Historia de Francia

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La historia de Francia comienza en fuentes escritas durante la Edad del Hierro, cuando

historiadores romanos llaman a la región la Galia. Esta estaba habitada principalmente por
los galos, pueblos de origen celta que no mantenían una unidad política, rivalizaban entre
ellos y usaban la escritura de manera marginal. Los galos realizaron varias incursiones
fuera de sus territorios originales, entre ellas una invasión a Roma en el siglo IV a. C.

La República romana conquistó el sur de la Galia a finales del siglo II a. C. y estableció la


provincia de Galia Narbonense. Julio César anexó el resto de la región durante la guerra
de las Galias (58-51 a. C.) La conquista trajo consigo una fusión de las culturas celta y
romana y finalmente la romanización de los galos y la plena integración del territorio dentro
del Imperio romano.

En los últimos años del Imperio Romano, la Galia fue escenario de constantes incursiones
de pueblos germánicos, de entre los cuales los francos llegarían a dominar el territorio
desde el siglo V hasta el siglo XV. La primera dinastía franca fue la de los merovingios,
quienes con su rey Clodoveo unificaron la Galia. La segunda dinastía, los carolingios,
fundada en 751, construyó un imperio en Europa occidental bajo Carlomagno en los
siglos VIII y IX. Este imperio quedaría dividido entre sus nietos en 843 por el tratado de
Verdún, que separó Francia Occidental de Francia Oriental, la cual se convertiría en
antecesora de Alemania. La tercera dinastía franca, la de los Capetos, se hizo del poder
en Francia Occidental desde 987. Los Capetos, originalmente con escaso poder sobre
los señores feudales, lo incrementaron considerablemente gracias a sus campañas
militares y su alianza con la Iglesia. En el siglo XII, Felipe Augusto fue el primero en ser
nombrado "rey de Francia" en lugar de "rey de los francos". Felipe IV (1268-1314), el más
poderoso rey de los Capetos, logró el dominio sobre el papa y la Iglesia.

A la muerte del último de los Capetos directos en 1328, sobrevino una crisis sucesoria
entre la Casa de Valois y la Casa de Plantagenet. La primera accedió al trono y la
segunda, de origen francés pero gobernante en Inglaterra, también era pretendiente. La
crisis originó la guerra de los cien años (1337-1453), en la que Francia fue devastada. Los
Plantagenet dominaron en la primera parte de la guerra, pero los Valois lograron
imponerse en la fase final. En esta guerra surgió Juana de Arco, una adolescente
campesina que logró encabezar el ejército francés y erigirse en heroína nacional.

Entre los siglos XVI y XVIII, el poder de los reyes franceses se consolidó en el Antiguo
Régimen. En el siglo XVI llegaron el Renacimiento y la reforma protestante y con esta
última, las guerras de religión (1562-1598), que originaron una nueva crisis sucesoria y la
llegada al poder de la Casa de Borbón con Enrique IV en 1589. Francia permaneció
católica y la alianza de la monarquía con la Iglesia se consolidó. A partir del
siglo XVI Francia comenzó a forjar un imperio colonial con posesiones en Norteamérica,
las Antillas y la India. Al mismo tiempo, se vio involucrada en numerosas guerras por la
hegemonía en Europa, principalmente contra España, el Sacro Imperio Romano
Germánico e Inglaterra. El auge del Antiguo Régimen se alcanzó con
el absolutismo de Luis XIV, conocido como el "rey sol".

La monarquía fue derrocada por la revolución francesa (1789-1799), una serie de eventos
de impacto universal que encumbró en el poder a la burguesía y dio protagonismo a
las masas. Se estableció la primera república francesa en 1792 y el país fue atacado por
varios países. La primera república fue abolida en 1804 con la proclamación de Napoleón
Bonaparte como emperador de Francia. Napoleón combatió contra las monarquías
absolutistas y logró la sumisión de gran parte de Europa gracias a su gran talento militar
hasta ser derrotado (1815).

La monarquía regresó en 1814, pero sin los privilegios anteriores. Una


nueva revolución estalló en 1830 contra lo que los liberales consideraron un intento del rey
por restaurar el Antiguo Régimen, y el resultado fue la monarquía de julio (1830-1848), un
gobierno monárquico de corte más liberal. Este gobierno, cada vez más autoritario, fue
derrocado en 1848 por una tercera revolución, que dio paso a una breve segunda
república y sirvió de ejemplo en varios países de Europa. En 1852 el presidente Luis
Napoléon Bonaparte estableció el segundo imperio francés. Durante el siglo XIX Francia se
industrializó y siguió una política imperialista. El segundo imperio fue derrotado en 1870
por Prusia, una nación alemana en ascenso y rival de Francia. Ese año se inició
nuevamente un sistema republicano. La tercera república, parlamentaria, laica y de
libertades, se arraigó en la sociedad, al mismo tiempo que conquistaba un vasto territorio
colonial en África y Asia que rivalizaba con el Reino Unido y sobre todo con Alemania.
Francia pactó con el Reino Unido la Entente Cordiale, que más tarde se convertiría en
la Triple Entente con la adhesión de Rusia. Francia y sus aliados combatieron contra
Alemania y los Imperios centrales durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Gran
parte de la guerra se libró en el norte de Francia, que a pesar de resultar vencedora sufrió
serios daños económicos y más de 1,5 millones de muertes.

En la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Francia fue invadida por la Alemania Nazi. La
mitad norte del país fue ocupada por tropas alemanas, mientras que la mitad sur fue
gobernada por el régimen colaboracionista de Vichy. En el imperio colonial el
general Charles De Gaulle inició el movimiento Francia Libre, que encabezó la resistencia
contra la ocupación y el fascismo. El norte de Francia sirvió de sitio de desembarco de
numerosos ejércitos aliados durante la ofensiva contra Alemania. Francia, en estado crítico
por la devastación, fue liberada en agosto de 1944.

