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INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA EN TRASTORNOS DEL SUEÑO

Presentación de Informe final sobre los Trastornos del Sueño, desde un punto de vista
Psicológico y Biológico.

Nombre y Apellido del Docente:


Karina Mariela Zapata Piña

Carrera: Psicología

Curso: Bases Biológicas del Comportamiento

Nombre y Apellido de los integrantes:


Dylan Arthur Gonzales Marlow

Fernando Montes Limaco

Esmirna

Lima, 30 de noviembre del 2023.


INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA EN TRASTORNOS DEL SUEÑO

Los trastornos del sueño son condiciones que afectan la capacidad de una persona para dormir bien
de manera regular. Estos trastornos pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida de
una persona, afectando su salud física y mental. En este documento, nos centraremos en explicar
tres trastornos del sueño más comunes, estos son: El Insomnio, el síndrome de Apnea-Hipopnea
obstructiva del sueño (SAHOS) y la Narcolepsia.
Además, mostraremos que ocurre en el Sistema Nervioso (SN) que causa dichos trastornos,
mostrándolo desde un enfoque Biológico. Cada uno de estos trastornos del sueño tiene sus propios
desafíos y requiere un enfoque de tratamiento único. Por ello, también exploraremos cada uno de
estos trastornos en profundidad, discutiendo sus causas, síntomas, diagnóstico y opciones de
tratamiento.
Como información complementaria, explicaremos 4 estudios actuales que hablan sobre los
trastornos del sueño, en cada estudio queremos tener el objetivo de mostrar cual es el objetivo de la
investigación, las metodologías que se aplican, como es que fue el proceso de estos y, finalmente,
cuales fueron los resultados de los estudios.
Al finalizar de nuestro trabajo, se presentan las conclusiones finales, así como también, las fuentes
que utilizamos para nuestro informe, dichas fuentes no son menores a 5 años desde que fueron
realizadas.
En resumen, los trastornos del sueño son condiciones complejas que pueden tener un impacto
significativo en la vida de una persona. Sin embargo, con el diagnóstico y tratamiento adecuados, es
posible manejar estos trastornos y mejorar la calidad del sueño y la vida.
¿Qué es el sueño?

El sueño se define como una función biológica esencial que permite a los seres humanos y a muchos
otros animales descansar y recuperarse. Aunque todavía hay mucho que los científicos no entienden
completamente sobre el sueño, sabemos que juega un papel crucial en una serie de procesos físicos
y mentales. Este, además es esencial para el funcionamiento de varias áreas del cerebro, entre las
que se incluye la comunicación entre las neuronas. De hecho, tanto el cerebro como el cuerpo
siguen muy activos durante el sueño. Algunos descubrimientos recientes indican que el sueño tiene
una función de depuración del cerebro al eliminar las sustancias tóxicas que se acumulan mientras
se está despierto.
Desde una perspectiva biológica, el sueño es un estado de conciencia alterado en el que el cuerpo y
la mente entran en un ciclo de reposo y recuperación. Durante el sueño, el cuerpo realiza una serie
de funciones importantes, como la reparación de tejidos, la consolidación de la memoria y la
liberación de hormonas que regulan el crecimiento y el apetito.
El sueño se divide en dos tipos principales: el sueño REM (movimiento rápido de los ojos) y el sueño
no REM.
El sueño no REM es un sueño más profundo y reparador, mientras que el sueño REM es cuando
ocurren la mayoría de los sueños. Ambos tipos de sueño son importantes para la salud y el bienestar
general.
Además de su papel en la salud física, el sueño también es crucial para la salud mental. Durante el
sueño, el cerebro procesa y consolida las experiencias y recuerdos del día, lo que ayuda a mejorar la
memoria y el aprendizaje. El sueño también puede ayudar a regular las emociones y mejorar el
estado de ánimo.
A pesar de la importancia del sueño, muchas personas no duermen lo suficiente debido a factores
como el estrés, las demandas de la vida moderna y los trastornos del sueño. La falta de sueño puede
tener consecuencias graves para la salud, incluyendo un mayor riesgo de enfermedades crónicas,
problemas de salud mental y accidentes.

Fuente: YouTube – Brainials (2021)


Insomnio
Según la clasificación internacional de los trastornes del sueño, ICSD-3, el insomnio se define como:
“Una continua dificultad para comenzar, mantener o mejorar el sueño, incluso cuando hay
condiciones y momentos adecuados para ello, y esta dificultad va acompañada de un marcado
malestar o deterioro en áreas vitales como lo social, laboral, educativo, académico o conductual,
entre otros aspectos cruciales del funcionamiento humano”

El insomnio se divide en:

 Trastorno de Insomnio Crónico: Se distingue por la expresión de dificultades al iniciar o


mantener el sueño, así como por la presencia de señales de somnolencia diurna que se
presentan al menos tres veces por semana durante los últimos tres meses.

 Trastorno de Insomnio Agudo: Se define por la dificultad para comenzar o mantener el


sueño, generando insatisfacción con la calidad del mismo, manifestándose durante períodos
inferiores a tres meses. En ciertos casos, puede existir una causa identificable que
desencadena esta dificultad, mientras que, en otros, se presenta de manera episódica en
asociación con factores desencadenantes.

 Otros tipos de Insomnio: Este diagnóstico se aplica a individuos que presentan síntomas de
dificultad para iniciar o mantener el sueño, pero que no satisfacen por completo los criterios
del insomnio crónico o agudo. Por lo tanto, se utiliza de manera provisional mientras se
espera obtener más información para establecer un diagnóstico más preciso y definitivo.

