Tema 5
Tema 5
Tema 5
y Atribución
Mercedes López Sáez
Elena Gaviria Stewart
José Francisco Morales Domínguez
OBJETIVOS
INTRODUCCIÓN
PROCESOS DE PERCEPCIÓN SOCIAL
Conducta no verbal
Formación de impresiones
¿Qué factores influyen en la percepción social?
PROCESOS DE ATRIBUCIÓN
Modelos explicativos sobre cómo se hacen las atribuciones
Sesgos en el proceso de atribución
Consecuencias de las atribuciones
RESUMEN
LECTURAS RECOMENDADAS Y REFERENCIAS EN INTERNET
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
OBJETIVOS
■ Aprender los conceptos de percepción social y ■ Conocer los modelos que explican cómo se in-
de atribución causal. tegra la información para la percepción de per-
■ Comprender los procesos mediante los que infe- sonas y distinguir las diferencias entre ellos.
rimos cómo son las personas y por qué se com- ■ Conocer las teorías sobre los procesos de atribución.
portan de determinada manera . ■ Comprender cómo influyen las autoatribuciones
■ Entender cómo influyen en esos procesos las ca- en el propio individuo, así como las heteroatri-
racterísticas del perceptor: sus estructuras men- buciones en la relación que las personas mantie-
tales, emociones y motivaciones. nen con su entorno social.
1,
PERCEPCIÓN SOCIAL Y ATRIBUCIÓN
Conducta no verbal
Cuando nos encontramos co n alguien que no co-
nocemos, lo primero que percibimos, aparte de su
aspecto físico, es su expresión facia l, su mirada, su
postura, la forma en la que se mu eve, la distancia que
mantiene co n nosotros ... , en resumen, su conducta
no verbal. La co nducta no verba l es «el intercambio
dinámico, y cas i siempre cara a cara, de informa-
ción medi ante cl aves que no son pa labras» (DePau lo
y Friedman, 1998, p. 3). Y esa información es fund a-
menta l, porqu e nos sirve, entre otras cosas, para inferir
qué emociones está sintiendo la otra persona en ese
momento y cuáles son sus intenciones hac ia nosotros.
Esa inferencia debe ser mu y rápid a, porque de ell a de-
penderá nuestra forma de interactuar co n el otro. No
reacc ionaremos igua l ante un a persona si, al vernos,
nos so nríe que si mira hacia otro lado, o si su expre-
sión es de ira o de desprecio. Tan importante es hacer
un juicio rápido, que a lo largo de la evolu ción hemos
desa rroll ado la capac idad de ca ptar seña les ami stosas
o amenazantes en la expres ión del otro en fracciones
de segundo.
La expresión no verba l de emoc iones es un a in-
formación básica en la percepción de otras person as, Si sólo nos fij ára mos en la expresión facial, y si no conociéramos al
po rque es anterior al lenguaje verba l en el desa rrollo personaje, pensaría mos que está enojado y con intenc ión de agre-
d ir a algu ien. Pero dentro del contex to de un torn eo de teni s, no
del indi viduo (y de la especie) y porque es relativa-
tenemos ningú n problema en interpretar la conducta no verbal de
mente automática. De hecho, la gente en general sue- Rafa Nada l como expresión de sa ti sfacción por haber conseguido
le pensar que la co nducta no verba l es espontánea (no anotarse un punto difícil.
intencion ada) e in control abl e, y se fían de ell a co mo
expres ión fid edign a de los sentimientos e intenciones
de los demás más que de sus pal abras. No obstante, interacción con los demás, seña les socia les que refl e-
como veremos después, los psicó logos soc iales han jan nuestras intenciones, y que han sido adquiridas
demostrado que las personas regul an su co nducta no por nuestra especie a lo largo de su hi storia evolutiva
verbal cuando les interesa disimul ar lo que sienten y (Fridlund, 1991 a y b).
aparentar lo qu e no sienten (ca paci dad que también se Ese carácter interactivo de las expresiones hace
ha documentado en otros primates; véase, p.e., Byrne qu e sean muy se nsibl es a factores situac ionales y
y Whiten, 1988; de W aa l, 1982). Tambi én son mejores culturales. Aunqu e parece haber cierto acuerdo en
minti endo que detectando el engaño en otros (Bond y qu e determinadas emociones son universales, su ex-
DePaulo, 2006) . Esto se debe, en parte, a que la gente presión o inhibi ción, y tambi én su interpretación por
mantiene un esquema del «mentiroso » como persona parte del perceptor, dependen mu cho del co ntexto y
cuyo sentimiento de culpabilidad se refl ej a en su co n- de las normas culturales (Ru sse ll, 1994; Russell y Fer-
ducta no verbal, lo qu e dificulta el reconocimi ento del nández-Dol s, 1997). Por ejemplo, hay culturas en las
enga ño si el mentiroso es lo suficientemente háb il y no que está mal visto manifesta r verba lmente emocion es
se ajusta a ese esquema. negativas (tristeza, enojo) en público; es el caso de las
Pero, incluso en el caso de expres iones espontá- cultura s co lectivistas, que inhiben este tipo de expre-
neas de lo que el individuo está sintiendo rea lmente, siones, probabl emente para mantener la armonía den-
su ca rácter interactivo es obvio. En su obra La expre- tro del grupo (Fern ández, Carrera y Sánchez, 2002).
sión de las emociones en el hombre y en los animales, La importancia del co ntexto en la interpretación
Darwin (1872) seña la que un niño sonríe ante la per- del comportamiento no verba l se debe tambi én a su
sona que le ofrece un ca ramelo, pero no cuando está ambigüedad. Para in terpretar qué emoción y qué in-
so lo mi entras lo saborea. Las expresiones no son úni- tención está expresa ndo un a mirada, por ejemplo, ne-
ca mente la manifestac ión de un estado interno, sino ces itamos saber qui én está mirando a qu ién y en qué
acciones que ti enen una finalidad comunicativa en la circu nstancias. Sólo hay que pensar en el retrato de la
INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA SOCIAL
Formación de impresiones
Solomon Asch (1907-1996). Psicó logo de origen polaco emigrado
Muchas veces, cuando interactu amos con alguien, a EEUU, perteneciente a la escuela de la Gesta lt. Sus pioneros e in-
necesitamos tener una idea no sólo de cuáles son sus flu yentes experi mentos sobre formac ión de impresiones y conformi-
intenciones, sino de có mo es esa persona, es decir, dad a la mayoría ayudaron a establecer el punto de vista dominante
en Psico logía Social: la conducta no es una respuesta al mundo ta l
tendremos que form arnos una impresión de ella.
como es, sino ta l como lo percibimos.
Desde la Psico logía Social se han propuesto di-
ferentes modelos para expli ca r la manera en la que
nos form amos impresi ones sobre otras personas, que rá mucho saber si esa persona es competente, capaz,
pu eden agruparse en dos enfoques prin cipales: uno altrui sta y lea l.
centrado en la coherencia de la impres ión (e l de «con- Pues bi en, esto es exactamente lo que hacía Asch.
fi guración gestá ltica») y el otro centrado en su carácter Facil itaba a los parti cipantes en sus estudios la descrip-
eva luati vo (e l de «combinación linea l »). Am bos enfo- ción de una persona mediante una lista de los rasgos que
ques se refieren a la fo rma en la que integramos la la ca racteri zaba n (rasgos estímulo). Les pedía que leye-
info rm ación que tenemos sobre una persona en una sen esos rasgos con atención y que tratasen de imagi nar
impresión globa l de ella. Veamos en qué co nsiste cada cómo era esa persona. Acto seguido, les fac ilitaba una
uno. segunda lista de rasgos diferentes (rasgos respuesta) y les
pedía que indicasen en qué medida esos nuevos rasgos
se podrían aplicar, a su juicio, a la persona descri ta.
El enfoque de «configuración gestáltica» Asch estaba convencido de que entre la presenta-
ción de la primera y de la segunda lista algo ocurría
La investigació n de Asch (1946) sobre form ación en la mente de los participa ntes. En concreto, creía
de impresiones es punto obli gado de referencia. Este que, basá ndose en la primera li sta de rasgos, éstos se
autor parte de una situación que se da co n mucha formaban una impresión global de la persona descri ta.
frecuencia en la vi da cotidiana. A modo de ejempl o, Por tanto, cuando se enfrentaba n a la segunda li sta,
pi énsese en los miembros de un equipo de tra bajo ll evaban ya prepa rada, por así decir, una idea general
cuando se acaban de enterar de que se ha co ntratado de cómo era esa persona, idea que quedaba refl ejada
a una persona y que ésta va a pasar a formar parte del en la elección de los rasgos de la segunda lista.
equipo. Como es lógico, todos está n interesados en Asch sostenía, y demostró en sus estudios, que al-
saber cómo es esa persona. Alguien del equipo tiene gunos rasgos adqui ría n ta l preponderanc ia sobre el
un amigo que la conoce bi en y, a la vi sta del interés resto que eran determin antes en la impresión que se
existente, solicita de él la información deseada. fo rmaba en la mente de los pa rticipantes. Los denomi-
Normalmente, esta informac ión, al menos en las nó rasgos centrales, porque influ yen en el significado
cu lturas occidentales, va a venir expresada en rasgos. de los demás rasgos y son, por ta nto, responsabl es de
Se les di rá, por ejempl o, que la persona en cuesti ón es la co nfiguració n de la impresión final que nos fo rm a-
extravertida, sociabl e, amigabl e, afi cionada al depor- mos de la otra persona. Al resto de rasgos los deno-
te, desp istada, inte ligente, poco trabaj adora y vi aj era. minó rasgos perifé ricos. El que un rasgo sea central
A partir de esa info rmación, los miembros del equipo o peri féri co, no depende, según Asch, del signif icado
intentarán pronostica r si, y hasta qué punto, el futuro del rasgo en sí, sino del contexto, es decir, del resto de
miembro será ca paz de integrarse en el equipo o, por rasgos estímul o con los que aparece asociado.
el co ntrari o, va a acabar creando probl emas a todo el Una cuestión clave que plantea el proced imiento
grupo. Es decir, a los miembros del equipo les interesa- desarro ll ado por Asch es cómo se integra la informa-
PERCEPCIÓN SOCIAL Y ATRIBUCIÓN
cIon inconsistente. En una lista de rasgos (o cuando formarnos una impresión de esa persona. Sigui endo
percibimos esos rasgos en una persona) siempre cabe co n el ejempl o anteri or, la co mbin ación de los rasgos
la posibilidad de que existan dos o más rasgos inco m- «inteligente» y «frío » daría lugar a una impresión ne-
patibles. La pregunta es, por tanto, cómo se resuelve gativa de una persona no porque el rasgo «inteligente»
este probl ema. camb iara de significado, sino porque va acompañado
El planteamiento de Asch, que se conoce con el de otro bastante negativo («frío»), de manera que la
nombre de «configuración gestáltica», parte de la base suma de ambos daría un resultado también negativo.
