Critíca Filosófica.: Vijrsos de Logivll

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CRITÍCA FILOSÓFICA. \ ·"'


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VIJRSOS DE LOGIVll. '1:' ÉTIUll.,

SEGUN LA ESCUELA DE EDI!IBURGO,

POR D. JOSÉ JOAQUIN DE llORA. ( l l

Cuando en la vida de los pueblos acaece uno de esos sa- J.


cudimieotos , que si no destruyen , dejan por lo menos cstre- t
mecido el edificio social; cuando desechadas como preocupa-.
ciones las que pasaron {>Or verdades axiomáticas para los hom-:
hres de las épocas antenores, se ha consumado uno de aquellos

(f ) Se hallan de venta en el Gabinete Literario, callo del Príncipe, yen


el Establecimiento Tipográfico de D. Francisco de Paula l\1ollado.

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PINTURA
DE LAS· INMEDIACIONES Y PUEBLO DE ESQUIVIAS,

D OI'WDE E!WBIBIÓ "EB 'VAIWTES

U A PARTE DEL QUIJOTE.

RESEÑA DE ESTA OBRA i NMORTAL •

A seis leguas de Madrid y sobre la derecha del camino que


ya á Valencia, se descubre en una estensa llanura, y_ al pie del
cerro que llaman de Santa Bárbara, el humilde pueblo de Es-
qnivias. Sobre este cerro se haUa edificada una ermita, erigida
segun lo anuncia su nombre á Santa Bárbara, abogada contra
las tempestades. No parece sino que al levantar aquel tosco y
reducido edificio, se quiso anunciar el sublime y consolador
pensamiento de que las tormentas que a.zotan la Yida quedarían
en silencio allJcgar á aquel parage elevado, sin abatir su vuelo
TOMO T. 9 .

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•..... L_.-
•• 1
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130 REVISTA. DE "t;UROPA.

hasta el pueblo, ni turbar la paz de c¡ue gozat\ sus moradores .


Si asi es, el ar<Juitecto tuvo una inspiracion fdiz, ó un instin-
to providencia .
Saliendo de Madrid para Esquivi as, al dejar la carretera y
tomar el nuevo rumlJió ~e C<?I'\~'Uce al' pueblo, espcrimenta el
viajero una transfoniíacion sórprcn~en(c. lfasta Yaldcmoro lo-
do es agitacion y movimiento. Carruages que van 6 vuelven á
la corte; sillas de posta que cruzan en encontradas direcciones;
aldeanos 6 trnficantes que lleran frutos y otros efectos á una
capitnl que todo lo devora, hacen del tránsito una escena ani-
madft y bulliciosa: pero al internarse en busca de Esquivias, de-
sapar ece el movimiento, el ruido se acalla, y el si lencio y la
. quietud suceden al turnullo de las voces y ú la algazara de los
transeunles. Un ásper o y desigual camino se dirige á la aldea.
A un lado y. [t .~ Lr(),_ s.~ l.<? .s e ven tierras abando.nadas Y. en s~ ma-
yor parte Jbcn'ttis; s1n que- s~ descubra un bogar';·m se o1ga el
canto de un ave, ni se perciba el gr ato murmullo de un arroyo,
ni se pueda descansar de la fatiga á la sombra ele un árbol en-
galanado con su verdura. Algunos ganados paciendo á discre-
cion; algunos olivos de aspecto obscuro y sombrío; pocas tier-
ras cultivadas, y un horizonte dilatado y triste, es lo que se
ofrece al caminante, que cruza penosamente aquellos sitios de-
siertos. Aqui se puede decir con Cbateaubriand que el alma
de la soledad suspira en toda la estension de aquel r ecinto.
P ero, al ap1·oximarse á Esquivias, la decoracion cambia de
nuevo. Los terrenos están wdos cuhivados: los pabladores los
trabaja n con afan, y la animacion se piula en sus semblantes y
en sus alegres canciones. ¡Dichosos aldeanos, esclamaba yo en
una espansion dolorosa! ¡Dichosos vosotros mil veces! vuestras
hor as pasan sin que las conleis, la tranquilidad y la paz moran
en vuestras almas, y el trabajo con que alimcntais á vuestros
inocentes hijos os sirve de escudo contra el vicio, y de preser-
vativo contra el fastidio. No leneis por qué temer al diente ve-
nenoso de la envidia, y los huraca·nes de la vida pasan sobre
vuestras cabezas sin ofenderos, par eciéndoos á la humilde gra-
ma que tendida en el valle, es perdonada por el furor del vien-
to que roinpc y destroza al pino erguido,· sobre la cresta de
las montañas. La felicidad de que gozais debe r ebajarse ~o mu-
cho sin embar go, al pensar en la injusticia del destino, que al
paso que os condena á fatigosa tarea para arrancar de la tierra
un miserable alimento , da á otros hombres no lejos de aqui
medios de gozar hasta la hartura, y de disipar inmensas rique-
zas en sacrílegos banquetes 6 en abominables orgías. Tal es,

