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Modulo 1

Este documento define el objetivo de reflexionar sobre el papel del personal educativo, específicamente el rol docente, en el bienestar y desarrollo integral de los estudiantes. Reconoce que la escuela es un lugar privilegiado para velar por el bienestar de los estudiantes y brindarles apoyo, y que los docentes juegan un papel clave a través de su liderazgo y mediación. También explica que el bienestar integral implica promover el bienestar de los estudiantes en las
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Modulo 1

Este documento define el objetivo de reflexionar sobre el papel del personal educativo, específicamente el rol docente, en el bienestar y desarrollo integral de los estudiantes. Reconoce que la escuela es un lugar privilegiado para velar por el bienestar de los estudiantes y brindarles apoyo, y que los docentes juegan un papel clave a través de su liderazgo y mediación. También explica que el bienestar integral implica promover el bienestar de los estudiantes en las
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MÓDULO 1

Objetivo del módulo:


Definir la contribución del rol del personal educativo en el bienestar de la población
estudiantil en las instituciones educativas.

Objetivo de aprendizaje:
Reflexionar sobre el papel del personal educativo y, en específico, del rol docente en el
bienestar y desarrollo integral de los/las estudiantes.

1. ¿Por qué la escuela es un lugar privilegiado para velar por el bienestar de sus
estudiantes y brindar el apoyo integral que requieran?

La labor docente se encuentra en medio de un torbellino de exigencias que se presentan día a


día: preparar y sostener clases, velar por la convivencia en el aula, elaborar informes, atender
necesidades de las propias vidas familiares, entre otras actividades que les empuja a estados de
alerta para responder de manera rápida a las urgencias que se presentan periódicamente. Este
frenesí cotidiano les va desconectando paulatinamente de las motivaciones que dan sentido al
ejercicio docente, más allá de la remuneración económica por el oficio de enseñar; son sentidos
que dan soporte a la vocación y direccionan el deseo de ser parte de la formación de quienes
tejerán la sociedad del mañana. Conectar con y hacer explícitas las razones que dan significado
al quehacer docente es un ejercicio fundamental para que en el encuentro diario con los y las
estudiantes se potencialice la vida, las ganas de aprender y la construcción de lazos sociales
basados en la fraternidad y el reconocimiento de la dignidad de todos y todas.
Es por eso que en este curso queremos empezar por reconocer el papel clave del rol docente en
el bienestar de los y las estudiantes que hacen parte de las instituciones educativas de nuestro
país. Sabemos que es un gran reto el propiciar una convivencia armónica en el aula, y son el
personal docente desde su liderazgo y mediación quienes lo hacen posible. Especialmente,
buscamos a través de este módulo que conjuntamente reflexionemos sobre cómo la escuela
impacta en el bienestar de sus estudiantes, en sus proyectos vitales y en las posibilidades de
construir horizontes comunes de buen vivir en el que se instaure principios democráticos y el
respeto por los derechos humanos. Este recorrido inicial por la escuela como garante del
bienestar integral de los y las estudiantes y, en particular, del aula como espacio de construcción
de sentidos comunitarios, también es una oportunidad para conectar con la elección de ser
docente y reforzar las motivaciones de tan bella vocación.
Partiendo del concepto de salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el cual se refiere
al estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones
o enfermedades; nos encontramos ante una perspectiva que permite contemplar todas las
dimensiones y espacios vitales que contribuyen al bienestar individual y colectivo.
Tradicionalmente hemos asociado la salud con la ausencia de una enfermedad o molestia física,
sin embargo, las condiciones socioeconómicas también pueden afectarla. Por ejemplo, un