Después de la guerra, Francia se integró al bloque occidental durante la guerra fría, y


desde entonces forma parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)
además de ser miembro permanente del consejo de seguridad de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU). Recibió importante ayuda financiera estadounidense y su
economía creció de manera importante durante los treinta años gloriosos (1946-1975).
La cuarta república (1946-1958) intentó sin éxito reeditar el sistema de la tercera, pero fue
remplazada por la quinta república (1958-actualidad), cuyo sistema de gobierno
es semipresidencialista. En 1960 Francia se convirtió en el cuarto país en desarrollar
armas nucleares. El imperio colonial francés comenzó a desmoronarse durante la guerra
de Indochina (1945-1954), la guerra de Argelia (1954-1962) y la
posterior descolonización de sus territorios africanos en la década de 1960. Sus colonias
restantes se integraron en departamentos y colectividades de ultramar. Francia fue una
pieza importante en la formación de la Unión Europea en 1993. En el siglo XXI, Francia
sigue siendo considerada una potencia en los aspectos económico, militar, político y
cultural.

Prehistoria[editar]
Artículo principal: Prehistoria en Francia

Se ha encontrado utillaje de la industria achelense del homo erectus de hace 900 000 años
en la gruta Le Vallonnet,(generación de la clarisa) en el sur de Francia.

Existen importantes restos del paleolítico inferior en el río Somme y


los Pirineos tradicionales (Hombre de Neanderthal), así como en La Chapelle-aux-Saints,
Le Moustier y La Ferrasie. Del paleolítico superior hay abundantes vestigios de
los hombres de Cro-Magnon, Grimaldi y Chancelade, datados en unos 25 000 años de
antigüedad, los cuales están ubicados en el valle de Dordoña.1 Entre las más famosas
pinturas rupestres del mundo están las de Lascaux y de Font de Gaume, en los Pirineos
franceses.

En el mesolítico algunas actividades agropecuarias fueron reemplazando en importancia a


las cuevas, y en el neolítico (desde el III milenio a. C.) surgió la cultura megalítica (que
empleó menhires, dólmenes y enterramientos). Desde alrededor de 1500 a. C. se inicia la
Edad del Bronce, desarrollándose rutas comerciales.
La Edad del Hierro y las culturas celtas se ubican dentro del I milenio a. C.

Protohistoria[editar]
Los primeros celtas[editar]

Carro funerario galo, utilizado entre los


siglos VIII y VI a. C.
Aunque existen pocas pruebas tangibles, existe una teoría según la cual la colonización de
la futura Galia por los celtas originarios de Europa Central comenzó hacia el año 1300
a. C., a finales de la Edad del Bronce, con la cultura de los campos de urnas y terminó
hacia el año 700 a. C. Otra teoría sugiere que los primeros pueblos celtas corresponden a
la cultura arqueológica de Hallstatt (800-400 a. C.) que se desarrolló en Europa Central,
incluido el este de Francia y se corresponde con los inicios de la Edad del Hierro. Hacia
finales del siglo VIII a. C. se extiende la metalurgia del hierro y se constituye una
aristocracia guerrera gracias a la aparición de espadas de hierro y al combate a caballo.
Los príncipes y princesas celtas eran enterrados con armas y carros de gala, como en
la tumba de Vix (550 a. C.-450 a. C.), en el departamento de Côte-d'Or.

Según Tito Livio, las abundantes poblaciones de guerreros de las tribus


de biturigios, arvernos, heduos, ambarros, carnutos y aulercos bajo el mando del
legendario biturigio Beloveso invadieron la llanura del Po y se unieron a los ínsubres para
fundar la ciudad de Mediolanum (Milán) hacia 600 a. C.

La Galia prerromana (siglo V - 51 a. C.)[editar]

El jefe galo Breno y Marco Furio Camilo durante el


saqueo de Roma de 390 a. C.
Civilización gala
Oppidum celta (siglo I a. C. )

Reconstrucción de la muralla gala de Bibracte

Granja gala

moneda sécuana

La Galia, tal como fue definida por Julio César, era el territorio donde habitaban los galos,
e incluía los territorios actuales de Francia, Bélgica, Luxemburgo, norte de Italia, así como
partes de Suiza, Alemania y Países Bajos. Los pueblos galos se corresponden con
la cultura arqueológica de La Tène, que es considerada como el apogeo de la cultura celta.
Los galos fueron un conglomerado de tribus celtas que hablaban dialectos de un idioma
común, pero no formaron una unidad política, sino rivalizaron entre sí. Además de los
galos, los romanos identificaban dos pueblos más: los aquitanos en el suroeste de la
Francia actual y los belgas en el noreste.

Los celtas provenientes de regiones del Rin, el Danubio o el Bosque Hercínico extendieron
su autoridad sobre el resto de la Galia a finales del siglo VI a. C. y principios del
siglo V a. C. , en la época conocida como segunda Edad del Hierro o período de la cultura
de La Tène. Este nuevo período de expansión corresponde a transformaciones
económicas y sociales. Los guerreros aristócratas, poco numerosos, fueron remplazados
por campesinos soldados reagrupados en torno a un jefe de clan. El arado con reja de
hierro remplazó al arado de madera y permitió labrar los suelos pesados del centro y norte
de la Francia actual. Lo anterior explica en gran medida la colonización de tierras nuevas,
el crecimiento demográfico y las nuevas invasiones resultantes.

A inicios de 390 a. C., el jefe Breno llevó guerreros galos (senones, cenómanos, lingones,
entre otros) a Italia del norte, donde se unieron a otros pueblos celtas
(ínsubres, boyos y carnios). Roma fue tomada en 390 a. C. Los romanos contuvieron a
estos invasores a partir de finales de 349 a. C.

Los celtas comenzaron a comerciar con las colonias griegas del sur de la Galia desde el
siglo VII a. C. , como Massalia (Marsella). Este comercio fue interrumpido durante las
invasiones del siglo V a. C. , pero fueron retomadas vigorosamente a finales del
siglo IV a. C. Durante este período se encuentran monedas griegas en todo el valle del
Ródano, los Alpes e incluso en Lorena.

La civilización gala experimentó un período especialmente floreciente entre 290 a. C. y 52


a. C. Características de esta civilización son el surgimiento de verdaderas ciudades
fortificadas (oppida) de dimensiones mucho mayores que las fortalezas de períodos
anteriores y el uso de la moneda.

En el siglo II a. C. se establece una relativa hegemonía arverna caracterizada por un fuerte


poderío militar y una gran riqueza de sus jefes. Al mismo tiempo aumenta la influencia
romana en el sur de la Galia, que se manifiesta inicialmente en el ámbito comercial. Las
investigaciones arqueológicas muestran que en el transcurso del siglo II a. C.
las ánforas italianas remplazaron poco a poco las procedentes de Grecia en el comercio
marsellés. En varias ocasiones, Marsella acudió a Roma para que la defendiera de las
amenazas de las tribus celto-ligures y las presiones de los arvernos.

