Derecho Privado

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DERECHO PRIVADO I
UNIDAD 7
PATRIMONIO – BIENES Y COSAS
Notas de Cátedra de acuerdo con el programa vigente
Ab. Alejandro D. Fraschetti

Introducción

Ya analizamos en unidades anteriores el concepto de derecho subjetivo,


entendiendo por tal la facultad que el ordenamiento jurídico le otorga a una persona,
para exigir de los demás un determinado comportamiento (Llambías). Allí también
explicamos que a todo derecho subjetivo le corresponde un deber jurídico, consistente
justamente en ese comportamiento (dar, hacer o no hacer) exigible por el titular.
También mencionamos allí que los derechos subjetivos se clasificaban, según
tengan o no valor pecuniario en: a) patrimoniales, y b) extrapatrimoniales, indicando
en cada caso qué tipos de derechos quedaban incluidos en cada categoría.
En esta unidad, vamos a estudiar uno de los conceptos jurídicos fundamentales
del derecho privado: el patrimonio, que nos servirá no sólo para identificar a las
distintas clases de derechos subjetivos, sino además para explicar el funcionamiento
de la garantía frente a las deudas que contrae una persona, y la transmisibilidad de sus
bienes en caso de muerte.
Asimismo, veremos una noción contable-financiera del patrimonio, la de
patrimonio neto; señalando las diferencias que existe entre éste y el concepto jurídico
de patrimonio.
Finalmente, estudiaremos los conceptos de bienes, cosas y su clasificación.

EL PATRIMONIO. CONCEPTO

La persona, en la medida en que vive en sociedad, es titular de una gran cantidad


de derechos y obligaciones. Algunos de ellos, sirven para satisfacer sus necesidades
económicas, y son susceptibles de apreciación pecuniaria. Esto es: pueden medirse
(con mayor o menor dificultad) en dinero.
El conjunto de derechos y obligaciones de una persona, susceptibles de
apreciación pecuniaria, constituye su patrimonio (Llambías).
De acuerdo a la teoría clásica, no sólo los derechos (incluyendo los bienes)
forman parte del patrimonio, sino además las obligaciones (deudas en sentido amplio).
Esta concepción, es criticada por algunos autores (Borda, 1959:9) por provocar
confusiones al apartarse del sentido idiomático y vulgar de la palabra.
2

Sin embargo, la inclusión de las deudas en el concepto facilita la comprensión del


funcionamiento de nuestro sistema jurídico, sobre todo en materia de sucesiones. De
allí que, al menos a los efectos didácticos, consideraremos a las deudas como parte del
patrimonio.

Naturaleza jurídica

La doctrina se ha empeñado en explicar dos características que, entre otras, en


nuestro ordenamiento jurídico están relacionadas con el patrimonio:
a) La posibilidad que tiene un acreedor de dirigirse contra cualquier bien
del deudor para cobrar su crédito.
b) La transmisión universal de los bienes del difunto, comprensiva de
todas las cargas (Geny) u obligaciones.
Para ello, se ha utilizado el concepto de universalidad. Una universalidad de
bienes es la pluralidad de bienes a los que es posible tratar como un todo. No importa
que cada bien sea único o distinto, o que pueda existir por sí mismo.
Existen dos clases:
a) Universalidad de hecho. Cuando la consideración como un todo
depende de la voluntad del propietario. El dueño reúne un conjunto de
elementos particulares para obtener el resultado del conjunto. Ejemplos
clásicos son una biblioteca, o un rebaño.
b) Universalidad de derecho. Aquí la universalidad está determinada por la
ley y no por la voluntad del propietario.

La doctrina clásica considera que la naturaleza jurídica del patrimonio es una


universalidad de derecho, ya que el tratamiento de los bienes que lo integran está
fijado por la ley reglándolo como un todo.
¿Pero, cuál es el fundamento de este tratamiento unitario, como universalidad?
Ello ha sido respondido por varias teorías, dos de las cuales veremos a continuación.

Teorías clásica y moderna sobre el patrimonio

Teoría clásica: el patrimonio como atributo de la personalidad


Para la teoría clásica, expuesta por los autores franceses Aubry y Rau, y a la que
parecía adherirse Vélez Sarsfield (CC), el patrimonio es un atributo de la personalidad.
De ello se derivan las siguientes consecuencias (Llambías):
1) Sólo las personas tienen patrimonio. No podría existir un patrimonio sin
titular, sea una persona humana, sea una persona jurídica.
3

2) Toda persona tiene necesariamente un patrimonio (sino no sería


persona, justamente por ser un atributo de la personalidad es
inseparable de ella). Ello es independiente de los bienes que lo
integran.
3) Toda persona tiene un único patrimonio. Vale decir que todo lo que
ingresa o egresa, tanto como crédito o como deuda, lo hace a ese
patrimonio. Este principio sufre algunas excepciones por imperio de la
ley.
4) El patrimonio no puede transmitirse in totum (en su totalidad) porque
significaría enajenar o disponer de la propia persona. Sólo los
elementos particulares que lo integran serían transmisibles.

Teoría moderna: el patrimonio como bienes afectados a un fin


Para la teoría moderna, representada principalmente por autores alemanes, el
patrimonio no debe ser necesariamente único, admitiendo la existencia de un
patrimonio general junto con uno o más patrimonios especiales. Éstos últimos estarían
creados por los fines que el propietario o la ley quieran darle a un conjunto de bienes.
Serían bienes afectados a un fin. Así, por ejemplo, un sujeto podría tener un
patrimonio general integrado por la casa donde vive con su familia, un automóvil,
todos los bienes muebles que en ella se encuentren, el dinero en efectivo, etc. Y al
mismo tiempo podría tener un patrimonio especial, constituido por los bienes que él
destina a una actividad comercial: las estanterías, la mercadería (golosinas,
chocolates), y la caja registradora de un kiosco.
Esta división daría la posibilidad de dar un tratamiento diferente a los bienes
según que estén en uno u otro patrimonio. Así, el dueño del kiosco, que contrae
deudas en su actividad comercial, podría exigir que sus acreedores se cobren
solamente sobre los bienes afectados a la explotación y no de los restantes (casa, auto,
etc.)

El problema en nuestro derecho


El CC argentino en su redacción original parecía adoptar la teoría clásica, aunque
algunos autores sostenían lo contrario1. Pero más allá de la teoría adoptada, estaba
claro que, en primer lugar, en el régimen de Vélez Sarsfield no existía la posibilidad de
crear patrimonios de afectación (afectar bienes para la realización de determinadas
actividades, limitando la responsabilidad que de la misma pueda surgir a esos bienes)2.
Un error conceptual frecuentemente manifestado es indicar que en nuestro
derecho existe la posibilidad de afectar patrimonios mediante la constitución de una
sociedad de responsabilidad limitada o una sociedad anónima. Cuando dos o más
1
Para una crítica profunda ver Borda, 1959:12.
2
A partir de la sanción de la ley 24.441, que creó, entre otras, la figura del fideicomiso, existe en nuestro
derecho la posibilidad de “afectar” bienes con fines determinados, limitando la responsabilidad por los
daños que ellos causen. Ver infra el apartado denominado “Los verdaderos patrimonios de afectación”.
4