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PINTI:IIA DE U S INMJ!DJACIONJlS DB ESQtf.us, ETC. qr
1 no obstante, la ley caprichosa que rige al mundo y la suerte de
sus criaturas
¡ Qué situaciones tan amargas hay á las veces en la vida!
Yo me encontraba cuando recorría estos lugar es en una de
estas situaciones. Cada r ecuerdo era para mí un dolor, cada
impresion una saeta , y cada· pensamiento un suplicio. Lle-
vaba sohrc el corazou un peso enorme; ó mas bien parecía que
una mano de hierro me lo oprimiera con una fuerza des~arra­
dora. E n vano se tendían mis miradas por la campiüa adorna-
da con las galas de la primavera. Sobre lo mas risu ei'io que la
naturaleza nos presenta al salir de su letargo, babia para mí es-
tendido un paiio funeral.
El sol estaba en el ocaso. Envuelto entre un grupo de nu-
bes á que daba r ojizo colorido, se asemejaba á un mancebo que
marcha lentamente cubierto de un manto de púrpura. 'Bien
pronto la lona se dejó ver en el horizonte como una blanca
vestal que iba en busca de su hermano. So disco pálido derrama-
ba una luz opaca y triste sobre aquellos campos afortunados.
¡ Qué inspiracion , qué r ecuerdos producía aquella escena
silenciosa! La luua tiene tambien su culto, que pertenece par-
treularmente á la religion de los amantes; y ¡hay de aquel que
no sienta latirlc nada con emoc.ion eu el pecho, al mira.rla sen-
tada sobre su trono de melancólico resplandor , alumbrando
al mundo que guarda silencio, á la manera que el fanal de la_
costa eslicndc su luz solitaria sobre las mudas llanuras de un
occano sosegado 1 cuando en estas horas inefables suspira . el
genio de la soledad y de la noche, le r esponden á pesar suyo
todos los corazones lacerados por el dolor. .•
Dejé este cuadro tan fecundo en emociones, y me dispuse
para visitar en el siguiente dia la casa que babia habitado .Mi-
guel Cervantes Saavcdra. El pueblo no presenta nada de nota-
ble, y solo este edificio puede es citar el interés de la cu~iosi­
dad . Un ancho patio , una escalera r egular, y una babitacion
algnn tanto desahogada , preceden al cuarto r educido en que
se entregaba á sus estudios y trabajos el autor del Quijote.
Parece singular que un talento tan superior estuviese encer-
rado eu un ámbito taq estrecho. !t'ias el genio vuela por sus
propias a las, y salva las cárceles, y rompe las ligaliuras que en
el mundo lo aprisionan. El gen.io es un dios del ciclo , cuya se-
milla cae desde él , arrojada por la mano de Dios para fecundar
Ja cabeza del hombre. ¿Por qué la desgr acia ha de ser por Jo
comun la triste pcusion de esta superíorioad? Losbombses gran-
des como Cervantes. son olrostnotospuntos clealiento y do con-
_ _¿
1$.#
:!> .,S, ••••

•132 lU!YI S'I'A DE EGI\OI'A.

