Este documento explora la naturaleza de los "deseos de la carne" según la Biblia. Define los deseos de la carne como impulsos desordenados de la naturaleza humana caída que nos inclinan hacia el pecado y alejan de Dios. Incluye ejemplos bíblicos de cuando personas importantes cedieron a estos deseos. También advierte que complacer los deseos de la carne trae consecuencias como la muerte espiritual, y ofrece sugerencias como unirse a Cristo y dejarse guiar por el Espí
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Este documento explora la naturaleza de los "deseos de la carne" según la Biblia. Define los deseos de la carne como impulsos desordenados de la naturaleza humana caída que nos inclinan hacia el pecado y alejan de Dios. Incluye ejemplos bíblicos de cuando personas importantes cedieron a estos deseos. También advierte que complacer los deseos de la carne trae consecuencias como la muerte espiritual, y ofrece sugerencias como unirse a Cristo y dejarse guiar por el Espí
Este documento explora la naturaleza de los "deseos de la carne" según la Biblia. Define los deseos de la carne como impulsos desordenados de la naturaleza humana caída que nos inclinan hacia el pecado y alejan de Dios. Incluye ejemplos bíblicos de cuando personas importantes cedieron a estos deseos. También advierte que complacer los deseos de la carne trae consecuencias como la muerte espiritual, y ofrece sugerencias como unirse a Cristo y dejarse guiar por el Espí
Este documento explora la naturaleza de los "deseos de la carne" según la Biblia. Define los deseos de la carne como impulsos desordenados de la naturaleza humana caída que nos inclinan hacia el pecado y alejan de Dios. Incluye ejemplos bíblicos de cuando personas importantes cedieron a estos deseos. También advierte que complacer los deseos de la carne trae consecuencias como la muerte espiritual, y ofrece sugerencias como unirse a Cristo y dejarse guiar por el Espí
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Los Deseos de la Carne
15 No amen al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si
alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16 Porque todo lo que hay en el mundo, es decir, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17 El mundo y sus deseos pasan; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. RVC Decía San Agustín “yo no le tengo tanto miedo al demonio, al mundo le tengo más miedo, pero nuestro peor enemigo es nuestra propia Carne”. ¿Quién de nosotros, alguna vez sintió el deseo de meterle un puñete o un patazo, o pegarle un tiro, a alguien? Todos quisiéramos satisfacer los deseos de la carne, el que diga que no es un mentiroso, ya que mientras estemos en la tierra y con este cuerpo corruptible seguiremos teniendo los deseos provocados por la carne. Desde el principio de la creación vemos que el bien y el mal se oponen entre si, por el simple hecho de ser muy diferentes. En la Biblia, el bien es representado por el ESPÍRITU y el mal es representado por la CARNE. ¿Qué es la carne? La carne puede referirse a muchas cosas, pero en general se trata de nuestros instintos naturales. La carne nos inclina hacia lo que es malo para nosotros, y nos aleja de Dios. Las ideas engañosas del diablo no son al azar; apelan a nuestros deseos desordenados o, lo que los autores del Nuevo Testamento llaman la carne. Dios creó al hombre con un espíritu, alma y cuerpo a fin de que el hombre pudiera relacionarse con Él. Cada parte del hombre era pura, incluso su cuerpo. No obstante, cuando Adán y Eva comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal, sucedió algo terrible: Tomaron la naturaleza pecaminosa del diablo. Esto dañó su espíritu, dañó su alma y corrompió su cuerpo puro cambiándolo a la carne de pecado. Jesús nos dice: Manténganse despiertos, y oren, para que no caigan en tentación. A decir verdad, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil. Mateo 