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estudiante que recibe burlas constantes de sus compañeros/as de clase puede tornarse solitario,
triste, asustado y sentirse excluido del espacio social al que acude diariamente: su escuela,
aunque físicamente se encuentre bien, su bienestar mental y social empieza a estar
comprometido.
En este sentido, la escuela como institución, en la que transcurre una importante y considerable
parte de la vida de las personas, donde se aprende a pensar, a hacer, y a sentir en relación con
otros/as, es también un lugar desde el cual se puede promocionar y fortalecer la salud, es decir,
desde donde es posible garantizar bienestar para los niños, niñas y adolescentes en formación.
Garantizar el derecho a la educación es el punto de partida para que la escuela se convierta en
un espacio de bienestar. Un derecho que incluya a todos los niños, niñas y adolescentes que
forman parte del territorio ecuatoriano, sin discriminación de etnia, raza, nacionalidad, género,
discapacidad o cualquier otro tipo de condición. Otros aspectos que dan cuenta del espacio
escolar como garante del bienestar de sus estudiantes, es cuando las escuelas se piensan a sí
mismas y se proyectan como lugares de apertura, acogimiento y protección, donde incluso el
abordaje de los contenidos académicos se asumen como una oportunidad para aprender a ser
en convivencia con los demás. De ahí que se caracterice por ser una escuela que escucha sin
juzgar, que promociona vínculos afectivos y genera procesos de socialización basados en el
respeto a las diferencias para promocionar la participación de la población estudiantil en su
propio proceso de desarrollo y autonomía. También es importante resaltar, que gracias a las
interacciones cotidianas en el aula, las y los docentes pueden reconocer los contextos sociales y
familiares a los que pertenecen sus estudiantes, es decir, en la relación docente – estudiante se
puede conocer e identificar las potencialidades, así como también los riesgos psicosociales o las
situaciones de vulnerabilidad a los que están expuestos los y las estudiantes en sus comunidades
y tomar las acciones pertinentes para intervenir de manera adecuada.

Podemos concluir, por el momento, que una escuela que brinda bienestar es aquella que
promueve:

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https://view.genial.ly/63a4b8de12fc3a00184aa58c/interactive-content-escuelabienestar

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2. Bienestar integral y el rol del personal docente
Cuando hablamos de bienestar integral nos referimos a todas las acciones que tiendan a
promover el bienestar de los individuos y colectividades en las distintas dimensiones de su vida:
física, emocional, social y cognitiva (Unicef, 2021). Así que, situar el bienestar integral en el aula,
implica ampliar la mirada que se tiene sobre la relación entre docentes y estudiantes circunscrita
a la transmisión de conocimientos. Pues en la enseñanza de los contenidos curriculares, además
de las capacidades cognitivas que se ponen en juego, también las condiciones familiares, las
relaciones interpersonales con pares y docentes, y el mundo emocional atraviesan la experiencia
vital del estudiante en el aula.

Por lo tanto, el rol del docente abarca varias dimensiones, desde su lugar como mediador de las
dinámicas que suceden en el aula y del mundo externo que influye en ella. Las dimensiones a
considerar, que permiten garantizar el bienestar integral de los/las estudiantes en el aula, son:
la académica, emocional, social y familiar. Retomando al Ministerio de Educación del Ecuador y
Unicef (2020), estas dimensiones no son jerárquicas, todas son igualmente importantes.
Cuatro dimensiones
A continuación, presentamos un gráfico en donde se describen los diferentes aspectos incluidos
de cada una de estas cuatro dimensiones del rol docente:

https://view.genial.ly/63a4c6fba225070011d52647/interactive-content-4-dimensiones

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Cada una de estas dimensiones tiene que ser considerada a la hora de enseñar, pues la
formación depende de todas éstas para el proceso educativo integral de niñas, niños,
adolescentes, jóvenes y adultos. Por ejemplo, un niño que se encuentra asustado, con temor y
se siente amenazado en el ámbito familiar no podrá desarrollar todo su potencial en el ámbito
educativo, pues requiere de apoyo en los ámbitos emocional y familiar para que su proceso de
aprendizaje sea efectivo. De igual forma, una o un estudiante puede contar con un ambiente
familiar estable y con buenas calificaciones, pero tener dificultades con sus pares en la
dimensión social.

