Disoluciones Urbanas

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Profesor titular de antropología

en la Universidad de Barcelona.
Autor de innumerables
Disoluciones urbanas artículos, traducciones y libros,
entre los que están:
Manuel Delgado Ruiz
De la muerte de un dios (1991),
Las palabras de otro hombre (1993),
Ciudad líquida, ciudad interrumpida
( 1999, en esta colección),
El animal público ( XXVII Premio
Anagrama de ensayo, 1999).
Profesor visitante
del postgrado de estética
de la Universidad Nacional
de Colombia, Sede Medellín.

Universidad Nacional de Colombia


Facultad de Ciencias Humanas y Económicas
· Postgra·do de Estética
Disoluciones
urbanas

Procesos
identitarios
y espacio
público
Manuel Delgado
Ruiz

Disoluciones
urbanas

Procesos
identitarios
y espacio
público

Colección
Estética Expandida

Editorial
Universidad
de Antioquia
Postgrado de Estética
Facultad de
Ciencias Humanas
y Económicas de la
Universidad Nacional
de Colombia
-Sede Medellin-
Créditos Contenido

C0 Manuel Delgado Ruiz


O Editorial Universidad de Antioquia
O Facultad de Ciencias Humanas
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ix
y Económicas de la Universidad
Nacional de Colombia, Sede Medellin Primera parte
Impreso y hecho en Colombia / Printed
and made in Colombia
Encrucijadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1

Prohibida la reproducción total o parcial, l. La ciudad redimida. Las


por cualquier medio o con cualquier propósito, sin la
autorización escrita de la Editorial Universidad de
ciencias sociales como
Antioquia y de la Facultad de Ciencias Humanas y forma de caridad . . . . . . . . . . . . 3
Económicas de la Universidad Nacional l. Ciencias sociales
de Colombia, Sede Medellin
en la jungla de asfalto . . 3
ISBN: 958-655-619-0 (volumen) 2. Nostalgia de lo orgánico 14
ISBN: 958-655-331-0 (Obra completa) 3. Los nuevos rostros
Primera edición: diciembre de 2002
de la caridad . . . . . . . . . . . . . . . . 34
Diseño de cubierta: Imprenta Universidad de
Antioquia 2. Trivialidad y trascendencia.
Ilustración de cubierta: Luis Fernando Pélaez de la
serie «Lluvia•, fotografia de Juan Fernando Ospina
Usos sociales y políticos
Diagramaclón: Luz Elena Ochoa Vélez del turismo cultural . . . . . . . 50
Impresión y terminación: Imprenta 1. Turismo y cultura en
Universidad de Antioquia un tiempo descoyuntado 50
Teléfono: (574) 210 50 10
Telefax: (574) 263 82 82 2. Religión oficial y turismo
E-mail: [email protected] de Estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Página web: www.editorialudea.com 3. Cultura, ocio y realidad
Editorial Universidad de Antioquia
. Apartado 1226. Medellin. Colombia virtual......................... 78
~
.~
:7 Imprenta Universidad de Antioquia 3. De la ciudad concebida
Teléfono: (574) 210 53. 30
..--:&mail: [email protected] a la ciudad practicada.... 92
viii

Segunda parte
Disoluciones ...................... 107

4. Tránsitos. Espacio público,


masas corpóreas ............. 109
l. La calle y el cuerpo ...... 109
2. Ritmo, cultura y sociedad 129
3. Distancia y tensión ..... 139

5. De lo común a la colectivo.
Fiesta: afirmación
y disolución de la identidad 153
l. Fiesta, tiempo y territorio 153
2. La comun1dad en escena
3. La identidad disipada ..
164
171
Introducción
6. Dinámicas identitarias
y espacio público ........... 178 Las cuestiones que a continuación se van a
l. El desquite de la plantear tienen que ver con el lugar que las
diferencia .................... 178 ciencias sociales, crecientemente interesadas
2. La lógica de las en la vida urbana, deberían reconocerle a los
identidades en marcos procesos identitarios asociados con la prácti-
urbanos ....................... 184 ca del espacio público, procesos que paradóji-
3. La identidad como camente pueden tener que ver más con la
representación ............. 192
4. El sujeto hecho trizas ..
disolución que con la cristalización de las iden-
e-- 207
----
-
5. Clasificación, diferencia
y desigualdad .............. 221
tidades que afectan. Esa apreciación de lo que
ocurre en el escenario en el que la identidad
tiende a debilitarse y suele acabar disolvién-
7. Anonimato y ciudadanía 230 dose, parte de la premisa -ya enunciada por
1. Cualquiera en general, Robert Ezra Park en su tesis de 190+:-- de que
todos en particular ...... 230 lo contrario de lo público no es lo privado, sino
2. El "multiculturalismo" lo fusional, cualquier modalidad de fusión, esté
y la magia clasificatoria 239 ésta sólidamente estabilizada a partir de crite-
3. El derecho a la calle .... 246 rios cosmovisionales -no importa qué forma
4. Una sociedad de comunidad- o se organice efimeramente a
enmascarada ............... 264 partir de una coincidencia afectiva o psicológi-
X xi

ca, como ocurre en el caso de las muchedum- no es un conjunto homogéneo de componentes


bres unificadas, las masas. humanos, sino una conformación basada en la
La experiencia de la vida pública nunca pier- dispersión, un conglomerado de operaciones en
de de vista que quienes la constituyen son se- el que se autogestionan acontecimientos, agen-
res humanos diferenciados y diferenciables, y tes y contextos. El soporte de ese paisaje son las
que esas diferenciaciones son superables a tra- personas que concurren, que no funcionan como
vés de la concertación. Con toda fusión pasa sujetos dotados de una interioridad inmanente,
justo lo contrario: las diferencias son negadas ni tampoco como miembros de comunidades
en función deJ~unidad obtenida, una unidad identificables e identificadoras, sino como
que puede ser_;biol(>gica, psicológica, mística o ejecutores de una praxis operacional fundada
metafisica, pero ~ás sociológica. La experien- en el saber conducirse de manera adecuada.
cia de la sociabilidad en espacios públicos es la ... En estos casos, y si ese espacio en el que se
de uná-.sociali~d entendida como concertación produce la acción es de verdad público, los pre-
no fusiona!_, es decir, concertación basada en el supuestos de inferencia para la acción pertinen-
distanciamiento y la reserva entre quienes la te no sólo· pueden prescindir de que cada cual
practican, que no niegan esa distancia, sino que se presente a sí mismo -salga de su anonima-
la consideran simplemente superable. La socia- to, se identifique--, sino que suelen hacer abs-
bilidad pública, en efecto, supera la distancia tracción de su estatus social, de su aspecto
sin negarla. 1 fenotípico, de sus pensamientos, de sus senti-
El espacio público es una comarca en la que mientos, de su género, de su ideología, de su
cada cual está con extraños que, con frecuen- religión o de cualquiera de las demás filiaciones
cia, de pronto y casi siempre provisionalmen- a las que se considera o se le considera adscrito.
te, han devenido sus semejantes. Se habla Es entonces cuando se hace manifiesto cómo la
entonces de un escenario comunicacional en reserva y el distanciamiento, la "desatención
el que los usuarios pueden reconocer au- cortés" de la que habla el interaccionismo sim-
tomáticamente y pactar las pautas que los or- bólico, son formas de atención, maneras de no
ganizan, que distribuyen y articulan sus dejar de tener bien presente la presencia de aque-
disposiciones entre sí y en relación eón los ele- llos a los que se ignora.
mentos del entorno. Lo que se distingue ahí En coordenadas políticas y sociales como las
latinoamericanas, cabe preguntarse hasta qué
punto la lucha por la democracia, que debería
ser en gran medida idéntica a una lucha por un
1 I. Joseph, "Élements pour l'analyse de l'experiénce de
la vie publique", Espaces et sociétés, (38-39) Juillet-
espacio público entendido como el escenario
décembre, 1981, pp. 57-76. natural y el producto de los principios mismos

de la ciudadanía y la civilidad, debe pasar por


una insistencia como la que se registra en los
valores y las cualidades de la comunidad. Uno
podría llegar más bien a considenrr que, al con-
trario, esos valores y cualidades que exaltan "lo
comunitario" son, casi por definición, incompa-
tibles con principios democráticos que se fun- Primera parte
dan en gran medida en su negación. En efecto,
las bases del proyecto cultural de la moderni-
dad -en tantos sentidos nunca cumplido-- se Encrucijadas
fundan no en la afirmación de las identidades
particulares, ni tampoco en su negación, sino
en su soslayamiento, es decir, en su considera-
ción en tanto que irrelevantes en orden a la dis-
tribución y al ejercicio de la justicia y la igualdad.
Como un aporte a ese debate, formulado des-
de una experiencia europea que ha podido co-
nocer las catastróficas consecuencias de la
exacerbación vindicativa de las identidades, de-
ben ser vistas las reflexiones que siguen, susci-
tadas en un ambiente especialmente propicio
para la reconsideración critica de toda eviden-
cia. Me refiero al Posgrado de Estética y la Maes-
tria en Estética, línea de Cultura de las Metrópolis
Latinoamericanas de la Universidad Nacional en
Medellin y a sus impulsores, que han generado
en tomo a su actividad una fértil esfera de pen-
samiento y de creación. Les agradezco de veras
que me hayan dejado ser su cómplice en talco-
metido.
Este libro está dedicado a la memoria de mi
colega y amigo Hemán Henao, asesinado por
razones que ni él ni quienes le queriamos, lle-
gamos nunca a comprender.
1

La ciudad redimida.
Las ciencias sociales
como forma de caridad
1. Ciencias sociales en la jungla
de asfalto

Una visión panorámica de en qué consiste la


práctica, en Españ.a, de lo que se presenta bajo
diferentes títulos -antropología de las sociedades
contemporáneas, antropología de las sociedades
complejas, 1 antropología urbana, antropología apli-

1 Denominaciones curiosas, por cierto, puesto que pa-


recen cuestionar que, salvo en el caso de la etnohistoria
o la antropología histórica, todas las sociedades estu-
diadas por los antropólogos han sido contemporáneas
a ellos y todas han presentado unos más que consi-
derables niveles de complejidad.
4 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 5

cada...- debería plantear un cierto enigma. Con pocas salvedades, nada o muy poco so-
¿ Cómo es que una disciplina que se ha carac- bre usos de los espacios públicos, sobre la acti-
terizado por haber hecho su asunto central de vidad en los centros comerciales o en los
atención la vida ordinaria de personas ordina- mercados, sobre colectivos profesionales no
rias en cont,extos para nosotros exóticos o consi- conflictivizados, sobre las relaciones de vecin-
derados tradicionales, ha acabado entendiendo dad en barrios no estigmatizados ... Paradójica-
que su tarea en contextos urbano-industriales mente, las producciones relativas a la vida
consiste en estudiar aspectos del orden social cotidiana han ido a parar a otras subdisciplinas,
asociados a la marginalidad y a la pobreza? como la antropología de género o la antropolo-
¿Porqué se ha aportado en España tan poco gía del consumo. En cuanto han abandonado
acerca de lo cotidiano, aquello que había cons- sus estudios sobre los mundos rurales, en cuan-
tituido el núcleo principal de la indagación to han considerado agotado el ámbito de las
etnológica en las culturas "otras" y, en cambio, "identidades", en cuanto se han cansado de es-
se ha atendido de manera exclusiva a grupos tudiar procesiones y romerías, fiestas y carna-
humanos previamente problematizados por los vales, los antropólogos españoles se han lanzado
discursos político-policiales, por los medios de en masa a apoyar las políticas educativas espe-
comunicación o por las mayorías sociales? Ahí ciales, los programas de asistencia social, la
están, para demostrarlo, la abundancia de tra- planificación sanitaria de poblaciones proble-
bajos sobre inmigrantes, homosexuales, ancia- máticas, etc. La antropología española ha en-
nos, sectarios, enfermos mentales, presidiarios, tendido que lo único que merecía la pena ser
drogadictos, minorías étnicas, tribus urbanas ... , estudiado como singularmente urbano eran los
una hegemonía casi absoluta de estudios que exudados que resultaban de las presuntas ten-
convierten objetivamente a la antropología en dencias desestructurantes de la ciudad, levan-
una ciencia de la inadaptación, la exclusión y la· tando acta de sus fracasos y de sus desalientos.
desviación sociales. 2 Estas preferencias temáticas implican que la
antropología de las sociedades urbano-indus-
triales ha desconsiderado, en España, gran parte
2 El índice de las actas de las II Jornadas de Antropolo-
gía de Madrid, organizadas por la Asociación Madrile-
ña de Antropología en la capital de España, en octubre -------- - - - - - --- - -
de 1988, era lo bastante ilustrativo de ese tipo de pre- "Institución penitenciaria... ", "Desviación y norma ...",
ocupaciones temáticas: "Conflictos laborales ... ", "El "Los jóvenes periféricos ... " ... El propio título del volu-
espacio de los conflictos sociales ... ", "La delincuen- men es ya de por sí expeditivo: Malestar cultural y
cia, problema social ... ", "Extranjeros en Madrid", "Los conflicto en la sociedad madrileña, Madrid, Comuni-
chínos en Madrid ... ", "La imagen de los gitanos ... ", dad de Madrid, 1991.
6 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 7

de las aportaciones europeas en este campo, que La corriente científico-social que inaugura la
han sabido enriquecer el legado de la Escuela de llegada de Robert Park a la U~iversid~d de
Chicago, de G. H. Mead, del interaccionismo sim- Chicago en 1915, fue capaz de mirar la vida en
bólico o sociolingüístico, de .Goffman, de la las ciudades de una forma sistemática, perci-
cinésica, de los etnometodólogos, de los teóricos biendo -en la senda abierta por Spengler Y
de la conversación, etc. No se encuentra en Es- Simmel- lo urbano como una expresión cier-
paña la mínima reverberación de lo procurado tamente nueva de la naturaleza humana, un
en las últimas cuatro décadas por autores como cambio absoluto en la organización social, que
-por referimos sólo al ámbito franco-belga- ya no se basaría más en el parentesco, la reli-
Chombart de Lauwe, Colette Pétonnet, Georges gión, la casa o los vínculos locales. En un mo-
Gutwirth, Gerard Althabe, Jean Rémy o Sylvia mento como el actual, en que tanto parece
Ostrowtsky. La antropología autodenominaga preocupar lo que se da en ll~ar el problema
urqana se ha limitado aquí a hacer suyas las de la inmigración, cobra especial valor la cons-
que fueron las preocupaciones centrales de los tatación que los chicaguianos _hicieron de que
teóricos de la Escuela de Chicago, pero no en el amalgamiento de culturas que conocen las
sus aspectos más metodológica o concep- ciudades del mundo industralizado resultaba
tualmente atrevidos, sino en los asociados a su estructuralmente estratégico, en la medida en
vocación moral y moralizante, es decir, en aque- la que obligaba a cooperar y mantener relacio-
llos que contemplaban la dimensión más inde- nes de interdependencia a comunidades hu-
seable y dramática de la vida en las ciudades. manas que habían desarrollado cualid~des Y
Sería cosa de advertir sobre las concomitancias habilidades diferenciadas. Esta perspectiva era
abiertamente teológicas que determinaron aque- parte de una concepción de la ciu~ad en tanto
lla corriente socio-antropológica, concomitancias que sistema biótico y hasta cierto punto
cuya perduración larvada entre nosotros acaso subsocial, organización viva, que era a su vez
debería ser motivo de reflexión. En este sentido, escenario de una trama inmensa de nexos en-
debe recordarse que las ciencias sociales de la tre elementos funcionalmente diversificados. A
ciudad fueron, en su origen, la expresión prácti- su vez esta yuxtaposición generalizada de far-
ca de las convicciones místico-reformistas de sus
' .
mas plurales de vida producía toler~cia y una
protagonistas, entre las que estaba la_certeza de perspectiva relativista de las valorac10nes mo-
que estaban llamados a cumplir la misión de de- rales. La intercomunicación constante con los
nunciar y, en lo posible, aliviar los estragos del demás en condiciones siempre en un grado u
mundo moderno. otro ~predecibles, implicaba la asunción de
Toda consideración histórica sobre la Escue- la inseguridad y la inestabilidad éticas como
la de Chicago debería iniciarse por un elogio. norma y propiciaban los sentimientos de acep-
8 / Disoluciones urbanas La ciudad redúnida / 9

tación recíproca, aunque fuera por la vía de la de estudio en sí mismo, orden social elemental
indiferencia mutua generalizada. que podía ser contemplado como ejemplo de
En otro'orden de cosas, los chicaguianos-Park, autoorganización espontánea, dotado de cuali-
Burgess, Wirth, Mac Kenzie-- entendieron que dades formales específicas surgidas en y para el
la socialidad urbana se fundamentaba en sig- momento, con lo que se establecían las premisas
nos externos convencionales, basados en la moda teóricas de corrientes posteriores como el
o la presentación, puesto que los vínculos relati- interaccionismo simbólico y la etnometodología.
vos a la localización o al territorio ocupaban un Por su preocupación por las interacciones frá-
lugar mucho menor y se vive una fuerte inclina- giles, por la porosidad y la esponjosidad de las
ción a orientarse a partir de indicios visuales. agrupaciones, por las constelaciones sociales
Dado que los escenarios sociales se multiplica- precarias y e:fimeras, por los encabalgamientos
ban, cada cual debía contextualizar sus actitu- identitarios, los teóricos de Chicago sentaron las
des procurando no equivocarse de tiempo ni de bases de esa antropología todavía por hacer, una
espacio, lo que llevaba a una extraordinaria antropología de lo fractal, de lo inorgánico; de lo
versatilidad en la capacidad humana para co- inconstante, una antropología capaz de superar
municarse y sentar vínculos. las formalizaciones clásicas en las ciencias so-
Su metodología se inspiraba en el naturalismo ciales y de hacer que éstas den el paso que un
novelístico de Zola, Dreiser, Sinclair, pero so- día dieron los teóricos cuánticos y de los siste-
bre todo en el periodismo, una profesión con la mas complejos en las ciencias fisicas.
que estuvieron en contacto varios de los com- Al tiempo que se percibían esas cualidades
ponentes de la escuela. Innovaron el campo de positivas del anonimato y la dispersión para
los métodos, incorporando, por ejemplo, los constituir las bases de una existencia más libre
documentos personales, tales como diarios, car- y más ·creativa, los chicaguianos se vieron ab-
tas y autobiografias, etc., y poniendo el acento sortos en la paradójica contemplación de los
en las fórmulas cualitativas de investigación, desmanes que, según ellos, se producían en los
sobre todo en la observación participante de procesos de integración urbana. Esa inestabili-
unidades de análisis restringidas. En el plano dad estructural, en la que se descubrían poten-
conceptual, acuñaron nociones tan fértiles como cialidades excepcionales, acababa siendo
la de interstici.alidad, relativa a las grietas que también encontrada culpable de todo tipo de
en la ciudad se abren de continuo en la estruc- catástrofes humanas, consecuencia de la im-
tura social, una estructura en que las institu- posibilidad que padecían las instituciones pri-
ciones culturales primarias ven eclipsada la que marias de la sociedad-familia, trabajo, escuela,
había sido su autoridad. También se destaca el política, religión ... - a la hora de organizar
énfasis puesto en la situación como un objeto significativamente la experiencia de la vida.
1 O/ Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 11

Puesto que ninguna adscripción identitaria pación moral, la liberalidad de las costumbres,
podía asegurarse una lealtad total y a tiempo la impersonalidad de las relaciones, los móviles
completo de sus miembros, los urbanitas eran egoístas. Lo urbano quedaba así reducido a un
vistos como abocados a vivir la relación como marco medioambiental en que se aglomeraban
una secante entre segmentaciones mal ensam- intereses e identidades incompatibles entre sí,
bladas y cambiantes. El contraste entre distan- a los que con frecuencia mantenía unidos la
cia social y proximidad física se traducía hostilidad o la indiferencia. Alli la identidad se
entonces en sentimientos de aislamiento, sole- hacía complicada y las experiencias estaban
dad e incomprensión. Los mencionados inter- determinadas por la fragmentación y la discon-
valos y agujeros, a veces inmensos, que se tinuidad.
abrían entre instituciones, provocaban la apa- Es cierto que George Simmel ya había adver-
rición de todo tipo de marginados y desertor.es tido de los efectos que podía provocar el tránsi-
que encontraban en ellas su lugar. Como re- to de modalidades congruentes de vida social a
sultado de la falta de garantías para un desarro- formas de convivencia crónicamente intranqui-
llo coherente de la personalidad, y por decirlo en las y complejas, marcadas por la agitación y
las palabras del propio Louis Wirth en uno de por las relaciones anónimas. Pero de ello no se
los textos más emblemáticos de la sociología de derivaban conclusiones por fuerza negativas, a
Chicago, era presumible que abundasen "el des- la manera de las inferidas por los chicaguianos.
equilibrio personal, las crisis mentales, el suici- Éstos plantearon el aumento de la nerviosidad
dio, la delincuencia, los crímenes, la corrupción, en las sociedades urbanas, apuntado por Simmel
etc.". 3 en procesos de pérdida de la personalidad, de la
La ciudad era entendida como un organismo socialización o de la cultura, lo que se empezó a
dotado de vida pero carente de espíritu, sin llamar despersonalización, desocialización y
aquellos principios morales ni aquella unani- aculturación. Un ser humano procedente de una
midad cosmovisional que en la sociedad organización cultural homogénea y dotada de
premoderna habían garantizado todo pacto patrones ético-religiosos apenas alterados con
societario. En la ciudad, lo que habían sido unos el tiempo, por plantearlo como lo hiciera entre
poderosos nudos familiares o vecinales se veían nosotros Esteva Fabregat, "se encuentra psico-
debilitados por los embates del fracaso, la disi- lógicamente mal protegido, mal preparado para
estructurar una buena organización ética y so-
- -- - -- - -- - - - - - - - - - cial de personalidad". Obligado a incorporarse
3 L. Wirth, "El urbanismo como forma de vida", en: M. a una participación social que exige de él una
Femández Martorell, ed., Leer la ciudad, Barcelona, tensión permanente, a la que se ha de amoldar
Icaria, 1988, p. 51. sin apenas defensas, sumido en la confusión,
12 / Disoluciones urbanas
La ciudad redimida/ 13

tentado por la laxitud ambiental, "ese persona-


esos nichos eco-urbanos de recepción, de igual
je adquiere una gran peligrosidad social, se con-
modo que el estudio de los reagrupamientos
vierte en un grupo potencialmente disolvente
étnicos que se iban produciendo en las ciud~-
[... ]", caracterizado por "su desordenada con-
des procuraba seguir las etapas de esta~lec1-
ducta fa.miliar, por su pobre sentido de la res-
miento de quienes iban llegando y de quienes
ponsabilidad, por sus inestables asociaciones
iban beneficiándose de la nueva movilidad so-
afectivas, por su pobre religiosidad, por defec-
cial, pero también de aquellos que se quedaban
tuosos sentimientos de solidaridad e inadecua-
por el camino, víctimas de la inadaptación cul-
do .estilo de convivencia. En definitiva por su
tural y de la falta de trabajo, viéndose condena-
rendimiento social desorganizado". 4
dos a la marginalidad social, a la manera de los
Otorgándole un papel central a lp que ellos
hobos (vagabundos) (Nels Anderson, The Hobo,
mismos llamaron el hombre marginal, los soció- 1923), o las profesionales de mala reputación
logos de Chicago entendieron la metrópolis como
(Paul G. Cressey, Taxi-Dance Hall, 1932). Las
un agregado activo constituido por todo tipo de
metrópolis fueron contempladas a la manera de
componentes étnicos y religiosos, que se articu-
un mosaico socio-étnico en que se suponía
laban espacialmente a la manera de una cadena
reconocibles diferentes minorías culturales o
ecológica, conviviendo en marcos espaciales
étnicas.
cerrados, pero dinámicos, ajustados, siguiendo Tales análisis, que interpretaban las relacio-
todo tipo de procesos adaptativos y producien-
nes urbanas como a cargo de unidades grupales
do lo que se llamó en aquel momento áreas na- en competencia brutal por recursos escasos,
turales. Las oleadas de recién llegados iban fueron ampliadas a las sociedades de base
presionando a los ya asentados, provocando
generacional, también ellas enfrentadas entre
reacciones de rechazo en éstos, al tiempo que
sí y coh las de sus mayores. De ahí los primeros
los nuevos inco!Porados generaban sus propias estudios sobre bandas juveniles -The Gang,
formas de resistencia a la integración en otros Frederic M. Thrasher (1927)-, a los que el tiem-
términos que no fueran los suyos.
po iría dando paso a los no menos arbitrarios
La renovación metodológica-documentos per- trabajos presunta.mente científicos sobre lo que
sonales, autobiografias, historias de vida- fue, la prensa llamará más tarde tribus urbanas. Ese
en definitiva, consecuencia de una voluntad por paso fatal del modelo calidoscopio al modelo
seguir, uno a uno, los pasos de la inserción a mosaico habría de dar pie a todo lo que poste-
riormente ha justificado una presunta ciudad
- -- - - - - - - - ---- - --- multicultural, en la que cada minoría cultural apa-
4 C. Esteva Fabregat, Antropología industrial, Barcelona, recería encerrada en sú correspondiente com-
Planeta, 1973, pp. 92-93. partimento estanco, del que en el fondo no seria
14 / Disoluciones urbanas
La ciudad redimida/ 15

ni posible ni legítimo escapar. Se daba pie de los teóricos de Chicago asumieron como funda-
este modo, involuntariamente, a lo que mucho mental era ya, de por sí, un signo de adscrip-
más adelante se constituiría en un nuevo racis- ción a principios bíblicos que conciben toda
mo, ya no basado en la desiguq,ldad racial, sino ciudad terrena como la inversión de la Jerusa-
en la diversidad cultural, es decir, convirtiendo lén celestial y que se concretan mitológicamente
el etiquetaje étnico en el nuevo argumento que en las ciudades blasfemas de Babel, Babilonia,
presentaba como irrevocables las diferencias Sodoma o Gomarra. En el propio Apocalipsis de
humanas.
Juan, la ciudad aparece como el lugar infame
por excelencia. Henri Lefebvre recordaba cómo
2. Nostalgia de lo orgánico
la Escuela de Chicago nació impregnada de tal
malignización de la ciudad como "lugar de los
Aquella heterogeneidad generalizada, la sobi:e- constreñimientos, el sitio donde los grupos na-
posición constante de formas de pensar y de turales como la familia, la asociación corporati-
hacer, que deberían haber sido reconocidas va, se encuentran sumidos en tensiones que los
como lo que eran -un hecho y basta- fueron disuelven". 7 La Escuela de Chicago trasladó al
pro blematizados por los teóricos de .Chicago campo de la práctica de las ciencias sociales el
como consecuencia de los postulados morales presupuesto teológico protestante que fundó las
que determinaron su trabajo, 5 una influencia ciudades norteamericanas modernas y orientó
que podía hacer ver a Burgess, Thomas, Park y su desarrollo: a partir de la inmanencia del suje-
sus compañeros de departamento, como "un to y de la interioridad personal como sagrario, el
panal de secretarias pueblerinas de la YMCA diseño de la ciudad se asienta en la abomina-
(la Asociación Cristiana de Jóvenes), con su ción de un espacio exterior marcado por la con-
vocabulario moral mojigato". 6 No hay que olvi- fusión; el desorden y la crueldad.
dar que el propio rechazo de la vida urbana que Los postulados morales que impulsaban a los
teóricos de Chicago eran, a su vez, la deriva-
- - - - - - --- - - - - - - - - - ción de una inquietud filantrópica de matriz no
5 Sobre las adherencias moralizantes de la Escuela de menos religiosa, determinada por el hecho de
Chicago y las conclusiones teóricas que de ellas se que prácticamente todos los miembros de su
derivan, cfr. I. Joseph, "Du bon usage .de récole de primera hornada eran hijos de pastores protes-
Chicago", en: La ville sans qualités, París, L'Aube,
tantes -Thomas, Burgess, Faris- o procedían
1998, pp. 71-88, yJ. Rémy, "Les courants fondateurs
de la sociologie américaine: des origines a 1970",
Espaces et sociétés, (56), 1990, pp. 7-35.
6 U. Hannerz, Exploración de la ciudad, México DF, FCE,
1993, p. 69. 7 H. Lefebvre, "Hors du centre, point de salut?", Espaces
Temps, (33), 1986, p. 17.
16 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 17

del trabajo social-Wirth, Thrasher, Shaw-. Las Es sabido que el movimiento sociológico de
preocupaciones sociales de los chicaguianos no Chicago --como otros análogos en Inglaterra y
estaban guiadas sólo por una mera voluntad cien- Estados Unidos- respondió a los requerimien-
tífica, sino que resultaban de Ja convicción de tos de una corriente de activismo pastoral pro-
que los estragos producidos por los procesos de testante conocido como los settlements, cuya
incorporación a la sociedad urbana debían ser intención fue la de convertir los barrios
dulcificados por medio, entre otras cosas, de un periféricos de las grandes ciudades en expan-
mejor conocimiento sobre la composición y la vida sión, en laboratorios en los cuales poner a prue-
de las clases populares, en gran medida confor- ba iniciativas de progreso socio-moral, capaces
madas por inmigrantes que empezaban a de atemperar los excesos del liberalismo capi-
hacinarse en las barriadas periféricas de las gran- talista y el darwinismo social imperante. El
des ciudades americanas o que constituí_an marco general es el del cristianismo social re-
guetos cuyo modelo habían importado de Euro- formista, el puritanismo levemente de izquier-
pa (Robert Park, The Ghetto, 1928). das de la Social Gospel, que se lanzó a las calles
En esos nichos de pobreza y desarticulación de las grandes ciudades con el fin de rescatar
social, al mismo tiempo sitios y estados menta- de ellas a todas las víctimas de un capitalismo
les, aislados espacial y moralmente del resto de cada vez más desprovisto de su justificación
la sociedad, era previsible la aparición de pato- trascendente, cada vez más inmisericorde. El
logías sociales de todo tipo, desde la anomia propio contexto de The Fundamentals incluyó
hasta el crimen. Los teóricos de Chicago fueron reflexiones de signo reformista y uno de los gran-
una suerte de destacamento científico-social des representantes del fundamentalismo,
entregado a redimir, a los habitantes de los William B. Riley, sostuvo que era necesario no
slums o barrios bajos, menos de lo paupérrimo dar la· espalda a lo que estaba pasando en las
de sus condiciones de vida que de la desorgani- ciudades, sino, al contrario, ir a ellas para soli-
zación psicológica y moral que cabía esperar en darizarse con los trabajadores y democratizar
ellos. Sus habitantes eran gentes que, al fin y al al máximo la vida civil. Todo ello se concretó en
cabo, habían ido a enfrentarse a una sociedad campañas para elevar el tono moral de las cla-
sin corazón, individualista, sin que los meca- ses pobres urbanas, víctimas no tanto de su
nismos de control y de organización que habían pobreza como de su desorientación. 8 Traslación
conocido en sus culturas de partida sirvieran
para nada. A la deriva en un mundo atroz, los
pobres estaban abocados al alcoholismo, la de-
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8 Sobre ese contexto, cfr. A. Feffer, The Chicago Prag-
lincuencia, la marginación o simplemente a la matists and American Progressivism, Cornell Uni-
desesperación. versity, Ithaca, 1993.
18 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 19

al campo del trabajo positivo de lo que a lo lar- y una acción que se aplica sobre una sociedad
go del siglo XIX se había convertido en una lec- en proceso de putrefacción, marcada por la des-
tura filantrópica de la vieja caridad cristiana, lealtad hacia Dios y sus leyes, y que debe ser
entendida ahora como contribución al restable- liberada o aliviada del pecado, al tiempo que se
cimiento de un orden socio-natural más justo, preparan las condiciones para el advenimiento
enajenado por causas esencialmente morales, del mundo nuevo anunciado por las profecías.
que se derivaban a su vez de las nuevas formas Las ciencias sociales se convirtieron en un
de vida que había traído consigo la revolución frente más del redentorismo religioso que do-
industrial. minaba la sociedad norteamericana a principios
La solidaridad y el activismo social puritanos del siglo pasado, como había ocurrido en Euro-
se derivan aquí de una concepción singular del pa a lo largo del siglo XIX de la mano de los
ascetismo intramundano al que se refiriera MflX primeros pasos de la sociología y la antropolo-
Weber. 9 Si el ascetismo místico y contemplati- gía. En no pocos de los volúmenes de The
vo adopta, según Weber, una posición de espe- Fundamentals se proclamaba la importancia de
ra indolente de la salvación, puesto que el recurrir al método científico para reconocer y
individuo es sólo un recipiente de la divinidad, aplicar la voluntad divina, y, sobre todo, para
el ascetismo intramundano de tipo activo con- tratar de "ayudar a todos nuestros hermanos
templa al ser humano como instrumento de Dios, en los asuntos sociales" . 10 Los sociólogos de
comprometido por ello a la redención de la vida. Chicago no sólo fueron investigadores entrega-
La ascética activa es intramundana, en el senti- dos a la práctica de una disciplina académica,
do de que opera en el mundo y lo hace en cali- sino también apóstoles que querían rehabilitar,
dad de conformadora de una racionalización de con una mano en la Biblia y la otra en la cien-
la vida que pretende liberar a ésta de la corrup- cia la doctrina del pecado original, y hacerlo
ción de la criatura y de la condición contami- balo la forma de una nueva responsabilidad
nante y pecaminosa del mundo material. El social, una fórmula que sustituía la vieja solu-
místico asceta se acredita contra el mundo a ción individual del protestantismo tradicional
través de su pasividad, de su acción, de su apar- por la convicción de que la salvación de cada
tarse. En cambio, el ascetismo activo testimo- cual sólo era posible a través de la salvación del
nia la posesión de la gracia a través de la acción, todo social. Lógica del involucramiento que re-