personas crean una sociedad, y realizan a ella aportes de capital, dan origen a una
nueva persona (jurídica en este caso), la que tendrá su propio patrimonio, diferente al
patrimonio de sus miembros o socios. El individuo que originó ese ente, no tiene dos
patrimonios, sino uno sólo, integrado por todos sus bienes, incluidas las cuotas y
acciones que él tenga de la sociedad. Y los bienes aportados o adquiridos dentro de la
sociedad, pertenecen a ésta, y no a cada uno de sus socios.
En segundo término, existían en nuestro derecho (y aún lo hacen) conjuntos de
bienes que, por expresa disposición legal, recibían un tratamiento particular,
diferenciado del resto de los bienes que integran el patrimonio “general”. Llambías
señalaba los siguientes ejemplos:
1) La herencia aceptada con beneficio de inventario;
2) El patrimonio del ausente con presunción de fallecimiento mientras dure la
prenotación;
3) La masa de bienes de la que ha sido desapoderado su propietario por
quiebra;
4) La masa o conjunto de bienes integrante de un fondo de comercio.
En todos estos casos, como veremos a lo largo del estudio de nuestra materia,
existe un conjunto de bienes que reciben un tratamiento particular, de suerte que, a
los fines expresamente previstos por la ley, son considerados en forma independiente
al resto de los bienes que integran el patrimonio de un individuo. Por poner un
ejemplo, los bienes del presunto muerto pasan al patrimonio de sus sucesores, pero
mientras dura el período de prenotación estos no pueden disponer de ellos, sino tan
solo administrarlos3. De allí que tienen un régimen distinto al resto de los bienes de
cada uno de los sucesores.
Para algunos autores, la teoría clásica es la que mejor explicaba el
funcionamiento del sistema, y consideraban que el patrimonio era único, admitiéndose
como excepciones por imperio de la ley los tratamientos especiales ya mencionados.
Otros, sostenían la tesis moderna adaptada a nuestro sistema (Llambías),
admitiendo la coexistencia de un patrimonio general que engloba a todos los bienes
que quedan a disposición del titular; junto con varios patrimonios especiales (conjunto
de bienes afectados a un fin determinado y sometidos a un régimen legal especial,
como los ya mencionados).
Lo cierto es que, adoptando tanto la tesis de Llambías, como la tesis clásica, se
llegaba a la misma conclusión. Sea que consideremos a los casos mencionados en el
párrafo anterior excepciones al principio de unidad, sea que los consideremos
patrimonios especiales4, se trataba de conjuntos de bienes que reciben un tratamiento
diferenciado por expresa disposición de la ley.
3
El tratamiento diferencial no se agota allí. También existen normas especiales sobre el destino de esos
bienes frente a la reaparición del ausente, etc.
4
Lambías aceptaba incluso que ambos patrimonios (el general y los especiales) se vinculan, porque los
patrimonios especiales tienen generalmente una existencia transitoria, y el saldo de su extinción
engrosa el patrimonio general.
5

El verdadero patrimonio de afectación: el fideicomiso y la propiedad fiduciaria


Actualmente, asistimos a una tendencia jurídica de permitir a los individuos la
creación voluntaria de patrimonios de afectación, en detrimento del principio de
unidad, sin perjuicio de mantener la figura del patrimonio general.
Ejemplo de ello en nuestro derecho fue la ley 24.441, promulgada el 9 de enero
de 1995 que contempló la creación de la figura del fideicomiso.
Señalaba el art. 1º ley 24.441: “Habrá fideicomiso cuando una persona
(fiduciante) trasmita la propiedad fiduciaria de bienes determinados a otra (fiduciario),
quien se obliga a ejercerla en beneficio de quien se designe en el contrato
(beneficiario), y a transmitirlo al cumplimiento de un plazo o condición al fiduciante, al
beneficiario o al fideicomisario”.
El nuevo CCyC recepta esta figura en términos similares: “ARTÍCULO 1666.
Definición. Hay contrato de fideicomiso cuando una parte, llamada fiduciante,
transmite o se compromete a transmitir la propiedad de bienes a otra persona
denominada fiduciario, quien se obliga a ejercerla en beneficio de otra llamada
beneficiario, que se designa en el contrato, y a transmitirla al cumplimiento de un
plazo o condición al fideicomisario.”
Se crea así un conjunto de bienes, denominado patrimonio “fideicomitido”,
creado por la voluntad de las partes, que recibe un tratamiento especial.
El régimen del fideicomiso ahora ha sido incorporado en el nuevo CCyC,
derogándose la ley 24.441. Aunque en términos generales, la regulación es similar. En
efecto:
“ARTÍCULO 1685.- Patrimonio separado. Seguro. Los bienes fideicomitidos
constituyen un patrimonio separado del patrimonio del fiduciario, del fiduciante, del
beneficiario y del fideicomisario.
Sin perjuicio de su responsabilidad, el fiduciario tiene la obligación de contratar
un seguro contra la responsabilidad civil que cubra los daños causados por las cosas
objeto del fideicomiso. Los riesgos y montos por los que debe contratar el seguro son
los que establezca la reglamentación y, en defecto de ésta, los que sean razonables. El
fiduciario es responsable en los términos de los artículos 1757 y concordantes cuando
no haya contratado seguro o cuando éste resulte irrazonable en la cobertura de
riesgos o montos.”
“ARTÍCULO 1686.- Acción por acreedores. Los bienes fideicomitidos quedan
exentos de la acción singular o colectiva de los acreedores del fiduciario. Tampoco
pueden agredir los bienes fideicomitidos los acreedores del fiduciante, quedando a
salvo las acciones por fraude y de ineficacia concursal. Los acreedores del beneficiario
y del fideicomisario pueden subrogarse en los derechos de su deudor.”
“ARTÍCULO 1687.- Deudas. Liquidación. Los bienes del fiduciario no responden
por las obligaciones contraídas en la ejecución del fideicomiso, las que sólo son
6

satisfechas con los bienes fideicomitidos. Tampoco responden por esas obligaciones el
fiduciante, el beneficiario ni el fideicomisario, excepto compromiso expreso de éstos.
Lo dispuesto en este artículo no impide la responsabilidad del fiduciario por
aplicación de los principios generales, si así corresponde.
Como vemos, el bien afectado a un fideicomiso tiene un régimen de
responsabilidad especial, distinto el resto de los bienes que integran un patrimonio
general, y que está limitado al valor de la cosa siempre que se den las condiciones
previstas.
La insuficiencia de los bienes fideicomitidos para atender a esas obligaciones, no
da lugar a la declaración de su quiebra. En tal supuesto y a falta de otros recursos
provistos por el fiduciante o el beneficiario según previsiones contractuales, procede
su liquidación, la que está a cargo del juez competente, quien debe fijar el
procedimiento sobre la base de las normas previstas para concursos y quiebras, en lo
que sea pertinente.”
En definitiva, en el fideicomiso el fiduciario tiene al menos dos patrimonios. Uno
propio, que podríamos llamar general, con el nace y se desenvuelve hasta su muerte
cuando pasa a sus sucesores; y otro de afectación, que no se mezcla con el primero,
pero que está sujeto a una condición o plazo resolutorio. Cuando este patrimonio
fiduciario se extinga, sus bienes se incorporarán al patrimonio general del
fideicomisario.
En conclusión, nuestro derecho vigente, incluso el Código Civil y Comercial,
recepta una noción de patrimonio general que contiene todos los elementos de la
teoría clásica, siendo el fideicomiso (y la propiedad fiduciaria que en consecuencia se
conforma) una excepción: el fiduciario tiene dos patrimonios.