Para tratar el Insomnio en la actualidad, desde la perspectiva de la psicología, se realiza una Terapia
Cognitivo Conductual para Insomnio (TCC-I).

Para comprender el fundamento de esta intervención, es crucial revisar el modelo de las 3P, así
denominado porque analiza tres factores específicos: predisponentes, precipitantes y perpetuantes.
Este modelo sugiere que el insomnio persiste debido a la presencia de variantes conductuales y
cognitivas dentro de estos factores, las cuales contribuyen a mantener el trastorno del sueño.

Los aspectos se explican de la siguiente manera:

 Predisponentes: Son elementos físicos o biológicos de la persona, como la segregación de


neurotransmisores específicos o características genéticas que pueden influir en el ciclo de
sueño. Esto incluye comportamientos asociados a la ansiedad o un estado fisiológico de
mayor activación.

 Precipitantes: Son eventos estresantes o desencadenantes en la vida de una persona que


pueden activar o detonar el insomnio. Estos pueden ser situaciones traumáticas como la
pérdida de un ser querido o el desempleo. Aunque con el tiempo estos eventos pueden
desaparecer, el insomnio persiste.

 Perpetuantes: Son circunstancias o comportamientos que mantienen el insomnio una vez


que ha sido desencadenado. Incluyen actividades incompatibles con el sueño, como ver
televisión en la cama o realizar ejercicio antes de acostarse. Estos perpetúan el problema al
interferir con la capacidad de conciliar o mantener el sueño.
Fuente: Revista Clínica Contemporánea (2020)

Dentro de la Terapia Cognitivo-Conductual para Insomnio (TCC-I), se ha observado que las técnicas
conductuales, tales como el control de estímulos, la restricción del tiempo en cama y la relajación
muscular progresiva, han demostrado contar con mayor respaldo empírico. Le siguen en evidencia
las técnicas cognitivas, como la reestructuración cognitiva y la intención paradójica, y finalmente, las
medidas de higiene del sueño (Perlis et al., 2009).

Además de estas técnicas, se han explorado métodos adicionales que buscan reducir los síntomas del
insomnio, enfocándose principalmente en la relajación para disminuir la hiperactivación y la
vigilancia asociadas al insomnio. Sin embargo, su efectividad no es tan robusta, por lo que su uso se
limita a ser un complemento de la TCC-I estándar (Chokroverty, 2011). Los tratamientos de
Biofeedback buscan reducir la hiperactivación en personas con insomnio proporcionando mediciones
objetivas de niveles de activación, alerta y actividad límbica. Aunque ha habido avances en esta área,
hay controversias en cuanto a su eficacia y se ha determinado que puede ser útil como un
complemento de la TCC-I (Lovato et al., 2018).

El Mindfulness, una técnica propuesta por Kabat-Zinn, se ha utilizado entre pacientes con insomnio
como método de relajación. Sin embargo, los resultados obtenidos hasta ahora muestran que su
eficacia es comparable o ligeramente inferior a las técnicas convencionales de relajación (Cheong et
al., 2018). Aunque ha habido ciertos resultados prometedores, se ha observado que el Mindfulness
no supera significativamente a las técnicas de relajación convencionales ni al efecto placebo. A pesar
de esto, se han propuesto enfoques básicos de trabajo desde esta perspectiva y se han realizado
investigaciones relevantes (Rash et al., 2019). Además, se han creado programas que emplean
acupuntura con el objetivo de bloquear los puntos psicofisiológicos de activación relacionados con el
insomnio. Sin embargo, actualmente, estas técnicas carecen de suficiente respaldo empírico, por lo
que solo se recomienda su uso como terapia complementaria dependiendo de cada caso (Cao et al.,
2019).

Estas diferentes técnicas tienen como objetivo reducir los síntomas del insomnio. Por lo general, se
estructuran en programas de 4 a 6 sesiones (preferiblemente una por semana), pudiendo ser
aplicadas a nivel individual o grupal. El objetivo final es lograr una mejora significativa en la calidad y
la duración del sueño, así como un ajuste en áreas personales del paciente (Morin et al., 2003). Dada
la relación comórbida entre diferentes trastornos del sueño, los componentes de la TCC-I se han
adaptado para abordar otros trastornos con el fin de mejorar el apego al tratamiento convencional y
la calidad de vida de los pacientes. Esta adaptación implica una revisión de las intervenciones
psicológicas en trastornos del sueño distintos al insomnio.
Síndrome de apnea-hipopnea obstructiva de sueño
El Síndrome de apneas-hipopneas del sueño (SAHS) es una condición que causa somnolencia diurna
excesiva y varios trastornos debido a la obstrucción repetida de la vía aérea superior durante el
sueño. Esto resulta en un sueño no reparador y disminución de la saturación de oxígeno, lo que
puede llevar a problemas cardiovasculares a largo plazo. Las apneas son episodios de ausencia o
reducción del flujo respiratorio superior al 90% durante más de 10 segundos. Pueden ser
obstructivas (con esfuerzo respiratorio), centrales (sin esfuerzo respiratorio) o mixtas. Las hipopneas
son reducciones del flujo respiratorio entre el 30% y el 90% durante más de 10 segundos,
acompañadas de desaturación de oxígeno o microdespertares.