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9 M. Weber, "Teoría de los estadios y direcciones del re- 1 O J. J. Reeve, The Fundamentals: A Testimony to the
chazo religioso del mundo", en: Ensayos sobre sociolo- Tru.th, 1910-1915, vol. IV, citado por A. Cañeque, Dios
gía de la religión, Madrid, Taurus, 1983, pp. 437-466. enAmérica, Barcelona, Península, 1988, p. 47.
20 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 21

sulta a su vez de una teología de lo social como hasta su máxima expresión la visión protestan-
totalidad holística, cada uno de cuyos compo- te de un ser humano no menos siempre en cri-
nentes depende -es solidario- de todos los sis. Frente los efectos disolventes de la
demás. heterogeneidad absoluta, Cristo, la unidad que
Se llevaba así hasta las últimas consecuen- salva.
cias el segundo mandamiento más importante Es a partir de tales convicciones que la Es-
de la Ley, después del de "amarás al Señor, tu cuela de Chicago despliega su activismo
Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, salvacionista, valiéndose de los instrumentos
con toda tu mente", que no es sino el "amarás a positivos de las ciencias sociales. Como se aca-
tu prójimo como a ti mismo" (Mt. 22, 34-40; ba de recordar, éstas ya habían emergido en
Me. 12, 28-31; Le. 10, 25-28). Ese "amor al pró- Europa en el siglo XIX con una clara vocación
jimo" neotestamentario -ya presente, no obs.- moralista y, desde un principio, merecieron ser
tante, en el Levítico, 18, 19- se recoge en la denominadas ciencias morales, puesto que tra-
propia despedida de Cristo: "amaos los unos a bajaron a partir del presupuesto de que la so-
los otros ... " (Jn. 15, 12), y se entronca con la ciedad humana podía distinguirse de otras en
filantropía o "amor a los hombres"; presente en que era la consecuencia de valores instituciona-
la propia tradición judía y recogido ya por Fi- lizados, fuera por la vía del consenso o de la
lón. Raíz misma del principio de caridad que se tradición. Esas ciencias sociales no se confor-
ilustra en la parábola del Buen Samaritano (Le. maron con ser morales; quisieron ser también
19, 25-37), asentado a su vez sobre la superio- moralistas, en el sentido de que su pretensión
ridad del amor sobre la justicia, en el sentido fue ayudar a mejorar la sociedad, diagnostican-
de que el amor se brinda a todo ser humano al do sus males y orientando sus reformas.
margen de sus méritos: "El precepto del amor En Estados Unidos, la contribución de las
al prójimo no suprime la justicia; lo. que hace ciencias sociales al humanitarismo de base
más bien es colmarla, superándola y dando al cristiana se invistió de pragmatismo, y de un
prójimo más de lo que le pertenece estrictamen- pragmatismo que reclamaba de las ciencias so-
te". 11 Todo ello en el seno de la situación ciales algo más que teorías: métodos, estrate-
crónicamente crítica de la nueva ciudad, esce- gias, técnicas de observación y de registro. De
nario permanente de un desbarajuste que enlo- una etapa especulativa se paso a otra más em-
quece, en que es fácil encontrar corroborada pírica, guiada por una creciente exigencia de
rigor y sistematización que se tradujo en la
asunción de las metodologías cualitativas que
11 W. K. Grossouw, La piedad bíblica en el Nuevo Testa-
la antropología cultural norteamericana había
mento, Buenos Aires, Carlos Lohlé, 1959, p. 53. empezado a utilizar a partir de la revolución que
22 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 23

supuso la figura de Franz Boas. Ese es el mo- En Norteamérica se había ido afinando el fun-
mento de las encuestas puerta a puerta, que damento teológico mismo de la malignización
buscan conocer de primera mano la manera de del mundo y, particularmente, de los nuevos.
vivir de los sectores a moralizar en la ciudad. espacios públicos en las ciudades. Los proce-
Se indaga sobre los orígenes sociales de los sos de secularización modernizadora -que lo
inmigrantes (William Thomas, Source Book far fueron de estatalización, homogenei-zación cul-
Social Origins, 1909) y se escruta la composi- tural, industrialización, urbanización,
ción humana de barrios cada vez más diferen- subjetivización, etc.- consistieron en el siste-
ciados (HarveyW. Zorbaugh, The Gold Coastand mático desmantelamiento de los instrumentos
the Slum, 1929), sin dejar de aplicar en ningún tradicionales de control social, en favor siem-
momento el postulado que identifica como des- pre de una vivencia interior de lo inefable. Ello
organización y desarraigo cualquier expresi9n llevó parejo una destrascendentalización del
de inestabilidad social. tiempo y del espacio, respecto de los cuales las
Los trabajos que toman como unidad de aná- viejas instituciones religiosas recibieron la casi
lisis los enclaves étnicos buscan sentar las ba- explícita prohibición de intervenir normati-
ses de una conciencia comunitaria en la que vizadoramente, como hasta entonces. Se había
se vería una cierta posibilidad de aguante ante producido una distancia crítica entre la auto-
los embates de la desestructuración social nomía subjetiva de los individuos -objeto de
imperante, ámbito de restablecimiento o forta- una auténtica santificación- y la autonomía
lecimiento de-supervivencias comunalistas como objetiva de las esferas sociales institucio-
la base para formas de resistencia a la anemia. nalizadas, percibidas ahora como inhumanas,
Es esa voluntad empirista la que, en cierto modo, racionales, frías, etc.
vino a compensar los iniciales propósitos De este cuadro derivaba una suerte de teolo-
moralizantes de los teóricos de Chicago: su fe- gía urbana, que lo era también de un nuevo exi-
cundidad, todavía vigente, es la consecuencia lio del pueblo de Dios, una nueva travesía del
de un trabajo escrupulosamente descriptivo, desierto, mudado ahora en lo que Spengler ha-
basado en la observación directa y el trabajo bría de llamar, en El ocaso de Occidente, el de-
sobre el terreno. moníaco desierto de adoquines. La calle pasaba
No debemos olvidar cuáles eran los presupues- a concebirse como espacio radicalmente sin
tos de aquel protestantismo de signo reformista Dios, agudización de la caída del hombre y la
que en tantos sentidos orientó la expansión y el corrupción de la naturaleza, a las antípodas de
afianzamiento del capitalismo en Estados Uni- todo cuanto hubiera podido antojarse trascen-
dos y del que dependió en gran medida el surgi- dente, a merced de todo tipo de peligros mora-
miento de la socio-antropología chicaguiana. les, teatro para el delirio y el absurdo de una
24 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida/ 25

vida cotidiana sin sentido, habitado tan sólo por vencia moral. Cuando los chicaguianos divi-
sonámbulos sin alma. 12 den sus ciudades en áreas, cuando constatan
Las primeras ciencias sociales de la ciudad la copresencia generalizada de grupos huma-
empezaron viendo en las calles el marco de una nos diferenciados por su origen y costumbres
sociabilidad casi animal, una convivencia en un mismo marco ecológico, no infieren cua-
subsocial, como correspondía a una etología lidad positiva alguna de tal constatación. Le-
urbana derivada del darwinismo social. Para los jos de hacer el elogio de la mezcolanza y los
teóricos de la Escuela de Chicago, el orden mo- contrabandismos culturales, los teóricos de
ral de la ciudad consistía precisamente en la Chicago no dejaron de confiar en la reproduc-
carencia de todo orden moral, cosa previsible ción, en la medida de lo posible, de los esque-
en un dominio de las segmentaciones, del des- mas de la sociedad comunal, para preservar a
orden, donde la vida interior conocía obstáculos los pobres de una desintegración cultural ab-
insuperables para desarrollarse, si es que lo soluta.
conseguía. Un páramo sin entrañas en que el El urbanita es, en algunos autores -Park,
crimen y la locura acechaban. Espacio sin sitio por ejemplo-- presentado como un híbrido cul-
para la verdad, alienante, impersonal, etc. Un tural, víctima total de una endiablada dinámica
mundo así acabaría reclamando una sociología que dividía toda presencia humana en in o en
como la inaugurada por la Escuela de Chicago, out, es decir, en propia o ajena, en integrada o
centrada de manera casi exclusiva en los pro- en excluida o excluible. La única manera de
blemas y las patologías sociales y en las posibi- escapar del desastre moral de la ciudad era re-
lidades para su remedio o su suavizamiento, una organizar algo parecido al orden social que se
sociología que acabó recibiendo el sarcástico abandonara al partir y, si ello no era viable,
título de D Sociology: D, por disease, drugs, constituir nuevas formas de articulación social
delinquency, drink, disorganization. congruente, capaces de garantizar unos míni-
En ese contexto, de la capacidad de las cla- mos de equilibrio en un marco social marcado
ses pobres de establecer algo parecido a la vieja por la indeterminación y la provisionalidad. Es
sociedad campesina de la que muchos prove- en relación a este último extremo que los teóri-
nían, dependían sus posibilidades de supervi- cos de Chicago subrayan la importancia funda-
mental de las comunidades barriales y de
organizaciones civiles o eclesiales que pueden
12 Sobre esa teología que inspira en gran medida la acudir en su auxilio y aliviar su vulnerabilidad.
expansión urbana en Estados Unidos, cfr. R. Sennet, Y es también en conexión con esa apreciación
"Las ciudades norteamericanas: planta ortogonal y
de la identidad como instrumento práctico de
ética protestan te", Revista Internacional de Ciencias
Sociales, (125), sept. 1990, pp. 282-298. adaptación ecológica, que los teóricos de
26 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 27

Chicago descartaron toda pretensión substan- la fuente de poderosas fuerzas transformadoras


tiva a las identidades comunitarias que iban y para los que la intranquilidad de la vida que
apareciendo en la ciudad, reconocidas desde su acogía no tenía por qué ser, por fuerza, sinóni-
perspectiva naturalista como Ja consecuencia mo de desmembramiento personal. El ascenden-
de los contactos de diferentes poblaciones que te religioso que dominaba en el departamento
se asentaban sobre un mismo territorio. Fue- de sociología de la Universidad de Chicago -y
ron los chicaguianos quienes estudiaron las en otros no menos importantes- imprimió so-
etnicidades como lo que eran: no un dato ante- bre ésta una evocación idealizada de la vida cam-
rior a la convivencia en la ciudad, sino como pestre y de las formas de vida social estabilizadas
uno más de sus subproductos. 13 que se le suponían propias y que eran la inver-
La derivación propiamente antropológica de sión positiva de la insalubridad y el frenesí ur-
la Escuela de Chicago no es casual que consis- banos. El objetivo, por tanto, era restaurar, enla
tiera en una atención preferente por las peque- medida de lo posible, en el seno mismo del aver-
ñas comunidades locales en que se consideraba no moral de las ciudades hipermundanizadas,
posible dar con una diversificación social me- algo similar a la holy life de lo que habían sido
nor, bien integrada, relativamente a salvo de la los primeros poblamientos de Nueva Inglaterra,
contaminación masificante de los medios de comunidades basadas en la piedad, la ayuda
comunicación, que respondieran al modelo de mutua, la armonía y el amor, todas aquellas
la grassroot society o democracia local que re- virtudes que la depravación urbana y el egoís-
presentaron, en la imaginación protestante nor- mo capitalista habían echado irremisiblemente
teamericana, los asentamientos pioneros que a perder.
fundaron la nación en el siglo XVII. Al dirigir su mirada a las sociedades de origen
Esta prevención antiurbana de los chicaguia- de los inmigrantes, los teóricos de Chicago qui-
nos era lo que diferenciaba su mirada sobre la sieron ver en ellas la vigencia, en otros sitios, de
ciudad de la que había caracterizado a los pri- ese modelo integrado y pacífico de sociedad a
meros teóricos europeos de lo urbano de princi- pequeña escala, en que podía encontrarse todo
pios del siglo XX -Weber, Simmel, Benjamín, lo que la urbe, con sus formas de entender lo
Halbwachs-, quienes habían reconocido en ella colectivo en términos de pura fragmentalidad,
no podía ofrecer. Se reconoció en las comuni-
dades no urbanizadas una convivencia basada
en el consenso, en la franqueza y en el respeto
13 Al respecto, cfr. I. Joseph, "Le rnigrant comme tout
venant", en: M. Delgado, ed., Ciutat i immigració, Bar- al pasado, una forma de sociedad en que cada
celona, Centre de Cultura Contemporania de Barce- lugar estructural era coherente con todos los
lona, 1998, pp. 177-187. demás, en la que lo imprevisto era raro y podía
28 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 29

ser rápidamente neutralizado. Congregaciones ritano, siempre a la expectativa de la construc-


unidas por vínculos hechos de calor y verdad, ción de la Nueva Jerusalén, al que la Social
claramente enclavadas en un territorio que con- Gospel no fue ajeno, como tampoco lo fueron
sideraban propio, relativamente pequeñas, com- aquellos valores que Thomas .Je:fferson y otros
partiendo valores y visiones del mundo, más padres de la patria habían convertido en refe-
bien autárquicas, provistas de un poderoso sen- rente político primordial en la fundación moral
tido de la pertenencia identitaria y en las que de los Estados Unidos, y que todavía se creían
dominaba lo sagrado. Ese tipo de sociedades vigentes en la vida rural o en las pequeñas ciu-
eran las mismas-no se olvide-- cuya existen'- dades.15 Ese utopismo del protestantismo pro-
cia la antropología había recibido en cierto modo gresista norteamericano, que releía la doctrina
la misión de certificar como existiendo todavía del pecado original en clave de redención social,
en algún sitio, dando testimonio de una posibi;-c se concretó en todo tipo de iniciativas, como la
lidad permanentemente desperdiciada de vivrr creación de holiness bodies o intentos coopera-
"de otro modo". Sociedades estructuradas, in- tivistas como Mount Lebanon, Topolobambo,
tegradas, consecuentes ... Nada que ver con la Colonia Ruskin, etc., basados en el prototipo
confusión, la dislocación, la dependencia res- de la Christian Commontwealth. 16 Su objetivo:
pecto de la economía monetaria, la identidad poner en práctica el nuevo evangelismo social,
estallada y la secularización que convertían las en la linea de lo que ya habían sido y continua-
ciudades en un lugar para el pecado y la deses- ron siendo luego los grandes experimentos
peración.14 comunalistas en Norteamérica, de los pietistas
No se olvide que el concepto de comunidad,
que trabajos como los de Robert Redfield -la
primera expresión canónicamente antropológica 15 Ver al respecto, A. Mendoza, Fuentes del pensamiento
de la Escuela de Chicago-- empezaron a situar de los Estados Unidos, México DF, El colegio de México,
en el centro de sus investigaciones, no dejó de 1950, cap. VIII.
ser una derivación directa de un utopismo pu- 16 A recordar la conexión entre este tipo de experimentos
y los de los reformistas utópicos europeos en territorio
norteamericano. Piénsese en la New Harmony de
Robert Owen, fundada en Indiana, en 1820, en lo que
14 Fue Robin Horton quien subrayó cómo lograron pasar había sido una colonia rappita. O en los cuarenta
al corazón mismo de la ortodoxia antropológi~a las falansterios inspirados en la obra de Charles Fourier
fantasías del mundo perdido, aquél en que todos los que se fundan entre 1842 y 1858 en el este de Estados
anhelos frustrados de Occidente quedan satisfechos Unidos. O, por último, en los centenares de exiliados
y todos los malestares de Occidente se disipan (Lévy- franceses que encabezados por el propio Cabet,
Bruhl, Durkheim y la revolución científica, Barcelona, creyeron reconocer en unos acres de tierra comprados
Anagrama, 1980, p. 102). en 1848 en Texas el lugar ideal para su Icaria.
30 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 31

de origen alemán de finales del siglo XVIII hasta Se trata de la oposición Gemeinschaft versus
las comunas hippies de finales de la década del Gesellschaft.
sesenta. El contraste Gemeinschaft/ Gesellschaftresul-
La noción de comunidad aparece en el contex- ta de la mencionada visión, bien extendida en
to teórico de Chicago como parte de un esfuerzo la primera sociología, que enfrenta dos tipos
por reconocer, en la realidad, dos modalida- ideales de sociedad, una anterior y otra poste-
des antagónicas e incompatibles de sociedad rior al advenimiento de la sociedad urbano-in-
-estructurada y estructuradora, una; deses- dustrial. Una es la Gemeinschaft o comunidad,
tructurada y desestructuradora, la otra-, cuya basada en relaciones en cierto modo naturales,
tipificación venía de antiguo en ciencias socia- cuyo fundamento es la voluntad esencial de sus
les. De un lado una sociedad homogénea, reli- componentes, que se agrupan en torno a una
giosa, familiar y personalizada; del otro, una experiencia común del pasado, organizan
sociedad heterogénea, secular, individualizada unitariamente su consciencia, comparten cier-
y despersonalizada. Esa dicotomía fue plantea- tos valores que viven como trascendentes y otor-
da por la Escuela de Chicago, por Robert Redfield, gan un papel principal a lo sentimientos. La otra
a través de la oposición sociedadfolkversus so- es la Gesellschaft o asociación, fundada· en la
ciedad urbana. En la línea de sus precedentes voluntad arbitraria de sus miembros, que com-
teóricos, la crisis de los grupos primarios se en- parten más el futuro que el pasado, subordi-
tendió injustificadamente como sinónimo de nan los sentimientos a la razón, calculan medios
desorganización sqcial, es decir, sin considerar y fines y actúan en función de ellos. 17 El mode-
la capacidad autogestionaria de las formas lo de la primera es·la solidaridad que se da en-
moleculares e inestables de sociedad, propias del tre un organismo vivo y sus funciones. El de la
mundo moderno y la nueva solidaridad que ha- segunda, es la máquina, el agregado mecánico,
bría de aparecer bajo la figura de la colectividad. el artefacto construido. 18
Esa lectura en clave, sobremanera pesimista Lo que caracteriza el proceso de industriali-
del fracaso de la comunidad en la sociedad ur- zación y urbanización es, para Tonnies, la diso-
bano-industrial, acaso tenga su raíz en que de
todas las formulaciones que se habían sugeri-
do de ese asunto desde finales del siglo XVIII y a 1 7 Sobre la distinción Gemeinschaft/ Gesellschaft en
lo largo del XIX -Ferguson, Maine, Margan, Tonnies, me remito a M. Moreno Arcas, "Ferdinand
Bachofen, Marx, Durkheim-, la más influyen- Tonnies: El conflicto entre comunidad y sociedad",
te sería la debida a Ferdinand Tonnies en 1887, Ethn.ica, (10), 1975, pp. 85-98.
que Park y Thomas incorporaron directamente 18 F. Tonnies, Comunitat i associació, Barcelona, Edicions
62, La Cabra, 1984, p. 35. Esta dicotomia equivale,
a las premisas teóricas de la Escuela de Chicago.
como es sabido, a la propuesta por Emile Durkheim
32 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 33

lución de los lazos cálidos y espontáneos y la laicas o religiosas que, a través de la práctica
hipertrofia de los sentimientos, embotados por altruista, garanticen unas dosis suficientes de
la experiencia frenética de las ciudades. De he- comunitarismo en la vida social, aquéllas que el
cho, la inadaptación de las viejas sociedades, funcionamiento de la vida urbanizadajamás es-
basadas en el parentesco, al nuevo mundo in- taría en condiciones de garantizar por sí misma.
dustrial, es el gran conflicto civilizatorio que con- Las ideas de T6nnies, tal y como fueron lleva-
venía encauzar. La conclusión a la que llegaba das al plano de lo histórico concreto por Redfield,
T6nnies resultaba del todo adecuada a los pos- fueron luego matizadas por Osear Lewis, quien
tulados filantrópicos de la Escuela de Chicago. puso de manifiesto cómo las relaciones sociales
Si no se mantienen en activo algunos de los prin- en ámbitos rurales podían ser sobremanera con-
cipios del modelo de vida comunitario, si el fun- flictivas -envidia, desconfianza, violencia-, y
cionamiento social debe depender sólo de los cómo en metrópolis como México D.F., podían
contratos fríos entre desconocidos que se evi- reproducirse e incluso endurecerse las relacio-
tan, el fracaso de la convivencia estará asegu- nes familiares extensas y las formas de solida-
rado y se impondrán el interés egoísta y la ridad más tradicionales, como el clientelismo.
competencia más feroz: la ley de la selva. Esa En cualquier caso, Lewis no se apartó de la pre-
es la. tarea precisamente de la administración misa según la cual la pobreza era el resultado
pública o, en su defecto, de aquellas entidades de la desestructuración: carencia de una orga-
nización societaria mínima, privilegiamiento de
redes informales de cooperación, incapacidad
bajo la fórmula solidaridad mecánica versus solidari-
de diferir las satisfacciones, confusión en los
dad orgánica. Es curiosa la forma paradójica que roles sexuales ... 19 En esa misma senda, otros
Durkheim tiene de invertir lo que hubiera sido una teóricos -Moynihan, Glazer ...-propusieron, ya
más adecuada asignación de etiquetas. De hecho, en la década del sesenta, interpretaciones de la
como señala Tonnies, es la solidaridad mecánica la marginación la que atribuían a la desorganiza-
que se correspondería con un funcionamiento orgá-
ción social inmanente a los emigrantes y a las
nico de la vida social, mientras que la solidaridad
que Durkheim llama orgánica se caracterizaría más minorías étnicas, como si los pobres fueran en
bien por su tendencia a la inorganicidad y por la con- cierto modo responsables, en última instancia,
dición mecánica de muchos de los dispositivos que de la situación que padecían. Teorías, al fin y al
la hacen posible. El único autor al que he visto reco- cabo, destinadas a-racionalizar "cientificamen-
nocer, en una nota al final, lo sorprendente de la
denominación que Durkheim depara a las socie-
dadades pre-moderna y moderna es Salvador Giner,
en La sociedad masa: ideología y conflicto_ social, 19 Cfr. E. Lizcano, "Para una critica de la sociología de la
Madrid, Hora H, 1976, p. 141. pobreza", Archipiélago, (21), verano, 1995, pp. 13-16.
34 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 35

te" las políticas sociales, que raras veces con- de la vieja Escuela de Chicago, como consecuen-
templan el papel determinante de estructuras cia de que una parte importante de las ciencias
sociales y jurídicas intrínsecamente injustas, a sociales nominalmente izquierdistas los insta-
la vez que pretenden explicar porqué hay per- lara en la base de sus programas de investiga-
sonas que no consiguen ya no triunfar, sino, ni ción y de sus análisis.
siquiera, ser iguales en una sociedad que se pre- No se le oculta a nadie, en ese sentido, que
sume a sí misma igualitaria. Por plantearlo como gran parte de las producciones prácticas y teó-
sugiere Charles Valentine, se trata de "doctri- ricas de la antropología, a lo largo de las últi-
nas que señalan los presuntos defectos de la mas décadas, se han alineado de una manera
mentalidad o de la conducta de las clases más o menos explícita -con excepciones tan
desfavorecidas, y explican luego su posición fascinantes como las de Jacques Soustelle, por
social y su privación como resultados de esté¡ls ejemplo-- con la causa de la emancipacióh hu-
deficiencias internas". 20 · mana y eri la mayoría de casos se ha adscrito a
posiciones políticas de izquierda e incluso de
3. Los nuevos rostros de la caridad extrema izquierda. En ese marco general, cuan-
do los antropólogos han pasado a estudiar su
Curiosamente, ese tipo de planteamientos no ha propia sociedad, lo han hecho con frecuencia
sido exclusivo de unas ciencias sociales cómpli- inscribiendo sus aportaciones al haber de ar-
ces del sistema político capitalista, sino que, gumentos de una cierta radicalidad. La cues-
ahora mismo, es compartido por no pocos bien- tión es, entonces, interrogarse sobre el lugar
intencionados antropólogos, también predispues- nodal que en ese contexto ha obtenido la "bús-
tos a darle la razón a quienes quieren asignarle queda de uno mismo", la utopía como salva-
a la aculturación, a la desestructuración o al cho- ción colectiva, la denuncia de la incongruencia
que cultural un papel determinante en los con- y la ambigüedad y otros asuntos soteriológicos
flictos que protagonizan, naturalmente, jóvenes, por el estilo, completamente ajenos a una aproxi-
inmigrantes o "minorías" a las que tal etiqueta mación materialista a la realidad.
contribuye estratégicamente a minorizar. La cla- En ese orden de cosas, ¿cómo ha sido que
ve de esa paradoja habría que buscarla en que movimientos que se han presentado como he-
muchos antropólogos sinceramente progresistas rederos de los viejos valores humanistas de la
no se han movido de los postulados redentoristas izquierda histórica, hayan hecho suyo un dis-
curso que pone mucho más el acento en de-
nunciar la inmoralidad del mundo moderno que
20 Ch. Valentine, La cultura de la pobreza, Buenos Aires, en postular transformaciones estructurales pro-
Amorrortu, 1972, p. 29. fundas y duraderas? ¿ Cómo se entiende que se
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atribuyan los males de la s.ociedad occidental conservar su derecha". Más adelante añade: "La
sobre todo a lo que se imagina como una ma- brutal indiferencia, el duro aislamiento de cada
nera impura de vivir? ¿Y cómo es que esa de- individuo en sus intereses privados, aparecen
generación que se insinúa como esencialmente tanto más desagradables y chocantes cuanto
cultural, y que reduce la censura de las es- más juntos están estos individuos". 22 Pero, lue-
tructuras políticas y económicas a una abs- go de su desoladora descripción de las metró-
tracta abominación del "Sistema", asigne un polis, Engels hace su elogio de la vida urbana,
papel tan negativo a las formas de convivencia de su "creciente acción sobre el desarrollo de la
específicamente urbanas? inteligencia", de cómo dará "fuerza a la plebe":
Cuando se analizan los argumentos de la iz- "Las grandes ciudades son el foco del movimien-
quierda radical en los últimos treinta o cuarenta to obrero; en ellas los obreros han comenzado,
años, puede tenerse la impresión, ciertamente, en primer lugar, a reflexionar sobre su condi-
de que el comunismo científico de Marx y Engels ción y a combatir con~a ella". 23
ha perdido de manera definitiva su batalla con- Y ese comentario Engels lo hace en oposición
tra Weitling, contra Proudhon y contra los a Malthus, quien había escrito, a finales del si-
saintsimonianos, es decir, contra el comunis- glo XVIII, que era, en las grandes ciudades, don-
mo primitivo, artesano, tosco, elemental, mora- de "el vicio despliega sus tentaciones, la injuria
lizante, mesiánico ... , que, en el fondo y a pesar sus redes, la culpa está estimulada por la espe-
de su apariencia vehemente, no era sino simple ranza de la impunidad". Para Malthus, las ciu-
reformismo social. 21 dades son mercados de la corrupción humana
Es cierto que Friedrich Engels había denun- en donde "se refugian, huyendo de la simplici-
ciado la inhumanidad de las grandes ciudades. dad de la vida del campo, los perversos y los
En las calles de Londres, Engels -deudor aca- disolutos", lugares donde los pobres están in-
so todavía de sus orígenes pietistas-ve en 1845 defensos ante las tentaciones del mal. Engels
a una multitud de individuos que no tienen nada nos reproduce la larga cita antiurbana de
de común, "nada que hacer uno con otro, y el Malthus, cuya conclusión le parece escandalo-
único acuerdo entre ellos, tácito acuerdo, es sa: "Las clases inferiores son tan censurables
por el hecho de caer en las tentaciones como
por el hecho de caer víctimas del tifus". Es ese
21 Sobre la agria polémica entre Marx y Weitling en la
Asociación de obreros alemanes de Londres, en 1843,
me remito a la crónica que de ella hace Henri Lefebvre 22 F. Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra,
en el capítulo IX de Síntesis del pensamiento de Marx, Madrid, Akal, 1976, pp. 55~56. .
Barcelona, Nova Terra, 1971, pp. 171-191. 23 Jbíd., p. 156.
38 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida/ 39

mismo Malthus el que alimentará las bases de de una película de John Huston que refleja ese
un darwinismo social del que la Escuela de tipo de percepciones- fue asumida por las cien-
Chicago no dejaría de ser la más elaborada ex- cias sociales más afines a la Nueva Izquierda y
presión. Es ese mismo Malthus _quien, en el úl- a la contracultura norteamericanas, en un mo-
timo capítulo de su Ensayo sobre el principio de mento en que el movimiento hippy, la espiri-
población, entiende que las penalidades de los tualidad pseudo-oriental, el primer ecologismo
pobres debían servir para fortalecer nuestro sen- y el ascetismo de izquierdas asumieron como
tido de la caridad evangélica: "El mal no existe propios todos los tópicos antiurbanos de los
en el mundo para crear desesperación, sino para puritanos. En 1959, el sociólogo C. Wright Milis,
crear actividad". 24 tan vinculado a la primera generación de la
Es ese paso de la desesperación a la activi- Nueva Izquierda y que proclamaba que estaba
dad, y a la actividad que encuentra en la cien;- cercano un apocalíptico colapso de la cultura
cia un aval de eficacia y de certitud, el que la norteamericana, denunciaba cómo las metró-
filantropía reformista da en Estados Unidos, polis eran "monstruosidades sin plan en las que
de la mano de los teóricos de Chicago. Y es de nosotros, como hombres y mujeres, estamos se-
esa predisposición de la que la sociología gregados en estrechas rutinas y medios limita-
contracultural habrá de recoger el testigo. Es dos".26
cierto que, como apuntaba Juan Francisco Ese rechazo a lo urbano del puritanismo iz-
Marsal en su elogio de Gouldner y su The Coming quierdista encontraría un trágico referendo en
Crisis -uno de los textos más representativos el maoísmo de Pal Poth, cuyas fuertes obsesio-
de la izquierda sociológica norteamericana de nes apocalípticas Marx y Engels jamás habrían
la década de los sesenta-, el libro "retoma la asumido por incompatibles con cualquier for-
vieja tradición democrática de la Escuela de ma de dialéctica histórica. Lo mismo valdría para
Chicago [... ], en su afán por acercarse al 'hom- el no menos influyente mesianismo de la teoría
bre comúnm. 25 Debería haber añadido, no obs- crítica alemana, derivado de fuentes judaicas
tante, que tal lealtad también abarcaría la -Benjamín, Adorno, Horkheimer, Marcuse ...-
urbanofobia de los chicaguianos, cuya visión o cristianas -Bloch-. Es a los teóricos de la
de lajungla de asfalto-por decirlo con el título Escuela de Frankfurt a quienes cabe la respon-
sabilidad de haber desarrollado un marxismo

24 Th. R. Malthus, Un assaig sobre el principi de població,


Barcelona, Edicions 62, La Cabra, 1984, p. 179.
26 C. Wright Milis, "La gran ciudad: los trastornos privados
25 J. F. Marsal, Teoriaycríticasociológicas, Madrid, Gua-
y los pro blernas públicos", Poder, política, pueblo,
diana, 1977, p. 28.
México-Buenos Aires, FCE,-1964 [1959], p. 313.
40 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 41

anti.científico, esotérico, anti.materialista, igno- patibles- son herederos los nuevos ascetismos
rante de Engels y reductor del pensamiento de actuales, propios de corrientes "alternativas" que
Marx a una mera crítica de la alienación. 27 han continuado cultivando ese mismo rechazo
A partir de esas fuentes -revelacionismo pro- bíblico hacia la ciudad, en la que creen recono-
testante, anarcoiluminismo, marxismo irracio- cer lo que Jesús Ibáñez-uno de los más cons-
nalizado-, el izquierdismo contracultural de la picuos representantes de la sociología crítica
década del sesenta renunciará a la crítica cien- española- llamaría una "fábrica de mierda". 29
tífica en favor de una denuncia moralista del Se cumple de este modo ese trayecto que Da-
capitalismo, cuyo derrocamiento debía pasar por niel Bell había apreciado yendo de la ética pro-
una revolución que era más cultural que social testante al bazar psicodélico y, más tarde, a la
y que debía priorizar una transformación inte- ascética revolucionaria de izquierdas en la dé-
rior de los individuos: lo que Wright Milis, en ~u cada del sesenta, 30 más deudor este último de
"Carta a la Nueva Izquierda" de 1963, no duda- la piedad y la angustia puritanas, con su obse-
ba en denominar "una especie de insurrección sión por la depravación humana y su nostalgia
moral". 28 Su enemigo a batir era el Todo, inclu- de la inocencia perdida, que de Marx o Lenin.
yendo la ciencia, la tecnología, la vida urbana y Lo cierto es que, a partir de mediados de la
el proletariado, los aspectos del capitalismo en década del sesenta, el izquierdismo contracul-
que Marx y Engels habían cifrado sus mejores tural abandonó casi por completo el pensamien-
esperanzas. Se trataba de lo que Marcuse, en to dialéctico y el materialismo para optar por un
las últimas palabras de su Hombre unidi- lenguaje en que era fácil reconocer preocupacio-
mensional, había llamado el Gran, Rechazo. nes típicas del mesianismo protestante. Una iz-
De ese precipitado llamado Nueva Izquierda quierda juvenil que consideraba a la clase obrera
-en que se mezclaban lineas teóricas y proyec- y a sus partidos tradicionales como traidores,
tos dispares, cuya vaguedad mística hacía com- empezó a hablar entonces de coherencia e inte-
gridad personales, de compromiso personal, de
constro.cción de un mundo nuevo y de una nueva
27 Sobre la manera como la teoría crítica fue capaz de sociedad, de toma de conciencia entendida como
inventar un marxismo casi ocultista, a base sobre todo
de desactivar sus aspectos más científicos y materia-
listas, aportados sobre todo por Engels, me remito a
J. M. Bermuda, Engels contra Marx. El antien-
29 J. Ibáñez, "La ciudad: una fábrica de mierda", en: Por
gelianismo en el marxismo eurooccidental, Barcelona, una sociología de la vida cotidiana, Madrid, Siglo XXI,
Ediciones de la Universidad de Barcelona, 1979. 1997, p. 139.
28 En W. Milis y otros. Textos de la nueva izquierda,
30 D. Bell, Las contradicciones culturales del capitalismo,
Madrid, Castellote Editor, 1976, p. 24. Madrid, Alianza, 1989, pp. 63-89.
42 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 43

una revelación psicológica del yo inmanente -lo Fue por esa vía de una denuncia mucho más
que la contracultura llamaba awareness (desper- ética que estructural, que la concepción de las
tar, lucidez)-, de autorrealizaci.ón, etc. 31 El re- ciencias sociales como instrumentos para la ele-
sultado: un marxismo-leninismo paródico al vación psico-moral de las víctimas del mundo
servicio del advenimiento de la Era de Acuario. moderno se colocó en el substrato ideológico de
En relación con la realidad de las ciudades, una antropología, que también se sintió llamada
la contracultura y la Nueva Izquierda no deja- a cumplir con una misión en cierto modo casi
ron de cultivar todos los lugares comunes del evangélica. Ese factor inequívocamente religio-
viejo rechazo nativista hacia la ciudad: nostal- so, que plantea el trabajo de campo yla especu-
gia de los vínculos basados en el calor y la sin- lación teórica como parte de una labor salvífica
ceridad--concretados en formas de convivencia de rescate de los pobres y desfavorecidos, no seria
alternativas a la familia, como las comunas--:::-', ajeno al propio origen personal de la mayor par-
exigencia de una forma de vida más cercana a te de profesionales que protagonizan la acade-
la naturaleza, desconfianza hacia la clase obre- mización de la antropología española en la década
ra -atrapada por todos los pecados de la civili- del setenta. Todos ellos, sin apenas excepción,
zación moderna-, denuncia del consumismo y procedían de la Iglesia protestantizada del ag-
la alienación mediática en términos de pecado ... giornamento y/ o del activismo político de un iz-
Es decir, la vida urbana como foco patológico quierdismo no menos redentorista, que habían
de neurosis, infierno en los que la comunidad descubierto en las ciencias sociales un vehículo
deviene simplemente imposible y donde la para el "Gran Cambio" mucho más eficaz que la
asociabilidad, la delincuencia y el desarraigo se militancia religiosa y/ o política. Son los semina-
adueñan de la vida diaria. 32 rios y/ o las células trotskistas o maoístas las
que, en sus primeras etapas, nutren los depar-
tamentos de antropología en España.
Este tipo de influencias ascético-protestantes
31 Hubo autores que percibieron en su momento esa han llegado con vigor hasta el momento actual,
afinidad entre izquierdismo y ascetismo puritano,
como Mary Douglas, quien notó hasta qué punto "los
y los encontramos en el auge de movimientos
miembros de la Nueva Izquierda... no están dispuestos alternativos y radicales que denuncian las nue-
a imaginarse a sí mismos siguiendo las- huellas de vas modalidades de Anticristo -globalización,
Wycliffe y de los reformadores protestantes, Símbolos consumismo, multinacionales, neoliberalis-
naturales, Madrid, Alianza, 1988, p. 39. mo ...- y aspiran a una vuelta a la naturaleza y
32 Un fiel reflejo de este tipo de visiones sobre la ciudad a unas relaciones humanas basadas en la ver-
lo podríamos encontrar en el libro de Alexander
Mitscherlich, La inlwspitalidad de nuestras ciudades,
dad interior. Considérense, por ejemplo, los tér-
Madrid, Alianza, 1969. minos en que se produjeron las grandes moví-
44 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 45

lizaciones que acompañaron la conferencia de basa su acción en la denuncia de la corrupción


la Organización Mundial de Comercio en Seattle, de la política y la inmoralidad de la economía,
en noviembre de 1999. J ohn Zerzan, el filósofo no hace sino exacerbar la moda de lo "solida-
del anarcopri.mitiuismo, que se convirtió en refe- rio", entendido en un sentido que nada tiene
rente teórico del movimiento, había centrado su que ver ya con la convicción que una colectivi-
pensamiento en que "el sufrimiento económico dad puede alcanzar de que comparte intereses,
no seria la base de la revolución, sino la an- objetivos y luchas, sino en el de un simple eufe-
gustia psíquica, el sufrimiento espiritual" (El mismo para lo que en la práctica es el retomo
País, 19 de diciembre de 1999). De ahí el elo- de la caridad. Sus premisas son, en cualquier
gio para quienes han logrado levantar algo pa- caso, las mismas del puritanismo reformista, y
recido a un sueño de comunidad identitaria tienen que ver con la exigencia de una nueva
-las supuestas "minorías"-y han descuid1:1..,. ética en las relaciones sociales, de una modifi-
do la capacidad integradora del anonimato o cación profunda en la actitud personal ante la
las cualidades de los espacios públicos como vida, de un aumento del papel de la verdad en
escenarios potencialmente dispuestos para la la organización de la sociedad. No es contra la
emancipación humana, para la libertad. La vir- injusticia que se rebelan, sino, sobre todo, ante
tud es hoy ser coherente con uno mismo -en la impureza y la suciedad que parecen invadir
la línea del más exigente rigorismo protestan- todas las parcelas de la vida cotidiana, y lo ha-
te-; no lo es serlo con los demás. Momentos cen no en nombre de un proyecto concreto de
terribles estos, en los que casi nadie reclama futuro, sino en nombre de la necesidad de man-
el cumplimiento de los objetivos culturales de tener la fortaleza de los sentimientos en un
la moder- nidad, y la lucha por la ciudadanía mundo sin corazón. Se invierte en ello una retó-
universal se ve suplantada por la misericordia rica basada mucho más en la emoción y su es-
mediática y las procla- maciones en favor del pectáculo que en las ideas.
compromiso personal. Todavía más, se lleva a las últimas consecuen-
La reforma moral de las costumbres se plan- cias una lógica del concemimiento personal que
tea hoy en términos de un radicalismo ideológi- es típicamente cristiana y que tiene no poco de
camente difuso, en que se mezclan de manera patología nerviosa: la convicción de que yo soy
confusa las doctrinas -anarquismo, gueva- el centro del mundo y de que todo lo que suce-
rismo, nacionalismo, situacionismo, comunis- de a mi alrededor de un modo u otro debe im-
mo ortodoxo, ecologismo ... - y los asuntos portarme y concitarme a la acción, puesto que
estelares -solidaridad con Chiapas, con okupas eso que ocurre en tomo mío requiere de mi in-
desalo- jados, con los ilegales ...- . Ese radica- tervención, la está esperando: ese mundo me
lismo, que reclama una nueva integridad, que necesita. El activismo humanitarista de las
46 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 4 7

