La Tragedia de Ricardo III
La Tragedia de Ricardo III
La Tragedia de Ricardo III
Escena - Inglaterra
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¡Maldita la sangre que aquí dejó esta sangre! mortales no pueden resistir la mirada del
¡Caigan sobre el odioso miserable que con tu demonio! ¡Atrás, repugnante ministro del
muerte causa nuestra miseria más horrendas infierno! ¡Tú no tenías poder sino sobre su
desgracias que pueda yo desear a las cuerpo mortal, no sobre su alma! ¡Aléjate, por
serpientes, arañas, sapos y todos los reptiles tanto!
venenosos que se arrastran por el mundo! ¡Que GLOSTER.- ¡Dulce santa, por caridad, no estéis
si tuviese un hijo, sea abortivo, monstruoso y tan malhumorada!
dado a luz antes de tiempo, cuyo aspecto ANA.- ¡Horrible demonio, en nombre de Dios,
contranatural y horrible espante las esperanzas vete y no nos conturbes jamás! ¡Porque has
de su madre, y sea ésa la herencia de su poder hecho tu infierno de esta dichosa tierra,
malhechor! ¡Que si tuviera esposa, sea más llenándola de imprecaciones y gritos de
desgraciada por su muerte que lo soy yo por la maldición! ¡Si gozas al contemplar tus viles
de mi joven señor y la tuya!... Venid ahora a acciones, ve aquí el modelo de tus carnicerías!
Chertsey (1) con vuestra sagrada carga, tomada ¡Las heridas de Enrique muerto abren sus
en San Pablo, para ser inhumada allí, y a bocas congeladas y sangran otra vez!
medida que os fatiguéis del peso, descansad, ¡Avergüénzate, avergüénzate, montón de
en tanto sigo llorando sobre el cuerpo del rey deformidades! ¡Porque es tu presencia la que
Enrique. (Los conductores levantan el cadáver y hace exhalar la sangre de esas venas vacías y
prosiguen su marcha) heladas, donde ni sangre queda ya! ¡Tu acción
inhumana y contra Natura provoca este diluvio
Entra GLOSTER
contranatural! ¡Oh Dios, que has formado esta
GLOSTER.- ¡Deteneos los que lleváis el cadáver sangre, venga su muerte! ¡Oh tierra, que has
y dejadlo en tierra!... bebido esta sangre, venga su muerte! ¡Cielos,
ANA.- ¿Qué negro nigromante ha evocado a destruid con centellas al criminal; o bien, tierra,
este demonio para impedir las obras piadosas abre tu boca profunda y trágale vivo, como
de caridad? devoras la sangre de este buen rey, a quien
GLOSTER.- ¡Villanos, a tierra el cadáver, o, por asesinó su brazo, guiado por el infierno!
San Pablo, que haré otro tal del que GLOSTER.- Señora, ignoráis las reglas de
desobedezca! caridad, que exigen devolver bien por mal y
CABALLERO 10 - ¡Milord, apartaos y dejad pasar bendecir a los que nos maldicen.
el féretro! ANA.- ¡Villano, tú no conoces leyes divinas ni
GLOSTER.- ¡Perro descortés, detente cuando yo humanas, porque no existe bestia tan feroz que
lo mande! ¡Quita tu alabarda de encima de mi no sienta alguna piedad!
pecho, o, por San Pablo, caerás a mis pies y te GLOSTER.- Yo no siento ninguna; luego no soy
pisotearé por tu atrevimiento, mendigo! (Los tal bestia.
conductores colocan el féretro en la tierra.) ANA.- ¡Oh asombro! ¡El diablo diciendo la
verdad!
GLOSTER.- ¡Todavía es más asombroso ver
(1) Chertsey, monasterio situado a algunas millas de
Londres.
ángeles tan coléricos! Permitid, divina
ANA.- ¡Cómo! ¡Tembláis! ¿Tenéis todos miedo? perfección de mujer, que me justifique en esta
¡Ay! ¡No os culpo, pues sois mortales y los ojos ocasión de tantos supuestos crímenes.
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ANA.- ¡Permite, monstruo infecto de hombre, ANA.- ¡Está en el cielo adonde tú no iras
que te maldiga en esta ocasión por tantos nunca!
crímenes comprobados! GLOSTER.- ¡Que me agradezca, pues, el
GLOSTER.- ¡Mujer bellísima, cuya hermosura no haberle enviado! ¡Había nacido para esa
es posible expresar, concédeme pacientemente mansión más que para la tierra!
algunos instantes para expresarme! ANA.- ¡Y tú no has nacido para otra sino para el
ANA.- ¡Infame asesino, cuyo odio no puede infierno!
concebirse, para ti no hay otra excusa sino que GLOSTER.- O para un lugar bien distinto, si
te ahorques! queréis que os lo diga.
GLOSTER.- ¡Por semejante desesperación me ANA.- ¡Algún calabozo!
acusaría! GLOSTER.- Para el lecho de vuestra alcoba.
ANA.- ¡Y por la desesperación podrías ANA.- ¡Que el insomnio habite la alcoba donde
excusarte haciendo contigo mismo una justa reposes!
venganza de la injusta carnicería que has GLOSTER.- Así será, señora, hasta que repose
hecho en los demás! con vos.
GLOSTER.- ¿Y si yo no los hubiera matado? ANA.- Lo creo.
ANA.- ¡Entonces no habrían muerto; pero lo GLOSTER.- Y yo lo tengo por seguro… Pero,
están por ti, diabólico miserable! gentil lady Ana, acabemos este agudo asalto de
GLOSTER.- Yo no he asesinado a vuestro nuestras inteligencias y discutamos de una
marido. manera más reposada. El causante de la
ANA.- Pues qué, ¿vive entonces? GLOSTER.- prematura muerte de esos Plantagentes,
¡No, ha muerto, y lo ha sido a manos de Enrique y Eduardo, ¿no es tan censurable
Eduardo! como su ejecutor?
ANA.- ¡Mientes por tu infame boca! ¡La reina ANA.- Tú has sido la causa y el efecto maldito.
Margarita ha visto tu corva espada asesina, GLOSTER.- ¡Vuestra belleza fue la causa y el
humeante de sangre, que ya dirigías contra ella efecto! ¡Vuestra belleza que me incitó en el
misma, de no haber desviado tus hermanos la sueño a emprender la destrucción del género
punta! humano con tal de poder vivir una hora en
GLOSTER.- ¡Fui provocado por su lengua vuestro seno encantador!
calumniadora, que cargaba los crímenes de ANA.- ¡Si creyera eso, homicida, te juro que
ellos sobre mis hombros inocentes! estas uñas desgarrarían la belleza de mi
ANA.- ¡Lo fuiste por tu alma sanguinaria, que mejillas!
nunca ha soñado más que en sangre y GLOSTER.- ¡Jamás soportarían mis ojos ese
carnicería! Conque ¿no mataste al rey? atentado a la hermosura! ¡No la ultrajéis
GLOSTER.- Os lo concedo. mientras yo esté presente! ¡Me ilumina, como el
ANA.- ¿Me lo concedes, puercoespín? sol ilumina el mundo entero! ¡Es mi vida, mi
¡Entonces, que Dios te conceda también que vida!
seas condenado por esta acción maldita! ¡Oh! ANA.- ¡Que una negra noche entenebrezca tu
Era gentil, dulce y virtuoso. día, y la muerte tu vida!
GLOSTER.- ¡El elegido para el Rey del cielo que GLOSTER.- ¡No blasfemes contra ti misma, bella
lo conserve! criatura! ¡Tú eres mi día y mi vida! ANA.-
¡Quisiera serlo para vengarme de ti! GLOSTER.-
¡Es una injusta contienda el querer vengarte de GLOSTER.- ¡El que te privó de tu esposo quiere
quien te adora! procurarte otro mejor, señora! ANA.- ¡Otro
ANA.- ¡Es contienda justa y razonable mejor no respira sobre la tierra! GLOSTER.-
quererme vengar de quien mató a mi esposo! ¡Vive y te ama con exceso! ANA.- ¡Su nombre!
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GLOSTER.- ¡Plantagenet! (1). para gemir y sollozar, hasta el punto de que los
ANA.- ¡Claro, ése era él! que le escuchaban tenían mojadas sus mejillas
GLOSTER.- ¡Uno del mismo nombre pero como árboles empapados por la lluvia! ¡En
preferible por naturaleza! estos tristes momentos, mis ojos varoniles
ANA.- ¿Dónde está? desdeñaban una humilde lágrima! ¡Pues lo que
GLOSTER.- ¡Aquí! (Lady Ana le escupe el rostro.) ¿Por esos pesares no pudieron hacer brotar
qué me escupes? entonces, lo ha realizado tu belleza, y mis ojos
ANA.- ¡Ojalá fuera para ti mortal veneno! se ciegan de llanto… ¡No he suplicado jamás ni
GLOSTER.- ¡Jamás saldría veneno de sitio tal a amigo ni a enemigo! ¡Jamás mi lengua logró
encantador! aprender una dulce palabra de afecto! ¡Pero
ANA.- ¡Jamás caería sobre más inmundo sapo! hoy tu hermosura es el precio de todo, mi
¡Fuera de mi vista! ¡Inficionas mis ojos! orgulloso corazón suplica y mi lengua me obliga
GLOSTER.- ¡Tus ojos, dulce señora, han a hablar! (Lady Ana le contempla con desprecio.) ¡No
inficionado los míos! muestres en tus labios ese desprecio, señora,
ANA.- ¡Así fueran basiliscos, para darte la pues se han hecho para el beso y no para el
muerte! desdén! ¡Si tu vengativo corazón no puede
GLOSTER.- ¡Yo también lo quisiera, para morir perdonar, mira, aquí te entrego esta espada de
de una vez, pues ahora me matan con una acerada punta! ¡Si te place hundirla en mi
muerte vivificante! ¡Tus ojos han hecho brotar sincero corazón y hacer salir al alma que te
de los míos amargas lágrimas, humillando sus adora, ofrezco mi seno desnudo al golpe
miradas con abundantes gotas infantiles! mortal, y humildemente te pido de rodillas que
¡Estos ojos que nunca vertieron una lágrima de me des la muerte! (GLOSTER descubre su pecho. ANA le
piedad, ni cuando York, mi padre, y Eduardo amenaza con la espada.) ¡No, no te detengas! ¡Yo he
lloraron al oír los gritos desgarradores de matado al rey Enrique!... ¡Pero fue tu belleza la
Rutland (2), atravesado por la espada del que me impulsó! ¡Anda, decídete ahora! ¡Yo
horrible Clifford (3). ¡Ni cuando tu valeroso apuñalé al joven Eduardo…! (ANA dirige de nuevo la
padre narraba como un niño la triste historia de espada contra el pecho de GLOSTER.) ¡Pero fue tu cara
celestial la que me guió! (ANA deja caer la espada.)
¡Alza otra vez la espada, o álzame del suelo!
(1) Plantagenet. Las dos casas rivales, York y Lancaster, ANA.- ¡En pie, hipócrita! ¡Aunque deseo tu
descendían, en efecto, por Eduardo III, su abuelo común, muerte, no quisiera ser tu verdugo!
de Enrique Plantagenet. GLOSTER.- ¡Pues mándame matarme, y te
(2) Rutland. El conde de Rutland, hermano de Ricardo, solo
contaba diecisiete años cuando la batalla de Wakefield, en
obedeceré!
donde pereció el duque de York, su padre. (3) Después del ANA.- ¡Ya te lo he dicho!
combate de Wakefield, el conde de Rutland, fue amenazado GLOSTER.- ¡Eso fue en tu cólera! ¡Dímelo de
por Clifford, quien, para vengar la muerte de su padre, nuevo, y, acto seguido, esta mano, que por tu
muerto en Saint-Albans, asesinó al joven príncipe. Los
amor mató a tu amor, matará por amor tuyo a
historiadores representan al adolescente como dotado de
todas las cualidades morales y físicas. En este relato, un amante más sincero! ¡Tú serás cómplice de
Shakespeare altera ligeramente el orden de los hechos, la muerte de ambos!
pues York, muerto en Wakefield, no era posible que viera
asesinar a su hijo.
la muerte del mío, y se detenía veinte veces
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ANA.- ¡Quién conociera tu corazón! GLOSTER.- apuesto que me enseñáis de tal modo a adular,
¡En mi lengua está representado! ANA.- ¡Me imaginaos que os lo he dado ya (Salen Lady ANA,
TRESSEL y BERKLEY.)
temo que uno y otro sean falsos! GLOSTER.-
¡Entonces, no hubo nunca un hombre sincero! GLOSTER.- ¡Levantad el cuerpo, señores.
ANA.- Bien, bien; ceñíos vuestra espada. CABALLERO.- ¿Hacia Chertsey, noble lord?
GLOSTER.- ¿Hacemos, pues, las paces? GLOSTER.- ¡No, a Withe-Friars! (2). ¡Esperadme
ANA.- Eso lo sabrás más tarde. allí! (Sale el resto del cortejo con el cadáver.) ¿Se ha
GLOSTER.- Pero ¿puedo vivir en la esperanza? hecho nunca de este modo el amor a una
ANA.- Los humanos viven de esperanzas. mujer? ¿Se ha ganado nunca de este modo el
GLOSTER.- Dignaos aceptar este anillo. ANA.- amor de una mujer? ¡Lo obtendré, pero no he
Recibir no es conceder. (Se pone el anillo.) de guardarla mucho tiempo! ¡Cómo! ¡Yo, que
GLOSTER.- ¡Mira cómo se ciñe mi anillo a tu he matado a su esposo y a su padre, logro
dedo! ¡Así está circundado en tu seno mi pobre cogerla en momento del odio más implacable
corazón! ¡Usa de ambos pues los dos son para de su corazón, con maldiciones en su boca,
ti! Y si tu pobre y devoto servidor puede solicitar lágrimas en sus ojos y en presencia del objeto
aún un favor de tu graciosa mano, habrás sangriento de su venganza, teniendo a Dios y a
confirmado su dicha para siempre. su conciencia y a ese ataúd contra mí! ¡Y yo,
ANA.- ¡Qué es ello? sin amigos que amparen mi causa, a no ser el
GOLSTER.- Que tengáis a bien dejar estos diablo en persona y algunas miradas de
tristes cuidados a quien esté más indicado para soslayo! ¡Y aún la conquisto! ¡El universo
doliente, y os encaminéis a descansar a contra la nada! ¡Cómo! ¿Ha olvidado ya ese
Crosby-Place (1), donde después que yo haya bravo príncipe Eduardo, su señor, a quien yo,
sepultado solemnemente a este rey en el no hará tres meses (3), apuñalé furiosamente
monasterio de Chertsey y regado su tumba con en Tewksbury? ¡El más afable y apuesto
mis lágrimas de arrepentimiento, iré con toda caballero que pueda ofrecer jamás el espacioso
diligencia a ofreceros mis respetos. Por varias mundo, moldeado por una Naturaleza dispuesta
razones que ignoráis, os suplico me concedáis a la prodigalidad, joven, valeroso, prudente y
esta gracia. digno, a no dudar, de la realeza!
ANA.- De todo corazón y me alegro mucho
también de veros tan arrepentido. ¡Tressel, y (1) Tressel, Berkley, nombres sin duda, imaginados por el
poeta.
(2) White-Friars. Había antiguamente en Londres el
convento de White-Friars (frailes blancos) y el de Black
(1) Crosby-Place o Crosby-House, palacio edificado en Friars (frailes negros). El emplazamiento de este último
Londres por sir Juan Crosby, que fue residencia del duque radicaba cerca del sitio que hoy mismo lleva este nombre; y
de Gloster. Todavía pueden verse las ruinas en Bhisopsgate allí, por cierto, se hallaba también el teatro de Black-Friars,
street. donde se representó gran número de obras de
Shakespeare.
vos, Berkley (1), acompañadme!
(3) Some three months, hace unos tres meses. En realidad,
GLOSTER.- Dadme vuestro adiós. según la Historia, apenas hacía tres semanas.
ANA.- Es más de lo que merecéis. Pero
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¿Y todavía consiente ella en fijar en mí sus de reyes. La parte que sirvió de habitación al soberano,
derribada bajo Enrique VIII, no ha vuelto a reedificarse.
ojos, que he segado la dorada primavera de
este dulce príncipe y reducido a su viuda a un REINA ISABEL.- La pérdida de semejante señor
lecho de soledad? ¿En mí, cuyo todo no iguala equivale a todas las desgracias. GREY.- El cielo
la mitad de Eduardo? ¿En mí, cojo y tan os ha bendecido concediéndoos un bondadoso
deforme? ¡Mi ducado contra el céntimo de un hijo, que será vuestro consuelo cuando él falte.
mendigo que hasta ahora me he equivocado al REINA ISABEL.- ¡Ah! Es joven, y su minoridad ha
juzgar mi persona! ¡Por mi vida que, aunque yo sido confiada al cuidado de Ricardo Gloster, un
no he podido lograrlo, ella me encuentra hombre que ni me quiere ni nos quiere.
maravillosamente hermoso! ¡Voy a encargarme RIVERS.- ¿Está decidido su nombramiento de
un espejo y a dar trabajo a una docena o dos Protector? (1).
de sastres, para estudiar las modas que han de REINA ISABEL.- Decidido, aunque no ultimado;
adornar mi cuerpo! ¡Puesto que entrado en pero lo será si el rey sucumbe.
suerte conmigo mismo, mantengámosla con
Entran BUCKINGHAM y STANLEY
algún pequeño gasto! Pero primeramente
acompañemos al camarada a su tumba, y GREY.- Aquí llegan los lores de Buckingham y
después vayamos a llorarle ante mi amor. Stanley (2).
BUCKINGHAM.- ¡Buenos días a Vuestra Real
¡Brilla, sol bello, hasta que compre espejo que pueda ver
Gracia!
mi sombra a tu reflejo!
STANLEY.- ¡Dios devuelva a Vuestra Majestad
(Sale.) sus alegrías!
REINA ISABEL.- ¡La condesa de Richmond (3), mi
Escena III querido lord Stanley, apenas podría decir amén
a vuestro buen deseo! Sin embargo, Stanley,
Londres – El palacio (1) aunque sea esposa vuestra y no me quiera,
estad seguro, milord, de que no os tomo en
Entran la REINA ISABEL, LORD RIVERS y LORD GREY
cuenta su orgullosa arrogancia.
STANLEY.- Os suplico, o que no deis fe a las
RIVERS.- Calmaos, señora. No cabe duda de envidiosas calumnias de sus pérfidos
que Su Majestad recobrará su acostumbrada acusadores, o que, si la acusación está
salud. fundada, tengáis indulgencia con sus
GREY.- Por eso, vuestras inquietudes no hacen debilidades, producto de la acritud de su
más que agravar su mal. Así, por Dios, enfermedad y no de una mala voluntad afectiva.
aparentad contento y fortaleced a Su Gracia
con palabras consoladoras.
REINA ISABEL.- ¿Qué será de mí si él muriera? (1) Protector. El título de protector, que tan célebre hizo
GREY.- No tendríais mayor desgracia sino la después Crownwell, apareció por primera vez en Inglaterra
pérdida de semejante señor. en 1422. Al morir Enrique V, nombró a su hermano menor,
el duque de Bedford, regente de Francia, y a su otro
hermano, el duque de Gloster, regente de Inglaterra. Pero
ambas Cámaras, la de los Lores y la de los Comunes,
(1) The Palace. Se trata del palacio de Westminster, que modificaron este testamento, nombrando a Bedford
después de la conquista normanda fue residencia principal únicamente protector o guardián del reino, título que les
pareció confería menos autoridad que el de regente. (DAVID countes Richmond. Margarita, esposa de Eduardo Tudor,
HUME.) conde de Richmond y madre del joven de este mismo título,
(2) Es curioso hacer notar que en las ediciones in-quarto que luego fue Enrique VII. Enviudó de su primer marido, y
que se publicaron en vida Shakespeare, a este personaje más tarde, de sir Stafford. Estaba, por consiguiente, casada
se le llama por su otro nombre: conde de DERBY. (3) The de terceras nupcias con lord Stanley.
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REINA ISABEL.- ¿Habéis visto hoy al rey, milord insinuantes. Es interesante advertir que en la mayor parte
de las lenguas europeas Jaques, Jean y Juan son sinónimos
Stanley? de simple.
STANLEY.- En este momento acabamos de GREY.- ¿A quién de todos los presentes se
visitar a Su Majestad al duque de Buckingham y refiere Vuestra Gracia?
yo. GLOSTER.- ¡A ti, que careces de gracia y
REINA ISABEL.- ¿Qué síntomas de mejoría honradez! ¿Cuánto te he injuriado? ¿Cuánto te
habéis notado, lores? he ofendido?... ¿O a ti…, o a ti…, o alguno de
BUCKINGHAM.- Hay esperanzas, señora. Su nuestro partido? ¡Mala peste a todos vosotros!
Gracia está contento. Su Real Gracia (¡a quien Dios guarde más de lo
REINA ISABEL.- ¡Que Dios le devuelva la salud! que quisierais!) no puede respirar tranquilo un
¿Habéis conferenciado con él? BUCKINGHAM.- momento sin que sea turbado por vuestras
Sí, señora. Desea hacer la reconciliación (1) infames delaciones.
entre el duque de Gloster y sus hermanos, y REINA ISABEL.- ¿Hermano Gloster, no tenéis
entre ellos y milord chambelán, y acaba de razón! El rey, de su propia y real voluntad, y sin
convocarlos ante su real presencia. querer ser excitado por nadie, adivinando
REINA ISABEL.- ¡Ojalá se arregle todo!...; pero quizás el odio que alimentáis en vuestro interior,
eso no será nunca, y temo que nuestra felicidad retratado en vuestras acciones exteriores
toca a su término. contra mis hijos, hermano (1) y mi propia
persona, os manda llamar a fin de conocer los
Entran GLOSTER, HASTINGS y DORSET
motivos de vuestra malquerencia y ponerles
GLOSTER.- ¡Me han calumniado, y yo no lo término.
toleraré! ¿Quiénes son los que se quejan al rey GLOSTER.- ¡No puedo hablar!... ¡El mundo es
de lo que yo le pongo mala cara, soy severo y ya tan perverso que los reyezuelos se atreven a
no le amo? ¡Por San Pablo, que aman bien picotear donde no alcanzarían las águilas!
poco a Su Gracia los que le llenan los oídos Desde que los jaques se han convertido en
con semejantes chismes estúpidos! ¡Porque no hidalgos, no es mucho que los hidalgos se
sé adular, emplear lindas frases, sonreír a las hayan convertido en jaques.
gentes, acariciar, engañar, mimar, hacer REINA ISABEL.- ¡Ya, ya conocemos vuestra
reverencias a la francesa (2) e imitar a los indirecta, hermano Gloster! ¡Envidiáis mi
cortesanos, debe tenérseme por un rencoroso elevación y la de mis amigos! ¡Dios quiera que
enemigo! ¿No puede vivir un hombre franco, no os necesitemos nunca!
que no piensa mal de nadie, sin que se abuse GLOSTER.- ¡En cambio, Dios quiere que yo os
de su leal sinceridad por sedosos, rastreros e necesite! ¡Por vuestras intrigas está en prisión
insinuantes jaques? (3). mi hermano, yo en desgracia y menospreciada
la nobleza! ¡Entre tanto, diariamente se llevan a
cabo numerosas promociones para hacer
(1) Atonement en el original. nobles a quienes dos días antes apenas valían
(2) Duck with french nods. Shakespeare alude un noble! (2).
voluntariamente, con un tanto de ironía bien inglesa, a la
cortesía y bellas formas importadas de la Corte de Francia.
En Romeo y Julieta se ha referido ya al mismo asunto (acto
segundo, escena IV) en unas graciosísimas cuanto (1) My children, brother. El marqués de Dorset y lord Grey
intencionadas frases del gentilísimo Mercucio. eran hijos de la reina por su primer matrimonio. En cuando
(3) By silken sly, insinuating jacks, por gentecillas astutas e a hermanos, la reina tenía siete.
(2) A noble. Juega aquí Gloster con el doble sentido de la
palabra noble, que, además de su significado puro, tenía el peniques en el siglo XVI
de moneda, por ser una así llamada, que valía unos ocho
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REINA ISABEL.- ¡En nombre de Aquel que, del histórica, en este tiempo se hallaba en la cárcel, de la que
no salió hasta 1475.
seno de una existencia, donde vivía satisfecha,
me elevó a esta grandeza llena de cuidados, GLOSTER.- ¡Cómo! ¿Me acusáis con contárselo
juro que nunca concité contra Su Majestad al al rey? ¡Decídselo y no os quedéis corta!
duque de Clarence, sino que he sido el mejor ¡Mirad: cuanto he dicho lo sostendré en
abogado de su causa! ¡Milord, me injuriáis presencia del rey! ¡Arrostro la aventura de ser
ignominiosamente tratando de echar sobre mí enviado a la Torre! ¡Ya es hora de hablar! ¡Se
tan viles sospechas! han olvidado por completo mis servicios!
GLOSTER.- ¿Podríais negar que no habéis sido REINA MARGARITA.- (Aparte.) ¡Fuera demonio!
la causa de la prisión de milord Hastings? ¡Yo los recuerdo demasiado! ¡Tú asesinaste a
RIVERS.- ¡Puede negarlo, milord! Porque… mi esposo Enrique en la Torre, y a mi pobre hijo
GLOSTER,- ¿Puede negarlo, lord Rivers?... Pues Eduardo en Tewksbury!
qué, ¿lo ignora alguien? ¡Puede, en efecto, GLOSTER.- ¡Antes que fueseis reina (1), sí, y
hacer más que negarlo, señor! ¡Puede ayudar a que vuestro esposo fuera rey (2), era yo la
daros muchos altos puestos y negar después bestia de carga de todos sus asuntos, el
que los secundó su hermano, y atribuir estas exterminador de todos sus orgullosos
dignidades a vuestros raros méritos!... ¡Qué no adversarios, el remunerador liberal de sus
podrá! Ella puede… sí, ¡vaya!, puede… amigos! ¡Para coronar su sangre he vertido la
RIVERS.- ¿Qué puede? ¡Vaya! mía propia!
GLOSTER.- ¡Vaya! ¿Qué puede? ¡Dar vaya a un REINA MARGARITA.- (Aparte.) ¡Sí, y otra más
rey soltero, al casarse con un gallardo mozo! preciosa que la de él y la tuya!
¡Por cierto que no hizo vuestra madre tan buen GLOSTER.- ¡En cuyo tiempo vos y vuestro
partido! esposo Grey erais partidarios (3) de la casa de
REINA ISABEL.- ¡Milord de Gloster, he soportado Lancaster! ¡Y también vos, Rivers!... ¿No fue
demasiado vuestros groseros insultos y muerto vuestro marido en Saint-Albans, en el
vuestras amargas ironías! ¡Por el cielo que ejército de Margarita? (4). ¡Dejadme que os
informaré a Su Majestad de estos odiosos recuerde, por si lo olvidáis, quién fuisteis y
ultrajes a que a menudo estoy expuesta! ¡Más quién sois, así como quién soy yo y lo que sido!
me valdría ser mísera campesina que una gran REINA MARGARITA.- (Aparte.) ¡Un infame
reina bajo condición de aguantar tales ataques, asesino, y todavía lo eres!
escarnios e insolencias! ¡Siento poca alegría en
ser reina de Inglaterra!
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GLOSTER.- ¡El pobre Clarence abandonó a su ante la que han destronado! ¡Ah honorable
padre Warwick (1) y fue perjuro a sí mismo!... malvado, no evites mi vista!...
¡Que Jesús le perdone! GLOSTER.- Espantable bruja arrugada ¿qué
REINA MARGARITA.- (Aparte.) ¡Que Dios le vienes a hacer ante mi vista?
castigue! REINA MARGARITA.- ¡El relato de lo que tú has
GLOSTER.- ¡Para combatir en el partido de desecho! ¡Eso es lo que haré antes de dejarte
Eduardo por su corona! ¡Y en pago de ese partir!
papel, pobre lord, lo empapelan! Pluguiera a GLOSTER.- ¿No estabas desterrada, bajo pena
Dios que mi corazón fuese de roca como el de de muerte?
