Cuadernillo Lectura SEGUNDO CICLO
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Manu Pérez
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CUADERNO LECTURA
2º 3º
ciclo DE PRIMARIA
Nombre:.......................................................................................
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HISTORIA
DE PACO
Nombre: Fecha:
Paco es un niño de ocho años, moreno, con unas pestañas muy
grandes al igual que sus ojos. Cuando mira parece que observa
todo lo que está enfrente de él. Apenas parpadea. No se le
escapa nada de todo cuanto ocurre a su alrededor.
Por las noches, antes de dormir, le gusta que su abuelo Tomás
le cuente algo. Paco le habla de todas las cosas que le han
pasado durante el día, de su colección de cromos, del colegio y
de sus amigos. El abuelo le cuenta historias, algunas muy
divertidas que le pasaron en su juventud y que a Paco le gusta
escuchar. Después de esto se duerme tranquilo.
Paco, al levantarse por las mañanas, recuerda las historias
que le cuenta el abuelo. A veces sueña con ellas y de camino al
colegio se las cuenta a su hermana:
– Ana, te voy a contar lo que he soñado.
– Y, ¿qué es? – pregunta Ana.
– He ido a un bosque que se estaba quemando. Ardían los
árboles. Las llamas eran tan altas que tapaban las ramas.
Yo llevaba una gran manguera y vestía de bombero con
casco.
Llevaba también un hacha para abrirme paso entre los
árboles.
– Y ¿no te daba miedo? – dice Ana.
– No, abrió la llave de la manguera y poco a poco todas las
llamas se fueron apagando.
¿Quién es Ana?
Cuando Paco y Ana llegan a casa hablan con el abuelo del frío que
hace. El abuelo les lee esta poesía de Antonio Machado:
¿Qué es la fauna?
El de mendigo.
El de príncipe.
El de rey.
Nombre: Fecha:
Paco explica al abuelo un nuevo proyecto que tiene en
marcha: “Vamos a hacer una obra de teatro de guiñol. Va a
ser muy divertida. La obra se va a titular “Al lobo Benito
lo comieron frito”. La hemos inventado entre todos los
amigos.
Benito es un lobo muy patoso: torpe y sin gracia en sus
movimientos. No se come a la abuela. Además, le falta una
oreja.
Yo hago de pastor. Tengo que hablar muy alto y mover el
muñeco con mucha fuerza. Ana hace de lobo y tiene la voz
muy fina. Cuando grita. “¡Os voy a comer a todas!”, las
ovejas se mueren de risa.
Tenemos tres ovejas, pero una de ellas tiene la piel azul y
los amigos no quieren que salga. Dicen que nunca hubo
ovejas azules. Digo yo que qué más dará. Tampoco hay lobos
como Benito… Pero yo creo que al final saldrá.
Ensayando nos lo pasamos muy bien. Pienso que,
repitiendo la obra varios días, la aprenderemos y cuando la
representemos todos se reirán mucho”.
¿Cuál es el título?
Nombre: Fecha:
Al volver a casa, Paco cuenta a su abuelo que ha visto los
canarios que su amigo Carlos tenía enjaulados y que él, en
cambio prefería que estuvieran en libertad.
– Hay un pájaro – dice el abuelo – al que le gustan mucho
los árboles. Es bastante grandecito, algo así como una paloma,
y con una cola muy larga. Su pico es corto y negro, y las
patas menudas y de color amarillo.
El cuclillo vive en todos los países. En las tierras nórdicas
abunda más que en las meridionales. Vive en lugares boscosos;
no se entretiene rondando las casas ni emperezándose por las
viñas; es un animal del bosque y cuanto mayor sea éste mejor
para él.
Paco ya se imagina al cuclillo volando por el aire de un lado
a otro.
Después de oír al abuelo, Paco pregunta:
– ¿Y qué hace el cuclillo por el bosque?
– Este pájaro come insectos de todas las clases y destruye,
sobre todo, los bichos que los otros pájaros no se atreven a
comer, como por ejemplo las orugas peludas.
Las orugas peludas se multiplican de un modo horrible y
causan muchos daños a la madera. Pues mira, el mayor enemigo
de esos bichos es el cuclillo, que se las traga como la miel y no
le importan ni esos pelos que estropean la garganta de los
demás pájaros ni esa especie de líquido que lanzan y que, si te
cae sobre la mano, te produce una gran picazón y ampollas.
¿Cómo es el pico?
¿Qué contenía?
Nombre: Fecha:
Con la búsqueda del diente, Paco recordó la caminata que hizo
por el pueblo detrás del perro de un viejecito.
Una tarde salió tan campante como siempre y se encontró con
un invidente acompañado de un perro y apoyado en un bastón.
Mira por dónde, el perro se asustó y salió corriendo. Entonces
Paco dijo:
– No se preocupe – señor; yo le traeré su perro.
Y salió disparado en línea recta detrás del perro. Pasó dos calles
y, en la tercera, giró a la izquierda. Llegó hasta una estatua de un
hombre a caballo que estaba al fondo de la calle, y … ¡ni rastro!
Del perro.
Decidió coger por la calle de la izquierda, que daba al parque.
Pensó que allí podía estar el animalito. En efecto, allí estaba el
perro jugueteando con las hojas secas que había por el suelo.
Paco utilizó sus tirantes para atar al perro y emprendió el
regreso por el mismo camino. Al verle un guardia pensó: “¡Vaya
moda., pasear al perro con unos tirantes!”