ONG, del voluntariado, de la solidaridad con pitalismo liberal. 34 Ni siquiera llegó a ser así.
el Tercer Mundo, sea en su versión más trivial La antropología de o en la ciudad ha sido -cuan-
-los shows televisivos- o más exquisita y to menos en España- una ciencia social de los
militante -la de los cooperantes y el turismo naufragios y las disonancias sociales, siempre
solidario-, los alegatos que se presentan con- vistos como el resultado ineluctable de una for-
tra el egoísmo social y en favor del retomo a ma de vida crónicamente catastrófica, y en nom-
los valores del comunitarismo, tanto de las bre de principios que nunca dejaron de ser, de
mayorías sociales como de la administración una manera u otra, altruistas, filantrópicos, sen-
pública, todo eso no es otra cosa que una mera sibles y responsables ante el dolor ajeno, acti-
reformulación que, lejos de superar, como pre- vistas del bien y del amor desinteresado hacia el
tende, el desacreditado concepto de caridad, lo otro.
revisa y garantiza, en el fondo, su continuidad)3 En el momento actual, una parte importante
En cuanto a las ciencias sociales de la ciu- de la antropología profesional española está con-
dad, tampoco han cambiado tanto las cosas sagrada a lo que algunas asignaturas de 1a es-
desde que los teóricos de Chicago entendieron pecialidad anuncian como problemas de la
que había que "pasar a la acción" para paliar sociedad contemporánea. Esos problemas, en
los estragos de la ciudad. No dejaban de tener contra de lo que el sentido común podría suge-
razón aquellos teóricos que, desde perspectivas rir, no son el precio de la vivienda ni las tasas
marxistas, denunciaron la condición muy ideo- de desempleo, sino las drogas de diseño, los
lógica y escasamente científica de aquellas dis- inmigrantes, los enfermos de sida, los ancia-
ciplinas que se postulaban como urbanas. Por nos, los barrios problemáticos, los gitanos, las
contra, se equivocaban cuando denunciaban tribus urbanas, las sectas, los minusválidos, los
que las ciencias sociales de la ciudad habían indigentes, los presidiarios.
asumido, como su jurisdicción, simplemente la Volvemos al principio de nuestra exposición.
vida en las sociedades organizadas bajo el ca- Hágase un repaso a lo publicado en los últimos
años por antropólogos españoles interesados en
los mundos contemporáneos o en las socieda-
33 Véase el capítulo "Le retour de la charité", en: P. de des complejas. Hágase inventario de en qué con-
Senarclens, L 'Humanitaire en catastrophe, París, siste la antropología aplicada o la antropología
Presse de Sciences Po, 1999, pp. 55-77. Un excelente
ejemplo concreto de ello puede encontrarse en un tra-
bajo sobre la ideología del voluntariado en el barrio
barcelonés del Raval: E. Castellanos, "Caritat versus 34 Cfr., en esa línea, M. Castells, "Qué es la sociología
solidaritat", Quadems de l'Jnstitut Catalii d'Antro- urbana", en: Problemas de investigación en sociología
pologia, (12), hiver, 1998, pp. 77-104. urbana, Madrid, Siglo XXI, 1971, pp. 15-72.
48 / Disoluciones urbanas La ciudad redimida / 49

urbana en España. Todas esas denominaciones, Hoy en España, como en el Chicago de la déca-
como ha advertido sagazmente Joan Prat en su da del treinta, como en el momento mismo de
balance de 1991 sobre la antropología española, fundarse como disciplina académica, la antro-
ocultan la mucho más clara de_ antropología de pología fue y continúa siendo lo que Tylor lla-
la marginaci.ón soci.al, con tres grandes orienta- mó, en 1871, en el párrafo con que concluye su
ciones: a) minorías étnicas marginadas; b) inmi- Cultura primitiva, la ci.enci.a de los reformadores.
gración y suburbialización, y c) segmentos de
población marginados y otras subculturas de
"alto riesgo". 35 Apenas eso, nada más. Reen-
cuentro con aquella misma insistente inquietud
de los teóricos de Chicago por saber y dar a co-
nocer más sobre lo que la prensa esce-nifi.Ga
melodramáticamente como Jas "lacras" del pre-
sente, la misma buena voluntad por ser útiles a
la sociedad, por descubrir el rostro humano de
los desfavorecidos, por hacer una didáctica de
la tolerancia y la comprensión, por hacer mani-
fiesto hasta qué punto quienes llevan la peor
parte de la sociedad del bienestar merecen un
mayor volumen de ayuda por parte de la Admi-
nistración.
Hoy, como entonces, desideologizada o inscri-
ta en un vaporoso discurso pseudoideológico
orientado por los buenos sentimientos, la pre-
ocupación del humanitarismo mesiánico -eli-
tista o de masas- vuelve a reclamar, de la
antropología, sus virtudes clarificadoras -y
sobre todo clasificadoras-, sus peritajes y sus
recomendaciones para la mejora de la.sociedad.

35 J. Prat, Las ciencias sociales en España. Antropología


y etnología, Madrid, Universidad Complutense de
Madrid, Caja de Ahorros de Madrid, 1992, pp. 97-98.
Trivialidad y trascendencia / 51

algo en el espíritu de ambos que se nutre de


una idéntica sustancia. Me refiero a aquel yo
partí que podemos encontrar en la atracción
hacia lo extraordinario, lo insólito, lo distante,
etc., y que está en la base de ese abanico de
experimentos humanos que va desde el viaje fi-
losófico del siglo XVIII hasta la actividad de los
2 modernos tour operators, con una gran modali-
dad de lugares intermedios, uno de los cuales
podrían ser esos viajes anunciados como
etnográficos que las agencias turísticas actua-
les más selectas incorporan entre sus ofertas, y
Trivialidad en las que se vende una aproximación a cultu-
ras reputadas como exóticas.
y trascendencia. Tanto del desplazamiento turístico como del
etnográfico, con toda la enorme distancia que
Usos sociales y políticos parece extenderse entre ambos -situados en
del turismo cultural las puntas de lo "trivial" y de lo "serio"-, se
podría decir lo que de todo viaje apuntaba James
Clifford:

El "viaje" abarca una variedad de prácticas más o


l. Turismo y cultura en un tiempo menos voluntaristas de abandonar "el hogar" para ir
descoyuntado a "otro lugar". El desplazamiento ocurre con un pro-
pósito de ganancia: material, espiritual, científica.
Hay muchas comparaciones posibles entre dos Entraña obtener conocimiento y/o tener una "expe-
modalidades de extrañamiento que tienen, no riencia" (excitante, edificante, placentera, de extra-
en vano, como común denominador el viaje en ñamiento y de ampliación de conocimientos [... ]. 1
pos de la cultura. De un lado, el banaj. turismo;
del otro, el científico estudio antropológico. Por Más adelante: "El "viaje" denota prácticas más
encima de la distancia que se extiende entre la o menos voluntarias de abandono del terreno
práctica de una forma "superficial" de ocio y el
rigor que se le presume a una disciplina acadé-
mica, el turista y el etnógrafo se parecen: hay 1 J. Clifford, Itinerarios transculturales, Barcelona,
Gedisa, 1999, p. 88.
52 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 53

familiar, en busca de la diferencia, la sabidu- querido, de acuerdo con su articulació:1 en un


ría, el poder, la aventura o una perspectiva sistema intercultural plenamente sometido a las
modificada". 2 Turismo y etnología: dos formas leyes de la oferta y la demanda. Es lo diferente
de peregrinación en busca del stntido perdido. lo que la sociedad anfitriona sabe que debe ex-
En ambos casos, de lo que se trata es, como hibir enfáticamente, consciente como es de lo
insiste Geertz en El antropólogo como autor, de que se espera de ella por parte de quienes acu-
"haber estado allí", 3 haber practicado un tipo den turísticamente a visitarla y que deben ver
de inmediatez particular y acaso irrepetible, por "lo que hay que ver", esos puntos de las guías
mucho que el "haber estado allí" del turista y turísticas, marcados con diferentes grados de
del etnólogo sea el resultado de un billete de adjetivos admirativos, que no pueden ser sosla-
ida y vuelta y de la capacidad de afrontar un yados so pena de un implacable sentimiento de
cierto nivel de incomodidad. Además de esto, y culpa. 4 Éstos, por su parte, no esperan en rea-
de la duración y la profundidad de la mirada lidad nada nuevo, nada distinto de lo que han
que se dirige a los que no son culturalmente visto en las fotografias exhibidas en los libros o
como uno, hay otro factor que incide en el pa- las revistas de viajes, en las postales turísticas,
rentesco entre etnógrafo y turista. Mucho antes en los documentales de la televisión o en las
de que el desplazamiento turístico generalizase películas de ficción. Han llegado hasta ahí sólo
la experiencia del efecto túnel -viaje de punto para confirmar que todo lo que les fue mostra-
a punto, sin atención por los lugares interme- do como en sueños existe de veras.
dios o lejos de los centros de interés-, el El turismo radicaliza la lógica institucional y
antropólogo sobre el terreno trabajó ya, como el representacional en la que se inscribe. Esta no
moderno turista, ante todo sobre nudos, es de- es otra que la del llamado tiempo libre o de ocio,
cir, sobre intersecciones extremadamente con- por mucho que el tiempo de ocio consista bási-
cretas que funcionaban como sinécdoques, camente en hacer que el tiempo libre deje de
marcos privilegiados en los cuales reconocer la serlo realmente. El imaginario dominante da por
supuesta totalidad esencial de la sociedad visi- descontando que ese tiempo libre o de ocio es,
tada. casi por definición, esa totalidad abstracta que
Por su parte, la cultura receptora se esfuerza se extiende del otro lado del tiempo de trabajo.
precisamente en ofrecer aquello que. le es re- Lo conforman actividades que una ficción
operatoria su pone del todo disociadas de las

2 Ibíd., p. 98. - - - -- - - -- - -- - - - - --
3 C. Geertz, El antropólogo como autor, Barcelona, 4 Cfr. A. Cardín, "El supermercado turistico", en Lo próxinw
Paidós, 1989, passim. y 'fo ajeno, Barcelona, Icaria, 1989, pp. 147-151.
54 / Di.soluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 55

obligatorias por el lugar que cada cual ocupa en casa. Paréntesis -dosis controlada deuto-
en el sistema productivo. En el seno de esta es- pía- en el cual regenerarse del desgaste provo-
fera de tiempo libre, imaginado como autóno- cado por todos esos compromisos que pronto,
mo e independiente, cada cual debe tratar de de regreso, cada cual habrá de reasumir.
satisfacer lo que vive como sus "auténticas ne- Ni que decir tiene que esa esfera del ocio o del
cesidades" afectivas e intelectuales. tiempo libre no tiene nada de autónomo, ni obe-
Ha sido Jean Rémy quien ha puesto de mani- dece a una lógica propia. Existe y se despliega
fiesto cómo el turismo es una expresión de en función -y como función- de circunstan-
lateralidades, modo menor o secundariedad, cias políticas, económicas, legales y sociales
estado de excepción que salpica la vida social cambiantes pero siempre concretas. En cuanto
del individuo y que contrasta con la centralidad, a sus contenidos específicos, no es menos evi-
los modos mayores, la primariedad, es decir, -el
,
dente que dependen de determinadas instan-
conjunto de papeles que asumimos en nuestra cias de producción y control, y son sugeridas a
vida cotidiana en términos de responsabilidad, los individuos -entendidos como consumido-
las obligaciones relativas a nuestro lugar en la res de su propio tiempo libre- por medio de
estructura social, nuestros "compromisos inelu- estímulos publicitarios procedentes tanto de
dibles". 5 Se supone que la secundariedad cum- empresas privadas como de instituciones pú-
ple la función de otorgarnos una oportunidad blicas. 6
para la reflexión, para calibrar nuestra ubica- Conviene subrayar aquí la dimensión espa-
ción en el mundo social y hacer un cierto balan- cial y, sobre todo, temporal del hecho turístico.
ce existencial. Prometiendo cumplir semejantes El hecho turístico se inscribe dentro de una so-
presupuestos, el turismo teje una trama social ciedad que valora la movilidad espacial, el des-
alternativa y paralela, proporciona una puesta plaza.tnien to, como uno de los mecanismos
a distancia respecto de lo social ordinario, per- esenciales de los que depende la realización
mite una escapada efimera hacia una arcadia personal. Cada individuo se valora y es valo-
provisional, sin conflictos, sin contradicciones, rado en gran medida en función de la cantidad
sin paradojas. Una burbuja ideal, un escenario y la excepcionalidad de los sitios en donde ha
preparado para colmar los deseos y en el que estado, es decir, de su cuenta personal de paí-
uno podrá estar al mismo tiempo lejos y como ses y ciudades de los que puede decir, "los co-
nozco".

5 J. Rémy, "La implication paradoxale dans rexpérience --- - - - - - --- - - - - - - -


touristique", en: Sociologie urbaine et rurale, París, 6 Cfr. J. F. Lanfant, Sociología del ocio, Barcelona, Pe-
L'Harmattan, 1998, pp. 353-368. nínsula, 1978, pp. 274-275.
56 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 57

Por otro lado, sin duda el turismo funciona mente concebido para la expansión y el creci-
ante todo como un uso cualificado del tiempo miento personal está hoy fuertemente mediati-
de ocio, y es específico -por supuesto-- de las zado no sólo por las prácticas asociadas al
sociedades industrializadas, definidas por una consumo de masas, sino también por las insti-
vivencia del tiempo basado en el culto a la pro- tuciones que organizan y fiscalizan la vida, que
ducción y por la serialización y la mercanti- la instalan en espacios fisicos y temporales per-
lización de lo temporal, así como por la fectamente delimitados de los que se disuade
dicotomización brutal entre tiempo productivo no apartarse.
y tiempo no productivo. La realidad vivida tien- Los tiempos presuntamente consagrados al
de cada vez más a cronificarse: ese tupido en- ocio, que en principio se supondrían disponibles
tramado de horarios, tumos, agendas, plazos, y no rutinizados, son cada vez más víctimas de
etc., que se colocan bajo el despotismo de lqs lo que algunos autores han llamado una
ritmos sincronizados y los procesos calculables, cronificacióh perversa,8 consecuencia m~rbid1:1"_de
que obedecen a la lógica implacable de los ca- la propia dinámica expansiva de la cronificac1on,
lendarios y los relojes. El tiempo, así racionali- que busca y obtiene el disciplinamiento de todos
zado, se divide en grandes bloques pautados y y cada uno de los momentos de la vida humana.
planificables de los que no es posible escapar, Se produce una creciente sincronización a nivel
en los que el tiempo libre debe dejar de serlo planetario, parte de ese proceso que se da en
inmediatamente y no cabe pretexto alguno para llamar mundialización, y que consiste en la apa-
el "tiempo muerto". 7 rición de un tiempo público común que rige la
El tiempo es de trabajo, de ocio o de descan- proliferación, en todas direcciones, de redes de
so. El primero de ellos no ha dejado de dismi- comunicación y de información que ya cubren la
nuir y se calcula que hoy no ocupa mucho más totalidad de la superficie terrestre.
del 15 % del tiempo total de un asalariado o de Contrastando con esa poderosa tendencia a
un estudiante. El resto, descontándole el de la homogeneización de las rutinas temporarias,
descanso, es tiempo de un ocio cada vez más otra poderosa presión, no menos caracterís~ca
monitoreado, que es ya una fuente fundamen- del mundo contemporáneo, no menos potencial-
tal de riqueza, comparable incluso con la que mente anémica, se ejerce en sentido contrario:
genera el trabajo productivo. Ese tiempo inicial-
-- - - - - - - - - - - - - - - - -
8 R. Ramos Torre, "El desvanecimiento de Cronos: as-
pectos de la temporalidad en las sociedades actua-
7 Al respecto, véase J. A. González Saínz, "Una modesta les", en M. J. González Ordovás y otros, El molestar
reclamación del tiempo muerto", Archipiélago, (10-11), urbarw en la gran ciudad, Madrid, Talasa, Fundación
nov., 1992, pp. 83-87. Cultural Coam, 1998, pp. 35-44.
Trivialidad y trascendencia / 59
58 / Disoluciones urbanas

laheterogeneización, el disloca.miento, laimpre- industrial lo entiende, se encuentra -o así se


dictibilidad. A la inversa del tiempo homologa- presenta- el concepto de tiempo de fiesta. La
do a nivel planetario, la incertidumbre de un fiesta, como el turismo, pueden por ello presen-
tiempo hecho trizas, desconyµntado, marcado tarse como expresiones de lo que Krzystof
por constantes arritmias, las que representan Pomian llama tiempo cualitativo, 10 distinto y al-
los contratos temporales, los horarios comer- ternativo del tiempo impuesto desde la razón
ciales flexibles, la aceleración de la movilidad, política e industrial, asociable a una actividad
las jornadas laborales "a la carta", las inter- que se presume liberadora y catártica, a la ve_z
mitencias afectivas, las urgencias o ralenti- que sutilmente normativizadora, lugar en reali-
zaciones de todo orden. 9 La sociedad urbana es dad en el que se despliegan formas eficaces de
cada vez más una sociedad temporalmente acción social y de ideología cultural.
hipersegmentada. · De ahí también la complementariedad que,
Pasamos así de la experiencia de los grandes bajo la apariencia de diferencialidad, busca el
ciclos y ritmos que unifican mundialmente la tiempo turístico. Hace falta tan sólo una obser-
vivencia del tiempo, a todo lo contrario, taqui- vación sencilla del tipo de repertorios que sue-
cardias, aleatoriedades e irregularidades en la len ofrecérsele a los practicantes del peregrinaje
organización temporal, que precarizan nuestra turístico, para dar con lo que se anda bus~an-
seguridad en el futuro inmediato y nos dejan a do: el reencuentro inconsciente con esa umdad
merced del azar. Lejos de las viejas regularida- que la vida moderna habría sacrificado en el
des locales que caracterizabari la comunidad altar de la razón práctico-instrumental, todo lo
premoderna, sometido ora a la homogeneidad asociable con lo auténtico, lo profundo, lo pe-
absoluta que absorbe o anonada la identidad, renne, en un mundo dominado por lo falso, lo
ora a una pluralidad que la hace estallar en mil banal, lo efimero. Como se apuntaba en la pre-
pedazos, el individuo se siente al mismo tiempo sentación de un número especial, dedicado a
atrapado en una colosal máquina masi:ficadora los tiempos urbanos, de Les Annales de la
y perdido en un laberíntico universo de referen- Recherche Urbaine, "para los funcionarios del
cias contradictorias. patrimonio cultural [la temporalidad] es conti-
En las antípodas de esa estatuación cuantifi- nua, acumulativa y simbólica". 11
cada del tiempo, tal y como el mund,o urbano-
---- - - - - - - - - - - - - -
~

10 K. Pomian, El orden del tiempo, Gijón, Júcar, 1990,


9 F. Godard, "A propos des nouvelles temporalités passim.
urbaines", Les Annales de la Recherche Urbaine, (77), 11 P. Lassave y A. Querrien, "Emploi du temps", Les
1997, pp. 7-14. Annales de la Recherche Urbaine;(77), 1997, p. 4.
60 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 61

Es en la "cultura" y en lo "cultural", del arte a lidades que se consideran de algún modo


la tradición, de la historia a la arquitectura, inmanentes a determinadas agrupaciones hu-
donde puede darse, con la confirmación de toda manas de base territorial -ciudades, regiones,
identidad colectiva, política o socialmente de- países-, reificación radical de lo que de per-
terminada, con la evidencia palpable de toda manente y substantivo pueda presumir una
esencia supuesta a una comunidad humana, entidad colectiva cualquiera.
allí donde ésta encuentra los signos externos y Por otra parte, los objetivos total o parcial-
las pruebas de su calidad y grandeza. A su vez, mente presentados como de índole "cultural"
el turista cultural es aquel que entra en contac- dignifican, elevan, por así decirlo, una práctica
to con expresiones literales de verdad, de au- social amenazada por el descrédito de lo trivial.
tenticidad, manifestaciones sagradas de una La. marca cultural permite al desplazado, por
totalidad trascendente e inefable -la Cultura, motivos de ocio, rescatarse a sí mismo del in-
la Historia, el Arte ...-, que permite extender a fierno de la vulgaridad, le lleva a un reencuentro
capas cada vez mayores de la población aquel con el turismo pionero y todavía puro de los
mecanismo que le había permitido, según Paul románticos del siglo XIX, lo salva de lo que po-
Willis, a la cultura burguesa, "engañada por su dría percibirse como el adocenamiento de los
propio enigma", buscar "escapatorias de la alie- turistas de "sol y playa". El turista culturalmente
nación y el fetichismo[ ... ], en el mundo quieto, redimido obtiene un rango superior en las je-
atacado, pequeño, fuera del tiempo, inmutable rarquías basadas en la posesión de capital sim-
de los objetos auráticos" .12 bólico y le permite, justificar ante sí mismo y ante
Pocas dudas pueden caber acerca de que el los demás, el viaje realizado a partir de la digni-
turismo cultural se ha constituido en lugar pri- dad de los sitios de Cultura que ha visitado y
vilegiado en el cual operan análisis sobre cómo hasta de los recuerdos que allí mismo ha com-
las sociedades humanas se presentan ante otras prado y que ostentará en público más tarde.
sociedades y ante sí mismas. Como ámbito es-
pecífico de cómo se configura hoy espacio-tem- 2. Religión oficial y turismo de Estado
poralmente el mundo, el turismo cultural es una
industria cuya materia prima es la representa- Para los antropólogos resulta ciertamente com-
ción dramatizada y en extremo realista, de cua- prometedor hablar de cultura. Cuando lo ha-
cen es para aludir a aquello que definen como
su objeto de conocimiento, puesto que la suya
12 P. Willis, "La metamorlosis de mercancías culturales", es la ciencia de la cultura, con lo que es habitual
en: M. Castells y otros, Nuevas perspectivas criticas que provoquen más de un malentendido. Para
en educación, Barcelona, Paidós, 1994, p. 186. ellos, el término en cuestión es la categoría ope-
62 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 63

racional en tomo a la que vertebran sus explica- cultura es muy distinto. La idea más frecuen-
ciones. Esta noción de cultura -que impregna tada de cultura -aquélla a la que se hace re-
también un buen número de trabajos histo- ferencia cuando se habla, por ejemplo, de
riográficos- puede inspirarse ya sea en una turismo cultural- se dirige más bien a un cam-
fuente ilustrada -la cultura como elemento po difuso, pero supuestamente. exento, donde
distintivo del ser humano con respecto de la se integran de manera poco clarificada toda una
naturaleza-, ya sea adoptando el referente ro- retahíla de producciones para las que se
mántico-idealista -la cultura como configura- consensúa una puesta en valor especial. En
ción ideosincrática singular y coherente que da realidad, este concepto estandarizado de cul-
personalidad a un grupo humano. tura se conforma y actúa a la manera de lo que
A partir de ahí, los antropólogos e historiado- los antropólogos entienden por sistema cultu-
res, al hablar de cultura, y en función de la.es- ral, es decir, un sistema de significados com-
trategia a la que estén adscritos, pueden aludir partidos, expresados en un orden de repre-
al universo ideacional de las pautas y los való- sentaciones y comunicables por medio se sím-
res que singularizan a un grupo humano, al bolos. En él se verían integradas personas,
conjunto de las tecnologías materiales e ideoló- actividades y productos que reciben su homo-
gicas de que una sociedad se dota, a una ins- logación en tanto que materia cultural a partir
tancia social compleja que se supone autónoma de juicios emanados por una casta especial
o, en general, a la capacidad sim.bolizadora hu- constituida por personas consideradas autori-
mana. 13 En sociología, y desde perspectivas zadas o entendidas.
marxistas -Raymond Williams, Thompson, Además, el espacio de lo cultural genera últi-
Willis-, se ha constituido en las últimas dos mamente no sólo discurso a propósito suyo, sino
décadas una especialización en estudios cultu- actuaciones públicai;; o privadas de calado, a las
rales, interesados en los procesos de produc- que se alude como política, iniciativa, financia-
ción de cultura de las clases subalternas en las ción, gestión, promoción cultura4 que centran a
sociedades urbano-industriales. su vez la actividad de departamentos, concejalías,
De espaldas a todas esas concepciones ministerios, asociaciones, direcciones generales...
holisticas de cultura empleadas desde las cien- de Cultura, o de industrias, agentes, gestores,
cias sociales, el uso convencional del término empresas, servicios, consumos, sectores ... igual-
mente culturales, que se desarrollan en tiempos
o espacios que se presentan como equipamientos,
13 Cfr. C. Esteva Fabregat y otros, Sobre el concepto de instalaciones, festivales, mercados, plataformas,
cultura, Barcelona, Mitre, 1985, y J. S. Kahn, ed., El territorios ... no menos culturales.
concepto de cultura, Barcelona, Anagrama, 1978.
64 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 65

En ninguna de estas instancias o actividades función de sus gustos: highhrow ("cejas altas"),
concretas que se anuncian como culturales se middlebrow ("cejas medias" y lowbrow ("cejas ba-
insinúa intento alguno por establecer qué sig- jas"). La Cultura se identificaría con los gustos
nifica la palabra cultura y, cuando se intenta, de la gente higbrow, y se opondría, siguiendo
las definiciones propiciadas son de una ahora otra no menos citada tipología, a la
veguedad absoluta. En la práctica, lo que se masscult o cultura vulgar-producciones super-
incorpora a este territorio presumido como ficiales, pobres formal y simbólicamente-, pero
segregable puede inventariarse a partir de los no menos a la midcult, formada por productos
temas a los que se refieren las revistas especia- pseudocultos, pretenciosos, afectados, que cau-
lizadas llamadas culturales, o las secciones o tivan a la pequeña burguesía y a los intelectua-
suplementos de cultura de la prensa periódica: les postizos. También podrían plantearse este tipo
libros, artes plásticas, pensamiento, música clá- de oposiciones en términos de Cultura como lo
sica, teatro, cine de autor, danza, patrimonio extraordinario, lo excepci.onal, en cierto modo lo
histórico, arquitectura, museos. Esta idea se sagrado, en contraposición a lo ordinario, lo co-
corresponde bastante bien con la de cultura de tidiano, la experiencia del cada día.
élites, que a partir de ahora designaremos como Entre las producciones por lo general indig-
Cultura, con mayúsculas, para distinguirla de nas de ser incluidas en la "Cultura", se pueden
otras expresiones culturales de amplia acepta- mencionar la música ligera, el teatro para el gran
ción por parte del público en general, y que sue- público, los deportes, el cine comercial, los best-
len agruparse bajo el capítulo también poco claro sellers editoriales, las producciones destinadas
de cultura de masas, cuyas manifestaciones más a ser difundidas por radio o televisión, etc.: crea-
"despreciables" serían lo kitsch, lo hortera, lo ciones que son consideradas desde los centros
cursi, lo esnob, etc. de homologación de lo que es y no es cultural
Esa dicotomía puede manifestarse en otras, como frívolas y, por tanto, netamente inferio-
y Jordi Busquets ha sugerido algunas: calidad res. Otras elaboraciones culturales, como el cine
versus cantidad, elegancia versus vulgaridad, clásico de Hollywood, la fotogra:fia, ciertos gru-
creación versus producción, conocimiento ver- pos de rock o cantautores, los comics, el circo,
sus ignorancia. 14 Tales contrastes se podrían el music-hall, entre otras, reciben un estatuto
asociar a una tipología ya consagrada, que vie- ambiguo o fluctuante. A todo ello habría que
ne sirviendo para clasificar a las personas en añadirle aquellas expresiones culturales atribui-
das en origen a las clases populares, al pueblo
o, en una clave más marxista, a las clases do-
14 J. Busquets, El sublim i el llll.lgar. Els intelectuals i la minadas o subalternas que, según los expertos,
"cultura de masses", Barcelona, Proa, 1998, p. 185. ilustran la auténtica verdad de la gente, aquello
66 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia/ 67

que no ha sido contaminado ni pervertido por Los criterios del gusto personal son los que le
la alienación de la cultura de masas o por el permiten a los individuos ejercer una adhesión
imperialismo cultural norteamericano. Se trata a cada uno de los niveles en que -aunque sea
de lo que ha sido etiquetado como cultura popu- de manera grosera, pero operativa- pueden ser
lar y tradicional y que no es sino lo que hasta divididas las producciones estéticas o intelec-
ahora había recibido el nombre de folklore, que, tuales, de los cuales sólo el más elevado apare-
a pesar de su humilde procedencia, aparece asi- ce como merecedor de una plena legitimación.
duamente catalogándose como Cultura. Estas orientaciones del gusto personal tienen
Este diagnóstico sobre la diginidad de las obras una doble virtud ordenadora. Es cierto que, por
de cultura suele remitir al grado de especulación un lado, reflejan con bastante exactitud la divi-
formal presente en ellas, aunque no por fuerza. sión social en clases económicas; pero, al mis-
Ni se tiene que decir que existe un consider1:;i.ble mo tiempo, generan un entramado social
terreno intermedio entre lo que entendemos por paralelo a partir de su capacidad taxonómica
Cultura y lo que entendemos por cultura, y tam- propia, que permite que las personas se enclasen
bién que la compartimentación entre tales ám- a partir de su grado de adscripción a los énfasis
bitos es lábil, de manera que podemos contemplar de cada uno de los estratos culturales
como los objetos de un estrato pasan a veces al reconocibles. Es esto lo que nos permite hablar
contiguo y ven aumentar o disminuir su cotiza- de personas de más o de menos "cultura", o de
ción en función del sentido en que se produce el un nivel cultural más o menos distinguido, co-
traspaso. Una maquinilla de afeitar expuesta en nectando entonceslaideade Culturacomo con-
una exposición sobre diseño en un gran centro junto de las elaboraciones provistas por artistas
cultural es alta Cultura; un aria de Verdi inter- y creadores, con aquella otra que se refiere a la
pretada en un estadio de fútbol es cultura de globalidad acumulada de los conocimientos
masas. 15 enciclopédicos, y que, descalificando las preten-
siones del autodidacta, suele requerir un reco-
nocimiento de nobleza que únicamente las
15 La súbita, casi milagrosa, dignificación cultural de un titulaciones académicas pueden certificar.
producto puede venir dada tan sólo por su ubicación. Este valor clasificador de los individuos a
En el otoño de 1999 coincidieron tres -acontecimien- partir de su adhesión erudita es la que delata el
tos que ilustran a la perfección ese fenómeno: la ex- origen etimológico del valor cultura, en la acep-
posición de motos en el Guggenheim de Bilbao, la de
diseño y música discotequeros en el Centro Gallego ción latina de cultura, es decir, cultivo o aprove-
de Arte de Santiago de Compostela y la celebración chamiento de la tierra, pero también del cuerpo
del Campeonato de Catalunya de Boxeo en la sala y del alma. La cultura se asimila aquí a la
Metrónom de Barcelona. Bildung de los idealistas alemanes -Goethe,
68 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 69

