Argentina, 1973-1976 - de La "Democracia Integrada"

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PUBLICADO en REVISTA MATÉRIAUX POUR L´ HISTOIRE DE NOTRE TEMPS, Nº 81, lo excluían, y la nueva y salvaje dictadura del “Proceso de Reorganización

janvier –mars 2006, L´Argentine de Perón à Kirchner, BIBLIOTHÈQUE DE


DOCUMENTATION INTERNATIONALE CONTEMPORAINE, UNIVERSITÉ DE Nacional”, presidida por el general Jorge Rafael Videla.
NANTERRE, PARÍS, FRANCIA, ISSN 0769 – 3206

II.- Del exilio al poder 1


ARGENTINA, 1973-1976: DE LA “DEMOCRACIA INTEGRADA” Desde una perspectiva actual, parece ineludible remontar algunas de aquellas
AL TERRORISMO DE ESTADO
contradicciones hasta el desplazamiento del peronismo del control del Estado en
* **
Ana M.Barletta y Jorge Cernadas 1955, por la llamada “Revolución Libertadora” del general Pedro Eugenio
Aramburu. “Desperonizar” fue una de las consignas más fuertes de la etapa que
El arte de hacer política no es gobernar el orden,
sino gobernar el desorden se abría: “desperonizar” la política y la economía, y también a la clase obrera, la
Juan D. Perón universidad, el ejército... Cómo desarrollar el capitalismo argentino sin una clase
obrera peronista que, a la vez, no resultara severamente perjudicada por ello,
I.- ¿Porqué el ‘73? para que pudiera plegarse al espíritu de los “libertadores”, constituyó así uno de
Ya desde su título mismo (“Argentina, 1973-2003”), el dossier de Máteriaux los problemas centrales 2 . A partir de entonces, los interrogantes acerca de “qué
convoca inmediatamente un problema clásico del análisis histórico, el de la hacer con las masas” y qué rumbo asignar a la economía argentina marcaron
periodización. Porque si existen pocas dudas de que en el proceso argentino el gran parte del debate político. La “modernización” económica post-peronista,
año ‘73 fue vivido por sus contemporáneos –con euforia o pesar, según el caso– centrada –con diversas variantes en las que no podemos detenernos aquí– en el
como un hito de la historia nacional, treinta años más tarde resulta casi un lugar aliento a una nueva fase de sustitución de importaciones industriales, con el
común señalar allí el comienzo de una coyuntura histórica densa, atravesada por capital extranjero como protagonista crecientemente principal, aunque se abrió
múltiples y agudas contradicciones, cuya brutal resolución comenzaría a paso con dificultad, en cualquier caso modificó sensiblemente el paisaje de la
transitarse en 1974-1975, para consumarse a fondo tras el golpe de Estado de economía local, sustentando un crecimiento moderado, aunque de carácter
marzo de 1976. Aunque las posibles respuestas son inevitablemente múltiples, espasmódico y escasamente integrado 3 . Ello no bastó, sin embargo, para
es necesario, entonces, intentar esbozar qué estuvo en juego en los escasos pero resolver el primer problema. Por una parte, el pacto proscriptivo del peronismo
intensos tres años transcurridos entre la derrota política de la arrogante vigente luego de 1955, sostenido por los sucesivos gobiernos militares y civiles
“Revolución Argentina” (liderada por el general Juan Carlos Onganía en junio del período, no logró diluir –más bien al contrario– la identidad política de las
de 1966), derrota espectacularmente simbolizada por la vuelta del peronismo y clases populares moldeada en los años ´40, ni opacar definitivamente la
de Juan Domingo Perón al poder, tras casi dos décadas de fórmulas políticas que
1
Amaral, S. y Plotkin, M. (comps): Perón: del exilio al poder, Bs. As., Cántaro, 1993.
2
Altamirano, C: Bajo el signo de las masas. 1943-1973, Bs. As., Ariel, 2001.
* 3
UNLP y UBA. Pucciarelli, A.: “Dilemas irresueltos en la historia reciente de la sociedad argentina”, en A. Pucciarelli
**
UBA y UNGS. (ed.): La primacía de la política, Bs. As., Eudeba, 1999.