El índice de apnea-hipopnea (IAH) es la suma de apneas e hipopneas por hora de sueño. Si se añaden
los eventos de esfuerzo respiratorio aumentado (ERAM), se obtiene el índice de alteración
respiratoria (IAR). Para diagnosticar el SAHS, se necesita un IAH o IAR superior a 5 junto con síntomas
y signos clínicos de la enfermedad. El SAHS es bastante común, afectando al 4-6% de los hombres y al
2-4% de las mujeres de edad media. La prevalencia aumenta con la edad, con un 30% de las personas
mayores de 70 años presentando un IAH superior a 5. El SAHS puede tener graves consecuencias
para la salud, incluyendo hipertensión arterial, enfermedad cardíaca isquémica, accidentes
cerebrovasculares, accidentes de tráfico debido a la somnolencia excesiva, deterioro de la calidad de
vida y un exceso de mortalidad. En España, se estima que entre 1.200.000 y 2.000.000 de personas
tienen un SAHS relevante, pero sólo se ha diagnosticado y tratado a un 5-9% de esta población. A
pesar de la alta prevalencia y las graves consecuencias para la salud, el diagnóstico y tratamiento del
SAHS es a menudo difícil, lo que lo convierte en un importante problema de salud pública.
Manifestaciones clínicas
La fisiopatología del Síndrome de apneas-hipopneas del sueño (SAHS) es compleja y aún no se
comprende completamente. El SAHS ocurre cuando las vías aéreas superiores (VAS),
específicamente la orofaringe, colapsan, lo que lleva a la apnea. La estabilidad de las VAS depende
de los músculos dilatadores orofaríngeos y abductores, que normalmente se activan rítmicamente
durante cada inspiración. Los factores que favorecen el colapso incluyen el estrechamiento de las
VAS (factor anatómico), la pérdida excesiva del tono muscular (factor muscular) y el defecto en los
reflejos protectores (factor neurológico). El factor anatómico incluye condiciones como la hipertrofia
amigdalar, el depósito graso en pilares, la macroglosia, la micrognatia con base de la lengua muy
posterior, la retracción de la mandíbula inferior y el cuello corto, que reducen el calibre de las VAS y
aumentan su resistencia, lo que predispone al colapso. El factor muscular se refiere a la disminución
de la actividad dilatadora muscular de las VAS, mientras que la actividad diafragmática se mantiene
estable, lo que resulta en una descoordinación entre ambas. Este factor se agrava con fármacos
relajantes musculares (como las benzodiazepinas) o con la ingesta de alcohol. El factor neurológico
se refiere a cómo, a pesar de que los rasgos de un individuo pueden predisponer al SAHS, las VAS
permanecen abiertas durante la vigilia y sólo se cierran durante el sueño. Esto sugiere que el SAHS
depende de mecanismos del sueño generados en el cerebro y que algún factor reflejo de la actividad
cerebral mal conocido debe influir en la patogenia del SAHS. La corrección de factores anatómicos,
especialmente el tratamiento del sobrepeso, los dispositivos para conseguir avances mandibulares y
la cirugía (la amigdalectomía es curativa en la mayoría de los casos de SAHS infantil) pueden ayudar
a mejorar la enfermedad. La tendencia al colapso precoz y exagerado de la orofaringe de estos
pacientes se evita aplicando presión positiva en el interior de la misma, mediante un pequeño
dispositivo compresor denominado CPAP (Continuos Positive Aerea Pressure), que es el tratamiento
más utilizado y eficaz en esta enfermedad.

Mediciones subjetivas de la EDS: La somnolencia se clasifica en varios grados: grado 1 o leve, que
solo se manifiesta en situaciones pasivas y afecta poco a las actividades diarias; grado 2 o moderado,
que aparece en situaciones que requieren cierta atención y tiene un mayor impacto en la vida diaria;
y grado 3 o grave, que se presenta en situaciones activas y altera significativamente la actividad
diaria habitual. El test o escala de Epworth es la forma más utilizada para medir la somnolencia. Este
test consta de 8 preguntas en las que se presentan diferentes situaciones y el paciente debe
establecer qué posibilidades tendría de dormirse. Cada situación se puntúa de 0 a 3 dependiendo de
la tendencia al sueño, con un máximo de 24 puntos. Aunque su reproducibilidad es variable y
algunas preguntas pueden presentar variaciones socioculturales, es una escala universalmente
aceptada. En la literatura anglosajona, se considera anormal cuando es superior a 10 puntos, pero
los estudios realizados en la población española sugieren que el límite superior de la normalidad
podría estar alrededor de 12. Es un test sencillo que se puede hacer en pocos minutos y sirve de
gran ayuda para la aproximación inicial al paciente y su seguimiento.

Mediciones objetivas de la EDS: El Test de Latencia Múltiple de Sueño (TLMS) es un método objetivo
para medir la Excesiva Somnolencia Diurna (ESD). Este test mide el tiempo que tarda una persona en
quedarse dormida en condiciones favorables. Se realiza durante la mañana, después de una
Polisomnografía convencional (PSG) nocturna para asegurar un tiempo de sueño suficiente. Sin
embargo, el TLMS tiene limitaciones ya que evalúa la habilidad del sujeto para quedarse dormido en
un entorno favorable, pero no informa sobre su capacidad para permanecer despierto. El TLMS
comienza con la primera "siesta" 1,5 a 2 horas después de que el paciente haya finalizado el período
nocturno. Se realizan hasta 4 siestas, con intervalos de 2 horas. Cada siesta termina a los 20 minutos
de registro si la persona no se ha dormido, o a los 15 minutos tras el inicio del sueño. Una latencia
media menor de 5 minutos se considera patológica y compatible con una ESD de grado severo,
mientras que las de más de 10 minutos se consideran normales. El Test de Mantenimiento de la
Vigilancia (TMV) es una variante del TLMS que mide la habilidad del sujeto para mantener la vigilia
en condiciones de baja estimulación. El test OSLER es otra variante del TMV que también mide la
habilidad para mantener la vigilia en condiciones de baja estimulación, pero es más simple ya que no
se monitoriza ninguna variable neurofisiológica. La prueba de la Vigilancia Motriz (PVT) mide el
tiempo de reacción del sujeto en respuesta a un estímulo visual.