de que, en una li sta de rasgos, cada uno de ellos de- Todos los rasgos, sin excepción, tienen un determi-
pende del conj unto, puesto que lo que hace la persona nado va lor, ya que todos se pueden ubica r sobre una
es formarse una idea general del otro (de ahí el nomb re dimensión evaluativa (de más positivo a más negati-
del modelo, que alude a que el todo es diferente de vo). Este enfoq ue se ce ntra, por lo tanto, en el carácter
la mera suma de sus elementos, como defendía la es- eva luativo de la impresión que nos formamos de una
cuela de la Gestalt). Por eso, para los participantes en persona, no en la co herencia interna de esa impres ión,
los estudios es fácil reso lver este tipo de co ntrad icc io- co mo ocurría co n el planteamiento de la «configura-
nes. Lo hacen ca mbi ando mentalmente el significado ción gestá ltica».
de algun o de los rasgos inco nsistentes. Por ejemplo, Dentro del enfoq ue de «combinación lineal », a
al rasgo «inteligente» no se le va a asignar el mi smo su vez, ex isten tres modelos (véase el Cuadro 4.1 ). El
significado cuando vaya, en una li sta dada, junto al primero (modelo suma) es el más sencillo, ya que se
rasgo «afectuoso» o «a migable», que cuando acom- limita a postular una simpl e suma del valor de todos
pañe, en otra I ista, al rasgo «frío » o «desagradable». los rasgos de la lista. Segú n esto, si se quiere causar
En el primer caso tendrá una co nnotación de sensato una impres ión favo rable, conviene mencionar cuantos
y en el segu ndo de ca lcu lador. Esto se debe a que los más rasgos positivos mejor, aunque sean de poco valor.
rasgos «afectuoso » y «frío» en este co ntexto so n rasgos El segundo, o modelo promedio, propone que lo real-
centra les, segú n los resultados obtenidos por Asch, e mente operativo es la media del va lor de todos los ras-
infl uyen de forma determinante en el significado del gos. Niega la va lidez del modelo suma, argumentando
rasgo «inteligente», que es periférico. El ca mbi o de que no es lógico que una li sta larga de rasgos, cuando
significado se produce, primero, en el plano descripti- todos son del mismo signo, sea más extrema que una
vo, pero acaba pasando al eva luativo, es decir, no só lo co rta por el mero hecho de su longitud. Según este mo-
interpretamos de distinta forma el rasgo en cuestión, delo, lo que de verdad produce una impresión favora-
sino que también lo valoramos más positiva o negati- ble es mencionar pocos rasgos pero muy positivos.
vamente. El tercer mode lo, ll amado modelo de la media pon-
Como puede verse, lo que se está planteando aq uí derada, introduce la idea de que no todos los rasgos
al hab lar de creación de una impresión globa l no es tienen la misma importancia en todos los contextos.
otra cosa que la formación y posterior aplicac ión de un Por ejempl o, el rasgo «d ivertido » tendrá más impor-
esquema de persona. Aunque en tiempos de Asch aún tancia (y una ponderación mayor) en co ntextos infor-
no se manejaba este término, la investigación sobre el males y el rasgo «trabajador » en contextos formales.
fu ncionami ento de los esquemas socia les tiene como Esta as ignación diferencial de importancia a cada
precedente precisamente sus estudi os sobre fo rmación rasgo es también la forma de resolver las posibles in-
de impresiones. consistencias entre los rasgos de una mi sma persona:
se co ncede menos peso a los rasgos que contrad icen
(en sentido eva luativo) a los que ya se co nocían. Es
El enfoque de «combinación lineal» decir, si los rasgos que describen a alguien son posi-
tivos y de pronto aparece uno nuevo que es negativo,
Frente al planteamiento de la «configuración ges- tenderemos a desestimar la importancia de esta nueva
táltica », se alza otro, muy diferente, denominado información. Este mecanismo funciona en la estrategia
«combinación linea l» (Anderson, 198 1). La oposición denominada «defensa perceptiva », a la que nos referi-
entre los dos planteamientos co nsi ste, en esencia, en remos más adelante.
que el segundo (combin ación linea l) no adm ite la idea En el ejemp lo del Cuadro 4. 1 se observa cómo va-
del ca mbio de significado. En su lugar, defiende que ría la impresió n res ultante según se siga un modelo u
el valor de los rasgos que describen a una persona se otro, y también cómo es diferente el efecto que pro-
suma o se promedia para formar una eva luación glo- duce ir añad iendo rasgos a la impresión inicial. En el
bal. Ese valor (más o menos positivo o negativo) se caso de la media ponderada, se plantean dos co ntex-
lo da el perceptor. Es como si, cuando co nocemos a tos diferentes: uno personal (en el que la persona a la
alguien, ca lculáramos todos los pros y los contras para que se percibe es un ami go potencial) y otro político
INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA SOCIAL
Ejemplo de cómo nos formamos una impresión de una persona, según los modelos suma,
promedio y media ponderada (modificado de Hogg y Vaughan, 2011)
Rasgos*
,
', ".:,, , Promedio
,, , . · Media ponderada** , ' ' ,' '
' ' - .
,1 l"
.:"
!
i1i"
'11, Contexto: amistad Contexto: política
Inteligente (+2) Peso = 2 Peso= 3
Sincero (+3) Peso = 3 Peso= 2
Aburrido (-1 ) Peso= 3 Peso= O
Impresión (+2+3-1 )/3 = (+2 x 2)+ (+3 x 3)+ (+2 x 3)+ (+3 x 2)+
+2 +3-1 = +4
ini cial + 1,33 (-1 x3)/8 = +1 ,25 (-1 x 0)/5 = +2,4
Impres ión Peso = 1 Peso= O
revisada tras +2+3-1+ 1 = (+2 +3-1+1 )/4
Chi stoso(+ 1)
conocer un +5 = + 1,25 (+2x2)+(+3 x 3)+(-1 x3)+ (+2 x 3)+(+3x2)+(-1 x O)+
nuevo rasgo (+1 x l )/9 = + 1,22 (+1 x 0)/5 = +2,4
Peso= 2 Peso= 1
Impresión fi nal
+2+3-1+1+ 1 (+2 +3-1 + 1
tras conocer un Generoso (+ 1) (+2 x 2)+(+3 x 3)+ (+2 x 3)+(+3 x 2)+
nuevo rasgo
= +6 + 1)/5 = + 1,2 0
(-1 x 3)+(+1 x l )+ (-1 x O)+(+ 1 x O)+
(+ 1 X 2)/11 = + 1, 18 (+ l x l )/6=+ 1,17
* Escala de va loración: de -3 (muy negativo) a +3 (muy positivo)
**Esca la de ponderación: de O (nada importa nte) a 3 (muy importan te)
(en el que esa persona es un ca rgo públi co) . Los pesos cosechado un éx ito parcial. Incluso hay autores que
que aparecen en el Cuadro se refi eren a la importancia defi enden que, en un análisi s detenido, no ex iste entre
que el perceptor da a ca da rasgo en el co ntexto corres- ell os una oposic ión tan radica l co mo se ha defendido.
pondi ente. Como pu ede verse, el peso es determin an- Fi ske y Neuberg (1990), en una revi sión del tema,
te en la impresi ón, y pu ede miti gar el efecto de rasgos defi enden que los dos pl anteami entos pu eden resul ta r
,, 'l negati vos (c uando no so n importa ntes, co mo ocurre operativos, si bi en no simultánea mente. Las impresio-
co n el rasgo «aburrido» al percibir a un po lítico) . nes holísti cas o globales (postul adas desde el enfoque
El perceptor observa
a un individuo
Categorización in icial
(a utomáti ca)
Sí
Atención a nueva
inform ación sobre la persona
¿Se confirma la
ca tegori zación ini cial?
Sí
+ No
Búsqueda de subti pos, No
. . - - - - - ejemplares o nuevas categorías.
Sí ¿E ncaja en alguna?
+ No
Integración de la inform ación
del otro dato a dato
,.
Impresión basada Impres ión basada en las
en la categoría características personales
(la persona es un ejemplar (l a persona es un in dividuo
de la categona) ún ico y singul ar)
Representación simpli fi ca da del modelo secuencia l sobre percepc ión socia l de Fiske y Neuberg (1990).
mode lo, pu esto que la fo rm a en que procesemos la mu chas investigacio nes en este ca mpo haya n optado
inform ac ió n recibi da dependerá del interés q ue tenga- po r co nsiderar los tres elementos de la in teracció n, en
mos en fo rm arn os un a impres ió n detall ada de la per- co ncreto, el perceptor, la perso na percib ida y el co nte-
sona obj eto de nu estra percepc ió n. ni do de la percepc ió n.
Con el paso del tiempo, este énfasis en la exactitud El va lor del estímulo para el perceptor genera acen-
desaparec ió. En su lugar fue adquiriendo fu erza la idea tuación percep tiva y efecto halo . La primera tiene que
de que las metas, objetivos y motivaciones del per- ver co n la exageración perceptiva de las ca racterísticas
ceptor, así como las situaciones en las que se encuen- del estímul o con respecto a otros estímul os (por ejem-
tra, influyen de una manera decisiva en el resultado pl o, para unos padres que asisten a la función de fin
de la percepción (modelo del «estratega moti vado») . de curso en el co legio, sus hijos son los que mejor lo
Por ejemplo, como señalábamos más arri ba, Fi ske y hacen y los que más destaca n entre todos los ni ños) . El
Neuberg (1990) han afirm ado que sólo ca be esperar segundo se refiere a la genera li zació n de una caracte-
un procesamiento por separado de los elementos de rística positiva del estímul o al estímul o en su co njun to
percepción di sponibles si la persona persigue form arse (como cuando percibimos a una persona atractiva e
una impresi ón segura del otro, es decir, cuando tenga inferimos que es además interesante, agradable y dig-
la motivac ión suficiente y, además, cuente co n el tiem- na de co nfianza) .