Por fin llegó hasta donde el viejecito.
– ¡Misión cumplida! – dijo Paco.
– No hacía falta que fueras detrás del perro. A veces, va al
parque, juega y vuelve enseguida.
¡Tanto como había andado y total para nada! El perro se
conocía el pueblo mejor que nadie.
Nombre: Fecha:
A Paco le apetece leer un libro que le acaban de regalar. Antes
de empezar se fija en el nombre del autor y lo pronuncia en voz
alta. Piensa que así lo retendrá mejor en su memoria.
– ¡Carlos Collodi! – dice con voz pausada. Después abre el libro
el libro y empieza a leer.
PINOCHO
Hace mucho tiempo existió un carpintero llamado Geppetto.
Un buen día, Geppetto tuvo la idea de tallar un muñeco.
Cuando empezó a tallarle la cabeza, Geppeto pensaba, riéndose
para sus adentros: “Debe ser una cabecita redonda, con una nariz
larga para que el muñeco pueda oler mejor”
“Ahora le haré unos ojos grandes y muy abiertos. Ojos de muñeco
curioso y con buena vista”, seguía pensando Geppetto. “Que pena
que no sea un niño de verdad. Le enseñaría el oficio, le enseñaría
el pueblo donde vivo. Si fuera un niño, tendría unos ojos preciosos
, color avellana, como yo”, continuaba pensando el carpintero.
“Ahora la boca”, pensó Geppetto y talló una boca grande y
sonriente.
“Será un muñeco gracioso”, pensaba Geppetto. Si fuera un niño
contaría chistes, comería helados y le gustaría bailar.”
Geppetto también le puso orejas a su muñeco: “Se llamará
Pinocho. Si yo hubiese tenido un hijo, se habría llamado así. ¡El
muñeco será como mi hijo.
Nombre: Fecha:
En el, campo cerca de la casa, va a comenzar el partido
del año entre los “Super” y los “Grandes”, dos
estupendos equipos de fútbol juveniles. Hay gran
animación, han venido muchos niños de la escuela y el
campo está lleno hasta los topes. Los “hinchas” llevan
una pancarta escrita con el nombre de su equipo y
frases que apoyan a los jugadores.
– ¡Hala, “Super”, somos los mejores y tenemos que
ganar! – quien así grita pertenece a este equipo. Es el
entrenador que anima a sus jugadores.
A este saludo, los niños del equipo contrario, contestan:
– ¡Ra, ra, ra, los “Grandes” nada más! – sus potentes
voces se oyen en todo el campo. Es el equipo de la
escuela.
A medida que avanza el partido, se destacan los
ganadores.
Los “Grandes” van marcando más goles, siendo el
resultado del partido de 5 a 2.
Contentos unos, tristes otros, todos regresan a
nuestras casas.
Nombre: Fecha:
Cuando acaba el partido y Paco vuelve a su casa, se encuentra
a Jesús, el niño que no sabía jugar. Durante el partido de
fútbol le había llamado la atención oírle gritar “ra, ra, ra”.
Como a todos los niños, le gusta jugar, lo que pasa es que no
tiene amigos. Y, laverdad, uno solo puede jugar a tan pocas
cosas…
Paco se acerca y dice:
– ¿Cómo te llamas? – de sobra lo sabe pero no se le ocurre
otra cosa.
– Jesús – le contesta –. He venido a ver el partido.
– ¿Eres de aquí? – le pregunta de nuevo Paco.
– No, soy de Madrid. He venido a vivir aquí hace un mes. No
tengo amigos – en la voz del niño hay como un fondo de
tristeza.
– Y, ¿cuántos años tienes? – pregunta Paco.
– Voy a cumplir los ocho en febrero – responde Jesús.
– ¡Ah!, Pues tenemos casi la misma edad. Yo ya los he
cumplido – le dice Paco.
Paco trata de hacerse amable, y el niño comienza, poco a
poco, a sonreír. Le cuenta cosas de su ciudad y de su familia,
de los amigos que tenía antes de venir…
Hablando, hablando, Paco y el niño se hacen amigos. Cuando
llegan a casa de Paco, Jesús se despide.
– ¡Tengo que irme! Mi mamá quiere que esté en casa a la
hora de cenar. Hasta mañana.
Nombre: Fecha:
Paco ya tiene un amigo más en la escuela: Jesús , el niño que
antes no jugaba. Algo le faltaba a este niño para jugar. Ahora se
divierte de lo lindo. Los amigos son necesarios en el juego y nos
pueden ayudar a no estar tristes.
Paco se acuerda de la historia del caracol:
“En el campo de maíz, allí donde por las noches canta la
lechuza, se encontraba triste y desamparado, bajo una ancha hoja,
el caracol Col-As. Así le llamaban todos porque en otro tiempo
había sido el “as” de los animales de la zona en los juegos y en las
fiestas.
Pero ahora, desde que en una granizada se le agujereó su concha,
no se atreve a salir de su hoja protectora, pues teme acatarrarse
si una gota de lluvia se escurre por su cuerpecito enconchado.
Es verdad que todos los días recibe la visita de amigos y vecinos
que le cuentan las ultimas noticias de los alrededores. Pero al
caracol Col-As apenas le importan, pues él lo que quiere es
deambular por el campo sin peligro a resfriados.
Allí estaba acurrucado cuando acertó a pasar la vieja Babosa,
amiga de la infancia y le preguntó viéndolo en tal estado:
- ¿Qué pasa, Col-As, que tan triste estás?
