Disoluciones Urbanas
Disoluciones Urbanas
Disoluciones Urbanas
en la Universidad de Barcelona.
Autor de innumerables
Disoluciones urbanas artículos, traducciones y libros,
entre los que están:
Manuel Delgado Ruiz
De la muerte de un dios (1991),
Las palabras de otro hombre (1993),
Ciudad líquida, ciudad interrumpida
( 1999, en esta colección),
El animal público ( XXVII Premio
Anagrama de ensayo, 1999).
Profesor visitante
del postgrado de estética
de la Universidad Nacional
de Colombia, Sede Medellín.
Procesos
identitarios
y espacio
público
Manuel Delgado
Ruiz
Disoluciones
urbanas
Procesos
identitarios
y espacio
público
Colección
Estética Expandida
Editorial
Universidad
de Antioquia
Postgrado de Estética
Facultad de
Ciencias Humanas
y Económicas de la
Universidad Nacional
de Colombia
-Sede Medellin-
Créditos Contenido
Segunda parte
Disoluciones ...................... 107
5. De lo común a la colectivo.
Fiesta: afirmación
y disolución de la identidad 153
l. Fiesta, tiempo y territorio 153
2. La comun1dad en escena
3. La identidad disipada ..
164
171
Introducción
6. Dinámicas identitarias
y espacio público ........... 178 Las cuestiones que a continuación se van a
l. El desquite de la plantear tienen que ver con el lugar que las
diferencia .................... 178 ciencias sociales, crecientemente interesadas
2. La lógica de las en la vida urbana, deberían reconocerle a los
identidades en marcos procesos identitarios asociados con la prácti-
urbanos ....................... 184 ca del espacio público, procesos que paradóji-
3. La identidad como camente pueden tener que ver más con la
representación ............. 192
4. El sujeto hecho trizas ..
disolución que con la cristalización de las iden-
e-- 207
----
-
5. Clasificación, diferencia
y desigualdad .............. 221
tidades que afectan. Esa apreciación de lo que
ocurre en el escenario en el que la identidad
tiende a debilitarse y suele acabar disolvién-
7. Anonimato y ciudadanía 230 dose, parte de la premisa -ya enunciada por
1. Cualquiera en general, Robert Ezra Park en su tesis de 190+:-- de que
todos en particular ...... 230 lo contrario de lo público no es lo privado, sino
2. El "multiculturalismo" lo fusional, cualquier modalidad de fusión, esté
y la magia clasificatoria 239 ésta sólidamente estabilizada a partir de crite-
3. El derecho a la calle .... 246 rios cosmovisionales -no importa qué forma
4. Una sociedad de comunidad- o se organice efimeramente a
enmascarada ............... 264 partir de una coincidencia afectiva o psicológi-
X xi
La ciudad redimida.
Las ciencias sociales
como forma de caridad
1. Ciencias sociales en la jungla
de asfalto
cada...- debería plantear un cierto enigma. Con pocas salvedades, nada o muy poco so-
¿ Cómo es que una disciplina que se ha carac- bre usos de los espacios públicos, sobre la acti-
terizado por haber hecho su asunto central de vidad en los centros comerciales o en los
atención la vida ordinaria de personas ordina- mercados, sobre colectivos profesionales no
rias en cont,extos para nosotros exóticos o consi- conflictivizados, sobre las relaciones de vecin-
derados tradicionales, ha acabado entendiendo dad en barrios no estigmatizados ... Paradójica-
que su tarea en contextos urbano-industriales mente, las producciones relativas a la vida
consiste en estudiar aspectos del orden social cotidiana han ido a parar a otras subdisciplinas,
asociados a la marginalidad y a la pobreza? como la antropología de género o la antropolo-
¿Porqué se ha aportado en España tan poco gía del consumo. En cuanto han abandonado
acerca de lo cotidiano, aquello que había cons- sus estudios sobre los mundos rurales, en cuan-
tituido el núcleo principal de la indagación to han considerado agotado el ámbito de las
etnológica en las culturas "otras" y, en cambio, "identidades", en cuanto se han cansado de es-
se ha atendido de manera exclusiva a grupos tudiar procesiones y romerías, fiestas y carna-
humanos previamente problematizados por los vales, los antropólogos españoles se han lanzado
discursos político-policiales, por los medios de en masa a apoyar las políticas educativas espe-
comunicación o por las mayorías sociales? Ahí ciales, los programas de asistencia social, la
están, para demostrarlo, la abundancia de tra- planificación sanitaria de poblaciones proble-
bajos sobre inmigrantes, homosexuales, ancia- máticas, etc. La antropología española ha en-
nos, sectarios, enfermos mentales, presidiarios, tendido que lo único que merecía la pena ser
drogadictos, minorías étnicas, tribus urbanas ... , estudiado como singularmente urbano eran los
una hegemonía casi absoluta de estudios que exudados que resultaban de las presuntas ten-
convierten objetivamente a la antropología en dencias desestructurantes de la ciudad, levan-
una ciencia de la inadaptación, la exclusión y la· tando acta de sus fracasos y de sus desalientos.
desviación sociales. 2 Estas preferencias temáticas implican que la
antropología de las sociedades urbano-indus-
triales ha desconsiderado, en España, gran parte
2 El índice de las actas de las II Jornadas de Antropolo-
gía de Madrid, organizadas por la Asociación Madrile-
ña de Antropología en la capital de España, en octubre -------- - - - - - --- - -
de 1988, era lo bastante ilustrativo de ese tipo de pre- "Institución penitenciaria... ", "Desviación y norma ...",
ocupaciones temáticas: "Conflictos laborales ... ", "El "Los jóvenes periféricos ... " ... El propio título del volu-
espacio de los conflictos sociales ... ", "La delincuen- men es ya de por sí expeditivo: Malestar cultural y
cia, problema social ... ", "Extranjeros en Madrid", "Los conflicto en la sociedad madrileña, Madrid, Comuni-
chínos en Madrid ... ", "La imagen de los gitanos ... ", dad de Madrid, 1991.
6 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 7
de las aportaciones europeas en este campo, que La corriente científico-social que inaugura la
han sabido enriquecer el legado de la Escuela de llegada de Robert Park a la U~iversid~d de
Chicago, de G. H. Mead, del interaccionismo sim- Chicago en 1915, fue capaz de mirar la vida en
bólico o sociolingüístico, de .Goffman, de la las ciudades de una forma sistemática, perci-
cinésica, de los etnometodólogos, de los teóricos biendo -en la senda abierta por Spengler Y
de la conversación, etc. No se encuentra en Es- Simmel- lo urbano como una expresión cier-
paña la mínima reverberación de lo procurado tamente nueva de la naturaleza humana, un
en las últimas cuatro décadas por autores como cambio absoluto en la organización social, que
-por referimos sólo al ámbito franco-belga- ya no se basaría más en el parentesco, la reli-
Chombart de Lauwe, Colette Pétonnet, Georges gión, la casa o los vínculos locales. En un mo-
Gutwirth, Gerard Althabe, Jean Rémy o Sylvia mento como el actual, en que tanto parece
Ostrowtsky. La antropología autodenominaga preocupar lo que se da en ll~ar el problema
urqana se ha limitado aquí a hacer suyas las de la inmigración, cobra especial valor la cons-
que fueron las preocupaciones centrales de los tatación que los chicaguianos _hicieron de que
teóricos de la Escuela de Chicago, pero no en el amalgamiento de culturas que conocen las
sus aspectos más metodológica o concep- ciudades del mundo industralizado resultaba
tualmente atrevidos, sino en los asociados a su estructuralmente estratégico, en la medida en
vocación moral y moralizante, es decir, en aque- la que obligaba a cooperar y mantener relacio-
llos que contemplaban la dimensión más inde- nes de interdependencia a comunidades hu-
seable y dramática de la vida en las ciudades. manas que habían desarrollado cualid~des Y
Sería cosa de advertir sobre las concomitancias habilidades diferenciadas. Esta perspectiva era
abiertamente teológicas que determinaron aque- parte de una concepción de la ciu~ad en tanto
lla corriente socio-antropológica, concomitancias que sistema biótico y hasta cierto punto
cuya perduración larvada entre nosotros acaso subsocial, organización viva, que era a su vez
debería ser motivo de reflexión. En este sentido, escenario de una trama inmensa de nexos en-
debe recordarse que las ciencias sociales de la tre elementos funcionalmente diversificados. A
ciudad fueron, en su origen, la expresión prácti- su vez esta yuxtaposición generalizada de far-
ca de las convicciones místico-reformistas de sus
' .
mas plurales de vida producía toler~cia y una
protagonistas, entre las que estaba la_certeza de perspectiva relativista de las valorac10nes mo-
que estaban llamados a cumplir la misión de de- rales. La intercomunicación constante con los
nunciar y, en lo posible, aliviar los estragos del demás en condiciones siempre en un grado u
mundo moderno. otro ~predecibles, implicaba la asunción de
Toda consideración histórica sobre la Escue- la inseguridad y la inestabilidad éticas como
la de Chicago debería iniciarse por un elogio. norma y propiciaban los sentimientos de acep-
8 / Disoluciones urbanas La ciudad redúnida / 9
tación recíproca, aunque fuera por la vía de la de estudio en sí mismo, orden social elemental
indiferencia mutua generalizada. que podía ser contemplado como ejemplo de
En otro'orden de cosas, los chicaguianos-Park, autoorganización espontánea, dotado de cuali-
Burgess, Wirth, Mac Kenzie-- entendieron que dades formales específicas surgidas en y para el
la socialidad urbana se fundamentaba en sig- momento, con lo que se establecían las premisas
nos externos convencionales, basados en la moda teóricas de corrientes posteriores como el
o la presentación, puesto que los vínculos relati- interaccionismo simbólico y la etnometodología.
vos a la localización o al territorio ocupaban un Por su preocupación por las interacciones frá-
lugar mucho menor y se vive una fuerte inclina- giles, por la porosidad y la esponjosidad de las
ción a orientarse a partir de indicios visuales. agrupaciones, por las constelaciones sociales
Dado que los escenarios sociales se multiplica- precarias y e:fimeras, por los encabalgamientos
ban, cada cual debía contextualizar sus actitu- identitarios, los teóricos de Chicago sentaron las
des procurando no equivocarse de tiempo ni de bases de esa antropología todavía por hacer, una
espacio, lo que llevaba a una extraordinaria antropología de lo fractal, de lo inorgánico; de lo
versatilidad en la capacidad humana para co- inconstante, una antropología capaz de superar
municarse y sentar vínculos. las formalizaciones clásicas en las ciencias so-
Su metodología se inspiraba en el naturalismo ciales y de hacer que éstas den el paso que un
novelístico de Zola, Dreiser, Sinclair, pero so- día dieron los teóricos cuánticos y de los siste-
bre todo en el periodismo, una profesión con la mas complejos en las ciencias fisicas.
que estuvieron en contacto varios de los com- Al tiempo que se percibían esas cualidades
ponentes de la escuela. Innovaron el campo de positivas del anonimato y la dispersión para
los métodos, incorporando, por ejemplo, los constituir las bases de una existencia más libre
documentos personales, tales como diarios, car- y más ·creativa, los chicaguianos se vieron ab-
tas y autobiografias, etc., y poniendo el acento sortos en la paradójica contemplación de los
en las fórmulas cualitativas de investigación, desmanes que, según ellos, se producían en los
sobre todo en la observación participante de procesos de integración urbana. Esa inestabili-
unidades de análisis restringidas. En el plano dad estructural, en la que se descubrían poten-
conceptual, acuñaron nociones tan fértiles como cialidades excepcionales, acababa siendo
la de interstici.alidad, relativa a las grietas que también encontrada culpable de todo tipo de
en la ciudad se abren de continuo en la estruc- catástrofes humanas, consecuencia de la im-
tura social, una estructura en que las institu- posibilidad que padecían las instituciones pri-
ciones culturales primarias ven eclipsada la que marias de la sociedad-familia, trabajo, escuela,
había sido su autoridad. También se destaca el política, religión ... - a la hora de organizar
énfasis puesto en la situación como un objeto significativamente la experiencia de la vida.
1 O/ Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 11
Puesto que ninguna adscripción identitaria pación moral, la liberalidad de las costumbres,
podía asegurarse una lealtad total y a tiempo la impersonalidad de las relaciones, los móviles
completo de sus miembros, los urbanitas eran egoístas. Lo urbano quedaba así reducido a un
vistos como abocados a vivir la relación como marco medioambiental en que se aglomeraban
una secante entre segmentaciones mal ensam- intereses e identidades incompatibles entre sí,
bladas y cambiantes. El contraste entre distan- a los que con frecuencia mantenía unidos la
cia social y proximidad física se traducía hostilidad o la indiferencia. Alli la identidad se
entonces en sentimientos de aislamiento, sole- hacía complicada y las experiencias estaban
dad e incomprensión. Los mencionados inter- determinadas por la fragmentación y la discon-
valos y agujeros, a veces inmensos, que se tinuidad.
abrían entre instituciones, provocaban la apa- Es cierto que George Simmel ya había adver-
rición de todo tipo de marginados y desertor.es tido de los efectos que podía provocar el tránsi-
que encontraban en ellas su lugar. Como re- to de modalidades congruentes de vida social a
sultado de la falta de garantías para un desarro- formas de convivencia crónicamente intranqui-
llo coherente de la personalidad, y por decirlo en las y complejas, marcadas por la agitación y
las palabras del propio Louis Wirth en uno de por las relaciones anónimas. Pero de ello no se
los textos más emblemáticos de la sociología de derivaban conclusiones por fuerza negativas, a
Chicago, era presumible que abundasen "el des- la manera de las inferidas por los chicaguianos.
equilibrio personal, las crisis mentales, el suici- Éstos plantearon el aumento de la nerviosidad
dio, la delincuencia, los crímenes, la corrupción, en las sociedades urbanas, apuntado por Simmel
etc.". 3 en procesos de pérdida de la personalidad, de la
La ciudad era entendida como un organismo socialización o de la cultura, lo que se empezó a
dotado de vida pero carente de espíritu, sin llamar despersonalización, desocialización y
aquellos principios morales ni aquella unani- aculturación. Un ser humano procedente de una
midad cosmovisional que en la sociedad organización cultural homogénea y dotada de
premoderna habían garantizado todo pacto patrones ético-religiosos apenas alterados con
societario. En la ciudad, lo que habían sido unos el tiempo, por plantearlo como lo hiciera entre
poderosos nudos familiares o vecinales se veían nosotros Esteva Fabregat, "se encuentra psico-
debilitados por los embates del fracaso, la disi- lógicamente mal protegido, mal preparado para
estructurar una buena organización ética y so-
- -- - -- - -- - - - - - - - - - cial de personalidad". Obligado a incorporarse
3 L. Wirth, "El urbanismo como forma de vida", en: M. a una participación social que exige de él una
Femández Martorell, ed., Leer la ciudad, Barcelona, tensión permanente, a la que se ha de amoldar
Icaria, 1988, p. 51. sin apenas defensas, sumido en la confusión,
12 / Disoluciones urbanas
La ciudad redimida/ 13
ni posible ni legítimo escapar. Se daba pie de los teóricos de Chicago asumieron como funda-
este modo, involuntariamente, a lo que mucho mental era ya, de por sí, un signo de adscrip-
más adelante se constituiría en un nuevo racis- ción a principios bíblicos que conciben toda
mo, ya no basado en la desiguq,ldad racial, sino ciudad terrena como la inversión de la Jerusa-
en la diversidad cultural, es decir, convirtiendo lén celestial y que se concretan mitológicamente
el etiquetaje étnico en el nuevo argumento que en las ciudades blasfemas de Babel, Babilonia,
presentaba como irrevocables las diferencias Sodoma o Gomarra. En el propio Apocalipsis de
humanas.
Juan, la ciudad aparece como el lugar infame
por excelencia. Henri Lefebvre recordaba cómo
2. Nostalgia de lo orgánico
la Escuela de Chicago nació impregnada de tal
malignización de la ciudad como "lugar de los
Aquella heterogeneidad generalizada, la sobi:e- constreñimientos, el sitio donde los grupos na-
posición constante de formas de pensar y de turales como la familia, la asociación corporati-
hacer, que deberían haber sido reconocidas va, se encuentran sumidos en tensiones que los
como lo que eran -un hecho y basta- fueron disuelven". 7 La Escuela de Chicago trasladó al
pro blematizados por los teóricos de .Chicago campo de la práctica de las ciencias sociales el
como consecuencia de los postulados morales presupuesto teológico protestante que fundó las
que determinaron su trabajo, 5 una influencia ciudades norteamericanas modernas y orientó
que podía hacer ver a Burgess, Thomas, Park y su desarrollo: a partir de la inmanencia del suje-
sus compañeros de departamento, como "un to y de la interioridad personal como sagrario, el
panal de secretarias pueblerinas de la YMCA diseño de la ciudad se asienta en la abomina-
(la Asociación Cristiana de Jóvenes), con su ción de un espacio exterior marcado por la con-
vocabulario moral mojigato". 6 No hay que olvi- fusión; el desorden y la crueldad.
dar que el propio rechazo de la vida urbana que Los postulados morales que impulsaban a los
teóricos de Chicago eran, a su vez, la deriva-
- - - - - - --- - - - - - - - - - ción de una inquietud filantrópica de matriz no
5 Sobre las adherencias moralizantes de la Escuela de menos religiosa, determinada por el hecho de
Chicago y las conclusiones teóricas que de ellas se que prácticamente todos los miembros de su
derivan, cfr. I. Joseph, "Du bon usage .de récole de primera hornada eran hijos de pastores protes-
Chicago", en: La ville sans qualités, París, L'Aube,
tantes -Thomas, Burgess, Faris- o procedían
1998, pp. 71-88, yJ. Rémy, "Les courants fondateurs
de la sociologie américaine: des origines a 1970",
Espaces et sociétés, (56), 1990, pp. 7-35.
6 U. Hannerz, Exploración de la ciudad, México DF, FCE,
1993, p. 69. 7 H. Lefebvre, "Hors du centre, point de salut?", Espaces
Temps, (33), 1986, p. 17.
16 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 17
del trabajo social-Wirth, Thrasher, Shaw-. Las Es sabido que el movimiento sociológico de
preocupaciones sociales de los chicaguianos no Chicago --como otros análogos en Inglaterra y
estaban guiadas sólo por una mera voluntad cien- Estados Unidos- respondió a los requerimien-
tífica, sino que resultaban de Ja convicción de tos de una corriente de activismo pastoral pro-
que los estragos producidos por los procesos de testante conocido como los settlements, cuya
incorporación a la sociedad urbana debían ser intención fue la de convertir los barrios
dulcificados por medio, entre otras cosas, de un periféricos de las grandes ciudades en expan-
mejor conocimiento sobre la composición y la vida sión, en laboratorios en los cuales poner a prue-
de las clases populares, en gran medida confor- ba iniciativas de progreso socio-moral, capaces
madas por inmigrantes que empezaban a de atemperar los excesos del liberalismo capi-
hacinarse en las barriadas periféricas de las gran- talista y el darwinismo social imperante. El
des ciudades americanas o que constituí_an marco general es el del cristianismo social re-
guetos cuyo modelo habían importado de Euro- formista, el puritanismo levemente de izquier-
pa (Robert Park, The Ghetto, 1928). das de la Social Gospel, que se lanzó a las calles
En esos nichos de pobreza y desarticulación de las grandes ciudades con el fin de rescatar
social, al mismo tiempo sitios y estados menta- de ellas a todas las víctimas de un capitalismo
les, aislados espacial y moralmente del resto de cada vez más desprovisto de su justificación
la sociedad, era previsible la aparición de pato- trascendente, cada vez más inmisericorde. El
logías sociales de todo tipo, desde la anomia propio contexto de The Fundamentals incluyó
hasta el crimen. Los teóricos de Chicago fueron reflexiones de signo reformista y uno de los gran-
una suerte de destacamento científico-social des representantes del fundamentalismo,
entregado a redimir, a los habitantes de los William B. Riley, sostuvo que era necesario no
slums o barrios bajos, menos de lo paupérrimo dar la· espalda a lo que estaba pasando en las
de sus condiciones de vida que de la desorgani- ciudades, sino, al contrario, ir a ellas para soli-
zación psicológica y moral que cabía esperar en darizarse con los trabajadores y democratizar
ellos. Sus habitantes eran gentes que, al fin y al al máximo la vida civil. Todo ello se concretó en
cabo, habían ido a enfrentarse a una sociedad campañas para elevar el tono moral de las cla-
sin corazón, individualista, sin que los meca- ses pobres urbanas, víctimas no tanto de su
nismos de control y de organización que habían pobreza como de su desorientación. 8 Traslación
conocido en sus culturas de partida sirvieran
para nada. A la deriva en un mundo atroz, los
pobres estaban abocados al alcoholismo, la de-
- - - ---- - - - ---- - -- -
8 Sobre ese contexto, cfr. A. Feffer, The Chicago Prag-
lincuencia, la marginación o simplemente a la matists and American Progressivism, Cornell Uni-
desesperación. versity, Ithaca, 1993.
18 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 19
al campo del trabajo positivo de lo que a lo lar- y una acción que se aplica sobre una sociedad
go del siglo XIX se había convertido en una lec- en proceso de putrefacción, marcada por la des-
tura filantrópica de la vieja caridad cristiana, lealtad hacia Dios y sus leyes, y que debe ser
entendida ahora como contribución al restable- liberada o aliviada del pecado, al tiempo que se
cimiento de un orden socio-natural más justo, preparan las condiciones para el advenimiento
enajenado por causas esencialmente morales, del mundo nuevo anunciado por las profecías.
que se derivaban a su vez de las nuevas formas Las ciencias sociales se convirtieron en un
de vida que había traído consigo la revolución frente más del redentorismo religioso que do-
industrial. minaba la sociedad norteamericana a principios
La solidaridad y el activismo social puritanos del siglo pasado, como había ocurrido en Euro-
se derivan aquí de una concepción singular del pa a lo largo del siglo XIX de la mano de los
ascetismo intramundano al que se refiriera MflX primeros pasos de la sociología y la antropolo-
Weber. 9 Si el ascetismo místico y contemplati- gía. En no pocos de los volúmenes de The
vo adopta, según Weber, una posición de espe- Fundamentals se proclamaba la importancia de
ra indolente de la salvación, puesto que el recurrir al método científico para reconocer y
individuo es sólo un recipiente de la divinidad, aplicar la voluntad divina, y, sobre todo, para
el ascetismo intramundano de tipo activo con- tratar de "ayudar a todos nuestros hermanos
templa al ser humano como instrumento de Dios, en los asuntos sociales" . 10 Los sociólogos de
comprometido por ello a la redención de la vida. Chicago no sólo fueron investigadores entrega-
La ascética activa es intramundana, en el senti- dos a la práctica de una disciplina académica,
do de que opera en el mundo y lo hace en cali- sino también apóstoles que querían rehabilitar,
dad de conformadora de una racionalización de con una mano en la Biblia y la otra en la cien-
la vida que pretende liberar a ésta de la corrup- cia la doctrina del pecado original, y hacerlo
ción de la criatura y de la condición contami- balo la forma de una nueva responsabilidad
nante y pecaminosa del mundo material. El social, una fórmula que sustituía la vieja solu-
místico asceta se acredita contra el mundo a ción individual del protestantismo tradicional
través de su pasividad, de su acción, de su apar- por la convicción de que la salvación de cada
tarse. En cambio, el ascetismo activo testimo- cual sólo era posible a través de la salvación del
nia la posesión de la gracia a través de la acción, todo social. Lógica del involucramiento que re-
- --- - - - - - - - - - - - - - -
9 M. Weber, "Teoría de los estadios y direcciones del re- 1 O J. J. Reeve, The Fundamentals: A Testimony to the
chazo religioso del mundo", en: Ensayos sobre sociolo- Tru.th, 1910-1915, vol. IV, citado por A. Cañeque, Dios
gía de la religión, Madrid, Taurus, 1983, pp. 437-466. enAmérica, Barcelona, Península, 1988, p. 47.
20 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 21
sulta a su vez de una teología de lo social como hasta su máxima expresión la visión protestan-
totalidad holística, cada uno de cuyos compo- te de un ser humano no menos siempre en cri-
nentes depende -es solidario- de todos los sis. Frente los efectos disolventes de la
demás. heterogeneidad absoluta, Cristo, la unidad que
Se llevaba así hasta las últimas consecuen- salva.
cias el segundo mandamiento más importante Es a partir de tales convicciones que la Es-
de la Ley, después del de "amarás al Señor, tu cuela de Chicago despliega su activismo
Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, salvacionista, valiéndose de los instrumentos
con toda tu mente", que no es sino el "amarás a positivos de las ciencias sociales. Como se aca-
tu prójimo como a ti mismo" (Mt. 22, 34-40; ba de recordar, éstas ya habían emergido en
Me. 12, 28-31; Le. 10, 25-28). Ese "amor al pró- Europa en el siglo XIX con una clara vocación
jimo" neotestamentario -ya presente, no obs.- moralista y, desde un principio, merecieron ser
tante, en el Levítico, 18, 19- se recoge en la denominadas ciencias morales, puesto que tra-
propia despedida de Cristo: "amaos los unos a bajaron a partir del presupuesto de que la so-
los otros ... " (Jn. 15, 12), y se entronca con la ciedad humana podía distinguirse de otras en
filantropía o "amor a los hombres"; presente en que era la consecuencia de valores instituciona-
la propia tradición judía y recogido ya por Fi- lizados, fuera por la vía del consenso o de la
lón. Raíz misma del principio de caridad que se tradición. Esas ciencias sociales no se confor-
ilustra en la parábola del Buen Samaritano (Le. maron con ser morales; quisieron ser también
19, 25-37), asentado a su vez sobre la superio- moralistas, en el sentido de que su pretensión
ridad del amor sobre la justicia, en el sentido fue ayudar a mejorar la sociedad, diagnostican-
de que el amor se brinda a todo ser humano al do sus males y orientando sus reformas.
margen de sus méritos: "El precepto del amor En Estados Unidos, la contribución de las
al prójimo no suprime la justicia; lo. que hace ciencias sociales al humanitarismo de base
más bien es colmarla, superándola y dando al cristiana se invistió de pragmatismo, y de un
prójimo más de lo que le pertenece estrictamen- pragmatismo que reclamaba de las ciencias so-
te". 11 Todo ello en el seno de la situación ciales algo más que teorías: métodos, estrate-
crónicamente crítica de la nueva ciudad, esce- gias, técnicas de observación y de registro. De
nario permanente de un desbarajuste que enlo- una etapa especulativa se paso a otra más em-
quece, en que es fácil encontrar corroborada pírica, guiada por una creciente exigencia de
rigor y sistematización que se tradujo en la
asunción de las metodologías cualitativas que
11 W. K. Grossouw, La piedad bíblica en el Nuevo Testa-
la antropología cultural norteamericana había
mento, Buenos Aires, Carlos Lohlé, 1959, p. 53. empezado a utilizar a partir de la revolución que
22 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 23
supuso la figura de Franz Boas. Ese es el mo- En Norteamérica se había ido afinando el fun-
mento de las encuestas puerta a puerta, que damento teológico mismo de la malignización
buscan conocer de primera mano la manera de del mundo y, particularmente, de los nuevos.
vivir de los sectores a moralizar en la ciudad. espacios públicos en las ciudades. Los proce-
Se indaga sobre los orígenes sociales de los sos de secularización modernizadora -que lo
inmigrantes (William Thomas, Source Book far fueron de estatalización, homogenei-zación cul-
Social Origins, 1909) y se escruta la composi- tural, industrialización, urbanización,
ción humana de barrios cada vez más diferen- subjetivización, etc.- consistieron en el siste-
ciados (HarveyW. Zorbaugh, The Gold Coastand mático desmantelamiento de los instrumentos
the Slum, 1929), sin dejar de aplicar en ningún tradicionales de control social, en favor siem-
momento el postulado que identifica como des- pre de una vivencia interior de lo inefable. Ello
organización y desarraigo cualquier expresi9n llevó parejo una destrascendentalización del
de inestabilidad social. tiempo y del espacio, respecto de los cuales las
Los trabajos que toman como unidad de aná- viejas instituciones religiosas recibieron la casi
lisis los enclaves étnicos buscan sentar las ba- explícita prohibición de intervenir normati-
ses de una conciencia comunitaria en la que vizadoramente, como hasta entonces. Se había
se vería una cierta posibilidad de aguante ante producido una distancia crítica entre la auto-
los embates de la desestructuración social nomía subjetiva de los individuos -objeto de
imperante, ámbito de restablecimiento o forta- una auténtica santificación- y la autonomía
lecimiento de-supervivencias comunalistas como objetiva de las esferas sociales institucio-
la base para formas de resistencia a la anemia. nalizadas, percibidas ahora como inhumanas,
Es esa voluntad empirista la que, en cierto modo, racionales, frías, etc.
vino a compensar los iniciales propósitos De este cuadro derivaba una suerte de teolo-
moralizantes de los teóricos de Chicago: su fe- gía urbana, que lo era también de un nuevo exi-
cundidad, todavía vigente, es la consecuencia lio del pueblo de Dios, una nueva travesía del
de un trabajo escrupulosamente descriptivo, desierto, mudado ahora en lo que Spengler ha-
basado en la observación directa y el trabajo bría de llamar, en El ocaso de Occidente, el de-
sobre el terreno. moníaco desierto de adoquines. La calle pasaba
No debemos olvidar cuáles eran los presupues- a concebirse como espacio radicalmente sin
tos de aquel protestantismo de signo reformista Dios, agudización de la caída del hombre y la
que en tantos sentidos orientó la expansión y el corrupción de la naturaleza, a las antípodas de
afianzamiento del capitalismo en Estados Uni- todo cuanto hubiera podido antojarse trascen-
dos y del que dependió en gran medida el surgi- dente, a merced de todo tipo de peligros mora-
miento de la socio-antropología chicaguiana. les, teatro para el delirio y el absurdo de una
24 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida/ 25
vida cotidiana sin sentido, habitado tan sólo por vencia moral. Cuando los chicaguianos divi-
sonámbulos sin alma. 12 den sus ciudades en áreas, cuando constatan
Las primeras ciencias sociales de la ciudad la copresencia generalizada de grupos huma-
empezaron viendo en las calles el marco de una nos diferenciados por su origen y costumbres
sociabilidad casi animal, una convivencia en un mismo marco ecológico, no infieren cua-
subsocial, como correspondía a una etología lidad positiva alguna de tal constatación. Le-
urbana derivada del darwinismo social. Para los jos de hacer el elogio de la mezcolanza y los
teóricos de la Escuela de Chicago, el orden mo- contrabandismos culturales, los teóricos de
ral de la ciudad consistía precisamente en la Chicago no dejaron de confiar en la reproduc-
carencia de todo orden moral, cosa previsible ción, en la medida de lo posible, de los esque-
en un dominio de las segmentaciones, del des- mas de la sociedad comunal, para preservar a
orden, donde la vida interior conocía obstáculos los pobres de una desintegración cultural ab-
insuperables para desarrollarse, si es que lo soluta.
conseguía. Un páramo sin entrañas en que el El urbanita es, en algunos autores -Park,
crimen y la locura acechaban. Espacio sin sitio por ejemplo-- presentado como un híbrido cul-
para la verdad, alienante, impersonal, etc. Un tural, víctima total de una endiablada dinámica
mundo así acabaría reclamando una sociología que dividía toda presencia humana en in o en
como la inaugurada por la Escuela de Chicago, out, es decir, en propia o ajena, en integrada o
centrada de manera casi exclusiva en los pro- en excluida o excluible. La única manera de
blemas y las patologías sociales y en las posibi- escapar del desastre moral de la ciudad era re-
lidades para su remedio o su suavizamiento, una organizar algo parecido al orden social que se
sociología que acabó recibiendo el sarcástico abandonara al partir y, si ello no era viable,
título de D Sociology: D, por disease, drugs, constituir nuevas formas de articulación social
delinquency, drink, disorganization. congruente, capaces de garantizar unos míni-
En ese contexto, de la capacidad de las cla- mos de equilibrio en un marco social marcado
ses pobres de establecer algo parecido a la vieja por la indeterminación y la provisionalidad. Es
sociedad campesina de la que muchos prove- en relación a este último extremo que los teóri-
nían, dependían sus posibilidades de supervi- cos de Chicago subrayan la importancia funda-
mental de las comunidades barriales y de
organizaciones civiles o eclesiales que pueden
12 Sobre esa teología que inspira en gran medida la acudir en su auxilio y aliviar su vulnerabilidad.
expansión urbana en Estados Unidos, cfr. R. Sennet, Y es también en conexión con esa apreciación
"Las ciudades norteamericanas: planta ortogonal y
de la identidad como instrumento práctico de
ética protestan te", Revista Internacional de Ciencias
Sociales, (125), sept. 1990, pp. 282-298. adaptación ecológica, que los teóricos de
26 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 27
de origen alemán de finales del siglo XVIII hasta Se trata de la oposición Gemeinschaft versus
las comunas hippies de finales de la década del Gesellschaft.
sesenta. El contraste Gemeinschaft/ Gesellschaftresul-
La noción de comunidad aparece en el contex- ta de la mencionada visión, bien extendida en
to teórico de Chicago como parte de un esfuerzo la primera sociología, que enfrenta dos tipos
por reconocer, en la realidad, dos modalida- ideales de sociedad, una anterior y otra poste-
des antagónicas e incompatibles de sociedad rior al advenimiento de la sociedad urbano-in-
-estructurada y estructuradora, una; deses- dustrial. Una es la Gemeinschaft o comunidad,
tructurada y desestructuradora, la otra-, cuya basada en relaciones en cierto modo naturales,
tipificación venía de antiguo en ciencias socia- cuyo fundamento es la voluntad esencial de sus
les. De un lado una sociedad homogénea, reli- componentes, que se agrupan en torno a una
giosa, familiar y personalizada; del otro, una experiencia común del pasado, organizan
sociedad heterogénea, secular, individualizada unitariamente su consciencia, comparten cier-
y despersonalizada. Esa dicotomía fue plantea- tos valores que viven como trascendentes y otor-
da por la Escuela de Chicago, por Robert Redfield, gan un papel principal a lo sentimientos. La otra
a través de la oposición sociedadfolkversus so- es la Gesellschaft o asociación, fundada· en la
ciedad urbana. En la línea de sus precedentes voluntad arbitraria de sus miembros, que com-
teóricos, la crisis de los grupos primarios se en- parten más el futuro que el pasado, subordi-
tendió injustificadamente como sinónimo de nan los sentimientos a la razón, calculan medios
desorganización sqcial, es decir, sin considerar y fines y actúan en función de ellos. 17 El mode-
la capacidad autogestionaria de las formas lo de la primera es·la solidaridad que se da en-
moleculares e inestables de sociedad, propias del tre un organismo vivo y sus funciones. El de la
mundo moderno y la nueva solidaridad que ha- segunda, es la máquina, el agregado mecánico,
bría de aparecer bajo la figura de la colectividad. el artefacto construido. 18
Esa lectura en clave, sobremanera pesimista Lo que caracteriza el proceso de industriali-
del fracaso de la comunidad en la sociedad ur- zación y urbanización es, para Tonnies, la diso-
bano-industrial, acaso tenga su raíz en que de
todas las formulaciones que se habían sugeri-
do de ese asunto desde finales del siglo XVIII y a 1 7 Sobre la distinción Gemeinschaft/ Gesellschaft en
lo largo del XIX -Ferguson, Maine, Margan, Tonnies, me remito a M. Moreno Arcas, "Ferdinand
Bachofen, Marx, Durkheim-, la más influyen- Tonnies: El conflicto entre comunidad y sociedad",
te sería la debida a Ferdinand Tonnies en 1887, Ethn.ica, (10), 1975, pp. 85-98.
que Park y Thomas incorporaron directamente 18 F. Tonnies, Comunitat i associació, Barcelona, Edicions
62, La Cabra, 1984, p. 35. Esta dicotomia equivale,
a las premisas teóricas de la Escuela de Chicago.
como es sabido, a la propuesta por Emile Durkheim
32 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 33
lución de los lazos cálidos y espontáneos y la laicas o religiosas que, a través de la práctica
hipertrofia de los sentimientos, embotados por altruista, garanticen unas dosis suficientes de
la experiencia frenética de las ciudades. De he- comunitarismo en la vida social, aquéllas que el
cho, la inadaptación de las viejas sociedades, funcionamiento de la vida urbanizadajamás es-
basadas en el parentesco, al nuevo mundo in- taría en condiciones de garantizar por sí misma.
dustrial, es el gran conflicto civilizatorio que con- Las ideas de T6nnies, tal y como fueron lleva-
venía encauzar. La conclusión a la que llegaba das al plano de lo histórico concreto por Redfield,
T6nnies resultaba del todo adecuada a los pos- fueron luego matizadas por Osear Lewis, quien
tulados filantrópicos de la Escuela de Chicago. puso de manifiesto cómo las relaciones sociales
Si no se mantienen en activo algunos de los prin- en ámbitos rurales podían ser sobremanera con-
cipios del modelo de vida comunitario, si el fun- flictivas -envidia, desconfianza, violencia-, y
cionamiento social debe depender sólo de los cómo en metrópolis como México D.F., podían
contratos fríos entre desconocidos que se evi- reproducirse e incluso endurecerse las relacio-
tan, el fracaso de la convivencia estará asegu- nes familiares extensas y las formas de solida-
rado y se impondrán el interés egoísta y la ridad más tradicionales, como el clientelismo.
competencia más feroz: la ley de la selva. Esa En cualquier caso, Lewis no se apartó de la pre-
es la. tarea precisamente de la administración misa según la cual la pobreza era el resultado
pública o, en su defecto, de aquellas entidades de la desestructuración: carencia de una orga-
nización societaria mínima, privilegiamiento de
redes informales de cooperación, incapacidad
bajo la fórmula solidaridad mecánica versus solidari-
de diferir las satisfacciones, confusión en los
dad orgánica. Es curiosa la forma paradójica que roles sexuales ... 19 En esa misma senda, otros
Durkheim tiene de invertir lo que hubiera sido una teóricos -Moynihan, Glazer ...-propusieron, ya
más adecuada asignación de etiquetas. De hecho, en la década del sesenta, interpretaciones de la
como señala Tonnies, es la solidaridad mecánica la marginación la que atribuían a la desorganiza-
que se correspondería con un funcionamiento orgá-
ción social inmanente a los emigrantes y a las
nico de la vida social, mientras que la solidaridad
que Durkheim llama orgánica se caracterizaría más minorías étnicas, como si los pobres fueran en
bien por su tendencia a la inorganicidad y por la con- cierto modo responsables, en última instancia,
dición mecánica de muchos de los dispositivos que de la situación que padecían. Teorías, al fin y al
la hacen posible. El único autor al que he visto reco- cabo, destinadas a-racionalizar "cientificamen-
nocer, en una nota al final, lo sorprendente de la
denominación que Durkheim depara a las socie-
dadades pre-moderna y moderna es Salvador Giner,
en La sociedad masa: ideología y conflicto_ social, 19 Cfr. E. Lizcano, "Para una critica de la sociología de la
Madrid, Hora H, 1976, p. 141. pobreza", Archipiélago, (21), verano, 1995, pp. 13-16.