Hegel, Schiller ...-, es decir, a la formación in- es lo que Pierre Bourdieu ha traducido en tér-
telectual, estética y moral del ser humano, aque- minos de capital cultural, cuya posesión debe
llo que le permite vivir plenamente su propia ser proclamada por medio de la frecuentación
autenticidad. La diferencia que se produce, en- de actividades y lugares culturales, tales como
tonces, entre una persona que mediante la ex- exposiciones temáticas o de arte, salas de cine
quisitez de sus aficiones de tiempo libre participa selectas, teatros, auditorios, etc. El beneficio
de los estratos aceptados como más sofisticados simbólico, lo que Bourdieu llama la rentabili-
de la Cultura, con respecto de aquella otra que dad cultural, se obtendrá no sólo en la comu-
mantiene una relación escasa o nula con tales nión casi mística con el objeto de arte y cultura
planos, será del tipo crudo-cocido o salvaje-do- dado en cada actividad, sino, muchas veces a
mesticado, siendo la materia a condimentar el posteriori, "de las conversaciones que manten-
espíritu de cada cual. Es esto lo que permite drán con respecto a la misma, y mediante la
hablar de sujetos más o menos cultivados, para cual se esforzarán por apropiarse una parte de
dar a entender su grado de proximidad a un su valor distintivo" .17
estado de naturaleza no trabajada y, en conse- La función social de la Cultura como ámbito
cuencia, parajustificar una valoración más baja; específico juega, pues, un doble papel. Como
esa valoración, por cierto, que les coloca como acabamos de ver, distingue a quienes se rela-
naturalmente en el lugar entre los sectores so- cionan con sus objetos, ordenándolos vertical-
metidos de la sociedad en que suelen encon- mente en función del grado de :frecuencia o de
trarse prácticamente siempre. Éste, el individuo intensidad de ese contacto. De hecho, el con-
"sin cultura", "de poca cultura", "con un nivel tacto masivo con la Cultura supone una espe-
cultural bajo", etc., se apartaría de un orden cie de crítica de masas a la cultura de masas,
simbólico considerado como el más legítimo y una paradoja que Umberto Eco ya había enun-
legitimador de todos y se vería abocado a gene- ciado como "una crítica popular de la cultura
rar sentimientos de "infracción, error, torpeza, popular" .18 Pero al mismo tiempo que segrega
privación de códigos, distancia, conciencia aver- del resto a quienes se acercan devotamente a
gonzada o atribulada de esta distancia o de es- ella para recibir su bendición, la Cultura los
tas faltas" .16 homogeneiza, puesto que los reúne, los agrupa,
Tal jerarquización de los seres humanos en_
función de su grado de contacto con la Cultura

17 P. Bourdieu, La distinción. Claves sociales del gusto,


Madrid, Taurus, 1992, p. 266.
16 C. Grignon y J. C. Passeron, Lo culto y lo popular, Ma- 18 U. Eco, Apocalípticos e integrados ante la cultura de
drid, La Piqueta, 1992, p. 41. masas, Barcelona, Lumen, 1968, p. 13.
70 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 71

los hace comulgar con otros muchos con ese conceptual con lo que la escolástica cristiana
mismo objeto cultural que disfrutan. La dialéc- concibió como el Reino de la Gracia, como do-
tica de los usos culturales implica singulariza- minio opuesto al Reino de la Naturaleza. 20 Más
ción, puesto que diferencia a unos individuos en concreto, la noción de cultura que estamos
de los demás por su adscripción a los valores manipulando todos -incluyendo ahora a los
llamados culturales, pero también masificación, propios antropólogos- no constituye sino una
dado que opera el agrupamiento de un público transformación laica fácilmente reconocible de
a veces numerosísimo alrededor del asunto cul- aquel desplazamiento en la idea de gracia que
tural distinguido y distinguidor. 19 en el siglo XIII opera la escuela franciscana, di-
Esta condición dialéctica, con su falso aspec- ferenciando la gracia creada del habitus o gra-
to de paradoja, reclama otra pista, etimológica: cia otorgada, para denotar el resultado de la
la que hace del cultor latino no solo un labr,ador capacidad humana de producir este don o auxi-
sino también un adorador o persona que rinde lio para la· salvación a partir de sus propios
homenaje a los dioses. En efecto, la palabra méritos.
cultura está igualmente asociada con la noción La Cultura, en el sentido de las artes y las le-
de culto como práctica de la religión. Esto sería tras, no hace otra cosa que reconocer esta base
adecuado a la conceptualización que antes ha- mística de la idea general de cultura que mani-
cíamos de la Cultura en tanto que sistema cul- pulamos. El terreno se traslada ahora a lama-
tural, en la medida que justamente ha sido la nera como esta gracia, interpretada en tanto que
religión uno de los ejemplos que mejor ha pa- Cultura universal, se distribuye y como los indi-
tentizado los dinteles de poder que pueden al- viduos participan de ella, y así se salvan, a par-
canzar ciertos sistemas de representación, tir de sus gustos artísticos e intelectuales.
basados en símbolos sacramentados. Ubicada en un nivel máximo de abstracción, la
Más en concreto, toda idea de cultura es in- Cultura es entonces comprendida como parte de
separable de su propia génesis teológica, que una esfera de algún modo sobrenatural a la que
fundamenta con argumentos santificadores la se rinde-y la expresión cobra un sentido doble-
ya mencionada dicotomía crudo-cocido, y que mente literal- culto por parte de una mirioría
resulta comprensible sólo a partir de su deuda de elegidos: el público consunridor de Cultura
como idéntico a un nuevo pueblo de Dios.
19 Ese doble movimiento, ha sido advertido por Armet Huet
en sus comentarios sobre las políticas culturales en la
ciudad francesa de Rennes: "De la démocratisation de 20 Cfr. G; Bueno, "La génesis de la idea metafisica de cul-
la culture a la diversité créatrice", Les Annales de la tura", en: El mfto de la cultura, Barcelona, Prensa Ibé-
Recherche Urbaine, (70), 1996 pp. 4-26. rica, 1997, pp. 117-146.
72 / Disoluciones urbanas Triuialidad y trascendencia / 73

La celebración de la Cultura se comporta en- En función de esta tipificación en tanto que


tonces igual que lo haría cualquier otro aparato religiosidad implícita, los gestores o especia-
de numinización asociado a una entidad meta- listas culturales se consituirían en miembros
fisica que se presenta como eterna y universal. de una especie de clericato, profesionales cuya
Sus actos públicos -exposiciones, conciertos, función seria administrar, tanto espiritual como
representaciones teatrales, conferencias ...- materialmente, todo lo relacionado con lo sa-
funcionarían como liturgias que escogen espa- grado cultural. De igual manera, las figuras del
cios -teatros, auditorios, bibliotecas, ateneos, artista, el intelectual o del creador correspon-
museos o territorios llamados elocuentemente derían entonces a las de personajes que han
salas, casas o centros de cultura- que apenas sido literalmente poseídos por la Cultura, con-
si disimulan su vocación de auténticos templos cebida como instancia sobrehumana que se
en los que la Cultura protagoniza sus hierofa- manifiesta, que puede ser interpelada y que se
nías, y que encuentran en los monumentale~ encarna en ellos o los convierte en instrumen-
centros de cultura de las grandes ciudades su tos vicariales de su acción. Su papel es enton-
versión catedralicia. Al simil religioso de la ca- ces el de mediadores -funcionariales en el
tedral medieval se le podría añadir la analogía primer caso, carismáticos en el segundo- que
con el santuario, entendido como lugar donde comunican instancias que, de no ser por ellos,
se guardan imágenes veneradas o reliquias san- permanecerían aisladas unas de otras, y que
tas, y que se constituye en una actividad que son la Cultura por un lado y, por el otro, la
no debería dudarse de denominar peregrina- vida ordinaria de los simples mortales, siendo
ción.21 sus producciones análogas a las mediaciones
de las que habla la teología católica, las imá-
genes u objetos que le hacen posible al pueblo
21 La analogía es, en cierto modo, literal. La noción ·cen- fiel concebir en términos fisicos y venerar enti-
tral en la mayoría de actividades de masas presenta- dades celestiales. La relación entre esos dos
das como culturales tiene que ver con el criterio de niveles -variante del viejo desglose sagrado/
autenticidad que se atribuye a las cosas visitadas-ve-
profano- es, en cualquier caso, siempre verti-
neradas, ya sean objetos de un museo o monumen-
tos históricos. Ese criterio fue el que marcó la aparición cal, es decir, de arriba a abajo. Tanto los ofi-
del primer gran precedente de lo que· hoy llamamos . .dantes como el público -el nuevo fielato- de
turisrrw cultural, que gira en torno a objetos cuya pre- la Cultura son receptáculos pasivos de la acti-
sencia otorga rango o prestigio al lugar en que se cus- vidad pentecostal, por así decirlo, de un nuevo
todian: el comercio de reliquias en la Europa carolingia. Espíritu Santo, que desciende sobre ellos como
Véase el artículo al respecto de Patrick Geary en A.
Appadurai, ed., La vida social de las cosas, México
las lenguas de fuego del episodio neotesta-
DF., Grijalbo, 1983. mentario.
74 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia/ 75

A pesar de ello, y siguiendo la analogía, la en llamar homogeneización cultural. Ésta con-


Cultura no puede limitarse a devenir una prác- siste en la disolución de la inifinita diversidad
tica elitista que restrinja los beneficios de su de las prácticas y usos culturales a través de
acción salvífica, a la manera del predestina- los cuales se expresan unos no menos innume-
cionismo calvinista. Debe tener expresiones que rables universos sociales, todo ello en el marco
evoquen lo que se presenta como religiosidad de una sociedad en que la complejidad y la plu-
popular implícita, fórmulas de piedad accesi- ralidad no dejan nunca de crecer, una diversi-
bles incluso para lo que antes fue la gente sen- dad en expansión que amenaza -por la vía del
cilla y hoy suele denominarse gran público. desacato o de la indiferencia- la centralización
Pasando por alto la mera dimensión comercial y la unificación de las que depende el control
e industrial de esta popularización de la Cultu- político en las sociedades modernas.
ra, esta modalidad de religiosidad implícita su- Todas estas consideraciones explican por qué
pone la generalización de la acción purificadora es la administración pública la más interesada
de lo que se presenta como actos y prácticas en mantener lo que bien podríamos denominar
culturales. En este caso, la tarea de los gastos del culto, consistentes en levantar y man-
difusores-apóstoles y oficiantes de la Cultura tener los lugares especiales donde la Cultura
no puede limitarse al conjunto de los bienes produce sus epifanías y patrocinar sus, con tan-
protegidos y mostrados, ni a los servicios ta frecuencia, costosas puestas en escena. Es
ofertados al público desde los equipamientos más, es esta prioridad en erigir equipamientos
culturales. La exaltación de la Cultura pasa, culturales -puntos de referencia espaciales, po-
entonces, por plantearlo como hacia Jacques los de atracción devota- lo que está determi-
Duhamel, el que fuera ministro de cultura fran- nando la regeneración de paisajes industriales
cés, por "crear un ambiente", esto es, generar o urbanísticos· depauperados y reimpulsar la
un clima que es, en cierto modo, clima de san- economía de numerosas ciudades con base en
tidad, ámbito de elevación, lo que hace del tu- la inversión turística de grandes capitales in-
rismo cultural una forma desplazada del turismo ternacionales. 22
religioso.
No en vano la orientación última de toda po-
lítica cultural obedece al modelo .del ideal de-
mocrático que otrora se conociera como 22 A la manera como Joseba Zulaika ha advertido en el
educación popular, exacerbación de la lógica caso del Guggenheim de Bilbao: Crónica de una se-
que impulsara un día las políticas ateneístas y ducción. El museo Guggenhei.m-Bilbao, Madrid, Nerea,
que hoy aspiran a constituirse en referente 1997. A propósito de esta obra, véase el comentario
exclusivo de lo que -tampoco en vano-- se da de J. de la Habá, "Bienvenido Mister Krens", Archipié-
lago, (34-35), invierno, 1998, pp. 225-226.
76 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 77

La mayoria de planificaciones urbanísticas depende su imagen pública, marca de grandeza


rehabilitadoras de los últimos años han coloca- que exhibe ante propios -sus ciudadanos- y
do en primer término la importancia de enalte- extraños -los visitantes-, aunque también las
cer lo histórico, sin disimular a veces los objetivos otras administraciones con las que, en este do-
politizadores -centralización, participación, minio, no deja nunca de competir. El cultural
promoción de la identidad- que se buscan, es, no se olvide, un turismo que se caracteriza
como cuando Oriol Bohigas decía en unas jor- porque sus objetos de atención suelen ser o muy
nadas sobre los centros históricos: "Nuestras baratos -las entradas a los centros culturales
ciudades necesitan una doble intervención si- o los museos- o totalmente gratuitos -cate-
multánea y coordinada: rehabilitar el centro drales, edificios singulares, paisajes, monumen-
histórico, actuando a fondo, y dar 'centralidad' tos-, precisamente por su condición de haber
-urbanidad, identidad, monumentalidad, .es- sido dispuestos o conservados por la adminis-
píritu colectivo, participación política- a la pe- tración pública.
riferia". 23 En otras palabras, a pesar de que se hable de
La capitalización estatal de los beneficios re- mercado o negocio cultural, o de que genere a su
dentores de la Cultura es todavía más evidente alrededor prácticas de merchandising y de mar-
en los macroespectáculos culturales periódicos keting, la actividad asociada a la Cultura es, al
o excepcionales, a la manera de los grandes menos en primera instancia, casi siempre
festivales o las capitalidades culturales euro- deficitaria. La inversión institucional en el capí-
peas, en los que se confirman las tendencias tulo cultural no suele revertir beneficios econó-
teatrocráticas que experimentan en la actuali- micos por vía directa, aunque beneficie a los
dad las instituciones políticas en todo el mundo. proveedores privados de servicios que convoca
La actividad asociada a la Cultura resulta las en tomo suyo, como son la hosteleria, la res-
más de las veces sólo posible por el patrocinio tauración, los transportes, etc., a la vez que
de los gobiernos locales, regionales o naciona- dinamiza la creación de nuevas infraestructuras,
les, que tienen en los resultados de tal mece- con el movimiento económico que ello conlleva.
nazgo uno de los elementos de ostentación más Por el protagonismo que las instituciones polí-
importantes, el argumento principal del que ticas asumen en su promoción, del turismo cul-
tural bien se podria decir que es una forma de
lo que deberiamos llamar turismo de Estado, en
23 O. Bohigas, "La reconstrucció de la ciutat", en: B.
el sentido de que son las instancias oficiales las
Gabrielli y otros, La ciudad histórica dins la ciutat, encargadas de patrocinarlo y de invertir en su
Girona, Ajuntament de Girona/Universitat de Girona/ promoción, pero también las que obtienen el grue-
Fundació la Cabra, 1997, p. 163. so de sus beneficios, beneficios económicos que
78 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 79

le llegan indirectamente por la vía impositiva, pero cómo las grandes instalaciones culturales se
beneficios que sobre todo se miden en términos constituyen en templos en que se oficia la reli-
de prestigio y reconocimiento. · gión oficial de los estados modernos, con lo que
En una palabra, la institucionalización politi- penetrar en ellos exige del visitante la misma
ca de la cultura -y su consecuente funciona- austeridad y recogimiento que se debe observar
rización- hace de ella, en la actualidad, no en cualquier lugar sagrado. Nada de casual hay
únicamente un nuevo culto más entre los que en ello, puesto que se representa ahí uno de los
caracterizan el proceso de repaganización que aspectos más exigentes y menos mundanos de
experimenta la sociedad tardocapitalista, sino, los modernos cultos culturales. En cambio, el
como se encargó en su día de advertirnos Marc parque de atracciones es un espacio todo él
Fumaroli, 24 la auténtica nueva modalidad que destinado al estimulo de sensaciones en abso-
ha adoptado hoy y entre nosotros la vieja figura luto sofisticadas, al que se acude para recibir
de la religión de Estado. Esa visibilización gran- gratificaciones inmediatas que no requieren nin-
diosa del poder politico es lo que da pie a lo que gún esfuerzo de atención y que no exigen -an-
algunos autores han llamado un quinto poder, 25 tes bien lo contrario- la mínima discreción en
destinado en cierto modo a restituir lo que en su las conductas.
día fue la antigua autoridad de las iglesias y las A pesar de esa enorme distancia aparente, el
castas sacerdotales. equipamiento cultural y la feria mantienen en-
tre sí algunas analogías importantes. En pri-
3. Cultura, ocio y realidad virtual mer lugar, por la propia naturaleza festiva de
toda actividad asociada al ocio de masas y al
En el marco de las formas actualmente en curso turismo. Luego, y sobre todo, porque los par-
a través de las cuales se nos obliga, como sea, a ques de atracciones, además de instalaciones
librarnos de nuestro tiempo libre, nada más cer- en las que se juega a destruir por unos momen-
ca de un equipamiento cultural que un parque tos la estabilidad de la percepción y a buscar
de atracciones. Es cierto que acabamos de ver un cierto vértigo, suelen, no en vano, incluir
espacios destinados a exposiciones, auténticos
- - - --- - -- -- - - - - - - - museos paródicos dedicados, en este caso, a co-
24 M. Fumaroli, L 'État culturel. Essai sur une religion sas caracterizadas por un tipo particular de
rrwdeme, Paris, Éditions de Fallois, 1992. Una apor- · anomalia que las hace sorprendentes, raras,
tación a la linea critica inaugurada por Fumaroli apa-
recida muy recientemente es M. de Saint-Puigent, Le
extraordinarias ... Esta caracterización se asig-
Gouvemem.ent de la culture, Paris, Gallimard, 1999. na a objetos que han sido considerados, -si-
25 Cfr. C. Mollard, Le Cinqu:iem.e Pouvoir. La culture et guiendo la tipología propuesta por Dan Sperber,
Z-Etat de Malraux a Lang, Paris, Armand Colin, 1999. en un memorable trabajo sobre las anomalias
80 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 81

clasificatorias animales-, 26 bien híbridos -los alternativas y, en el fondo, indisociables, por


autómatas-, bien monstruos -los fenómenos complementarias, de integrar lo aberrante, la
humanos que se exhibían antes en las ferias o excepción, la desmesura.
las imágenes de uno mismo. que se reflejan en No es esta la única afinidad entre la feria y los
las salas de espejos cóncavos y convexos-. Los lugares en que se encarna la Cultura. El parque
objetos excepcionales que se exhiben en los mu- de atracciones es, sobre todo, un campo cerrado
seos, en los festivales artísticos o en los en el que ilusiones terribles o maravillosas pue-
equipamientos culturales, igualmente sobre- den hacerse realidad. En este espacio acotado,
abundantes en significado, también entrarían las posibilidades que el pensamiento intuye, pero
dentro de esa caracterología de los accidentes de las que la realidad cotidiana no ha sido, ni es,
taxonómicos, sólo que Sperber hubiera reserva- ni será nunca proveedora, cobran carta de natu-
do para ellos la etiqueta de perfectos, es d_ecir, raleza, reciben el excepcional derecho de existir.
ideales, sin mácula, impecables, modélicos, etc. Así, de los parques de atracciones y de las ferias
El público que asiste a la feria o que se pre- se podría decir lo mismo que, siguiendo a Mer-
senta ante los altares de la Cultura es invitado leau-Ponty, Pomian sugería de las colecciones y
a llevar a cabo dos operaciones simétricas, pero los museos: su función de servir de vínculo en-
idénticas, en el plano lógico-formal: colocarse tre lo visible y lo invisible, es decir, en otros
ante cosas que han sido previamente puestas términos, entre mundo y pensamiento.27 De
entre comillas y que suscitan bien la más abso- pronto, en una sociedad en que los automóviles
luta circunspección ante una perfección mons- tienen terminantemente prohibido colisionar
truosa, o bien la risa o el escalofrío ante una entre sí, se hace real la imposible alucinación
monstruosidad perfecta. El gran equipamiento de un sitio -los autos de choque-- en los que
cultural no hace, en definitiva, sino trasladar a· la úniéa cosa que pueden hacer los vehículos
un nivel trascendente -se guardan allí restos o que por allí circulan es topar convulsivamente.
testimonios de una autenticidad perdida o leja- Las ferias asumen también el encargo de es-
na- la misma substancia-lo raro, lo excéntri- cenificar, como si fuesen reales, los imagina-
co- que la feria desplaza al campo de la irrisión rios que el folclor contemporáneo ha ido
y la parodia, como si se tratase de dos formas forjando, sobre todo desde el cine, que no en
vano arranca y vuelve hoy en sus últimos ex-
perimentos como una atracción de feria más: las
26 D. Sperber, "Pourquoi les animaux parfaits, les
hybrides et les monstres sont-ils bons a penser
symboliquement?", L'Homme, 15 (2), abril-juny, 1975,
27 K. Pomian, "La colección, entre lo visible y lo invisible",
pp. 5-34.
Reuista de Occidente, (141), feb., 1993, pp. 41-50.
82 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 83

naves espaciales, las diligencias, los bólidos, los De pronto, los museos de Bellas Artes nos de-
barcos piratas de los tío-vivos, en sus formas más muestran, en efecto, que la Belleza tiene domi-
ingenuas, o las modernas técnicas de realidad cilio estable. Los museos de Artesanía Popular
virtual, para referirnos a las expresiones más hacen evidente que la Tradición es algo más que
sofisticadas y últimas de este mismo principio una entelequia o un simple look. La Identidad
de virtualización. También se trata de encarnar puede recibir su consistencia de museos que se
auténticos escenarios de este mismo imaginario presentan con frecuencia como de Historia Na-
colectivo, una tendencia a que apuntaban los cional, donde los rasgos nacionales o étnicos son
castillos encantados y los túneles del terror y que expuestos como cosas realmente reales y obtie-
la moderna industria del ocio ha amplificado nen los términos de su legitimidad. Los museos
hasta la desmesura bajo la forma de los actua- de Antropología y de Etnología suelen estar ahí
les parques temáticos, en los que el visitante para brindarnos una imagen de lo exótico y de
puede trasladarse fisicamente al salvaje oeste, lo humano salvaje que responda a nuestras ex-
al castillo de Blancanieves, a la guerra de las pectativas al respecto. Los restos arqueológicos
galaxias o a los paisajes de las Mil y una noches. reciben la no menos estratégica tarea de confir-
Si nos fijamos, los sagrarios culturales operan mar que nuestro presente ya estaba de algún
exactamente igual. Bajo su seriedad litúrgica, lo modo en el pasado. Las demostraciones en vivo
que se pretende en ellos es que ciertas realida- de la cultura popular y tradicional sirven para
des presumidas como incontestables y podero- confirmar la imagen que el turista se hace de
sas, pero nunca vistas en realidad y sólo intuidas aquellos a quienes visita, que le brindan lo que
por la recurrencia y la autoridad con que son su figuración de lo arcaico esperaba, al tiempo
invocadas, pueden hacerse realidad ante noso- que los lugareños escenifican la comedia de su
tros, aparecer literalmente como verdades mate- identidad. Los eco-museos en plena naturaléza
riales que incluso se podrían tocar si las medidas no hacen sino explicitar esa misma voluntad por
de seguridad no nos lo impidiesen. Todo museo naturalizar lo mostrado, integrándolo en una
o centro cultural es inevitablemente un lugar de escenificación en exteriores de sus propias con-
evasión, igual que los parques de atracciones, diciones de verdad.
no porque ambos sean espacios de ocio, sino por- Por su parte, ¿qué seria de la Vanguardia sino
que uno y otro están repletos de objetos concebi- fuera por los lugares en que ésta puede practi-
dos para cambiar de realidad, para huir de lo_ car periódicamente sus piruetas? El proyecto de
cotidiano y para procurar un viaje casi místico una macroexposición universal en Barcelona
hacia los territorios de lo inefable, lo ucrónico y para el 2004 -el llamado Fórum Internacional
lo legendario. de las Culturas- expresa la ambición de poner
en escena grandilocuentemente lo multicultural,
84 / Disoluciones urbanas
Trivialidad y trascendencia / 85

entendido, claro está, en su sentido más trivia- el pasado imaginario al que remiten no es su
lizado. Jean Baudrillard se ha referido al Cen- fuente sino la consecuencia de su necesidad.
tro Georges Pompidou de París como un monu- Esos testimonios magníficos, hechos de pie-
mento a la disuasión cultural, que se levanta dra, que se levantan como puntos de atracción
"sobre un escenario museal que sólo sirve para y referencias espaciales poderosas, son el acon-
salvar la ficción humanista de la cultura". 28 tecimiento en su contingencia más radical, pues-
Los centros urbanos museificados, los edifi- to que le otorgan a la historia una existencia
cios públicos singulares, los monumentos, los fisica insoslayable. Se podría decir de esos ob-
puntos marcados en los mapas turísticos, en jetos espaciales lo que de aquellos otros objetos
los que aparece lo que merece la pena ser visto singulares -antiguos, exóticos, folclóricos ...-
por sus valores históricos o artísticos, implican
escribía de nuevo Baudrillard: 30 son signos en
una cartografia en cierto modo mágica, qi;ie no los que se pretende descubrir la supervivencia
es propiamente sincrónica, ni tampoco diacré>- de un orden tradicional o histórico que, en rea-
nica, sino más bien anacrónica, puesto que,
lidad no existiría de no ser del esfuerzo que se
1
como ha puesto de manifiesto Lévi-Strauss al
hace en representarlo. Los monumentos y edifi-
referirse a los archivos históricos, representa la
cios destacados en las guías están ahí para sig-
pura ahistoricidad. 29
nificar, y para significar justamente el tiempo, o,
La función de las marcas territoriales de visi- mejor, la elisión del tiempo. Como objetos de
ta obligada no es distinta que la que desempe- autenticidad, tienen lo que los demás puntos que
ñan los documentos antiguos, los objetos de los
les rodean en el espacio no tienen ni seguramen-
coleccionistas y otros vestigios memorables, que
te tendrán nunca: la capacidad de transportar-
si desapareciesen arrastrarían consigo las "prue-
nos a la infancia, al nacimiento, a la madre, al
bas" del pasado, y nos dejarían huérfanos de
origen· o incluso a vidas pasadas, realidades de
ancestros y de raíces. Su tarea es precisamente
las que la verdad o la impostura son del todo
esa: constituirse en herencia, en el sentido más
irrelevantes a la luz de la eficacia simbólica que
estricto de la palabra, tal y como la emplearía-
ejecutan.
mos para referirnos a un titulo nobiliario, un
Ha sido Marc Augé quien más agudamente
acta notarial o una prueba de sangre, sólo que
ha percibido esa tendencia a la disneylización
de las ciudades culturalmente emblemáticas,
- -- - - - - - - -- - - - - - --
28 J. Baudrillard, L 'effet Beaubourg. Implosion et dissua-
sion, París, Galilée, 1977, p. 23.
29 Cfr. C. Lévi-Strauss, Elpensamentsalvatge, Barcelona, 30 J. Baudrillard, "El objeto marginal, el objeto antiguo",
Ed. 62, 1985, pp. 279-282. en: El sistema de los objetos, México DF, Siglo XXI,
1988, pp. 83-97.
86 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 87

depositarias de connotaciones que las eternizan misma tarea de hacer de veras real lo que nece-
y las convierten en desembocadura de peregri- sitamos creer o lo que otros necesitan que crea-
naciones que siempre encuentran lo que pen- mos que es real. Surge el prodigio de cosas que
saban encontrar. Muchas-ciudades son ya son al mismo tiempo reales y virtuales.
conglomerados en los que se procura hacer com- De hecho, la puesta en conexión de las ferias
patible una vida civil, más o menos normaliza- y los centros de cultura, los museos o los nú-
da, con una oferta turística en la que la forma cleos urbanos musei:ficados no es arbitraria, ni
urbana, sus elementos constitutivos y hasta los tan solo original. Ya se ha evidenciado hasta qué
propios urbanitas buscan parecerse a la ima- punto estos dos marcos tienen mucho de inter-
gen que de ellos se tiene, ala manera como veía- cambiable y contamos con el análisis de cómo
mos que sucedía en el pueblo, castellano se orientaron, con criterios museísticos, grandes
convertido en un típico pueblo andaluz ~P. la festivales culturales destinados a un público fa-
película Bienvenido Mr. Marshall, de Luís García miliar, como fue en gran medida el caso de la
Berlanga. Augé se imaginaba algo parecido en Expo'92 de Sevilla. 32 Llorern;;: Prats se ha pre-
un París del 2025, que había sido adquirido guntado con lucidez: "¿ Qué nos impide juzgar
completo por la compañía Disney para conver- también como activación patrimonial un parque
tirlo en una reproducción de sí mismo, que reco- de atracciones como Port Aventura, ambientado
gía y ordenaba debidamente todos los prototipos por áreas culturales y donde muchos de sus ele-
que le podían ser atribuidos: Disney-Bellas Ar- mentos son auténticos?". 33 En un sentido inver-
tes en Montmartre, Disney-Belle Époque en los so pero equivalente, el Domus de A Coruña podría
grandes bulevares, etc. Apenas nadie vivía, ni ser un ejemplo espléndido de centro museístico
trabajaba, ni estudiaba en ese París futuro. Sólo concebido a la manera de una colosal sala de
había turistas y empleados Disney disfrazados juegos recreativos. El proyecto de la empresa
de mosqueteros, de sans-coulottes, de bohemios Disney de construir en los Estados Unidos un
del siglo XIX, de existencialistas, de universita- parque-museo dedicado a divulgar la historia de
rios del 68, etc. 31 aquel país, demuestra lo permeable que resulta
Como un nudo entre instancias desconecta- el tránsito entre estas dos modalidades de espa-
das -la fantasía y la existencia diaria- las fe-
rias y los lugares de la Cultura llevan a cabo la _

32 Cfr. S. Ventosa, "L'EXP0'92: Museografia efrmera i


identitats culturals", Reuista d'Etrwlogia de Catalunya,
31 M. Augé, "La ciudad de ensueño", en El viaje imposible. jul., 1993, pp. 112-121.
El turismo y sus imágenes, Barcelona, Gedisa, 1998, 33 LI. Prats, Antropología y patrimonio, Barcelona, Ariel,
pp. 133-141. 1997, p. 53.
88 / Disoluciones urbanas Triuialidad y trascendencia / 89

cios protésicos, destinados los dos a prolongar modalidad de coleccionismo: intento desespera-
la realidad con virtualidades institucionalmente do por preservar la memoria o invocar la presen-
pertinentes. De hecho, en Barcelona, por ejem- cia del pasado, o por evidenciar la existencia de
plo, el Barrio Gótico, resultado artificial de las lo remoto o lo abstracto, siempre como fórmula
reformas en su casco antiguo a principios del casi mágica que busca escapar de las incongruen-
siglo XX, o el Pueblo Español, construido con cias y las inconsistencias de lo concreto cerca-
motivo de la Exposición Universal de Barcelona no. Es en este orden de cosas que hay que insertar
de 1929, ya obedecían a esa misma dialéctica la lógica representacional que toda exhibición cul-
entre autenticidad e impostura. tural ejecuta: los objetos descontextualizados, los
En realidad, todas las exposiciones universales paneles explicativos, las clasificaciones concep-
celebradas hasta ahora se han constituido en tuales, la narración que va cosiendo lo que se
paradigmas de banalización museística y se/han muestra ... , todos los elementos didácticos, ma-
consagrado a encarnar entre nosotros entelequias teriales, ideacionales que se ordenan cuidado-
relativas al progreso humano -la energf.a, los des- samente en vitrinas, paneles, montajes, vídeos,
cubrimientos, la navegación- o a supuestas per- diapositivas ... , están ahí para hacernos disfru-
sonalidades colectivas -Japón, Castilla-La tar y aprender, ofreciéndole a no importa qué
Mancha. ..-, en montajes basados inevitablemen- realidad conceptual -el pop-art, la multicul-
te en estereotipos y lugares comunes. No se de~ turalidad, la historia de la radio, el románico--
bería ver en ello un fenómeno específicamente la posibilidad de una existencia fisica como enti-
nuevo, sino la repetición de un mecanismo ya dad continua y sin fragmentaciones, ni errores,
aplicado en los procesos de transformación de ni desmentidos, ni contradicciones, conjunto
intereses en identidades histórico:-culturales. coherente, estructura toda ella hecha de mate-
Rémy cita el caso de la Grand Place de Bruselas, riales de deseo. Se vuelve a cumplir la oposición
construida en el siglo XVII en tres años y única- entre la perfección de la sociedad de las repre.:.
mente a base de fachadas. Ese pastiche se ins- sentaciones colectivas y la imperfección de la ver-
piraba en un modelo arquitectónico ya en desuso dad morfológica de la sociedad de los humanos.
y sirvió para hacer la exaltación de las corpora- Al orden social que constituyen los objetos
ciones, un modelo de asociación económica en "de Cultura" se lo podrían aplicar las palabras
declive en aquellos momentos. 34 que el propio Durkheim escribiera de la socie-
Todo museo o centro de cultura pone de ma- dad que constituye el substrato de la vida reli-
nifiesto los efectos gratificantes de cualquier giosa: "Esa sociedad no es un dato empírico,
de:fu:rido y observable; es una quimera, un sue-
ño donde los homqres han acunado sus mise-
34 Rérny, Sociologie urbaine et rurale, op. cit., p. 195. rias, pero que nunca han vivido en realidad. Es
90 / Disoluciones urbanas Trivialidad y trascendencia / 91

una simple idea que viene a traducir en la cons- que enaltece lo que antes ha sustraído a la vida,
ciencia nuestras aspiraciones más o menos os- que convierte ese saber y esa belleza secuestra-
curas en torno al bien, la belleza y el ideal". 35 dos en lo que son hoy: al mismo tiempo, un
También se viene, con todo ello, a darle la sacramento y una mercancía.
razón a Guy Debord, cuando señalaba como

el consumo espectacular que conserva la antigua


cultura congelada llega a ser abiertamente en su
sector cultural lo que es implícitamente en su tota-
lidad: la comunicación de lo incomunicable. Allí la
destrucción extrema del lenguaje puede encontrar-
se trivialmente reconocida como un' valor positivo
oficial, ya que se trata de anunciar una reconéilia-
ción con el estado de cosas dominante, en el cual
toda comunicación es jubilosamente proclamada au-
sente. 36

