La Situación Del Movimiento Comunista Internacional y Nuestras Tareas

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Editorial Aurora
Caracas, 2023

Revisión
Julio García C.

Diagramación y Diseño
Carolina Sandoval Q.

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Nota preliminar

E l movimiento comunista internacional, confor-


mado por los partidos que reivindican –aunque
sea declarativamente– el legado de la Revolución
Bolchevique (1917) y de la experiencia de la Interna-
cional Comunista (1919-1943), del Campo Socialista
y de la URSS (1922-1991), está viviendo un álgido mo-
mento de crisis debido a la definición de posiciona-
mientos que cada uno hubo de hacer ante la invasión
rusa a Ucrania y la guerra que conllevói.
Esta crisis puso en evidencia y agudizó las pre-
existentes diferencias de enfoque y de concepciones
político-ideológicas entre organizaciones del movi-
miento comunista internacional, lo cual, de entrada,
no debería sorprender tanto, porque es natural que
en éste se desarrolle una expresión de la lucha de cla-
ses que se libra en las sociedades y en el mundo.
Lo que corresponde ante esta realidad es hacer
análisis, definiciones y deslindes, que apunten a la
depuración, reconstrucción y reagrupamiento revo-
lucionario del movimiento comunista a nivel nacio-
nal e internacional.
Con estos objetivos, para alimentar el debate, po-
nemos a disposición una Resolución del reciente 8º
Pleno del Comité Central de Partido Comunista de los
Trabajadores de España (PCTE), que constituye un
compendio claro de sus conceptos en esta materia.

Editorial Aurora
Noviembre de 2023

i
Véase: Un año de guerra en Ucrania, volumen 1 y volumen 2 (Editorial Aurora,
Caracas, 2023).
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E l Comité Central del PCTE, reunido el 8 de oc-
tubre de 2023, analizó la situación el Movi-
miento Comunista Internacional, los debates que
se están produciendo a raíz del estallido de la
guerra imperialista en Ucrania y los ataques que
se están realizando contra partidos comunistas y
obreros hermanos.
Ante la evolución de los acontecimientos, con-
sideramos necesario recordar nuestros análisis y
visión sobre la situación internacional y sobre al-
gunos aspectos esenciales para la superación de
la crisis que vive el Movimiento Comunista Inter-
nacional.
Consideramos que, sin caracterizar correcta-
mente la época en que vivimos y luchamos, no es
posible formular una estrategia comunista ade-
cuada, para cuya concreción hay que abordar ne-
cesariamente el carácter de la revolución, el pa-
pel del Partido Comunista, la participación de los
comunistas en los gobiernos burgueses, la polí-
tica de alianzas y la posición que tomar cuando se
agudizan las confrontaciones interimperialistas.

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– Vivimos en la época marcada por la transi-
ción del capitalismo al socialismo-comunismo,
que se abrió tras el triunfo de la Gran Revolu-
ción Socialista de Octubre.
La Revolución de Octubre confirmó a la clase
obrera como la fuerza social que puede y debe di-
rigir la lucha revolucionaria por una sociedad li-
bre de explotación. Confirmó el papel insustitui-
ble de la vanguardia política revolucionaria: el
Partido Comunista, como instrumento dirigente
de la lucha revolucionaria por el derrocamiento
del capitalismo y de la construcción de la nueva
sociedad socialista-comunista.
Es un hecho irrefutable que ningún sistema
socioeconómico se ha consolidado inmediata-
mente en la historia de la humanidad. La propia
burguesía necesitó aproximadamente cuatro si-
glos para establecer su poder y abolir el predomi-
nio de las relaciones feudales. Fue un proceso
contradictorio caracterizado por una sucesión de
revoluciones y contrarrevoluciones que abarcó
toda una época histórica que terminó con la vic-
toria de la burguesía.
El tránsito de una fase inferior de desarrollo a
otra superior no es un proceso ascendente di-
recto. Por tanto, como se comprobó en la Unión
Soviética y en otros países socialistas, la cons-
trucción socialista lleva aparejada la posibilidad
de una vuelta al capitalismo, de una contrarrevo-
lución. Aun así, la existencia y logros de la socie-
dad socialista, inaugurada por la Revolución de
Octubre, demostraron que es posible una socie-

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dad sin patrones, sin capitalistas propietarios de
los medios de producción. Esta conclusión no se
invalida por el hecho de que en el siglo XX no se
lograse derrotar definitivamente al capitalismo.