po necesario para ell o. Por su parte, Hilton y Darl ey El significado emocional del estímul o alude al grado
(199 1) atribuyen un papel simil ar a las situaciones de en que la persona percibida puede satisfacer nuestras
diagnóstico, es decir, aquellas en las que el objetivo de necesidades o deseos, o suponer una amenaza pa ra es-
la persona es, precisamente, fo rm arse una impres ión tos. Si esperamos un benefi cio o consecuencia positiva
lo más exacta posible del otro (como oc urre, por ejem- de ella, estaremos más atentos a la información que nos
pl o, cuando hay que se lecc ionar entre va ri os ca ndida- proporcione acorde con dichas expectativas (perspica-
tos para un puesto). No ocurrirá lo mi smo en las situa - cia perceptiva), y si no tenemos esas expectativas positi-
ciones de acción, donde con ocer a la persona con la vas o esperamos un perju icio o consecuencia negativa,
que se va a interactu ar no es un obj eti vo priori ta ri o (no tenderemos a ignorar la informac ión que nos tra nsmi te
necesita mos formarnos una impresión muy precisa del (defensa perceptiva). Por eso se dice que «vemos lo que
empleado de la compañía aérea que está factura ndo queremos ver» y que «no hay peor sordo que el que no
nuestro equipaje; lo importante en ese contexto es sa- quiere oír». Esto se ve bastante claro en el contexto de
ber lo que tenemos que hacer nosotros y qué podemos cortejo. Cuando una persona se siente atraída por otra,
esperar que haga el otro). En estos casos, nos resultará estará más atenta a cualquier clave que le indique que
más útil el conocimiento que tenemos almacenado en ésta le corresponde (y pasará por alto cualquier indicio
--\
esquemas (de roles, de situaciones, etc.). de lo contrari o). En ca mbio, si no tiene ningún in terés
,r Las expectativas del perceptor, basadas en los es- en ella, probab lemente no capta rá señales de su deseo
quemas que posee, ta mbién influyen en la percepción. de acercamiento, salvo que sean muy evidentes. Ta m-
Ja nes (1990) establ ece una distinción entre dos tipos bi én es una experi encia bastante frecuente el pasar por
de expectativas. A veces, un perceptor mantiene ex- alto los rasgos positivos de las personas que nos desa-
p ectativas relativas a la categoría a la que pertenece gradan («no vemos las virtudes de nuestros enemigos»),
la persona perc ib ida, por ejempl o, hombre o muj er, así como los rasgos negativos de aquellas que nos gus-
mu sulmán o bud ista, milita r o civil. Estas expectativas ta n, porque dicha información supone una amenaza
están muy re lacionadas co n los estereotipos. Otras ve- para el esquema que tenemos de esas personas.
ces, por el co ntrario, pone en juego expectativas sobre Finalmente, las personas co n más experiencia en
la persona concreta percibida, basá ndose en el esque- cierto tipo de rasgos rea li zan percepc iones más pre-
ma que posee del otro co mo persona indiv idual única cisas sobre la persona estímul o, en la medi da en que
y singul ar. El resultado perceptivo es diferente en cada pueden estimar la importa ncia que tienen ta nto los
caso. En esta diferencia se basa la estrategia de mejora rasgos de la persona estímul o como la situación a la
de las relaciones intergru pa les denomin ada «descate- hora de interpreta r una conducta. Por ejemplo, el psi-
gorizac ión», que se aborda en el Capítul o 13. có logo que ha visto muchos casos de personas co n
Otros factores del percepto r que se han ten ido en depresión puede d iferenciar cla ramente una patología
cuenta en las investi gac io nes han sido la fa mili ari dad de un ep isod io aislado.
co n el estímulo, el va lor que éste ti ene para él, su Todos estos resultados, conjunta mente considera-
significado emocio nal y el grado de experi encia co n dos, dan una idea de la compl eji dad que introd uce en
el estímul o. Se ha encontrado, por ejemplo, que la la percepc ión la actividad del perceptor. De hecho, los
fa miliarida d co nduce a percepc io nes más co mplejas j uicios que un mi smo percepto r hace de dos personas
(nos fij amos en más deta lles del otro a med ida que dife rentes pueden a veces tener más en común que
le co nocemos más), aun que también pu ede ll evar a el que hacen dos perceptores disti ntos de una mi sma
percepc io nes más pos itivas (un ej emplo es el «efecto persona (Dorn busch, Hastorf, Ri chardson, Muzzy y
de mera expos ición », que se descri birá en el Capítul o Vree land, 1965) . Vale la pena seña lar en este sentido
6) . que, en muchas ocasiones, el propi o perceptor puede
PERCEPCIÓN SOCIAL Y ATRIBUCIÓN
llegar a alterar las condiciones en las que va a tener «self-h andicapping», es la que utilizamos cuando cree-
lugar la percepción, influ yendo co n su comportamien- mos que vamos a fracasar en alguna tarea y, antes de
to, producto de sus expectativas, en las personas a las emprenderl a, procuramos que todo el mundo se entere
que percibe. El ejemplo más claro es el de la profecía de que no hemos tenido tiempo de prepararla, o no nos
autocumplida, al que nos hemos referido en el ca pítu - interesa, o no hemos dormido nada la noche anterior.
lo anterior. Los intentos de manejo de la impresión no impli-
ca n de manera inevitable el engaño. Es preferible ver-
los como formas de acentuar aspectos diferentes de la
Factores asociados a la persona percibida propi a identidad, con el fin de ajustarla a los requi sitos
de cada situación.
La persona percibida, en su ca lidad de parti cipante
en la interacción, desempeña un papel activo en el
proceso perceptivo. Con la expresión «manejo de la Factores relativos al contenido de la
impresión » se alude, precisamente, a los intentos de percepción
las personas que se saben observadas para alterar a su
favor el resultado del proceso perceptivo (Schlenker, Una de las ca racterísti cas del co ntenido de la per-
1980). cepción que han estudi ado los psicólogos sociales es
Las estrategias de 'manejo de la impresión' son el efecto del orden en que se presentan los distintos
muy numerosas. Entre las más importantes se pueden elementos que describen a una person a. Este efecto
cita r el congraciamiento y la intimidación, dirigidas a ti ene un ca rácter mu y intui tivo. De hecho, en las ca m-
influir de manera directa en la persona que percibe. El pañas políticas, el orden de apari ción de los ca ndi-
primero lo hace a través de intentos de ensa lza miento datos en televisión para exp li car su programa suele
del otro y la segunda por medio de amenazas y coac- ser objeto de negoc iación entre ellos. En el caso de la
ciones. En una catego ría parecida a la intimidac ión percepción, la pregunta relevante es en qué med ida
habría que ubicar los intentos por mov ili za r los senti- influye el que un rasgo aparezca al principio o al final
mientos de culpa o de obligación moral del perceptor, de la seri e de rasgos que describen a una persona. O,
con vistas a consegu ir que su percepción acabe siendo dicho de otra forma, hasta qué punto lo primero que
más favorable. sabemos de alguien, o la última información que nos
Otra fo rm a en que la persona percibida puede ma- ha llegado de él, determinan la impresión que nos va-
nejar la impresión que el perceptor se fo rme de ella mos a formar de esa persona. Si la influencia de los
es presentarse bajo una lu z más favorable, a través de rasgos que aparecen al principio es mayor, se habla
intentos de ensa lzamiento de sus buenas cualidades de un efecto de primacía, mientras que el efecto es de
(el autoensalzamiento es una motivación muy fuerte, recencia si la mayor influenc ia la ejercen los que se
sobre todo en las personas pertenecientes a culturas conocen al fin al.
individuali stas, como se exp lica en el Capítulo 5). A Tanto el modelo de la «configuración gestáltica»,
veces, ello se consigue por medio de la autoatribu ción propuesto por Asch, como el de la «media pondera-
de los logros de algui en con quien la persona se siente da», formulado por Anderson, pueden explica r el efec-
identificada, por ejempl o, un equipo deportivo o una to de primacía. Para Asch, el primer rasgo «sesga» o
ce lebridad del mundo del espectácu lo. Este fenóme- marca de alguna fo rma todos los que vienen a co nti -
no, muy frecuente en las sociedades co ntemporáneas nuación, que se van a interpreta r a su luz. Anderson,
donde los med ios de comunicac ión de masas han lo- por su parte, alega que el primer rasgo puede tener un
grado una hegemonía cultural, se denomina «brillar peso mayo r que los que le siguen en la seri e.
con la gloria aj ena» y ha sido estudiado fundamental- La investigación empírica ha puesto de manifiesto
mente por Cialdini y sus co legas (Cia ldini et al., 1976). la fuerza del efecto de primacía Uones, 1990). Pero
Curiosamente, a veces, lo contrari o al autoensalza- también en ocasiones se encuentran efectos de recen-
miento produce el efecto deseado de mejorar la ima- cia, y ello depende de las ca racterísti cas de los ele-
gen que se presenta a los demás. Alegar incapac idad mentos en cuestión: mayor viveza que los que le pre-
por alguna ca usa externa, por ejemplo, puede servir ceden o mayor relevancia percibida (lo que ocurrirá
para paliar los efectos negativos de algunos co mporta- cuando se diga al perceptor que la última informació n
mientos prop ios, especia lmente cuando éstos resultan es mu y importante). Ahora bien, hay que co nsiderar,
difícilmente justificab les. Incluso, cuando prevemos asimismo, el despliegue de la informac ión en el tiem-
que vamos a crear una mala impresión en los demás, po. Como es lógi co, si pasa mucho tiempo entre la
adelantamos atribuciones externas de nuestra conduc- presentación de la información inicial y la final, ésta
ta futura para evitarl o. Esta estrategia, co nocida como última ejercerá mayor impacto. Como se verá en el
INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA SOCIAL
Capítul o 7, estos efectos tambi én influyen en la efica- co nsidere más eficaz en cada momento. La apariencia
cia de los mensajes persuasivos . fís ica es muy útil para determ inar la ca tegoría social
No obstante, a veces los rasgos poseen algunas ca- de la persona (un hombre anciano, por ejempl o), pero
racterísti cas especiales que anulan el efecto del orden. tal vez no lo es en la mi sma medida para adivinar su
Por ejemplo, mayor cl aridad que el resto de los rasgos, estado emoc ional o sus inte nciones, que podremos
mayor concreción, mayor relevancia para la interacción detectar mejor a través de su cond ucta no verbal.
en la que se insertan, o para el juicio o juicios que ti ene En cuanto a los rasgos de personalidad, en la cul-
que reali zar el perceptor, o mayor capacidad para conse- tura occidental desempeñan un papel mu y importante
gui r que el perceptor se implique en el proceso. En esos en la percepción social y en la impresión que la gente
casos, los rasgos ejercen mayor influencia independien- se form a de los demás, ya que en dicha cultura está
temente del orden en que aparezcan, de manera que los muy extendida la creencia de que de las ca racterís-
efectos de primacía y recencia quedarían anulados. ti cas de una persona depende su conducta fu tura (y,
O tro aspecto del co ntenido de la percepción que a la inversa, que de su co nducta pueden inferirse sus
se ha estudi ado es el tono evaluativo de los elementos ca racterísti cas personales, como veremos a co ntinua-
informativos, es decir, su ca rácter positivo o nega tivo. ción). Los rasgos, por ta nto, adquieren una importan-
Para seguir con el ejempl o anteri or, ¿qué es mej or para cia cru cial cuando se pretende entabl ar una relac ión
alguien que quiere ca usa rnos una buena impres ión, duradera co n alguien. De ahí que haya n sido el ele-
admi tir algún defecto o ca racterísti ca negativa o des- mento clave en la investigación psicosoc ial sobre for-
tacar só lo sus rasgos positivos? La investigación ha en- mación de impresiones.