Eduardo, o que el de Eduardo fuese tierno y REINA MARGARITA.- Sí; pero he hallado más
compasivo como el mío! ¡Soy demasiado bobo penoso el destierro que la muerte que pueda
e infantil para este mundo! aguardarme aquí. ¡Me debes un esposo y un
REINA MARGARITA.- (Aparte.) ¡Abandónalo y hijo!... (A la REINA ISABEL.) ¡Y tú mi reino! (A los
huye de vergüenza al infierno, genio del mal! demás) ¡Y todos vosotros, obediencia! ¡Mis
¡Allí está tu reino! pesares os pertenecen de derecho, y todos los
RIVERS.- Milord de Gloster, en aquellos días bienes que habéis usurpado son míos!
difíciles que evocáis para demostrar que GLOSTER.- ¡La maldición que lanzó sobre ti mi
éramos enemigos, no hacíamos sino seguir a noble padre cuando ceñiste su frente guerrera
nuestro señor el rey legítimo como os con una corona de papel (1) y con tus ultrajes
seguiríamos a vos si lo fueseis. hiciste correr de sus ojos torrentes de lágrimas
GLOSTER.- ¿Si lo fuese?... ¡Antes mozo de y cuando, para enjugarlas, presentaste al
cuerda! ¡Lejos de mi corazón semejante duque un paño tinto en la sangre inocente del
pensamiento! tierno Rutland…, esas maldiciones, que, en la
REINA ISABEL.- ¡Por la poca alegría que, según amargura de su alma, invocó contra ti, sobre ti
decís, milord, experimentariáis en reinar sobre han caído, y es Dios, no nosotros, quien ha
este país, podéis imaginaros la escasa que yo castigado tu acción sangrienta!...
siento en ser reina! REINA ISABEL.- ¡Dios es justo al vengar al
REINA MARGARITA.- (Aparte.) ¡Efectivamente, inocente!
poca es la alegría que experimenta en serlo! HASTINGS.- ¡Oh! ¡Degollar a ese niño fue la
¡Yo, que lo soy, no experimento mucha más! acción más odiosa y cruel que se ha oído
(Avanzando.) ¡Escuchadme, agresivos piratas jamás!
que os disputáis el reparto de lo que me habéis
(1) El duque de York, padre de Ricardo, perdió contra
Margarita la batalla de Wakefield y fue muerto en la acción.
Habiéndose encontrado su cadáver entre los que
(1) La víspera de la batalla de Barnet, en cuya acción sucumbieron, Margarita le hizo cortar la cabeza y la mandó
Eduardo de York derrotó a Warwick, el duque de Clarence, clavar a las puertas de York, adornada con una corona de
olvidando los lazos que le unían a Warwick, se pasó a las papel, en escarnio del título que se atribuía de heredero de
filas de Eduardo durante la noche, comprometiendo en su la corona. Shakespeare, que, como ya hemos dicho,
defección a un cuerpo de 12.000 hombres. Desesperado supone que el hijo murió antes que el padre, añade en el
Warwick por esta traición, se introdujo en lo más fuerte de la acto primero, escena IV, de la Tercera parte de Enrique VI
pelea, donde halló la muerte. que Margarita le entregó para que secara sus lágrimas un
pañuelo tinto en la sangre del joven conde de Rutland.
robado! ¿Quién de vosotros puede mirarme sin De aquí se deducirá que las casas de York y Lancaster
estremecerse? ¡Si no sometidos como súbditos podían echarse muy poco en cara en lo que toca a
sentimientos sanguinarios.
ante su reina, al menos temblad como rebeldes
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RIVERS.- ¡Los mismos tiranos lloraron cuando sobrepujen a las que imploro para ti, ¡oh!, que
les fue contada! las retenga hasta que maduren tus pecados y
DORSET.- ¡No existe hombre que no haya arroje entonces sobre ti su indignación,
presagiado la venganza! perturbador de la paz del mísero universo! ¡Que
BUCKINGHAM.- ¡Hasta Northumberland, que el gusano de la conciencia roa sin descanso en
estaba presente, lo lloró! tu alma! ¡Que mientras vivas, tus amigos te
REINA MARGARITA.- ¡Cómo! ¿Estabais sean sospechosos de traidores y tengas a los
disputando antes de mi llegada, prestos a traidores más pérfidos por tus mejores amigos!
despedazaros el uno al otro, y ahora volvéis ¡Que jamás cierre el sueño tus aviesos ojos, a
todos vuestra cólera contra mí? Las terribles no ser para que una horrorosa pesadilla te
maldiciones de York han influido tanto en el espante con un infierno de horrendos
Cielo, que la muerte de Enrique, la muerte de demonios! ¡Desfigurado por el espíritu del mal,
mi amado Eduardo, la pérdida de su reino, mi aborto, cerdo (1), devastador, sellado al nacer
triste destierro, ¿no serán sino el justo castigo para esclavo de la Naturaleza e hijo del Averno!
por la muerte de ese voluntarioso rapaz? ¡Oprobio del vientre pesado de tu madre!
¿Pueden las maldiciones atravesar las nubes y ¡Engendro aborrecido de los riñones de tu
penetrar en los cielos?... ¡Pues si es así, dad padre! ¡Andrajo del honor! ¡Te detesto!...
paso, densas nubes, a mis rápidas GLOSTER.- ¡Margarita!
imprecaciones! ¡Que, a falta de guerra, REINA MARGARITA.- ¡Ricardo!
sucumba vuestro rey víctima de su libertinaje, GLOSTER.- ¿Qué?
como pereció el nuestro para hacerle rey! ¡Que REINA MARGARITA.- ¡No te llamo!
tu hijo Eduardo, hoy príncipe de Gales, para GLOSTER.- ¡Perdón te pido, entonces pensé
compensarme de Eduardo, mi hijo, que era que me habías llamado con todos esos odiosos
príncipe de Gales, muera en plena juventud, nombres!
víctima de igual violencia! ¡Que tú, que eres REINA MARGARITA.- ¡Sí; a ti fue; pero no
reina, para venganza mía, sobrevivas a tu gloria esperaba respuesta! ¡Oh! ¡Déjame acabar mis
tan desgraciada como yo sobrevivo! ¡Que maldiciones!
puedas vivir lo suficiente para llorar la pérdida GLOSTER.- Lo haré yo, y dan fin en…
de tus hijos y ver, como yo veo en ti ahora, otra Margarita.
mujer en posesión de tus derechos, como tú lo REINA ISABEL.- Así todas vuestras maldiciones
estás en los míos! ¡Que tus días de felicidad acaban en vos misma.
acaben mucho antes que tu muerte, y que, tras REINA MARGARITA.- ¡Pobre esbozo de reina,
interminables horas de dolor, fallezcas, dejando vano alarde de mi esplendor! ¿A qué verter
de haber sido madre, esposa y reina de azúcar sobre esa ventruda araña (2), cuya tela
Inglaterra! ¡Rivers y Dorset, que estabais mortal te envuelve por todas partes? ¡Loca!
presentes…, y tú también, lord Hastings…, ¡Loca! ¡Estás afilando el cuchillo que ha de
cuando mi hijo fue atravesado por sanguinarios matarte! ¡Día llegará en que implores mi ayuda
puñales: a Dios le ruego que ninguno de para maldecir contigo a este ponzoñoso reptil
vosotros viva su término natural, sino que jorobado!
tronche vuestros días un imprevisto accidente!
GLOSTER.- ¡Ya has hecho tus conjuros, odiosa
(1) Rooting hog. Ricardo ostentaba en sus armas un jabalí,
y maldita bruja!
que Margarita, para insultarle, transforma aquí en un puerco
REINA MARGARITA.- ¿Y me iba a olvidar de ti? (hog).
¡Atrás, perro! ¡Forzoso te será oírme! ¡Si el (2) Bottled spider, araña inflada, ventruda, en forma de
Cielo te reserva calamidades tan horribles que botella. Alude a la figura contrahecha de Gloster.
15
HASTINGS.- ¡Mujer de mal agüero, termina tus todavía la rabia de mi dolor!
frenéticas imprecaciones, no se agote, para BUCKINGHAM.- ¡Basta, basta!
desgracia tuya, nuestra paciencia! REINA MARGARITA.- ¡Oh nobilísimo Buckingham!
REINA MARGARITA.- ¡Menguado oprobio para ¡Te beso las manos en señal de alianza y
vosotros! ¡todos habéis abusado de la mía! amistad! ¡Que desde ahora a ti y a tu noble
RIVERS.- En justicia, debiéramos recordaros casa os acaricie la fortuna! ¡Vuestras ropas no
vuestros deberes. están manchadas con sangre vuestra! No te
REINA MARGARITA.- En justicia, debierais incluyo en mis maldiciones.
recordar los que es vuestro deber, enseñarme a BUCKINGHAM.- ¡Ni a ninguno de los aquí
ser vuestra reina y aprender vosotros a ser mis presentes, pues las maldiciones no traspasan
súbditos. ¡Oh, en justicia, aprended vosotros nunca los labios de los que las exalan en el
mismos estos deberes! aire!
DORSET.- ¡No discutías con ella; es una REINA MARGARITA.- ¡Quiero creer que
lunática! ascienden al Cielo y que interrumpen el dulce
REINA MARGARITA.- ¡Silencio, incipiente sueño de la paz de Dios! ¡Oh Buckingham!
marqués; sois un petulante! ¡Vuestra nobleza ¡Desconfía de ese perro malvado! ¡Mira:
de nuevo cuño es una moneda que apenas cuando acaricia, es para morder! ¡Y cuando
corre! ¡Oh, que vuestro reciente blasón pueda muerde, su diente venenoso empozoña hasta
conocer lo que es perderlo y acabar en la matar! ¡No intimes con él! ¡Guárdate de él! ¡El
miseria! Los que habitan en las cumbres se ven pecado, la muerte y el infierno le han sellado
agitados por muchas ráfagas de viento, y si con sus marcas, y todos sus ministros son sus
caen, se rompen en mil pedazos. familiares!
GLOSTER.- ¡Buen consejo, a fe mía; GLOSTER.- ¿Qué dice, milord de Buckingham?
aprendedlo, aprendedlo, marqués! BUCKINGHAM.- ¡Nada en que yo repare, querido
DORSET.- ¡A vos os concierne, milord, tanto milord!
como a mí! REINA MARGARITA.- ¡Cómo! ¿Te burlas de mis
GLOSTER.- ¡Sí, y mucho más; pero yo nací buenos consejos y halagas al demonio, de
demasiado alto!... ¡Nuestro nido construido en quien te quiero preservar? ¡Oh! ¡Ya te
la cima de un cerro, juega con los vientos y se acordarás de este día cuando destroce tu gran
burla del sol! corazón con algún pesar, y dirás: La pobre
REINA MARGARITA.- ¡Y lo convierte en Margarita fue una profetisa!... ¡Vivid cada uno
sombras!... ¡Ay! ¡Ay! ¡Testigo, mi hijo, ahora de vosotros esclavo de su odio, él del vuestro, y
sumido en la sombra de la muerte, cuyos rayos todos, como sois, del Dios!... (Sale.)
resplandecientes se plegaron en las tinieblas HASTINGS.- ¡Se me erizan los cabellos al
eternas por tu nebulosa malignidad! ¡Vuestro escuchar sus maldiciones!
nido aéreo se construyó en el sitio del aire que RIVERS.- ¡Y a mi también! ¡Me maravilla que se
ocupaba el nuestro! ¡Oh Dios, que ves esto, no la deje en libertad!
lo consientas! ¡Como se adquirió con sangre, GLOSTER.- ¡Por la Santa Madre de Dios, no
se pierda con sangre! puedo censurarla! ¡Ha sufrido demasiados
BUCKINGHAM.- ¡Silencio, silencio, por ultrajes, y lamento la parte que he tenido en
vergüenza, ya que no por caridad! ello!
REINA MARGARITA.- ¡No me habléis de caridad REINA ISABEL.- Que yo sepa, nunca le hice
ni de vergüenza! ¡Sin caridad habréis obrado ningún daño.
conmigo, y sin vergüenza asesinasteis mis GLOSTER.- ¡Sin embargo, disfrutáis todo el
esperanzas! ¡Mi caridad es ultraje; la vida, mi provecho de su infortunio! ¡Yo he mostrado
vergüenza!... ¡Y en esta vergüenza reside demasiado ardor por el bien de alguien que
ahora muestra demasiado frialdad en RIVERS.- Conclusión virtuosa y cristiana es
recordarlo! ¡Por mi fe! ¡Como Clarence! ¡Bien rogar por los que nos hacen mal.
se le recompensa! ¡A cambio de sus servicios, GLOSTER.- ¡Así procedo yo siempre (Aparte.),
engorda en una pocilga! ¡Dios perdone a los con buen acuerdo...; pues de haber maldecido
culpables! ahora, me hubiera maldecido a mi propio!
16
Entra Catesby (1) inconmovibles, sin dar oídos a sus súplicas,
pues Clarence es un buen orador, y tal vez
CATESBY.- ¡Señora, Su Majestad os llama... (A
pudiera volver vuestros corazones a la piedad,
RICARDO.), así como a Vuestra Gracia..., y a
si le atendéis.
vosotros, nobles lores!
REINA ISABEL.- ¡Vamos Catesby!... Lores,
ASESINO 1°.- ¡Bah, bah, milord! ¡No nos
¿queréis acompañarme?
pondremos a charlar! ¡Los habladores no son
RIVERS.- Seguimos a Vuestra Gracia. (Salen hombres de acción! ¡Estad seguro de que
todos, menos GLOSTER)
usaremos nuestras manos y no nuestras
GLOSTER.- ¡Hago daño y grito el primero! ¡Las lenguas!
malas acciones que urdo secretamente las
GLOSTER.- ¡Que vuestros ojos dejen caer
coloco sobre la gravosa carga de los demás!
piedras de molino cuando los suyos derramen
Clarence (a quien en verdad arrojé a las
lágrimas! ¡Me gustáis, muchachos!... ¡A vuestro
sombras) es llorado por mí ante estos infelices
negocio inmediatamente! ¡Id, id, despachad!
crédulos de Stanley, Hastings y Buckingham, y
ASESINO 2°.- ¡Allá vamos, noble lord! (Salen.)
les digo que es la reina y sus allegados quienes
excitan al rey contra el duque, mi hermano. ¡Y
al punto lo creen! ¡Y, sin más, me incitan a
vengarme de Rivers, de Vaughan y de Grey!
Escena IV
Pero suspiro entonces, y citándoles un texto de Londres – La Torre (1)
la Escritura, les digo que Dios nos manda
devolver bien por mal. Y así, cubro las Entran CLARENCE Y BRAKENBURY
desnudeces de mi villanía con algunos trozos
viejos cogidos de los libros sagrados, y les
BRAKENBURY.- ¿Por qué se muestra hoy tan
parezco un santo, mientras represento el papel
abatido Vuestra Gracia?
de demonio.
CLARENCE.- ¡Oh! ¡He pasado una noche
Entran dos Asesinos tremenda, tan preñada de sueños espantosos y
horribles visiones, que, a fuer de buen cristiano,
Pero ¡basta! ¡Aquí están mis ejecutores! Vamos no quisiera volver a pasar otra parecida,
a ver, mis bravos, fuertes y resueltos aunque tuviese que pagarla con un mundo de
camaradas: ¿estáis ya dispuestos a ultimar días venturosos! ¡Tan llenas de lúgubre terror
este asunto? transcurrieron las horas!
ASESINO 1°.- Estamos, milord, y venimos por la BRAKENBURY.- ¿Qué soñasteis, milord?
orden para poder entrar donde se encuentre. Decídmelo, os lo ruego.
GLOSTER.- ¡Bien pensado! Aquí la tengo. (Les
da la orden.) ¡Cuando hayáis terminado, volvéis
a Crosby-Place! Pero, señores, sed (1) The Tower, la Torre de Londres, famoso monumento,
cuya fundación se cree que data de los tiempos de Julio
César, aunque los muros actuales se atribuyen a Guillermo
el Conquistador. En un principio, la Torre fue una fortaleza
que sirvió de residencia real: después se transformó en
(1) Catesby, célebre jurisconsulto, a la sazón muy amigo Tribunal de Justicia, y más tarde en prisión de Estado. Hoy
de Buckingham. no es otra cosa que un museo
cuartel.
prontos en la ejecución; permaneced
17
CLARENCE.- Pensé que me había evadido de la Ricardo, a la corte de Borgoña.
Torre y que me embarqué para Borgoña (1) en CLARENCE.- ¡No, no; en mi sueño se
compañía de mi hermano Gloster, quien me prolongaba más allá de la vida! ¡Oh! ¡Entonces
invita a abandonar mi camarote y a pasear comenzó la tempestad de mi alma! Me parecía
sobre cubierta. Entonces dirigimos la mirada que, conducido por el tétrico barquero de que
hacia Inglaterra y evocamos los mil difíciles nos hablan los poetas, atravesaba la
momentos por que hubimos de atravesar melancólica laguna para entrar en el reino de la
durantes las guerras de York y de Lancaster. noche eterna. El primero que allí encontró mi
Mientras recorremos a grandes pasos el extraño espíritu fue a mi excelso suegro, el
movible piso de la cubierta, creo ver a Gloster renombrado Warwick, que gritaba...: ¿Qué
tropezar, y como quisiera recogerle, me ase y castigo, por perjuro, reservará esta tenebrosa
me arroja por la borda a las irritadas olas del monarquía para el pérfido Clarence? Y dicho
océano. ¡Oh Señor! ¡Qué dolor me parecía el esto, se desvaneció. Entonces vi venir errante
ahogarse! ¡Qué terrible estruendo el agua en una sombra, parecida a un ángel (1), con su
mis oídos! ¡Me imaginaba ver un millar de brillante cabellera salpicada de sangre, y
espantables náufragos, diez mil hombres roídos exclamó en agudos gritos... : ¡Ha llegado
por los peces, lingotes de oro, áncoras Clarence..., el traidor, inconstante y perjuro
enormes, montones de piedras, perlas Clarence; el que me apuñaló en los campos de
inestimables, inapreciables joyas, todo en el Tewksbury!... ¡Apoderaos de él, Furias, y
fondo del mar; parte de ello, en los cráneos de aplicadle vuestros tormentos!... A todo esto, me
los muertos! ¡Y en esas cuencas, donde una parecía que una horrible legión de demonios
vez habitaron los ojos, como por burla se me rodeaba, lanzando en mis oídos gritos tan
habían engastado en su lugar refulgentes espantosos, que a su estrépito me desperté
gemas, que cortejaban las profundidades temblando, y en un largo rato no pude
cenagosas del abismo y se reían de las persuadirme sino que estaba en el infierno.
osamentas esparcidas por todos lados! ¡Tan terrible impresión me había causado la
BRAKENBURY.- ¿Teníais semejante tranquilidad pesadilla!
a la hora de la muerte para contemplar esos BRAKENBURY.- No me extraña, lord, que os
misterios del abismo? CLARENCE.- Creía espantase. ¡Dijera que me estremezco de
tenerla, y muchas veces ansié entregar mi oírosla contar!
alma; pero siempre las envidiosas olas CLARENCE.- ¡Oh Brakenbury! ¡Todas estas
devolvían mi espíritu, no permitiéndole hallar el cosas, que ahora deponen contra mi alma, las
vacío, espacioso y errante aire, sino realicé por Eduardo! ¡Y ved cómo me
ahogándolo en mi palpitante masa, pronto a recompensa! ¡Oh Dios! ¡Si mis hondas
estallar para exhalarlo en las ondas. plegarias no consiguen aplacarte, sino que
BRAKENBURY.- ¿Y no despertasteis en tan cruel pretendes quedar vengado de mis culpas,
agonía? ejecuta en mí solo tu furor!
19
ASESINO 1°.- ¡Voto va! Ahora mismo cosquillea CLARENCE.- Apenas tenéis corazón para
en mi codo, persuadiéndome a no matar al decírmelo; luego menos tendréis corazón para
duque. realizarlo. ¿En qué, amigos, os he ofendido?
ASESINO 2°.- ¡Mete al demonio en tu alma y no ASESINO 1°.- A nosotros, en nada, sino al rey.
le hagas caso! Quisiera insinuarse contigo para CLARENCE.- Pronto estaré con él reconciliado.
que te arrepintieras. ASESINO 2°.- ¡Nunca milord! Preparaos, por
ASESINO 1°.- ¡Soy de natural fuerte, y nada tanto, a morir.
conseguirá conmigo! CLARENCE.- ¿Habéis sido escogidos entre
ASESINO 2°.- Eso es hablar como un bravo que tantos hombres para matar a un inocente?
respeta su reputación. ¿Vamos a la obra? ¿Cuál es mi crimen? ¿Dónde está el testigo
ASESINO 1°.- ¡Dale en la cabeza con el puño de que me acusa? ¿Qué jurado legal ha dado su
tu acero y arrojémosle después al tonel de veredicto ante el severo juez? ¿O quién ha
malvasía que hay en la habitación vecina! pronunciado la amarga sentencia de muerte
ASESINO 2°.- ¡Oh! ¡Excelente idea! ¡Hacer de él contra el pobre Clarence? Entregarme a la
una sopa! muerte antes de estar convicto por el
ASESINO 1°.- ¡Calla! Se despierta... ¿Le procedimiento de la ley, es una ilegalidad. ¡Os
herirás? conjuro, si esperáis vuestra parte de redención,
ASESINO 2°.- No; discutiremos con él. por la preciosa sangre de Cristo derramada por
CLARENCE.- ¿Dónde estás, carcelero? ¡Dame nuestros graves pecados, que os marchéis sin
una copa de vino! poner vuestras manos en mí! ¡La acción que
ASESINO 1°.- Dentro de un instante tendréis vais a cometer es abominable!
suficiente vino, milord. ASESINO 1°.- Lo que hacemos nos ha sido
CLARENCE.- ¡En nombre de Dios! ¿Quién eres? mandado.
ASESINO 1°.- Un hombre como vos. ASESINO 2°.- Y el que lo ha mandado es
CLARENCE.- Pero no como yo, de sangre real. nuestro rey.
ASESINO 1°.- Ni vos como yo, de sangre leal. CLARENCE.- ¡Erróneo, vasallo! ¡El gran Rey de
CLARENCE.- Tu voz es de trueno, pero humilde los reyes ha mandado en las tablas de su Ley
tu mirada. que no debes matar! ¿Quieres tú, entonces,
ASESINO.- Mi voz es ahora la del rey; pero mis rechazar su mandato y obedecer el de un
miradas, propias. hombre? ¡Ten cuidado, porque El tiene en sus
CLARENCE.- ¡Qué tenebroso y mortífero es tu manos la venganza para lanzarla sobre la
lenguaje! ¡Vuestros ojos me amenazan! ¿Por cabeza de los que violan su Ley!
qué palidecéis? ¿Quién os envía aquí? ¿A qué ASESINO 2°.- ¡Y esa misma venganza es la que
venís? sobre ti arroja, por falso, por perjuro y por
ASESINO 2°.- A..., a..., a... asesino también! ¡Tú hiciste el juramento de
CLARENCE.- ¡A asesinarme! combate en la guerra por la casa de Lancaster!
(1).
LOS DOS ASESINOS.- Sí, sí.
Warwick abandonar la causa de los yorquistas y violó su
juramento.
(1) Clarence, en efecto, había prometido a su suegro
20
ASESINO 1°.- ¡Y, como traidor al nombre de ¡Id de mi parte a verle!
Dios, faltaste a tu juramento! ¡Y con tu hoja LOS DOS ASESINOS.- ¡Sí que iremos!
traicionera atravesaste las entrañas del hijo de CLARENCE.- Decidle que cuando nuestro noble
tu soberano! (1). padre York bendijo a sus tres hijos con su brazo
ASESINO 2°.- ¡A quien hubiste de jurar victorioso y nos encargó desde el fondo de su
sostenimiento y defensa! alma que nos amásemos mutuamente, no pudo
ASESINO 1°.- ¿Cómo te atreves ante nosotros a imaginarse esta discordia en nuestra
apelar a la ley divina, cuando la has violado en fraternidad. ¡Decid a Gloster que medite en
tan grande extremo? esto, y llorará!
CLARENCE.- ¡Ay! Y ¿por quién cometí tan mala
acción? ¡Por Eduardo, por mi hermano; por él la
(1) Alusión a la muerte del príncipe de Gales, en la que
realicé! ¡No os enviará para que me deis
había intervenido el duque de Clarence.
muerte por ello, pues en esto es tan culpable
como yo! Si Dios quiere vengarse de esa falta.
ASESINO 1°.- ¡Sí, piedras de molino, como nos
¡Oh!, sabed que El se venga en público. ¡No
enseñó que vertiésemos nosotros! CLARENCE.-
hurtéis la contienda a su potente brazo! El no
¡Oh, no le calumniéis! Es benéfico.
necesita medios indirectos ni ilegales para
ASESINO 1°.- ¡Sí, como la nieve sobre la
aniquilar a los que le han ofendido.
cosecha! ¡Vamos, estáis engañado! ¡El es
ASESINO 1°.- ¿Quién te encargó, entonces, de quien nos envía a mataros aquí!
ser su sangriento ministro, cuando heriste de
CLARENCE.- No puede ser, pues ha gemido en
muerte al galante mancebo, la esperanza
mi desgracia, y, estrechándome en sus brazos,
preciada, el bravo Plantagenet?
juró entre sollozos que trabajaría por mi
CLARENCE.- El amor por mi hermano, el libertad.
demonio y mi furia.
ASESINO 1°.- Pues es lo que hace al querer
ASESINO 1°.- El amor por tu hermano, nuestro libraros de la esclavitud del mundo para
deber y tus crímenes nos incitan aquí a
reservaros las alegrías del Cielo.
degollarte.
ASESINO 2°.- ¡Reconciliaos con Dios, milord,
CLARENCE.- Si amáis a mi hermano, no me pues debéis morir!
odiéis a mí. ¡Soy su hermano y le quiero bien!
CLARENCE.- Teniendo en el alma este santo
Si estáis pagados para esta acción, volved en
pensamiento de aconsejarme hacer mi
seguida y buscad a mi hermano Gloster, quien
reconciliación con Dios, ¿eres tan ciego para
os recompensará mejor por haberme dejado
con tu propia alma que vas a entrar en guerra
vivir, que Eduardo remuneraros por mi muerte.
con Dios mismo para asesinarme? ¡Oh
ASESINO 2°.- Estáis equivocado. ¡Vuestro señores! ¡Considerad que el que os ha enviado
hermano Gloster os odia!
para cometer esta acción os odiará por esta
CLARENCE.- ¡Oh, no! Me ama y le soy querido. acción!
ASESINO 2°.- ¿Qué hacemos? ASESINO 2°.- ¡Volved la vista, milord! ASESINO
CLARENCE.- ¡Ceder y salvar vuestras almas! 1°.- ¡Toma ésta! (Le hiere.) ¡Y ésta! ¡Y si todo
ASESINO 1°.- ¡Ceder! ¡No! ¡Eso es cobardía y esto no es bastante, te ahogaré ahí dentro, en
afeminamiento! el tonel de malvasía! (Sale con el cuerpo.)
CLARENCE.- ¡No ceder es bestial, salvaje y ASESINO 2°.- ¡Acción sangrienta! ¡Y realizada
diabólico!... ¡Amigo, sorprendo cierta piedad en desesperadamente! ¡De buena gana, como
tus miradas! ¡Oh! ¡Si tus ojos no me engañan, Pilato, lavaría mis manos de este muy odioso
ponte a mi lado e implora por mí! ¿De qué crimen!
príncipe mendigo no se apiadarían los
mendigos? ¿Quién de vosotros, si fuerais hijos Vuelve a entrar el ASESINO 1°
de un príncipe, privado de su libertad, como yo
ASESINO 1°.- ¿Qué es esto? ¿En qué piensas,
estoy ahora, viendo venir a dos asesinos como
que no me ayudas? ¡Por el Cielo, que sabrá el
vosotros, no suplicaría por su vida..., como
duque lo pusilánime que estuviste!
rogaríais vosotros si os hallarais en mi trance?
