Asunción

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La Asunción de María: Documentos históricos en la Tradición y la Escritura

• San Lucas

«'Porque ha puesto los ojos' 'en la humildad de 'su' esclava'; 'por eso desde ahora me llamarán
bienaventurada todas' 'las generaciones.' 'Porque ha hecho en mí cosas grandes' 'el
Todopoderoso,' 'cuyo nombre es Santo'» (Lc 1, 48-49) [ca. 80 d.C.]

• Pseudo - Melitón

«Dado que, después de haber vencido a la muerte, reinas en la gloria, nos ha parecido justo que
así también resucites el cuerpo de tu Madre y la lleves contigo, dichosa, al Cielo» (El tránsito de la
Virgen 16,2-17) [300 d.C.]

• San Timoteo de Jerusalén

«Por eso la Virgen es inmortal hasta el día de hoy, ya que el que había habitado en ella la
transportó a las regiones de su ascensión» (Homilía sobre Simeón y Ana) [400 d.C.]

• San Juan Teólogo

«El Señor dijo a su Madre: "Que tu corazón se alegre y se regocije. Porque todo favor y todo don te
ha sido concedido por mi Padre que está en los cielos, por mí y por el Espíritu Santo. Toda alma
que invoque tu nombre no se avergonzará, sino que hallará misericordia, consuelo, apoyo y
confianza, tanto en el mundo actual como en el venidero, en la presencia de mi Padre que está en
los cielos". . . Y desde entonces todos supieron que el cuerpo inmaculado y precioso había sido
trasladado al paraíso» (La Dormición de María) [400 d.C.]

• San Gregorio de Tours

«Cumplido ya el curso de la vida de María, cuando iba a ser llamada de este mundo, todos los
Apóstoles, provenientes de las diversas regiones, se reunieron en su casa. Y como conociesen que
iba a ser tomada del mundo, velaban junto con Ella; y he aquí que el Señor Jesús vino con sus
ángeles, y, tomando su alma, se la confió al Arcángel Miguel y se alejó. Al amanecer, los Apóstoles
tomaron su cuerpo con el lecho y lo pusieron en un sepulcro, y lo custodiaban, aguardando la
venida del Señor. Y he aquí que de nuevo se acercó a ellos el Señor, y tomando el santo cuerpo,
mandó que lo llevasen en una nube al paraíso, donde ahora, de nuevo asumida el alma, goza de los
bienes eternos, para siempre, alegrándose con sus elegidos» (Ocho libros de milagros 1:4) [575
d.C.]

• San Theoteknos de Livias

«Fue conveniente ... que el santísimo cuerpo de María, cuerpo portador de Dios, receptáculo de
Dios, divinizado, incorruptible, iluminado por la gracia divina y lleno de gloria ... fuera confiado a la
tierra por un poco de tiempo y elevado al cielo en gloria, con su alma agradable a Dios» (Homilía
sobre la Asunción) [ca. 600 d.C.]
• San Modesto de Jerusalén

«Como la gloriosísima Madre de Cristo, nuestro Salvador y Dios y dador de la vida y de la


inmortalidad, ha sido dotada de vida por él, ha recibido una incorruptibilidad eterna del cuerpo
junto con él, que la ha levantado del sepulcro y la ha llevado hacia sí de un modo que sólo él
conoce» (Encomium in dormitionnem Sanctissimae Dominae nostrae Deiparae semperque Virginis
Mariae) [634 d. C.]

• San Juan Damasceno

«Era necesario que esta digna sede de Dios, la fuente no excavada del agua del perdón, la tierra no
arada que produce el pan celestial, la viña no bañada que produce frutos de inmortalidad, el olivo
siempre verde y fructífero de la misericordia del Padre, no quedase prisionera en las entrañas de la
tierra. Como el cuerpo santo y puro, unido hipostáticamente —por medio de Ella— al Verbo divino,
resucitó el tercer día del sepulcro, también ésta debía ser salvada de la tumba y la Madre
entregada al Hijo; y del mismo modo que éste había descendido a Ella, así Ella, la predilecta, debía
ser transportada hasta el tabernáculo más grande y más perfecto en el mismo Cielo (Hb 9, 11 y 24).
Era preciso que Aquella que había hospedado en su seno al Verbo divino fuese transportada a la
morada de su Hijo; y del mismo modo que el Señor había dicho que debía encontrarse en la casa
de su Padre, era preciso que también la Madre viviese en el palacio del Hijo, en la casa del Señor y
en los atrios de la casa de nuestro Dios (Sal 134, 1 y 135, 2). Era preciso que Aquella que en el
parto había conservado la virginidad, conservase el cuerpo incorrupto también después de la
muerte. Era preciso que Aquella que había llevado en el seno, como a un niño, al Creador, habitase
en la morada divina. Era preciso que la esposa que el Padre había elegido, viviese en la cámara
nupcial celeste. Era preciso que Aquella que había contemplado a su Hijo en la Cruz, recibiendo en
el corazón la espada del dolor —que no había conocido en el parto—, lo contemplase ahora
sentado junto al Padre. Era preciso que la Madre de Dios llegase a ser partícipe de los bienes del
Hijo y que toda la creación la celebrase como Madre y sierva de Dios. Siempre, en efecto, la
herencia pasa de padres a hijos. En este caso, por el contrario, como dice un sabio, las aguas de los
ríos sagrados marchan hacia atrás. El Hijo ha sometido toda la creación a su Madre» (Homilía II
sobre la Dormición de la Virgen) [ca. 700 d.C.]

• Papa Pío XII

«El consentimiento universal del Magisterio ordinario de la Iglesia proporciona un argumento


cierto y sólido para probar que la Asunción corporal de la Santísima Virgen María al Cielo ... es una
verdad revelada por Dios y, por tanto, debe ser creída firme y fielmente por todos los hijos de la
Iglesia» (Bula Munificentissimus Deus) [1950 d.C.]

• Dato curioso revelador

No hay reliquias del cuerpo virginal de María. Ni siquiera los fabricantes de falsas reliquias -que los
ha habido a lo largo de la historia de la Iglesia- se atrevieron a fabricar una del cuerpo de María.
Podemos deducir que sabían que, dada la creencia universal de la Asunción, no hubieran sido
recibidas como auténticas en ninguna parte del mundo cristiano.

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