Diagnostico: El diagnóstico comienza con una anamnesis general, enfocándose en la evaluación de la


somnolencia diurna excesiva. Se utiliza la escala de Epworth para medir esto y se considera cómo
puede afectar las actividades diarias, como la conducción. También es importante evaluar los
hábitos de sueño del paciente, incluyendo el tiempo total de sueño, los horarios de acostarse y
levantarse, y las siestas. La exploración física debe incluir la medición del Índice de Masa Corporal
(IMC), la presión arterial, la posibilidad de retrognatia, la distancia entre el hioides y la mandíbula, el
perímetro del cuello y una inspección de las vías aéreas superiores. Se buscan alteraciones
anatómicas, especialmente en pacientes no obesos. Aunque las recomendaciones no son claras, en
la consulta se suele realizar un estudio respiratorio básico, que incluye una espirometría, una
radiografía de tórax y un EKG. Si se sospecha de alteraciones anatómicas, se consulta a un
especialista en Otorrinolaringología. Existen modelos predictivos que utilizan una combinación de
variables de la historia clínica y la exploración, que pueden ser útiles, pero no son suficientes para
establecer un diagnóstico con certeza.
Polisomnografía convencional: La polisomnografía convencional (PSG) es el método estándar y
recomendado para diagnosticar a pacientes con sospecha de Síndrome de Apnea-Hipopnea del
Sueño (SAHS). Este método registra simultáneamente variables neurofisiológicas y respiratorias para
evaluar la cantidad y calidad del sueño, identificar eventos respiratorios y su impacto
cardiorrespiratorio y neurofisiológico. El registro de la actividad electroencefalográfica debe incluir al
menos dos derivaciones centrales y preferiblemente dos derivaciones occipitales. También se
necesita registrar los movimientos oculares y el tono muscular para reconocer las fases del sueño.
Además, se deben recoger los movimientos de las extremidades inferiores y la posición corporal. El
estudio de los parámetros respiratorios y cardíacos incluye el registro de la saturación de oxígeno, el
esfuerzo respiratorio y la medida del flujo nasobucal. En los últimos años, se han comenzado a
utilizar cánulas nasales conectadas a un transductor de presión y a un amplificador para detectar
disminuciones de flujo o esfuerzos ventilatorios. La PSG debe realizarse en horario nocturno, en un
ambiente propicio, y el registro debe ser de al menos 6,5 horas e incluir 180 minutos de sueño real.
Los sistemas digitales de PSG han reemplazado a los antiguos equipos analógicos, pero los registros
aún deben ser revisados y analizados manualmente.

Poligrafía respiratoria: Es cierto que la polisomnografía (PSG) es el método de diagnóstico


recomendado para el SAHS, pero también es verdad que tiene sus limitaciones, como mencionaste.
La falta de recursos, los costos elevados y la complejidad de la prueba pueden hacer que no sea
accesible para todos los pacientes que la necesitan. Por eso, es comprensible que se busquen
alternativas como la poligrafía respiratoria, que, aunque no sea tan precisa como la PSG, puede ser
más accesible y permitir que más personas reciban el diagnóstico y tratamiento que necesitan. Por
un lado, es más simple, menos costosa y puede ser realizada en el hogar del paciente, lo que la hace
más accesible para muchos. Sin embargo, como mencionaste, no todas las PR son iguales y su
validez puede variar dependiendo de varios factores, como el número de canales y si se permite la
visualización en tiempo real. Además, el hecho de que no evalúa las variables neurofisiológicas
puede ser una desventaja significativa, ya que no proporciona una imagen completa de la calidad y
cantidad del sueño del paciente. Esto puede llevar a una subestimación de la gravedad del SAHS. Es
interesante que menciones que el uso de la PR en el hogar está en aumento. Esto podría ser un
indicativo de que la comunidad médica está buscando formas de hacer que el diagnóstico del SAHS
sea más accesible, a pesar de las limitaciones de la PR. Es cierto que los estudios domiciliarios,
aunque convenientes, pueden presentar desafíos técnicos que pueden llevar a la necesidad de
repetir las pruebas. Y aunque ahorran espacio en el hospital, también pueden tener costos
adicionales en términos de materiales y desgaste del equipo. Es interesante que menciones que la
American Academy of Sleep Medicine y el Grupo Español de Sueño tienen directrices específicas
sobre cuándo se puede utilizar la poligrafía respiratoria. Parece que hay un consenso en que la PSG
sigue siendo la prueba de referencia, pero la PR puede ser una alternativa útil en ciertos casos,
especialmente para pacientes con una alta o baja probabilidad clínica de SAHS.
Entonces, para los pacientes con una probabilidad clínica media de SAHS, o aquellos con sospecha
de otros trastornos del sueño, problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad, o
comorbilidades significativas, la PSG es la prueba recomendada. Si una poligrafía respiratoria resulta
negativa pero la clínica sugiere fuertemente SAHS, entonces se recomienda realizar una PSG más
completa. Es interesante lo que mencionas sobre la pulsioximetría nocturna. Aunque es una técnica
sencilla y barata, parece que tiene sus limitaciones y no se recomienda para el diagnóstico del SAHS
debido a la posibilidad de falsos positivos y negativos. Sin embargo, puede ser útil para priorizar
pacientes en la lista de espera o para iniciar un tratamiento empírico en pacientes con alta sospecha
de SAHS mientras esperan un diagnóstico más preciso.
Tratamiento médico

