El Peronismo. Julio Parra
El Peronismo. Julio Parra
El Peronismo. Julio Parra
EL PERONISMO
[Julio Parra1]
ADVERTENCIA
El trabajo que hoy publicamos est constituido por las notas publicadas en los nmeros 56 al 59 de El
Combatiente2, a lo que agregamos lo que debera haber sido la quinta nota, adelantada especialmente para
esta edicin.
Por razones prcticas las cuatro primeras notas han sido reelaboradas, eliminando reiteraciones o
referencias de una nota a otra, que en su momento fueron necesarias para guardar la ilacin o la visin de
conjunto en las notas parciales que se iban publicando parcialmente.
Este trabajo no pretende agotar el anlisis histrico o poltico del peronismo, fenmeno social que
cubre los ltimos 25 aos de nuestra historia. Esta empresa que requerira un trabajo mucho ms extenso y
documentado, escapa a nuestras posibilidades e intenciones actuales.
Nos hemos propuesto simplemente, efectuar un anlisis poltico del peronismo en cuanto corriente que
existe y juega un importante papel en la poltica nacional y que an cuenta con el apoyo de importantes
sectores de masas, apelando para ellos a una rpida visin de su desarrollo histrico concreto.
La vanguardia obrera y popular, destinatario principal de este trabajo, tendr la ltima palabra sobre el
acierto o desacierto con que hayamos logrado llevarlo a cabo.
Agosto de 1971
Las interpretaciones del peronismo como movimiento histrico han sido tan variadas como las
posiciones de quienes han querido interpretarlo. Desde la ya desprestigiada y olvidada versin de los actores
de la Unin Democrtica un movimiento fascista de chusma desclasada hasta la versin oficial peronista
Movimiento Nacional, pasando por toda la gama de matices intermedios posibles.
Nosotros creemos que el peronismo fue un movimiento histrico que intent un proyecto de desarrollo
capitalista independiente, a travs de un gobierno bonapartista que controlara a la clase obrera para apoyarse
en ella.
Para aclarar esta interpretacin aparentemente compleja, debemos recurrir una vez ms a El XVIII
Brumario de Luis Bonaparte, una de las obras claves de Carlos Marx, fundador del socialismo cientfico.
En este trabajo Marx analiza con claridad y precisin el movimiento y el enfrentamiento de las
distintas fuerzas sociales, de los distintos sectores de clase en lucha dentro de una sociedad capitalista, sobre
1
Este era el seudnimo de un destacado cuadro del PRT que escribi importantes documentos, entre ellos adems de El Peronismo: Pequea Burguesa y
Revolucin aparecido en El Combatiente N 54 y 55, y Moral y Proletarizacin publicado por primera vez en La Gaviota Blindada N 0 aproximadamente en julio
de 1972. La Gaviota Blindada era el nombre de una revista que en distintas pocas, durante la dictadura de Lanusse y luego en la de Videla-Massera, publicaron los
presos polticos del PRT en la crcel de Rawson. Su fundador y director fue Mario Delfino [nota del autor].
2
Los nmeros indicados de El Combatiente aparecieron en los meses de marzo, abril, mayo y junio de 1971 [nota del autor].
1
todo en momentos muy especiales de su historia. Es decir, en aquellos momentos en que un fenmeno
cualquiera, econmico o social, hace entrar violentamente en crisis las viejas estructuras de la sociedad
capitalista, enfrentando a los distintos sectores de la sociedad unos con otros. Cuando estas crisis estn
acompaadas por la madurez de la clase revolucionaria, manifestada por la existencia de un fuerte partido
proletario y de fuerzas obreras y populares de combate, se produce la revolucin.
Cuando estas crisis sorprenden al proletariado an inmaduro, sin haber logrado construir an su partido
y su ejrcito, se produce un reacomodamiento de la sociedad burguesa.
Esto es precisamente lo que sucedi en el fenmeno analizado por Marx, el golpe de estado de Luis
Bonaparte, que posteriormente se hiciera coronar emperador con el ttulo de Napolen III.
Lo que hizo Luis Bonaparte fue tomar el poder apoyado en el aparato del estado, en especial el ejrcito,
para gobernar en nombre de los intereses de toda la burguesa, sin representar a un sector determinado de la
misma.
Esto no sucede normalmente. Precisamente la razn de ser de los partidos burgueses es que cada uno
de ellos representa a un sector distinto de la burguesa, alternndose en el gobierno a travs de las elecciones.
Pero cuando esas grandes crisis que mencionamos sacuden la sociedad capitalista, ningn sector
burgus particular, que atiende slo los intereses particulares, puede gobernar eficazmente en nombre de toda
la burguesa, para reacomodar la sociedad y garantizar el mantenimiento del sistema.
Se precisa entonces un gobernante que no est comprometido con ningn sector en particular, pero que
est interesado en defenderlos a todos, en la medida en que se apoya en un rgano del sistema, como es el
ejrcito o el aparato del estado en general.
Esto es lo hizo Luis Bonaparte, de all el nombre de bonapartista que los marxistas damos a este tipo de
gobiernos. Esto es lo que haba hecho con anterioridad su to, el primer Bonaparte, Napolen el Grande.
Esto es lo que hizo el general Pern en la Argentina de 1945.
La vieja estructura argentina fundada en la dependencia del imperialismo ingls y en la casi exclusiva
explotacin agro-ganadera ya no era capaz de contener el desarrollo de las fuerzas productivas, acelerada por
la guerra y an antes, por la crisis de 1929 que disminuy la importacin de manufacturas extranjeras. En
una palabra, la vieja estructura argentina era incapaz de sostener el nuevo fenmeno de industrializacin que
vena desarrollndose desde la dcada del 30.
El viejo imperio ingls sala destrozado de la Segunda Guerra imperialista y era incapaz de detener ese
desarrollo con una nueva corriente de manufacturas. Tampoco era capaz de sostener este desarrollo con sus
inversiones, pues estaba dedicado a la tarea de reconstruir su territorio arrasado por las bombas alemanas.