1 2
influencia política de Perón sobre éstas, tal como esperaban los principales sobre la sociedad clausurando el débil sistema de partidos establecido en el ‘55
actores políticos, incluso las izquierdas. Por otra parte, la propia (y la actividad política misma), para priorizar el crecimiento acelerado de una
“modernización” en el campo de la economía, aunque vista a la distancia con economía industrializada “eficiente”, comandada por el gran capital urbano
nostalgia por más de un observador actual, estuvo lejos de articularse extranjero y nacional, en un proceso de duración incierta que daría lugar más
linealmente con grados crecientes de armonía social y de inclusión política – tarde a una mayor “sensibilidad social” en la distribución de sus beneficios, y a
como prometía su temprana versión “desarrollista”, por boca de su principal algún tipo de apertura política, eventualmente de tipo corporativo. La fórmula
impulsor, el presidente Arturo Frondizi (1958-1962)–, y no proveyó bases pareció funcionar bien –en sus propios términos– durante un par de años. Pero
4
sólidas para edificar proyecto hegemónico perdurable alguno . Existe una pronto los parsimoniosos cálculos del régimen se vieron dramáticamente
sugerente literatura que habilita a interrogarse si tal hegemonía fue alterados por la acumulación de múltiples frentes de tensión, tanto internos (v.gr.
efectivamente perseguida por los sectores económicamente dominantes de la los alentados por poderosas fracciones de las propias clases dominantes, como
época, o si, por el contrario, sus intereses encontraban mejor resguardo en el los terratenientes pampeanos) como externos al sistema de poder. Estos últimos
contexto de aguda inestabilidad política que es uno de sus rasgos más notorios, resultaron espectacularmente ejemplificados por el “Cordobazo” (mayo de
5
conformando así un modelo de “dominación sin hegemonía” . En cualquier 1969) 7 y otros graves alzamientos populares urbanos en el interior del país, el
caso, algunos de los más estimulantes análisis sobre el período 1955-1976 han aumento generalizado de la conflictividad social que les siguió, y la creciente
dibujado (con variantes tributarias de sus diversos enfoques teóricos) la imagen actividad de numerosas organizaciones político-militares de signo peronista o
de una sociedad atravesada por “empates” o bloqueos recíprocos de los marxista 8 . El resonante secuestro y posterior asesinato del general Aramburu por
proyectos de los principales actores, cuyo carácter recurrente devino en grados parte de la guerrilla peronista, brindó a los jefes militares la oportunidad para el
de enfrentamiento sociopolítico cada vez más profundos y virulentos, y en un desplazamiento de Onganía del poder. El tardío y políticamente estéril giro
6
deterioro creciente de las capacidades y la autonomía relativa del Estado . “nacionalista” intentado bajo la breve gestión del general Roberto M.
La “Revolución Argentina”, tal el modesto nombre que se autoasignó el Levingston (1970-1971) cedió paso −tras otro alzamiento en la ciudad de
régimen militar inaugurado en 1966, pretendió, a su modo, resolver este cúmulo Córdoba– a la presidencia del general Alejandro Lanusse, artífice de una nueva
de problemas. Para ello, partía de un diagnóstico que, asociando desarrollo y estrategia de resolución de la crisis que el propio régimen había venido a
“seguridad nacional”, enfatizaba la necesidad de restablecer la autoridad estatal agudizar, consistente en procurar el reencauce de la situación y la reconstrucción

4
A este respecto, resulta significativo que hacia 1964 Tulio Halperin Donghi se refiriera al período
7
inaugurado en 1930 como signado por una “guerra civil larvada”. Argentina en el callejón, Montevideo, Tal la denominación de lo que comenzó siendo una huelga convocada por las centrales obreras de la
Arca, 1964. ciudad mediterránea de Córdoba, y que derivó en un alzamiento popular con duros enfrentamientos
5
Según la fórmula propuesta por Rouquié, A.: “Hegemonía militar, estado y dominación social”, en A. callejeros con las fuerzas de seguridad y el ejército.
