Saussure fue un lingüista muy importante que propuso estudiar la lengua como un sistema de signos compuesto por relaciones entre sus elementos. Definió la lengua como un sistema social de signos que puede analizarse de forma estructural, a diferencia del habla que es variable. Explicó que el signo lingüístico está formado por un significante (la forma sonora) y un significado (el concepto), unidos de forma arbitraria. Estableció principios como la arbitrariedad y la linealidad del significante que sentaron las bases del estructuralismo.
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Saussure fue un lingüista muy importante que propuso estudiar la lengua como un sistema de signos compuesto por relaciones entre sus elementos. Definió la lengua como un sistema social de signos que puede analizarse de forma estructural, a diferencia del habla que es variable. Explicó que el signo lingüístico está formado por un significante (la forma sonora) y un significado (el concepto), unidos de forma arbitraria. Estableció principios como la arbitrariedad y la linealidad del significante que sentaron las bases del estructuralismo.
Saussure fue un lingüista muy importante que propuso estudiar la lengua como un sistema de signos compuesto por relaciones entre sus elementos. Definió la lengua como un sistema social de signos que puede analizarse de forma estructural, a diferencia del habla que es variable. Explicó que el signo lingüístico está formado por un significante (la forma sonora) y un significado (el concepto), unidos de forma arbitraria. Estableció principios como la arbitrariedad y la linealidad del significante que sentaron las bases del estructuralismo.
Saussure fue un lingüista muy importante que propuso estudiar la lengua como un sistema de signos compuesto por relaciones entre sus elementos. Definió la lengua como un sistema social de signos que puede analizarse de forma estructural, a diferencia del habla que es variable. Explicó que el signo lingüístico está formado por un significante (la forma sonora) y un significado (el concepto), unidos de forma arbitraria. Estableció principios como la arbitrariedad y la linealidad del significante que sentaron las bases del estructuralismo.
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Saussure
Saussure es un autor muy importante al menos en tres aspectos diferentes: como
lingüista, ante todo; segundo, como fundador de la semiología, que es lo que más nos interesa aquí, y tercero, probablemente sin proponérselo, como precursor de un movimiento intelectual de época que se conoce con el nombre de estructuralismo. Este último aspecto supondrá una influencia marcada de este autor en otros campos de las ciencias sociales: en la antropología, en las ciencias de la comunicación, en el psicoanálisis, entre otras, y de aquí que ustedes van a reencontrarlo en lecturas diversas en sus distintas carreras y la importancia de conocerlo bien desde un principio. Saussure propone que podemos entender cómo funciona la lengua al describir las relaciones entre los elementos que la componen, es decir, la estructura del sistema. Por eso lo conocemos como el fundador del estructuralismo. Estas dicotomías binarias, son justamente las que nos van a servir para estudiar la estructura de este sistema que es la Lengua, el más importante entre todos los sistemas de signos: Lengua – Habla Significado – Significante Arbitrario (inmotivado) – Racional (motivado) Mutabilidad (cambiante) – Inmutabilidad Diacronía – Sincronía Sintagma – Paradigma Saussure entiende que el fenómeno del lenguaje es heteróclito, es decir, que involucra aspectos heterogéneos, que hacen difícil su estudio ya que abarca cuestiones muy diferentes entre sí. Saussure está pensando en el aspecto social, es decir, lo que tiene que ver con los hablantes. Considera que el habla no puede estudiarse científicamente porque está sometido a constantes cambios, ya que se trata de un “lenguaje en acción”, que depende de la ejecución individual de cada hablante, por lo tanto, es algo circunstancial y momentáneo. La lengua en cambio, señala Saussure, se trata de un sistema social que las personas tienen en común, y puede estudiarse ya que se materializa en el conjunto de imágenes acústicas que, a su vez, encuentran su representación en la escritura. Saussure