3. Convivencia familiar, escolar y social


Para que el bienestar que brinda la escuela contribuya positivamente en el desarrollo integral
de sus estudiantes es necesario la articulación y convivencia con las familias y la comunidad más
cercana a la población estudiantil, con el propósito de consensuar metas y principios comunes
que orienten la formación (Tenorio et al., 2013). De lo contrario, pueden surgir una serie de
discursos y prácticas desde la familia, la escuela y la sociedad dispares entre sí, que responden
a metas formativas distintas que no son explícitas o no se tienen del todo tan conscientes.
Por ejemplo, el ingreso a la escuela implica la incorporación de hábitos y prácticas que marcan
el ritmo de la cotidianidad, no solo de las y los estudiantes sino también de sus familias y/o
personas a su cuidado: cumplir con el horario de la escuela, contar con tiempo y un espacio en
casa para desarrollar las tareas escolares, el acompañamiento y supervisión de las personas
adultas del proceso formativo de sus hijos/hijas. Lo cual requiere el compromiso de las familias
con las metas de formación que paute junto con la escuela e introduzca prácticas de crianza que
estén en sincronía con dichas metas.
Si se presentan grandes diferencias o incluso contradicciones entre lo que la vida escolar ha
establecido como normas y prácticas que regulan la vida social, y lo que la familia propone, se

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creará un conflicto que afecta a el/la estudiante, en tanto queda expuesto a demandas
contrapuestas (Taborda, 2020).

Insistimos más en el cumplimiento de las tareas que en promover el interés y la curiosidad de


nuestros estudiantes. De la misma manera, en casa, las familias enfrentan diariamente las tareas
de la crianza, olvidando que no se trata de obligar a obedecer, o de someter a los hijos/hijas
unos días a exigencias y otros días dejarlos hacer lo que les provoque, sino de contribuir a diario
a volverlos personas responsables y colaboradoras (Tenorio et al., 2013: 5). De ahí la importancia
de entablar puentes entre la escuela y las familias, desde donde sea posible establecer principios
educativos comunes y estrategias adecuadas según esos principios.

El modelo cultural y económico de la sociedad también tiene un fuerte impacto en la relación


y convivencia entre familia y escuela, y por ende en la población estudiantil. Una sociedad cada
vez más globalizada y mercantilizada, en la que la información se difunde velozmente y se
instaura como meta de vida alcanzar el éxito económico, la fama y la felicidad de forma rápida,
instaura grandes retos en la formación escolar y en las prácticas de crianza. Las metas educativas
de la escuela y la familia, idealmente consensuadas, entran en tensión con la metas sociales y
se manifiesta en el aula de clase y en los hogares, principalmente, en el uso de las Tecnologías
de la Informática y la Comunicación (TIC), sus beneficios pero también sus riesgos; los nuevos
referentes de opinión como los YouTubers e influencers, y el cuestionamiento de la educación

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como medio de movilidad social ante trabajos en el marco de economías ilegales que prometen
rápido acceso a recursos económicos (Guzman et al., 2014).

Si bien, la escuela y las familias no están exentas de los impactos del modelo económico y
cultural que impera en un mundo globalizado, los distintos actores que hacen parte de las
instituciones educativas profesores, equipos DECE, directivos, familias y estudiantes son agentes
de cambio que pueden incidir en transformaciones a nivel local, proponer otros mundos
posibles basados en el buen vivir, en la posibilidad de convivir en nuestras diferencias en
igualdad de derechos. De esta manera, la escuela se erige como el lugar privilegiado en el cual
restituir la idea de que el futuro y su sentido lo tenemos que construir entre todos y todas
(Taborda, 2020), teniendo como motor de inspiración a los niños, niñas y adolescentes en pleno
proceso de formación y pasaje hacia la adultez. Es fundamental, aportar en la formación de
ciudadanos y ciudadanas que puedan contribuir a procesos de paz y convivencia en sus
contextos más próximos.

3. 1 ¿Qué depende del personal docente?

La convivencia entre todos los actores de la comunidad educativa se construye en la interacción


permanente, en el diálogo, la participación, al compartir actividades y objetivos, en la
construcción de consensos y aceptación de disensos, entre muchas otras formas de “estar
juntos” en el marco de una institución, como lo es la escuela, que orienta la conformación
conjunta de metas y objetivos formativos (Valoras UC, 2008). De ahí que, la convivencia sea una
construcción colectiva y dinámica en la que todos los actores de la comunidad educativa son
partícipes y gestores de ella.

