Boisrolin - La Revolucion Haitiana 1

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La Revolución Haitiana (1791 – 1804) Una

contribución para superar el olvido y el abandono


autor: Henry Boisrolin
Este artículo fue publicado en Crisorio, Carolina, González Arana, Roberto y Guerra Vilaboy,
Sergio: Primer Encuentro de ADHILAC Argentina. América Latina 1804-2004. CD Rom
noviembre de 2003.
Instituto de culturas aborígenes, Córdoba. Coordinador del Comité Democrático Haitiano en
Argentina

I. Introducción

Jean-Jacques Dessalines

Por distintos motivos, el interés por el estudio de la problemática haitiana en América Latina es
escaso. Tan solo los analistas, en su enorme mayoría, ponen el acento sobre los escalofriantes y
reales datos publicados por distintos organismos internacionales que confirman que ese
pequeño país caribeño detenta el récord en analfabetismo (80%), en mortalidad infantil (120
por mil nacidos vivos), en desocupación (60% de la población activa) y todas las demás lacras
del subdesarrollo crónico propio de un país periférico sumamente dependiente del imperialismo
norteamericano. Inclusive, muchos reproducen los esquemas discriminatorios provenientes de
los grandes centros del poder mundial también acerca de la religión del pueblo haitiano (el
vodú) asimilándola a la magia. Así, Haití aparece en numerosos textos como algo exótico, fuera
del marco del sistema de dependencia predominante en América Latina y el Caribe – a
excepción de Cuba -. El pueblo haitiano aparece también desposeído de su cultura y, sobre todo,
de su historia. Una historia que, desde distintos puntos de vista, merece sin embargo un trato
netamente diferente.
Pero sería injusto en esta breve introducción, no reconocer también la culpabilidad de la elite
haitiana, la de los dirigentes políticos de mi país desde 1806 hasta nuestros días – salvo algunas
y honrosas excepciones – y la de las organizaciones de la izquierda haitiana, en ese modo tan
equivocado y tan divulgado de aprehender el drama haitiano.
A doscientos años de la Proclamación de la Independencia de Haití, revalorizar aquella epopeya
–además de ser un deber ineludible – se torna indispensable a la hora de aportar una
contribución real y efectiva a la lucha por la transformación de la realidad de ese país sumergido
en el atraso, la miseria, el hambre, la indiferencia, el menosprecio y la violencia.
Ojalá que las líneas que siguen puedan servir a la puesta en marcha de un proceso de lucha por
el rescate de la identidad del pueblo haitiano, la recuperación de su dignidad; es decir por su
segunda y definitiva segunda liberación.
II. De la esclavitud a la Independencia
Tengo plena conciencia de la imposibilidad de explicar cabalmente en tan pocas páginas un
proceso muy complejo y tan poco conocido como la Revolución Haitiana producida en los
albores del siglo XIX. Asimismo, he optado por hacer hincapié en la contradicción fundamental:
Colonia vs. Metrópoli de aquel régimen de opresión y explotación (la Esclavitud) resaltando al
mismo tiempo la dinámica de la lucha de clases en el seno de aquella formación social. Estoy
persuadido de que esto ayudará a una mejor comprensión del fenómeno que pretendo
aprehender fuera de todo tipo de nacionalismo obtuso, deformador y alienante.

A. El Inicio
Esta terrible historia empezó en diciembre de 1492 con la conquista española de toda la isla, hoy
dividida en dos Repúblicas: la República Dominicana al este y la República de Haití al oeste.
Para realizar el pillaje de su principal riqueza, el oro, los conquistadores sometieron a los
primeros habitantes (Tainos, Caribes, Arawacs, etc.) a trabajos forzados en las minas donde
yacía ese metal precioso y tan importante para el posterior desarrollo del régimen capitalista de
producción. Rápidamente aplastadas las rebeliones indígenas por la fuerza y superioridad de las
armas españolas, esos grupos étnicos fueron exterminados. Así se produjo el primer genocidio
en nuestra región. Es a partir de allí, que en 1517 los vencedores decidieron el transporte de
melanoafricanos como esclavos para reemplazar a los indígenas. Había comenzado la Trata
Negrera, y luego su producto, la Esclavitud. Este último fue, sin duda alguna, uno de los pilares
fundamentales para el desarrollo y prosperidad del capitalismo.
En este punto, recalco nada más que la historia jamás registró algo peor en cuanto a crueldad,
sometimiento y tragedia humana. Como el rigor de aquel sistema de dominación es por todos
conocido, me eximo de mayores comentarios.

