Johanna Von Grafenstein-La Revolución e Independencia de Haití

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La Revolucin e Independencia de Hait: sus percepciones en las posesiones espaolas y

primeras repblicas vecinas


Johanna von Grafenstein
Instituto de Investigaciones Dr. Jos Mara Luis Mora
Cules fueron las reacciones y percepciones en el Atlntico hispano frente a la revolucin de Hait? Del
pnico debido a un inminente contagio revolucionario, a los juicios contra aquellos brbaros y
antropfagos negros, a las lamentaciones por la prdida de la colonia ms rica de Amrica hasta las
previsiones econmicas en aras de dirigir la produccin de azcar a otras colonias y a las loas por un
proceso emancipador justo. El presente artculo analiza los registros de quienes fueran testigos de la
Revolucin de los Esclavos.
A fines del verano de 1791, el mundo colonial americano fue sacudido por las noticias de una rebelin
de esclavos de dimensiones nunca antes vistas que estall en el norte de la colonia de Saint-Domingue,
el Santo Domingo francs, hoy Hait. Con un sigilo y una capacidad organizativa sin par, los esclavos de
confianza de varias plantaciones organizaron la insurreccin, con la participacin de grupos
cimarrones. El 14 de agosto los preparativos estaban listos y en una reunin memorable cerca de la
plantacin Lenormand en la parroquia Acul, seguida por una ceremonia de vod en el cercano bosque
Caimn, los esclavos juraron vengarse de la secular opresin y explotacin. El estallido se fij para el
22 de agosto y, efectivamente, este da inici la destruccin en el corazn de la rica y frtil planicie del
norte. Si en los primeros das el nmero de los rebeldes aument de 200 a unos 1 000 hombres, dos
semanas despus ya eran 10 000.1 La rebelin se propag como un gigantesco fuego por las
plantaciones de la planicie; al cabo de ocho das los esclavos haban destruido siete parroquias y 184
plantaciones de azcar. Despus de un mes, todas las plantaciones en un radio de 50 millas alrededor
de puerto El Cabo estaban en ruinas.2
Boquet, Pillage du Cap Franais en 1793, 1795. Grabado, 54.5 x 72.5 cm.
Cortesa de la John Carter Brown Library en la Universidad de Brown,
EEUU.
Esta gran rebelin iba a influir poderosamente en el curso de los acontecimientos en la colonia adonde
haba llegado desde antes la conmocin de la Revolucin francesa, con la movilizacin de propietarios
blancos y mulatos: los primeros buscando una mayor autonoma en lo comercial y administrativo; los
segundos luchando por su igualdad jurdica con los colonos blancos. El gran movimiento del norte fue
tambin precedido por una revuelta en la provincia del sur,3 mientras que en la provincia del oeste,
esclavos armados luchaban del lado de los mulatos para combatir las ofensivas de los llamados
pequeos blancos de Puerto Prncipe. De esta manera surgieron ejrcitos de ex esclavos
disciplinados y con pericia militar cuyo desempeo e intervencin en los subsecuentes conflictos
armados en la colonia constituirn un factor decisivo y finalmente llevarn a la independencia del pas.
Ese largo y complejo proceso que se conoce como Revolucin haitiana y su desenlace la creacin en
1804 del segundo Estado soberano en Amrica tuvieron repercusiones econmicas, polticas y
sociales en el mundo atlntico. La posesin francesa fue escenario de guerras internacionales y civiles,
y finalmente de la Guerra de Independencia propiamente dicha (1802-1803); estas violentas y
destructivas conmociones significaron el fin de la agricultura comercial en gran escala. A raz de la
desaparicin de la colonia de plantacin por excelencia surgirn nuevos centros de produccin de
azcar, caf, ail, algodn y cacao, que eran los principales productos con los que el Santo Domingo
francs haba abastecido crecientemente a los mercados europeos en el siglo XVIII. En las Antillas se
vieron beneficiados, sobre todo, los productores de azcar y caf de Cuba, Jamaica, Martinica y
Guadalupe; en el continente algunas zonas de Brasil, Nueva Espaa, Luisiana y Venezuela conocieron
en mayor o menor extensin un auge de produccin de algunos de los cultivos mencionados; en el
ocano ndico surgieron nuevos productores de azcar: la misma India, adems de las islas de
Mauricio y Reunin, y Java en el sureste de Asia.4 En el Atlntico la trata se orient a los nuevos
centros de produccin que importaban en los aos noventa del siglo XVIII y primeras dcadas del XIX
un nmero creciente de esclavizados africanos. Hacia los aos veinte el vaco productivo causado por
la cada de Saint-Domingue se haba llenado, la escasez de productos tropicales superado, los precios
estabilizado. En el Estado independiente, Hait, las masas campesinas de ex esclavos se dedicaban a la
produccin de caf y a cultivos para su propio consumo, al mismo tiempo que la extraccin de maderas

preciosas y de tinte tom tambin un considerable auge. La comercializacin de maderas y caf


quedaba en manos de una nueva elite, mayoritariamente compuesta por mulatos, es decir,
descendientes de la llamada gente de color libre de los aos coloniales. El pas contaba con ingresos
relativamente altos, gracias a las exportaciones de caf y maderas; sostena adems un ejrcito
numeroso, que a partir de 1804 deba custodiar la independencia, arrancada a la antigua metrpoli
con un herosmo pico y reconocida slo dos dcadas despus.5
Guillaume de lIsle, Insulae S. Dominicae tabula accuratissima. (Cvens
et Mortier, 1742). David Rumsey Historical Map Collection,
Las pginas siguientes se proponen medir y analizar el impacto y las percepciones de la Revolucin
haitiana y de la creacin del segundo Estado soberano de Amrica en las posesiones espaolas del
Caribe y reas circundantes, en vsperas de la independencia de las colonias continentales y durante
las guerras que la precedieron. Diversos documentos producidos por las administraciones de las
ciudades, la prensa, correspondencia y publicaciones oficiales, documentos provenientes del campo de
los insurgentes y sus simpatizantes, muestran manifestaciones diversas frente a la llegada de noticias
sobre la gran revolucin social y creacin de un Estado independiente por antiguos esclavos y libertos
en la isla antillana. Se encuentran reacciones muchas veces opuestas: o bien la condena y el miedo ante
el posible contagio del mal de la insubordinacin, que manifestaban los defensores del statu quo
colonial, o la exaltacin de un proceso considerado justo y ejemplar por los defensores de la
independencia. Hubo una tercera reaccin: provena sobre todo de los sectores liberales que
invocaron la revolucin victoriosa de los esclavos del Santo Domingo francs, utilizando su posible
amenaza como medio de presin para arrancar al rgimen colonial libertades y derechos polticos.
La riqueza de Saint-Domingue y su violenta destruccin: dos estereotipos creados en torno a la
Revolucin e Independencia de Hait
En la construccin de las imgenes relativas a la colonia y el pas independiente de Hait es importante
la aparicin de algunas visiones estereotipadas, imgenes que se repiten sin grandes alteraciones, que
producen de inmediato la asociacin con la colonia francesa de Saint-Domingue y los trgicos
sucesos que se desencadenaron en ella a partir de 1791. La primera de estas construcciones tiene que
ver con la imagen de extraordinaria riqueza de la colonia francesa, que por muchos contemporneos
era vista como el paradigma de una colonia exitosa, productiva y til para su metrpoli. De all lo
trgico de su prdida. La destruccin de plantos, ingenios, caminos, puentes y ciudades se vea en
funcin de la riqueza producida en beneficio de Francia; tambin en funcin de las inversiones hechas
por plantadores y comerciantes franceses, mismas que se perdieron con la Revolucin e
Independencia de Hait.
Censos y obras formales de diversa procedencia de la segunda mitad del siglo XVIII dieron a conocer
los ingresos que obtuvo Francia va su comercio con Saint-Domingue y el comercio de esclavos
asociado a la produccin colonial. Una obra muy citada es la del abate Raynal. Este autor public
importantes cifras para el ao 1775, segn las cuales Saint-Domingue aportaba al comercio francs un
poco ms de 94 millones de libras tornesas (equivalentes a casi 29 millones de pesos de plata), de los
que el 47.5% corresponda a la importacin de azcar blanca y morena, 23% al caf, 16.3% al ail,
7.1% al algodn y el resto a otros productos.6 En 1797, M.E. Moreau de St.-Mry public en Filadelfia
su Descripcin topogrfica, fsica, civil, poltica e histrica de la parte francesa de la isla de Santo
Domingo. La obra en dos tomos ha sido considerada como la fuente ms importante para conocer la
situacin de esta colonia antes de 1789. Sus datos sobre la produccin y poblacin de la colonia son los
ms citados. Moreau abre su obra con las siguientes palabras:
La parte francesa de la isla de Santo Domingo es, de todas las posesiones de la Francia en el Nuevo
Mundo, la ms importante por las riquezas que procura a su metrpoli y por su influencia que tiene
sobre su agricultura y sobre su comercio.7
Un ejemplo ms de que circulaban profusamente cifras de produccin de la colonia francesa en su
momento de auge, es la historia atribuida al ingls James Barskett, quien publica el estado de riquezas
de Saint-Domingue en 1791, justo antes de estallar la rebelin en el norte de la colonia. Segn este
documento, las inversiones francesas en esclavos, tierras, edificios, sembrados y ganado ascendan a 1
487 840 libras coloniales (991 903 334 libras tornesas) que equivalan a 305 010 275 pesos de plata.8
Con base en fuentes como las mencionadas o simplemente repitiendo un lugar comn, se difunda la
imagen de la colonia opulenta y altamente rentable para su metrpoli. En este sentido encontramos las