En particular, el personal docente convive diariamente en los espacios escolares con sus
estudiantes, brindando conocimientos, saberes, normas y valores para lograr ambientes
escolares armoniosos que mejoren la convivencia escolar (Bolaño y Rivero, 2019). De modo que,
el papel del educador y su relación con la convivencia escolar se legitima en el conocimiento que
va construyendo de sus estudiantes en el aula, de quienes va reconociendo sus
particularidades familiares y contextuales que imprimen su singularidad. En este sentido, las y
los docentes son indispensables para brindar un acompañamiento socioemocional a sus
estudiantes, en tanto la formación concebida como una experiencia holística e integral, requiere
que se contemple la dimensión social y emocional que atraviesa y configura a cada uno de los y
las estudiantes.

Asimismo, los y las docentes tienen un rol fundamental en la creación de puentes entre la
escuela, las familias y la comunidad que permitan trazar metas comunes para la formación de
la población estudiantil. Para ello es necesario fortalecer habilidades como el liderazgo y la
mediación para propiciar la participación y corresponsabilidad de los demás actores de la
comunidad educativa (Torrego 2006 citado en Figueroa et al., 2017). Por ejemplo, entablar
diálogos con las familias en donde prime la reflexión sobre las expectativas educativas;
conversaciones que inviten al involucramiento activo en el proceso educativo de sus hijos,hijas
y/o representados, en vez de resaltar exclusivamente los problemas disciplinares de las y los
estudiantes.

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La intervención docente puede ayudar a restituir la responsabilidad educadora de la familia y el
cuidado compartido que implica la educación de los niños, niñas y adolescentes. De igual
manera, para el caso de estudiantes jóvenes y adultos, las y los docentes pueden ser un
referente positivo que oriente a estos estudiantes en su doble rol: el de estudiante, así como
también, el de padre/madre. No se trata de juzgar u obligar a las familias a ser parte del proceso
formativo, sino de mediar para que ésta reconozca su lugar primordial en el aprendizaje y la
imperiosa necesidad de que se articule con la escuela. Porque la escuela no es un lugar de
tránsito mientras los miembros de la familia trabajan largas jornadas laborales, la escuela es una
de las múltiples instituciones (como la familia) en donde se aprende una identidad colectiva y
se genera sentido de pertenencia a una cultura, a una ciudad y a un país en particular.
En síntesis, del personal docente depende, por medio de su acompañamiento socioemocional,
su liderazgo y mediación, establecer una convivencia que brinde bienestar a los/las estudiantes
al involucrar a sus familias y comunidad a ser partícipes y asumir su corresponsabilidad en el
proceso de formación educativa.

3.2 ¿Qué depende de la escuela?


Como punto de partida, de las instituciones educativas depende incorporar una perspectiva
holística en la formación de sus estudiantes, contemplando el bienestar integral como una
apuesta fundamental, en la que las distintas dimensiones (académica, familiar, emocional y
social) que dan cuenta de la experiencia vital de los/las estudiantes sean tomadas en cuenta.
Por lo que, es importante que la escuela haga el ejercicio reflexivo de pensar la manera en la
que gestionan los espacios, procedimientos y relaciones que acontecen cotidianamente dentro
de la escuela. Reconocer qué nociones subyacen a sus prácticas permite identificar el estilo de
gestión que dentro de la escuela opera (Valoras UC, 2008). Por ejemplo, cómo se conciben a
los/las estudiantes, si como receptores pasivos en el proceso de aprendizaje o como agentes
activos que participan de él, lo cual impactará en el nivel de participación de las y los estudiantes
en las actividades escolares. Dicho en otros términos, hacer consciente las concepciones que
subyacen a las prácticas, permitirá establecer metas y principios claros sobre lo que se espera
en la formación de los estudiantes y la manera en la que la escuela pretende que co-participen
los actores de la comunidad educativa.
Asimismo, retomando a (Valoras UC, 2008) depende de la escuela establecer las siguientes
estrategias para fortalecer la convivencia escolar:
● Articular el vínculo con las familias, como un modo de potenciar su labor, resolver los
nudos que trae la complejidad propia del proceso educativo y estar revisando (y re
actualizando si es necesario) con ellas las metas y principios de formación.
● Generar las condiciones para la creación de una comunidad docente que se apoya,
respalda y construye, en lugar de abordar el desafío pedagógico de modo aislado y
desarticulado.
● El aprovechamiento de las redes comunitarias que pueden abrir caminos para fortalecer
el rol de la escuela.