Vercingetórix depone las armas ante Julio César


tras la batalla de Alesia.
El sureste de la Galia, en particular las regiones actuales del Languedoc y la Provenza, fue
conquistado por Roma antes del fin del siglo II a. C. y formó la provincia romana de Galia
Narbonense. Esta región, que iba de los Pirineos a los Alpes y atravesaba el valle del
Ródano, era un territorio estratégico para unir Italia con Hispania, la cual había sido
conquistada durante la segunda guerra púnica (finales del siglo III a. C.) La conquista de la
Narbonense se logró en 118 a. C. después de la derrota de los arvernos y alóbroges y la
alianza de Roma con los heduos. Tras la caída de la hegemonía arverna bajo la presión de
los romanos, los grandes pueblos de la Galia —en particular heduos y sécuanos—
rivalizaron fuertemente entre ellos.

En 58 a. C., Julio César utilizó la amenaza que representaban los pueblos germánicos
para los galos para intervenir en auxilio de los heduos, aliados de Roma. La guerra de las
Galias fue larga y en enero de 52 a. C., con el ascenso al poder de Vercingetórix, los
arvernos y sus aliados se rebelaron contra el ejército del procónsul. Julio César enfrentó la
determinación de los galos, cuyo levantamiento fue casi generalizado. La guerra, que
incluyó asedios, incendios de ciudades, tierra quemada, masacres y deportaciones en
esclavitud, terminó en 51 a. C. con la victoria romana frente al ímpetu desorganizado de
los galos.

Edad Antigua[editar]
Colonias griegas[editar]
Moneda de plata de Massalia con leyenda en
griego (siglos V-III a. C.).
Hacia 600 a. C., griegos jonios procedentes de la ciudad de Focea fundaron la colonia de
Massalia (la Marsella actual) en la costa del mar Mediterráneo, lo que convierte a Marsella
en la ciudad más antigua de Francia. Al mismo tiempo, algunas tribus celtas penetraron las
partes orientales del territorio actual de Francia, pero esta ocupación se extendió por el
resto de Francia solo entre los siglos V y III a. C.

Massalia fue una ciudad próspera que fundó más ciudades en el Mediterráneo, como
Agathe (Agde), Nikaia (Niza) y Antipolis (Antibes). Piteas, originario de Massalia, exploró
el norte de Europa y llegó hasta el círculo polar ártico hacia 325 a. C. Las colonias griegas
mantuvieron un lucrativo comercio con los galos, como da cuenta la presencia de monedas
y ánforas griegas en diversas partes de la Galia. Las monedas griegas influyeron en el
estilo de las monedas galas, quienes utilizaron el alfabeto griego en las pocas evidencias
que hay de su escritura. Las colonias griegas fueron amenazadas constantemente por las
tribus galas, por lo que Massalia tuvo que recurrir a la alianza con Roma. La ciudad perdió
su independencia frente a los romanos en 49 a. C.

Galia romana[editar]

Las provincias galas dentro del imperio romano, a principios


del siglo II.
Monumentos romanos en Francia

Arenas de Arlés

Maison Carrée (Nimes)

Arco de triunfo de Orange


Puente del Gard

Anfiteatro de las Tres Galias (Lyon)

Templo de Augusto y Livia (Vienne)

El emperador Augusto organizó la Galia en cuatro provincias: a la Narbonense,


suficientemente romanizada para convertirse en provincia senatorial, agregó la Galia
Aquitania, la Galia Lionesa y la Galia Bélgica. Los límites de las Galias sobrepasaban los
de la Francia actual, principalmente en lo concerniente a la Galia Bélgica que rodeaba al
río Rin. Tras la conquista de la Galia, los romanos forzaron desplazamientos de nativos
para evitar que se convirtieran en una amenaza, tanto dentro de las provincias galas como
fuera de ellas. Además del gran número de nativos, la Galia se volvió la patria de
ciudadanos romanos llegados de otros lugares y de pueblos germánicos que migraron al
imperio.

Culturalmente ocurrió un sincretismo entre la cultura romana de la nueva clase gobernante


con la cultura celta nativa, lo que dio origen a la cultura galorromana. Las prácticas
religiosas fueron una combinación romana y celta, con dioses celtas sujetos a
la interpretatio romana.2 Junto con el latín, los galos continuaron usando su idioma, pero
cambiaron el alfabeto griego por el latino3 y se considera que su lengua se usó en Francia
hasta el siglo VI.4 Algunas influencias celtas permearon la cultura del imperio romano:
la caracalla, una capa que le dio apodo a un emperador romano;5 el tonel,6 más resistente
que la ánfora romana, y la cota de malla,7 el casco imperial galo y las braccae,8 adoptados
por el ejército romano. Los galos se integraron cada vez más dentro del imperio. Por
ejemplo, los generales Marco Antonio Primo y Cneo Julio Agrícola9 y los
emperadores Claudio y Caracalla10 nacieron en las Galias. También el
emperador Antonino Pío era de familia gala.11

Las vías romanas retomaron en gran parte las vías galas, que eran numerosas y en buen
estado, lo que explica la gran rapidez de desplazamieno de las legiones romanas. La
pacificación del Rin y Britania favorecieron el auge económico. La urbanización fue
generalizada y se desarrollaron numerosas ciudades, organizadas bajo el modelo de
los municipia italianos, que aún perduran, mientras que los campos se cubrieron de
pueblos (vici) y de grandes explotaciones agrícolas (villae). La Galia, junto con Egipto, era
la región más poblada del imperio romano, con una población estimada de 7 millones de
habitantes.12 En 48, el emperador Claudio dio acceso al Senado romano a los notables
galos, como se muestra en la tabla de Lyon.13
Martín de Tours, difusor del cristianismo en la Galia
durante el siglo IV.
El desarrollo económico ocasionó siglos de Pax Romana: se cultivaron viñedos
en Aquitania, los valles del Ródano, del Saona y del Mosela y los vinos galos competían
con los vinos italianos.14 A imitación de la terra sigillata itálica se creó una industria
de cerámica sellada (por ejemplo en La Graufesenque).15 Los artesanos galos producían
también en abundancia objetos de madera y tejidos de lana que se exportaban hacia los
grandes centros de consumo en Italia, el Rin y el alto Danubio. Los intercambios no se
limitaron a los bienes materiales: además del culto popular de la religión gala y su
sincretismo romano, que es prohibido por Claudio (41-54), aparecieron en las ciudades
otras religiones de origen oriental: el culto de Mitra, de Cibeles y finalmente el cristianismo.