21
ASESINO 2°.- ¡Quisiera que supiese que salvé rincón, hasta que el duque disponga su funeral.
a su hermano! (1). ¡Toma tú la recompensa y
repite lo que te digo: que me arrepiento de la ¡Y cuando cobre, lejos de la gente; puesto esto ha de hacer
ruido, es conveniente!
muerte del duque! (Sale.)
ASESINO 1°.- ¡Pues yo no! ¡Márchate, cobarde! (Sale.)
Ahora voy a esconder el cuerpo en algún
Acto Segundo
Entran el REY EDUARDO (sostenido y enfermo), la REINA os condene a perecer el uno a manos del otro.
ISABEL, DORSET, RIVERS, HASTINGS, BUCKINGHAM, GREY y
otros
(1) The Palace. El mismo de Westminster en que se
REY EDUARDO.- Bien; así... Hoy no he perdido desarrolló la escena tercera del primer acto.
el día... ¡Pares, continuad esta estrecha unión! REY EDUARDO.- Señora, no seáis vos misma
De un instante a otro espero una embajada de una excepción de esto..., ni vuestro hijo
mi Redentor, para redimirme de este mundo; y Dorset..., ni vos, Buckingham. Habéis sido
en mayor paz partirá mi espíritu al Cielo adversarios entre sí. Esposa, estimad a lord
después de haber restablecido la paz de mis Hastings, dadle a besar vuestra mano, y, en lo
amigos sobre la tierra. ¡Rivers y Hastings, daos que realicéis, proceded con franqueza.
la mano sin oculto encono, jurándoos amistad! REINA Isabel.- Hela aquí, Hastings... Nunca
RIVERS.- El Cielo me es testigo de que mi alma más recordaré nuestros pasados
queda purgada de odio y de envidia, y sello con resentimientos. ¡Por mi felicidad y la de los
mi mano la lealtad de mi corazón HASTINGS.- míos!
¡Así sea dichoso como juro sinceramente lo REY EDUARDO.- ¡Dorset, abrazadle!...
mismo! ¡Hastings, amad al marqués!
REY EDUARDO.- Tened cuidado de no fingir ante DORSET.- Protesto aquí que este intercambio
vuestro rey, no sea que Aquel que es supremo de afectos será inviolable por parte mía.
Rey de reyes confunda vuestra oculta falsía y
impulsado por Ricardo y la reina, y, por otra parte, muy
dado a desconfiar de Clarence, le hizo condenar a la última
(1) Como observa Guizot, Clarence no murió de la manera pena por la Cámara de los Pares, en aquellos tiempos
instrumento servil de los más odiosos actos de tiranía.
que narra Shakespeare, ni por sola voluntad del duque de
Gloster, sino de acuerdo éste con el monarca, que,
22
HASTINGS.- Igual juro yo. (Abraza a DORSET.) de todos los hombres de bien. Comienzo por
REY EDUARDO.- Ahora, noble Buckingham, sella Vos, señora, y os pido una paz sincera, que
esta alianza con tus brazos a los deudos de mi pagaré con mi perpetuo servicio. A vos también
esposa, y hacedme todos felices con vuestra mi noble primo Buckingham (1), si ha podido
unión. existir entre nosotros alguna disensión. A vos y
BUCKINGHAM.- ¡Si alguna vez Buckingham a vos, lord Rivers y de Dorset..., que, sin razón,
vuelve a su rencor contra Vuestra Gracia (A la me habéis fruncido el ceño... A vos, lord
REINA.) y no os rinde a vos ni a los vuestros lasWoodville, y a vos, lord Scales..., duquesa,
solicitudes y deberes que le conciernen, que condes, lores caballeros; a todos de veras: no
Dios me castigue con el odio de aquellos de conozco inglés viviente con quien tenga en mi
donde espero más amor! ¡Que cuando más alma una jota más de lucha que por el niño que
necesite poner un amigo a prueba, y más nazca esta noche. ¡Doy gracias a Dios por mi
seguro esté de que es amigo, le halle falso, humildad!
pérfido, traidor y lleno de reservas contra mí! REINA ISABEL.- De hoy en adelante, este día
Esto es lo que pido al Cielo cuando se enfríe mi será consagrado como de fiesta. Quiera Dios
amor por vos o por los vuestros. (Abrazando a que desaparezcan todas nuestras discordias.
RIVERS, etc.) Mi soberano señor, suplico a Vuestra Majestad
REY EDUARDO.- Tu juramento, noble que otorgue su gracia a nuestro hermano
Buckingham, es un grato cordial para mi Clarence.
enfermo corazón. Ahora nos falta aquí nuestro GLOSTER.- ¡Cómo, señora! ¿Os he brindado
hermano Gloster, para coronar el período amor para esto, para ser escarnecido en
bendito de esta paz. presencia del rey? ¿Quién no sabe que el
BUCKINGHAM.- Y, en buena hora, aquí llega el pobre duque ha muerto? (Todos se quedan
noble duque. estupefactos.) ¡Le injuriáis insultando su
cadáver!
Entra GLOSTER REY EDUARDO.- ¿Quién no sabe que ha
muerto? ¿Quién sabe que lo sea?
GLOSTER.- ¡Dios guarde a mis soberanos, rey y REINA ISABEL.- ¡Cielos poderosos! ¿Qué mundo
reina; y felices días, ilustres pares! REY es éste?
EDUARDO.- Felices son, en efecto, por lo bien BUCKINGHAM.- Lord Dorset, ¿estoy tan pálido,
que hemos empleado el día. Gloster, hemos como los demás?
hecho obra de caridad, trocando en paz la DORSET.- ¡Sí, mi querido milord! ¡Y ninguno
enemistad y en bello amor el odio entre estos hay presente cuyas rojas mejillas no hayan
pares, irritados por incesantes resentimientos. perdido su color!
GLOSTER.- Labor bendita, mi soberano señor... REY EDUARDO.- ¿Que ha muerto Clarence?
Si hay alguno en esta noble asamblea que por ¡Pues si la orden fue revocada!
un falso informe o sospecha injusta me crea su GLOSTER.- Pero él, infeliz, murió por vuestra
enemigo; si involuntariamente o en un momento primera orden (2), que debió de llevar en alado
de arrebato he cometido alguna acción que Mercurio. La contraorden se confió, sin duda, a
ofenda a los aquí presentes deseo
reconciliarme a su amistad. ¡El ser enemigo es
para mí la muerte! Odio esto, y deseo el amor (1) My noble cousin Buckingham. La abuela de
Buckingham era hermana de la madre de Ricardo, y por su rechazado hacer firmar por el monarca una sentencia de
mujer, Catalina Woodville, era cuñado de la reina. (2) Yours muerte contra Clarence. Esta sentencia fue la que llevó a
first order. Para que se comprenda el arrepentimiento del cabo, rápida y secretamente, Gloster antes que pudiera
rey, hay que suponer lo que no se ha relatado sino revocarse la ejecución.
implícitamente en el acto primero: que Ricardo había
23
un mensajero lisiado, que llegó a tiempo de tuvo la caridad de recordármelo! Pero cuando
verle enterrar. ¡Quiera Dios que alguno menos uno de vuestros palafreneros o de vuestros
noble y leal, más cercano en pensamientos lacayos ha cometido un asesinato en la
sanguinarios que en sangre, y aún no exento embriaguez y desfigurado la preciosa imagen
de sospechas, no tenga peor fin que el de nuestro Redentor, heos aquí correr a mis
desgraciado Clarence! plantas con ¡Perdón, perdón! Y yo, injustamente
también, debo concedéroslo... Mas por mi
Entra STANLEY hermano nadie quiso hablar; ni yo mismo,
¡ingrato!, pedí por el pobre de mi alma. Los más
STANLEY.- ¡Una gracia, mi soberano, por todos
altaneros de todos vosotros erais sus obligados
mis servicios!
en vida ¡Y ninguno de vosotros quiso interceder
REY EDUARDO.- ¡Silencio, te ruego! ¡Mi alma por esa vida! ¡Oh Dios, temo que tu justicia
está llena de dolor!
caiga sobre mí, sobre vosotros, sobre los míos
STANLEY.- ¡No me levantaré sin que Vuestra y sobre los vuestros por esta acción! Ven,
Majestad me oiga!
Hastings, ayúdame a ir a mi cámara. ¡Ah!
REY EDUARDO.- Entonces di pronto lo que
¡Pobre Clarence!... (Salen el REY, la REINA,
deseas.
HASTINGS, RIVERS, DORSET y GREY.)
STANLEY.- Soberano, la perdida existencia de
GLOSTER.- ¡Este es el fruto de la
un sirviente mío, que ha dado muerte a un
precipitación!... ¿No habéis notado cómo todos
gentilhombre pendenciero que hace poco entró
esos culpables parientes de la reina
a las órdenes del duque de Norfolk.
palidecieron al escuchar la muerte de
REY EDUARDO.- ¿Ha pronunciado mi lengua la
Clarence? ¡Oh! ¡La solicitaron hasta delante del
sentencia de muerte de mi hermano, y se
rey! ¡Dios la vengará! Venid, lores. ¿Vamos a
quiere que esta misma lengua perdone a un
consolar al rey con nuestra compañía?
siervo? ¡Mi hermano no había matado a nadie!
BUCKINGHAM.- Seguimos a Vuestra Gracia.
¡Su crimen fue pensar, y, no obstante, su
(Salen.)
castigo ha sido la muerte feroz! ¿Quién
intercedió por él? ¿Quién, en mi desesperación,
se puso de hinojos y me invitó a que
reflexionara? ¿Quién me habló de fraternidad?
Escena II
¿Quién de amor? ¿Quién me recordó cuando el
El palacio
pobre, abandonó al fiero Warwick para combatir
por mí? ¿Quién me recordó que en los campos Entra la DUQUESA de YORK con el HIJO (1) y la HIJA de
de Tewkesbury, cuando Oxford me había CLARENCE
derribado, él me salvó la vida y dijo: ¡Querido
hermano, vive y sé rey! ¿Quién me recordó
HIJO.- Querida abuela, decidnos: ¿ha muerto
cuando, tendidos ambos en tierra, casi muertos
nuestro padre?
de frío, él me envolvió en sus ropas y se
DUQUESA.- No, hijo mío.
expuso, todo desnudo y débil, a la inclemencia
HIJO.- Pues por qué lloráis tan a menudo y os
de la noche glacial? ¡Todo esto había
golpeáis el pecho, exclamando: ¡Oh Clarence,
desaparecido criminalmente de mi memoria por
mi infortunado hijo!
mi furia desesperada, y ninguno de vosotros
decapitado en 1499 por orden de Enrique VII, y su hermana
Margarita Plantagenet –la célebre Margarita Plantagenet-,
(1) Son and a daughter of Clarence. Estos jóvenes son decapitada igualmente en 1541.
Eduardo Plantagenet, conde de Warwick, que fue
24
HIJO.- ¿Por qué nos miráis y movéis la cabeza,
REINA ISABEL.- ¡Ah!... ¿Quién me podrá impedir
llamándonos huérfanos, desgraciados y
que gima y llore? ¿Quién deplorar mi suerte y
abandonados, si vive nuestro noble padre?
atormentarme? ¡Quiero juntar mi negra
DUQUESA.- Ambos os engañáis, preciosos
desesperación contra mi alma y convertirme en
nietos. Lloro por la enfermedad del rey, como
mi propia enemiga!
quien teme perderlo, y no por la muerte de
DUQUESA.- ¿Qué significa esta escena de
vuestro padre. Sería un dolor perdido llorar por
furiosos transportes?
uno a quien se ha perdido.
REINA ISABEL.- ¡La representación de un acto
HIJO.- Entonces, abuela, convenís en que ha
de violencia trágica!... ¡Eduardo, mi señor, tu
muerto. El rey, mi tío, es el culpable de esta
hijo, nuestro rey, ha muerto! ¿Por qué crecen
acción. Dios la vengará, a quien importunaré
las ramas, si se ha arrancado la raíz? ¿Por qué
con mis plegarias, que se encaminarán todas a
no se secan las hojas al faltarles la savia? ¡Si
ese objeto.
queréis vivir, llorad! ¡Si morir, daos prisa! ¡Que
HIJA.- Y yo también.
puedan nuestras almas, en su rápido vuelo,
DUQUESA.- ¡Silencio, niños, silencio! El rey os
alcanzar la del rey, o, como obedientes
quiere bien. ¡Inexpertos, infelices e inocentes,
súbditos, seguirle a su nuevo reino, mansión de
no podéis adivinar quién ha causado la muerte
eterna noche!
de vuestro padre!
DUQUESA.- ¡Ah! ¡Tanta parte tomo en tu dolor
HIJO.- Podemos, abuela, pues mi buen tío
como derecho tenía sobre tu noble marido! ¡He
Gloster me ha dicho que el rey, inducido por la
llorado la muerte de mi digno esposo y he
reina, había fraguado cargos para encarcelarle.
vivido contemplándome en sus imágenes! ¡Pero
Y cuando me decía esto, lloraba, me consolaba
ahora la muerte cruel ha roto en pedazos los
y besaba cariñosamente mis mejillas,
dos espejos (1) que reflejaban su augusta
aconsejándome que fiara en él como en mi
fisonomía, y no me queda para consuelo más
padre, y que me amaría tan tiernamente como
que un falso cristal que me aflige cuando miro
a un hijo.
en él mi oprobio! (2). Eres viuda, pero todavía
DUQUESA.- ¡Ah! ¡Que la perfidia adopte formas
eres madre, y te queda el consuelo de tus hijos;
dulces, y que el inmundo vicio se oculte bajo la
mientras que la muerte que arrancó de mis
máscara de la virtud! ¡Es mi hijo, sí, y como tal
brazos a mi esposo, llevóse también de mis
me avergüenza; pero en mis pechos no
débiles manos los dos apoyos que me
amamantó esa perfidia!
sostenían, Clarence y Eduardo. ¡Oh! Pues que
HIJO.- ¿Pensáis, abuela, que mi tío me
tu pérdida no es sino la mitad de la mía, ¡tengo
engañó?
razón para dominar tus lamentos y ahogar tus
DUQUESA.- ¡Sí, hijo mío!
gritos!...
HIJO.- Yo no puedo pensarlo. ¡Escuchad! ¿Qué
HIJO.- ¡Ah tía! ¡No llorasteis por la muerte de
ruido es ese?
nuestro padre! ¡Cómo podemos ayudaros con
Entra la REINA ISABEL, con aspecto extraviado, suelta su nuestras tiernas lágrimas!
cabellera sobre los hombros, y seguida de RIVERS y HIJA.- ¡No fue llorada nuestra triste orfandad!
DORSET. ¡Vuestro dolor de viuda quedará, a su vez, sin
llanto!
REINA ISABEL.- ¡No me ayudéis a llorar! ¡No soy
estéril en gemidos! ¡Afluyan a mis ojos las (1) Two mirrors. La duquesa alude a Eduardo y a Clarence,
olvidándose del joven conde de Rutland, del que se habló
corrientes de todos los manantiales, para que,
varias veces en el acto primero.
bajo la influencia de la acuosa luna, pueda (2) When I see my shame in him. Refiérese al duque de
verter lágrimas suficientes para anegar al Gloster.
mundo! ¡Ah! ¡Esposo mío! ¡Mi querido señor
Eduardo!
25
LOS HIJOS.- ¡Ah! ¡Nuestro padre! ¡Nuestro Eduardo, y plantad vuestra alegría sobre el
querido señor Clarence! trono del Eduardo viviente.
Entran GLOSTER (1), BUCKINGHAM, STANLEY, HASTINGS,
DUQUESA.- ¡Ay! ¡Los dos! ¡Ambos eran míos,
RATCLIFF y otros
Eduardo y Clarence!
REINA ISABEL.- ¿Qué apoyo tenía yo sino GLOSTER.- ¡Consolaos, hermana! Todos
Eduardo? ¡Y se me ha ido! estamos sujetos a llorar el eclipse de nuestra
LOS HIJOS.- ¿Qué apoyo teníamos nosotros brillante estrella; pero ninguno puede curar con
sino Clarence? ¡Y se nos ha ido! lágrimas sus males... Señora, madre mía, os
DUQUESA.- ¿Qué apoyo tenía yo sino ellos? ¡Y pido perdón; no había reparado en Vuestra
se han ido! Gracia. Humildemente solicito de rodillas
REINA ISABEL.- ¡Jamás viuda alguna sufrió tan vuestra bendición.
cara pérdida! DUQUESA.- Dios te bendiga e infunda en tu
LOS HIJOS.- ¡Jamás ningunos huérfanos pecho amor, caridad, obediencia y franca
sufrieron tan cara pérdida! fidelidad.
DUQUESA.- ¡Jamás ninguna madre sufrió tan GLOSTER.- (Aparte.) ¡Amén! Y que me haga
cara pérdida! ¡Ay!... ¡Soy la madre de esos morir hecho un buen viejo (2). Este es el final de
dolores! ¡Sus desdichas son compartidas; la toda bendición materna. ¡Me extraña que Su
mía es general! ¡Ella llora un Eduardo, y yo Gracia lo haya olvidado!
también! ¡Yo lloro un Clarence, ella, no! ¡Esos BUCKINGHAM.- Príncipes en duelo, y vosotros,
niños lloran a Clarence, y yo también! ¡Yo lloro contristados pares, que compartís el peso de
un Eduardo, ellos tampoco!... ¡Ay! ¡Vosotros este dolor común; apoyaos ahora en una
tres, sobre mí, tres veces desdichada, hacéis amistad recíproca. Hemos perdido, es cierto, la
caer vuestras lágrimas! ¡Soy la nodriza de cosecha que nos ofreció este rey; Pero nos
vuestros dolores, y los nutriré con mis resta la esperanza de las que nos promete su
lamentos! hijo. La úlcera inflamada de vuestros profundos
DORSET.- ¡Valor, querida madre! Dios se odios, recientemente restañada, cosida y junta,
ofenderá de veros tan poco propicia a acatar debe preservarse con cuidado, atenderse y
sus preceptos. En el común sentir de las tratar. Me parece oportuno que se enviara a
gentes, se llama ingrato al que rehúsa de mal buscar con un reducido séquito al joven
grado satisfacer la deuda que una mano liberal príncipe, que está en Ludlow (3), para
le prestó generosamente. Mucho más es conducirlo a Londres y coronarlo rey.
oponerse contra el Cielo por reclamaros el RIVERS.- ¿Por qué un reducido séquito, milord
préstamo real que os hizo. de Buckingham?
RIVERS.- Señora, meditad, como solícita BUCKINGHAM.- Pues. milord, de miedo no sea
madre, en vuestro hijo el joven príncipe. Enviad que, mezclada mucha gente, la herida del
en seguida por él, que sea coronado; en él rencor, recién cicatrizada, pueda abrirse; lo que
reside vuestro consuelo. Sepultad vuestro sería mucho más peligroso ahora que el reino
desesperado pesar en la tumba del difunto se halla en estado de infancia y aún sin
gobernar. En donde todos los caballos son en el momento de la muerte del rey, pues hallábase a la
sazón en el norte de Inglaterra.
dueños del freno que los contiene y pueden
(2) La duquesa, que conocía como madre la perfidia y
emprender su carrera como les plazca, se maldad de su hijo, suprime este final de su bendición. (3)
debe, en mi opinión, evitar el peligro del mal, Lugar en la frontera del principado de Gales, que era la
tanto como el mal mismo. residencia habitual del heredero de la corona.
26
GLOSTER.- Espero que el rey nos habrá puesto dónde vais tan aprisa?
en paz a todos, y el pacto es firme y sincero en CIUDADANO 2°- Os juro que ni yo mismo lo sé.
mí. ¿Habéis oído las noticias que corren?
RIVERS.- E igual en mí, y creo que en todos. CIUDADANO 1°.- Sí, que el rey ha muerto.
Sin embargo, como quiera que el lazo de CIUDADANO 2°.- ¡Por la Virgen, malas noticias!
nuestra amistad es tan frágil aún, no debemos Rara vez sucede lo mejor. Temo, temo que el
exponerlo a la ruptura, lo que evidentemente mundo marche a tropezones.
sucedería de ser numeroso el cortejo. Por
Entra otro Ciudadano
tanto, pienso, con el noble Buckingham, que es
prudente no enviar sino una reducida escolta
CIUDADANO 3°.- ¡Dios os guarde, vecinos!
para recoger al príncipe.
CIUDADANO 1°.- ¡Buenos días tengáis, señor!
HASTINGS.- Y lo mismo pienso yo. GLOSTER.-
¿Se confirma la muerte del buen rey Eduardo?
Entonces, sea así, y vamos a decidir quiénes
CIUDADANO 2°.- Sí, señor; por desgracia, es
hayan de marchar inmediatamente a Ludlow.
cierta. ¡Dios nos asista entre tanto!
Señora, y vos, hermana mía, ¿queréis venir a
CIUDADANO 3°.- Pues, entonces, señores,
darnos vuestras instrucciones en este
preparémonos a presenciar un mundo
importante asunto? REINA ISABEL y DUQUESA.-
turbulento.
De todo corazón. (Salen todos, menos
CIUDADANO 1°.- No, no; su hijo reinará, por la
BUCKINGHAM y GLOSTER.) BUCKINGHAM.- Milord,
gracia de Dios Todopoderoso.
vayan quienes fueron de jornada con el
príncipe, por Dios, no nos quedemos aquí ni CIUDADANO 3°.- ¡Desgraciado de aquel país
regido por un niño!
uno ni otro. Porque, camino adelante, yo tendré
ocasión, como preludio al proyecto de que CIUDADANO 2°.- Hay en él esperanzas de
gobierno; que en su minoría un Consejo, bajo
hemos hablado, de separar al príncipe de los
su nombre, y en su plena y mejor edad él
ambiciosos parientes de la reina.
mismo, no lo dudéis, harán que entonces y
GLOSTER.- ¡Mi otro yo, consistorio de mis
siempre se nos gobierne bien.
consejos, mi oráculo, mi profecía!...
CIUDADANO 1°.- Tal era la situación del Estado
¡Mi querido primo yo, como un niño, me confío
cuando Enrique Sexto fue coronado en París
a tu dirección! ¡Hacia Ludlow, entonces, pues
sin contar más que nueve meses. CIUDADANO
no debemos quedarnos atrás! (Salen.)
3°.- ¿Estaba así el Estado? No, no queridos
amigos; Dios lo sabe, pues entonces este país
podía vanagloriarse de poseer un buen Consejo
político; entonces tenía el rey virtuosos tíos (1)
Escena III para proteger a Su Gracia.
28
ARZOBISPO.- Y lo está, no lo dudéis, venerable DUQUESA.- ¿Quién lo ha ordenado?
señora. MENSAJERO.- Los poderosos duques de Gloster
DUQUESA.- Así lo espero; pero las madres y Buckingham.
siempre tienen sus dudas. REINA ISABEL.- ¿Por qué delito?
YORK.- ¡Pues es verdad! Si llego a acordarme, MENSAJERO.- Os digo cuanto sé. Por cuál
le aplico una chufla al crecimiento de mi tío, motivo o qué causa han sido encarcelados los
para rayar más alto que él rayó sobre mí. nobles, lo desconozco en absoluto, mi
DUQUESA.- ¿Cómo, mi joven York? Explícate, venerable señora.
te lo ruego. REINA ISABEL.- ¡Ay de mí! ¡Preveo la ruina de mi
YORK.- ¡Por mi fe! Dicen que mi tío creció tan a casa! ¡El tigre ha hecho ya presa en el débil
prisa, que pudo morder una corteza a las dos cervatillo! ¡La insolente tiranía se proyecta
horas de haber nacido. En tanto yo, a los dos sobre el inocente e indefenso trono! ¡Sed bien
años, no tenía aún ningún diente. ¡Abuela, ésta venidas, destrucción, sangre y matanza! ¡Veo
hubiera sido una broma mordaz! como en un mapa el fin de todo!
DUQUESA.- Por favor, querido York, ¿quién te DUQUESA.- ¡Días execrables de inquietud y
ha contado eso? discordia! ¡Cuántas veces os han visto pasar
YORK.- Mi nodriza, abuela. mis ojos! Mi esposo perdió la vida por ganar la
DUQUESA.- ¡Su nodriza! ¡Bah! Murió antes que corona. Y mis hijos han estado arriba y abajo al
tú nacieses. vaivén de la fortuna, dándome alegría y
YORK.- Si no fue ella, no me acuerdo quién me lágrimas según sus ganancias o pérdidas. Y
lo dijo. cuando todo estaba consolidado y las luchas
REINA ISABEL.- ¡Un muchacho charlatán! domésticas enteramente disipadas los
¡Vamos, no hay que ser tan malicioso! vencedores se declaran la guerra entre sí,
ARZOBISPO.- Buena señora, no os enfadéis con hermano contra hermano, sangre contra
el niño. sangre, cada uno contra él propio. ¡Oh!...
REINA ISABEL.- Las paredes oyen. ¡Frenética furia fratricida, cesa en tu rabia, o
déjanos morir, para no contemplar más la
Entra un MENSAJERO muerte!
REINA ISABEL.- ¡Ven, ven, hijo mío; vamos al
ARZOBISPO.- Aquí viene un mensajero. ¿Qué santuario! (1). ¡Señora, adiós!
noticias hay? DUQUESA.- ¡Esperad, iré con vos! REINA
MENSAJERO.-Tales, milord, que me duele ISABEL.- Vos no tenéis necesidad. ARZOBISPO.-
repetirlas. Id, mi venerable señora. (A la reina.) Y llevaos
REINA ISABEL.- ¿Cómo está el príncipe? allá vuestro tesoro y vuestros bienes. Por mi
MENSAJERO.- Bien, señora, y en salud. parte, devuelvo a Vuestra Gracia los sellos que
DUQUESA.- ¿Cuáles son tus noticias? me estaban confiados, y ojalá me suceda
MENSAJERO.- Lord Rivers y lord Grey (1) han conforme al afecto que os profeso a vos y a los
sido conducidos en prisión a Pomfret, y con vuestros. Venid, yo os conduciré al santuario.
ellos sir Tomás Vaugham. (Salen.)
(1) Lord Rivers y lord Grey, el hermano y el hijo de la reina, (1) Sanctuary. El santuario de Westminster pertenece al
fueron internados en Pomfret y decapitados sin otra forma palacio. Al dirigirse a este lugar, previniendo los odiosos
de proceso. actos de tiranía que había de cometer Gloster, la reina iba
en busca del derecho de asilo para sustraerse al criminal.
29
Acto Tercero
Entra HASTINGS
Escena primera
otorgándole salud y días venturosos!
PRÍNCIPE.- Gracias, buen milord... Y gracias a
todos... (Salen el CORREGIDOR, etcétera.) Creí
Londres – Una calle
que mi madre y mi hermano York acudirían
presurosos a nuestro encuentro. ¡Pues anda,
Toques de clarín. Entran el PRÍNCIPE DE GALES, GLOSTER, qué perezoso es Hastings, que no viene a
BUCKINGHAM, el CARDENAL BOUCHER y otros
decirnos si vendrán o no!
BUCKINGHAM.- Y en buena hora, pues aquí
BUCKINGHAM.- ¡Bien venido, amable príncipe, a llega, todo sudoroso, el lord.
Londres, vuestra cámara real! GLOSTER.- ¡Bien PRÍNCIPE.- ¡Bien venido, milord! Qué, ¿vendrá
llegado, querido sobrino, soberano de mis nuestra madre?
pensamientos! La fatiga del viaje os ha puesto HASTINGS.- Ignoro por qué motivo, pues sólo
melancólico. Dios lo sabe, y no yo, la reina vuestra madre y
PRÍNCIPE.- No, tío, sino que las contrariedades vuestro hermano York se han acogido en el
del viaje me han entristecido, enojado y santuario. El tierno príncipe hubiera querido
cansado. Quisiera ver aquí más tíos que me venir conmigo a recibir a Vuestra Gracia, pero
recibieran. su madre se ha opuesto.
