1a Revolucion Industrial
1a Revolucion Industrial
1a Revolucion Industrial
E
n Historia se denominan con el surja la inspiració n adecuada para afrontarla
té rmino Revolució n aquellas
y que se haga presente el talento adecuado
transformaciones que presenten
para resolverla. Pero tal secuencia só lo puede
tres características esenciales: producirse en un
propiciar cambios puntuales, como los muchos
tiempo comparativamente corto; transformar
que surgieron durante toda la Edad Moderna
profundamente las estructuras: econó mica,
y quedaron reflejados en escritos de Agrícola,
política, social o cultural; e implicar un “punto
Biringuccio, Lastanosa, Lobato y Turriano
de no retorno” a la situació n anterior, aunque
(entre otros autores), con la sola excepció n
obviamente durante cierto tiempo deban
del impacto producido por la imprenta a finales
convivir los elementos novedosos, en auge, con
del siglo XV por sus extraordinarias
los tradicionales en declive. En el caso que
implicaciones estructurales posteriores. Para
nos ocupa los avances afectaron
que una modificació n, por importante que sea,
primordialmente a la estructura econó mica,
se llegue a transformar en un cambio
siendo el elemento má s significativo –a nivel
revolucionario es precisa una acumulació n de
conceptual– el cambio desde el trabajo
motivaciones poderosas y un contexto
manufacturado a la producció n industrializada.
econó mico-social proclive a aceptar las
Cuando nos referimos a los cambios novedades y a financiar su materializació n
té cnicos y productivos industriales del siglo como instrumento productivo. Por eso la
ilustrado debemos precisar que hablamos de la Revolució n Industrial se gestó en el á mbito
Revolució n Industrial Inglesa del siglo XVIII o agrario, que era el elemento esencial de la
de la “Primera Revolució n Industrial”, porque estructura econó mico-social-ideoló gica,
aquellos acontecimientos se circunscribieron durante toda la Edad Moderna.
casi exclusivamente al Reino Unido de la
Las transformaciones agrarias pro-
Gran Bretañ a e Irlanda, una limitació n que
tocapitalistas derivadas de los cambios
precisa cierta explicació n pues las necesidades
en el uso del terrazgo y en la producció n
y los problemas de la artesanía britá nica no
cerealística, al tiempo que procuraban riqueza
eran diferentes a las que padecía el resto del
a los propietarios –en su gran mayoría nobles
continente europeo y, sin embargo, los cambios
y eclesiá sticos– necesariamente conllevaban
tan só lo tuvieron lugar en una sociedad
el desarraigo de unas masas campesinas que
específica porque é sta presentaba unos
se veían forzadas a emigrar hacia las ciudades
rasgos diferenciales, aunque en otros
para obtener el sustento que el campo les
aspectos era tan estamental y tan tradicional
negaba. Esta situació n, al mismo tiempo que
como el resto de sociedades europeas.
reproducía unas crisis sociales desde muy
Ademá s, el té rmino “revolucionario” no se
antiguo conocidas, ponía a disposició n de
puede aplicar a todo el sistema productivo
los empresarios unos contingentes humanos
britá nico, pues se circunscribe tan só lo a tres
susceptibles de ser ocupados en nuevas tareas,
aspectos muy definidos y bien secuenciados:
siempre que no requirieran una preparació n
en primer lugar la producció n textil del
técnica profunda y continuada como ocurría en
algodó n, en segundo té rmino a la siderurgia
las labores gremiales.
con el carbó n mineral y finalmente al
desarrollo de la energía del vapor. En otro orden de cosas, la nobleza
britá nica no era menos orgullosa ni despó tica
Es cierto que la idea de un cambio, de que la del resto de Europa pero sí presentaba
una modificació n má s o menos sustantiva algunos rasgos distintivos interesantes, ya que
en un proceso artesanal puede surgir (como en el Reino Unido de la Gran Bretañ a
de hecho ha ocurrido mú ltiples veces en la ú nicamente el hijo mayor heredaba el título y
Historia), en cualquier momento y lugar, pues las preeminencias estamentales, mientras que
só lo es preciso que exista la necesidad, que sus hermanos se veían reducidos a la condició n
de “pueblo
2 BOLETíN DE LA ACADEMIA MALAGUEÑA DE
llano”. Ademá s, todos los aristó cratas de fuego” si no hubiese estado angustiado por
pagaban sus impuestos y no caían en la la suma estrechez econó mica que padecían
“derogueance”, es decir, no eran expulsados los ayudantes en la Universidad.