34 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 35
te" las políticas sociales, que raras veces con- de la vieja Escuela de Chicago, como consecuen-
templan el papel determinante de estructuras cia de que una parte importante de las ciencias
sociales y jurídicas intrínsecamente injustas, a sociales nominalmente izquierdistas los insta-
la vez que pretenden explicar porqué hay per- lara en la base de sus programas de investiga-
sonas que no consiguen ya no triunfar, sino, ni ción y de sus análisis.
siquiera, ser iguales en una sociedad que se pre- No se le oculta a nadie, en ese sentido, que
sume a sí misma igualitaria. Por plantearlo como gran parte de las producciones prácticas y teó-
sugiere Charles Valentine, se trata de "doctri- ricas de la antropología, a lo largo de las últi-
nas que señalan los presuntos defectos de la mas décadas, se han alineado de una manera
mentalidad o de la conducta de las clases más o menos explícita -con excepciones tan
desfavorecidas, y explican luego su posición fascinantes como las de Jacques Soustelle, por
social y su privación como resultados de esté¡ls ejemplo-- con la causa de la emancipacióh hu-
deficiencias internas". 20 · mana y eri la mayoría de casos se ha adscrito a
posiciones políticas de izquierda e incluso de
3. Los nuevos rostros de la caridad extrema izquierda. En ese marco general, cuan-
do los antropólogos han pasado a estudiar su
Curiosamente, ese tipo de planteamientos no ha propia sociedad, lo han hecho con frecuencia
sido exclusivo de unas ciencias sociales cómpli- inscribiendo sus aportaciones al haber de ar-
ces del sistema político capitalista, sino que, gumentos de una cierta radicalidad. La cues-
ahora mismo, es compartido por no pocos bien- tión es, entonces, interrogarse sobre el lugar
intencionados antropólogos, también predispues- nodal que en ese contexto ha obtenido la "bús-
tos a darle la razón a quienes quieren asignarle queda de uno mismo", la utopía como salva-
a la aculturación, a la desestructuración o al cho- ción colectiva, la denuncia de la incongruencia
que cultural un papel determinante en los con- y la ambigüedad y otros asuntos soteriológicos
flictos que protagonizan, naturalmente, jóvenes, por el estilo, completamente ajenos a una aproxi-
inmigrantes o "minorías" a las que tal etiqueta mación materialista a la realidad.
contribuye estratégicamente a minorizar. La cla- En ese orden de cosas, ¿cómo ha sido que
ve de esa paradoja habría que buscarla en que movimientos que se han presentado como he-
muchos antropólogos sinceramente progresistas rederos de los viejos valores humanistas de la
no se han movido de los postulados redentoristas izquierda histórica, hayan hecho suyo un dis-
curso que pone mucho más el acento en de-
nunciar la inmoralidad del mundo moderno que
20 Ch. Valentine, La cultura de la pobreza, Buenos Aires, en postular transformaciones estructurales pro-
Amorrortu, 1972, p. 29. fundas y duraderas? ¿ Cómo se entiende que se
36 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida/ 37
atribuyan los males de la s.ociedad occidental conservar su derecha". Más adelante añade: "La
sobre todo a lo que se imagina como una ma- brutal indiferencia, el duro aislamiento de cada
nera impura de vivir? ¿Y cómo es que esa de- individuo en sus intereses privados, aparecen
generación que se insinúa como esencialmente tanto más desagradables y chocantes cuanto
cultural, y que reduce la censura de las es- más juntos están estos individuos". 22 Pero, lue-
tructuras políticas y económicas a una abs- go de su desoladora descripción de las metró-
tracta abominación del "Sistema", asigne un polis, Engels hace su elogio de la vida urbana,
papel tan negativo a las formas de convivencia de su "creciente acción sobre el desarrollo de la
específicamente urbanas? inteligencia", de cómo dará "fuerza a la plebe":
Cuando se analizan los argumentos de la iz- "Las grandes ciudades son el foco del movimien-
quierda radical en los últimos treinta o cuarenta to obrero; en ellas los obreros han comenzado,
años, puede tenerse la impresión, ciertamente, en primer lugar, a reflexionar sobre su condi-
de que el comunismo científico de Marx y Engels ción y a combatir con~a ella". 23
ha perdido de manera definitiva su batalla con- Y ese comentario Engels lo hace en oposición
tra Weitling, contra Proudhon y contra los a Malthus, quien había escrito, a finales del si-
saintsimonianos, es decir, contra el comunis- glo XVIII, que era, en las grandes ciudades, don-
mo primitivo, artesano, tosco, elemental, mora- de "el vicio despliega sus tentaciones, la injuria
lizante, mesiánico ... , que, en el fondo y a pesar sus redes, la culpa está estimulada por la espe-
de su apariencia vehemente, no era sino simple ranza de la impunidad". Para Malthus, las ciu-
reformismo social. 21 dades son mercados de la corrupción humana
Es cierto que Friedrich Engels había denun- en donde "se refugian, huyendo de la simplici-
ciado la inhumanidad de las grandes ciudades. dad de la vida del campo, los perversos y los
En las calles de Londres, Engels -deudor aca- disolutos", lugares donde los pobres están in-
so todavía de sus orígenes pietistas-ve en 1845 defensos ante las tentaciones del mal. Engels
a una multitud de individuos que no tienen nada nos reproduce la larga cita antiurbana de
de común, "nada que hacer uno con otro, y el Malthus, cuya conclusión le parece escandalo-
único acuerdo entre ellos, tácito acuerdo, es sa: "Las clases inferiores son tan censurables
por el hecho de caer en las tentaciones como
por el hecho de caer víctimas del tifus". Es ese
21 Sobre la agria polémica entre Marx y Weitling en la
Asociación de obreros alemanes de Londres, en 1843,
me remito a la crónica que de ella hace Henri Lefebvre 22 F. Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra,
en el capítulo IX de Síntesis del pensamiento de Marx, Madrid, Akal, 1976, pp. 55~56. .
Barcelona, Nova Terra, 1971, pp. 171-191. 23 Jbíd., p. 156.
38 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida/ 39
mismo Malthus el que alimentará las bases de de una película de John Huston que refleja ese
un darwinismo social del que la Escuela de tipo de percepciones- fue asumida por las cien-
Chicago no dejaría de ser la más elaborada ex- cias sociales más afines a la Nueva Izquierda y
presión. Es ese mismo Malthus _quien, en el úl- a la contracultura norteamericanas, en un mo-
timo capítulo de su Ensayo sobre el principio de mento en que el movimiento hippy, la espiri-
población, entiende que las penalidades de los tualidad pseudo-oriental, el primer ecologismo
pobres debían servir para fortalecer nuestro sen- y el ascetismo de izquierdas asumieron como
tido de la caridad evangélica: "El mal no existe propios todos los tópicos antiurbanos de los
en el mundo para crear desesperación, sino para puritanos. En 1959, el sociólogo C. Wright Milis,
crear actividad". 24 tan vinculado a la primera generación de la
Es ese paso de la desesperación a la activi- Nueva Izquierda y que proclamaba que estaba
dad, y a la actividad que encuentra en la cien;- cercano un apocalíptico colapso de la cultura
cia un aval de eficacia y de certitud, el que la norteamericana, denunciaba cómo las metró-
filantropía reformista da en Estados Unidos, polis eran "monstruosidades sin plan en las que
de la mano de los teóricos de Chicago. Y es de nosotros, como hombres y mujeres, estamos se-
esa predisposición de la que la sociología gregados en estrechas rutinas y medios limita-
contracultural habrá de recoger el testigo. Es dos".26
cierto que, como apuntaba Juan Francisco Ese rechazo a lo urbano del puritanismo iz-
Marsal en su elogio de Gouldner y su The Coming quierdista encontraría un trágico referendo en
Crisis -uno de los textos más representativos el maoísmo de Pal Poth, cuyas fuertes obsesio-
de la izquierda sociológica norteamericana de nes apocalípticas Marx y Engels jamás habrían
la década de los sesenta-, el libro "retoma la asumido por incompatibles con cualquier for-
vieja tradición democrática de la Escuela de ma de dialéctica histórica. Lo mismo valdría para
Chicago [... ], en su afán por acercarse al 'hom- el no menos influyente mesianismo de la teoría
bre comúnm. 25 Debería haber añadido, no obs- crítica alemana, derivado de fuentes judaicas
tante, que tal lealtad también abarcaría la -Benjamín, Adorno, Horkheimer, Marcuse ...-
urbanofobia de los chicaguianos, cuya visión o cristianas -Bloch-. Es a los teóricos de la
de lajungla de asfalto-por decirlo con el título Escuela de Frankfurt a quienes cabe la respon-
sabilidad de haber desarrollado un marxismo
anti.científico, esotérico, anti.materialista, igno- patibles- son herederos los nuevos ascetismos
rante de Engels y reductor del pensamiento de actuales, propios de corrientes "alternativas" que
Marx a una mera crítica de la alienación. 27 han continuado cultivando ese mismo rechazo
A partir de esas fuentes -revelacionismo pro- bíblico hacia la ciudad, en la que creen recono-
testante, anarcoiluminismo, marxismo irracio- cer lo que Jesús Ibáñez-uno de los más cons-
nalizado-, el izquierdismo contracultural de la picuos representantes de la sociología crítica
década del sesenta renunciará a la crítica cien- española- llamaría una "fábrica de mierda". 29
tífica en favor de una denuncia moralista del Se cumple de este modo ese trayecto que Da-
capitalismo, cuyo derrocamiento debía pasar por niel Bell había apreciado yendo de la ética pro-
una revolución que era más cultural que social testante al bazar psicodélico y, más tarde, a la
y que debía priorizar una transformación inte- ascética revolucionaria de izquierdas en la dé-
rior de los individuos: lo que Wright Milis, en ~u cada del sesenta, 30 más deudor este último de
"Carta a la Nueva Izquierda" de 1963, no duda- la piedad y la angustia puritanas, con su obse-
ba en denominar "una especie de insurrección sión por la depravación humana y su nostalgia
moral". 28 Su enemigo a batir era el Todo, inclu- de la inocencia perdida, que de Marx o Lenin.
yendo la ciencia, la tecnología, la vida urbana y Lo cierto es que, a partir de mediados de la
el proletariado, los aspectos del capitalismo en década del sesenta, el izquierdismo contracul-
que Marx y Engels habían cifrado sus mejores tural abandonó casi por completo el pensamien-
esperanzas. Se trataba de lo que Marcuse, en to dialéctico y el materialismo para optar por un
las últimas palabras de su Hombre unidi- lenguaje en que era fácil reconocer preocupacio-
mensional, había llamado el Gran, Rechazo. nes típicas del mesianismo protestante. Una iz-
De ese precipitado llamado Nueva Izquierda quierda juvenil que consideraba a la clase obrera
-en que se mezclaban lineas teóricas y proyec- y a sus partidos tradicionales como traidores,
tos dispares, cuya vaguedad mística hacía com- empezó a hablar entonces de coherencia e inte-
gridad personales, de compromiso personal, de
constro.cción de un mundo nuevo y de una nueva
27 Sobre la manera como la teoría crítica fue capaz de sociedad, de toma de conciencia entendida como
inventar un marxismo casi ocultista, a base sobre todo
de desactivar sus aspectos más científicos y materia-
listas, aportados sobre todo por Engels, me remito a
J. M. Bermuda, Engels contra Marx. El antien-
29 J. Ibáñez, "La ciudad: una fábrica de mierda", en: Por
gelianismo en el marxismo eurooccidental, Barcelona, una sociología de la vida cotidiana, Madrid, Siglo XXI,
Ediciones de la Universidad de Barcelona, 1979. 1997, p. 139.
28 En W. Milis y otros. Textos de la nueva izquierda,
30 D. Bell, Las contradicciones culturales del capitalismo,
Madrid, Castellote Editor, 1976, p. 24. Madrid, Alianza, 1989, pp. 63-89.
42 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 43
una revelación psicológica del yo inmanente -lo Fue por esa vía de una denuncia mucho más
que la contracultura llamaba awareness (desper- ética que estructural, que la concepción de las
tar, lucidez)-, de autorrealizaci.ón, etc. 31 El re- ciencias sociales como instrumentos para la ele-
sultado: un marxismo-leninismo paródico al vación psico-moral de las víctimas del mundo
servicio del advenimiento de la Era de Acuario. moderno se colocó en el substrato ideológico de
En relación con la realidad de las ciudades, una antropología, que también se sintió llamada
la contracultura y la Nueva Izquierda no deja- a cumplir con una misión en cierto modo casi
ron de cultivar todos los lugares comunes del evangélica. Ese factor inequívocamente religio-
viejo rechazo nativista hacia la ciudad: nostal- so, que plantea el trabajo de campo yla especu-
gia de los vínculos basados en el calor y la sin- lación teórica como parte de una labor salvífica
ceridad--concretados en formas de convivencia de rescate de los pobres y desfavorecidos, no seria
alternativas a la familia, como las comunas--:::-', ajeno al propio origen personal de la mayor par-
exigencia de una forma de vida más cercana a te de profesionales que protagonizan la acade-
la naturaleza, desconfianza hacia la clase obre- mización de la antropología española en la década
ra -atrapada por todos los pecados de la civili- del setenta. Todos ellos, sin apenas excepción,
zación moderna-, denuncia del consumismo y procedían de la Iglesia protestantizada del ag-
la alienación mediática en términos de pecado ... giornamento y/ o del activismo político de un iz-
Es decir, la vida urbana como foco patológico quierdismo no menos redentorista, que habían
de neurosis, infierno en los que la comunidad descubierto en las ciencias sociales un vehículo
deviene simplemente imposible y donde la para el "Gran Cambio" mucho más eficaz que la
asociabilidad, la delincuencia y el desarraigo se militancia religiosa y/ o política. Son los semina-
adueñan de la vida diaria. 32 rios y/ o las células trotskistas o maoístas las
que, en sus primeras etapas, nutren los depar-
tamentos de antropología en España.
Este tipo de influencias ascético-protestantes
31 Hubo autores que percibieron en su momento esa han llegado con vigor hasta el momento actual,
afinidad entre izquierdismo y ascetismo puritano,
como Mary Douglas, quien notó hasta qué punto "los
y los encontramos en el auge de movimientos
miembros de la Nueva Izquierda... no están dispuestos alternativos y radicales que denuncian las nue-
a imaginarse a sí mismos siguiendo las- huellas de vas modalidades de Anticristo -globalización,
Wycliffe y de los reformadores protestantes, Símbolos consumismo, multinacionales, neoliberalis-
naturales, Madrid, Alianza, 1988, p. 39. mo ...- y aspiran a una vuelta a la naturaleza y
32 Un fiel reflejo de este tipo de visiones sobre la ciudad a unas relaciones humanas basadas en la ver-
lo podríamos encontrar en el libro de Alexander
Mitscherlich, La inlwspitalidad de nuestras ciudades,
dad interior. Considérense, por ejemplo, los tér-
Madrid, Alianza, 1969. minos en que se produjeron las grandes moví-
44 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 45
ONG, del voluntariado, de la solidaridad con pitalismo liberal. 34 Ni siquiera llegó a ser así.
el Tercer Mundo, sea en su versión más trivial La antropología de o en la ciudad ha sido -cuan-
-los shows televisivos- o más exquisita y to menos en España- una ciencia social de los
militante -la de los cooperantes y el turismo naufragios y las disonancias sociales, siempre
solidario-, los alegatos que se presentan con- vistos como el resultado ineluctable de una for-
tra el egoísmo social y en favor del retomo a ma de vida crónicamente catastrófica, y en nom-
los valores del comunitarismo, tanto de las bre de principios que nunca dejaron de ser, de
mayorías sociales como de la administración una manera u otra, altruistas, filantrópicos, sen-
pública, todo eso no es otra cosa que una mera sibles y responsables ante el dolor ajeno, acti-
reformulación que, lejos de superar, como pre- vistas del bien y del amor desinteresado hacia el
tende, el desacreditado concepto de caridad, lo otro.
revisa y garantiza, en el fondo, su continuidad)3 En el momento actual, una parte importante
En cuanto a las ciencias sociales de la ciu- de la antropología profesional española está con-
dad, tampoco han cambiado tanto las cosas sagrada a lo que algunas asignaturas de 1a es-
desde que los teóricos de Chicago entendieron pecialidad anuncian como problemas de la
que había que "pasar a la acción" para paliar sociedad contemporánea. Esos problemas, en
los estragos de la ciudad. No dejaban de tener contra de lo que el sentido común podría suge-
razón aquellos teóricos que, desde perspectivas rir, no son el precio de la vivienda ni las tasas
marxistas, denunciaron la condición muy ideo- de desempleo, sino las drogas de diseño, los
lógica y escasamente científica de aquellas dis- inmigrantes, los enfermos de sida, los ancia-
ciplinas que se postulaban como urbanas. Por nos, los barrios problemáticos, los gitanos, las
contra, se equivocaban cuando denunciaban tribus urbanas, las sectas, los minusválidos, los
que las ciencias sociales de la ciudad habían indigentes, los presidiarios.
asumido, como su jurisdicción, simplemente la Volvemos al principio de nuestra exposición.
vida en las sociedades organizadas bajo el ca- Hágase un repaso a lo publicado en los últimos
años por antropólogos españoles interesados en
los mundos contemporáneos o en las socieda-
33 Véase el capítulo "Le retour de la charité", en: P. de des complejas. Hágase inventario de en qué con-
Senarclens, L 'Humanitaire en catastrophe, París, siste la antropología aplicada o la antropología
Presse de Sciences Po, 1999, pp. 55-77. Un excelente
ejemplo concreto de ello puede encontrarse en un tra-
bajo sobre la ideología del voluntariado en el barrio
barcelonés del Raval: E. Castellanos, "Caritat versus 34 Cfr., en esa línea, M. Castells, "Qué es la sociología
solidaritat", Quadems de l'Jnstitut Catalii d'Antro- urbana", en: Problemas de investigación en sociología
pologia, (12), hiver, 1998, pp. 77-104. urbana, Madrid, Siglo XXI, 1971, pp. 15-72.
48 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 49
urbana en España. Todas esas denominaciones, Hoy en España, como en el Chicago de la déca-
como ha advertido sagazmente Joan Prat en su da del treinta, como en el momento mismo de
balance de 1991 sobre la antropología española, fundarse como disciplina académica, la antro-
ocultan la mucho más clara de_ antropología de pología fue y continúa siendo lo que Tylor lla-
la marginaci.ón soci.al, con tres grandes orienta- mó, en 1871, en el párrafo con que concluye su
ciones: a) minorías étnicas marginadas; b) inmi- Cultura primitiva, la ci.enci.a de los reformadores.
gración y suburbialización, y c) segmentos de
población marginados y otras subculturas de
"alto riesgo". 35 Apenas eso, nada más. Reen-
cuentro con aquella misma insistente inquietud
de los teóricos de Chicago por saber y dar a co-
nocer más sobre lo que la prensa esce-nifi.Ga
melodramáticamente como Jas "lacras" del pre-
sente, la misma buena voluntad por ser útiles a
la sociedad, por descubrir el rostro humano de
los desfavorecidos, por hacer una didáctica de
la tolerancia y la comprensión, por hacer mani-
fiesto hasta qué punto quienes llevan la peor
parte de la sociedad del bienestar merecen un
mayor volumen de ayuda por parte de la Admi-
nistración.
Hoy, como entonces, desideologizada o inscri-
ta en un vaporoso discurso pseudoideológico
orientado por los buenos sentimientos, la pre-
ocupación del humanitarismo mesiánico -eli-
tista o de masas- vuelve a reclamar, de la
antropología, sus virtudes clarificadoras -y
sobre todo clasificadoras-, sus peritajes y sus
recomendaciones para la mejora de la.sociedad.
2 Ibíd., p. 98. - - - -- - - -- - -- - - - - --
3 C. Geertz, El antropólogo como autor, Barcelona, 4 Cfr. A. Cardín, "El supermercado turistico", en Lo próxinw
Paidós, 1989, passim. y 'fo ajeno, Barcelona, Icaria, 1989, pp. 147-151.
54 / Di.soluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 55
obligatorias por el lugar que cada cual ocupa en casa. Paréntesis -dosis controlada deuto-
en el sistema productivo. En el seno de esta es- pía- en el cual regenerarse del desgaste provo-
fera de tiempo libre, imaginado como autóno- cado por todos esos compromisos que pronto,
mo e independiente, cada cual debe tratar de de regreso, cada cual habrá de reasumir.
satisfacer lo que vive como sus "auténticas ne- Ni que decir tiene que esa esfera del ocio o del
cesidades" afectivas e intelectuales. tiempo libre no tiene nada de autónomo, ni obe-
Ha sido Jean Rémy quien ha puesto de mani- dece a una lógica propia. Existe y se despliega
fiesto cómo el turismo es una expresión de en función -y como función- de circunstan-
lateralidades, modo menor o secundariedad, cias políticas, económicas, legales y sociales
estado de excepción que salpica la vida social cambiantes pero siempre concretas. En cuanto
del individuo y que contrasta con la centralidad, a sus contenidos específicos, no es menos evi-
los modos mayores, la primariedad, es decir, -el
,
dente que dependen de determinadas instan-
conjunto de papeles que asumimos en nuestra cias de producción y control, y son sugeridas a
vida cotidiana en términos de responsabilidad, los individuos -entendidos como consumido-
las obligaciones relativas a nuestro lugar en la res de su propio tiempo libre- por medio de
estructura social, nuestros "compromisos inelu- estímulos publicitarios procedentes tanto de
dibles". 5 Se supone que la secundariedad cum- empresas privadas como de instituciones pú-
ple la función de otorgarnos una oportunidad blicas. 6
para la reflexión, para calibrar nuestra ubica- Conviene subrayar aquí la dimensión espa-
ción en el mundo social y hacer un cierto balan- cial y, sobre todo, temporal del hecho turístico.
ce existencial. Prometiendo cumplir semejantes El hecho turístico se inscribe dentro de una so-
presupuestos, el turismo teje una trama social ciedad que valora la movilidad espacial, el des-
alternativa y paralela, proporciona una puesta plaza.tnien to, como uno de los mecanismos
a distancia respecto de lo social ordinario, per- esenciales de los que depende la realización
mite una escapada efimera hacia una arcadia personal. Cada individuo se valora y es valo-
provisional, sin conflictos, sin contradicciones, rado en gran medida en función de la cantidad
sin paradojas. Una burbuja ideal, un escenario y la excepcionalidad de los sitios en donde ha
preparado para colmar los deseos y en el que estado, es decir, de su cuenta personal de paí-
uno podrá estar al mismo tiempo lejos y como ses y ciudades de los que puede decir, "los co-
nozco".
Por otro lado, sin duda el turismo funciona mente concebido para la expansión y el creci-
ante todo como un uso cualificado del tiempo miento personal está hoy fuertemente mediati-
de ocio, y es específico -por supuesto-- de las zado no sólo por las prácticas asociadas al
sociedades industrializadas, definidas por una consumo de masas, sino también por las insti-
vivencia del tiempo basado en el culto a la pro- tuciones que organizan y fiscalizan la vida, que
ducción y por la serialización y la mercanti- la instalan en espacios fisicos y temporales per-
lización de lo temporal, así como por la fectamente delimitados de los que se disuade
dicotomización brutal entre tiempo productivo no apartarse.
y tiempo no productivo. La realidad vivida tien- Los tiempos presuntamente consagrados al
de cada vez más a cronificarse: ese tupido en- ocio, que en principio se supondrían disponibles
tramado de horarios, tumos, agendas, plazos, y no rutinizados, son cada vez más víctimas de
etc., que se colocan bajo el despotismo de lqs lo que algunos autores han llamado una
ritmos sincronizados y los procesos calculables, cronificacióh perversa,8 consecuencia m~rbid1:1"_de
que obedecen a la lógica implacable de los ca- la propia dinámica expansiva de la cronificac1on,
lendarios y los relojes. El tiempo, así racionali- que busca y obtiene el disciplinamiento de todos
zado, se divide en grandes bloques pautados y y cada uno de los momentos de la vida humana.
planificables de los que no es posible escapar, Se produce una creciente sincronización a nivel
en los que el tiempo libre debe dejar de serlo planetario, parte de ese proceso que se da en
inmediatamente y no cabe pretexto alguno para llamar mundialización, y que consiste en la apa-
el "tiempo muerto". 7 rición de un tiempo público común que rige la
El tiempo es de trabajo, de ocio o de descan- proliferación, en todas direcciones, de redes de
so. El primero de ellos no ha dejado de dismi- comunicación y de información que ya cubren la
nuir y se calcula que hoy no ocupa mucho más totalidad de la superficie terrestre.
del 15 % del tiempo total de un asalariado o de Contrastando con esa poderosa tendencia a
un estudiante. El resto, descontándole el de la homogeneización de las rutinas temporarias,
descanso, es tiempo de un ocio cada vez más otra poderosa presión, no menos caracterís~ca
monitoreado, que es ya una fuente fundamen- del mundo contemporáneo, no menos potencial-
tal de riqueza, comparable incluso con la que mente anémica, se ejerce en sentido contrario:
genera el trabajo productivo. Ese tiempo inicial-
-- - - - - - - - - - - - - - - - -
8 R. Ramos Torre, "El desvanecimiento de Cronos: as-
pectos de la temporalidad en las sociedades actua-
7 Al respecto, véase J. A. González Saínz, "Una modesta les", en M. J. González Ordovás y otros, El molestar
reclamación del tiempo muerto", Archipiélago, (10-11), urbarw en la gran ciudad, Madrid, Talasa, Fundación
nov., 1992, pp. 83-87. Cultural Coam, 1998, pp. 35-44.
Trivialidad y trascendencia / 59
58 / Disoluciones urbanas
racional en tomo a la que vertebran sus explica- cultura es muy distinto. La idea más frecuen-
ciones. Esta noción de cultura -que impregna tada de cultura -aquélla a la que se hace re-
también un buen número de trabajos histo- ferencia cuando se habla, por ejemplo, de
riográficos- puede inspirarse ya sea en una turismo cultural- se dirige más bien a un cam-
fuente ilustrada -la cultura como elemento po difuso, pero supuestamente. exento, donde
distintivo del ser humano con respecto de la se integran de manera poco clarificada toda una
naturaleza-, ya sea adoptando el referente ro- retahíla de producciones para las que se
mántico-idealista -la cultura como configura- consensúa una puesta en valor especial. En
ción ideosincrática singular y coherente que da realidad, este concepto estandarizado de cul-
personalidad a un grupo humano. tura se conforma y actúa a la manera de lo que
A partir de ahí, los antropólogos e historiado- los antropólogos entienden por sistema cultu-
res, al hablar de cultura, y en función de la.es- ral, es decir, un sistema de significados com-
trategia a la que estén adscritos, pueden aludir partidos, expresados en un orden de repre-
al universo ideacional de las pautas y los való- sentaciones y comunicables por medio se sím-
res que singularizan a un grupo humano, al bolos. En él se verían integradas personas,
conjunto de las tecnologías materiales e ideoló- actividades y productos que reciben su homo-
gicas de que una sociedad se dota, a una ins- logación en tanto que materia cultural a partir
tancia social compleja que se supone autónoma de juicios emanados por una casta especial
o, en general, a la capacidad sim.bolizadora hu- constituida por personas consideradas autori-
mana. 13 En sociología, y desde perspectivas zadas o entendidas.
marxistas -Raymond Williams, Thompson, Además, el espacio de lo cultural genera últi-
Willis-, se ha constituido en las últimas dos mamente no sólo discurso a propósito suyo, sino
décadas una especialización en estudios cultu- actuaciones públicai;; o privadas de calado, a las
rales, interesados en los procesos de produc- que se alude como política, iniciativa, financia-
ción de cultura de las clases subalternas en las ción, gestión, promoción cultura4 que centran a
sociedades urbano-industriales. su vez la actividad de departamentos, concejalías,
De espaldas a todas esas concepciones ministerios, asociaciones, direcciones generales...
holisticas de cultura empleadas desde las cien- de Cultura, o de industrias, agentes, gestores,
cias sociales, el uso convencional del término empresas, servicios, consumos, sectores ... igual-
mente culturales, que se desarrollan en tiempos
o espacios que se presentan como equipamientos,
13 Cfr. C. Esteva Fabregat y otros, Sobre el concepto de instalaciones, festivales, mercados, plataformas,
cultura, Barcelona, Mitre, 1985, y J. S. Kahn, ed., El territorios ... no menos culturales.
concepto de cultura, Barcelona, Anagrama, 1978.
64 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 65
En ninguna de estas instancias o actividades función de sus gustos: highhrow ("cejas altas"),
concretas que se anuncian como culturales se middlebrow ("cejas medias" y lowbrow ("cejas ba-
insinúa intento alguno por establecer qué sig- jas"). La Cultura se identificaría con los gustos
nifica la palabra cultura y, cuando se intenta, de la gente higbrow, y se opondría, siguiendo
las definiciones propiciadas son de una ahora otra no menos citada tipología, a la
veguedad absoluta. En la práctica, lo que se masscult o cultura vulgar-producciones super-
incorpora a este territorio presumido como ficiales, pobres formal y simbólicamente-, pero
segregable puede inventariarse a partir de los no menos a la midcult, formada por productos
temas a los que se refieren las revistas especia- pseudocultos, pretenciosos, afectados, que cau-
lizadas llamadas culturales, o las secciones o tivan a la pequeña burguesía y a los intelectua-
suplementos de cultura de la prensa periódica: les postizos. También podrían plantearse este tipo
libros, artes plásticas, pensamiento, música clá- de oposiciones en términos de Cultura como lo
sica, teatro, cine de autor, danza, patrimonio extraordinario, lo excepci.onal, en cierto modo lo
histórico, arquitectura, museos. Esta idea se sagrado, en contraposición a lo ordinario, lo co-
corresponde bastante bien con la de cultura de tidiano, la experiencia del cada día.
élites, que a partir de ahora designaremos como Entre las producciones por lo general indig-
Cultura, con mayúsculas, para distinguirla de nas de ser incluidas en la "Cultura", se pueden
otras expresiones culturales de amplia acepta- mencionar la música ligera, el teatro para el gran
ción por parte del público en general, y que sue- público, los deportes, el cine comercial, los best-
len agruparse bajo el capítulo también poco claro sellers editoriales, las producciones destinadas
de cultura de masas, cuyas manifestaciones más a ser difundidas por radio o televisión, etc.: crea-
"despreciables" serían lo kitsch, lo hortera, lo ciones que son consideradas desde los centros
cursi, lo esnob, etc. de homologación de lo que es y no es cultural
Esa dicotomía puede manifestarse en otras, como frívolas y, por tanto, netamente inferio-
y Jordi Busquets ha sugerido algunas: calidad res. Otras elaboraciones culturales, como el cine
versus cantidad, elegancia versus vulgaridad, clásico de Hollywood, la fotogra:fia, ciertos gru-
creación versus producción, conocimiento ver- pos de rock o cantautores, los comics, el circo,
sus ignorancia. 14 Tales contrastes se podrían el music-hall, entre otras, reciben un estatuto
asociar a una tipología ya consagrada, que vie- ambiguo o fluctuante. A todo ello habría que
ne sirviendo para clasificar a las personas en añadirle aquellas expresiones culturales atribui-
das en origen a las clases populares, al pueblo
o, en una clave más marxista, a las clases do-
14 J. Busquets, El sublim i el llll.lgar. Els intelectuals i la minadas o subalternas que, según los expertos,
"cultura de masses", Barcelona, Proa, 1998, p. 185. ilustran la auténtica verdad de la gente, aquello
66 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia/ 67
que no ha sido contaminado ni pervertido por Los criterios del gusto personal son los que le
la alienación de la cultura de masas o por el permiten a los individuos ejercer una adhesión
imperialismo cultural norteamericano. Se trata a cada uno de los niveles en que -aunque sea
de lo que ha sido etiquetado como cultura popu- de manera grosera, pero operativa- pueden ser
lar y tradicional y que no es sino lo que hasta divididas las producciones estéticas o intelec-
ahora había recibido el nombre de folklore, que, tuales, de los cuales sólo el más elevado apare-
a pesar de su humilde procedencia, aparece asi- ce como merecedor de una plena legitimación.
duamente catalogándose como Cultura. Estas orientaciones del gusto personal tienen
Este diagnóstico sobre la diginidad de las obras una doble virtud ordenadora. Es cierto que, por
de cultura suele remitir al grado de especulación un lado, reflejan con bastante exactitud la divi-
formal presente en ellas, aunque no por fuerza. sión social en clases económicas; pero, al mis-
Ni se tiene que decir que existe un consider1:;i.ble mo tiempo, generan un entramado social
terreno intermedio entre lo que entendemos por paralelo a partir de su capacidad taxonómica
Cultura y lo que entendemos por cultura, y tam- propia, que permite que las personas se enclasen
bién que la compartimentación entre tales ám- a partir de su grado de adscripción a los énfasis
bitos es lábil, de manera que podemos contemplar de cada uno de los estratos culturales
como los objetos de un estrato pasan a veces al reconocibles. Es esto lo que nos permite hablar
contiguo y ven aumentar o disminuir su cotiza- de personas de más o de menos "cultura", o de
ción en función del sentido en que se produce el un nivel cultural más o menos distinguido, co-
traspaso. Una maquinilla de afeitar expuesta en nectando entonceslaideade Culturacomo con-
una exposición sobre diseño en un gran centro junto de las elaboraciones provistas por artistas
cultural es alta Cultura; un aria de Verdi inter- y creadores, con aquella otra que se refiere a la
pretada en un estadio de fútbol es cultura de globalidad acumulada de los conocimientos
masas. 15 enciclopédicos, y que, descalificando las preten-
siones del autodidacta, suele requerir un reco-
nocimiento de nobleza que únicamente las
15 La súbita, casi milagrosa, dignificación cultural de un titulaciones académicas pueden certificar.
producto puede venir dada tan sólo por su ubicación. Este valor clasificador de los individuos a
En el otoño de 1999 coincidieron tres -acontecimien- partir de su adhesión erudita es la que delata el
tos que ilustran a la perfección ese fenómeno: la ex- origen etimológico del valor cultura, en la acep-
posición de motos en el Guggenheim de Bilbao, la de
diseño y música discotequeros en el Centro Gallego ción latina de cultura, es decir, cultivo o aprove-
de Arte de Santiago de Compostela y la celebración chamiento de la tierra, pero también del cuerpo
del Campeonato de Catalunya de Boxeo en la sala y del alma. La cultura se asimila aquí a la
Metrónom de Barcelona. Bildung de los idealistas alemanes -Goethe,
68 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 69
Hegel, Schiller ...-, es decir, a la formación in- es lo que Pierre Bourdieu ha traducido en tér-
telectual, estética y moral del ser humano, aque- minos de capital cultural, cuya posesión debe
llo que le permite vivir plenamente su propia ser proclamada por medio de la frecuentación
autenticidad. La diferencia que se produce, en- de actividades y lugares culturales, tales como
tonces, entre una persona que mediante la ex- exposiciones temáticas o de arte, salas de cine
quisitez de sus aficiones de tiempo libre participa selectas, teatros, auditorios, etc. El beneficio
de los estratos aceptados como más sofisticados simbólico, lo que Bourdieu llama la rentabili-
de la Cultura, con respecto de aquella otra que dad cultural, se obtendrá no sólo en la comu-
mantiene una relación escasa o nula con tales nión casi mística con el objeto de arte y cultura
planos, será del tipo crudo-cocido o salvaje-do- dado en cada actividad, sino, muchas veces a
mesticado, siendo la materia a condimentar el posteriori, "de las conversaciones que manten-
espíritu de cada cual. Es esto lo que permite drán con respecto a la misma, y mediante la
hablar de sujetos más o menos cultivados, para cual se esforzarán por apropiarse una parte de
dar a entender su grado de proximidad a un su valor distintivo" .17
estado de naturaleza no trabajada y, en conse- La función social de la Cultura como ámbito
cuencia, parajustificar una valoración más baja; específico juega, pues, un doble papel. Como
esa valoración, por cierto, que les coloca como acabamos de ver, distingue a quienes se rela-
naturalmente en el lugar entre los sectores so- cionan con sus objetos, ordenándolos vertical-
metidos de la sociedad en que suelen encon- mente en función del grado de :frecuencia o de
trarse prácticamente siempre. Éste, el individuo intensidad de ese contacto. De hecho, el con-
"sin cultura", "de poca cultura", "con un nivel tacto masivo con la Cultura supone una espe-
cultural bajo", etc., se apartaría de un orden cie de crítica de masas a la cultura de masas,
simbólico considerado como el más legítimo y una paradoja que Umberto Eco ya había enun-
legitimador de todos y se vería abocado a gene- ciado como "una crítica popular de la cultura
rar sentimientos de "infracción, error, torpeza, popular" .18 Pero al mismo tiempo que segrega
privación de códigos, distancia, conciencia aver- del resto a quienes se acercan devotamente a
gonzada o atribulada de esta distancia o de es- ella para recibir su bendición, la Cultura los
tas faltas" .16 homogeneiza, puesto que los reúne, los agrupa,
Tal jerarquización de los seres humanos en_
función de su grado de contacto con la Cultura
los hace comulgar con otros muchos con ese conceptual con lo que la escolástica cristiana
mismo objeto cultural que disfrutan. La dialéc- concibió como el Reino de la Gracia, como do-
tica de los usos culturales implica singulariza- minio opuesto al Reino de la Naturaleza. 20 Más
ción, puesto que diferencia a unos individuos en concreto, la noción de cultura que estamos
de los demás por su adscripción a los valores manipulando todos -incluyendo ahora a los
llamados culturales, pero también masificación, propios antropólogos- no constituye sino una
dado que opera el agrupamiento de un público transformación laica fácilmente reconocible de
a veces numerosísimo alrededor del asunto cul- aquel desplazamiento en la idea de gracia que
tural distinguido y distinguidor. 19 en el siglo XIII opera la escuela franciscana, di-
Esta condición dialéctica, con su falso aspec- ferenciando la gracia creada del habitus o gra-
to de paradoja, reclama otra pista, etimológica: cia otorgada, para denotar el resultado de la
la que hace del cultor latino no solo un labr,ador capacidad humana de producir este don o auxi-
sino también un adorador o persona que rinde lio para la· salvación a partir de sus propios
homenaje a los dioses. En efecto, la palabra méritos.
cultura está igualmente asociada con la noción La Cultura, en el sentido de las artes y las le-
de culto como práctica de la religión. Esto sería tras, no hace otra cosa que reconocer esta base
adecuado a la conceptualización que antes ha- mística de la idea general de cultura que mani-
cíamos de la Cultura en tanto que sistema cul- pulamos. El terreno se traslada ahora a lama-
tural, en la medida que justamente ha sido la nera como esta gracia, interpretada en tanto que
religión uno de los ejemplos que mejor ha pa- Cultura universal, se distribuye y como los indi-
tentizado los dinteles de poder que pueden al- viduos participan de ella, y así se salvan, a par-
canzar ciertos sistemas de representación, tir de sus gustos artísticos e intelectuales.
basados en símbolos sacramentados. Ubicada en un nivel máximo de abstracción, la
Más en concreto, toda idea de cultura es in- Cultura es entonces comprendida como parte de
separable de su propia génesis teológica, que una esfera de algún modo sobrenatural a la que
fundamenta con argumentos santificadores la se rinde-y la expresión cobra un sentido doble-
ya mencionada dicotomía crudo-cocido, y que mente literal- culto por parte de una mirioría
resulta comprensible sólo a partir de su deuda de elegidos: el público consunridor de Cultura
como idéntico a un nuevo pueblo de Dios.