– Vivimos en la época del imperialismo. En el


tránsito entre el siglo XIX y el XX el capitalismo
mundial entró en su fase imperialista. Tal y como
señaló Lenin y se comprueba a diario, el imperia-
lismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en
que ha tomado cuerpo la dominación de los mo-
nopolios y del capital financiero. El imperialismo
es la fase superior y última del capitalismo, en la
que opera un inexorable proceso de concentra-
ción y centralización del capital, de monopoliza-
ción de la economía, de agonía, parasitismo y
descomposición, que acentúa la explotación de la
clase obrera y el saqueo de los pueblos con el
único objetivo de maximizar las ganancias de los
monopolios.
La sustitución de la libre competencia por los
monopolios es el rasgo económico fundamental,
la esencia del capitalismo en su fase imperialista.
Un puñado de grandes empresas se reparten la
producción y el comercio mundial, aumentando
notablemente su poder durante las últimas déca-
das.
El imperialismo es capitalismo parasitario o
en descomposición. Crece el sector de rentistas y
especuladores, el sector de «cortadores de cu-
pón», crece el papel de los fondos de inversión, de
los fondos de los mercados a futuro o de los fon-

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dos de capital riesgo.
El imperialismo tiende a la dominación y a la
reacción política en todos los terrenos. Crece la
carrera armamentística y el papel de la industria
militar, que desarrolla nuevos y destructivos ar-
mamentos. Crecen las inversiones relacionadas
con la denominada guerra 4.0, la ciberseguridad
y el ciberespacio. Crecen también las inversiones
destinadas a la preparación y el empleo de ejérci-
tos mercenarios, empresas militares privadas
destinadas a participar en las llamadas guerras
«no convencionales».
Como resultado de todo ello, aumenta el ca-
rácter parasitario del capitalismo. Una parte
cada vez mayor de la riqueza es absorbida por los
presupuestos militares y por la preparación de
nuevos planes de injerencia. La militarización de
la economía y la preparación de nuevas guerras
imperialistas se confirma como una de las vías
más importantes para garantizar las máximas
ganancias monopolistas.
El devenir histórico ha confirmado que el im-
perialismo es capitalismo agonizante, es la ante-
sala de la revolución socialista.
La primacía de los monopolios ha implicado
una socialización del trabajo sin parangón en la
historia, ocupando la gran mayoría de la fuerza
de trabajo disponible. Con ello se agudiza la con-
tradicción fundamental del capitalismo entre el
carácter social de la producción y la forma pri-
vada, capitalista, de apropiación de lo producido.
Cada vez resulta más evidente que el carácter so-

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cial de la producción exige la propiedad social de
los medios de producción altamente concentra-
dos.
En nuestra época, las fuerzas productivas han
alcanzado un nivel tan alto de desarrollo que ya
no caben dentro de los estrechos márgenes de las
relaciones capitalistas de producción. El imperia-
lismo lleva las contradicciones hasta su último lí-
mite, hasta su grado extremo, sembrando la mi-
seria, la destrucción y la muerte, hasta el punto
de hacer peligrar la vida en el planeta.

– La lucha de clases sigue siendo el motor de


la historia. Tras el triunfo temporal de la contra-
rrevolución en la Unión Soviética y en la mayor
parte del campo socialista, las relaciones capita-
listas de producción son absolutamente hegemó-
nicas a escala mundial. En nuestra época se en-
frentan dos clases sociales principales: de un lado
la clase obrera, que constituye y agrupa a su alre-
dedor a una amplia mayoría social; de otro, la
burguesía, una minoría explotadora que detenta
en exclusiva el poder político. Se trata de una lu-
cha de clase contra clase.
La agudización de la contradicción entre el
trabajo y el capital se manifiesta en la intensifi-
cación de la explotación de la clase obrera y otras
capas trabajadoras, que ven empeorar constante-
mente sus condiciones de vida y trabajo. El capi-
talismo es incapaz de satisfacer las más básicas
necesidades de la clase obrera mundial del cam-
po y de la ciudad, que constituye la inmensa ma-

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yoría de la población.
Junto a la contradicción capital-trabajo, se in-
tensifica la contradicción entre las potencias ca-
pitalistas por las fuentes de materias primas, por
el control geoestratégico, lo que entraña como
elemento inevitable las guerras imperialistas y el
militarismo.
Las principales potencias mundiales y, con
ellas, el resto de países capitalistas, viven en una
constante pugna. Terminada la «Guerra Fría», el
capitalismo monopolista tuvo la oportunidad de
expandirse a través de una fabulosa exportación
de capitales hacia los países del Este europeo, que
sirvieron durante más de una década como vía de
escape a la sobreacumulación de capitales. Una
vez finalizado ese nuevo reparto del mundo, las
cosas comenzaron a cambiar. El nuevo orden
mundial proclamado sobre las ruinas de la Unión
Soviética, capitaneado por Estados Unidos como
única superpotencia mundial, chocó con la pro-
pia esencia de la fase imperialista del capita-
lismo.
Sobre la base de un mundo ya repartido, sólo
caben nuevos repartos. Y, eso, en las condiciones
de finales del siglo XX e inicios del XXI, ha traído
consigo una nueva disputa por la hegemonía
mundial «según el capital», «según la fuerza».
Nuevas guerras comerciales, nuevas disputas
por los recursos naturales y por las rutas de co-
mercio y transporte. También nuevos conflictos
armados (Irak, Yugoslavia, Afganistán, Libia, Si-
ria…). Toda eta situación conduce al mutuo debi-