contrado que, cuando en una descri pción se combinan
rasgos positivos co n negativos, éstos últimos ejercen un
impacto mayor. A ello contri buyen va ri os factores: los
rasgos negati vos son más difíc il es de desconfirmar y PROCESOS DE ATRIBUCIÓN
son más amenazantes para el perceptor; además, son
menos habitu ales y, por ta nto, más informativos (Ha- Las atribu ciones son exp li cac iones sobre el porqué
milton y Zanna, 1972; Hodges, 1974). Por otra parte, de una acc ión o de un suceso, y son básicas para la
debido al motivo social universa l de confianza, tende- predi cc ión y el co ntro l de nuestro entorno. Tratamos
mos a esperar cosas buenas de los demás, lo que hace de exp li ca r el mun do que nos rodea porqu e ello nos
que la información negativa resulte más sa liente porque posibilita tener la sensación de que comprendemos lo
choca co n nuestras expectativas. Por tanto, en general, que ocurre y de que los sucesos son predecibles. De
para ca usa r una buena impresión es mejor mostrar só lo ese modo, podemos mantener la creencia de que lo
nuestro lado positivo, y lo negativo atribuirl o a ca usas que acontece está bajo contro l. Aunqu e a menudo no
externas, como decía mos en un apartado anteri or. sa bemos co n certeza cuál es la ca usa, la inferimos a
As imi smo, diversas investi gaciones han enco ntrado pa rtir de la info rmac ión disponibl e en ese momento.
que la info rm ac ión que no es redundante ti ene mayor Esas inferencias se apli ca n ta nto a los fenómenos fís i-
impacto, ya que se destaca perceptivamente del resto cos como a las co nductas de las personas, inclu ye ndo
de la información y se impone, por así decir, a ella. Por ta mbi én nuestra propi a manera de actuar.
otra parte, los rasgos ambi guos ejercen menor impacto La necesidad de encontra r una ca usa es más acu-
que los cla ros. Éstos úl timos se caracteri za n por ser ciante cuando se trata de un fenómeno negativo o ines-
más vi sibles, más fáciles de co nfirmar y más co ncretos perado. La razón es que, en ese tipo de sucesos (que se
(Rothbart y Park, 1986) . haya producido una riada que ha inundado un pueb lo
Recapi tul ando lo expuesto en este apartado dedi - o que un co mpañero nos insul te públi ca mente), co no-
ca do a la percepción social, podemos vo lver a plantear cer qué los ha provocado nos permitiría predecir qué
la pregunta que nos hacía mos al prin cipio: ¿En qué co ndi ciones podrían vo lve r a desencadenar ese mi smo
se fij an las person as cuando interactúan co n otras? En probl ema y pensar si es posible evita rl o o contro larl o.
nuestra cultura, fundamentalmente, en tres aspectos: Cuando nos vemos invo lucrados en un hecho confli c-
la apari encia física (a partir de la cual categori za mos tivo, inesperado y poco predecible, inmed iatamente se
a los demás en tres dimensiones: edad, sexo y gru po pon e en marcha el proceso de atribu ción ca usal, en un
étni co), la co nducta (verbal y no verba l) y los rasgos intento de bu sca r el porqué de lo que ha pasado.
de personalidad. También, aunque en menor med ida, Aunque se dan explicaciones ca usa les sobre suce-
en qué tipo de relaciones mantienen, en qué co ntex- sos muy diversos, en Psico logía Soc ial el término atri -
tos se mueven y qué obj etivos persiguen. Ahora bi en, bució n se emplea específicamente pa ra referirse a las
como siempre se va a in tentar co nseguir una interac- expli cac iones sobre las ca usas de las acciones de las
ción fluid a, el perceptor se fi jará en aquel aspecto que personas. Una vez que nos hemos fo rmado una prime-
PERCEPCIÓN SOCIAL Y ATRIBUCIÓN
)
INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA SOCIAL
ca usa que no varíe, es decir, que sea estable y durade- rrera de esa envergadura, pero tampoco todos los que
ra. En este sentido, las ca usas que se puedan atribuir a está n en forma para ell o desean hacerl o. Aquí entra
ca racterísti cas de la persona (como los rasgos de perso- en juego la motivac ión, que se inferirá al observar no
nalidad), en vez de a la situación, ofrecen más garantías so lo la intención, sino también el esfuerzo rea li zado.
de que esa persona pueda volver a repetir la conducta y, Siguiendo con el ejempl o, la ca ntidad de horas que
por ese motivo, tienen mu cha importa ncia en el proce- dedique a entrenarse es lo que permitirá inferir si real-
so atributivo. A lo largo de ese proceso de búsqueda de mente alguien está motivado y hasta qué punto va a
disposiciones inherentes a la persona, lo primero que intentar correr el maratón.
tiene que descartar el perceptor es que ex ista una exp li- Además de determinar cuándo se hacen atribu c io-
cac ión extern a, lo que no es muy compli cado de deter- nes internas, la teoría abo rda el grado de responsab ili-
minar, ya que las ca racterísticas de la situac ión son más dad del actor en la acción (que difiere no so lo en fun-
fáciles de observar que las del actor. Unido a esto, hay c ión de su capac idad y motivac ión, sin o también de la
que tener en cuenta que cuanto mayor sea la percep- influenc ia de la situación en el suceso), distinguiendo
ción de que la causa de la conducta se debe a la situa- entre los sigui entes niveles:
ción, menor será la responsabilidad que se le atribuya al
actor y menos atribuciones a su persona se rea li zarán. ■ Asociación: cua nd o la persona no ti ene capa-
Imaginemos que en una pareja uno de los mi em- cidad ni motivación para rea li za r la acción. Es
bros percibe que el otro le presta poca atención cuando el nivel de meno r responsabilidad. Si un niño
hab la y le dice que no tiene tiempo cuando le plantea pequeño originara un acc idente juga ndo con el
sa lir juntos. Si la persona afectada infiere que ese com- freno de mano de un coche no se le respo nsab i-
portamiento se debe a que se han enfri ado los senti- 1izaría de los daños que pudiera infli gir, puesto
mi entos del otro hac ia él o ell a, y que quiere romper que no tiene co noc imi ento de lo que hace ya
co n la relación (una causa inherente a la persona), su re- que no sabe para qué sirve el freno.
acción será muy distinta a la que tendría si creyera que ■ Ca usa lidad simple: se produciría en una situa-
ese comportami ento está condi cionado por una ca usa ción en la que el actor tiene la capac idad pero
externa a los deseos e intenc iones de su pareja, co mo, no la motivac ión para rea li za r la acc ión. Un
por ejemplo, el estrés y la pres ión que está sufriendo por ejemplo sería el de un co nductor que atrope ll a a
exceso de trabajo. Esta diferencia en las exp licac iones una persona que invade la vía in esperada mente.
I '
tendrá como consecuencia comportamientos muy dife- ■ Previsión: sería simil ar al caso anterior (existe ca-
;
rentes en el perceptor a la hora de plantearse la relac ión. pacidad pero no motivación) pero al actor se le
En el análisis de la co nducta, para poder hacer atri- puede achacar que no ha previsto lo que podía
buciones internas, además de descartar la existencia de suceder. Por ejemp lo, ocasionar un acc idente
un a exp licac ión externa, un paso importante es ave- por ll evar los neumáticos en mal estado o por no
riguar hasta qué punto la persona tiene intenc ión de revisar los frenos.
rea li za r dicha acción, puede (tiene capac idad) y quiere ■ lntencionalidad: serían aq uell as acciones en las
(existe motivación) llevarl a a cabo. Tal como propone que ex iste capac id ad y motivac ión. Es el nivel en
Heider, hay tres aspectos que se tienen en cuenta para el que más se respo nsab ili za ría al actor. Provo-
ll egar a una atribución personal sobre la condu cta : ca r un accidente al intentar arro ll ar a otro vehí-
cul o, o ca usar un a les ión a algui en para roba rl e,
a) la intención del actor de llevar la a cabo, sería n ejempl os de este nivel de responsabilidad.
b ) su capac idad para rea li za r la acción, que de- ■ Justificabilidad: el actor tiene capac idad y mo-
pende tanto del co noc imi ento y hab ilidades del tivación para ll eva r a cabo la conducta, pero se
actor como de la dificultad de la tarea, y le ex ime de responsab ilid ad ya que se ha visto
e) el esfuerzo empl eado para ejec utar la acción (lo obligado a rea li za r esa acción debido a la situ a-
que es un indi cador del nivel de su motivación). c ión. Por ejempl o, ca usar un acc idente leve co n
el coche para evitar otro mayor o agred ir a una
Para realizar una acción no basta la intención, sino person a en defensa propia.
que es necesario que la persona sea capaz de alca nzar
su objetivo. En primer lugar, para poder determinar si
es posible para la persona rea li za r la acción, es preciso Teoría de las inferencias correspondientes.
evalu ar la relación entre sus cualidades y la tarea a la EdwardJones y Keith Davis (1965)
que se enfrenta. Cualqui er persona no está capac itada
para correr un maratón, ya que es necesario tener un as La teoría de las inferencias correspondientes Uo-
ca racterísti cas físi cas adecuadas para afrontar una ca- nes, 1979; Janes y Davis, 1965) se denomina de este
PERCEPCIÓN SOCIAL V ATRIBUCIÓN
infrecuente. D el mi smo modo, si algui en le se- en co ntra de ese gobi ern o (condu cta esperada y desea-
ñala a su jefe un error que ha cometido, y que el bl e en ese co ntexto) . La libertad del actor se manipul ó
resto de sus compañeros co nsc ientemente ca ll a diciendo a la mitad de los parti cipantes de cada una
para evitar resentimi entos y posibl es represa li as de las condi c iones anteri ores que el escrito se había
en el futuro, se puede inferir que se trata de un a rea li zado libremente (libre elecc ión y, por lo tanto, la
persona sin cera, aunque actú e de una manera conducta se podía atribuir a una disposi c ión del actor)
poco deseabl e soc ialmente. y a la otra mitad, que se había redactado expresando
la opini ón qu e el profesor le había pedido que refl e-
Además de estos procesos que tienen que ver co n j ara (una ca usa forzada y externa al actor). La vari abl e
la información disponibl e, cuando los efectos de la dependi ente se midi ó preguntando a los parti cipantes
conducta afectan al obse rvador, tambi én entran en hasta qué punto las actitudes de la perso na que había
juego otros factores de índole motivacional qu e influ - redactado el esc rito (una dispos ición intern a) estaban
yen en la rea li zac ión de inferenc ias correspond ientes: a favor del gobi erno de Castro. Estos autores compro-
baron que se hacían más inferencias correspo ndi entes
• Relevancia hedónica de la acción para el per- cuando la condu cta era libremente elegid a y expresa-
ceptor. Si la condu cta ti ene co nsecuencias posi- ba una opini ón rara o soc ialmente impopul ar, es dec ir,
tivas o negativa s para el observador, aumenta la en la co ndi ción en la que el escrito era a favor de Fid el
tendencia de éste a hacer inferencias correspon- Castro y se pensa ba que el actor lo había rea li za do
dientes. Es m ás fác il qu e se atribu ya un in sulto libremente (Fi gura 4 .3).
a una di spos ición subyacente y que se perc iba a En relación con la teoría de las in ferencias co-
esa persona co mo agres iva y maledu cada cuan- rrespondi entes, se han se ñalado una seri e de aspec-
do se es la víctima que cuando se observa la tos críti cos y de limitaciones, lo que ha ori gin ado su
mi sma acc ió n, pero diri gida a otra perso na que pérdida de relevanc ia dentro de las teo rías de la atri-
no ti ene nada que ver co n nosotros. Lo mi smo bu c ión (Hew ston e, 1989; Hew stone y Antaki , 1988) .
sucedería si se trata de un elogio, un favor o Se ha criti cado que la teoría pon e el énfas is en que
cualquier conducta que benefi cie al observador. las di sposi ciones se infi eren si se perc ibe la condu cta
■ Personalismo. Cuando el observador con sidera como intencionada y, sin embargo, no ti ene en cuen-
que la conducta del actor va diri gida intenc iona- ta que de co ndu ctas que no so n intencionadas (corn o
,; damente a benefi c iarl e o a perju d ica rl e, rea li za- provoca r un accidente) ta mbi én se hacen inferenc ias
rá más infe rencias correspondientes. Por ejem- di spos ic ionales (por ejempl o, que se trata de alguien
plo, si pensa mos qu e un compa ñero ha hecho despi stado o poco hábil co nduciendo) . Otro probl ema
un comentari o sutil sobre el trabajo que hemos ele la teo ría es que no ex iste evidencia empíri ca de que
reali zado co n la intención de dej arn os en mal
lugar, es más fác il que crea mos que ti ene rasgos
de personalid ad negativos, como el de envidi o-
so.