El poderoso imperio yanqui, que ya apareci como la nueva superpotencia mundial, no estaba por el
momento demasiado interesado en estas latitudes. Sus intereses estaban concentrados en reconstruir Europa,
para frenar el avance de su antiguo aliado, la Unin Sovitica. Y en impedir el avance del Ejrcito Popular en
China y, en general, la extensin de la lucha popular en Asia. Demasiada tarea para abarcar mucho en
Amrica Latina, muchos de cuyos pases controlaba ya.
La coyuntura internacional haca necesario y posible, en consecuencia, un cierto grado de desarrollo
capitalista independiente en nuestro pas. La misma coyuntura brindaba la base econmica para ese
desarrollo: el intercambio favorable con los maltrechos y hambrientos pases de Europa, dispuestos a
comprar nuestro trigo y nuestra carne a cualquier precio.
Esta coyuntura favorable, sin embargo, tropezaba con un problema: la burguesa industrial argentina, la
clase que poda estar interesada en un proyecto de esta naturaleza era debilsima, casi inexistente. Los
capitales nacionales estaban casi exclusivamente en manos de la vieja oligarqua agro-ganadera, clase
parasitaria por excelencia, poco interesada en invertir en la industria.
Los sectores ms inteligentes de las fuerzas armadas se plantean, en consecuencia la necesidad de
asumir el papel de esa dbil burguesa, formulando un proyecto de desarrollo capitalista independiente. La
debilidad de su base de apoyo burguesa les hace comprender que deben buscar otro tipo de sostn para llevar
adelante ese proyecto.
La nica clase que puede brindar ese sostn es precisamente la clase obrera, en la medida que el
desarrollo de la industria significa su propio desarrollo como clase.
2
El grupo de altos oficiales dirigido por Pern se plantear entonces ganarse el apoyo de los obreros,
otorgando a los mismos sentidas conquistas, pero estructurando al mismo tiempo un tipo de movimiento
obrero que le permita controlar a la clase, impedir que puedan luchar por sus propios intereses histricos, es
decir por el socialismo.
Por eso decimos que el gobierno de Pern fue un gobierno bonapartista, que intent un proyecto de
desarrollo capitalista independiente, controlando a la clase obrera para apoyarse en ella.
EL PROYECTO BONAPARTISTA
Se ha dicho, seores, que soy un enemigo de los capitales y si ustedes observan lo que les acabo de
decir, no encontrarn ningn defensor, diramos, ms decidido que yo, por que se que la defensa de los
intereses de los hombres de negocios, de los industriales, de los comerciantes, es la defensa misma del
estado. (...) Yo estoy hecho en la disciplina. Hace treinta aos que ejercito y hago ejercitar la disciplina y
durante ellos he aprendido que la disciplina tiene una base fundamental: la justicia. (...) Por eso creo que si
yo fuera dueo de una fbrica, no me costara ganarme el afecto de mis obreros con una obra social realizada
con inteligencia. Muchas veces ello se logra con el mdico que va a la casa de un obrero que tiene un hijo
enfermo, con un pequeo regalo en un da particular, el patrn que pasa y palmea amablemente a sus
hombres y les habla de cuando en cuando, as como nosotros lo hacemos con nuestros soldados. (...)
El resultado de la guerra de 1914-1918 fue la desaparicin de un pas europeo como capitalista: Rusia
(...) En esta guerra (1937-1945), el pas capitalista por excelencia, quedar como deudor en el mundo (...) Y
entonces pienso cual sera la situacin de la Repblica Argentina al terminar la guerra, cuando dentro de
nuestro territorio se produzca una paralizacin y probablemente una desocupacin extraordinaria; mientras
desde el exterior se filtra dinero, hombres e ideologas que van a actuar dentro de una organizacin estatal y
dentro de una organizacin del trabajo (...) [habr] un resurgimiento del comunismo adormecido, que pulula
como todas las enfermedades endmicas dentro de las masas y que volver, indudablemente, a resurgir con la
post-guerra, cuando los factores naturales se hagan presentes.
Con nosotros funcionar en la casa la Confederacin General del Trabajo y no tendremos ningn
inconveniente, cuando queramos que los gremios equis o zeta procedan bien a darles nuestros consejos,
nosotros se los transmitiremos por su comando natural; le diremos a la Confederacin General: hay que
hacer tal cosa por tal gremio y ellos se encargarn de hacerlo. Les garantizo que son disciplinados y tienen
buena voluntad para hacer las cosas.
Ese sera el seguro, la organizacin de las masas. Ya el estado organizara el reaseguro, que es la
autoridad necesaria para cuando est en su lugar nadie pueda salirse de l, por que el organismo estatal tiene
el instrumento que, si es necesario, por la fuerza ponga las cosas en su quicio y no permitan que salgan de su
curso.
Estos prrafos han sido tomados del discurso pronunciado por el entonces Coronel y Secretario de
Trabajo y Previsin, Juan Domingo Pern, el 25 de agosto de 1944, en la Bolsa de Comercio de Buenos
Aires. El 31 de agosto este mismo mensaje fue ledo ante los delegados de todos los sindicatos, porque, dijo
Pern: no quiero que se desvirten mis palabras ni en el interior del pas ni en el exterior y si fuese preciso
para ello publicarlas, no tendra ningn inconveniente en que as se hiciera. (El peronismo, Carlos Prez
editor, Buenos Aires, julio de 1969, pginas 211 y subsiguientes. Tambin puede verse en el libro de Pern
El pueblo quiere saber de que se trata).
Estas palabras del lder del peronismo, pronunciadas en un momento clave de su carrera poltica (la
lucha por la totalidad del poder) arrojan bastante luz sobre el carcter del gobierno bonapartista de Pern y
sobre el proyecto de desarrollo capitalista independiente que intentaba. Este proyecto de desarrollo capitalista
independiente, aparte de las limitaciones propias de su carcter burgus, tiene otra ms; no responda al
genuino impulso de una burguesa en ascenso, como sucedi en la Inglaterra de Cronwell o en la Revolucin
Francesa. Por el contrario, la mezquina y chata burguesa argentina, enfeudada al imperialismo de turno
desde el da en que naci, nunca entendi del todo que el peronismo reflejaba sus intereses.