26:41 Pablo afirma: “Pues yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien”. Romanos 7:18 Las palabras de Pablo son enfáticas: en nuestra carne, no mora el bien. El autor del libro “Vivir sin mentiras”, define la carne de la siguiente manera: La carne el enemigo humano del Espíritu. La vida carnal persigue los deseos personales, independiente de Dios o de su Ley, no se somete a Jesús como Señor, y se opone al Espíritu Santo. Vivir en la carne es vivir agradándose a sí mismo, ignorando y rebelándose contra Dios. ¿Qué son los deseos de la carne? Según la versión de la Biblia que usemos, la frase, los deseos de la carne, se traducen de algunas maneras como: la pasión de la carne, la concupiscencia de la carne, los malos deseos de la naturaleza humana, intenso deseo por el placer físico. Todos tenemos deseos naturales y que no son malos, por ejemplo: la necesidad de comida, bebida y satisfacción sexual, entre otros; pero, cuando la Biblia menciona los deseos de la carne, se refiere a: Los movimientos desordenados de nuestra naturaleza corrupta. Los deseos de la carne, no considera lo que es correcto y bueno, sino lo que es agradable a los sentidos, y anhela su satisfacción con mucho fervor. Ejemplos (IMÁGENES): ➢ Caín. Tal vez, por celos o envidia, asesinó a su hermano. ➢ Abraham. Mintió acerca de su relación con Sara su esposa. ➢ Moisés. Mató a un egipcio y lo escondió en la arena. ➢ Tamar. Se disfrazó de prostituta, y tuvo relaciones sexuales con su suegro. ➢ Sansón. Desobedeció y menospreció lo que Dios le había dado. ➢ Saúl. Se apartó y desobedeció a Dios. ➢ David. Adulteró con Betsabé y fue el autor intelectual de la muerte de Urías el esposo de Betsabé. ➢ Salomón. Mujeriego e idolatría. ➢ Jonás. Egoísta y sin amor por los perdidos. ➢ La mujer de Lot. Desobedeció el mandato de Dios y se convirtió en una estatua de sal. ➢ Pedro. Negó tres veces al Señor Jesús y con su espada cortó la oreja de un soldado romano. ➢ Judas Iscariote. Ladrón, traicionó a Jesús y dudó de su misericordia. El diablo trató de tentar al mismo Jesús por medio de los deseos de la carne: El tentador se le acercó, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Mateo 4:3 En conclusión: Los deseos de la carne, son los deseos desmedidos de nuestra naturaleza caída que nos impulsa a practicar toda clase de pecado sin considerar el temor de Dios. ¿Cuáles son los deseos de la carne? Leemos en Gálatas 5:16-17 16 Digo, pues: Vivan según el Espíritu, y no satisfagan los deseos de la carne. 17 Porque el deseo de la carne se opone al Espíritu, y el del Espíritu se opone a la carne; y éstos se oponen entre sí para que ustedes no hagan lo que quisieran hacer. Aquí, Pablo está diciendo que hay dos fuerzas en nosotros que están en constante lucha: los deseos de la carne y el Espíritu. Los deseos de la carne son aquellos que provienen de nuestra naturaleza humana, y son en contra de los deseos del Espíritu. Los deseos de la carne son aquellos que nos llevan a pecar. La Biblia no enumera todos los deseos carnales, pero sí nos da algunos ejemplos. Gálatas 5:19-21 19 Todo el mundo conoce la conducta de los que obedecen a sus malos deseos: no son fieles en el matrimonio, tienen relaciones sexuales prohibidas, muchos vicios y malos pensamientos. 20 Adoran a dioses falsos, practican la brujería y odian a los demás. Se pelean unos con otros, son celosos y se enojan por todo. Son egoístas, discuten y causan divisiones. 