8
Rouquié (comp): Argentina, hoy, Bs. As., Siglo XXI, 1982. Aunque existían antecedentes de efímeras experiencias de guerrilla rural, entre 1968 y 1970 se asistió a
6
Portantiero, J. C.: “Economía y política en la crisis argentina, 1958-1973”, en Revista Mexicana de una rápida multiplicación de organizaciones político-militares, de actividad mayormente urbana, de las
Sociología, vol. 2, 1977; O’ Donnell, G: “Estado y alianzas en la Argentina, 1956-1976”, en Desarrollo que Montoneros, de orientación peronista, y el Ejército Revolucionario del Pueblo, de signo marxista
Económico nº 64, 1977; De Riz, L.: Retorno y derrumbe: el último gobierno peronista, México, Folios, (ambas fundadas en 1970), resultarían las más influyentes en los años finales de la “Revolución
1981, y Cavarozzi, M.: Autoritarismo y democracia (1955-1983), Bs. As., CEAL, 1983. Argentina” y en los del tercer gobierno peronista.
3 4
del poder estatal a través de la reconciliación con los partidos tradicionales – estuviera realmente en presencia –como han argumentado diversos autores– de
agrupados desde fines de 1970 en la llamada “Hora del Pueblo”–, la dirigencia una “crisis orgánica”, de “dominación celular” o de “dominación social”
sindical peronista y el empresariado “nacional”. Se trataba de poner fin a la (nociones cercanas a la de crisis revolucionaria), parece evidente que el
experiencia de gobierno militar, aislando a los núcleos duros de lo que algunos poderoso y multiforme proceso de contestación social y agitación política
contemporáneos llamaban “nueva oposición” emergente (corrientes sindicales abierto con el “Cordobazo”, alimentado por el conglomerado heterogéneo de
combativas y “clasistas” afianzadas tras el “Cordobazo”, organizaciones fuerzas que ha sido denominado como “nueva izquierda” 10 , disparó temores de
armadas, expresiones radicalizadas de la izquierda, el peronismo y el ruptura del orden social y planteó desafíos políticos que las clases dominantes, el
cristianismo) para facilitar su represión, preservando –hasta donde fuera gobierno militar y los líderes y fuerzas políticas tradicionales no habían
posible– la unidad de las fuerzas armadas y su rol tutelar sobre un futuro enfrentado en décadas, si es que alguna vez habían debido hacerlo.
gobierno constitucional, que surgiría de elecciones sin proscripción formal del Hacia fines de 1972 y comienzos de 1973, resultaba evidente que el “Gran
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peronismo . Acuerdo”, al menos en los términos en que inicialmente había sido concebido
Tal estrategia (el llamado “Gran Acuerdo Nacional”) suponía no obstante por la fracción político-militar que lideraba Lanusse, carecía de viabilidad.
que la oposición “sensata” al régimen, y especialmente el propio líder exiliado Perón había regresado fugazmente al país en noviembre de 1972, sellando un
del peronismo, se avinieran a concertar una serie de condiciones para el traspaso acuerdo de gobernabilidad con los principales partidos políticos, en un
del poder (incluidas la condena explícita de Perón a los movimientos encuentro al que también asistieron dirigentes de la Confederación General del
radicalizados y la eventual candidatura presidencial consensuada del mismo Trabajo (central única de los trabajadores) y la Confederación General
Lanusse), aunque pronto resultó evidente que las fuerzas armadas en el gobierno Económica, representativa del empresariado “nacional”. Esta articulación
tenían escaso margen de maniobra política para imponerlas. El pasaje de la corporativa y partidaria esbozaba el modelo de “democracia integrada” que poco
“política en suspenso” onganiana a la “primacía de la política” lanussista se después propondría formalmente Perón. El clima de efervescencia política y
reveló más complejo y tortuoso de lo que fantaseaban el gobierno militar y sus movilización social, al que se agregaban los audaces operativos de las
asesores civiles. El tradicional clivaje peronismo/antiperonismo, dominante en la organizaciones armadas, enmarcaron la realización, en marzo de 1973, de las
política argentina desde mediados de la década de 1940, aunque indudablemente elecciones nacionales, que dieron el triunfo a Héctor J. Cámpora, delegado
persistente, aparecía ahora complicado por la emergencia de nuevos actores, personal y candidato designado por Perón –inhibido de presentarse él mismo
incluida un ala intransigente y radicalizada, predominantemente juvenil (y mediante un artilugio legal del régimen militar– al frente de una coalición con
estimulada públicamente por Perón), dentro del propio movimiento peronista, centro en el heterogéneo movimiento peronista, el “Frente Justicialista de
más heterogéneo que nunca. Aunque hoy sin duda pueda discutirse que se Liberación Nacional”. Quedaban así sepultadas las especulaciones acerca de la

9 10
O’Donnell, G: 1966-1973: El Estado burocrático-autoritario. Triunfos, derrotas y crisis, Bs. As., Ed. Tortti, M. C.: “Protesta social y nueva izquierda en la Argentina del Gran Acuerdo Nacional”, en
de Belgrano, 1982. Taller. Revista de Sociedad, Cultura y Política nº 6, 1998.