establece a la lengua como el objeto de estudio de la Lingüística. Saussure dice que la lengua es un Sistema de signos, Psicológica (porque está dentro de nuestra mente), Pasiva (porque es un acto involuntario y al azar), Hecho Social, y Homogénea. La lengua no es una nomenclatura, es una representación (ficción). En relación con su composición interna, el signo lingüístico presenta una configuración bifacial que articula dos caras o “partes”, ambas por supuesto de carácter también psíquico: el significado y el significante. El significado comprende el aspecto conceptual, la idea o el sentido que el signo expresará en el momento de su utilización. El significante, por su parte, constituye su aspecto material, se trata de la materia o forma que transporta la idea expresada. En este sentido, de Saussure define al significante como una imagen o impresión acústica, una cadena de sonidos de algún modo grabada en nuestra mente e inexorablemente articulada con el significado, es decir, con la idea que expresa al ser empleada; de este modo, los conceptos se hallan asociados con las representaciones de los signos lingüísticos o imágenes acústicas que sirven para su expresión. Se debe prestar especial atención a una característica propia de la forma acústica que es el carácter lineal del significante. Entendamos que la relación entre significado y significante es necesaria: ambos se necesitan recíprocamente y no existe posibilidad de que exista un signo al que le falte alguna de las dos caras. Finalmente, para definir al signo lingüístico de manera integral debemos ponerlo en relación con dos nociones fundamentales: valor y significación. Simplemente anticipamos aquí que dentro de la lengua el signo presenta un valor y este refiere a su singularidad. Podemos decir que no hay repeticiones de signos dentro de la lengua y que cada signo es único, obteniendo su valor a partir de una ley de oposición o contraste con todos los otros signos del sistema. Por otro lado, como la función de la lengua es la expresión, la significación se activa al momento del habla; cuando el signo es utilizado por el hablante se produce una articulación activa entre significado y significante y al emitir un sonido, al mismo tiempo, expresamos una idea. Es allí cuando se activa la significación de la unidad lingüística.
LOS DOS PRINCIPIOS DEL SIGNO:
ARBITRARIEDAD Y LINEALIDAD La arbitrariedad rige como norma en el principio de articulación entre la forma y el contenido. Concretamente, la relación que une a la forma (significante) con el contenido (significado) es arbitraria, inmotivada o simplemente no encuentra razón de ser. Dicho de otro modo, no existe ninguna razón para que determinado concepto o idea sea representado por tal o cual imagen acústica. La arbitrariedad del signo es radical en algunos casos y relativa en otros. Saussure señala que solo una parte de los signos es absolutamente arbitraria. Da como ejemplo el caso del signo cien, que es inmotivado, frente al signo diecinueve que no lo es tanto: “Tomados por separado, diez y nueve están en pie de igualdad con cien, pero diecinueve presenta un caso de motivación relativa” (de Saussure, 1945: 155). De cualquier modo, como Saussure analiza la lengua desde la lengua misma, la relativa arbitrariedad de algunos signos no se vincula con ningún elemento externo. Para él, es la lengua misma la que motiva ese lazo. Hay dos objeciones, anticipa Saussure, que podrían hacérsele al principio de la arbitrariedad: las onomatopeyas y las exclamaciones. En el caso de las primeras, que pueden definirse como la reproducción más o menos exacta de ciertos sonidos (toc toc, pum, bzz), por un lado, no son suficientemente numerosas dentro del sistema de la lengua y por el otro no dejan de ser expresiones tan convencionales como las demás. En cuanto a las exclamaciones, Saussure ofrece un argumento similar. Aunque en primera instancia podemos pensar que son expresiones espontáneas que enunciamos ante determinada situación o sentimiento, sin poder evitarlo, la no equivalencia entre las lenguas (en español, ¡ay!; en inglés, ouch!; en alemán, au!) dan cuenta de que no hay un lazo necesario entre significado y significante. También las hemos heredado como el resto de los signos y mayormente comenzaron siendo expresiones con un sentido diferente.