21 Son envidiosos, se emborrachan, y en sus fiestas hacen locuras y muchas cosas malas. Son impulsos naturales, pero son contrarios a la voluntad de Dios para nuestras vidas. Algunos de estos deseos incluyen el deseo de tener sexo fuera del matrimonio, el deseo de drogas y el alcohol, el deseo de robar, el deseo de mentir, etc. Todos estos deseos son contrarios a la voluntad de Dios para nosotros, y nos llevan a vivir una vida de pecado. ¿Cuáles son las consecuencias de complacer los deseos de la carne? Porque mientras vivíamos en la carne, las pasiones pecaminosas estimuladas por la ley actuaban en nuestros miembros y producían frutos que llevan a la muerte. Romanos 7:5 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Romanos 8:6 Nuestra carne caída y pecaminosa es como un animal salvaje que nunca puede ser domado. Darle la mas mínima libertad puede causar que se escape y haga un gran daño. Aún las cosas que vemos y escuchamos pueden despertar la carne. Si cedemos a la carne aunque sea un poco porque pensamos que somos fuertes y podemos vencerla, o porque pensamos que ya no estamos sujetos a la lujuria de la carne, como consecuencia pecaremos. Y es que los deseos de la carne son engañosos, te presenta una satisfacción momentánea y carnal, que luego de ser consumada produce un arrepentimiento instantáneo de aquello que hace momentos anhelaba hacer. Algunas sugerencias para controlar o dominar nuestros malos deseos: primera sugerencia: Amados hermanos, como si ustedes fueran extranjeros y peregrinos, les ruego que se aparten de los deseos pecaminosos que batallan contra el alma. 1ª Pedro 2:11 Pedro aquí nos sugiere, que nos apartemos de los deseos pecaminosos. Para apartarnos, en primer lugar, debemos reconocer que eso que estamos haciendo es contrario al plan o diseño original de Dios para nuestra vida. En segundo lugar, después de reconocer, debo hacer todo lo que esté a mi alcance para soltarlo, abandonarlo definitivamente. Y en tercer lugar, después que lo he logrado, ayudar a otros que están en la situación que yo estuve. Segunda sugerencia: Por tanto, no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Romanos 8:1 Pablo nos anima a unirnos a Cristo Jesús, y la buena noticia es que, aunque hayamos complacido todos los deseos pecaminosos de nuestro ser, al unirnos a Cristo estaremos libres de cualquier condenación. Al estar unidos a Cristo Jesús, nos será más fácil decirle NO a los deseos malos de nuestra naturaleza pecaminosa, y decirle Si a las cosas espirituales. Una tercera sugerencia: Romanos 8:12-14 12 Por lo tanto, amados hermanos, no están obligados a hacer lo que su naturaleza pecaminosa los incita a hacer; 13 pues, si viven obedeciéndola, morirán; pero si mediante el poder del Espíritu hacen morir las acciones de la naturaleza pecaminosa, vivirán. 14 Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Cuando venimos a Cristo, nuestro espíritu fue renovado, nuestra alma encontró salvación, pero nuestra carne seguirá siendo la misma, con la única diferencia que ahora ya no vivimos para satisfacerla, sino para contradecirla y agradar a los deseos del Espíritu. Una vez que nos unimos a Cristo Jesús, Él deposita en nosotros su Espíritu; y, en la medida que leemos su Palabra, oramos, buscamos su voluntad, el Espíritu nos da discernimiento, sabiduría, poder y autoridad, para reconocer las cosas que se alinean a la voluntad de Dios y hacerlas para la Gloria de Dios, para el bien de nuestra alma, y para el bien de la comunidad. Conclusión: Mientras estemos vivos, tendremos una lucha encarnizada entre nuestra naturaleza pecaminosa y la vida que agrada a Dios. Por lo tanto, hagamos propias las palabras de Pablo en Romanos 7:21-25 21 Me doy cuenta entonces de que, aunque quiero hacer lo bueno, sólo puedo hacer lo malo. 22 En lo más profundo de mi corazón amo la ley de Dios. 23-25 Pero también me sucede otra cosa: hay algo dentro de mí, que lucha contra lo que creo que es bueno. Trato de obedecer la ley de Dios, pero me siento como en una cárcel, donde lo único que puedo hacer es pecar. Sinceramente, deseo obedecer la ley de Dios, pero no puedo dejar de pecar porque mi cuerpo es débil para obedecerla. ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, que me hace pecar y me separa de Dios? ¡Le doy gracias a Dios, porque sé que Jesucristo me ha librado!
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