GLOSTER.- Tierno príncipe, la inocente pureza BUCKINGHAM.- ¡Vaya, pues! ¡Qué indiscreto y
de vuestros años no ha penetrado todavía en torpe camino por su parte! Lord cardenal, ¿se
los engaños del mundo. No podéis juzgar al dignará Vuestra Gracia persuadir a la reina a
hombre sino por su apariencia, que, bien lo que envíe inmediatamente al duque de York a
sabe Dios, rara vez o nunca está de acuerdo saludar a su augusto hermano? Si se niega,
con el corazón. Esos tíos que echáis de menos lord Hastings, seguid al cardenal y arrebatadlo
eran peligrosos. Vuestra gracia se dejaba coger a la fuerza de los celosos brazos de su madre.
en la miel de sus palabras; pero no recibía el CARDENAL.- Milord de Buckingham, si mi pobre
veneno de sus corazones. ¡Dios os libre de elocuencia puede obtener de su madre al
ellos y de tan falsos amigos! duque de York, esperadle aquí un momento;
PRÍNCIPE.- ¡Dios me guarde de falsos amigos! pero si se obstina en resistirse a mis amorosas
Pero ellos no lo eran. instancias ¡el Dios del Cielo no permita que
GLOSTER.- Milord, el corregidor de Londres se nosotros violemos jamás el santo privilegio del
dirige a saludaros. bendito santuario! ¡Ni por toda la tierra me haría
culpable de tan enorme pecado!
Entran el LORD CORREGIDOR y su séquito BUCKINGHAM.- Sois, milord, de una irrazonable
obstinación, excesivamente ceremonioso y muy
CORREGIDOR.- ¡Dios bendiga a Vuestra Gracia,
apegado a las tradiciones. Considerando la por qué reclamarlo ni necesitar de él; y,
cosa no sino con la grosera moral de este siglo, además, en mi opinión, no puede obtenerlo. Por
no profanáis el santuario al apoderaros del consiguiente, haciéndole salir de donde no
duque de York. El beneficio de asilo solamente debe estar, no quebrantáis cédula ni privilegio.
se concede a quienes por sus acciones lo He oído hablar con frecuencia de santuarios
hagan imprescindible y a los que tienen juicio para los hombres; pero nunca, hasta ahora, de
suficiente para reclamarlo. El príncipe no tiene santuario para los niños.
30
CARDENAL.- Por esta vez, milord, me habéis famoso. Su valor ilustró a su generación; su
convencido. Vamos; lord Hastings, ¿queréis genio eternizó su valor. La muerte no pudo
acompañarme? conquistar a este conquistador, pues aún vive
HASTINGS.- ¡Os sigo, milord! por su gloria, aunque no por su vida... Tengo
PRÍNCIPE.- ¡Queridos lores, sed lo más que comunicaros un proyecto, primo
diligentes que podáis! (Salen el CARDENAL y Buckingham.
HASTINGS.) Decidme, tío Gloster: si viene BUCKINGHAM.- ¿Cuál, mi gracioso señor?
nuestro hermano, ¿dónde nos alojaremos hasta PRÍNCIPE.- Como viva hasta ser hombre, he de
el día de nuestra coronación? reclamar nuestros antiguos derechos sobre
GLOSTER.- Donde mejor convenga a vuestra Francia, o morir soldado como he vivido rey.
real persona. Si me es permitido aconsejaros, GLOSTER.- (Aparte.) Los cortos estíos tienen
Vuestra Alteza, debe reposar un día o dos en la ordinariamente una precoz primavera.
Torre. Después, donde os plazca o creamos
Entran YORK, HASTINGS y el CARDENAL
más conveniente para vuestra salud y
distracción. BUCKINGHAM.- ¡He aquí, en buena hora, llegar
PRÍNCIPE.- La Torre es el lugar que menos me al duque de York!
gusta de todos... ¿Fue Julio César quién la PRÍNCIPE.- ¡Ricardo de York! ¿Cómo está
construyó, milord? nuestro noble hermano?
GLOSTER.- Fue quien la comenzó, mi gracioso YORK.- Bien, mi respetable señor; ya puedo
señor; las edades siguientes la terminaron. llamaros así.
PRÍNCIPE.- ¿Es un hecho histórico, o sólo una PRÍNCIPE.- Sí, hermano, y con sentimiento,
leyenda que nos han trasmitido las tanto de nuestra parte como de la vuestra.
generaciones? Demasiado pronto murió el que ostentaba este
BUCKINGHAM.- Un hecho histórico, mi gracioso título, que, por su muerte, ha perdido bastante
señor. de su majestad.
PRÍNCIPE.- Pero suponed, milord, que no GLOSTER.- ¿Cómo sigue nuestro sobrino el
estuviese registrado; a mi parecer, estas noble lord de York?
verdades debieran vivir de edad en edad, como YORK.- Bien, gracias, amable tío. ¡Oh milord!
herencia trasmitida a todas las generaciones, Vos habéis dicho que la mala hierba crece
hasta la consumación de los siglos. pronto. El príncipe, mi hermano, me aventaja en
GLOSTER.- (Aparte.) ¡Tan joven y tan discreto! talla.
Dicen que nunca alcanzan larga vida. GLOSTER.- Es verdad, milord.
PRÍNCIPE.- ¿Qué decís, tío? YORK.- ¿Y es, por tanto, el malo? GLOSTER.-
GLOSTER.- Decía que la fama vive mucho ¡Oh mi bello sobrino! Yo no he dicho eso.
tiempo sin el auxilio de los caracteres. (Aparte.) YORK.- Entonces es que le estáis más obligado
Así, como el tradicional Vicio Iniquidad, que a mí.
moralizo con palabras de doble sentido.
PRÍNCIPE.- El tal Julio César fue un varón
31
GLOSTER.- El puede mandarme, como a sí propio. ¡Tan malicioso y tan joven, es
soberano; pero vos tenéis poder sobre mí como admirable!
pariente. GLOSTER.- Milord, ¿os place seguir adelante?
YORK.- Os ruego, tío, que me deis esa daga. Yo mismo y mi querido primo Buckingham
GLOSTER.- ¿Mi daga, sobrinito? Con todo mi iremos a ver a vuestra madre, para aconsejarle
corazón que se reúna con vos en la Torre y os dé la
PRÍNCIPE.- ¿Pedís limosna, hermano? YORK.- bienvenida.
A mi excelente tío, que sé que es generoso, y YORK.- ¡Cómo, milord! ¿Queréis ir a la Torre?
no siendo más que una bagatela, no le PRÍNCIPE.- Milord Protector juzga que es
importará dármela. necesario.
GLOSTER.- Yo os haría un regalo mejor que YORK.- Yo no dormiría tranquilo en la Torre.
ése, sobrino. GLOSTER.- ¿Por qué? ¿A quién tendríais
YORK.- ¿Un regalo mejor? ¡Oh! Añadid a ello la miedo?
espada. YORK.- ¡Pardiez! Al espectro irritado de mi tío
GLOSTER.- Sí, hermoso sobrino, si fuera lo Clarence. Mi abuela me ha dicho que fue
bastante ligera. asesinado allí.
YORK.- ¡Oh! Veo que no socorréis sino con PRÍNCIPE.- Yo no temo a los tíos muertos.
presentes ligeros. En las demandas de peso GLOSTER.- Ni a los vivos, creo yo. PRÍNCIPE.- Si
diréis al mendicante: no. algunos viven, espero no necesitar tenerlos;
GLOSTER.- Es demasiado pesada para que la pero vamos, milord, y con el corazón apenado
lleve Vuestra Gracia. pensando en ellos, dirijámonos a la Torre.
YORK.- No me pesará que sea pesada cuando (Salen el PRÍNCIPE, YORK, HASTINGS, el
la pese. CARDENAL y acompañamiento.)
GLOSTER.- ¡Cómo! ¿Queréis poseer mi acero, BUCKINGHAM.- ¿Pensáis, milord, que ese
pequeño lord? parlanchín de York no haya sido instigado por
YORK.- Quisiera poder daros las gracias por lo su sutil madre para burlarse de vos y ultrajaros
que me habéis llamado. tan inconvenientemente?
GLOSTER.- ¿El qué? GLOSTER.- No lo dudo, no lo dudo. ¡Oh! Es un
YORK.- Pequeño. muchacho charlatán, atrevido, vivo, ingenioso,
PRÍNCIPE.- Milord de York será siempre burlón precoz y dispuesto. ¡Su madre de pies a
de genio. Vuestra Gracia sabrá conllevarlo. cabeza!
YORK.- Decís conllevarlo; no, llevarlo. Tío, mi BUCKINGHAM.- Bien; dejemos eso. Acércate,
hermano se burla de vos y de mí. Porque soy Catebsy. Te has comprometido tan seriamente
tan pequeño como un mono, piensa que vos a ejecutar lo que intentamos como a guardar
debéis llevarme a cuestas. secretamente nuestros planes. Conoces
BUCKINGHAM.- ¡Con qué finura y prontitud de nuestras urgentes razones, expuestas mientras
ingenio razona! Para mitigar la burla que lanza caminábamos. ¿Qué opinas? ¿No sería
sobre su tío, se ridiculiza hábil y graciosamente empresa fácil hacer entrar en nuestro proyecto
a lord William Hastings, para el instalamiento de procede Hastings.
este noble duque en el trono real de esta BUCKINGHAM.- Bien; entonces atengámonos a
famosa isla? esto: vas tú, amable Catesby, y, como si se
CATESBY.- Ama tanto al príncipe, en recuerdo tratara de una cosa sin importancia, sondeas a
de su padre, que no intentará nada contra él. lord Hastings para saber con qué ojos miraría
BUCKINGHAM.- Y Stanley, ¿qué te parece, nuestro proyecto, e invítale a que vaya mañana
rehusará? a la Torre para asistir a la coronación. Si lo
CATESBY.- Stanley procederá en todo como
32
hallas propicio a tratar con nosotros, anímale y alguna forma. (Salen.)
dile nuestras razones; si, por el contrario,
adopta una actitud fría, de plomo, de hielo, mal
dispuesto, sé así tú también, corta la (1) En una nota del acto primero hemos hablado de Juana
Shore, la amante del rey Eduardo. Réstanos advertir que, a
conversación y ven a instruirnos de sus
la muerte del monarca, la acogió bajo su protección lord
tendencias. Para mañana reunimos dos Hastings, y que la penitencia pública que le mandó hacer
consejos separados, donde te reservaremos los Gloster obedeció a ser comprendida en la acusación
más altos cargos. intentada por Ricardo contra aquel lord.
GLOSTER.- Presenta a lord William mis Escena II
respetos. Dile, Catesby, que el antiguo partido
de sus fieros adversarios verterá mañana su Ante la casa de lord HASTINGS
sangre en el castillo de Pomfret, y en señal de
Entra un Mensajero
alegría por esta buena nueva recomiéndale de
mi parte, milord, que dé a mistress Shore (1) un MENSAJERO.- (Llamando.) ¡Milord! ¡Milord!
dulce beso de más. HASTINGS.- (Dentro.) ¿Quién llama?
BUCKINGHAM.- Ve, querido Catesby; ejecuta MENSAJERO.- Uno que viene de parte de lord
hábilmente tu comisión. Stanley.
CATESBY.- Mis queridos lores, lo mejor que HASTINGS.- (Dentro.) ¿Qué hora es?
pueda. MENSAJERO.- Van a dar las cuatro. (Entra
GLOSTER.- ¿Tendremos noticias vuestras antes HASTINGS.)
de acostarnos, Catesby? HASTINGS.- ¿Puede dormir milord Stanley en
CATESBY.- Las tendréis, milord. estas noches llenas de tedio?
GLOSTER.- En Crosby-Place nos encontraréis a MENSAJERO.- Así parece, por lo que os voy a
ambos. (Sale CATESBY.) BUCKINGHAM.- Ahora decir. Primeramente, me encomiendo a vuestra
milord, ¿qué haremos di advertimos que lord noble persona.
Hastings no se presta a nuestro complots? HASTINGS.- Y luego...
GLOSTER.- Cortarle la cabeza... algo MENSAJERO.- Luego me encarga comunique a
dispondremos. Y mira, cuando sea rey, vuestra señoría, que esta noche ha soñado que
reclámale el condado de Hereford y todos los el jabalí le había destrozado su yelmo. También
bienes muebles de que estaba en posesión el os informa de que van a reunirse dos consejos,
rey mi hermano. y que pudiera ocurrir que en uno de los dos se
BUCKINGHAM.- Reclamaré esa promesa de tomara un acuerdo que hiciera lamentar a vos y
manos de Vuestra Gracia. al él no pertenecer al otro. Por tanto, ha
GLOSTER.- Y cuenta que será cumplida con decidido a enviarme a saber las intenciones de
satisfacción... Vamos, cenemos temprano a fin vuestra señoría..., si queréis montar
de que podamos digerir nuestros proyectos en inmediatamente a caballo con él y galopar a
toda prisa hacia el Norte, para evitar el peligro e infundados; y, tocante a sus sueños, que me
que presiente su alma. asombra sea tan pusilánime para dar fe a
HASTINGS.- Vete, muchacho, vete; vuelve a tu quimeras de un sueño agitado. Huir del jabalí
señor. Dile que nada tenemos que temer de antes que nos persiga, sería excitarle a correr
estos consejos separados. Su honor y yo tras nosotros y a caer sobre una pieza que no
pertenecemos a uno de los dos y mi buen tenía intención de cazar. Ve, di a tu amo que se
amigo Catesby al otro, donde nada podrá levante y venga a buscarme, e iremos juntos a
suceder que nos concierna sin que tenga yo la Torre, donde, lo ha de ver, el jabalí nos
conocimiento. Dile que sus temores son vanos recibirá amablemente.
33
MENSAJERO.- Iré, milord, y le pondré al de mi soberano. ¡Bien, Catesby! ¡Antes que
corriente de lo que me habéis dicho. (Sale.) envejezca quince días, he de hacer despachar
a alguno que ni siquiera la sospecha!
Entra CATESBY
CATESBY.- ¡Muy buenos días, noble milord! CATESBY.- ¡Mala cosa es morir, gracioso milord,
HASTINGS.- ¡Buenos días, Catesby! ¡Estáis hoy cuando el hombre no está preparado y no lo
madrugador! ¿Qué noticias, qué noticias hay en aguarda!
este vuestro vacilante Estado? CATESBY.- Anda HASTINGS.- ¡Oh! ¡Horrible, horrible! Es lo que
el mundo un poco inestable, en efecto, milord, y les sucede a Rivers, Vaughan y Grey, y lo que
creo que no recobrará su equilibrio hasta que les sucederá a otros que se creen tan seguros
Ricardo ciña la guirnalda real. como tú y yo; quienes, como tú sabes, son
HASTINGS.- ¡Cómo! ¿Dices la guirnalda? ¿Te amados del amable Ricardo y de Buckingham.
refieres a la corona? CATESBY.- Estos dos príncipes os tienen en alta
CATESBY.- Sí, buen milord. estima. (Aparte.) Pues estiman que tu cabeza
HASTINGS.- ¡Antes se desprenderá ésta de mis estaré bien alta sobre el Puente (1). HASTINGS.-
hombros que ver la corona tan feamente Lo sé, y bien merecido lo tengo.
colocada! Pero ¿sospechas tú que la codicia...?
CATESBY.- ¡Sí, por vida mía! Y espera vernos a Entra STANLEY
la cabeza de su partido para ayudarle a
ganarla; y en esta certidumbre, me envía a ¡Llegaos, llegaos! ¡Dónde está vuestra jabalina,
daros la agradable noticia... de que hoy mismo hombre?¿Teméis al jabalí y vais tan indefenso?
vuestros enemigos, los parientes de la reina, STANLEY.- ¡Buenos días, milord, y buenos días,
deben morir en Pomfret. Catesby!... Podéis reíros; pero, ¡por la Santa
HASTINGS.- Verdaderamente, la noticia no me Cruz!, no me gustan esos consejos separados,
aflige; fueron siempre mis adversarios. Pero no.
que yo dé mi voto al partido de Ricardo en HASTINGS.- Milord, estimo tanto como vos la
perjuicio de los derechos de los legítimos vida, y protesto que nunca en mis días me fue
herederos de mi señor, Dios sabe que no lo tan preciosa como ahora. ¿Pensáis que, de no
haré, aunque me cueste la vida. estar yo cierto de nuestra seguridad, tendría
CATESBY.- ¡Dios conserve a vuestra señoría en este aspecto triunfante?
tan buenos sentimientos! STANLEY.- Los lores de Pomfret, cuando
HASTINGS.- Pero me reiré un año entero por salieron a caballo de Londres, estaban alegres,
haber vivido lo bastante para presenciar la creíanse seguros, y, verdaderamente, no tenían
tragedia de los que concitaron contra mí el odio motivos de desconfianza. Y, sin embargo, ved
qué pronto se ha nublado su día. Este súbito sido decapitados los lores de que hablabais.
golpe de rencor me inquieta. ¡Dios quiera, digo,
que todo esto no sea sino vagos temores! Qué
¿nos encaminamos hacia la Torre? El día (1) Upon the bridge. La cabeza de los traidores se exponía
en la puerta de una torre que se hallaba en la entrada del
avanza.
Puente de Londres.
HASTINGS.- Vamos, vamos; tengo algo que
deciros... ¿No lo adivináis, milord? Hoy han
34
STANLEY.- Por su lealtad, eran más dignos de
llevar sus cabezas que algunos de los que les
(1) Pursuivant, perseverante, del francés poursuivant, de
han acusado sus dignidades. Pero vamos,
poursuivre, proseguir. No aclara bien este cargo militar ni
milord, partamos. las traducciones ni las ediciones críticas, y algunos, como
Guizot, que tienen el vocablo de su propio idioma, lo vierten
Entra un PERSEVANTE (1) malamente por un sergent d’armes. En la Orden o Regla de
la Caballería había tres grados: heraldo, faraute y
HASTINGS.- Id adelante; tengo que hablar con persevante. El heraldo, o rey de armas de primera clase,
era un caballero que en las Cortes de la Edad Media se
este buen camarada. (Salen STANLEY y ocupaba de los mensajes de importancia, ordenaba las
CATEBSY.) ¿Qué hay, bribón? ¿Cómo te va por grandes ceremonias y llevaba los registros de la nobleza y
ahí? de una nación. El faraute era otro rey de armas, pero de
PERSEVANTE.- De la mejor manera, puesto que segunda clase, no de reyes, sino de generales y grandes
señores. El persevante era un oficial inferior al faraute, que
vuestra señoría se digna preguntármelo.
sucedía al heraldo, y candidato, por tanto, a este empleo.
HASTINGS.- Te diré, hombre; las cosas marchan
HASTINGS.- ¡Gracias de todo corazón, buen
mejor para mí ahora que la última vez que me
clérigo! Os soy deudor de vuestro último
encontraste aquí. Entonces se me conducía
ejercicio. Venid el próximo sábado y os lo
prisionero a la Torre por las intrigas de los
pagaré.
deudos de la reina. Pero hoy te digo (y guárdalo
SACERDOTE.- Esperaré a vuestra señoría.
para ti) que a estas horas los expresados
enemigos están condenados a muerte, y que mi Entra BUCKINGHAM
situación es mejor que nunca. PERSEVANTE.-
¡Dios os la conserve, para satisfacción de BUCKINGHAM.- ¡Cómo! ¿Hablando con un
vuestro honor! sacerdote, lord chambelán? Vuestros amigos
HASTINGS.- ¡Muchas gracias, muchacho! ¡Ten, de Pomfret son quienes lo necesitan. Vuestro
para que bebas a mi salud! (Dándole su bolsa.) honor no precisa confesarse por ahora.
PERSEVANTE.- ¡Gracias a vuestro honor! (Sale HASTINGS.- Por mi fe, y que cuando vi a este
el Persevante.) santo varón me vinieron a la mente esos de
quien habláis. Qué ¿vais a la Torre?
Entra un SACERDOTE BUCKINGHAM.- Sí, milord; pero no permaneceré
allí mucho tiempo. Saldré antes que vuestra
SACERDOTE.- ¡Bien hallado milord! Me alegro señoría.
de ver a vuestro honor. HASTINGS.- Mucho más, probablemente,
porque yo me quedaré a comer.
BUCKINGHAM.- (Aparte.) Y a cenar también, GREY.- ¡Dios guarde al príncipe de toda vuestra
aunque no lo presumas. Vamos, ¿queréis jauría! ¡Sois una caterva de endemoniados
venir? vampiros!
HASTINGS.- Seguiré a vuestra señoría. (Salen.) VAUGHAN.- ¡Día llegará en que gritéis maldición
por todo esto!
Escena III RATCLIFF.- ¡Apresuraos! ¡Ha llegado el término
de vuestras vidas!
Castillo de Pomfret (1)
Entra RATCLIFF, con una escolta, conduciendo al cadalso a (1) Pomfret o Pontefract, castillo situado en el Yorkshire, a
RIVERS, GREY y VAUGHAN 33 kilómetros al sudoeste de York, célebre en la historia de
Inglaterra por las muchas ejecuciones que allí se
RIVERS.- Sir Ricardo Ratcliff (2), déjame decirte cumplieron.
(2) Sir Richard Ratcliff era gobernador de Pomfret.
esto: hoy vas a ver morir a un súbdito por
veraz, por leal y por cumplir con su deber.
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RIVERS.- ¡Oh Pomfret, Pomfret! ¡Oh tú, prisión
sanguinaria, fatal y ominosa para los nobles HASTINGS.- Ahora, nobles pares, la causa por
pares! ¡En el recinto cruel de tus muros fue que nos hallamos aquí reunidos es adoptar un
asesinado Ricardo (1), y para hacer más odiosa acuerdo respecto de la coronación. En nombre
tu siniestra mansión, vamos a darte a beber de Dios, hablad. ¿Cuándo llega el augusto día?
nuestra nocente sangre. BUCKINGHAM.- ¿Está todo dispuesto para la
GREY.- ¡Ya cae sobre nuestras cabezas la regia ceremonia?
maldición de Margarita, cuando nos reprochaba
a Hastings, a vos y a mí el haber permanecido
(1) Cuando Enrique IV de Lancaster se apoderó de la
indiferentes mientras Ricardo apuñalaba a su Corona de Inglaterra e hizo sancionar su usurpación por un
hijo! decreto de la Cámara de los Pares, Ricardo II, que sólo
RIVERS.- ¡Entonces maldijo a Ricardo, maldijo a contaba treinta años, fue encerrado en Pomfret, en donde
Buckingham, maldijo a Hastings!... ¡Oh se dice que sucumbió de muerte violenta (año 1400).
acordaos, Dios mío, de escuchar sus (2) My sister, la reina Isabel.
imprecaciones contra ellos, como ahora contra STANLEY.- Está, y sólo falta fijar la fecha. ELY.-
nosotros! ¡Y en cuanto a mi hermana (2) y sus Entonces, mañana, según juzgo, será un día
adorables hijos, conténtate, Dios feliz.
misericordioso, con nuestra sangre leal, que, BUCKINGHAM.- ¿Quién conoce las intenciones
como Tú sabes, ha sido vertida injustamente! del lord Protector acerca del particular? ¿Quién
RATCLIFF.- ¡Basta ya! ¡La hora de vuestra es el confidente más íntimo del noble duque?
muerte ha llegado! ELY.- Vuestra Gracia, pensamos, debe de
RIVERS.- Venid, Grey...; venid Vaughan...; conocer mejor su pensamiento.
abracémonos. ¡Adiós! ¡Hasta que nos hallemos BUCKINGHAM.- Conocemos cada uno el rostro
otra vez en el Cielo! (Salen.) del otro; pero, de nuestros corazones, él no
conoce más del mío que yo del vuestro, o yo
del suyo, milord, lo que vos del mío. Lord
Escena IV Hastings, a vos y al él os une una estrecha
La Torre de Londres
amistad.
HASTINGS.- Agradezco a su Gracia el cariño
BUCKINGHAM, STANLEY, HASTINGS, el OBISPO DE ELY, que me profesa; pero en lo que concierne a sus
RATCLIFF, LOVEL y otros, sentados en torno de una mesa. proyectos, no lo he sondeado, ni él me ha dado
Oficiales del Consejo presentes
tampoco parte alguna de su graciosa voluntad. pronunciado vuestra parte..., quiero decir
Pero vos, honorable lord, podéis fijar una fecha, vuestro voto..., para la coronación del rey.
y yo daré mi voto en nombre del duque, que GLOSTER.- Nadie sino lord Hastings podía
presumo lo tomará a buena parte. atreverse a ello. Su señoría me conoce
perfectamente y me quiere bien. Milord de Ely
Entra GLOSTER (1), la última vez que estuve en Holborn vi unas
magníficas fresas en vuestro jardín. Os ruego
ELY.- A propósito: he aquí al propio duque. me enviéis algunas.
GLOSTER.- ¡Nobles milores y deudos, buenos ELY.- A fe y voluntad, milord, con todo mi
días a todos! He dormido demasiado; pero creo corazón. (Sale Ely.)
que mi falta no habrá hecho descuidar el
importante proyecto cuya solución necesitaba
mi presencia. (1) Juan Morton, obispo de Ely, más tarde de Cantorbery.
BUCKINGHAM.- De no entrar a tiempo de vuestra
tirada, lord William Hastings hubiera
36
GLOSTER.- Primo Buckingham, una palabra con percibido en sus rostros por las apariencias que
vos. (Le lleva aparte.) Catesby ha sondeado a hoy ha dejado entrever?
Hastings, a propósito de nuestro proyecto, y ha HASTINGS.- A fe que no está ofendido aquí con
encontrado al testarudo hidalgo tan violento, nadie, pues, de lo contrario, su mirada lo
que perderá su cabeza antes de consentir que delataría.
el hijo de su señor, como respetuosamente le
Vuelven a entrar GLOSTER y BUCKINGHAM
apellida su señoría, pierda la soberanía del
trono de Inglaterra.
GLOSTER.- Ruego a todos que me digáis: ¿qué
BUCKINGHAM.- Retiraos un momento; os
merecen los que traman mi muerte, valiéndose
acompañaré. (Salen GLOSTER y BUCKINGHAM.)
de medios diabólicos de condenada hechicería,
STANLEY.- Aún no hemos fijado el día de la
y que se han apoderado de mi cuerpo con sus
solemnidad. Mañana, a mi juicio, es demasiado
infernales maleficios?
pronto. Por mi parte, no estoy tan bien
HASTINGS.- Milord, el tierno afecto que profeso
preparado como de otro modo lo estaría si se
a Vuestra Gracia me autoriza, más que a
demorase la fecha.
ningún otro de esta ilustre asamblea, a
Vuelve a entrar el OBISPO DE ELY condenar a los culpables. ¡Quienesquiera que
sean, digo, milord, que merecen la muerte!
ELY.- ¿Dónde está milord el duque de Gloster? GLOSTER.- ¡Entonces, que vuestros ojos sean
Ya he enviado por esas fresas. HASTINGS.- Su testigos del mal que se me ha hecho! ¡Ved
gracia parecía esta mañana alegre y bien cómo estoy embrujado! ¡Mirad mi brazo, seco
dispuesto. Preciso es que se halle bajo la como un retoño marchito por la escarcha! ¡Y ha
influencia de una sonriente idea para haberos sido la esposa de Eduardo, la monstruosa
dado tan regocijadamente los buenos días. No bruja, que en complicidad con esa abyecta puta
creo que exista hombre alguno en la cristiandad Shore, ha usado de sus artes mágicas para
que sepa disimular mejor sus odios y señalarme así!
preferencias. Por su rostro conoceréis HASTINGS.- ¡Si han cometido tal acción, noble
inmediatamente su corazón. milord...!
STANLEY.- ¿Qué trazos de su corazón habéis GLOSTER.- ¿Sí?... ¡Tú, protector de esa infame
puta!, ¿vas a hablarme de si es...? ¡Eres un en Pomfret, y que yo mismo me hallaba seguro,
traidor! ¡Cortadle la cabeza! ¡Pronto, por San en gracia y en favor! ¡Oh! ¡Margarita!
