Tema 15
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EL PROBLEMA DE LA
DESERTIZACIÓN. MEDIDAS DE PREVENCIÓN Y CORRECCIÓN.
INTRODUCCIÓN
2. EL PROBLEMA DE LA DESERTIZACIÓN
2.1. Concepto de desertización vs. desertificación
2.2. Factores y causas de la desertificación
CONCLUSIONES
CONTEXTUALIZACIÓN
BIBLIOGRAFÍA
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INTRODUCCIÓN
Los climas de las latitudes intertropicales presentan como característica definitoria sus
elevadas temperaturas, pero en función de la mayor o menor continentalidad pueden darse
condiciones de extrema aridez o, por el contrario, de muy elevada pluviometría. En este tema
estudiaremos la primera situación, es decir, veremos las características geomorfológicas de
las denominadas zonas o sistemas áridos.
Las zonas áridas y semiáridas, situadas principalmente entre los 20 y 35º de latitud norte,
suponen casi un tercio de la superficie de los continentes, extendiéndose especialmente por
África, Asia y áreas centrales de América. Presentan un modelado caracterizado por la acción
del viento, aunque también influye en los cauces de las esporádicas aguas de escorrentía.
Tal y como veremos, aunque estas zonas existen de modo natural por falta de precipitaciones
a causa de las características de la dinámica atmosférica, la desertificación o desertización
antropogénica es un problema cuya magnitud aumenta además, a pasos agigantados.
Una región árida es aquella donde las precipitaciones son escasas y la temperatura lo
suficientemente alta como para desecar el suelo que no se haya protegido por la vegetación ni
la humedad.
Entre los principales factores que producen la aridez de estas zonas además encontramos la
influencia de anticiclones (aire seco y subsidente), y la continentalidad, es decir, la presencia
de barreras montañosas que cierran el paso a vientos húmedos oceánicos. Una excepción son
los desiertos costeros subtropicales, relacionados con las corrientes oceánicas frías, donde,
aunque la humedad atmosférica es elevada, no hay precipitaciones.
La rotación de la Tierra alrededor de su eje produce gigantescos movimientos de aire. Así, los
movimientos descendentes de masas de aire caliente alrededor de la Tierra han producido dos
cinturones de desiertos, uno a lo largo del trópico de Cáncer, en el hemisferio norte, y otro a lo
largo del trópico de Capricornio, en el hemisferio sur, posibilitando la localización de regiones
áridas en:
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Zonas tropicales secas e intertropicales con acentuado carácter continental de África y
Asia. Dos franjas de desiertos alineados a lo largo de los trópicos en el hemisferio Norte
(Sahara, desiertos de Arabia, de Irán y de Thar, de Mohave y mejicanos) y en el hemisferio
Sur (desiertos australianos, Kalahari y Atacama).
- Costa pacífica de Sudamérica (Chile, Perú, Ecuador) y Estados Unidos (Baja California).
- Costa atlántica de África del Sur (Angola, Namibia y Sudáfrica) y Australia.
- Desiertos de Asia central y media, Gran Cuenca y piedemonte oriental de las rocosas; la
Pampa, el Chaco y la Patagonia.
- Regiones áridas. Precipitaciones que oscilan entre 50 y 125 mm/año, con lluvias
irregulares pero preferentemente agrupadas en una estación. Como resultado, las zonas
áridas son regiones de baja productividad biótica. En su forma natural generalmente pueden
sostener un extenso pastoreo de ganado pero no agricultura de secano. Rodean zonas
hiperáridas o constituyen el centro de los desiertos, suponiendo un 14% de la superficie
emergida.
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- Regiones semiáridas. Se dan precipitaciones hasta unos 350 mm/año pero con seis
meses secos. La cobertura de vegetación natural herbácea es discontinua con una
influencia mayor de especies perennes que en las zonas áridas. Normalmente pueden
sostener agricultura de secano. Se corresponden con un 11% de la superficie continental.