La contradicción entre la ritualización banali-


zadora y la ritualización sacramental se desve-
la enseguida como falsa. A una sociedad que
tan poco le ha costado trivializar lo trascenden-
te, menos le iba a costar acabar por trascen-
dentalizar lo trivial. Se cumple así la lúcida
apreciación de Adorno: "La cultura no puede
divinizarse más que en cuanto neutralizada y
cosificada. El fetichismo lleva a la mitología". 37
Magno espectáculo de la Cultura, que hace el
prodigio de convertir en ídolo cuanto muestra,

35 E. Durkheim, Les formes elementals de la vida reli-


giosa, Barcelona, Edicions 62, 1982, p. 425.
36 G. Debord, La sociedad del espectáculo, Madrid,
Castellote, 1976, p. 128.
37 T. W. Adorno, Critica cultural y sociedad, Barcelona,
Sarpe, 1984, p. 231.
De la ciudad concebida a la ciudad practicada / 93

se quiere encarnar, que aspira a convertirse en


operacionalmente eficiente y lograr el milagro de
una inteligibilidad absoluta. Para ello se vale de
un repertorio formal hecho de rectas, curvas,
centros, radios, diagonales, cuadriculas, pero en
el que suele faltar lo imprevisible y lo azaroso.
En su vocación demiúrgica, la mayoría de ar-
3 quitectos y diseñadores urbanos se piensan a
sí mismos como ejecutores de una misión se-
midivina de imponerle órdenes preestablecidas
a la naturaleza, en función de una idea de pro-
greso que considera el crecimiento por definición
De la ciudad concebidá como ilimitado y entiende el usufructo del espa-
cio como inagotable. Asusta ante todo que algo
a la ciudad practicada escape a una voluntad insaciable de control,
consecuencia a su vez de la conceptualización
de la ciudad como un territorio taxonomizable
La relación entre cultura urbana-el conjun- a partir de categorías diáfanas y rígidas a la vez
to de maneras de vivir en espacios urbaniza- -zonas, vías, cuadrículas- y a través de es-
dos- y cultura urbanística -asociada a la quemas lineales y claros. Espanta, ante todo, lo
estructuración de las territorialidades urba- múltiple, la tendencia de lo diferente a multipli-
nas- ha sido siempre polémica. Los urbanistas carse sin freno. Y, por supuesto, se niega en re-
trabajan a partir de la pretensión de que de- dondo que la uniformidad de las producciones
terminan el sentido de la ciudad a través de arquitectónicas no oculte una brutal separación
dispositivos que quieren dotar de coherencia a funcional de la que las claves suelen tener que
conjuntos espaciales altamente complejos. La ver con todo tipo de asimetrías que afectan a cier-
labor del proyectista es la de trabajar a partir tas clases, géneros, edades o etnias.
de un espacio esencialmente representado, o En los espacios arquitecturizados -edificios
más bien, concebido, que se opone a las otras o plazas- parece como si no se previera la so-
formas de espacialidad que caracterizan la prác- - ciabilidad, como si la simplicidad del esquema,
tica de la urbanidad: espacio percibido, practi- producido sobre el papel o en maqueta, no es-
cado, vivido, usado ... Su pretensión: mutar lo tuviera calculada nunca para soportar el peso
oscuro por algo más claro. Su obsesión: la de las vidas en relación que van a desplegar ahí
legibilidad. Su lógica: la de una ideología que sus iniciativas. En el espacio diseñado no hay
94 / Disoluciones urbanas De la ciudad concebida a la ciudad practicada/ 95

presencias, lo que implica que por no haber, do, funcionalizado ... , que aguarda ser interro-
tampoco uno encuentra ausencias. En cambio, gado, juzgado y sentenciado por sus "especia-
el espacio urbano real -no el concebido-- co- listas", especialistas en espacio. Éstos se
noce la heterogeneidad incalculable de las ac- empeñan en ver el espacio urbano como un tex-
ciones y de los actores. Es el proscenio sobre el to, cuando ahí sólo hay texturas. Tienen ante sí
que se negocia, se discute, se proclama, se ocul- una estructura, es cierto, una forma. Hay líneas,
ta, se innova, se sorprende. Escena sobre la que limites, trazados, muros de hormigón, señales ...
uno se pierde y da con el camino, en que espe- Pero esa rigidez es sólo aparente. Además de
ra, piensa, encuentra su refugio o su perdición, sus grietas y sus porosidades, oculta todo tipo
lucha, muere y renace infinitas veces. Ahí no de energías y flujos que oscilan por entre lo es-
hay más remedio que aceptar someterse a las table, corrientes de acción que lo sortean o lo
miradas y a las inici?-tivas imprevistas d_e los transforman. Campo de fuerza, universo de ten-
otros. Ahí se mantiene una interacció:r;i siones y distorsiones, desintegración de lo fijo
crónicamente superficial, que en cualquier mo- en una agitación casi espasmódica.
mento puede conocer desarrollos inéditos. Es- Ahora bien, ¿cómo estudiar "eso"? ¿Cómo
pacio también en que los individuos y los grupos superar la perplejidad que despierta el aspecto
definen y estructuran sus relaciones con el po- caótico de las actividades que traspasan y cons-
der, para someterse a él, pero también para in- tituyen los espacios públicos? ¿Cómo registrar
subordinarse o para ignorarlo mediante todo tipo las formalidades sociales inéditas, las improvi-
de configuraciones autoorganizadas. Todo eso saciones sobre la marcha, las reglas o códigos
en modo alguno es el resultado de una determi- reinterpretados de una forma inagotablemente
nada morfología, sino de una articulación de creativa, el amontonamiento de acontecimien-
cualidades sensibles que resultan de las opera- tos previsibles· unos, improbables los otros?
ciones prácticas y las esquematizaciones espa- ¿ Cómo sacar a flote las lógicas implícitas que
cio temporales en vivo que procuran los se agazapan bajo tal confusión, modelándola?
viandantes, sus deslizamientos, las estasis, las El trabajo en la dirección de una ciencia social
capturas momentáneas que un determinado de los espacios públicos debería reconocer en
punto puede suscitar. éstos una forma radical de espacio social, esce-
La utopía imposible que el proyectador busca_ nario y producto de lo social haciéndose a sí
establecer en la maqueta o en el plano es la de un mismo, en el que no hay objetos, sino relaciones
apaciguamiento de la multidimensionalidad y la diagramáticas entre cosas, bucles, nexos some-
inestabilidad de lo social urbano. El urbanista o tidos a un estado de excitación permanente. Una
el arquitecto viven la ilusión de un espacio que de las premisas de la tarea del antropólogo o el
está ahí esperando ser planificado, embellecí- sociólogo de las calles -entendidas como espa-
96 / Disoluciones urbanas De la ciudad concebida a la ciudad practicada / 97

cios públicos y no como meros_ canales para el que operan las potencias de lo social. Decir, afir-
tránsito-- tampoco debería ver en éstas un es- mar cualquier cosa de él, es reconocer las mar-
quema de puntos, ni un escenario vacío, ni un cas y los rasgos de un lenguaje, de un sistema
envoltorio, ni es tampoco una forma que se le de referencias que ha disuelto su espacialidad
impone a los hechos ... Son un producto social, para conformar un territorio. Por lo demás, qué
una producción. Esa premisa desactiva cual- decir del espacio urbano si ni siquiera estamos
quier pretensión de naturalidad, de inocencia, en condiciones de hablar de realidad urbana,
de trascendencia o de transparencia, puesto que por la versatilidad innumerable de los aconteci-
el espacio urbano es, casi por principio, indis- mientos que lo recorren, por su estructura
cernible. hojaldrada, por la mezcla que constantemente
Es posible leer, es cierto, una ciudad, al me- alli se registra entre continuidad y ambigüedad.
nos en cuanto estructura morfológica. ~.ero, Lugar de una sociabilidad holistica, hecha de
¿podríamos decir lo mismo de esas sociedades ocasiones, secuencias, situaciones, encuentros
que despliegan su actividad casi estocástica en y de un intercambio generalizado e intenso.
sus calles? Lo que se da a leer es siempre un El espacio urbano no es un presupuesto; algo
territorio que se supone sometido a un código. que está ahí antes de que irrumpa en él una
Es más, los territorios en que una ciudad pue- actividad humana cualquiera. Es sobre todo un
de ser dividida han sido generados y ordenados trabajo, un resultado, o, si se prefiere - y evo-
justamente para posibilitar su lectura, que es cando con ello a Henri Lefebvre y, con él, a
casi lo mismo que decir su control. El espacio Marx-, una producción. Es una apropiación,
urbano, en cambio, no puede ser leído precisa- nunca una posesión. En el espacio urbano exis-
mente porque de él poca cosa podríamos decir te, es cierto, una coherencia lógica y una cohe-
en realidad. El espacio, cuando menos en el sión práctica, pero éstas no permitirían algo
sentido en el que Simmel y luego Arendt recu- parecido a una "lectura" o a una "interpreta-
peraron de Kant, no es sino pura potencialidad, ción", a la manera de las que propiciaría la exis-
posibilidad abierta de juntar, que existe sólo y tencia de una suerte de mensaje o información,
en tanto alguien lo organice a partir de sus prác- algo que respondiera a un único código y estu-
ticas, que se genera como resultado de accio- viera en condiciones de ser reconocido como
nes específicas y que puede ser reconocido sólo "diciendo alguna cosa". En el espacio urbano
en el momento en que registra las articulado-· no existe nada parecido a una verdad por des-
nes sociales que lo posibilitan. Es, como la na- cubrir: flujo de sociabilidad dispersa, comuni-
turaleza en Marx, como el sentido en semiótica, dad difusa hecha de formas mínimas de
un mito, o más bien, un horizonte que nos huye, interconocimiento, el espacio público, ámbito en
tan sólo la materia prima inconcebible sobre la que se expresan las formas al tiempo más com-
98 / Disoluciones urbanas De la ciudad concebida a la ciudad practicada / 99

plejas, más abiertas y más efimeras de convivia- ne: 1) un soporte tiempo, esto es, decir un mo-
lidad. mento privilegiado de expresión; 2) un soporte
El viandante, aquel que practica y crea a la espacio, es decir, un lugar específico de expre-
vez el espacio urbano, lleva a.cabo un discerni- sión, que permite la ubicación yla diferencia-
miento que separa operativamente, pero sin ais- ción, una gama más o menos extensa de acti-
larlos nunca del todo, todos y cada uno de los vidades distintas; 3) una cierta densidad de
componentes. Lo hace a partir de sus planes de población, reunida sin constreñimiento, sin
acción, de sus itinerarios previstos, pero sin de- apenas formalización y sin necesariamente una
jar nunca de estar sometido a turbulencias que finalidad bien definida, y 4) una connotación
dificilmente podria haber previsto. También ese afectiva, positiva o negativa. 1
personaje es víctima de la vulnerabilidad de los Es a partir de esa definición que trabajar el
débiles acuerdos a los que va llegando con quie- espacio público en términos de ecosistema re-
nes comparten con él ese mismo espacio. La vid~ sulta del todo adecuado. El ecosistema permite
social de quienes están ahí de paso está hecha analizar las interdependencias que vinculan en-
de sobreentendidos, equívocos, malentendidos, tre sí, en un sistema específico, elementos
dobles lenguajes, consecuencia del enjambre de heterogéneos copresentes, que mantienen en-
sensaciones que le producen las inconexas tre sí relaciones funcionales que pueden recu-
verbalizaciones y los silencios de los copresentes, rrir a la cooperación automática, a la simbiosis,
las señales débiles o poderosas-pero, ¿de qué a los conflictos y las luchas, a las hibridaciones
exactamente?- que emiten los cuerpos. A esos o simplemente a una indiferencia que es siem-
espacios, colonizados constantemente por todo pre una forma de pacto de resultados no menos
tipo de estímulos, los arquitectos Ábalos y He- prácticos.
rreros los han llamado áreas de impunidad, lu- Durkheim -con su énfasis en la materiali-
gares en que llegan a cuajar "las prácticas de dad determinante de los ambientes en la vida
una nueva sociedad.civil", y en las que se desa- social-, Halbwachs -relación entre espacio y
rrolla lo que los mismos autores llaman espa- morfología social-y, por supuesto, la Escuela
cios vectoriales, esto es, instalaciones mediante de Chicago y su ecología urbana, ya advirtieron
las que los sujetos sociales contemporáneos de la importancia de estudiar cómo es que se
perciben, se ubican y usan espacios inestables _ producen los equilibrios inestables -por em-
y generan una topología tangente, potencial,
fronteriza.
El espacio público debería considerarse en tér-
minos de ambiente, entendiendo por tal una 1 L. Voye y J. Rémy, "Scénarios de vie sociale. Analyse
modalidad transitoria de vida social que supo- des effets de milieu au centre ville", Recherches Soeio-
logiques, 6 (3), 1975, pp. 294-320.
100 / Disoluciones urbanas De la ciudad concebida a la ciudad practicada / 1O1

plear un término adoptado de la fisica de lo com- dades exentas y presuntamente cristalizadas. En


plejo-- entre un número amplio y sobremanera las calles, en las plazas, en los mercados, en los
cambiante de elementos que coexisten en un vestloulos de las estaciones, en los vagones de
mismo nicho geográfico y han de luchar por sus metro: .. esas configuraciones formalizadas a las
recursos o compartirlos. que llamamos comunidades -o sus rastros-
Del espacio público podría decirse que es, ante sólo pueden existir en tanto que escenificaciones
todo -y siguiendo en ello a Isaac Joseph-, un transitorias, concreciones que se insinúan en
lugar-movimiento, en el sentido de que es un forma de coágulos identitarios, por así decirlo,
lugar que es estructura por las agitaciones que por mucho que las más de las veces esas pistas
en él se registran, que sólo puede ser percibido, no conduzcan sino a una pura apariencia, rea-
descrito y analizado teniendo en consideración lización de un sueño de verdad comunitaria que
no tanto su forma, como sí la actividad perceptiva sólo existe en sus simulacros. En esos espacios
y locomotriz de sus usuarios. Los empleos de públicos, lo que se da a estudiar son actividades
ese espacio público están determinados por cier- configurantes y los lenguajes naturales de Unos
tos elementos ambientales aprehensibles por los usuarios que aparecen abandonados a un juego
sentidos, tales como la luminosidad, el cuidado de relaciones múltiples basadas en el anonima-
en las orientaciones perceptivas, las referencias to y un cierto principio de igualdad, sometidas,
monumentales o el mobiliario, elementos todos no obstante, a leyes internas imperceptibles ape-
ellos provistos por el planificador. Pero es la ac- nas a primera vista. Las unidades de la descrip-
tividad configurante de los transeúntes y los len- ción son aquí indiferencias, acuerdos
guajes naturales que despliegan, los que dotan, automáticos, itinerarios, breves encuentros cu-
a esos espacios de tránsito, de su estilo, los que yos contenidos pueden ser breves saludos o ·con-
hacen de ellos espacios sociales y no un mero versaciones mínimas y que presumen un
pasillo. Esa idiosincrasia funcional y sociológica conocimiento mutuo escaso o inexistente, y en
del espacio público no está -no puede estar- que el actor social ha de ir seleccionando sus
preestablecida en el plan, no puede responder recursos de sociabilidad mínima para hacer fren-
mecánicamente a las direccionalidades y los te a cada una de las microunidades sociales en
puntos de atracción prefigurados por los dise- que se ve momentáneamente comprometido.
ñadores, puesto que resulta de un.número in- Así pues, la labor del científico social, en or-
menso e inmensamente variado de movimientos - den a delatar la lógica oculta de esas formas es-
y ocupaciones transitorias, imprevisibles, que pecíficas de sociedad que conocen los espacios
dan lugar a mapas móviles y sin bordes. públicos, es reconocer a éstos como traspasa-
El objeto de una ciencia social de los espacios dos por energías y por el tiempo, hechos en cierta
públicos no podría ser en modo alguno comuni- manera por esas energías y ese tiempo.
1 02 / Disoluciones urbanas De la ciudad concebida a la ciudad practicada / 103

Ahora bien, el espacio, el tiempo y la energía Lo heterológico, entonces, consiste en que las
tomados de forma aislada no son nada, sólo codificaciones nacen y se desvanecen constan-
abstracciones. Su sentido y su valor surgen temente en una tarea innumerable. Lo que lue-
cuando una actividad los reúne y los vivifica, go queda no son sino restos queyano responden
cuando se conjuran para provocar esos mismos a nada, vestigios de una sociabilidad naufraga-
acontecimientos que los provocan. En todos los da constantemente, nacida para morir al poco,
casos hay un factor que no puede faltar: el cuer- y para dejar sus restos amontonándose en una
po humano, ese eje cuya gestualidad funda el vida cotidiana hecha toda ella de pieles muda-
espacio, cataliza el tiempo y canaliza la ener- das y de huellas. Alrededor del viandante sólo
gía. Cabeza, tronco, extremidades y todo cuan- está el tiempo y sus despojos. Metáforas que ya
to pudiera servirles de prótesis, de herramienta no significan nada, pero que quedan ahí, evo-
o de referente simbólico, las cosas que los pro- cando para siempre su sentido olvidado.
longan en el plano empírico o imaginario. Es- Es esa pluralidad infinita de los códigos que
pacio, tiempo, energía, cuerpo ... , ballet de se entrecruzan en la calle, la multiplicación in-
figuras imprevisibles, en una ciudad hecha sólo finita de las prácticas moleculares que tienen
de superficies recorridas. lugar en su seno, lo que requeriría modelos de
El tránsito, siempre conflictivo, siempre frá- formalización capaces de constatar y someter a
gil, de lo privado a lo público como una expe- análisis la constante aparición y desaparición
riencia social fundamental, la vivencia de la de códigos y decodificaciones efimeras. Los es-
relación entre desconocidos totales o relativos pacios públicos son dinámicos y, por esa mis-
que optan por continuar siéndolo como una for- ma naturaleza inestable, registran un flujo
ma elemental de estructura social cuyos princi- organizado e identificable.
pios de organización han de ser develados. Ese Existe, en el caso de los caminantes que em-
espacio, en el que la relación pública se esta- plean una misma vía, una progresión que gene-
blece, no es propiamente un sitio, sino una po- ra una auténtica formación natural, unidades
sibilidad espacial realizada, un espacio potencial o construcciones sociales efimeras que podrían
que existe en tanto diferentes seres humanos ser pensadas como accidentes naturales: co-
se abandonan en él y a él, para la escenificación rrientes, canales, remolinos, islas, estancamien-
de su voluntad de establecer una relación, ya tos, torbellinos, obstáculos para la navegación ...
sea ésta mínima o -como ocurre a veces- in- Es decir, colas, fluideces, corrillos ... , coreogra-
tensa. Ese espacio puede ser negado por la in- fias que son a su vez auténticos estados de or-
tervención de personas que lo privatizan y hacen den organizados naturalmente y que se ven
imposible su accesibilidad y su uso, haciendo sometidos a una ciertas reglas de economía, un
imposible o dificil su interacción con otros. código de circulación que se corresponde -en
1 04 / Disoluciones urbanas De la ciudad concebida a la ciudad practicada / 105

términos etnometodológi.cos- más con una re- nado orden social. Ese orden social local obser-
gla preferencial -basada en criterios de vable está hecho de conductas relativamente
aceptabilidad mutua- que con una regla consti- pronosticables, que resultan comprensibles, o
tutiva, o fundada en instrucciones incontroverti- cuanto menos intuibles, para quienes los cons-
bles. Ese código de circulación, en tanto que regla tituyen momentáneamente y que el analista debe
preferencial, opera a fin de organizar una direc- considerar como fenómenos integrados y
ción en los fluidos de personas que transitan por reconocibles, modelos etnográficos minimalistas
el espacio público. susceptibles de ser estudiados, en principio ru-
El espacio es considerado como un recurso tinarios, triviales, no conflictivos, pero que pue-
valioso, en el que los concurrentes buscan y den conocer -y conocen constantemente-- todo
encuentran un lugar que consideran provisio- tipo de impugnaciones, reajustes traumáticos,
nalmente propio. El espacio público está d,ivi- transgresiones y reclamaciones, en que nunca
dido en tantos espacios privados como con- se pierde de vista el fin último de la mutua
currentes hay presentes. El espacio público es aceptabilidad y el requisito elemental de una
lugar de prácticas y de saberes específicos y mínima inteligibilidad escénica.
requiere el conocimiento del sistema en vigor
que lo rige.
La preocupación de los participantes por pre-
servar su espacio público obliga a constantes
ajustes y reajustes. Ese espacio hecho de puras
disponibilidades, recorrido por todo tipo de po-
tencias, no es una substancia espacial, ni una
propiedad abstracta o concreta de los sitios, sino
que es una organización singular de la coexis-
tencia que emana de una especie de medio am-
biente comportamental. No es un texto, sino una
textura. No es un objeto conceptual, sino una
infraestructura práctica en que se desarrollan
una multitud de actividades moleculares, que
van del conflicto a la ironía.
Es a partir de ciertas operaciones, de ciertos
procedimientos, de ciertas acciones y relacio-
nes -y no de ningún discurso o descripción-
que surge, en ese espacio público, un determi-
Segunda parte

Disoluciones
4

Tránsitos. Espacio
público, masas corpóreas

1. La calle y el cuerpo

La calle -en tanto que paradigma de espacio


público- es un terreno dominado por el desco-
nocimiento mutuo entre sus usuarios y donde
los individuos confian en que su aspecto será
suficiente para definirlos. Esa espacialidad goza
de unas propiedades directamente vinculadas al
aparentar y a los usos comunicacionales del cuer-
po -actitud, vestimenta, forma de caminar, pei-
nado, etc.-, puesto que, como Henri Lefebvre
nos enseñó, toda práctica social practica el es-
pacio, lo produce, lo organiza, y sólo puede ha-
cerlo a través de esa herramienta con la que sus
componentes cuentan y que es el cuerpo. Hay
una dimensión somática en los usos sociales,
11 O / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 111

una posibilidad de reducir cualquiera de ellos birlo como objeto sin sujeto, precisamente por-
al uso eficiente de las manos, del rostro, del tron- que se ubica en un contexto -la calle- al que
co, de los pies, de la cabeza, del abdomen, de la se contempla como una máquina despojada de
voz, del olor, y siempre por medio de los gestos, espíritu, un engranaje al que se ha privado de
de las manipulaciones, de los mohines, de las alma, un artefacto que, carente de consciencia
miradas ... El espacio existe por una vivencia y ni privada ni compartida, es sólo el trabajo que
una percepción que son siempre corporales. realiza: la ciudad misma.
El cuerpo es acaso la gran víctima de esa ra- El papel central del cuerpo en la actividad de
dical e irrevocable división que la teología pro- los espacios públicos urbanos invoca de mane-
testante y la lógica cartesiana impusieron entre ra automática el referente formal de la danza.
un interior enaltecido, convertido en el ámbito Nada casual, puesto que el cuerpo y lo urbano
natural de lo inefable y verdadero, y un exterior siempre están, como suele decirse, en danza,
ca.da vez más desacreditado, asociado a· la co- es decir, en estado de agitación permanente,
rrupción de la criatura y a todas las formas incluso de forma larvada cuando su actitud es
concebibles de impostura. El cuerpo ha visto la del reposo o la inmovilidad. El cuerpo del tran-
reducida su función a la de vehículo sustantivo seúnte -cuerpo sin sujeto, cuerpo sólo secuen-
de la subjetividad y, como recordaba Elisabeth cia de actos- consiste en una sucesión· de
Grosz, 1 no se ha reconocido la posibilidad de descargas de energía sobre espacios dispares
que el cuerpo no sea en realidad el resultado que se suceden en tiempos más bien breves;
sino la fuente misma de esa subjetividad, el lu- nudo de conexiones -siempre laterales y preca-
gar sobre cuya superficie un orden socio-espa- rias con otros cuerpos con los que se cruza o
cial determinado inscribe sus demandas y junto a los que camina. Recuérdese como Jane
materializa sus discursos. Desde ese punto de Jacobs·, en esaobramaestraque es Vida y muer-
vista, el cuerpo es un sistema de disponibilida- te de las grandes ciudades, no encontraba otra
des -carnales, musculares, nerviosas; orgáni- imagen mejor para describir la fluidez incesan-
cas- disciplinadas y adiestradas por y desde te de los espacios públicos, un "intrincado ba-
los discursos culturales hegemónicos. El lugar llet en que los bailarines solistas y los conjuntos
asignado al cuerpo por las nuevas coordenadas tienen papeles específicos que se refuerzan mi-
del espacio público moderno pasan por canee- lagrosamente entre sí y componen un todo or-
denado" .2 Desde la teoría coreográfica, Merce
-- ---- - ----- - --- --
1 E. Grosz, "Cossos-ciutats", en B. Colomina, ed.,
Sexualitat i espai. El disseny de la intimitat, Barcelo- 2 J. Jacobs, Vida y muerte de las grandes ciudades,
na, Edicions UPC, 1997, pp. 154-164. Barcelona, Península, 1977, p. 446.
112 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 113

Cunningham nos dice, en un sentido parecido: conocidos absolutos o parciales y en la que todo
"Cuando estamos en la calle vemos más de una parece depender de elocuencias superficiales,
cosa y esas cosas cambian constantemente la no en el sentido de triviales, sino en tanto actos
dirección de nuestra mirada. Elmundo está al- que tienen lugar en las superficies, que funcio-
rededor y no sólo delante". Comentado esta apre- nan por deslizamientos, que extraen el máximo
ciación, Isaac Joseph hace notar que esa es, en provecho de los accidentes del terreno, que bus-
definitiva, cuestión central para la danza - can y crean los pliegues y las arrugas, que des-
"cómo pasar de una posición a otra"-1 la que mienten toda univocidad en la piel de lo social.
nos da a pensar el espacio público no sólo como En otro sitio hacíamos notar cómo esa reduc-
espacio abstracto de deliberación intersubjetiva, ción a lo corpóreo -si es que se trata de una
"sino como espacio del movimiento de la con- reducción y no de una exaltación-, era la que
gregación, de la dispersión y del paso". 3 _- ubicaba cualquier trabajo sobre la actividad de
La danza es ese tipo de creación artística que los interactuantes en el espacio público, empe-
se basa en el aprovechamiento al máximo de zando por la actividad locomotriz de los sim-
las posibilidades expresivas del cuerpo, ejercien- ples viandantes, en el terreno de los estudios
do su energía sobre un tiempo y un espacio que sobre las técnicas del trance. 4 Ello no debería
podría parecer que ya estaban ahí antes de· la ser sino obvio, puesto que tránsito es un térmi-
acción humana, pero que en realidad es ésta la no que acepta por lo menos dos acepciones: si-
que emana. El baile lleva hasta las últimas con- nónimo de éxtasis y labor de cambiar de sitio o
secuencias la somatización por el actor social devenir flujo. Tanto en un caso como en otro, el
de sus iniciativas, la comprensión en términos tránsito se asocia a una dislocación, una nega-
corporales de la interacción que mantiene con ción del lugar-territorio en favor de un lugar-
su medio espacial, con las. cosas que le rodean movimiento. Pero sobre todo, se habla de una
y con los demás humanos, la interpelación inin- actividad que coloca al cuerpo a secas, al cuer-
terrumpida entre persona y mundo. El cuerpo- po al pie de la letra, en el centro de todo análi-
energía-tiempo del danzante expresa todas sus sis, básicamente porque el transeúnte, como el
posibilidades en una actividad cotidiana en poseso, el místico o el chamán, tiene sólo su
marcos urbanos en que las palabras suelen va- cuerpo y es su cuerpo lo único que en última
ler relativamente poco en la relación .entre des- instancia le puede servir. Cada cual -privado
del recurso mítico a la inmanencia de un yo que

3 I. Joseph; Retomar la ciudad. El espacio público como


lugar de la acción, Medellín, Universidad Nacional de 4 Cfr. M. Delgado, El animal público, Barcelona, Ana-
Colombia, 1999, p. 48. grama, 1999.
114 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas/ 115

permanece, a una ilusión de subjetividad- no en efecto, no posee nada. O, mejor dicho: posee
es sino su silueta. La calle es, por definición, tan solo su propio cuerpo. Es su cuerpo. Sin
un espacio mediúmico, en tanto sirve para todo identidad específica -salvo la insinuada, la si-
tipo de transbordos y transmutaciones, en tan- mulada, la involuntariamente delatada en los
to en él los mundos se sobreponen y se confun- deslices y en los fallos-, sin ese interior que
den, en tanto en él uno puede ir saltando de oculta o disimula, el animal público sólo puede
universo en universo. No en vano Isaac Joseph ser lo que hace su cuerpo y lo que le pasa a su
describía el espacio público como el espacio de cuerpo. En ese ámbito, el actor social no es,
los sonámbulos y los insomnes: vacilaciones, ex- puesto que no puede ser resumido en una sola
cedentes de sociabilidad, restos de naufragio ... identidad substantiva; ni siquiera podríamos
El transeúnte, en efecto, siempre at~nto, en si- decir de él que está, puesto que no es un esta-
tuación de vigilia perpetua, es un "ser del ~e- do. El actor social sucede, su devenir corres-
ra", su reino es el de "lo que se escapapermarien- ponde al reino del acontecer.
temente".5 Los viandantes, los actores de la vida públi-
El personaje de lo público, siempre de un ca, aquellos a los que Simmel llamaba masas
modo u otro cultural y socialmente <lesa.filiado, corpóreas o Goffman, unidades vehiculares, en-
dimite también de ese cuerpo que ahora, en la cuentran, en los espacios abiertos a la inte-
calle, en ese espacio de la desterritorialización racción, la posibilidad de ser poseídos, de
y reterritorialización generalizadas y constan- practicar lo que Métraux llamaba comedia ritual
tes, es un puro fluido, algo que transcurre. Al y Leiris teatro vivido, para referirse respectiva-
transeúnte se le podría definir en los mismos mente a las ceremonias del vudú haitiano y a
términos que le servían a Fernando Giobellina los cultos zár etíopes. 7
para ubicar a los protagonistas de los ritos de Métraux y Leiris reconocieron en los éxtasis
posesión, para los cuales el éxtasis indicaba un de posesión un juego basculante entre estalli-
lugar social en que los "ocupantes no tienen otra dos de franqueza -agresividad que solía estar
cosa más que su cuerpo para entender él mun- motivada por rencores ocultos- y puro teatro,
do y para quienes el mundo es poco más que su que a veces podrían ser fenómenos de histeria,
cuerpo". 6 El transeúnte, como el danzante, como pero que las más de las veces parecían actos
el poseído, como el iniciado en los ritos de paso,

5 I. Joseph, El transeúnte y el espado urbano, Barcelona, 7 M. Leiris, La possession et ses aspects théatraux chez
Gedisa, 1988, pp. 13-18. les Ethiopiens de Gondar, Fata Morgana, París, 1989,
6 F. Giobellina, "'El cuerpo sagrado", Revista Española y A. Métraux, Le vaudou haitien, París, Gallimard,
de Investigaciones Sociológicas, (34), 1979, p. 190. 1989.
116 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 117

de histrionismo y de exhibicionismo, como lo si la magia de los hechiceros, empezando por


demostraba una preocupación no disimulada la suya propia, es o no un engaño. 9
por el atrezo y el disfraz, la tendencia de los Fue Go:ffman quien notó la analogía entre las
poseídos a manipular hierros candentes siem- teatralizaciones del poseído y las que lleva a cabo
pre por la parte fría, las posesiones "a pedido", el protagonista de las relaciones de tránsito -y
las numerosas distracciones y errores ... , todo para ello aludió precisamente a los trabajos de
siempre a disposición de un público que cree o Métraux-, 10 sobre todo por lo que hace a esa
simula creer. Territorio impreciso entre expre- tierra de nadie entre impostación y autenticidad
siones de la máxima gravedad, momentos de en que se ven involucrados los actores sobre el
una intensidad impresionante, puro exhibicio- escenario de la vida pública, un escenario en el
nismo, en situaciones en que todo parecía que los requisitos de la honestidad y la sinceri-
moverse constantemente entre el fraude y !?- dad son continuamente subordinados a los de
vivencia sincera, sin que ni siquiera los prota- la aceptabilidad y en los que lo que cuenta nun-
gonistas de los trances fueran capaces de se- ca es ser verdadero, ni verídico, sino verosímil.
parar la comedia de la verdad, la improvisación Aquí, por tanto, y para hablar de esos cuer-
más sincera de los papeles previamente apren- pos danzantes, prima el habla sobre la len-
didos. Extrapolación, como se ve, al campo de gua, lo metonímico sobre lo metafórico, el
la posesión de las inquietudes de Marcel Mauss mensaje sobre el código, el uso sobre el es-
sobre el papel del fraude en lamagia, 8 que Lévi- quema, lo ilocutorio sobre lo constatativo, lo
Strauss estaba aplicando en aquel mismo mo- práctico sobre lo cognoscitivo, lo narrativo
mento al chamanismo amazónico. Recuérdese sobre lo discursivo. Proceso semiótico en el
el caso de Quesalid, aquel muchacho que, dis- que consisten las formas de sociabilidad que
puesto a desenmascarar la impostura de los le son propias al viandante, basadas en la pura
chamanes, se convierte en chamán para, lue'- exterioridad, en los dobles lenguajes y en di-
go de una serie de avatares que advierten en él ferentes grados de indiferencia, y que debería
cualidades al mismo tiempo curativas y esta- corresponderle a los teóricos de los actos de
fadoras especiales, acabar convertido en un lenguaje y las estructuras lingüísticas de su-
gran chamán, que ya no está del todo seguro