Caracteres

Para la teoría clásica, los caracteres del patrimonio son:


1) Es una universalidad jurídica.
2) Es necesario. Todo patrimonio pertenece a una persona y no hay persona sin
patrimonio5.
3) Es único e indivisible. Nadie puede tener más de un patrimonio.
4) Es inalienable. Pueden enajenarse los elementos particulares que lo
componen, pero no el patrimonio como tal, ni aun fraccionariamente. Así,
por ejemplo, no puedo vender “todos los bienes que integran mi patrimonio”
o donar “el cincuenta por ciento de todos mis bienes”.
5) Es idéntico a sí mismo. Explica Borda: “es una unidad distinta y separada de
cada uno de los elementos que la componen. No importa que salgan.
5
Señala la doctrina que el mendigo, al menos es dueño de la ropa que lleva puesta, o de los alimentos
que ingiere. Aun cuando careciera de todo bien material, siempre le queda la posibilidad de adquirir
alguno, por escaso valor que tenga.
7

algunos bienes e ingresen otros; inclusive, es indiferente que haya o no


bienes o que las deudas superen al activo: el patrimonio es siempre el
mismo, tal como ocurriría con una bolsa, que puede estar llena o vacía, pero
siempre es la misma bolsa” (1959:12).
Para Llambías, sostenedor de una teoría moderna adaptada a nuestro derecho,
los caracteres mencionados corresponden al patrimonio general. Los patrimonios
especiales sólo tendrían como caracteres el de ser universalidades de derecho y ser
además idénticos a sí mismos.

Composición del patrimonio: enumeración.

Como ya lo adelantáramos, el patrimonio está integrado tanto por los derechos


como por las obligaciones susceptibles de apreciación económica.
Desde el punto de vista de los derechos, sean reales, personales, o (para algunos)
intelectuales, los mismos constituyen el denominado “patrimonio activo”. Se hace
referencia así a los bienes, objetos materiales (cosas) e inmateriales susceptibles de
valor.
Señala Borda que, estrictamente hablando, las cosas no forman parte del
patrimonio, sino los derechos que se tienen sobre ellas. Si se es dueño de un inmueble,
no es éste el que forma parte del patrimonio, sino el derecho de propiedad que recae
sobre el mismo, y del cual la persona es titular (Borda, 1959:1l). De todas maneras, el
uso corriente hace que se confundan la idea de propiedad sobre una cosa, con la idea
de la cosa misma. De allí que, hecha la salvedad, no resulta inapropiado decir que las
cosas forman parte del patrimonio.
Desde el punto de vista de las obligaciones, o cargas que gravan el patrimonio,
hablamos del “patrimonio pasivo”. Éste está formado por todas las obligaciones que
recaen sobre una persona, frente a las cuales debe responder con su patrimonio.
Las nociones de “patrimonio activo” y “patrimonio pasivo” son más cercanas a la
economía que a la ciencia jurídica. Para el derecho, patrimonio es el conjunto de
derechos y obligaciones (ver supra la opinión crítica de Borda al respecto). Sólo
hablamos de activo y de pasivo cuando el primero no alcanza para cubrir el segundo,
materia propia de la ley de concursos y quiebras.
Con relación a las nociones de “patrimonio civil” y “patrimonio comercial”, la
distinción busca identificar los bienes afectados a una actividad comercial del resto
utilizados por una persona para la generalidad de sus relaciones jurídicas. Es útil en los
sistemas jurídicos que autorizan a un individuo a tener varios patrimonios
discriminados según las actividades que desarrolla.
En nuestro sistema, salvo el supuesto del fideicomiso, ello no es posible. Y en el
caso del fideicomiso la diferencia no está en la actividad civil o comercial, sino en la
finalidad impuesta por quien lo constituyó. De allí que la distinción entre ambas
categorías para nosotros no tiene mayor importancia.
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Noción de patrimonio neto

La noción de patrimonio neto es contable. Responde a una metodología


denominada de partida doble, la que toma como premisa que el activo es igual al
pasivo más el patrimonio neto. O lo que es lo mismo, patrimonio neto es igual a activo
menos pasivo.
Esta noción se aplica:
a) En el campo contable - económico - financiero: a todo el sistema de
contabilidad en general, balances, etc.
b) En el campo impositivo: como el ya derogado impuesto al patrimonio
neto, o todos los impuestos que han tenido o tienen como base los
activos.
Desde el punto de vista jurídico, cuando hablamos de patrimonio, no nos
referimos al resultado de esta ecuación, sino al conjunto de derechos y obligaciones.
Como vemos, el concepto jurídico es más amplio que el concepto contable.

Derechos extrapatrimoniales

Como ya estudiamos en la unidad 1, los derechos subjetivos se clasifican, según


tengan o no valor pecuniario en: a) patrimoniales y b) extrapatrimoniales.
A continuación estudiaremos los primeros, no sin antes hacer una breve
referencia a los segundos.

Concepto

Los derechos subjetivos que no tienen valor pecuniario se los denomina


extrapatrimoniales. Se incluyen aquí los derechos personalísimos, los derechos de
familia, y algunos autores mencionan ciertos aspectos de los derechos intelectuales
(como el derecho de autor).
Los derechos personalísimos son inherentes a la existencia de la persona:
derecho a la vida, al honor, a la integridad física, a la libertad, etc. Si bien su violación
puede traer aparejado consecuencias económicas, no son susceptibles per se de
apreciación pecuniaria.
Así, si una persona acusa injustamente a otra de haber cometido un delito
(violación al honor) deberá pagar una indemnización dineraria por el daño que le
causó. Pero ello no quiere decir que el honor tiene valor. La entrega de dinero es el
único remedio, imperfecto por cierto, que tiene el derecho para brindar una
reparación.
9

Los derechos derivados de las relaciones de familia también carecen de


apreciación pecuniaria: las obligaciones entre los cónyuges, los deberes - derechos de
la responsabilidad parental, la filiación, etc. Cabe aclarar que, sin perjuicio de lo
manifestado, si bien la ley reconoce esos derechos con una finalidad diferente a la
patrimonial, su ejercicio trae en ocasiones aparejadas consecuencias patrimoniales
(por ejemplo: la obligación alimentaria de un progenitor respecto de su hijo).

Derechos Patrimoniales

Concepto

Los derechos subjetivos susceptibles de apreciación pecuniaria se los denomina


patrimoniales. Esto es: pueden valuarse en dinero.