- Pues tengo un agujero, desde el granizo de enero.
-¿Y eso te preocupa. Col-As? – replicó la Babosa –. En dos
minutos sanarás.
Al poco, la babosa vino con una hojita de hierbabuena untada
con resina de pino y la pegó sobre la concha de Col-As, que no
salió corriendo porque los caracoles no corren, pero movió mucho
sus antenas como cuando estaba alegre”.
Nombre: Fecha:
Paco está enredando con los cordones y los zapatos. El abuelo entra
en la habitación y dice:
- Sé que te cuesta mucho atarte los zapatos por la mañana, pero
¿qué me dices del señor Ciempiés, que cada mañana tenía que ponerse
cincuenta pares de zapatos? Verás, ahora te contaré lo que le pasó al
señor Ciempiés:
“El señor Ciempiés iba de un sitio para otro por el campo pisando
las hierbas con sus patitas desnudas. Y eso porque decidió un buen día
no usar zapatos, pues tardaba mucho tiempo en calzarse.
Cogió los zapatos y los amontonó en un rincón de su parcela. Allí
quedaron olvidados durante tres inviernos.
Pero una buena mañana recibió la invitación del Señor del Prado del
acto de recepción del nuevo Embajador del Bosque, que venía a relatar
los últimos acontecimientos de este paraje vecino. Para acudir al acto
debía ir vestido de fiesta y calzado.
El señor Ciempiés se acordó de sus viejos zapatos. En el mismo rincón
en que los había dejado los encontró llenos de polvo y moho.
¿Qué hacer? Se puso manos a la obra: con cepillo, crema y todas sus
patas funcionando a la vez los limpió y abrillantó, de tal manera que
por la tarde estaban todos relucientes.
El señor Ciempiés, bien calzado y con traje nuevo, entró en el salón,
y caminaba de tal manera que bien parecía un desfile de guardias
reales.
Dio la bienvenida al Embajador del Bosque y fue la admiración del
acto con todos sus zapatos limpios y bien atados”
Después de oír esta historia, Paco, que sólo tenía que atarse dos
zapatos, lo hace rápidamente y también se los limpia con un cepillo.
Nombre: Fecha:
Hoy hemos ido al mercado con mi padre. Hay mucha
gente. Los vendedores tienen sus puestos a lo largo de la
calle, como todos los sábados.
A la entrada de la calle, hay muchas frutas y
verduras.
– ¡Qué hermosas lechugas! – dice mi madre.
– ¡Pues anda, que esas manzanas! – dice Ana.
– ¡Fíjate, fíjate que fresas! – exclamo yo –. Dicen
“comedme”.
– ¡Queremos fresas! – gritamos a la vez.
Mi madre dice que bueno, que compremos fresas. Pero
que todavía están muy caras.
La señora del puesto nos pesa un kilo de freses. Mi
madre le da seis euros y mete el paquete en el bolso de
la compra. Luego compramos otras frutas por cinco
euros.
A continuación pasamos al puesto de las aves, donde
venden pollos y patos. Da gusto verlos. Las plumas son
preciosas. Es una lástima que tengan que matarlos. No,
no quiero que compre pollos ni patos.
Pero mi madre no me hace mucho caso y compra lo
que le parece. Yo pienso no comer pollo mañana.
Nombre: Fecha:
Es domingo y Ana dice a su hermano:
– ¿Por que no hacemos una fiesta?
– Muy bien, pero que vamos a celebrar?. No se me ocurre nada –
le responde Paco.
– Ya sé. Celebraremos que estamos contentos, que estamos bien
y… y ¡que es domingo! Hay muchos domingos al año pero nunca hemos
celebrado ninguno.
– Venga, invitamos a Carlos y al abuelo y hacemos algo con las
frutas que compramos ayer.
– ¡Mira, aquí tengo una receta de un postre riquísimo!
SORBETE DE NARANJA
Nombre: Fecha:
Después de tomarse un sorbete de naranja, el abuelo llevó a
los niños al cine. Paco, al día siguiente, contaba así la película
a su amigo Jesús:
“Vimos una película de indios y vaqueros. Parecía que los
vaqueros mataban a todos los indios, pero había tantos que
siempre quedaba alguno. Los indios eran muy feos: salían
pintados y con muchas plumas en la cabeza.
Los vaqueros malos jugaban a las cartas, llevaban pistolas y
siempre las estaban disparando por todas partes. Hacían
verdaderos desastres en los poblados de indios atacándolos y
destruyendo sus viviendas. Los indios solo se defendían con
flechas. Al final todo acabó bien. El sheriff se apoderó de los
bandidos tras un argo combate, y los pobres indios que
quedaron vivos volvieron a vivir tranquilos en su pradera”
Paco continúa:
“Detrás de nuestros asientos había unos chicos mayores que
dieron bastante guerra. Parecía que la película no les gustaba,
pues no paraban de silbar. Cuando el acomodador iba a
echarlos, el actor principal apareció en la pantalla y los chicos
se callaron. El acomodador se fue con su linterna por el pasillo
adelante sin decir nada. A partir de entonces pudimos ver
tranquilos y en silencio toda la película”
¿Qué poseen los vaqueros para luchar que no tienen los indios?
Nombre: Fecha:
Estos días, Paco se acuerda tanto de la película de
indios y vaqueros que juega a los bandidos con sus amigos.
Carlos, Paco, Ana y Jesús pasan las tardes en el parque
como si interpretaran una película.