19 Ese doble movimiento, ha sido advertido por Armet Huet
en sus comentarios sobre las políticas culturales en la
ciudad francesa de Rennes: "De la démocratisation de 20 Cfr. G; Bueno, "La génesis de la idea metafisica de cul-
la culture a la diversité créatrice", Les Annales de la tura", en: El mfto de la cultura, Barcelona, Prensa Ibé-
Recherche Urbaine, (70), 1996 pp. 4-26. rica, 1997, pp. 117-146.
72 / Disoluciones urbanas Triuialidad y trascendencia / 73
le llegan indirectamente por la vía impositiva, pero cómo las grandes instalaciones culturales se
beneficios que sobre todo se miden en términos constituyen en templos en que se oficia la reli-
de prestigio y reconocimiento. · gión oficial de los estados modernos, con lo que
En una palabra, la institucionalización politi- penetrar en ellos exige del visitante la misma
ca de la cultura -y su consecuente funciona- austeridad y recogimiento que se debe observar
rización- hace de ella, en la actualidad, no en cualquier lugar sagrado. Nada de casual hay
únicamente un nuevo culto más entre los que en ello, puesto que se representa ahí uno de los
caracterizan el proceso de repaganización que aspectos más exigentes y menos mundanos de
experimenta la sociedad tardocapitalista, sino, los modernos cultos culturales. En cambio, el
como se encargó en su día de advertirnos Marc parque de atracciones es un espacio todo él
Fumaroli, 24 la auténtica nueva modalidad que destinado al estimulo de sensaciones en abso-
ha adoptado hoy y entre nosotros la vieja figura luto sofisticadas, al que se acude para recibir
de la religión de Estado. Esa visibilización gran- gratificaciones inmediatas que no requieren nin-
diosa del poder politico es lo que da pie a lo que gún esfuerzo de atención y que no exigen -an-
algunos autores han llamado un quinto poder, 25 tes bien lo contrario- la mínima discreción en
destinado en cierto modo a restituir lo que en su las conductas.
día fue la antigua autoridad de las iglesias y las A pesar de esa enorme distancia aparente, el
castas sacerdotales. equipamiento cultural y la feria mantienen en-
tre sí algunas analogías importantes. En pri-
3. Cultura, ocio y realidad virtual mer lugar, por la propia naturaleza festiva de
toda actividad asociada al ocio de masas y al
En el marco de las formas actualmente en curso turismo. Luego, y sobre todo, porque los par-
a través de las cuales se nos obliga, como sea, a ques de atracciones, además de instalaciones
librarnos de nuestro tiempo libre, nada más cer- en las que se juega a destruir por unos momen-
ca de un equipamiento cultural que un parque tos la estabilidad de la percepción y a buscar
de atracciones. Es cierto que acabamos de ver un cierto vértigo, suelen, no en vano, incluir
espacios destinados a exposiciones, auténticos
- - - --- - -- -- - - - - - - - museos paródicos dedicados, en este caso, a co-
24 M. Fumaroli, L 'État culturel. Essai sur une religion sas caracterizadas por un tipo particular de
rrwdeme, Paris, Éditions de Fallois, 1992. Una apor- · anomalia que las hace sorprendentes, raras,
tación a la linea critica inaugurada por Fumaroli apa-
recida muy recientemente es M. de Saint-Puigent, Le
extraordinarias ... Esta caracterización se asig-
Gouvemem.ent de la culture, Paris, Gallimard, 1999. na a objetos que han sido considerados, -si-
25 Cfr. C. Mollard, Le Cinqu:iem.e Pouvoir. La culture et guiendo la tipología propuesta por Dan Sperber,
Z-Etat de Malraux a Lang, Paris, Armand Colin, 1999. en un memorable trabajo sobre las anomalias
80 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 81
naves espaciales, las diligencias, los bólidos, los De pronto, los museos de Bellas Artes nos de-
barcos piratas de los tío-vivos, en sus formas más muestran, en efecto, que la Belleza tiene domi-
ingenuas, o las modernas técnicas de realidad cilio estable. Los museos de Artesanía Popular
virtual, para referirnos a las expresiones más hacen evidente que la Tradición es algo más que
sofisticadas y últimas de este mismo principio una entelequia o un simple look. La Identidad
de virtualización. También se trata de encarnar puede recibir su consistencia de museos que se
auténticos escenarios de este mismo imaginario presentan con frecuencia como de Historia Na-
colectivo, una tendencia a que apuntaban los cional, donde los rasgos nacionales o étnicos son
castillos encantados y los túneles del terror y que expuestos como cosas realmente reales y obtie-
la moderna industria del ocio ha amplificado nen los términos de su legitimidad. Los museos
hasta la desmesura bajo la forma de los actua- de Antropología y de Etnología suelen estar ahí
les parques temáticos, en los que el visitante para brindarnos una imagen de lo exótico y de
puede trasladarse fisicamente al salvaje oeste, lo humano salvaje que responda a nuestras ex-
al castillo de Blancanieves, a la guerra de las pectativas al respecto. Los restos arqueológicos
galaxias o a los paisajes de las Mil y una noches. reciben la no menos estratégica tarea de confir-
Si nos fijamos, los sagrarios culturales operan mar que nuestro presente ya estaba de algún
exactamente igual. Bajo su seriedad litúrgica, lo modo en el pasado. Las demostraciones en vivo
que se pretende en ellos es que ciertas realida- de la cultura popular y tradicional sirven para
des presumidas como incontestables y podero- confirmar la imagen que el turista se hace de
sas, pero nunca vistas en realidad y sólo intuidas aquellos a quienes visita, que le brindan lo que
por la recurrencia y la autoridad con que son su figuración de lo arcaico esperaba, al tiempo
invocadas, pueden hacerse realidad ante noso- que los lugareños escenifican la comedia de su
tros, aparecer literalmente como verdades mate- identidad. Los eco-museos en plena naturaléza
riales que incluso se podrían tocar si las medidas no hacen sino explicitar esa misma voluntad por
de seguridad no nos lo impidiesen. Todo museo naturalizar lo mostrado, integrándolo en una
o centro cultural es inevitablemente un lugar de escenificación en exteriores de sus propias con-
evasión, igual que los parques de atracciones, diciones de verdad.
no porque ambos sean espacios de ocio, sino por- Por su parte, ¿qué seria de la Vanguardia sino
que uno y otro están repletos de objetos concebi- fuera por los lugares en que ésta puede practi-
dos para cambiar de realidad, para huir de lo_ car periódicamente sus piruetas? El proyecto de
cotidiano y para procurar un viaje casi místico una macroexposición universal en Barcelona
hacia los territorios de lo inefable, lo ucrónico y para el 2004 -el llamado Fórum Internacional
lo legendario. de las Culturas- expresa la ambición de poner
en escena grandilocuentemente lo multicultural,
84 / Disoluciones urbanas
Trivialidad y trascendencia / 85
entendido, claro está, en su sentido más trivia- el pasado imaginario al que remiten no es su
lizado. Jean Baudrillard se ha referido al Cen- fuente sino la consecuencia de su necesidad.
tro Georges Pompidou de París como un monu- Esos testimonios magníficos, hechos de pie-
mento a la disuasión cultural, que se levanta dra, que se levantan como puntos de atracción
"sobre un escenario museal que sólo sirve para y referencias espaciales poderosas, son el acon-
salvar la ficción humanista de la cultura". 28 tecimiento en su contingencia más radical, pues-
Los centros urbanos museificados, los edifi- to que le otorgan a la historia una existencia
cios públicos singulares, los monumentos, los fisica insoslayable. Se podría decir de esos ob-
puntos marcados en los mapas turísticos, en jetos espaciales lo que de aquellos otros objetos
los que aparece lo que merece la pena ser visto singulares -antiguos, exóticos, folclóricos ...-
por sus valores históricos o artísticos, implican
escribía de nuevo Baudrillard: 30 son signos en
una cartografia en cierto modo mágica, qi;ie no los que se pretende descubrir la supervivencia
es propiamente sincrónica, ni tampoco diacré>- de un orden tradicional o histórico que, en rea-
nica, sino más bien anacrónica, puesto que,
lidad no existiría de no ser del esfuerzo que se
1
como ha puesto de manifiesto Lévi-Strauss al
hace en representarlo. Los monumentos y edifi-
referirse a los archivos históricos, representa la
cios destacados en las guías están ahí para sig-
pura ahistoricidad. 29
nificar, y para significar justamente el tiempo, o,
La función de las marcas territoriales de visi- mejor, la elisión del tiempo. Como objetos de
ta obligada no es distinta que la que desempe- autenticidad, tienen lo que los demás puntos que
ñan los documentos antiguos, los objetos de los
les rodean en el espacio no tienen ni seguramen-
coleccionistas y otros vestigios memorables, que
te tendrán nunca: la capacidad de transportar-
si desapareciesen arrastrarían consigo las "prue-
nos a la infancia, al nacimiento, a la madre, al
bas" del pasado, y nos dejarían huérfanos de
origen· o incluso a vidas pasadas, realidades de
ancestros y de raíces. Su tarea es precisamente
las que la verdad o la impostura son del todo
esa: constituirse en herencia, en el sentido más
irrelevantes a la luz de la eficacia simbólica que
estricto de la palabra, tal y como la emplearía-
ejecutan.
mos para referirnos a un titulo nobiliario, un
Ha sido Marc Augé quien más agudamente
acta notarial o una prueba de sangre, sólo que
ha percibido esa tendencia a la disneylización
de las ciudades culturalmente emblemáticas,
- -- - - - - - - -- - - - - - --
28 J. Baudrillard, L 'effet Beaubourg. Implosion et dissua-
sion, París, Galilée, 1977, p. 23.
29 Cfr. C. Lévi-Strauss, Elpensamentsalvatge, Barcelona, 30 J. Baudrillard, "El objeto marginal, el objeto antiguo",
Ed. 62, 1985, pp. 279-282. en: El sistema de los objetos, México DF, Siglo XXI,
1988, pp. 83-97.
86 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 87
depositarias de connotaciones que las eternizan misma tarea de hacer de veras real lo que nece-
y las convierten en desembocadura de peregri- sitamos creer o lo que otros necesitan que crea-
naciones que siempre encuentran lo que pen- mos que es real. Surge el prodigio de cosas que
saban encontrar. Muchas-ciudades son ya son al mismo tiempo reales y virtuales.
conglomerados en los que se procura hacer com- De hecho, la puesta en conexión de las ferias
patible una vida civil, más o menos normaliza- y los centros de cultura, los museos o los nú-
da, con una oferta turística en la que la forma cleos urbanos musei:ficados no es arbitraria, ni
urbana, sus elementos constitutivos y hasta los tan solo original. Ya se ha evidenciado hasta qué
propios urbanitas buscan parecerse a la ima- punto estos dos marcos tienen mucho de inter-
gen que de ellos se tiene, ala manera como veía- cambiable y contamos con el análisis de cómo
mos que sucedía en el pueblo, castellano se orientaron, con criterios museísticos, grandes
convertido en un típico pueblo andaluz ~P. la festivales culturales destinados a un público fa-
película Bienvenido Mr. Marshall, de Luís García miliar, como fue en gran medida el caso de la
Berlanga. Augé se imaginaba algo parecido en Expo'92 de Sevilla. 32 Llorern;;: Prats se ha pre-
un París del 2025, que había sido adquirido guntado con lucidez: "¿ Qué nos impide juzgar
completo por la compañía Disney para conver- también como activación patrimonial un parque
tirlo en una reproducción de sí mismo, que reco- de atracciones como Port Aventura, ambientado
gía y ordenaba debidamente todos los prototipos por áreas culturales y donde muchos de sus ele-
que le podían ser atribuidos: Disney-Bellas Ar- mentos son auténticos?". 33 En un sentido inver-
tes en Montmartre, Disney-Belle Époque en los so pero equivalente, el Domus de A Coruña podría
grandes bulevares, etc. Apenas nadie vivía, ni ser un ejemplo espléndido de centro museístico
trabajaba, ni estudiaba en ese París futuro. Sólo concebido a la manera de una colosal sala de
había turistas y empleados Disney disfrazados juegos recreativos. El proyecto de la empresa
de mosqueteros, de sans-coulottes, de bohemios Disney de construir en los Estados Unidos un
del siglo XIX, de existencialistas, de universita- parque-museo dedicado a divulgar la historia de
rios del 68, etc. 31 aquel país, demuestra lo permeable que resulta
Como un nudo entre instancias desconecta- el tránsito entre estas dos modalidades de espa-
das -la fantasía y la existencia diaria- las fe-
rias y los lugares de la Cultura llevan a cabo la _
cios protésicos, destinados los dos a prolongar modalidad de coleccionismo: intento desespera-
la realidad con virtualidades institucionalmente do por preservar la memoria o invocar la presen-
pertinentes. De hecho, en Barcelona, por ejem- cia del pasado, o por evidenciar la existencia de
plo, el Barrio Gótico, resultado artificial de las lo remoto o lo abstracto, siempre como fórmula
reformas en su casco antiguo a principios del casi mágica que busca escapar de las incongruen-
siglo XX, o el Pueblo Español, construido con cias y las inconsistencias de lo concreto cerca-
motivo de la Exposición Universal de Barcelona no. Es en este orden de cosas que hay que insertar
de 1929, ya obedecían a esa misma dialéctica la lógica representacional que toda exhibición cul-
entre autenticidad e impostura. tural ejecuta: los objetos descontextualizados, los
En realidad, todas las exposiciones universales paneles explicativos, las clasificaciones concep-
celebradas hasta ahora se han constituido en tuales, la narración que va cosiendo lo que se
paradigmas de banalización museística y se/han muestra ... , todos los elementos didácticos, ma-
consagrado a encarnar entre nosotros entelequias teriales, ideacionales que se ordenan cuidado-
relativas al progreso humano -la energf.a, los des- samente en vitrinas, paneles, montajes, vídeos,
cubrimientos, la navegación- o a supuestas per- diapositivas ... , están ahí para hacernos disfru-
sonalidades colectivas -Japón, Castilla-La tar y aprender, ofreciéndole a no importa qué
Mancha. ..-, en montajes basados inevitablemen- realidad conceptual -el pop-art, la multicul-
te en estereotipos y lugares comunes. No se de~ turalidad, la historia de la radio, el románico--
bería ver en ello un fenómeno específicamente la posibilidad de una existencia fisica como enti-
nuevo, sino la repetición de un mecanismo ya dad continua y sin fragmentaciones, ni errores,
aplicado en los procesos de transformación de ni desmentidos, ni contradicciones, conjunto
intereses en identidades histórico:-culturales. coherente, estructura toda ella hecha de mate-
Rémy cita el caso de la Grand Place de Bruselas, riales de deseo. Se vuelve a cumplir la oposición
construida en el siglo XVII en tres años y única- entre la perfección de la sociedad de las repre.:.
mente a base de fachadas. Ese pastiche se ins- sentaciones colectivas y la imperfección de la ver-
piraba en un modelo arquitectónico ya en desuso dad morfológica de la sociedad de los humanos.
y sirvió para hacer la exaltación de las corpora- Al orden social que constituyen los objetos
ciones, un modelo de asociación económica en "de Cultura" se lo podrían aplicar las palabras
declive en aquellos momentos. 34 que el propio Durkheim escribiera de la socie-
Todo museo o centro de cultura pone de ma- dad que constituye el substrato de la vida reli-
nifiesto los efectos gratificantes de cualquier giosa: "Esa sociedad no es un dato empírico,
de:fu:rido y observable; es una quimera, un sue-
ño donde los homqres han acunado sus mise-
34 Rérny, Sociologie urbaine et rurale, op. cit., p. 195. rias, pero que nunca han vivido en realidad. Es
90 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 91
una simple idea que viene a traducir en la cons- que enaltece lo que antes ha sustraído a la vida,
ciencia nuestras aspiraciones más o menos os- que convierte ese saber y esa belleza secuestra-
curas en torno al bien, la belleza y el ideal". 35 dos en lo que son hoy: al mismo tiempo, un
También se viene, con todo ello, a darle la sacramento y una mercancía.
razón a Guy Debord, cuando señalaba como
presencias, lo que implica que por no haber, do, funcionalizado ... , que aguarda ser interro-
tampoco uno encuentra ausencias. En cambio, gado, juzgado y sentenciado por sus "especia-
el espacio urbano real -no el concebido-- co- listas", especialistas en espacio. Éstos se
noce la heterogeneidad incalculable de las ac- empeñan en ver el espacio urbano como un tex-
ciones y de los actores. Es el proscenio sobre el to, cuando ahí sólo hay texturas. Tienen ante sí
que se negocia, se discute, se proclama, se ocul- una estructura, es cierto, una forma. Hay líneas,
ta, se innova, se sorprende. Escena sobre la que limites, trazados, muros de hormigón, señales ...
uno se pierde y da con el camino, en que espe- Pero esa rigidez es sólo aparente. Además de
ra, piensa, encuentra su refugio o su perdición, sus grietas y sus porosidades, oculta todo tipo
lucha, muere y renace infinitas veces. Ahí no de energías y flujos que oscilan por entre lo es-
hay más remedio que aceptar someterse a las table, corrientes de acción que lo sortean o lo
miradas y a las inici?-tivas imprevistas d_e los transforman. Campo de fuerza, universo de ten-
otros. Ahí se mantiene una interacció:r;i siones y distorsiones, desintegración de lo fijo
crónicamente superficial, que en cualquier mo- en una agitación casi espasmódica.
mento puede conocer desarrollos inéditos. Es- Ahora bien, ¿cómo estudiar "eso"? ¿Cómo
pacio también en que los individuos y los grupos superar la perplejidad que despierta el aspecto
definen y estructuran sus relaciones con el po- caótico de las actividades que traspasan y cons-
der, para someterse a él, pero también para in- tituyen los espacios públicos? ¿Cómo registrar
subordinarse o para ignorarlo mediante todo tipo las formalidades sociales inéditas, las improvi-
de configuraciones autoorganizadas. Todo eso saciones sobre la marcha, las reglas o códigos
en modo alguno es el resultado de una determi- reinterpretados de una forma inagotablemente
nada morfología, sino de una articulación de creativa, el amontonamiento de acontecimien-
cualidades sensibles que resultan de las opera- tos previsibles· unos, improbables los otros?
ciones prácticas y las esquematizaciones espa- ¿ Cómo sacar a flote las lógicas implícitas que
cio temporales en vivo que procuran los se agazapan bajo tal confusión, modelándola?
viandantes, sus deslizamientos, las estasis, las El trabajo en la dirección de una ciencia social
capturas momentáneas que un determinado de los espacios públicos debería reconocer en
punto puede suscitar. éstos una forma radical de espacio social, esce-
La utopía imposible que el proyectador busca_ nario y producto de lo social haciéndose a sí
establecer en la maqueta o en el plano es la de un mismo, en el que no hay objetos, sino relaciones
apaciguamiento de la multidimensionalidad y la diagramáticas entre cosas, bucles, nexos some-
inestabilidad de lo social urbano. El urbanista o tidos a un estado de excitación permanente. Una
el arquitecto viven la ilusión de un espacio que de las premisas de la tarea del antropólogo o el
está ahí esperando ser planificado, embellecí- sociólogo de las calles -entendidas como espa-
96 / Disoluciones urbanas De la ciudad concebida a la ciudad practicada / 97
cios públicos y no como meros_ canales para el que operan las potencias de lo social. Decir, afir-
tránsito-- tampoco debería ver en éstas un es- mar cualquier cosa de él, es reconocer las mar-
quema de puntos, ni un escenario vacío, ni un cas y los rasgos de un lenguaje, de un sistema
envoltorio, ni es tampoco una forma que se le de referencias que ha disuelto su espacialidad
impone a los hechos ... Son un producto social, para conformar un territorio. Por lo demás, qué
una producción. Esa premisa desactiva cual- decir del espacio urbano si ni siquiera estamos
quier pretensión de naturalidad, de inocencia, en condiciones de hablar de realidad urbana,
de trascendencia o de transparencia, puesto que por la versatilidad innumerable de los aconteci-
el espacio urbano es, casi por principio, indis- mientos que lo recorren, por su estructura
cernible. hojaldrada, por la mezcla que constantemente
Es posible leer, es cierto, una ciudad, al me- alli se registra entre continuidad y ambigüedad.
nos en cuanto estructura morfológica. ~.ero, Lugar de una sociabilidad holistica, hecha de
¿podríamos decir lo mismo de esas sociedades ocasiones, secuencias, situaciones, encuentros
que despliegan su actividad casi estocástica en y de un intercambio generalizado e intenso.
sus calles? Lo que se da a leer es siempre un El espacio urbano no es un presupuesto; algo
territorio que se supone sometido a un código. que está ahí antes de que irrumpa en él una
Es más, los territorios en que una ciudad pue- actividad humana cualquiera. Es sobre todo un
de ser dividida han sido generados y ordenados trabajo, un resultado, o, si se prefiere - y evo-
justamente para posibilitar su lectura, que es cando con ello a Henri Lefebvre y, con él, a
casi lo mismo que decir su control. El espacio Marx-, una producción. Es una apropiación,
urbano, en cambio, no puede ser leído precisa- nunca una posesión. En el espacio urbano exis-
mente porque de él poca cosa podríamos decir te, es cierto, una coherencia lógica y una cohe-
en realidad. El espacio, cuando menos en el sión práctica, pero éstas no permitirían algo
sentido en el que Simmel y luego Arendt recu- parecido a una "lectura" o a una "interpreta-
peraron de Kant, no es sino pura potencialidad, ción", a la manera de las que propiciaría la exis-
posibilidad abierta de juntar, que existe sólo y tencia de una suerte de mensaje o información,
en tanto alguien lo organice a partir de sus prác- algo que respondiera a un único código y estu-
ticas, que se genera como resultado de accio- viera en condiciones de ser reconocido como
nes específicas y que puede ser reconocido sólo "diciendo alguna cosa". En el espacio urbano
en el momento en que registra las articulado-· no existe nada parecido a una verdad por des-
nes sociales que lo posibilitan. Es, como la na- cubrir: flujo de sociabilidad dispersa, comuni-
turaleza en Marx, como el sentido en semiótica, dad difusa hecha de formas mínimas de
un mito, o más bien, un horizonte que nos huye, interconocimiento, el espacio público, ámbito en
tan sólo la materia prima inconcebible sobre la que se expresan las formas al tiempo más com-
98 / Disoluciones urbanas De la ciudad concebida a la ciudad practicada / 99
plejas, más abiertas y más efimeras de convivia- ne: 1) un soporte tiempo, esto es, decir un mo-
lidad. mento privilegiado de expresión; 2) un soporte
El viandante, aquel que practica y crea a la espacio, es decir, un lugar específico de expre-
vez el espacio urbano, lleva a.cabo un discerni- sión, que permite la ubicación yla diferencia-
miento que separa operativamente, pero sin ais- ción, una gama más o menos extensa de acti-
larlos nunca del todo, todos y cada uno de los vidades distintas; 3) una cierta densidad de
componentes. Lo hace a partir de sus planes de población, reunida sin constreñimiento, sin
acción, de sus itinerarios previstos, pero sin de- apenas formalización y sin necesariamente una
jar nunca de estar sometido a turbulencias que finalidad bien definida, y 4) una connotación
dificilmente podria haber previsto. También ese afectiva, positiva o negativa. 1
personaje es víctima de la vulnerabilidad de los Es a partir de esa definición que trabajar el
débiles acuerdos a los que va llegando con quie- espacio público en términos de ecosistema re-
nes comparten con él ese mismo espacio. La vid~ sulta del todo adecuado. El ecosistema permite
social de quienes están ahí de paso está hecha analizar las interdependencias que vinculan en-
de sobreentendidos, equívocos, malentendidos, tre sí, en un sistema específico, elementos
dobles lenguajes, consecuencia del enjambre de heterogéneos copresentes, que mantienen en-
sensaciones que le producen las inconexas tre sí relaciones funcionales que pueden recu-
verbalizaciones y los silencios de los copresentes, rrir a la cooperación automática, a la simbiosis,
las señales débiles o poderosas-pero, ¿de qué a los conflictos y las luchas, a las hibridaciones
exactamente?- que emiten los cuerpos. A esos o simplemente a una indiferencia que es siem-
espacios, colonizados constantemente por todo pre una forma de pacto de resultados no menos
tipo de estímulos, los arquitectos Ábalos y He- prácticos.
rreros los han llamado áreas de impunidad, lu- Durkheim -con su énfasis en la materiali-
gares en que llegan a cuajar "las prácticas de dad determinante de los ambientes en la vida
una nueva sociedad.civil", y en las que se desa- social-, Halbwachs -relación entre espacio y
rrolla lo que los mismos autores llaman espa- morfología social-y, por supuesto, la Escuela
cios vectoriales, esto es, instalaciones mediante de Chicago y su ecología urbana, ya advirtieron
las que los sujetos sociales contemporáneos de la importancia de estudiar cómo es que se
perciben, se ubican y usan espacios inestables _ producen los equilibrios inestables -por em-
y generan una topología tangente, potencial,
fronteriza.
El espacio público debería considerarse en tér-
minos de ambiente, entendiendo por tal una 1 L. Voye y J. Rémy, "Scénarios de vie sociale. Analyse
modalidad transitoria de vida social que supo- des effets de milieu au centre ville", Recherches Soeio-
logiques, 6 (3), 1975, pp. 294-320.
100 / Disoluciones urbanas De la ciudad concebida a la ciudad practicada / 1O1
Ahora bien, el espacio, el tiempo y la energía Lo heterológico, entonces, consiste en que las
tomados de forma aislada no son nada, sólo codificaciones nacen y se desvanecen constan-
abstracciones. Su sentido y su valor surgen temente en una tarea innumerable. Lo que lue-
cuando una actividad los reúne y los vivifica, go queda no son sino restos queyano responden
cuando se conjuran para provocar esos mismos a nada, vestigios de una sociabilidad naufraga-
acontecimientos que los provocan. En todos los da constantemente, nacida para morir al poco,
casos hay un factor que no puede faltar: el cuer- y para dejar sus restos amontonándose en una
po humano, ese eje cuya gestualidad funda el vida cotidiana hecha toda ella de pieles muda-
espacio, cataliza el tiempo y canaliza la ener- das y de huellas. Alrededor del viandante sólo
gía. Cabeza, tronco, extremidades y todo cuan- está el tiempo y sus despojos. Metáforas que ya
to pudiera servirles de prótesis, de herramienta no significan nada, pero que quedan ahí, evo-
o de referente simbólico, las cosas que los pro- cando para siempre su sentido olvidado.
longan en el plano empírico o imaginario. Es- Es esa pluralidad infinita de los códigos que
pacio, tiempo, energía, cuerpo ... , ballet de se entrecruzan en la calle, la multiplicación in-
figuras imprevisibles, en una ciudad hecha sólo finita de las prácticas moleculares que tienen
de superficies recorridas. lugar en su seno, lo que requeriría modelos de
El tránsito, siempre conflictivo, siempre frá- formalización capaces de constatar y someter a
gil, de lo privado a lo público como una expe- análisis la constante aparición y desaparición
riencia social fundamental, la vivencia de la de códigos y decodificaciones efimeras. Los es-
relación entre desconocidos totales o relativos pacios públicos son dinámicos y, por esa mis-
que optan por continuar siéndolo como una for- ma naturaleza inestable, registran un flujo
ma elemental de estructura social cuyos princi- organizado e identificable.
pios de organización han de ser develados. Ese Existe, en el caso de los caminantes que em-
espacio, en el que la relación pública se esta- plean una misma vía, una progresión que gene-
blece, no es propiamente un sitio, sino una po- ra una auténtica formación natural, unidades
sibilidad espacial realizada, un espacio potencial o construcciones sociales efimeras que podrían
que existe en tanto diferentes seres humanos ser pensadas como accidentes naturales: co-
se abandonan en él y a él, para la escenificación rrientes, canales, remolinos, islas, estancamien-
de su voluntad de establecer una relación, ya tos, torbellinos, obstáculos para la navegación ...
sea ésta mínima o -como ocurre a veces- in- Es decir, colas, fluideces, corrillos ... , coreogra-
tensa. Ese espacio puede ser negado por la in- fias que son a su vez auténticos estados de or-
tervención de personas que lo privatizan y hacen den organizados naturalmente y que se ven
imposible su accesibilidad y su uso, haciendo sometidos a una ciertas reglas de economía, un
imposible o dificil su interacción con otros. código de circulación que se corresponde -en
1 04 / Disoluciones urbanas De la ciudad concebida a la ciudad practicada / 105
términos etnometodológi.cos- más con una re- nado orden social. Ese orden social local obser-
gla preferencial -basada en criterios de vable está hecho de conductas relativamente
aceptabilidad mutua- que con una regla consti- pronosticables, que resultan comprensibles, o
tutiva, o fundada en instrucciones incontroverti- cuanto menos intuibles, para quienes los cons-
bles. Ese código de circulación, en tanto que regla tituyen momentáneamente y que el analista debe
preferencial, opera a fin de organizar una direc- considerar como fenómenos integrados y
ción en los fluidos de personas que transitan por reconocibles, modelos etnográficos minimalistas
el espacio público. susceptibles de ser estudiados, en principio ru-
El espacio es considerado como un recurso tinarios, triviales, no conflictivos, pero que pue-
valioso, en el que los concurrentes buscan y den conocer -y conocen constantemente-- todo
encuentran un lugar que consideran provisio- tipo de impugnaciones, reajustes traumáticos,
nalmente propio. El espacio público está d,ivi- transgresiones y reclamaciones, en que nunca
dido en tantos espacios privados como con- se pierde de vista el fin último de la mutua
currentes hay presentes. El espacio público es aceptabilidad y el requisito elemental de una
lugar de prácticas y de saberes específicos y mínima inteligibilidad escénica.
requiere el conocimiento del sistema en vigor
que lo rige.
La preocupación de los participantes por pre-
servar su espacio público obliga a constantes
ajustes y reajustes. Ese espacio hecho de puras
disponibilidades, recorrido por todo tipo de po-
tencias, no es una substancia espacial, ni una
propiedad abstracta o concreta de los sitios, sino
que es una organización singular de la coexis-
tencia que emana de una especie de medio am-
biente comportamental. No es un texto, sino una
textura. No es un objeto conceptual, sino una
infraestructura práctica en que se desarrollan
una multitud de actividades moleculares, que
van del conflicto a la ironía.
Es a partir de ciertas operaciones, de ciertos
procedimientos, de ciertas acciones y relacio-
nes -y no de ningún discurso o descripción-
que surge, en ese espacio público, un determi-
Segunda parte
Disoluciones
4
Tránsitos. Espacio
público, masas corpóreas
1. La calle y el cuerpo
una posibilidad de reducir cualquiera de ellos birlo como objeto sin sujeto, precisamente por-
al uso eficiente de las manos, del rostro, del tron- que se ubica en un contexto -la calle- al que
co, de los pies, de la cabeza, del abdomen, de la se contempla como una máquina despojada de
voz, del olor, y siempre por medio de los gestos, espíritu, un engranaje al que se ha privado de
de las manipulaciones, de los mohines, de las alma, un artefacto que, carente de consciencia
miradas ... El espacio existe por una vivencia y ni privada ni compartida, es sólo el trabajo que
una percepción que son siempre corporales. realiza: la ciudad misma.
El cuerpo es acaso la gran víctima de esa ra- El papel central del cuerpo en la actividad de
dical e irrevocable división que la teología pro- los espacios públicos urbanos invoca de mane-
testante y la lógica cartesiana impusieron entre ra automática el referente formal de la danza.
un interior enaltecido, convertido en el ámbito Nada casual, puesto que el cuerpo y lo urbano
natural de lo inefable y verdadero, y un exterior siempre están, como suele decirse, en danza,
ca.da vez más desacreditado, asociado a· la co- es decir, en estado de agitación permanente,
rrupción de la criatura y a todas las formas incluso de forma larvada cuando su actitud es
concebibles de impostura. El cuerpo ha visto la del reposo o la inmovilidad. El cuerpo del tran-
reducida su función a la de vehículo sustantivo seúnte -cuerpo sin sujeto, cuerpo sólo secuen-
de la subjetividad y, como recordaba Elisabeth cia de actos- consiste en una sucesión· de
Grosz, 1 no se ha reconocido la posibilidad de descargas de energía sobre espacios dispares
que el cuerpo no sea en realidad el resultado que se suceden en tiempos más bien breves;
sino la fuente misma de esa subjetividad, el lu- nudo de conexiones -siempre laterales y preca-
gar sobre cuya superficie un orden socio-espa- rias con otros cuerpos con los que se cruza o
cial determinado inscribe sus demandas y junto a los que camina. Recuérdese como Jane
materializa sus discursos. Desde ese punto de Jacobs·, en esaobramaestraque es Vida y muer-
vista, el cuerpo es un sistema de disponibilida- te de las grandes ciudades, no encontraba otra
des -carnales, musculares, nerviosas; orgáni- imagen mejor para describir la fluidez incesan-
cas- disciplinadas y adiestradas por y desde te de los espacios públicos, un "intrincado ba-
los discursos culturales hegemónicos. El lugar llet en que los bailarines solistas y los conjuntos
asignado al cuerpo por las nuevas coordenadas tienen papeles específicos que se refuerzan mi-
del espacio público moderno pasan por canee- lagrosamente entre sí y componen un todo or-
denado" .2 Desde la teoría coreográfica, Merce
-- ---- - ----- - --- --
1 E. Grosz, "Cossos-ciutats", en B. Colomina, ed.,
Sexualitat i espai. El disseny de la intimitat, Barcelo- 2 J. Jacobs, Vida y muerte de las grandes ciudades,
na, Edicions UPC, 1997, pp. 154-164. Barcelona, Península, 1977, p. 446.