Este proyecto de desarrollo fue elaborado entonces por el grupo de oficiales bonapartista que diriga
Pern, por su cuenta, no respondiendo a la presin de la clase beneficiada por esos planes, sino advirtiendo
3
con toda lucidez el peligro de un proceso revolucionario en las condiciones concretas de la Argentina y el
mundo; y lanzando ese proyecto como una manera de frenar ese proceso.
Esto se desprende con bastante claridad del citado discurso de Pern, pero podemos agregar algo ms.
Los prrafos que reproducimos a continuacin pertenecen a un discurso pronunciado el 7 de agosto de
1945 en el Colegio Militar. Este discurso tiene capital importancia por la fecha en que fue pronunciado y por
el auditorio a que iba dirigido. Se supone que con sus camaradas de armas es con quien hablara con ms
sinceridad dentro, de su camalenica capacidad para decirle a cada cual lo que quiere escuchar. La
Revolucin Rusa es un hecho consumado en el mundo (. . . ) Es un hecho que el ejrcito debe aceptar y
colocarse dentro de la evolucin. Eso es fatal. Si nosotros no hacemos la revolucin pacfica, el pueblo har
la revolucin violenta. Piensen en Espaa, en Grecia y en todos los pases por los que ha pasado la
Revolucin (. . . ). Se imaginan ustedes que yo no soy comunista ni mucho menos (. . . ). Y la solucin de
este problema hay que llevarla adelante haciendo justicia social a las masas. Ese es el remedio que al
suprimir la causa suprime tambin el efecto. Hay que organizar las agrupaciones populares y tener las
fuerzas necesarias para mantener el equilibrio del Estado (. . . ). La obra social no se hace mas que de una
manera: quitndole al que tiene mucho para darle al que tiene demasiado poco. Es indudable que eso
levantara la reaccin y la resistencia de esos seores que son los peores enemigos de su propia felicidad, por
que por no dar un 30% van a perder dentro de varios aos o de varios meses todo lo que tienen, y adems, las
orejas (obra citada, pgina 206 y ss; subrayado nuestro). Veamos en que situacin histrica concreta se
formula este proyecto bonapartista.
EL SOCIALISMO Y EL ANARQUISMO
La azarosa y frustrada formacin de una ideologa y un partido revolucionario en la clase obrera de
origen inmigratorio la tratamos ya parcialmente en nuestro folleto Pequea burguesa y revolucin, de
modo que volveremos slo parcialmente sobre el tema.
La clase obrera industrial comienza a formarse en la Argentina con el aporte inmigratorio en las tres
ltimas dcadas del siglo pasado.
9
Sus dos componentes ms tpicos son el campesino de las zonas ms atrasadas de Europa y el activista
obrero de las industrias ms desarrolladas. El primero -principalmente espaol e italiano del sur, en menor
medida yugoslavo, polaco, ucraniano, etc- viene a Amrica hambriento de tierras. Algunos consiguen su
objetivo y se transforman con el tiempo en chacareros medios o ricos. Pero la feroz especulacin con las
tierras deja a la mayora "anclados" en los suburbios y conventillos de las ciudades, principalmente Buenos
Aires. Vacilante entre el retorno a la patria hambrienta y la ilusin imposible de la tierra, termina por ingresar
de mala gana como pen en los ferrocarriles y frigorficos ingleses y las fbricas que van surgiendo.
El anarquismo, con un bajo grado de elaboracin ideolgica, pero con una utilizacin consecuente del
enfrentamiento directo -huelgas y bombas- ser su ideologa predilecta. La FORA (Federacin Obrera
Regional Argentina) su mxima organizacin sindical.
Durante muchos aos, el movimiento anarquista, en sus variantes sindical y terrorista, tuvo en
constante zozobra a la burguesa argentina. Pero la cosa no pas de all. Al no proponerse objetivos polticos
de poder obrero, el anarquismo fue incapaz de rebasar los marcos de la rebelin dentro del sistema
capitalista. Poco a poco la vieja FORA fue perdiendo su combatividad, se fue encaramando en ella una
burocracia sindical tan podrida como cualquier otra. En 1956, el ltimo gremio Forista -una verdadera
reliquia histrica- la Unin Obrera de Construcciones Navales, perdi su ltima huelga.
La otra vertiente del proletariado inmigratorio la constituyen los activistas de industrias desarrolladas,
perseguidos en su pases de origen por sus ideas polticas o que simplemente no se acomodaban al cretinismo
reinante en Europa durante la bella poca de prosperidad hacia fines de siglo y comienzos de ste.
Las grandes potencias imperialistas, que iban acumulando riquezas a costa de la explotacin de las
colonias, ya eran lo suficientemente prsperas como para compartir con su clase obrera algunas migajas de
esa fortuna. La clase obrera europea en consecuencia, fue perdiendo su combatividad y la vigorosa
Internacional Obrera fundada por Carlos Marx y Federico Engels, deriv en la cada vez ms degenerada
Segunda Internacional, organizacin reformista que fundamentaba sus tcticas en la maniobra parlamentaria
y la disputa econmica a travs de la huelga. Fiel reflejo de esta Segunda Internacional seran los dos
organismos socialistas de la Argentina: el Partido Socialista y la Unin General de Trabajadores
(Confederacin Sindical).
10
EL PERONISMO COMO FENMENO SOCIAL
Por todo lo expuesto podemos decir que para la nueva clase obrera el peronismo representa una
primera etapa en la formacin de su conciencia. Es decir, el momento en que la clase obrera, sin llegar a
tomar an conciencia de sus objetivos histricos comienza a reconocerse como clase, como un conjunto de
personas unidas por los intereses comunes y enfrentando a otro conjunto de personas, a otra clase, por esos
mismos intereses.
La sindicalizacin masiva y la lucha econmica por el reparto de la renta nacional sern los
instrumentos con que la clase obrera, comienza a asumir esta conciencia en los primeros aos del gobierno
peronista.
Por decreto del gobierno militar surgido el 4 de junio de 1943, el 29 de noviembre de ese ao se crea la
Secretara de Trabajo y Previsin, que depende directamente de la Presidencia de la Nacin y centraliza las
antiguas dependencias de la Direccin General del Trabajo y de las Direcciones Provinciales, que dependan
del Ministerio del Interior.