ni perdían sus prerrogativas estamentales
por ejercer actividades mercantiles –no só lo en
cuanto que actuaran como corsarios sino como LA MECANIZACIÓN TEXTIL
mercaderes y/o financieros– siempre que no En esencia, el tejido es el
trabajaran con sus manos. E incluso esta entrecruzamiento de unos hilos verticales
limitació n sobre el trabajo manual era mucho denominados “urdimbre”, con otros
menos estricta que en el continente, porque horizontales llamados “trama”, lo que produce
varias novedades té cnicas surgidas en el una tela que luego se enfurte, apelmaza,
aparataje agrario eran fruto de la inventiva de repela, desengrasa y entinta para dar lugar a los
un aristó crata britá nico, pues Lord “Turnip” tejidos que salen al mercado. El producto textil
inventó y construyó un innovador arado y consta pues de dos procesos encadenados: el
otros aperos de labranza. En Inglaterra primero –la hilatura o hilado– consiste en
tampoco la acumulació n de capital debía transformar la materia prima (lana, algodó n,
proceder exclusivamente de rentas hilaza o seda) en un hilo fuerte cuya tenacidad
territoriales y de servicios a la Corona como deviene de su torsió n y el segundo –el tejido o
exigía la aristocracia continental, sino que el tisaje– es su posterior entrecruzamiento en el
dinero de cualquier procedencia era muy bien telar para transformar el hilo en tela.
tolerado, como lo demostraba el tradicional y
muy rentable recurso nobiliario a la piratería. En el transcurso de los siglos medievales
Y, quizá como diferencia má xima, mientras que y modernos las fases de hilado y tejido
en Españ a (caso no ú nico pero si paradigmá tico consiguieron mantener un equilibrio precario
en Europa) era grave ofensa tachar a un que fue consolidá ndose por colaboració n
científico de “novator” (amigo de novedades), pragmá tica, pues la carencia de hilo implicaba
en Inglaterra cuantos aportaban unas ideas el paro del tejedor y el exceso de hilatura
susceptibles de un aprovechamiento comú n conllevaba su rá pido deterioro si no se usaba
eran premiados por el gobierno e incluso pronto en el telar. Es má s, durante la etapa
podían llegar a ser ennoblecidos, como ocurrió del Verlag system medieval (y del Domestic
en un simple peluquero al que má s adelante system en la Edad Moderna) fueron muchos
citaremos. los campesinos que realizaban ambas tareas
en los tiempos muertos que les dejaban las
En la Historia de la Ciencia, durante el
labores agrarias, procurá ndose así unos
siglo XIX y la primera mitad del siglo XX se
ingresos suplementarios, aunque la calidad del
asentó firmemente la idea de que la ciencia
producto era rudimentaria y debía ser mejorada
siempre había venido a solventar los problemas
con un tratamiento llamado Factory system que
que presentaba la té cnica, quizá porque
correspondía a su manipulació n final en talleres
extrapolaban al pasado lo que ocurría en su
gremiales.
é poca. Pero en lo que concierne a esta
Primera Revolució n Industrial, el saber En el primer tercio del siglo XVIII las
científico estuvo totalmente ausente de la telas de algodó n fueron sustituyendo a las de
mecanizació n textil y la siderurgia del carbó n, lana, porque su menor calidad era
apareciendo tan só lo en la segunda fase del compensada por su inferior precio que los
desarrollo de la energía del vapor, en la que sí ponía al alcance de una demanda menos
intervino de una forma fundamental la teoría selectiva pero mucho má s extensa, siendo é sta
científica del “calor latente”. Es má s, a pesar la razó n primordial por la que los textiles
de una reciente teoría revisionista, lo cierto iniciaron las innovaciones de la Revolució n
es que las Universidades despreciaron toda la Industrial.
innovació n de una manera sistemá tica, quizá
Hacia 1733 el tejedor John Kay inventó un
porque su propia y pluricentenaria tradició n,
telar, bautizado con el nombre de Lanzadera
junto con su orientació n teoló gica y elitista,
volante, que sustituía la canilla manejada
las distanciaba radicalmente del mundo
por el tejedor por un artilugio mecá nico –un
productivo. Es innegable que James Watt fue
brazo articulado– que no só lo era mucho má s
ayudante de Joseph Black y que conocía su
rá pido sino que permitía que el ancho del
teoría sobre el “calor latente”, pero es má s
tejido sobrepasara la longitud de sus brazos,
que discutible que se hubiese interesado en
tamañ o que era un límite infranqueable hasta
mejorar la “má quina
CONFERENCIAS 3
a los obsoletos artesanos a la má s absoluta metá licos de una misma familia pero que tienen
pobreza. unas características técnicas diferentes:
– El hierro fundido, tambié n llamado
“colado, fundició n o arrabio”, que era la masa
que salía directamente por la boca del alto
horno conteniendo una gran cantidad de
carbono (del 2 al 4%), junto a impurezas que
lo hacía frá gil y quebradizo, y que no soldaba
en caliente, características que impedían
transformarlo directamente en objetos de
consumo, por lo que tenía que ser refinado en
las fraguas.