Clasificación

Tradicionalmente los derechos patrimoniales se los ha clasificado entre: a)


derechos personales, creditorios u obligacionales y b) derechos reales.
Los primeros consisten en la facultad que tiene un individuo (acreedor) de exigir
a otro (deudor) el cumplimiento de una prestación. Así por ejemplo en un contrato de
compraventa la facultad que tiene el vendedor que hizo entrega de una cosa de
cobrarle al comprador el precio.
Los derechos reales, son un poder o facultad que se tiene directamente sobre
una cosa (Borda, 1959:21). La propiedad implica un poder de señorío, de goce, de
disposición de la cosa. El ejemplo paradigmático es el derecho de dominio.
El CCyC los conceptualiza como: “ARTÍCULO 1882.- Concepto. El derecho real es
el poder jurídico, de estructura legal, que se ejerce directamente sobre su objeto, en
forma autónoma y que atribuye a su titular las facultades de persecución y
preferencia, y las demás previstas en este Código”
A ellos se le agrega una tercera categoría: los derechos intelectuales. Borda los
define como “un derecho a la explotación económica temporaria de la obra o idea
intelectual” (1959:28). Es el derecho que tiene todo autor de una obra artística,
literaria o científica de disponer de ella y explotarla económicamente por cualquier
medio (Llambías, 1970:205). Se ha considerado que forman una tercera categoría
porque tienen características propias de los derechos personales y de los derechos
reales.
Diferencias:

Es clásico entre los juristas el estudio de las diferencias entre los derechos
personales y reales, habiéndose motivado respecto de ellos varias discusiones que
exceden el objeto de este trabajo. A continuación colocamos un cuadro comparativo
de ambas clases de derechos.
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Se distinguen Derechos reales Derechos personales o creditorios


según u obligacionales
Sus elementos El sujeto y el objeto (cosa) Sujetos activo y pasivo (acreedor y
deudor) y objeto (prestación).
Su exigibilidad Absolutos: son exigibles erga Relativos: son exigibles a las partes
omnes, imponen un deber de y a ciertos terceros
respeto a toda la comunidad
Forma de Legal (art. 1884 CCyC) y Provienen de la voluntad de las
creación limitada (principio del partes. Son ilimitados ya que rige
numerus clausus) ya que no respecto de ellos el principio de
pueden crearse otros autonomía de la voluntad.
derechos reales que no sean
los contemplados en la ley
Régimen legal Determinado solamente por Principio de autonomía de la
aplicable ley (modos de transmisión, voluntad.
constitución, etc.)
Derecho de Presentan la posibilidad de No tienen esta posibilidad
persecución o ius perseguir la cosa de manos
persequendi de quien la posea (incluso
terceros)
Derecho de El titular del derecho real No otorgan preferencia, salvo los
preferencia o ius tiene preferencia sobre créditos privilegiados, creados por
preferendi cualquier otro derecho que ley y de carácter excepcional
se constituya sobre la misma
cosa con posterioridad
Prescripción Adquisitiva Liberatoria
Publicidad Requieren de un régimen de No requieren de un régimen de
publicidad posesoria o publicidad
registral
Duración Perpetuos o temporales Siempre temporales

A medida que estudiemos el régimen de los derechos personales y de los


derechos reales veremos con mayor profundidad estas diferencias.
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Aplicaciones prácticas de la noción de patrimonio

A continuación analizaremos dos aplicaciones prácticas de la noción de


patrimonio de trascendental importancia: el funcionamiento de la garantía frente a las
deudas que contrae una persona, y la transmisibilidad de sus bienes en caso de
muerte.
La creación de las doctrinas clásicas y modernas ya analizadas en los párrafos
anteriores, obedece a la necesidad, justamente, de explicar el porqué de los efectos
establecidos por el ordenamiento jurídico en estos temas.

El patrimonio en la sucesión por causa de muerte o "mortis causa"

Señala Zannoni: “Con el término sucesión... se designan todos aquellos


supuestos en que se produce el cambio o sustitución de uno o más sujetos de una
relación jurídica, o de un conjunto de relaciones jurídicas, en virtud de una
transferencia o transmisión: cesión, enajenación, etc. La sucesión, de tal modo,
provoca una modificación subjetiva de la relación jurídica aunque queda inalterado, en
principio, su contenido y su objeto” (1992:1).
La sucesión puede producirse por acto entre vivos o por causa de muerte. Ésta
última se la denomina mortis causa.
Cuando una persona fallece, se plantea el problema jurídico de qué debe ocurrir
con sus derechos y obligaciones (los que incluyen lógicamente sus bienes).
El Código Civil de Vélez Sarsfield adoptó el sistema romano de sucesión en el
patrimonio6. Este sistema consideraba al patrimonio como un atributo de la
personalidad. Fallecido el sujeto, que aquí se lo denomina causante (porque da origen
a la sucesión), se extingue su personalidad. Es por ello que el derecho considera que
sus herederos continúan la personalidad del causante.
Así, éstos pasan a ser titulares de todo lo que el causante era titular, incluidos
tanto los derechos como las obligaciones. Expresa Zannoni: “El sucesor universal,
desde esta perspectiva subingresa -se coloca- en tal posición jurídica y viene a
continuar, de ese modo, la subjetividad jurídica del causante, reputándoselo erga
omnes el titular del patrimonio” (1992:5)7.
Consecuencia de este sistema es que, ocurrida la muerte del causante, en forma
instantánea se produce la sucesión, continuando los herederos su persona, y
confundiéndose los patrimonios del causante y del heredero. Esto es, el heredero debe
responder no sólo con los bienes de la sucesión, sino incluso con sus propios bienes,
por las deudas que tenía el causante.
La consecuencia es totalmente lógica. Si consideramos al patrimonio como
atributo de la personalidad, y afirmamos luego que el heredero continúa la persona del
6
También podríamos denominarlo sucesión en la persona. Se distingue del sistema de origen germánico
denominado sucesión en los bienes.
7
Los destacados son del autor.
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causante, concluiremos que él será titular de todos los derechos y obligaciones que su
antecesor, y que deberá responder por sus obligaciones incluso con sus bienes
propios.
Ahora bien, el sistema legal podía traer aparejado verdaderas injusticias, ya que
de pronto un heredero podía verse obligado a saldar deudas que él no había contraído
al aceptar una herencia de la que desconocía su pasivo. El remedio introducido por la
ley para evitar que el heredero deba hacer frente a deudas contraídas por el causante,
cuando sus bienes no alcancen a cubrirlas, se denominaba aceptación de la herencia
con beneficio de inventario, lo que actuaba como una suerte de limitación a los bienes
del acervo hereditario. La aceptación con este beneficio se presumía.
El nuevo CCyC mantiene algunos de estos principios tradicionales, aunque
modifica otros:
1º) Desde la muerte del causante, los herederos tienen todos los derechos y
acciones de aquél de manera indivisa, con excepción de los que no son transmisibles
por sucesión (Ej. Los derechos personalísimos) y continúan en la posesión de lo que el
causante era poseedor. En este sentido, es igual al sistema anterior.
2º) La herencia comprende todos los derechos y obligaciones del causante que
no se extinguen por su fallecimiento (art. 2277 CCyC).
3º) Las deudas del causante se cubren en principio sólo con los bienes recibidos
por los herederos (art. 2280 in fine CCyC), eliminándose la distinción entre aceptación
lisa y llana y la aceptación con beneficio de inventario. La aceptación de la herencia
siempre es con beneficio de inventario.
4º) El heredero queda obligado por las deudas de la sucesión sólo hasta la
concurrencia del valor de los bienes hereditarios recibidos (art. 2317 CCyC), pero
responderá con sus propios bienes si: a). No hace el inventario en el plazo de tres
meses desde que los acreedores o legatarios lo intiman judicialmente a su realización;
b). Si oculta fraudulentamente los bienes de la sucesión omitiendo su inclusión en el
inventario; c). Si exagera dolosamente el pasivo sucesorio; d). Si enajena bienes de la
sucesión, excepto que el acto sea conveniente y el precio obtenido ingrese a la masa
(2321 CCyC).