El 1 de diciembre, asume la direccin de dicha secretara el entonces Coronel Pern, que esa misma
noche pronuncia por radio del Estado un largo discurso anunciando los objetivos de su futura labor.
Pern plantea la organizacin de los trabajadores como una necesidad del Estado, ms que como una
necesidad de los propios trabajadores, aunque no deja de halagar a estos sealando que desde la Secretara se
defendern sus intereses contra los abusos patronales (cosa que efectivamente se hizo). La tesis central
enunciada esa noche en la bien conocida Tercera Posicin. La tesis de que capital y trabajo son dos
elementos indispensables de la produccin, que no deben luchar entre s, sino concurrir junto a la elaboracin
de la riqueza y la grandeza de la patria. El Estado, puesto por encima de ambos como padre protector, se
encargar de armonizar intereses y limar diferencias cuando estas surjan; de poner las cosas en su quicio
como dijera Pern en otro discurso posterior. El texto integro de este discurso se puede encontrar en las
pginas 1 y 4 de La Nacin, en su edicin del 2 de diciembre de 1943.
Mediante el decreto 23. 852 de 1945 y posteriormente la Ley de Asociaciones Profesionales se
reglamentar la actividad de los sindicatos como complementaria de las medidas estatales llevadas adelante
por la Secretara de Trabajo y Previsin.
Impulsados por esta Secretara y al amparo de estas leyes se crean entre 1943 y 1945 decenas de
sindicatos. Algunos en ramas de la industria donde no exista ninguno, otros paralelos a los ya existentes y
dominados por comunistas o socialistas y que terminarn por absorber a stos.
Los cuadros sindicales necesarios para llevar adelante este proceso surgen de varias fuentes: en parte
de las propias bases que se sindicalizan, en parte de nuevos organismos que se crean paralelamente al
proceso de sindicalizacin: el Partido Laborista de Cipriano Reyes, caudillo de Berisso; el Partido Socialista
Agrario, cuyos lderes colaborarn con el peronismo desde el diario Democracia hasta 1947, creyendo que
Pern hara una profunda reforma agraria; movimientos desprendidos de los partidos tradicionales (por
ejemplo un sector de la intransigencia tradicional y del sabattinismo); grupos nacionalistas que venan
surgiendo, como FORJA, en el que militaban Jauretche, Scalabrini Ortiz, etc. y tambin grupos de dirigentes
sindicales que se desprenden del comunismo, del socialismo y de los viejos grupos trotskystas: Borlenghi,
antiguo dirigente mercantil socialista que llegar a ser ministro de Pern, los hermanos Perelman, que
desaparecern sin pena ni gloria en los primeros aos del peronismo y muchos otros, algunos todava hoy
conocidos, otros perdidos en el tiempo.
Junto a estos cuadros sindicales cumplen un papel muy activo en el proceso los propios inspectores de
la Secretara de Trabajo, que recorren el pas convencidos de que tienen una sagrada misin que cumplir.
Provienen de los mismos grupos sealados ms arriba y se ligan a la Secretara por distintas vas.
Sobre estas cuestiones existen interesantes datos -verificables en la prensa de la poca- en los libros
Del anarquismo al peronismo de Alberto Belloni y Como hicimos el 17 de octubre de los hermanos
Perelman. Lamentablemente ambos textos inhallables en librera.
El resultado que estos activistas obtienen en su campaa de sindicalizacin masiva se puede medir con
las cifras que facilita Luis Cerrutti Costa en su libro "El sindicalismo, las masas y el poder: la asociacin
metalrgica, que perteneca a la CGT comunista, tena en 1941 2. 000 afiliados. La Unin Obrera
11
Metalrgica fundada en 1943 por impulso de la Secretara de Trabajo alcanzaba a los 100. 000 afiliados en
1945. La Unin Obrera Textil, comunista, tena igualmente 2. 000 afiliados en 1943. Ese mimo ao se funda
la Asociacin Obrera Textil y alcanza en 1946 85. 000 afiliados. FOTIA, fundada en 1944, tena en 1947
100. 000 afiliados. Personal de Panaderas, fundada en 1943, tena en 1946 20. 000 afiliados. Madera,
fundada en 1944 tena en 1947 35. 000 afiliados.
A qu se debe este ritmo explosivo de la sindicalizacin? Por qu las masas obreras, que durante los
aos anteriores se afiliaban a los sindicatos solo en una mnima proporcin, lo hacen ahora en grandes
cantidades?
La respuesta hay que buscarla en la historia anterior del movimiento obrero y en las nievas condiciones
sociales creadas por la guerra, el proceso de industrializacin y el surgimiento del gobierno militar el 4 de
junio.
El cierre de los mercados europeos a causa de la segunda guerra, acelera el proceso de industrializacin
iniciado en la dcada del 30 a causa de la crisis de 1929. Decenas de miles de hombres emigran del campo a
la ciudad y se incorporan a las nuevas fbricas y talleres. La industria representa una esperanza de vida mejor
para los hombres del campo, que viene de soportar duras condiciones de explotacin, agravadas durante la
dcada infame por la crisis mundial. La avara y mezquina burguesa nacional, que ambiciona una rpida
acumulacin capitalista y los grandes pulpos imperialistas que participan en la industria, no estn dispuestos,
sin embargo, a compartir con sus obreros las enormes ganancias originadas por la prosperidad creciente.
Los obreros necesitan encontrar instrumentos aptos para enfrentar la patronal en el terreno econmico
y disputar con ella el reparto de la renta nacional que ellos, y solamente ellos, estn creando con su esforzado
trabajo.
Los viejos sindicatos comunistas y socialistas, sin embargo, no constituyen ese instrumento y los recin
llegados del campo los miran con desconfianza y recelo. En primer lugar, porque los dirigentes sindicales del
comunismo les hablan un lenguaje que no corresponde a su nivel de conciencia ni a sus intereses inmediatos.
En lugar de plantear los problemas de clase tal como ellos ocurren en la realidad concreta de nuestro pas, los
comunistas apelan a un vago internacionalismo, que en realidad no es ms que el seguidismo a los vaivenes
de la poltica exterior sovitica. De la mano de la alianza de la Unin Sovitica con los pases imperialistas
occidentales contra la Alemania Nazi y el fascismo mundial, el PC plantea a los obreros la famosa tctica del
Frente Popular, que en los hechos significa marchar a la cola de la burguesa local, e incluso del
imperialismo.
