Salud Mental
Salud Mental
Salud Mental
datos y cifras
Los riesgos pueden manifestarse en todas las etapas de la vida, pero los que
ocurren durante los períodos sensibles del desarrollo, especialmente en la primera
infancia, son particularmente perjudiciales. Por ejemplo, se sabe que la crianza
severa y los castigos físicos perjudican la salud infantil y que el acoso escolar es un
importante factor de riesgo de las afecciones de salud mental.
La prevención del suicidio es una prioridad mundial y forma parte de los Objetivos
de Desarrollo Sostenible. Algunas medidas permitirían avanzar considerablemente
al respecto, como limitar el acceso a los medios de suicidio, fomentar una
cobertura mediática responsable, promover el aprendizaje socioemocional en los
adolescentes y favorecer la intervención temprana. Prohibir los plaguicidas muy
peligrosos es una intervención particularmente económica y rentable para reducir
las tasas de suicidio.
Esto debe hacerse mediante la atención de salud mental de base comunitaria, que
es más accesible y aceptable que la asistencia institucional, ayuda a prevenir
violaciones de derechos humanos y ofrece mejores resultados en la recuperación
de quienes padecen este tipo de afecciones. La atención de salud mental de base
comunitaria debe proporcionarse mediante una red de servicios interrelacionados
que comprendan:
Trastornos mentales
Datos y cifras
Una de cada ocho personas en el mundo padece un trastorno mental
Los trastornos mentales comportan alteraciones considerables del
pensamiento, la regulación de las emociones o el comportamiento
Hay muchos tipos diferentes de trastornos mentales
Existen opciones eficaces de prevención y tratamiento
La mayoría de las personas carecen de acceso a una atención eficaz
En 2019, una de cada ocho personas en el mundo (lo que equivale a 970 millones
de personas) padecían un trastorno mental. Los más comunes son la ansiedad y
los trastornos depresivos (1), que en 2020 aumentaron considerablemente debido
a la pandemia de COVID-19; las estimaciones iniciales muestran un aumento del
26% y el 28% de la ansiedad y los trastornos depresivos graves en solo un año (2).
Aunque existen opciones eficaces de prevención y tratamiento, la mayoría de las
personas que padecen trastornos mentales no tienen acceso a una atención
efectiva. Además, muchos sufren estigma, discriminación y violaciones de los
derechos humanos.
Trastornos de ansiedad
En 2019, 301 millones de personas sufrían un trastorno de ansiedad, entre ellos 58
millones de niños y adolescentes (1). Los trastornos de ansiedad se caracterizan
por un miedo y una preocupación excesivos y por trastornos del comportamiento
conexos. Los síntomas son lo suficientemente graves como para provocar una
angustia o una discapacidad funcional importantes. Existen varios tipos diferentes:
trastorno de ansiedad generalizada (caracterizado por una preocupación
excesiva), trastorno de pánico (que se caracteriza por ataques de pánico),
trastorno de ansiedad social (con miedo y preocupación excesivos en situaciones
sociales), trastorno de ansiedad de separación (que es el miedo excesivo o la
ansiedad ante la separación de aquellos individuos con quienes la persona tiene
un vínculo emocional profundo), etc. Existe un tratamiento psicológico eficaz, y
dependiendo de la edad y la gravedad, también se puede considerar la
medicación.
Depresión
En 2019, 280 millones de personas padecían depresión, entre ellos 23 millones de
niños y adolescentes (1). La depresión es distinta de las alteraciones habituales del
estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la
vida cotidiana. En un episodio depresivo, la persona experimenta un estado de
ánimo deprimido (tristeza, irritabilidad, sensación de vacío) o una pérdida del
disfrute o del interés en actividades, la mayor parte del día, casi todos los días,
durante al menos dos semanas. Concurren varios otros síntomas, como dificultad
de concentración, sentimiento de culpa excesiva o de autoestima baja, falta de
esperanza en el futuro, pensamientos de muerte o de suicidio, alteraciones del
sueño, cambios en el apetito o en el peso y sensación de cansancio acusado o de
falta de energía. Las personas que padecen depresión tienen un mayor riesgo de
cometer suicidio. Sin embargo, existe un tratamiento psicológico eficaz, y
dependiendo de la edad y la gravedad, también se puede considerar la
medicación.
Trastorno bipolar
En 2019, 40 millones de personas padecían trastorno bipolar (1). Las personas
afectadas experimentan episodios depresivos alternados con períodos de
síntomas maníacos. Durante el episodio depresivo, experimentan un estado de
ánimo deprimido (tristeza, irritabilidad, sensación de vacío) o una pérdida del
disfrute o del interés en actividades, la mayor parte del día, casi todos los días. Los
síntomas maníacos pueden incluir euforia o irritabilidad, mayor actividad o
energía y otros síntomas, como aumento de la verborrea, pensamientos
acelerados, mayor autoestima, menor necesidad de dormir, distracción y
comportamiento impulsivo e imprudente. Las personas con trastorno bipolar
tienen un mayor riesgo de cometer suicidio. Sin embargo, existen opciones
terapéuticas eficaces, como psicoeducación, reducción del estrés y fortalecimiento
del funcionamiento social y medicación.
Esquizofrenia
A escala mundial, la esquizofrenia afecta a unos 24 millones de personas, es decir,
a una de cada 300 personas (1). Quienes padecen esquizofrenia tienen una
esperanza de vida de 10 a 20 años por debajo de la de la población general (4). La
esquizofrenia se caracteriza por una importante deficiencia en la percepción y por
cambios de comportamiento. Los síntomas pueden incluir persistencia de ideas
delirantes, alucinaciones, pensamiento desorganizado, comportamiento muy
desorganizado o agitación extrema. Las personas que padecen esquizofrenia
pueden ver entorpecidas de forma persistente sus capacidades cognitivas. Sin
embargo, existen diversas opciones terapéuticas eficaces, entre las que se cuentan
la medicación, la psicoeducación, las intervenciones familiares y la rehabilitación
psicosocial.
Las personas que padecen trastornos mentales también requieren apoyo social,
en particular para desarrollar y mantener relaciones personales, familiares y
sociales. También pueden necesitar apoyo en materia de programas educativos,
empleo, vivienda y participación en otras actividades significativas.