No elección
44,10
Para co mprobar la teoría de las inferencias corres-
pondientes, Jones y Harri s (1967) anali za ron, en un a
muestra de estudi antes estadounidenses, hasta qué
punto se hacen atribu c iones dispos ic ionales en fun-
c ión de la intenc ion ali dad del actor y de la deseabi- Elección
lid ad soc ial de la conducta. Con este obj etivo, en un 59,62
experim ento manipul aron dos tipos de vari abl es inde-
pendi entes. Por un lado, lo normativa qu e era la co n-
ducta (rara y poco desea bl e soc ialm ente, o esperada y o 20 40 60
desea bl e) . Por otro, la libertad del actor para rea li za r
la acción (libre o forzada) . Si guiendo este esqu ema, el ■ A nt i Castro
los percepto res presten rea lmente atenc ión a las con-
du ctas no elegidas po r el actor, lo que sería necesari o
pa ra averi guar si el efecto ocas io nado po r la co ndu cta
rea li zada es común o no a otros com po rtami entos al-
tern ativos . De hec ho, ex iste evidenc ia de que los per-
ceptores no prestan atención a ese tipo de conductas,
sin o qu e ti enden a busca r ej emplos de co ndu ctas simi -
lares a la observada qu e haya rea li zado prev iamente el
actor (Ni sbett y Ross, 1980).
la persona. Por último, si nadie ha saca do sobresa li en- en Bi o logía y en otras as ignaturas, pero desconocer los
te en Bi ología (consenso baj o), M arta so lo ha sacado resul tados de sus compañeros o en qué circun stancias
sobresaliente en Bi o logía (distintividad alta) y anteri or- ha estudiado la Bio logía.
mente M arta nunca había sacado sobresa li ente en Bio- El propi o Kell ey (1972) reconoc ió que la mayoría
logía (consistencia baj a), se pu ede inferir que ha sido de las atri buciones se hacen sin que se posea toda esa
la ayuda del padre la que ha determin ado el efecto, es info rm ación. Si el perceptor cuenta co n informac ión
dec ir, se haría una atribu ción a las circunstan cias. proveniente de diversas fuentes que le permita infe-
Aunque existe evidencia experimental que ha rir la ca usa a partir de la covari ación de esa info rma-
confirmado este modelo (M cArthur, 1972), también c ión con el efecto, podría utili za r esa forma de proce-
se ha pu esto de manifiesto que hay una tendencia a sa miento para llegar a una atribución ca usa l. Ahora
no considerar la info rm ación de conse nso y que, fun- bi en, cuando el percepto r so lamente cuenta co n una
damentalmente, se presta atención a la inform ac ión observac ión, o no ti ene suficiente tiempo o moti va-
más ll amativa (Nisbett y Borgida, 1975). Que se use la ción pa ra lleva r a ca bo el análi sis de diversas info r-
cova ri ación de estos tres tipos de in formación en los maciones, busca una estru ctura o configuración que
experim entos no quiere decir que en la v ida cotidi ana conjugue aquell os facto res que so n ca usas verosímil es
el procesami ento de la información que lleva a la atri - del efecto observado. Esa co nfiguración está orga ni -
bu ción sea igual al propuesto por Ke ll ey (All oy yTaba- zada en forma de esq uemas ca usa les, cuyo co ntenido
chnik, 1984; Hewstone y Jaspars, 1987). Las personas sería n las creenc ias que tiene el obse rvador, deri vadas
atribuye n generalmente las ca usas de la conducta a lo de la propia experi encia y de su sociali zac ión en una
que en ese momento es más sa liente, y lo más frecuen- determin ada cu ltura, de qué ca usas suelen asociarse
te es que se apele a característi cas de la persona. Otro a determin ados efectos. Kelley co nsidera que hay dos
probl ema que se pl antea es que el modelo de cova- tipos de esquemas ca usa les bás icos, que el percepto r
riación ex ige que se di sponga de va ri as observac iones utili za rá dependiendo de la situac ión:
sobre consenso, di stintividad y co nsistencia. Esa infor-
mación a veces no se tiene o es incomp leta, ya que ■ Cuando el perceptor es consc iente de que deter-
podemos conocer los resultados obteni dos por M arta minado efecto so lo se puede prod ucir si hay dos
PERCEPCIÓN SOCIAL V ATRIBUCIÓN
o más ca usas presentes, se aplica el esquema puede operar un procesamiento cognitivo que
de ca usas múltiples necesa rias. Si se observa un fu nc ionaría según el «principio de descuento»:
efecto de cierta magnitud, como, por ejemplo, la importa ncia de una ca usa disminuye cuando
enco ntrarnos co n una persona que ha obtenido hay otra u otras factibles. En el ejemplo anterior,
premio extraordin ario en la ca rrera, pensaremos no se co nsideraría tan importante nin gu na de las
que se han tenido que dar diversas ca usas para dos causas como en el caso de que solamente se
que haya logrado tan buen resultado (capaci- conoc iera que tiene buen currículo (se atribuiría
dad, esfuerzo y tiempo para dedicar al estudio, a esa ca usa), o bien su parentesco con el director
entre otras), ya que cualqui era de ell as por sí (q ue también podría exp li car su contrato). Si las
so la no podría explica rlo. En este tipo de atri- dos ca usas están presentes, las dos explican la
buciones y, en general, cuando se percibe más co ntratac ión, pero no co n tanta fuerza .
de una ca usa posible, puede ponerse en mar-
cha un procesamiento de la información que La teoría de las inferencias correspo ndi entes y la
funcionaría segú n el «principio de aumento». de la covar iación son modelos idea les sobre cómo
La importancia de una ca usa para exp li car una deberían real izarse los procesos de atribución, si las
acción aumenta si se co noce que ex isten otras personas pensaran de un modo correcto. No obstante,
ca usas que dificultarían que se ll eve a cabo esa las atribuciones que co rrientemente hacemos sobre el
co nducta. Por ejemplo, la matrícula de honor de comportam iento ¿coi nciden realmente con los postu-
un estud iante del que se sabe que ha estado en- lados de las teorías clásicas? Los estudios en los que se
fermo la mayor parte del cuso se atribuirá más a ha anali zado el lenguaje espontáneo y popular que se
su capacidad y esfuerzo que en otros casos que utili za cuando se dan explicac iones sobre la conducta
no haya n tenido ese problema. ponen en cuestión que exista esa co in cidencia. Algu-
■ Cuando el efecto observado se puede explicar nas investigaciones han puesto de manifiesto que las
por más de una ca usa, pero cua lqui era de ell as personas dan pocas explicaciones basadas en rasgos o
bastaría para que se hubi era producido, el per- en la situación y que, sin embargo, se refieren a esta-
ceptor aplicaría el esquema de causas múltiples dos mentales del actor (por ejemplo, deseos o creen-
suficientes. Si nos consta que un a persona que cias) en una proporción muy elevada (M all e, Knobe
ha obtenido un puesto en una empresa tiene y Nelson, 2007; Malle, Knobe, O' Laughlin, Pearce y
un excelente currículo y, además, co nocemos N elso n, 2000). En el Cuadro 4.3 se resume un nu evo
que es el sobrin o del director, no sabremos con enfoque teórico surgido, fundamentalmente, del aná-
exactitud cuá l es la causa de que haya consegui- li sis de las explicac iones ca usa les que se utili za n en el
do su co ntrato. Cuando se ap lica este esquema, lenguaje cotidi ano.
Es importante tener en cuenta que este modelo anali za, o para actuar intencionadamente. Los deseos y las
úni ca mente, las atribuciones causa les del comportami en- creencias son las razones prototípi cas en la con-
to intencionado, exc luyendo de su pl anteami ento aquell as cepción popul ar de intencionalidad, debido a que
expli caciones di sposi cionales que se refi eran, específi ca- se pi ensa que son estos componentes mentales los
mente, a inferencias sobre rasgos de personalidad. El mo- que están detrás de la lógica que mueve a alguien
tivo es que los rasgos de personalidad se pueden inferir de a comportarse de determin ada manera. Las razones
cualqu ier efecto de un comportami ento, tanto intenciona- basadas en deseos aluden a las metas, los fines, los
do («Ca rl os aprueba porqu e es muy inteli gente») como no propós itos o las preferencias del actor (p.e.: «Eva
(«Ca rl os suspende porque es muy vago») . estudia Psico logía porque qui ere trabajar como te-
La teoría postul a que las explicaciones que norm almen- rapeuta»). Las razones basadas en creencias repre-
te damos se fundamentan en el concepto de intenciona- sentan la rea lidad tal como el actor la percibe: co-
lidad y en los componentes mentales que son necesa ri os nocimientos, ideas, corazonadas y fundamentos de
para que se rea li ce una conducta intencionada: la inten- la acción (p.e.: «Eva estudi a Psicología porqu e sabe
ción y los deseos y creencias que anteceden a una inten- que neces ita el título para poder ejercer de terapeu-
ción. Este pl antea miento co incide con el de otros autores ta»).
que han hecho hincap ié en la importancia que tienen, en 3. Las expli cac iones que aluden a la hi stori a de las ra-
la percepción de personas y de su conducta, las inferencias zones citan qué base del pasado sustenta las razo-
que rea li zamos sobre los estados mentales de los otros: de- nes del agente, pero no son en sí mi smas razones
seos, intenciones, creencias o emociones (Epley y Waytz, (p. e.: «Eva quiere estudi ar Psicología porqu e estuvo
201 O; Gil bert, 1998). en terapia durante va ri os años y esa experi encia fu e
La teoría de los conceptos popul ares subraya cuatro muy positiva para ella»).
postulados sobre las exp licaciones ca usa les (M alle, 2004): 4. Las expli caciones basadas en factores fac ilitadores
o inhibi dores no aclaran por qué el agente intenta
1. Las personas ut ili za n tres modos de explicac iones actu ar, sino si es pos ible o no que sus intenciones
para los comportami entos intencionados: razones, tenga n éx ito debido a la influencia de aspectos aje-
hi stori a de esas razones y factores extern os fac ilita- nos a la persona (p.e.: «No se ha presentado a los
dores (o inhi b idores) de la conducta (Figura 4.4) . exá menes porqu e se puso enfe rm a»).