**La extensión y distribución de las zonas áridas y los desiertos ha variado a lo largo de la
historia de la Tierra, debido a los movimientos continentales y a los cambios climáticos.
El sistema morfoclimático árido está dominado por la meteorización ejercida por tres agentes
principales como veremos: la temperatura, el agua y el viento.
1.3.1. TEMPERATURA
1.3.2. AGUA
En las regiones áridas las lluvias pueden estar ausentes durante años y cuando se producen,
lo hacen de forma torrencial. La escorrentía se produce sólo tras un aguacero tormentoso, y aún
así, se extingue a las pocas horas por infiltración y evaporación. Entre las formaciones
generadas por la acción de las aguas encauzadas encontramos:
* UADIS, que son cauces ocasionales, ramblas o rieras (como los mediterráneos) que
desaguan en depresiones interiores (endoreicas) y que suelen ser muy anchos, pareciendo
desproporcionados frente al escaso o nulo caudal que suelen llevar. Su formación da lugar a
una serie de morfologías asociadas:
** Abanicos aluviales. Por transporte de gran cantidad de sedimentos que forman este tipo
de depósitos en su desembocadura.
** Sebkha (playas o bolsones). Lagunas cerradas y efímeras, alimentadas por ramblas o
aguas subterráneas cargadas de sales que con la evaporación se depositan en el fondo.
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* ARROYADA EN MANTO. En los episodios de lluvia torrencial, el agua sin encauzar
(arreico) hace que las laderas desprotegidas de vegetación sean fácilmente erosionadas.
Por ello presentan profundos barrancos, cárcavas y chimeneneas de hadas (dames
coiffés) formando un típico paisaje sobre las laderas repletas de canalillos llamado
BADLANDS como los observables en la zona de las Bárdenas Reales (Navarra).
Otras formas asociadas a la acción de las aguas de arroyada son los GLACIS. Planos
débilmente inclinados (menos de 10º) que se desarrollan habitualmente en el contacto entre
el relieve montañoso y la llanura (knik).
** Barniz desértico. Fina película de tonos oscuros que en algunos desiertos puede cubrir
el 75% de las superficies rocosas. La hipóteis genética más admitida es la basada en un
origen biogénico junto a ciclos de humedecimiento y desecado sumado a la abundancia
de sales de manganeso.
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En las zonas áridas, según avanza la erosión sobre los relieves montañosos, estos se van
reduciendo hasta quedar convertidos en cerros residuales, adoptando el nombre de monte isla,
INSELBERG o cerro testigo. A su alrededor, va creciendo una la denominada PEDILLANURA.
1.3.3. VIENTO
El viento tiene una relevancia inversamente proporcional a la humedad del ambiente, ya que
el agua actúa como amortiguadora de su acción modeladora. Esta es la razón de su gran
importancia en zonas áridas y semiáridas.
Mucho más que como agente erosivo, el viento destaca como agente de transporte
hallándose las partículas sueltas y sometidas a la acción del viento, afectadas por fuerzas tales
como la gravedad, fricción y cohesión. De este modo, encontramos que el viento desplaza las
partículas sueltas según los mismos mecanismos que el agua, en función del tamaño de grano y
la velocidad del fluido de cuatro modos distintos:
- Rodadura. Las partículas gruesas (0,5 - 2 mm) son arrastradas por la superficie debido al
empuje del viento y al impacto de otros granos en movimiento.
- Suspensión. Las partículas más pequeñas (<0,06 mm) son incorporadas al flujo turbulento
del aire y pueden mantenerse durante muchos días a alturas considerables.
- Deflación. Es el barrido por el viento de los sedimentos finos superficiales, que genera su
movilización y transporte.
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Las principales formas de erosión esculpidas por el viento se corresponden con:
* Ventifractos. Se trata de rocas que se han desgastado, picado, pulido e incluso reducido a
formas aerodinámicas por la arena impulsada por el viento. Suelen presentar pequeñas
oquedades (pits), acanaladuras (flutes), surcos (grooves), etc.