Carlos y Ana, no obstante, tienen motivos muy sobrados
para quejarse, ya que siempre hacen de víctimas. Se pasan
todo el rato como si estuvieran atados a los árboles,
mientras que Jesús y Paco lo pasan dando vueltas alrededor
de ellos.
- ¿No te parece que debemos turnarnos? – se quejaba
Carlos –. Un rato de indios y el siguiente de vaqueros.
¿Vale?.
Ana le apoya en esta protesta, pero Paco se hace el
sordo: es mas divertido correr que estar quieto.
Tanto insisten que Paco, cansado, les dice:
- Si no estáis conformes, podéis marcharos, Jesús y yo
nos bastamos solos.
Así lo hacen. Cuando Paco tiene que cargar con ser la
víctima, protesta y se da cuenta de que estar inmóvil no le
gusta. Tarda poco en comprender que ha sido un egoísta y,
presentándose ante Carlos y su hermana les pide perdón.
Éstos aceptan gustosos pero a condición de que todos han
de hacer de todo por turno.
Nombre: Fecha:
Esta tarde me aburría la televisión, así que he estado buscando
en mi armario y ha caído en mis manos un libro de Enid Blyton
que se titula “Los cinco se escapan”. ¡Qué aventura tan
emocionante estuve leyendo!
“La señora Stick estaba aquella noche de mal humor y no había
servido todavía la cena. Julián fue a preguntarle sobre el
particular, pero encontró cerrada la puerta de la cocina.
Volvió con los demás con el rostro sombrío, porque todos los
demás tenían mucho apetito.
- Ha cerrado la puerta – informó –. ¡Qué mujer más pesada! No
creo que quiera servirnos esta noche la cena.
- Podemos esperar hasta que se vaya a la cama – dijo Jorge –.
Entonces buscaremos a ver que podemos encontrar en la despensa.
Se fueron hambrientos a la cama. Julián se puso a escuchar
para saber cuando se iban a la cama la cocinera y Edgar. Cuando
oyó que subían la escalera y cerraban la puerta del dormitorio
bajó hasta la cocina.
Estaba muy oscuro y cuando iba a encender la luz oyó el aliento
de alguien que suspiraba pesadamente. ¿Quién podía ser? ¿Acaso
Stinker?
No, no era ningún perro. Era la respiración de una persona.
Julián se quedó quieto, con la mano en el interruptor de la luz,
pasmad y algo asustado.
No podía ser un ladrón, porque los ladrones no se dedican
adormir en las casas donde entran a robar. No podían tampoco
ser la señora Stick ni Edgar. Entonces, ¿de quién se trataba?”
Nombre: Fecha:
Hoy el abuelo le cuenta a Paco algo muy gracioso:
“En un país africano vivían dos españoles amigos. Uno de ellos era
misionero y vivía en un poblado del interior. El otro era médico y
dirigía el hospital de una ciudad de la costa.
Un día, el misionero decidió enviar a su amigo una carta y un regalo.
Escribió la carta, cogió cuatro hermosas piñas y llamó al muchacho
que hacia de recadero.
– Sirongo, ve la gran ciudad. Pregunta en el hospital por el médico y
le entregas este sobre y estas piñas.
Sirongo viajó a la ciudad y entregó la carta al médico. Éste, al leerla,
le dijo:
– El misionero te dio cuatro piñas. Te has comido una en el viaje,
¿eh, goloso?
El muchacho casi se cae del susto.
– ¿Cómo lo sabe, doctor?
– Porque me lo ha dicho la carta.
Como Sirongo no sabía leer se quedó muy sorprendido?
A la vuelta, el médico entregó a Sirongo cinco cocos y una carta
para el misionero.
Cuando llegó al poblado, el recadero entregó los cocos y la carta al
misionero que se le quedó mirando sin pestañear.
– Mira, Sirongo, al ir llegaste con una piña de menos y ahora te has
comido uno de los cocos que te dio para mi el doctor.
– ¿Y quién ha dicho eso? – preguntó el recadero con más asombro
que la otra vez.
– Esta carta, hombre.
– ¡Imposible! – exclamó el muchacho –. Es imposible, padrecito:
cuando me comí el coco puse la carta detrás de un tronco y no me
pudo ver.
Nombre: Fecha:
El abuelo explica a Paco que los animales tienen su propio
lenguaje y le cuenta esta historia:
“Érase una vez un patito muy gordito que tenía grandes
inquietudes; quería conocer el mundo pero su mamá nunca lo
sacaba de viaje. Ella se sentía muy cómoda en casa, cosa natural
después de todo.
Nuestro patito andaba de un lado para otro, rumiando su
desgracia, hasta que un día decidió marcharse de casa y comenzar
a vagabundear por ahí.
Andando, andando, se encontró con un gatito, que lo saludó con
un leve maullido:
– Miau, miau – repetía el felino, una y otra vez.
El patito, desconcertado, quería imitarlo pero le resultaba difícil.
Más adelante, encontró a otros animales, cada uno de distinta
especie. Primero fue un pájaro amarillo; después, doña Vaca. Ambos
lo saludaron usando su particular lenguaje, que el patito se
empeñó en imitar; el resultado de sus esfuerzos no era, en verdad,
muy brillante, pero él insistía una vez si y otra también.
Entretanto, doña Pata había salido en busca de su hijo y no
tardó en encontrarlo. Llena de alegría lo saludó, soltando sus
particulares “Cua, cua”
Al querer imitar a su madre, el patito vio que su propio lenguaje
era más fácil para él y, además, el que más le gustaba.