Higiene de sueño: Es importante mantener una buena higiene del sueño no sólo para mejorar los
síntomas de somnolencia, sino también para adaptarse mejor a los tratamientos comunes y
efectivos para trastornos como el SAHS, como la presión positiva continua en las vías respiratorias
(CPAP). Esto implica asegurar un ambiente adecuado que favorezca y mantenga el sueño, evitando
temperaturas extremas, ruidos y otras distracciones. En resumen, la higiene del sueño es un
componente esencial de nuestra salud y bienestar, y puede jugar un papel importante en el manejo
de trastornos como el SAHS.

Pérdida de peso: La pérdida de peso puede ser una estrategia efectiva para mejorar el Síndrome de
Apnea-Hipopnea del Sueño (SAHS), especialmente en pacientes obesos o con sobrepeso. La
reducción de peso puede llevar a una disminución del índice de apnea-hipopnea, una mejora en la
saturación arterial y una reducción de los síntomas, pudiendo incluso curar el SAHS en algunos
casos. Sin embargo, mantener la pérdida de peso puede ser un desafío para muchos pacientes, ya
que requiere cambios significativos en la dieta y el estilo de vida. A pesar de esto, la pérdida de peso
sigue siendo un objetivo importante en el diagnóstico y seguimiento del SAHS. Para los pacientes
con obesidad mórbida que no han tenido éxito con las dietas, la cirugía bariátrica puede ser una
opción. Aunque esta puede ser efectiva a corto plazo para tratar el SAHS, también conlleva riesgos y
efectos secundarios significativos, y sus resultados a largo plazo pueden ser cuestionables. Por lo
tanto, la decisión de someterse a una cirugía bariátrica debe considerarse cuidadosamente.

Ingesta alcohólica: El consumo de alcohol puede tener un impacto significativo en el Síndrome de


Apnea-Hipopnea del Sueño (SAHS). El alcohol actúa como un relajante muscular, lo que puede
deprimir la actividad de los músculos que dilatan la faringe. Esto puede precipitar o agravar el SAHS
al favorecer un desequilibrio entre las fuerzas que dilatan y constriñen las vías aéreas superiores.
Como resultado, las apneas pueden ser más frecuentes y duraderas, y las desaturaciones pueden ser
más severas. Esto sugiere que el alcohol puede también deprimir la respuesta ventilatoria a los
estímulos hipóxicos e hipercápnicos cerebrales. Por lo tanto, se recomienda que las personas con
SAHS eviten el consumo de alcohol, especialmente en las horas previas al sueño.

Tabaco: El tabaquismo puede aumentar el riesgo de desarrollar ronquidos y SAHS. Los fumadores
pueden experimentar irritación e inflamación en las vías respiratorias superiores, lo que puede
aumentar su resistencia y agravar el SAHS. Por lo tanto, se recomienda que los pacientes con SAHS
dejen de fumar. Sin embargo, es importante tener en cuenta y evitar el posible aumento de peso
que puede ocurrir después de dejar de fumar, ya que esto también puede afectar el SAHS.

Fármacos: El uso de ciertos medicamentos, como las benzodiacepinas, puede afectar el SAHS. Las
benzodiacepinas pueden disminuir la respuesta ventilatoria a la hipoxia y la hipercapnia durante el
sueño y la vigilia, por lo que es mejor evitar su uso en pacientes con SAHS. Si es necesario utilizar
medicamentos para inducir el sueño, se prefieren los hipnóticos no benzodiacepínicos, como el
zolpidem y la zopiclona, que tienen una vida media corta. Por lo tanto, es importante considerar el
impacto de los medicamentos en el SAHS al elegir un tratamiento.

Hipotiroidismo: Puede estar asociado con un mayor riesgo de SAHS. La prevalencia de SAHS en
personas con hipotiroidismo es más alta que en la población general. Sin embargo, el tratamiento
sustitutivo para el hipotiroidismo puede reducir significativamente el número de apneas e hipopneas
en estos pacientes. Por lo tanto, el manejo adecuado del hipotiroidismo puede ser una estrategia
importante para mejorar el SAHS.

Posición corporal: La posición del cuerpo durante el sueño puede tener un impacto significativo en
el SAHS. Casi todos los casos de SAHS se agravan cuando la persona duerme boca arriba, y algunos
pacientes sólo experimentan apneas en esta posición. Por lo tanto, es mejor evitar dormir en esta
posición si se tiene SAHS. Una estrategia que puede ayudar a evitar dormir boca arriba es colocar un
objeto molesto, como una pelota o un botón, en la espalda, fijado a la ropa de dormir. Esta puede
ser una estrategia efectiva a corto y medio plazo para casos leves de SAHS.