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3. 3 ¿Cómo afecta la convivencia en el aula?

Cuando se ingresa a la escuela, el aula es el primer espacio en el que los niños y niñas deben
convivir con otros adultos y pares que le son desconocidos, personas distintas a las de su núcleo
familiar. Con el paso del tiempo y las experiencias compartidas esos otros que se le presentaban
ajenos se van haciendo más familiares y poco a poco se van construyendo lazos afectivos que
pueden perdurar muchísimo tiempo ¿Cuántos aún conservan alguna amistad de la escuela, o
recuerdan una amistad de aquella época?

De esta manera, en el aula se da una de las primeras experiencias con la diversidad, un


encuentro entre las diversas maneras de ser, hacer y estar de estudiantes y docentes. La manera
en cómo se desarrolle dicho encuentro determinará qué tan gratificante –o no – es la
experiencia escolar, pues la manera de convivir se aprende en cada espacio donde se comparte
la vida con otros y se enseña principalmente conviviendo. Por ejemplo, si una persona es criada
y educada en un contexto de violencia en donde debe reproducir comportamientos violentos
para su sobrevivencia, probablemente naturalizará la violencia como código de relación (Valoras
UC, 2008). De ahí que sea sustancial preguntarnos qué tipo de convivencia queremos promover
en el aula porque de ella dependerá el modo de convivir que aprendan nuestros estudiantes.

Parte de los desafíos de la convivencia en el aula es la emergencia de conflictos producto de las


diferencias y singularidades de quienes participan en ella. Los conflictos forman parte del
entorno escolar de un modo cotidiano y ello no debe asustarnos, pues las discrepancias y
conflictos son inherentes a todos los ámbitos de la vida social. Lo que sí es importante, es saber
enfrentarlos y manejarlos de manera adecuada. De allí, que el acompañamiento socioemocional
que pueda brindar los/las docentes a sus estudiantes es indispensable para la construcción de
una convivencia armónica. Pues como se ha mencionado a lo largo del módulo, el universo
emocional y social de los/las estudiantes está presente en el aula, omitirlo o reprimirlo no
contribuye a la construcción de la escuela como un espacio de bienestar, por el contrario puede
ser un factor que propicie mayores conflictos en el aula.

El Ministerio de Educación del Ecuador (2022) en el documento Colmena, construcción del


código de convivencia, resalta y exhorta a las instituciones educativas a implementar “una
convivencia armónica, que parta de la construcción de acuerdos y compromisos; medidas de
actuación para gestionar los conflictos escolares y la conformación de instancias de solución
alternativa de conflictos” (2022:10) Aterrizado al espacio del aula:

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Si los acuerdos sobre las normas y principios que regulan el aula se establecen de arriba hacia
abajo, es decir, las comunica el/la docente hacia la población estudiantil como directrices a
cumplir, el tipo de convivencia que se propone, más que una construcción colectiva, se percibe
como imposiciones que responden a un estilo de gestión de la convivencia de tipo autoritaria.
Lo que impide que las normas cobren sentido y sean interiorizadas como necesarias para el bien
común por parte de los y las estudiantes. Por lo general, el acatamiento a las normas, cuando se
plantean desde un estilo autoritario, se da más por temor a la sanción que por la importancia
que tiene el establecimiento de acuerdos para la vida social; se pierde la oportunidad de vivir la
experiencia y las potencialidades de estilos más democráticos de convivencia.

Una convivencia armónica en el aula implica fortalecer el diálogo, la escucha y la participación,


en cada una de las actividades que se desarrollen en el salón de clases. Que las y los estudiantes
sientan que sus voces y experiencias son importantes y tomadas en cuenta por el personal
docente, permite que sus propias voces y la de sus pares cobren valor, lo cual aporta en la
autoestima, la confianza en sí mismos y en el establecimiento de relaciones interpersonales
basadas en el respeto. La convivencia escolar armónica es sustancial para el aprendizaje de
calidad, para fortalecer el ambiente de prevención de riesgos sociales y para dinamizar la
experiencia cotidiana de construcción de ciudadanía (Ministerio de Educación del Ecuador,
2021).