9 C. Lévi-Strauss, "El hechicero y su magia" y "La eficacia


8 H. Hubert y M. Mauss, "Esbozo de una teoría general simbólica", en: Antropología estructural, Barcelona,
de la magia", en: Sociología y antropología, Madrid, Paidós, 1987, pp. 195-228.
Tecnos, 1979, pp. 45-154. 1 O E. Goffman, La presentación de la persona en la vida
cotidiana, Buenos Aires, Amorrortu, 1987, p. 85.
118 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 119

perfi.cie, en el camino de la constitución de una implica que los interactuantes se ignoren. Al con-
semiótica pragmática, o de la praxis, o, si se trario, la desatención cortés es una forma de so-
prefiere, de las estrategias, una semiótica que ciabilidad, una forma de organizar la copresencia
sentara las estructuras y las condiciones ele- que en los espacios públicos alcanza el rango
mentales de la interacción en general. 11 de auténtica institución. En estos casos, los pre-
Hablar de "otro" -en este contexto cuyos re- supuestos de inferencia para la acción adecua-
ferentes metafóricos hemos propuesto que sean da no sólo no requieren que el otro se presente
las técnicas corporales comunes del trance y la -salga de su anonimato--, sino que pueden dar
danza-, es del todo estéril, puesto que cada por descontada una cierta indeterminación de
cuerpo es considerado naturalmente como un su estatus social, de sus pensamientos, de sus
otro en condiciones de pasar permanentemente sentimientos, de su género, de su ideología o de
de la atención no focalizada a la focalizada, ge su religión. Es decir, el interac-tuante puede ob-
"llamar la atención", de cambiar el estatus de tener la posibilidad de ser tomado por lo que
no persona por el de persona-empleando esos parece, es decir, por las semantizaciones de las
valores indiferentemente en el sentido que le que su cuerpo, y sólo su cuerpo, es soporte;
otorga Goffman o Benveniste--, para, de ahí, Es ahí que cobra valor la metáfora del baile,
convertirse en socio activo o adversario .en el puesto que en ella los ejecutores se dedican a
acto comunicativo, protagonista al que la pro- desplegar ademanes a través de los cuales, pres-
pia acción llama a demostrar sus competencias cindiendo las más de las veces de la verbalización
modales, su capacidad de manipulación del o reduciéndola al mínimo, negocian y renegocian
contexto en función de no importa qué proyec- gestualmente su orden de relaciones con el es-
to, su habilidad a la hora de elaborar sus roles cenario, con los objetos y los accidentes que lo
temáticos concretos o inclinar a su favor aque- caracterizan y con los otros danzantes a los que
llos que la propia acción o una estructura so- se empeña en hacer hacer, luego de haber lo-
cial o cultural preexistente le han asignado. grado hacerles creer. Es el bailarín, como me-
La copresencia en espacios públicos puede táfora idónea del interactuante en situaciones
ser relacional, pero también infra-relacional; de tránsito, quien mejor entiende en qué con-
activa, pero no menos in:fra-activa. Lo que no sistiría esa semiótica de las situaciones secuen-
ciadas de la que se está hablando, puesto que
toda su acción no consiste sino en semiotizar
el contexto que crean, en que crean y en que
11 Cfr. E. Landowski, en"Algunas condiciones semióticas se crean, es decir, en semiotizar ese mismo es-
de la interacción", en: G. HernándezAguilar, ed., Sen-
tido y significación, Tlahuapan, Premia, 1987, pp.
pacio y tiempo que somatizan. Nada que ver
110-118. con la sinceridad -aunque sí con las condicio-
120 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 121

nes de sinceridad de las que habla Austin-, taneidad- en sus gestos, y lo hacen siguiendo
puesto que tanto da que quien firme el contrato un acuerdo automático con los demás, con quie-
sea quien es o lo que parezca, él mismo o su nes se interseccionan en formas sociales que
simulacro. empiezan y suelen acabar ahí mismo, instantes
La unidad fundamental del análisis microso- después, a veces sólo en fracciones de segun-
ciológico son los avatares de la vida pública, do. Con ello se cumple el principio de la cinésica,
entendida ésta como el conjunto de agregaciones según el cual "los seres humanos llevan a cabo
casuales, espontáneas, el mezclarse durante y en todo momento ajustes por razón de la pre-
por causa de las actividades ordinarias, las sencia y la actividad de otros seres humanos", 12
unidades que se forman, surgen y se diluyen ajustes en los que en realidad el intercambio
continuamente, siguiendo el ritmo y el flujo de verbal juega un papel relativamente importante
otras acciones, lo que causa una trama inmen,,. a la hora de orientar y dar sentido a las cade-
sa de interacciones. nas de acción, a los procesos comunicativos y a
Se trata de una perspectiva capaz de describir los controles intencionales, puesto que existen
y analizar lo que Goffrnan llamaba una historia variables que dependen mucho más de
natural de las ocasiones sociales. Su objeto de paralenguajes que emplean el cuerpo como so-
estudio no dejará de evocar las figuras de los porte básico.
bailarines sobre la pista, puesto que son las re- Toda la tradición cinésica y proxémica, parte
glas conscientes, pero sobre todo inconscientes, de esa unidad de análisis a la que se da el nom-
que las personas obedecen al mezclarse con los bre de quino. El quino es una abstracción del
demás, esos niveles normativos que se entrecru- campo de comportamiento, producido por un
zan y se interponen, traspasan--o, cuanto me- miembro de un grupo social que otro miembro
nos, pueden o deberían intentar traspasar- del misnio grupo está en condiciones de reco-
distinciones sociales más tradicionales, como son nocer como significativo, en tanto mantiene re-
las instituciones primarias. Como todo el que se laciones de oposición o de complementariedad
hace presente en la pista sabe, conocer estas con otros quinos. A esa unidad de ensamblaje
normas es indispensable para poder interactuar de varios quinos se le llama quinomorfema.
de forma apropiada a las circunstancias y a los Una postura es una pauta de comportamien-
contextos. to total del cuerpo que se mantiene en el tiempo
Por medio de sus cuerpos, el transeúnte y el y se contrapone a otras posturas diferentes. La
practicante de la vida pública en general traba-
jan constantemente la temporalidad-sucesión,
cadencia, articulación, encadenamiento de mo-
vimientos-y la espacialidad-sincronía, simul- 12 R L. Birdwhistell, El lenguaje de la expresión corporal,
Barcelona, Gustavo Gili, 1979, p. 43.
122 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 123

postura incluye la posición -relativa al lugar envites y acciones reglamentadas, muchas ve-
ocupado en el espacio--, la locomoción -rela- ces sin tener consciencia de ellas. Se trata de lo
tiva al desplazamiento del cuerpo a través del que, en Relaciones de público, Goffman llama
espacio--, y la velocidad. move (movida o movimientos). Se trata del sa-
El modelo de referencia siempre es etológico, ber comportarse. No tener una perspectiva clara
sin que eso implique biologización de la con- de qué es lo que corresponde hacer frente a cada
ducta humana, sino énfasis en la importancia situación o contexto implica la posibilidad de
funcional del sistema social. ser sancionado. El encuentro de los bailarines
El término encuentro sirve para abarcar la si- se asemeja a lo que Goffman llama ocasión so-
tuación comunicativa inmediatamente anterior cial, "acontecimiento que se contempla antes o
a una interacción. La realización, los términos, después como una unidad, un evento que su-
la duración, etc., de la interacción dependerál:;t cede en un tiempo y un lugar específicos y que
entonces de la naturaleza de los sistemas dicta el tono para aquello que sucede en su in-
comunicativos que muestren los participantes terior y durante su desarrollo". También lo que
en el encuentro. Un encuentro se convierte en el lenguaje interaccionista presenta como situa-
interacción cuando los participantes se convier- ción social, "cualquier ambiente determinado por
ten en comunicantes. la posibilidad de un control recíproco tal que
En toda interacción interviene, en primer lu- pueda prolongarse todo el tiempo que dos o más
gar, la base corporal, que es la imagen básica de sujetos se encuentran en inmediata presencia
los demás miembros del grupo social que debe fisica el uno del otro y que se extiende a todo el
interiorizar el miembro del grupo en el proceso espacio en el cual semejante control es posi-
de socialización. La base corporal es la linea cero ble". Es en ese marco --el que propician las oca-
que todo comunicante debe haber interiorizado siones y las situaciones sociales- donde se va
con el objeto de reconocer el sentido de los men.:. a desarrollar un duelo en que cada cual va a
sajes que recibe del conjunto corporal. A su vez, tratar de proyectar y mantener una imagen de
para la cinésica, el conjunto corporal son las de- sí mismo y donde el otro se pasa el tiempo com-
rivaciones modales con respecto a la pauta de probando en cada movimiento el sentido de la
expectativas de un miembro, que sirve para me- acción de los demás, un microsistema que se
dir las cualidades corporales o las- señales . forma y se diluye rápidamente y en cuyo seno
situacionales fundamentales en toda interacción: los participantes luchan para definir la reali-
las variables que se introducen en la escena con- dad de esa misma microsociedad acabada de
creta de cada interacción. nacer.
Cada vez que estamos en presencia de alguien, Lo que sucede en la pista de baile también se
damos lugar a comportamientos, jugadas, adecua a lo que la tipología gqffmaniana llama
124 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 125

encuentro social, "ocasión de interacción cara-- sus reglas. En todos los casos, no nos hemos
a-cara que comienza cuando los sujetos se dan apartado del protagonismo absoluto del sopor-
cuenta de que han entrado en la presencia in- te corporal. No hay situación, ni ocasión, ni opor-
mediata de otros y que acaba cuando captan tunidad, sin cuerpo o sin cuerpos, puesto que
que han salido de esa situación de participa- todas esas expresiones designan, como nos re-
ción recíproca". El encuentro, como se sabe, se cordaba Leroi-Gourhan, "el tiempo y el espacio
identifica en Goffman con la interacción: percibidos corporalmente" .14
Eso por lo que hace a la interacción. En cuanto
La interacción --en el sentido de la interacción cara
a la actividad de los individuos solitarios en
a cara- puede ser definida, en términos generales,
público, tampoco se escapa a las posibilidades
como la influencia recíproca de un indiyiduo sobre
las acciones del otro cuando se encuentran ambos
descriptivas de la analogía coreográfica. Los
en presencia física inmediata. Unn. interacción pué~ usos del espacio público por los simples vian-
de ser definida como la interacción total que tiene dantes implican la aplicación de una energía
lugar en cualquier ocasión en que un conjunto dado temporal en el espacio, es decir, una sucesión
de individuos se encuentra en presencia mutua diacrónica de puntos recorridos, y no la figura
continua. El término encuentro· serviría para los que esos puntos forman sobre un lugar supuesto
mismos fines. 13 como sincrónico. Una serie espacial de puntos
es sustituida por una articulación temporal de
Ocasiones, situaciones, encuentros ... , esas lugares. Donde había un gráfico, ahora hay una
son las unidades de análisis del interaccionismo. operación, un pasaje, un tránsito.
En todos los casos se habla de formas sociales La actividad de los danzantes expresa inme-
basadas en la obligación de los copresentes en jorablemente la labor de apropiación a que el
hacerse mutuamente accesibles. Lo que distin- usuario de espacios públicos se abandona. Re-
gue la interacción de la simple copresencia fisf- cuérdese que la apropiación es, según Marx, algo
ca de la interacción, es el hecho de que en esta muy distinto de la propiedad. Es más, es su
última se establece el umbral mínimo de un contrario. Lo apropiado es lo que se pone al ser-
núcleo social, la posibilidad recíprocamente vicio de las necesidades humanas, lo que es
concedida y reconocida de dar vida a, de hacer propio, adecuado. No es casual que Lefebvre
nacer, una organización social mínima. La evoque el ejemplo del sexo para dar a entender
interacción se fundamenta en la apertura de los esa invocación a la noción marxista de apropia-
sujetos a la comunicación y a la asunción de

14 A. Leroi-Gourhan, El gesto y la palabra, Caracas, Uni-


13 Goffman, Lapresent.a.ción de la persona. .. , op. cit, p. 27. versidad Central de Venezuela, 1971, p. 281.
126 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 127

ción, puesto que el cuerpo amante no coloniza Leroi-Gourhan lo entendió bien cuando ha-
ni invade el cuerpo amado, sino que se apropia cía notar que
de él, en tanto que obtiene de él sensaciones
que devuelve. 15 si la percepción del carácter fugitivo del tiempo y
La noción marxista de apropiación, retomada del movimiento ha invadido el pensamiento del hom-
como se sabe más tarde por Lefebvre, se parece bre, es porque la vida en la tierra se encuentra en
a la que Leibnitz sugiere de ocupación. Y¿ qué es la intersección del tiempo y del espacio[ ... ] Sin em-
lo que ocupa un espacio, sino un cuerpo? No un bargo, las imágenes del tiempo y del espacio se re-
cuerpo abstracto, la corporeidad como concep- nuevan cuando nace en la humanidad la posibili-
dad de volver a vivir uno y otro diciendo: "estaba a
to, sino un cuerpo especifico, concreto, definido,
orillas de un río", "está donde nosotros", "mañana
ese cuerpo que gesticula y, haciéndolo, señala, estará en el bosque" .17
se dirige, puntúa, rodea, c!a vueltas sobre sí mil;?-
mo o sobre otros cuerpos u objetos,jalona. Cuer- He ahí, ínmejorablemente expresado, ese
po que está en el espacio, que tiene ante sí y a su cuerpo que proclama un sitio, un punto· geo-
alrededor, una objetividad, que se constituye en gráfico, un lugar en que está y del que se apro-
epicentro de ese espacio, núcleo desde el que pia, aunque no lo posea ni lo domine. Pero
parten radios que definen a su vez alrededores, también cuerpo que actúa a través del espacio,
que reconoce contornos, que instaura periferias que lo atraviesa, lo organiza a través de sus sen-
cada vez más lejanas, cuerpo que busca con la tidos, que lo somete a planes y a estrategias, un
mirada o a tientas y a veces encuentra. cuerpo mediúmico que se deja atrapar y trans-
Nos encontramos aquí el marco generador y portar por fuerzas que proceden de su entorno
generado en que da lo que la semiótica de histórico, social, emotivo, sensitivo, que nota
Greimas llamaría desembragues, operaciones todas las presencias y las ausencias, suscepti-
mediante las que una cierta estructura se tradu:. ble a los flujos que lo influyen.
ce en acto, se manifiesta, se convierte en enun- Cuerpo complicado en una suite de situacio-
ciado, inaugura un yo-aquí-ahora, aprovecha al nes, de emparejamientos efimeros, de figuras
máximo las categorías paradigmáticas de perso- de ballet. Cuerpo que se pasa el tiempo mirán-
na, espacio y tiempo para postular todas las va- dose en los espejos que le prestan los otros cuer-
riables posibles de no yo-no ahora-no .aquí. 16 pos, al mismo tiempo su reflejo y su sombra.
Cuerpo provocador y provocado, cuerpo que
desencadena cadenas de reacciones, entre ellas,
15 H. Lefebvre, Laproduction de tespace, Paris, Anthro-
pos, 1971, p. 193.
16 A. J. GreimasyJ. Courtés, Semiótica, Madrid, Gredos,
1982, p. 113. 17 Leroi~Gourhan, op. cit., p. 282.
128 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 129

¿por qué no?, la indiferencia. Cuerpo espacial, La ocupación del espacio es, entonces, des-
puesto que es producto del espacio y productor pliegue del cuerpo en movimiento. Cada cuerpo
de espacio, determinado por él y determinante es un espacio y tiene un espacio, espacio para la
de él. Ese cuerpo genera oposiciones. y parale- relación y para el movimiento. El cuerpo genera
los, simetrías y rupturas, está hecho de reci- simetrías, se impone como un eje que establece
procidades con las cosas y con los otros cuerpos, a partir suyo una izquierda y una derecha, un
que se refleja en los cambios que suscita y re- arriba y una abajo, un aquí y un allí, lo que está
sulta de ellos. Toda perspectiva interaccional se y lo que no está, un ahora, un antes y un des-
funda en ese principio de la corporeidad como pués. El cuerpo deviene entonces sus propieda-
el elemento central de y para la comunicación. des más matemáticas: aplicaciones, funciones,
El cuerpo interviene como la fuente y el destino operaciones, transformaciones ... sobre o con re-
de toda iniciativa, como el marco en que se re.::- lación a algo o alguien que está delante o detrás,
gistran y se emiten las impresiones y como la lejos o cerca, antes o después de mi cuerpo.
superficie bajo la que se intuyen los proyectos y
las intenciones. El 'otro' está ahí~ delante de Ego (cuerpo ante otro
La ocupación del espacio no implica que el cuerpo). Impenetrable, salvo para la violencia o para
espacio sea un contenedor vacío que espere la el amor. Objeto de dispensa de energía, de agresión
irrupción en él de un cuerpo. Es el cuerpo el o de deseo. Pero lo externo es también interno, en
que hace el espacio que ocupa. Es la acción tanto que "el otro" es también cuerpo, carne vulne-
corporal, la energía corporal, la que desprende rable, simetría accesible. 18
su propia territorialidad efimera, parecida a la
que en el lenguaje taurino se da en llamar terre- Estar ahora cerca, pero más tarde lejos; pre-
nos del toro y del torero, imagen que evoca uno
sentarme en este momento, aquí, donde hace un
de los postulados de la proxemia, según el cual; momento no estaba y no había nadie o había
en el espacio público, la territorialización viene otro u otra; estar, luego no estar. El cuerpo como
dada ante todo por las negociaciones que las la calle, no cristaliza jamás, no puede detenerse,
personas establecen a propósito de cuál es su no descansa, ni duerme ... Sólo gesticula.
territorio y cuáles son sus límites, a partir de un
espacio personal e informal que acompaña a todo 2. Ritmo, cultura y sociedad
individuo allá donde va y que se expande. y se
contrae en función del tipo de encuentro, la rela- Henri Lefebvre percibió en su momento, con una
ción con las personas con las que se intercomu- claridad inmejorable, la importancia del cuerpo
nica y su ininterrumpida búsqueda de un equi-
librio entre aproximación y evitamiento.
18 Lefebvre, Laproduction de l'espace, op. cit., p. 215.
130 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 131

en la creación y mantenimiento de una trama cede, que reinicia una y otra vez el proceso, con
social cualquiera, por simple que pudiera anto- todas sus modificaciones, con su multiplicidad,
jarse. Esa inquietud se tradujo en la concep- con su pluralidad. Como Leroi-Gourhan, como
ción del ritmoanálisis como metodología para el Goffman y como Hall, Lefebvre parte de la con-
estudio del espacio social. El ritmoanálisis fue dición inmanentemente rítmica de cualquier
una propuesta de estudio de los grandes rit- forma de vida animada y, a la vez, de la inflexión
mos, al mismo tiempo interiores y sociales, ob- rítmica que los seres humanos imprimen a to-
jetivos y subjetivos, cósmicos y culturales, que das sus prácticas espacio-temporales. Lefebvre
acompasaban la vida cotidiana, pero también describía así ese principio:
de aquellos otros ritmos menores que la atrave-
saban, la agitaban. Se proponía estudiar las La capacidad inventiva del cuerpo no hay que
regularidades cíclicas -ondulaciones,.vibracto-' demostrarla: la muestra, la despliega en el espacio.
nes, retornos, rotaciones- y las interferendas Los ritmos, múltiples, se interpenetran. En el cuer-
o interacciones que sobre éstas ejercían ciertas po y a su alrededor, como en la superficie de un
linealidades, hechos particulares que irrumpían agua, como en la masa de un fluido, los ritmos se
en lo cíclico, punteándolo, interrumpiéndolo. cruzan y se entrecruzan, se superponen, ligados al
Ritmo, entendido como repetición en un movi- espacio. No dejan fuera de ellos ni los impulsos ele-
miento diferencial y cualificado, en el que se mentales, ni las energías, ya sean repartidas en el
interior del cuerpo o en su superficie, ya sean "nor-
aprecia un contraste regular entre tiempos lar-
males" o "excesivas", réplica ante una acción exte-
gos y breves, en el que se incluyen altos, silen- rior o explosiva. Estos ritmos tienen relación con
cios, huecos, intervalos, o, por emplear el símil las necesidades, dispersas en tendencias o concen-
musical, alturas, frecuencias, vibraciones. tradas en deseo. ¿Cómo enumerarlos? Algunos se
Esta reproducción mecánica se ejecuta repro- con·statan inmediatamente: la respiración, el cora-
duciendo el instante que lo precede, reiniciando zón, la sed y el hambre, el sueño. Otros se disimu-
una y otra vez el proceso, con todas sus modifi- lan, las del sexo, de la fecundidad, de la vida social,
caciones, con su multiplicidad, con su plurali- del pensamiento. Unos permanecen en la superfi-
dad. Sucesiones temporales de elementos bien cie, los otros surgen de profundidades ocultas.
marcados, acentuados, contrastados, mante- El ritmoanálisis desarrollaría el análisis concreto
niendo entre sí una relación de oposición. Rit- y quizás el uso (la apropiación) de los ritmos ... Más
mo, también como movimiento de conjunto que concreto, más eficaz, más próximo a una pedagogía
de la apropiación (del cuerpo, de la práctica espa-
arrastra consigo todos eso_s elementos. El ritmo
cial). Aplicaría al cuerpo viviente y a sus relaciones
es, entonces, una construcción general del tiem- externas-internas los principios y las leyes de una
po, del movimiento, del devenir, reproducción ritmología general. Este conocimiento tendría como
mecánica que reproduce el instante que lo pre- campo privilegiado y terreno experimental la danza
132 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio públi.co, masas corpóreas / 133

y la música, las "células rítmicas", sus efectos. En les y poéticas que protagonizan los simples pa-
los ritmos, las repeticiones y redundancias, las si- seantes, un trabajo que lleva, a una suerte de
metrías y asimetrías, interactuando de manera
pentagrama, las calidades práctico-sensibles de
irreductible a las determinaciones recortadas y fi-
jadas por el pensamiento análítico. El cuerpo
los escenarios de la vida cotidiana. 20
polirrítmico no se deja comprender ni apropiar sino El paseante y el místico comparten una expe-
con ciertas condiciones. Los ritmos difieren por las riencia que sólo puede ser concebida musical-
amplitudes, las energías desplegadas y vehiculadas, mente, es decir, en términos de periodicidades
las frecuencias. Transportan y reproducen esas di- armónicas y de sucesión regular de gestos. Por
ferencias, en la intensidad, la fuerza de la espera, ello su parentesco lejano con el espíritu
de la tensión, de la acción, todas cruzándose en el dionisiaco que Nietzsche irlstalará en el naci-
cuerpo como las ondas en el "éter". 19 miento mismo de la tragedia. Como Certeau nos
supo mostrar irlmejorablemente, el transeúnte
La alusión a la música tampoco es arbitraria. poetiza el espacio por el que discurre, y acaso
La presencia de una melodía oculta o un bajo pueda hacerlo porque ejerce de manera auto-
continuo en el substrato de las motricidades co- mática esa capacidad que Nietszche atribuía al
tidianas ha sido ya sugerida para sustentar la poeta, y que no era sirio "tener la capacidad de
posibilidad de un estudio coreográfico de los usos estar viendo constantemente un juego viviente
del espacio urbano, que consiste en tratar de y de vivir rodeado de continuo por muchedum-
distinguir, entre la delirante actividad de hormi- bres de espíritu". En eso consiste el ditirambo
guero de las calles y de las plazas, la escritura a permanentemente activado de las calles, pues-
mano microscópica, desarrollo discursivo no to que "lo que está ante nosotros es una comu-
menos secreto, en murmullo, que enuncian ca- nidad de actores irlconscientes, que se ven unos
minando los transeúntes, cuyas actividades a otros como transformados". 21
motrices son variaciones sobre una misma La música permite regresar así a la asimila-
pulsión rítmica de base. No es casual que fuera ción entre el tránsito místico y el cotidiano. La
un musicólogo el autor de una monografia pio- experiencia sensible del espacio público sólo
nera en el estudio de las retóricas caminatori.as, puede ser pensada musicalmente. Vimos y vol-
es decir, de la manera como las trayectorias de veremos a ver enseguida como las películas
los viandantes implican apropiacion~s del es-
pacio colectivo de la ciudad, de como es posible
una lectura cifrada de las secuencias funciona-
20 J. -F. Augoyard, Pas cipas. Essai sur le cheminement
quotidien en milieu urbain, Paris, Seuil, 1979.
21 F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, Madrid,
19 Ibíd., pp. 236-237. Alianza, 1985, pp. 83-84.
134 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas / 135

musicales no dejan de explicitar esa clave Para captar de manera sensible, preconceptual pero
coreográfico-musical, que seria la única que per- viva, el ritmo y las polirritmias, basta con observar
mitiría formalizar la actividad al mi·smo tiempo atentamente la superficie del mar. Las olas toman
diagramática y dramatúrgica de los peatones. forma ante la cercanía de la playa, de los acantila-
De hecho, no se olvide que cuando los cineastas dos, de la orilla. Esas olas tienen un ritmo, que de-
de vanguardia de la década del veinte intenta- pende de la estación, del agua y de los vientos, pero
ron plasmar la agitación urbana, emplearon en también del mar que las trae, que las arrastra. Cada
mar tiene su ritmo ... Pero obsérvese bien cada ola.
sus películas mudas imágenes alusivas a la
Cambia sin cesar. Aproximándose a la orilla, recibe
orquestación musical -toda la obra de Vertov, el choque de la resaca. Trae pequeñas olas e inclu-
por ejemplo-- o explicitaron esa analogía en el so ínfimos rizos que la ola orienta pero que no van
título de sus films -Sinfonía de una, gran ciu- siempre en su misma dirección. Las ondas y las
dad, de Walter Ruttman, por ejemplo--. ondulaciones se caracterizan por la frecuencia, por
Pero esa base rítmica de lo urbano es la mis- la amplitud, por la energía desplazada. Observan-
ma de todos los ritos extáticos. La mayoría de do las olas, se puede constatar fácilmente lo que
técnicas del trance, se apliquen éstas al chama- los físicos llaman la superposición de los pequeños
nismo, a la posesión o a la mística, se basan en movimientos. Las olas fuertes topan con surtidores
la repetición cadenciosa, en danzas obsesivas o de espuma, se interfieren bulliciosamente. Las pe-
en movimientos repetitivos. Lo que se busca es, queñas ondulaciones se cruzan unas con otras, se
amortiguan más que chocar. Si hay una corriente o
en cualquier caso, una radical afirmación del
no importa qué objeto sólido animado por un movi-
propio cuerpo, no como vehículo del yo, sino
miento propio, se tendrá la intuición de que lo que
justamente lo contrario, para una superación hay ahí es un campo polirítmico e incluso entrever
de la noción de individuo, puesto que, siguien- las relaciones entre procesos complejos y trayecto-
do a Philippe Sollers, ese cuerpo puramente rias, entre los cuerpos y las ondulaciones. 23
coreográfico le permite colocar al sentido como
"sujeto de su existencia, de la experiencia cor- La premisa lefebvriana es que el espacio so-
poral -y del espacio desconocido-- como su cial no puede reducirse a unidad alguna, pues-
puesto de sujeto vuelve a ser impugnado com- to que responde a una pluralidad múltiple y en
pletamente". 22 Para ilustrar ese tipo de parale- cierto modo innumerable, cada uno de cuyos
lismos, Lefebvre sugiere el ejemplo de la superficie elementos constitutivos se yuxtaponen muchas
del mar. veces de forma imprevisible unos sobre otros.

22 Ph. Sollers, La escritura y la experiencia de los límites, 23 H. Lefebvre y C. Régulier, "Le projet rythmanalytique",
Caracas, Monte Ávila, 1976, p. 32. Comunications, (41), 1985, p. 196.
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Claro que el espacio social es el resultado de una ven conjuntamente en una especie de danza,
práctica social, pero esa práctica social es no pero no son conscientes de sus movimientos
solamente instrumental, sino semántica y sincrónicos y lo hacen sin música ni orques-
significadora. Pero su actividad no acepta nin- tación consciente". 25 No es tanto que el sonido
guna reducción. Los espacios en los que se frag- pueda verse, sino que la visión puede recibir
menta constantemente el espacio público no son una pauta sutil de organización por la vía de lo
continentes cerrados que se mueven o están ahí, auditivo. Como escribía Lefebvre, "el espacio se
contomeables, reconocibles por su perfil o por escucha tanto como se ve, se oye tanto como se
su composición, limitando, rozándose o topando desvela a la mirada". 26
estrepitosamente los unos con los otros por las Lamente no es sólo un mecanismo que regis-
lineas de puntos que claramente les separa.rían. tra y decodifica informaciones y que, a partir de
En esa sobreposición constante de espacios ellas, ordena al cuerpo lo que debe hacer. Tam-
que son de por sí líquidos o incluso mag-máticos, bién, dentro de ese cuerpo, es una máquina de
juegan un papel fundamental los desplazamien- desear. El espacio práctico-sensible se restitu-
tos a veces microscópicos que llevan a cabo los ye y se constituye gracias al cuerpo más camal.
cuerpos, puesto que son los cuerpos los que or- En la calle, el cuerpo concreto se rebela contra
ganizan a partir de su actividad la vida y la diso- las omisiones que lo afectan, que lo menospre-
lución de esos espacios. Esos cuerpos son ante cian, que lo ignoran en los proyectos y los pla-
todo cuerpos rítmicos, en el sentido de que obe- nes, que quisieran verlo borrado por las prohibi-
decen a un compás secreto y en cierta manera ciones, sometido por las prescripciones. Los tér-
inaudible, parecido seguramente a ese tipo de minos en los que se produce esa labor de pun-
intuición que permite bailar a los sordos y que, tuación, no siempre dócil, del ser humano sobre
como los teóricos de la comunicación han puesto los espacios de los que se apropia, es siempre
de manifiesto, está siempre presente en la rítmica. Lefebvre se encarga de matizar:
interacción humana en forma de unos determi-
nados sonidos del silencio. 24 Para Hall, por ejem- Un órgano tiene un ritmo, pero el ritmo es y no es
plo, las personas que interaccionan y que un órgano; es una interacción. Un ritmo envuelve
intentan ser mutuamente previsibles, "se mue- los lugares, pero no es un lugar; no es una cosa, ni
un agregado de cosas, ni un simple flujo. Tiene en
él su ley, su regularidad; esta ley le viene del espa-