siguientes expresiones en los escritos del obispo electo de Michoacn, Manuel Abad y Queipo. En un
edicto, el clrigo cita a un autor francs, quien habla del exterminio de [...] [su] colonia del Guarico,
convirtiendo aquella hermosa posesin en un espantoso desierto.9 Y en otra ocasin Abad y Queipo
habla de Francia, que perdi para siempre aquella rica colonia, antiguo manantial de su
prosperidad.10 Elocuente es tambin la primera oracin de un informe de Franciso de Arango y
Parreo, importante figura de la sacarocracia cubana: La pluma se me cae de las manos, cuando
trato de comentar la triste pintura que en la actualidad puede hacerse de la que hace poco era la ms
floreciente y rica colonia del orbe.11
Unida a la idea de las riquezas producidas por la colonia y de su destruccin, est la imagen de una
violencia extrema, de salvajismo, de ciega venganza y destruccin de hombres blancos y sus bienes.
Dicha visin est impregnada de prejuicios raciales, de desdn hacia la poblacin de origen africano de
la que fueron vctimas los infelices colonos.12 Se vincula de esta manera la rebelin de los esclavos
sobre todo su primera fase en el norte de la colonia francesa (1791-1793), pero tambin la ltima
que corresponde a la Guerra de Independencia (1802-1803), as como el primer Gobierno
independiente, encabezado por Jean Jacques Dessalines (1804-1806) con la destruccin y violencia
desenfrenada.13
M. Moreau de Saint-Mry, M. Ponce, M. Phelipeau, Recueil de vues des
lieux principaux de la colonie franaise de Saint-Domingue, 1791.
Impreso. Biblioteca Digital del Caribe,
En la construccin de las imgenes tenan que ver los transmisores, entre ellos comerciantes y
propietarios emigrados, muchos de los cuales haban vivido los primeros meses de la rebelin en el
norte de Saint-Domingue. Se trata de una visin de los amos, en su mayora blancos, aunque algunos
de ellos pertenecan al grupo llamado gente de color libre.14 Ambos grupos llevaban a menudo
esclavos consigo. Esta emigracin lleg en su mayora a la vecina Cuba, a Puerto Rico e isla de Trinidad,
Venezuela, Nueva Espaa, Luisiana y algunas ciudades del este de Estados Unidos, como Baltimore,
Nueva York, Norfolk, Filadelfia y Boston.
Los clculos sobre el nmero de emigrantes franceses de Saint-Domingue a Cuba en los aos de 1792 a
1803 fluctan entre 10 000 y 30 000.15 Sin embargo, muchos de ellos tuvieron que abandonar la isla
en 1809, a raz del decreto de expulsin de abril de este ao. La mayora de los franceses eligieron para
su segundo exilio a la Luisiana.16 Varias actas del cabildo de San Juan de Puerto Rico hacen alusin a la
presencia de emigrados franceses en la isla; en algunos trasciende la buena aceptacin que gozaron
por el vecindario.17 Pero tambin se encuentran rdenes de ejercer una estrecha vigilancia sobre los
extranjeros que haba dentro de la plaza: de hacer una lista de ellos, indicando las circunstancias de su
entrada, licencia, lugar de residencia, profesin y religin.18 En la capitana general de Venezuela, la
comunicacin con la colonia francesa tambin se hace patente a la hora de dos rebeliones: la primera
de 1795, en Coro, y la segunda en Maracaibo, en 1799, varios de cuyos participantes conocan SaintDomingue o provenan de la colonia francesa.19
La presencia de individuos franceses que propagaban noticias e ideas sediciosas en Nueva Espaa
era una preocupacin grande de los virreyes segundo conde de Revillagigedo y marqus de
Branciforte en los aos noventa del siglo XVIII. Este ltimo se queja de la circulacin en la capital de
papeletas e impresos que informaban sobre los acontecimientos de Pars y Saint-Domingue en 1793.
Un ao antes, Revillagigedo estuvo preocupado por las actividades de un mdico francs de nombre
Mateo Coste, quien posea en San Martn de Acayucan, provincia de Oaxaca, una hacienda y se dedicaba
al contrabando. Las redes comerciales de Coste incluan a la parte francesa de la isla de Santo
Domingo, as como a Campeche. Conoca bien la costa de Veracruz; haba elaborado mapas y quera
atraer hacia esa regin un grupo de negros de Santo Domingo, acompaados por unos misioneros
de las nuevas doctrinas que deberan liberar a la poblacin de la Nueva Espaa del doble yugo: el del
Gobierno espaol y el que ejerca el clero catlico. El gobernador de La Habana inform al virrey
Revillagigedo del proyecto y Mateo Coste fue arrestado y sus bienes confiscados.20
J.-B. Chapuy y J.-L. Boquet, Vue de lincendie de la ville du Cap Franais.
Arrive le 21 juin 1793, 1795. Grabado coloreado, 51 x 73 cm. Coleccin
Conseil gnral de la Martinique - Archives dpartementales de la
Martinique.
En grabados y dibujos sobre las guerras libradas en la colonia francesa se encuentran

representaciones de atrocidades cometidas tanto por los esclavos rebeldes como por sus represores;
en los escritos abundan los calificativos de cruelsimos negros, brbaros africanos, antropfagos
negros21 y de la carnicera perpetrada por ellos. Ello hace evidente que predominaban visiones que
recreaban constantemente estas imgenes negativas, frecuentemente apocalpticas, de la
revolucin.22 Las expresiones ms neutrales aluden a los trgicos, tristes, dolorosos y
funestos sucesos.
Una imagen bastante negativa sobre el Hait independiente de los aos veinte y treinta del siglo xix la
encontramos en la revista El Mosaico Mexicano, que en su tomo v, editado en 1841, contiene la
traduccin de un artculo tomado de la revista francesa Le Magasin Pittoresque con el ttulo
Compendio estadstico de la isla de Hait, que reproduce juicios negativos sobre el segundo pas
soberano de Amrica, tal como se pueden encontrar en mucha de la literatura de viajeros y
observadores extranjeros de la poca: un pas asentado sobre las ruinas de su antiguo esplendor, un
Estado militarizado que gasta gran parte de sus ingresos en la manutencin de un ejrcito numeroso,
habitantes indolentes que viven al da, miseria y pobreza por todos lados. Bajo la fachada de un
compendio estadstico, dividido en entradas neutrales como situacin, suelo, ros, minas,
poblacin, entre otros, encontramos un conjunto de prejuicios e ideas racistas. El artculo describe
Hait en los aos de la presidencia de Jean Pierre Boyer (1818-1843), quien gobernara toda la isla
despus de la incorporacin de la parte oriental en 1822. En el punto Paralizacin de la agricultura
encontramos la nostlgica idea de la colonia francesa que poda abastecer de azcar al mundo
entero, pero que en el da importaba este producto de Cuba. Las medidas ms severas para castigar la
ociosidad, dice el texto, no podan nada en contra de la inercia y funesta paralizacin.23
La construccin de imgenes positivas de la revolucin ha sido menos frecuente. Encontramos estas
imgenes ocasionalmente en escritos de los defensores de la autonoma e independencia de las
posesiones espaolas. La idea de la Revolucin e Independencia de Hait que ms hace justicia a la
ruptura radical de la colonia francesa con su metrpoli es la que expresa el fraile mercedario fray
Melchor de Talamantes. En su escrito Representacin nacional de las colonias. Discurso filosfico,
Talamantes defiende el derecho de las colonias de crear cuerpos de representacin nacional y de
separarse de sus metrpolis en casos precisos. Menciona 10 razones que legitiman la separacin, entre
ellas cuando las metrpolis son opresoras de sus colonias, y contina: Cualquiera que sepa el cruel
tratamiento que daban los Franceses a sus negros en la Isla de Santo Domingo no se atrever a
acusarlos de rebeldes, ni a improbar la independencia que han logrado.24 La Revolucin victoriosa de
Santo Domingo aparece en Talamantes como una empresa justa y ejemplar, comparable a la
separacin de las trece colonias de Norteamrica de su metrpoli y su constitucin como Estado
independiente, o la separacin de Holanda de Espaa bajo Felipe II.
Incendie du Cap. Rvolte gnral des Ngres. Massacre des Blancs.
Grabado coloreado. En Saint-Domingue, ou Histoire des ses rvolutions
(Pars: Tiger, imprimeur-libraire. Au Pilier littraire, 1815). Library
Company of Philadelphia, EEUU.
Una percepcin positiva del Hait independiente est tambin en Alexander von Humboldt, quien
observaba: [L]ejos de turbar la paz de las Antillas inmediatas, [Hait] ha hecho algunos progresos
hacia la suavidad de costumbres y el establecimiento de buenas instituciones civiles.25 Adems,
reconoce el esfuerzo emprendido por los haitianos por conquistar su libertad: los 900 mil negros y
mulatos de Hait, dice Humboldt, se han manumitido por su voluntad y por el buen xito de sus
armas.26 Tambin formula reflexiones importantes sobre el grado de prosperidad alcanzado por el
pas, en contradiccin con otros observadores contemporneos que se limitan a lamentar la
destruccin de las riquezas de la antigua colonia francesa durante la revolucin y no valoran la
produccin para el consumo propio del campesinado haitiano como una actividad que creara
riqueza. El cientfico prusiano, en cambio, compara la prosperidad alcanzada, y conmensurable en un
aumento sorprendente de la poblacin, con la de Estados Unidos. Estos negros, deca en ese
entonces, ms ocupados del cultivo de las plantas alimenticias que del de productos coloniales, se
aumentan con una rapidez a que slo excede el incremento de la poblacin de los Estados Unidos.27
Temor y pragmatismo: las reacciones en las colonias vecinas del Santo Domingo francs
Se ha subrayado mucho el efecto del miedo, hasta pnico, que produjo la revolucin en las sociedades
vecinas; se ha hablado del gran miedo en alusin a la poca del Terror de la Revolucin francesa;