5 6
no realización de las elecciones comprometidas por el gobierno militar, o sobre Bienestar Social, el ultraderechista José López Rega), auspiciaban vertiginosas
un eventual desconocimiento de sus resultados por parte de éste. definiciones. Aunque hasta entonces no habían faltado señales del rumbo
político que podrían seguir los acontecimientos, esas definiciones se precipitaron
III.- Cámpora al gobierno con el nuevo retorno de Perón al país, el 20 de junio de 1973. La multitudinaria
El triunfo de Cámpora pareció consagrar la creciente influencia política del ala manifestación popular reunida en las inmediaciones del aeropuerto de Ezeiza
radical del peronismo, ya hegemonizada por Montoneros, conocida como la para recibirlo concluyó con una masacre planificada por parte de sectores de la
“Tendencia revolucionaria”, cuyo protagonismo en la campaña electoral había extrema derecha del movimiento, liderados, entre otros, por el coronel Osinde
sido indiscutible. La noche misma de su festejada asunción, el 25 de mayo, una (ex-funcionario de seguridad del primer peronismo y asesor de Perón en la
multitud militante forzó la liberación de los presos políticos del régimen militar materia), el secretario de la Confederación General del Trabajo y fiel seguidor
recién concluido, acción convalidada luego por una amnistía decretada por de Perón, José Ignacio Rucci, y José López Rega, en un anticipo de la actuación
Cámpora y aprobada por el parlamento. Asimismo, personal político cercano a de bandas armadas clandestinas que se generalizaría poco después 12 . Al día
Montoneros asumió cargos de responsabilidad en algunas gobernaciones, siguiente, Perón, sin prácticamente aludir a lo sucedido, dejó en claro que “no
ministerios y universidades, y representaciones parlamentarias. El clima de hay nuevos rótulos que califiquen a nuestra doctrina ni a nuestra ideología”, en
movilización alcanzó un momento culminante con las “tomas” (ocupación de el contexto de un discurso público rico en advertencias y amenazas hacia “los
reparticiones públicas, fábricas, centros de comunicaciones, etc.), en su mayoría que ingenuamente piensan que pueden copar nuestro Movimiento o tomar el
destinadas, según el discurso público de sus promotores, a abortar maniobras poder que el Pueblo ha reconquistado”. La ambigüedad discursiva de los últimos
“continuistas” y fortalecer al nuevo gobierno popular, aunque no pocas de estas años del exilio cedía paso ahora a un corte neto, sustancialmente distinto del
acciones (que sumaron alrededor de seiscientas en pocos días) fueron reactivas a anhelado por la izquierda peronista: donde ésta aguardaba la reivindicación de
11
las protagonizadas por diversos sectores radicalizados . sus luchas, y acaso un pronunciamiento en favor de la “patria socialista”, el
Sin embargo, las claves de la coyuntura política estaban lejos de agotarse veterano general reivindicaba las “veinte verdades” del peronismo histórico y
en estos acontecimientos vibrantes. El hecho mismo de que la consigna más llamaba a “volver al orden legal y constitucional” 13 .
voceada de la campaña electoral hubiera sido “Cámpora al gobierno, Perón al Sin embargo, las palabras y las cosas no obstaron para que el ascendiente
poder”, y de que el propio Cámpora se asumiera públicamente como presidente político de Perón apareciera aún como el vértice de las expectativas políticas
vicario (circunstancia verificada asimismo en la diversidad de su gabinete, que, más disímiles: desde la inminente consumación del confuso “socialismo
espejando a la del movimiento ahora gobernante, integraba también, entre otros, nacional” alentado por el ala radicalizada del peronismo, hasta la reimplantación
a representantes del sindicalismo peronista tradicional, a viejos cuadros políticos
11
Nievas, F.: “Cámpora: primavera-otoño. Las tomas”, en A. Pucciarelli (ed.): Op.cit.