As, el reformismo del PC se transformar en traicin abierta en 1942 y 1943 liquidando las grandes
huelgas del gremio de la carne y el metalrgico. Como los ingleses eran aliados a la Unin Sovitica, en la
guerra la consigna era: no dejar sin abastecimiento a los luchadores de la democracia. As, en nombre de
los intereses de los lejanos ejrcitos aliados que combatan en los campos de batalla, los obreros de la carne
que soportaban jornadas de 14 horas en las cmaras fras, tenan que dejar de lado su lucha frente a los
frigorficos ingleses, los peores explotadores de la riqueza y el trabajo argentino. La traicin fue de la mano
del servilismo. Peters, dirigente comunista de la carne preso en el sur, fue trado en avin por el gobierno
conservador para que hablara en una gran asamblea de los huelguistas, planteando el levantamiento de las
medidas de fuerza.
Sobre esta traicin edificara su fuerza principal el Partido Laborista de Cipriano Reyes y los obreros
de la carne seran una de las principales fuerzas movilizadas el 17 de octubre.
Como los Estados Unidos eran aliados de la Unin Sovitica y el seor Torcuato Di Tella, presidente
de la Cmara Metalrgica, era tambin activo dirigente de las asociaciones de apoyo a los aliados y gran
amigo de los norteamericanos, tampoco los obreros metalrgicos deban luchar por sus reivindicaciones y
corrieron suerte similar a los de la carne. No puede extraar entonces que la nueva Unin Obrera
Metalrgica, agitando estos problemas y consiguiendo con acuerdo de la Secretara de Trabajo nuevos
convenios muy superiores reclutara 100. 000 afiliados en un par de aos.
Naturalmente, en estos primeros aos, que constituyen la poca de oro del sindicalismo peronista y de
la clase obrera peronista, la actitud de los trabajadores hacia los sindicatos y su funcin es activa y no pasiva.
Todava esta lejano el da en que la consigna del trabajo a casa y de casa al trabajo, ser acatada
12
obedientemente por los trabajadores, con los funestos resultados conocidos.
En una investigacin del Ministerio de Trabajo, publicada en 1961 encontramos una serie de datos
sobre las huelgas de la Capital Federal entre 1942 y 1955, que resultan sumamente sugestivos.
(Fuente: Cuadernos de investigacin social. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social . 1961. Tomado de la
obra Sindicatos y Poder en la Argentina" de Roberto Carri. )
Vemos como la cifra de huelguistas crece vertiginosamente hasta 1947, ao en que comienza una
retraccin cada vez ms marcada, que alcanza el punto ms bajo en 1953. En 1948, sin embargo, con la
mitad de huelguistas que el ao anterior, se mantiene casi parejo el nmero de jornadas perdidas, mientras se
multiplica casi por dos el nmero de conflictos y la duracin de las huelgas. La razn es muy clara: hacia
1948 ya las huelgas no cuentan con el beneplcito oficial. Ya no son impulsadas desde arriba por los
organismos unificados sino que surgen desde abajo en multiplicidad de casos aislados. Por esa misma razn
se eleva la duracin de los conflictos y de jornadas perdidas: ya las cosas no se arreglan tan amigablemente
en el Ministerio de Trabajo, sino que las luchas se libran verdaderamente en la calle.
La combatividad de la clase obrera, que se desarrolla con viento a favor oficial hacia 1947, debe
13
enfrentar duras luchas en 1948. El resultado adverso de esas luchas determina el paulatino descenso de las
cifras de huelgas en los aos posteriores.
Si comparamos estas cifras con otros datos se ve ms claro an el fenmeno: entre 1946 y 1949 son
intervenidos la Unin Obrera Metalrgica, la Federacin Telefnica, la Bancaria, la Grfica Bonaerense, la
FOTIA, la Unin Ferroviaria, la de la Carne. Numerosos dirigentes cegetistas son reemplazados por otros
an ms complacientes con las directivas del gobierno.
Lamentablemente, no disponemos de una tabla similar para el interior del pas, pero de la lectura de los
diarios de la poca se desprende claramente que all el fenmeno fue ms vivo y rico an.
En todos los rincones del pas los trabajadores vivieron los primeros aos del peronismo en forma
activa, tomando los nuevos sindicatos como su instrumento de realizacin de clase. No slo se afilian
masivamente a ellos, sino que inmediatamente los utilizan para lanzarse a la lucha econmica contra la
patronal, disputando su participacin en la renta nacional, su parte en la riqueza elaborada por ellos.
Esto corresponde claramente a la primera etapa en la formacin de la conciencia de una clase obrera: es
la primera etapa economista y espontanesta, en la que los obreros no visualizan sus intereses histricos, no
comprenden la lucha de clases como una de clase a clase, sino como una lucha econmica. No se ocupan de
poltica, no cuestionan la existencia misma de la plusvala como ganancia capitalista, sino solamente su
participacin en esa ganancia, en el valor agregado por sus manos a los productos de la naturaleza.
Por otra parte, en el caso concreto de la clase obrera argentina bajo el peronismo, los trabajadores
visualizan al gobierno peronista, que no solamente tolera, sino que impulsa la actividad de los sindicatos y
les da fciles victorias a travs de la Secretara de Trabajo, como su gobierno. Se sienten en el gobierno y les
basta como expresin poltica concurrir peridicamente a la Plaza de Mayo para vivar al Lder. Fuera de eso
la poltica no les interesa y sus intereses se concentran en la lucha econmica.
Pero an dentro de esos estrechos marcos reformistas y sindicalistas, la lucha es una lucha activa,
combativa, en la que los obreros participan sincera y fervientemente, en la que se sienten obreros
combatiendo contra la patronal.
Precisamente por eso el gobierno peronista tiene una actitud dual frente a estas luchas, que
progresivamente se va volviendo contra el sector obrero.