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Beneficios de una convivencia armónica en la escuela

https://view.genial.ly/63a4eb8212fc3a00184acafd/interactive-content-golden-spiral

Beneficios de una convivencia armónica en la escuela (Valoras UC, 2008)

3. 4 ¿Cómo promover la convivencia armónica como docente?

Te invitamos a pausar un momento y pensar qué prácticas como docente realizas para sostener
la convivencia en el aula. ¿Consideras que tu rol docente favorece -o no - a que en el aula se
genere un ambiente acogedor, con apertura para la escucha y el diálogo? o ¿reconoces que tu
rol se caracteriza por limitar la palabra y el movimiento de los y las estudiantes, como medida
para controlar el orden del aula? O tal vez sea ¿un poco de apertura con limitaciones periódicas
-o viceversa-? Es importante pensar nuestras prácticas como docentes en el aula y las
concepciones y expectativas formativas que se tienen sobre el proceso educativo de las y los
estudiantes. Nuestras expectativas como docentes tienen un gran impacto en la relación que
establecemos con las y los estudiantes y la convivencia que se genere en el aula, pues si
considero que la población estudiantil no tiene capacidades ni interrogantes que me desafíen y
movilicen mi crecimiento profesional y, día a día solo espero el cierre de la jornada laboral, lo
más probable es que la convivencia que se genere en el aula se base exclusivamente en el control
disciplinario.
Si bien, la apertura a la escucha y al diálogo en el aula presentan grandes desafíos, en tanto que
implica abrirse a la diversidad y permitirse afectar por la vida de los niños, niñas y adolescentes,
a sus historias vitales y universos emocionales, también es la posibilidad de generar
comunidades de aprendizaje que impacten positivamente en nuestros contextos locales. Por lo
que, se hace fundamental generar expectativas sobre la población estudiantil, en el que se
reconozcan a los y las estudiantes como sujetos de derechos, capaces, con curiosidades,

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potencialidades, anhelos y deseos, en el que mi rol docente es clave para aportar en su
bienestar, desarrollo y autonomía.
En los próximos módulos encontrarás una serie de reflexiones, aportes conceptuales y
actividades interactivas para pensar juntos y juntas en la importancia de las emociones, las
habilidades para la vida y el acompañamiento socioemocional en el proceso educativo, y la
necesidad de generar las condiciones para que la escuela y, en particular, el aula se caractericen
por ser espacios en los que se escucha y dialoga. Asimismo, podrás acceder a un abanico de
herramientas que pueden ser aplicadas en el aula para contribuir a una convivencia armónica
en donde se garantice el bienestar socioemocional.

¿Y si hablamos de género?

La escuela es el espacio idóneo para promover el bienestar de las y los estudiantes, así como
también el lugar para promover una convivencia armónica entre ellas y ellos. Para eso es
necesario reflexionar sobre las diferencias de género que pueden ser reproducidas en la escuela.
Por lo tanto, es fundamental reflexionar sobre este tema debido a que el género de una persona
no debe determinar cómo es tratada, ni los servicios a los que puede acceder, pero
lamentablemente en nuestra sociedad, esto aún es un determinante para que no todas las niñas,
niños y adolescentes tengan bienestar en las instituciones educativas.

Todavía falta mucho por hacer para mejorar el acceso a un aprendizaje de calidad para todos
los niños, niñas y adolescentes en toda su diversidad y en todas partes del mundo. Las normas
de género que se han construido permean los sistemas educativos y en muchas ocasiones
pueden limitar oportunidades para ellos y ellas.