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litamiento de los capitalistas, quebranta las posi-
ciones del capitalismo en general, aproxima el
momento de la revolución proletaria y hace de
ésta una necesidad práctica.
Sin embargo, han surgido nuevas teorías que
ocultan la esencia del sistema imperialista y que,
en uno u otro grado, tratan de situar a la clase
obrera detrás de una u otra sección de la burgue-
sía o de una u otra potencia imperialista, si-
guiendo siempre la lógica del mal menor, tal y
como sucedió ya durante la Primera Guerra Mun-
dial.

– El triunfo temporal de la contrarrevolu-


ción en la URSS y en otros países sumió al mo-
vimiento obrero revolucionario en una crisis
que venía de lejos y que aún perdura. En mu-
chos países, entre ellos el nuestro, esa crisis se vio
profundizada por la hegemonía de la corriente
eurocomunista y por la mutación socialdemó-
crata de los Partidos Comunistas y Obreros. No
sólo en España, sino también en muchos otros
países del mundo, la clase obrera ha atravesado
décadas de resistencia sin contar con un pro-
grama político propio, independiente de los in-
tereses de otras clases sociales. En el mejor de los
casos, han existido tentativas de defender nues-
tras mejores tradiciones de lucha mirando al pa-
sado, tratando de recuperar la estrategia ante-
rior a la crisis de nuestro movimiento y recupe-
rando posiciones interclasistas que, general-
mente, terminan por asentar en el seno de la

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clase obrera la creencia de que es posible refor-
mar el capitalismo en beneficio de la mayoría
trabajadora y que subordinan a nuestra clase a
los objetivos e intereses de otras clases sociales.
Es lo que sucede con la teoría de la multipola-
ridad, que expresa en esencia un compromiso
con las potencias que buscan remontar posicio-
nes en la cadena imperialista frente a aquellas
que ocupan una posición superior, convirtiendo
a la clase obrera en un mero peón en el juego de
las contradicciones entre países capitalistas, si-
tuando al proletariado bajo bandera ajena en una
disputa en la que los trabajadores y los pueblos
nada tienen que ganar.
Esas posiciones introducen importantes dis-
torsiones en la comprensión de la teoría leninista
del imperialismo y suponen un peligroso paso
atrás para el movimiento comunista internacio-
nal, al reducir esta fase del capitalismo a meras
relaciones de dominación. Cuando el imperia-
lismo deja de ser considerado como un sistema
mundial y se confunde con la política exterior de
algunas potencias imperialistas, cuando se sepa-
ran de forma artificial y metafísica la política in-
terior y exterior de cada país, cuando se propone
una arbitraria política de alianzas basada en un
supuesto frente mundial antiimperialista en el
que se incluye a potencias capitalistas y uniones
internacionales capitalistas que tan solo pugnan
por ocupar una mejor posición en la pirámide im-
perialista, lo que se expresa es la debilidad ideo-
lógica, política y organizativa del movimiento co-

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munista internacional.

– El carácter de la revolución en los países ca-


pitalistas se determina objetivamente por la con-
tradicción básica que debe resolver, la contradic-
ción capital - trabajo asalariado; y por la época en
que nos toca vivir y luchar, el imperialismo, que
es la antesala de la revolución socialista.
Esta situación mantiene la necesidad del par-
tido de nuevo tipo, que expresa la fusión de la teo-
ría revolucionaria con el movimiento obrero, que
basa su actividad en la clase obrera, clase de van-
guardia y sujeto de la revolución. El partido de
nuevo tipo expresa los intereses del proletariado
y da continuidad a su lucha, elaborando su pro-
grama revolucionario, su táctica y su estrategia
contemporáneas, sobre las bases de las leyes que
rigen el desarrollo social, asimilando crítica-
mente la experiencia histórica de quienes nos
precedieron en la lucha, defendiendo la cons-
trucción socialista durante el siglo XX y confron-
tando las calumnias burguesas y el revisionismo
histórico.
El movimiento obrero revolucionario no debe
minusvalorar las contradicciones interimperia-
listas, ni debe separar la política interna de la po-
lítica exterior de cada país. Por el contrario, debe
utilizar su intensificación para debilitar las posi-
ciones del capitalismo mundial. En ese esfuerzo,
la tarea de los comunistas es luchar decisiva y
metódicamente por la conquista del poder polí-
tico, para lo que es imprescindible la clase obrera