El patrimonio y su función de garantía

Otro de los efectos prácticos de la noción de patrimonio es que el deudor


responde frente a sus acreedores con todos sus bienes, sin distinguir si los mismos
están afectados o no a un fin determinado.
Ejemplo: si un contador o un médico contrae una deuda de responsabilidad
profesional (por haber incurrido en mala praxis), debe responder con todos sus bienes,
y no sólo con los que él utiliza para realizar esa actividad. Así, tanto el inmueble que
destina como oficina o consultorio para el ejercicio profesional, como el inmueble
donde vive con su familia, pueden ser embargados y rematados para el cobro del
crédito, sin obligación para el acreedor de seguir orden alguno.
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Lo mismo ocurre con las obligaciones asumidas por un comerciante o, en


general, con todas las obligaciones de cualquier naturaleza. El deudor, siempre va a
responder con todos sus bienes. De allí la expresión “El patrimonio es la prenda común
de los acreedores”.
Así se ha sostenido “La conocida expresión de que "el patrimonio es la prenda o
garantía común de los acreedores", si bien no tenía recepción expresa en el CC, podía
deducirse de varias disposiciones, y era reconocida por doctrina y jurisprudencia. Este
principio significa que todos los bienes del deudor responden por las deudas que él
tenga y ante un incumplimiento los acreedores pueden ejecutar sus bienes y cobrarse
del producido de éstos.” (Molina Quiroga, 2014)
No debe entendérsela en su sentido técnico, ya que es incorrecto. La prenda es
un derecho real de garantía que recae sobre bienes muebles, y no es necesario que los
acreedores constituyan con su deudor una prenda para después ejecutar ese bien.
Además, no sólo los bienes muebles están afectados al cumplimiento de las
obligaciones, también los inmuebles lo están. Lo que quiere decir esta frase tradicional
es que cualquier bien que se encuentre en manos del deudor puede servir para el cobro
de una obligación. Salvo, claro está, las excepciones previstas por la ley, como el
supuesto del fideicomiso (patrimonio separado), y de los bienes inembargables.
En el CCyC, el principio reseñado tiene expresa consagración en el Capítulo 2, del
Título III, que regula la función de garantía de los bienes. El art. 242 dice expresamente
que todos los bienes del deudor están afectados al cumplimiento de sus obligaciones y
constituyen la garantía común de sus acreedores, con excepción de aquellos que este
Código o leyes especiales declaran inembargables o inejecutables. Los patrimonios
especiales autorizados por la ley sólo tienen por garantía los bienes que los integran.
El nuevo CCyC en la parte general que regula los bienes (Libro I, Tít. III, Cap. II)
contiene un capítulo que expresa esta función de garantía de la siguiente manera:
“ARTÍCULO 242.- Garantía común. Todos los bienes del deudor están afectados
al cumplimiento de sus obligaciones y constituyen la garantía común de sus
acreedores, con excepción de aquellos que este Código o leyes especiales declaran
inembargables o inejecutables. Los patrimonios especiales autorizados por la ley sólo
tienen por garantía los bienes que los integran.”
Y agrega una protección adicional novedosa en función del interés común:
“ARTÍCULO 243.- Bienes afectados directamente a un servicio público. Si se trata de
los bienes de los particulares afectados directamente a la prestación de un servicio
público, el poder de agresión de los acreedores no puede perjudicar la prestación del
servicio”.

Distintos tipos de acreedores


En principio, todos los acreedores se encuentran en pie de igualdad frente al
mismo deudor. Pero cuando uno o todos sus bienes no alcanzan para cubrir el monto
de los créditos de distintos acreedores, se plantea el problema de a quién se debe
pagar primero.
14

El derecho distingue tres categorías de acreedores:


a) Los privilegiados: son los titulares de un privilegio establecido
exclusivamente por la ley. Ellos tienen preferencia de ser pagados con
anterioridad a otros. Ej.: el privilegio que tiene quien reparó una cosa
mueble sobre el producido de esa cosa.
b) Los acreedores con derecho real de garantía: en este caso, a través de
la voluntad de las partes, surge en cabeza de un acreedor una
preferencia para ser pagado antes que otros, sobre el producido de un
bien. Ej.: el acreedor hipotecario tiene preferencia sobre el producido
del inmueble.
c) Los acreedores comunes o quirografarios: son los que no tienen
ninguna preferencia. En caso de no alcanzar los bienes para satisfacer
sus créditos, los mismos se distribuyen a prorrata.
El estudio en profundidad de este tema se realizará en otra asignatura de la
carrera (Concursos y Quiebras).

Bienes inembargables
Como excepción al principio del patrimonio en su función de garantía, el
ordenamiento jurídico ha excluido por razones de interés social algunos bienes que,
como tales, son inembargables.
La determinación de la inembargabilidad de un bien siempre debe realizarla la
ley. Las partes no pueden voluntariamente excluir un bien de su garantía. En general,
este tema ha sido materia no sólo de leyes nacionales, sino de los ordenamientos
procesales provinciales. Un estudio más en detalle será realizado en la asignatura
Derecho Privado II.
Adelantamos aquí algunos supuestos. El nuevo CCyC sistematiza este tema en el
Lib. III, Tít. I, Cap. 2, Sección 3ª, cuando regula la garantía común de los acreedores en
el régimen de las obligaciones.
“ARTÍCULO 743.- Bienes que constituyen la garantía. Los bienes presentes y
futuros del deudor constituyen la garantía común de sus acreedores. El acreedor
puede exigir la venta judicial de los bienes del deudor, pero sólo en la medida
necesaria para satisfacer su crédito. Todos los acreedores pueden ejecutar estos
bienes en posición igualitaria, excepto que exista una causa legal de preferencia.”
Y el Art. 744: “Bienes excluidos de la garantía común. Quedan excluidos de la
garantía prevista en el artículo 743:
a. las ropas y muebles de uso indispensable del deudor, de su cónyuge o
conviviente, y de sus hijos;
b. los instrumentos necesarios para el ejercicio personal de la profesión, arte u
oficio del deudor;
15

c. los sepulcros afectados a su destino, excepto que se reclame su precio de


venta, construcción o reparación;
d. los bienes afectados a cualquier religión reconocida por el Estado;
e. los derechos de usufructo, uso y habitación, así como las servidumbres
prediales, que sólo pueden ejecutarse en los términos de los artículos 2144, 2157 y
2178;
f. las indemnizaciones que corresponden al deudor por daño moral y por daño
material derivado de lesiones a su integridad psicofísica;
g. la indemnización por alimentos que corresponde al cónyuge, al conviviente y a
los hijos con derecho alimentario, en caso de homicidio;
h. los demás bienes declarados inembargables o excluidos por otras leyes.”
Entre los bienes no enumerados podemos destacar el inmueble destinado a
vivienda que es afectado en el Registro de la Propiedad con tal fin, y que no es
susceptible de ejecución por deudas posteriores a su inscripción (art. 249 CCyC), salvo
excepciones.
También puede ocurrir que la inembargabilidad sea no sobre el todo, sino sobre
una parte, y siempre que se den determinadas condiciones, como es el caso de los
salarios, sueldos, pensiones, jubilaciones o retiros.

BIENES Y COSAS

A continuación analizaremos el concepto de los bienes y de las cosas, que


constituyen el objeto de la relación jurídica. Ambos son susceptibles de apreciación en
dinero.