12
del partido peronista, y al poderoso secretario personal de Perón y ministro de 13
Verbitsky, H.: Ezeiza, Bs. As., Contrapunto, 1986.
Svampa, M.: “El populismo imposible y sus actores, 1973-1976”, en D. James (dir.): Violencia,
proscripción y autoritarismo (1955-1976), Nueva Historia Argentina T. IX, Bs. As., Sudamericana,
2003.
7 8
del “orden” que, desde distintos ángulos, anhelaban sectores tan diversos como precios por dos años, período durante el cual quedaban suspendidas las
la dirigencia peronista sindical tradicional, el ala ultraderechista del peronismo negociaciones colectivas obrero-patronales, privando así a la dirigencia sindical
aglutinada alrededor de López Rega, el empresariado o las propias fuerzas de una de las fuentes de su capacidad de presión. No sin razón, el acuerdo fue
armadas. En cualquier caso, la “primavera camporista” tenía los días contados: aceptado con alivio –dado el clima político existente– por las principales
las presiones para acelerar la renuncia de Cámpora y una nueva convocatoria a corporaciones patronales, y con reticencia por los jerarcas sindicales, por otra
elecciones se multiplicaron. Tras entrevistarse con el presidente, un exultante parte apremiados por las demandas de sus bases.
Rucci –respaldado por Perón– declaró a la prensa “se acabó la joda”, lo que Un segundo defasaje remite al hiato existente entre aquellas expectativas
14
equivalía a declarar el fin del gobierno . Cámpora había sido derrocado. populares, inscriptas aún mayoritariamente en el ideario y la identidad política
peronistas, y los horizontes políticos contrahegemónicos de largo alcance de las
IV.- Perón al poder izquierdas, desde los días de la retirada del régimen militar. La misma
La vuelta de Perón al poder en octubre de 1973, tras ser plebiscitado con el 62% convocatoria de elecciones sin proscripciones les había planteado complejos
de los votos en las elecciones de setiembre, puso en el centro de la escena un desafíos: sus diversas vertientes oscilaron entre el voto en blanco y el “apoyo
doble defasaje. El primero de ellos, relativo a los desajustes entre las enormes crítico” al peronismo. Cabe señalar aquí la subestimación de esas expectativas
expectativas acumuladas por los sectores populares (en términos de reparación (particularmente en la izquierda revolucionaria), tanto como la dificultad para
por los largos años de proscripción política, pero también de vuelta a la bonanza traducir en términos políticos y programáticos aquellos horizontes, en un
de los primeros gobiernos peronistas), y las magras realidades ofrecidas a los contexto político rápida pero profundamente alterado desde el aún cercano
mismos por el “Pacto Social”, acuerdo entre patronos, sindicatos y Estado y enfrentamiento a la dictadura militar. En el primer defasaje señalado, las
piedra angular del proyecto de “democracia integrada” propuesto como “modelo diversas vertientes de la “nueva izquierda” sólo parecen haber percibido una
argentino” por Perón, quien remarcaba que dicho convenio era también un preciosa oportunidad de resolver la contradicción que aquél conllevaba en favor
“pacto político”. El Pacto, delineado por el ministro de Economía José Ber de las clases populares, omitiendo o minimizando la capacidad de
Gelbard –líder de la CGE– y firmado ya en tiempos de Cámpora, establecía recomposición de sus adversarios de dentro y fuera de la alianza gobernante, y la
básicamente la política de ingresos, como parte de un programa económico más consiguiente posibilidad de resolución de esa contradicción a expensas (y no a
amplio que ha sido calificado como intervencionista, nacionalista y favor) de los sectores subalternos. A este respecto, gran parte de la literatura
15
moderadamente redistributivo , pero que apenas si tuvo un principio de existente ha remarcado la “descolocación” de las formaciones de la “nueva
ejecución, y que en lo inmediato no tenía mucho que ofrecer a los sectores izquierda” en el nuevo escenario político, atribuyéndola en gran medida a los
populares: el otorgamiento de un módico aumento salarial y el congelamiento de déficit de sus propias concepciones de la política y lo político 16 , o a sus

14 16