– Cua, cua – repetía satisfecho el patito mientras regresaba a
casa acompañado por su madre”
Nombre: Fecha:
Se acerca la pascua. Los amigos de Paco están pensando en
la excursión que van a realizar. Todos los años suelen ir al rió,
donde buscan un sitio cómodo para merendar. Allí, ese día,
juegan al escondite, a la gallinita ciega y a la cuerda. Cuando
ya se han cansado, buscan en sus bolsas los bocadillos y los
huevos duros, típicos de la fiesta de Pascua. De los huevos
duros nunca se olvidan, ya que después de merendar, se
divierten rompiéndolos en la frente de algún niño que está
despistado.
Carlos llevó el año pasado un huevo de chocolate. Su padre
se lo había comprado en la pastelería. Cuando vieron el huevo
tan grande, toda la pandilla quería comer de él. Empezaron a
partir el huevo y debajo siempre salía otro huevo, hasta que al
final salió la sorpresa: una pequeña gallina con siete bolitas de
chocolate. Comieron una cada uno menos Carlos que se comió
dos. El huevo de chocolate estaba buenísimo. Este año, que el
año pasado, llevarán un huevo de chocolate ya que el abuelo
quiere comprarlo para todos.
Jesús quiere que vayamos de excursión a la “Montaña Negra”.
Está lejos del pueblo, pero desde allí se ven todos los
alrededores con detalle. Según Jesús, cerca del pico hay una
cueva que puede servirles para no mojarse si llueve o para que
no les dé el sol, si es muy fuerte.
Nombre: Fecha:
Hoy a mi hermanase le ha ocurrido una idea fantástica, la
de ¡decorar huevos de Pascua! Dice que un día vio un libro en
el que se explicaba cómo se hacía. Hemos rebuscado en la
librería y por fin lo hemos encontrado. Dice así:
En muchos lugares existe la vieja costumbre de decorar
huevos al llegar la Pascua. ¿Quieres aprender decorarlos?
Lee lo que tienes que hacer.
INSTRUCCIONES:
1. Echa abundante agua en un cazo y pon los huevos dentro.
2. Los huevos deben hervir durante 10 ó 12 minutos. Si echas
un poco de café al agua, los huevos tendrán color marrón. Si
echas hojas de alcachofa, los huevos tendrán color verde. Si
echas trozos de remolacha, los huevos saldrán color malva.
3. Una vez hervidos los huevos, no los cojas sin antes dejarlos
enfriar.
4. Cuando estén fríos puedes pintarlos con rotuladores o hacer
cenefas de papel y pegarlas
– Pues vamos a decorar media docena de huevos – dice Paco
a su hermana, después de leer como se hacen los huevos de
Pascua –. Como no tenemos alcachofas y queda muy poco café,
echaremos remolacha; nos quedarán de color morado. ¡Van a
ser preciosos! Luego se los podremos regalar a Carlos y a Jesús.
Verás como les gustan.
– Bueno, pero tú te quedarás uno, yo otro y el resto para
ellos a partes iguales.
Nombre: Fecha:
Paco escucha la radio cuando se levanta. A todos los de la
casa les gusta mucho.
Diana es la locutora más famosa de la radio. Cada mañana
se levanta muy pronto con el fin de poder comenzar su emisión
favorita a las ocho en punto. La emisión se titula “Despierta
con Diana”.
Con su alegría y su buen humor, hace más fácil, a grandes y
pequeños, la tarea de levantarse de la cama.
- ¡Señoras y señores! ¡Que día tan bonito comienza hoy!
¡Echen, echen una mirada a la calle por la ventana! ¿Qué
ustedes no tienen calle? No se preocupen, siempre podrán
mirar al cielo, no?
Como numero fuerte del programa, Diana da las noticias
locales, las noticias de nuestra ciudad:
- Por fin, los bomberos han logrado apagar el incendio del
edificio del Ayuntamiento. Felizmente no ha habido victimas.
- Ha acampado en nuestra ciudad el circo “SUSO”. Este fin
de semana podremos verlo.
Diana pide por teléfono las impresiones actuales de las
personas más importantes de la ciudad. Invita a tomarse el día
con optimismo y a que se trabaje para mejorar la ciudad.
¿Quién es Diana?
Nombre: Fecha:
A Paco le ha impresionado la noticia del incendio. Piensa que los
bomberos son muy valientes y que no es nada fácil ser bombero. El
abuelo le explica cómo se entrenan los bomberos:
“En el cuartel de los bomberos hay un gimnasio para que los
bomberos hagan ejercicio y se mantengan fuertes: escalan cuerdas,
levantan pesos… ¡Los bomberos son deportistas!
Los bomberos hacen ejercicios en lugares oscuros para saber
orientarse en la oscuridad.
Además, los bomberos aprenden a subir muy deprisa por
larguísimas escaleras y a entrar en los edificios por las ventanas.
En muchas ocasiones, los bomberos también tienen que ayudar a
los heridos. ¡Los bomberos tienen que aprender muchas cosas!
Los bomberos usan ropas especiales que los protegen del fuego y
del calor. Sus uniformes están hechos de telas que no arden.
¿Y te has fijado en que los bomberos siempre llevan casco? El
casco no solo los protege del fuego, sino también de los golpes que
se pueden dar mientras trabajan.
Los bomberos llevan tiras de colores brillantes en sus uniformes
para ser fácilmente localizados entre el humo.