Tratamiento farmacológico:

Se han probado varios medicamentos en busca de un tratamiento para el SAHS, pero hasta ahora,
los resultados han sido limitados y no se consideran una alternativa terapéutica eficaz. Los
medicamentos más utilizados han sido la protriptilina y la medroxiprogesterona, pero sus efectos
secundarios y su eficacia limitada hacen que se consideren como una opción de último recurso. La
investigación reciente se ha centrado en los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina,
pero aún estamos lejos de encontrar una "pastilla" para el tratamiento del SAHS. El uso de oxígeno
como tratamiento complementario para el SAHS es un tema de debate. Aunque inicialmente se
desaconsejó debido a que puede prolongar la duración de las apneas en personas normocápnicas,
también se ha demostrado que puede reducir el número total de apneas. Su mecanismo de acción
no está claro, pero podría considerarse en pacientes con SAHS e insuficiencia respiratoria cuya
oxigenación no mejora con el tratamiento con CPAP. Sin embargo, es raro que un paciente tenga
insuficiencia respiratoria solo debido al SAHS, especialmente si hay hipercapnia, por lo que se deben
buscar otros problemas asociados, como la obesidad, problemas cardíacos o respiratorios, o el uso
de medicamentos que disminuyen el estímulo respiratorio.

Tratamiento médico de la obstrucción nasal:

La obstrucción nasal puede contribuir al desarrollo del SAHS y su resolución puede mejorar, pero no
curar, la condición. Además, puede ser un obstáculo para el tratamiento efectivo con presión
positiva continua (CPAP). Una vía nasal permeable puede mejorar la eficacia, tolerancia y
cumplimiento del tratamiento con CPAP. Algunos estudios sugieren que el tratamiento de la
roncopatía crónica y la apnea del sueño moderada con medicamentos tópicos nasales puede ser
beneficioso para los pacientes con obstrucción nasal y rinitis, ya sea alérgica o no. Aunque este
tratamiento no suele reducir significativamente los valores objetivos del Índice de Apnea-Hipopnea
(IAH) en la mayoría de los casos, puede mejorar la calidad del sueño, reducir su fragmentación y,
especialmente, mejorar la tolerancia y el cumplimiento del tratamiento con CPAP.

Dispositivos de avance mandibular:

Los dispositivos de avance mandibular (DAM) son aparatos que se colocan en la boca durante el
sueño para avanzar la mandíbula, la lengua y otras estructuras orales, lo que puede aumentar el
diámetro del espacio retrofaríngeo. Esto puede mejorar el SAHS en más del 50% de los casos y
corregirlo completamente en aproximadamente un 30% de los casos. Hay varios modelos
disponibles en el mercado y también pueden ser personalizados por protésicos y ortodoncistas
especializados. Aunque los efectos secundarios son comunes, generalmente son menores e incluyen
salivación excesiva, dolores en la articulación temporomandibular y problemas de oclusión dental.
Los DAM se indican para el ronquido simple y el SAHS leve que no responden a las medidas
higiénico-dietéticas o a la terapia posicional. En el SAHS moderado o grave, la mejor opción de
tratamiento es la CPAP nasal, aunque los DAM pueden ser una alternativa en pacientes que no la
toleren o la rechacen.
Narcolepsia:

En pacientes con somnolencia leve a moderada, con o sin cataplejía, se puede administrar como
medicamento de primera línea para mejorar la vigilia: modafinilo, que es un inhibidor débil de la
recaptación de dopamina que conduce a un aumento de la dopamina extracelular, cuya dosis es de
200 - 400 mg/día; armodafinil o, su posología recomendada debe iniciar con una dosis única de 100
mg por la mañana hasta un máximo de 250 mg/día. Los pacientes con narcolepsia de tipo
1típicamente presentan somnolencia diurna de moderada a severa, debilidad facial transitoria o
caídas desencadenadas por alguna emoción, como la risa (cataplejía parcial o completa), o
incapacidad para moverse durante uno o dos minutos inmediatamente después de despertarse o
justo antes de quedarse dormido. Actualmente se reconocen dos tipos de narcolepsia, de acuerdo
con sus características clínicas y patogenia: la narcolepsia de tipo 1 es causada por daño en el
hipotálamo con disminución en la producción de orexina, y de la narcolepsia de tipo 2 se desconoce
su causa, esta no se relaciona con niveles bajos de orexina. En pacientes con somnolencia
intensa/incapacitante es menos probable que la monoterapia sea eficaz; en estos casos, se
recomienda agregar o cambiar a oxibatos (oxibato de sodio), estos actúan principalmente a través de
la consolidación del sueño nocturno y, además, tienen Narcolepsia: un síndrome de somnolencia
diurna con impacto en la calidad de vida (Dra. Fabiola Quirós Porras, Dr. José Andrés Cornejo
Gutiérrez).

Diagnóstico: La narcolepsia es un trastorno neurológico crónico que afecta la capacidad del cerebro
para controlar los ciclos de sueño-vigilia. Los pacientes que experimentan somnolencia diurna
crónica deben someterse a una anamnesis completa, antecedentes de sueño, examen físico y
examen en busca de síntomas relacionados con la narcolepsia. Para diagnosticar la narcolepsia, los
síntomas deben ocurrir al menos tres veces por semana durante un mínimo de tres meses.