B. Explotación Colonial Francesa


En 1697, por el Tratado de Ryswick, España cedió a Francia la tercera parte de la isla. Los
franceses la llamaron Saint-Domingue; y a través del tiempo se transformó en la colonia más
próspera que tuvo Francia. Su producción – gracias a la mano de obra esclava – llegó a
representar las dos terceras partes del comercio exterior de la metrópoli. Pero dicha riqueza fue
únicamente para los dueños de los medios de producción ya que la principal fuerza generadora
de esa colosal masa de riquezas (el esclavo) vivió como animal. Su rendimiento no llegaba a los
diez años.

C. Pacto Colonial
Fue un mecanismo que aseguró a Francia los máximos beneficios en el intercambio con sus
colonias. En efecto, el pacto Colonial exigía que toda la producción de las colonias tenía que ir a
parar exclusivamente al mercado metropolitano, y a su vez todos los productos que éstas
consumían debían provenir de Francia. De hecho, estableció una división del trabajo de tal
modo que la producción colonial no pudo competir con la de la metrópoli, ya que las colonias
tuvieron que concentrarse únicamente en la producción primaria. Por tanto, toda industria
estuvo prohibida en la isla. Además el Pacto Colonial exigió que el transporte marítimo de los
productos desde y hacia las colonias debiera hacerse utilizando exclusivamente buques
franceses.
La primera contradicción principal entre las clases dominantes y explotadoras surgió sin
embargo del mismo Pacto Colonial, a pesar de su eficacia. Pues el colono que vivió en las
colonias y manejó los hilos de la de la explotación mantuvo siempre una relación de
subordinación total con respecto, por ejemplo, a un importante negociante que vivió en Francia.
Tal situación provocó el contrabando marítimo, ya que los colonos carecieron muchas veces de
productos indispensables, sobre todo en épocas de guerra en Europa. Situación que provocó
también la idea de la Autonomía con respecto a la metrópoli. Así, los colonos tuvieron que
atacar al poderoso aparato político, administrativo y militar que aseguró durante mucho tiempo
la subordinación de la colonia de Saint-Domingue a Francia, para lograr mayor margen de
maniobra y conservar en sus manos una cuota muy superior de la riqueza proveniente de la
Esclavitud.

D. Estructura Colonial de Clases en Saint-Domingue


1. Existieron grandes terratenientes y grandes comerciantes. Fueron los principales
propietarios no sólo de muchos medios de producción, sino también de la principal fuerza
de trabajo: el esclavo. Fueron cerca de 28.000 en el momento del estallido de la Revolución,
y casi todos europeos.
2. Existió también un sector intermedio no homogéneo formado por pequeños
propietarios de tierra explotando por supuesto mano de obra esclava. Fueron cerca de
30.000. Entre ellos se destacaron los hijos de los europeos con algunas esclavas (los mal
llamados mulatos) y europeos de bajos recursos y dedicados específicamente a pequeñas
actividades comerciales.
3. En el polo diametralmente opuesto existió un inmenso sector totalmente oprimido y
explotado, formado por los esclavos provenientes de África y sus descendientes. Fueron más
de 455.000 al estallar la Revolución.
Obviamente, se trató de una formación social integrada por clases antagónicas. Y se tiene en
cuenta la existencia del formidable aparato político, administrativo y represivo que aseguró el
sometimiento de todos los habitantes de la colonia a los intereses de los sectores dominantes de
la metrópoli, es fácil comprender que la lucha por la libertad no pudo hacerse por medios
pacíficos. La violencia revolucionaria fue el único medio capaz de asegurar el triunfo. Así lo
entendieron los líderes políticos de los esclavos y las propias masas al rebelarse en agosto de
1791 quemando plantaciones y ajusticiando a sus verdugos.