– El hierro dulce o “forjado” producido
en las fraguas (o forjas) y que presentaba
Telar de vapor. escasa composició n de carbono (0.05 a 0.25%),
siendo dú ctil y maleable, es decir que se
podía laminar (hacer planchas) y trefilar
LA SIDERURGIA DEL CARBÓN MINERAL (convertir en alambre). Los productos de
Desde el siglo XV, las antiguas forjas hierro dulce, cuando se rompían era posible
que se habían transformado en los hornos soldarlos calentá ndolos al rojo y batié ndolos
altos para fundir masivamente el mineral con martillos, pero resultaba caro y escaso
fé rrico acrecentaron sus chimeneas de carga, por lo que su utilizació n se reservaba al Estado
así como la producció n de arrabio. Y ambos, y a los estamentos privilegiados.
altura y productividad, fueron acercá ndose – El acero es una clase muy especial
a un límite que no radicaba en el techo de su de hierro con una composició n media de
efectividad sino en la necesidad de utilizar carbono (0.2 a 2.1%); es dú ctil y maleable
como combustible carbó n vegetal porque el como el hierro dulce y –cuando está al rojo–
carbó n mineral –infinitamente má s barato– tiene la peculiaridad de que se puede templar
producía un hierro de calidad tan baja que sumergié ndolo en agua y revinié ndolo con
había que volver a refundirlo, con lo que se aceite, lo que hace que las lá minas de acero
perdía el beneficio obtenido por el cambio de se puedan doblar (hasta ciertos límites), sin
combustible. que se partan, siendo el material adecuado
El problema llegó a ser tan agudo que, a para fabricar armas blancas. Su alto grado de
pesar del altísimo coste de fabricar un nuevo dureza y tenacidad lo hacían muy ú til para
alto horno, salía má s barato abandonar la instrumentos de precisió n como los relojes,
instalació n siderú rgica que mantenerla activa aunque era tan caro y difícil de obtener que
cuando la deforestació n de la zona circundante en el siglo XVIII se hacían joyas de acero junto a
encarecía el transporte de madera hasta las de oro y plata.
hacerla prohibitiva. Si tenemos presente que En 1709 el herrero britá nico Abraham
durante la Edad Moderna, la leñ a y el carbó n Darby –primero de una importante saga de
vegetal que de ella se obtenía, significaban algo obreros metalú rgicos– comenzó a experimentar
similar a lo que ahora suponen los plá sticos con mezclas de carbones intentando abaratar
para la economía actual, comprenderemos el precio del hierro y añ os despué s tuvo la
que la deforestació n no era una preocupació n genial idea de fundir en moldes de barro
ecologista o estamental (por la pé rdida de cacharros para cocinar, ofreciendo a una
bosques de caza de la nobleza), sino un á vida clientela un nuevo menaje que toda
problema que se agudizaba para todas las ama de casa necesitaba para poder utilizar
capas de la sociedad dado que afectaba a la carbó n mineral; muy barato, porque su calor
construcció n, a la alimentació n y, en suma, a las fundía los utensilios de peltre, ú nicos a los que
actividades cotidianas má s esenciales. tenía acceso el pueblo llano. Las nuevas ollas
Hay que tener presente que con el eran pesadas y se rompían si recibían golpes
sustantivo hierro denominamos tres productos fuertes, pero podían ser sustituidas por muy
poco dinero ya que las piezas rotas las volvía a
fundir el mismo Darby, que luego las
revendía. Miles de ollas,
CONFERENCIAS 5
sistema econó mico: la “mano oculta” que mANTOUx, P. 1962. La Revolución Industrial en
autorregulaba las relaciones mercantiles. el siglo XVIII. Aguilar, Madrid.
Una obra que por primera vez consideraba
al trabajo como el ú nico “creador de riqueza” mONTIEL TORRES, F. y VILLAS TINOCO, S. 2000.
y una teoría científica que sistematizaba la Historia, ciencia y técnica. SPICUM,
praxis financiera que había hecho triunfar la Má laga.
Revolució n Industrial Inglesa. mONTIEL TORRES, F. y VILLAS TINOCO, S. 2004.
Historia Social de la Ciencia la Técnica y la
BIBLIOGRAFÍA SELECCIONADA Tecnología. (2ª) SPICUM, Má laga.
DEANE, PH. 1977. La primera Revolución mORI, G. 1983. La Revolución Industrial.
Industrial. Economía y sociedad en Gran Bretaña en la
Península, Barcelona. segunda mitad del siglo XVIII. Crítica,
Barcelona.
ESCUDERO, A. 1993. La Revolución Industrial. 2ª ed.
Anaya, Madrid. VILLAS TINOCO, S. 1990. Las Claves de la Revolución
Industrial. Planeta, Barcelona.