En un principio apoya el movimiento de sindicalizacin y las luchas de los trabajadores, precisamente
para poder controlarla. Porque teme ms a las masas desorganizadas, como lo seala el propio Pern en un
discurso, que pueden ser capitalizadas por los agitadores para una poltica obrera independiente, que al
momentneo enojo que pueda producirle a la burguesa este apoyo a los trabajadores.
Pero an cuando los trabajadores se sientan y sean peronistas, al rgimen no deja de molestarle el
aspecto positivo que hay en el movimiento de sindicalizacin y huelgas: lo que tiene de combativo, lo que
tiene de autnticamente obrero. Es sabido que el movimiento obrero eleva ms su conciencia en una semana
de huelga que en meses de charlas polticas.
Por eso se esfuerzan por controlar monolticamente los sindicatos, a travs del aparato central de la
CGT y por eso entre 1946 y 1949 son sucesivamente intervenidos por la central obrera los gremios antes
mencionados y otros menores en el interior. Por eso la burocracia cegetista es removida continuamente,
reemplazando primero a los contreras por los tibios y luego a los tibios por los fieles y luego a los fieles
por los incondicionales.
Por otra parte, la base de la poltica bonapartista del peronismo, las grandes ganancias y las enormes
disponibilidades de divisa de los primeros aos de posguerra se agotan bastante rpidamente. Por eso en el
perodo de 1948-1949, las huelgas cuentan cada vez menos con el visto bueno oficial y el aparato cada vez
ms controlado y estatizado de la CGT comienza a frenar todo el movimiento reivindicativo.
Por eso, como lo revelan claramente las cifras sealadas ms arriba, las huelgas en estos tres aos se
vuelven ms duras, duran ms y son ms aisladas. Ya no las llevan adelante los hombres de la CGT sino
dirigentes de base, que an siendo peronistas, no aceptan que se negocie con el trabajo y el sufrimiento de
sus compaeros.
Pero el aparato oficial adopta una hbil poltica frente a estas luchas: despus de darle largas a las
huelgas, concede todas o la mayora de las reivindicaciones perdidas por los obreros de base. Pero antes de
14
hacerlo, interviene a los gremios en conflicto. Expulsa y persigue polticamente a sus policialmente a sus
dirigentes acusndolos de comunistas y negocia la solucin del conflicto con la intervencin. As los
interventores aparecen como los salvadores de los obreros llevados por el mal camino de los agitadores y
esos mismos interventores ganarn fcilmente las elecciones subsiguientes; manteniendo en adelante al
gremio dentro de los lmites fijados por el Ministerio de Trabajo y la CGT central, por todo el aparato
oficialista.
Un caso tpico es la gran huelga de la FOTIA: planteada en 1948 por una serie de reivindicaciones
sobre las condiciones de trabajo y los aumentos de salarios enciende la chispa del conflicto en toda la
provincia de Tucumn y se forma un Comit de Huelga al margen de la CGT local. Durante varias semanas
se mantiene la lucha, mientras las autoridades acusan a los comunistas de dirigir al movimiento para sabotear
al pas. Algunos comunistas participan efectivamente en la lucha, como el dirigente telefnico Aguirre que es
asesinado por la Polica Federal en la cmara de torturas. Pero son una nfima minora. La mayora de los
dirigentes y la casi totalidad de las bases son peronistas, hombres que estaban de acuerdo con el gobierno,
pero que no estn dispuestos a seguir complacientemente todas las directivas oficialistas, en una provincia
donde la explotacin adquiere tradicionalmente lmites increbles y donde el menor grado de
industrializacin da menor margen a la poltica conciliatoria del gobierno.
Finalmente la FOTIA es intervenida; Simn Campos y dems dirigentes son detenidos y perseguidos.
Entonces se negocia un acuerdo con los interventores donde se da a los obreros un cincuenta por ciento de
aumentos y otras conquistas.
Esta hbil poltica da los resultados que refleja claramente la tabla que acabamos de ver: la
combatividad de los obreros decae notoriamente.
La clase obrera se vuelve no slo reformista sino pasiva, se acostumbra a esperarlo todo de la
capacidad de negociacin de sus dirigentes y de la benevolencia del todo poderoso lder que est frente al
gobierno. Comienzan a crearse las condiciones para que los obreros acepten pasivamente la consigna de
casa al trabajo y del trabajo a casa.
Podra un defensor del peronismo decir que es falsa nuestra interpretacin de los datos estadsticos, que
en realidad los obreros dejaron de hacer huelgas simplemente porque se encontraban bien bajo el peronismo
y no haba ninguna razn para salir a la calle.
Quienes han vivido en aquellos aos saben por su prctica cotidiana que no fue as y hay datos que
pueden demostrarlo a las nuevas generaciones: por ejemplo, las ventas minoristas en la Capital Federal y el
Gran Buenos Aires, segn datos de la Direccin de Estadsticas y Censos, descendieron en un 50 % entre
1949 y 1953.
Esto nos indica claramente que los obreros, al decrecer en su nivel de combatividad, comenzaron
automticamente a decrecer en su nivel de vida. Menos ventas minoristas significan menos compras por
parte de los sectores populares. Menos compras indican salarios reales ms bajos, menor participacin en la
renta nacional.
A qu manos fue a parar esa parte de la renta nacional perdida? Es fcil darse cuenta si recordamos
que en 1953 se creo la Confederacin General Econmica, dndosele a sus dirigentes amplia participacin en
los resortes del poder y que su delegado a una conferencia internacional, Guillermo Kraft, sealaba eufrico
que las cosas iban muy bien para ellos. Y como dijo cierto dirigente popular lo que les conviene a ellos, no
puede ser bueno para nosotros
LA REACCIN TARDA
Este estado de cosas provoca en 1954 la reaccin de algunos dirigentes sindicales de la nueva hornada,
que en contra de la conduccin oficial organizan la gran huelga metalrgica y otros movimientos menores.