suelo, esparcidos por la providencia en el caminó de las genera-


1
ciones. P ero frecuentemente toma de ellos posesion el infortunio
en el instante en que aparecen, y sigue y marca todos los pasos
de su carrera brillante y fun esta á la vez.
Pero dejemos estas reflexiones sombrías, y ocupémonos
de la obr a inmortal , cuyo exámeo nos hemos propuesto.
Su objeto fué notablemente útil , y su plan está trazado y
seguido con admirable regularidad y perfeccion.
J,a cliccion es pura, siempre armonioso el estilo, y vestido
con todas las galas de las imágenes mas felices. Los pensamien-
tos son tan exactos como profundos, y el arma del ridículo
que en ellos se emplea, está manejada con un tacto delicado, que
sirve al fin de la crítica, haciendo r eir sin lastimar .
E l capitulo 6. 0 en que se trata del escrutinio que el cura y el
barbero hicieron de la librerla de D. Quijote, prueba la gran-
de erud1cion que Cervantes tenia en esta clase de lectura. ¡Es-
traña coi ncidencia 1 Dícese en el capílulo que analizamos , que
asi como el ama vjó los libros, volvióse á salir del aposento con
gran prisa, y tornó luego con una escudilla y un hisopo, y dijo:
tome vucsa merced, seiíor licenciado, rocie este aposento, no
esté aqui algun encantador de los muchos que tienen estos 11-
bros, y nos encante en pena de la que les queremos dar, echán-
dolos del mundo.
Ep. Esquivias hay la tradiccion de que la habitacion que
retrató Cervantes al describir este escrutinio , fué la misma que
él ocupaba, segun la correspondencia exacta de los lugares; y
hasta hace muy poco tiempo, ha existido la preocupacion popu-
lar de que en esta casa moraba un duende que se dejaba ver i
segu n su capricho, por lo que se llamaba la casa del duende, 1

y no se encon~raba quien quisi~sc vivirla. 1


I.a·pintura de los si g~os dor ados hecha en el capitulo 11 mues-
tra la gala y lozanía de la imaginacion del autor, que siembra, ó
por mejor decir , derrama con un lujo inimitable los conceptos
mas armoniosos en toda laestension de este cuadro. Nada de ro-
deos, nada de giros forzados, nada de redundancias, nada de pe-
rífrasis: laconismo, pureza, belleza. natural, son los solos ata-
víos con que se adornan los pensamientos .. No son la cortesana
embellecida por el arte, que toma, prestados sus atractivos de
la riqueza y elegancia de sus esluiliados trajes; es la matrona
de mármol que descubre sus voluptuosas formas y que aparece
hermosa en su misma desnudez.
Notable es tambien la r elacion que Cervantes pone en el
eaptlulo 23 en boca de Ambrosio, cuanjo enterando á los
'!
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l'INTt:IU. DE LAS INMIWIACIONES IH! ESQt:IVIA S, ETC. ~ 33


circunstantes á la vista del cadáver de Grisóstomo de los eles-
graciados amores de este con la pastora Marcela, les dice. E se
es el cuerpo de Grisóstomo, que fue único en el ingenio, solo en
la cortesia, estremado en la gentileza, fenix en la amistad , mag -
nífico sin tasa, grave sin prcsuncion , alegr e sin bajeza y final-
mente primero en lodo lo que es ser bueno, y sin segundo en
todo lo que fue ser desdichado: quiso bien, fu e· aborrecido;
adoró, fu e desdeñado; r ogó á una fi era, importunó á un már-
mol, ~orrió tras el viento , di6 voces á la soledad , sirvió á la
ingratitud, de quien alcanzó por premio ser despojo de la
muerte en la mitad de la carrera de su vida, á la cual dió fin
una pastora, á quien él procuraba eternizar para que viviera l'n
la memoria de las gentes, cual lo pudieran mostrar bie n esos
papeles que estais mirando , si él no me hubiera mandado que
los entregára al fuego, en ·b abieudo entregado su cuerpo á la
tierra. ¡Qué propiedad! ¡qué precision! ¡qué exactitud en las
contraposiciones! .
La historia de Cardenio, contada por él mismo , abunda en
pensamit>ntos ingeniosos, tiernos y delicados, re~allando en la
narracion un colorido opaco y de tristeza, que no puede menos
de interesar y conmover el corazon. Algun defecto se nota,
sin embar go , como cuando dice Cardeoio que en las aspe-
r ezas <le Sierra Morena se cayó su mula muerta del cansan-
cio y del hambre , ó mas bien por desechar tan inúln carga
como en él llevaba. La mula no podía rac:iocinar ni discurrir
si era 6 no inútil la car ga de su dueño . Se pecó , pues, con-
tra la, verdad del pensamiento , que es de guardar en todos
los casos , sin que baste decir que la r elacion está puesta en
boca do un loco, pues entonces se le hacia hablar en razon y
cuerdamente. ·
· E l encuentro tan bien preparado de tantas personas r ela-
Cionadas por lazos de amor en la venta; los coloquios con el
canónigo; los muchos y variados razonamientos entre D. Qui-
j ote y su escuder o; las bodas de Camacho ; los consejos dados
por D. Quijote á Sancho al partir para el gobierno de la In-
sula; el modo de mandar este último en ella ; los aconteci-
mientos del hidalgo manchego con doiia Rodriguez , todo está
djspueslo y espresado con admirable tino y propiedad ; y con
nzon se ha mirado esta obra como una ele las producciones mas
le liccs de la erudicion y del génio. Su final es muy·ingeoioso
en la peripecia que nos presenta. Despues de un su eño de seis
horas, el hombre que se babia dormido sin seso , dispierta con
juicio claro y cabal , basta el punto de prevenir en su testa-
• ¡..