112 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 113
Cunningham nos dice, en un sentido parecido: conocidos absolutos o parciales y en la que todo
"Cuando estamos en la calle vemos más de una parece depender de elocuencias superficiales,
cosa y esas cosas cambian constantemente la no en el sentido de triviales, sino en tanto actos
dirección de nuestra mirada. Elmundo está al- que tienen lugar en las superficies, que funcio-
rededor y no sólo delante". Comentado esta apre- nan por deslizamientos, que extraen el máximo
ciación, Isaac Joseph hace notar que esa es, en provecho de los accidentes del terreno, que bus-
definitiva, cuestión central para la danza - can y crean los pliegues y las arrugas, que des-
"cómo pasar de una posición a otra"-1 la que mienten toda univocidad en la piel de lo social.
nos da a pensar el espacio público no sólo como En otro sitio hacíamos notar cómo esa reduc-
espacio abstracto de deliberación intersubjetiva, ción a lo corpóreo -si es que se trata de una
"sino como espacio del movimiento de la con- reducción y no de una exaltación-, era la que
gregación, de la dispersión y del paso". 3 _- ubicaba cualquier trabajo sobre la actividad de
La danza es ese tipo de creación artística que los interactuantes en el espacio público, empe-
se basa en el aprovechamiento al máximo de zando por la actividad locomotriz de los sim-
las posibilidades expresivas del cuerpo, ejercien- ples viandantes, en el terreno de los estudios
do su energía sobre un tiempo y un espacio que sobre las técnicas del trance. 4 Ello no debería
podría parecer que ya estaban ahí antes de· la ser sino obvio, puesto que tránsito es un térmi-
acción humana, pero que en realidad es ésta la no que acepta por lo menos dos acepciones: si-
que emana. El baile lleva hasta las últimas con- nónimo de éxtasis y labor de cambiar de sitio o
secuencias la somatización por el actor social devenir flujo. Tanto en un caso como en otro, el
de sus iniciativas, la comprensión en términos tránsito se asocia a una dislocación, una nega-
corporales de la interacción que mantiene con ción del lugar-territorio en favor de un lugar-
su medio espacial, con las. cosas que le rodean movimiento. Pero sobre todo, se habla de una
y con los demás humanos, la interpelación inin- actividad que coloca al cuerpo a secas, al cuer-
terrumpida entre persona y mundo. El cuerpo- po al pie de la letra, en el centro de todo análi-
energía-tiempo del danzante expresa todas sus sis, básicamente porque el transeúnte, como el
posibilidades en una actividad cotidiana en poseso, el místico o el chamán, tiene sólo su
marcos urbanos en que las palabras suelen va- cuerpo y es su cuerpo lo único que en última
ler relativamente poco en la relación .entre des- instancia le puede servir. Cada cual -privado
del recurso mítico a la inmanencia de un yo que
permanece, a una ilusión de subjetividad- no en efecto, no posee nada. O, mejor dicho: posee
es sino su silueta. La calle es, por definición, tan solo su propio cuerpo. Es su cuerpo. Sin
un espacio mediúmico, en tanto sirve para todo identidad específica -salvo la insinuada, la si-
tipo de transbordos y transmutaciones, en tan- mulada, la involuntariamente delatada en los
to en él los mundos se sobreponen y se confun- deslices y en los fallos-, sin ese interior que
den, en tanto en él uno puede ir saltando de oculta o disimula, el animal público sólo puede
universo en universo. No en vano Isaac Joseph ser lo que hace su cuerpo y lo que le pasa a su
describía el espacio público como el espacio de cuerpo. En ese ámbito, el actor social no es,
los sonámbulos y los insomnes: vacilaciones, ex- puesto que no puede ser resumido en una sola
cedentes de sociabilidad, restos de naufragio ... identidad substantiva; ni siquiera podríamos
El transeúnte, en efecto, siempre at~nto, en si- decir de él que está, puesto que no es un esta-
tuación de vigilia perpetua, es un "ser del ~e- do. El actor social sucede, su devenir corres-
ra", su reino es el de "lo que se escapapermarien- ponde al reino del acontecer.
temente".5 Los viandantes, los actores de la vida públi-
El personaje de lo público, siempre de un ca, aquellos a los que Simmel llamaba masas
modo u otro cultural y socialmente <lesa.filiado, corpóreas o Goffman, unidades vehiculares, en-
dimite también de ese cuerpo que ahora, en la cuentran, en los espacios abiertos a la inte-
calle, en ese espacio de la desterritorialización racción, la posibilidad de ser poseídos, de
y reterritorialización generalizadas y constan- practicar lo que Métraux llamaba comedia ritual
tes, es un puro fluido, algo que transcurre. Al y Leiris teatro vivido, para referirse respectiva-
transeúnte se le podría definir en los mismos mente a las ceremonias del vudú haitiano y a
términos que le servían a Fernando Giobellina los cultos zár etíopes. 7
para ubicar a los protagonistas de los ritos de Métraux y Leiris reconocieron en los éxtasis
posesión, para los cuales el éxtasis indicaba un de posesión un juego basculante entre estalli-
lugar social en que los "ocupantes no tienen otra dos de franqueza -agresividad que solía estar
cosa más que su cuerpo para entender él mun- motivada por rencores ocultos- y puro teatro,
do y para quienes el mundo es poco más que su que a veces podrían ser fenómenos de histeria,
cuerpo". 6 El transeúnte, como el danzante, como pero que las más de las veces parecían actos
el poseído, como el iniciado en los ritos de paso,
5 I. Joseph, El transeúnte y el espado urbano, Barcelona, 7 M. Leiris, La possession et ses aspects théatraux chez
Gedisa, 1988, pp. 13-18. les Ethiopiens de Gondar, Fata Morgana, París, 1989,
6 F. Giobellina, "'El cuerpo sagrado", Revista Española y A. Métraux, Le vaudou haitien, París, Gallimard,
de Investigaciones Sociológicas, (34), 1979, p. 190. 1989.
116 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 117
perfi.cie, en el camino de la constitución de una implica que los interactuantes se ignoren. Al con-
semiótica pragmática, o de la praxis, o, si se trario, la desatención cortés es una forma de so-
prefiere, de las estrategias, una semiótica que ciabilidad, una forma de organizar la copresencia
sentara las estructuras y las condiciones ele- que en los espacios públicos alcanza el rango
mentales de la interacción en general. 11 de auténtica institución. En estos casos, los pre-
Hablar de "otro" -en este contexto cuyos re- supuestos de inferencia para la acción adecua-
ferentes metafóricos hemos propuesto que sean da no sólo no requieren que el otro se presente
las técnicas corporales comunes del trance y la -salga de su anonimato--, sino que pueden dar
danza-, es del todo estéril, puesto que cada por descontada una cierta indeterminación de
cuerpo es considerado naturalmente como un su estatus social, de sus pensamientos, de sus
otro en condiciones de pasar permanentemente sentimientos, de su género, de su ideología o de
de la atención no focalizada a la focalizada, ge su religión. Es decir, el interac-tuante puede ob-
"llamar la atención", de cambiar el estatus de tener la posibilidad de ser tomado por lo que
no persona por el de persona-empleando esos parece, es decir, por las semantizaciones de las
valores indiferentemente en el sentido que le que su cuerpo, y sólo su cuerpo, es soporte;
otorga Goffman o Benveniste--, para, de ahí, Es ahí que cobra valor la metáfora del baile,
convertirse en socio activo o adversario .en el puesto que en ella los ejecutores se dedican a
acto comunicativo, protagonista al que la pro- desplegar ademanes a través de los cuales, pres-
pia acción llama a demostrar sus competencias cindiendo las más de las veces de la verbalización
modales, su capacidad de manipulación del o reduciéndola al mínimo, negocian y renegocian
contexto en función de no importa qué proyec- gestualmente su orden de relaciones con el es-
to, su habilidad a la hora de elaborar sus roles cenario, con los objetos y los accidentes que lo
temáticos concretos o inclinar a su favor aque- caracterizan y con los otros danzantes a los que
llos que la propia acción o una estructura so- se empeña en hacer hacer, luego de haber lo-
cial o cultural preexistente le han asignado. grado hacerles creer. Es el bailarín, como me-
La copresencia en espacios públicos puede táfora idónea del interactuante en situaciones
ser relacional, pero también infra-relacional; de tránsito, quien mejor entiende en qué con-
activa, pero no menos in:fra-activa. Lo que no sistiría esa semiótica de las situaciones secuen-
ciadas de la que se está hablando, puesto que
toda su acción no consiste sino en semiotizar
el contexto que crean, en que crean y en que
11 Cfr. E. Landowski, en"Algunas condiciones semióticas se crean, es decir, en semiotizar ese mismo es-
de la interacción", en: G. HernándezAguilar, ed., Sen-
tido y significación, Tlahuapan, Premia, 1987, pp.
pacio y tiempo que somatizan. Nada que ver
110-118. con la sinceridad -aunque sí con las condicio-
120 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 121
nes de sinceridad de las que habla Austin-, taneidad- en sus gestos, y lo hacen siguiendo
puesto que tanto da que quien firme el contrato un acuerdo automático con los demás, con quie-
sea quien es o lo que parezca, él mismo o su nes se interseccionan en formas sociales que
simulacro. empiezan y suelen acabar ahí mismo, instantes
La unidad fundamental del análisis microso- después, a veces sólo en fracciones de segun-
ciológico son los avatares de la vida pública, do. Con ello se cumple el principio de la cinésica,
entendida ésta como el conjunto de agregaciones según el cual "los seres humanos llevan a cabo
casuales, espontáneas, el mezclarse durante y en todo momento ajustes por razón de la pre-
por causa de las actividades ordinarias, las sencia y la actividad de otros seres humanos", 12
unidades que se forman, surgen y se diluyen ajustes en los que en realidad el intercambio
continuamente, siguiendo el ritmo y el flujo de verbal juega un papel relativamente importante
otras acciones, lo que causa una trama inmen,,. a la hora de orientar y dar sentido a las cade-
sa de interacciones. nas de acción, a los procesos comunicativos y a
Se trata de una perspectiva capaz de describir los controles intencionales, puesto que existen
y analizar lo que Goffrnan llamaba una historia variables que dependen mucho más de
natural de las ocasiones sociales. Su objeto de paralenguajes que emplean el cuerpo como so-
estudio no dejará de evocar las figuras de los porte básico.
bailarines sobre la pista, puesto que son las re- Toda la tradición cinésica y proxémica, parte
glas conscientes, pero sobre todo inconscientes, de esa unidad de análisis a la que se da el nom-
que las personas obedecen al mezclarse con los bre de quino. El quino es una abstracción del
demás, esos niveles normativos que se entrecru- campo de comportamiento, producido por un
zan y se interponen, traspasan--o, cuanto me- miembro de un grupo social que otro miembro
nos, pueden o deberían intentar traspasar- del misnio grupo está en condiciones de reco-
distinciones sociales más tradicionales, como son nocer como significativo, en tanto mantiene re-
las instituciones primarias. Como todo el que se laciones de oposición o de complementariedad
hace presente en la pista sabe, conocer estas con otros quinos. A esa unidad de ensamblaje
normas es indispensable para poder interactuar de varios quinos se le llama quinomorfema.
de forma apropiada a las circunstancias y a los Una postura es una pauta de comportamien-
contextos. to total del cuerpo que se mantiene en el tiempo
Por medio de sus cuerpos, el transeúnte y el y se contrapone a otras posturas diferentes. La
practicante de la vida pública en general traba-
jan constantemente la temporalidad-sucesión,
cadencia, articulación, encadenamiento de mo-
vimientos-y la espacialidad-sincronía, simul- 12 R L. Birdwhistell, El lenguaje de la expresión corporal,
Barcelona, Gustavo Gili, 1979, p. 43.
122 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 123
postura incluye la posición -relativa al lugar envites y acciones reglamentadas, muchas ve-
ocupado en el espacio--, la locomoción -rela- ces sin tener consciencia de ellas. Se trata de lo
tiva al desplazamiento del cuerpo a través del que, en Relaciones de público, Goffman llama
espacio--, y la velocidad. move (movida o movimientos). Se trata del sa-
El modelo de referencia siempre es etológico, ber comportarse. No tener una perspectiva clara
sin que eso implique biologización de la con- de qué es lo que corresponde hacer frente a cada
ducta humana, sino énfasis en la importancia situación o contexto implica la posibilidad de
funcional del sistema social. ser sancionado. El encuentro de los bailarines
El término encuentro sirve para abarcar la si- se asemeja a lo que Goffman llama ocasión so-
tuación comunicativa inmediatamente anterior cial, "acontecimiento que se contempla antes o
a una interacción. La realización, los términos, después como una unidad, un evento que su-
la duración, etc., de la interacción dependerál:;t cede en un tiempo y un lugar específicos y que
entonces de la naturaleza de los sistemas dicta el tono para aquello que sucede en su in-
comunicativos que muestren los participantes terior y durante su desarrollo". También lo que
en el encuentro. Un encuentro se convierte en el lenguaje interaccionista presenta como situa-
interacción cuando los participantes se convier- ción social, "cualquier ambiente determinado por
ten en comunicantes. la posibilidad de un control recíproco tal que
En toda interacción interviene, en primer lu- pueda prolongarse todo el tiempo que dos o más
gar, la base corporal, que es la imagen básica de sujetos se encuentran en inmediata presencia
los demás miembros del grupo social que debe fisica el uno del otro y que se extiende a todo el
interiorizar el miembro del grupo en el proceso espacio en el cual semejante control es posi-
de socialización. La base corporal es la linea cero ble". Es en ese marco --el que propician las oca-
que todo comunicante debe haber interiorizado siones y las situaciones sociales- donde se va
con el objeto de reconocer el sentido de los men.:. a desarrollar un duelo en que cada cual va a
sajes que recibe del conjunto corporal. A su vez, tratar de proyectar y mantener una imagen de
para la cinésica, el conjunto corporal son las de- sí mismo y donde el otro se pasa el tiempo com-
rivaciones modales con respecto a la pauta de probando en cada movimiento el sentido de la
expectativas de un miembro, que sirve para me- acción de los demás, un microsistema que se
dir las cualidades corporales o las- señales . forma y se diluye rápidamente y en cuyo seno
situacionales fundamentales en toda interacción: los participantes luchan para definir la reali-
las variables que se introducen en la escena con- dad de esa misma microsociedad acabada de
creta de cada interacción. nacer.
Cada vez que estamos en presencia de alguien, Lo que sucede en la pista de baile también se
damos lugar a comportamientos, jugadas, adecua a lo que la tipología gqffmaniana llama
124 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 125
encuentro social, "ocasión de interacción cara-- sus reglas. En todos los casos, no nos hemos
a-cara que comienza cuando los sujetos se dan apartado del protagonismo absoluto del sopor-
cuenta de que han entrado en la presencia in- te corporal. No hay situación, ni ocasión, ni opor-
mediata de otros y que acaba cuando captan tunidad, sin cuerpo o sin cuerpos, puesto que
que han salido de esa situación de participa- todas esas expresiones designan, como nos re-
ción recíproca". El encuentro, como se sabe, se cordaba Leroi-Gourhan, "el tiempo y el espacio
identifica en Goffman con la interacción: percibidos corporalmente" .14
Eso por lo que hace a la interacción. En cuanto
La interacción --en el sentido de la interacción cara
a la actividad de los individuos solitarios en
a cara- puede ser definida, en términos generales,
público, tampoco se escapa a las posibilidades
como la influencia recíproca de un indiyiduo sobre
las acciones del otro cuando se encuentran ambos
descriptivas de la analogía coreográfica. Los
en presencia física inmediata. Unn. interacción pué~ usos del espacio público por los simples vian-
de ser definida como la interacción total que tiene dantes implican la aplicación de una energía
lugar en cualquier ocasión en que un conjunto dado temporal en el espacio, es decir, una sucesión
de individuos se encuentra en presencia mutua diacrónica de puntos recorridos, y no la figura
continua. El término encuentro· serviría para los que esos puntos forman sobre un lugar supuesto
mismos fines. 13 como sincrónico. Una serie espacial de puntos
es sustituida por una articulación temporal de
Ocasiones, situaciones, encuentros ... , esas lugares. Donde había un gráfico, ahora hay una
son las unidades de análisis del interaccionismo. operación, un pasaje, un tránsito.
En todos los casos se habla de formas sociales La actividad de los danzantes expresa inme-
basadas en la obligación de los copresentes en jorablemente la labor de apropiación a que el
hacerse mutuamente accesibles. Lo que distin- usuario de espacios públicos se abandona. Re-
gue la interacción de la simple copresencia fisf- cuérdese que la apropiación es, según Marx, algo
ca de la interacción, es el hecho de que en esta muy distinto de la propiedad. Es más, es su
última se establece el umbral mínimo de un contrario. Lo apropiado es lo que se pone al ser-
núcleo social, la posibilidad recíprocamente vicio de las necesidades humanas, lo que es
concedida y reconocida de dar vida a, de hacer propio, adecuado. No es casual que Lefebvre
nacer, una organización social mínima. La evoque el ejemplo del sexo para dar a entender
interacción se fundamenta en la apertura de los esa invocación a la noción marxista de apropia-
sujetos a la comunicación y a la asunción de
ción, puesto que el cuerpo amante no coloniza Leroi-Gourhan lo entendió bien cuando ha-
ni invade el cuerpo amado, sino que se apropia cía notar que
de él, en tanto que obtiene de él sensaciones
que devuelve. 15 si la percepción del carácter fugitivo del tiempo y
La noción marxista de apropiación, retomada del movimiento ha invadido el pensamiento del hom-
como se sabe más tarde por Lefebvre, se parece bre, es porque la vida en la tierra se encuentra en
a la que Leibnitz sugiere de ocupación. Y¿ qué es la intersección del tiempo y del espacio[ ... ] Sin em-
lo que ocupa un espacio, sino un cuerpo? No un bargo, las imágenes del tiempo y del espacio se re-
cuerpo abstracto, la corporeidad como concep- nuevan cuando nace en la humanidad la posibili-
dad de volver a vivir uno y otro diciendo: "estaba a
to, sino un cuerpo especifico, concreto, definido,
orillas de un río", "está donde nosotros", "mañana
ese cuerpo que gesticula y, haciéndolo, señala, estará en el bosque" .17
se dirige, puntúa, rodea, c!a vueltas sobre sí mil;?-
mo o sobre otros cuerpos u objetos,jalona. Cuer- He ahí, ínmejorablemente expresado, ese
po que está en el espacio, que tiene ante sí y a su cuerpo que proclama un sitio, un punto· geo-
alrededor, una objetividad, que se constituye en gráfico, un lugar en que está y del que se apro-
epicentro de ese espacio, núcleo desde el que pia, aunque no lo posea ni lo domine. Pero
parten radios que definen a su vez alrededores, también cuerpo que actúa a través del espacio,
que reconoce contornos, que instaura periferias que lo atraviesa, lo organiza a través de sus sen-
cada vez más lejanas, cuerpo que busca con la tidos, que lo somete a planes y a estrategias, un
mirada o a tientas y a veces encuentra. cuerpo mediúmico que se deja atrapar y trans-
Nos encontramos aquí el marco generador y portar por fuerzas que proceden de su entorno
generado en que da lo que la semiótica de histórico, social, emotivo, sensitivo, que nota
Greimas llamaría desembragues, operaciones todas las presencias y las ausencias, suscepti-
mediante las que una cierta estructura se tradu:. ble a los flujos que lo influyen.
ce en acto, se manifiesta, se convierte en enun- Cuerpo complicado en una suite de situacio-
ciado, inaugura un yo-aquí-ahora, aprovecha al nes, de emparejamientos efimeros, de figuras
máximo las categorías paradigmáticas de perso- de ballet. Cuerpo que se pasa el tiempo mirán-
na, espacio y tiempo para postular todas las va- dose en los espejos que le prestan los otros cuer-
riables posibles de no yo-no ahora-no .aquí. 16 pos, al mismo tiempo su reflejo y su sombra.
Cuerpo provocador y provocado, cuerpo que
desencadena cadenas de reacciones, entre ellas,
15 H. Lefebvre, Laproduction de tespace, Paris, Anthro-
pos, 1971, p. 193.
16 A. J. GreimasyJ. Courtés, Semiótica, Madrid, Gredos,
1982, p. 113. 17 Leroi~Gourhan, op. cit., p. 282.
128 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 129
¿por qué no?, la indiferencia. Cuerpo espacial, La ocupación del espacio es, entonces, des-
puesto que es producto del espacio y productor pliegue del cuerpo en movimiento. Cada cuerpo
de espacio, determinado por él y determinante es un espacio y tiene un espacio, espacio para la
de él. Ese cuerpo genera oposiciones. y parale- relación y para el movimiento. El cuerpo genera
los, simetrías y rupturas, está hecho de reci- simetrías, se impone como un eje que establece
procidades con las cosas y con los otros cuerpos, a partir suyo una izquierda y una derecha, un
que se refleja en los cambios que suscita y re- arriba y una abajo, un aquí y un allí, lo que está
sulta de ellos. Toda perspectiva interaccional se y lo que no está, un ahora, un antes y un des-
funda en ese principio de la corporeidad como pués. El cuerpo deviene entonces sus propieda-
el elemento central de y para la comunicación. des más matemáticas: aplicaciones, funciones,
El cuerpo interviene como la fuente y el destino operaciones, transformaciones ... sobre o con re-
de toda iniciativa, como el marco en que se re.::- lación a algo o alguien que está delante o detrás,
gistran y se emiten las impresiones y como la lejos o cerca, antes o después de mi cuerpo.
superficie bajo la que se intuyen los proyectos y
las intenciones. El 'otro' está ahí~ delante de Ego (cuerpo ante otro
La ocupación del espacio no implica que el cuerpo). Impenetrable, salvo para la violencia o para
espacio sea un contenedor vacío que espere la el amor. Objeto de dispensa de energía, de agresión
irrupción en él de un cuerpo. Es el cuerpo el o de deseo. Pero lo externo es también interno, en
que hace el espacio que ocupa. Es la acción tanto que "el otro" es también cuerpo, carne vulne-
corporal, la energía corporal, la que desprende rable, simetría accesible. 18
su propia territorialidad efimera, parecida a la
que en el lenguaje taurino se da en llamar terre- Estar ahora cerca, pero más tarde lejos; pre-
nos del toro y del torero, imagen que evoca uno
sentarme en este momento, aquí, donde hace un
de los postulados de la proxemia, según el cual; momento no estaba y no había nadie o había
en el espacio público, la territorialización viene otro u otra; estar, luego no estar. El cuerpo como
dada ante todo por las negociaciones que las la calle, no cristaliza jamás, no puede detenerse,
personas establecen a propósito de cuál es su no descansa, ni duerme ... Sólo gesticula.
territorio y cuáles son sus límites, a partir de un
espacio personal e informal que acompaña a todo 2. Ritmo, cultura y sociedad
individuo allá donde va y que se expande. y se
contrae en función del tipo de encuentro, la rela- Henri Lefebvre percibió en su momento, con una
ción con las personas con las que se intercomu- claridad inmejorable, la importancia del cuerpo
nica y su ininterrumpida búsqueda de un equi-
librio entre aproximación y evitamiento.
18 Lefebvre, Laproduction de l'espace, op. cit., p. 215.
130 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 131
en la creación y mantenimiento de una trama cede, que reinicia una y otra vez el proceso, con
social cualquiera, por simple que pudiera anto- todas sus modificaciones, con su multiplicidad,
jarse. Esa inquietud se tradujo en la concep- con su pluralidad. Como Leroi-Gourhan, como
ción del ritmoanálisis como metodología para el Goffman y como Hall, Lefebvre parte de la con-
estudio del espacio social. El ritmoanálisis fue dición inmanentemente rítmica de cualquier
una propuesta de estudio de los grandes rit- forma de vida animada y, a la vez, de la inflexión
mos, al mismo tiempo interiores y sociales, ob- rítmica que los seres humanos imprimen a to-
jetivos y subjetivos, cósmicos y culturales, que das sus prácticas espacio-temporales. Lefebvre
acompasaban la vida cotidiana, pero también describía así ese principio:
de aquellos otros ritmos menores que la atrave-
saban, la agitaban. Se proponía estudiar las La capacidad inventiva del cuerpo no hay que
regularidades cíclicas -ondulaciones,.vibracto-' demostrarla: la muestra, la despliega en el espacio.
nes, retornos, rotaciones- y las interferendas Los ritmos, múltiples, se interpenetran. En el cuer-
o interacciones que sobre éstas ejercían ciertas po y a su alrededor, como en la superficie de un
linealidades, hechos particulares que irrumpían agua, como en la masa de un fluido, los ritmos se
en lo cíclico, punteándolo, interrumpiéndolo. cruzan y se entrecruzan, se superponen, ligados al
Ritmo, entendido como repetición en un movi- espacio. No dejan fuera de ellos ni los impulsos ele-
miento diferencial y cualificado, en el que se mentales, ni las energías, ya sean repartidas en el
interior del cuerpo o en su superficie, ya sean "nor-
aprecia un contraste regular entre tiempos lar-
males" o "excesivas", réplica ante una acción exte-
gos y breves, en el que se incluyen altos, silen- rior o explosiva. Estos ritmos tienen relación con
cios, huecos, intervalos, o, por emplear el símil las necesidades, dispersas en tendencias o concen-
musical, alturas, frecuencias, vibraciones. tradas en deseo. ¿Cómo enumerarlos? Algunos se
Esta reproducción mecánica se ejecuta repro- con·statan inmediatamente: la respiración, el cora-
duciendo el instante que lo precede, reiniciando zón, la sed y el hambre, el sueño. Otros se disimu-
una y otra vez el proceso, con todas sus modifi- lan, las del sexo, de la fecundidad, de la vida social,
caciones, con su multiplicidad, con su plurali- del pensamiento. Unos permanecen en la superfi-
dad. Sucesiones temporales de elementos bien cie, los otros surgen de profundidades ocultas.
marcados, acentuados, contrastados, mante- El ritmoanálisis desarrollaría el análisis concreto
niendo entre sí una relación de oposición. Rit- y quizás el uso (la apropiación) de los ritmos ... Más
mo, también como movimiento de conjunto que concreto, más eficaz, más próximo a una pedagogía
de la apropiación (del cuerpo, de la práctica espa-
arrastra consigo todos eso_s elementos. El ritmo
cial). Aplicaría al cuerpo viviente y a sus relaciones
es, entonces, una construcción general del tiem- externas-internas los principios y las leyes de una
po, del movimiento, del devenir, reproducción ritmología general. Este conocimiento tendría como
mecánica que reproduce el instante que lo pre- campo privilegiado y terreno experimental la danza
132 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio públi.co, masas corpóreas / 133
y la música, las "células rítmicas", sus efectos. En les y poéticas que protagonizan los simples pa-
los ritmos, las repeticiones y redundancias, las si- seantes, un trabajo que lleva, a una suerte de
metrías y asimetrías, interactuando de manera
pentagrama, las calidades práctico-sensibles de
irreductible a las determinaciones recortadas y fi-
jadas por el pensamiento análítico. El cuerpo
los escenarios de la vida cotidiana. 20
polirrítmico no se deja comprender ni apropiar sino El paseante y el místico comparten una expe-
con ciertas condiciones. Los ritmos difieren por las riencia que sólo puede ser concebida musical-
amplitudes, las energías desplegadas y vehiculadas, mente, es decir, en términos de periodicidades
las frecuencias. Transportan y reproducen esas di- armónicas y de sucesión regular de gestos. Por
ferencias, en la intensidad, la fuerza de la espera, ello su parentesco lejano con el espíritu
de la tensión, de la acción, todas cruzándose en el dionisiaco que Nietzsche irlstalará en el naci-
cuerpo como las ondas en el "éter". 19 miento mismo de la tragedia. Como Certeau nos
supo mostrar irlmejorablemente, el transeúnte
La alusión a la música tampoco es arbitraria. poetiza el espacio por el que discurre, y acaso
La presencia de una melodía oculta o un bajo pueda hacerlo porque ejerce de manera auto-
continuo en el substrato de las motricidades co- mática esa capacidad que Nietszche atribuía al
tidianas ha sido ya sugerida para sustentar la poeta, y que no era sirio "tener la capacidad de
posibilidad de un estudio coreográfico de los usos estar viendo constantemente un juego viviente
del espacio urbano, que consiste en tratar de y de vivir rodeado de continuo por muchedum-
distinguir, entre la delirante actividad de hormi- bres de espíritu". En eso consiste el ditirambo
guero de las calles y de las plazas, la escritura a permanentemente activado de las calles, pues-
mano microscópica, desarrollo discursivo no to que "lo que está ante nosotros es una comu-
menos secreto, en murmullo, que enuncian ca- nidad de actores irlconscientes, que se ven unos
minando los transeúntes, cuyas actividades a otros como transformados". 21
motrices son variaciones sobre una misma La música permite regresar así a la asimila-
pulsión rítmica de base. No es casual que fuera ción entre el tránsito místico y el cotidiano. La
un musicólogo el autor de una monografia pio- experiencia sensible del espacio público sólo
nera en el estudio de las retóricas caminatori.as, puede ser pensada musicalmente. Vimos y vol-
es decir, de la manera como las trayectorias de veremos a ver enseguida como las películas
los viandantes implican apropiacion~s del es-
pacio colectivo de la ciudad, de como es posible
una lectura cifrada de las secuencias funciona-
20 J. -F. Augoyard, Pas cipas. Essai sur le cheminement
quotidien en milieu urbain, Paris, Seuil, 1979.
21 F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, Madrid,
19 Ibíd., pp. 236-237. Alianza, 1985, pp. 83-84.
134 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 135
musicales no dejan de explicitar esa clave Para captar de manera sensible, preconceptual pero
coreográfico-musical, que seria la única que per- viva, el ritmo y las polirritmias, basta con observar
mitiría formalizar la actividad al mi·smo tiempo atentamente la superficie del mar. Las olas toman
diagramática y dramatúrgica de los peatones. forma ante la cercanía de la playa, de los acantila-
De hecho, no se olvide que cuando los cineastas dos, de la orilla. Esas olas tienen un ritmo, que de-
de vanguardia de la década del veinte intenta- pende de la estación, del agua y de los vientos, pero
ron plasmar la agitación urbana, emplearon en también del mar que las trae, que las arrastra. Cada
mar tiene su ritmo ... Pero obsérvese bien cada ola.
sus películas mudas imágenes alusivas a la
Cambia sin cesar. Aproximándose a la orilla, recibe
orquestación musical -toda la obra de Vertov, el choque de la resaca. Trae pequeñas olas e inclu-
por ejemplo-- o explicitaron esa analogía en el so ínfimos rizos que la ola orienta pero que no van
título de sus films -Sinfonía de una, gran ciu- siempre en su misma dirección. Las ondas y las
dad, de Walter Ruttman, por ejemplo--. ondulaciones se caracterizan por la frecuencia, por
Pero esa base rítmica de lo urbano es la mis- la amplitud, por la energía desplazada. Observan-
ma de todos los ritos extáticos. La mayoría de do las olas, se puede constatar fácilmente lo que
técnicas del trance, se apliquen éstas al chama- los físicos llaman la superposición de los pequeños
nismo, a la posesión o a la mística, se basan en movimientos. Las olas fuertes topan con surtidores
la repetición cadenciosa, en danzas obsesivas o de espuma, se interfieren bulliciosamente. Las pe-
en movimientos repetitivos. Lo que se busca es, queñas ondulaciones se cruzan unas con otras, se
amortiguan más que chocar. Si hay una corriente o
en cualquier caso, una radical afirmación del
no importa qué objeto sólido animado por un movi-
propio cuerpo, no como vehículo del yo, sino
miento propio, se tendrá la intuición de que lo que
justamente lo contrario, para una superación hay ahí es un campo polirítmico e incluso entrever
de la noción de individuo, puesto que, siguien- las relaciones entre procesos complejos y trayecto-
do a Philippe Sollers, ese cuerpo puramente rias, entre los cuerpos y las ondulaciones. 23
coreográfico le permite colocar al sentido como
"sujeto de su existencia, de la experiencia cor- La premisa lefebvriana es que el espacio so-
poral -y del espacio desconocido-- como su cial no puede reducirse a unidad alguna, pues-
puesto de sujeto vuelve a ser impugnado com- to que responde a una pluralidad múltiple y en
pletamente". 22 Para ilustrar ese tipo de parale- cierto modo innumerable, cada uno de cuyos
lismos, Lefebvre sugiere el ejemplo de la superficie elementos constitutivos se yuxtaponen muchas
del mar. veces de forma imprevisible unos sobre otros.
22 Ph. Sollers, La escritura y la experiencia de los límites, 23 H. Lefebvre y C. Régulier, "Le projet rythmanalytique",
Caracas, Monte Ávila, 1976, p. 32. Comunications, (41), 1985, p. 196.
136 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas/ 137
Claro que el espacio social es el resultado de una ven conjuntamente en una especie de danza,
práctica social, pero esa práctica social es no pero no son conscientes de sus movimientos
solamente instrumental, sino semántica y sincrónicos y lo hacen sin música ni orques-
significadora. Pero su actividad no acepta nin- tación consciente". 25 No es tanto que el sonido
guna reducción. Los espacios en los que se frag- pueda verse, sino que la visión puede recibir
menta constantemente el espacio público no son una pauta sutil de organización por la vía de lo
continentes cerrados que se mueven o están ahí, auditivo. Como escribía Lefebvre, "el espacio se
contomeables, reconocibles por su perfil o por escucha tanto como se ve, se oye tanto como se
su composición, limitando, rozándose o topando desvela a la mirada". 26
estrepitosamente los unos con los otros por las Lamente no es sólo un mecanismo que regis-
lineas de puntos que claramente les separa.rían. tra y decodifica informaciones y que, a partir de
En esa sobreposición constante de espacios ellas, ordena al cuerpo lo que debe hacer. Tam-
que son de por sí líquidos o incluso mag-máticos, bién, dentro de ese cuerpo, es una máquina de
juegan un papel fundamental los desplazamien- desear. El espacio práctico-sensible se restitu-
tos a veces microscópicos que llevan a cabo los ye y se constituye gracias al cuerpo más camal.
cuerpos, puesto que son los cuerpos los que or- En la calle, el cuerpo concreto se rebela contra
ganizan a partir de su actividad la vida y la diso- las omisiones que lo afectan, que lo menospre-
lución de esos espacios. Esos cuerpos son ante cian, que lo ignoran en los proyectos y los pla-
todo cuerpos rítmicos, en el sentido de que obe- nes, que quisieran verlo borrado por las prohibi-
decen a un compás secreto y en cierta manera ciones, sometido por las prescripciones. Los tér-
inaudible, parecido seguramente a ese tipo de minos en los que se produce esa labor de pun-
intuición que permite bailar a los sordos y que, tuación, no siempre dócil, del ser humano sobre
como los teóricos de la comunicación han puesto los espacios de los que se apropia, es siempre
de manifiesto, está siempre presente en la rítmica. Lefebvre se encarga de matizar:
interacción humana en forma de unos determi-
nados sonidos del silencio. 24 Para Hall, por ejem- Un órgano tiene un ritmo, pero el ritmo es y no es
plo, las personas que interaccionan y que un órgano; es una interacción. Un ritmo envuelve
intentan ser mutuamente previsibles, "se mue- los lugares, pero no es un lugar; no es una cosa, ni
un agregado de cosas, ni un simple flujo. Tiene en
él su ley, su regularidad; esta ley le viene del espa-
cio, del suyo, y de una relación entre el espacio y el una máquina perfecta como la imaginada por
tiempo[ ... ] Por la mediación (en sentido triple: me- Wright o Le Corbusier, tejido celular preci-
dio, ambiente, intermediación) de los ritmos, se
so, con su corazón, sus intestinos, su aparato
constituye un espacio animado, extensión del cuer-
locomotor, su sistema nervioso y circulatorio,
po. Cómo las leyes del espacio y su dualidad (sime-
trías y asimetrías, jalonamientos y orientaciones,
su cerebro, pero sin sexo, sin deseo, sin el
etc.) se coordinan con las leyes de los movimientos estremecimiento que procura la carne, sin la
rítmicos (regularidad, difusión, compenetración) es tensión que suscita la actividad muscular, sin
una cuestión sin respuesta por ahora. 27 poros, ni piel. Cuerpo acabado frente a cuerpo
inacabable. De un lado, cuerpos que son o
Su momento predilecto, el momento predilecto que están; del otro, cuerpo que tan sólo suce-
de ese cuerpo que no sabe sino de los ritmos de, que pertenece no al orden de la estructu-
que imprime o que lo agitan, es el intersticio, el ra y de la función, sino del acontecimiento.
corte, la grieta. Allí, en una superficie toda ella La pirámide agraviada por la desobediencia
por marcar o en la que las marcas se vuelven del desierto. Al cuerpo con dimensiones se le
reversibles, el cuerpo se convierte en la oque- opone otro cuerpo que sólo sabe de intensida-
dad en la estructura, por la que se cuela lo in- des. A un cuerpo en el que todo es reversible
consciente. El cuerpo está antes y después del y mesurable, se le opone otro cuerpo cuya úni-
lenguaje, de las palabras, de los signos, de las ca variable fija es la incertidumbre. Ese cuerpo
abstracciones, de lo fatídico y tramposo de la no es ni siquiera propiamente una anatomía,
representación. Negación de la metáfora, de la sino una amalgama indiferenciada de pensa-
desencarnación verbal, todo cuerpo es una vida miento, carne y deseo.
:reencarnada. Negación también de la raíz, de la
localización, porque ese cuerpo no tiene raíces, 3. Distancia y tensión
no se hunde: se pasa el tiempo traspasando y
siendo traspasado, sólo resbala, existe por y Ese énfasis en el protagonismo absoluto del
para deslizarse. cuerpo en la actividad que los seres humanos
La vieja analogía entre cuerpo y ciudad, a la desarrollan en los espacios públicos nos advierte
que Sennet dedicara un magnífico libro, 28 que- que una ciencia social que tuviese el atrevimien-
da así radicalmente invertida. A la ciudad con- to de constituir a éstos en su objeto de conoci-
cebida le corresponde un cuerpo hiperorgánico, miento, debería conducirse sobre todo como una
coreología. Los individuos, las parejas, los pe-
-- - -- - -- - ----- - --- queños grupos, pero también las multitudes
27 Lefebvre, La production de l'espace., op. cit., p. 238. que se hacen presentes en las superficies urba-
28 R. Sennet, Carne y piedra, Madrid, Alianza, 1996. nas -aceras, centros comerciales, corredores del
metro--, agitaciones corales que responden a
140 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas/ 141
las mismas lógicas secretas que generan, no son juego de múltiples envites, que van desde la
sino figuras de danzantes que se interrelacionan mutua ignorancia acordada a las más vertigino-
básicamente a través de su presencia fisica in- sas atracciones. Ámbito de interacciones instan-
mediata. En la práctica, toda la-tradición micro- táneas, en el que se capta una alteridad difusa y
sociológica no ha hecho otra cosa que estudiar donde se debe uno mantener atento a cumplir
emparejamientos efimeros, individuos trazando un mínimo código de copresencia, que asegure
filigranas en el espacio, intersecciones previstas la buena fluidez de las relaciones, que sostenga
o involuntarias ... , actividades cuerpo-espacio- los ritmos y las gravitaciones, que las mantenga
tiempo-energía de las que el referente -explici-, siempre por encima de una invisible pero omni-
to o no-- era la danza. Dificilmente se podría presente linea de flotación, que prevenga cual-
encontrar una metáfora mejor que esa para los quier exceso, cualquier contratiempo.
objetos de estudio que el interaccionismo y_,la Como los danzantes, todos los participantes
etnografía de la comunicación han llamado en un espacio público -ya estén inmóviles o se
situacionales, es decir, relativos a las situacio- desplacen-tienen constantemente en cuenta esa
nes sociales en territorios fisicamente delimita- superficie dispuesta para la acción como campo
dos, protagonizadas por individuos que com- de visibilidad. No se limitan a mirar enfrente, sino
parten un mismo campo perceptual. ¿O qué es a un lado y a otro, teniendo en cuenta en todo
la danza sino la puesta en escena de un orden momento a los otros y sus categorizaciones de
basado en un aparecer, en un gesticular ante apariencia, su posicionamiento espacial, sus tra-
otros o con otros, enun espacio, deviniendo vi- yectorias proyectadas ... Todos los copresentes
sible, manifiesto, jugando con la propia aparien- concéptualizan y son conceptualizados a partir
cia y la de los demás? de su aspecto y su actitud, manejan un rico re-
Coreología, entendida ahora como el resulta- pertorio de categorías que clasifican a quienes
do de un esfuerzo por formalizar lo más comparten ese mismo espacio en función de di-
informalizable: una sociología de los encuentros ferentes tipos de criterios, aplicados siempre en
fortuitos o, más en general, de la sociabilidad clave de presunción: ánimo, origen, adscripción
inorgánica, circunstancias eventuales en las que ideológica, estado fisico, peligrosidad, prisa... La
los actores sociales se sitúan o son situados en copresentación y la coorientación en un espacio
un intervalo o intersticio entre los campos, ya público se establecen visualmente de diferentes
de por sí oscilantes, de lo público y de lo_priva- maneras, que incluyen no sólo el aspecto gene-
do. El espacio público es -:-como las pistas de ral, sino movimientos corporales a veces míni-
baile- una región abierta, en la que cada cual mos. Se trata de lo que Goffman llama glosas
está con individuos que han devenido, de pron- corporales o extemalizaciones, advertencias o
to, sus semejantes, con los que participa en un displays de intención -por usar el término
142 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio públi.co, masas corpóreas/ 143
etológico que el propio Goffman propone- me- do entre ellas una misma distancia relativa y
diante los que se dan públicamente pruebas de permitiendo distinguir las agrupaciones que per-
una predisposición, de la intención de hacer o miten reconocer, por ejemplo, a un grupo de
de no hacer alguna cosa. 29 amigos, una familia, un padre y su hijo, etc. Ese
En un anuncio televisivo reciente de la Volks- ritmo del paso funciona, a su vez, como una fuen-
wagen, el vehículo promocionado es mostrado te de inferencias que denotan estados persona-
circulando por una calle con su limpiaparabri- les de los transeúntes: con prisa, huyendo,
sas en funcionamiento. El espot subraya el so- paseante desocupado, anciano, discapacitado,
nido fuertemente cadencioso del ir y venir de borracho ... Por su parte, la proxémica y la
las varillas sobre la luna delantera. El conduc- cinésica también subrayaron la condición rítmi-
tor observa sorprendido cómo todas las activi- ca de toda interacción cara a cara. En eso con-
dades que suceden a su alrededor siguen el sistía, para Hall, por ejemplo, la aplicación de
mismo ritmo machacón: mozos descargando un una noción comúnmente empleada como la de
camión, adolescentes jugando a baloncesto, sim- sintonizar, refiriéndose al papel nada secunda-
ples peatones ... , como si todos los copresentes rio del cuerpo en la comunicación verbal y que
en aquel mismo espacio siguieran en secreto un consiste en coordinarse con los demás cuerpos
mismo compás, como si se pusiesen misterio- copresentes, como si estuvieran todos bajo el
samente de acuerdo a la hora de coordinar sus control de un coreógrafo invisible, manteniéndo-
movimientos al son de una melodía inaudible, se unidos por una corriente subterránea e in-
pero omnipresente. consciente, de movimientos sincronizados.