2. Las explicac iones basadas en razones cita n las ra-
zones del agente de la acción para intentar actu ar
,,
Factores faci Iita dores
o inhibidores
Los tres modos utilizados para explicar el comportamiento intencionado. Adaptado de Malle (2 011 ).
Este enfoq ue, como puede deducirse de lo expues- creencias). En segundo luga r, considera que las inferencias
to hasta aquí, retoma muchas de las aportaciones de las sobre las di spos iciones del actor se comp lementan tenien-
teorías precedentes. En primer lugar, postul a que la gente do en cuenta las expli caciones basadas en el contexto (fac-
normalmente infiere que el comportamiento intencionado tores fac ilitadores o inhibidores).
se debe a di sposiciones personales (en este caso, deseos o
Sesgos en el proceso de atribución za ran la información como científicos) para hacer las
atribuciones correctas. No obstante, en la rea lidad no
Tanto la teoría de las inferencias co rrespondi entes siempre procedemos racionalmente al bu sca r las ca u-
Uo nes, 1979) como la teoría de la cova ri ac ión (Kelley, sas de un a co nducta, sino que llegamos rápidamente a
1972) desa rroll an modelos normativos sobre cómo co nclu siones emplea ndo poca info rmación. De acuer-
funciona el proceso de atribu ción, imagin ando el do co n Fi ske (2 01 O), la racionalid ad en el proceso de
modo co mo deberían di sc urrir los perceptores (s i utili- atribu ción estaría gui ada, fund amentalmente, por la
PERCEPCIÓN SOCIAL Y ATRIBUCIÓN
motivación social básica de co mprensión (y en menor sido forza do a redactar ese argumento, que no tenía
medida por la de co ntro l). Pero, además, ex isten unas por qué co incidir co n su propi a opinión. Un resultado
tendencias sistemáti cas o sesgos hac ia determin ados espec ialmente llamativo es la media tan alta de la va-
tipos de expli cac iones ca usa les que se pu eden agru- ri abl e dependiente en la condición en la que el com-
par de acuerdo co n dos motivaciones sociales básicas portamiento era sin elección y poco deseabl e - cuando
(descritas en el Capítul o 2), que influ yen en qué tipo el escrito era a favor de Fidel Castro-.
de atribu ciones se rea li za n: la de control y la de poten- Una de las razones que expli ca n este sesgo de co-
ciac ión personal. Pensar que la acción de una persona rrespondencia la proporciona el propio Heider (1958),
se debe a ca usas establ es y duraderas (como sus rasgos y se fundamenta en un proceso perceptivo: la persona
de personalidad), u opinar que los logros que se co nsi- y su comportamiento foca l iza n la atención del percep-
guen en la vid a siempre dependen de la persona (y no tor y «engull en» el co ntexto en el que se lleva a cabo
de sus circunsta ncias) es útil para mantener la creencia la acción, por lo que se ti ende a hacer atribu ciones
de que se ti ene suficiente control sobre lo que su cede. internas, ignorando el papel que juega la situación .
La tendencia exagerada a sobrestimar el papel de las En defensa de esta expli cac ión, algunas investi gacio-
d isposiciones personales co mo ca usa de la co nduc- nes han puesto de manifiesto que, cuando se pide a
ta, en detrimento de las ca usas situacionales, serviría los parti cipantes que fo ca li cen su atención en la si-
a esa motivación de co ntrol. Por otra parte, hay una tu ación, se observan menos expli cac iones internas y
seri e de sesgos de atribu ción que cl aramente co ntri- más expli cac iones externas de la condu cta. Se ha ar-
buyen a que la persona mantenga una imagen positiva gumentado que poner el foco de atención en el com-
de sí mi sma o para manej ar la impresió n que ca usa en portamiento del actor provoca automáti ca mente infe-
otros; es decir, le sirven para su potenciación personal. rencias disposicionales que sea n propi as de esa cl ase
de comportamientos (por ejempl o, si alguien golpea a
una persona se le atribuiría el rasgo de agresivo) . A esa
Sesgo de correspondencia y error primera fase automáti ca, le seguiría un proceso cogni -
fundamental de atribución tivo contro lado en el que se co rregiría la primera atri -
bución, y se tendría en cuenta la información sobre la
Ini cialmente se utili zó el término «error funda- situación del actor (no se pensaría que esa persona es
mental de atrib ución » para referirse a la tendencia a agres iva si se sabe que está defendiendo a una mujer
enfa ti za r las expli cac iones basa das en ca racterísti cas a la que intentan robar). Estos procesos control ados
dispos icionales del actor, en co mparación co n las ba- se verían modul ados tanto por diferencias individuales
sadas en el entorno (Ross, 1977). El adjetivo de «fun- como culturales, que pu eden enfati za r más o menos el
da mental» se empl eó porque se pensaba que se tra- papel del individuo o de sus circunstancias a la hora
taba de un sesgo universa l. Sin embargo, aunque sea de expli ca r el porqué de su comportamiento (Gilbert,
un sesgo mu y común, dista mucho de ser tan general Pelham y Krull , 2003; Krull , 1993; Liberman, Jercho y
como para adjudica rl e ese epíteto. Por ese motivo, O bayashi, 2005).
pa rece más co nveni ente emplear el términ o de sesgo Existen diferencias culturales, y también entre per-
de correspondencia, al mencionar esa tendencia a ex- sonas dentro de una mi sma cultura, que refl ejan dis-
pli ca r la co nducta basá ndose en las dispos iciones del crepancias ideol ógicas y de valores a la hora de atri-
actor (Gilbert, 1998; Gilbert y M alone, 1995; Janes, buir una condu cta a las ca racterísti cas de la persona
199 0). o a su ambi ente. Las creencias y valores propi os de
Como ejempl o de es te sesgo se cita el experimento las culturas individualistas propi cian que se enfa ti ce
de Janes y Harri s (1967) sobre los escritos en favor o en el papel del individuo como artífi ce de su conducta,
co ntra de Fidel Castro - descrito al expli ca r la teoría de mientras que las culturas co lectivi stas prestan, propor-
la inferencia s co rrespo ndientes- , en el que una de las cionalmente, más atención a la situ ación en la que se
va ri abl es que se manipul aba era la libertad del actor da la co nducta (véase Cuadro 4.4). Del mi smo modo,
a la hora de expresar sus actitudes. Los resultados, re- en todas las culturas hay personas que, ante un suce-
presentados en la Fi gura 4 .3, ilustran hasta qué punto so, ti enden más a responsa bili za r al actor y otras al
esta tendencia a hacer atribu ciones intern as anul a la co ntexto en el que se ha producido la co nducta (Fi ske,
racionalidad en el proceso de atribu ción. Sorprenden- 201 O).
temente, inclu so en la condición de no elección, los En relación con esta tendencia a rea li zar atribu cio-
parti cipantes hacía n atribuciones de las actitudes del nes di sposi cionales, las creencias sobre «un mundo
redactor que se correspondían co n el contenido del justo» (en el que cada uno ti ene lo que se merece),
escrito (procastri sta o anticastri sta) . Es decir, ignoraban mu y extendidas en las cultu ras indi viduali stas, pu eden
el factor situac ional de que el autor del escrito había favorecer un patrón de expli cac iones que culpabili ce
INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA SOCIAL
■ Diferencias en motivación. En algun as ocasio- ejempl o, que es una persona creyente, explicará su
nes, el actor evitaría las exp li cac iones ca usales co nducta de asistir a los oficios reli giosos por ese mo-
intern as y estab les para explicar su co nducta, tivo y no por ca usas situacionales.
debido a que aceptar ese tipo de exp licac iones Un meta-análisis ll evado a cabo por M alle (2 006)
supondría reconocer que su conducta se ha vi sto sobre las diferencias actor-observador ha permitido
muy determin ada por sus ca racterísti cas intrín- comprobar que la discrepancia en atribu ciones entre
secas y perdería la sensación ele actuar libre y unos y otros no está tan extendida como se defien-
razonadamente (Ni sbett, Caputo, Legant y M are- de en la teoría clásica, y que so lamente se da en un
cek, 1973). Por otra parte, en muchas ocas iones número reducido de los 173 estudios revisados. De
el actor puede tener interés en dar exp licac iones acuerdo con esta revisi ón, este sesgo está moderado
externas de su conducta para, de ese modo, de- por un a se ri e de variables que matiza n cuándo se
clinar su responsabilidad cuando desee justificar produce, observá ndose únicamente en las siguientes
determinadas co nductas. ocas iones: cuando en la investigación se presenta al
actor co n ca racterísticas muy idi os in cráticas, cuando
En relación con esta tendencia a dar exp licaciones se explica n hechos hipotéticos, cuando el actor y el
as imétri cas de la conducta propia y de la ajena, se ha observador mantienen un a relac ión estrecha o cuando
comprobado la influencia de una seri e de factores. Por se trata de resultados negativos. Sin embargo, cuando
una parte, si tenemos en cuenta los efectos de la ac- los resultados son pos itivos, el efecto se invierte. Es
ción, independ ientemente ele que se sea actor u obser- decir, cuando se comparan las atribu ciones actor-ob-
vador, es más frecuente que se hagan más atribu ciones servado r, ante resultados positivos de una acción, los
personales de los comportam ientos positivos que de actores dan más exp li cac iones personales y menos
los negativos. Por otra, si el actor sabe que existe un situ ac ionales que los observadores, pero cuando los
rasgo de su personalidad que le ca racteriza co mo, por resultados so n negativos los actores aluden menos a
Sesgos atributivos: universalidad y diversidad cultural. ltziar Fernández Sedano y Elena Gaviria
Stewart
¿Los errores atributivos se producen por igual en cual- ellos, un universitario chino, considerando que su tutor no
quier parte del mundo? Los estud ios transculturales han le trataba bien, le disparó y le mató (a él y a vari as personas
encontrado reiterada mente diferencias en algunos de estos que se encontraban presentes). En el otro, un trabajador de
sesgos, en concreto, en el erro r fundamental, en la infrauti- correos hi zo lo mismo con su supervisor y varios especta-
lización de la información sobre el consenso y en el efecto dores por razones similares. Morris y Peng anali zaron las
actor-observador. exp licaciones de los dos incidentes en un periódico de ha-
Diversas investigaciones han puesto de manifiesto que bla inglesa y en otro escrito en chino, y encontraron que
los co lectivi stas (fundamentalmente muestras de asiáticos y el primero especul aba mucho más sobre la inestab ilidad
lati noamericanos) recurren menos a aspectos disposiciona- mental y otros rasgos negativos del perpetrador del asesina-
les y más a factores situacionales a la hora de explicar la to como posibles causas, mientras que el periódi co chino
conducta que los individualistas (muestras de estadouniden- ponía el énfasis en factores contextuales, situacionales y so-
ses), qu ienes tienden a sobred imensionar el papel de los ras- cieta les (por ejemplo: «el asesino segu ía el ejemplo de una
gos, las actitudes y los motivos personales cuando explican reciente matanza en Texas», o «la tragedia refleja la ausen-
la conducta de los demás, dando poco peso a los aspectos cia de la reli gión en la cul tura china»). La misma tendencia
situacionales (a mbiente o factores soc iales) que rodean a la atri butiva encontraron cuando pidieron a estudi antes chi-
persona (Fiske, Kitayama, Markus y Nisbett, 1998). Por ejem- nos y estadoun idenses que expl ica ran los hechos.