III. Fechas Inolvidables


Del 14 al 15 de agosto de 1791, en un lugar conocido como Bois-Caïman en el norte de Saint-
Domingue, esclavos reunidos bajo la dirección de un sacerdote vodú, llamado Boukman, juraron
durante una ceremonia vodú vivir libres o morir.
Una semana más tarde se desató la rebelión de los esclavos conduciendo luego de 12 años de
luchas incesantes a la Independencia.
1793 – Proclamación de la libertad de los esclavos por los emisarios franceses enviados para
restaurar la paz (nunca alcanzada hasta el triunfo de los esclavos). Esta libertad fue ratificada en
1795, frente a la imposibilidad de mantener la Esclavitud.
1801 – Toussaint Louverture (esclavo y líder de la lucha por la libertad) considerado como el
precursor de la Independencia hizo promulgar una Constitución que prácticamente significó el
establecimiento de la Autonomía de la colonia con respecto a Francia, ya que planteó la defensa
de intereses diferentes a los de la metrópoli.
1802 – Napoleón Bonaparte, consciente de que Saint-Domingue escapó de su control, de su
hegemonía, ordenó el envío de una formidable flota de expedición militar que llegó a la isla en
febrero de 1802. Dicha flota contó con 22.000 soldados que lucharon en varias campañas
napoleónicas en el continente europeo, y estuvo a cargo del general Leclerc, cuñado de
Napoleón. Tuvo como misión restablecer por la fuerza la Esclavitud.
Al frente de las fuerzas revolucionarias de 10.000 hombres estuvo Toussaint, quien no aceptó la
orden de rendición impartida por Leclerc al llegar a las costas de Saint-Domingue. Se desató una
guerra de guerrillas que terminó el 7 de junio de 1802 con la captura de Toussaint mediante una
maniobra engañosa. Deportado a Francia como prisionero Toussaint murió el 7 de abril de
1803.
1802-1803- Jean-Jacques Dessalines asumió el mando de todas las tropas revolucionarias. Creó
la bandera y condujo los esclavos a la victoria, y proclamó la independencia el 29 de noviembre
de 1803 y el 1 de enero de 1804 hizo la proclamación oficial restableciendo el nombre indígena
de Haití (Tierra montañosa).
Así nació la primera República Independiente en América Latina, la primera República afro en
el mundo. Fue la única revolución antiesclavista victoriosa de la historia.

IV. Importancia de la Revolución Francesa de 1789 y de la Revolución Haitiana


Indudablemente, las ideas de Libertad individual, Fraternidad e Igualdad entre todos los
hombres tuvieron un impacto sobre el curso de los acontecimientos de Saint-Domingue, desde
los sectores dominantes hasta los esclavos. Pero es un grave error considerar que la Revolución
burguesa francesa de 1789 determinó el triunfo de los esclavos. Analizar de esta manera lo
acontecido en la colonia conduce a desconocer los aportes concretos de la Revolución Haitiana.
En efecto, fue dicha Revolución que aportó y materializó la idea de la abolición de la Esclavitud.
Idea que tuvo que ser adoptada por la Asamblea jacobina. Esa Revolución destruyó el Pacto
Colonial como mecanismo de dominación en Saint-Domingue. Y, en definitiva, fue la epopeya
de los esclavos que cristalizó la idea de la Independencia.
Por lo tanto, hay que hablar de mutuas influencias entre ambos procesos que fueron, sin duda
alguna, dos brillantes hechos políticos que marcaron la historia del siglo XIX.
Para precisar mis ideas, recalcaré brevemente algunas de las conquistas de la Revolución
Haitiana de 1791-1804 :
El poder político detentado durante casi tres siglos por los esclavocratas fue destruido y
se construyó uno nuevo basado en la clase más explotada, la de los esclavos.
La completa eliminación de toda desigualdad entre los diferentes estamentos que
existieron durante la época colonial, ha sido un cambio sustancial nunca antes
producido.
La abolición total del sistema de dominación y explotación esclavista, ha sido una
conquista fundamental no sólo para los esclavos de Saint-Domingue sino para la
humanidad entera.
Para preservar, asegurar y mantener dichas conquistas, la Independencia fue
imprescindible. Así se resolvió de manera brillante la contradicción: Colonia vs.
Metrópoli.