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no se alinee detrás de la burguesía de su país y
que no quede atrapada ni supeditada a los planes
de expansión de potencias o alianzas imperialis-
tas rivales.
Se hace imprescindible tener presente que
tanto la política interna como la exterior de cual-
quier país están determinadas por su posición en
el sistema imperialista mundial y sirven cons-
cientemente a la reproducción del capital y al
fortalecimiento de las relaciones de explotación.
El imperialismo es una época histórica en el desa-
rrollo del capitalismo y caracteriza a las socieda-
des de todos los países capitalistas, independien-
temente del nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas en cada país y de las relaciones de in-
terdependencia desigual entre ellos.
Las posiciones que enfatizan exclusivamente
las relaciones de dependencia, minusvalorando
la profundización del entrelazamiento de eslabo-
nes de la economía mundial y la interdependen-
cia entre ellos, no contribuyen a madurar la con-
ciencia política de la clase obrera y sus aliados.
Por consiguiente, desenfocan los objetivos de la
lucha de clases y su necesaria orientación hacia
el derrocamiento del capitalismo, la conquista
del poder y la construcción del socialismo-comu-
nismo, con independencia de la posición de cada
país en la pirámide imperialista, que siempre
tiene un carácter relativo y temporal.
La vigencia de la ley del desarrollo económico
y político desigual entre los distintos países capi-
talistas determina que las condiciones para el

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triunfo revolucionario maduren de forma dife-
rente en cada país o conjunto de países determi-
nados. Esto conlleva que las nuevas revoluciones
socialistas triunfarán inicialmente en un solo
país o grupo de países, ayudadas por la existencia
de una fuerza comunista internacional dotada de
una estrategia revolucionaria unificada que de-
bilite la capacidad de reacción del imperialismo
internacional.
La intensificación de las contradicciones que
caracterizan al imperialismo como capitalismo
agonizante no implica en ningún caso que el ca-
pitalismo vaya a desaparecer por sí mismo.
Quiere decir únicamente que el imperialismo es
la fase de desarrollo del capitalismo en la que han
madurado las condiciones para el asalto directo a
la fortaleza capitalista, planteando como tarea
inmediata la preparación multifacética de la
clase obrera para la conquista del poder político,
a fin de realizar las medidas económicas y políti-
cas que son la esencia de la revolución socialista.

– Nuestras tareas en el Movimiento Comu-


nista Internacional.
El Movimiento Comunista Internacional con-
tinúa atravesado por una grave crisis. En su seno
se manifiestan posiciones político-ideológicas
antagónicas. El PCTE continuará participando
activamente en todas las instancias internacio-
nales de las que forma parte, al mismo tiempo en
que se refuerzan las relaciones bilaterales y mul-
tilaterales con otros partidos hermanos, con el

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objetivo de que el Movimiento Comunista Inter-
nacional avance en la definición de una estrate-
gia revolucionaria contemporánea, basada en la
centralidad de la clase obrera mundial en el pro-
ceso revolucionario, en los aprendizajes de las ex-
periencias de construcción del socialismo du-
rante el siglo XX, en las leyes que rigen la cons-
trucción socialista y en su incompatibilidad con
las relaciones mercantiles.
Reafirmamos que nuestras tareas en el ám-
bito internacional van encaminadas a contribuir
a la superación de esta crisis, que es un proceso
lento y lleno de obstáculos de todo tipo, pero que
pasa ineludiblemente por el fortalecimiento po-
lítico-ideológico de los partidos comunistas y
obreros a través de la lucha por la defensa de los
principios del marxismo-leninismo y del inter-
nacionalismo proletario frente a la infiltración
de posiciones socialdemócratas, reaccionarias,
nacionalistas, chovinistas y diversionistas en su
seno.
Defendemos un Movimiento Comunista Inter-
nacional basado en el marxismo-leninismo y en
el internacionalismo proletario, que desarrolle
niveles superiores de coordinación y avance ha-
cia el reagrupamiento y la formulación de una
estrategia marxista-leninista, lo que implica una
colaboración bilateral y multilateral reforzada
con todos aquellos partidos que comparten con el
PCTE una misma posición político-ideológica.
El PCTE encamina su trabajo internacional al
fortalecimiento de las estructuras multilaterales,

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pero dando especial relevancia al estableci-
miento y desarrollo de relaciones bilaterales es-
tables, priorizando a los Partidos con quienes nos
unen lazos estrechos de carácter ideológico, cul-
tural o histórico.
Específicamente, el PCTE declara su voluntad
de estrechar lazos con los Partidos Comunistas y
Obreros de Europa y el Mediterráneo, así como
con los Partidos de los países hermanos de Amé-
rica y de los países donde existe mayor presencia
de los monopolios con sede en España.

* * *

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La Editorial Aurora valora altamente
su opinión acerca del contenido, diseño
y diagramación de la presente publicación.
Igualmente, agradece cualquier otra sugerencia.

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