De Riz, L.: La política en suspenso, 1966/1976, Bs. As., Paidós, 2000. Tal lo que sucede, especialmente, en algunos ensayos de los años ‘80, fuertemente permeados por la
15
Di Tella, G: Perón-Perón, Bs. As., Sudamericana, 1983. revalorización de la institucionalidad democrática posterior a 1983. Véase, por ejemplo, Ollier, M. M.: El
9 10
“errores” de apreciación del balance de fuerzas del momento. Asimismo, se ha marxistas (lo que sin embargo no resultó contradictorio con su crecimiento, al
argumentado que el crecimiento orgánico de tales formaciones en el interior de menos “cuantitativo” 18 ), llevadas al terreno que, por otra parte, más convenía a
las fuerzas sociales movilizadas desde fines de los años sesenta era aún sus adversarios para aislarlas y eliminarlas, abriendo de paso la puerta a la
17
molecular hacia 1973 . En cualquier caso, sus adversarios comenzaron a relegitimación de las fuerzas armadas. Ésta tuvo una oportunidad relevante a
producir temprana y vertiginosamente hechos y discursos contundentes, tanto propósito de las tareas de represión del foco de guerrilla rural lanzado por el
los que podían inscribirse formalmente dentro de la nueva legalidad liberal- Ejército Revolucionario del Pueblo en la provincia de Tucumán, en el llamado
democrática, como los que caían abiertamente fuera de ella. Entre los primeros, “Operativo Independencia”, verdadero banco de prueba de los métodos de
cabe contabilizar el propio desplazamiento de Cámpora, la sanción de una nueva represión clandestina que se generalizarían tras el golpe de Estado de 1976.
Ley de Asociaciones Profesionales que reforzaba el poder interno de la
burocracia sindical tradicional para enfrentar los desafíos de las corrientes V.- Derrumbe
combativas; la reforma de orientación represiva del Código Penal que A mediados de 1974, el panorama político y económico se presentaba cargado
restablecía medidas de la anterior dictadura militar; la promoción de López Rega de sombrías perspectivas. Por un lado, durante un acto realizado en la Plaza de
de cabo de la policía a comisario general... Entre los segundos, la masacre de Mayo para conmemorar el Día del Trabajo, se consumó la clamorosa ruptura
Ezeiza, nunca investigada; la destitución del gobernador de Córdoba, cercano a pública del caudillo con la izquierda peronista liderada por Montoneros. Si en
la “Tendencia”, por parte del jefe de policía local, hecho conocido como el Ezeiza no había sido claro el resquebrajamiento de la alianza entre el líder y la
“navarrazo” y consentido por el presidente Perón; las primeras acciones públicas izquierda de su movimiento, ahora la diferencia se escenificaba en la Plaza: los
de la banda paraestatal de ultraderecha conocida como “Triple A” a fines de integrantes de la “juventud maravillosa” de los discursos de Perón de fines de
1973... Estamos lejos, como se ve, de la benévola fígura del “león herbívoro” los años sesenta, pasaban a ser los “estúpidos que gritan” o los “imberbes”. Por
con la que Perón gustó presentarse a su regreso al país, y más cerca de los otro lado, se acumulaban los signos de rápida erosión del Pacto Social,
límites del estrecho desfiladero de la “democracia integrada”. Ésta suponía progresivamente desbordado por empresarios y trabajadores, en un marco
desafíos políticos mayúsculos para las formaciones de izquierda, que procuraron económico internacional crecientemente adverso, sacudido por la crisis del
ensayar respuestas diversas, políticas y político-militares, aunque su destino petróleo. En tal contexto, el 1º de julio de ese año, murió Perón. La presidencia
común resultaría a la postre la derrota. También en aquellos límites quizá recayó en su tercera esposa, “Isabel”, quien ciertamente carecía de las
radique una de las claves de la creciente “militarización” de la práctica política capacidades de arbitraje político del viejo líder populista. Una alianza
de algunas de las principales organizaciones político-militares peronistas y temporaria entre el “entorno” presidencial, encabezado por López Rega, y la
dirigencia sindical, abandonó lo que quedaba del Pacto Social, forzando la
fenómeno insurreccional y la cultura política, Bs. As., CEAL, 1986; Hilb, C. y Lutzky, D: La nueva
izquierda argentina: 1960-1980 (Política y violencia), Bs. As., CEAL, 1984.