V. Reflexiones Pertinentes
A todas luces, la Revolución Haitiana (1791-1804) ha sido un hecho inédito y jamás repetido en
la historia. No la caracterizo de revolución burguesa, como lo hacen muchos historiadores
basándose únicamente en las características de la época. Pues entiendo que la inexistencia de
una burguesía desarrollada en Saint-Domingue, explica suficientemente su incapacidad para
desempeñar el rol dirigente que sí cumplió en Francia en 1789. Además esa Revolución no
estableció luego de su triunfo relaciones capitalistas de producción, más allá que haya permitido
poner fin a un sistema precapitalista de producción como lo ha sido la Esclavitud. La Esclavitud
fue más bien uno de los pilares para el posterior desarrollo del capitalismo, pero no son iguales.
A mi entender, se trata de una Revolución – lo repito – anticolonial y antiesclavista en el marco
de la lucha por la liberación nacional y social.
Pero, desafortunadamente, ha sido una Revolución que duró sólo dos años. Pues luego de que el
fundador de la patria, Jean-Jacques Dessalines, hiciera promulgar una Ley de Reforma Agraria
con características revolucionarias, los sectores acomodados desde la época colonial que lo
habían acompañado durante la lucha por la Independencia montaron un golpe. Asesinaron a
Dessalines el 17 de octubre de 1806, y luego hicieron lo mismo con sus principales
lugartenientes. La contrarrevolución triunfó y se consolidó con la llegada al poder de un
representante del sector intermedio de la época colonial: Jean-Pierre Boyer. Este nefasto
personaje fue quien aceptó pagar a Carlos X una indemnización de 150 millones de francos-oro
para obtener de Francia el reconocimiento de la Independencia de Haití. Fue la primera deuda
externa de un país latinoamericano, cuyo pago durante décadas contribuyó al atraso del país.
VI. Tres figuras importantes

Toussaint Louverture
Toussaint Louverture fue un esclavo doméstico. Surgió en la lucha política de manera notoria a
partir de 1793. Dominó el escenario político, social y militar de Saint- Domingue demostrando
una incomparable habilidad política, diplomática y militar. En efecto, Toussaint supo dotar -
como bien lo señaló el historiador haitiano, Claude Moïse, en su último trabajo acerca de las
Constituciones Haitianas - al movimiento insurreccional de los esclavos de:
1. Un objetivo: la libertad para todos.
2. Una estrategia: la conquista de posiciones de poder susceptibles de garantizar dicha
libertad.
Es a partir de ese planteo estratégico que desarrolla sus métodos de lucha y alianzas tácticas.
Comprende que su objetivo no puede ser alcanzado y que su estrategia no puede tener éxito sin
el aporte de una organización. Es el rol de su ejército, que preparó cuidadosamente con un gran
objetivo político y militar y que constituyó el núcleo duro del partido de Toussaint. Claude Moïse
nos señala también: " gracias a la intervención extranjera (Franceses, Ingleses y españoles
peleándose sobre el escenario de Saint-Domingue, el ejército de Toussaint se transforma desde
1794 en un precioso instrumento para el movimiento revolucionario negro y en un dato esencial
en la ecuación política en Saint-Domingue. Peleando bajo la bandera española, los insurgentes
negros conducidos por Toussaint Louverture hacen el aprendizaje de la táctica y la disciplina
militar. El ejército de Louverture con 4.000 hombres bien entrenados y políticamente
esclarecidos va, reforzándose con el desarrollo de los acontecimientos, sacudir el escenario
político de Saint-Domingue. Gracias a ese ejército, Toussaint Louverture, pasando del campo
español al campo francés, operará un cambio espectacular de la presencia francesa fuertemente
comprometida en 1794 por la penetración anglo-española. El jefe negro surge desde esta fecha
como el personaje clave del gobierno francés en Saint-Domingue. Su influencia se extiende
principalmente en el Norte y en el Centro del país".
Hace falta recordar que el Sur dominado por los "Affranchis" bajo la dirección del "mulato"
Rigaud, resistió también de manera exitosa la invasión inglesa. Tal situación demostró que la
suerte de la colonia francesa estuvo en las manos de las fuerzas indígenas.
Pero en 1800, una guerra civil estalló entre Rigaud y Toussaint terminando con la victoria de
este último. A partir de ahí, Toussaint, transformado en jefe absoluto, promulgó en 1801 una
Constitución opuesta a los intereses concretos de Francia. En los hechos, había consolidado su
poder desarrollando la Autonomía de Saint- Domingue en lo que se refiere a la administración
local y hasta en las relaciones con los países extranjeros.
Sin embargo, Toussaint estableció un régimen político lleno de contradicciones, ya que
garantizó la libertad general de los esclavos pero reconstituyó la gran explotación con los
trabajadores agrícolas establecidos en las plantaciones y militarmente organizados, con sectores
de antiguos colonos esclavocratas y la capa privilegiada de los recién liberados como sectores
dominantes de la nueva sociedad.
Dichas contradicciones explican en gran medida su posterior caída. Consciente o no de sus
aciertos y, sobre todo, de sus errores, lo cierto es que antes de partir como prisionero hacia
Francia pronunció esas palabras proféticas: "Al ponerme bajo arresto en Saint-Domingue
ustedes lo único que hicieron, fue cortar el tronco del árbol de la libertad de los negros, éste
volverá a crecer porque tiene raíces profundas y numerosas". Tanto en los hechos como en el
discurso, Toussaint Louverture ha de ser considerado como el Precursor de la Independencia de
Haití.