tambin de un sndrome de miedo, producto de la misma.28 Una manifestacin de temor ante


posibles conspiraciones de esclavos siguiendo el ejemplo de la isla vecina se encuentra en las alusiones
que hace en su diario la esposa del general Nugent, quien fuera gobernador de Jamaica entre julio de
1801 y fines de 1805. En varias ocasiones Mary Nugent habla de un ambiente de alarma debido a la
desaparicin de esclavos, por lo que el gobernador dorma con el arma a su lado y se reforzaba la
vigilancia en los alrededores de las villas y en el campo. A menudo, lady Nugent se acuesta en la noche
con miles de aprehensiones. A pesar de la guerra entre Francia e Inglaterra, llegaban muchos
refugiados franceses a la colonia; sus relatos sobre las crueldades que cometieron contra los
insurrectos horrorizaban a la esposa del gobernador. Pero en las plticas de sobremesa se hacan or
tambin elogios sobre los rebeldes que a Mary Nugent le parecieron muy peligrosos:
La gente es tan imprudente aqu en su conversacin. El esplendor de los jefes negros de Santo
Domingo, su fuerza superior, su firmeza y carcter, su longevidad en estos climas y su buena salud son
tpicos comunes en las cenas; y los negritos (blackies) que atienden parecen tan interesados que
apenas cambian algn plato y no hacen otra cosa que escuchar. Qu imprudencia y a qu nos llevar
todo eso!29
Sin embargo, la revisin de fuentes diversas permite calificar de pragmticas muchas de las reacciones
que se han podido documentar: pragmatismo en la aplicacin de medidas para hacer frente al peligro
de un eventual contagio de la revolucin, va circulacin de noticias, infiltraciones o invasiones de
rebeldes franco-haitianos; pragmatismo tambin en vista de las oportunidades abiertas con la
destruccin de la industria azucarera en la colonia francesa, o en vista de ventajas de circulacin y
comunicacin durante la guerra que libraron las monarquas europeas en contra de la repblica
francesa.30
El argumento anterior encuentra respaldo en las instrucciones reales e informes de autoridades
responsables de la seguridad de los puertos y rutas martimas. En este sentido, la real cdula del 26 de
noviembre de 1791 ordena guardar una estricta neutralidad en la guerra civil que se estaba
produciendo en Francia y sus colonias entre republicanos y monarquistas; aconseja prestar ayuda
nicamente cuando consideraciones humanitarias la hacan indispensable; ordena evitar cualquier
contagio de la revolucin, no permitiendo el contacto de soldados y marineros con los insurrectos y
reforzando la presencia militar en la frontera entre las dos colonias de Santo Domingo.31 Tambin se
encuentran en la correspondencia consideraciones acerca de la seguridad de trnsito en el Golfo de
Mxico, ms que expresiones de preocupacin sobre el levantamiento de los esclavos franceses en s.
En aos de guerra, un tema recurrente era el transporte seguro de la plata americana en aguas del
Atlntico. Al respecto es importante una reflexin del intendente de La Habana en una carta de 26 del
julio de 1793, es decir, en plena guerra entre Espaa y Francia. En estos das se esperaba el navo San
Telmo en La Habana, y el intendente expresa su esperanza de que la embarcacin lograse regresar
pronto a Cdiz con caudales por la distraccin en que se hallaban los buques franceses del Guarico
con la ltima decisiva sublevacin de los Negros.32
La percepcin de la Revolucin de Saint-Domingue en escritos econmicos contemporneos de esos
das est igualmente impregnada de pragmatismo. En lugar de miedo a la revolucin de esclavos
franceses encontramos clculos econmicos, evaluaciones sobre mercados y cifras de produccin.
En la segunda mitad de 1792, Francisco de Arango y Parreo escribi su Discurso sobre la agricultura
de La Habana y medios de fomentarla,33 que el autor, en un escrito posterior (Resumen de mritos y
servicios), vincula directamente con la revolucin de esclavos de Saint-Domingue:
Con motivo de la insurreccin de los negros de Santo Domingo y la absoluta ruina de aquella
floreciente colonia, recibi Arango, como Apoderado de esta Ciudad una orden de S. M. o de su
Suprema Junta de Estado, fechada en 22 de junio de 1792, para que propusiese los medios de que
nuestra Isla sacase, de semejante catstrofe, todas las ventajas posibles.34
Arango inicia su Discurso con un balance de los cambios introducidos en el sistema comercial por los
Borbones espaoles, elogia especialmente el fin de la opresora compaa exclusiva de La Habana y
del comercio libre de esclavos. A este real favor, dice, se aadi la feliz situacin por el funesto
incremento que ha[ba]n tenido las desgracias del vecino.35 Pero las consecuencias del levantamiento
de los esclavos en las plantaciones en la rica planicie del norte de la colonia francesa todava no eran
previsibles cuando Arango redacta su Discurso. El autor es escptico sobre si las oportunidades
creadas sern permanentes. Maana, pregunta el empresario de azcar, qu habr?: [H]e aqu el

verdadero cuidado que debe tener la isla de Cuba, adverta.36 En su opinin, la exclusin del enemigo,
del rival, era pasajera, por lo que se deba procurar elevar la isla a un grado de poder y de riqueza
capaz de sostener la competencia aun cuando vuestro rival vuelva en s.37 Para ello, sostiene, se debe
seguir la marcha poltica de las dems naciones, igualar [...] [su] economa e industria a la de [...] [sus]
rivales.38
Tambin el virrey de la Nueva Espaa, segundo conde de Revillagigedo, expresa escepticismo acerca
del efecto duradero de la cada de Saint-Domingue para la produccin de azcar en Nueva Espaa:
La azcar ha tenido mucha exportacin en estos ltimos aos por los accidentes de las colonias
extranjeras; fenecidas stas, [] no se puede esperar que duren mucho tiempo las ventajas que ahora
se logran, aunque las azcares sean de tan buena calidad, nunca podrn competir en el precio con la de
las islas.39
En varios pasajes de su ensayo poltico sobre la Nueva Espaa, Alexander von Humboldt hace hincapi
en las ventajas productivas que surgieron a raz de los funestos acontecimientos de Saint-Domingue
que ha[ba]n dado un gran auge a la industria en las colonias espaolas.40 Lo que pas en SaintDomingue interesa a Humboldt desde el punto de vista de las oportunidades creadas para las
economas regionales del continente americano. El vasto reino de Nueva Espaa, dice, rene las
ventajas de la Nueva Inglaterra aunadas a las de las islas antillanas. Comienza a rivalizar
principalmente con las islas desde que la guerra civil de Saint-Domingue y la devastacin de las
plantaciones francesas han hecho ms ventajosas la agricultura de los gneros coloniales en el
continente americano.41
La familia Saint-Janvier, duea de plantaciones en Hait en el momento de la revolucin, registra
el acontecimiento desde la perspectiva de los colonos franceses. Annimo, Ah! M. Diaku, sauvez
mes enfants, 1812. Grabado. En Mlle. de Palaiseau, Histoire des Mesdemoiselles de Saint- Janvier.
Les deux seules blanches conserves a Saint-Domingue. Seconde dition (Pars: Chez J.-J. Blaise,
1812), p. 54. Cortesa de la John Carter Brown Library en la Universidad de Brown, Estados
Unidos de Amrica.
Humboldt, a diferencia de Arango y Parreo y del virrey, segundo conde de Revillagigedo, considera el
desarrollo extraordinario de las islas con respecto a las zonas continentales como algo antinatural,
como un proceso pasajero:
Es fcil prever que las pequeas islas Antillas, a pesar de su situacin favorable al comercio, no podrn
sostener mucho tiempo la concurrencia con las colonias continentales, si stas continan cultivando
con el mismo esmero el azcar, caf o algodn. Tanto en el mundo fsico como en el moral, todo acaba
volviendo a entrar en el orden que la naturaleza ha prescrito; y si unos pequeos islotes, cuya
poblacin ha sido exterminada, han hecho hasta ahora un comercio ms atractivo con sus
producciones que el Continente que los avecina, es slo porque los habitantes de Cuman, Caracas,
Nueva Granada y Mxico han sido muy tardos en aprovecharse de los inmensos dones que la
naturaleza les ha concedido.42
Como se sabe, las expectativas del cientfico prusiano no se cumplieron: la principal heredera del vaco
dejado por el derrumbe de Saint-Domingue en el mercado mundial de azcar ser otra isla de las
Antillas, que recibir adems en las prximas dcadas un torrente de esclavizados africanos: Cuba.43
Al contrario, el auge de la produccin azucarera y de algunas de las colonias continentales ser
pasajero, tal como lo pens el virrey, segundo conde de Revillagigedo, una dcada antes. Sin embargo,
todava en la segunda dcada del siglo XIX se har mencin de las ventajas productivas surgidas de la
Revolucin del Santo Domingo francs, como consta en las memorias del Consulado de Veracruz. En
sus intervenciones de 1808, 1812 y 1817, el secretario de esta corporacin, Jos Ma. Quirs, resalta el
crecimiento de las exportaciones azucareras del virreinato a raz de la ruina de la colonia de SaintDomingue.44
La instrumentalizacin de las imgenes creadas sobre la revolucin de esclavos del Santo
Domingo francs y el Hait independiente
A continuacin se procurarn algunas evidencias de cmo fueron incorporadas las imgenes sobre
Hait a los discursos polticos de la poca: lo que pas en la colonia francesa y el Hait independiente
serva para dar fuerza a argumentos determinados, para subrayar que tal o cual propuesta o crtica era
vlida, para prevenir situaciones no deseadas, para apoyar proyectos instrumentalizando imgenes
positivas o negativas.