La microsociología ha puesto de manifiesto Películas proxémicas que retrataban conversa-
cómo ese fenómeno es real, y no una mera figu- ciones triviales mostraban cómo, analizadas a
ración publicitaria. Así, entre las reglas de pro- cámara lenta o imagen por imagen, éstas se de-
cedimiento que operan en los espacios públicos, sarrollaban a la manera de "una especie de ba-
destaca la que Goffman llama pauta de paso llet en el que el ritmo de la conversación
seguro, 30 consistente en que las personas que proporcionaba la partitura inconsciente que re-
usan una misma vía en una misma dirección forzaba la vinculación del grupo y evitaba que se
tienen tendencia a mantener un mismo paso de interfirieran unos a otros". 31
locomoción, acompasar su caminar~ mantenien- Se puede entender, en ese marco, la fertili-
dad del pensamiento de Leroi-Gourhan. Fue él
quién percibió como toda estética reposa sobre
29 E. Goffman, Relaciones en público. Microestudios de
orden público, Madrid, Alianza, i 979, pp. 133 y ss. -- - - - - ------------
30 Ibíd., p. 26. 31 Hall, "Ritmo y movimiento corporal", op. cit., p. 74.
144 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas/ 145
Ni que decir tiene que esa virtud de la danza de metáforas del cuerpo, es decir, de figuras que
para enunciar radicalmente los usos especí- conciben el cuerpo como un recipiente adapta-
ficamente culturales del cuerpo continúa vigen- ble a todo estado de ánimo o a cualquier sensa-
te. Las películas, las comedias musicales o una ción, por abstractos que éstos pudieran resultar.
danza contemporánea que parece preferir esce- Así, decimos constantemente cosas como "me
narios públicos, así lo explicitan, al darle a los da en la nariz", "me está tomando el pelo", "se
protagonistas de la interacción imaginaria, en me pone la piel de gallina", "estoy caliente", "me
público, la oportunidad de dejar de hablar con estoy poniendo negro", "no me tires de la len-
palabras para pasar a emplear intensivamente gua" ...
el propio cuerpo. Las somatizaciones a que los Toda expresión, toda comunicación humana
actores y actrices musicales o los bailarines se acaba siendo, por ello, incorporada, en el senti-
abandonan para expfesarse -en un mon:;i.ento do de reducible o ampliable a una experiencia
dramático en que, en efecto y como en la pose- corporal del mundo. Es este principio, acaso
sión, sólo pueden contar en última instancia con siempre intuido, el que se encuentra en la base
su propio cuerpo- no hacen sino radicalizar de esa expresividad radicalmente somática que
esa percepción de que no es que el cuerpo sirva es la danza, asociada no a la capacidad expre-
para comunicar subrogadamente cuando fra- siva de un interior inmanente -por mucho que
casa el lenguaje hablado, sino que toda comu- el sujeto pueda llegar a percibirlo así-, sino
nicación -incluyendo la verbal- es, en último como una modalidad radical de sociabilidad,
término, corporal. emparentada, precisamente por la confianza
La cinésica y la proxémica hablaron; en efec- primordial que deposita en la musculatura, los
to, del lenguaje como un conjunto de gestos ver- tendones, las articulaciones, las membranas, la
bales y la semiótica ha puesto de manifiesto piel. .. , ,con el amor sexual y la violencia :fisica.
cómo toda enunciación lingüística no hace'otra La universalidad de la danza advierte, en efec-
cosa que trasladar al lenguaje verbal movimien- to, de la posibilidad de una antropología enten-
tos del cuerpo, como lo demuestra la sistemáti- dida como artrología, es decir, como estudio
ca utilización que hacemos de esquemas comparativo de los gestos culturalmente
corporales para nuestras metáforas. Como ha pautados. El baile, en efecto y por mucho que
señalado Paolo Fabri,33 toda experiencia tiende, aparezca bajo un aspecto trivial y masificado,
a ser enunciable, en última instancia, a través es, en nuestra sociedad -sobre todo entre los
jóvenes, por supuesto--, un vehículo de éxtasis
y una poderosa herramienta de sociabilidad. Lo
33 P. Fabri, "Cuerpo e interacción", capítulo ill de El giro
que ocurre en la pista de cualquiera de nues-
semiótico, Barcelona, Gedisa, 2000, pp. 93-118. tras salas de baile más tradicionales o en la de
148 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas/ 149
cualquier discoteca de moda no hace, por lo del carácter sensible de esos espacios públicos.
demás, sino conducir a sus últimas consecuen- El intercambio o el ajuste de miradas puede es-
cias las mismas lógicas que rigen en la calle y tablecer cambios en la participación o suscitar
en los demás espacios públicos, como si de pron- reacciones en los copresentes. Existen orienta-
to esas potencialidades larvadas que pueden ciones visuales múltiples. Atención ampliada, de
intuirse en la vida cotidiana merecieran la posi- la que dependen convenciones informales, pero
bilidad de realizarse, como si las miradas cru- no obstante obligatorias y autoadministradas
zadas casualmente en el metro o en cualquier desde el interior. Los participantes en las acti-
terraza de un café, pudieran completar una ne- vidades en público son visualizadores de este
gociación iniciada en silencio y a distancia, como espacio; culturalmente competentes, parecen
si todas las sociedades que al menos dos perso- presumir, exigir e imponer un campo visual es-
nas están a punto de generar, y que q-uedan tandarizado, un campo de actividades coordi-
abortadas inmediatamente, gozaran de una se- nadas y un universo perceptivo y sensible,
gunda posibilidad. 34 Zona franca, liberada de comportado y regido por un cierto sentido co-
aduanas y peajes, en la cual dejarse llevar por mún. Ese sentido común práctico se pasa el
la pura discontinuidad de los aconteceres, tiempo autoexplicitando, autodescribiendo y
apertura a un juego consistente en agudizar la autoseñalando contextos sociales que, a tra-
misma tarea liminal de la calle, y que no con- vés de sus propiedades, procuran una autoor-
siste sino en remover constantemente las fi- ganización, es decir, una organización generada
chas de lo social y en permitirle a cada cual por los propios participantes desde el interior .
negociar los términos de una identidad que ha mismo de esos mismos contextos.
devenido, de súbito, una pasta que se adapta a El baile expresa a la perfección ese lenguaje
cada microcircunstancia. de reciprocidades multiplicadas y microscópi-
En esos contextos públicos o semipúblicos cas, proclamaciones de una extrema levedad,
-la calle, la pista de baile- se desvela la pri- vigilancias mutuas -con frecuencia de reojo--
macía de la visión entre los humanos, agudizada y otras actividades visuales manifiestas, que
todavía más en las sociedades urbanas contem- producen una diversidad de realizaciones y de
poráneas. La visibilidad es ·el aspecto crucial formatos socio-organizativos en los espacios
públicos. Esas realizaciones y formatos son ellos
mismos objeto de visualización y la orientación
conjunta de los participantes se sirve de esa vi-
34 Sobre la relación entre el ambiente de las discotecas y sibilidad como un recurso operacional, de tal
la vida cotidiana, véase A. Muñoz Carrión, "El cere-
monial comunicativo y la expulsión de la palabra",
forma que las producciones sociales informales
Los Cu.a.demos del Norle, (29), 1985, pp. 32-38. que resultan de los usos de los espacios públi-
150 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas/ 151
cos podrían presentarse como arreglos o apaños biamente las técnicas del cuerpo, la magia de la
de visibilidad. El resultado son líneas consen- más simple postura de la mano, del ademán. O
suadas de conducta próxemica y cinésica, que la potencia comunicativa del rostro notada por
se declinan a partir de reglas sobreentendidas, Simmel. Por encima de todo -o mejor antes,
en las que, a la manera de las fases liminales de debajo y después de cualquier cosa-, el gesto,
los ritos de paso, todo está previsto y controla- los actos realizados, pero también los potencia-
do, pero en las que puede ocurrir en cualquier les. Escribía Lefebvre:
momento cualquier cosa. Eso es lo que se ex-
pande por esos simuladores sociales que son las Los gestos organizados, es decir, ritualizados y co-
pistas de baile, en las que la materia prima de lo dificados, no se desplazan sólo en el espacio "fisi-
urbano alcanza su máxima cota de exacerbación, co", el de los cuerpos. Engendran espacios produ-
en que se articula toda la capacidad de lo §iocial cidos por y para los gestos. Al encadenamiento de
para el control y para el azar. éstos le corresponde la articulación y el encadena-
¿Qué se puede ser ahí, en ese territorio inesta- miento de segmentos espaciales bien definidos, seg-
ble, sino lo que Lefebvre describe como "la inter- mentos que se repiten pero de los que la repetición
engendra otro nuevo. 35
sección móvil entre lo que toca, espera, amenaza
o favorece mi cuerpo y todos los otros cuerpos"?
Continúa: Se habla ahí de un cuerpo con toda su poten-
cialidad para el juego, para el amor y para la
Hay distancias y tensiones, contactos y cortes. Pero
violencia, para una pluralidad ilimitada de
el espacio, a través de estos efectos de tan diverso expresividades y energías. Cuerpo que puede
sentido, es vivido en sus profundidades compues- pegar y pega, que puede abrazar y abraza. Cuer-
tas de duplicaciones, de ecos y repercusiones, de po almacenador y emisor de energías masivas,
redundancias, de desdobla- mientos que engendran de fuerzas por definición excesivas. Fuerzas
extrañas diferencias y que son engendrados por excedentarias, por decirlo como lo hubiera he-
ellas: cara y culo, ojo y carne, vísceras y excremen- cho Bataille. El texto y el contexto empiezan y
tos, labios y dientes, orificios y falos, puños cerra- acaban en el cuerpo, en sus sentidos. Paz escri-
dos-manos abiertas, pero también lo vestido-des- bía en su homenaje aLévi-Strauss: "[ ... ] el cuer-
vestido, la apertura-cierre, la obscenidad-familiari- po no es una ventana hacia el infinito: es el
dad, etc. Oposiciones y conjunciones-disyunciones_ infinito[ ... ] Acto instantáneo, forma que se dis-
en que sin embargo no hay nada que se parezca a
grega, palabra que se evapora: el arte de dan-
una lógica o a un formalismo.
Delo común
a la colectivo. Fiesta:
afirmación y disolución
dela identidad
que formaliza unos vínculos duraderos o efime- trastocar ese proscenio para la vida cotidiana
ros y establece un corte radical entre quienes que es la calle y la plaza, dislocarlo hasta obli-
han sido invitados o quienes no lo han sido, garle a desvelar sus funciones ocultas, pero
entre quienes tienen motivqs para proclamarse constantemente insinuadas, a la hora de defi-
unidos durante .un lapso de tiempo y quienes nir en qué consisten las dinámicas sociales e~-
carecen de ellos, entre quienes son considera- tremadamente complejas que tienen lugar baJo
dos con derecho a ser recibidos en ese tiempo- su falsa normalidad.
espacio recortado y quienes lo tienen prohibido. Esa lógica no se ha desvirtuado en las ciuda-
Ese tipo de fiestas son privadas, en tanto tienen des, ni siquiera en las grandes ~etrópolis._ ~a
lugar en recintos igualmente privados o privati- vida urbana no sólo no ha desactivado el vieJo
zados, es decir, de acceso limitado, y pueden recurso a la fiesta, sino que parece haberlo ace-
ser domicilios particulares, propiedades priva- lerado y multiplicado, como si la puesta entre
das o lugares semi-públicos que han sido re- paréntesis que la fiesta procura encontrara, en
servados para que los celebrantes hagan un uso las calles y plazas de los grande~ conglome~~-
exclusivo -y por tanto excluyente-- de él. dos urbanos, una forma de poner -tamb1en
La mayoría de fiestas que los antropólogos ahí- de manifiesto las paradojas, los anhelos Y
han estudiado no son de esa índole. Los carna- las contradicciones de una forma de existencia
vales, las procesiones y otras celebraciones tra- compartida hasta tal punto complicada. En cual-
dicionales, todas las actividades colectivas que quier caso, las fiestas son una de esas opo:1=11-
se han venido incluyendo en la llamada cultura nidades en las que el papel nodal del transeunte
popular, han sido expresiones festivales de na- en la vida ciudadana obtiene la posibilidad de
turaleza pública, que han cobrado su sentido .alcanzar unos niveles excepcionales de activa-
por el hecho de celebrarse en espacios abiertos ción como si, periódicamente, recibiese una
y accesibles, en las calles y plazas en las que exaltación, en reconocimiento de su condición
tiene lugar esa actividad ordinaria colectiva que de materia prima de toda experiencia urbana.
implica al conjunto de la sociedad y que es jus- Las fiestas no dejan de ser episodios en los
tamente la que la excepcionalidad festiva rom- que ciertas vías e intersecciones, por las que en
pe por unas horas o días. En ese sentido, decir la vida ordinaria puede contemplarse correr los
fiesta popular es decir, sencillame!lte, fiesta que flujos que posibilitan la ciudad, ven modificada
tiene lugar en el espacio público, fiesta en la· de manera radical su función cotidiana, para
que la calle alcanza un nivel máximo de pro- convertirse en marcos en los que el conjunto de
tagonismo, puesto que su papel no se reduce al la sociedad o alguno de sus segmentos
de un mero escenario pasivo, sino que juega un escenifican su propia epifanía. En los aconteci-
papel activo y central. La fiesta busca ante todo mientos festivos --cíclicos o no- son los peato-
156 / Disoluciones urbanas De lo común a lo colectivo / 157
nes quienes circulan o se detienen, aunque aho- inequívocas de su realidad. Como resultado de
ra lo hagan de una forma protocolizada, con- ello, el paisaje urbano deviene, de pronto, por
gestionando un conducto habitualmente la eficacia simbólica de la fiesta, también un
destinado al tráfico rodado, llenándolo con un paisaje moral. La condensación festiva lanza una
fluido excepcional de ciudadanos que marchan malla sobre el espacio público, que lo convierte
de manera compacta o se acumulan, ostentan- en escenario sobre el que se representa el gran
do un deseo compartido de exhibirse en tanto drama de lo social, todo él hecho de solidarida-
que colectivo movilizado. El entramado urbano des y de encontronazos entre quienes, siendo
se convierte, así, en el sentido literal, en un lu- muchas veces incompatibles, se necesitan. El
gar para la acción social, de igual modo que el resultado es una topogra:fia de inclusiones y
espacio social lo es, igualmente al pie de la le- exclusiones, en la que se irisan -por su pre-
tra, puesto que la sociedad o alguna de sus,fac- sencia o por su ausencia- todas las identida-
ciones ha transformado el entorno construido des y todos los intereses copresentes en la
en un soporte para corporeizarse, se ha obje- sociedad.
tivado, convirtiéndose en una realidad espacio- La fiesta, en efecto; no· sólo visibiliza la socie-
temporal explicita, no latente. dad, sino que revela: en gran medida sus tra-
Es en la fiesta -y en esas aceleraciones e mas, sus ajustes y desajustes, así como el
intensificaciones que la convierten eventualmen- sistema de negociaciones que hace posible -
te en insurrección o revuelta-que cobra senti- siempre precariamente- la articulación entre
do último la idea de "bajar a la calle", es decir, los segmentos que la conforman. Para ello, las
el principio que suprime la distinción público- calles y las plazas son el objeto de una carto;..
privado en la ciudad. Y no sólo porque el ciuda- gra:fia simbólica, que delimita fronteras imper-
dano deje la casa para incorporarse a la liturgia ceptibles de ordinario, dentro de la que existen
festiva -aunque sea sólo asomándose a la puer- y dominan los propios -nosotros- y más allá
ta, a la ventana o al balcón-., sino porque es la de las cuales habitan todas las modalidades del
fiesta la que recibe el encargo también de subir vosotros cercano y del ellos en toda su gama de
a la casa e instalarse en los espacios de la vida oposiciones, de las relativas a las absolutas. La
doméstica. importancia de la reconversión simbólica que
La fiesta transforma el espacio urbano con- la fiesta ejecuta con respecto a los espacios co-
virtiéndolo en mapas, redes y escenarios ritua- · tidianos es lo que justifica la resistencia popu-
les, panorama trascendente en que la sociedad lar a crear territorios festivales exentos, a la
en su conjunto, o una de sus fracciones, pro- manera de festódromos, en los que la celebra-
yecta e inscribe en términos místicos su propio ción ha renunciado a sus marcos naturales para
ser, un ser del que no siempre brinda pruebas quedar reducida a una pura caricatura.
158 / Disoluciones urbanas
De lo común a lo colectivo / 159
Tenemos así que los espacios circulatorios las posiciones, una morfología que remite no a
pueden ser empleados para finalidades de or-
lo que ocurre dentro de la concentración estáti-
den no sólo instrumental -canalizar y consti-
ca o ambulatoria, sino fuera de ella, en el plano
tuirse en desembocaduras de velúculos, viajeros, de las relaciones sociales reales o ideales, en
bienes y mensajes que trazan infinidad de ese contexto en el que se ubica y del que es, a
diagramas en todos los sentidos de la topogra:fia un tiempo, emanación y modelo maquetado.
urbana-, sino también simbólico-expresivo. Lo Todos y cada uno de los participantes, cada
que estas prácticas de estasis o de deambulación
objeto, cada lugar específico por el que se tr~s-
operan es una especie de sacralización --en el
curre ... , son protocolizados, es decir, sometidos
sentido de dotación de un sentido superior al a una clasificación que los jerarquiza de acuer-
ordinario, es decir, de "puesta en valor"-de cier- do con criterios que se inspiran en cómó son o
tos puntos o de ciertos trayectos entre punt9s de cómo deberían ser las relaciones entre ellos.
la ciudad. Las expresiones festivales compórtan,
El uso extraordinario que recibe la calle o la
en todos los casos, una suerte de desplazamien::-
plaza es una expresión má~ de cómo una _co-
tos o estacionamientos supernumerarios, en el lectividad socializa el espacio para convertirlo
curso de los cuales un cierto itinerario o,un cier- en soporte para la creación y la evocación de
to cruce en el espacio vial reciben una calidad
significados, territorio en el cual amontonar,
especial, que, entre otras cosas, comporta una
de una manera que nunca es arbitraria, sig-
alteración en el uso diferencial que recibe.habi- nos: gigantes y cabezudos, eslogan reivin-
tualmente. La calle o la plaza, de pronto, pasan
dicativo, imagen religiosa sacada en procesión,
a servir para una sola cosa.
banderas y pancartas, himnos políticos o reli-
Por otra parte, resulta como si la presencia giosos, gritos desordenados del carnaval, mú-
masiva de ciudadanos reunidos en un lugar o en
sica al'egre de los pasacalles ... , empleos es-
movimiento en una sola dirección, juntos, si- pecíficos del espació público por parte de una
guiendo un mismo ritmo, quisiese proclamar la
colectividad que; inmóvil o itinerante, nunca
plusvalía en el valor simbólico de los espacios en
escoge en vano sus preferencias espaciales. En
los que se aglutina o por los que transita. En
esas circunstancias, el espacio público es ob-
estas actividades, la distribución de los actores
jeto de una transformación n~ sólo por lo~ cam-
y de los repertorios simbólicos no es nunca arbi-
bios en la intensidad y la calidad del fluJo que
traria. La disposición de cada uno de los elemen- ·
por él se arremolina o se mueve, sino también
tos concurrentes -público, autoridades, por todo tipo de manipulaciones acústicas y
imágenes, sonidos, emblemas o símbolos- es el
ornamentales, que dan idea de la naturaleza
resultado de una tarea discriminatoria de la que
que los actos festivos tienen de auténticas
la fuente es una determinada organización de
160 / Disoluciones urbanas De lo común a lo colectivo/ 161
performances, 1 de las que las aceras, las cal- cepción festivo: condición colectiva, lindes tem-
zadas, las esquinas, los balcones, los quicios, porales precisos, alteración de las conductas,
las esquinas, los comercios y todos los demás usos inhabituales del espacio público, acciones
elementos escénicos de la vida ordinaria de la prescritas, una determinada gestualidad, trans-
ciudad, son, al mismo tiempo, decorado y, por gresiones pautadas, narraciones que justifican
la súbita revitalización, parte misma del cua- la instauración del acto festivo, repetitividad cí-
dro de actores. clica o periódica.
La misión de la fiesta es convertir en reales Tenemos entonces que de la fiesta sólo podría-
situaciones o instancias imaginadas, pero que mos decir que es tan sólo una energía, una pura
no gozan de existencia sustancial, o acaso, que potencia. Esa energía desencadenada se ejerce
sólo se insinúan en la vida ordinaria. La fiesta en dos sentidos distintos, incluso aparentemen-
sirve, así, para que aflore por unos momentos te antagónicos. Puede ser formalizadora, es de-
lo que está latente, lo larvado, la parte oculta cir, puede dotar de forma un contenido cual-
del orden social, lo que se intuye en potencia, lo quiera, haciendo que un magma social, en prin-
que es temido o anhelado -o tal vez ambas co- cipio informe, cobre un perfil y se arrogue unos
sas a la vez-, lo que de algún modo- se sabe determinados contenidos legitimadores. Pero
que está ahí fundando o negando lo evidente, lo también puede hacer todo lo contrario, inclu-
que posibilita o desbarata la posibilidad de lo so al mismo tiempo. Puede deformar lo que se
cotidiano. La fiesta es, así, un ámbito en el que suponía estructurado, desfigurar cualquier rea-
los miembros psicofisicos de la sociedad son co- lidad social presuntamente sólida hasta hacerla
locados ante el espectáculo de la naturaleza irreconocible, una masa sin rasgos precisos,
última de ésta, puesta en escena de lo alto o de sin rostro. Por un lado, esa potencialidad se
lo bajo de la vida colectiva, de lo sublime y de lo administra sobre una vida ordinaria incons-
diabólico de sus dispositivos más estratégicos, tante, fragmentaria, para obtener, como
de lo que sueña o teme saber qué es. En ese mágicamente, de ella, figuras claras, formas o
apéndice del que la realidad se ha dotado, se estructuras nítidas, fácilmente reconocibles.
verifican los rasgos que definen el estado de ex- Por el otro, puede hacer justo lo contrario, es
decir, aplica su fuerza sobre ese magma activo
que conforma la experiencia del mundo mo-
1 D. Noyes, "Els performances de fayana a la Catalunya derno para acelerar todavía más su tendencia
moderna: ostentació, respecte, reinvidicació, rebuig", a la dispersión, sus cualidades más anémicas.
en: J. Capdevila y A. García Larios, eds., Lafesta a La fiesta convierte lo molecular en molar, pero
Catalunya. La festa com a ve hiele de sociabilitat i
d'expressió política, Barcelona, Publicacions de
también puede hacer estallar en mil pedazos
l'Abadia de Montserrat, pp. 125-151. lo que de consistente pudiera haber sobreviví-
162 / Disoluciones urbanas De lo común a lo colectivo/ 163
do a las agitaciones de la vida cotidiana. Ge- secretamente alterada y, por tanto, de su rever-
nera unidad, pero también puede atomizar to- sibilidad y de su revocabilidad.
davía más una vivencia de lo social como algo Es en ese orden de cosas que la fiesta es una
que ya de por sí se percibía en proceso de di- máquina que puede ser dispuesta para procla-
solución mar una identidad personal o colectiva cual-
La fiesta sacraliza la ilusión de comunidad, quiera, o para disolverla; para que los individuos
entendida como reducción a la unidad de un afirmen quiénes son o para que lo olviden. La
conglomerado humano extraordinariamente di- fiesta puede anular las diferencias y hacer que,
verso, pero que puede realizar en un determina- de pronto, aparezca no importa qué unidad. Pero
do tiempo y lugar ese acto de comunión en el también puede multiplicar -o dividir- hasta
que se funda. Pero también lleva a su extremo la el infinito esas mismas diferencias. Aúna lo di-
tendencia que las sociedades complejas e;xperi- verso, sin que sea menos cierto que también
mentan hacia el estallido de toda estructura, Ja puede diversificar cualquier uno, hasta no de:..
apertura de perspectivas inéditas a la hora de j ar ni rastro de él. ·
iniciar no importa qué dinámica o proceso, un De este modo, podríamos tipificar ese tipo
nuevo barajado de las cartas que va distribu- de mecanismos -:-a los que se agrupa bajo el
yendo el sistema social entre sus componentes. epígrafe común de fiestas- como centrípetos
. Ese desbarajuste que niega y alimenta al mis- o centrífugos, o como convergentes y divergen-
mo tiempo la organización colectiva, que ad- tes, en función de si la energía desencadenada
vierte sobre lo precario de su orden, ya tiene fusiona o fisiona la composición compleja de
un ámbito en el cual insinuar su existencia: el la vida social, si unifica lo diseminado o lo frag-
propio espacio público, es decir, ese marco menta aún más. Entiéndase bien que no se tra-
medioambiental en el que la vigilancia de las ta de una tipificación que afecte a las fiestas,
instituciones se debilita y todo puede ocurrir en sino a las tareas simbólicas que las fiestas eje-
cualquier momento. En este caso, la fiesta fun- cutan a la hora de poner en relación lo real
ciona de acuerdo con la mecánica de lo que con lo imaginario. Ello implica que en un mis-
Bateson y los teóricos de la escuela de Palo Alto mo conjunto festivo pueden contemplarse am-
llamaban el double bind -orden de desobede- bas funciones, puesto que nada hay de
cer, instrucciones paradójicas, espontaneidad incompatible entre ellas. Antes al contrario, esa
exigida-, cuya función es colocar a los miem- labor complementaria es justamente en lo que
bros de una determinada asociación ante un consiste la función simbólica de la fiesta como
desbaratamiento de la estructura social, una operador al mismo tiempo sociológico e inte-
disolución controlada de todo orden que advierte lectual.
de su condición construida, de su naturaleza
164 / Disoluciones urbanas De lo común a lo colectivo/ 165
mística que traslada a la vida social el principio pero inverosímilmente regular, del componente
de la consubstancialización divina del cristianis- sociohumano de la ciudad, de manera que unos
mo. 2 Esa conjunción se produce bajo la forma determinados colectivos pueden usar simbóli-
de una corporeización de la sociedad, pero una camente el espacio urbano como una platafor-
corporeización orgánica -la comunidad-, de la ma para formalizar una cuadrícula identitaria
que la proyección menor sería el hogar y la que nunca se podría reconocer entre las prácti-
mayor, la patria. La fiesta puede actuar, por cas sociales reales.
tanto, como una negación del espacio público, La diferenciación irregular e inestable que
puesto que los concelebrantes se encuentran en puede contemplarse en la vida cotidiana se
condiciones de privatizar, por así decirlo, ese transforma, gracias a la eficacia simbólica de la
espacio, sustraerlo de su naturaleza de accesi- fiesta, en una taxonomía de delimitaciones cla-
ble a todos, para imponer una cierta exclusivi- ras. Los conjuntos sociales no son entonces lo
dad, puesto que sólo los participantes se que la fiesta convoca, sino ante todo lo que la
consideran legitimados para usar una calle, una fiesta genera, suscitando la impresión de que la
plaza, un parque que ha devenido de ese modo sociedad urbana global es un conglomerado de
suyos. grupos humanos claramente contorneables,
Las fiestas son oportunidades en las que los dentro de los cuales cada uno de sus miembros
espacios de la vida colectiva en la ciudad -las puede reconocerse como plenamente integrado.
calles, las plazas, los parques- ven modificar Esta maniobra produce la alucinación de una
su versatilidad habitual para, como ya se ha sociedad urbana sin esquemas paradójicos ni
anotado, conocer una unificación en sus fun- estructuras ambiguas, una entidad que de pron-
ciones. Puede ser que esos espacios sean re- to se puede mostrar investida de una cualidad
clamados como propios por determinadas que ni posee ni puede poseer: la congruencia.
mayorías sociales, que se arrogan el monopo- La fiesta actúa en estos casos como un dis-
lio sobre su uso. También puede ocurrir que positivo de representación, cuya misión es la
las fiestas sirvan para que los segmentos so- de espectacularizar una determinada comuni-
ciales -incluso los más minoritarios- puedan dad humana, mostrándola, a sí misma y a las
escenificar su propia epifanía. En estos casos, otras, como dotada de unos límites simbólicos
las fiestas figuran una naturaleza-multiforme,_ específicos y otorgándole a sus miembros -la
posibilidad de experimentar una determinada
- - - - -- - -- - -- - ----- verdad identitaria, una burbuja de autenticidad
2 Cfr. E. Tassin, "Espace comun ou espace public? L'an- en la que los individuos pueden vivir de acuer-
togisme de la communauté et de la publicité", Hennes, do con lo que "realmente son", consecuentes por
(10), 1991, pp. 23-37. fin consigo mismos, sin los disfraces que las
De lo común a lo colectivo/ 169
168 / Disoluciones urbanas
dinámicas cotidianas les imponen, sin tener que plicación interna. El paréntesis festivo crea la
disimular una suerte de "identidad natural" que ilusión de un grupo naturalmente ordenado, sin
en el día a día han de mantener velada. pluralidad, sin complejidad, sin conflicto.
La fiesta transmuta el espacio social colectivo Se vuelve a hacer evidente la apreciación que
en un espacio social común, es decir, convierte la primera socioiogía francesa hacía sobre cómo
la cohesión social automática que se despliega los sistemas de representación no solían hacer
en una sociedad compleja, en gran medida eco de los fracasos y las mezquinidades que la
autorregulada y con amplios ámbitos de su di- experiencia real no dejaba nunca de consta-
námica abandonados a una cierta inorganicidad, tar. Bien podríamos aplicar al campo de las
en coherencia cultural, y, a partir de ahí, en una escenificaciones festivas lo que Durkheim es-
estructuración basada no en las prácticas, sino cribiera a propósito de la vida religiosa, cuando
en las consciencias compartidas, a la manera de notaba que la sociedad de la que era el sustrato
la solidaridad mecánica de DurkheinÍ o la no se correspondía con la realidad, "llena de
Gemeinschaft de T6nnies. Los vínculos ya no son taras y de imperfecciones". Parafraseando un
insinceros e interesados entre personas que se párrafo de Las formas elementales de la vida
protegen unas de otras, sino cálidos y fundados religiosa, bien podríamos decir que la comuni-
en la franqueza y la fraternidad. dad humana que la fiesta dramatiza, no es "un
En. un contexto general marcado por el pro- dato empírico, definido y observable; es una
ceso simultáneo de heterogeneización y homo- quimera, un sueño en que los hombres han
geneización que implica la actual fase del acunado sus miserias, pero que nunca han vi-
proceso de modernización, definible a partir de vido en realidad". 3 La firmeza y la congruencia
todo tipo de interdependencias e intersecciones, que las fiestas proclaman, hacen el portento de
cuando se revela cada vez más imposible la leal- una súbita simplificación de la realidad, que la
tad de los individuos a una sola identidad par- libera de una ininteligibilidad que para muchos
ticular, la fiesta puede hacer brevemente resulta cognitiva y sentimentalmente inacepta-
realidad la posibilidad, que una comunidad ble. La fiesta supera mágicamente todas las
siempre imaginaria tiene, de quedarse unos contradicciones que hacen inviable que el con-
momentos a solas consigo misma, sin interfe- junto social que se autofesteja pueda existir de
rencias, sin concesiones, sin tener.que compar- verdad más allá de los propios limites que la
tir, con las demás no menos imaginarias celebración levanta. Planteándolo de otra ma-
comunidades, el tiempo y el espacio. El orden y
la jerarquía que organizan las fiestas pueden - - - ----- - - --- - --- -
implicar que ese grupo social que se hace con- 3 Durkheim, Les fonnes elementals de la vida religiosa,
gruente ha suprimido también su propia com- Barcelona, Edicions, 1982, pp. 424-425.
De lo común a lo colectivo / 171
1 70 / Disoluciones urbanas
módica, convulsa. Su escenario natural, la ca- cirse: son lo mismo, piensan lo mismo, com-
lle, realiza de este modo, al máximo, su condi- parten una misma visión del mundo, están ahí
ción última de lugar para la acción, marco y en ese momento justamente para volver a co-
ecológico de todo tipo de .actividades y agitacio- mulgar juntos. En cambio, la colectividad que
nes, ámbito en que, siguiendo a Hannah Arendt, la fiesta centrífuga genera está ahí para que las
se desarrollan los modos de subjetivización no moléculas que la componen jueguen a ignorarse
identitarios. Por ello, la calle en fiesta se convier- y atraerse de acuerdo con movimientos impre-
te en algo distinto y en cierto modo contrario a decibles. Mientras que la fiesta comunal -o la
los territorios de identificación comunitaria o dimensión comunal de la fiesta- anula las dis-
familiar. Para integrarse en la realidad que la tancias entre individuos, la fiesta colectiva -o
fiesta así orientada genera, no hace falta ser, la dimensión colectiva de la fiesta- afirma esas
sino sólo estar, o, mejor dicho, acontecer. Quie- distancias, puesto que es del juego con ellas del
nes participan así en la fiesta se limitan 'a su- que dependen las sociabilidades, que sobre la
ceder, devienen su propio evento o el evento de marcha, se van desencadenado sin solución de
otros. Cada cual es lo que parece o quiere pare- continuidad.
cer: su propio cuerpo, puesto que es su corpo- Es cierto que a las fiestas se puede asistir
reidad y sólo su corporeidad lo que le otorga con el fin de recordar y dar a recordar quién es
derechos y deberes festivos. cada cual, es decir, lo que entiende o quiere
En estos casos, la fiesta basada en la frater- dar a entender que es "su identidad". Pero no
nidad difusa, al contrario de la basada en la es menos cierto que también se puede uno su-
fraternidad fusiona!, conduce a su máxima ex- mar a la fiesta, sumergirse en el torbellino que
presión la inautenticidad que caracteriza el es- suscita,justamente para lo contrario, es decir,
pacio público, las potencialidades de la pura para olvidarse de quién se es, anular momén-
exterioridad y del anonimato, la renuncia'a la táneamente el nicho identitario que cada cual
identificación. La comunidad, como su propio se asigna o le asignan, para anonadarse, esto
nombre indica, se basa en la comunión; pero lo es, para volverse nadie, nada, para disfrutar
que el accidente espacio-temporal provocado por de las posibilidades inmensas del anonimato y
la fiesta ha suscitado ahora es una unidad so- de la máscara, para disfrutar al máximo de la
cial que -como las que hace y deshace sin pa- infinita capacidad socializadora que concede
rar la vida pública- no se basa en la comunión, - el simulacro, las medias verdades, los sobre-
sino en la comunicación. No es una fusión, sino entendidos, los malentendidos y hasta lamen-
una fisión o, si se prefiere, una difusión. La co- tira.
IIJ.unidad no requiere que sus miembros se co- Se reencuentra aquí, en contextos urbanos,
muniquen, puesto que no tienen nada que de- la communitas a la que dedicara su atención
174 / Disoluciones urbanas De lo común a lo colectivo/ 175
cio público-- sin ser concitadas a confesar cuá- que las partículas que lo conforman recuperen
les son sus adhesiones culturales, sus convic- momentáneamente su situación -no tanto pre-
ciones ideológicas o religiosas, sus orientaciones via, como latente- de desorganización, o, me-
sexuales, sus fortalezas o debilidades morales. jor dicho, de a-organización, de a-estructura.
Espacio de traidores y agentes dobles. Esas si- Cuando esa misma fuerza se aplica para con-
luetas que se agitan no han sido inquiridas a formar un espejismo comunitario, lo que pro-
confesar sus motivaciones íntimas. Ni siquiera duce es una estructuración no menos excesiva,
sus verdaderas intenciones. una perfección orgánica imposible. Tanto en un
Esa disolución festiva del orden social, el re- caso como en otro, la fiesta coloca a una colec-
greso a las turbulencias que lo originaron - tividad humana ante aquello que en última ins-
pero que no están antes, sino que 'permanecen tancia siempre sospecha y teme ser: una bestia,
en todo momento debajo--, no implica unane- un monstruo, un híbrido, o, algo aún más es-
gación. Antes al contrario: el desbarajuste fes- pantoso: un ser perfecto.
tivo proclama lo que, antojándose el anuncio
delinminente final del cosmos social, es en rea-
lidad su principal recurso, su requisito, supo-
sibilidad misma. La efervescencia festiva ha
generado otro cuerpo, pero un cuerpo que no es
otra cosa que un puro orden muscular, un ser
que piensa sin cerebro, que respira por la piel,
que digiere con los ojos.