Jean-Jacques Dessalines
Indudablemente, la caída de Toussaint Louverture representó un duro golpe para la lucha
emancipadora de los esclavos. Sin embargo, el retablecimiento de la Esclavitud en distintas
otras colonias francesas del Caribe – abolida recién en 1848 en La Martinica y La Guadalupe –
sumada a la crueldad del general Rochambeau - el reemplazante de Leclerc quien falleció luego
de una enfermedad conocida como fiebre amarilla que afectó a varios integrantes del ejército
francés – provocaron el pase de varios oficiales “mulatos” que vinieron con la flota francesa al
bando de los esclavos alzados en armas. Entre ellos se destacó Alexandre Pétion. Antiguo
adversario de Dessalines, Pétion supo en mayo de 1803 aceptar el liderazgo de Dessalines. Esta
unidad se concretó con la creación de la bandera haitiana el 18 de mayo de 1803. Fue una obra
magistral de Dessalines. Así la guerra que había retomado toda su virulencia desde enero de
1803 se desarrolló con mayor fuerza hasta su finalización el 18 de noviembre de ese mismo año
con la brillante victoria militar de los revolucionarios sobre las tropas francesas en la batalla de
Vertières.
Jean-Jacques Dessalines tuvo entonces el enorme mérito de conducir la guerra a la victoria
final, proclamar la Independencia fundando así la primera República Independiente en América
Latina. Por primera y única vez en la historia, una revolución de esclavos había triunfado.
Dessalines en otro gesto lleno de significación retomó para el país el nombre indígena de HAITI
(tierra montañosa). Esa epopeya inauguró el camino de la Liberación en nuestra región. Y si se
tienen en cuenta la decisión de Dessalines de promulgar una Reforma Agraria con un inusitado
espíritu de equidad y de justicia social, y su ayuda desinteresada a Miranda, no existe la menor
duda de que Jean-Jacques Dessalines representó uno de los máximos exponentes
revolucionarios del siglo XIX. Un revolucionario injustamente olvidado por la historiografía
oficial.