24 Cfr. E. T. Hall y M. R. Hall, "Los sonidos del silencio",


en: H. Velasco, ed., Lecturas de antropología social y 25 E. T. Hall, "Ritmo y comportamiento corporal", en: Más
cultural, Madrid, Universidad Nacional de Educación allá de la cultura, Barcelona, Gustavo Gili, 1978, p. 68.
a Distancia, 1995, pp. 251-261. 26 Ibíd., p. 231.
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cio, del suyo, y de una relación entre el espacio y el una máquina perfecta como la imaginada por
tiempo[ ... ] Por la mediación (en sentido triple: me- Wright o Le Corbusier, tejido celular preci-
dio, ambiente, intermediación) de los ritmos, se
so, con su corazón, sus intestinos, su aparato
constituye un espacio animado, extensión del cuer-
locomotor, su sistema nervioso y circulatorio,
po. Cómo las leyes del espacio y su dualidad (sime-
trías y asimetrías, jalonamientos y orientaciones,
su cerebro, pero sin sexo, sin deseo, sin el
etc.) se coordinan con las leyes de los movimientos estremecimiento que procura la carne, sin la
rítmicos (regularidad, difusión, compenetración) es tensión que suscita la actividad muscular, sin
una cuestión sin respuesta por ahora. 27 poros, ni piel. Cuerpo acabado frente a cuerpo
inacabable. De un lado, cuerpos que son o
Su momento predilecto, el momento predilecto que están; del otro, cuerpo que tan sólo suce-
de ese cuerpo que no sabe sino de los ritmos de, que pertenece no al orden de la estructu-
que imprime o que lo agitan, es el intersticio, el ra y de la función, sino del acontecimiento.
corte, la grieta. Allí, en una superficie toda ella La pirámide agraviada por la desobediencia
por marcar o en la que las marcas se vuelven del desierto. Al cuerpo con dimensiones se le
reversibles, el cuerpo se convierte en la oque- opone otro cuerpo que sólo sabe de intensida-
dad en la estructura, por la que se cuela lo in- des. A un cuerpo en el que todo es reversible
consciente. El cuerpo está antes y después del y mesurable, se le opone otro cuerpo cuya úni-
lenguaje, de las palabras, de los signos, de las ca variable fija es la incertidumbre. Ese cuerpo
abstracciones, de lo fatídico y tramposo de la no es ni siquiera propiamente una anatomía,
representación. Negación de la metáfora, de la sino una amalgama indiferenciada de pensa-
desencarnación verbal, todo cuerpo es una vida miento, carne y deseo.
:reencarnada. Negación también de la raíz, de la
localización, porque ese cuerpo no tiene raíces, 3. Distancia y tensión
no se hunde: se pasa el tiempo traspasando y
siendo traspasado, sólo resbala, existe por y Ese énfasis en el protagonismo absoluto del
para deslizarse. cuerpo en la actividad que los seres humanos
La vieja analogía entre cuerpo y ciudad, a la desarrollan en los espacios públicos nos advierte
que Sennet dedicara un magnífico libro, 28 que- que una ciencia social que tuviese el atrevimien-
da así radicalmente invertida. A la ciudad con- to de constituir a éstos en su objeto de conoci-
cebida le corresponde un cuerpo hiperorgánico, miento, debería conducirse sobre todo como una
coreología. Los individuos, las parejas, los pe-
-- - -- - -- - ----- - --- queños grupos, pero también las multitudes
27 Lefebvre, La production de l'espace., op. cit., p. 238. que se hacen presentes en las superficies urba-
28 R. Sennet, Carne y piedra, Madrid, Alianza, 1996. nas -aceras, centros comerciales, corredores del
metro--, agitaciones corales que responden a
140 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas/ 141

las mismas lógicas secretas que generan, no son juego de múltiples envites, que van desde la
sino figuras de danzantes que se interrelacionan mutua ignorancia acordada a las más vertigino-
básicamente a través de su presencia fisica in- sas atracciones. Ámbito de interacciones instan-
mediata. En la práctica, toda la-tradición micro- táneas, en el que se capta una alteridad difusa y
sociológica no ha hecho otra cosa que estudiar donde se debe uno mantener atento a cumplir
emparejamientos efimeros, individuos trazando un mínimo código de copresencia, que asegure
filigranas en el espacio, intersecciones previstas la buena fluidez de las relaciones, que sostenga
o involuntarias ... , actividades cuerpo-espacio- los ritmos y las gravitaciones, que las mantenga
tiempo-energía de las que el referente -explici-, siempre por encima de una invisible pero omni-
to o no-- era la danza. Dificilmente se podría presente linea de flotación, que prevenga cual-
encontrar una metáfora mejor que esa para los quier exceso, cualquier contratiempo.
objetos de estudio que el interaccionismo y_,la Como los danzantes, todos los participantes
etnografía de la comunicación han llamado en un espacio público -ya estén inmóviles o se
situacionales, es decir, relativos a las situacio- desplacen-tienen constantemente en cuenta esa
nes sociales en territorios fisicamente delimita- superficie dispuesta para la acción como campo
dos, protagonizadas por individuos que com- de visibilidad. No se limitan a mirar enfrente, sino
parten un mismo campo perceptual. ¿O qué es a un lado y a otro, teniendo en cuenta en todo
la danza sino la puesta en escena de un orden momento a los otros y sus categorizaciones de
basado en un aparecer, en un gesticular ante apariencia, su posicionamiento espacial, sus tra-
otros o con otros, enun espacio, deviniendo vi- yectorias proyectadas ... Todos los copresentes
sible, manifiesto, jugando con la propia aparien- concéptualizan y son conceptualizados a partir
cia y la de los demás? de su aspecto y su actitud, manejan un rico re-
Coreología, entendida ahora como el resulta- pertorio de categorías que clasifican a quienes
do de un esfuerzo por formalizar lo más comparten ese mismo espacio en función de di-
informalizable: una sociología de los encuentros ferentes tipos de criterios, aplicados siempre en
fortuitos o, más en general, de la sociabilidad clave de presunción: ánimo, origen, adscripción
inorgánica, circunstancias eventuales en las que ideológica, estado fisico, peligrosidad, prisa... La
los actores sociales se sitúan o son situados en copresentación y la coorientación en un espacio
un intervalo o intersticio entre los campos, ya público se establecen visualmente de diferentes
de por sí oscilantes, de lo público y de lo_priva- maneras, que incluyen no sólo el aspecto gene-
do. El espacio público es -:-como las pistas de ral, sino movimientos corporales a veces míni-
baile- una región abierta, en la que cada cual mos. Se trata de lo que Goffman llama glosas
está con individuos que han devenido, de pron- corporales o extemalizaciones, advertencias o
to, sus semejantes, con los que participa en un displays de intención -por usar el término
142 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio públi.co, masas corpóreas/ 143

etológico que el propio Goffman propone- me- do entre ellas una misma distancia relativa y
diante los que se dan públicamente pruebas de permitiendo distinguir las agrupaciones que per-
una predisposición, de la intención de hacer o miten reconocer, por ejemplo, a un grupo de
de no hacer alguna cosa. 29 amigos, una familia, un padre y su hijo, etc. Ese
En un anuncio televisivo reciente de la Volks- ritmo del paso funciona, a su vez, como una fuen-
wagen, el vehículo promocionado es mostrado te de inferencias que denotan estados persona-
circulando por una calle con su limpiaparabri- les de los transeúntes: con prisa, huyendo,
sas en funcionamiento. El espot subraya el so- paseante desocupado, anciano, discapacitado,
nido fuertemente cadencioso del ir y venir de borracho ... Por su parte, la proxémica y la
las varillas sobre la luna delantera. El conduc- cinésica también subrayaron la condición rítmi-
tor observa sorprendido cómo todas las activi- ca de toda interacción cara a cara. En eso con-
dades que suceden a su alrededor siguen el sistía, para Hall, por ejemplo, la aplicación de
mismo ritmo machacón: mozos descargando un una noción comúnmente empleada como la de
camión, adolescentes jugando a baloncesto, sim- sintonizar, refiriéndose al papel nada secunda-
ples peatones ... , como si todos los copresentes rio del cuerpo en la comunicación verbal y que
en aquel mismo espacio siguieran en secreto un consiste en coordinarse con los demás cuerpos
mismo compás, como si se pusiesen misterio- copresentes, como si estuvieran todos bajo el
samente de acuerdo a la hora de coordinar sus control de un coreógrafo invisible, manteniéndo-
movimientos al son de una melodía inaudible, se unidos por una corriente subterránea e in-
pero omnipresente. consciente, de movimientos sincronizados.
La microsociología ha puesto de manifiesto Películas proxémicas que retrataban conversa-
cómo ese fenómeno es real, y no una mera figu- ciones triviales mostraban cómo, analizadas a
ración publicitaria. Así, entre las reglas de pro- cámara lenta o imagen por imagen, éstas se de-
cedimiento que operan en los espacios públicos, sarrollaban a la manera de "una especie de ba-
destaca la que Goffman llama pauta de paso llet en el que el ritmo de la conversación
seguro, 30 consistente en que las personas que proporcionaba la partitura inconsciente que re-
usan una misma vía en una misma dirección forzaba la vinculación del grupo y evitaba que se
tienen tendencia a mantener un mismo paso de interfirieran unos a otros". 31
locomoción, acompasar su caminar~ mantenien- Se puede entender, en ese marco, la fertili-
dad del pensamiento de Leroi-Gourhan. Fue él
quién percibió como toda estética reposa sobre
29 E. Goffman, Relaciones en público. Microestudios de
orden público, Madrid, Alianza, i 979, pp. 133 y ss. -- - - - - ------------
30 Ibíd., p. 26. 31 Hall, "Ritmo y movimiento corporal", op. cit., p. 74.
144 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas/ 145

la conciencia de las formas, pero, sobre todo, en contrapuntuarlos, en desmentirlos, ya sea


sobre la conciencia del movimiento. 32 El gesto, por la aceleración, ya sea por el desmentimiento
como irrupción operativa y transformadora del y la negación. Y es ahí que entra en juego el
cuerpo en el espacio, está sometido a los rit- ritmo del trabajo, la sincronía en los andares,
mos. Éstos son, en primer lugar, viscerales, co- las repeticiones rituales, pero ante todo, la danza
munes con la animalidad y, más allá, con la y las técnicas del éxtasis, consistentes en el
vida, puesto que la asociación forma-movimiento desajuste, la ruptura del equilibrio rítmico, la
es consubstancial a no importa qué comporta- convulsión, el desbaratamiento de toda armo-
miento activo. Todos los seres animados lo son nía natural. Es por la vía del desquiciamiento
a partir de las respuestas motrices que dan a que produce la danza frenética que lleva a la
los ritmos externos -alternancias del día y la posesión, la cadencia obsesiva que permite el
noche, de las estaciones- e internos -las ca- viaje chamánico o el simple aceleramiento del
dencias fisiológicas- que perciben y sobre las ritmo respiratorio, que permite ciertas formas
que se inscribe toda actividad. Los ritmos pri- de alteración mística de la experiencia. Pero tam-
marios, las sinergias elementales, se relacionan, bién se puede llegar a idénticas metas por el
también entre los humanos, con la conducta camino de una negación radical de los ritmos,
nutritiva, con los ritos del apareamiento, con el por medio de la ascesis absoluta, la abstinen-
comportamiento espacio-temporal y la adapta- cia sexual, el ayuno, la inmovilidad total, la
ción a un medio cualquiera en general. danza quieta, tal y como las concepcione_s orien-
Ahora bien, en el ser humano, esos ritmos tales del cuerpo nos han enseñado.
básicos se trascienden y alcanzan una dimen- En un caso y en otro, Leroi.:.Gourhan cita el
sión tanto ética como estética. El movimiento es ejemplo del acróbata y el danzante como las
ahora, cuando es un humano quien lo ejerce, pruebas de esa capacidad humana de generar
objeto de especulación formal, al tiempo qúe la universos en los que la esclavitud operatoria ha
forma es dotada de un dinamismo que tiende a quedado abolida y donde ya no rige el peso ni el
distorsionarla y convertirla en símbolo. Ese uso equilibrio. El ritmo ya no es el de la naturaleza,
específicamente humano del ritmo no consiste sino el que la colectividad dicta, puesto que
en adaptarse a los ambientales o endógenos, hasta en la más frenética de las contorsiones
sino justamente en lo contrario: en alterarlos humanas o en la más radical ascesis mística
' .
está presente. El esqueleto y la musculatura ya
----- - -- - -- - ------ no son entonces un mero instrumento para la
supervivencia, sino el puente que permite toda
32 Cfr. el capítulo XI de Leroi-Gourhan, op. cit.: "Los
fundamentos corporales de los valores y de los ritmos", inserción significativa en el universo.
pp. 275 y SS.
146 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio públi.co, masas corpóreas / 147

Ni que decir tiene que esa virtud de la danza de metáforas del cuerpo, es decir, de figuras que
para enunciar radicalmente los usos especí- conciben el cuerpo como un recipiente adapta-
ficamente culturales del cuerpo continúa vigen- ble a todo estado de ánimo o a cualquier sensa-
te. Las películas, las comedias musicales o una ción, por abstractos que éstos pudieran resultar.
danza contemporánea que parece preferir esce- Así, decimos constantemente cosas como "me
narios públicos, así lo explicitan, al darle a los da en la nariz", "me está tomando el pelo", "se
protagonistas de la interacción imaginaria, en me pone la piel de gallina", "estoy caliente", "me
público, la oportunidad de dejar de hablar con estoy poniendo negro", "no me tires de la len-
palabras para pasar a emplear intensivamente gua" ...
el propio cuerpo. Las somatizaciones a que los Toda expresión, toda comunicación humana
actores y actrices musicales o los bailarines se acaba siendo, por ello, incorporada, en el senti-
abandonan para expfesarse -en un mon:;i.ento do de reducible o ampliable a una experiencia
dramático en que, en efecto y como en la pose- corporal del mundo. Es este principio, acaso
sión, sólo pueden contar en última instancia con siempre intuido, el que se encuentra en la base
su propio cuerpo- no hacen sino radicalizar de esa expresividad radicalmente somática que
esa percepción de que no es que el cuerpo sirva es la danza, asociada no a la capacidad expre-
para comunicar subrogadamente cuando fra- siva de un interior inmanente -por mucho que
casa el lenguaje hablado, sino que toda comu- el sujeto pueda llegar a percibirlo así-, sino
nicación -incluyendo la verbal- es, en último como una modalidad radical de sociabilidad,
término, corporal. emparentada, precisamente por la confianza
La cinésica y la proxémica hablaron; en efec- primordial que deposita en la musculatura, los
to, del lenguaje como un conjunto de gestos ver- tendones, las articulaciones, las membranas, la
bales y la semiótica ha puesto de manifiesto piel. .. , ,con el amor sexual y la violencia :fisica.
cómo toda enunciación lingüística no hace'otra La universalidad de la danza advierte, en efec-
cosa que trasladar al lenguaje verbal movimien- to, de la posibilidad de una antropología enten-
tos del cuerpo, como lo demuestra la sistemáti- dida como artrología, es decir, como estudio
ca utilización que hacemos de esquemas comparativo de los gestos culturalmente
corporales para nuestras metáforas. Como ha pautados. El baile, en efecto y por mucho que
señalado Paolo Fabri,33 toda experiencia tiende, aparezca bajo un aspecto trivial y masificado,
a ser enunciable, en última instancia, a través es, en nuestra sociedad -sobre todo entre los
jóvenes, por supuesto--, un vehículo de éxtasis
y una poderosa herramienta de sociabilidad. Lo
33 P. Fabri, "Cuerpo e interacción", capítulo ill de El giro
que ocurre en la pista de cualquiera de nues-
semiótico, Barcelona, Gedisa, 2000, pp. 93-118. tras salas de baile más tradicionales o en la de
148 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas/ 149

cualquier discoteca de moda no hace, por lo del carácter sensible de esos espacios públicos.
demás, sino conducir a sus últimas consecuen- El intercambio o el ajuste de miradas puede es-
cias las mismas lógicas que rigen en la calle y tablecer cambios en la participación o suscitar
en los demás espacios públicos, como si de pron- reacciones en los copresentes. Existen orienta-
to esas potencialidades larvadas que pueden ciones visuales múltiples. Atención ampliada, de
intuirse en la vida cotidiana merecieran la posi- la que dependen convenciones informales, pero
bilidad de realizarse, como si las miradas cru- no obstante obligatorias y autoadministradas
zadas casualmente en el metro o en cualquier desde el interior. Los participantes en las acti-
terraza de un café, pudieran completar una ne- vidades en público son visualizadores de este
gociación iniciada en silencio y a distancia, como espacio; culturalmente competentes, parecen
si todas las sociedades que al menos dos perso- presumir, exigir e imponer un campo visual es-
nas están a punto de generar, y que q-uedan tandarizado, un campo de actividades coordi-
abortadas inmediatamente, gozaran de una se- nadas y un universo perceptivo y sensible,
gunda posibilidad. 34 Zona franca, liberada de comportado y regido por un cierto sentido co-
aduanas y peajes, en la cual dejarse llevar por mún. Ese sentido común práctico se pasa el
la pura discontinuidad de los aconteceres, tiempo autoexplicitando, autodescribiendo y
apertura a un juego consistente en agudizar la autoseñalando contextos sociales que, a tra-
misma tarea liminal de la calle, y que no con- vés de sus propiedades, procuran una autoor-
siste sino en remover constantemente las fi- ganización, es decir, una organización generada
chas de lo social y en permitirle a cada cual por los propios participantes desde el interior .
negociar los términos de una identidad que ha mismo de esos mismos contextos.
devenido, de súbito, una pasta que se adapta a El baile expresa a la perfección ese lenguaje
cada microcircunstancia. de reciprocidades multiplicadas y microscópi-
En esos contextos públicos o semipúblicos cas, proclamaciones de una extrema levedad,
-la calle, la pista de baile- se desvela la pri- vigilancias mutuas -con frecuencia de reojo--
macía de la visión entre los humanos, agudizada y otras actividades visuales manifiestas, que
todavía más en las sociedades urbanas contem- producen una diversidad de realizaciones y de
poráneas. La visibilidad es ·el aspecto crucial formatos socio-organizativos en los espacios
públicos. Esas realizaciones y formatos son ellos
mismos objeto de visualización y la orientación
conjunta de los participantes se sirve de esa vi-
34 Sobre la relación entre el ambiente de las discotecas y sibilidad como un recurso operacional, de tal
la vida cotidiana, véase A. Muñoz Carrión, "El cere-
monial comunicativo y la expulsión de la palabra",
forma que las producciones sociales informales
Los Cu.a.demos del Norle, (29), 1985, pp. 32-38. que resultan de los usos de los espacios públi-
150 / Disoluciones urbanas Tránsitos. Espacio público, masas corpóreas/ 151

cos podrían presentarse como arreglos o apaños biamente las técnicas del cuerpo, la magia de la
de visibilidad. El resultado son líneas consen- más simple postura de la mano, del ademán. O
suadas de conducta próxemica y cinésica, que la potencia comunicativa del rostro notada por
se declinan a partir de reglas sobreentendidas, Simmel. Por encima de todo -o mejor antes,
en las que, a la manera de las fases liminales de debajo y después de cualquier cosa-, el gesto,
los ritos de paso, todo está previsto y controla- los actos realizados, pero también los potencia-
do, pero en las que puede ocurrir en cualquier les. Escribía Lefebvre:
momento cualquier cosa. Eso es lo que se ex-
pande por esos simuladores sociales que son las Los gestos organizados, es decir, ritualizados y co-
pistas de baile, en las que la materia prima de lo dificados, no se desplazan sólo en el espacio "fisi-
urbano alcanza su máxima cota de exacerbación, co", el de los cuerpos. Engendran espacios produ-
en que se articula toda la capacidad de lo §iocial cidos por y para los gestos. Al encadenamiento de
para el control y para el azar. éstos le corresponde la articulación y el encadena-
¿Qué se puede ser ahí, en ese territorio inesta- miento de segmentos espaciales bien definidos, seg-
ble, sino lo que Lefebvre describe como "la inter- mentos que se repiten pero de los que la repetición
engendra otro nuevo. 35
sección móvil entre lo que toca, espera, amenaza
o favorece mi cuerpo y todos los otros cuerpos"?
Continúa: Se habla ahí de un cuerpo con toda su poten-
cialidad para el juego, para el amor y para la
Hay distancias y tensiones, contactos y cortes. Pero
violencia, para una pluralidad ilimitada de
el espacio, a través de estos efectos de tan diverso expresividades y energías. Cuerpo que puede
sentido, es vivido en sus profundidades compues- pegar y pega, que puede abrazar y abraza. Cuer-
tas de duplicaciones, de ecos y repercusiones, de po almacenador y emisor de energías masivas,
redundancias, de desdobla- mientos que engendran de fuerzas por definición excesivas. Fuerzas
extrañas diferencias y que son engendrados por excedentarias, por decirlo como lo hubiera he-
ellas: cara y culo, ojo y carne, vísceras y excremen- cho Bataille. El texto y el contexto empiezan y
tos, labios y dientes, orificios y falos, puños cerra- acaban en el cuerpo, en sus sentidos. Paz escri-
dos-manos abiertas, pero también lo vestido-des- bía en su homenaje aLévi-Strauss: "[ ... ] el cuer-
vestido, la apertura-cierre, la obscenidad-familiari- po no es una ventana hacia el infinito: es el
dad, etc. Oposiciones y conjunciones-disyunciones_ infinito[ ... ] Acto instantáneo, forma que se dis-
en que sin embargo no hay nada que se parezca a
grega, palabra que se evapora: el arte de dan-
una lógica o a un formalismo.

Dominio absoluto de lo que no puede ser nun-


ca del todo dominado. Lo que Mauss llamó sa-
35 Lefebvre, Laproduction de l'espace., op. cit., p. 249.
152 / Disoluciones urbanas

zar sobre el abismo". 36 Conocimiento ciego del


cuerpo, actividad frenética no sólo del otro, sino
de todo lo otro, lo deseado en secreto y lo temi-
do, eso a lo que también hemos acordado lla-
mar simplemente lo inconsciente.

Delo común
a la colectivo. Fiesta:
afirmación y disolución
dela identidad

1. Fiesta, tiempo y territorio

Como es sabido, existen fiestas en las que un


grupo restringido de personas celebra alguna
cosa en un espacio al que sólo tienen acceso
ciertos parientes, amigos, vecinos, conocidos o
quienes puedan acreditar haber sido convoca-
dos. Se trata de fiestas que por ello llamamos
privadas o parl:iculares, en el sentido de que es
un segmento muy pequeño de la sociedad -la
familia, el grupo de amigos; la comunidad .de
36 O. Paz, Claude Léui-Strauss o el nuevo festi.n de Esopo,
México DF, Joaquín Mortiz, 1984, p. 128. vecinos, los inscritos en un congreso, etc.- el
De lo común a lo colectivo/ 155
154 / Disoluciones urbanas

que formaliza unos vínculos duraderos o efime- trastocar ese proscenio para la vida cotidiana
ros y establece un corte radical entre quienes que es la calle y la plaza, dislocarlo hasta obli-
han sido invitados o quienes no lo han sido, garle a desvelar sus funciones ocultas, pero
entre quienes tienen motivqs para proclamarse constantemente insinuadas, a la hora de defi-
unidos durante .un lapso de tiempo y quienes nir en qué consisten las dinámicas sociales e~-
carecen de ellos, entre quienes son considera- tremadamente complejas que tienen lugar baJo
dos con derecho a ser recibidos en ese tiempo- su falsa normalidad.
espacio recortado y quienes lo tienen prohibido. Esa lógica no se ha desvirtuado en las ciuda-
Ese tipo de fiestas son privadas, en tanto tienen des, ni siquiera en las grandes ~etrópolis._ ~a
lugar en recintos igualmente privados o privati- vida urbana no sólo no ha desactivado el vieJo
zados, es decir, de acceso limitado, y pueden recurso a la fiesta, sino que parece haberlo ace-
ser domicilios particulares, propiedades priva- lerado y multiplicado, como si la puesta entre
das o lugares semi-públicos que han sido re- paréntesis que la fiesta procura encontrara, en
servados para que los celebrantes hagan un uso las calles y plazas de los grande~ conglome~~-
exclusivo -y por tanto excluyente-- de él. dos urbanos, una forma de poner -tamb1en
La mayoría de fiestas que los antropólogos ahí- de manifiesto las paradojas, los anhelos Y
han estudiado no son de esa índole. Los carna- las contradicciones de una forma de existencia
vales, las procesiones y otras celebraciones tra- compartida hasta tal punto complicada. En cual-
dicionales, todas las actividades colectivas que quier caso, las fiestas son una de esas opo:1=11-
se han venido incluyendo en la llamada cultura nidades en las que el papel nodal del transeunte
popular, han sido expresiones festivales de na- en la vida ciudadana obtiene la posibilidad de
turaleza pública, que han cobrado su sentido .alcanzar unos niveles excepcionales de activa-
por el hecho de celebrarse en espacios abiertos ción como si, periódicamente, recibiese una
y accesibles, en las calles y plazas en las que exaltación, en reconocimiento de su condición
tiene lugar esa actividad ordinaria colectiva que de materia prima de toda experiencia urbana.
implica al conjunto de la sociedad y que es jus- Las fiestas no dejan de ser episodios en los
tamente la que la excepcionalidad festiva rom- que ciertas vías e intersecciones, por las que en
pe por unas horas o días. En ese sentido, decir la vida ordinaria puede contemplarse correr los
fiesta popular es decir, sencillame!lte, fiesta que flujos que posibilitan la ciudad, ven modificada
tiene lugar en el espacio público, fiesta en la· de manera radical su función cotidiana, para
que la calle alcanza un nivel máximo de pro- convertirse en marcos en los que el conjunto de
tagonismo, puesto que su papel no se reduce al la sociedad o alguno de sus segmentos
de un mero escenario pasivo, sino que juega un escenifican su propia epifanía. En los aconteci-
papel activo y central. La fiesta busca ante todo mientos festivos --cíclicos o no- son los peato-
156 / Disoluciones urbanas De lo común a lo colectivo / 157

nes quienes circulan o se detienen, aunque aho- inequívocas de su realidad. Como resultado de
ra lo hagan de una forma protocolizada, con- ello, el paisaje urbano deviene, de pronto, por
gestionando un conducto habitualmente la eficacia simbólica de la fiesta, también un
destinado al tráfico rodado, llenándolo con un paisaje moral. La condensación festiva lanza una
fluido excepcional de ciudadanos que marchan malla sobre el espacio público, que lo convierte
de manera compacta o se acumulan, ostentan- en escenario sobre el que se representa el gran
do un deseo compartido de exhibirse en tanto drama de lo social, todo él hecho de solidarida-
que colectivo movilizado. El entramado urbano des y de encontronazos entre quienes, siendo
se convierte, así, en el sentido literal, en un lu- muchas veces incompatibles, se necesitan. El
gar para la acción social, de igual modo que el resultado es una topogra:fia de inclusiones y
espacio social lo es, igualmente al pie de la le- exclusiones, en la que se irisan -por su pre-
tra, puesto que la sociedad o alguna de sus,fac- sencia o por su ausencia- todas las identida-
ciones ha transformado el entorno construido des y todos los intereses copresentes en la
en un soporte para corporeizarse, se ha obje- sociedad.
tivado, convirtiéndose en una realidad espacio- La fiesta, en efecto; no· sólo visibiliza la socie-
temporal explicita, no latente. dad, sino que revela: en gran medida sus tra-
Es en la fiesta -y en esas aceleraciones e mas, sus ajustes y desajustes, así como el
intensificaciones que la convierten eventualmen- sistema de negociaciones que hace posible -
te en insurrección o revuelta-que cobra senti- siempre precariamente- la articulación entre
do último la idea de "bajar a la calle", es decir, los segmentos que la conforman. Para ello, las
el principio que suprime la distinción público- calles y las plazas son el objeto de una carto;..
privado en la ciudad. Y no sólo porque el ciuda- gra:fia simbólica, que delimita fronteras imper-
dano deje la casa para incorporarse a la liturgia ceptibles de ordinario, dentro de la que existen
festiva -aunque sea sólo asomándose a la puer- y dominan los propios -nosotros- y más allá
ta, a la ventana o al balcón-., sino porque es la de las cuales habitan todas las modalidades del
fiesta la que recibe el encargo también de subir vosotros cercano y del ellos en toda su gama de
a la casa e instalarse en los espacios de la vida oposiciones, de las relativas a las absolutas. La
doméstica. importancia de la reconversión simbólica que
La fiesta transforma el espacio urbano con- la fiesta ejecuta con respecto a los espacios co-
virtiéndolo en mapas, redes y escenarios ritua- · tidianos es lo que justifica la resistencia popu-
les, panorama trascendente en que la sociedad lar a crear territorios festivales exentos, a la
en su conjunto, o una de sus fracciones, pro- manera de festódromos, en los que la celebra-
yecta e inscribe en términos místicos su propio ción ha renunciado a sus marcos naturales para
ser, un ser del que no siempre brinda pruebas quedar reducida a una pura caricatura.
158 / Disoluciones urbanas
De lo común a lo colectivo / 159

Tenemos así que los espacios circulatorios las posiciones, una morfología que remite no a
pueden ser empleados para finalidades de or-
lo que ocurre dentro de la concentración estáti-
den no sólo instrumental -canalizar y consti-
ca o ambulatoria, sino fuera de ella, en el plano
tuirse en desembocaduras de velúculos, viajeros, de las relaciones sociales reales o ideales, en
bienes y mensajes que trazan infinidad de ese contexto en el que se ubica y del que es, a
diagramas en todos los sentidos de la topogra:fia un tiempo, emanación y modelo maquetado.
urbana-, sino también simbólico-expresivo. Lo Todos y cada uno de los participantes, cada
que estas prácticas de estasis o de deambulación
objeto, cada lugar específico por el que se tr~s-
operan es una especie de sacralización --en el
curre ... , son protocolizados, es decir, sometidos
sentido de dotación de un sentido superior al a una clasificación que los jerarquiza de acuer-
ordinario, es decir, de "puesta en valor"-de cier- do con criterios que se inspiran en cómó son o
tos puntos o de ciertos trayectos entre punt9s de cómo deberían ser las relaciones entre ellos.
la ciudad. Las expresiones festivales compórtan,
El uso extraordinario que recibe la calle o la
en todos los casos, una suerte de desplazamien::-
plaza es una expresión má~ de cómo una _co-
tos o estacionamientos supernumerarios, en el lectividad socializa el espacio para convertirlo
curso de los cuales un cierto itinerario o,un cier- en soporte para la creación y la evocación de
to cruce en el espacio vial reciben una calidad
significados, territorio en el cual amontonar,
especial, que, entre otras cosas, comporta una
de una manera que nunca es arbitraria, sig-
alteración en el uso diferencial que recibe.habi- nos: gigantes y cabezudos, eslogan reivin-
tualmente. La calle o la plaza, de pronto, pasan
dicativo, imagen religiosa sacada en procesión,
a servir para una sola cosa.
banderas y pancartas, himnos políticos o reli-
Por otra parte, resulta como si la presencia giosos, gritos desordenados del carnaval, mú-
masiva de ciudadanos reunidos en un lugar o en
sica al'egre de los pasacalles ... , empleos es-
movimiento en una sola dirección, juntos, si- pecíficos del espació público por parte de una
guiendo un mismo ritmo, quisiese proclamar la
colectividad que; inmóvil o itinerante, nunca
plusvalía en el valor simbólico de los espacios en
escoge en vano sus preferencias espaciales. En
los que se aglutina o por los que transita. En
esas circunstancias, el espacio público es ob-
estas actividades, la distribución de los actores
jeto de una transformación n~ sólo por lo~ cam-
y de los repertorios simbólicos no es nunca arbi-
bios en la intensidad y la calidad del fluJo que
traria. La disposición de cada uno de los elemen- ·
por él se arremolina o se mueve, sino también
tos concurrentes -público, autoridades, por todo tipo de manipulaciones acústicas y
imágenes, sonidos, emblemas o símbolos- es el
ornamentales, que dan idea de la naturaleza
resultado de una tarea discriminatoria de la que
que los actos festivos tienen de auténticas
la fuente es una determinada organización de
160 / Disoluciones urbanas De lo común a lo colectivo/ 161

performances, 1 de las que las aceras, las cal- cepción festivo: condición colectiva, lindes tem-
zadas, las esquinas, los balcones, los quicios, porales precisos, alteración de las conductas,
las esquinas, los comercios y todos los demás usos inhabituales del espacio público, acciones
elementos escénicos de la vida ordinaria de la prescritas, una determinada gestualidad, trans-
ciudad, son, al mismo tiempo, decorado y, por gresiones pautadas, narraciones que justifican
la súbita revitalización, parte misma del cua- la instauración del acto festivo, repetitividad cí-
dro de actores. clica o periódica.
La misión de la fiesta es convertir en reales Tenemos entonces que de la fiesta sólo podría-
situaciones o instancias imaginadas, pero que mos decir que es tan sólo una energía, una pura
no gozan de existencia sustancial, o acaso, que potencia. Esa energía desencadenada se ejerce
sólo se insinúan en la vida ordinaria. La fiesta en dos sentidos distintos, incluso aparentemen-
sirve, así, para que aflore por unos momentos te antagónicos. Puede ser formalizadora, es de-
lo que está latente, lo larvado, la parte oculta cir, puede dotar de forma un contenido cual-
del orden social, lo que se intuye en potencia, lo quiera, haciendo que un magma social, en prin-
que es temido o anhelado -o tal vez ambas co- cipio informe, cobre un perfil y se arrogue unos
sas a la vez-, lo que de algún modo- se sabe determinados contenidos legitimadores. Pero
que está ahí fundando o negando lo evidente, lo también puede hacer todo lo contrario, inclu-
que posibilita o desbarata la posibilidad de lo so al mismo tiempo. Puede deformar lo que se
cotidiano. La fiesta es, así, un ámbito en el que suponía estructurado, desfigurar cualquier rea-
los miembros psicofisicos de la sociedad son co- lidad social presuntamente sólida hasta hacerla
locados ante el espectáculo de la naturaleza irreconocible, una masa sin rasgos precisos,
última de ésta, puesta en escena de lo alto o de sin rostro. Por un lado, esa potencialidad se
lo bajo de la vida colectiva, de lo sublime y de lo administra sobre una vida ordinaria incons-
diabólico de sus dispositivos más estratégicos, tante, fragmentaria, para obtener, como
de lo que sueña o teme saber qué es. En ese mágicamente, de ella, figuras claras, formas o
apéndice del que la realidad se ha dotado, se estructuras nítidas, fácilmente reconocibles.
verifican los rasgos que definen el estado de ex- Por el otro, puede hacer justo lo contrario, es
decir, aplica su fuerza sobre ese magma activo
que conforma la experiencia del mundo mo-
1 D. Noyes, "Els performances de fayana a la Catalunya derno para acelerar todavía más su tendencia
moderna: ostentació, respecte, reinvidicació, rebuig", a la dispersión, sus cualidades más anémicas.
en: J. Capdevila y A. García Larios, eds., Lafesta a La fiesta convierte lo molecular en molar, pero
Catalunya. La festa com a ve hiele de sociabilitat i
d'expressió política, Barcelona, Publicacions de
también puede hacer estallar en mil pedazos
l'Abadia de Montserrat, pp. 125-151. lo que de consistente pudiera haber sobreviví-
162 / Disoluciones urbanas De lo común a lo colectivo/ 163

do a las agitaciones de la vida cotidiana. Ge- secretamente alterada y, por tanto, de su rever-
nera unidad, pero también puede atomizar to- sibilidad y de su revocabilidad.
davía más una vivencia de lo social como algo Es en ese orden de cosas que la fiesta es una
que ya de por sí se percibía en proceso de di- máquina que puede ser dispuesta para procla-
solución mar una identidad personal o colectiva cual-
La fiesta sacraliza la ilusión de comunidad, quiera, o para disolverla; para que los individuos
entendida como reducción a la unidad de un afirmen quiénes son o para que lo olviden. La
conglomerado humano extraordinariamente di- fiesta puede anular las diferencias y hacer que,
verso, pero que puede realizar en un determina- de pronto, aparezca no importa qué unidad. Pero
do tiempo y lugar ese acto de comunión en el también puede multiplicar -o dividir- hasta
que se funda. Pero también lleva a su extremo la el infinito esas mismas diferencias. Aúna lo di-
tendencia que las sociedades complejas e;xperi- verso, sin que sea menos cierto que también
mentan hacia el estallido de toda estructura, Ja puede diversificar cualquier uno, hasta no de:..
apertura de perspectivas inéditas a la hora de j ar ni rastro de él. ·
iniciar no importa qué dinámica o proceso, un De este modo, podríamos tipificar ese tipo
nuevo barajado de las cartas que va distribu- de mecanismos -:-a los que se agrupa bajo el
yendo el sistema social entre sus componentes. epígrafe común de fiestas- como centrípetos
. Ese desbarajuste que niega y alimenta al mis- o centrífugos, o como convergentes y divergen-
mo tiempo la organización colectiva, que ad- tes, en función de si la energía desencadenada
vierte sobre lo precario de su orden, ya tiene fusiona o fisiona la composición compleja de
un ámbito en el cual insinuar su existencia: el la vida social, si unifica lo diseminado o lo frag-
propio espacio público, es decir, ese marco menta aún más. Entiéndase bien que no se tra-
medioambiental en el que la vigilancia de las ta de una tipificación que afecte a las fiestas,
instituciones se debilita y todo puede ocurrir en sino a las tareas simbólicas que las fiestas eje-
cualquier momento. En este caso, la fiesta fun- cutan a la hora de poner en relación lo real
ciona de acuerdo con la mecánica de lo que con lo imaginario. Ello implica que en un mis-
Bateson y los teóricos de la escuela de Palo Alto mo conjunto festivo pueden contemplarse am-
llamaban el double bind -orden de desobede- bas funciones, puesto que nada hay de
cer, instrucciones paradójicas, espontaneidad incompatible entre ellas. Antes al contrario, esa
exigida-, cuya función es colocar a los miem- labor complementaria es justamente en lo que
bros de una determinada asociación ante un consiste la función simbólica de la fiesta como
desbaratamiento de la estructura social, una operador al mismo tiempo sociológico e inte-
disolución controlada de todo orden que advierte lectual.
de su condición construida, de su naturaleza
164 / Disoluciones urbanas De lo común a lo colectivo/ 165