Para confirmar el diagnóstico, se puede realizar una polisomnografía nocturna, que es un método
que puede determinar con precisión la etapa actual del sueño. Esta prueba se complementa con una
prueba de latencia de sueño múltiple (MSLT), que mide la latencia media del sueño e identifica los
períodos de movimientos oculares rápidos de inicio del sueño. Una latencia media de sueño menor
de 8 minutos y al menos dos inicios de sueño en fase REM son típicos de la narcolepsia.
Además, se han propuesto otras pruebas de laboratorio, como la determinación de los niveles de
hipocretina/orexina en el líquido cefalorraquídeo, ya que la mayoría de los pacientes con narcolepsia
tienen niveles bajos o indetectables de hipocretina/orexina. Esta prueba puede ser útil en
situaciones clínicas específicas, como cuando el MSLT es difícil de interpretar debido a un sueño
nocturno deficiente por insomnio o apnea del sueño.

Tratamiento: El tratamiento de la narcolepsia es sintomático y se centra en manejar los síntomas, ya


que no hay un tratamiento que modifique la historia natural de este trastorno. Los síntomas como la
somnolencia diurna y la cataplejía pueden interferir significativamente en la vida diaria, afectando la
escuela, el trabajo, las relaciones y la vida social. Las medidas generales de tratamiento incluyen una
o dos siestas diurnas de aproximadamente 20 minutos y evitar el uso de ciertos medicamentos y
sustancias que pueden empeorar los síntomas. La terapia conductual, junto con el tratamiento
farmacológico, se recomienda para tratar la somnolencia diurna y la cataplejía.

El objetivo del tratamiento es lograr un estado de alerta "normal" durante las horas convencionales
de vigilia o minimizar los síntomas. El tratamiento debe ser individualizado en cada paciente,
teniendo en cuenta factores como la gravedad, el tipo de síntomas, la edad del paciente, las
comorbilidades, la eficacia del medicamento y el costo.

Para los pacientes con somnolencia leve a moderada, con o sin cataplejía, se pueden administrar
medicamentos de primera línea para mejorar la vigilia, como modafinilo, armodafinilo, pitolisant y
solriamfetol. El metilfenidato y las anfetaminas se utilizan como medicamentos de segunda línea en
adultos con narcolepsia, ya que generalmente tienen más efectos secundarios simpaticomiméticos.
En pacientes con somnolencia intensa/incapacitante, es menos probable que la monoterapia sea
eficaz; en estos casos, se recomienda agregar o cambiar a oxibatos (oxibato de sodio), que actúan
principalmente a través de la consolidación del sueño nocturno y también tienen eficacia contra la
cataplejía.
Para los pacientes con somnolencia de leve a moderada que responden bien a un agente promotor
de vigilia pero que tienen cataplejía disruptiva, se puede agregar venlafaxina. Los antidepresivos
tricíclicos tienen efectos sobre la cataplejía, por lo que otra alternativa puede ser agregar pitolisant
y, para cataplejía más severa, se recomienda agregar o cambiar a oxibatos.
Qué ocurre en el SN - Anatomía del sueño

Para conocer que sucede en el SN, es importante primero conocer como implica muchas estructuras
cerebrales en el sueño, estas son:

El hipotálamo, una estructura del tamaño de un cacahuete que se encuentra en lo profundo del
cerebro. Alberga grupos de células nerviosas que funcionan como centros reguladores que influyen
en el sueño y el despertar. Dentro del hipotálamo está el núcleo supraquiasmático, que consta de
grupos de miles de células que obtienen información sobre la luz a través de los ojos y que controlan
los ritmos de comportamiento. Algunas personas con lesión en el núcleo supraquiasmático tienen un
sueño irregular a lo largo del día porque no pueden sincronizar su ritmo circadiano con el ciclo de luz
y oscuridad. La mayoría de las personas ciegas conservan cierta habilidad para percibir la luz y
pueden ajustar su ciclo de sueño y vigilia.

Fuente: A Medical Student Blog


by Helena Túllume (2021)

La glándula pineal, que se sitúa entre los dos hemisferios


cerebrales, recibe señales del núcleo supraquiasmático y eleva la producción de la hormona
melatonina, que facilita el sueño cuando se apaga la luz. Las personas que han quedado ciegas y no
pueden ajustar su ciclo natural de sueño y vigilia con la luz natural, pueden regular su ritmo de
sueño al ingerir pequeñas cantidades de melatonina a la misma hora cada día. Los científicos piensan
que a lo largo del tiempo los niveles altos y bajos de la melatonina son relevantes para sincronizar el
ritmo circadiano del cuerpo con el ciclo externo de luz y oscuridad.

Fuente: Laboratorio Soluna


(2019)

El tálamo funciona como un emisor de la información desde los sentidos a la corteza cerebral (el
revestimiento del cerebro que interpreta y procesa la información transformando la memoria a
corto plazo en memoria a largo plazo). Durante el sueño no REM, que es el sueño profundo y
reparador, el tálamo se queda en silencio, lo que permite que la persona se desconecte del mundo
externo y que el cerebro consolide la memoria y elimine las toxinas. Durante el sueño REM, que es el
sueño ligero y donde ocurren los sueños, el tálamo está activo, enviando a la corteza cerebral
imágenes, sonidos y otras sensaciones que llenan nuestros sueños. Por esto, se puede decir que el
Tálamo es parte clave para tener un sueño de calidad, al modular las actividades cerebrales y la
conexión de esta con el entorno.

Fuente: Psicología y Mente


(2019)

La amígdala También tiene un papel importante en el sueño, ya que se activa durante algunas fases
del sueño y modula el contenido de los sueños. Esta se comunica con otras áreas como el
hipocampo, tálamo, tronco encefálico y la corteza cerebral. Dichas conexiones permiten que la
amígdala participe en procesos como la consolidación de la memoria, la limpieza de las toxinas, la
regulación del ciclo circadiano y la generación de imágenes, sonidos y sensaciones que forman parte
de los sueños. La amígdala esta mas relacionada con trastornos del sueño como, el insomnio, el
sonambulismo, etc. Esto porque, estas son provocadas por alteraciones en la regulación emocional
durante el sueño.