Alexandre Pétion
Sin miedo a equivocarme, afirmo que de las tres figuras mencionadas como importantes,
Alexandre Pétion es el más conocido. Esto se debe, fundamentalmente, a su ayuda en dos
oportunidades a Simón Bolívar. En efecto, Pétion entregó a Bolívar armas, municiones, víveres y
organizó un grupo de voluntarios para acompañar al Libertador en sus campañas
emancipadoras. La única condición solicitada por el dirigente haitiano fue: que Bolívar
proclamara la libertad de los esclavos en los lugares en los cuales llegara a triunfar. Solicitud que
fue cumplida cabalmente por Simón Bolívar.
Es menester recalcar, que ese comportamiento internacionalista y revolucionario de Pétion no
fue producto de una actitud personal nada más, sino el fiel reflejo de la importancia y de la
profundidad de la Revolución Haitiana de 1791-1804. Pues todos sus principales dirigentes
comprendieron que la libertad para poder adquirir toda su plenitud y consolidarse, no era sólo
una cuestión nacional sino también continental, y hacía a la esencia misma de la dignidad
humana en cualquier parte del mundo.

VII. Los olvidos de la Historia


Hasta ahora, la historiografía oficial mantiene varios olvidos significativos. Lo más grave es que
no se trata de un comportamiento derivado de errores casuales o accidentales. En este sentido,
me parece correcto y esclarecedor lo que planteó el historiador haitiano, Michel-Roph Trouillot,
en su obra : “ Silencing the Past. Power and the Production of History”, donde analiza el carácter
colonial de la historiografía occidental mediante el estudio de las formas como ha sido narrada
la Revolución Haitiana.
Según Trouillot, “la Revolución Haitiana fue silenciada por la historiografía occidental, porque
dados sus supuestos, esta revolución tal como ocurrió, era impensable.
De hecho la afirmación de que africanos esclavizados y sus descendientes no podían imaginar su
libertad – y menos aún, formular estrategias para conquistar y afianzar dicha libertad – no
estaba basada tanto en la evidencia empírica como una ontología, una organización implícita del
mundo y de sus habitantes. Aunque de ninguna forma monolítica, esta concepción del mundo
era ampliamente compartida por los blancos en Europa y las Américas, y también por muchos
dueños de plantaciones no-blancos. Aunque dejó espacio para variaciones, ninguna de estas
variaciones incluyó la posibilidad de un levantamiento revolucionario en las plantaciones de
esclavos, y menos aún uno exitoso que condujese a crear un Estado independiente.
Así, la Revolución Haitiana entró en la historia mundial con la particular característica de ser
inconcebible aún mientras ocurría.
En un orden global caracterizado por la colonización del mundo, la esclavitud y el racismo, no
había lugar a dudas en cuanto a la superioridad europea, y por lo tanto acontecimientos que la
pusiesen en cuestión no eran concebibles.
Lo impensable es aquello que no puede ser concebido dentro del rango de alternativas posibles,
aquello que pervierte todas las respuestas porque desafía los términos a partir de los cuales se
formulan las preguntas. En este sentido, la Revolución Haitiana fue impensable en su tiempo:
retó el propio marco de referencia a partir del cual sus proponentes y opositores examinaban la
raza, el colonialismo y la esclavitud.
La visión del mundo gana sobre los hechos: la hegemonía blanca es natural, tomada como dada;
cualquier alternativa todavía está en el dominio de lo impensable”.
De acuerdo a Trouillot, “el silenciamiento de la Revolución Haitiana es sólo un capítulo dentro
de la narrativa de la dominación global sobre los pueblos no europeos”.

VIII. Palabras finales


En esta breve síntesis acerca de la importancia de la Revolución Haitiana, tengo un solo deseo:
aportar humildemente algunos elementos para aprehender correctamente dicho proceso
histórico, que dominó el escenario político de nuestra región en los albores del siglo XIX. Un
proceso injustamente olvidado en los debates y distintas actividades hasta de los sectores
progresistas y revolucionarios latinoamericanos, al hacer arrancar el camino de la liberación de
nuestros países en 1810 y no en 1804 como lo enseña la verdadera historia. A doscientos años de
aquella brillante victoria de los más humildes y explotados de la tierra haitiana, ojala que estas
líneas puedan contribuir a la superación del olvido y del abandono que afectan al pueblo
haitiano. Un pueblo que, de distintos modos, sigue luchando por su definitiva y segunda
Independencia, y que necesita de la comprensión y solidaridad efectiva de sus hermanos
latinoamericanos.

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