* Taffonis. Cuando las rocas tienen partes más blandas y otras más duras, el viento golpea
sobre las primeras y esculpe estructuras con aspecto de "nido de avispa".
* Yardangs. Su forma parece la del casco de un barco invertido y se forman sobre todo en
materiales blandos. Se pueden reconocer sobre todo en areniscas (crestas del Sahara), y
también sobre yesos y calizas (depresión del Ebro).
* Dunas y ERGS. Son sin duda las formas más llamativas dentro de los desiertos (como los
akles del Sahara o de Arabia Saudí). Se trata de estructuras móviles en las que la arena,
empujada por el viento, asciende mediante saltación, por lo general se van desplazando y
cambiando de forma. Podemos destacar:
** Transversales. Son formas onduladas con cimas sinuosas perpendiculares a los vientos
dominantes. El barján pertenece a este tipo y tiene una forma típica de media luna.
** En estrella o piramidales. Son las de mayor tamaño que existen en los ERGS y suelen
estar formadas por crestas agudas que convergen en una cima central. Son originadas
por vientos que soplan en tres o más direcciones.
* LOESS. Se forma por formando enormes llanuras de gran espesor que dan lugar a un
depósito amarillento, homogéneo, de grano fino y sin estratificar.
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1.4. Morfología de zonas áridas. Concepto de desierto
La palabra desierto significa etimológicamente "sin vida humana". Desde el punto de vista
climático y biológico es una región con precipitaciones escasas y cobertura vegetal reducida, sea
cual sea su temperatura. En ocasiones, se asocia el concepto de desierto al de campo de dunas
pero en realidad, la mayor parte de los desiertos son extensiones desnudas en las que aflora el
substrato rocoso.
Gran parte de los desiertos se forman en zonas tropicales de altas presiones, donde las
masas de aire frío descienden y se desplazan horizontalmente barriendo la superficie, hacia las
zonas de bajas presiones (tema 11). Se originan así corrientes de vientos constantes que
provocan una deflación intensa. El resultado de esta actividad eólica junto con otros procesos
que actúan conjuntamente trae consigo la generación de los ya mencionados suelos ordenados,
barnices, y costras así como de pavimentos desérticos.
Estos pavimentos desérticos están formados por fragmentos rocosos inmersos en una
matriz de material más fino (arena, limo y arcilla). Se desarrollan en superficies de bajo relieve y
también sobre laderas. Pueden encontrarse también en otros medios morfoclimáticos, aunque es
en las zonas áridas donde alcanzan su mayor expresión, llegando a ocupar importantes
extensiones.
Según se aleja de esa zona en la que aflora el substrato rocoso, el viento transporta las
partículas arrancadas, tanto más lejos cuanto más finas son estas. Se define así una estructura
concéntrica de materaiales: en el centro el resto del macizo montañoso que aún no había sido
erosionado; seguidamente, las HAMADAS; el REG o desierto pedregoso; luego el ERG o
desierto arenoso y, por último, las ya descritas, llanuras de LOESS, que pueden estar a miles de
kilómetros de la zona central. En detalle observamos que:
Las HAMADAS son elieves estructurales tabulares de pendiente casi nula cuya superficie
puede estar desprovista de fragmentos (hamada rocosa), o recubierta por bloques
angulosos (hamada de bloques) que no han sufrido ningún transporte.
El REG o desierto pedregoso, que presenta una superficie de gravas o cantos rodados
como resultado de su transporte (REG del Sahara).
El ERG que como hemos visto, se desarrolla sobre superficies aluviales de escasa
inclinación y en ellos los cantos son redondeados como consecuencia del transporte.
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2. EL PROBLEMA DE LA DESERTIZACIÓN
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(a) Factores climáticos. Del clima dependen los mecanismos físicos y químicos que actúan
sobre la superficie del planeta constituyendo pues el factor de diferenciación más importante de
los procesos de erosión y desertización función fundamentalmente del régimen de lluvias, como
se comprueba en las áreas que bordean el Mediterráneo y en regiones semiáridas en general.