Lejos de reproducir, y mucho menos celebrar,
los esquemas explícitos de la cultura y la socie-
dad, la fiesta implica de algún modo su
desquiciamiento, su dislocación, por la vía ya
sea del delirio dionisíaco de la fiesta caótica o
del sueño de comunidad que la fiesta de orden
realiza casi paródicamente. La fiesta, en cual-
quiera de sus dos grandes funciones, pone en-.
tre paréntesis la ciudad, impone una zona de
sombra. Tanto si formaliza como si deforma, lo
que la fiesta produce es una entidad atroz e in-
concebible. Cuando la energía festiva se aplica
para desventrar el orden social, lo que logra es
Dinámicas identitarias y espacio público J 179
todos nosotros somos inmigrantes en nuestra sol de la ciudad, y para ello se deja colonizar
relación con el espacio público". 1 por aquellos de quienes espera asilo. Se trata
Son las coordenadas sociohistóricas y económi- de lo que algunos teóricos norteamericanos lla-
cas concretas las que inscriben y clasifican a man aculturación de los inmigrantes, y los bri-
quienes alcanzan sus puertas en un imaginario tánicos contacto cultural. Pero, si ello es cierto,
colectivo, en función del cual pueden ser acogi- también lo es que, en tanto que explorador que
dos como factores de enriquecimiento o exclui- es de comarcas para él ignotas, todo inmigrante
dos como fuente de peligro y contaminación. A es, por idéntica causa, también un colonizador,
su vez, hay que decir que la bulimia de las con- o si se prefiere, algo así como un contrabandista
figuraciones urbanas y la insuficiencia que pue- de productos culturales cuyo destino es el de
den experimentar sus dispositivos de asimilación, modificar-las condiciones con las que se encuen-
son responsables de los fenómenos de superpo- tra a su llegada.
blación, de violencia o de depauperación que Cabe, con relación a ello, plantearse una cues-
sufren hoy por hoy un buen número de núcleos tión fundamental, relativa a lo que se presume
urbanos de todo el mundo. Pero nada desmenti- con frecuencia que son los problemas de inte-
ría la verdad de que si el llamado inmigrante ha gración del inmigrante en la sociedad que hace
venido, es porque ha sido antes interpelado para de anfitriona. Lo que recibe al inmigrante que
venir, convocado: tiene pues derecho a la ciu- llega a la ciudad, ¿es de veras "una cultura"?
dad. Es más, ¿creemos de verdad que la ciudad ha
Lo que tenemos, -en cualquier caso, es que experimentado alguna vez algo parecido a un
para millones de seres humanos la ciudad ha estado cultural de partida? ¿Se puede hablar
sido y está siendo el final de una singladura. Es seriamente de la ciudad como un espacio cul-
eso lo que hace de todo inmigrante un explora- tural cohesionado al que el recién llegado pide
dor, un naturalista que analiza las conductas que se le acepte? ¿O es más bien una maraña
de los que toma por indígenas y a quienes trata de estilos de hacer y de decir a lo que el viajero
de imitar con tal de ser aceptado como digno de ha de amoldarse? La conclusión a la que una
ser uno de ellos, sin renunciar del todo a sí mis- reflexión en tales términos nos abocaría sería,
mo. Procedente de más allá de los lindes de la de buen seguro, que quien es presentado como
polis, fugitivo de todo tipo de desastres y derro- . aculturado por antonomasia, el inmigrante, es
tas, el recién llegado reinvidica un lugar bajo el también a su vez un culturizador, alguien que
arriba y que a aquello con lo que se encuentra
le inserta o le sobrepone lo que de invisible lle-
vaba en su equipaje: los restos de su propio
1 J oseph, El transeúnte y el espacio urbano, Barcelona,
Gedisa, 1988, p. 87. naufragio.
182 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público J 183
Se ha escrito mucho acerca de las cosas que a una u otra y manteniéndose en un territorio
suceden cada vez que dos comunidades, una ambiguo y fronterizo que le permitiría, en la
anfitriona y la otra recién llegada, deciden nego- práctica, sentirse, sin contradicción, dos o más
ciar los términos de su copresencia. Sabemos cosas distintas al mismo tiempo. De hecho, tal
que, con frecuencia, esa comunicación forzosa operación implicaría, en la práctica, devenir
desemboca en reformulaciones tanto de la ma- protagonista crónico de un estado parecido al
nera de hacer y de decir de la sociedad recepto- de la fase liminal de los pasajes rituales, aque-
ra, como de la de los recién llegados, destinadas lla que, parafraseando a Turner, coloca al exi-
ambas, a su vez, a formar sociedad entre ellas. liado en una situación en la que "no es ni una
Es entonces cuando los respectivos repertorios cosa ni otra", de lo que resulta al mismo tiem-
simbólicos se ven alterados por la acción de una po la posibilidad misma de ser ambas cosas a
energía que vuelve a barajar sus elementos para la vez.
producir una nueva .distribución de los sentidos. Existir como, por ejemplo, plenamente
Este fenómeno, por lo que hace a las socieda- urbanitas, sin dejar por ello de ser de álgún
des exiliadas, ha sido constatado desde diferen- modo todavía de pueblo. O ser europeos de ple-
tes estilos de conceptualización-reinterpreta- no derecho, sin por esa causa abandonar del
ción (Herskovits, Bastide), génesis (Durkheim, todo la identidad de africanos, latinoamerica-
Lévi-Strauss), bricolage (Schnapper), o sencilla- nos o asiáticos. Norteamericanos, sin dejar de
mente invención (Ranger, Hobsbawn)-, pero ser algo irlandeses; catalanes, pero todavía an-
siempre para_ constatar como los modelos cul- daluces; franceses, pero también bereberes o
turales de grupos humanos obligados al éxodo laosianos. Las figuras híbridas de los ítalo-ame-
experimentan metamorfosis, hibridaciones, ricanos, los anglo-caribeños, los afro-brasileños,
muchas veces auténticas mutaciones, que son etc., permiten justamente esa combinatoria que
. la consecuencia de una doble necesidad: lá de satura el mapa taxonómico de la población ur-
adaptarse a condiciones crónicamente nuevas bana, trenzando una urdimbre de campos
e inestables, y la de hacerlo sin perder en ello identitarios poco o mal definidos, ambiguos, que
del todo una cierta idea de continuidad y per- se intercalan, se sobreponen o se interseccionan
sistencia. en relación a otros y que, al final, acaban ha-
Digamos que es como si se quisiese congelar _ ciendo literalmente inviable cualquier cosa pa-
el momento mismo del tránsito, aquel en que el recida a una mayoría cultural clara. Se impone
grupo inmigrante se vería a sí mismo como fe- entonces la imagen de la ciudad como calidos-
lizmente -atrapado entre dos culturas -,-la de copio, en el que cada movimiento del observa-
origen y la anfitriona-, sin necesidad de elegir dor suscita una configuración inédita de los
todavía de forma definitiva su adscripción étnica fragmentos presentes.
184 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público/ 185
Se oye hablar con frecuencia sobre la urgen- Todd, cuando señala la lealtad de los inmigrantes
cia de integrar culturalmente a los inmigrados. turcos o magrebíes a sus ideas tradicionales res-
Pero, repitamos la cuestión central ya plantea- pecto de la mujer o la familia como una traba
da: ¿es la ciudad un espacio cultural cohesio- para su asimilación-,2 los micro-climas cultu-
nado que puede elegir si acepta o no lo que le rales que los inmigrantes propician allá donde
llega de fuera? ¿No sería más exacto decir que a se asientan, y en los que se reorganizan elemen-
lo que el llamado inmigrante tiene que amol- tos más o menos distorsionados de la tradición
darse es a un embrollo de estilos de actuar y de origen, no sólo no son un inconveniente para
pensar? La adaptación del inmigrante al medio la modernización urbana, sino que, una vez de-
ambiente cultural de la ciudad que le recibe se mostrada su compatibilidad con la nueva distri-
hace bajo la forma de una nueva aportación bución de papeles que le afecta, se suelen revelar
sedimentaria a un delta, en el que ya se, acu- como instrumentos adaptativos de la máxima efi-
mulan los residuos que han dejado a su paso cacia.
todo tipo de avenidas. Referirse a la ciudad en Se devela de este modo la condición de falso
términos de multiculturalidad, interculturalidad problema que afecta la oposición tradición-mo-
o de mestizaje cultural es, por ello, incurrir en dernidad, puesto que es el proceso de moderni-
un pleonasmo, puesto que una ciudad sólo .ad- zación el que exige constantemente mantener
mite ser reconocida culturalmente como amon- viva la ilusión de que una cierta tradicionalidad
tonamiento de legados, testimonios, tránsitos, se mantiene todavía viva en no importa qué es-
presencias ... , inmenso sistema de nudos que tado, aunque sea a costa de reconocer quepo-
trenzan entre sí quienes se reclaman iguales cas cosas hay más modernas que la propia idea
justamente porque han obtenido antes el dere- de tradición.
cho a ser reconocidos como distintos. Tal funcionalidad de la lealtad a la tradición
como mecanismo al servicio de la modernización-
2. La lógica de las identidades en marcos urbanización de comunidades inmigrantes, apa-
urbanos recería certificada en diferentes niveles. En el
plano psicológico, se sabe que los sentimientos
Una argumentación como la propuesta hasta de diferenciación contribuyen de manera estra-
aquí establecería que la diferenciación cultural tégica a que las personas y los grupos logren
sólo en apariencia se comporta a la manera de_
un obstáculo para la integración de los inmi-
grantes en una sociedad globalizadora que los
acoge. Por mucho que algunos teóricos insistan 2 E. Todd, Le destin des immigrés. Assimilation et ségré-
todavía hoy en tal supuesto -como Emmanuel gation dans les démocraties occidentales, Pruis, Seuil,
1994.
186 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público/ 187
adaptarse a la complejidad y a la opacidad a la Estados Unidos, 6 por citar unos cuantos casos
que tienden las macrosociedades urbano-indus- estudiados, han obtenido un cierto grado de di-
triales, y puedan hacerlo al amparo de las ten- sidencia cultural con respecto de los estándares
dencias desestructuradoras que con toda dominantes en la sociedad receptora.
seguridad van a incumbirles. Así Leon y Rebeca Y todo ello sin hablar de la importancia que
Grinberg partían de una perspectiva psicoana- el mantenimiento de conductas culturales sin-
lítica para señalar que, "la posibilidad de desa- gularizadas ha tenido para que los inmigrantes
rrollar un sentimiento de "pertenencia" parece hayan podido enfrentarse a los cuadros de ex-
ser un requisito indispensable para integrarse plotación, injusticia y estigmatización que tan-
exitosamente en un país nuevo, así como para tas veces se han ensañado con ellos. Los ya
conservar el sentimiento de la propia identidad" .3 clásicos trabajos de Roger Bastide sobre la re-
En un plano sociológico, también se hé:l-de- sistencia cultural de los africanos emigrantes
mostrado empíricamente cómo el mantenimien- forzosos a América, o el estudio de Mary Douglas
to -o incluso el endurecimiento- de un cierto sobre el ritualismo de los irlandeses de las ma-
nivel de lealtad a formas de sociabilidad y a rismas en Londres, son ejemplos casi canóni-
pautas culturales que han traído consigo -y cos de este tipo de usos de la identidad para
que pueden reformular de múltiples maneras dotar de contenido ya la resistencia, ya la resig-
e incluso inventar sobre la marcha_;_, les permi- nación. Como contrapartida, otras investigacio-
ten a los inmigrantes controlar mejor las nuevas nes -como la de Luis Herrero Díaz sobre los
situaciones sociales a las que han de amoldarse. otomí, mazahua o náhuatl desplazados prime-
Piénsese en las elaboraciones de la escuela de ro a México D.F. y luego al gran asentamiento
Manchester (Mitchell, Epstein) sobre la retriba- urbano del Valle del Chalco--7 muestran como
lización de las relaciones sociales en las ciuda- la renuncia total a elementos culturales espe-
des centroafricanas, o las investigaciones que cíficos, referentes a sus comunidades de origen,
han demostrado esa eficiencia integradora que ha tenido catastróficos efectos en forma de una
los inmigrantes turcos en Alemania, 4 mujeres
colombianas en Bélgica5 o italianos en Francia o
5 A.-M. Van Broeck, "Les immigrés latino-américains
sans documents", en J. Leman, ed. Sans document.
Les immigrés de l'ombre, Bruselas, De Boeck
3 L. Grinberg y R. Grinberg, Psicoanálisis de la migración Université, 1995, pp. 31-71.
y del exilio, Madrid, Alianza, 1984, p. 35. 6 D. Schnapper, "Centralismo et féderalisme culturels:
4 M. Centisoy, "Les Turcs a Stuggart, évolution et les émigrés italiens en France et aux Etats-Units",
adaptation d'une communauté étrangere dans une Annales ESC, oct., 1974, pp. 1141-1159 ..
grande agglométarion allemande", Greco 13. Recherches 7 L. Herrero Díaz, "La periferia metropolitana: Chalco,
sur les migrations intemationales, 4 (5), 1982. una aproximación metodológica", en: P. García Jordán
188 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público/ 189
adaptación desestructurada al entorno urbano Pero, ¿puede tal criterio agotar la explicación
de recepción. de la diversificación cultural que los inmigrantes
En todos esos casos, una cierta heterogenei- protagonizan en las ciudades globalizadas de
dad cultural se desvela como un dispositivo cuya hoy? ¿ Qué podría decirse de todas esas situa-
labor es, paradójicamente, la de asegurar que ciones en la que la utilidad instrumental del
los aspectos más estratégicos del proceso de mantenimiento de la identidad no es clara, cuan-
modernización-urbanización -que no es en si do comunidades de origen inmigrante, pero ya
otra cosa que un proceso de homogeneización- considerablemente integradas en el plano eco-
puedan llevarse a término con mucha menos nómico, educativo, político, urbanístico, etc., y
dificultad que la que provocaría aplicarse sobre muchas veces acumulando más de una genera-
una masa· informe de seres. humanos deses- ción, parecen interesadas en mantener vivos sólo
tructurados y sumidos en la desesperacióny el ciertos aspectos no centrales de la vida social
desconcierto. de origen o se conforman·con escenificar, a ve-
En cualquier caso, en estos ejemplos que se ces en los límites de la pura parodia, fragmen-
acaban de citar, puede hablarse de una fun- tos monumentales de un realidad cultural a la
ción psicológica o social que sería consecuente que nadie se· plantea regresar de veras?
con el hecho de que, con frecuencia, las seg- Para intentar resolver ese aparente enigma-el
mentaciones sociales basadas eri la identidad de la persistencia de marcajes identitarios "inúti-
étnica coinciden con grupos de interés. En ellos les" entre comunidades que inicialmente fueron
se confirma la apreciación de Michael Herzfeld de inmigrantes, a pesar de que las condiciones
cuando, refiriéndose a los lugares comunes que que las hubieran hecho funcionalmente pertinen-
circulan en la Grecia contemporánea acerca del tes han menguado o desaparecido- deberemos
sistema de adscripciones étnicas, ve en los es- volver sobre nuestros pasos. Hemos dicho que
tereotipos no sólo deformaciones, prejuicios o las necesidades urbanas en materia de hetero-
reducciones simplistas, sino estrategias que en- geneidad se cubren sobre todo por medio de la
mascaran con frecuencia intereses y autojus- inmigración. Pero esa exigencia urbana de di-
tificaciones. 8 versidad, que es la que obliga a importarla del
exterior, es también causante de una intensifica-
ción -también detectada por los estudiosos de
Chicago- en los mecanismos de diferenciación
y M. Izard, eds., Conquesta i resistencia en la Historia que operan en el interior mismo de las ciudades.
d'Amerira, Barcelona, Universitat de Barcelona, 1992, Es de este modo que podemos contemplar como,
pp. 439-446.
8 M. Herzfeld, "La Pratique des stéréotypes", L'Homme,
junto a las expresiones de diversidad cultural
(121), jan-mars, 1992, pp. 67-72. provistas por comunidades originarias del cam-
190 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 191
l
madas tribus urbanas, etc.-, pueden constelar permeabilidad entre viejas y nuevas identidades,
una imaginario propio. Lo significativo es que como es el de Carles Feixa sobre la relación en-
los componentes de estas microculturas urba- tre identidades indígenas y nuevas culturas ju-
J
192 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 193
veniles en México. 9 Pero tenemos también que determinado sentido de la identidad comparti-
esas prácticas culturales a las que antes se ha- da. Se trata de territorializaciones mediante las
cía referencia, que aglutinan en tomo suyo a que se recuerda que la ciudad está segmentada
comunidades de origen inmigrante y a las que en adscripciones étnicas, cada una de las cua-
cuesta asignar una función instrumental clara, les puede reclamar su derecho a utilizar el es-
dado su carácter eminentemente simbólico-ex- pacio público para exhibir sus marcajes y vivir
presivo, serían una buena pista para establecer aquello que Victor Tumer llamaba la experien-
que, cuanto menos en parte, muchas de las pre- cia de la communitas.
suntas culturas inmigrantes funcionan --o aca- En ocasiones, se trata de reuniones puntuales
barán a buen seguro funcionando- como que, en ciertas fechas, implican la ocupación de
territorios identitarios no muy distintos de los plazas o parques, en las que se llevan a cabo
que la ciudad fabrica por su cuenta, es d,ecir, demostraciones folclóricas o degustaciones culi-
asentados en estrategias puramente prostéticas_, narias que remiten al país o región de origen. En
en un cierto culto a las apariencias y en un énfa- otras oportunidades son protocolos laicos o reli-
sis en las teatralizaciones y los simulacros. giosos que implican versiones móviles de esa
misma dramatización de la singularidad cultu-
3. La identidad como representación ral, formas que le sirven a las minorías étnicas
para, al mismo tiempo, brindar un espectáculo
Un buen ejemplo de ese dominio de lo escénico, al resto de la ciudanía y marcar simbólicamente
también en el caso de las etnicidades tradicio- la zona urbana sobre la que inscriben su itinera-
nales en la ciudad -y a veces como lo único rio. Entre una multitud de expresiones de este
que de hecho las sostiene-, lo constituyen los tipo de despliegues, unas cuantas han alcanza-
usos festivos del espacio urbano que protagoni- do fama.mundial: Año Nuevo chino en San Fran-
zan las llamadas minarlas étnicas presentes en cisco, desfiles del Día de Colón en Nueva York o
numerosas ciudades. Como todas las fiestas, de San Patricio en Boston, carnaval de Nothing
las celebraciones en la calle les sirven a los gru- Hill en Londres, Día del León en París. Como
pos de origen inmigrante para espectacularizar- ejemplo capaz de proveer de algunos estudios
se a sí mismos, otorgando a sus componentes interesantes, podría citarse el de las romerías y
individuales la posibilidad de experimentar un_ procesiones laicas de los andaluces emigrados a
Madrid o Cataluña. 10
9 C. Feixa, "Emigación, etnicidad y bandas juveniles en
México", en D. Provansal, coord., Migraciones, segre-
gación y racismo, Santa Cruz de Tenerife, FAAEE / Aso- 10 Cfr. J. M. Valades Sierra, "El ritual como a:finnación
ciación Canaria de Antropología, 1993, pp. 153-172. de la identidad. Un caso práctico en la sociedad in-
194 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público/ 195
Al capítulo de las escenificaciones que tie- parísinos, 13 por citar sólo un par de ejemplos
nen el paisaje urbano como plataforma, perte- etnográ:ficamente trabajados.
necen también las decoraciones con moti.vos ¿Cuál sería la tarea de esa dimensión simbó-
étnicos de los comercios que abastecen a las lica de la heterogeneidad cultural provista por
comunidades inmigrantes, como se ha verifica- los inmigrantes, con la que éstos hacen su par-
do estudiando los establecimientos magrebíes ticular usufructo del espacio público? Es ver-
o chinos -en realidad tais, laosianos, vietna- dad que a esa expresividad pueden correspon-
mitas, camboyanos, además de chinos en si- derle contenidos culturales concretos, a los que
de París. 11 A veces puede tratarse de una ma- se ha asignado funciones estratégicas para la
nipulación de amplias zonas de la geografía organización social. Pero ¿qué sucede en todas
urbana que, a la manera de los preexistentes aquellas otras oportunidades en las que no se
barrios judíos o musulmanes de algunas .ciu- detecta que la etnicidad escenificada se
dades europeas, quedan ritualizadas perma,,, homologue con intereses particulares o con as-
nentemente, como vemos que sucede con los pectos procesuales o estructurales definidos?
barrios étnicos de las grandes urbes, de la Pe- Podría pensarse entonces en una oposición
queña Habana de Miami1 2 a- los chinatowns complementaria, en este caso entre autóctonos
e inmigrantes, de tal manera que la existencia
en cierto modo inventada de segmentos diferen-
dus1rial", Mediterréineo, Lisboa, (3), 1993, pp. 221-33; ciados de éstos últimos permitiría, además de
C. Jiménez de Madariaga, "Los caminos del Rocío en la reificación de ese corte en dos de la sociedad,
Getafe", en: E. Martin Díaz (coord.), Sistemas de identi- unajerarquización a partir del orden de su lle-
dades y su expresión en las sociedades locales, Santa
Cruz de Tenerife, FMEE/Asociación Canaria de An- gada a los poblados. Si esa tesis fuera extrapo-
tropología, 1993, pp. 111-2; M. Delgado, "Romerías sin lable a: los marcos urbanos, tendríamos que la
santuarios, procesiones sin curas. La religiosidad lai- convicción de que existen culturas emigrantes
ca de los catalanoandaluces", Demófi.lo, (12), 1996. brindaría, entre otras cosas, la prueba imposi-
11 A. Raulin, "Mise en scéne des commerces maghrébins ble de esa quimera ya señalada que hace creer
parisiens", Terrain, (7), oct., 1986, pp. 24-33, y "La
dimension esthétique et sacrée de l'écologie urbaine:
en la existencia, en la ciudad, de algo que en
la Petite Asie de Paris", en N. Belmont y F. Lautman,.
eds., Etlmologie des faits religieux enEurope, Paris, _
Éditions du CTHS, 1993, pp. 493-515. 13 C. Baix, "Le Karma de l'exil. Des Lao en France", en:
12 M. Menéndez, "La Pequeña Habana: La creación de G. Gutwirth y C. Pétonnet, eds., Chemins de la viell.
un barrio cubano", en: M.J. Buxó y T. Calvo Buezas, Enquetes ethnologiques, Paris, Editions du CTHS,
eds., Culturas hispanas de los Estados Unidos de Amé- 1987, pp. 36-51, y J.-P. Hassoun, "Les Chinois de
rica, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1990, Paris: minorité culturelle ou constellation ethnique",
pp. 321-333. Terrain, (7), oct., 1986, pp. 34-44.
196 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 197
realidad nunca se da: una cultura receptora alguna, sino más bien a una especie de impul-
homogénea y coherente. La existencia de seg- so intelectual que exigía en todo momento ver
mentos culturalmente identificados como realizado un orden -cualquier orden- catego-
inmigrantes haría posible creer que en la ciu- rial. La etnicidad urbana -tanto la importada
dad hay otros que no lo son, y ello como parte como la de producción propia- seria, enton-
de esa misma estrategia -cada vez más ces, en última instancia, resultado de lo que los
recurrentemente señalada como de veras peli- fundadores de la escuela sociológica francesa
grosa- que permite indicar la presencia de mi- habían presentado como la función clasificato-
norías culturales, como si en la ciudad hubiera ria, la tarea de la cual seria, para el caso, ase-
otra cosa. En este caso, la preocupación por gurar un mínimo de segmentación, manteniendo
garantizar a toda costa un nivel mínimo de he- a raya la tendencia que las sociedades urbanas
terogeneidad cultural -de la que las fiest~s en experimentan constantemente hacia una hibri-
la calle aseguraría la visibilidad~ actuaria para dación excesiva.
inyectar en la ciudad esa misma división El análisis de cómo los inmigrantes o sus des-
jerarquizadora entre autóctonos e inmigrantes, cendientes construyen su personalidad diferen-
entre los "propios" y aquellos a los que es posi- ciada, hace manifiestas, en cualquier caso, las
ble inscribir en un baremo de "extrañeidad". dificultades que entraña trabajar con con~ep-
O todavía más. Nada nos impide sospechar tos confusos, tales como el de identidad. Ha-
que, más allá de ese trabajo de subrayar la con- bría que recordar aquí que la identidad étnica
dición compuesta de la sociedad urbana, la 1 no se forma con la posesión compartida de unos
malla étnica con que la población urbana es r rasgos objetivos, sino por una dinámica de
cubierta permitiría, además, otro tipo de labor: interrelaciones y correlaciones, donde, en últi-
la de simplemente clasificar por clasificar, es
decir, imponerle a lo que sino seria una rriasa
humana informe e indiferenciada, un sistema
de distinciones, oposiciones y complementarie-
! ma instancia, sólo la conciencia subjetiva de ser
diferente es un elemento insustituible. No es que
no haya diferencias "objetivas" entre grupos hu-
manos diferenciados, sino que estas diferencias
dades, a la que en realidad podrían correspon- han resultado significativas para alimentar la
derle contenidos cualesquiera. Si fuera así, dicotomía nosotros-ellos. En síntesis, sólo hay
sucedería con muchas de estas proclamaciones _ grupos étnicos o identitarios en situaciones de
étnico-urbanas lo mismo que con aquel siste- contraste con otras comunidades y como resul-
ma taxonómico -el zodiacal chino--, que tanto tado adaptativo de su inmersión en circunstan-
intrigara en su célebre ensayo sobre las clasifi- cias ecológicas, políticas o socioeconómicas
caciones primitivas a Durkheim y Mauss, puesto concretas.
que no parecía responder a morfología social
1 98 / Di.soluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 199
Sean definidas desde dentro -a la manera discusiones suscitadas en el seminario que or-
de una autoafirmación- o desde fuera -con ganizara Jean-Marie Benoist, a mediados de la
frecuencia en tanto que estigma o señalamien- década del setenta -y publicada a la sombra
to de cualquier otro como amenaza-, las iden- del nombre de uno de sus intervinientes, Claude
tificaciones son dispositivos que sirven para Lévi-Strauss-, 14 tuvieron la virtud de desli-
etnificar y generar fronteras colectivas, gitimar en gran medida las pretensiones de
pretendidamente claras, en un contexto marca- sustantivizar el concepto de identidad y le ne-
do por una fuerte competitividad y que atravie- garon toda posibilidad de darse como conjunto
san todo tipo de conflictos, jerarquías y de hechos objetivables, más allá de su valor real
pluralidades. Para ese fin se distribuyen nom- como incierto nudo entre instancias, irreales en
bres genéricos que solapan otras distinciones, sí, inencontrables cada una de ellas por sepa-
que soslayan y anulan lo que en realidad es.una rado. La escuela nórdica de Barth sostuvo, por
enmarañada trama de oposiciones y afinidades. aquel entonces, que la diferenciación étnica era
El resultado: un mapa puramente imaginario más el resultado, en forma de categoría
de la sociedad, que aparece, por esa vía, dividi- adscriptiva, de la interacdón de un grupo·hu-
da en regiones identitarias sorprendentemente mano con otros, que una instancia inmanente
claras y naturales, a cada una de las cuales le dotada de contenidos objetivables. 15 En una
corresponde una denominación simple y cuyos última etapa de reflexión, autores como Pierre-
habitantes encarnan los valores estereotipados André Taguieff1 6 o Michel Wieviorka17 han es-
de lo que se supone es su "cultura". grimido ese mismo escepticismo conceptual para
La presunción teórica según la cual al senti- denunciar los intentos por absolutizar la dife-
miento de identidad étnica le correspondía una renciación étnica y sustituir el viejo racismo bio-
concepción del mundo determinada -la idea lógico por otro que naturaliza. las peculiaridades
romántica de cultura que la antropología norte- culturales. Ahora mismo, en la propia América
americana asumió adoptándola de Dilthey- y 1 Latina se está sometiendo a crítica la noción ·de
de que tal cosmovisión resultaba alterada por
fenómenos de contaminación o degeneración,
hace tiempo que ha sido desautorizada. La teo- 14 Cfr. C. Lévi-Strauss, ed., La i.dentidad, Barcelona, Pe-
ría de la aculturación, característica de la es- trel, 1988.
cuela culturalista norteamericana -Redfield, 15 F. Barth, Los grupos étnicos y sus fronteras, México
Linton, Herkovits, Lewis, Aguirre Beltrán-, ya D.F., FCE, 1977.
recibió una severa descalificación en la década 16 P.-A. Taguieff, La force du préjugé. Essai sur le racisme
del sesenta por parte de la antropología y la so- et ses doubles, París, Gallimard, 1987.
17 M. Wieviorka, El espacio del racismo, Barcelona,
ciología neomarxista-Balandier, Ribeiro-. Las Paidós, 1992.
200 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 201
identidad como base para esa tipología estática Las llamadas culturas inmigrantes serían,
que tanto parece atraer a algunos gobiernos, entonces, más bien, productos sui generis, con-
seducidos de pronto por el discurso de la diver- secuencias de una cierta impostación de me-
sidad étnica. 18 moria que, a partir de la manipulación de
Negado su derecho a la reificación, la identi- materiales que los inmigrantes habían traído
dad se reduce, si llevamos a sus últimas con- consigo, les permite a éstos generar con ello un
secuencias todas estas declaraciones de agnos- cierto sentido de la identidad. Se trata, siguien-
ticismo axiológico en relación con lo "étnico", a do a Michel de Certeau, de
una entidad espectral que no puede ser repre-
sentada, puesto que no es otra cosa que su reliquias de un cuerpo social perdido, desvinculadas
representación, superficie sin fondo, rever- del conjunto del cual formaban parte[ ... ], fragmen-
berancia de una realidad que no existe, ni ha tos que remiten a otro modelo cultural [... ] Inscritos
existido, ni existiría, sino fuera precisamente en las prácticas [... ], tienen la particularidad de no
por sus periódicas escenificaciones. De la iden,- organizar ya la vida social, profesional, administra-
tidad podría afirmarse, de hecho, lo que García tiva o familiar, pero sí de acentuarla con marcas
aparentemente insignificantes y sin embargo deci-
Canclini anotaba a propósito de lo popular: "va-
sivas.20
lor ambiguo de µna nocion teatral" o "efecto de
ciertos actos de enunciación". 19 Como los ciu- Su tarea: generar y gestionar una puesta en
dadanos de origen inmigrante nos demuestran escena en la que una identidad étnica que mu-
en sus autocelebraciones, las fiestas en las que chas veces se ha revelado como un instrumento
se exalta la autoconciencia étnica de un grupo de estigmatización y marcaje contra el inmigran-
sirven precisamente p·ara que ésta pueda rea- te ' deviene ahora en sus manos un instrumen-
lizarse de verdad en alguna oportunidad, en .
to de afirmación y adaptación. La "cultura"
algún lugar, aunque sea mom,entáneameri.te, proclamada sólo puede ser contemplada ahora
para brindarle al deseo y la necesidad de iden- como un recurso dramatúrgico al servicio de los
tidad la posibilidad efimera de encamarse. sucesivos cuadros de interacción, ya sean labo-
rales, vecinales, cívicos, legales, deportivos, es-
-- - - - - - - --- - - - - - - - colares, etc. La comedia de la identidad se
18 Una buena critica a este tipo de procesos, relativa al representa de manera distinta en función de cual
caso mexicano, en M. Lis bona, "Oel indio a la identidad
sea el escenario, se amolda plásticamente a cada
étnica. El caso de los zaques de Chiapas, México",
Generación, 5 (1993), pp. 77-97.
19 N. García Canclini, Culturas híbridas. Estrategiaspara
entrar y salir de la rrwdemidad, Grijalbo, México DF., 20 M. de Certeau, "Economies ethniques: pour une école
1990, pp. 250 y 248. de la diversité", Annales ESC, (4), 1986, p. 808.
202 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 203
partenaire y a los requerimientos de un guión algo más en el campo de los simulacros cultu-
que se va escribiendo sobre la marcha. Se le da rales. Por su capacidad de evocar lo no vivido,
la razón así a quienes, desde el africanismo ur- pueden obtener que lo que se rememore sea to-
bano de la Escuela de Manchester y en la senda davía más auténtico que su original. Como si,
de lo ya intuido por Evans-Pritchard, hablaron es más, supieran de algún modo que la patria
de una selección situacional, para referirse a la chica verdadera, la buena, la añorada ... , no
adaptabilidad de las expresiones identitarias a existe ni ha existido nunca en ningún sitio y
cada momento social, en la que es la coheren- como si el destierro les brindara la ocasión de
cia de éste y no de aquéllas lo que cuenta y hay teatralizar un país de origen que, como por en-
que salvar por encima de todo. 21 cantamiento, ha sido liberado de todo lo inde-
Podría concluirse por ello que los inmigrantes, seable que contenía. Como si la memoria hubie-
sus hijos y sus nietos, no se preocupan tanto ra operado una manipulación amnésica de sus
de poner en escena su singularidad identitaria materiales primeros para extraer de ellos, para
porque son quienes son, sino que son quienes la puesta en escena, sólo lo mejor, sólo lo digno
son porque esas performances periódicas o per- de la nostalgia. Expurgada de sus miserias y
manentes, que se cuidan de organizar, les de- contradicciones, la supuesta cultura inmigran-
paran la ocasión de serlo. Se dirá aquí -y no te puede desplegar, de este modo, la plenitud
sin razón- que eso es lo mismo que podría es- de su impostura.
tablecerse con relación a las celebraciones-mo- Se realiza así, y sin tener que· moverse de la
delo que se miman y que tenían lugár en la tierra ciudad de adopción, lo que Dominique Schnapper
natal. Es cierto, puesto que la comedia de toda llama la utopía del regreso, la ficción de volver a
identidad no puede estar organizada sino a par- la tierra natal de quienes nunca o sólo inicial-
tir de materiales imaginarios, justamente para mente pensaron de verdad en retomar; 22 Con
que su autenticidad resulte beneficiada de la multitud de engarza.mientas económicos, fami-
convicción que sólo la mentira consensuada liares, consumistas, asociativos, residenciales,
como verdad y la autosugestión colectiva pue- etc., con la ciudad que les acogiera, la evocación
den proveer. emocionada del mundo del que un día salieron
Pero, lejos de lo que ya es relativamente su les brinda la excusa perfecta para no tener que
patria, los inmigrantes pueden hacer y hacen
regresar. Por mucho que en apariencia sirva Los grupos -como los propios individuos que
para ligar a los inmigrantes con el lugar del que los conforman- intentan evidenciar un conjunto
proceden, de hecho la celebración de la perso- de rasgos que les permitan considerarse distin-
nalidad cultural diferenciadasirve para romper tos, es decir: su identidad. Estas proclamacio-
con su origen, al tiempo que aporta un instru- nes recurrentes sobre la identidad contrastan
mento magnífico de participación en la dinámi- con la fragilidad frecuente de todo lo que la so-
ca ciudadana, aunque sea sólo en los usos del porta y la hace posible. Un grupo humano no
espacio público para fines teatrales. se dife):"encia de los demás porque tenga unos
Porque, por otro lado, ¿qué son esas exhibi- rasgos culturales particulares, sino que adopta
ciones multicolores de exotismo urbano sino una unos rasgos culturales singulares porque pre-
suerte de Disneyword étnico, en que cada su- viamente ha optado por diferenciarse. Son los
puesta etnia contaría con su respectiva zon.a te- mecanismos de diversificación los que provo-
mática, una provincia de la pura imaginación can la búsqueda de unas señas capaces de dar
destinada a hacer realidad lo que, parafraseando contenido a la exigencia de diferenciación de un
la manera como Lévi-Strauss se· refiriera al grupo humano. A partir de ahí, el contenido de
totemismo, bien podríamos llamar la ilusión ésta es arbitrario, y utiliza materiales disponi-
étnica? El fenómeno suscitado se parece enton- bles -o sencillamente inventados- que aca-
ces al que protagonizan esos restaurantes en los ban ofreciendo el efecto óptico de una sustancia
.que ·se sirve "cocina exótica". Decorados con compacta y acabada. Se trata de un espejismo
niotivos que aluden a todo tipo de tópicos relati- identitario, pero capaz de invocar toda clase de ·
vos a mundos lejanos -el Oriente lejano, las Mil coartadas históricas, religiosas, económicas,
y una n·oches, el África misteriosa-, este tipo de lingüísticas, etc. para legitimarse y hacerse in-
locales sólo pueden encontrarse en las ciudades contestable.
occidentales. Decididamente, no existen restau- No se trata de que la diferencia sea puesta en
rantes chinos en China, salvo, claro está, para escena: la diferencia no es otra cosa que su
los turistas. Quien se introduce en las liturgias puesta en escena. No hay representación de la
identitarias con las que ios inmigrantes, o mu- identidad, en tanto que la identidad no puede
chas veces ya sus descendientes de varias gene- ser otra cosa que la representación que de ella
raciones, ponen en escena sus marcajes, se _ se haga. La identidad étnica no se forma con la
introduce en algo parecido a un verdadero par- posesión compartida de unos rasgos objetivos,
que temático, réplica en cartón piedra de unos sino por una dinámica de interrelaciones y co-
orígenes culturales ya mitologizados~ un mundo rrelaciones, donde, en última instancia, sólo la
de magia y _fantasía en que se reproduce, aquí, conciencia subjetiva de ser diferente es un ele-
una patria imposible, allí. mento insustituible. Esta conciencia no co-
206 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 207
rresponde a ningún contenido, sino a un con- que mantienen entre sí; son esas relaciones
junto de ilusiones sancionadas socialmente como mismas.
verdades incuestionables, al ser legitimadas por
la autoridad de los antepasados o de la historia. 4. El sujeto hecho trizas
No es que no haya diferencias objetivas entre
grupos humanos diferenciados, sino que estas Lo planteado hasta aquí viene a sostener que,
diferencias han resultado significativas para ali- debido a que sus componentes étnicos y corpo-
mentar la dicotomía nosotros-ellos. En síntesis, rativos son inestables, la diversidad cultural en
sólo hay grupos étnicos o identitarios en situa- contextos urbanos es un tejido inmenso de cam-
ciones de contraste con otras comunidades. pos identitarios poco o mal definidos, ambiguos,
Territorio conceptual de perfiles imprecisos, que se interseccionan con otros y que, al final,
el campo de las identidades sólo puede ser~· por acaban por hacer literalmente imposible cual-
tanto, un centro vacío, donde tiene lugar una quier tipo de mayoría cultural clara. Hay que
serie ininterrumpida de yunciones y disyuncio- percibir la urbe como un calidoscopio, donde
nes, un nudo incierto entre instancias, cada una cada movimiento del observador suscita una con-
de ellas irreal e inencontrable individualmente. figuración inédita de los fragmentos existentes.