Hait y la conservacin del orden social establecido


El ejemplo de Saint-Domingue aparece en textos muy diversos en los que se discute la conservacin
del orden social en diferentes espacios coloniales de Hispanoamrica. Para mantenerlo se insiste en la
necesidad de guardar la unin entre los blancos en sociedades con un alto porcentaje de poblacin de
color. Juan Lpez Cancelada, importante publicista en la pennsula y el virreinato de la Nueva
Espaa,45 escribe una advertencia a la traduccin de un libelo publicado en 1806 en la Ciudad de
Mxico. La intencin de Cancelada es ofrecer un ejemplo de lo que puede pasar si la poblacin blanca
no conserva la unidad entre s en una colonia donde viven negros y otras castas. Exclama:
Dichosa Nueva Espaa, dichosa mil veces por el sosiego y tranquilidad que la caracteriza! [...] No han
tenido ni tienen aqu entrada las extravagantes ideas que han perturbado la paz de otras regiones.
Tienen siempre presente que padecer desolacin cualquier Reino dividido entre si [...] y acabarn de
confirmarlo con lo acaecido en Santo Domingo.46
En cambio, 10 aos despus, el capitn Jos Manuel de Salaverra lamenta en un parte de guerra que
los criollos en Nueva Espaa no hubieran aprendido nada del ejemplo francs. En la colonia francesa,
dice, primero fueron exterminados los galos, y luego los blancos patricios es decir los nacidos en la
isla y, al cabo, los negros y castas quedaron dueos de la isla.
Teman los americanos aqu y en todas las dems partes en donde hay estas mezclas, funestos
resultados como ya se nota en su obrar, que lo mismo destrozan las posesiones de los Europeos que
las de sus propios paisanos, pero los criollos no escarmientan para seguir en su sistema.47
Alejandro Gmez considera que en Venezuela tal vez el nico evento a travs del cual podemos
apreciar lo que sentan y pensaban los blancos criollos a propsito de la Revolucin haitiana, tuvo
lugar en 1808. Despus de un primer intento de formar una junta a fines de julio, que contaba con la
anuencia del capitn general, 45 notables de Caracas retomaron el proyecto en octubre de este ao
pero fueron perseguidos como conjurados y sometidos a un proceso. A la acusacin de que los
promotores de la junta iban a apoyarse en la ayuda de 10 000 esclavos, uno de los procesados, don
Mariano Montilla, refut la acusacin aduciendo lo siguiente: [S]ern los mismos dueos [de los
esclavos] las vctimas de la empresa, como se sabe experimentalmente con lo ocurrido en la Isla de
Santo Domingo.48 Con su respuesta, Mariano Montilla quera dejar claro que la acusacin no tena
fundamento, ya que habra sido suicida apoyarse en los esclavos, quienes no tardaran en masacrar a
sus dueos, como ocurri en Santo Domingo.
El obispo electo de Michoacn en la Nueva Espaa, Manuel Abad y Queipo, recurre con frecuencia al
ejemplo haitiano para reforzar argumentaciones diversas. Igual le sirve para lamentar la anarqua en
la propia Nueva Espaa a partir del levantamiento de Miguel Hidalgo, que para mostrar la ineptitud
de Napolen Bonaparte quien, teniendo en su manos todos los medios imaginables, no logr
recobrar Santo Domingo porque, deseando exaltar a su cuado y deshacerse de los militares que le
incomodaban, envi (dicen los escritores franceses) un general sin talentos y un ejrcito compuesto de
una oficialidad descontenta y de las heces de los dems ejrcitos, por cuya causa 17 000 franceses
perecieron bajo la cuchilla de los negros.49
En su edicto del 30 de septiembre de 1810, el obispo electo traza una visin apocalptica del reino
revolucionado por el cura Hidalgo, prediciendo la misma suerte que aos atrs sufri la colonia
francesa de Santo Domingo:
Y he aqu la explosin de la mina que se est preparando lentamente. Tal debe ser el principio de
vuestra ruina y devastacin de todo el Reino. Todo lo que ha de seguir ser espantoso y tremendo:
cesarn todas las leyes divinas y humanas, y solo reinar el furor de la ira y la venganza, destruyndolo
todo por el fuego y por el fierro, y en poco tiempo nuestras ciudades, villas y lugares, nuestra
floreciente agricultura, despobladas y sin cultivo, se convertirn en bosques y zarzales, como se
convirti en nuestros das por la misma causa, la parte francesa de la Isla de Santo Domingo. Nadie
puede prever hasta donde llegarn las atrocidades y desgracias de esta anarqua.50
La idea de la sociedad como un cuerpo fsico que responde a ciertas leyes y en la que las mismas
causas producen siempre los mismos efectos, haca de la desgracia del Santo Domingo francs un
ejemplo muy recurrido en los textos polticos contemporneos. La presencia de numerosas castas, la
heterogeneidad de clases y la oposicin y contrariedad de intereses y pasiones provocaran
irremisiblemente la destruccin recproca de unos y otros, la ruina y devastacin del pas, como
sucedi en Santo Domingo en iguales circunstancias, escribe Abad y Queipo.51