Diferencias conceptuales según el Código Civil y Comercial

El CCyC en su título preliminar (cap. 4 Derechos y bienes) da unas nociones


generales respecto de quiénes son los titulares de los derechos, y cuáles pueden ser su
objeto.
“ARTÍCULO 15.- Titularidad de derechos. Las personas son titulares de los
derechos individuales sobre los bienes que integran su patrimonio conforme con lo
que se establece en este Código.” Y el “ARTÍCULO 16.- Bienes y cosas. Los derechos
referidos en el primer párrafo del artículo 15 pueden recaer sobre bienes susceptibles
de valor económico. Los bienes materiales se llaman cosas. Las disposiciones
referentes a las cosas son aplicables a la energía y a las fuerzas naturales susceptibles
de ser puestas al servicio del hombre.”
16

Para nuestro derecho entonces los bienes son el género, compuesto por objetos
inmateriales (por ejemplo un derecho creditorio), y objetos materiales (cosas),
susceptibles de apreciación pecuniaria. Las cosas son la especie.8

Clasificación de las cosas consideradas en sí mismas

Con relación a las cosas en sí mismas, el CCyC trae una serie de clasificaciones
cuya importancia radica en los distintos regímenes jurídicos aplicables. A continuación
analizaremos esos artículos.9 Se encuentran en la parte general (Libro I, Título III:
Bienes, Capítulo 1: Bienes con relación a las personas y los derechos de incidencia
colectiva). Trata en esta Sección 1°: Conceptos. Incluyendo la clasificación de las cosas
consideradas en sí mismas, que enumeramos a continuación.

Cosas muebles e Inmuebles

El nuevo CCyC simplifica la anterior clasificación utilizada por el CC de Vélez, y las


define en tres artículos:
“ARTÍCULO 225.- Inmuebles por su naturaleza. Son inmuebles por su naturaleza
el suelo, las cosas incorporadas a él de una manera orgánica y las que se encuentran
bajo el suelo sin el hecho del hombre.”
“ARTÍCULO 226.- Inmuebles por accesión. Son inmuebles por accesión las cosas
muebles que se encuentran inmovilizadas por su adhesión física al suelo, con carácter
perdurable. En este caso, los muebles forman un todo con el inmueble y no pueden ser
objeto de un derecho separado sin la voluntad del propietario.”
“No se consideran inmuebles por accesión las cosas afectadas a la explotación
del inmueble o a la actividad del propietario.”
La accesión física está prevista en el primer párrafo, y se constituyen por el
hecho del hombre (por ejemplo una construcción de una casa de ladrillos, o de un
galpón metálico, que está formada inicialmente por cosas muebles).
El anterior CC también distinguía a la accesión moral (antiguo art. 2316), que
consideraba también inmuebles a las cosas muebles que se encontraban puestas
intencionalmente, como accesorias de un inmueble, por el propietario de éste, sin
estarlo físicamente. Se trataba de cosas que, si bien por su naturaleza eran muebles, y
no estaban adheridas físicamente al inmueble, estaban sin embargo a su servicio, de
manera permanente. El típico ejemplo era el de los arados y útiles de labranza de un
fundo, que los colocaba allí el dueño sin intención de desplazarlos.
8
Según el Código Civil de Vélez Sarsfield, reformado por la ley 17.711, el art. 2311 prescribía: “Se llaman
cosas en este Código, los objetos materiales susceptibles de tener un valor. Las disposiciones referentes
a las cosas son aplicables a la energía y a las fuerzas naturales susceptibles de apropiación”. Y el art.
2312 Cód. Civ.: “Los objetos inmateriales susceptibles de valor, e igualmente las cosas, se llaman
«bienes»...” En esto no se han producido cambios.
9
Se han producido algunas reformas de importancia respecto del antiguo CC, sobre todo en materia de
cosas muebles e inmuebles.
17

Debido a que las relaciones económicas actuales se han modificado de manera


sustancial respecto del siglo pasado, el nuevo CCyC abandona esta noción, y en el
último párrafo del art. 226 señala que las cosas (muebles) afectadas a la explotación de
un inmueble no se consideran que acceden a este último. Ello se justifica porque
actualmente la maquinaria puede tener un valor muy significativo, incluso mayor al del
propio inmueble, y debido a las nuevas formas de organización empresaria,
difícilmente se inmovilice un capital (integrado por esas cosas muebles), para dejarlo
en un lugar fijo, cuando es posible trasladarlo y optimizar su utilidad (por ejemplo: ya
nadie deja una cosechadora en un campo para ser utilizada solamente allí, sino que
organiza una empresa que la traslada a distintos inmuebles para aprovechar su uso). 10
También prescribe el CCyC. “ARTÍCULO 227.- Cosas muebles. Son cosas muebles
las que pueden desplazarse por sí mismas o por una fuerza externa.” Si la cosa puede
desplazarse por sí misma se la denomina semoviente. Es el caso del ganado. Cuando la
cosa tiene ruedas y propulsión propia se la denomina locomóvil. Es el caso de los
automotores.
En definitiva, las cosas pueden ser:
a) Inmuebles:
1) por su naturaleza;
2) por accesión física

b) Muebles

Importancia de su distinción
Varias son las diferencias que existen en los regímenes jurídicos aplicables a cada
clase de cosas, las que iremos estudiando a lo largo del curso. Entre ellas podemos
mencionar:
a) Los plazos de prescripción adquisitiva son diferentes. La prescripción
adquisitiva breve, que requiere justo título y buena fe, es de 10 años en
los inmuebles y de 2 años para las cosas muebles hurtadas o perdidas
(art. 1898) (si la cosa mueble no es ni hurtada ni perdida, su posesión
sirve para adquirir el derecho real (art. 1895). La prescripción adquisitiva
larga es de 20 años para los inmuebles y de 10 años para la cosa mueble
registrable no hurtada ni perdida (art. 1899);

10
También se eliminó la clasificación de inmueble por su carácter representativo. Prescribía el art. 2317
Cód. Civ.: “Son inmuebles por su carácter representativo los instrumentos públicos de donde constare la
adquisición de derechos reales sobre bienes inmuebles, con exclusión de los derechos reales de
hipoteca y anticresis.” Esta categoría había sido criticada por innecesaria y contradictoria. Los
instrumentos públicos son papeles que carecen de todo valor económico en sí mismos
(independientemente del derecho que representan), y son perfectamente transportables (Salvat). De allí
su eliminación.
18

b) Los derechos reales de garantía tienen objetos distintos (la hipoteca


recae sólo sobre inmuebles, mientras que la prenda lo hace sobre cosas
muebles);
c) La competencia para el inicio de acciones motivadas en esas cosas
también es distinta.

Cosas fungibles y no fungibles

“ARTÍCULO 232.- Cosas fungibles. Son cosas fungibles aquellas en que todo
individuo de la especie equivale a otro individuo de la misma especie, y pueden
sustituirse por otras de la misma calidad y en igual cantidad.”
La característica principal de las cosas fungibles es que pueden ser sustituidas o
reemplazadas por otras cosas de igual calidad y cantidad. El dinero es una cosa
típicamente fungible, los granos, el combustible, etc.
El régimen aplicable a cada clase de cosa difiere en varios aspectos. Entre ellos:
a) En materia de obligaciones, las que recaen sobre cosas
fungibles, hasta que no se realice la elección (concentración)
tienen un régimen diferente: el principio general es que el
género nunca perece. De allí se derivan varias consecuencias
frente a la pérdida o deterioro de la cosa, etc. Efectuada la
elección, se les aplican las reglas de las obligaciones de dar
cosas ciertas (que, en el caso, son no fungibles).
b) Los contratos de locación y comodato sólo pueden recaer
sobre cosas no fungibles, mientras que el mutuo sólo tiene
como objeto cosas fungibles.