Fuente: Yoga with Meegan


(2020)

El prosencéfalo basal, que se sitúa cerca de la parte delantera e inferior del cerebro, también
interviene en el sueño y la vigilia, mientras que parte del mesencéfalo actúa como alarma. La
liberación de adenosina (una sustancia química que se produce por el uso de energía celular) de las
células en el prosencéfalo basal y quizás otras regiones lo ayudan con el estímulo del sueño. La
cafeína combate el sueño al bloquear los efectos de la adenosina.

Fuente: Neuropsicología Contemporánea


(2019)
Características sobre el trastorno del sueño:

 Insomnio: Es la dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido durante la noche.


Las personas con insomnio pueden experimentar dificultades para conciliar el sueño,
despertarse frecuentemente durante la noche o despertarse demasiado temprano por la
mañana.

 Apnea del sueño: Se caracteriza por patrones anormales en la respiración mientras se está
dormido. Durante el sueño, las personas con apnea del sueño experimentan pausas en la
respiración que pueden durar varios segundos. Esto puede llevar a despertares frecuentes
durante la noche y a una sensación de somnolencia diurna.

 Narcolepsia: Es un trastorno del sueño crónico que se caracteriza por una somnolencia
diurna excesiva y episodios repentinos de sueño durante el día. Las personas con narcolepsia
pueden experimentar una pérdida repentina del tono muscular, lo que puede llevar a la
cataplejía (pérdida del control muscular).

 Trastorno del sueño por turnos de trabajo: Ocurre cuando los horarios de trabajo cambian
de manera regular, lo que puede dificultar el establecimiento de un patrón de sueño regular.
Esto puede llevar a problemas para conciliar el sueño o permanecer dormido durante el día.

 Trastorno del sueño del ritmo circadiano: Se caracteriza por problemas para mantener un
horario regular de sueño. Las personas con este trastorno pueden experimentar dificultades
para conciliar el sueño a la hora deseada y despertarse demasiado temprano o demasiado
tarde.

Etapas del sueño: aspectos anatómicos

Fase de somnolencia o adormecimiento (Etapa I): En esta etapa, se produce la transición del estado
de vigilia al sueño. El ritmo alfa del EEG (electroencefalograma) desaparece, hay tono muscular y no
hay movimientos oculares rápidos.

Fase de sueño ligero (Etapa II): Durante esta etapa, se observan complejos K-complejos y husos de
sueño en el EEG. Los husos de sueño son ráfagas de actividad eléctrica rápida y de alta amplitud.
Además, se produce una disminución de la actividad muscular y de la frecuencia cardíaca.

Fase de sueño profundo (Etapa III y IV): Estas etapas se conocen como sueño de ondas lentas. En el
EEG, se observan ondas delta de alta amplitud y baja frecuencia. La actividad muscular y la
frecuencia cardíaca continúan disminuyendo.
Bases biológicas del sueño. –

El sueño es un estado biológico activo y periódico en el que se distinguen las etapas NREM
(movimiento no rápido de los ojos) y REM (movimiento rápido de los ojos). Estas etapas se alternan
sucesivamente durante la noche.
Los relojes biológicos desempeñan un papel importante en la modulación del sistema del sueño.
Estos relojes internos, como el ritmo circadiano, regulan el momento en que una persona siente
sueño y se despierta.
En cuanto a las bases anatómicas, se ha descubierto que varias estructuras cerebrales están
involucradas en la regulación del sueño. El núcleo supraquiasmático, ubicado en el hipotálamo, es
especialmente importante en la regulación del ritmo circadiano.
A nivel neuroquímico, se ha identificado la participación de varios neurotransmisores en el sueño.
Por ejemplo, la melatonina, producida por la glándula pineal, ayuda a regular el ritmo circadiano y
promueve la somnolencia.
Además, la actividad eléctrica cerebral también desempeña un papel crucial en el sueño. Durante el
sueño, se producen cambios característicos en la actividad cerebral que permiten dividir el sueño en
diferentes fases
Conclusión:

¿CUÁNTO TIEMPO DEBO DORMIR PARA QUE EL SUEÑO BENEFICIE A LA MEMORIA?


sorprendentemente algunos estudios sugieren que la duración del sueño parece no tener relación
con el efecto positivo sobre la memoria, ya que se demostró que incluso brevísimos periodos de
sueño (o siestas) de hasta 6 minutos de duración son capaces de provocar una mejoría significativa
en la retención de información. sin embargo, también es prudente
señalar que una mayor duración del sueño se asocia con una mejor retención de la información al
compararlo con un periodo más breve de sueño. El tiempo entre el aprendizaje y el periodo de
sueño también parece influir sobre el resultado en la memoria, algunos estudios sugieren que un
intervalo corto (3 horas) entre el aprendizaje y el sueño parece
ser mejor que un intervalo más largo (10 horas).
Referencias bibliográficas:

https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1137-66272007000200002

https://revecuatneurol.com/wp-content/uploads/2015/06/Bases.pdf

http://scielo.senescyt.gob.ec/pdf/rneuro/v28n3/2631-2581-rneuro-28-03-00073.pdf

http://www.neurowikia.es/content/bases-fisiologicas-del-sueno-y-la-vigilia

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