El temor a las castas y la necesidad de mejorar su situacin para evitar una explosin social similar a la
del Santo Domingo francs se hace patente en la carta del 22 de julio de 1815, dirigida por Jos de
Ceballos, capitn general interino de Caracas, al secretario de Estado y del Despacho Universal de
Indias.52 Encontramos en este escrito propuestas concretas para revertir el peligro que constituan las
castas para la causa realista y por ende para el orden establecido. La carta fue escrita despus del
regreso de Fernando VII al trono y solicitaba que se restituyera el decreto emitido por las Cortes el 29
de enero de 1812, y que abra a los espaoles oriundos de frica la posibilidad de ser admitidos a
las matrculas y grados de las universidades, ser alumnos de los seminarios, tomando el hbito en las
comunidades religiosas y recibir los rdenes sagrados, siempre y cuando cumplieran con los cnones
y leyes del reino.53
El capitn general interino sugiere dar a las castas privilegios de blancura a semejanza de las Cartas
de ciudadano que ide la constitucin.54 En su opinin, los hombres de color que se haban
distinguido en los ejrcitos del rey merecan particular atencin. Extraer [a estos hombres]
legalmente de su clase inferior le pareca indispensable porque, dice, ya han despertado, ya han
conocido su poder e influencia. Ceballos se expresaba as de la llegada de numerosas tropas de Europa
y los progresos que haba hecho la expedicin (de Pablo Morillo): [N]os libertarn por algn tiempo
del inminente peligro de ver presentada aqu la escena dolorosa de la parte francesa de Santo
Domingo, pero advierte:
la vida de 4 000 tiene su trmino, y no muy dilatado en donde obran contra ellos el clima y los nuevos
alimentos [] cuando por el contrario, la clase temible se reproduce y aumenta, teniendo en el da
sobre sus conocidas ventajas fsicas, las de la disciplina, y ferocidad, que han adquirido en la cruel
guerra que acaba de terminar, y de que ellos han formado casi la total fuerza de ambos partidos.55
Tambin de Cuba se puede apreciar el propsito de mejorar la suerte de los grupos subalternos, en
este caso de los esclavos, en un documento producido por el Consulado de La Habana en 1799, con el
fin de preservar el orden establecido.56 En l se sopesa la insurreccin de esclavos de las colonias
francesas y su influencia en la creacin de la corporacin, con el fin de evaluar el efecto de la
revolucin en la colonia vecina y el peligro real de contagio. Se constata que la independencia sola de
los negros de Santo Domingo justifica en gran medida nuestro actual susto y cuidado, pues si los
ingleses fomentan sus diablicas ideas nada ser ms fcil que ver en nuestro pas una irrupcin de
aquellos brbaros, y por lo mismo es urgente que se tomen providencias que eviten una catstrofe que
tanto perjudicara al augusto Soberano de tan productiva y bien situada colonia, como a los que en ella
viven bajo de su proteccin.57
Nicols Ponce, Plan dune Sucrerie et dun Equipage Sucre invent par Mr. Belin et xcut sur
son habitation en socit avec Mr. Raby, au Bas Limb, Isle St. Domingue, 1786. Cortesa de la John
Carter Brown Library en la Universidad de Brown, Estados Unidos de Amrica.
Ya que pareca imposible cerrar del todo la isla a la entrada de los negros de Santo Domingo, se
buscaban vas para disminuir el peligro del contagio. Se estudia con acuciosidad la situacin de la
poblacin en el campo y se proponen medidas preventivas para evitar una rebelin de esclavos en las
plantaciones de la isla. stas deberan mejorar la situacin de los siervos, por un lado, ya que con ello
se esperaba disminuir su deseo de libertad. Por el otro lado, dichas medidas preventivas estaran
encaminadas a aumentar la seguridad en los campos desolados donde viva un puado de blancos con
gran nmero de esclavos, que eran los que producan la riqueza de esta colonia.58
Liberalismo e independencia: el uso de la imagen de Hait
Fray Servando Teresa de Mier introduce en ocasiones el ejemplo haitiano en sus escritos como
referente negativo. En su obra Idea de la Constitucin, escrita en 1820 en prisin, el autor discute la
exclusin de los habitantes de Amrica de ascendencia africana de los derechos del ciudadano en la
Constitucin de Cdiz en 1812:
Nuestros diputados (americanos) alegaron las rdenes que tenan casi todos de sus respectivas
provincias de Nueva Espaa, para procurar la extincin de todas estas distinciones sobre el color, tan
quimricas como injustas y perjudiciales. Y amenazaron de lo contrario con la venganza de estas
gentes agraviadas, que podrn repetir en otras partes sobre los blancos la tragedia de Santo
Domingo.59
La denuncia de esta discriminacin ocupa un espacio considerable en la obra de Fray Servando y la

alusin a los acontecimientos trgicos, a la carnicera de Santo Domingo, aparece varias veces en su
argumentacin.60 Tena el fin de amenazar a los espaoles peninsulares con que les esperara una
suerte similar a la de los blancos de Santo Domingo, en el caso de que continuaran negndole a los
americanos sus legtimos derechos polticos.
Tenemos una interesante instrumentalizacin de la imagen amenazante de Hait y sus habitantes en la
planeada invasin a Cuba por fuerzas haitianas, mexicanas y colombianas en 1829. El proyecto era una
respuesta a la invasin fallida del mismo ao desde Cuba a Mxico y tena como fin atemorizar al
Gobierno colonial de la gran Antilla. El efecto buscado estaba en relacin directa con el peligro que
poda significar Hait para las colonias esclavistas de su entorno. Para ello, el presidente Vicente
Guerrero envi al coronel Jos Ignacio Basadre a presentarse ante el Gobierno de Jean Pierre Boyer,
con el fin de organizar una accin conjunta en contra de Cuba. El planeado ataque a Cuba, para el que
Colombia prometi su colaboracin, tena como objetivo asegurar la independencia de los Estados
Unidos Mexicanos.61
Jos Mara Bocanegra, quien estuvo involucrado en el negocio de Hait,62 justifica su participacin en
el asunto, citando la opinin de Vicente Rocafuerte, ministro en Londres:
El mejor modo de prepararnos a defender nuestro territorio, en caso de invasin, es en efecto,
combinar nuestras fuerzas con la cooperacin de Colombia y Santo Domingo; la prudencia nos
aconseja ponernos de acuerdo con esos gobiernos, y tenerlos gratos, para sacar de ellos las ventajas
que puedan exigir los futuros acontecimientos. Santo Domingo es el terror de la Isla de Cuba:
aprovechemos, pues la alianza que se puede formar con Boyer para tomar una actitud amenazadora, y
hacer entender a los espaoles de la Habana, que si nos invaden, tambin sern invadidos; que si
vienen a Mxico a poner trmino a la anarqua, como dicen, nosotros iremos a Cuba a poner trmino a
la esclavitud de los negros.63
Pedro Jos Figueroa, Pablo Morillo, ca. 1815. leo sobre tela, 125.5 x 79 cm. Coleccin Museo
Nacional de Colombia. Foto: Museo Nacional de Colombia / Juan Camilo Segura.
La misin secreta de Basadre se frustr debido al retiro de Colombia y, sobre todo, debido a que
Espaa logr la intervencin de Gran Bretaa, cuyo ministro en Mxico declar ante el presidente
Guerrero que su Gobierno nunca consentira [que] se [...] [hostilizara] por medios tan inicuos a la
Espaa.64 En cambio, la imagen de Hait como un Estado fuerte, rico y generoso prevaleca en la
segunda dcada del siglo XIX, cuando se planearon un sinnmero de empresas libertadoras con ayuda
del segundo pas independiente en el continente. Existen numerosos documentos que demuestran el
apoyo que dieron los presidentes Alxandre Ption (1806-1818) y Jean Pierre Boyer (1818-1843) a
diferentes empresas en contra del poder colonial de Espaa en Amrica. Habra que mencionar en
primer lugar el apoyo brindado a los independentistas venezolanos. Ya en 1806 Ption, entonces
comandante del Departamento y provisiones y aumentar el nmero de sus soldados. Ption le dio todo
lo necesario de los almacenes del Estado en Puerto Prncipe.
Es por otra parte bien conocida la generosa ayuda en armas, dinero y hombres que Ption dio a Simn
Bolvar en 1816.65 Sin embargo, las continuas acusaciones por parte de los Gobiernos espaoles de
Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico de que Ption fomentaba los prfidos designios de insurgentes
de toda procedencia, obligaron al presidente haitiano a actuar con cierta cautela y a dar repetidas
muestras de su neutralidad.
Refugiado en Jamaica despus del sitio frustrado de Cartagena de Indias, en marzo de 1815, Bolvar
decidi en diciembre abandonar Kingston donde no haba recibido apoyo alguno y dirigirse a
Hait. Permaneci cuatro meses en Los Cayos, un puerto en la pennsula del sur. El apoyo en hombres,
armas y vveres que recibi de las arcas pblicas, por orden del presidente Ption, fue muy grande,66
de manera que su expedicin pudo zarpar en abril de 1816 con cerca de 300 participantes.
Nuevamente sufri una derrota, en Ocumare, y regres en julio del mismo ao a Hait, ahora al puerto
de Jacmel. En esta segunda estancia en Hait, Bolvar residira varios meses en Puerto Prncipe, donde
entr en contacto con gran nmero de refugiados patriotas,67 todos ellos bien recibidos por el
Gobierno haitiano, que haca todo lo posible por suministrar hombres, barcos, armas, municiones,
dinero y vveres a las diferentes expediciones que se preparaban. En diciembre de 1816 la segunda
expedicin de Bolvar abandon Jacmel, esta vez con 12 buques y 350 hombres, vveres y pertrechos
de guerra.
Tambin los insurgentes mexicanos buscaron establecer contacto con ambos Estados haitianos,68 de