Veamos en la tabla de huelgas como las cifras de huelguistas y jornadas perdidas registran un brusco repunte:
de 5. 506 huelguistas y 59. 294 jornadas en 1953 se elevan a 119. 701 huelguistas y 1. 449. 497 jornadas en
1954. Sin embargo, el nmero de conflictos desciende de 40 a 18. Es que en lugar de los pequeos entuertos
domsticos de 1953, en 1954 hay grandes huelgas de verdad, entre ellas la metalrgica, que dura ms de 40
das. Pero la reaccin es ya muy tarda. En ese momento los gorilas afilan ya los sables para el cuartelazo del
15
16 de septiembre y la iglesia se prepara para dar su ideologa al movimiento libertador y a bendecir las
bombas que el 16 de junio masacraron mujeres y nios en la Plaza de Mayo.
Entre 1949 y 1955 la clase obrera ha perdido ya la capacidad de movilizarse en forma independiente y
slo concurre adonde la convoca el oficialismo. Cuando en septiembre de 1955 las direcciones peronistas
huyen hacia todas partes, imitando a su jefe que se refugia en una caonera paraguaya, slo algunos
estertores aislados -Rosario, Avellaneda, Berisso- darn muestras de que la clase obrera sigue existiendo an
y es capaz de combatir. Los dirigentes de la lucha de 1954 sern los organizadores de la resistencia sindical
en los aos inmediatamente posteriores a 1955, con las limitaciones impuestas por su formacin en la CGT
estatizada, con las limitaciones que son fcilmente reconocibles si recordamos sus nombres: Augusto
Timoteo Vandor, Eliseo Cardoso, Andrs Framini. . .
Es que precisamente el carcter policlasista del movimiento peronista implica transportar al interior del
movimiento todas las contradicciones de la lucha de clases. En consecuencia, la actitud de todos los sectores
que componen el movimiento -incluso sus sectores obreros- hacia la lucha de clases estar determinada por
la ideologa dominante en el mismo. Siendo esta ideologa la burguesa, de conciliacin de clases, impresa
por la direccin bonapartista a todo el movimiento, los sectores obreros que permanentemente han tratado de
vertebrar un peronismo obrero o peronismo revolucionario se ven ms tarde o ms temprano, limitadas,
embretados por el chaleco de fuerza de la ideologa oficial de su lder y de su movimiento.
En el vano intento de resolver esta contradiccin de clase dentro de los marcos del peronismo han
surgido toda clase de engendros ideolgicos como socialismo nacional, socialismo justicialista y otras
variantes.
Sin embargo, uno tras otro, los dirigentes y activistas que de una manera u otra se plantearon el
problema terminaron siendo traicionados, neutralizados o absorbidos por la mquina implacable del
peronismo oficial.
No obstante el carcter obrero de un amplio sector de la base peronista, ha seguido ejerciendo una y
otra vez una presin de clase en sentido positivo, intentando superar esos marcos ideolgicos y polticos a
travs de la accin sindical, poltica o armada. Esta contradiccin entre los intereses obreros de las bases y
los intereses burgueses de la direccin, entre la ideologa oficial y los variados intentos de superarla
constituye el origen de las mltiples corrientes que desgarran el peronismo. Esta contradiccin constituye el
drama del peronismo cuyos ltimos actos, vividos del 55 a la fecha, son los captulos ms vivos,
apasionantes y plenos de enseanzas y experiencias de esta historia de nuestro tiempo.
SNTESIS Y CONCLUSIN
En primer lugar, queremos explicitar una breve consideracin terica, que estaba implcita en las notas
anteriores. Qu es lo que determina un fenmeno histrico? Sus motivaciones presentes o sus antecedentes
21
histricos ? Sus bases econmicas o su estructura social y poltica? Su actividad prctica o su posicin
ideolgica?
Aplicando la metodologa marxista leninista de anlisis, se comprende que todos estos factores se
influyen mutuamente y que todos ellos concurren a desarrollar un determinado fenmeno. Pero tambin se
advierte que no todos concurren en el mismo grado, que hay factores principales y factores secundarios.
Lenin nos ensea que el mtodo marxista consiste en el anlisis concreto de una situacin concreta. Es
decir que deben analizarse todos los elementos del fenmeno en la forma concreta que se dieron en el
momento concreto en que ocurrieron. Y Marx nos ensea que la anatoma de una sociedad se obtiene
analizando el grado de desarrollo de sus fuerzas productivas y sus relaciones de produccin. De all debemos
partir.
La sociedad argentina en el momento de aparecer el fenmeno peronista se encontraba en plena
expansin de sus fuerzas productivas, como consecuencia de una serie de problemas internacionales que
brindaban las condiciones objetivas para ese desarrollo. Hasta 1930 el imperialismo, que dominaba el
mercado mundial y en consecuencia la economa de todos los pases dependientes, haba impedido todo
desarrollo industrial importante en nuestro pas. La crisis mundial de 1929 interrumpe parcialmente la
corriente de manufacturas hacia los pases dependientes y de productos primarios hacia las metrpolis
imperiales. En consecuencia, nuestro pas se ve obligado a autoabastecerse de una serie de productos y a
buscar otros recursos econmicos fuera de sus tradicionales exportaciones agrarias. Esto da origen a un
creciente desarrollo industrial, fuertemente acelerado por la segunda Guerra Mundial que estalla en 1939.
Este desarrollo industrial establece las bases de una concurrencia masiva de los trabajadores del campo
a la ciudad, formando una nueva clase obrera mucho ms numerosa y de caractersticas distintas a la
existente hasta entonces, de origen predominantemente inmigratorio. Pero esa expansin de las fuerzas
productivas se da en el marco de relaciones de propiedad capitalistas bajo la dominacin imperialista. Es
decir que ese desarrollo no parte de una fuerte burguesa con una conciencia desarrollada de sus intereses
nacionales, sino de una oligarqua asociada al imperialismo y de una burguesa raqutica, mezquina y de
mentalidad dependiente. La combinacin de todos estos elementos da el siguiente resultado: no existe una
clase obrera fuerte y madura, capaz de plantearse encauzar la expansin de las fuerzas productivas por una
va de desarrollo socialista. Pero tampoco existe una fuerte burguesa nacional capaz de encauzarla por una
va de desarrollo capitalista independiente.