plo, Joan Miller contrastó las exp li caciones de los hindúes Estas diferencias entre co lectivi stas e individualistas en
con las de los estadounidenses. Los participantes de ambas atribu ción ca usa l se han encontrado en multitud de ám-
culturas debían explicar una conducta de un conocido cuyo bitos, y no só lo en relación con la conducta humana sino
resultado era positivo y otra cuyo resultado era negativo. En incluso acerca del comportami ento animal y el movimi ento
genera l, y con independencia del resultado, los estadouni- de objetos inanimados (véase Choi, Nisbett y Norenzaya n,
denses exp licaban los comportamientos en términos de ras- 1999). En general, a nivel perceptivo, los individuali stas
gos de personalidad mucho más que los hindúes, y éstos in- parecen centrarse mu cho más en el objeto, mi entras que
terpretaban comportamientos similares en términos de rol es los colectivistas son más conscientes del contexto y ven el
sociales, obligaciones y otros factores específicos del con- comportamiento como una interacc ión entre objeto y am-
texto situacional mucho más que los primeros (M iller, 1984). biente (Ni sbett y Masuda, 2006). En un conoc ido estudio,
Por su parte, Morris y Peng (1994) ana li zaron las exp li- Masuda y Nisbett (2001) mostraron a japoneses y estadou-
cac iones de dos hechos muy semej antes acaecidos en la nidenses unos videos con escenas subacuáticas como la
mi sma fecha en dos lugares de Estados Unidos. En uno de que aparece en la figura adj unta.
INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA SOCIAL
ca usas personales que los observadores. Parece, por laborales graves se ha constatado que hay diferenci as
tanto, que en la asimetría de las explicaciones del en las exp li cac iones que dan las víctimas, que suelen
actor y del observador influ ye, también, el deseo de atribuir lo sucedido a factores situacionales, y las de
mantener una buena imagen. sus compañeros, que señalan a la víctima como res-
ponsable de lo que le ha ocurrido (Sa lminen, 1992) .
No obstante, las atribuciones defensivas están mode-
Sesgos favorables al yo radas por lo similar que co nsidere el observador a la
víctima. Si se trata de una persona mu y parecida, esa
Hacer atribu cion es sobre la conducta que favorez- tendencia a culparl a se diluye, de nuevo en un intento
ca n la visión que la persona pueda tener de sí mi sma por reducir la amenaza que supone percibir que pue-
es un meca nismo que ayuda a mantener la autoesti- de co rrer la mi sma suerte.
ma. Por ese motivo, no es extraño que ex ista una ten-
dencia a dar exp licac ion es ca usales de nuestros éxitos
basá ndonos en ca racterísticas personales (atribuciones Efecto de falso consenso
autoensalzadoras) y, sin emba rgo, que atribuyamos
nuestros fracasos a causas externas, co mo la interven- Se co nsidera que se produce este efecto cuando las
ción de otras personas o la mala suerte (atribuciones personas creen que sus opiniones son las que asume
autoprotectoras). Este tipo de expli cac ion es ca usa les la mayoría y que, en igualdad de condiciones, los de-
se puede obse rvar co n mu cha frecuencia y en co ntex- más se comporta rían del mismo modo (Ross, 1977).
tos muy diferentes como, por ejemplo, en educac ión, Esta tendencia puede deberse a que la gente acostum-
deporte o trabajo. Es muy común que un estudi ante bra a rodea rse de otros que son similares más que de
atribuya su fracaso en un examen a ca usas extern as, personas diferentes, lo que hace que tenga una visión
como la dificultad del examen o las explicac iones sesgada de las actitudes y co nductas de los demás. Por
poco comprensibles del profesor, y mu y poco frecuen- ejemplo, una persona fumadora que esté en contra
te que lo exp lique culpándose de ese resultado. de la ley que prohíbe fumar en lu ga res públicos, co n
Estas tendencias autofavorecedoras en las atri- frecuencia se verá rodeada de gente que, co mo ell a,
buciones se han exp licado por factores cognitivos y ti ene que sa lir a fumar a la ca lle y co n la que com-
motivacionales (Miller y Ross, 1975). El procesamien- partiría su opini ón en contra de la prohibición. Otra
to de la informac ión (un factor cogn itivo) es diferente exp li cac ión factible de este efecto alude a procesos
cuando el resultado de una co nducta ll eva al éx ito o al motivac ion ales de mantenimiento de la autoestima,
fracaso. Atribuirse la responsabilidad del éx ito puede ya que exagerar el consenso nos sirve para creer que
deberse a que la person a espera e intenta tener éx ito nuestras opiniones y comportami entos son los adecua-
cua ndo rea li za una tarea, mientras que el fracaso se dos, puesto que la mayoría los comparte. Una tercera
produce a pesar de sus deseos. Por ese motivo, ante el posibilidad es que fijamos más la atención en las opi-
éx ito puede estab lecer una línea de ca usa lidad entre niones y acc iones que co inciden co n las nuestras y las
sus objetivos, su esfuerzo y los logros obtenidos, no recordamos mejor, lo que provoca que se tenga una
así ante el fracaso, que siempre es ajeno a su voluntad. visión exagerada del co nsenso (Fiske y Taylor, 1991 ;
En cuanto al factor motivacional, ex isten tres tipos M arks y Miller, 1987).
de motivaciones que pueden originar esta tendencia: Para comprobar hasta qué punto el efecto de fa l-
a) proteger o aumentar la autoestima; b) mantener so consenso se manifestaba en diferentes situaciones,
la impres ión de que se co ntrola la situación (puesto Ross, Greene y House (1977) diseñaron una serie de
que de mí dependen mis éx itos, mi entras que de experimentos cuyos resultados mostraron que se pro-
los fracasos no soy culpab le), y c) ca usar una buena ducía este fenómeno, no so lo en varias situacion es
impres ión ante los demás, cuando públicamente se hipotéticas a las que se expuso a los participantes,
co menta el porqué de los logros y fracasos. sino también después de que las personas rea li za ran
Otro sesgo de atribu ción relacion ado co n el yo se rea lmente un comportam iento un tanto extra ño. Con-
aprecia en la predisposición a hacer responsables a cretamente, en este experimento, se pidió a los uni-
las víctimas de un suceso de lo que les ha ocurrido, versitarios que participaban en él que pasearan por el
sobre todo si las co nsecuencias son graves. Se ha de- ca mpus ll eva ndo un cartel en el que se recomendaba
nominado este sesgo atribución defensiva ya que per- co mer en un restaurante cerca no («Coma en foe's»).
mite al observador reducir la amenaza que supondría Los que aceptaron realizar esta co nducta pensaron
creer que las cosas pueden ocurrir sin el control de la que la mayoría también lo haría, mi entras que los
persona afectada y que, por lo tanto, podría sucederle que rehusaron ll evar el carte l creyeron que la mayor
la misma desgracia (S haver, 1975). En los accidentes parte de los estudiantes se negaría. Asimismo, en esta
INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA SOCIAL
investigac ión se comprobó que cuando la co nducta Este enfoque ap lica las teorías de la atribución a un
de los otros se percibe como rara o minoritari a (en proceso muy co ncreto: las consecuencias que tienen
este caso se percibía raros a los que eligieron una en la co nducta futura las atribuciones que las personas
alternativa diferente a la propia), se atribuye más a ca- rea li za n sobre sus éxitos o fracasos. Es dec ir, se centra
racterísticas de personalidad que a factores externos específica mente en autoatribu ciones sobre los logros
o situacionales. Estos resultados son coherentes co n que se han co nseguido y los que no.
las teorías de Jones y Davis (1965) y de Kel ley (1967) Supongamos que una persona ha sacado un sus-
de que las conductas atípicas o inesperadas provocan penso en M atemáticas. Si lo atribu ye a una fa lta de
más inferencias, y más fuertes, sobre las característi cas capac idad innata para esa materia, sus expectativas de
personales del actor. que las cosas ca mbien en el futuro serán muy bajas,
¿Siempre sobreestimamos el número de personas ya que está exp li ca ndo su fracaso por una ca usa que
que actúan como nosotros? Parece que el sesgo de es esencial en ella y, por lo tanto, estab le en el tiem-
fa lso co nsenso se limita a comportamientos negativos po, puesto que no se puede mod ifi ca r. Sin emba rgo,
o neutros (como pasearse co n un ca rtel anuncio por si cree que ese resultado se debe a que no había estu-
el ca mpus). Cuando se trata de atributos positivos o diado apenas o a que ca rece de la base suficiente para
de conductas deseables, lo más común es co nsiderar comp render la materi a, sus expectativas para futuros
que esas ca racterísti cas tienen un tinte de excl usividad exámenes serán radicalmente distintas, ya que puede
y que no son mu y frecuentes. Tendemos a vernos estudiar más o tomar unas clases especiales para ad-
mejores que la med ia en genera l, aunque cuando nos quirir los conocimientos previos que necesita. En el
comparamos co n personas co ncretas la eva luación primer caso, no solo se sentirá triste por el resultado,
que hacemos de nuestras cualidades se vuelve más sino que no verá una posible so lución a su problema,
rea lista y menos sesgada (Alicke, Klotz, Breitenbacher, por lo que su motivación para con tinu ar estudi ando
Yurak y Vredenburg, 1995). M atemáticas será baja; en el segundo caso no se senti-
rá tan mal y pensará que tiene posibilidad de aprobar
si dedica más tiempo y esfuerzo a la preparación de
Consecuencias de las atribuciones esa asignatura.