El cinturón también es importante en el equipo de un bombero.
En él van colgadas las cosas que necesita un bombero en su
trabajo: una linterna, un claxon para hacer llamadas …
En el camión, los bomberos llevan las cosas más importantes de
su equipo: las mangueras y las larguísimas escaleras”.
Nombre: Fecha:
Desde que Diana habló del circo por la radio, todas las
paredes de la ciudad estaban llenas de carteles. Se anunciaba
como el circo “SUSO”.
A las doce de la mañana, los payasos recorrían la ciudad. Con
ellos iban Eli, la amazona, y los magos. Detrás íbamos todos los
niños que acabábamos de salir de la escuela. El paseo era muy
divertido.
Habíamos insistido tanto en casa que por fin el sábado fuimos al
circo. Toda la carpa resplandecía de luces de colores y de
banderas. Su tela era muy grande y daba cobijo a mucha gente.
Cuando los payasos salieron a la pista, todos los niños
aplaudimos. Nos hicieron reír mucho con sus chistes. Sólo se oían
las risas.
Por fin el mago Rataplán hizo juegos maravillosos: nos adivinó el
nombre a Ana y a mí, sacó un paraguas de la bufanda del abuelo
e hizo caer una lluvia de monedas de la nariz de Ana. Como
número final sacó un conejo del sombrero de copa que él había
puesto sobre mi cabeza. Era tan difícil y nos gustó tanto que
aplaudimos muchísimo.
Nos gustaban tanto las luces y los carteles y todo era tan
bonito que no queríamos marcharnos. Pero el abuelo insistía en que
era la hora de cenar y tuvimos que abandonar el circo.
Nombre: Fecha:
Vamos a salir de excursión a la montaña. Ha venido un
autobús muy grande, de esos de 50 plazas. En seguida subimos
todos los de tercer curso y parte de los de cuarto, ya que
nosotros éramos 24 y nos sobraban plazas. Cuando el autobús
estuvo completo salimos.
Al cabo del rato, el autobús se detuvo en la pradera grande.
Muchos niños se encontraban mareados y con ganas de
vomitar. Habíamos pasado tantas curvas que el que más y el
que menos tenía el desayuno en la boca.
Algunos fuimos hasta el mirador que hay más allá de la
pradera, a unos kilómetros. Las vistas eran preciosas. En el
fondo del valle se veían tres pueblecitos.
Nuestro maestro llevaba unos prismáticos. Estuvimos mirando
por ellos. Se veían con claridad los árboles, las rocas … y hasta
un riachuelo que pasaba entre dos montañas. También vimos en
el cielo un águila real, que planeaba con las alas extendidas,
sin apenas moverlas. Fue muy bonito.
Hacia las dos y media volvimos a la pradera. Era la hora de
la comida. Sacamos nuestros bocadillos de la bolsa y en menos
de cinco minutos ya no quedaba nada.
¡Teníamos tanta hambre …!
Esta tarde vamos a coge plantas para estudiarlas y para
decorar la clase.
Nombre: Fecha:
Después de comer estuvimos viendo una fila de bichos por el
suelo. Carlos preguntó:
— ¿Como se llaman estos animales?
— Son procesionarias — dijo Paco —. Un día, mi abuelo me
explicó qué es lo que hacen.
El maestro nos dijo:
— El pinar, como todos los seres vivos, tiene sus amigos sus
enemigos. Eso que estáis viendo son las orugas o larvas una
mariposa. Sus nidos son esas bolsas de seda que están las
ramas de los pinos. Se trasladan de un árbol a otro formando
largas hileras como una procesión. Son tan voraces que pueden
arruinar en poco tiempo un árbol, dejándolo sin hojas. Para
combatir las procesionarias, se cortan los nidos y se queman, o
se destruyen por medio de insecticidas arrojados desde los
aviones.
— ¡Vamos a cortar y quemar los nidos! — dijo Carlos —. Así
los pinos no sufrirán
— No, eso le corresponde hacerlo a los guardabosques — dice
Paco —. Si lo hacemos nosotros se puede quemar el bosque y
muchos animales morirán.
El maestro, dando la razón a Paco, nos dijo:
— Efectivamente, el fuego es el gran enemigo del pinar; se
propaga con enorme rapidez ya que la resina arde con mucha
facilidad.
Nombre: Fecha:
Había unos botes colgados de los troncos de los árboles que
llamaron la atención de los niños. Los niños los tocaban y no
paraban de mirarlos. El maestro les dijo:
— Veis, aquí se recoge la resina, ese líquido que arde con
tanta facilidad. El guardabosques ha tenido que hacer una
ranura de 30 centímetros a lo largo del tronco con su
machete.
El tronco va sangrando la resina, que se deposita en el bote.
— ¡Oh! Me he pegado los dedos y además los tengo marrones
— dice Paco al tocar el tronco de un pino.
El maestro continúa:
— Si cogemos un poco de resma y la mezclamos con agua
obtendremos un pegamento para papel. De ella también se
obtiene el aguarrás, que se emplea como disolvente de pinturas.
Cuando uno se mancha pintando, este líquido sirve para
limpiar los pinceles y las manos. Otro producto que se obtiene
de la resina es la colofonia con la que los violinistas frotan las
cuerdas de sus arcos; también sirve para fabricar barnices.