La identidad es indispensable, todo el mundo Uno de los aspectos que caracterizan la di-
necesita tenerla, pero presenta un inconveniente versificación cultural actual es que no está cons-
grave: .en sí misma, no existe. Estas unidades tituida por compartimentos estancos, donde un
que se imaginan definibles por y en ellas mis- · grupo humano puede sobrevivir aislado de to-
mas no alimentan la bas_e de una clasifica_ción, dos los demás. Es cierto que nunca ni en nin-
sino que son, por el contrario, su resultado. No gún sitio se ha conocido una impermeabilización
nos diferenciamos porque somos diferentes, sino total de las culturas, pero también lo es que
que somos diferentes porque nos hemos dife- pocas veces antes se había producido una ace-
renciado ·de entrada. Es precisamente porque leración de las interrelaciones culturales como
son el producto de relaciones entre grupos hu- la que viven las ciudades actuales, donde las
manos autoidentificados que las culturas no fronteras se multiplican, pero son tan lábiles y
pueden ser· identidades que viven en la quie- movedizas que es completamente imposible no
tud. Sometidas a un conjunto de choques e_ pasarse el tiempo traspasándolas en todas di-
inestabilidades, modifican su naturaleza, cam- recciones.
bian de aspecto y de estrategia cada vez que es Ninguno de los espacios sociales que, por aho-
necesario. Su evolución es con frecuencia caó- ra, definen la ciudad, puede separarse de los
tica e imprevisible. Las identidades n9 deben demás, porque está unido a ellos en una densa
sólo negociar permanentemente las relaciones red de relaciones de mutua dependencia. Las
208 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 209
identidades grupales no pueden ser, en ningún plos. Los apellidos hacen que cada uno sea pa-
caso, segregadas claramente unas de otras, ni riente; el lugar de nacimiento le hace paisano;
tienen umbrales precisos. Formas de concebir la las ideas políticas o religiosas, correligionario;
vida absolutamente dispares, se mezclan en unos el barrio donde vive, vecino; la edad, coetáneo.
territorios cuya definición es imposible, o por lo Los gustos musicales o literarios, el estilo de
menos, complicada, por su condición irregular e vestir, las aficiones deportivas, el lugar donde
inestable. El ciudadano no puede limitarse en estudia o estudió de joven, los temas de interés,
su vida cotidiana a una red de vínculos o a una etc., cada uno de estos elementos instala a cada
pertenencia personal exclusiva. individuo en el seno de un conglomerado hu-
Consecuencia de esa identidad plural, suscep- mano constituido por todos los que lo compar-
tible de adaptarse en todo momento a las cons- ten y que, a partir de él, pueden reconocerse y
tantes eventualidades ante las que le sitúa· su sentirse vinculados por sentimientos, orígenes,
existencia social, el individuo urbanizado es una orientaciones o experiencias comunes.
especie de nómada en movimiento perpetuo, al- En algunos casos, esta dinámica taxonómica
guien obligado a pasarse el tiempo establecien- puede asumir su propia autoparodia, una cari-
do compromisos entre los componentes de una catura que admitiría el carácter aleatorio y ca-
madeja formada por diferentes universos que se prichoso de los contenidos que toda identidad
tocan o se interpenetran mutuamente. Como los reclama para autojustificarse. Basta con pen-
teóricos de la Escuela de Chicago supieron anti- sar, en ese sentido, en la clasificación zodiacal,
cipar, la misma crónica tendencia a la segmen- que no deja de ser una especie de caricatura
tación que experimenta la vida_ urbana y que del sistema racial o étnico. El momento del na-
afectaba a las comunidades copresentes, deter- cimiento define a cada ser humano como dota'-
minaba a los propios sujetos psicofisicos, puesto do de lo's caracteres distintivos y determinantes
que ninguno de ellos podía ser encapsuladó en de su signo zodiacal, que propician conexiones
unidad identitaria alguna. _ con los encuadrados en ciertos signos afines, a
En una sociedad urbana los seres humanos la vez que entorpecen los acuerdos con los de
no sólo tienen la diversidad cultural a su alre- otros. El resultado: una plano todo él hecho de
dedor, sino también en sí mismos. Viven su- simpatías y rechazos apriorísticos, que se nu-
mergidos en la diferencia, a la vez que se dejan _ tren del hecho de que uno pertenezca a Gémi-
poseer por ella. De momento, hay unos princi- nis o Piscis y que tenga su ascendente en Acuario
pios de adscripción que, para muchos, tienen o Sagitario. Una prueba, como se ve, de hasta
un valor superior a lo estrictamente étnico. La qué punto pueden llegar a ser arbitrarias e
inclusión en un genero sexual, en una genera- irracionales las pruebas de la irrevocabilidad
ción o en una clase social son alguno_s _ejem- de las diferencias humanas.
21 O / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 211
Gracias a todos estos mecanismos de dife- cías cuyos protagonistas no están atrapados
renciación, si aplicáramos una plantilla sobre en una identidad subjetiva, sino que es ésta
la masa de los habitantes de cualquier ciudad, la que emerge de sus relaciones con otros
que los clasificara con los criterios que sirven individuos y con su entorno físico y social,
para establecer cualquier nosotros-género, cla- exactamente igual que veíamos que sucedía
se social, edad, gustos, intereses, etnicidad, ideo- en el caso de los grupos humanos étnicamente
logía, credo, signo del zodíaco, aficiones, lazos diferenciados.
familiares, barrio donde vive, lugar de nacimien- El análisis de la obra de Goffman pone de
to, inclinaciones sexuales- el resultado ofrece- relieve la manera como ese axioma que postu-
ría una serie de configuraciones polimórficas lo la coextensividad vida social-vida pública,
que, dibujadas como los mapas políticos en fun- parte de que lo que constituye la interacción
ción de cada opción identitaria escogida~,.pro- cara a cara es la copresencia corporal, el cuerpo
ducirían una gama de coloraciones y contomqs a cuerpo, al ajuste mutuo de las conductas, el
que no llegarían nunca a ser coincidentes. cumplimiento de las actividades en el campo
Esta dispersión y disipación de la identidad de una percepción mutua. 23 Todo ello pasa por
que comparten grupos e ihdividuos evoca, en la gestión de ese cuerpo a cuerpo, es decir,
este último caso, la crítica al sujeto presente a por el ordenamiento de cada situación social.
lo largo y ancho de la producción teórica de Esa copresencia corporal es un asunto delica-
Erving Goffman. En el lenguaje ordinario se do que conviene cuidar al máximo, por lo que
habla de una acción individual como algo que hay que estar al tanto de descifrar de manera
puede ser atribuido como predicado de un indi- correcta las indicaciones emitidas por los cuer-
viduo-sujeto considerado como instancia nó to- pos y regular la interacción a partir de estas
talmente determinada de determinación. La señales. No olvida que esos cuerpos que están
Ej.proximación interaccionista goffmaniana razo- en presencia el uno del otro son superficies
na al contrario. Goffman se pregunta acerca de sobre las que viene a inscribirse otra realidad:
qué es lo que.organiza los vínculos de los miem- la de las personas, es decir, la de las defini-
bros de una sociedad para que se produzca co- ciones de uno mismo y de los demás.
operación y convivencia, cómo se garantiza que A partir de ahí, el carácter público de la vida
sus acciones remitan unas a otras y se articu- social consiste, de un lado, en el empleo de lo que
len regularmente y cómo se mantienen a raya puede leerse sobre los cuerpos cuando se
las contingencias que podrían llevar al roce o al
enfrentamiento. Para responderse, Goffman
disecciona las acciones humanas como deter- 23 Me remito a trabajos como los de L. Quéré, "La vie
minadas mutuamente en una cadena de secuen- sociale est une scene", La parlais frais d'Erving
Goffman, Paris, Éditions de Minuit, 1987, pp. 47-80.
212 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 213
interior, la emergencia de algo interno, una ex- sino que no tenemos más remedio que improvi-
periencia subjetiva a las que los destinatarios sar, demostrar, a través de los ajustes automá-
de la información tendrían acceso privilegiado. ticos que operamos ante cada imprevisto, hasta
Las personas nunca están en ellos, sino entre qué punto tenía razón Goffman cuando adver-:-
ellos. Lo que se lee sobre los cuerpos, el flujo tia cómo "nuestra actuación es siempre mejor
expresivo que desprenden, no es la aparición que el conocimiento teórico que de ella tene-
en la superficie de algo que está dentro del indi- mos". 25
viduo que se expresa, sino algo que se da a leer En pos de ese objetivo, para Goffman, la gen-
más o menos intencionalmente y algo a lo que te se esfuerza por administrar tanto los lugares
los demás le atribuyen un sentido a partir de la que le son asignados por los demás como los
identidad atribuida al emisor, la normalidad de que él mismo aspira a ocupar. Para tal fin orga-
su comportamiento, las intenciones que ~e le niza sus reacciones para que puedan dar cuen-
están suponiendo, etc. Esa interpretación que ta de una definición de uno mismo que los otros
el receptor de las expresiones lleva a cabo es puedan reconocer en función, a su vez, de lo
viable porque existe un código comunicativo que se supone que son sus intenciones. Esa
compartido, una norma que permite atribuir un preocupación es lo que encontramos en la base
valor y un significado a todo lo que el individuo de cualquier control social normativo: contri-
hace y que exige ser ratificado y aprobado. buye a asegurar la conformidad a las normas
En esa interacción social -que· se reduce de sociales, es decir, a inhibir y corregir las des-
hecho a un conjunto de posicionamientos recí- viaciones y prever sanciones para los casos en
procos de cuerpos en un mismo tiempo y espa- que esa conformidad no se dé.
cio- cada cual procura no reindivicar otra De ahí el diferencial que Goffman aporta, des-
definición de sí mismo que no sea la que los de su formación en la antropología social de
otros están dispuestos a aceptar. Ese visto bue- Durkheim y Radcliffe-Brown, a los sustratos
no de los demás, con quienes negociamos cons- pragmáticos -G; H. Mead, Louis Wirth y la
tantemente los términos de nuestra copresencia, Escuela de Chicago, Hamold Innis- sobre los
resulta de que hemos sido capaces de demos- que se asienta su elaboración teórica. Esa apor-
trar, a través de nuestras expresiones, que es- tación singular de Goffman plantea que la posi-
tamos acatando el lugar non;nativamente bilidad y la realidad del mundo social son
aprobado para nosotros por y en relación .con er inmanentes. a la constitución misma del sujeto,
grupo. El éxito personal consiste en lograr que igual que ocurría con la de cualquier forma de
la identidad reivindicada o actuada y la identi-
dad atribuida coincidan, y para ello no siempre
nos sometemos a un guión previamente escrito,
25 Ibíd., p. 84.
216 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 21 7
identidad colectiva. Para Mead, por ejemplo, el percepción del tiempo como fenómeno continuo
sujeto se forma a partir de una dicotomía: de y acumulativo. Desde ese punto de vista, cada
un lado el Yo, substrato indiscutible que atesti- emergencia expresa el pasado, el presente y el
gua la permanencia del ser; del otro, la plurali- futuro del individuo y del mundo en que vive en
dad del Mí, hecha de proyecciones parciales y general. En cambio, para Goffman, la tempora~
dispares de ese ser en los roles sociales que lidad es entendida sólo en términos de estricta
actualizan el contacto con los otros. 26 En esa temporalidad. La interacción cara a cara no re-
distribución, el self puede ser concebido como mite a los acontecimientos del pasado, ni se
un espíritu pragmáticamente orientado hacia la anticipa a un futuro más allá de la propia si-
asimilación de experiencias distintas del con- tuación. Ni siquiera remite al presente. Es la
junto de los Mis de un mismo Yo, auténtico, instantaneidad misma. En ella, el individuo com-
único y duradero. Eso implica que Mead y- el prometido no busca otra cosa que salvar la cara,
primer interaccionismo simbólico no llegaron mantener su imagen, acabar lo que ha empeza-
nunca a cuestionar el postulado esencialista qU:e do, salir indemne de todas las situaciones que
afirma el primado absoluto de lo Uno sobre lo someten a prueba su capacidad de mostrarse
múltiple. Este postulado es el que funda el prin- como lo que ni es, ni podrá ser plenamente nun-
cipio básico en derecho según el cual los conte- ca: coherente consigo mismo.
nidos de la infori:nación vehiculadps en el _acto Esa es la diferencia entre Goffman y los
de comunicación son transmitidos por la per- interaccionistas de primera generación: su in-
sona de manera perfecta y no problemática, tención de captar la organización del mundo
puesto que son símbolos que garantizan una social en una temporalidad comprimida en la
segura comprensión de las exigencias de un inmediatez de la situación. En "La Presentación
sujeto constituido, estable y duradero, que re- de la persona en la vida cotidiana", el individuo
cibe y emite estímulos y reacciones. , es dividido entre un personaje, que trata de im-
Para el interaccionismo simbólico anterior a ponerse en cada interacción, en el sentido que
Goffman, el selfes la figura que resume esa ade- intenta adecuar la percepción que los demás
cuación a y de la comunicación, el producto de reciben de uno a la imagen que éste procura
esas maniobras permanentemente activadas de dar de sí mismo, y un actor, que cuenta con las
adecuación,. que son las que permiten definir facultades mentales e intelectuales básicas que
las situaciones a partir de una determinada le permiten poner en escena ese personaje de
manera eficiente. Esa división se parece a la que
Mead y el primer interaccionismo postulan en-
26 G. H. Mead, Espíritu, persona y sociedad, México D.F.,
tre la de unos Mis que surgen en y de la
Paidós, 1990, pp. 201-205. interrelación social -los personajes y sus pa-
218 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 219
peles- y un Yo que permanece y que podría tible con las normas de pertinencia inherentes
confundirse con el actor en la explicación a cada contexto de acción, al tiempo que some-
goffmaniana. En cambio, no es así. Ignorando ten su conducta a un juego de transformacio-
deliberadamente al actor, cuyo estudio es remi- nes adaptativas a esos principios que hacen de
tido directamente a la sociobiología, Goffman cada individuo un ser humano aceptable y pre-
opta por atender sólo al personaje, un self, el visible. El self, al igual que vimos que sucedía
que no es más que los efectos dramatúrgicos con la etnicididad, ya no es una esencia, sino ·
que despliega_ en la inmediatez de las circuns- un trabajo. Nada que se parezca a una entidad
tancias sociales. 27 inmanente a la cual tomar en serio, a no ser
Eso no quiere decir que el individuo no perci- como esa mera superstición que hace creer en
ba su sujeto como una unidad no estallada, la existencia de personalidades que animan y
defienda su unidad biográfica y se niegut en dan continuidad a cada persona, haciendo de él
redondo a aceptar que no es más que las repre-: un "sujeto", ese efecto óptico al que Goffman se
sentaciones situacionales a que se ve abocado refiere, titulando uno de los apartados de "La
una y otra vez. Lo que quü~re decir es que el presentación de la persona" como "mistificación".
análisis de la situación como un conjunto de La tarea de los participantes en los encuen-
contingencias, una arena de conducta, mucho tros es facilitada por la existencia de formas de
más que de expresividad o de comunicación, intercambio que permiten ese trabajo de ajuste
debilita de una forma irreversible esa idea de_ progresivo: son los intercambios rituales, lo que
unidad intrínseca del propio sujeto, al tiempo Goffman llama ritos de interacción. Estos actos
que la hace inasible para el investigador. En la convencionalizados representan técnicas gene-
interacción cara a cara, en que el criterio que rales de ordenamiento de las situaciones socia-
prima nunca és el de la verdad, sino el de la les y constituyen auténticas impugnaciones de
verosimilitud, el análisis go:ffmaniano desiste de la noción de sujeto, impugnaciones que operan
hacerle concesión alguna al valor ontológico a través de la vía paradójica de reconocer su
concedido en las culturas modernas al sujeto. sacralización. Para apuntalar su argumentación,
Lo que hay, es que, en cada envite social, los Goffman cita al propio Durkheim: "La persona-
individuos en él comprometidos, tratan de im- lidad humana es algo sagrado; no se la viola, ni
ponerle a los acontecimientos un orden compa- _ se infringen sus limites, mientras que, al mis-
mo tiempo, el mayor bien se encuentra en la
comunión con los otros". 28 Es en tanto que cosa
27 Este análisis ha sido inmejorablemente formulado por
A. Ogien, en: "La decomposition du sujet", Lesparlais
frais d'Eroing Goffman, pp. 100-108. 28 Goffman, op. cit., p. 80
220 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 221
sagrada, en el sentido durkheimniano del tér- una cualidad inmanente de un selfque asegu-
mino, que Goffman contempla el sujeto como ra la unidad del individuo. Esta unidad es en-
algo a lo que se le deben todo tipo de protocolos tendida como una propiedad que se confiere al
de aproximación y que aparece -como la diosa individuo por una audiencia o público que jue-
Isis- siempre entre velos. Los ritos le permiten ga en la actualidad de cada contexto situacional.
al individuo mantener los atributos morales pro- El self, así pues, no es una entidad semioculta
pios, como el honor, la estima, el orgullo, todo tras los acontecimientos, sino una fórmula va-
aquello de lo que depende poder sentirse ínte- riable para comportarse de forma conveniente.
gro, es decir, como una entidad única y no frag- En el mundo de lo verosímil descrito por
mentada. Goffman, la espontaneidad de la experiencia es
Por otro lado, el face work, el trabajo de fa- simplemente inconcebible, puesto que aparece
chada, le permite al individuo defenderse de las socialmente organizada y reclama del individuo
amenazas que constantemente acechan su per: que cumpla la relación entre él mismo y las co-
manencia y su perdurabilidad. Los ritos, ele- sas del mundo en la inmediatez de las situacio-
mentos de conducta concebidos como espacios nes. El self, entonces, no es una fuente de la
socialmente definidos por reglas normativas que emana el sentido atribuido al mundo so-
específicas, establecen esos límites sagrados que cial, sino una de las reglas que organiza esa
no deben ser superados, pu~s su vulneración realidad. Eso soslaya, hace prescindible, cual-
pone en peligro y ofende, viola, la siempre frágil quier cuestión ontológica relativa a la inmanen-
· identidad-·individual, de forma no muy distinta cia del ser individual.
a como vimos que ocurría con las no menos pre-
carias identidades colectivas. Es por ello que se 5. Clasificación, diferencia y desigualdad
insiste y se postula en todo momento que los
atentados contra el individuo deben ser adecua- La ciudad es el dominio de una diferencia que
damente castigados, a no ser que reciban las provoca diferencias, que las divide o las multi-
pertinentes operaciones de corrección y repara- plica, qué más da. Esa diferencia resulta de un
ción -las disculpas, las explicaciones, las coar- afán insaciable por diferenciar que, no siendo
tadas-, no menos ritualizadas. desconocido entre los seres humanos, experi-
En esa perspectiva, que coloca en primer tér- menta, en las sociedades urbanizadas, una in-
mino de la explicación de los hechos sociales la · tensidad raras veces vista antes o en otros sitios.
denodada lucha de los individuos en pos de su ¿Cómo se explica esta tendencia humana a la
aceptabilidad, la cuestión de la identidad del diferenciación, si le negamos la base objetiva
sujeto no tiene sitio, ni se plantea. La autentici- que pretende tener -de la etnicidad o el carác-
dad no se presenta, bajo ningún concepto, como ter nacional a la personalidad individual- y la
Dinámicas identitarias y espacio público / 223
222 / Disoluciones urbanas
reducimos a una forma en última instancia ar- componentes. Por otra parte, la diferenciac~ón
bitraria de marcajes, que no son la causa sino se produce al distribuir unos atributos que rm-
la consecuencia de la segregación operada y el plican la adscripción de cada grupo a unas ac-
contraste obtenido? tividades u otras, de forma que a menudo la
En primer lugar, está la necesidad propia de pluralidad cultural puede ocultar lo que es,_ de
cualquier individuo de considerar su propia hecho, una organización social, sobre todo s1 es
persona como algo más que un conjunto de impuesta desde el exterior del grupo como una
adaptaciones a contextos situacionales cam- descalificación o estigmatización.
biantes, el requerimiento de un principio de in- Ahora bien, una vez dicho esto, es preciso aña-
manencia del propio yo que permanezca a salvo dir que nada legitimaria consider~ ese p~cip~o
de los avatares de la vida cotidiana. Además, de diferenciación, por razones al tiempo ps1colo-
existe el -requerimiento que ese mismo indivi"'" gicas y sociales, como la base de los procesos de
duo experimenta de formar con otros una co- inferiorización de unos seres humanos por otros.
munidad más restringida que las grandes La afirmación identitaria no debería ser incom-
concentraciones humanas de un Estado o in- patible con unas sociedades democráticas en 18:s
cluso de una gran ciudad: pertenecer a un co- que la diferencia se da por supuesta y se consi-
lectivo de iguales, o bien de sentir la certeza de dera superable por y en las instancias públicas
que, en cierto modo, no acaba en sí mismo. de arbitraje y cooperación. Se puede reconocer
Esta necesidad de constituir un nosotros se que la desigualdad emplea !as clifer~n~ias. que
agudiza cuando las interconexiones y los roces detecta para legitimar y justificar las mJusticias
con otros grupos se hacen más frecuentes, más en que se concreta, pero eso no hace culp~.ble .ª
intensos y en el marco de unos territorios cada las diferenciaciones de ser el germen que mevi-
vez más reducidos, de forma que la voluntad de tableniente acaba dando a luz una asimetría.
diferenciarse, contrariamente a lo que solemos Un dispositivo de exclusión cualquiera traba-
pensar, no procede de un exceso de aislamien- ja a partir del establecimiento de una diferencia
to, sino de lo que se vive como un exceso de que separa, de manera total e ~evers~ble, al
contacto entre los grupos. En estas circunstan- excluidor de su víctima. La exclus10n localiza una
cias, la dialéctica del nosotros-ellos exige la ace- diferencia del tipo que sea en el excluido y cons-
leración de los procesos de selección o de truye con ella el argumento con el cual justificar
invención de los símbolos en que se basan las· y racionalizar el trato que se le depara: Co1:10
autode:finiciones, y lo hace con una finalidad: Albert Memmi ha explicado de manera mmeJo-
asegurar un mínimo de segmentación que man- rable, el racismo -como ejemplo de ideología de
tenga a raya la tendencia de las sociedades ur- exclusión- no consiste sino en una puesta de
banas hacia una hibridación excesiva de sus relieve, una valorización especial de una dife-
224 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 225
renda cualquiera, un aprovechamiento de esa tenemos que su función sería sobre todo la de
diferencia a favor de la exclusión del diferente. 29 subrayar la condición compuesta de la socie-
Ahora bien, matiza Memmi, pese a ello, reve- dad urbana. Ahora bien, las diversas retículas
lar un rasgo diferencial entre dos individuos o identitarias, que pueden cubrir la población
grupos no implica en sí mismo una actitud ra- urbana y de las que resultarían segmentaciones
cista. La afirmación de la diferencia adopta un siempre distintas, asumen otra tarea: clasifi-
significado particular en el contexto racista: in- car por la propia necesidad ·de clasificar, es
sistiendo en la diferencia, el racista quiere au- decir, por la exigencia inconsciente de ~po-
mentar o crear la exclusión de su víctima de la ner a una masa humana, que antes era infor-
colectividad o de la humanidad. La utilización me e indiferenciada, un sistema de distinciones,
de la diferencia es necesaria en el modo de hacer oposiciones y complementariedades, una
de los racistas, pero no es la diferencia la_.que formalización a la que le podría corresponder,
utiliza el racismo, es el racismo el que utiliza 19- en realidad, no importa qué contenido.
diferencia. Dicho de otro modo, son las relacio- Esta exigencia de segregaciones diferenciales
nes sociales desiguales las que buscan y siem- no es más que el reflejo de un principio análogo
pre encuentran, en la diferencia, argumenta- que actúa en la naturaleza en general y rige to-
ciones con fas que naturalizar el trato desventa- dos los fenómenos de la vida, desde las formas
joso que se concede a determinados seres hu.:. más elementales de la organización biológica
manos. Es más, si un grupo o un individuo no hasta los sistemas de comunicación más com-
dan con ninguna diferencia que les sirva para plejos. Grego:ry Bateson nos supo enseñar cómo
racionalizar la exclusión de otro, tampoco im- toda percepción es posible por la recepción de
portará: la inventarán. La historia de las discri- una novedad relativa a una diferencia, es decir,
minaciones humanas está llena de ejemplos de de un· contraste, una discontinuidad, un cam-
colectividades humanas perseguidas a partir de bio. Ese es el segundo criterio que rige, según
rasgos o características absolutamente inexis- Bateson, todo proceso mental.30 Los órganos sen-
tentes o sin que tales colectividades tengan una soriales sólo pueden percibir diferencias. No ve-
existencia real más allá de la imaginación de sus mos un color, sino la disimilitud entre -por lo
perseguidores. menos- dos colores. Si la gama de colores no
Así pues, distinguida la diferenciación huma- existiera, no veríamos un color único: no vería-
na de los usos excluyentes que pudiera recibir, · mos ninguno.
El ejemplo de la visión binocular que nos pro- estímulos no biótiCos y "neutrales": aquellos que
ponía el propio Bateson es elocuente. Lo que ve les permiten orientarse y reaccionar ante cual~
una retina y lo que ve la otra no es lo mismo, quier diferencia que se produzca en su medio
pero la diferencia entre la información suminis- circundante. Este fenómeno es ostensible en la
trada por cada retina produce otra clase de in- actividad ganglionar, retinal o cerebral de los
formación: la profundidad. El tacto nos informa mamíferos, pero también en los organismos más
de las desigualdades que hay en las superficies elementales, moléculas, células, átomos, etc.,
que tocamos, como un olor sólo puede percibirse donde también se puede hallar una capacidad
en función de otro, con el cual podamos com- idéntica de dar respuesta sólo a una cierta cla-
pararlo. El oído no aísla los sonidos, sino los se de estímulos como, por ejemplo, los que se
caracteres distintivos entre los sonidos. La lin- derivan de la oposición movimiento/reposo. Si
güística nos ha explicado hace tiempo qu~.-to- entendemos por comunicación la actividad que
das las unidades del lenguaje -empezando por posibilita la vida, toda comunicación depende
su mínima expresión: los fonemas- cobran sen- de una buena circulación de informaciones, es
tido estructural por el valor que tienen unas en decir, de noticias sobre diferencias.
función de otras, es decir, por sus relaciones de En otras palabras, no percibimos cosas dife-
oposición recíproca én un sistema. renciadas entre sí, sino relaciones entre cosas
Así pues, en las sociedades humanas, la dife- que han sido previamente diferenciadas. Sin
renciación -étnica, religiosa, genérica, indivi- diferencia, no hay información. Las cosas
dual o de cualquier otro tipo- cumple la misma · indiferenciadas no pueden ser objeto de percep'-
función que en cualquier expresión de la vida ción sensorial y, por tanto, tampoco pueden ser
en el universo: garantizar la organización y la procesadas por el entendimiento, es decir, pen-
comunicación. El gran psicólogo ruso A. R. Luria sadas. El funcionamiento de la naturaleza, de
demostró como las complejas moléculas de·_al- las sociedades y del intelecto humano sólo pue-
búmina, cuya existencia fue una de las premisas de serholistico, esto es, basado enlainteracción
de la aparició11 de la vida sobre la tierra, se in- entre las partes y las fases previamente dife-
tegran en un proceso metabólico por su capaci- renciadas.
dad de distinguir, de reaccionar ante ciertos Ahora bien, la diferencia no niega la existen-
influjos y de mantenerse indiferentes ante cia de una cierta homogeneidad. Es más, ésta
otros. 31 Además, los seres vivos son sensibles a es la exigencia, la condición misma de aquélla.
Es verdad que no puede existir percepción ni
pensamiento sin diferencia, pero la diferencia
tampoco podria existir si no se recortara sobre
31 A. R. Luria, Introducción evolucionista a la psicología, una unidad, una totalidad que integra la globa-
Barcelona, Fontanella, 1977, pp. 45 y ss.
228 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 229
lidad de maneras de existir y que solemos lla- Nada ni nadie puede ser coherente consigo mis-
mar naturaleza, universo o, simplemente, vida. mo. Esta actitud no se limita a considerar que
En el ámbito humano, ese fondo común sobre el pluralismo cultural es enriquecedor, sino que
el que las diferencias pueden recortarse y ser toma conciencia de su inevitabilidad como re-
reconocidas, se llama sociedad. En el mundo quisito para que se realicen con eficacia las fun-
moderno, el escenario predilecto en que la dife- ciones de las sociedades urbanas actuales y,
renciación puede contemplar desplegándose sus en un plano aún más profundo y estratégico,
productos sobre un marco compartido que es para que la experiencia conozca sobre ella el
--o debería ser- igual para todos, es el espacio trabajo de la inteligencia.
público y todos los demás ámbitos -la justicia,
el trabajo, el mercado, los servicios públicos-
en los que la diferencia humana se integra_o se
debería integrar en un plano de igualdad. La
consigna antirracista "todos iguales, todos di-
ferentes", encuentra en esa mutua dependen-
cia entre homogeneidad y heterogeneidad su
base y su argumento, al tiempo que se desva-
necen como inapropiadas todas las polémicas
que pretenden enfrentar lo universal y lo parti-
cular de la condición humana.
Lo que llamamos diversidad cultural no es una
sustancia inamovible, ~ino el precipitado que
resulta cuando la vida social y el pensamiento
humanos se adecuan a la complejidad de ·sus
existencias. Para que los seres humanos hagan
sociedad entre ellos es necesario que unos pue-
dan aportar competencias y cualidades que los
otros no tengan, y al mismo tiempo, precisa-
mente porque el mundo no puede .ser vivido ni
pensado como una superficie indeterm.inada y ·
amorfa, es indispensable que se produzcan todo
tipo de contrastes, puesto que cada unidad sólo
puecie concebirse con respecto a las demás con
las que conforma un mismo universo relacional.
Anonimato y ciudadanía / 231
Pero, a pesar de ello, a pesar de las vigilancias posiciones. El orden de la vida pública es el or-
y las violencias, en la calle se puede respirar den del acomodamiento y de los apaños sucesi-
mucho mejor no sólo que en las cárceles, en los vos, un principio de orden espacial de los
cuarteles o en los hospitales,. sino también me- tránsitos en el que la liquidez y la buena circu-
jor que en las escuelas, en las fábricas, en las lación están aseguradas por una disuasión coo-
oficinas e incluso que en un buen número de perativa, una multitud de micronegociaciones
presuntos hogares. Y si ello es posible es preci- en las que cada cual está obligado a dar cuenta
samente porque en la calle la gente no se toma de sus intenciones inmediatas, al margen de que
mutuamente en cuenta, porque "ignoramos" los protega su imagen y respete el derecho del otro
unos a los otros, salvo cuando alguna eventua- a proteger la suya propia.
lidad convoque la cláusula de ayuda mutua en- En la calle, lo que se produce no es tanto una
tre desconocidos que todos firmamos e.orno integración consciente y voluntaria, sino los efec-
usuarios de los espacios públicos. En los vago::- tos de un colosal proceso automático de movili-
nes de metro, en los cines, en los cafés ... , los zación cuya función es coordinar conductas y
peores enemigos, los más irreconciliables riva- rectificar inconveniencias, actos fallidos, salidas
les, se cruzan o permanecen a unos centíme- de tono y deslices. La copresencia de personas
tros de distancia unos de otros, sin prestarse la cuyos estatus son ostensible o potencialmente
mínima atención, disimulando su inquina, pos- susceptibles de discriminación puede implicar
poniendo los ajustes de cuentas, olvidando de- malestar entre los protagonistas de la interacción,
li b er adamen te los daños, quién sabe si malestar que se debe superar en 1a me.dida en
perdonándose mutuamente la vida. Con todas que las reglas que rigen los agrupamientos So-
las salvedades que se quiera, la inmensa mayo- ciales en espacios públicos parten del presupues-
ría de nosotros estamos demasiado ocupados, to de la igualdad en la accesibilidad y en la
tenemos demasiadas cosas por hacer como para movilidad.
perder el tiempo ofendiéndonos o agrediéndo- Ese espacio cognitivo que es la calle obedece
nos por la sola razón de ser absolutamente in- a pautas que van más allá -o se sitúan antes,
compatibles u odiarnos a muerte. como se prefiera- de las lógicas institucionales
En el espacio público, la circulación de los tran- y de las causalidades orgánico-estructurales,
seúntes puede ser considerada como una suce- trascienden o se niegan a penetrar el sistema
sión de arreglos de visibilidad y observabilidad · de las clasificaciones identitarias, puesto que
ritualizados, un constante trasiego de iniciativas aparece autorregulándose en gran medida a
-no todas autorizadas ni pertinentes, por su- partir de un repertorio de negociaciones y seña-
puesto- en territorios ambiguos, cambiantes y les autónomo. Alli, en los espacios públicos y
sometidos a todo tipo de imbricaciones y yuxta- semi-públicos en los que en principio nadie de-
234 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 235
beria ejercer el derecho de admisión, dominan presencia, así como que tampoco se tiene un pro-
principios de reciprocidad simétrica, en los que yecto de interpelación inmediata. 1
lo que se intercambia puede ser perfectamente
el distanciamiento, la indiferencia y la reserva, No tememos al otro, ni le somos hostiles, ni
pero también la ayuda mutua o la cooperación tenemos planes con respecto a su presencia. Esa
automática en caso de emergencia. Para que ello desatención cortés o indiferencia de urbanidad
ocurra es indispensable que los actores socia- puede superar la desconfianza, la inseguridad
les pongan entre paréntesis sus universos sim- o el malestar provocados por la identidad real o
bólicos particulares y pospongan para mejor imaginada del copresente en el espacio públi-
ocasión la proclamación de su verdad. co. En estos casos, la evitación cortés convierte
El criterio que orienta las prácticas urbanas a la víctima del prejuicio o incluso del estigma
está dominado por el principio de no interferen- en -volviendo al lenguaje interaccionista- una
cia, no intervención, ni siquiera prospectiva, en no-persona, individuo relegado al fondo del es-
los dominios que se entiende que pertenecen a cenario (upstaged) o que queda eclipsado por lo
la privacidad de los desconocidos o conocidos que se produce delante de sí pero no le incum-
relativos con los que se interactúa constante- be. La premisa es que en cualquier interacción
mente. En la vida pública se reafirmala apre- -por efimera que pueda resultar- los agentes
ciación que formulaba Harvey Sacks, para deben modelar mutuamente sus acciones, ha-
quien, "desde los tiempos de Adán y Eva, para cerlas recíprocas, garantizar su mutua inteligi-
los humanos al menos, ser observado es ser bilidad escenográfica, distribuir la atención
incomodado". La indiferencia mutua o el prin- sobre unos componentes más que sobre otros,
cipio de reserva se traduce en la pauta que ajustarlas constantemente a las circunstancias
Erving Goffman llamaba de desatención cortés. que vayan apareciendo en la interacción. En
Esta regla -la forma mínima de ritual interper- todos los casos, el extrañamiento mutuo, esto
sonal- consiste en es, el permanecer ajenos los unos a los otros en
un marco espacio-temporal restringido y común,
mostrarle al otro que se lo ha visto y que se está es un ejemplo de orden social realizado en un
atento a su presencia y, un instante más tarde, dis- espacio topológico de actividad.
traer la atención para hacerle comprender que no En cualquier caso, el posible estigmatizado y
es objeto de una curiosidad o de una intención par- · aquel otro que es excluido o marginado en cier-
ticular. Esa atenuación de la observación, cuyo ele-
mento clave es la "bajada de faros", es decir, la des-
viación de la mirada, implica decirle a aquél con
quien se interactúa que no se tienen motivos de 1 E. Goffman, Relaciones en público. Microestu.dios del
sospecha, de preocupación o de alarma ante su ordenpúblico, Madrid, Alianza, 1979, pp. 23-45.
236 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía/ 237
tos ámbitos de la vida social, se ven beneficia- de comunicación, alusivo a la facultad explicita
dos en los espacios públicos de esa desaten- o implícita, simétrica o desigual, que le permite
ción y pueden, aunque sólo sea mientras dure a un individuo dado cualquiera conocer las nor-
su permanencia en ellos, recibir la misma con- mas psicológicas, sociales o culturales que es-
sideración que las demás personas con quienes tán presupuestas en todo acto de comunicación,
comparten esa experiencia de la espacialidad ya sea este contractual o polémico.
pública, puesto que la indiferencia de que son El interaccionismo lingüístico basaba sus pos-
objeto les libera de la reputación negativa que tulados en tres nociones esenciales: la conmu-
les afecta en otras circunstancias. La interven- tación de código, competencia social básica que
ción de los fanáticos excluyentes, de la policía o ejercitan actores extraídos de grupos cultura-
de los vigilantes encargados de aplicar ese de- les, de clase, de edad o lingüísticos completa-
recho a la admisión que las leyes imponen .-::-:-Y mente distintos, que participan de unos mismos
que tanto contradice la condición democrática encuentros y que han de poner en común su
de nuestras sociedades- son la excepción que competencia comunicativa; los índices de
impide que los espacios públicos puedan ser contextualización, que son los recursos que re-
espacios de plena accesibilidad para cualquier claman o producen los interactuantes para de-
ser humano que demuestre su competencia para finir las situaciones en las que participan y
usarlos pertinentemente. Volveremos a este establecer las estrategias y los consensos pro-
asunto más adelante. visionales que permiten moverse en ellas ade:..