Desde el siglo II ya había una importante comunidad cristiana en Lugdunum (Lyon), de


donde son los primeros mártires16 (177) y el primer obispado de la Galia,17 donde
ejercería san Ireneo. El cristianismo, cuyos orígenes se remontan a la diáspora judía, se
extiende por las ciudades gracias a los comerciantes de oriente y al ejército, y después
del Edicto de Milán se extiende por los pueblos, donde el evangelizador emblemático es
san Martín de Tours (316-397), a quien se atribuye también la fundación del monacato en
Francia.18 Hacia 250, de acuerdo con Cipriano de Cartago, la Galia contaba con ocho
obispados (Lyon, Arlés, Tolosa, Narbona, Vienne, Reims, París y Tréveris)17 y con 120 a
finales del siglo IV. En 314 el emperador Constantino convoca al primer concilio de Arlés, el
primero celebrado en la Galia.

Cinco siglos de romanización dejaron una huella profunda en las Galias: las lenguas
derivadas del latín (occitano y francés), un derecho escrito, ciudades, arquitectura
monumental, la religión católica y costumbres cotidianas, como el consumo del pan y el
vino.19

Invasiones germánicas[editar]

Mapa de Galia a finales del siglo V Reino de


Soissons Reino Franco Reino de los alamanes Reino de los burgundios Reino visigodo de Tolosa Armórica
Durante las crisis del siglo III se sucedieron guerras civiles en suelo galo. A mediados de
este siglo, francos y alamanes, ambos pueblos germánicos, atraviesan el Rin y saquean la
Galia en varias ocasiones. El general Póstumo creó el llamado Imperio galo (260-274),
independiente de Roma. La Galia fue afectada por las rebeliones bagaudas que asolarían
sobre todo el norte de la región desde el siglo III hasta el siglo V. Los romanos permitieron
el establecimiento de laeti (colonias bárbaras) en la Galia en los siglos IV y V. Los sistemas
defensivos del Rin incorporaron cada vez más contingentes germánicos. Grupos de
francos en Galia Bélgica y de alamanes en Alsacia sirvieron como tropas auxiliares
federadas, y ciertos oficiales francos llevaron carreras brillantes en el imperio romano. Una
migración celta apareció en Armórica en el siglo IV formada por refugiados de Britania,
quienes permanecieron independientes del resto de la Galia hasta 939.

En la noche del 31 de diciembre de 406 vándalos, suevos, alanos y otros pueblos


germánicos atravesaron la frontera del Rin,2021 pese a la defensa de los auxiliares francos.
En 412, los visigodos cruzaron los Alpes y llegaron a Aquitania.21 El imperio romano les
cedió territorios hasta su desaparición en 476. A medida que las estructuras imperiales se
deshacían, el poder político pasó a manos de reinos bárbaros con sus propias leyes y su
propia religión, el arrianismo20 o el politeísmo.22 El peligro que representaron
los hunos provocó una alianza temporal de los ocupantes de la Galia. En 451, el patricio y
generalísimo Flavio Aecio se puso a la cabeza de una coalición galorromana y franca que
detuvo las incursiones de los hunos comandados por Atila en los Campos Cataláunicos.

En medio de varios reinos bárbaros, Aecio fue uno de los últimos militares romanos en
intentar la reorganización política de la Galia, como también lo fue el general Egidio y su
hijo Siagrio. Egidio, en alianza con los francos, logró algunas victorias contra los visigodos
y los burgundios y en 457 logró controlar militarmente un territorio entre el Sena y el Loira,
que la historia ha llamado "el reino de Soissons" una suerte de enclave del imperio romano
que sobrevivió a la caída de este. Este "reino" perduraría con su hijo Siagrio, quien se
autonombró "rey de los romanos", pero finalmente fue conquistado por Clodoveo, rey de
los francos, en 486.23 Las elites nobles galorromanas, aún presentes en las ciudades,
mantuvieron la autoridad local y nombraron obispos, que fueron representantes y
protectores de sus comunidades e interlocutores de los reyes germánicos y los últimos
representantes de la cultura romana.24 Entre estos se puede citar a Avito de Vienne, Niceto
de Lyon, Remigio de Reims y Gregorio de Tours.

Edad Media[editar]
Artículo principal: Francia en la Edad Media

La nación de Francia no aparece más que muy progresivamente a lo largo de los siglos.
Algunos consideran que no se puede hablar de Francia más que a partir del Tratado de
Verdún, que sería también el origen de Alemania; otros que a partir del acceso de Hugo
Capeto al poder y algún otro incluso más tarde. La tradición de las escuelas primarias en
Francia, remontan el origen del país a la unificación de los francos, de modo que la Francia
de hoy es heredera del reino franco de Clodoveo, y existe sin discontinuidad desde el año
486 hasta nuestros días, donde francos, burgundios (borgoñones), vikingos (normandos), y
también britanos (bretones), se fundieron con los galos en el crisol que hoy se llama
Francia.

Sobre los territorios que componían la Francia de la Edad Media reinaron las siguientes
dinastías:

• Los Merovingios, descendientes de Meroveo y Clodoveo.


• Los Carolingios, descendientes de Carlos Martel.
• Los Capetos, y sus ramas secundarias los Valois y los Borbones,
descendientes de Hugo Capeto.
Los merovingios[editar]
Artículo principal: Reino de los francos en la época merovingia

Los reinos francos en 511


Estos párrafos son un extracto de Reino de los francos en la época
merovingia.[editar]
El reino de los francos, en latín Regnum Francorum, también conocido (aunque menos
usualmente) como Francia (palabra latina que no se refería a la actual Francia), o
simplemente reino franco,Nota 1 son las denominaciones historiográficas que identifican
el reino germánico de los francos establecido a finales del siglo V aprovechando la
decadencia de la autoridad romana en las Galias, durante la época de las
denominadas invasiones bárbaras. La dinastía merovingia, la gobernante de los
francos desde mediados del siglo V hasta 751,27 establecerá el reino más grande y
poderoso de Europa occidental tras la caída del imperio de Teodorico el Grande, un
estado que en su mayor apogeo ejercerá el control de un extenso territorio: las
actuales Bélgica, Luxemburgo y Suiza; la casi totalidad de los Países Bajos,
de Francia y de Austria; y la parte occidental de Alemania. Fue la primera dinastía
duradera en el territorio de la Francia actual.