Y a causa de sus problemas internacionales, tampoco est el imperialismo, ingls o norteamericano, en
condiciones de encauzar esa expansin en su propio beneficio. Sin embargo, las fuerzas productivas estn
all, pugnando tercamente por expandirse. Tendr que surgir entonces el agente histrico de esa expansin,
adecuada a todo ese conjunto de caractersticas contradictorias. Ese agente histrico ser el equipo militar
dirigido por Pern. Este equipo militar asumir la defensa de los intereses histricos de la burguesa, sin
responder a ningn sector burgus en particular. Se plantear un proyecto de desarrollo capitalista
independiente advirtiendo el peligro de que las condiciones objetivas produzcan a la larga una revolucin
proletaria. Sino hacemos la revolucin pacfica, el pueblo har la revolucin violenta seal Pern en el
discurso que citamos anteriormente.
Para realizar ese desarrollo capitalista independiente, el equipo bonapartista necesita negociar con el
imperialismo desde posiciones de fuerza. Quin puede brindarle esa fuerza? No puede ser la burguesa
nacional, mezquina, incipiente, poco consciente de sus propios intereses. Tampoco puede ser la oligarqua
tradicional, que comienza su proceso de reconversin en una gran burguesa agraria, industrial, financiera y
comercial ntimamente ligada al imperialismo, que es su caracterstica actual.
Para negociar con el imperialismo, en consecuencia, el peronismo slo podr apoyarse en la propia
clase obrera, nica clase con fuerza suficiente para darle una base social al proyecto bonapartista. Para ganar
a la clase obrera para ese proyecto el peronismo debe organizar a esta clase y para que no rebase los marcos
de ese proyecto debe controlar esa organizacin. De all nace entonces el impulso a la sindicalizacin masiva
que Pern da desde la Secretara de Trabajo y de all nace la estatizacin creciente del movimiento obrero
peronista.
Pero al mismo tiempo, para que la clase obrera acepte esas condiciones debe darle ciertas concesiones.
22
La superabundancia de post-guerra, dar una vez ms la base material para esas concesiones, aumentos de
salarios y conquistas sociales, sin estorbar la rpida acumulacin de capitales en manos de la burguesa.
Cuando la superabundancia desaparezca y se provoquen los primeros roces, ya el aparato estatizante de la
CGT y dems mecanismos oficiales estar perfectamente montado y ser capaz de continuar manteniendo a
la clase obrera dentro de los marcos de la poltica peronista.
En efecto, en la aplicacin de ese plan el bonapartismo debi adaptarse a las circunstancias de la lucha
de clases que pasaba en ese momento por la lucha econmica en torno a la distribucin de la renta. En esa
adaptacin cedi al principio al empuje de la clase obrera (1945-49) realizando concesiones parciales sin
dejar de capitalizar a la burguesa, lo que fue posible por las superganancias de post-guerra. Paralelamente y
a partir de 1947 se fue acentuando la estatizacin de la CGT, interviniendo a los gremios que tenan
direcciones combativas. A partir de 1949, ao en que comienzan a agotarse las superganancias, la clase
obrera comienza a perder terreno frente a la burguesa en la lucha por la redistribucin de la renta nacional.
En 1954 este proceso se ha consumado y se inicia una ofensiva para superexplotar a la clase, cediendo a las
crecientes presiones del imperialismo. El imperialismo yanqui, que viene obteniendo esas concesiones desde
1947 logra a partir de 1954 penetrar ms profundamente en el pas y considerando insuficientes las
concesiones peronistas buscan su derrocamiento para implantar un gobierno ms dcil a sus planes de
colonizacin total de Amrica Latina. Pern, aprisionado en la lgica de su propia poltica, se niega a
movilizar a la clase obrera, cayendo sin pena ni gloria frente al golpe gorila-imperialista. Que esta debilidad
emana del carcter burgus del gobierno bonapartista de Pern y lo deja en manos de la burguesa cuyos
intereses pretenda representar.
Por su parte, la clase obrera asume el peronismo como una primera etapa en el desarrollo de su
conciencia. A travs de l, se reconoce como clase, pero nicamente al nivel de la lucha econmica contra los
patrones, disputndoles la renta nacional a travs de los sindicatos. En los primeros aos, su actitud frente a
la sindicalizacin es activa y las huelgas frecuentes. Paulatinamente se ir aceptando la estatizacin y su
actitud se ir transformando en pasiva, aceptando todas las decisiones del aparato oficial.
Este fenmeno esta determinado fundamentalmente por las condiciones concretas en que se
desenvuelve la clase obrera en ese momento: auge econmico, surgimiento del bonapartismo, falta de
desarrollo de su propia conciencia como producto de su reciente extraccin campesina. Pero estas
condiciones operan en el terreno abonado por las recientes traiciones del stalinismo al frente de los sindicatos
y, ms generalmente, por la incapacidad del viejo sindicalismo anarquista y socialista de ligar sus planteos
generales a una clase obrera especfica, la argentina, en su terreno nacional. Estas condiciones operan en una
clase obrera en la que no se ha desarrollado una corriente proletaria independiente y la ausencia de esta
corriente seguir operando despus, posibilitando [un] refuerzo creciente de la ideologa de la conciliacin de
clases en su seno.
La gimnasia de la negociacin en el Ministerio seguir reforzando esa mentalidad conservadora y
quietista que tan duros esfuerzos requerir para romperla, dentro y fuera del peronismo. Esa mentalidad
imposibilitar enfrentar a la reaccin gorila en 1955. Esa mentalidad frustrar una y otra vez los esfuerzos
por vertebrar un peronismo obrero y revolucionario.
Esa mentalidad slo comienza a desaparecer en nuestros das, cuando una nueva generacin obrera se
ha incorporado a la lucha de clases. Los obreros que protagonizaron los cordobazos, el rosariazo, el
tucumanazo, todos los movimientos de masas y conflictos en los ltimos aos, tenan en general, menos de
diez aos cuando cay el gobierno peronista. Nada ganaron ellos en los pasillos de los ministerios y si
perdieron muchas batallas a manos de la burocracia traidora. En esa dura escuela aprendieron a desconfiar de
los dirigentes peronistas y de sus camelos de conciliacin. En esa nueva generacin est renaciendo la clase
obrera argentina. Esa nueva generacin est llamada a encarnar una nueva etapa en el desarrollo de la
conciencia de nuestra clase.
25