La madera del pino se emplea para fabricar muebles y
obtener papel. Los tableros conglomerados son restos
inservibles de madera que se mezclan con pegamentos o
plásticos y se someten a la fuerte presión de una prensa. Las
ramas del pino, e incluso el serrín que dejan cuando se cortan,
se utilizan como combustible.
¿Cómo es la resina?
¿Qué es el serrín?
Nombre: Fecha:
Aún no hemos quitado las flores con las que habíamos
decorado la clase y ya vamos a hacer una exposición de
trabajos.
Vamos a colgar muchas cosas en las paredes. Además mi equipo
quiere escribir un libro. Vamos a estar muy atareados, ya que
queremos escribir historias interesantes y divertidas. Tenemos
que redactar textos, ilustrarlos y poner tapas de cartulina.
¡Escribir un libro cuesta mucho!
Ha venido un escritor a la clase y nos ha dicho:
— Lo más difícil es expresar con palabras lo que se quiere
decir, pero es muy bonito comunicar a los demás lo que
pensamos o imaginamos. Por eso, para ser buen escritor hay
que leer mucho.
Nos ha animado a escribir nuestros propios cuentos y nos ha
contado pequeñas historias que nos han divertido mucho.
Por la tarde hemos empezado a imprimir dibujos para
ilustrar el libro. ¡Es muy fácil! Se recorta una forma de flor, o
lo que se quiera, en una patata, se unta con tinta y se imprime
en el papel como si fuera un tampón.
Mientras tanto, Carlos estaba escribiendo un cuento.
No pararemos de leer libros. Si nos fijamos cómo están
hechos nos pueden salir muy bien.
Nombre: Fecha:
El equipo lee algunos libros en la biblioteca. Paco encuentra
una biografía que le gusta y escribe para el libro que están
preparando:
«Benjamín era el menor de los diez hijos de la familia
Franklin. A los siete años empezó a ir a la escuela. Era muy
joven cuando empezó a trabajar con un tío suyo que tenía una
imprenta. En los ratos libres de su trabajo, Benjamín leía
muchos cuentos de aventuras y libros de historia y ciencias.
Años más tarde fundó un famoso periódico, “La Gaceta de
Pensilvania”, en donde exponía todas sus ideas.
A los 27 años comenzó a interesarse por la ciencia y sobre
todo por la electricidad. Había un tema que le hacia pensar
horas y horas:
— El rayo es una descarga eléctrica. Tengo que conseguir
dirigirlo hacia otro sitio, así no producirá ningún daño — se
decía
Franklin.
Cuentan que una noche de tormenta colocó un tonel
metálico sobre su propio tejado y el rayo cayó dentro de él.
Otros dicen que lo que colocó fue un paraguas y que las
puntas de hierro de las varillas atrajeron el rayo.
Lo cierto es que todos los experimentos le permitieron
construir el pararrayos. Benjamín consiguió que en adelante no
se tuviera miedo a las tormentas porque los rayos ya no
causarían incendios, destrozos y muertes.
Nombre: Fecha:
Como estamos en primavera, Jesús, otro miembro del equipo, se
acuerda de un cuento de Andersen y lo escribe para nuestro libro:
«Érase una vez cinco guisantes metidos en una vaina. Estaban
verdes y creían que el mundo entero era verde...
Crecieron mucho gracias a la lluvia y al Sol; después empezaron
a ponerse amarillos y entonces creyeron que todo el mundo era
amarillo...
Muchas veces estaban aburridos y se ponían a pensar:
— ¿Es que no nos movemos nunca de esta funda alargada?
Y de pronto sintieron una sacudida y se encontraron metidos
con otros guisantes en una especie de “vaina cuadrada”. Era el
bolsillo de la chaqueta de un niño.
Vieron un fusil de juguete, el niño cogió un guisante, lo metió
dentro y lo disparó.
— ¡Voy de viaje por el ancho mundo! — decía el guisante
mientras subía.
El niño cogió un segundo guisante y ¡pum!, disparó de nuevo.
— ¡Vuelo. vuelo! — gritaba el guisante —. Voy derecho hacia el
Sol.
Y así fue tirando los cuatro primeros guisantes. El último ya
estaba algo nervioso. Pasó un rato y por fin el niño lo tiró sin
fuerza. Fue a parar a un huerto de lechugas y rábanos.
Al llegar la primavera había una linda flor y una planta verde y
brillante.
— Soy el guisante más feliz de la tierra, aunque no quiero
pensar qué será de mis hermanos... »
¿De qué forma era el bolsillo del niño que cogió el guisante?
Nombre: Fecha:
Ana y Paco juegan en el campo. Corren por entre los árboles, se esconden
detrás de los troncos y silban para llamarse uno al otro cuando no se ven.
— ¡Estoy muy cansado! — exclama Paco, y se sienta bajo un pino.
Ana se sienta a su lado. Sus caras están rojas, con gotas de sudor en su
frente. Sus ojos están brillantes.
— ¡Qué árbol tan bonito! Tiene unas ramas muy raras — dice Ana —.
Podemos construir una cabaña ahí arriba.
— No sé. No me he subido nunca. No sé hacer cabañas.
— No te creo. ¡Venga, vamos! — le replica Ana.
Ana se levanta despacio. Busca unas ramas por el suelo y las coge. Se
cuelga de una rama del árbol, apoya los pies contra
el tronco y sube. Paco la sigue.
— ¡Estamos muy arriba! — dice Ana —. ¿Cómo vamos a bajar? ¡Me da
miedo!
— A mí también — añade Paco —. Ahora tendremos que quedarnos aquí.