De entre todas las tribus en que se dividían los francos, fueron los salios —que se
habían asentado dentro del limes (frontera) como pueblo federado ocupando la Galia
Bélgica— los que lograron eliminar toda competencia y asegurarse el dominio para
sus líderes: primero, aparecen como «reyes de los francos» en el ejército romano del
norte de la Galia; luego, hacia 509, y encabezados por Clodoveo I, ya habían unificado
a todos los francos y galorromanos del norte bajo su dominio; y, finalmente, desde su
establecimiento inicial en el noroeste de la actual Francia, Bélgica y los Países Bajos,
se extendieron conquistando las antiguas diócesis romanas —Diocesis
Viennensis y Diocesis Galliarum—, previamente ocupadas por otros reinos
germánicos: derrotaron a los visigodos en 507 y a los burgundios en 534 y también
extendieron su dominio a Raetia en 537. En Germania, los pueblos no romanizados
de alamanes, bávaros, turingios y sajones aceptaron su señorío.

El nombre dinástico, en latín medieval Merovingi o Merohingii ('hijos de Meroveo'),


deriva de una forma fráncica no atestiguada, similar a la acreditada Merewīowing,
del inglés antiguo,28 siendo la «–ing» final un típico sufijo patronímico germánico. El
nombre deriva del rey Meroveo, a quien rodean muchas leyendas. A diferencia de
las genealogías reales anglosajonas, los merovingios nunca afirmaron descender de
un dios, ni hay evidencia de que fueran considerados sagrados. El pelo largo de los
merovingios los distinguía entre los pueblos francos, que por lo general se cortaban el
pelo. Los contemporáneos a veces se referían a ellos como los «reyes de pelo largo o
cabelludos» (en latín reges criniti). Un merovingio a quien se le cortara el pelo no
podía gobernar, y un rival podía ser eliminado de la sucesión siendo tonsurado y
enviado a un monasterio.

El primer rey merovingio conocido fue Childerico I (fallecido en 481). Su hijo Clodoveo
I (r. 481-511), aliado con los francos ripuarios, instalados en los ríos Rin y Mosela, fue
quien con sus campañas militares, agrandó verdaderamente el reino entre 48629 y 507
y unió a todos los francos, conquistando la mayor parte de la Galia. Esa expansión fue
posible por su conversión al cristianismo ortodoxo (por oposición a la herejía arriana) y
su bautismo en Reims hacia el 49630 lo que le granjeó el apoyo de la aristocracia
galorromana y de la Iglesia occidental.29 Instaló la capital en París en 507. A su muerte
el reino fue dividido entre sus cuatro hijos varones, según la costumbre germánica:Nota
2
Clotario I, fue rey de Soissons (511-561) (y luego de Reims (555-561) y de los
francos (558-561)); Childeberto I, fue rey de París (511-558); Clodomiro, rey de
Orleans (511-524); y Teodorico I, rey de Reims (511-534). El reino permaneció
dividido, con la excepción de cuatro períodos cortos (558-561, 613-623, 629-634, 673-
675), hasta 679. Después de eso, solo se dividió una vez más (717-718). Las
principales divisiones del reino daran origen
a Austrasia, Neustria, Burgundia y Aquitania.

Durante el último siglo del dominio merovingio, los reyes, no teniendo más tierras que
distribuir entre sus guerreros, fueron abandonados por estos siendo relegados cada
vez más a un papel ceremonial. El poder lo ejercerá la aristocracia franca y sobre todo
los mayordomos del palacio (major domus), una especie de primeros ministros,
funcionarios del más alto rango bajo el rey. En 656, el mayordomo Grimoaldo I trató de
colocar a su hijo Childeberto en el trono en Austrasia. Grimoaldo fue arrestado y
ejecutado, pero cuando se restauró la dinastía merovingia su hijo gobernó hasta 662.
La familia de los Pipínidas, originaria de Austrasia, se apoderó de las mayordomías de
palacio de Austrasia y posteriormente de las de Neustria y colocó nuevamente
a Provenza, Borgoña y Aquitania, regiones entonces casi independientes, dentro de la
órbita merovingia y emprendió la conquista de Frisia, al norte del reino. Uno de los
mayordomos de palacio más famosos, Carlos Martel, rechazó en 732 a un ejército
musulmán no lejos de Poitiers, considerada la batalla decisiva que impidió la conquista
de toda Europa. Para recompensar a sus fieles, Martel confiscó inmensos territorios a
la Iglesia y los redistribuyó. Esto le permitió asegurar la fidelidad de sus hombres sin
deshacerse de sus propios bienes.

Al fallecer el rey Teoderico IV en 737, Martel estaba tan seguro de su poder que
continuó gobernando los reinos sin necesidad de proclamar un nuevo
rey nominal hasta su muerte en 741. La dinastía fue restaurada nuevamente en 743,
pero en 751 el hijo de Carlos, Pipino el Breve, depuso al último rey
merovingio, Childerico III, al que encerró en un convento, y se hizo elegir rey entre los
guerreros francos. Pipino tomó la precaución de ser coronado en 754 por el
papa Esteban II, en la abadía real de Saint-Denis, evento que le proporcionó una
nueva legitimidad, la de ser elegido por Dios, inaugurando la dinastía carolingia. Será
especialmente a partir de la coronación imperial de Carlomagno en el año 800, cuando
la denominación historiográfica habitual del reino franco pasará a ser de Imperio
carolingio.


El bautismo de Clodoveo I por san Remigio con el milagro de la Santa Ampolla.
Placa de encuadernación de marfil, Reims, último cuarto del siglo IX.
Amiens, museo de Picardía.