Pablo! ¡No comeré hasta haberla visto! ¡Lovel y ¡Margarita! ¡Ya está suspendida tu abrumadora
Ratcliff, ved que se ejecute! ¡Los demás que maldición sobre la mísera cabeza del
me estimen, que se levanten y me sigan! (Salen desgraciado Hastings!
los del Consejo con GLOSTER y BUCKINGHAM.) RATCLIFF.- ¡Vamos, vamos, despachad! El
HASTINGS.- ¡Piedad, piedad para Inglaterra! ¡No duque querrá comer. Haced una corta
para mí, que he sido demasiado torpe para no confesión; le urge ver vuestra cabeza.
prever esto! Stanley soñó que un jabalí le HASTINGS.- ¡Oh efímera gracia de los mortales,
arrebataba su yelmo, y yo me burlé de él, que nos tienta más que la gracia de Dios! ¡El
desdeñando huir. ¡Tres veces tropezó hoy con que edifica su esperanza en el aire de tu bella
su caparazón mi caballo, y se encabritó al ver la sonrisa, vive como el ebrio marinero
Torre, como rehusando llevarme al matadero! encaramado a un mástil, presto a cada
¡Oh! ¡Ahora necesito al sacerdote que me sacudida a precipitarse en las fatales entrañas
hablaba! ¡Ahora me arrepiento de haber dicho del abismo.
al Persevante, en aire de triunfo, que mis LOVEL.- ¡Vamos, vamos, despachad! ¡Son
enemigos perecerían hoy de muerte sangrienta inútiles las exclamaciones!
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HASTINGS.- ¡Oh sanguinario Ricardo!... Catesby?
¡Miserable Inglaterra! ¡Te auguro períodos de GLOSTER.- Sí, y mira; viene con el lord
espanto como no los conocieron las más Corregidor.
desdichadas edades! ¡Vamos, conducidme al
Entran el LORD CORREGIDOR (2) y CATESBY
tajo! ¡Llevadle mi cabeza! ¡Los que se rían de
mí no me sobrevivirán mucho tiempo! (Salen.)
BUCKINGHAM.- ¡Lord Corregidor!...
GLOSTER.- ¡Guardad el puente levadizo!
Escena V
El mismo lugar – Las murallas de la Torre
(1) In rusty armour. Esta es una comedia concertada entre
Gloster y Buckingham. Se habían cubierto los dos con
Entran GLOSTER y BUCKINGHAM ridículamente ataviados sendas armaduras viejas, como gentes que, sorprendidas
con mohosas armaduras (1) de improviso por traidores, cogen para defenderse lo que se
halla más a mano.
GLOSTER.- Vamos, primo. ¿Puedes temblar y (2) Lord Mayor, el alcalde mayor, el lord Alcalde, Edmundo
cambiar de color, matar el aliento en medio de Shaw, hermano del doctor Shaw, de que hablaremos más
adelante.
una palabra, seguir y detenerte, como si
estuvieses poseído de delirio y loco de terror? BUCKINGHAM.- ¡Escuchad! ¡Un tambor!
BUCKINGHAM.- ¡Bah! Puedo imitar al más GLOSTER.- ¡Vigilad los baluartes, Catesby!
perfecto trágico, hablar, mirar tras de mí, espiar BUCKINGHAM.- Lord corregidor, la razón de
por todas partes, estremecerme al ruido de una enviaros a buscar...
paja, como presa de hondo recelo. Tengo a mi GLOSTER.- ¡Mira tras de ti! ¡Defiéndete! ¡Son
disposición miradas espectrales, sonrisas enemigos!
forzadas, y ambas siempre dispuestas, cada BUCKINGHAM.- ¡Dios y nuestra inocencia nos
una en su empleo, para dar a mis estratagemas defiendan y nos protejan!
la apariencia conveniente. Pero qué, ¿se ha ido
BUCKINGHAM.- Bien, bien; era el traidor más
Entran LOVEL y RATCLIFF con la cabeza de HASTINGS solapado que he conocido... Escuchad, lord
corregidor: ¿hubierais imaginado o podido creer
GLOSTER.- ¡Calma! Son amigos: Ratcliff y (si, gracias a la protección de Dios, no
Lovel. viviéramos para contároslo) que este sutil
LOVEL.- ¡Aquí tenéis la cabeza del innoble traidor proyectaba asesinarnos hoy en pleno
traidor, el peligroso y por nadie sospechado Consejo a mí y a mi querido lord de Gloster?
Hastings! CORREGIDOR.- ¿Es posible?
GLOSTER.- Quería yo tan entrañablemente a GLOSTER.- ¡Cómo! ¿Pensáis que somos turcos
este hombre, que debo llorarlo. ¡Lo tenía por la o infieles, o que, atropellando las formas
criatura más sincera que haya llevado por la legales, hubiéramos ordenado sin
tierra el nombre de cristiano! ¡De él hice mi consideración alguna la muerte de este
libro, donde escribía mi alma la historia de sus miserable, si el peligro extremo con que
secretos pensamientos! Tan bien disimulaba amenazaba Hastings la paz de Inglaterra y la
sus vicios, bajo la apariencia de virtud, que sin seguridad de nuestras personas no nos
la evidencia de su crimen, quiero decir, su hubieran forzado a esta ejecución?
comercio familiar con la mujer de Shore, vivía al
abrigo de la más ligera sospecha.
38
CORREGIDOR.- ¡Vaya, tranquilizaos! Ha proceder en este caso.
merecido la pena de muerte, y vuestras gracias GLOSTER.- Por eso deseábamos vuestra
han obrado prudentemente, haciendo un presencia aquí, par evitar la censura del
castigo ejemplar, capaz de aterrorizar a los maldiciente mundo.
traidores. Nunca esperé nada bueno de él, BUCKINGHAM.- Pero, en fin, ya que habéis
desde que le vi en relaciones con mistress llegado demasiado tarde para nuestras
Shore. intenciones, podéis atestiguar, al menos, lo que
BUCKINGHAM.- Sin embargo, no hubiéramos nos habéis oído. Y así, mi buen lord corregidor,
querido que muriese hasta haber llegado quedad con Dios. (Sale el LORD CORREGIDOR.)
vuestra señoría; pero el celo de nuestros GLOSTER.- Id tras él, id tras él, primero
amigos se nos ha anticipado. Hubiéramos Buckingham. El lord corregidor tomará la
deseado, milord, que oyeseis al traidor confesar diligencia para Guidhall (1). Allí, cuando creáis
tembloroso sus proyectos de traición, a fin de llegado el momento oportuno lanzáis una
que pudierais haber dado cuenta a los alusión a la bastardía de los hijos de Eduardo.
ciudadanos, que quizá se engañen respecto de Recordadle cómo condenó a muerte Eduardo a
nuestras intenciones y lloren su muerte. un ciudadano (2), sólo por haber dicho que su
CORREGIDOR.- Pero, mi buen lord, basta la hijo heredaría la corona siendo así que se
palabra de Vuestra Gracia. Para mí es como si refería a la muestra de su casa, que llevaba
todo lo hubiera visto y oído. Y no dudéis, ni uno
ni otro, nobles príncipes, que persuadiré a
(1) Guidhall, el Ayuntamiento, la casa de la Villa. (2) Este
nuestros virtuosos ciudadanos de vuestro justo
ciudadano era un rico comerciante llamado Walter. El hecho
es histórico, y en él se apoyó el doctor Shaw para el éxito BUCKINGHAM.- Parto y hacia las tres o cuatro
de su peroración.
recibiréis noticias de lo que pase en Guidhall.
este nombre. A continuación, insistid en su (Sale BUCKINGHAM.)
odiosa lujuria y en su bestial apetito, que se GLOSTER.- Id a toda prisa, Lovel, a casa del
extendía a sus criadas, hijas y mujeres; a todas doctor Shaw (2). Marchad vos (a CATESBY.) en
cuantas en su mirada lasciva y en su corazón busca del monje Penker... (3). Decidles que
salvaje veía una fácil presa. Si es preciso, dentro de una hora me hallarán en el castillo de
llevad la conversación al punto que atañe a mi Baynard. (Salen LOVEL y CATESBY.) Volvamos
persona... Decid que cuando mi madre quedó ahora para dar la orden secreta de poner a
encinta del insaciable Eduardo, el noble York, buen recaudo a los chicuelos de Clarence y
mi augusto padre, guerreaba en Francia y que recomendar que de ninguna manera persona
por una justa computación del tiempo se dio alguna tenga jamás acceso hasta el príncipe.
cuenta de que el vástago no podía ser de él; (Sale.)
verdad confirmada todavía por su fisonomía
que no tenía ninguno de los trazos de mi noble
padre. Todo esto tocadlo ligeramente como (1) My mother lives. La duquesa de York, que todavía vivía,
sobre ascuas; porque como sabéis milord aún hubiera podido, en efecto, responder a esta insinuación
vive mi madre (1). calumniosa de su hijo, que, cuando el nacimiento de
Eduardo, el duque de York, estaba en Francia ejerciendo las
BUCKINGHAM.- No lo dudéis, milord; funciones de lugarteniente del rey de Normandía; pero que
representaré el papel de orador como si los ella se hallaba en Ruán, en donde nació el príncipe, el 29
auríferos honorarios que defiendo fueran para de abril de 1442.
mí. Y con esto, adiós, milord. (2) Juan Shaw, hermano de lord Corregidor de Londres.
(3) Friar Penker, el fraile Penker, provincial de los agustinos.
GLOSTER.- Si todo va bien id a buscarme al
Este, como el doctor Shaw, eran dos oradores famosos en
castillo de Baynard donde me hallaréis aquella época.
virtuosamente acompañado por reverendos
padres y sabios obispos.
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Escena VI
Malo es el mundo y todo está perdido dando acciones tan
malas al oído.
Londres – Una calle
porque hasta ayer no me la envió Catesby! El Entran GLOSTER y BUCKINGHAM por diferentes lados
original había de costar el mismo tiempo en ser
redactado, y aún no hace cinco horas vivía GLOSTER.- ¡Muy bien! ¡Muy bien! ¿Qué dicen
Hastings, sin haber sido acusado ni los ciudadanos?
interrogado, en plena libertad. ¡En bonito BUCKINGHAM.- Pues, ¡por la Santa Madre de
mundo estamos!... ¿Quién será tan estúpido Dios!, están mudos. ¡No dicen una palabra!
que no vea este palpable artificio? ¿Pero quién GLOSTER.- ¿Habéis tocado la bastardía de los
es bastante osado para decir lo que ve? hijos de Eduardo?
BUCKINGHAM.- La toqué, así como su
matrimonio con lady Lucy (2) y sus esponsales las aguas están bajas.
El nombre del castillo –añadimos nosotros- proviene de
por poderes en Francia; la insaciable avidez de
llamarse Baynard el caballero al que arriba se alude. (2) El
sus deseos; y sus violencias con las mujeres de doctor Shaw, en el sermón de complacencia que pronunció
la City; su tiranía por cualquier bagatela: su en san Pablo, para servir las miras ambiciosas de Gloster,
propia bastardía, como nacido mientras vuestro declaró textualmente que el rey Eduardo was never lawfully
padre estaba en Francia, y su escaso parecido married to the queen, but his wife before God was dame
Elizabeth Lucy; and so his children were bastards (nunca
con el duque (3). A continuación, hablé de estuvo casado legalmente con la reina, pues su esposa
vuestras facciones, que daban completa idea ante Dios fue la dama Isabel Lucy, y así, sus hijos eran
de las de vuestro padre, no sólo por la forma, bastardos).
sino por la nobleza de alma. Hice valer todas (3) Like the duque. Ricardo, duque de York. En el ya
expresado sermón predicado en San Pablo por el doctor
Shaw, quien eligió por tema un pasaje del libro de la
Sabiduría: Spuria vitulamina non debunt radices altos, no
(1) El castillo de Baynard –dice Guizot- era, a lo que contento con afirmar que los hijos de Eduardo VI eran
parece, una pieza fortificada, construida por uno de los ilegítimos, insinuó que éste no era hijo de Ricardo, duque
caballeros que acompañaron a Guillermo el Conquistador. de York.
Hallábase situado en el mismo Londres, a orillas del
Támesis, donde todavía se distinguen los cimientos cuando
40
vuestra victorias en Escocia, vuestra disciplina docena de ellos gritó: ¡Dios salve al rey
en la guerra, vuestra prudencia y sabiduría en Ricardo! Y aprovechándome de la ocasión de
la paz; vuestra bondad, virtud y humildad esa coyuntura, añadí: ¡Gracias, honrados
acrisoladas. En resumen: no he omitido ni ciudadanos y amigos! ¡Este aplauso general y
descuidado nada de lo que podía ayudar a alegres vivas son una prueba de vuestro acierto
vuestros proyectos en mi discurso. Y cuando mi y de vuestro amor a Ricardo!; y dicho esto, me
oratoria tocaba a su fin, excité a cuantos retiré.
amaran bien a su patria a gritar: ¡Dios salve a GLOSTER.- ¡Qué bloques sin habla! ¿No podían
Ricardo, legítimo rey de Inglaterra! hablar? ¿No vendrán el lord corregidor y sus
GLOSTER.- ¿Y lo hicieron así? adjuntos?
BUCKINGHAM.- ¡No! ¡Vive Dios, no dijeron una BUCKINGHAM.- El lord corregidor está aquí.
palabra! Semejantes a mudas estatuas o a Aparentad algún recelo. No habéis sino ante
insensibles rocas, se miraban y palidecieron una solicitud de alta importancia; y mostraos
como muertos. Al ver esto, les reprendí, y buen milord, con un libro de oraciones en la
pregunté al lord corregidor qué significaba ese mano, y entre dos eclesiásticos, pues yo
obstinado silencio. Me contestó que el pueblo glosaré el texto con un sagrado contrapunto; y
no tenía costumbre de ser interpelado por otro
que no fuera el secretario del Corregimiento (1).
Entonces supliqué a éste que repitiera mi
discurso. Esto ha dicho el duque, esto ha
resuelto el duque, murmuró, sin añadir por su
parte una palabra. Cuando terminó, algunos
(1) The recorder. El recorder era un oficial municipal que
compañeros de mi séquito, apostados al fondo
hacía las funciones de heraldo oficial, especie de secretario.
de la sala, arrojaron sus gorros al aire, y una
no cedáis fácilmente a nuestras solicitaciones.
Representad el papel de doncella contestando gracioso duque, y decidle que yo, el lord
siempre no y aceptando. corregidor, y los regidores, hemos venido a
GLOSTER.- Hecho; y si argumentáis tan bien celebrar una conferencia con Su Gracia sobre
como pienso fingir mi negativa, no hay duda de cosas importantes, sobre graves asuntos
que llevaremos a feliz término el asunto. relacionados con el bien general.
BUCKINGHAM.- ¡Idos, idos al terrado! (1). ¡El lord CATESBY.- Le informaré inmediatamente. (Sale
corregidor llama! (Sale GLOSTER.) CATESBY.)
BUCKINGHAM.-¡Ah, ah, milord! ¡Este príncipe no
Entran el LORD CORREGIDOR, Regidores y Ciudadanos es un Eduardo! ¡No se revuelca en el blando
sofá, sino que dobla sus rodillas en la
¡Bien venido, milord! Me parece que he metido meditación! ¡No se distrae con un par de
la pata. Creo que el duque no va a consentir en cortesanos, sino que discurre con dos
recibirnos. profundos teólogos! No duerme para engordar
su perezoso cuerpo sino que ora para
Entra CATESBY por la parte del castillo
enriquecer su alma vigilante! ¡Dichosa
Inglaterra si este virtuoso príncipe quisiera
¡Hola Catesby! ¿Qué contesta nuestro señor a
tomar en Su Gracia la soberanía de ella! Pero
mi requerimiento?
seguramente temo que no consienta en ello.
CATESBY.- Suplica a Vuestra Gracia, noble
milord, que vaya a visitarle mañana o pasado.
Se ha encerrado con dos reverendos padres, (1) Up to the leads, sobre el plomo, literalmente. La
absorto en meditaciones divinas, y dice que cobertura de los edificios importantes era de plomo, o en su
ningún asunto terrenal le distraiga de sus construcción intervenía el plomo. Todos conocemos I
piadosos ejercicios. piombi, de Venecia, en donde fue internado Silvio Pellico.
BUCKINGHAM.- Volved, buen Catesby, al
41
CORREGIDOR.- ¡Por vida!... ¡Haga Dios que Su
Entra GLOSTER en la galería superior, entre dos Obispos.
Gracia no nos diga que no!
Vuelve CATESBY
BUCKINGHAM.- ¡Temo que no quiera! Aquí está
otra vez Catesby... CORREGIDOR.- ¡Mirad! ¡He aquí a Su Gracia
que llega entre dos clérigos!
Vuelve a entrar CATESBY
BUCKINGHAM.- ¡Dos sostenes de virtud para un
Bien, Catesby, ¿qué dice Su Gracia? príncipe cristiano, que le impiden caer en la
CATESBY.- No concibe con qué fin reunís grupos vanidad! ¡Y vedlo con su libro de oraciones en
de ciudadanos para venir en su busca sin la mano! ¡Verdaderos ornamentos para conocer
haberle prevenido. ¡Teme, milord, que abriguéis a un santo! ¡Ilustre Plantagenet, el más
malos deseos contra él! generoso de los príncipes, presta favorable
BUCKINGHAM.- Sentiría que mi noble primo atención a nuestros requerimientos, y
sospechara de mis buenos designios para con perdónanos que interrumpamos tu devoción y
él. ¡Por el Cielo, que venimos a él con las admirable celo cristiano!
mejores intenciones! ¡Así, vuelve todavía y GLOSTER.- Milord, no son necesarias
asegúraselo a Su Gracia! (Sale CATESBY.) semejantes apologías. Suplico a Vuestra Gracia
Cuando estos hombres piadosos y santos se se sirva perdonarme si mi ardor por el servicio
entregan a las cuentas de su rosario, es difícil de mi Dios me hace olvidar la visita de mis
distraerlos de ellas. ¡Tan dulce es su éxtasis amigos. Pero dejemos esto. ¿Qué desea
contemplativo! Vuestra Gracia?
BUCKINGHAM.- Precisamente lo que desea el
Dios que vela por nosotros y todos los dignos cicatrices de la infamia, su tallo real, injerto en
habitantes de esta isla sin gobierno. innobles plantas y casi caído de espaldas en el
GLOSTER.- Sospecho si habré cometido alguna abismo insondable del más oscuro olvido y la
falta responsable a los ojos de la ciudad, y que más profunda indiferencia. Para curarla, vienen
vengáis a reprenderme mi ignorancia. nuestros corazones a rogar a Vuestra Gracia
BUCKINGHAM.- Efectivamente, milord. ¡Ojalá que tome la carga y el gobierno de este vuestro
pudiera Vuestra Gracia enmendar esa falta al país, no como protector, regente sustituto o
conversar con nosotros! como agente subalterno que trabaja por el
GLOSTER.- ¿Cómo podría vivir de otro modo, provecho de otro, sino como heredero que ha
en un país cristiano? recibido de generación en generación los
BUCKINGHAM.- Sabed, entonces, que vuestra derechos de sucesión a un Imperio que os
falta consiste en abandonar el puesto supremo, pertenece en propiedad. Por eso, de acuerdo
el majestuoso trono, el cetro oficial de vuestros con los ciudadanos, vuestros muy dignos y
antepasados, las grandezas que os pertenecen, sinceros amigos, y a su vehemente instigación,
los derechos de vuestro nacimiento y de la apelo a Vuestra Gracia en causa tan justa.
gloria hereditaria de vuestra real casa, a la GLOSTER.- Estoy indeciso si conviene más a mi
corrupción de un tronco podrido; mientras que, linaje y a vuestra condición el retirarme en
víctima de vuestros adormecidos pensamientos silencio o contestaros con amargos reproches.
(que venimos a despertar, para bien de nuestra Si no os respondo, tal vez imaginéis que mi
patria), esta noble isla deplora sus miembros lengua, atada por la ambición, consiente, por su
mutilados, su rostro desfigurado por las
42
silencio, a este yugo dorado de la soberanía ahogarme en los vapores de mi gloria. Pero,
que bondadosamente queréis imponerme aquí. gracias a Dios, no me necesitáis, y yo me
Si, de otro lado, repruebo los ofrecimientos que siento insuficiente para venir en ayuda vuestra.
me hacéis, inspirados en vuestro sincero afecto El árbol real nos ha dejado un fruto real que,
hacia mí, entonces ofendo a mis amigos. Por madurado por las rápidas horas del tiempo,
tanto para hablar evitando lo primero y será bien venido a la sede de la soberanía, y,
después, al hablar, no incurrir en lo último, he sin duda, os hará dichosos con su reinado. Le
aquí definitivamente mi respuesta. Vuestra cedo el paso con que queríais abrumarme y
adhesión merece mi gratitud, pero mis méritos que le pertenece por derecho de su fortuna y
sin valor no se hallan a la altura de vuestros feliz estrella. ¡No permita Dios que yo lo usurpe!
requerimientos. Primeramente, aún cuando BUCKINGHAM.- Milord, todo eso arguye
todos los obstáculos se allanasen y se conciencia en Vuestra Gracia; pero las
desembarazara el camino de la corona como consideraciones en que apoyáis vuestra
una sucesión abierta, y por los derechos de mi argumentación son fútiles y triviales, atendidas
nacimiento, tal es la pobreza de mi talento y tan bien las circunstancias. Decís que Eduardo es
grandes y numerosas mis faltas, que valdría el hijo de vuestro hermano. Así creemos
más sustraerme a mi grandeza, débil barca también nosotros; pero no de su legítima
como soy para afrontar el mar bravío, antes que esposa, pues él se casó primeramente con lady
exponerme a verme caer de mi altura y Lucy (1) (y vuestra madre, que vive, puede
servirme de testimonio); después se comprome corrupción de los abusos de la época y
devolverle su curso legítimo y directo.
CORREGIDOR.- ¡Aceptad, buen milord; os lo
(1) Este fue uno de los argumentos que se esgrimieron ruegan vuestros ciudadanos!
para impedir el matrimonio de Eduardo con lady Grey. Pero
BUCKINGHAM.- ¡No rehuséis, poderoso señor,
lady Lucy, obligada bajo el juramento a decir la verdad,
declaró, como hace notar Guizot, que ella no había recibido este ofrecimiento de cariño!
promesa alguna del monarca. CATESBY.- ¡Oh! Hacedlos dichosos accediendo
tió por poderes (1) con Bona, hermana del rey a sus justas solicitaciones. GLOSTER.- ¡Ay!
de Francia. Descontadas estas dos mujeres, se ¿Por qué deseáis abrumarme con estos
presentó una pobre solicitante, una madre cuidados? No sirvo para el mando y la
devorada por preocupaciones de una numerosa majestad. Os lo suplico, no lo toméis a desaire.
familia; una viuda que, en el ocaso de sus No puedo, no quiero escucharos.
mejores días, supo conquistar el sentimiento BUCKINGHAM.- Si lo rehusáis..., si el afecto y la
lascivo del rey, rebajando la meta y altura de abnegación os repugnan desposeer a un niño,
sus pensamientos a una baja degradación y a hijo de vuestro hermano (pues conocemos bien
una inmunda bigamia (2). De ella, y en un lecho la ternura de vuestro corazón y esta piedad
ilegítimo, nació este Eduardo, a quien, por dulce y femenil que siempre hemos podido
cortesía, llamamos príncipe. Más amargamente comprobar viéndoos practicarla con vuestra
podría extenderme si, retenido por la familia, y que se extiende igualmente a toda
consideración que debo a cierta persona que clase de hombres), sabed que, aceptéis o
vive, no impusiera a mi lengua un prudente
límite. Así, pues, buen milord, tomad para
vuestra real persona el beneficio de esta (1) Estos poderes los representó el conde de Warwick. (2)
El que se desposaba con una viuda era considerado como
dignidad que se os ofrece, si no para hacernos bígamo por la ley canónica.
dichosos, y con nosotros a nuestra patria, para
evitar, al menos, a vuestra noble estirpe la
43
o no nuestros ofrecimientos, jamás el hijo de
vuestro hermano reinará sobre nosotros como Vuelven a entrar BUCKINGHAM y los demás
rey, sino que colocaremos a otro cualquiera en
el trono, para desgracia y ruina de vuestra Primo Buckingham, y vosotros, hombres
casa. Y en esta resolución nos despedimos de respetables y prudentes, puesto que deseáis
vos... ¡Vamos ciudadanos, no solicitemos más! cargar sobre mis hombros el peso de la
(Salen BUCKINGHAM y Ciudadanos.) grandeza, quiera o no, debo con paciencia
CATESBY.- Volvedlos a llamar, querido príncipe; soportar la carga. Pero si la negra calumnia o el
aceptad su demanda. Si la rechazáis, el país reproche de rostro repugnante son un día la
será el perjudicado. secuela de vuestra imposición, la violencia que
Gloster.- ¿Queréis precipitarme en un mundo me hacéis me salvaría de todas las censuras y
de cuidados? Llamadlos de nuevo. Yo no soy manchas de ignominia que podrían resultar;
de piedra, sino penetrable a vuestras amables pues Dios lo sabe, y en parte vos lo habéis
súplicas (Sale CATESBY.), aunque sea contra mi visto, cuán lejos estoy de desear esto.
conciencia y mi alma. CORREGIDOR.- ¡Bendiga Dios a Vuestra Gracia!
Lo hemos visto y lo repetiremos. GLOSTER.-
Diciéndolo, no diréis sino la verdad. queréis así.
BUCKINGHAM.- Entonces os saludo con este BUCKINGHAM.- Mañana, entonces, vendremos
real título: ¡Viva el rey Ricardo, digno soberano para acompañar a Vuestra Gracia y así
de Inglaterra! despedimos de vos con el corazón rebosante
TODOS.- ¡Amén! de alegría.
BUCKINGHAM.- ¿Os placería ser coronado GLOSTER.- (A los Obispos.) Venid, continuemos
mañana? nuestros piadosos ejercicios... ¡Adiós, primo!...
GLOSTER.- Será cuando os plazca, pues lo ¡Adiós, gentiles amigos! (Salen.)
Acto Cuarto
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BRAKENBURY.- Muy bien, querida señora; pero juramento, y, por tanto, perdonadme. (Sale.)
perdonadme que no pueda permitiros visitsrlo.
Entra STANLEY
El rey me lo ha prohibido terminantemente.
REINA ISABEL.- ¡El rey! ¿Cuál? STANLEY.- Señoras, os encontrara una hora
BRAKENBURY.- Me refiero al lord Protector. más tarde y hubiera podido saludar a Su Gracia
REINA ISABEL.- ¡El lord del Cielo le proteja de la duquesa de York como madre y augusta
ese título real! ¿Ha puesto una barrera entre el espectadora de dos bellas reinas. (A la
amor de mis hijos y yo? ¡Soy su madre! ¿Quién DUQUESA DE GLOSTER.) Venid, señora; debéis
podrá impedirme que los vea? presentaros inmediatamente en Westminster,
DUQUESA.- Soy la madre de su padre; quiero para ser coronada allí como esposa del rey
verlos. Ricardo.
ANA.- Yo soy su tía por alianza y su madre por REINA ISABEL.- ¡Ah! ¡Cortad el lazo de mi
cariño. Así, conducidme ante ellos. Cargo con corpiño! ¡Que pueda latir mi oprimido corazón,
tu falta y asumo tu oficio bajo mi o voy a desvanecerme con esta mortal noticia!
responsabilidad. ANA.- ¡Siniestro informe! ¡Oh aborrecida nueva!
