistencia sanitaria, regulada en el artículo 196 CP, configura una modalidad
específica de comisión por omisión 43 que requiere para su consumación un resultado
de peligro espacio-temporalmente separable de la inactividad del profesional obligado
a prestar dicha asistencia (delito especial), y que por tanto supone un adelantamiento
de las barreras de protección al momento de producción del riesgo, en la medida en
que permite castigar la conducta omisiva de ese profesional sin necesidad de
constatar una efectiva lesión de la salud (Huerta Tocildo, 1997, pp. 34 y ss.).
modalidad peculiar de omisión impropia Faraldo Cabana (1999, pp. 528 y ss.).
44 La denegación de asistencia sanitaria constituye un tipo autónomo respecto de la omisión del deber
de socorro, por más que la jurisprudencia se haya empeñado en enfatizar las supuestas semejanzas que
existen entre ambos preceptos, exigiendo por ejemplo que la persona a la que se deniega la asistencia
sanitaria se encontrara ya desamparada y en peligro manifiesto y grave, elementos típicos propios del
delito tipificado en el artículo 195 CP que casan mal con la exigencia contenida en el artículo 196 CP de
que de la inactividad del profesional se derive riesgo grave para la salud de las personas. Al respecto,
véase Hava García (2021, p. 1341).
El artículo 196 CP configura un delito especial propio, en la medida en que solo puede
ser cometido por los profesionales obligados a prestar asistencia o servicios
sanitarios, y no cuenta con un correlativo delito común, que resulte aplicable cuando
no se constate esta cualidad (Hava García, 2021, p. 1387) 45.
Parece claro que a cada tipo de profesional sanitario stricto sensu (auxiliares, personal
de enfermería, médicos internos residentes, de familia, especialistas en cirugía, etc.)
solo se le puede exigir una asistencia adecuada a las capacidades y habilidades
propias de su respectiva profesión, dentro de sus respectivos horarios de trabajo 46.
45 En contra de esta interpretación, por considerar al artículo 196 CP un tipo agravado de omisión del
deber de socorro, véase por ejemplo Delgado Gil (2019, pp. 191-192); Del Rosal Blasco (2016, p. 301);
Lamarca Pérez, (2016, p. 207); Portilla Contreras (2011, p. 744). En mi opinión, el tipo penal que más
se asemeja a la denegación de asistencia sanitaria sería probablemente el contenido artículo 511.1 CP,
que castiga con penas notoriamente más severas (prisión de seis meses a dos años, multa de doce a
veinticuatro meses e inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de uno a tres años
a «el particular encargado de un servicio público que deniegue a una persona una prestación a la que
tenga derecho por razón de su […] edad, […] la enfermedad mental que padezca o su discapacidad» (el
apartado tercero de dicho artículo prevé un tipo agravado para los funcionarios que comentan tales
conductas). Aunque el estudio de este precepto excedería con mucho las pretensiones del presente
trabajo, debe dejarse constancia que ha sido invocado en algunas de las denuncias y querellas
presentadas por los hechos ocurridos en las residencias de ancianos (cfr. ATS 11985/2020, de 18 de
diciembre, y ATSJ de Madrid 62/2020, de 19 de noviembre).
46 Fuera del horario laboral, al profesional sanitario solo se le podrá exigir el mismo deber de socorro que
a los ciudadanos «normales», conforme a lo establecido en el artículo 195 CP (cfr. Faraldo Cabana,
1999, p. 541).
dentro del sistema de salud público 47. En este sentido, por ejemplo, el artículo 5.1.a)
de la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias,
dispone:
Las prescripciones que contienen las normas deontológicas a las que hace
referencia el precepto anterior suelen ser mucho más amplias. Así, por ejemplo, el
Código de Deontología Médica (tanto su versión de 2011 como en la provisional de
2018), de la Organización Médica Colegial (OMC), establece:
47 Sobre dicha normativa, véase la recopilación realizada por Aguado Abad (2021).
48 Además de los equipos de protección destinados a evitar el contagio. En este sentido, la afirmación
hasta tiempos recientes de que los especiales deberes del personal sanitario le obligan a afrontar en el
marco de su profesión riesgos mayores que los exigibles a la generalidad de las personas, debe ser
matizada (García Sanz, 2001, p. 349), sobre todo tras la experiencia vivida durante la pandemia de
Covid-19, pues no existen argumentos jurídicos sólidos para mantener la exigibilidad de cumplir con el
deber de asistencia sanitaria a cargo de un personal facultativo carente de medios de protección básicos
contra un contagio que ha sido en muchos casos mortal (Hava García, 2021, pp. 1393-1394).
49 El término triaje (o triage) proviene del francés trier, (que significa escoger, separar o clasificar), y en
el ámbito sanitario se identifica con aquellos procesos que permiten una gestión del riesgo clínico para
poder manejar adecuadamente los flujos de pacientes cuando la demanda y las necesidades clínicas
superan a los recursos médicos disponibles. Al respecto, véase por ejemplo Soler et al. (2010, pp. 55 y
ss.).
50 Las cuales, por cierto, distaron mucho de ser claras y homogéneas en todo el territorio europeo. Al
respecto, véase el interesante estudio de Ehni, Wiesing y Ranisch (2020, pp. 124-134). Específicamente
sobre el caso español, Herreros, Gella, y Real de Asua (2020, pp. 455-458).
51 En sentido similar, partiendo de la perspectiva específica de la colisión de deberes, Weber (2021, pp.
69-83).
52 En contra, también desde la óptica de la colisión de deberes, Coca Vila, 2021, p. 185: «en una situación
de conflicto vital particular, en donde dos concretos pacientes peligran de morir en caso de no ser
atendidos en tiempo y forma, jerarquizar las dos obligaciones del médico en atención a las mejores
expectativas de vida o a la más larga esperanza de vida de uno de los pacientes significa, nolens volens,
otorgar un menor valor a la vida del paciente protegido por el deber de menor rango».
sentido del artículo 20.5º CP) al infringir su deber de ingresar en UCI al primer
paciente 53.
Queda claro que el sujeto activo del delito de denegación de asistencia sanitaria debe
ser un profesional obligado a prestar tal asistencia, lo que, quizá erróneamente, se ha
venido interpretando con un cierto automatismo: dicho sujeto ha de estar en posesión
de un título que habilite para el ejercicio de profesiones sanitarias, y además ha de
tener un vínculo jurídico (administrativo, estatutario, laboral o civil) del que deriva la
prestación sanitaria obligada 57.
47 y ss.).
57 Cfr. STS 648/2015, de 22 de octubre.
58 Véase al respecto el Real Decreto 521/1987, de 15 de abril, por el que se aprueba el Reglamento
sobre Estructura, Organización y Funcionamiento de los Hospitales gestionados por el Instituto Nacional
de la Salud. Boletín Oficial del Estado, 91, de 16 de abril, 11379-11383.
https://www.boe.es/boe/dias/1987/04/16/pdfs/A11379-11383.pdf
59 Véase al respecto, por ejemplo, la Ley 11/2017, de 22 de diciembre, de Buen Gobierno y
pp. 49-50).
análisis en este punto, la conclusión causaría, como mínimo, cierta desazón. Pero
existen otras opciones interpretativas.
Bibliografía
61 Así por ejemplo, de acuerdo con el artículo 2 del Decreto 308/2019, de 26 de noviembre, del Consejo
cualidades o relaciones personales que fundamentan la culpabilidad del autor, los jueces o tribunales
podrán imponer la pena inferior en grado a la señalada por la ley para la infracción de que se trate».