Cosas consumibles y no consumibles

Dice el CCyC “ARTÍCULO 231.- Cosas consumibles. Son cosas consumibles


aquellas cuya existencia termina con el primer uso. Son cosas no consumibles las que
no dejan de existir por el primer uso que de ellas se hace, aunque sean susceptibles de
consumirse o deteriorarse después de algún tiempo.”
Puede ocurrir que la cosa deje de existir con el primer uso (un alimento), o bien
que dejen de existir para quien las tenía por no distinguirse en su individualidad (es el
caso del dinero, consumible por excelencia)11.
Con relación a las cosas no consumibles, el CCyC aclara que, aun cuando puedan
deteriorarse con el paso del tiempo, ellas no pierden esa calidad si no se extinguen.
Así, un automóvil, si bien se deteriora mediante su uso, no llega a desaparecer o a
perder su valor económico de manera tal que deje de existir.

11
Cuando entrego un billete de $ 10 deja de existir de mi patrimonio, además de perderse en su
individualidad, al ingresar a la circulación.
19

Cosas divisibles e indivisibles

Nuevamente el CCyC contempla aquí otra clasificación. Según su art. “ARTÍCULO


228.- Cosas divisibles. Son cosas divisibles las que pueden ser divididas en porciones
reales sin ser destruidas, cada una de las cuales forma un todo homogéneo y análogo
tanto a las otras partes como a la cosa misma.”
“Las cosas no pueden ser divididas si su fraccionamiento convierte en
antieconómico su uso y aprovechamiento. En materia de inmuebles, la reglamentación
del fraccionamiento parcelario corresponde a las autoridades locales.”
Se trata de determinar si la cosa puede ser partida de tal manera que, cada
fracción, sea igual en sus cualidades a la otra fracción, y al todo que les dio origen. El
dinero es un ejemplo de una cosa divisible. También los cereales. Tomemos este
último ejemplo. Si divido cinco quintales de soja en 2 partes, cada fracción de dos
quintales y medio será igual en calidad a la otra, e idéntica además al todo que le dio
origen. En cambio, si tomamos un animal (una vaca), si bien puedo darle distintos
cortes para su consumo, cada porción es diferente a la otra (un corte de lomo no es
igual a un corte de nalga), y cada fracción, es completamente distinta al todo (no
presenta las mismas cualidades un trozo de lomo, que un animal vivo y completo).
Por otra parte, la divisibilidad natural que pueden sufrir determinadas cosas
puede traer aparejado un serio perjuicio económico. Un ejemplo muy utilizado es el
relativo a la tierra que se destina a la explotación agrícola. Yo puedo tener 1000 ha,
todas con las mismas aptitudes productivas, que puedo fraccionar en dos partes de
500 ha cada una. ¿Pero puedo dividirlas en 100 partes de 10 ha cada una?
Materialmente sí, pero económicamente no, ya que 10 ha es una fracción tan pequeña
que no puede utilizarse para una explotación económica agrícola racional (salvo que
pueda acreditar que existe una actividad productiva que puede desempeñarse en un
espacio tan reducido).
Es que en esencia, el concepto mismo de divisibilidad no sólo atiende a la
naturaleza de las cosas, sino al aspecto económico. Una cosa que, al ser dividida,
pierde considerablemente su valor (aun sumando los valores individuales de cada
fracción), evidentemente no es divisible, ya que no presenta las mismas características
que el todo.
Es por ello que la divisibilidad material puede limitarse según el destino
económico. Respecto de la derivación de facultades a las autoridades locales, las
Provincias fijan según distintas pautas cuáles son las superficies mínimas, a las que se
denomina unidad económica.
Con relación al régimen legal, se observan diferencias en cuanto:
a) La partición de cosas comunes: en caso de tener que dividir las cosas comunes
el régimen es diferente. Por ej.: si la cosa es indivisible, y las partes no se ponen de
acuerdo, deberá subastarse (o eventualmente someterse a licitación) para dividir luego
el dinero producido por la subasta.
20

b) El CCyC prevé un régimen distinto para las obligaciones divisibles e indivisibles.


El tema es de interés sobre todo cuando junto con la divisibilidad del objeto de la
obligación, existe pluralidad de sujetos. Esto nos remite a las obligaciones
mancomunadas, que veremos en la asignatura Derecho Privado II.

Cosas principales y cosas accesorias

Prescribe el CCyC: “ARTÍCULO 229.- Cosas principales. Son cosas principales las
que pueden existir por sí mismas.” Y el art. siguiente: “ARTÍCULO 230.- Cosas
accesorias. Son cosas accesorias aquellas cuya existencia y naturaleza son
determinadas por otra cosa de la cual dependen o a la cual están adheridas. Su
régimen jurídico es el de la cosa principal, excepto disposición legal en contrario.”
“Si las cosas muebles se adhieren entre sí para formar un todo sin que sea
posible distinguir la accesoria de la principal, es principal la de mayor valor. Si son del
mismo valor no hay cosa principal ni accesoria.”
La finalidad principal de esta clasificación es la aplicación de la regla que dice que
las cosas accesorias siempre corren la suerte de la principal. El ejemplo clásico es el de
una pintura famosa, donde la cosa principal es la obra de arte, mientras que lo
accesorio es el marco. También puede citarse el caso de los frutos civiles, el contrato
de fianza, etc.

Frutos y productos

Las cosas pueden ser utilizadas para producir nuevas cosas, sea de manera
natural, sea con la intervención del hombre. De allí que en el CCyC se distingan los
conceptos de frutos y productos:
“ARTÍCULO 233.- Frutos y productos. Frutos son los objetos que un bien
produce, de modo renovable, sin que se altere o disminuya su sustancia.
Frutos naturales son las producciones espontáneas de la naturaleza.
Frutos industriales son los que se producen por la industria del hombre o la
cultura de la tierra.
Frutos civiles son las rentas que la cosa produce.
Las remuneraciones del trabajo se asimilan a los frutos civiles.
Productos son los objetos no renovables que separados o sacados de la cosa
alteran o disminuyen su sustancia.
Los frutos naturales e industriales y los productos forman un todo con la cosa, si
no son separados.
El régimen legal se diferencia según quién puede aprovecharlos, retirarlos, o
tiene obligación de restituirlos.
21

Cosas que están fuera o dentro del comercio

El CCyC finaliza su clasificación a través del “ARTÍCULO 234.- Bienes fuera del
comercio. Están fuera del comercio los bienes cuya transmisión está expresamente
prohibida: a. Por la ley; b. Por actos jurídicos, en cuanto este Código permite tales
prohibiciones.”
La finalidad de la distinción radica en la posibilidad que tienen estas cosas de ser
objeto de las relaciones jurídicas patrimoniales de los particulares. Así por ej.: un
contrato que tuviese como objeto una cosa fuera del comercio (una plaza pública)
sería nulo por carecer de objeto.