17 18
Landi, O: “La tercera presidencia de Perón: gobierno de emergencia y crisis política”, Documento Gillespie, R.: Soldados de Perón. Los Montoneros. Bs. As., Grijalbo, 1987; Pozzi, P.: “Por las sendas
CEDES/CLACSO nº 10, Bs. As., 1978. argentinas...” El PRT-ERP. La guerrilla marxista, Bs. As., Eudeba, 2001.
11 12
renuncia del ministro de Economía Gelbard, y ajustó cuentas con los núcleos nucleados en la Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias
antiburocráticos de disidencia gremial (representados por dirigentes como (APEGE), promotora de una campaña periodística sistemática y de un lock-out
Agustín Tosco, René Salamanca y Raimundo Ongaro) y con los funcionarios patronal ya claramente orientados hacia el golpe de Estado, mientras los
afines a la izquierda peronista subsistentes en el aparato estatal. Estos conflictos dirigentes sindicales, por su parte, criticaban el desabastecimiento y la
se tramitaban en un cuadro de crisis y reversión del largo ciclo populista que especulación y la demanda de liberalización de precios y de pauperización de la
19
había consolidado en los años 40 el mismo movimiento gobernante : a clase obrera como el “verdadero terrorismo económico y social”. El aliento al
mediados de 1975, Isabel Perón y su “entorno” lopezrreguista intentaron un golpe fue acompañado también por los grandes medios de prensa, como los
drástico cambio de alianzas y de orientación económica a través del llamado tradicionales diarios La Nación y La Prensa, y por voceros de la poderosa
Plan Rodrigo (por el nombre del ministro de Economía que intentó su Iglesia católica como monseñor Bonamín y monseñor Tortolo, quienes, en la
aplicación). Éste involucraba un alejamiento categórico de las líneas segunda mitad del año ‘75, ya profetizaban la proximidad de “un proceso de
tradicionales de la economía del peronismo, y la apuesta a un esquema de poder purificación” encabezado por las fuerzas armadas. Éstas, por su parte,
que, empezando por el frontal ataque a la “columna vertebral” del movimiento encargadas desde principios de 1975 del “aniquilamiento de la subversión” por
(los sindicatos), poco o nada tenía que ver ya con el agonizante “modelo el Poder Ejecutivo Nacional, se instalaron en una posición de aparente
nacional-popular”. Aunque la Confederación General del Trabajo (temerosa de “prescindencia” política que, en realidad, encubría su cuidadosa preparación
verse desbordada por el malestar y la movilización de sus bases) consiguió para hacerse del poder en el momento que juzgaran propicio. Algunas
bloquear el proyecto decretando la primera huelga general contra un gobierno espectaculares acciones de las principales organizaciones armadas, Montoneros
peronista, y producir el desplazamiento del elenco que lo impulsaba, se trató de y ERP, en Formosa y en las afueras de Buenos Aires (sintomáticas del fracaso
una victoria pírrica, y acaso de la última expresión de esa clase obrera madura de su estrategia en el terreno estrictamente militar, y de su creciente aislamiento
20
caracterizada por Juan C. Torre . político, producto, en parte, de su accionar exclusivamente clandestino desde
El frustrado “desempate” intentado mediante el Plan Rodrigo colocó en 1974), crisparon aún más el clima político a fines de 1975 y principios de 1976.
primer plano la beligerancia política cada vez más visible de los sectores
económicos predominantes 21 , que en ese contexto empezaron a denunciar el VI.- Desempate

“excesivo” poder de los dirigentes sindicales, aun de los negociadores –que la La nueva dictadura inaugurada sin mayores oposiciones en marzo de 1976 ya no

izquierda consideraba “traidores” al movimiento obrero–, como una “amenaza” se autotituló Revolución 22 , como sus predecesoras de 1955 y 1966, sino

que podría desembocar, en última instancia, en el “colectivismo”. A la temprana “Proceso de Reorganización Nacional”, proponiéndose, esta vez, un proyecto

oposición de los grandes propietarios rurales, se agregó la de otros sectores, más ambicioso que aquéllas: la “reorganización” de una sociedad que había

19
Tarcus, H: “La crisis del Estado populista: Argentina, 1976-1990”, Realidad Económica n° 107, 1992.
