23 31 000 2008 00012 01 (40929)
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Contrato de
arrendamiento. Niega la totalidad de pretensiones, accionante conocía de
antemano condición del inmueble objeto de contrato / CONOCIMIENTO PREVIO
DEL ESTADO DE INMUEBLE - Mala fe, probada por cuanto el actor suscribió en el
parágrafo 2 del artículo tercero del contrato de arrendamiento, conocer el mal
estado en que se encontraba el inmueble e incluso dio lugar a cubrir las
reparaciones a que se diera con ocasiona a ello / RIESGO - Asumió,
voluntariamente en aras de la previsibilidad de una posible orden de demolición
Pues bien, de las probanzas allegadas y que atrás se reseñaron resulta suficientemente
demostrado que al momento de suscribir el contrato de arrendamiento que ahora ocupa
la atención de la Sala, ambas partes contratantes tenían pleno conocimiento de las
condiciones deplorables en las que se encontraba el bien inmueble objeto del contrato,
tanto es así que mediante el parágrafo No. 2 de la cláusula tercera la misma
arrendadora manifestó el mal estado en el que este se encontraba y por medio de la
cláusula séptima el contratista se obligó a realizar las reparaciones requeridas para
adecuarlo para su uso comercial. (...) De ésta forma, teniendo en cuenta que el señor
Torrejano celebró el contrato de arrendamiento a sabiendas del mal estado en el que se
encontraba el respetivo inmueble, cualquier pretensión dirigida al reconocimiento de
una indemnización a su favor por los presuntos perjuicios que le fueron ocasionados por
la orden de demolición resulta del todo improcedente conforme a los dictados de los
artículos 1982 a 1987 del Código Civil, más aún teniendo en cuenta que dicha
circunstancia era totalmente previsible al momento de suscribir el contrato. Pero
además, la Sala encuentra totalmente contrario a la buena fe objetiva el que la parte
demandante pretenda apartarse de lo convenido contractualmente alegando el
desconocimiento de las condiciones de ruina en las que se encontraba el inmueble
objeto del contrato de arrendamiento, cuando al momento de suscribirlo se mostró
conforme con ésa situación e incluso se obligó a efectuar las reparaciones requeridas
para posicionarlo en las condiciones requeridas para su uso comercial, para luego
solicitar una indemnización de los presuntos perjuicios que se le ocasionaron por la
orden de demolición cuando éste fue un riesgo que el mismo asumió y que resultaba
totalmente previsible teniendo en cuenta el estado de ruina en el que se encontraba el
inmueble. Las razones expuestas resultan suficientes para que en el presente asunto se
nieguen las pretensiones de la demanda.
CONSEJO DE ESTADO
SECCION TERCERA
SUBSECCION C
Decide la Sala los recursos de apelación interpuestos por las partes en contra de la
Sentencia del 29 de octubre de 2010 proferida por el Tribunal Contencioso Administrativo
de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, mediante la cual se acogieron
parcialmente las súplicas de la demanda.
I ANTECEDENTES.
1. Lo pretendido.
El 2 de abril de 20081 el Señor José Luis Torrejano Mora instauró demanda, corregida
el 5 de agosto de 20082 contra la Nación – Ministerio del Interior y de Justicia, La
Dirección Nacional de Estupefacientes y la Señora Blanca Leonor Agudelo Barreto,
solicitando que se declarara el incumplimiento del contrato de arrendamiento celebrado
entre éstos el 8 de julio de 2006 sobre el Local Comercial No. 8 ubicado en el 1er piso
del “Hotel Royal Abacoa” localizado en la Avenida Colombia No. 2-41 de las Islas de San
Andrés por “los actos de perturbación de la tenencia, terminación ilegal, anticipada y
unilateral del contrato sin justa causa, y demás actos generadores de perjuicio”
desplegados por estos.
Pide además que se condene a cada uno de los demandados al pago de las costas y
agencias en derecho.
1
Folios 1 a 29 del C. No. 5.
2
Folios 52 a 81 del C. No. 5.
El 8 de julio de 2006 se celebró entre el demandante y la señora Blanca Leonor Agudelo
Barreto propietaria de “Nova Inmobiliaria”, en su calidad de depositaria provisional
designada por la Dirección Nacional de Estupefacientes el contrato de arrendamiento
sobre el Local Comercial No. 8 ubicado en el 1er piso del “Hotel Royal Abacoa”,
localizado en la Av. Colombia No. 2-41 de las islas de San Andrés.