Es imposible saltar.
Ana llama a su madre una y otra vez. Esta, al escuchar las voces, se dirige
hacia el árbol y una vez allí les va diciendo lo
que tienen que hacer.
— Agárrate al tronco y pon el pie en aquella rama — señala la madre
con el dedo —. Cógete muy fuerte. Sin miedo, que lo puedes hacer. ¡Muy
bien! Ya estás cerca.
A medida que se van acercando, la madre eleva los brazos y los recoge en
el aire.
Habían pasado miedo pero pronto lo olvidan:
— ¡Subir es muy divertido! — exclama Ana —. Mañana construiremos la
cabaña.
La madre sonríe y dice:
— La próxima vez, antes de subir tenéis que pensar cómo podéis bajar
solos.
¿Qué fue más fácil para Ana: subir o bajar del árbol?
Nombre: Fecha:
Paco ha inventad o esta historia:
«Había una vez, en una ciudad lejana, una vaca llamada Josefina. Su
mayor deseo era ser guardia urbano. A Josefina le encantaba poner
orden y solucionar problemas en las calles de la ciudad.
Sus padres le aconsejaban que fuese vaca lechera, aunque en estos
días eso se paga poco, o agricultora, ya que estaría tranquila en los
prados y de vez en cuando podría comer hierba fresca.
Pero Josefina insistía en trabajar de guardia. Al ver en el
Ayuntamiento lo ilusionada que estaba, le ofertaron un puesto de
trabajo en una calle pequeña de mucho tráfico. ¡Ay! ¡Qué problemas
tuvo con el gorro y con la chaqueta! El gorro no le cabía en la
cabeza. Primero se le caía, después se le torcía hacia un lado. ¿Y la
chaqueta? Su cuerpo era tan grandote que le tuvieron que dar cinco
tallas más. Para dirigir el tráfico le dieron un pito reluciente y sonoro.
Al día siguiente, Josefina se puso a dirigir la circulación.
— ¡Piíí-pííi! — señalaba el paso de un coche hacia la derecha.
— ¡Piií-piii! — hizo parar una furgoneta para que unos niños
pudieran cruzar la calle.
Entretanto se congestionó el tráfico. Nada avanzaba. Coches y
autobuses pitaban protestando y los peatones se quejaban. Se armó
mucho jaleo y un gran atasco.
Rápidamente, Josefina empezó a mover el rabo: a la derecha, a la
izquierda, al frente. Para que los coches pararan lo levantaba hacia
arriba. Lo hacía con tal facilidad de movimiento que en pocos minutos
se descongestionó la calle.
Todos pensaban que Josefina era la mejor guardia urbano».
Nombre: Fecha:
Jesús quiere escribir otro cuento. Ha estado ojeando un libro de
peces para tomar ideas. Nada más ver el índice se fija en los
nombres tan raros y graciosos que tienen algunos de ellos. Busca
las páginas correspondientes y allí encuentra todos esos peces
dibujados. Poco después escribe esta historia:
«Era un invierno muy frío, muy frío. El agua estaba helada.
Los padres de unos pequeños pececillos no sabían qué hacer.
— ¡Grr...! ¡Qué frío! — decían los pececillos.
Cada vez hacía más frío. Por fin, los padres de los pequeños
pececillos tuvieron una gran idea: construirían una cabaña para
sus hijos. Se fueron a un lugar donde había un barco hundido
desde hacía muchísimos años.
— Coge tú algunos clavos — dijo el padre —, que yo cogeré estos
maderos.
Entonces llamaron a un amigo que era un pez sierra.
— Por favor, ¿podrías cortarnos estos maderos?
— ¡Pues no faltaría más! Después llamaron a un pez espada.
— Por favor, ¿nos podrías hacer unos agujeros en estos maderos?
— ¡Eso está hecho! Más tarde llamaron a un pez martillo.
— Por favor, ¿podrías clavarnos estos maderos?
— ¡Claro que sí! Los pequeños pececillos se refugiaron en la
cabaña hecha con los maderos.
Sus padres llamaron a un pez manta para que los arropara.
— ¡Qué bien, ya no tenemos frío! — dijeron los pececillos».
¿En qué parte del libro vio Jesús el nombre de los peces?
Nombre: Fecha:
Hoy es el último día de curso. ¡Estamos de fiesta!
Dedicaremos toda la mañana a colocar todos los trabajos que
hemos realizado. Nuestro libro ha encantado a los niños de la
clase y hoy lo expondremos. Por la tarde haremos teatro.
¡Todos queremos participar! ¡Tenemos tantas cosas que contar!
Pero antes debemos preparar la clase con adornos, quitar todas las
mesas y ordenar las sillas alrededor de las paredes.
Carlos va a contar chistes muy graciosos. Jesús va a recitar
absurdos como
«Yo he visto a un elefante bailar,
a un ratón coger gatos,
a una gallina volar...
No lo creas, que es mentira»
Yo saldré de mago que transforma todo con su varita mágica.
En realidad son trucos que me ha enseñado el abuelo y que no me
salen del todo mal. Al hacérselos a Ana se ha creído que podía
hacer magia. Pero mi hermana es pequeña y es fácil engañarla.
Por grupos, estamos preparando las cosas que hacen falta:
decorados, vestidos y gorros.
El maestro tocará canciones con su guitarra y nosotros
cantaremos.
Os invitamos a todos a la fiesta. ¡No faltéis! ¡Os esperamos!
Hasta pronto, amigos.