20 22
Torre, J.C.: Los sindicatos en el gobierno, 1973-1976 , Bs. As., CEAL, 1983. Debemos esta observación a nuestras alumnas Lorena Pena y María L. Bragone, del Taller de
21
Sidicaro, R.: Los tres peronismos, Bs. As., Siglo XXI, 2002. Investigación “¿Crisis o decadencia?”, Carrera de Sociología-UBA.
13 14
desafiado el orden y la autoridad en todos los rincones de la vida social, y no “desempate” que el mismo gobierno peronista había intentado transitar
sólo en el terreno más visible de los enfrentamientos político-militares de los infructuosamente con el “Rodrigazo” de mediados de 1975. La nueva transición
grandes escenarios de la política. Si la “Revolución Libertadora” había fracasado a un gobierno civil en 1983, aunque los militares y sus aliados no lograran
en sus objetivos proscriptivos y desestructurantes del Estado nacional-populista (comparativamente con otras experiencias del Cono Sur) imponer las
de matriz peronista, y la “Revolución Argentina” también había fracasado en la condiciones de su retirada del poder, mal puede considerarse, veinte años
organización de un nuevo orden que evitara la persistencia y expansión del después, como un total fracaso. En efecto, la dictadura logró dejar sentadas
conflicto social ¿podían los militares y sus aliados civiles apelar nuevamente a la “herencias” bien conocidas, que condicionarían poderosamente el rumbo ulterior
palabra Revolución para denominar su proyecto? ¿No había que hacerla de la economía y la sociedad argentinas: liquidación física de numerosos
desaparecer, incluso del lenguaje, ahora que claramente expresaba otra cosa, cuadros políticos de las clases populares, descomunal endeudamiento externo,
algo que había estado presente en las imágenes y las palabras de una sociedad deterioro del Estado, concentración económica de las capas propietarias y
movilizada con voluntad de cambio, que había ganado las calles y que había fragmentación de las clases subordinadas, etc. 24 . Como señalara
disputado por nuevas formas de organización social y política en la universidad, provocativamente Perry Anderson en Buenos Aires en 1987, los nuevos
en las fábricas, en los sindicatos, en las iglesias, en los barrios, en los medios de regímenes democráticos de la región –incluido el argentino– se erigieron sobre
comunicación, en las corporaciones profesionales, en el arte y la cultura? La una derrota, y no sobre una victoria, de las clases populares 25 . Sin este
revolución era, ahora, algo que debía ser combatido y conjurado en todos los desagradable “dato” histórico, resulta imposible entender la continuidad de la
frentes. expropiación material y simbólica que éstas continuaron padeciendo en las
El nuevo régimen apuntó, sin dudas, a desandar el camino que la clase décadas siguientes.
trabajadora y otros sectores subalternos habían recorrido desde 1969. Pero,
aprovechando el vaciamiento del proyecto de poder del gobierno peronista y el
reflujo y la desmoralización de aquéllos tras las jornadas del “Rodrigazo”, en lo
interno, y la incipiente reestructuración del capitalismo mundial, en lo externo,
comenzó a ejecutar, en nombre de la lucha contra la “subversión” (elemento
aglutinante al interior de las fuerzas armadas), una revancha clasista 23 cuyo
alcance excedía ampliamente al ciclo de movilización abierto con el
“Cordobazo”, para alcanzar a los avances que los sectores subordinados habían
logrado desde la década del ‘40. En este sentido, la dictadura inició el
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Villarreal, J., Jozami, E. y Paz, P.: Crisis de la dictadura argentina, Bs. As., Siglo XXI, 1984. En
otros artículos de este dossier se profundiza sobre estos fenómenos.
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O’Donnell, G.: “ Democracia en la Argentina: micro y macro”, Bs. As., 1983, en Oszlak, O., Anderson, P.: “Democracia y dictadura en América Latina”, en H. Gaggero (comp.): Estructura social
“Proceso”, crisis y transición democrática/1, CEAL, Bs.As., 1987 y conflicto político en América Latina, Bs. As., Biblos, 1989.
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