Sobre el bien objeto del contrato de arrendamiento ya existía una medida cautelar
decretada por la Fiscalía General de la Nación consistente en el embargo y suspensión
del poder dispositivo.
Como plazo de ejecución del contrato se fijó el término de 24 meses contados a partir del
1º de octubre de 2006 hasta el 30 de septiembre de 2008, plazo que ante silencio de las
partes se entendería prorrogado por 12 meses más.
Por medio de la cláusula 7ª del contrato de arrendamiento las partes acordaron como
una de las obligaciones a cargo del arrendatario la de “efectuar las reparaciones
locativas sobre el inmueble materia de éste acuerdo de voluntades y aquellas que sean
necesarias por hechos de ella o de sus dependientes”, teniendo a su cargo los costos por
las obras a efectuar para acondicionar el inmueble para su uso comercial.
El 26 de julio de 2006, una vez perfeccionado el contrato y habiéndose iniciado las obras
de acondicionamiento del local para su uso comercial la señora Blanca Leonor Agudelo
le remitió un Oficio al accionante solicitándole que por orden de la DNE y la Comisaría de
Policía de San Andrés islas debía suspender las obras de forma inmediata hasta nueva
orden.
Se adjuntó al Oficio referido la diligencia de inspección ocular practicada el 25 de julio de
2006 por la Comisaría Departamental de Policía sobre el inmueble donde funcionaba la
Empresa Intercontinental de Aviación “interfiar” y el informe técnico rendido el 20 de
febrero de 2006 por el ingeniero Jorge Merchan Robayo, en los que se hacía constar
que el Inmueble presentaba grandes deterioros estructurales y estado de ruina
inminente, lo que ameritaba su demolición por atentar contra la seguridad y la salubridad
del sector.
Las diligencias referidas hacían parte del proceso policivo No. 19 que se inició el 11 de
octubre de 2005 en la Comisaría de Policía Departamental y que culminó con la
expedición de la Resolución No. 015 del 17 de agosto de 2006, mediante la cual se
declaró que el bien inmueble objeto del contrato de arrendamiento se encontraba en
estado de ruina y se ordenó su demolición.
La demandada DNE fue notificada de la existencia del proceso policivo por medio del
Oficio No. GOB/SDI-CDP 065 del 19 de abril de 2006 y estuvo representada por las
señoras Andrea Carolina Estupiñan Chiquillo y Leonor Agudelo, quienes nunca le
informaron al accionante sobre la existencia de aquel.
Dice el accionante que conoció el proceso policivo por una publicación que se realizó en
los medios de comunicación y que elevó una petición verbal ante la Comisaría
Departamental de Policía para que se le informara el estado del proceso la cual fue
rechazada.
3. El trámite procesal.
Admitida que fue la demanda únicamente frente a los demandados Dirección Nacional
de Estupefacientes y la señora Blanca Leonor Agudelo Barreto y noticiados éstos del
auto admisorio, sólo aquella le dio respuesta oponiéndose a las pretensiones
formuladas.
Hace referencia al artículo 1973 del Código Civil que define el contrato de
arrendamiento y a sus características, para lo cual trae a cuento una sentencia proferida
por la Sección Tercera de ésta Corporación el 18 de marzo de 2010 bajo el radicado
No. 14.390.
Luego de hacer un recuento de las pruebas allegadas al plenario afirma que si bien no
se allegó prueba alguna a través de la cual se pudiera acreditar la fecha en la que se
entregó el inmueble, teniendo en cuenta las reparaciones que las partes acordaron
realizar sobre éste debía entenderse que se entregó el día en el que se celebró el
contrato, esto es, el 8 de julio de 2006.
Respecto de la obligación prevista en el No. 2 del artículo 1982 del Código Civil dice
que conforme a lo acordado en la cláusula tercera del contrato de arrendamiento se
evidenciaba que las partes al momento de suscribirlo sabían que debían realizar unas
obras de reparación sobre el inmueble objeto del mismo con el fin de adecuarlo y
colocarlo en condiciones aptas para su uso comercial, incluso antes de que se
empezara a ejecutar.
Señala que le asiste razón al actor afirmar que al momento de suscribir el contrato de
arrendamiento ignoraba las condiciones reales en las que se encontraba el inmueble
objeto del mismo, pues ni la señora Agudelo Barreto en su calidad de depositaria
provisional ni la D.N.E. allegaron prueba alguna a través de la cual lograran demostrar
que previamente a su suscripción le informaron al señor Torrejano que se tramitaba un
proceso de ruina en la Comisaría de Policía Departamental que podía culminar con la
demolición del inmueble.