Cabe evocar aquí las aportaciones que hicie- cuadamente, y la inferencia conversacional, o
ra la sociolingüística interacciona! a propósito lógica práctica de una puesta en congruencia
de los acuerdos lingüísticos que se reproducían que permite la mutua inteligibilidad de los
constantemente en las sociedades urbanizadas, interactuantes y la negociación y el compromi-
definidas precisamente por su condición hetero- so entre ellos.
genética. El punto de partida es el valor compe- La idea de competencia comunicativa remite
tencia tomado de la lingüística generativa. Para a la estructuración de los intercambios
Chomsky la competencia es la capacidad virtual lingüísticos entendidos como organización de la
de producir y comprender un número infinito diversidad, en marcos sociales -la vida urba-
de enunciados, así como de manejar una canti- na cotidiana- en los que todos dependemos o
dad no menos indeterminada de códigos. Se tra- podemos depender en cualquier momento de
ta de un saber, una facultad o potencialidad personas -a veces desconocidos totales- con
latente previa a la acción y requisito para ella. los que puede ser que compartamos pocos ras-
De ahí parten autores como Dell Hymes a la gos culturales. El lenguaje no expresa ya una
hora de proponer el concepto de competencia comunidad humana, como había querido la
238 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía/ 239
lingüística idealista heredera del romanticismo rismo cultural, sino lo que el lenguaje cultivado
o, más tarde, el relativismo lingüístico y cultu- llamaría cosmopolitismo, filantropía, ciudada-
ral, sino como acción que se desarrolla con fines nía, altruismo, etc.
prácticos de cooperación entre individuos que En fin, las personas que comparten los espa-
han de compartir un mismo escenario y que par- cios públicos son sólo masas corpóreas, perfi-
ticipan de unos mismos acontecimientos. Cada les que han renunciado voluntariamente á. toda
momento social concreto implica una tarea in- o a gran parte de su identidad. Todas ellas no
mediata de socialización de los copartícipes, ta- son nadie, en el sentido de que no son nadie en
rea en la que los actores aprenden rápidamente concreto, lo que implica que encarnan una es-
cuál es la conducta adecuada, cómo manejar las pecie de cualquiera en general, o, si se prefiere,
impresiones ajenas y cuáles son las expectati- un todos en particular, que hace bueno el prin-
vas suscitadas en el encuentro. cipio interaccionista de que en una sociedad
Existen sistemas lingüísticos y culturales sub- como la nuestra la figura que domina es la del
yacentes, pero son éstos los que resultan d.etér- otro generalizado, esa noción acuñada por G.
minados por su uso por parte de los hablantes H. Mead para describir la multiplicidad de la
y no al revés, como supondría el idealismo lin- experiencia social contemporánea, en que cada
güístico. cual se ve obligado a multiplicarse y que hace
Este enfoque es idóneo para circunstancias so- que todo el mundo haya de ser todo el mundo,
ciales en los que la comunidad de hablantes- es decir, ponerse en lugar de los demás e inclu-
oyentes no es culturalmente homogénea y éstos so de él mismo tal y como se imagina que los
han de plegarse constantemente a contingen- demás le ven. En la experiencia del espacio pú-
cias contextuales fundadas en la pluralidad de blico, es otro generalizado, ni siquiera es otro
tradiciones, códigos e incluso de biografias per- concreto, sino otro difuso, sin rostro -puesto
sonales, que obligan a ajustes y reajustes inihte- que reúne todos los rostros-, acaso tan sólo
rrumpidos que, a su vez, generan morfologías un amasijo de reflejos y estallidos glaúquicos.
sociales y universos culturales compartidos du-
rante un breve lapso de tiempo. Estas circuns- 2. El "multiculturalismo" y la magia
tancias de encuentro y colaboración entre clasificato ria
distintos culturales, en los que los malenten-
didos y las interferencias en la relación inter- · Es obvio que ni inmigrante, ni minoría cultural,
personal suelen ser frecuentes, pueden, a pesar ni minoría étnica son categorías objetivas, sino
de ello--o acaso por ello-, generar sentimien- etiquetas al servicio de la estigmatización, atri-
tos de simpatía e incluso de pertenencia o iden- butos denegatorios aplicados con la finalidad
tidad compartidas, cuya base no es el particula- de señalar la presencia de alguien que es "el
240 / Disoluciones urbanas Anonúnato y ciudadanía / 241
diferente", que es "el otro", en un contexto en el firmar finalmente lo que ya sabía: que no es ni
cual todo el mundo es, de hecho, diferente y nunca será como nosotros.
otro. Estas personas a las que se aplica la mar- Este es el acto primordial del racismo de nues-
ca de "étnico", "inmigrante" u ~otro" son sistemá- tros días: negarle a ciertas personas calificadas
ticamente obligadas a dar explicaciones, a de "diferentes" la posibilidad de pasar desaper-
justificar qué hacen, qué piensan, cuáles son cibidas, escamotearles el derecho a no dar ex-
los ritos que siguen, qué comen, cómo es su plicaciones, obligarles a exhibir lo que los demás
sexualidad, qué sentimientos religiosos tienen podemos mantener oculto. El derecho, en defi-
o cuál es la visión que tienen del universo, da- nitiva, a guardar silencio, a no declarar, a pro-
tos e informaciones que nosotros, los "norma- tegernos ante la tendencia ajena a deconstruir
les", nos negaríamos en redondo a brindarle a nuestras apariencias, la opción a engatusar, a
alguien que no formase parte de un núcleo :r;nuy desplegar argucias y, ¿por qué no?, a mentir. 2
reducido de afines. Los teóricos preocupados por las dimensio-
En cambio, el "otro" étnico o cultural y ·e1 nes minimalistas de la construcción social de
llamado "inmigrante" no son destinatarios de la realidad hace mucho que han puesto de re-
este derecho. Ellos han de hacerse "compren- lieve cómo la franqueza es, por fuerza, una vir-
der", "tolerar", "integrar". Ellos requieren la mi- tud prescindible. Hay algo más allá de los signos
sericordia moral de la gente con la que viven, y representaciones, de los consensos y acuer-
que los antirracistas y los antropólogos de- dos que parecen fundar los actos de comunica~
muestren hasta qué punto son "inofensivos", ción y de sociedad. Paolo Fabbri hizo notar, no
incluso la "bóndad natural" que guardan de- hace mucho, en su elogio del espía y del trai-
trás de sus estrambóticas y primitivas tradi- dor,3 cómo hay una dimensión oculta, sombría,
ciones. Todo ello para hacerse perdonar no ser en los discursos, que trasciende o se cuela por
como los demás, y, sobre todo, como si los de- entre las rendijas de los códigos, una sombra
más no fuésemos distintos también, hete- que oscurece la presunta claridad de los aspec-
rogéneos, exóticos, exponibles como expresión tos puramente declarativos y cognitivos de los
de los más extravagantes hábitos. El anti- discursos. Se trata de las ambigüedades, los
rracista de buena voluntad y el antropólogo sobreentendidos, los malentendidos, los sarcas-
especializado en minorías culturales o en inmi- _
gración hace, en definitiva, lo mismo que el
policía que aborda por la calle al sospechoso 2 Sobre el lugar de la mentira en la interacción, cfr. H.
de ser un "ilegal", un extranjero "sin papeles": Sacks, "Tout le monde doit mentir", Communications,
se interesa intensamente por su identidad, (20), 1973, pp. 696-735.
quiere saber a toda costa quién es, para con- 3 P. Fabbri, "Todos somos agentes dobles", Revista de
Occidente, (85), junio, 1988, pp. 5-26.
242 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 243
mos, los dobles lenguajes, presuposiciones, ante La cuestión no tiene nada de anecdótica.
todo los secretos y las mentiras ... Todo lo opaco Cuando se dice que la lucha antirracista habría
que se asoma, que se intuye hasta en las más de hacerse no en nombre del derecho a la dife-
insustanciales interacciones-humanas. Ese de- rencia, sino todo lo contrario, en nombre del
recho a escabullirse, a ironizar, a ser agente derecho a la indiferencia,4 lo que se está ha-
doble o triple, es lo que se le niega a ese "otro" ciendo es reclamar para cualquier persona que
al que se obliga a ser perpetuo prisionero de su aparezca a nuestro lado, y sin que importe su
"verdad cultural". identidad como individuo o como molécula de
El llamado "inmigrante" o el etiquetado dentro una comunidad, justamente aquello que, como
de alguna minarla étnica se ve convertido en un hacía notar Isaac Joseph, se le niega al llamado
auténtico discapacitado o minusválido cultural, inmigrante, que es una distinción clara entre
en el sentido de que, dejando de lado sus di:(icul- público y privado. 5 Escamotearle a alguien -
tades idiomáticas o de costumbres precisas, se como se está haciendo-- ese derecho a una di-
ve cuestionado en su totalidad como ser huma- ferenciación nítida entre público y privado es,
no, impugnado, puesto que su, por lo demás en realidad, negarle a este alguien el derecho
superable, déficit específico se extiende al con- tanto a la vida privada como a la vida pública.
junto de su personalidad, definida, limitada, El supuesto "inmigrante" o "étnico" se ve atra-
marcada por una condición "cultural" de la que pado en una vida privada de la que no puede
no puede ni debe escapar. La torpeza que se le escapar, puesto que se le imagina esclavo de
imputa no se debe a una dificultad concreta, sino sus costumbres, prisionero de su cultura, vícti-
que afecta a la globalidad de sus relaciones so- ma de una serie de trazos conductuales, mora-
ciales. No recibe ni la posibilidad real ni el dere- les, religiosos, familiares, culinarios, que no son
cho moral potencial a manejar los marcos locales naturales, pero que es como si lo fuesen,-en la
y perceptivos en los que se desarrollan sus ácti- medida que se supone que lo determinan de una
vidades, no tiene capacidad de acción sobre el manera absoluta e invencible, a la manera de
contexto, puesto que arrastra, por decirlo así, el una maldición. Esta omnipresencia de su vida
penosísimo peso de su "identidad". No le es dado privada es lo que le inhabilita para ser acepta-
focalizar los acontecimientos en que se ve inmis- do en la esfera pública y le condena a vivir re-
cuido en su vida cotidiana, puesto que se le en-_ cluido en su privacidad.
cierra en un constante estado de excepción
cultural. Para él, la vida cotidiana es una autén-
tica institución total, un presidio, un reformato- 4 Sobre el sentido de ese "derecho a la indiferancia",
rio, un espacio sometido a todo tipo de vigilancias cfr., por ejemplo, A. Chebel d'Apolonia, Los racisrrws
cotidianos, Barcelona, Bellaterra, 1998.
panópticas constantes. 5 Joseph, "Le migrant comme tout venant", p. 179.
244 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 245
Una privacidad, pero que tampoco puede ser más cerca de la naturaleza que de la civiliza-
plenamente privada, puesto que es expuesta ción. En definitiva, ¿qué son las fiestas de la
constantemente a la mirada pública y, por tan- diversidad o las semanas de la tolerancia, sino
to, desprovista de la posibilidad que nuestra una suerte de zoos étnicos en los cuales el gran
privacidad merece de permanecer a salvo de los público puede acercarse y tocar, incluso, los
juicios ajenos y de las indiscreciones. Pocas especímenes que conforman la etnodiversidad
cosas más públicas que la vida íntima de los humana? Al exponente de cada una de estas
"inmigrantes" y de los "étnicos". Pocas cosas des- especies culturales -también llamadas mino-
piertan más la curiosidad pública que la "sor- rías étnicas-,- también se le niega, como .a los
prendente identidad" de los trabajadores inmi- leones de los parques zoológicos, la posibilidad
grantes o de las minorías étnicas de la propia de ocultarse del ojo público, también se le obli-
nación. Pocas cosas movilizan tanto la aten9ión ga a permanecer en todo momento visible.
de tantos: periodistas·, antirracistas, policías, Obligándole a subirse sobre una especie de
personal sanitario, asistentes sociales, sindica- pedestal, desde el que es obligado a pasarse el
tos, maestros, organizaciones no gubernamen- tiempo informando sobre su identidad, los lla-
tales, juristas, feministas, antropólogos .... Todos mados "inmigrantes", "extranjeros" o "étnicos"
ellos profundamente interesados en saber cosas hacen inviable el ejercicio del anonimato, ese
sobre ellos, en saber cómo y dónde viven, cuán- recurso básico del que se deriva el ejercicio de
tos son, cómo se organizan o con quién se rela- los fundamentos mismos de la democracia y la
cionan. Una legión de "especialistas cualificados" modernidad, que no son otros que la civilidad,
consagrados a hacer incontestable, desde sus el civismo y la ciudadanía. Estos ejes de la con-
respectivas jurisdicciones, que el subrayado que vivencia democrática que se aplican a indivi-
afecta a algunos seres humanos tiene alguna cosa duos que no han de justificar idiosincrasias ni
que ver con las estridencias culturales de que orígenes especiales para recibir el beneficio de
hacen gala las propias víctimas. la reducción -o la elevación, si se prefiere-,- a
Cualquier etólogo certificaría que el peor y más la nada identitaria básica: aquella que hace de
cruel daño que se infringe a los animales cauti- cada cual un ser humano, lo que debería ser
vos no es negarles la libertad, sino la posibili- idéntico a un ciudadano, con todos los dere-
dad de esconderse. Con los clasificados como chos y obligaciones consecuentes.
"inmigrantes" o "étnicos" pasa algo similar, bá- Esta factibilidad de convertirse sencillamen-
sicamente porque también ellos se ven aboca- te en transeúnte, persona de la calle que no ha
dos a verse exhibidos en público como expresión de dar explicaciones de nada, es el requisito para
de lo civilizatoriamente remoto y atrasado, se- cualquier forma de integración social verdade-
res que son -se considera-, en cierta medida, ra. Sólo recibiendo la capacidad para elevarse a
246 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 24 7
ba, por medio de correlaciones conceptuales, a ces sutiles-aspecto personal, vestimenta, pei-
la sociedad con el cosmos. Para ello, se descri- nado, acento, gustos-, a partir de los cuales
bía el sistema totémico australiano en concreto los interactuantes podían ubicarse en un es-
como una organización categorial que distribuía, quema clasificatorio constituido por distincio-
entre los humanos y entre las unidades socia- nes que, a su vez, denotaban afinidades sociales,
les en que se agrupaban, nombres correspon- ya fueran familiares, étnicas, de clase, de for-
dientes a cosas naturales, tales como plantas y mación académica, de profesión, de edad, de
animales, pero también puntos cardinales o inclinación sexual, etc. Sólo que tal constata-
acontecimientos meteorológicos. A tales objetos ción vale, en-efecto, para la construcción coral
de la naturaleza les era asignada una compli- de ese espacio objetivo que es todo espacio so-
cada trama de prescripciones y tabúes que los cial, espacio de interacciones entre seres que se
vinculaban místicamente a sus homólogo~-en toman en cuenta a partir de la representación
la sociedad, y a la inversa. De este modo, el que hacen de sí mismos y cómo interpretan la
mismo enrejado que compartimentaba la socie- representación que los demás hacen, a su vez,
dad en distintas agrupaciones -clanes, mita- de ellos mismos.
des, :fratrías-, unidas entre sí por lo mismo que Otra cosa es que el espacio público sea real-
las separaba, proyectaba sus propias divisio- mente, como pudiera antojarse demasiado pre-
nes y nudos a la globalidad del universo. cipitadamente, un espacio social, al menos en el
Las sociedades modernizadas contemporá- sentido más canónico que suele darse a tal no-
neas no han visto desmentidas las intuiciones ción. Así, la definición de Georges Condominas
de la.escuela de L'Année Sociologique sobre los establece que "el espacio social es el espacio de-
esquemas taxonómicos y su valor determinan- terminado por el conjunto de sistemas de rela-
te en la construcción social de la realidad. En- ciones, ·característico del grupo considerado". 7
tre otros teóricos que han advertido de ésta Esa definición resulta sólo relativamente ade-
persistencia de las tabulaciones clasificatorias cuada al marco deun espacio público definible
en nuestra sociedad, destaca Pierre Bourdieu, por la proliferación de marañas relacionales,
quien ha puesto de manifiesto cómo los gestos compuestas de usos, componendas, imposta-
más automáticos e insignificantes pueden brin- ciones, rectificaciones y apaños que van
dar pistas sobre la identidad de quien los reali- _ emergiendo sobre la marcha y en los que late
za y el lugar que ocupa.-en un espacio social un microrganismo social secretamente inteligen-
estructurado. Bourdieu daba en el clavo cuan-
do establecía que los encuentros más azarosos
y espontáneos entre sujetos estaban orientados
7 G. Condominas, L'Espace socia apropos de l'Asie du
por la percepción de indicadores objetivos a ve- Sud-Est, Flammarion, Paiis, 1980, p. 14.
250 / Disoludones urbanas Anonimato y dudadanía / 251
te, pero automático, sin alma. No hay en ese tratado de poner de relieve, el espacio público
paisaje un conglomerado humano coherente, a no está estructurado ni desestructurado, sino
no ser que el grupo del que se esté hablando no estructurándose. 9 No es el escenario de una
se parezca en nada a las estructuras cristaliza- sociedad hecha y derecha, sino una superficie
das estudiadas habitualmente por la sociología . en que se desliza y desborda una sociedad per-
y la antropología funcionalistas,. sino que sea manentemente inconclusa, una sociedad inter-
tan sólo un agrupamiento polimorfo e inquieto, minable. En él sólo se puede ser testigo de un
que solamente puede ser observado en el ins- trabajo, una tarea de lo social sobre sí mismo.
tante preciso en que se coagula, puesto que está En cuanto las condiciones democráticas que
destinado a disolverse de inmediato. deberían presidirlo se lo permiten, el espacio
El espacio público es el espacio que posibilita público se comporta no como un espacio so-
todas las interacciones concebibles, e incluso \as cial, determinado por estructuras y enclasa-
inconcebibles. Sirve de rampa para todas las mientos, sino como un espacio en muchos
socialidades habidas o por haber. En cambio, sentidos biótico, subsocial o protosocial, un
en su seno, lo que uno encuentra no es propia- espacio previo a lo social, al tiempo que su re-
mente una sociedad, o cuanto menos una socie- quisito, premisa escénica de cualquier socie-
dad cristalizada, con sus órganos, sus funciones, dad. El espacio público es aquel en el que el
sus instituciones, etc. En él se ensayan y, las sujeto que se objetiva, que se hace cuerpo, que
más de las veces, se abortan, todas las combi- reclama y obtiene el derecho de presencia, se
naciones societarias, de las más armoniosas a nihiliza, se convierte en una nada ambulante e
las más conflictivas y hasta las que se han vuel- inestable. Esa masa corpórea lleva consigo to-
to o están a punto de volverse violentas. das sus propiedades, tanto las que proclama
Ahora bien, el espacio público no es propia- como las que oculta, tanto las reales como las
mente ese espacio social en el que Bourdieu ¡>o- simuladas, las de su infamia y las que le en-
día desmentir la condición singular-que puede salzan, y con respecto a todas esas propieda-
antojarse maravillosa:- de los encuentros aza- des lo que pide es que no se tengan en cuenta,
rosos y de las situaciones abstractas a que esos que se olviden tanto unas como otras, puesto
encuentros dan pie. 8 Como en otro lugar se ha que el espacio en que ha irrumpido es anterior
y ajeno a todo esquema fijado, a todo lugar, a
todo orden establecido.
8 La critica de Pierre Bourdieu a la noción interaccionista
de ªsituación" y a los postulados de la etnometodología
en general, se hallan en La distinción, pp. 238-241 y 9 M. Delgado, El animal público, Anagrama, Barcelona,
492-494. 1999, pp. 214-218.
252 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 253
Quien se ha hecho presente en el espacio gente dominado por la pura exterioridad, por el
público ha desertado de su sitio y transcurre concierto entre apariencias, por el intercambio
por lo que por definición es una tierra de nadie, de indicadores perceptuales que incitan o des-
ámbito de la pura disponibilidad, de la pura aconsejan una profundización en los contactos,
potencia, territorio lábil -la calle, el vestíbulo por la proliferación de sensaciones y por los len-
de estación, la playa atestada de gente, el pasi- guajes corpóreos de quienes se exponen a la
llo que conecta lineas de metro, el bar, la pista intemperie y, haciéndolo, escamotean su su-
de la discoteca ...- ordenado por leyes de las. puesta interioridad y quieren ser tomados tan
que uno podría sospechar que no son exacta- sólo por lo que parecen ser.
mente humanas. El único rol que le correspon- En los contextos públicos, las marcas, las
de es el de tan sólo circular. Ese personaje nunca balizas, los umbrales ... , sirven para jalonar un
está: estuvo o estará, en cualquier caso se tr,as- escenario en el que, en condiciones normales,
lada, se mueve, y es sólo ese tránsito que efec- lo que es sometido a un orden taxonómico no
túa y en el momento justo en que lo efectúa. son las identidades grupales, ni las afiliaciones
Eso no quiere decir que en el espacio público de cada cual, sino las señales de adecuación
de las ciudades no rija un principio clasificato- del comportamiento propio y ajeno, así como
rio. En esas sociedades provisionales y peripaté- los distintos indicativos de calma o de peligro.
ticas que se hacen y se deshacen constantemente El viandante solicita de sus congéneres que de
en su seno, los participantes también clasifican, todas las propiedades que detecten en él, sólo
pero, demasiado apresurados por lo general, su retengan y hagan significativas aquellas que les
clasificación se parece más a la de los chimpan- incumben, aquellas que eventualmente pudie-
cés que a la de los arunta australianos, de los ran llegar a afectarles en un momento dado. En
que hablaban Durkheim y Mauss, o a la de las él cueritan más las pertinencias que las perte-
moléculas sociales que, según Bourdieu, ·se nencias.
enclasaban las unas a las otras a partir de sus Por desgracia, las leyes se encargan de des-
preferencias de consumo, por ejemplo. Los usua- acreditar este sistema de ordenamiento basado
rios del espacio público clasifican lo que los en la autogestión generalizada de las relaciones
etólogos llaman displays (muestras). Por medio sociales y organizan su imperio en clasificacio-
de éstas, los viandantes anónimos asignan in- nes bien distintas a las de la etología humana
tenciones, evalúan circunstancias, evitan roces en marcos públicos. El agente de policía o el
y choques, intuyen motivos de alarma, gestio- vigilante jurado pueden pedir explicaciones,
nan su imagen e interpretan la de los otros, pac- exigir peajes, interrumpir o impedir los accesos
tan indiferencias mutuas, se predisponen para a aquellos que aparecen resaltados no por lo
coaliciones efimeras. Todo ello un campo inteli- que hacen en el espacio público, sino tan sólo
254 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 255
por lo que son o parecen ser, es decir, por su involuntariamente, en el marcaje de quienes
"identidad" real o atribuida. son susceptibles de ser abordados por los
En estos casos, los encargados de la seguri- "agentes del orden" en función de su presu-
dad pública pueden acosar a personas que no puesta adscripción grupal. Esa intervención se
ponen en peligro esa seguridad pública, que ni lleva a cabo precisamente para legitimar y
siquiera han dado signos de incompetencia gra- mostrar, como inexorable, la exclusión de aque-
ve, que no han alterado para nada la vida so- llos del espacio público o las dificultades que
cial. Su tarea es exactamente la contraria de la encuentran para acceder a él en igualdad de
que desarrolla en condiciones normales el usua- condiciones. En el caso de los llamados
rio ordinario de los espacios públicos. Si éste "inmigrantes" o los miembros de presuntas
procura pasar desapercibido y evita mirar fija- minorías étnicas, el antropólogo ha podido
mente a los demás con quienes se cruza, el agen- contribuir a su estigmatización, subrayando la
te del orden se pasa el tiempo mirando a todo el condición culturalmente extraña que se supo-
mundo, enfocando directamente a aquéllos qúe ne que les afecta y proporcionando de una pa-
podrían parecer sospechosos; no tanto de ha- rrilla clasificatoria que los etnifica casi siempre
ber cometido un delito o estar a punto de come- artificialmente.
terlo, sino tan sólo de no tener sus papeles en Lejos de considerar a los seres humanos que
regla, es decir, no merecer el derecho de pre- estudia en la pluralidad de situaciones en las
sencia en el espacio público que como ser hu- que aparecen constantemente inmiscuidos, la
mano le debería corresponder. 10 Estos "agentes antropología de los inmigrantes ha dá.do
del orden" pueden interpelar de forma nada acríticamente por buenas, o ha producido por
amable y a veces violenta a personas a las que su cuenta, categorías analíticas que han legiti-
ya les "habían echado el ojo encima" por su as- mado :_cuanto menos potencialmente- la
pecto fenotípico o su vestimenta, rasgos que dan marginalización de una parte de la clase obre-
cuenta de una identidad inquietante no para el ra, ha ayudado a encerrarla en una prisión
resto de peatones, sino para el Estado y sus identitaria de la que no era ni posible ni legíti-
leyes de extranjería. mo escapar. En efecto, el aparato terminológico
Por desgracia, también, la antropología apa- de los antropólogos se ha dedicado a distribuir
rece aquí como directamente implicada, acaso _ categorizaciones delimitativas, ha certificado
rasgos, inercias y recurrencias basados en cla-
10 Sobre las prácticas de vigilancia en espacios públicos,
sificaciones "étnicas", cuya función ha sido la
ver el trabajo sobre los guardias jurados del metro de de prestar un utillaje cognoscitivo preciso y dis-
París de M. Dartevelle, "Le travail du contróleur", Les ponerlo como una modalidad operativa más al
Annales de la recherche urbaine, (57-58), 1997. servicio de la exclusión. Se ha pasado así, una
256 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 257
decir, como una estrategia que inventa y orde- ciación la que crea y reifica la diferencia. No
na entidades descriptivas y explicativas a las nos clasificamos a partir de lo que somos, sino
que se presupone segm.entables y duraderas, y que somos los que somos en tanto que hemos
que elabora a partir de ellas definiciones sido clasificados en un determinado comparti-
coordinativas con base en un principio regular mento de la nomenclatura lógico-social en vi-
de división nomotética. gor. De ahí lo incierto de las tramas conceptuales
La actualidad del ensayo de Durkheim y Mauss que nos permiten hacer del universo un juego
sobre las clasificaciones primitivas nos conduce de ensamblajes, de aislamientos y relaciones,
a apreciar cómo una comprensión heurística de de análisis, de empalmes y desempalmes, de
nuestra propia sociedad sólo es posible hacien- ajustes y de divorcios que afectan a los conteni-
do inteligible la racionalidad secreta que ésta dos concretos, de cualidades y de formas que
emplea para clasificar, distribuir, distinguir,/se- se parecen, se distinguen o se oponen.
parar, poner en relación y jerarquizar, por gru.- Tales sistemas de clasificación son instrumen-
pos categoriales, los objetos tanto humanos tos cognitivos, es cierto, pero, sobre todo, son
como materiales que la conforman. Visiones, al instrumentos de poder. Como ha señalado Pierre
fin, que atienden la vigencia entre nosotros del Bourdieu, hablamos aquí de "principios de di-
poder de los sistemas lógicos de denotación. visión inseparablemente lógicos y sociológicos
Esa observación nos permite constatar que que, al producir unos conceptos, producen unos
no son las diferencias culturales las que gene- gru.pos, los mismos gru.pos que los producen y
ran la diversidad, tal y como podría antojarse los gru.pos contra los que se producen" . 15 La
superficialmente, sino que son los mecanismos presuntamente científica etnifi.cación de secto-
de diversificación los que motivan la búsqueda res sociales ya previamente asociados al con-
de marcajes que llenen de contenido la volun- flicto y a la marginación, tiene como tarea lanzar
tad de distinguirse y distinguir a los demás,-no sobre ellos una suerte de red nominadora de la
pocas veces con fines estigmatizadores o que surgen, como por encanto, una -seria de
excluyentes, Una entidad clasificatoria cualquie- unidades discretas claras que organizan -ver-
ra, es decir, una unidad sobrepuesta definible ticalmente, por supuesto-- una población que
por y en ella misma, no sirve tanto para alimen- no es que estuviese escasamente diferenciada,
tar la base de una clasificación, sino que, justo sino que, al contrario, presentaba unos dinte-
al contrario, constituye su producto. En otras les de complejidad dificiles o imposibles de fis-
palabras, no se clasifica porque hay cosas que calizar. Los sistemas institucionales o populares
clasificar, sino que es porque clasificamos que
las podemos descubrir. No es la diferencia la
que suscita la diferenciación, sino la diferen-
15 Bourdieu, La distinción, op. cit., p. 490.
264 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 265
medias verdades y, si el guión lo exige, de enga- para la emancipación humana y una expectati-
ños. En los contextos de tránsito, todo el mun- va permanente activada hacia lo insólito. En
do no sólo tiene derecho a enredar, sino que cada momento, un desconocido está a punto de
con frecuencia no tiene más remedio que ha- irrumpir en el escenario de nuestra existencia
cerlo. Todos nosotros, que también simulamos sin pedimos permiso. Podría ser alguien que
y nos refugiamos en la ambigüedad y la farsa, hasta ese momento no había jugado ningún
no tenemos más remedio que basarnos en im- papel de relieve o podría ser alguien cuya exis-
presiones fragmentarias, extraídas de signos tencia ni sospechábamos, pero que se convierte
externos-manera de vestir, estilo de peinado, súbitamente en portador de acontecimientos
rasgos fenotípicos, el diario que traen bajo el excepcionales. Individuos que no formaban par-
brazo, gestos indeterminados, comentarios dis- te de ninguna de nuestras relaciones significa-
persos ...-, como las únicas pistas que nos pe.r- tivas pasan, de repente, a tener una relevancia
miten, siempre de manera defectuosa, inferir las inesperada y ofrecemos una sorpresa inimagi-
predisposiciones de nuestros interlocutores nable. Pude ocurrir en cualquier lugar público
eventuales, hacer la prospectiva de sus accio- o semi-público, en la parada del autobús, en el
nes inminentes o tratar de adivinar sus objeti- supermercado, en la piscina en verano, en un
vos a medio o largo plazo. Con frecuencia, esas café, al doblar una esquina... Allá donde no
prácticas de encubrimiento tras una aparien- había relación social en absoluto, pueden apa-
cia simple no responden tanto a una voluntad recer, de pronto, nuevos contactos, vínculos in-
explicita de engañar, como a una buena volun- éditos inicialmente furtivos, pero que pueden
tad a la hora de ayudar a aquél con quien se devenir en un momento algo íntimo y profundo.
interactúa brevemente a que controle la inesta- En estas situaciones de tránsito se concreta la
bilidad y la incertidumbre de las situaciones. condición que, con frecuencia, la vida social pue-
Estas sociedades imprevistas entre extrañós de tener de un proceso mediante el cual los acto-
pueden convertirse en una fuente notable de res resuelven significativamente sus problemas,
inquietud y en ciertas oportunidades revestirse adaptándose la naturaleza y la persistencia de
de amenaza, pero también ser el punto de par- sus soluciones prácticas. En cada encuentro
tida de cambios vitales o incluso una fugaz ober- entre desconocidos totales o relativos, cada uno
tura hacia lo maravilloso. Es verdad que se ha de los interactuantes trata de elaborar una es-
repetido que la gente está muy sola, que la vida pecie de teoría práctica, un razonamiento empí-
urbana es inhumana y neurotizante y que lo rico, en orden a procurar establecer y describir
que se agita por las calles es en realidad una su normalidad y la racionalidad de las situacio-
unión de individuos solitarios; pero también lo nes en que se va viendo involucrado. El punto
es que la vida en las ciudades es un estímulo crucial es que no existe un orden social que ten-
270 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía/ 271
ga existencia por sí mismo e independientemente tos cruzados entre personas que se· acreditan
de ser conocido y articulado por sus miembros, mutuamente la racionalidad y competencia de
en la medida en que toda sociedad no es una sus actos. Es en eso en lo que debería consistir
norma o código a obedecer, sino.un orden reali- la multiculturalidad, no en lo que hoy es, la
zado, cumplido sobre la marcha. reificación de un inexistente mosaico de "mino-
La violencia está ahí, continúa estando ahí rías" preformadas y que se suponen articula-
como pura posibilidad de una relación social das, integradas o asimiladas estructuralmente,
extrema, último recurso que podría salvar en el sino la disolución de toda presunta minoría en
último momento el socius. Se sabe que ese es- un espacio dramático compartido y accesible a
pacio -pura potencialidad- podría explicitar todos.
en cualquier momento su predisposición para En un plano más concreto, acabamos de re-
albergar y hasta suscitar el conflicto, devenir conocer como el ingrediente básico para la prác-
de un momento a otro, como consecuencia de tica competente de la vida ordinaria, esta
la propia fragilidad que lo caracteriza, escena- posibilidad de vivir como todo el mundo, es de-
rio de todo tipo de torsiones y espasmos, hasta cir, diferentemente, que le es negada paradóji-
del horror. Pero en tanto ese momento no llega, camente a quienes reciben el atributo de
los transeúntes aceptan un pacto de no agre- "diferentes". En cualquiera de estos dos aspec-
sión, un contrato de no-violencia. En la calle tos, no se está hablando de otra cosa que del
reina o debería reinar el principio de reciproci- derecho a devenir tan sólo alguien que pasa, un
dad en la indiferencia, una economía espacial, payo o una paya, un "tío" o una "tía", un tipo
puesto que es un espacio compartido, la pose- que va o que viene -¿cómo saberlo?- sin ver
sión y el consumo del cual está terminantemente detenida su marcha ni por alguien que de uni-
prohibido. forme le pida los "papeles", ni por alguien que
A nivel general, hemos visto que el derecho al se empeñe en "comprenderle" y acabe exhibién-
anonimato es un requisito del principio de ciu- dolo en una especie de feria de los monstruos
dadanía. De él depende que se cumpla esa fun- culturales. Un masa corpórea que, como cual-
ción moderna del espacio público como quiera, va "a la suya", pero que puede ser pro-
fundamento mismo -especificidad y abstrac- tagonista, en el momento menos pensado, de
ción máximas a la vez- del proyecto. democrá- los más grandes heroismos o generosidades: a
tico, tal y como autores como Hannah Arendt o un mismo tiempo, el elemento más trivial y más
Jürgen Habermas han sostenido. Espacio pú- enigmático de la vida urbana.
blico: espacio de un intercambio ilimitado, es- El peatón hace algo más que caminar, atra-
fera para la acción comunicativa generalizada y vesar cuando el semáforo se pone en verde, mi-
el despliegue infinito de prácticas y argumen- rar aparadores, esperar a alguien mojándose
272 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía/ 273
bajo la lluvia o detener taxis. Su modesto deam- entonces y a la que no se volverá a ver nunca
bular es un acto profundamente lírico, una for- más. Hablar aquí de extranjeros no tiene dema-
ma de escritura en la que cada trayecto que traza siado sentido, en tanto nos encontramos ante
es un relato, una historia íntima, una siembra un universo dislocado, en el cual todo el mun-
de memoria que hace de su autor el fundamen- do aparece desplazado y desplazándose y en el
to de toda experiencia moderna de lo urbano. que la figura del forastero es un imposible lógi-
Nuestro andariego es también un personaje que co, puesto que todos los presentes lo son.
desasosiega al poder, en la medida en la que no Esta comunidad peripatética no aparece nun-
hay forma de saber todo lo que esconde o si ca concluida, siempre está a medio hacer. Es
prepara algo. Es un ser impredecible que, cuan- una sociedad que se trabaja a sí misma y que
do se une a otros, teje, con ellos, una espesa es sólo ese trabajo que interminablemente la
nube opaca a ras de suelo a través de la cul:11 hace. No tiene órganos ni estructuras acaba-
quienes vigilan no pueden discernir nada. De das, sino que se construye, se disuelve y se vuel-
este ser anónimo apenas sabemos algo. Tene- ve a construir ininterrumpidamente.
mos como indicio su aspecto, su rostro -perci- Ese orden es un "desorden" autoorganizado,
bido en el brevísimo intervalo en que le miramos el resultado de la autogestión de millones de
de reojo- o el ritmo con que se desplaza. Sabe- moléculas independientes que se las apañan
mos que ha salido de algún sitio, pero no sabe- para convivir con base en acuerdos puntuales y
mos de cuál. Es, pues, alguien sin origen. No efimeros. Sus componentes no se hablan, no
sabemos dónde va, ni lo que pretende. Es, por tienen nada que decirse, básicamente porque
tanto, alguien sin destino ni función. Sabemos están de acuerdo en lo más importante: convi-
que, de hecho, es en otro sitio, en el sentido de vir. Tampoco se miran, ya que la mirada fija de
que sus pensamientos no están ahí, sino segu- un desconocido sólo puede anunciar una inmi-
ramente lejos, "en sus cosas". Es, por ello, un nente agresión o el inicio de un gran amor. No
enigma. se tocan. Miles de personas circulando en to-
Estos caminantes, que van de aquí para allá das direcciones y por espacios reducidos ... ¡Y
trazando diagramas aparentemente caprichosos, sin apenas rozarse entre ellas! Los miembros
constituyen la forma moderna por. excelencia de de esta colectividad perpetuamente intranquila
cooperación: espontánea, autorregulada, redu- acuerdan protegerse los unos de los otros me-
cida a pautas mínimas, basada en el consenso diante el anonimato, la reserva y la indiferencia
y no en la coacción, disponible siempre por lo mutua. A la mínima oportunidad, los socios de
que Comte llamó el altruismo, que conoce su esta inmensa sociedad anónima que es --o de-
expresión más auténtica y radical cuando se bería ser- una ciudad, podrían demostrarse su
ejerce entre gente que nunca se había visto hasta potencia solidaria y altruista. Saben que en
estudia la diversidad de las expresiones, Desde su interés por practicar una antropología sensible a los caracteres
imágenes, fenómenos y formas de inestables de la vida cotidiana citadina, Manuel Delgado nos ofrece una
percepción que constituyen la
travesía atenta a las grandes discusiones que, desde su disciplina, se
dimensión estética del mundo
plantean hoy. Pero su acercamiento dista de ser convencional: comienza
contemporáneo.
desnudando el mesianismo, fruto de las filiaciones protestante-ascéticas,
Con reflexiones teóricas y estudios
de las ciencias sociales, lo que pone de presente sus objetos de elección, .
específicos sobre la creación, el arte, la
cultura urbana y la vida cotidiana, la sus enemigos, sus frustraéiones y límites. Luego, el autor toma por los
colección logra la amplitud de temas y cuernos el maridaje entre política y cultura, que disneylandiza nuestros
enfoques necesarios para dar cuenta del entornÓs urbanos en un intento, otro, por purificarlos. Tras este primer
carácter expandido, fragmentario y
recorrido, el terreno está preparado para, en la segunda parte del libro,
plural de lo estético en el presente.
usar la coreografía como instrumento para ver los desplazamientos,
encuentros, roces y trayectorias de los viandantes en la calle, para
abordar la fiesta callejera como sonda exploratoria de los vericuetos entre
ocio y uso de espacios públicos. Por último,_ la_ fiesta, los ·migrantes, las
• Ciudades y memorias
ISBN 958-655-619- □
Jairo Montoya