los que se esperaba ayuda significativa. En 1813, Ignacio Lpez Rayn envi al coronel Francisco
Antonio Peredo a la isla de Hait con la misin de dar a conocer el estado actual de Mxico, de
establecer relaciones ms estrechas de unin y amistad fraternal como leales Americanos y de pedir
apoyo al rey Christophe:
Por este sagrado vnculo con que la Naturaleza nos liga, espero que el poder soberano de V.M.I.
coadyuve a las justas miras de la independencia y libertad, que ya Gracias a Dios se disfruta casi del
todo en este continente, aunque luchando todava en la lid sangrienta con que empezamos.69
Segn Paul Verna, en Puerto Prncipe haba en 1815 dos agentes mexicanos que eran Pedro Girard y
Jos Savary. Este autor afirma que Girard recibi el 28 de octubre de 1815 un prstamo de 500 gourdes
del Gobierno de Alxandre Ption, adems de que se le permiti contratar marinos haitianos y
comprar armas en suelo de la isla. Sin embargo, en una carta dirigida a Bernardo Gutirrez de Lara, el
14 de agosto de 1814, Ption desmiente toda ayuda prestada:
La repblica que tengo el honor de presidir se considera en paz con todas las naciones, y habiendo en
consecuencia, adoptado un sistema de perfecta neutralidad, no puedo hacer ningn armamento ni
expediciones algunas, sino para la seguridad interior de su territorio. Vuestra solicitud (que tiene por
objeto pedirme socorros para recobrar la Provincia de Bjar, en nombre del gobierno de Mxico) no
puede, de tal manera, ser atendida por m.70
Otro agente mexicano apareci por estas fechas en Puerto Prncipe; era J. Cadenas, quien logr que se
armaran seis embarcaciones del corsario francs Louis Aury para conformar una expedicin a costas
mexicanas. La misma, con el propio Cadenas y numerosos corsarios haitianos a bordo, sali de Puerto
Prncipe en mayo de 1816 rumbo a Galveston. La delacin del plan de ataque de Aury por Jos lvarez
de Toledo y un motn entre los marinos haitianos hizo fracasar esta primera expedicin a costas
mexicanas que saliera de Hait.71
Xavier Mina, por otra parte, dirigi su expedicin a Puerto Prncipe en octubre de 1816, cuando tuvo
que abandonar Baltimore de manera precipitada por las intrigas de lvarez de Toledo, quien en este
momento trabajaba como espa al servicio del ministro plenipotenciario de Espaa ante el Gobierno de
Estados Unidos, Luis de Ons. Guadalupe Jimnez Codinach sostiene que una razn de peso para que
Mina se trasladara a Puerto Prncipe fue el contacto establecido con Simn Bolvar a travs de Felipe
Estvez, a quien Mier y Mina encontraron en Norfolk.72 Mina escribi a Bolvar a Puerto Prncipe,
invitndolo a participar en la empresa de Mxico,73 es decir, en su proyecto de desembarcar en las
costas de Nueva Espaa y apoyar a los insurgentes, tarea para la que haba reunido hombres y armas
en Inglaterra, Estados Unidos y Hait. Mier insiste en que fue l mismo quien convenci a Estvez de
poner a Mina en contacto con Bolvar y el famoso Ption: famoso [...] [para ellos, afirmaba Mier en ese
entonces] pues es increble el agasajo que prest, desde la primera desgracia en Venezuela, hasta hoy a
sus emigrados y de Cartagena. Describe con detalle la ayuda que el presidente haitiano brind a los
emigrados civiles y militares, mientras que se preparaba una nueva expedicin rumbo a costas
venezolanas.74
Se tiene conocimiento de varias otras iniciativas de independentistas hispanoamericanos que
buscaron y recibieron ayuda en Hait. En 1815, los hermanos Carabao salieron de Los Cayos rumbo a
Cartagena, en cuyas costas fueron apresados por fuerzas realistas y ejecutados. El francs Pierre
Labatut al servicio de Miranda y posteriormente del presidente Rodrguez Torices en Cartagena,
durante breve tiempo superior de Bolvar organiz en Puerto Prncipe en 1816 y 1817 una
expedicin propia para liberar a Nueva Granada. El escocs Gregorio Mac Gregor, quien haba
participado en la expedicin bolivariana salida de Los Cayos en abril de 1816, se refugi cinco veces en
Hait. De all parti en 1817 para fundar la Repblica de Florida; en 1819 emprendi dos expediciones
con recursos haitianos: la primera para liberar a Nueva Granada, la segunda dirigida al ro Hacha.
Muchos otros insurgentes se establecieron definitivamente en Hait, como el cannigo Marimn de
Nueva Granada; algunos otros permanecieron por largos lapsos, retenidos por enfermedad o en
ocasiones tambin porque se integraron rpidamente a la sociedad haitiana de Puerto Prncipe,
Jacmel, Aquin y Los Cayos, que eran los puertos con mayor afluencia de patriotas americanos.75
La difusin de noticias fue un factor esencial en la transicin a la
modernidad. Cabe mencionar que el Atlntico funcionaba como una red
de comunicacin eficaz. Por esta razn, no debe sorprendernos que los
acontecimientos en Hait, Estados Unidos y Francia se propagaran con

rapidez a la monarqua espaola y a sus colonias. Los marineros,


soldados y corsarios han resultado ser los actores inesperados de la
modernidad: sus relatos sobre las revoluciones desembaracaron con
ellos de un continente a otro y de un puerto al siguiente. De ah que la
monarqua espaola dedicara parte de sus recursos a construir una
imagen negativa de la Revolucin haitiana. La efectividad de la
narracin encontr eco incluso en los libertadores de Sudamrica. Es el
caso de Francisco de Miranda, quien coment que habra sido mejor
soportar el yugo espaol que someterse a la barbarie y al desorden
haitianos. Plan de la Ville du Cap Franois et de ses Environs dans lIsle St.
Domingue, 1786. Grabado coloreado (Pars: Chez le Sr. Phelipeau,
1786). Cortesa de la John Carter Brown Library en la Universidad de
Brown, EEUU.
Consideraciones finales
En las pginas anteriores se ofrecieron evidencias histricas que apoyaron la argumentacin inicial de
este trabajo relativa a una profusa difusin de noticias sobre la rebelin de esclavos en el norte de la
colonia de Saint-Domingue, as como de los sucesos ulteriores, en el mundo hispnico, especialmente
en las colonias vecinas. Se procur mostrar diferentes caminos y portadores de estas noticias, desde
rumores de incierta procedencia hasta emisarios oficiales, pasando por plantadores emigrados y sus
esclavos, contrabandistas y corsarios. Del lado de los receptores fue posible reunir documentacin que
ubic a stos en sectores muy diversos de las sociedades coloniales vecinas: esclavos y otros grupos
subalternos, miembros de corporaciones y observadores diversos, autoridades coloniales,
funcionarios de la Corona, insurgentes y simpatizantes. Se trat de evidenciar que la construccin y el
uso de las imgenes sobre la Revolucin haitiana respondan a objetivos diversos; que la fuerza de
estas imgenes resida en la simpleza del mensaje, carente de matices en la mayora de las veces, si
exceptuamos los juicios citados de Alejandro de Humboldt y Melchor de Talamantes. Tambin se pudo
apreciar que predominaban imgenes negativas, apocalpticas, que se usaban para reforzar ciertas
ideas y propuestas encaminadas a asegurar la preservacin del orden establecido. Especial atencin se
puso en las apreciaciones econmicas de personalidades diversas que vean en la destruccin del
Santo Domingo francs una feliz oportunidad para aumentar la produccin colonial en tal o cual
posesin de la Corona espaola. En este sentido se aportaron algunos ejemplos que refuerzan la tesis
defendida con anterioridad por otros autores, de que no todo fue miedo y pnico, sino que buena parte
de las reacciones y acciones respondan a un slido pragmatismo econmico y poltico. Finalmente, la
imagen positiva de Hait como segundo Estado independiente de Amrica, producto de una revolucin
protagonizada por ex esclavos y gente de color, dio lugar a la construccin de amplias redes de
contactos y apoyos por parte de los primeros Gobiernos soberanos de Hait y las fuerzas
independentistas del continente.
Bibliografa
Una primera versin de este trabajo fue presentada en el IV Congreso Sudamericano de Historia, VII
Congreso Ecuatoriano de Historia, Quito, 2009.
1 Carolyn E. Fick, The Making of Haiti: The Saint Domingue Revolution from Below (Knoxville: The
University of Tennessee Press, 1990), p. 106.
2 Carolyn E. Fick, The Making of Haiti, p. 105.
3 En enero de 1791, unos 200 esclavos armados recorrieron las plantaciones alrededor de Port-Salut
en la planicie de Los Cayos para agitar y llamar a la rebelin. La conspiracin fue descubierta, sus
lderes arrestados y ajusticiados.
4 Eric Williams, De Coln a Castro. La historia del Caribe, 1492-1969 (Mxico: Instituto Mora, 2009), p.
481.
5 En 1825, Carlos X reconoci la independencia de la colonia francesa a cambio del pago de 150
millones de francos como indemnizacin a los antiguos propietarios.
6 Guillaume-Thomas Raynal, Histoire, philosophique et politique des tablissements et du commerce des
Europens dans les deux Indes (Gnova: Jean Lionard Pellet, 1780). Consultado en Gallica, Bibliothque
Numrique de la Bibliothque Nationale de France, tomo 5, pp. 186-187. Para la conversin de libras