Victorias de Carlos Martel contra los sarracenos en Tours-Poitiers (732), Grandes


Crónicas de Francia

Recreación de la coronación de Pipino el Breve el domingo 28 de julio de 754 por


el papa Esteban II, en la abadía real de Saint-Denis. Supuso el inicio del gobierno
de la dinastía carolingia.

Los carolingios[editar]

Carlomagno según una ilustración de Alberto Durero (1511).


Pipino el Breve, el primer monarca carolingio, conquistó la provincia de Aquitania, que
se había independizado, y la Septimania, que se había convertido en una de las cinco
provincias musulmanas de Al-Andalus entre 719 y 759. También intervino fuera de sus
fronteras y conquistó tierras lombardas, con las que crearía los Estados de la Iglesia,
también conocidos como los Estados Pontificios o "Patrimonio de San Pedro", pues se
los donó al Papa y se declaró al mismo tiempo garante de los mismos.31 A su muerte,
de acuerdo con la tradición franca, repartió su reino entre sus dos
hijos, Carlomán y Carlos, pero la muerte precoz de Carlomán permitió a Carlos reinar
sobre un reino franco unificado. El reino de los francos conoció su más grande
expansión durante el reinado de Carlos, más conocido como Carlomagno.

Oratorio carolingio de Germigny-des-Prés (siglo IX).

El reino franco en tiempos de Carlomagno.


Carlomagno extendió las fronteras del reino franco, a costa de veinte años de guerra,
a Sajonia, Bretaña, Vasconia, Lombardía, Baviera y el reino ávaro. Sin embargo, estas
conquistas no serían definitivas y las regiones de Bretaña y Vasconia fueron sacudidas
por numerosas rebeliones. Carlomagno estableció territorios conocidos como
"marcas", que eran zonas militarizadas que permitieron controlar los ataques de
bretones y vascones. Esta política de conquista, así como el apoyo que proporcionó al
papado, tuvo como consecuencia la coronación de Carlomagno como emperador de
los romanos el 25 de diciembre de 800 por el papa León III en la basílica de san
Pedro. Hasta entonces, los emperadores bizantinos eran considerados los únicos
herederos del imperio romano, por lo que la coronación de Carlomagno representó un
conflicto entre el reino franco y el Imperio bizantino. Después de que los francos se
apoderaron de territorio bizantino en el adriático, el emperador Miguel envió delegados
a la corte de Carlomagno en Aquisgrán en 812 para reconocerlo como emperador de
occidente. Los contemporáneos quisieron ver en esta circunstancia el renacimiento del
Imperio romano de Occidente. Sin embargo, el imperio carolingio estuvo centrado en
las regiones de Galia y Germania y su linaje era de origen germánico y no romano.

Los reinados de Carlomagno y su hijo Luis el Piadoso fueron testigos de dos oleadas
de invasiones, pero fueron también un período de reforzamiento del poder real y de
renacimiento de las artes y la cultura.
La división del reino franco con el tratado de
Verdún (843). En rojo, Francia Occidental, antecedente de la actual Francia; en
amarillo, Francia Oriental, antecedente de la actual Alemania; en verde, Francia
Media, que sería dividida entre las dos anteriores.
Luis el Piadoso, emperador entre 814 y 840, renunció a confiscar las tierras de la
Iglesia para donarlas a sus fieles como recompensa. Al hacer esto, quedó obligado a
utilizar sus propios bienes y por ende debilitaría el poder de los carolingios. Luis
mantuvo el imperio unido, pero este no sobreviviría a su muerte. Dos de sus hijos –
Carlos el Calvo y Luis el Germánico– se aliaron en contra de su hermano Lotario en
los juramentos de Estrasburgo. Finalmente, los tres hijos llegaron a un acuerdo en
el tratado de Verdún (843) y el imperio fue dividido en tres partes: Francia
Occidental para Carlos el Calvo, Francia Media para Lotario y Francia Oriental para
Luis el Germánico. Esta es la primera ocasión que el nombre de Galia es sustituido por
el de Francia occidental. Lotario ostentó el título de emperador, pero en 869 su reino
se repartiría entre sus dos hermanos. De esta manera, dos entidades quedaron como
herederas del antiguo imperio carolingio: Francia Occidental y Francia Oriental, que
serían el germen de las actuales Francia y Alemania, respectivamente. Las dos
Francias se reunificaron brevemente entre 884 y 887 bajo Carlos el Gordo. A su
muerte, los reyes francos perdieron el título de emperador romano.

Durante los siglos IX y X, Francia occidental estuvo amenazada con la ruptura.


Bretaña, bajo el liderazgo de Nominoe, reafirmó su independencia, y la reincorporación
de Aquitania al reino no fue más que algo puramente teórico. La segunda ola de
invasión de vikingos, sarracenos y húngaros acentuó la disgregación de la autoridad
real. Los soberanos, impotentes para defender sus territorios, se resignaron a ver
pasar el poder de sus manos a las de poderosos señores, quienes constituyeron
principados, vastos territorios semi independientes. Para frenar la amenaza vikinga, el
rey Carlos el Simple se vio obligado a ceder Normandía al jefe vikingo Rollo en 911.

El título de rey se volvió electivo y los carolingios tuvieron que ceder la corona al
conde Odón de París, entre 888 y 898, a su hermano Roberto I entre 922 y 923, y
a Raúl de Borgoña entre 923 y 936. En 987 Hugo Capeto, duque de los francos y
descendiente de Odón, fue preferido como rey al pretendiente carolingio Carlos de
Baja Lotaringia gracias a la activa intervención del arzobispo Adalberón de Reims.

Los Capetos[editar]
La Dinastía de los Capetos (o Capeta) llegó a gobernar Francia, que se fue
subdividiendo sucesivamente cada vez más, característica que se ha denominado
"feudalismo clásico". En todo este periodo el rey hubo de enfrentarse continuamente a
los demás nobles de su reino, en teoría sus vasallos, pero que a veces adquirían
demasiado poder como para desafiar abiertamente la autoridad real. En este periodo
se produjeron las cruzadas y la guerra de los Cien Años. Francia inventó el arte gótico,
y hubo tiempo en el que con toda Europa fue víctima de la peste bubónica, epidemia
que fue llamada la "peste negra". También participó del humanismo que sería
precursor del Renacimiento.