BRAKENBURY.- No, señora; no. No puedo DORSET.- ¡Valor, querida madre! ¿Cómo se
abandonarlo así. Estoy comprometido por
halla Vuestra Gracia? ¡Plegue a Dios que el borde redondo del áureo
REINA ISABEL.- ¡Oh Dorset! ¡No me hables! metal que ciña mi frente sea un hierro candente
¡Vete! ¡La muerte y la destrucción ladran en tus (3) que me abrase el cráneo! ¡Que me unjan
talones! ¡El nombre de tu madre es fatal a sus con un veneno mortal y que expire antes que
hijos! Si quieres escapar de la muerte, atraviesa se pueda decir: ¡Dios salve a la reina!
los mares y ve a vivir con Richmond (1), fuera REINA ISABEL.- ¡Ve, ve, infeliz; no envidio tu
del alcance del infierno! ¡Marcha! ¡Aléjate, gloria! ¡No te deseo daño alguno que alimente
aléjate de este matadero, si no quieres mi rencor!
aumentar el número de los muertos, y déjame ANA.- ¡No! ¿Por qué?... Cuando el que ahora
morir víctima de la maldición de Margarita: ¡Ni es mi esposo vino a mí, en el momento en que
madre, ni mujer, ni reina reconocida de yo acompañaba el cadáver de Enrique; cuando
Inglaterra! tintas aún sus manos con la sangre de aquel
STANLEY.- Prudente es vuestro consejo, ángel que fue mi primer esposo, y del santo
señora... Aprovechad rápidamente la ventaja difunto que entonces acompañaba llorando...
que os conceden unas horas. Tendréis cartas ¡Oh! Cuando, como digo, fijé la
de recomendación para mi hijo (2), que saldrá a
vuestro encuentro. No os cojan de improviso
por un imprudente retraso. (1) Después de la batalla de Tewkesbury, Richmond, que
era un Plantagenet, huyó con su tío el conde de Pembroke,
DUQUESA.- ¡Oh viento aciago, esparcidor de
hallando refugio en la Corte del rey de Bretaña. (2) Lord
males y miserias! ¡Oh, maldita seas, matriz, Stanley estaba casado a la sazón con lady Margarita.
lecho de muerte, que lanzaste al mundo un (3) Rod-hot steel. Ana piensa en el suplicio que se aplicaba
basilisco de mortífera mirada! antiguamente a los regicidas o a los que intentaban la
STANLEY.- Venid, señora; venid. He sido usurpación de una corona, a los cuales se les colocaba una
de hierro enrojecido sobre la cabeza.
enviado a toda prisa.
ANA.- Y yo os seguiré contra mi voluntad. ¡Oh!
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mirada en Ricardo, éste fue mi juramento: padre Warwick, y quiere, sin duda,
¡Maldito seas –exclamé- por haberme desembarazarse pronto de mí.
condenado tan joven a una vieja viudez! ¡Y que, REINA ISABEL.- ¡Pobre corazón, adiós!
cuando te cases, el dolor se asiente en tu ¡Compadezco tus penas!
lecho; y que tu mujer (si hay alguna tan loca) ANA.- ¡No menos gime mi alma por vosotros!
sea más miserable por tu vida que tú me has REINA ISABEL.- ¡Adiós, tú, que tan tristemente
hecho desgraciada por la muerte de mi querido acoges tu grandeza!
esposo! ¡Ved!... Antes que pudiera repetir esta ANA.- ¡Adiós, pobre alma, que de ella te
maldición, en tan corto espacio de tiempo, mi despides!
corazón de mujer se dejaba cautivar DUQUESA.- (A DORSET.) ¡Ve tú a unirte a
estúpidamente por sus melifluas palabras y Richmond y que la buena fortuna te guíe! (A
había hecho de mí el objeto de mi propia ANA.) Ve tú a Ricardo, y que los ángeles
maldición, que desde este instante privó a mis bondadosos te acojan. (A la REINA ISABEL.) Ve
ojos del reposo, pues jamás una hora en su tú al santuario, y que los santos pensamientos
lecho he gozado del dorado rocío del sueño sin te consuelen. ¡Yo, a la tumba, donde la paz y el
que me hayan despertado continuamente sus descanso reposen conmigo!... ¡Ochenta y
horribles pesadillas. Además, me odia por mi tantos años de dolor he contemplado, y cada
hora de alegría la he pagado con una semana duraderas y podremos regocijarnos con ellas?
de pesares! BUCKINGHAM.- ¡Que persistan y duren para
REINA ISABEL.- ¡Esperad! ¡Dirigid todavía siempre!
conmigo una mirada a la Torre! ¡Piedad, REY RICARDO.- ¡Ah Buckingham! Ahora soy
vetustas piedras, de esos tiernos infantes, a piedra de toque para probar si tú eres, en
quien la envidia aprisionó en vuestros muros! efecto, oro de buena ley. El joven Eduardo vive.
¡Cuna cruel para tan preciosos seres! ¡Ruda y ¿Comprendes ya lo que quiero decir?
salvaje nodriza! ¡Triste y vieja compañera de BUCKINGHAM.- Hablad, mi queridísimo señor.
juegos de los tiernos príncipes, tratad bien a REY RICARDO.- ¡Vaya! Buckingham, digo que
mis niños! ¡Así te lo pide mi loco dolor al quisiera ser rey.
despedirse de vuestras piedras! (Salen.) BUCKINGHAM.- ¡Vaya! Lo sois, soberano tres
veces ilustre.
Escena II REY RICARDO.- ¡Bah! ¿Soy yo rey? Sea; pero
Eduardo vive.
Salón del trono en el Palacio BUCKINGHAM.- Es cierto, noble príncipe. REY
RICARDO.- ¡Oh amarga consecuencia de que
Marcha militar, RICARDO, con los atributos reales, sobre el Eduardo viva todavía!... Es cierto noble
trono; BUCKINGHAM, CATESBY un PAJE y otros príncipe... Primo, antes no acostumbrabas ser
tan tardo. ¿Debo ser más explícito? Deseo la
REY RICARDO.- ¡Retiraos todos! ¡Primo
muerte de los bastardos, y quisiera que se
Buckingham!...
ejecutara la cosa inmediatamente. ¿Qué dices
BUCKINGHAM.- ¿Mi gracioso soberano?... REY
ahora? Habla pronto; sé breve.
RICARDO.- Dame la mano. Por tus consejos y tu
ayuda, el rey Ricardo se sienta tan alto. Pero BUCKINGHAM.- Vuestra Gracia puede hacer su
gusto.
estas glorias, ¿vivirán sólo un día, o serán
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REY RICARDO.- ¡Bah, bah! Eres todo de hielo. circunspecto. ¡Muchacho! PAJE.- ¡Señor!
Tu afecto se enfría. Contéstame: ¿consientes REY RICARDO.- ¿Conoces a alguien que
en que mueran? dejándose tentar por un oro corruptor, realizara
BUCKINGHAM.- Dejadme algún aliento, un una secreta misión de muerte?
instante de reflexión, querido lord, antes de PAJE.- Conozco un hidalgo descontento, cuyos
daros una respuesta definitiva. En seguida os humildes recursos no están a la altura de sus
haré conocer mi determinación. (Sale pensamientos. El oro vale para él como treinta
BUCKINGHAM.) oradores, y no dudo que le determinará a hacer
CATESBY.- (Aparte, a otro.) ¡El rey se cualquier cosa.
encoleriza; mirad: se muerde los labios! (1). REY RICARDO.- ¿Cuál es su nombre? PAJE.- Su
REY RICARDO.- (Descendiendo del trono.) ¡Me nombre es Tyrrel (2), señor. REY RICARDO.-
entenderé con caracteres férreos e irreflexivos Conozco algo a ese individuo. ¡Anda, llámale
y con jóvenes irrespetuosos! No quiero a mi aquí, muchacho! (Sale el PAJE.) Ese hábil y
lado quien me mire con ojos escrutadores. astuto Buckingham no será más el confidente
Buckingham, lograda su ambición, se hace de mis intentos. ¿Ha seguido tanto tiempo mis
pasos sin cansarse, y ahora se retira para luego desposarme con ella! Pero he ido tan
respirar?... Bien,,,; sea... lejos en la sangre, que un crimen lavará otro
crimen. ¡Las lágrimas de piedad no habitan en
Entra STANLEY mis ojos!
¿Qué hay, lord Stanley? ¿Qué noticias? Vuelve a entrar el PAJE con TYRRELL
STANLEY.- Sabréis, querido señor, que el
marqués de Dorset, según he oído, ha huido a ¿Es Tyrrell tu nombre?
unirse con Richmind donde éste se encuentra. TYRRELL.- Jaime Tyrrell y vuestro muy
(Se retira aparte.) obediente súbdito.
REY RICARDO.- ¿Lo eres de veras? TYRRELL.-
Probadme, mi gracioso señor. REY RICARDO¿Te
(1) He gnaws his lip. El detalle es histórico. resolverías a matar a un enemigo mío?
(2) Tyrrel. Sir Jaime Tyrrel, cuyo nombre ha adquirido una
triste celebridad, era hijo de Guillermo Tyrrel de Gipping,
TYRRELL.- Como os plazca; pero mejor quisiera
gran sheriff de Suffolk. matar a dos enemigos.
REY RICARDO.- ¡Ven aquí, Catesby!... Haz REY RICARDO.- Pues bien; será entonces lo que
correr el rumor de que Ana, mi esposa, está hagas. Dos mortales enemigos contrarios a mi
gravemente enferma. Daré orden de que reposo y turbadores de mi dulce sueño, son los
permanezca encerrada. Búscame por cualquier que designo a tu fidelidad. Tyrrell, hablo de los
medio un hidalgo pobre con quien pueda casar bastardos que están en la Torre.
inmediatamente a la hija de Clarence (1). El
chico es idiota (2), y no le temo. ¡Mira, como te
(1) Este matrimonio no se realizó. Margarita Plantagenet,
duermas...! Te repito que hagas correr el rumor
después condesa de Salisbury, se casó con sir Ricardo
de que Ana, mi esposa, está enferma y a punto Pole.
de morir. Todo esto, sobre la marcha, pues me (2) The boy is foolish. Se refiere a Eduardo Plantagenet,
importa poner término a todas las esperanzas conde de Warwick, hijo del duque de Clarence. Acabó
que, acrecentadas, puedan perjudicarme. (Sale imbécil por el mal trato recibido en la prisión, durante la cual
nadie se ocupó de instruirle. A pesar de ello, Enrique VII
CATESBY.) Es preciso que me case con la hija (Richmond) tuvo miedo de él y le hizo decapitar en 1499.
de mi hermano (3), o mi trono tendrá la (3) Con la princesa Isabel, hija del rey Eduardo IV y de la
fragilidad del vidrio. ¡Degollar a sus hermanos y reina del mismo nombre.
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TYRREL.- Procuradme los medios de llegar TYRRELL.- Las tendréis, señor. (Sale.)
hasta ellos, y yo os libraré pronto del miedo que
Vuelve a entrar BUCKINGHAM
os inspiran.
REY RICARDO.- ¡Cantas una dulce música!
BUCKINGHAM.- Milord, he reflexionado acerca
¡Escucha! ¡Acércate, Tyrrell! Ve, usa de esta
de la última petición que me habéis dirigido.
prenda... (1). Levántate y aplica los oídos.
REY RICARDO.- Bien; dejemos eso. Dorset ha
(Cuchichean.) No hay que hacer más que eso...
ido a reunirse con Richmond.
Me dices que ya está hecho, y te estimaré y
BUCKINGHAM.- He oído la noticia, milord. REY
elevaré en dignidad.
RICARDO.- Stanley, él es hijo de nuestra
TYRRELL.- Voy a despacharlo a toda prisa. REY esposa... Vigiladlos.
RICARDO.- ¿Tendré noticias tuyas antes de
BUCKINGHAM.- Milord, reclamo la recompensa
acostarme?
que me habéis prometido, por la cual
empeñasteis vuestro honor y vuestra palabra:
el condado de Hereford y los bienes muebles BUCKINGHAM.- Me tomo la libertad de recordar a
de que me prometisteis que sería poseedor. Vuestra Gracia lo que me ha prometido.
Rey Ricardo.- Stanley, vigilad a vuestra REY RICARDO.- Bien; pero ¿qué hora es?
esposa. Si se comunica con Richmond, me BUCKINGHAM.- Van a dar las diez. REY
respondéis de ello. RICARDO.- Bien; déjalas dar.
Buckingham.- ¿Qué responde Vuestra Alteza a BUCKINGHAM.- ¿Por qué dejarlas dar? REY
mi justo requerimiento? RICARDO.- ¡Porque, como un Jaquemard (2),
Rey Ricardo.- Me acuerdo... Enrique sexto continúas tocando entre tu petición y mis
profetizó que Richmond sería rey cuando reflexiones! No me encuentro hoy en vena de
Richmond no era todavía sino un rapazuelo. generosidad.
¿Rey?... Puede ser... BUCKINGHAM.- Pues entonces hacedme saber
si debo contar o no con vuestra promesa. REY
RICARDO.- Me estas importunando. No estoy en
(1) By this taken. Según Hall, fue una carta, en la que se vena (3). (Salen el REY RICARDO y su séquito.)
encargaba a Brakenbury que entregara a Tyrrell todas las
BUCKINGHAM.- ¿Conque eso tenemos? ¿Me
llaves de la Torre de Londres durante la noche.
paga mis importantes servicios con semejante
BUCKINGHAM.- Milord...
menosprecio? ¿Para eso le he hecho rey? ¡Oh!
REY RICARDO.- ¿Cómo se explica que en
¡Pensemos en Hastings y vayámonos a
aquella época no me dijera el profeta, estando
Brecknock (4) mientras tema por mi cabeza!
yo presente, que le mataría yo?
(Sale.)
BUCKINGHAM.- Milord, vuestra promesa relativa
al condado...
REY RICARDO.- ¡Richmond! Cuando estuve la (1) El castillo de Exeter se llamaba Rouge-Mont, cuya
última vez en Exeter, el corregidor tuvo la pronunciación era casi igual a la de Tichmond, lo que
cortesía de mostrarme el castillo, y lo llamó explica los terrores superticiosos de Ricardo.
Rouge-Mont (1), a cuyo nombre me estremecí, (2) Like a Jack. El Jaquemard era una figura automática
a causa de que un bardo de Irlanda me dijo una que hacía dar las horas y también las medias y los cuartos
de los relojes públicos.
vez que no viviría mucho tiempo después de (3) Históricamente, el condado de Hereford parece que fue
haber visto a Richmond. concedido a Buckingham, como advierte Guizot, y que
BUCKINGHAM.- Milord... fueron otras las causas que le enmistaron con Ricardo. (4)
REY RICARDO.- Sí. ¿Qué hora es? Brecknock. El castillo de este nombre en el país de Gales.
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Escena III (1)-, así estaban reclinados los pobrecitos
niños!... ¡Así, así –añadía Forrest- se enlazaban
Otra habitación en Palacio uno a otro con sus brazos inocentes de
alabastro! ¡Sus labios parecían cuatro
Entra TYRRELL encarnadas rosas sobre el mismo tallo, que, en
el estío de su esplendor se besaba la una a la
TYRRELL.- ¡El acto sangriento y tiránico se ha otra! Un libro de oraciones reposaba sobre su
cumplido! ¡La acción más infame, la matanza almohada, que, en un instante –dijo Forrest-,
más horrible de que esta tierra jamás se ha casi me hizo cambiar de idea. Pero ¿qué
hecho culpable! Digthon y Forrest, a quienes diablo? Y aquí el villano se paró. Entonces,
soborné para realizar esta escena de feroz Digthon continuó así: ¡Hemos estrangulado la
carnicería, aunque malvados endurecidos, obra más perfecta y admirable de la Naturaleza
perros sanguinarios, llenos de ternura y dulce que existió desde el principio de la Creación!... Y
compasión, lloraban como criaturas al hacerme se alejaron ambos, con la conciencia abrumada
el triste relato de su muerte: ¡Oh –decía Digthon de remordimientos, hasta el punto de no poder
hablar. Y así he dejado a los dos, para traer la Adiós, hasta entonces.
noticia al sanguinario rey. TYRRELL.- Humildemente me despido. (Sale.)
REY RICARDO.- He encerrado bien al hijo de
Clarence; he casado a su hija de mala manera
Entra el REY RICARDO (1); los hijos de Eduardo descansan en el seno
de Abrahán, y Ana, mi esposa, ha dado ya las
buenas noches a este mundo (2). Ahora,
Y aquí llega... ¡Salve, mi soberano señor!
sabiendo que Richmond el de Bretaña tiene
ciertas miras sobre la joven Isabel, hija de mi
hermano, y que a favor de este enlace forma
(1) Digthon era el recadero de sir Jaime Tyrrell. Hall nos proyectos ambiciosos sobre la corona, voy a
cuenta que después de su crimen huyó a Calais y murió en buscarla y hacerle la corte, como galante y
la miseria en medio de la reprobación general. favorecido enamorado.
Entra RATCLIFF
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REY RICARDO.- Ely con Richmond me preocupa
Londres – Ante el Palacio
más que Buckingham y sus turbas
improvisadas. ¡Vamos! He aprendido que el Entra la REINA MARGARITA (1)
comentario del miedo es la pesada rémora del
aplazamiento, y que el aplazamiento es REINA MARGARITA.- ¡Al fin, la prosperidad toca
impotente y camina a la indigencia a paso de ya a su madurez y caerá en las fauces podridas
tortuga. ¡Por tanto, sea mi viento la fiera de la muerte! He vagado secretamente
expedición, Mercurio de Júpiter y heraldo de un alrededor de estos lugares para observar la
rey! ¡Partamos, reuniendo gente! ¡Mi escudo es ruina de mis enemigos. Soy testigo de su
mi consejo! ¡Hay que abreviar cuando los siniestra iniciación, y me voy a Francia,
traidores osan meterse en campaña! (Salen.) esperando que lo que siga sea tan amargo,
negro y rebosante de tragedia. ¡Aléjate,
Escena IV desgraciada Margarita! ¿Quién viene?
espectro de viviente mortalidad, espectáculo de
Entra la REINA ISABEL y la DUQUESA DE YORK horrores, oprobio del universo, propiedad de la
tumba que usurpa su existencia, breve extracto
REINA ISABEL.- ¡Ah mis pobres príncipes! ¡Ah y recuerdo de aciagos días, reposa tu cuerpo
mis tiernos niños! ¡Mis flores en capullo! ¡Mis sin reposo en el suelo leal de Inglaterra
nacientes perfumes! ¡Si aún flotan en el aire (Dejándose caer.), ilegalmente embriagada con
vuestras gentiles almas y no han sido prendidas sangre inocente!
en la eternal mansión, extended en torno a mí REINA ISABEL.- (Sentándose a su lado.) ¡Ah!
vuestras etéreas alas y escuchad los lamentos ¡Que no puedas ofrecerme tan pronto una
de vuestra madre! tumba como puedes concederme un triste
REINA MARGARITA.- Revolotead alrededor de asiento! ¡Entonces quisiera, que no
ella; decidle que es justicia por justicia si la descansaran mis huesos, sino que se
aurora de vuestra infancia ha sido eclipsada por hundieran aquí! ¡Ah! ¿Quién con más motivos
la perpetua noche. para llorar que nosotras?
REINA MARGARITA.- Si es más digno de
veneración un antiguo pesar, concededle al mío
(1) La presencia de Margarita no está justificada aquí sino
por el interés dramático. Según la historia, no se encontraba
el privilegio de la vejez y dejad que mis dolores
a la sazón de Londres. sean los que abran el paso. (Sentándose en el
DUQUESA.- Tantas miserias han apagado mi suelo con ellas.) Si el dolor puede admitir
voz, que mi lengua, embotada de plañir, asociación, que la vista de mis males repita los
permanece silenciosa y muda. Eduardo vuestros. ¡Yo tenía un Eduardo, hasta que un
Plantagenet, ¿por qué has muerto? Ricardo lo mató! ¡Yo tenía un esposo, hasta
REINA MARGARITA.- ¡Plantagenet compensa a que un Ricardo lo mató! ¡Tú tenías un Eduardo,
Plantagenet! ¡Eduardo paga a Eduardo una hasta que un Ricardo lo mató! ¡Tú tenías un
deuda mortal! Ricardo, hasta que un Ricardo lo mató!
REINA ISABEL.- ¿Pudiste, ¡oh Dios! abandonar a DUQUESA.- ¡Yo tenía también un Ricardo, y tú
esos mansos corderillos y arrojarlos en las lo mataste! ¡Yo tenía también un Rutland, y tú
entrañas del lobo? ¿Dormías, acaso, cuando ayudaste a matarle!
fue cometida semejante acción? REINA MARGARITA.- ¡Tú tenías un Clarence
REINA MARGARITA.- ¿Y cuando murieron el también, y Ricardo lo mató! ¡De lo más
santo Enrique y mi adorado hijo? recóndito de tus entrañas salió el infernal
DUQUESA.- ¡Vivir muriendo, mirar sin ver, pobre
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sabueso que nos ha perseguido de muerte a ese perro carnívoro haya devorado el fruto de
todos! ¡Ese perro, que tuvo dientes antes que las entrañas de su madre y la haya hecho
ojos (1) para despedazar a indefensos corderos compañera de banco del dolor de los demás!
y beber su generosa sangre! ¡Ese odioso DUQUESA.- ¡Oh esposa de Enrique!... ¡No
destructor de la obra de Dios! ¡Ese tirano por triunfes de mis males! ¡Pongo a Dios de testigo
excelencia, el primero de la tierra, que reina en que he llorado los tuyos!
los ojos resecos de las llorosas almas, ha salido REINA MARGARITA.- ¡Perdóname! ¡Estoy
de tu vientre para perseguirnos hasta en sedienta de venganza, y no me sacio de
nuestras tumbas! ¡Oh Dios justo, equitativo, contemplarla! ¡Tu Eduardo, que mató a mi
sincero, dispensador! ¡Cuánto te agradezco que Eduardo, ha muerto! ¡El otro Eduardo muerto
compensa a mi Eduardo! ¡El joven York no sirve para la mofa, de dos hermosos niños, sueño de
sino de apoyo a mi venganza, pues los otros lo que quería ser; brillante enseña, expuesta a
dos no podían juntos igualar en perfección el ser blanco de los más peligrosos ataques; una
exceso de mi pérdida!... ¡Tu Clarence, que ficción de dignidad, un soplo, una burbuja, una
apuñaló a mi Eduardo, ha muerto, y con él los reina de teatro, nacida sólo para la escena!
espectadores de aquella escena trágica, El ¿Dónde está tu esposo ahora? ¡Dónde tus
adúltero Hastings, Rivers, Vaughan y Grey, hermanos? ¿Dónde tus hijos? ¡Dónde tu
todos prematuramente estrangulados, en sus alegría? ¡Quién te saluda, se arrodilla y dice:
tenebrosas tumbas! ¡Ricardo todavía vive, ¡Dios salve a mi reina! ¡Dónde los curvados
negro espía del infierno, reservado como solo pares que te adulaban? ¡Dónde el gentío que
agente para el tráfico de las almas que le envía; en el tropel te seguía? ¡Repasa todo esto, y ve
pero al alcance, al alcance se halla también su cómo eres ahora! En vez de una esposa
lastimoso fin, que nadie deplorará! ¡Abre la dichosa, una viuda desdichada; en vez de una
tierra sus fauces, hierve el infierno, rugen los madre satisfecha, una madre que deplora el
demonios, oran los santos porque desaparezca nombre; en vez de una a quien se suplica, una
precipitadamente de aquí! ¡Cancela, querido humilde suplicante; en vez de una reina, una
Dios, te ruego, el compromiso de su vida, para verdadera cautiva, coronada de amarguras; en
que viva yo lo suficiente y pueda exclamar: ¡Ha vez de la que me despreciaba, la que ahora
muerto el perro! desprecio; en vez de la que atemorizaba a
todos, la que al presente se atemoriza de uno;
en vez de la que mandaba a todos, la que
ninguno obedece. Así la rueda de la Justicia ha
(1) Cuenta Hall que la comadrona exclamó al nacer hecho su revolución y te ha dejado presa del
Ricardo: ¡Dios nos bendiga! ¡Nace con dientes!
tiempo, sin otro bien que el recuerdo de lo que
REINA ISABEL.- ¡Oh! ¡Tú profetizaste que
has sido, para torturarte en demasía siendo lo
llegaría un tiempo en que imploraría tu auxilio
que eres. Tú usurpaste mi sitio, ¿y no habías
para maldecir a esa ventruda araña, a ese
de usurpar la justa proporción de mi dolor?
deforme lagarto!
¡Ahora tus orgullosos hombros soportan la
REINA MARGARITA.- ¡Y te llamé entonces vano
mitad de mi yugo, y sustrayendo a él mi
alarde de mi esplendor; te llamé entonces
cabeza, fatigada de llevarlo, arrojo el peso
pobre sombra, esbozo de reina; pura
entero sobre ti! ¡Adiós, esposa de York y reina
representación de lo que yo había sido;
de tristes infortunios! Estas desdichas de
programa adulador de un espectáculo
Inglaterra me harán sonreír en Francia.
lamentable; mujer elevada al pináculo para caer
en tierra precipitadamente; madre, solamente
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REINA ISABEL.- ¡Oh tú, tan hábil en maldiciones! y al que los ha matado, más horrible de lo que
Aguarda un momento y enséñame a maldecir a es. Ampliando tus pérdidas, harás más odioso
mis enemigos. al que las ha causado. ¡Revuelve todo eso, y
REINA MARGARITA.- Deja transcurrir las noches aprenderás a maldecir!
sin sueño y ayuna durante el día. Compara tu REINA ISABEL.- Mis palabras son débiles. ¡Oh!
extinta grandeza con tus vivas desgracias. ¡Préstales energía con las tuyas! REINA
Imagínate a tus hijos más bellos de lo que eran, MARGARITA.- Tus desgracias las aguzarán,
haciéndolas penetrantes como las mías. (Sale DUQUESA.- ¡Sapo, sapo! ¿Dónde está tu
la REINA MARGARITA.) hermano Clarence? ¿Y el pequeño Eduardito
DUQUESA.- ¿Por qué habían de ser las Plantagenet, su hijo?
calamidades tan pródigas en palabras? REINA REINA ISABEL.- ¿Dónde los nobles Rivers,
ISABEL.- ¡Locuaces abogados de las desgracias Vaughan y Grey?
de sus clientes, vanos herederos de alegrías ab DUQUESA.- ¿Dónde el caballeroso Hastings?
intestato, pobres oradores exhalando miserias! REY RICARDO.- ¡Tocad marcha, trompetas!
¡Dejadlas en libertad! ¡Aunque no puedan ¡Batid los parches, tambores! ¡Que no oiga el
darnos otro consuelo, todavía alivian al Cielo estas triquiñuelas de mujeres que insultan
corazón! al ungido del Señor! ¡Redoblad, digo! (Clarines
DUQUESA.- Si es así, no encadenéis entonces y tambores, alarmas.) ¡Calma y habladme con
vuestra lengua, Venid conmigo, y en la mesura, o ahogaré vuestras exclamaciones
amargura que respiren nuestras palabras entre estos clamores de guerra!
ahoguemos a mi condenado hijo, que ha DUQUESA.- ¿Eres tú mi hijo?
ahogado a tus dos tiernos hijos. (Clarines REY RICARDO.- ¡Sí, gracias a Dios, a mi padre y
dentro.) ¡Toques de clarín!... ¡Seamos a vos!
abundantes en exclamaciones! DUQUESA.- Entonces escucha pacientemente lo
que dicte mi impaciencia. REY RICARDO.-
Entran, marchando, el REY RICARDO y su séquito Señora, tengo un carácter de la condición del
vuestro, que no puede soportar el acento de los
REY RICARDO.- ¿Quién me cierra el paso en mi reproches.
marcha guerrera? DUQUESA.- ¡Oh! ¡Dejadme hablar! REY
DUQUESA.- ¡Oh! ¡La que debiera habértelo RICARDO.- Hablad, pues; pero no os escucharé.
cerrado, estrujándote en su vientre maldito, por DUQUESA.- Será dulce y moderada en mis
todos los crímenes que has cometido, palabras.
miserable! REY RICARDO.- ¡Y breve, querida madre, pues
REINA ISABEL.- ¿Te atreves a cubrir con una tengo prisa!
corona de oro esa frente en donde, si la justicia DUQUESA.- ¿Tanta prisa tienes? ¡Yo te he
fuera justicia, debería escribirse con un hierro esperado, bien lo sabe Dios, entre tormentos y
enrojecido el asesinato del príncipe dueño de agonías!
esa corona y la muerte feroz de mis pobres REY RICARDO.- ¿Y acaso no he venido al
hijos y hermanos? Dime, miserable criminal: mundo para reconfortaros?