Cosas registrables y no registrables

Una clasificación de las cosas que no estaba contemplada en el Código Civil de


Vélez es según su posibilidad de inscripción en Registros especiales creados al efecto.
El principio de publicidad tradicional de los derechos reales, que fuera receptado
en el Código Civil, es el de la posesión. Los terceros conocían la existencia del derecho
real a partir de que las personas tenían una cosa bajo su poder, con la intención de
ejercer sobre ellas un derecho real, sin reconocer en otro la propiedad.
Cuando el tráfico de bienes se acentuó, y las cosas comenzaron a adquirir más
valor, el derecho se vio obligado a garantizar tanto a las partes (o titulares de
derechos) como a los terceros, un sistema de publicidad que fuese más seguro, y que
permitiera con facilidad identificar a los propietarios de una cosa, si la misma poseía o
no gravámenes, etc.
Se crearon así los Registros de la Propiedad, que nacieron primero en el ámbito
de la legislación provincial, con la finalidad de registrar todo lo relativo al tráfico de
inmuebles. Con posterioridad, el Código Civil receptó esta práctica, incluyendo como
requisito, a veces para la constitución de un derecho y en otras oportunidades para su
oponibilidad a terceros; la inscripción de la operación en el registro correspondiente.
Actualmente podemos señalar como los principales registros en nuestro medio:
a) El Registro General de la Propiedad. Se registran allí las transferencias y
constitución de gravámenes sobre cosas inmuebles. Las inscripciones en él son
declarativas. Esto significa que, para que un sujeto adquiera el dominio le alcanza con
el título y el modo. Entre las partes que intervinieron en la formación del título (por ej.:
un contrato de compraventa mediante escritura pública), el derecho se considera
transmitido con la unión de esos dos requisitos. Pero para que este derecho sea
oponible a terceros (por ej.: un acreedor del vendedor), se hace necesaria su
inscripción.
b) El Registro de la Propiedad del Automotor. Las inscripciones en este caso son
constitutivas, por lo que, a los fines jurídicos, el titular de un automotor es el que figura
inscripto en el Registro, no sólo para los terceros, sino también para las partes que
intervinieron en su transferencia.
22

También existe un Registro de Créditos Prendarios (que inscribe constituciones


de prenda sobre bienes muebles que, en principio, no son registrables), y otros más
propios de otras ramas del derecho.
En todos, sin lugar a dudas, la finalidad de su creación obedece, en primer lugar,
a un aspecto económico. Las cosas de mayor valor son las que se registran. En segundo
término, a un principio de seguridad jurídica. La publicidad que brindan estos registros
es mucho más segura que la que puede brindar una situación de hecho, como lo es la
posesión.
El nuevo CCyC no contiene un artículo específico que señale esta clasificación,
pero la utiliza en un sinnúmero de normas (en el régimen patrimonial del matrimonio,
en las obligaciones de dar, en las normas relativas a la prescripción adquisitiva, etc.)

Clasificación de los bienes con relación a las personas

Señalábamos en párrafos anteriores que el CCyC trae una la siguiente


clasificación en la parte general (Libro I, Título III: Bienes, Capítulo 1, Sección 1°: Bienes
con relación a las personas y los derechos de incidencia colectiva y en la Sección 2°:
Bienes con relación a las personas.
El CCyC distingue tres tipos de bienes: bienes del dominio público del Estado
(arts. 235 y 237 del CCyC), bienes del dominio privado del Estado (art. 236 del CCyC) y,
finalmente, bienes de los particulares (art. 238 del CCyC).

Bienes del dominio público del Estado

Los bienes del dominio público del Estado, sea nacional, provincial o municipal
pueden ser cosas muebles o inmuebles que tienen una finalidad de utilidad pública,
por lo que los particulares tienen el uso general y gratuito de estos bienes. Se trata de
bienes que carecen de un valor patrimonial.
Asimismo, el Estado no puede ejercer atribuciones propias de un dueño sobre
estos bienes. Es por ello que no puede venderlos, hi hipotecarlos, ni gravarlos de
ningún modo, mientras no sean desafectados del dominio público. En consecuencia,
son bienes inenajenables, inembargables e imprescriptibles.
Por ello se sostiene12 que el Estado tiene sobre estos bienes una facultad
reglamentaria, una “propiedad” en sentido Constitucional, no un “dominio” en el
sentido del derecho real de dominio del CCyC. Rigen, en consecuencia, en las
relaciones con estos bienes del dominio público del Estado las normas de Derecho
Constitucional y del Derecho Administrativo.
El art. 235 del CCyC enumera dentro de estos bienes:
 El mar territorial;

12
RIVERA, Julio César y CROVI, Luis Daniel. Derecho Civil. Parte General, Abeledo Perrot, Buenos Aires,
2016.
23

 Las aguas interiores, bahías, golfos, ensenadas, puertos, ancladeros y las playas
marítimas;
 Los ríos, estuarios, arroyos y demás aguas que corren por cauces naturales, los
lagos y lagunas navegables, los glaciares, el ambiente periglacial y toda otra
agua que tenga o adquiera la aptitud de satisfacer usos de interés general;
 Las islas formadas o que se formen en mar territorial;
 El espacio aéreo suprayacente al territorio y aguas jurisdiccionales de la Nación
Argentina;
 Las calles, plazas, caminos, canales, puentes y cualquier otra obra pública
construida para utilidad o comodidad común;
 Los documentos oficiales del Estado;
 Las ruinas y yacimientos arqueológicos y paleontológicos.

Bienes del dominio privado del Estado


Los bienes del dominio privado del Estado -sea nacional, provincial o municipal-
pueden ser cosas muebles o inmuebles sobre las que rigen las mismas reglas aplicables
a los bienes que son del dominio de los particulares.
Aquí existe un verdadero derecho de dominio del Derecho Privado y se aplica la
normativa de los Derechos Reales contenida en el Libro Cuarto del Código Civil y
Comercial y las leyes especiales que pudieren corresponder.
El art. 236 del CCyC enumera dentro de estos bienes:
 Los inmuebles que carecen de dueño;
 Las minas de oro, plata, cobre, piedras preciosas, sustancias fósiles y toda otra
de interés similar, según lo normado por el Código de Minería;
 Los lagos no navegables que carecen de dueño;
 Las cosas muebles de dueño desconocido que no sean abandonadas excepto
los tesoros;
 Los bienes adquiridos por el Estado nacional, provincial o municipal por
cualquier título.

Bienes de los particulares


24

Los bienes de los particulares son aquellos que pertenecen a los individuos -
personas humanas- o a las personas jurídicas y, en consecuencia, no pertenecen ni al
dominio público ni al dominio privado del Estado. Sobre ellos rigen las disposiciones -
en lo que respecta al derecho real de dominio- contenidas en el Código Civil y
Comercial y en las leyes especiales y reglamentaciones, tanto nacionales como
provinciales y municipales, en lo que fuere pertinente.-

Bibliografía

Borda, Guillermo A. Tratado de Derecho Civil Argentino. Parte General – Tomo II.
3ª edición ampliada y actualizada. Ed. Perrot. Buenos Aires, 1959.
Llambías, Jorge J. Tratado de Derecho Civil. Parte General - Tomo II. 4ª edición
actualizada. Ed. Perrot. Buenos Aires, 1970.
Molina Quiroga, Eduardo. Principales reformas en materia de derechos reales en
el Código Civil y Comercial de la Nación. La Ley. Suplemento Especial Nuevo Código
Civil y Comercial 2014 (noviembre), 165.
Rivera, Julio César y Crovi, Luis Daniel. Derecho Civil. Parte General, Abeledo
Perrot, Buenos Aires, 2016.
Zannoni, Eduardo A. Manual de derecho de las sucesiones. 2ª edición actualizada.
Ed. Astrea. Buenos Aires, 1992.-

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