La autoridad de los primeros Capetos se limitaba a su dominio real, reducido a una


zona entre Beauvais y Orleans, vestigio del ducado de Francia de Roberto I, mientras
que varios vasallos tenían posesiones mucho mayores. Gracias a una política hábil de
la mayoría de ellos, pudieron asegurar el crecimiento de sus dominios. Frente a sus
vasallos, que eran casi independientes, los reyes Capetos tuvieron las siguientes
ventajas:

• Hicieron hereditario su linaje al elegir y consagrar a sus hijos en vida y


asociarlos al trono, un uso que se siguió hasta Felipe Augusto.
• Estaban en la cima de la jerarquía feudal y todos los señores feudales del
reino le debían homenaje.
• La consagración real les permitió adquirir un derecho divino a través de la
unción con el aceite de la santa ampolla, que según la tradición fue un
regalo del Espíritu Santo al primer rey franco, Clodoveo. De esta manera el
rey, cuyo poder procedía directamente de Dios, contó con la alianza de la
Iglesia.
Varias regiones disfrutaban de una autoridad local comparable a la de un reino. Varias
dinastías de origen francés incluso expandieron sus territorios fuera de Francia:
los Normandos, Plantagenet, Lusignan, Hauteville, Poitiers y Tolosa. La más
importante de estas conquistas fue la Conquista normanda de Inglaterra por Guillermo
el conquistador. Este evento mantendría a Inglaterra conectada con Francia durante el
resto de la Edad Media y sería motivo de conflicto entre ambos reinos. Los reyes de
Inglaterra serían los vasallos más poderosos del rey de Francia y llegarían a aspirar al
trono francés.

Los primeros Capetos[editar]

El reino de los francos bajo Hugo Capeto (940-996).


Los dominios del rey, en azul.
La fundación del estado francés inició con la elección de Hugo Capeto en Reims en
987. Capeto, llamado hasta entonces "duque de los francos". pasó a ser "rey de los
francos". El territorio de Hugo se extendía en una pequeña área de escasa relevancia
que contrastaba con los territorios de los barones que lo habían elegido. La figura de
Hugo Capeto no se encuentra bien documentada en la historia; su mayor logro fue
sobrevivir como rey y derrotar al candidato carolingio, lo que le permitió establecer la
que se convertiría siglos después en una de las dinastías reales más poderosas de
Europa.
La abadía de Cluny. Godofredo de
Bouillon, caballero franco, uno de los líderes de la primera cruzada y fundador
del reino de Jerusalén.
El hijo de Hugo, Roberto II el Piadoso, fue coronado rey antes de la muerte de su
padre. Hugo Capeto así lo decidió para asegurar la sucesión. Roberto II se reunió con
el emperador Enrique II en la frontera entre ambos reinos. Los monarcas acordaron
poner fin a los reclamos territoriales mutuos. Aunque Roberto II fue un rey débil, sus
esfuerzos fueron considerables. Se apoyó en la iglesia para gobernar Francia en
mucho mayor medida que lo que su padre lo hizo. Aunque vivió con una amante y fue
excomulgado debido a ello, fue visto como modelo de piedad; de ahí su apodo, el
Piadoso. A partir de Roberto II se atribuyeron poderes milagrosos a los reyes de
Francia, quienes podían curar la escrófula con el simple tacto. Su reinado es también
recordado por la paz y tregua de Dios (que comenzó en 989) y la reforma cluniacense.

Durante el reinado extraordinariamente largo de Felipe I (1060-1108) el reino


experimentó una modesta recuperación. En esta época se lanzó la primera
cruzada para recuperar Tierra Santa, que había caído en manos sarracenas. Esta
expedición, que culminó con la conquista de Jerusalén y la fundación de
varios estados francos en Medio Oriente, involucró a la familia del rey, si bien él no
participó de manera personal.

A partir del reinado de Luis V (1108-1137), la autoridad real adquirió mayor aceptación.
Luis VI fue sobre todo un rey belicista. Su manera de recaudar dinero mediante el
ataque a sus vasallos lo convirtió en un rey impopular, pero por otro lado fortaleció el
poder real. Desde 1127 el rey contó con la asistencia del abad Suger, un eficiente
estadista. Luis VI derrotó tanto militar como políticamente a muchos de sus vasallos.
Frecuentemente los llamaba a la corte y a aquellos que no acudían se les confiscaban
sus territorios y se lanzaban campañas militares en su contra. Esta política drástica
impuso cierta autoridad real en París y las áreas circunvecinas. Cuando Luis VI falleció
en 1137 había hecho bastante para fortalecer la autoridad de los Capetos.

Arquitectura gótica en Francia (siglos XII-XIII)

catedral de Laon
catedral de París

catedral de Chartres

Gracias al consejo político del abad Suger, Luis VII (1131-1180) gozó de mayor
autoridad moral que sus predecesores. El abad Suger arregló el matrimonio de Luis VII
con Leonor de Aquitania, que se celebró en 1137. Esto convirtió a Luis VII en duque
de Aquitania y le otorgó un poder considerable. Sin embargo, pronto afloraron las
tensiones en la pareja. Por influencia de Leonor, el rey entró en guerra contra el conde
de Champaña, conflicto en el que más de un millar de personas fueron quemadas
vivas en Vitry. El rey, arrepentido del evento, hizo penitencia y viajó a Tierra Santa.
Posteriormente, involucró al reino de Francia en la segunda cruzada, pero su relación
con Leonor no mejoró. Su matrimonio fue anulado por el papa y Leonor pronto se casó
con Enrique Fitzempress, duque de Normandía. Luis VII ahora enfrentaba a un vasallo
mucho más poderoso que él, pues Enrique era el mayor feudatario de Francia al
poseer Normandía y Aquitania y en 1154 se convirtió en el rey Enrique II de Inglaterra.

El abad Suger fue el artífice de la arquitectura gótica, nacido en el norte de Francia, en


particular en las regiones de Isla de Francia y Picardía. Este estilo, que se difundió,
sería el estándar de la mayoría de las catedrales europeas en la Baja Edad Media.

Felipe II Augusto[editar]

Conquistas de Felipe II Augusto.

Felipe Augusto victorioso tras la batalla de


Bouvines de 1214, tras la cual anexó Normandía y Anjou a los dominios reales.
El reinado de Felipe II Augusto (1179-1223) fue un paso importante en el historia de la
monarquía francesa, pues fue testigo de la expansión del poder e influencia real.
Sentó las bases para el surgimiento de monarcas mucho más poderosos, como San
Luis y Felipe el Hermoso.