¿dónde están mis niños?
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DUQUESA.- ¡No! ¡Por la Santa Cruz! ¡Lo sabes desesperados, salvajes y furiosos! ¡Tu
bien! ¡Tú has venido a la tierra para hacer de adolescencia, temeraria, irrespetuosa y
ella mi infierno! ¡Tu nacimiento ha sido para mí aventurera; tu edad madura, orgullosa, sutil,
una carga abrumadora! ¡Irritable y colérica fue falsa y sanguinaria; más dulce cuanto más
tu infancia; tus días escolares, terribles, dañina; cariñosa cuando odiaba! ¿Qué
confortable hora puedes nombrarme que haya REINA ISABEL.- Aunque pudiera ir más lejos en
gozado jamás en tu compañía? mis maldiciones, por mayor causa, me faltan
REY RICARDO.- ¡Ninguna, a fe mía, a no ser la arrestos. ¡Sólo diré a las suyas amén!
hora de Humphrey (1), que llamaba a Vuestra (Yéndose.)
Gracia a almorzar lejos de mi compañía! Si soy REY RICARDO.- Esperad señora; he de hablar
mortificante a vuestros ojos, dejadme marchar y una palabra con vos.
no os ofendáis, señora... ¡Batid tambores! REINA ISABEL.- ¡No tengo más hijos de sangre
DUQUESA.- ¡Óyeme, por favor! real que puedas asesinar! En cuanto a mis
REY RICARDO.- Habláis con demasiada acritud! hijas, Ricardo, serán religiosas consagradas a
DUQUESA.- ¡Óyeme una palabra, porque jamás la oración, no llorosas reinas. Por tanto, no
volveré a hablarte! atentes contra sus vidas.
REY RICARDO.- ¡Sea! REY RICARDO.- Tenéis una hija llamada Isabel,
DUQUESA.- ¡O perecerás por la justa voluntad virtuosa y bella, graciosa y llena de majestad.
de Dios, antes de regresar victorioso de esta REINA ISABEL.- ¿Y debe morir por esto? ¡Oh!
guerra, o yo moriré de vejez y dolor y nunca ¡Déjala vivir, y yo corromperé sus costumbres,
más volveré a verte! ¡Por tanto, vaya contigo mi manchando su belleza! ¡Me deshonraré a mí
más abrumadora maldición! ¡Que en el día de misma como infiel al lecho de Eduardo, y
la batalla pese ella sobre ti más que la arrojaré sobre ella el velo de la infamia! ¡Con tal
armadura completa con que te vistas! ¡Mis de que pueda vivir al abrigo del sangriento
oraciones combatirán de parte de tus puñal, declararé que no es hija de Eduardo!
adversarios! ¡Las tiernas almas de los niños de REY RICARDO.- ¡No infaméis su nacimiento!
¡Isabel es una princesa real!
REINA ISABEL.- ¡Para salvar su vida, yo diré que
(1) Pasaje oscuro que todos los comentaristas han no!
intentado dilucidar. Echando nuestro cuarto a espadas,
REY RICARDO.- ¡Su solo nacimiento basta para
diremos que una de las naves de la vieja catedral de San
Pablo se llamaba Paseo del duque de Humphrey, porque garantizarlo!
encerraba la tumba de Humphrey, duque de Gloster. Aquí REINA ISABEL.- ¡Y sólo a causa de esta garantía
venían a vaguear a la hora de comer los que esperaban murieron sus hermanos!
encontrar un amigo o cualquier otra persona que los REY RICARDO.- ¡Mirad, en su nacimiento se
convidara a comer. Pero su esperanza no se realizaba
nunca. De aquí el proverbio To dine with duque Humphrey
mostraron contrarias las estrellas protectoras!
(comer con el duque Humphrey), esto es, pasarse sin REINA ISABEL.- No, los contrarios a sus vidas
comer, y la expresión Humphrey hour (la hora de fueron los amigos protectores.
Humphrey), o lo que es igual, la hora de comer... Pero esto REY RICARDO.- Todos los designios del Destino
no explica mucho la cosa. Quizá, como este duque de
Humphrey era duque de Gloster, haya aquí, como opina
son inevitables.
Hunter, una alusión grosera de Ricardo. REINA ISABEL.- En efecto: cuando, evitada la
Eduardo armarán de valor a tus enemigos, virtud, se tuerce el destino. ¡Mis hijos estaban
murmurándoles al oído, y les prometerán el destinados a una muerte gloriosa si la virtud le
éxito y la victoria! ¡Como sanguinario que eres, hubiera bendecido con una vida más gloriosa!
sanguinario será tu fin! ¡La vergüenza que ha REY RICARDO.- Habláis como si yo fuera el
acompañado tu vida te seguirá a tu muerte! asesino de mis sobrinos.
(Sale.)
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REINA ISABEL.- ¡Sobrinos, verdaderamente, yo, lanzada en el golfo desesperado de la
privados por su tío de la felicidad, la corona, la muerte, semejante a un pequeño esquife sin
familia, la libertad y la vida! ¡Fuera cual fuese la velas y sin jarcias, me estrellaría en pedazos
mano que atravesó sus tiernos corazones, tu sobre tu corazón de roca!
cabeza dirigió indirectamente el golpe! ¡No hay REY RICARDO.- ¡Señora, ojalá pueda vencer en
duda que el puñal asesino se hubiera mi empresa y en los peligrosos azares de la
embotado, de no haberse afilado en tu corazón sangrienta guerra, como es cierto que deseo
de piedra para ahondar en las entrañas de mis más bien a vos y a los vuestros que os he
corderos! ¡Si el hábito de dolor no acabase por hecho mal a vos y a vuestros hijos!
dominar mi violencia, mis labios repetirían el REINA ISABEL.- ¿Cuál bien cubre la cara de los
nombre de mis hijos a tus oídos hasta que mis cielos para descubrirlo y que pueda hacerme
uñas se clavasen como anclas en tus ojos! ¡Y bien?
REY RICARDO.- La elevación de vuestras hijas, intento hacerla reina de Inglaterra.
noble señora. REINA ISABEL.- Bien; y dime: ¿a quién te
REINA ISABEL.- ¿Al cadalso, para perder allí sus propones darle por rey?
cabezas? REY RICARDO.- ¡Al que la hará reina! ¿A quién
REY RICARDO.- ¡A la dignidad y cúspide de la otro iba a ser?
fortuna, al alto puesto imperial de las glorias de REINA ISABEL.- ¡Cómo! ¿Tú?
esta tierra! REY RICARDO.- ¡Yo propio! ¿Qué os parece?
REINA ISABEL.- ¡Adula mi dolor con su recuerdo! REINA ISABEL.- ¿Cómo podrías enamorarla?
Dime: ¿qué estado, qué dignidad, qué honor REY RICARDO.- Eso es lo que desearía aprender
puedes tú conceder a ninguna de mis hijas? de vos como quien mejor conoce su carácter.
REY RICARDO.- Todos los que poseo, todos, REINA ISABEL.- ¿Y quisieras aprenderlo de mí?
incluyo yo mismo, los quiero ofrecer en dote a REY RICARDO.- Con todo mi corazón, señora.
una de tus hijas. Así, anega en el Leteo de tu REINA ISABEL.- Envíale, por medio del hombre
irritado corazón el triste recuerdo de los males que asesinó a sus hermanos, dos corazones
que supones te he causado. ensangrentados, donde hayas grabado los
REINA ISABEL.- Sé breve, antes que el proceso nombres de Eduardo y de York. Entonces quizá
de tu bondad se prolongue más que la duración llore. Si es así, enséñale un pañuelo empapado
de ella. en la sangre de Rutland, como el que Margarita
presentó a tu padre en parecida ocasión. Le
REY RICARDO.- Sabe, pues, que amo a tu hija dirás que ese pañuelo recogió la savia purpúrea
con un afecto fuera de mí. del cuerpo de su hermano querido, y le
REINA ISABEL.- La madre de mi hija cree que la aconsejarás enjugue con él sus lágrimas. Si
amas con un afecto fuera de ti. esta inducción no la mueve a amarte, resume
REY RICARDO.- ¿Qué creéis? en una carta tus nobles acciones y envíasela.
REINA ISABEL.- Que amas a mi hija fuera de tu Dile que fuiste tú quien hizo perecer a sus tíos
afecto. Así, con un afecto fuera de ti, amaste a Clarence y Rivers, sí, y puedes añadir que por
sus hermanos; y con un afecto fuera de mí, te interés hacia ella te has deshecho
lo agradezco. inmediatamente de su buena tía Ana. REY
REY RICARDO.- No seáis tan propicia a RICARDO.- Os mofáis de mí, señora. Ese no es
confundir mis términos. Digo que amo a vuestra el medio de conseguir vuestra hija.
hija con un afecto fuera de toda medida, y que
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REINA ISABEL.- No hay otro, a no ser que logres Ellos serán igualmente vuestros hijos, en menor
transformarte hasta el punto de no ser ya el grado; pero hijos de vuestro temple, de vuestra
Ricardo que cometió todo eso. sangre. Un mismo dolor los habrá enviado al
REY RICARDO.- Y ¿si le decís que lo hice por mundo, añadiendo sólo una noche de
amor a ella? sufrimientos, que durará por la misma pena que
REINA ISABEL.- Pues, entonces, ella no podría vos sufristeis. Vuestros hijos han logrado
verdaderamente sino odiarte, tras haber tú vuestra juventud; los míos serán el consuelo de
adquirido su amor al precio de tan sangriento vuestra vejez. La pérdida que deploráis no es
botín. otra que la de un hijo rey, y por esta pérdida
REY RICARDO.- Escuchad: lo hecho no puede vuestra hija será reina. No puedo ofreceros
repararse. El hombre comete algunas veces, cuantas compensaciones quisiera; aceptad,
sin reflexionar, acciones de que más tarde tiene pues, las que os propongo. Dorset, vuestro hijo,
que arrepentirse. Si he arrebatado el reino a que ha ido a ocultar su descontento a tierra
vuestros hijos, quiero, en reparación, entregarlo extranjera, podrá, merced a esta alianza, volver
a vuestra hija. Si hice perecer los frutos de a sus lares y alcanzar las más elevadas
vuestro seno, para resucitar vuestra dignidades y la más brillante fortuna. El rey, que
prosperidad, engendraré en vuestra hija una nombrará a vuestra bella hija su esposa, dará
estirpe de vuestra sangre. El nombre de abuela familiarmente a vuestro Dorset el título de
no es menos dulce que el tierno de madre. hermano. Vos seréis todavía la madre de un
rey; y todas las ruinas de una época de ¡O le diré su tío? ¿O el que ha matado a sus
desgracia serán reparadas con el tesoro de una hermanos y a sus tíos? ¿Bajo que título le
doble felicidad. ¡Qué! ¡Aún nos quedan anunciaré vuestros deseos, que Dios, las leyes,
hermosos días que vivir! Las líquidas gotas de mi honor y su amor puedan serle agradables a
lágrimas que habéis vertido serán otra vez su tierna juventud?
transformadas en perlas de Oriente, pagando REY RICARDO.- ¡Mostradle esta alianza, para la
su usura con un interés de felicidad diez veces paz de la hermosa Inglaterra!
mayor. Ve, pues, madre mía, a buscar a tu hija; REINA ISABEL.- La cual pagaría con una guerra
enardece, por tu experiencia, su tímida perdurable.
juventud; prepara sus oídos para escuchar los REY RICARDO.- ¡Decidle que el rey, que puede
juramentos de un enamorado; inflama su tierno ordenar, suplica!
corazón con el deseo ambicioso de la dorada REINA ISABEL.- Que consienta en lo que prohíbe
soberanía; revela a la princesa la dulzura de el Rey de Reyes.
esa horas silenciosas del matrimonio feliz. Y REY RICARDO.- ¡Decidle que será una alta y
cuando este brazo haya castigado a ese poderosa reina!
pequeño rebelde, a ese versátil Buckingham, REINA ISABEL.- Para deplorar el título como su
volveré cubierto de triunfantes guirnaldas y madre.
conduciré a tu hija al lecho de un vencedor. A REY RICARDO.- ¡Decidle que la amaré
ella es a quien haré homenaje de mis éxitos y eternamente!
mis conquistas, y ella sola será victoriosa, el REINA ISABEL.- Pero ¿qué duración tendría para
César del César. ti la palabra eterno?
REINA ISABEL.- ¿Qué podría decirle?... ¿Que el REY RICARDO.- ¡Lo que dure bellamente su
hermano de su padre quisiera ser su esposo? buena vida!
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REINA ISABEL.- Pero ¿cuánto buenamente demasiado profundas y muertas... ¡Pobres
durará su vida bella? niños, en lo profundo de sus tumbas demasiado
REY RICARDO.- El tiempo que convenga al Cielo muertos!
y a la Naturaleza. REY RICARDO.- No toquéis más esa cuerda,
REINA ISABEL.- ¡El que el infierno y Ricardo señora; eso ha pasado.
quieran! REINA ISABEL.- ¡La tocaré hasta que se rompa
REY RICARDO.- Decidle que yo, su soberano, la de mi corazón!
soy su humilde súbdito. REY RICARDO.- Pues, ¡por mi San Jorge, mi
REINA ISABEL.- ¡Pero ella, vuestra súbdita, Jarreta y mi corona...!
aborrece semejante soberanía! REINA ISABEL.- ¡Has profanado al uno,
REY RICARDO.- Sed elocuente para deshonrado la otra y usurpado la tercera! REY
recomendarme a ella. RICARDO.- ¡Juro...!
REINA ISABEL.- Una proposición honrada triunfa REINA ISABEL.- ¡Por nada! ¡Ese no es un
mejor exponiéndola sencillamente. REY juramento! ¡Tu San jorge, profanado, ha perdido
RICARDO.- Entonces, anunciadle mi amorosa su santa dignidad! ¡Tu Jarreta, envilecida, está
proposición en términos sencillos. REINA despojada de su virtud caballeresca! ¡Tu
ISABEL.- Es imprudente anunciar con sencillez lo corona, usurpada, se ha deshonrado en su
que no es honrado. gloria! ¡Si deseas prestar un juramento que te
REY RICARDO.- Vuestras razones son obligue y yo crea, jura entonces por algo que no
demasiado superficiales y vivas. hayas ultrajado!
REINA ISABEL.- ¡Oh, no! Mis razones son REY RICARDO.- ¡Por el Universo!... REINA
ISABEL.- ¡Está lleno de tus odiosos crímenes! pasado, lleno de tus crímenes! ¡Los hijos de los
REY RICARDO.- ¡Por la muerte de mi padre!... padres a quien asesinaste viven para deplorar
REINA ISABEL.- ¡Le deshonraste con tu vida! en su vejez su abandonada juventud! ¡Los
REY RICARDO.- ¡Entonces, por mí mismo!... padres de los hijos que tú has degollado viven,
REINA ISABEL.- ¡A ti mismo te has envilecido! como ramas marchitas, para deplorar su
REY RICARDO.- ¡Pues, entonces, por Dios!... infortunio en su vejez! ¡No jures por el porvenir!
REINA ISABEL.- ¡Dios ha sido el más ultrajado de ¡Has abusado de él antes de poderlo usar, por
todos! Si hubieses temido violar un juramento el mal uso del pasado!
hecho en su nombre, no hubiera sido rota la REY RICARDO.- ¡Así fracase en mi peligrosa
unión formada por el rey, mi esposo, ni lucha contra mis enemigos en armas como
asesinado mi hermano. Si hubieras temido un deseo reparar mis faltas y arrepentirme! ¡Que
juramento hecho en su nombre, el metal yo mismo a mí mismo me confunda! ¡Que el
imperial que ahora ciñe tu cabeza habría Cielo y la suerte me nieguen horas felices! ¡Que
ornado las tiernas sienes de mi hijo, y los el día no me otorgue su luz ni la noche su
jóvenes príncipes respirarían aún; mientras descanso! ¡Opónganse todos los propios
ahora, dulces camaradas de sueño en el polvo planetas a mis designios si, con el más puro
de la muerte, por el quebrantamiento de tu fe, amor, la devoción más inmaculada, los más
yacen los dos pasto de los gusanos. ¿Por qué santos pensamientos, no dirijo mis votos a tu
puedes tú jurar ya? bella y noble hija! ¡En ella reside mi felicidad y
REY RICARDO.- ¡Por el porvenir! la tuya! ¡Sin ella, veo caer sobre mí, sobre ti,
REINA Isabel.- ¡Lo has ofendido en el pasado! sobre ella misma, sobre la patria y sobre
¡Porque a mí misma me quedan muchas muchas almas cristianas, la muerte, la
lágrimas que verter en el porvenir por el desolación, la ruina y el caos! ¡Todo esto sólo
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se puede evitar con su amor! ¡Todo esto no se en madre dichosa!
evitará sino con su amor! Por tanto, querida REINA ISABEL.- Iré... Escribidme pronto y
madre (pues ya os debo llamar querida madre), conoceréis por mí sus sentimientos.
sed ante ella el abogado de mi amor. REY RICARDO.- ¡Llevadle el beso de mi sincero
Ponderadle lo que seré, no lo que he sido; no amor! (La besa.) ¡Y con esto, adiós! (Sale la
mis méritos presentes, sino los que sabré REINA ISABEL.) ¡Frágil mujer al fin, sin seso,
conquistar. Insistid en la necesidad y la razón imbécil y pronta a perdonar!
de Estado, y no os opongáis en modo alguno a
tan grandes proyectos. Entra RATCLIFF, CATESBY le sigue
REINA ISABEL.- ¿Me dejaría así tentar del
demonio? ¡Hola! ¿Qué noticias hay?
REY RICARDO.- Sí, si el demonio te tienta para RATCLIFF.- Poderoso señor, sobre la costa
el bien. oeste avanza una flota formidable. A sus
REINA ISABEL.- ¿Me olvidaría yo misma de mí riberas acude una masa de amigos dudosos, de
misma? corazón disimulado, sin armas y no resueltos a
REY RICARDO.- Sí, si el recuerdo de vos misma impedir el desembarco. Se cree que Richmond
os hace daño a vos misma. es el almirante de ella, y que se mantiene al
REINA ISABEL.- ¡Pero has asesinado a mis hijos! ancla, en espera de que Buckingham les preste
REY RICARDO.- Mas los sepultaré en el seno de ayuda viniendo de la orilla.
vuestra hija, en cuyo nido perfumado renacerán REY RICARDO.- ¡Que un amigo ligero de piernas
por sí mismos para vuestro consuelo. corra en busca del duque de Norfolk! Ratcliff, tú
REINA ISABEL.- ¿Haré someter a mi hija a tu mismo..., o Catesby. ¿Dónde está? CATESBY.-
voluntad? ¡Aquí, señor!
REY RICARDO.- ¡Y os convertiréis por ese medio REY RICARDO.- Catesby, ¡volando en busca del
duque! RATCLIFF.- Vuestra Alteza me dijo que partiera
CATESBY.- ¡Iré con toda celeridad que enseguida.
conviene, señor!
REY RICARDO.- ¡Acércate aquí, Ratcliff! Corre a
Salisbury, y cuando estés allá... (A CATESBY.) Entra STANLEY
¡Estúpido idiota! ¿Por qué te quedas ahí parado
y no vas en busca del duque?
REY RICARDO.- He cambiado de parecer...
CATESBY.- Primero, poderoso señor, decidme,
Stanley, ¿qué noticias traéis?
si place a Vuestra Alteza, qué debo
STANLEY.- No lo bastante buenas, mi soberano,
comunicarle de parte de Vuestra Gracia. REY
para que os alegréis al saberlas, ni tan malas
RICARDO.- ¡Oh!, es verdad, buen Catesby... Dile
que no puedan comunicarse. REY RICARDO.-
que reúna inmediatamente todas las fuerzas de
¡Hombre! ¡Con enigmas ahora! ¡Ni buenas ni
que disponga y me las envíe a toda prisa a
malas! ¿Qué necesidad de venir así, con tantos
Salisbury.
atajos, cuando puedes explicarte por el camino
CATESBY.- ¡Parto! (Sale.) más corto? Una vez más, ¿qué noticias hay?
RATCLIFF.- Y yo, ¿qué deseáis que haga en
STANLEY.- Richmond está en el mar. REY
Salisbury?
RICARDO.- ¡Que allí se hunda y que la mar lo
REY RICARDO.- ¡Bah! ¿Qué queréis hacer antes trague! ¡Vagabundo sin valor! ¿Qué hace allí?
que llegue yo?
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STANLEY.- No lo sé, poderoso señor, sino por sirviendo a su soberano en el Oeste?
conjetura. STANLEY.- No les ha sido ordenado, poderoso
REY RICARDO.- Bien; ¿qué conjeturáis? ¿Qué rey. Si Vuestra Majestad quiere autorizarme,
conjeturáis? puedo reunir a mis amigos e incorporarme a
STANLEY.- Que, requerido por Dorset, Vuestra Gracia donde y en el tiempo que elija
Buckingham y Morton, se ha hecho a la mar Vuestra Majestad.
rumbo a Inglaterra para reclamar la corona. REY RICARDO.- ¡Sí; tú quisieras marchar a
REY RICARDO.- ¿Está vacante el trono? ¿No unirte con Richmond; pero no me fiaré de ti!
tiene dueño la espada? ¿Está muerto el rey?
¿El imperio sin poseedor? ¿Qué heredero de
York queda vivo sino nosotros? Y ¿quién es el
rey de Inglaterra sino el heredero del gran
York? Entonces, decidme: ¿qué hace en los
mares?
STANLEY.- Si no es para eso, señor, no lo (1) The Weslhman, aplicado por desprecio a Richmond,
adivino. cuyo abuelo, Oven Tudor, era del País de Gales.
REY RICARDO.- Si no es para venir a ser STANLEY.- ¡Poderoso soberano, no tenéis
vuestro soberano, ¿no adivináis a qué viene el motivos para dudar de mi adhesión! ¡Nunca fui
galés? (1). ¡Temo que te rebeles y te pases a él! ni nunca seré traidor!
STANLEY.- ¡Buen lord, no desconfiéis de mí! REY RICARDO.- Id, pues, y reunid vuestros
Rey Ricardo.- ¿Dónde están, entonces, tus hombres. Pero dejadme en rehenes a vuestro
fuerzas para rechazarle? ¿Dónde tus vasallos y hijo Jorge Stanley (1). ¡Mirad que me seáis fiel,
tus soldados? ¿No están ya sobre la costa o, de lo contrario, la cabeza de vuestro hijo no
occidental para secundar el desembarco de los estará segura!
rebeldes? STANLEY.- Obrad con él, señor, según yo os
STANLEY.- No, buen lord; mis amigos están en muestre mi fidelidad. (Sale STANLEY.)
el Norte.
Rey Ricardo.- ¡Fríos amigos para mí! ¿Qué Entra un MENSAJERO
hacen en el Norte, cuando debían estar
Buckingham...
MENSAJERO.- Gracioso soberano: en el REY RICARDO.- ¡Fuera de mi presencia, búho!
Devonshire, según me acaban de advertir ¿Sólo sabes lanzar graznidos de muerte? (Le
amigos míos, se han levantado en armas sir golpea.) ¡Toma! ¡Ten eso, hasta que me traigas
Eduardo Courtney (2) y el altivo prelado, obispo
mejores nuevas!
de Exeter, su hermano mayor, con gran número MENSAJERO 3°.- Las noticias que os traía a
de confederados. Vuestra Majestad eran... que una violenta
tempestad y desbordamientos e inundaciones
Entra otro MENSAJERO han dispersado y puesto en desorden el ejército
de Buckingham, y que él anda errante y solo sin
MENSAJERO 2°.- En Kent, mi soberano, los que nadie sepa donde está.
Guildfords se han levantado en armas, y a cada
instante se unen grupos de competidores a los
rebeldes, cuyo ejército aumenta (1) Cuando lord Stanley llegó a Londres, Ricardo,
constantemente. suponiendo una defección, le obligó a dejar en poder suyo a
su hijo Jorge, a título de rehén.
Entra otro MENSAJERO (2) Sir Eduardo Courtney no era hermano, sino primo del
obispo de Exeter.
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REY RICARDO.- ¡Te pido perdón! ¡He aquí una Buckingham ha sido hecho prisionero! Esta es
bolsa para curarte los golpes que te he dado! la mejor noticia. La que el conde de Richmond
¿Se le ha ocurrido a algún amigo previsor ha desembarcado en Molford (1) con fuerzas
anunciar una recompensa para el que entregue imponentes, es fría, pero no debe ocultarse.
al traidor? REY RICARDO.- ¡En marcha hacia Salisbury!
MENSAJERO 3°.- Ya se ha anunciado, señor. ¡Mientras razonamos aquí, puede ganarse o
perderse una real batalla! ¡Qué alguno de
Entra otro MENSAJERO vosotros se encargue de conducir a
Buckingham a Salisbury! ¡El resto que me siga!
MENSAJERO 4°.- Sir Tomás Lovel y el marqués (Salen.)
de Dorset, se han levantado en armas en el
Yorkshire, según se dice señor. Pero traigo otra
noticia, que será grata a Vuestra Alteza... Ha
sido dispersada por una tempestad la flota de (1) El poeta salta aquí un intervalo de dos años. La primera
Bretaña. En el Yorkshire, Richmond ha tentativa de desembarco de Richmond se verificó en 1483;
destacado una chalupa a la orilla para la segunda, en 1485.
preguntar a los que estaban sobre la costa si Escena V
eran o no de su partida, quienes le contestaron
Una habitación en casa de lord Stanley
que venían a apoyarle de parte de Buckingham.
Él, desconfiando de ellos, izó sus velas y Entran STANLEY y CRISTÓBAL URSWICK (1)
reanudó su crucero hacia Bretaña.
REY RICARDO.- ¡En marcha, en marcha, puesto STANLEY.- Sir Cristóbal, decid a Richmond, de
que estamos en armas; sino para combatir a parte mía, que mi hijo Jorge Stanley está
los enemigos extranjeros, a lo menos para encerrado (2) en la pocilga de ese jabalí
reprimir las rebeliones del interior! sanguinario. Si me rebelo, la cabeza de mi
joven Jorge va a caer. El temor a esto es lo que
Vuelve a entrar CATESBY
me impide prestarle mi apoyo. ¡Así, procura
marcharte! Encomiéndame a tu señor. Al propio
CATESBY.- ¡Mi soberano, el duque de
tiempo, dile que la reina (3) consiente gustosa proyectos! ¡Adiós! (Salen.)
en darle en matrimonio a su hija Isabel (4). Pero
dime: ¿dónde está ahora el noble Richmond?
CRISTÓBAL.- En Pembroke o en Harfordwest, (1) Sir Christopher Urswick era un sacerdote capellán de
lady Margarita, madre de Richmond, que servía de
en el país de Gales.
intermediario secreto entre la madre y el hijo.
STANLEY.- ¿Qué personajes de renombre (2) In hold. El cronista nos cuenta que lord Stanley, a la
cooperan con él? cabeza de cinco mil hombres, se retiró a Atherstone, no
CRISTÓBAL.- Sir Gualterio Herbert, un guerrero atreviéndose a intervenir directamente en la lucha, de miedo
de nota; sir Gilberto Talbot, sir Guillermo a que Ricardo hiciera decapitar a su hijo Jorge, que
conservaba en rehenes.
Stanley Oxford, el temible Pembroke, sir Jaime (3) That the queen. La reina Isabel, refugiada siempre en la
Blunt y Rice de Thomas, con una valiente abadía de Westminster, accedió a prestar su consentimiento
escolta y muchos otros de gran renombre y a la combinación imaginada por la madre de Richmond, y
distinción. Y hacia Londres dirigen sus legiones, prometió sin vacilar la mano de su hija al pretendiente de la
si antes no les presentan batalla en su camino. corona, quebrantando así la palabra dada a Ricardo.