tornesas a pesos de plata se tom como base que 1 libra tornesa equivala 2.46 reales de plata.
7 M. E. Moreau de Saint-Mery, Description topographique, physique, civile, politique et historique de la
partie franaise de lle Saint-Domingue, tomo 1 (Filadelfia: 1797), p. 1. Consultado en Gallica,
Bibliothque Numrique de la Bibliothque Nationale de France.
8 James Barskett, History of the Island of St. Domingo, from its First Discovery by Columbus to the Present
Period (Nueva York: Mahlon Day, 1824) (primera edicin Londres, 1818), p. 233. Consultado en Google
Books.
9 Edicto instructivo del obispo electo de Michoacn d. Manuel Abad y Queipo, en J. E. Hernndez y
Dvalos, Documentos para la historia de guerra de independencia de Mxico, vol. III (Instituto Nacional
de Estudios de la Revolucin Mexicana, 1985), p. 920. La obra francesa que cita es Investigacin de las
causas del furor exaltado de la revolucin francesa, de Roel. Guarico era una villa portuaria en el
noroeste de La Espaola que se convertir bajo el Gobierno de los galos en el principal puerto de su
colonia, llamado El Cabo Francs. En los documentos hispanos se mantuvo el antiguo nombre de
Guarico.
10 Obispo electo de Michoacn, Manuel Abad y Queipo, Proclama a los franceses, en que se les hace
ver la chocante contradiccin entre sus doctrinas y su conducta servil, que sufre el despotismo feroz
de Bonaparte, y se describe el carcter de este monstruo, en Coleccin de los escritos ms importantes
que en diferentes pocas dirigi al Gobierno D. Manuel Abad y Queipo, Obispo electo de Michoacn:
movido de un celo ardiente por el bien general de la Nueva Espaa y felicidad de sus habitantes,
especialmente de los indios y las castas (Mxico: Imprenta de M. Ontiveros, 1813), p. 116.
11 Informe de la Comisin de Francisco de Arango y Parreo en Santo Domingo, La Habana, 17 de
julio de 1803, en Jos Luciano Franco, Documentos para la historia de Hait en el Archivo Nacional de
Cuba (La Habana: Archivo Nacional de Cuba, 1961), p. 239. El informe ha sido estudiado a profundidad
por Mara Dolores Gonzlez Ripoll en Desde Cuba, antes y despus de Hait: pragmatismo y dilacin
en el pensamiento de Francisco Arango sobre la esclavitud, en Mara Dolores Gonzlez Ripoll et al., El
rumor de Hait en Cuba: temor, raza y rebelda, 1789-1844, coleccin Tierra Nueva e Cielo Nuevo, vol.
50 (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 2004).
12 Vase la imagen Cristbal, comandante del ejrcito recorre la Isla de Santo Domingo incendiando y
matando a los infelices colonos de ella, reproducida en Juan Lpez Cancelada, (ed.), Vida de J. J.
Dessalines, gefe de los negros de Santo Domingo: con notas muy circunstanciadas sobre el origen,
carcter y atrocidades de los principales gefes de aquellos rebeldes desde el principio de la insurreccin
en 1791. Traducida del francs por D. M. G. C. (Mxico: Mariano de Ziga y Ontiveros, 1806), entre
pginas 30 y 31. Reproduccin facsimilar Banobras y Porra, 1982.
13 A Jean Jacques Dessalines quien fuera el comandante general de los ejrcitos indgenas, es
decir, de las fuerzas negras y mulatas que combatan a las tropas francesas enviadas por Napolen
Bonaparte en 1802 para recuperar el control sobre la isla se le ha juzgado frecuentemente en la
historiografa como un militar genial pero cruel, brbaro y violento.
14 Es importante notar que aun antes de 1789 no haba limitaciones para que el sector de la poblacin
denominada libertos, mulatos o gente de color libre (unas 28 000 personas) tuviera acceso a la
propiedad de tierras y esclavos, por lo que muchos de ellos se haban convertido en vsperas de la
revolucin en prsperos plantadores, sobre todo de caf, cultivado en grandes extensiones en la
montaosa pennsula del sur de Saint-Domingue.
15 Entre junio de 1803 y 31 de enero de 1804 llegaron 18 213 personas provenientes de SaintDomingue a Cuba por el solo puerto de Santiago de Cuba; cfr. Alain Yacou, Lexpulsion de Franais de
Saint-Domingue rfugis dans la rgion orientale de lle de Cuba, 1808-1810, Caravelle, Cahiers du
Monde Hispanique et Luso-brsilien, nm. 39 (1982), p. 50.
16 John E. Baur, International Repercussions of the Haitian Revolution, The Americas, vol. xxvi, nm.
4 (abril 1970), p. 402.
17 Actas del Cabildo de San Juan Bautista de Puerto Rico, 1792-1798, San Juan de Puerto Rico,
Publicacin Oficial del Municipio de San Juan, 1968, vol. 8, p. 323; vol. 10; vol. 11, p. 171; p. 168; vol.
12, pp. 9, 31, 173 y 138; vol. 13, pp. 75 y 133.
18 Lectura de un oficio del capitn general de la isla, Acta del cabildo del 10 de febrero de 1806, Actas
del Cabildo, vol. 10, p. 203.
19 Clment Thibaud llama la atencin sobre la circulacin intensa de bienes y personas entre las

posesiones francesas y las costas orientales de Venezuela: Clment Thibaud, Coup ttes, brl cazes.
Peurs et dsirs dHati dans lAmrique de Bolivar, Annales HSS, nm. 2 (marzo-abril 2003), p. 308;
vase tambin Anne Protin-Dumon, Revolutionnaires franais et royalistes espagnols dans les
Antilles, Caravelle, nm. 54 (1990), pp. 223-246. Protin-Dumon ha estudiado ampliamente el curso
revolucionario de las Antillas francesas.
20 Frdrique Langue, Les Franais en Nouvelle-Espagne la fin du XVIIIE sicle: mdiateurs de la
rvolution ou nouveaux croles?, Caravelle, nm. 54 (1990), pp. 44-47.
21 Calificativos que ha encontrado Consuelo Naranjo en la correspondencia analizada por ella en La
amenaza haitiana, un miedo interesado: poder y fomento de la poblacin blanca en Cuba, en Mara
Dolores Gonzlez Ripoll et al., El rumor de Hait, pp. 85-86.
22 Al respecto escribe Ada Ferrer, [L]as descripciones de violencia eran a menudo lacnicas e
implcitas, se referan simplemente a la barbarie y al carcter salvaje de los Negros y dejaban muchas
veces al lector a representarse la escena.. Ada Ferrer, La socit esclavagiste cubaine et la rvolution
hatienne, Annales HSS, nm. 2 (marzo-abril 2003), p. 345
23 El Mosaico Mexicano, tomo v (1841), pp. 265-271. Agradezco a Mara Dolores Ballesteros Pez que
me haya llamado la atencin sobre este texto.
24 Fray Melchor Talamantes, Congreso Nacional del Reino de Nueva Espaa, en Luis Gonzlez
Obregn y Juan Pablo Baz (eds.), Argumentos en favor de la independencia de Mxico, nm. 14 (Mxico:
Cuadernos de Causa, 1979).
25 Alexander von Humboldt, Ensayo poltico sobre la isla de Cuba (La Habana: [1826] 1960), p. 323.
26 Alexander von Humboldt, Ensayo poltico sobre Cuba, p. 323. El censo de 1824 consigna 933 335
habitantes de Hait, incluyendo a 61 468 de la antigua parte espaola. James Franklin, The Present
State of Hayti (Saint Domingo) with Remarks on its Agriculture, Commerce, Laws, Religion, Finances and
Population (London: J. Murray, 1828). (Reimpreso por Negro University Press, Westport).
27 Alexander von Humboldt, Ensayo poltico sobre Cuba, p. 323.
28 Vanse por ejemplo los artculos de Michael Zeuske y Clarence J. Munford, Die Grosse Furchtin der
Karibik: Frankreich, Saint-Domingue und Kuba, 1789-1795, Iberoamerikanisches Archiv, vol. 17, nm.
1 (1991), pp. 51-98 y Alejandro Gmez, El sndrome de Saint-Domingue. Percepciones y
sensibilidades de la Revolucin haitiana en el Gran Caribe (1791-1814), Caravelle, nm. 86 (2006),
pp. 125-156.
29 Lady Nugents Journal of her Residence in Jamaica from 1801 to 1805 (Kingston: Institute of Jamaica,
1966).
30 Sobre el tema del pragmatismo como reaccin a las noticias recibidas desde Hait, vase Mara
Dolores Gonzlez Ripoll, Desde Cuba, passim.
31 AGN, Reales Cdulas Originales, vol. 150, nm. 186, folio 281. El espritu de esta real orden fue
pronto violado al aceptar las autoridades militares de Santo Domingo a un grupo de esclavos
insurrectos entre sus tropas para combatir a los franceses republicanos de la colonia vecina. Entre
estos negros aliados se encontraban los lderes Jean-Franois, Biassou y Toussaint Breda, el futuro
Toussaint Louverture.
32 Juan Pablo Valiente a Revillagigedo, 26 de julio de 1793, AGN, Historia, vol. 45, foja 60.
33 Consultado en Francisco de Arango y Parreo, De la factora a la colonia (La Habana: 1936), pp. 2194. Sobre la oligarqua azucarera habanera, en especial en referencia a sus instituciones y actividades
polticas, confrontar la amplia obra de Mara Dolores Gonzlez Ripoll.
34 Francisco de Arango y Parreo, Resumen, en De la factora a la colonia, p. 157.
35 Francisco de Arango y Parreo, en De la factora a la colonia, p. 35.
36 Arango y Parreo, De la factora, p. 35.
37 Arango y Parreo, De la factora, p. 58.
38 Arango y Parreo, De la factora, p. 37.
39 Juan Vicente Gemes Pacheco de Padilla, conde de Revillagigedo, El comercio exterior y su influjo en
la economa de la Nueva Espaa, Coleccin de Documentos para la Historia del Comercio Exterior de
Mxico, vol. IV (Mxico: Ediciones del Banco Nacional del Comercio Exterior, S. A. [1793] 1960), p. 45.
40 Alexander von Humboldt, Ensayo poltico sobre el reino de la Nueva Espaa (Mxico: Porra, 1966),
p. 177. El barn estuvo en Nueva Espaa desde marzo de 1803 hasta marzo del siguiente ao.
41 Humboldt, Ensayo, p. 284.