RllVJSTA lJE EUllOI'A.

mento, que si su sobrina casare con alguno que algo supiere


de libros de caballeria, quedase por esta sola razon deshere-
dada. ¡Sutil y bien concebida alegoría 1 Todos por lo comun,
vivimos como locos; mas todos, á nuestro pesar, morimos
como cuerdos.
Pensaba yo en el mérito de esta obra incomparable , bajo
el influjo dé las ideas que me bahiá producido la vista de la
hahilacion de Cervantes , y me dirigia silencioso y triste á la
casa en que paraba , propiedad de un amigo afectuoso que me
prodigaba cariñosos consuelos. E ste edilicio contrasta nota-
blemente por s u magnitud y por su elegancia y gusto con los
demas de la aldea. Alli encerrado en un salon mientras los de-
mas compaiieros mios entretenían las bocas en sahrosas dis-
cusiones 6 en j uegos de sociedad , me entregaba libremente
á Jos caprichos de mi fantasla y á la historia de mis r ecuerdos.
E ntre las reflexiones que ocupaban nú volcanizada cabeza, era
una de las mas vivas, que D . Quij ote en medio de su locura ba-
bia merecido por su dulce condicioné inofensivo natural el r e-
noJLhre de bueno. Asi su cede generalmente, decía yo para mí,
en el mundo. La mayor parte de las ideas estan trocadas, y po-
cas veces corresponden los nombres con las cosas. Llárnase lo-
co al que vive de ilusiones, cuando las ilusiones son la prueba
de la virginidad del alma; a] que conserva intactas· las dulces
é inocentes cr eencias de la primera juventud ; al que ve el
mundo como debiera ser y no como desgraciadamente es; al
que se aparta de las costumbres que el error 6 la general de-
rnencia, 6 la degcneracion de todo lo que er a santo y .bueno,
han establecido entrn los hombres; al que no dobla su cuello
bajo el yugo de las preocupaciones admitidas, 6 de las malda-
des consagradas por el tiempo; y sin emha r~o, ese loco vive
en la pureza del corazon , en lns regiones sublimes de un pea-
samiento emancipado, y al abrigo de una conciencia que nada
teme porque á nadie daiia. ¡Feliz locura, y oj alA se generali-
zase 1 Vale mas ser escénh·icos que ser malvados.
E l día empezaba á apuntar, y el nuevo sol me traia nuevos
pesar es. E l que lleva en su memoria el veneno, inútil es que
busque antidotos en ninguna parte . L a facultad de sentir no es
por Jo comun, sino la triste facultad de padecer . E n relacion
muy desproporcionada, y yo me atr evería á llamar injusta, es-
tan derr amados en el mundo los p laceres y las penas. En la so-
ledad se piensa, y el pensamiento es con frecuencia u n tormento,
un bárbaro suplicio. En el seno de la naturaleza es donde la na-
turaleza se venga, y mas se sublevan las pasiones. Chatean-
PINTURA. DB LAS INMEDIACl ONES Dll ESQUIYJAS 1 KTC. 435
briand lo ha dicho: si temes las turbaciones del corazon, no te
fies de los retiros salvagcs. Las pasiones grandes son solitarias,
y trasportad as al desierto, no seria mas que volverles todo su
imperio .
Marchemos, dije , apresuradamente á Madrid. Alli el ato-
londrami~n~o ~rpharga ,la .razon . .,Alli.los goces. com<? los pe-
sares pasan tozando l a sup,erfi~ie del ~lrna; . sin .pe.~eh;ar j amás
en su fgndo. A,.lli .~1 moy\11)~~~~9. ~á pido Y. c~ntl~P9.i~fl ftos suce-
sos no dej a lugar á que nos interroguemos á nosotros mismos.
¡O hombre! tú er es el ser mas desgraciado de cuantos existen.
Para vivir en paz, necesitas r educirte á una vegetacion vergon-
zosa, y renunciar el pensamiento para adquirir el estupor del
bruto, 6 la insensibilidad de la piedra.
Hechas estas reflexiones dejé aquellos sitios abandonados,
y roe cerré en el vacio, 6 por mejor dccit· , en el desierto de
mi corazón: · ·· · · · · · • · . :. · ,.

JoAQUIN MAnL\ LoPEZ.

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