La teoría de W einer (1979, 1985, 1986) gira en tor-
Las expli cac iones que damos sobre nuestra con- no a esta idea sobre el papel que juegan las autoatri-
ducta (a utoatribuciones) y sobre la co nducta de los de- buciones en la motivación . Las exp li cac iones que se
más (heteroatribu cio nes) tienen consecuencias. Como dan sobre los resultados de acciones previas generan
se ha comentado anteri ormente, las atribu ciones una anticipación de los resultados que se pu eden con-
pueden esta r motivadas por la necesidad de co nocer, seguir y crea n unas determinadas expectativas de éx ito
PERCEPCIÓN SOCIAL Y ATRIBUCIÓN
o fracaso en el fu turo, lo que va a influir en la moti- tabl e, se creerá qu e el res ultado dependerá de fa cto-
vac ión para rea li za r o no un a seri e de co nductas. Este res que pueden modifi ca rse y, por lo tanto, no exi stirá
autor propone qu e las atribu ciones sobre las ca usas de certeza de que vu elva a suceder lo mi smo. Por último,
un éx ito o un fracaso se ciñen a tres dimensiones: la contro labilidad está relacionada co n emociones li -
gadas a la responsabilidad, como el orgullo o la culpa,
■ Locus de ca usalidad. ¿El res ultado se debe a la si el resultado está baj o el contro l de uno mismo, o
persona (ca usa intern a) o a la situación (ca usa bi en la ira o el agradec imi ento si está baj o el contro l
extern a)? de otra perso na. W ein er apli có este mi smo modelo a
■ Estabilidad. ¿Esa ca usa (intern a o externa) es es- la co nducta de ayuda, anali za ndo cómo afecta la res-
tabl e y duradera o in estable y temporal? ponsab ilidad que se atribuye a la persona que necesita
■ Controlabilidad . ¿Conseguir ese logro en el futu- ayuda, es dec ir, si se la hace o no responsabl e de su
ro está baj o el co ntrol del actor, o de alguna otra situación, y las emocion es que esas atribucion es su sc i-
perso na, o no? tan en los observadores (véase Ca pítul o 9).
De acuerdo co n el modelo de W ein er, si fu éramos
La co mbin ación de estas tres dimensiones produ ce imparciales deberíamos hacer atribuciones simil ares
ocho expli cac iones ca usales pos ibl es, qu e se ejempli- ante el éx ito y el fracaso. Pero no actu amos así, sino
fi ca n en el Cuadro 4.5. qu e tendemos a adjudi ca rnos el éx ito y a disculpar
Cualqu ier res ultado de éx ito o fracaso en un de- nu estros fracasos. Atribuir el éxito a nuestras ca racte-
terminado ámb ito provoca una reacción afectiva ge- rísti cas intern as y establ es nos proporcion a una gran
neral pos itiva o negati va a la que le sigue el proceso sa ti sfacc ión y co ntribuye a aumentar la autoestim a. Y
de atri bución, sob re todo si el res ultado es negativo o a la inversa sucede con el fracaso, pu esto que, en ese
in esperado. Dependiend o de có mo sea esa atribu ción, caso, el medi o para proteger la autoestim a sería hacer
se experimentarán sentimientos y emoc iones más es- atribuciones extern as e inestabl es. Este estil o de atribu -
pecífica s (por ejempl o, orgullo, vergüenza o culpa) y ció n se ha relacio nado con un a buena sa lud mental.
se generarán expectativas sobre futuros resultados, lo El «esti lo de atribu ción depresivo», por el co ntrari o, se
qu e influirá en la motivación para rea li za r posteri or- ca racteri za por expli ca r habitualmente los fracasos por
mente comportami entos relac ionados con ese ámbito. ca usas intern as, establ es y globales. La dimensión de
La dimensión de locus de ca usa lidad se relaciona globalidad (versus especifi cida d) se refi ere a que ese
con emoc iones relativas a la autoes tim a, ya que si la efecto no se limita a un suceso específico, sino que se
atribu ción es in tern a se experimentaría orgull o ante el exti ende a práctica mente todo tipo de acontecimi en-
éx ito o vergüenza ante el fracaso (lo que influ iría en la tos simil ares (Peterson y Seli gman, 1984). Una persona
autoestima) que no se sentirían si se hi ciese un a atribu- deprimida, o co n baja autoestima, cuando experimen-
ción externa. La dimensión de estabilidad afecta fun- te un fracaso o un suceso negativo, será más proclive
damentalmente a las expectativas y genera sentimien- a pensa r que ha sido por su culpa y que la causa que
tos de esperanza, confi anza o desa li ento, puesto que lo ha desencadenado será duradera y afectará a mu-
si la atribu ción es establ e, ya se trate de un éxito o de chas más situ aciones. H ay que señalar, no obstante,
un fracaso, se tendrá la seguridad de que ese resultado que, frente a los benefi cios que pu ede proporcion ar
fác ilmente se repetirá; mi entras que si la ca usa es in es- el tener «ilu siones positivas» sobre las ca usas de nu es-
Estado de ánimo en
esa ocasión
Tiene capac idad La tarea es fác il Tuvo buena suerte
Incontrolable Pos itivo
Carece de capacidad La tarea es d ifíc il Tu vo mala suerte
o
Negati vo
INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA SOCIAL
tro comportami ento, el estilo de atribución co n tintes covich, 2008). Según esta perspectiva, si una ingeniera
negativos suele ser más rea lista, ya que propicia que de ca minos con un excelente currículo es rechazada
se refl exione más objetivamente sobre las causas de por una empresa dedicada a la co nstrucción de au-
nuestros fa llos y defi ciencias, lo que posibilita que se topistas (un sector eminentemente masculini zado), es
hagan los ca mbios de co nducta que sean adaptativos mu y probable que lo atribu ya a los p rejuic ios de los
para funcionar adecuadamente. directivos sobre la capac idad de las muj eres para en-
El modelo atribu t ivo sobre motivación y emoción frentarse co n los problemas que pueden surgir en este
de W einer ha insp irado /a teoría de la ambigüedad tipo de obras, y no sentirá vergüenza o cu lpa, sino ira.
atributiva, un enfoque espec ialm ente interesante para
co mprender el papel de las atribu cion es en las emo-
cion es que experimentan las perso nas que pertenecen Atribuciones y relaciones sociales
a grupos que hab itualmente son di sc riminados y estig-
matizados (po r ej emplo, deb ido a su etni a, reli gión o Los sesgos autoprotectores no so lo afecta n a la for-
sexo). Si algui en que pertenece a un grupo que sabe ma en que nos vemos a nosotros mi smos, sin o que
que es objeto de prejuicios es rechazado para un em- influ yen significativamente en las relaciones que man-
pleo o es mal valorado, pu ede dudar si ese resultado tenemos con otras personas, tanto en co ntextos fami -
negativo se debe a los prejuicios que quien le rechaza I iares y de am igos co mo en situ aciones gru pa les e,
tiene hac ia su grupo, lo que supon e hacer una atribu - inclu so, en la visión que tenemos de la soc ieda d en
ción extern a (y, por tanto, no afectaría a su autoestima), su conjunto.
o si ha sido por su fa lta de habilidad o capac idad, lo Así, cuando trabajamos en co laborac ión con otras
que implica que la atribu ció n es intern a y, como co n- personas somos procl ives a creer que la responsa-
secuencia, sentiría vergüenza o culpa, disminuyendo, bilidad de un éx ito es atribuibl e, en gran med ida, a
así, su autoestim a. Por consiguiente, ante un resultado nuestra participación, mientras que, tras un fracaso,
negativo, la posibilidad de atribuirlo al prejuicio de posiblemente achaquemos la culpa a otros mi em-
otra persona puede servi r para proteger la autoestima bros del eq uipo. Co n frecuencia, el desacuerdo sobre
de la persona que se cons idera mal tratada, mucho la responsabilidad de los logros en un grupo ori gi na
mejor que si lo atribu ye a ca usas intern as y estables conflictos e in satisfacción entre sus componentes. Mi-
(Cracker y Majar, 1989; M ajar y Cracker, 1993). chae l Ross y Fiare Sicoly (1979) anali za ron en distin-
¿Cómo resuelven esas personas la ambi güedad de tos co ntextos (eq uipos deportivos, grupos de discusión
si ese resul tado negativo se debe a factores intern os o al o matrimoni os) este sesgo egocéntrico, comproba ndo
prejuicio? Los mi embros de grupos que habitualm ente que las personas se atribuían más responsabilidad y
son discriminados en determinados contextos (como recordaba n mejor su participación cuando los res ul-
los negros en Estados Unidos, los inmi grantes o tados del grupo eran bien eva luados, diluyéndose el
las muj eres en algun as profesiones o para ciertos efecto cuando eran negativamente valorados. Estos
rol es) son especialm ente sensibl es a los indi cios de autores, en uno de sus estudi os, para anali za r la per-
discriminación, y es muy probable que achaquen sus cepc ión que tenían las parejas sobre su participación
resultados negativos a esa di scriminació n, cuando son
eva luados por personas que no pertenecen a su grupo.
Desde la teoría de la ambi güedad atributiva, en
suces ivas investigaciones se ha ido puntualizando en
qué cond iciones es más fácil que personas que perte-
necen a grupos estigmatizados realicen atribu cion es a
la di sc riminación, có mo influyen las atribuciones en
las respuestas emoc ion ales y qué co nsecuencias ti e-
nen las emociones suscitadas en la autoestima. De ese
modo, se ha comprobado que el res ultado negativo
se atribuye más a la discriminación que a la propia
falta de capac idad si el contexto proporciona indi cios
de prejuicio o si la persona se identifi ca mu cho co n
su grupo estigmatizado (M ajar, Quintan y Schmader,
2003). Por otra parte, se ha encontrado que, si la per-
sona piensa que ha sido discriminada, su respu esta
emocion al ante el fracaso es de enfado e ira, en lu ga r Tendemos a atri buirnos m ayor responsabi li dad y participación en un
equ ipo de trabajo cuando se tiene éx ito, pero no si el grupo fracasa.
de vergüenza o culpa (M endes, McCoy, M ajar y Bias-
RESUMEN
Después de abordar, en el capítu lo anterior, las conducta, y determinar si esas causas se deben a al-
estrategias que utilizamos para procesar la informa- guna disposición de la persona (atribución interna),
ción y para ir más allá de ella en la elaboración de o a factores ajenos a ella (atribución externa). Estos
juicios (lo que se entiende como «procesamiento procesos se han enmarcado en las teorías de la atri-
de arriba hacia abajo»), nos hemos referido aquí bución, que han desarrollado formalmente cómo
a la forma en que seleccionamos esa información llegamos a una expl icación satisfactoria sobre las
que llega y que se va a procesar (es decir, el «pro- causas de nuestras acciones y las de otras personas.
cesam iento de abajo hacia arriba»). En primer lu- Posteriormente, se han revisado los principales
gar, hemos expuesto los procesos de percepción sesgos de atribución, en los que se hace evidente
social, mencionando los modelos y teorías desarro- la influencia de los factores relativos al perceptor,
1lados por la Psicología Social para explicar cómo y que tienen que ver tanto con procesos cognitivos
integramos la información que tenemos sobre una como motivacionales.
persona, para así llegar a una impresión general de Por último, nos hemos referido a algunas de las
ell a. A continuac ión, se han descrito los procesos consecuencias que se pueden derivar tanto de las
de atribuci ón, mediante los cuales la gente intui- autoatribuciones como de las heteroatribuciones
tivamente exp lica el comportamiento de otras per- en lo que se refiere a las expectativas futuras de
sonas (o el propio) para, de ese modo, obtener una éxito o fracaso, así como a las relaciones que man-
impresión sobre las causas que han motivado una tenemos con nuestro entorno social.
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