Felipe II ocupó una parte importante de su reinado en combatir al imperio angevino,


que incluía Inglaterra y la mitad del reino de Francia y era quizás la mayor amenaza
para un rey de Francia desde el origen de la dinastía de los Capetos. Felipe II se alió
con Ricardo Corazón de León en contra del padre de este, Enrique II de Inglaterra, y
juntos lanzaron un ataque decisivo sobre el castillo de Enrique en Chinon y lo retiraron
del poder. Ricardo remplazó a su padre como rey de Inglaterra. Felipe y Ricardo
combatieron juntos en la tercera cruzada; sin embargo, su alianza y amistad se rompió
durante la cruzada. Los dos reyes se enfrentaron posteriormente en Francia y Ricardo
estuvo cerca de derrotar a Felipe II.

Además de sus batallas en Francia, ambos reyes intentaron colocar a sus respectivos
aliados en el trono del Sacro Imperio Romano Germánico. Felipe II apoyó a Felipe de
Suabia, de la casa de Hohenstaufen, mientras que Ricardo Corazón de León apoyó
a Otón IV, miembro de la casa de Welf. Otón IV se coronó emperador, lo que significó
un gran peligro para Felipe. La corona de Francia se salvó gracias a la muerte de
Ricardo durante una batalla en el Lemosín.

Felipe II confiscó las posesiones de Juan sin Tierra, el sucesor de Ricardo, en Francia.
Juan intentó recuperar sus posesiones en la batalla de Bouvines (1214), donde fue
derrotado. Felipe II pudo entonces anexarse Normandía y Anjou, además de capturar
a los condes de Boulogne y Flandes, aunque Aquitania y Gascuña permanecieron
fieles al rey de Inglaterra. Tras la batalla de Bouvines, el aliado de Juan, Otón IV, fue
derrocado del Sacro Imperio Romano por Federico II, aliado de Felipe Augusto. El rey
de Francia desempeñó desde entonces un rol crucial en la política de la Europa
occidental tanto en Inglaterra como en Francia.

Felipe Augusto fundó la Universidad de la Sorbona y convirtió a París en una ciudad


de erudición. También amplió las murallas de la ciudad, pavimentó los caminos y
construyó el castillo del Louvre.

El príncipe Luis (futuro Luis VIII, 1223-1226), se involucró en la guerra civil inglesa
conocida como la primera guerra de los barones (1215-1217). Mientras los reyes de
Francia se enfrentaban a los Plantagenet tanto en Francia como fuera de ella, la
Iglesia los convocó a la cruzada albigense contra los cátaros, movimiento cristiano
arraigado en el sur de Francia que fue considerado herético. La guerra, que se libró
entre 1209 y 1244, terminó con la erradicación del catarismo y la expansión de los
dominios reales en el sur.

San Luis[editar]

San Luis zarpa de Aigues Mortes rumbo a la


séptima cruzada.
Luis IX, conocido como San Luis, solo contaba doce años cuando se convirtió en rey
de Francia. Su madre, Blanca de Castilla, ejerció el poder como regenta. La autoridad
de Blanca encontró fuerte oposición de los barones franceses, pero consiguió
mantenerse en el poder hasta que su hijo pudo gobernar por sí mismo.

La Santa Capilla del palacio de la Cité, obra maestra del gótico


radiante.
Con Luis IX, Francia se convirtió en un reino centralizado. A menudo, a San Luis se le
ha considerado como un representante de la fe católica y un reformador preocupado
por sus gobernados. Sin embargo, su reinado estuvo lejos de ser perfecto. En 1229, el
rey luchó contra la huelga de la Universidad de París, lo que provocó daños en
el Barrio Latino de la ciudad. San Luis libró también una guerra contra el Condado de
Tolosa y combatió la resistencia en el Languedoc. El conde Raimundo VII de
Tolosa firmó el tratado de París en 1229. Su hija, Juana, no tuvo herederos, por lo que
el condado pasó a manos del rey de Francia. El rey Enrique III de Inglaterra no
reconoció la posesión de los Capetos sobre Aquitania y esperaba recuperar
Normandía y Anjou para restaurar el Imperio Angevino. Desembarcó en 1230 en Saint-
Malo con un gran ejército. Bretaña y Normandía se rindieron de inmediato. Esta
invasión inglesa evolucionó en la guerra de Saintonge (1242). Finalmente, Enrique III
fue derrotado y tuvo que reconocer el dominio francés, si bien el rey de Francia no
pudo tomar Aquitania. Luis IX, además de poseer el título real, se convirtió en el mayor
propietario de tierras en Francia si bien enfrentó cierta oposición en Normandía. En
esos tiempos se fundó el Consejo del rey, que posteriormente se transformaría en
el parlamento. Después del conflicto con el rey de Inglaterra, ambos establecieron una
relación de cordialidad.

San Luis fue un mecenas del arte gótico. Durante su reinado se construyó la Santa
Capilla de París, una de las obras cumbres del gótico radiante. También se le atribuye
la Biblia Morgan. San Luis participó en dos cruzadas. En la séptima cruzada (1248-
1250) atacó Egipto y logró conquistar la ciudad de Damieta, pero fue derrotado y
hecho prisionero en Fariskur en 1250. La octava cruzada fue lanzada sobre Túnez en
1270, donde el rey francés falleció de una enfermedad ese mismo año.

Felipe III y Felipe IV[editar]

El palacio de los papas en Aviñón. Durante


el reinado de Felipe IV la sede papal se mudó a esta ciudad francesa, donde
permanecería por 67 años.
Felipe III ascendió al trono a la muerte de San Luis en 1270. Fue llamado "el atrevido"
en referencia a sus habilidades en combate y equitación y no precisamente por su
capacidad de gobernar o su temperamento. Felipe III tomó parte en un desastre
cruzado más: la cruzada aragonesa, que le costó la vida en 1285.

Felipe IV (1285-1314) realizó varias reformas administrativas. Fue responsable de la


supresión de los Caballeros Templarios, firmó la Vieja Alianza con Escocia y
estableció el Parlamento de París. Felipe IV, a diferencia de los primeros Capetos, fue
tan poderoso que pudo nombrar

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