(b) La estructura del suelo y sus características geológicas. El conjunto de los aspectos
geológicos que intervienen en la erosión del territorio son la litología, la tectónica y el
modelado. De la litología depende directamente la resistencia de los distintos materiales, así
como su capacidad de infiltración, que condiciona la escorrentía.
- Aumento demográfico en los países en vías de desarrollo, lo que implica una explotación
mayor del suelo para cubrir las necesidades alimentarias que se generan.
La rehabilitación tras la degradación conlleva procesos lentos, difíciles y poco rentables, por lo
que interesa más evaluar los riesgos y aplicar medidas preventivas . En la mayor parte de los
casos existen soluciones, pero es necesaria la solidaridad de la comunidad y un estricto código
de conducta hacia el manejo del suelo. Entre las medidas para combatir la erosión y
desertificación figuran:
- Mejora del matorral: entre las medidas propuestas se incluye el estudio de la vegetación
arbustiva y herbácea local con el fin de favorecer su desarrollo, espcialmente en lugares
donde las condiciones ambientales no permiten el crecimiento de bosques.
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- Tratamientos selvícolas: otra de las medidas propuestas se encuentra relacionada con las
diversas labores para el manteniendo en buen estado de las masas forestales, como la
poda, limpieza del exceso de malezas, lucha contra plagas etc.
- Obras de hidrotecnia: en países como el nuestro donde uno de los principales agentes
desertizadores es la erosión hídrica es necesario controlar la circulación del agua mediante
pequeñas presas y obras de hidrotecnia.
- Restablecer la fertilidad del suelo: para recuperar los nutrientes del mismo con estiércol
abono verde, compost…
En muchos casos las soluciones técnicas no pueden ponerse en práctica porque lo impiden
factores sociales, económicos o legales. Al mismo tiempo no hay que olvidar que en los lugares
con problemas de desertización son territorios habitualmente con bajo poder económico por lo
que las medidas a tomar suponen gastos a “fondo perdido” desde un punto de vista puramente
economicista por lo que los agricultores, de por sí pobres, pueden quedar en el desamparo más
absoluto, llegándose a dramáticas situaciones de hambruna y miseria.
Sin embargo, el gran responsable, aunque como vemos no el único, de la extendida erosión
en los suelos españoles es el clima. La España seca, árida o semiárida, recibe pocas
precipitaciones al año, pero cuando cae la lluvia lo hace, frecuentemente, de forma torrencial,
habitualmente en otoño, con una fuerza capaz de erosionar fácilmente los terrenos. La falta de
agua provoca también que la vegetación sea escasa y que aporte poca materia orgánica al suelo
y le proporcione una débil protección. Es por ello que actualmente existen diferentes programas
e iniciativas de carácter estatal, europeo, o en las propias comunidades autónomas que intentan
frenar a toda costa el incremento tanto de la desertización, como de la desertificación.
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Así, la ONU creó el Día Mundial de la Lucha contra la Desertización y la Sequía en el año
1994 con el fin de sensibilizar a la sociedad de la necesidad de luchar contra este fenómeno.
Según datos del 2015 de Ecologistas en Acción, el 40% del suelo de nuestro país está
amenazado por los procesos de desertificación, y 21 millones de hectáreas están sometidas a
procesos de erosión que superan los límites tolerables. El desierto de Tabernas en la provincia
de Almería, con 12.000 hectareas y Las Bárdenas entre los ríos Ebro y Aragón, sólo son
algunos ejemplos. Murcia, Andalucía y Castilla-La Mancha encabezan la lista de zonas más
afectadas.
Es por todo ello que con el fin de mitigar los efectos de la desertización en España, el
Ministerio de Medio Ambiente invirtió en el cuatrienio 2008-2012 y en colaboración con 13
comunidades autónomas, un total de alrededor de 83 millones de euros.
CONCLUSIONES
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