Las niñas y mujeres son excluidas y discriminadas simplemente porque son niñas y mujeres. Ellas
en muchos lugares aún son marginadas dentro de los sistemas educativos por varias razones
como por ejemplo: priorización de la educación de niños y hombres en hogares donde los
recursos son escasos; una carga desproporcionada de las responsabilidades domésticas como
cuidar de hermanos mejores y quehaceres domésticos; matrimonio infantil temprano y forzado;
embarazo en adolescente y maternidad temprana; y entornos de aprendizaje inseguros, incluida
la falta de instalaciones sanitarias para las niñas1 o riesgo de violencia de género, especialmente
sexual en y alrededor de los espacios educativos. El conflicto exacerba las vulnerabilidades2- el
embarazo adolescente puede aumentar hasta en un 65 por ciento durante una emergencia3 y

1htpps://www.educ.cam.ac.uk/centres/real/downloads/Platform%20for%20Girls/REAL%2012%20Years%20of%20Q
uality%20Education%20for%20All%20Girls%20FULL%2084pp.pdf
2 Kwauk, C., Cooke, J., Hara, E. y Pegram, J. (2019). Educación de las niñas en estrategias climáticas: Oportunidades
para mejorar las políticas y mejorar la acción en las contribuciones determinadas a nivel nacional (Documento de
trabajo 133 sobre la economía mundial y el desarrollo). Brookings. https://www.brookings.edu/research/girls-
education-in-climate-strategies/
3 Visión Mundial Internacional. (2020). Réplicas de COVID-19: Acceso denegado. El embarazo adolescente amenaza
con impedir que un millón de niñas en África subsahariana regresen a la escuela.
https://www.wvi.org/sites/default/files/2020-08/Covid19Aftershocks_AccessDenied_small.pdf

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alrededor del 54 por ciento de las niñas que no asisten a la escuela en todo el mundo se
encuentran en países afectados por crisis4.

Los niños y los hombres también se ven afectados por las normas de género, restringidos por
normas dañinas de masculinidad. Por ejemplo, al comienzo de la adolescencia, los niños pueden
comenzar a enfrentar expectativas de convertirse en fuente de ingresos para sus familias o
unirse a grupos armados. O pueden ajustarse a las normas sociales que conducen a la
desvinculación de la escuela y la perpetuación de la violencia contra las niñas5 repitiendo
patrones violentos en contra de sus compañeras, parejas y/o docentes.

Recuerda que es fundamental encontrar formas para romper esos patrones de comportamiento
patriarcales y desiguales, lo cual es tan beneficioso para los niños como para las niñas. Tenemos
que considerar que cuando se trata de enseñar y aprender normas positivas de género, si
dejamos de lado a los niños, entonces el problema se vuelve mayor. Las normas de género
refuerzan los estereotipos de lo que se espera que lleguen a ser los niños, niñas y adolescentes,
y cómo se espera que se comporten y se definan a sí mismos. Por lo tanto, trabajar con toda la
clase en estas reflexiones es muy importante y beneficioso para lograr una convivencia
adecuada.

Reflexión

https://view.genial.ly/6447f7096292f5001bb1f1a3/interactive-content-m1-reflexion-4-dimensiones

4 Red Interinstitucional de Educación en Emergencias (INEE). (2021). Mind the gap: El estado de la educación de las
niñas en situaciones de crisis y conflicto. Nueva York, NY. <https://inee.org/resources/mind-gap-state-girls-
education-crisis-and-conflict>, página 37
5 UNESCO, Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo, Documento de Política 35. Abril de 2018,
ED/GEM/MRT/2018/PP/35/Rev1,/www.ungei.org/sites/default/files/Achieving-gender-equality-in-education-dont-
forget-the- chicos-2018-esp. pdf>

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content/uploads/downloads/2022/10/4-Colmena-Codigo-de-Convivencia.pdf

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http://www.neu.unsl.edu.ar/wp-content/uploads/2020/04/Instituciones-educativas-
subjetivacio%CC%81n.pdf

Tenorio, María; Garavito, Jacqueline & Sánchez, José (2013). Educamos Juntos. La
familia y la escuela se unen para educar socialmente a los niños. Tomado de:
http://educamosjuntos.univalle.edu.co

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https://www.unicef.org/ecuador/media/7911/file/Ecuador_acompanamiento_telefonico.pdf.
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Socioemocional en las Comunidades Educativas. Tomado
de: https://www.unicef.org/chile/informes/sostener-cuidar-aprender

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