Dice que la abrupta solicitud del arrendador para que el arrendatario suspendiera las
obras de forma inmediata y la posterior demolición del inmueble objeto del contrato de
arrendamiento, fueron las circunstancias que impidieron al actor cumplir con sus
obligaciones de hacer las reparaciones del inmueble y a la demandada cumplir con su
obligación de procurar el uso y goce de éste.
Manifiesta que si bien la D.N.E. señaló que la señora Agudelo Barreto en su calidad de
depositaria provisional fue denunciada por peculado culposo al autorizar al arrendatario
a realizar unas mejoras sobre el inmueble objeto del contrato sin estar autorizada para
ello no obstante estar actuando como mandataria, era aquella en su calidad de entidad
administradora de los bienes quién tenía a su cargo la obligación impartir las
instrucciones de administración a quienes designó como depositarios de los bienes de
forma clara y precisa, de hacer el seguimiento y control al ejercicio del encargo, de
exigir la constitución de pólizas de garantía y de adoptar las medidas y correctivos
requeridos, incluso tenía la facultad de revocar los actos de destinación.
En lo relativo a la tasación de los perjuicios, para liquidar los perjuicios por concepto de
daño emergente tuvo en cuenta que en el contrato de arrendamiento la arrendadora
autorizó las reparaciones hasta por el valor de $45´000.000,00, que el 26 de julio de
2006 ordeno la suspensión de las obras, los comprobantes de erogaciones por la
compra de materiales y otros conceptos en los que incurrió el actos con posterioridad a
esa fecha, el dictamen pericial arrimado al proceso y una carta del 1º de septiembre de
2006 en la que la depositaria provisional señala que respecto del local No. 8 no se
habían adelantado obras diferentes a la recolección de basuras y escombros dejados
por el propietario.
De ésta forma, señaló al respecto que “Se aceptará el valor correspondiente a los
cánones de los meses de octubre y noviembre de 2006, más el excedente a descontar,
que sumado a los $2.000.000 que aparecen consignados, arroja el monto del arriendo
mensual de $3.200.000, valor que será adicionado con erogaciones acreditadas hasta
alcanzar el monto total de $8.335.986, que será actualizado”.
No tuvo en cuenta el dictamen pericial para liquidar los perjuicios por concepto de lucro
cesante al estimar que éste no generaba la certeza requerida al no ser claro ni preciso y
por carecer de los soportes requeridos.
Niega el reconocimiento de los perjuicios por concepto de lucro cesante al señalar que
teniendo en cuenta que las partes pactaron una cláusula penal equivalente en dinero a
3 cánones de arrendamiento mensual vigentes sin perjuicio de la renta y de los
perjuicios que pudieran ocasionarse por el incumplimiento y que el actor no la exigió en
su demanda, conforme al artículo 1600 del Código Civil se entendía que desistió de
esta y optó por la indemnización de perjuicios, pero como no los demostró no era
procedente su reconocimiento.
De otra parte, niega el reconocimiento de los perjuicios por concepto de daño moral y
lucro cesante futuro al estimar que su causación no se encontraba acreditada mediante
las pruebas allegadas al proceso y que en todo caso el inmueble se había demolido por
orden de autoridad competente, situándose en las previsiones de los artículos 518 y
520 del Código de Comercio.
Contra lo así resuelto tanto la parte demandante como la demandada instauraron los
recursos de apelación.
Por último, señala que la suma de $10.007.974 por la cual fue condenada la
demandada D.N.E. resulta totalmente irrisoria, grotesca y estrafalaria y que no se
compadece con las pretensiones de la demanda frente a hechos que causaron y han
causado graves perjuicios al accionante y que fueron de público conocimiento en las
islas de San Andrés.
Reitera que instauró demanda penal en contra de la señora Blanca Leonor Agudelo
Barreto en su calidad de depositaria provisional por la administración irregular que
realizó sobre los locales del antiguo Hotel Royal Abacoa, con lo cual se busca aclarar la
razón por la cual ésta suscribió contratos de arrendamiento sin autorización de la D.N.E.
y teniendo conocimiento de que el inmueble donde funcionaba el local objeto del
contrato de arrendamiento sería demolido por orden de la autoridad de policía
departamental.
Dice que la jurisdicción competente para conocer el presente asunto era la jurisdicción
ordinaria y que según los artículos 140 y 144 del Código de Procedimiento Civil, la falta
de competencia por jurisdicción era una nulidad procesal que no era susceptible de
saneamiento.