(4) Elizabeth, hija de Eduardo IV, que en efecto, fue luego
STANLEY.- ¡Bien! ¡Reúnete a tu señor! ¡Beso esposa de Enrique VII Tudor.
sus manos!... ¡Mis cartas le instruirán de mis
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BUCKINGHAM.- ¡Hastings y vosotros, hijos
de Eduardo; Grey y Rivers, santo rey
Enrique, y Eduardo, su amable hijo;
Vaughan y todos los que habéis
desaparecido bajo la mano corrompida
de la injusticia solapada! Si vuestras
almas ofendidas y dolientes contemplan,
a través de las nubes, el espectáculo de
Escena Primera Salisbury – Una plaza pública esta hora fatal, para venganza vuestra,
mofaos de mi destrucción. ¿No es hoy el
Acto Quinto día de todas las Ánimas, compañeros?
SHERIFF.- Lo es, milord.
BUCKINGHAM.- ¡Pues, entonces, el día de
todas las Ánimas es el día del juicio de mi
cuerpo! ¡Este es el día que, en tiempos de
Eduardo, deseé que me fuera funesto si
hacía traición a sus hijos o a los
allegados a su esposa! ¡Este es el día
¡Así cae con todo su peso sobre mi frente
que juré morir víctima de la perfidia del
la maldición de Margarita! ¡Cuando
hombre en quien hubiera depositado la
destroce de dolor tu corazón –me dijo-,
mayor confianza! ¡Este; éste es el día de
acuérdate de que Margarita fue una
todas las Ánimas, para espanto de mi
profetisa!... ¡Vamos, oficiales,
Entran el SHERIFF y la guardia, con
ánima; es el término asignado a mis
BUCKINGHAM, conduciéndole al cadalso maldades! ¡Ese Dios Todopoderoso, de
quien yo me burlaba, ha hecho recaer
BUCKINGHAM.- ¿No permitirá el rey sobre mi cabeza el efecto de mi hipócrita
Ricardo que hable con él? súplica, y me concede de veras lo que
SHERIFF.- ¡No, buen milord! ¡Resignaos, pedí en broma! ¡Así obliga a las espaldas
por tanto! de los malvados a volver sus puntas
afiladas contra los pechos de sus cruel, sanguinario y usurpador jabalí que
poseedores! devastaba vuestros campos de estío y
conducidme al infamante tajo! ¡El crimen vuestras viñas fértiles; el que sorbe
es castigado por el crimen, y la infamia, vuestra sangre caliente como agua de
juzgada por la infamia! (Salen fregar y hace su artesa en vuestros
BUCKINGHAM, etcétera.) vientres destripados, este inmundo
cochino se revuelca ahora en el centro de
Escena II esta isla, cerca de la ciudad de Leicester,
como vemos. Desde Tamworth hasta allí
Una llanura cerca de Tamworth no hay más que un día de marcha. ¡En
nombre de Dios, arriba los corazones,
Entran con tambores y banderas RICHMOND, valerosos amigos, para recoger la
OXFORD, SIR JAIME BLOUNT, SIR GUALTERIO
HERBET y otros, con tropas en marcha
cosecha de eterna paz con este único y
sangriento esfuerzo guerrero!
RICHMOND.- ¡Compañeros en armas y mis OXFORD.- ¡La conciencia de cada hombre
muy queridos amigos! Aplastados bajo el es como mil hombres para luchar contra
yugo de la tiranía, hemos marchado sin ese sanguinario homicida!
obstáculos hasta el centro del país, y HERBERT.- No dudo que sus amigos
tenemos aquí cartas de nuestro padre acudirán a nuestro lado.
Stanley, de admirable consuelo y valor. El
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BLOUNT.- No tiene más amigos que los que lo amado señor.
son por miedo, que cuando más lo necesite le REY RICARDO.- ¡Arriba con mi tienda! (Algunos
abandonarán. soldados comienzan a levantar la tienda del
RICHMOND.- ¡Todo va en ventaja nuestra! Por rey.) Aquí dormiré esta noche. Pero ¿y
consiguiente, ¡en nombre de Dios, marchemos! mañana, dónde? ¡Bien! ¡Poco importa!...
¡La esperanza legítima es rápida, y vuela con ¿Quién ha contado el número de los traidores?
alas de golondrina! ¡De los reyes hace dioses, y NORFOLK.- A seis o siete mil hombres
de las modestas criaturas hace reyes! (Salen.) ascienden sus fuerzas.
REY RICARDO.- ¡Y qué! ¡Nuestro ejército es tres
Escena III veces mayor! Además, el nombre del rey es un
baluarte inexpugnable, de que carecen
La campiña de Bosworth nuestros adversarios. ¡Arriba con la tienda!...
¡Venid nobles caballeros; inspeccionemos las
Entran el REY RICARDO y tropas; el DUQUE DE NORFOLK, el ventajas del campo! Llamad a algunos de
CONDE DE SURREY y otros pericia segura. No descuidemos la disciplina;
procedamos sin dilación, pues señores,
REY RICARDO.- ¡Que levanten aquí nuestra mañana será un día de prueba. (Salen.)
tienda, en este campo de Bosworth! Milord de
Surrey, ¿qué miráis así, tan triste?
SURREY.- Mi corazón está diez veces más Entran, por otro lado del campo, RICHMOND y otros Lores.
Algunos Soldados levantan la tienda de RICHMOND
alegre que mis miradas.
REY RICARDO.- ¡Milord de Norfolk! NORFOLK.-
RICHMOND.- El sol, fatigado, se ha puesto entre
Aquí me tenéis, muy gracioso soberano.
arreboles de oro, y por la estela brillante de su
REY RICARDO.- ¡Norfolk, habrá golpes! ¡Ah!
flamígero carro, augura para mañana un
¿No los tendremos?
espléndido día. ¡Sir Guillermo Brandon, vos
NORFOLK.- Los tendremos y los daremos, mi
llevaréis mi estandarte! Traedme tinta y papel a amable Blount, darle de mi parte las buenas
mi tienda... Trazaré la forma y plan de batalla, noches y entregarle en mi nombre esta
designaré a cada jefe su puesto especial y interesantísima nota...
distribuiré en justas proporciones nuestro BLOUNT.- ¡Aun con riesgo de mi vida, milord, lo
pequeño ejército. ¡Milord de Oxford, sir intentaré! Y ahora, que Dios os conceda esta
Guelterio Brandon y vos, sir Gualterio Herbert, noche un sueño tranquilo.
quedaos conmigo! El conde de Pembroke RICHMOND.- ¡Buenas noches, buen capitán
conservará su regimiento. Buen capitán Blount, Blount! Venid caballeros; pongámonos de
dadle en nombre mío las buenas noches; acuerdo para las operaciones de mañana. ¡A mi
decidle al conde que a las dos de la mañana tienda, que el viento es áspero y frío! (Penetran
deseo verle en mi tienda. ¡Hacedme todavía un en la tienda.)
favor, querido capitán! ¿Sabéis dónde está el
cuartel de lord Stanley? Entran en su tienda el REY RICARDO, NORFOLK, RATCLIFF y
CATESBY
BLOUNT.- A no ser que haya confundido sus
colores (lo que estoy seguro que no) su
regimiento debe de acampar a una media milla REY RICARDO.- ¿Qué hora es?
CATESBY.- La de cenar, milord; son las nueve.
al sur del poderoso ejército real.
RICHMOND.- Si fuera posible, sin peligro,
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REY RICARDO.- ¡No quiero cenar esta noche! Northumberland?
Dadme tinta y papel. Qué, ¿está mi visera más RATCLIFF.- ¡Tomás, el conde de Surrey y él
holgada que antes y habéis puesto en mi tienda iban, a la hora de acostarse las gallinas, de
toda mi armadura? pelotón en pelotón recorriendo el ejército y
CATESBY.- Sí, mi soberano; todo está listo. REY animando a los soldados!
RICARDO.- ¡Buen Norfolk, retírate a tu puesto! REY Ricardo.- Bien; estoy satisfecho... ¡Dame
¡Vigila cuidadosamente! ¡Escoge centinelas de un vaso de vino!... ¡No tengo ya la vivacidad de
confianza! espíritu ni la alegría de alma que tuve en otro
NORFOLK.- ¡Voy, milord! tiempo!... Ponle ahí... ¿Hay preparado papel y
REY RICARDO.- ¡Levántate mañana con la tinta?
alondra, querido Norfolk! RATCLIFF.- Sí, milord.
NORFOLK.- ¡Contad con ello, milord! (Sale.) REY RICARDO.- Recomienda a mi centinela que
REY RICARDO.- ¡Ratcliff! vigile. ¡Déjame! ¡Ratcliff! ¡A eso de la
RATCLIFF.- ¿Milord? medianoche vuelve a mi tienda y ayúdame a
REY RICARDO.- ¡Envía un persevante de armas armarme!... ¡Déjame, te digo! (El REY RICARDO
al regimiento de Stanley a decirle que acuda se retira a su tienda. Salen RATCLIFF y CATESBY.
con sus tropas antes de salir el sol, si no quiere Abrese la tienda de RICHMOND, y aparecen él y
que su hijo Jorge caiga al insondable abismo sus oficiales.)
de la eterna noche! ¡Llenadme un vaso de
Entra Stanley
vino!... ¡Traedme una luz!,,, (A CATESBY.)
¡Ensilla mi blanco Surrey para la batalla de
STANLEY.- ¡Asiéntense suerte y victoria sobre
mañana!... Cuida de que la madera de mi lanza
su yelmo.
sea sólida y no pese demasiado... ¡Ratcliff!
RICHMOND.- ¡Te deseo, noble padrastro, toda la
RATCLIFF.- ¿Milord?
felicidad que pueda dar a tu persona la oscura
REY RICARDO.- ¿Has visto al melancólico lord
noche! ¿Cómo está nuestra noble madre?
STANLEY.- Estoy encargado, por delegación, de ceremoniosas expresiones de amor y el amplio
bendecirte en su nombre y comunicarte que intercambio de las dulces frases, tan gratas,
continuamente ruega por la prosperidad de entre amigos largo tiempo separados! ¡Dios nos
Richmond. ¡Pero basta ya! ¡Las horas se conceda esparcimiento para estos ritos de
deslizan silenciosas, y las sombras luminosas amor! ¡Una vez más, adiós!... ¡Valentía y éxito
rompen hacia el Oriente! Para abreviar, pues el completo!
tiempo nos lo ordena, ten preparado tu ejército RICHMOND.- ¡Queridos lores, conducidle al
al amanecer, y confía tu suerte al arbitrio de los cuartel! Voy a intentar, a pesar de mis turbados
sangrientos golpes y miradas mortales de la pensamientos, reposar un tanto, no sea que
guerra. Yo, tan pronto como pueda (pues no mañana, cuando suba en alas de la victoria,
puedo hacer cuanto deseara), elegiré la pese sobre mí un sueño de plomo. ¡Por última
ocasión más favorable y te ayudaré en el vez, buenas noches, amables lores y
dudoso choque de las armas. Pero no puedo caballeros! (Salen los Lores, etc., con STANLEY.)
ponerme muy abiertamente de tu parte, por ¡Oh Tú, a quien yo considero mi capitán! ¡Dirige
miedo de que, al ser visto, tu hermano, el tierno a mis soldados una mirada favorable! ¡Pon en
Jorge, sea ejecutado a los ojos de su padre. sus manos los hierros centellantes de tu cólera,
¡Adiós! ¡El tiempo y el peligro cortan las
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para que puedan aplastar con la pesadez de ¡Desespérate y muere! (A Richmond.) ¡Virtuoso
sus golpes las usurpadoras cimeras de y santo, sé tú el vencedor! ¡Enrique Sexto, que
nuestros adversarios! Haznos los ministros de te profetizó que serías rey, viene a confortarte
tu castigo, para que podamos glorificarte en la en tu sueño! ¡Vive y triunfa!
victoria! ¡A Ti encomiendo mi alma inquieta,
antes de correr las ventanas de mis ojos! Aparece el ESPECTRO de CLARENCE
¡Duerma o vele, ¡oh!, sé siempre mi defensor!
(Se duerme.) ESPECTRO.- (Al REY RICARDO.) ¡Mañana pesaré
con fuerza abrumadora sobre tu alma! ¡Yo, el
Aparece entre las dos tiendas el ESPECTRO DEL PRÍNCIPE que fue ahogado en un vino nauseabundo,
EDUARDO, hijo de ENRIQUE VI pobre Clarence, por tu perfidia entregado a la
muerte! ¡Medita en mí mañana, durante el
ESPECTRO.- (Al REY RICARDO.) ¡Mañana pesaré combate, y que tu espada caiga inerte!
con fuerza abrumadora sobre tu alma! ¡Medita ¡Desespérate y muere! (A RICHMOND.) ¡Vástago
como me apuñalaste en la flor de mi edad en de la casa de Lancaster! ¡Los ultrajados
Tewkesbury! ¡Por tanto desespérate y muere! herederos de York ruegan por ti! ¡Que los
(A RICHMOND.) ¡Sé venturoso, Richmond! ¡Las ángeles buenos protejan tus tropas! ¡Vive y
irritadas almas de los príncipes degollados triunfa!
luchan en tu favor! La estirpe del rey Enrique,
Richmond, viene a alentarte.
Aparecen los ESPECTROS de RIVERS, GREY y VAUGHAN
Aparece el ESPECTRO DEL REY ENRIQUE VI
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ángeles buenos luchan al lado de Richmond, y
Aparece el ESPECTRO de la REINA ANA caiga Ricardo de la altura de su orgullo! (Los
espectros se desvanecen. El REY RICARDO sale
ESPECTRO.- (Al REY RICARDO.) ¡Ricardo, tu de su sueño.)
esposa, tu infortunada esposa Ana, que nunca REY RICARDO.- ¡Dadme otro caballo!...
durmió una hora tranquila contigo, viene ahora ¡Vendadme las heridas!... ¡Jesús, tened piedad
a colmar tu sueño con perturbaciones! ¡Medita de mí!... ¡Calla! No era más que un sueño. ¡Oh
en mí mañana, durante el combate, y que tu cobarde conciencia, cómo me afliges!... ¡La luz
espada caiga inerte! ¡Desespérate y muere! (A despide resplandores azulencos!... ¡Es la hora
RICHMOND.) ¡Tú, alma apacible, duerme en de la medianoche mortal! ¡Un sudor frío
apacible sueño! ¡Reposa en el éxito y en la feliz empapa mis temblorosas carnes! ¡Cómo!
victoria! ¡La esposa de tu enemigo ruega por ti! ¿Tengo miedo de mí mismo?... Aquí no hay
nadie... Ricardo ama a Ricardo... Eso es; yo
soy yo... ¿Hay aquí algún asesino? No... ¡Sí!...
Aparece el ESPECTRO de BUCKINGHAM
¡Yo!... ¡Huyamos, pues!... ¡Cómo! ¿De mí
mismo? ¡Valiente razón!... ¿Por qué?... ¡De
ESPECTRO.- (Al REY RICARDO.) ¡El primero fui miedo a la venganza! ¡Cómo! ¿De mí mismo
en elevarte a la corona y el último en sentir tu sobre mí mismo? ¡Ay! ¡Yo me amo! ¿Por qué
tiranía! ¡Oh!... ¡Acuérdate de Buckingham causa? ¿Por el escaso bien que me hecho a mí
durante la batalla, y muere en el terror por tus mismo? ¡Oh! ¡No! ¡Ay de mí!... ¡Más bien debía
culpas! ¡Sigue soñando en acciones odiarme por las infames acciones que he
sangrientas y de muerte! ¡Desespérate cometido! ¡Soy un miserable! Pero miento; eso
delirando! ¡Entrega, desesperándote, tu último no es verdad... ¡Loco, habla bien de ti! ¡Loco,
suspiro! (A RICHMOND.) ¡Perecí en la esperanza no te adules! ¡Mi conciencia tiene millares de
antes que pudiera prestarte la ayuda! Pero lenguas, y cada lengua repite su historia
anima tu corazón y no desmayes. ¡Dios y los particular, y cada historia me condena como un
miserable! ¡El perjurio, el perjurio en más alto la aurora. Nuestros amigos están ya en pie y se
grado! ¡El asesinato, el horrendo asesinato, abrochan su armadura.
hasta el más feroz extremo! Todos los crímenes REY RICARDO.- ¡Oh Ratcliff! ¡He tenido un
diversos, todos cometidos bajo todas las sueño horrible!... ¿Qué crees tú? ¿Nos serán
formas, acuden a acusarme, gritando todos: fieles nuestros amigos?
¡Culpable! ¡Culpable!... ¡Me desesperaré! ¡No RATCLIFF.- Sin duda alguna, milord. REY
hay criatura humana que me ame! ¡Y si muero, RICARDO.- Ratcliff, temo, temo... RATCLIFF.- De
ningun alma tendrá piedad de mí!... Y ¿por qué nada, milord; no os dejéis asustar por bromas.
había de tenerla? ¡Si yo mismo no he tenido REY RICARDO.- ¡Por San Pablo Apóstol! ¡Las
piedad de mí! ¡Me ha parecido que los espíritus sombras de esta noche han aterrado más el
de todos los que he asesinado entraban en mi alma de Ricardo que pudieran hacerlo diez mil
tienda y cada uno amenazaba en la cabeza de soldados en carne y hueso, armados a toda
Ricardo la venganza de mañana! prueba y conducidos por ese imbécil
Richmond!... Aún no está cercano el día
Entra RATCLIFF ¡Vamos, venid conmigo! Voy a rondar por
nuestras tiendas, haciendo el papel de los que
RATCLIFF.- ¡Milord! escuchan tras las puertas, para oír si hay
REY RICARDO.- ¡Voto va! ¿Quién está ahí? alguien que me traiciona. (Salen RICARDO y
RATCLIFF.- Ratcliff, milord; soy yo. El gallo RATCLIFF. RICHMOND despierta.)
temprano de la aldea ha saludado dos veces a
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delante de nosotros como elevados baluartes.
Entran OXFORD y otros Excepto Ricardo, aquellos contra quienes
vamos a combatir desean nuestra victoria más
LORES.- ¡Buenos días, Richmond! RICHMOND.- que la de aquel a quien acompañan. Porque
Os pido perdón, lores, y a vosotros, vigilantes ¿quién los conduce? Sinceramente, señores,
caballeros, por haberme hallado un sanguinario tirano y un homicida, que,
desperezándome todavía. elevado por la sangre, por la sangre ha de
LORES.- ¿Habéis dormido, milord? RICHMOND.- sostenerse; pues no ha reparado en medios
¡He tenido el más dulce sueño y los más para conseguir sus fines y fue asesino de los
halagadores ensueños que jamás se hayan mismos por cuyos medios se elevó; una piedra
cernido sobre una frente soñolienta, desde el impura y vil, convertida en preciosa gracias al
instante de vuestra partida, milores! Me pareció brillo de la silla de Inglaterra, en la cual se ha
ver que las almas de cuantos asesinó Ricardo engarzado ilegítimamente; un hombre que ha
venían a mi tienda y me gritaban: ¡Salve! sido siempre enemigo de Dios. ¡Así, puesto que
¡Victoria! ¡Os aseguro que mi corazón se vais a combatir contra un enemigo de Dios,
hincha de regocijo bajo el recuerdo de un sueño Dios, en su justicia, os
tan grato! ¿Qué hora será de la madrugada, protegerá como a soldados suyos! ¡Si os cuesta
lores? sudores derribar al tirano, muerto el tirano
LORES.- Sobre las cuatro. dormiréis en paz! ¡Si combatís contra los
RICHMOND.- Pues, entonces, a armarse y tomar enemigos de vuestra patria, la prosperidad de
la dirección... (Avanzando hacia las tropas.) La vuestra patria será el salario de vuestros
ocasión y la urgencia del tiempo no me esfuerzos! ¡Si combatís por la salvaguardia de
permiten, queridos compatriotas, añadir nada a vuestras mujeres, vuestras mujeres os recibirán
lo que os he dicho. Acordaos sólo de esto: Dios en son de vencedores! ¡Si libráis a vuestros
y la justicia de nuestra causa combaten a hijos del acero tiránico, los hijos de vuestros
nuestro lado. Las oraciones de los benditos hijos os recompensarán en vuestra vejez! ¡Así,
santos y las de las almas irritadas marcharán
en nombre de Dios y de todos sus derechos, armas.
desplegad vuestros estandartes y desenvainad REY RICARDO.- Y decía la verdad. Y Surrey,
valerosamente vuestras espadas! Por lo que a ¿qué dijo entonces?
mí respecta, el tributo de mi atrevida empresa RATCLIFF.- Sonrió, exclamando: Tanto mejor
será mi frío cadáver sobre la fría cara de la para nuestros planes.
tierra. Pero si venzo, el más humilde de REY RICARDO.- Estaba en lo cierto, y así es
vosotros recogerá su parte del fruto de mi verdaderamente (Suena un reloj.) Contad que
victoria. ¡Suenen tambores y trompetas resuelta hora da... ¡Traedme un calendario! ¿Quién ha
y alegremente! ¡Dios y San Jorge! ¡Richmond y visto hoy el sol?
victoria! (Salen.) RATCLIFF.- Yo no, milord.
REY RICARDO.- Entonces es que desdeña el
brillar, pues, según el libro, hace una hora debía
Vuelven a entrar el REY RICARDO, RATCLIFF, haber embellecido el Oriente: ¡Será un día de
acompañamiento y tropas
luto para alguno!... ¡Ratcliff!
RATCLIFF.- ¡Milord!
REY RICARDO.- ¿Qué decía Northumberland
con referencia a Richmond?
RATCLIFF.- Que nunca conoció el oficio de las
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REY RICARDO.- ¡El sol no quiere dejarse ver además, San Jorge!... ¿Qué te parece, Norfolk?
hoy! ¡El sol frunce el ceño y enneblina a NORFOLK.- ¡Excelente plan, belicoso soberano!
nuestras tropas! ¡Quisiera que esas lágrimas de Esta mañana he encontrado esto en mi tienda.
rocío procedieran de la tierra! ¡Sin sol hoy! Pero (Entregándole un rollo de papeles.)
¿y qué me importa a mí más que a Richmond? REY RICARDO.- (Leyendo.) Juanillo Norfolk: no
Pues los mismos cielos que me miran a mí con seas tan audaz, pues Ricardete, tu amo, está
enojo le miran igualmente a él. traicionado y vendido. ¡Invenciones del
adversario!... ¡Vamos, señores, cada cual a su
Entra NORFOLK puesto! ¡Que no turben nuestro ánimo sueños
pueriles, pues la conciencia es una palabra
NORFOLK.- ¡A las armas, a las armas, milord! para uso de cobardes, inventada en principio
¡El enemigo cubre la llanura! para sujetar a los fuertes! ¡El ímpetu de
REY RICARDO.- ¡Vamos! ¡Pronto! ¡Pronto!... nuestros brazos sea nuestra conciencia;
¡Enjaezad mi caballo! ¡Que llamen a lord nuestras espadas, la ley! ¡Adelante!
Stanley, que acuda con sus tropas! Conduciré a ¡Lancémonos bravamente unidos en la mezcla!
mis soldados a la llanura y ordenaré de este ¡Si no al Cielo, de la mano todos al infierno!...
modo el plan de batalla: mi vanguardia se (A los soldados.) ¿Qué os diré más de lo que
desplegará sobre toda la línea, componiéndose, os he dicho? ¡Recordad a quiénes vais a hacer
en número igual, de infantes y jinetes. Nuestros frente! ¡Un racimo de vagabundos, bribones y
arqueros se colocarán en el centro. Juan, desterrados, la hez de Bretaña, y el bajo
duque de Norfolk, y Tomás, conde de Surrey, paisanaje inmundo, vómito de su contagiado
tomarán el mando de la infantería y la país, que espera desembarazarse de ellos en
caballería. En tal disposición, los seguiremos aventuras desesperadas de segura destrucción!
nosotros con el grueso del ejército, cuyo apoyo ¡Dormíais tranquilos y quieren privaros del
en ambas alas se reforzará con lo más descanso! ¡Poseíais tierras y vivíais felices con
escogido de nuestros caballeros. ¡Esto y, bellas esposas! ¡Quieren arrebataros las unas y
deshonrar a las otras! Y ¿quién es el que los notorio, les hicieron los herederos de la
conduce sino un mozo despreciable, nutrido vergüenza! ¿Y habían de apoderarse de
largo tiempo en Bretaña, a costa de nuestra nuestras tierras? ¿Acostarse con nuestras
madre? ¡Una sopa de leche, que en su vida ha mujeres? ¿Raptar a nuestras hijas?...
juzgado del frío más que al sentir bajo sus ¡Escuchad!... ¡Oigo sus tambores!...
zapatos la nieve! ¡Echemos a latigazos a esos (Escúchanse tambores a lo lejos.) ¡Al combate,
bandidos más allá del mar! ¡Barramos a esos hidalgos de Inglaterra! ¡Al combate, bravos
presuntuosos harapos venidos de Francia, a milicianos! ¡Tirad, arqueros! ¡Apuntad vuestras
esos hambrientos mendigos desahuciados de la flechas a la cabeza! ¡Hundid la espuela en los
vida, que, sin el sueño insensato de tan loca flancos de vuestros caballos y galopad entre la
empresa, ellos mismos, por falta de medios, se sangre! ¡Que retumbe de espanto la bóveda
hubieran ahorcado y muerto como simples celeste con los destellos de vuestras lanzas!
ratas! ¡Si hemos de ser vencidos, que sea por
hombres, y no por esos bastardos bretones, a Entra un MENSAJERO
quienes nuestros padres batieron, zurraron y
humillaron en su propio país; y, como es hecho ¿Que dice lord Stanley?
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MENSAJERO.- ¡Milord, se niega a venir! REY milord, o, de lo contrario, la batalla está perdida!
RICARDO.- ¡Fuera con la cabeza de su hijo (Fragor de lucha.)
Jorge!
Entra el REY RICARDO
NORFOLK.- ¡Milord, el enemigo ha atravesado el
pantano! ¡Esperad a después de la batalla para
REY RICARDO.- ¡Un caballo! ¡Un caballo! ¡Mi
que pueda morir Jorge Stanley! REY RICARDO.-
reino por un caballo!
¡Un millar de corazones laten en mi pecho!
¡Adelante vuestras banderas! ¡Al enemigo! CATESBY.- ¡Retiraos, milord; yo os traeré un
caballo!
¡Que nuestro antiguo grito de guerra: ¡Por el
REY RICARDO.- ¡Miserable! ¡Juego mi vida a un
gran San Jorge!, nos inspire con la cólera de
albur y quiero correr el azar de morir! ¡Creo que
los dragones ígneos! ¡A ellos! ¡La victoria de
hay seis Richmond en el campo de batalla!
cierne en nuestros penachos! (Salen.)
¡Cinco he matado hoy, en lugar de él! ¡Un
caballo! ¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!
Escena IV (Salen.)
Otra parte del campo
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¡Oh! ¡Ahora que Richmond e Isabel, los sangrientos días y hacer llorar a la pobre
legítimos sucesores de ambas casas reales, se Inglaterra raudales de sangre! ¡Que no vivan
unan para siempre por la bella providencia de para gozar de la prosperidad de este suelo los
Dios! Y que sus herederos (¡Dios, si ésta es tu que por traición tratasen de turbar la paz de
voluntad!) den a las generaciones futuras el rico este hermoso país! ¡En fin: las heridas de la
presente de la paz de dulce mirada, con riente guerra civil están cerradas; la paz reina de
abundancia y plácidos días prósperos. nuevo! ¡Que dure mucho tiempo pedimos a
¡Enmohece, Altísimo Señor, el hierro de los Dios! ¡Amén! (Salen.)
traidores que quieran traernos otra vez esos
WILLIAM SHAKESPEARE, Obras completas, Madrid, Aguilar ediciones, 1951
Tradución y notas LUIS ASTRANA MARÍN (primera versión íntegra del inglés,
a partir de la edición de Baudry’s European Library, París, 1843
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