42 Humboldt, Ensayo, p. 286.


43 La poblacin esclava en Cuba subi de alrededor de 85 000 en 1792 a aproximadamente 430 000
en 1841. Vase al respecto grfico 3 en Consuelo Naranjo Orovio, Evolucin de la poblacin desde
1760 a la actualidad, en Consuelo Naranjo Orovio (coord.), Historia de las Antillas, vol. 1, Historia de
Cuba, coleccin Historia de las Antillas (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones CientficasEdiciones Doce Calles, 2009), p. 33.
44 Javier Ortiz de la Tabla Ducasse, Memorias polticas y econmicas del Consulado de Veracruz, 17961822 (Sevilla: Publicacin Conmemorativa del v Centenario, 1985), pp. 242, 255 y 160.
45 Editor de la Gazeta de Mxico en los aos 1805 a 1810. Sobre Cancelada, vase Vernica Zrate
Toscano, Juan Lpez Cancelada: vida y obra (tesis de maestra, 1986) y Juan Lpez Cancelada,
Sucesos de Nueva Espaa hasta la coronacin de Iturbide (Mxico: Instituto Mora, 2008). Estudio
Introductorio y notas: Vernica Zrate Toscano.
46 Juan Lpez Cancelada (ed.), Vida de J. J. Dessalines, pp. 1-2.
47 Relacin Historia de los Primeros Movimientos de la Insurreccin de Nueva Espaa y Prisin de
su Virrey Don Jos de Iturrigaray. Escrita por el Capitn del Escuadrn Provincial del Mxico, Don Jos
Manuel de Salaverra y presentada al actual Virrey de ella el Exmo. Seor Don Flix Mara Calleja, en
Genaro Garca, Documentos histricos mexicanos, tomo II (Museo Nacional de Antropologa, Historia y
Etnologa, 1910), p. 329.
48 Alejandro Gmez, El sndrome de Saint-Domingue.
49 Proclama a los franceses, en Coleccin de los escritos de D. Manuel Abad, p. 116. El general
Pamphile de Lacroix, quien particip en la expedicin que mand Napolen Bonaparte al mando de
Victor Emmanuel Leclerc para sustraer la colonia del mando del general y gobernador negro Toussaint
Louverture, calcula que de los 55 132 hombres que Napolen envi a Saint- Domingue en los aos
1802-1803, slo 1 200 abandonaron la colonia despus de la capitulacin del general Rochambeau, y
muchos de ellos todava murieron a manos de los ingleses. Citado en Thomas Madiou, Histoire dHati,
tomo III (Puerto Prncipe: ditions Henri Deschamps, 1989), p. 136.
50 Edicto instructivo del obispo electo de Michoacan D. Manuel Abad y Queypo, en J. E. Hernndez y
Dvalos, Documentos, vol. III, p. 920.
51 Manuel Abad y Queipo, Representacin a la regencia del reyno, manifestando el estado de
fermentacin en que se encuentra la Nueva Espaa y medios para evitar un trastorno, en J. E.
Hernndez y Dvalos, Documentos, vol. II, p. 893.
52 Documento transcrito en James F. King, A Royalist View of the Colored Castes in the Venezuelan
War of Independence, Hispanic American Historical Review, vol. XXXIII, nm 3 (1953), pp. 530-537.
53 James F. King, A Royalist View, p. 533 y Decreto CXXX de 29 de enero de1812, en Coleccin de los
decretos y rdenes que han expedido las Cortes Generales y Extraordinarias, desde 24 de septiembre de
1811 hasta 24 de mayo de 1812, tomo II, p. 78; recuperado el 21 de abril del 2011 de
http://bib.cervantesvirtual.com/
SirveObras/
04701736466826784332268/
ima0091.htm.
54 El artculo 22 de la Constitucin de Cdiz, al que alude Ceballos, reza como sigue: A los espaoles
que por cualquier lnea son habidos y reputados por originarios del frica, les queda abierta la puerta
de la virtud y del merecimiento para ser ciudadanos: en su consecuencia las Cortes concedern carta
de ciudadano a los que hicieren servicios calificados a la Patria, o a los que se distingan por su talento,
aplicacin y conducta, con la condicin de que sean hijos de legtimo matrimonio de padres ingenuos;
de que estn casados con mujer ingenua, y avecindados en los dominios de las Espaas, y de que
ejerzan alguna profesin, oficio o industria til con un capital propio; recuperado el 15 de marzo del
2011 de http://bibliotecadelasletrashispanicas. lacoctelera.net/post/2008/04/23/espanaconstitucion-cadiz-1812.
55 James F. King, A Royalist View, p. 535.
56 Representacin dirigida por el Real Consulado de La Habana al ministro de Hacienda el 10 de julio
de 1799, en Jos Antonio Saco, Historia de la esclavitud, desde los tiempos ms remotos hasta nuestros
das, tomo v (La Habana: Editorial Alfa, 1944), pp. 131-149. Las citas siguientes indican las pginas de
esta obra.

57 Saco, Historia, p. 133.


58 Saco, Historia, p. 145.
59 Fray Servando Teresa de Mier, Escritos inditos (Mxico: El Colegio de Mxico, 1944), p. 290.
60 Sobre las castas de Amrica, en fray Servando Teresa de Mier, Escritos inditos, pp. 339 y 349;
doctor Jos Guerra (fray Servando Teresa de Mier), Historia de la revolucin de Nueva Espaa,
antiguamente Anhuac, o verdadero origen y causas de ella con la relacin de sus progresos hasta el
presente ao de 1813 (Mxico: Cmara de Diputados, 1922), p. 241.
61 Correspondencia de don Jos Ignacio Basadre, agente mexicano en Hait, publicada en Luis Chvez
Orozco, Un esfuerzo de Mxico por la independencia de Cuba (Publicaciones de la Secretara de
Relaciones Exteriores, 1930), p. 196.
62 Lorenzo de Zavala critica la misin de Basadre, pero aclara que las acusaciones de los adversarios
de Guerrero de que ste haba dado a Basadre numerosos patentes de corso para autorizar
hostilizaciones en el mar contra los buques espaoles, tenan sobre todo como objetivo acumular
acusaciones contra aquella administracin. Lorenzo de Zavala, Ensayo histrico de las Revoluciones de
Mxico desde 1808 hasta 1830 (Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1985), vol. II, p. 146.
63 Jos Mara Bocanegra, Memorias para la historia de Mxico independiente, 1822-1846, vol. II
(Mxico: 1892), p. 41.
64 Jos L. Franco, Documentos para la historia de Mxico en el Archivo Nacional de Cuba (La Habana:
Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba, 1961), p. 498.
65 Eleazar Crdova Bello, La independencia de Hait y su influencia en Hispanoamrica (Caracas:
Instituto Panamericano de Geografa e Historia, 1967).
66 El comerciante ingls Robert Sutherland financiaba parte de las dos expediciones de Bolvar, puso a
su disposicin las goletas la Fortune y la Mara y serva de testaferro oficial para cubrir varias entregas
de armas y municiones de guerra hechas por Ption. Paul Verna, Ption y Bolvar (Caracas: Ediciones
de la Presidencia de la Repblica, 1980), p. 244.
67 Bolvar se alberg durante su estancia en Puerto Prncipe en la casa de Sutherland, donde se reuna
gran nmero de refugiados insurgentes de Nueva Granada, Venezuela y Mxico. All encontr a Javier
Mina, al general Cadenas y al agente sueco Severin Lorich.
68 En 1807 Hait se dividi en dos Estados: en el norte, Henri Christophe cre el Estado de Hait, que a
partir de 1811 se convirti en monarqua. En el sur y oeste se form la Repblica de Hait con
Alxandre Ption como presidente. Despus de la muerte de Henri Christophe en 1820, Jean Pierre
Boyer reunific los dos Estados bajo el nombre de Repblica de Hait.
69 J. E. Hernndez y Dvalos, Documentos, vol. VI, pp. 1038-1039. Henri Christophe gobern entre
1807 y 1819 la parte norte de Hait, que en 1811 se convirti en monarqua.
70 J. E. Hrnandez y Dvalos, Documentos, vol. v., p. 609.
71 Paul Verna, Ption y Bolvar, pp. 279-280.
72 Guadalupe Jimnez Codinach, La Gran Bretaa y la Independencia de Mxico, 1808-1821 (Mxico:
Fondo de Cultura Econmica, 1991).
73 Guadalupe Jimnez Codinach, La Gran Bretaa, p. 320.
74 J. E. Hernndez y Dvalos, Documentos, vol. VI, pp. 902-910.
75 Paul Verna, Ption y Bolvar, pp. 277-287.

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