V CONSIDERACIONES.
Por su parte, los numerales 1º y 2º del artículo 1982 del Código Civil establece como una
de las obligaciones principales a cargo del arrendador, entregar la cosa al arrendatario
para que, por supuesto, éste pueda usarla y gozarla, así como también “mantenerla en
estado de servir para el fin que ha sido arrendada”.
Otra obligación principal del arrendador según el numeral 3º del artículo al que se hace
referencia es “librar al arrendatario de toda turbación o embarazo en el goce de la cosa
arrendada”.
También dispone la norma en comento que sí las reparaciones a realizar sobre la cosa
dada en arrendamiento comprometen gran parte de la misma de forma tal que se torne
imposible cumplir el objeto para el cual fueron arrendadas, el arrendatario podrá dar por
terminado el contrato de arrendamiento y hacerse acreedor de la respetiva
indemnización de perjuicios, siempre y cuando la causa que haya dado lugar a las
referidas reparaciones existiera al momento de celebrar el contrato y no haya sido
conocida por el arrendatario.
El artículo 1987 del Código Civil dispone que “Si fuera de los casos previstos en el
artículo precedente” el arrendatario es perturbado por el arrendador en el use y goce de
la cosa arrendada, aquel tiene derecho a la indemnización de los perjuicios causados
con la turbación.
Pues bien, fluye de todo lo anterior que si según los dictados el artículo 1626 del Código
Civil “el pago efectivo es la prestación de lo que se debe” y este debe hacerse “bajo
todos los respectos en conformidad al tenor de la obligación”, se entiende que sí el
arrendador no entrega la cosa arrendada o perturba al arrendatario en el goce de ella,
estará incumpliendo el contrato y este comportamiento implicará el deber de indemnizar
perjuicios si con él se ha causado un daño, pero siempre y cuando el arrendatario al
momento de suscribir el contrato no haya tenido conocimiento de la imposibilidad del
arrendador para entregar la cosa arrendada o de las causas que necesariamente iban a
generar una perturbación en el goce de la misma, pues si al momento de suscribir el
contrato tenía conocimiento de dichas circunstancias es evidente entonces que en éstos
casos no estará llamado a hacerse acreedor de la respectiva indemnización de
perjuicios.
“El artículo 871 del Código de Comercio, con redacción similar al artículo 1603 del Código Civil,
ordena que los contratos deberán ejecutarse de buena fe y que por consiguiente obligan a lo que
en ellos se pacte y a todo lo que corresponda a su naturaleza.
Estos preceptos, a no dudarlo, consagran la buena fe objetiva que consiste fundamentalmente en
respetar en su esencia lo pactado, en cumplir las obligaciones derivadas del acuerdo, en
perseverar en la ejecución de lo convenido, en observar cabalmente el deber de informar a la otra
parte3, y, en fin, en desplegar un comportamiento que convenga a la realización y ejecución del
contrato sin olvidar que el interés del otro contratante también debe cumplirse y cuya satisfacción
depende en buena medida de la lealtad y corrección de la conducta propia.
Por lo tanto, en sede contractual no interesa la convicción o creencia de las partes de estar
actuando conforme a derecho, esto es la buena fe subjetiva, sino, se repite, el comportamiento
que propende por la pronta y plena ejecución del acuerdo contractual.
En consecuencia, si una parte, por ejemplo, pretende privilegiar su interés en detrimento de los
intereses de la otra y alejándose de lo que en esencia se ha convenido, este comportamiento
contradice ese deber de buena fe objetiva que debe imperar en las relaciones negociales” 4.
3
En este sentido cfr. M. L. NEME VILLARREAL. Buena fe subjetiva y buena fe objetiva. En Revista de derecho
Privado. No. 17. Universidad Externado de Colombia, Bogotá 2009, p.73. (Original del fallo que se cita).
4
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección C, Sentencia del 22 de
junio de 2011, Exp. 18.836.
Por medio de la Cláusula Séptima del contrato de arrendamiento las partes acordaron
como una de las obligaciones a cargo del arrendatario la de “efectuar las reparaciones
locativas sobre el inmueble materia de éste acuerdo de voluntades y aquellas que sean
necesarias por hechos de ella o de sus dependientes”, asumiendo los costos relativos a
la realización de las reparaciones necesarias para adecuar el inmueble para su uso
comercial.
Mediante la Cláusula Décima Primera las partes pactaron una cláusula penal por
incumplimiento del contrato equivalente en dinero a 3 cánones de arrendamiento
mensuales, los cuales eran exigibles por vía ejecutiva “sin menoscabo de la renta, y de
los perjuicios que pudieran ocasionarse como consecuencia del incumplimiento
contractual” (Fol. 224 del C. No. 4 de pruebas).
Mediante el informe del 20 de febrero de 2006 rendido por el ingeniero Jorge Enrique
Merchán Robayo ante la inspección ocular realizada sobre el edificio “Inter”, bien objeto
del contrato de arrendamiento que dio lugar al presente litigio y cuya práctica fue
solicitada por el Secretario de infraestructura y obras públicas se puso de presente el
estado avanzado de deterioro que presentaba dicho inmueble al señalarse.
Por medio del Oficio No. GOB/SDI-CDP 065 del 19 de abril de 2006 la Comisaría
Departamental de Policía le informó al Director Nacional de Estupefacientes del
Departamento Archipiélago de San Andrés Providencia y Santa Catalina que en ésa
comisaría cursaba el proceso No. 19 por demolición de obra en ruina sobre la edificación
de financiación Aérea “INTERFIAR”, solicitando información sobre las facultades de
decisión que sobre ése proceso tendría la señora Leonor Agudelo Barreto en su calidad
de Representante legal de la Inmobiliaria Nova, depositaria provisional sobre dicho
proceso que podría culminar con la demolición total de la edificación (Fol. 30 del C. No. 4
de pruebas).
En respuesta a dicho Oficio el Subdirector Jurídico de la DNE por medio de Oficio No.
SJU/0191 manifiesta que teniendo en cuenta que el mandato otorgado a la señora
Blanca Leonor por dicha entidad era limitado, no le era posible intervenir en el proceso
policivo referido y solicita se le notifique cualquier trámite que se realice dentro del
proceso policivo referido (Fol. 36 del C. No. 4 de pruebas).
En auto No. 067 del 7 de julio de 2006 expedido por la Comisaría Departamental de San
Andrés, Providencia y Santa Catalina dentro del proceso policivo No. 19 se puso de
presente que tanto la señora Blanca Leonor como la DNE habían sido vinculadas para
participar en el mismo (Fols. 43 y 44 del C. No. 4 de pruebas).
La solicitud de nulidad procesal presentada por la señora Blanca Leonor dentro del
proceso policivo No. 19 por la falta de notificación (Fols. 78 y 79 del C. No. 4 de pruebas)
fue negada por la Comisaría Departamental mediante el auto No. 085 del 13 de
septiembre de 2006, argumentándose que la Señora Blanca Leonor requería de un
poder especial otorgado por el DNE para intervenir en el respectivo proceso policivo
(Fols. 94 a 97 del C. No. 4 de pruebas).
Por medio de Oficio No. GOB/SDI-CDP 158 del 10 de octubre de 2006 la comisaría
Departamental le informó al señor José Luis Torrejano Mora sobre la orden de
demolición del inmueble donde funcionaban las oficinas de Intercontinental de
Financiación Aérea Interfiar, antiguo Hotel royal Abacoa (Fol. 196 del C. No. 4 de
pruebas).
Pues bien, de las probanzas allegadas y que atrás se reseñaron resulta suficientemente
demostrado que al momento de suscribir el contrato de arrendamiento que ahora ocupa
la atención de la Sala, ambas partes contratantes tenían pleno conocimiento de las
condiciones deplorables en las que se encontraba el bien inmueble objeto del contrato,
tanto es así que mediante el parágrafo No. 2 de la cláusula tercera la misma
arrendadora manifestó el mal estado en el que este se encontraba y por medio de la
cláusula séptima el contratista se obligó a realizar las reparaciones requeridas para
adecuarlo para su uso comercial.
Así las cosas y tal como se precisó en líneas precedentes el señor Jose Juis Torrejano
celebró el contrato de arrendamiento a sabiendas del mal estado en el que se
encontraba el bien inmueble objeto del mismo y asumiendo los riesgos propios que
conlleva un inmueble que se encuentre en estado de ruina, dentro de éstos, el inicio de
un proceso policivo dentro del cual se ordene su demolición por motivos de salubridad y
orden público.
Las razones expuestas resultan suficientes para que en el presente asunto se nieguen
las pretensiones de la demanda, y como así no lo vio ni lo decidió el Tribunal de primera
instancia, la sentencia apelada deberá ser revocada para en su lugar negar la totalidad
de las pretensiones de la demanda.
RESUELVE