2. La comunidad en escena po, espectadores anónimos de la representación.


Allí descubrimos lo que necesitábamos saber:
Como se acaba de hacer notar, la fiesta puede que nunca acabamos en nosotros mismos. Nos
ser un recurso mediante el -cual una comuni- es dado contemplar, entonces, cómo la comu-
dad cualquiera se brinda la posibilidad de ha- nidad a la que creemos o queremos pertenecer,
cer real su ficción compartida de unidad. Para entre convulsiones, contorsionándose, es violen-
ello opera una manipulación del tiempo y del tamente poseída por sí misma.
espacio sociales, cuyo resultado es una defini- La fiesta es un dispositivo cultural de ordena-
ción capaz de identificar, es decir, de proveer ción tanto territorial como cronológica. Puntua
de identidad. La fiesta, en tanto que institución el tiempo y marca un territorio. Tal manipula-
y mecanismo de autoproclamación de la comu- ción del tiempo y del espacio sociales permite
nidad, es, entonces, el marco en el que s~.pro- que las fiestas puedan propiciar una especie de
ducen formas de ocupación ritual del espacio espejismo de comunalidad, un efecto óptico que
urbano. permite contemplar una imagen que dificilmen-
De hecho, la catarsis en la que la fiesta sub- te podría ser registrada en condiciones de nor-
sume a sus participantes, y que supone una malidad. En las sociedades urbanizadas, las
alteración radical de la vida ordinaria, funciona fiestas suscitan la imagen de auténticos coágu-
a la manera de una posesión. Todos y cada uno los de identidad en un espacio público enel que,
de quienes se dejan arrastrar por el delirio fes- de ordinario, nadie tiene identidad, en el sentido
tivo son víctimas de un trance en el que la per- de que la interacción allí se produce entre perso-
sonalidad ordinaria ha sido suplantada por otra. nas que permanecen anónimas entre sí, que
En tal estado, grupos compactos de individuos mantienen en secreto quiénes son, qué piensan,
ordinarios toman al asalto los escenarios grises qué sienten o qué quieren. La fiesta tiene, entre
de la vida cotidiana, las calles, los parques pú- sus potencialidades, la de anular el principio de
blicos, las plazas, y levantan en ellos efimera- reserva y discreción que orienta la actividad pú-
mente la utopía de una comunidad humana blica de las personas en contextos urbanos, agre-
dueña de su propio tiempo y de su propio espa- gando, por un breve período de tiempo, a los
cio. En cada fiesta, una comunidad encuentra habitantes de un mundo desagregado, generan-
la posibilidad de poner en escena enérgicamen- do centralidad, continuidad y congruencia en un
te una existencia y unos poderes que la vida de- escenario como el que constituye la vida públi-
cada día sólo permite presumir. Ordena bajar a ca, caracterizado por las territorializaciones efi-
la calle, hacer esto o lo otro, acudir a este o meras y las sociabilidades frías y débiles.
aquel otro punto ... , y vamos como hipnotizados La lógica festiva puede hacer carne entre no-
a cumplir nuestro cometido de actores y, al tiem- sotros el mito de la comunidad como entidad
166 / Disoluciones urbanas De lo común a lo colectivo/ 167

mística que traslada a la vida social el principio pero inverosímilmente regular, del componente
de la consubstancialización divina del cristianis- sociohumano de la ciudad, de manera que unos
mo. 2 Esa conjunción se produce bajo la forma determinados colectivos pueden usar simbóli-
de una corporeización de la sociedad, pero una camente el espacio urbano como una platafor-
corporeización orgánica -la comunidad-, de la ma para formalizar una cuadrícula identitaria
que la proyección menor sería el hogar y la que nunca se podría reconocer entre las prácti-
mayor, la patria. La fiesta puede actuar, por cas sociales reales.
tanto, como una negación del espacio público, La diferenciación irregular e inestable que
puesto que los concelebrantes se encuentran en puede contemplarse en la vida cotidiana se
condiciones de privatizar, por así decirlo, ese transforma, gracias a la eficacia simbólica de la
espacio, sustraerlo de su naturaleza de accesi- fiesta, en una taxonomía de delimitaciones cla-
ble a todos, para imponer una cierta exclusivi- ras. Los conjuntos sociales no son entonces lo
dad, puesto que sólo los participantes se que la fiesta convoca, sino ante todo lo que la
consideran legitimados para usar una calle, una fiesta genera, suscitando la impresión de que la
plaza, un parque que ha devenido de ese modo sociedad urbana global es un conglomerado de
suyos. grupos humanos claramente contorneables,
Las fiestas son oportunidades en las que los dentro de los cuales cada uno de sus miembros
espacios de la vida colectiva en la ciudad -las puede reconocerse como plenamente integrado.
calles, las plazas, los parques- ven modificar Esta maniobra produce la alucinación de una
su versatilidad habitual para, como ya se ha sociedad urbana sin esquemas paradójicos ni
anotado, conocer una unificación en sus fun- estructuras ambiguas, una entidad que de pron-
ciones. Puede ser que esos espacios sean re- to se puede mostrar investida de una cualidad
clamados como propios por determinadas que ni posee ni puede poseer: la congruencia.
mayorías sociales, que se arrogan el monopo- La fiesta actúa en estos casos como un dis-
lio sobre su uso. También puede ocurrir que positivo de representación, cuya misión es la
las fiestas sirvan para que los segmentos so- de espectacularizar una determinada comuni-
ciales -incluso los más minoritarios- puedan dad humana, mostrándola, a sí misma y a las
escenificar su propia epifanía. En estos casos, otras, como dotada de unos límites simbólicos
las fiestas figuran una naturaleza-multiforme,_ específicos y otorgándole a sus miembros -la
posibilidad de experimentar una determinada
- - - - -- - -- - -- - ----- verdad identitaria, una burbuja de autenticidad
2 Cfr. E. Tassin, "Espace comun ou espace public? L'an- en la que los individuos pueden vivir de acuer-
togisme de la communauté et de la publicité", Hennes, do con lo que "realmente son", consecuentes por
(10), 1991, pp. 23-37. fin consigo mismos, sin los disfraces que las
De lo común a lo colectivo/ 169
168 / Disoluciones urbanas

dinámicas cotidianas les imponen, sin tener que plicación interna. El paréntesis festivo crea la
disimular una suerte de "identidad natural" que ilusión de un grupo naturalmente ordenado, sin
en el día a día han de mantener velada. pluralidad, sin complejidad, sin conflicto.
La fiesta transmuta el espacio social colectivo Se vuelve a hacer evidente la apreciación que
en un espacio social común, es decir, convierte la primera socioiogía francesa hacía sobre cómo
la cohesión social automática que se despliega los sistemas de representación no solían hacer
en una sociedad compleja, en gran medida eco de los fracasos y las mezquinidades que la
autorregulada y con amplios ámbitos de su di- experiencia real no dejaba nunca de consta-
námica abandonados a una cierta inorganicidad, tar. Bien podríamos aplicar al campo de las
en coherencia cultural, y, a partir de ahí, en una escenificaciones festivas lo que Durkheim es-
estructuración basada no en las prácticas, sino cribiera a propósito de la vida religiosa, cuando
en las consciencias compartidas, a la manera de notaba que la sociedad de la que era el sustrato
la solidaridad mecánica de DurkheinÍ o la no se correspondía con la realidad, "llena de
Gemeinschaft de T6nnies. Los vínculos ya no son taras y de imperfecciones". Parafraseando un
insinceros e interesados entre personas que se párrafo de Las formas elementales de la vida
protegen unas de otras, sino cálidos y fundados religiosa, bien podríamos decir que la comuni-
en la franqueza y la fraternidad. dad humana que la fiesta dramatiza, no es "un
En. un contexto general marcado por el pro- dato empírico, definido y observable; es una
ceso simultáneo de heterogeneización y homo- quimera, un sueño en que los hombres han
geneización que implica la actual fase del acunado sus miserias, pero que nunca han vi-
proceso de modernización, definible a partir de vido en realidad". 3 La firmeza y la congruencia
todo tipo de interdependencias e intersecciones, que las fiestas proclaman, hacen el portento de
cuando se revela cada vez más imposible la leal- una súbita simplificación de la realidad, que la
tad de los individuos a una sola identidad par- libera de una ininteligibilidad que para muchos
ticular, la fiesta puede hacer brevemente resulta cognitiva y sentimentalmente inacepta-
realidad la posibilidad, que una comunidad ble. La fiesta supera mágicamente todas las
siempre imaginaria tiene, de quedarse unos contradicciones que hacen inviable que el con-
momentos a solas consigo misma, sin interfe- junto social que se autofesteja pueda existir de
rencias, sin concesiones, sin tener.que compar- verdad más allá de los propios limites que la
tir, con las demás no menos imaginarias celebración levanta. Planteándolo de otra ma-
comunidades, el tiempo y el espacio. El orden y
la jerarquía que organizan las fiestas pueden - - - ----- - - --- - --- -
implicar que ese grupo social que se hace con- 3 Durkheim, Les fonnes elementals de la vida religiosa,
gruente ha suprimido también su propia com- Barcelona, Edicions, 1982, pp. 424-425.
De lo común a lo colectivo / 171
1 70 / Disoluciones urbanas

nera, las fiestas permiten que las comunidades 3. La identidad disipada


se miren en un espejo mágico en que encuen-
tran la posibilidad de contemplar la viva ima- Hemos visto cómo la fiesta, en tanto que dispo-
gen de lo que no son, ni nunca han sido, ni sitivo social destinado a realizar lo imaginado,
serán nunca. puede hacer visible una comunidad que la ~da
El paréntesis festivo tiene la capacidad de cotidiana sólo permitiría anhelar. Esa fiesta eJer-
crear la ilusión de una sociedad homogénea y ce en esos casos una fuerza centrípeta Y forma-
uniformizada -la de los propios-, que por lizante. Pero, como ya se ha adelantado, esa
unos momentos desmiente la pluralidad y la misma energía que la fiesta descarga, esos mis-
contradictoria complejidad de la sociedad real, mos acontecimientos que suscita, pueden ha-
en la que el grupo que se autocelebra en la cer justo lo contrario: aplicar su potencia en un
fiesta volverá a diluirse una vez haya ésta con- sentido centrífugo y desfigurante, y hacerlo lle-
cluido. La fiesta satisface las necesidades de vando hasta su extremo la inestabilidad propia
un medioambiente societario en el que, como de los espacios públicos, las propiedades
Martín Barbero ha señalado, "todos los grupos estocásticas de lo que ocurre en las calles o las
sociales, ya sean políticos o culturales, buscan plazas de cualquier ciudad, su virtualidad a la
su visibilidad y reconocimiento". 4 hora de hacer que proliferen sin límites las
Ahora bien, no se trata tanto de que la iden- interacciones entre desconocidos que han pues-
tidad utilice la fiesta para escenificarse. Al con- to en suspenso quiénes son y se abandonan a
trario, la identidad no es el alimento de la fiesta, una interrelación en gran medida sometida a
sino su resultado. La identidad sólo puede todo tipo de incertezas, en la que las adaptacio-
vivirse como una realidad exenta y autónoma nes identitarias han de ser constantes. La fies-
en el discurso que la fiesta enuncia, esto es, ta, en ·este caso, no reclama comunión alguna,
en su propio simulacro, fuera del cual la iden- no demanda un principio de conformidad con
tidad se desvanece o se mantiene como una contenidos explícitos de ningún tipo, puesto que
latencia sentimental, siempre expectante a que ni sostiene ni se deja sostener por discurso con-
la próxima fiesta le conceda el irrealizable de- creto alguno, que no sea, como mucho, el de
seo de ser. ese conjunto elemental de reglas de cortesía que
organizan una vida cotidiana que ya er~ antes
un baile de disfraces y una gran comedia de la
disponibilidad.
4 J. Martín Barbero, "De los medios a las culturas", en La fiesta, entonces, no dice nada, sino que se
J. Martín Barbero y A. Silva, eds., Proyectar la comu- limita a hacer, se convierte en escenario para
nicación, Universidad Nacional, Tercer Mundo, Santafé
de Bogotá, 1995, p. 18. · una acción polidireccional, por no decir espas-
1 72 / Disoluciones urbanas
De lo común a lo colectivo / 173

módica, convulsa. Su escenario natural, la ca- cirse: son lo mismo, piensan lo mismo, com-
lle, realiza de este modo, al máximo, su condi- parten una misma visión del mundo, están ahí
ción última de lugar para la acción, marco y en ese momento justamente para volver a co-
ecológico de todo tipo de .actividades y agitacio- mulgar juntos. En cambio, la colectividad que
nes, ámbito en que, siguiendo a Hannah Arendt, la fiesta centrífuga genera está ahí para que las
se desarrollan los modos de subjetivización no moléculas que la componen jueguen a ignorarse
identitarios. Por ello, la calle en fiesta se convier- y atraerse de acuerdo con movimientos impre-
te en algo distinto y en cierto modo contrario a decibles. Mientras que la fiesta comunal -o la
los territorios de identificación comunitaria o dimensión comunal de la fiesta- anula las dis-
familiar. Para integrarse en la realidad que la tancias entre individuos, la fiesta colectiva -o
fiesta así orientada genera, no hace falta ser, la dimensión colectiva de la fiesta- afirma esas
sino sólo estar, o, mejor dicho, acontecer. Quie- distancias, puesto que es del juego con ellas del
nes participan así en la fiesta se limitan 'a su- que dependen las sociabilidades, que sobre la
ceder, devienen su propio evento o el evento de marcha, se van desencadenado sin solución de
otros. Cada cual es lo que parece o quiere pare- continuidad.
cer: su propio cuerpo, puesto que es su corpo- Es cierto que a las fiestas se puede asistir
reidad y sólo su corporeidad lo que le otorga con el fin de recordar y dar a recordar quién es
derechos y deberes festivos. cada cual, es decir, lo que entiende o quiere
En estos casos, la fiesta basada en la frater- dar a entender que es "su identidad". Pero no
nidad difusa, al contrario de la basada en la es menos cierto que también se puede uno su-
fraternidad fusiona!, conduce a su máxima ex- mar a la fiesta, sumergirse en el torbellino que
presión la inautenticidad que caracteriza el es- suscita,justamente para lo contrario, es decir,
pacio público, las potencialidades de la pura para olvidarse de quién se es, anular momén-
exterioridad y del anonimato, la renuncia'a la táneamente el nicho identitario que cada cual
identificación. La comunidad, como su propio se asigna o le asignan, para anonadarse, esto
nombre indica, se basa en la comunión; pero lo es, para volverse nadie, nada, para disfrutar
que el accidente espacio-temporal provocado por de las posibilidades inmensas del anonimato y
la fiesta ha suscitado ahora es una unidad so- de la máscara, para disfrutar al máximo de la
cial que -como las que hace y deshace sin pa- infinita capacidad socializadora que concede
rar la vida pública- no se basa en la comunión, - el simulacro, las medias verdades, los sobre-
sino en la comunicación. No es una fusión, sino entendidos, los malentendidos y hasta lamen-
una fisión o, si se prefiere, una difusión. La co- tira.
IIJ.unidad no requiere que sus miembros se co- Se reencuentra aquí, en contextos urbanos,
muniquen, puesto que no tienen nada que de- la communitas a la que dedicara su atención
174 / Disoluciones urbanas De lo común a lo colectivo/ 175

analítica Victor Turner. 5 Y reaparece de la mano el estructural, en el campo situacional la posi-


de esas eventualidades programadas, que con- ción de los copresentes es, por definición casi,
sisten en la ocupación tumultuosa del espacio de tránsito. En ese territorio movedizo, los pro-
público por parte de personas ordinarias que tagonistas lo son de un permanentemente acti-
se abandonan a un intercambio generalizado y vado rito de paso, una suite de protocolos en la
sin limites. Esta producción de communitas no que se despliega la ambigüedad crónica de los
constituye una excepción, sino una intensifica- encuentros, la dialéctica constante que la natu-
ción o aceleramiento de lo que son las condicio- raleza reversible de éstos demanda entre víncu-
nes .cotidianas de existencia de ese espacio lo y puesta a distancia, entre seducción y des-
público, vectores de fuerza que son al mismo confianza mutuas.
tiempo disolventes y liberadores. Henri Lefebvre Se entiende entonces, en su sentido más ra-
advirtió en su día ese fenómeno, al referi;rse al dical, en qué consiste la calle como ese espacio
"paso de lo cotidiano a la fiesta en y por la s9- en el que siempre está a punto de ocurrir algu-
ciedad urbana". 6 Eso es así en tanto que el es- na cosa, incluso alguna cosa que trastoque lo
pacio público vive en una permanente situación hasta entonces dado, que lo desintegre como
de communitas atenuada, en la medida en la consecuencia de una apertura a lo incierto y al
que todo él está hecho de liminalidades, es de- azar. La comunidad puede ver, entonces, en la
cir, umbrales, tierras de nadie. fiesta, lo que ya creía entrever en la actividad
Si la fiesta puede generar territorios iden- normal de las calles de cualquier gran ciudad:
titarios, también puede suscitar el estableci- su peor enemigo, puesto que en 1a fiesta, como
miento de tiempos o espacios fronterizos, es en la calle, se produce la apoteosis natural de
decir, tiempos y espacios sin amo, limites que sociabilidad en la que el distanciamiento une y
sólo pueden ser cruzados y en los que cada cual los intervalos son puentes. Si el modelo de la
deviene contrabandista o fugitivo. Planteado de fiesta comunitaria se proyecta hacia lo domés-
otra manera: la fiesta procura la intensificación tico en forma de celebración familiar y hacia lo
máxima de las propias cualidades rituales de político, en forma de conmemoración patrióti-
la vida cotidiana, esa substancia básica que ca el modelo de la fiesta disolvente -de la que
Goffman había percibido alimentando las el 'carnaval es sin duda el paradigma- se pro-
interacciones. Al contrario de lo que ocurre en yecta sobre la actividad ordinaria en los espa-
cios públicos, ámbitos constituidos e instituidos
en la heterogeneidad y en los que la conviven-
5 Cfr. V. Turner, El proceso ritual, Madrid, Taurus, 1988. cia se produce no con personas, sino entre per-
6 H. Lefebvre, La vida cotidiana en el mundo moderrw, sonas. Y entre personas que se han hecho
Madrid,Alianza, 1984,p.247. presentes y participan -en la fiesta, en el espa-
176 / Disoluciones urbanas De lo común a lo colectivo / 177

cio público-- sin ser concitadas a confesar cuá- que las partículas que lo conforman recuperen
les son sus adhesiones culturales, sus convic- momentáneamente su situación -no tanto pre-
ciones ideológicas o religiosas, sus orientaciones via, como latente- de desorganización, o, me-
sexuales, sus fortalezas o debilidades morales. jor dicho, de a-organización, de a-estructura.
Espacio de traidores y agentes dobles. Esas si- Cuando esa misma fuerza se aplica para con-
luetas que se agitan no han sido inquiridas a formar un espejismo comunitario, lo que pro-
confesar sus motivaciones íntimas. Ni siquiera duce es una estructuración no menos excesiva,
sus verdaderas intenciones. una perfección orgánica imposible. Tanto en un
Esa disolución festiva del orden social, el re- caso como en otro, la fiesta coloca a una colec-
greso a las turbulencias que lo originaron - tividad humana ante aquello que en última ins-
pero que no están antes, sino que 'permanecen tancia siempre sospecha y teme ser: una bestia,
en todo momento debajo--, no implica unane- un monstruo, un híbrido, o, algo aún más es-
gación. Antes al contrario: el desbarajuste fes- pantoso: un ser perfecto.
tivo proclama lo que, antojándose el anuncio
delinminente final del cosmos social, es en rea-
lidad su principal recurso, su requisito, supo-
sibilidad misma. La efervescencia festiva ha
generado otro cuerpo, pero un cuerpo que no es
otra cosa que un puro orden muscular, un ser
que piensa sin cerebro, que respira por la piel,
que digiere con los ojos.
Lejos de reproducir, y mucho menos celebrar,
los esquemas explícitos de la cultura y la socie-
dad, la fiesta implica de algún modo su
desquiciamiento, su dislocación, por la vía ya
sea del delirio dionisíaco de la fiesta caótica o
del sueño de comunidad que la fiesta de orden
realiza casi paródicamente. La fiesta, en cual-
quiera de sus dos grandes funciones, pone en-.
tre paréntesis la ciudad, impone una zona de
sombra. Tanto si formaliza como si deforma, lo
que la fiesta produce es una entidad atroz e in-
concebible. Cuando la energía festiva se aplica
para desventrar el orden social, lo que logra es
Dinámicas identitarias y espacio público J 179

tos migratorios de los que esas mismas ciuda-


des han dependido para crecer y prosperar, al
mismo tiempo que nutrían aquel cosmopolitis-
mo en el que la sociedad urbana encuentra su
marca de singularidad. Se trata de gentes de
otros países, de otros continentes, pero tam-
bién de las zonas rurales de la propia nación,
6 miembros de aquellas sociedades que se con-
sideraban jurisdicción de los antropólogos y
que hasta hacía poco eran motivo de la curio-
sidad que despierta lo atávico, lo raro o lo leja-
no. De tal forma, una multitud de aquéllos a
Dinámicas identitarias los que un día quisimos conocer como rústi-
cos, exóticos o salvajes, son hoy nuestros veci-
y espacio público nos, nuestros compañeros de trabajo o de
estudio o, por lo menos, compartimos con ellos
amplias parcelas de nuestra vida cotidiana:
aquellas que transcurren en espacios y tiem-
1. El desquite de la diferencia pos públicos o semipúblicos.
En relación a la llamada cuestión de los
Las grandes urbes del planeta están siendo en inmigrantes -que al menos en Europa la pren-
la actualidad escenario de una aparente para- sa y los gobiernos tanto se empeñan en presen-
doja. Al mismo tiempo que, como consecuencia tar corrio problema, siendo como está siendo en
del proceso de homogeneización impuesto -por tantos sentidos una solución-, hay algo que
Occidente en su expansión, se producía la amor- deberiamos planteamos con seriedad. Si se pien-
tización de los sistemas de mundo minoritarios sa detenidamente, la ciudad es un ámbito en el
y más débiles, ubicados fuera o en la periferia de que todo el mundo puede sentirse -incluso re-
las sociedades urbano-industriales, la diferencia- cién llegado-- como en su casa, al tiempo que
ción cultural aparece reproduciéndose con _ -porque la experiencia de la ciudad es siempre
extraordinaria fuerza en el interior mismo de las la de una cierta desorientación- todo el mun-
ciudades globalizadas. Los protagonistas de ese do también, incluso el nativo, tiene motivos para
crisol cultural hoy, las metrópolis contemporá- sentirse alguna vez extraño. O, diciéndolo en
neas, son, en gran medida, quienes han llegado palabras de Isaac Joseph, "en diversos grados,
a instalarse en ellas arrastrados por movimien-
180 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 181

todos nosotros somos inmigrantes en nuestra sol de la ciudad, y para ello se deja colonizar
relación con el espacio público". 1 por aquellos de quienes espera asilo. Se trata
Son las coordenadas sociohistóricas y económi- de lo que algunos teóricos norteamericanos lla-
cas concretas las que inscriben y clasifican a man aculturación de los inmigrantes, y los bri-
quienes alcanzan sus puertas en un imaginario tánicos contacto cultural. Pero, si ello es cierto,
colectivo, en función del cual pueden ser acogi- también lo es que, en tanto que explorador que
dos como factores de enriquecimiento o exclui- es de comarcas para él ignotas, todo inmigrante
dos como fuente de peligro y contaminación. A es, por idéntica causa, también un colonizador,
su vez, hay que decir que la bulimia de las con- o si se prefiere, algo así como un contrabandista
figuraciones urbanas y la insuficiencia que pue- de productos culturales cuyo destino es el de
den experimentar sus dispositivos de asimilación, modificar-las condiciones con las que se encuen-
son responsables de los fenómenos de superpo- tra a su llegada.
blación, de violencia o de depauperación que Cabe, con relación a ello, plantearse una cues-
sufren hoy por hoy un buen número de núcleos tión fundamental, relativa a lo que se presume
urbanos de todo el mundo. Pero nada desmenti- con frecuencia que son los problemas de inte-
ría la verdad de que si el llamado inmigrante ha gración del inmigrante en la sociedad que hace
venido, es porque ha sido antes interpelado para de anfitriona. Lo que recibe al inmigrante que
venir, convocado: tiene pues derecho a la ciu- llega a la ciudad, ¿es de veras "una cultura"?
dad. Es más, ¿creemos de verdad que la ciudad ha
Lo que tenemos, -en cualquier caso, es que experimentado alguna vez algo parecido a un
para millones de seres humanos la ciudad ha estado cultural de partida? ¿Se puede hablar
sido y está siendo el final de una singladura. Es seriamente de la ciudad como un espacio cul-
eso lo que hace de todo inmigrante un explora- tural cohesionado al que el recién llegado pide
dor, un naturalista que analiza las conductas que se le acepte? ¿O es más bien una maraña
de los que toma por indígenas y a quienes trata de estilos de hacer y de decir a lo que el viajero
de imitar con tal de ser aceptado como digno de ha de amoldarse? La conclusión a la que una
ser uno de ellos, sin renunciar del todo a sí mis- reflexión en tales términos nos abocaría sería,
mo. Procedente de más allá de los lindes de la de buen seguro, que quien es presentado como
polis, fugitivo de todo tipo de desastres y derro- . aculturado por antonomasia, el inmigrante, es
tas, el recién llegado reinvidica un lugar bajo el también a su vez un culturizador, alguien que
arriba y que a aquello con lo que se encuentra
le inserta o le sobrepone lo que de invisible lle-
vaba en su equipaje: los restos de su propio
1 J oseph, El transeúnte y el espacio urbano, Barcelona,
Gedisa, 1988, p. 87. naufragio.
182 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público J 183

Se ha escrito mucho acerca de las cosas que a una u otra y manteniéndose en un territorio
suceden cada vez que dos comunidades, una ambiguo y fronterizo que le permitiría, en la
anfitriona y la otra recién llegada, deciden nego- práctica, sentirse, sin contradicción, dos o más
ciar los términos de su copresencia. Sabemos cosas distintas al mismo tiempo. De hecho, tal
que, con frecuencia, esa comunicación forzosa operación implicaría, en la práctica, devenir
desemboca en reformulaciones tanto de la ma- protagonista crónico de un estado parecido al
nera de hacer y de decir de la sociedad recepto- de la fase liminal de los pasajes rituales, aque-
ra, como de la de los recién llegados, destinadas lla que, parafraseando a Turner, coloca al exi-
ambas, a su vez, a formar sociedad entre ellas. liado en una situación en la que "no es ni una
Es entonces cuando los respectivos repertorios cosa ni otra", de lo que resulta al mismo tiem-
simbólicos se ven alterados por la acción de una po la posibilidad misma de ser ambas cosas a
energía que vuelve a barajar sus elementos para la vez.
producir una nueva .distribución de los sentidos. Existir como, por ejemplo, plenamente
Este fenómeno, por lo que hace a las socieda- urbanitas, sin dejar por ello de ser de álgún
des exiliadas, ha sido constatado desde diferen- modo todavía de pueblo. O ser europeos de ple-
tes estilos de conceptualización-reinterpreta- no derecho, sin por esa causa abandonar del
ción (Herskovits, Bastide), génesis (Durkheim, todo la identidad de africanos, latinoamerica-
Lévi-Strauss), bricolage (Schnapper), o sencilla- nos o asiáticos. Norteamericanos, sin dejar de
mente invención (Ranger, Hobsbawn)-, pero ser algo irlandeses; catalanes, pero todavía an-
siempre para_ constatar como los modelos cul- daluces; franceses, pero también bereberes o
turales de grupos humanos obligados al éxodo laosianos. Las figuras híbridas de los ítalo-ame-
experimentan metamorfosis, hibridaciones, ricanos, los anglo-caribeños, los afro-brasileños,
muchas veces auténticas mutaciones, que son etc., permiten justamente esa combinatoria que
. la consecuencia de una doble necesidad: lá de satura el mapa taxonómico de la población ur-
adaptarse a condiciones crónicamente nuevas bana, trenzando una urdimbre de campos
e inestables, y la de hacerlo sin perder en ello identitarios poco o mal definidos, ambiguos, que
del todo una cierta idea de continuidad y per- se intercalan, se sobreponen o se interseccionan
sistencia. en relación a otros y que, al final, acaban ha-
Digamos que es como si se quisiese congelar _ ciendo literalmente inviable cualquier cosa pa-
el momento mismo del tránsito, aquel en que el recida a una mayoría cultural clara. Se impone
grupo inmigrante se vería a sí mismo como fe- entonces la imagen de la ciudad como calidos-
lizmente -atrapado entre dos culturas -,-la de copio, en el que cada movimiento del observa-
origen y la anfitriona-, sin necesidad de elegir dor suscita una configuración inédita de los
todavía de forma definitiva su adscripción étnica fragmentos presentes.
184 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público/ 185

Se oye hablar con frecuencia sobre la urgen- Todd, cuando señala la lealtad de los inmigrantes
cia de integrar culturalmente a los inmigrados. turcos o magrebíes a sus ideas tradicionales res-
Pero, repitamos la cuestión central ya plantea- pecto de la mujer o la familia como una traba
da: ¿es la ciudad un espacio cultural cohesio- para su asimilación-,2 los micro-climas cultu-
nado que puede elegir si acepta o no lo que le rales que los inmigrantes propician allá donde
llega de fuera? ¿No sería más exacto decir que a se asientan, y en los que se reorganizan elemen-
lo que el llamado inmigrante tiene que amol- tos más o menos distorsionados de la tradición
darse es a un embrollo de estilos de actuar y de origen, no sólo no son un inconveniente para
pensar? La adaptación del inmigrante al medio la modernización urbana, sino que, una vez de-
ambiente cultural de la ciudad que le recibe se mostrada su compatibilidad con la nueva distri-
hace bajo la forma de una nueva aportación bución de papeles que le afecta, se suelen revelar
sedimentaria a un delta, en el que ya se, acu- como instrumentos adaptativos de la máxima efi-
mulan los residuos que han dejado a su paso cacia.
todo tipo de avenidas. Referirse a la ciudad en Se devela de este modo la condición de falso
términos de multiculturalidad, interculturalidad problema que afecta la oposición tradición-mo-
o de mestizaje cultural es, por ello, incurrir en dernidad, puesto que es el proceso de moderni-
un pleonasmo, puesto que una ciudad sólo .ad- zación el que exige constantemente mantener
mite ser reconocida culturalmente como amon- viva la ilusión de que una cierta tradicionalidad
tonamiento de legados, testimonios, tránsitos, se mantiene todavía viva en no importa qué es-
presencias ... , inmenso sistema de nudos que tado, aunque sea a costa de reconocer quepo-
trenzan entre sí quienes se reclaman iguales cas cosas hay más modernas que la propia idea
justamente porque han obtenido antes el dere- de tradición.
cho a ser reconocidos como distintos. Tal funcionalidad de la lealtad a la tradición
como mecanismo al servicio de la modernización-
2. La lógica de las identidades en marcos urbanización de comunidades inmigrantes, apa-
urbanos recería certificada en diferentes niveles. En el
plano psicológico, se sabe que los sentimientos
Una argumentación como la propuesta hasta de diferenciación contribuyen de manera estra-
aquí establecería que la diferenciación cultural tégica a que las personas y los grupos logren
sólo en apariencia se comporta a la manera de_
un obstáculo para la integración de los inmi-
grantes en una sociedad globalizadora que los
acoge. Por mucho que algunos teóricos insistan 2 E. Todd, Le destin des immigrés. Assimilation et ségré-
todavía hoy en tal supuesto -como Emmanuel gation dans les démocraties occidentales, Pruis, Seuil,
1994.
186 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público/ 187

adaptarse a la complejidad y a la opacidad a la Estados Unidos, 6 por citar unos cuantos casos
que tienden las macrosociedades urbano-indus- estudiados, han obtenido un cierto grado de di-
triales, y puedan hacerlo al amparo de las ten- sidencia cultural con respecto de los estándares
dencias desestructuradoras que con toda dominantes en la sociedad receptora.
seguridad van a incumbirles. Así Leon y Rebeca Y todo ello sin hablar de la importancia que
Grinberg partían de una perspectiva psicoana- el mantenimiento de conductas culturales sin-
lítica para señalar que, "la posibilidad de desa- gularizadas ha tenido para que los inmigrantes
rrollar un sentimiento de "pertenencia" parece hayan podido enfrentarse a los cuadros de ex-
ser un requisito indispensable para integrarse plotación, injusticia y estigmatización que tan-
exitosamente en un país nuevo, así como para tas veces se han ensañado con ellos. Los ya
conservar el sentimiento de la propia identidad" .3 clásicos trabajos de Roger Bastide sobre la re-
En un plano sociológico, también se hé:l-de- sistencia cultural de los africanos emigrantes
mostrado empíricamente cómo el mantenimien- forzosos a América, o el estudio de Mary Douglas
to -o incluso el endurecimiento- de un cierto sobre el ritualismo de los irlandeses de las ma-
nivel de lealtad a formas de sociabilidad y a rismas en Londres, son ejemplos casi canóni-
pautas culturales que han traído consigo -y cos de este tipo de usos de la identidad para
que pueden reformular de múltiples maneras dotar de contenido ya la resistencia, ya la resig-
e incluso inventar sobre la marcha_;_, les permi- nación. Como contrapartida, otras investigacio-
ten a los inmigrantes controlar mejor las nuevas nes -como la de Luis Herrero Díaz sobre los
situaciones sociales a las que han de amoldarse. otomí, mazahua o náhuatl desplazados prime-
Piénsese en las elaboraciones de la escuela de ro a México D.F. y luego al gran asentamiento
Manchester (Mitchell, Epstein) sobre la retriba- urbano del Valle del Chalco--7 muestran como
lización de las relaciones sociales en las ciuda- la renuncia total a elementos culturales espe-
des centroafricanas, o las investigaciones que cíficos, referentes a sus comunidades de origen,
han demostrado esa eficiencia integradora que ha tenido catastróficos efectos en forma de una
los inmigrantes turcos en Alemania, 4 mujeres
colombianas en Bélgica5 o italianos en Francia o
5 A.-M. Van Broeck, "Les immigrés latino-américains
sans documents", en J. Leman, ed. Sans document.
Les immigrés de l'ombre, Bruselas, De Boeck
3 L. Grinberg y R. Grinberg, Psicoanálisis de la migración Université, 1995, pp. 31-71.
y del exilio, Madrid, Alianza, 1984, p. 35. 6 D. Schnapper, "Centralismo et féderalisme culturels:
4 M. Centisoy, "Les Turcs a Stuggart, évolution et les émigrés italiens en France et aux Etats-Units",
adaptation d'une communauté étrangere dans une Annales ESC, oct., 1974, pp. 1141-1159 ..
grande agglométarion allemande", Greco 13. Recherches 7 L. Herrero Díaz, "La periferia metropolitana: Chalco,
sur les migrations intemationales, 4 (5), 1982. una aproximación metodológica", en: P. García Jordán
188 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público/ 189

adaptación desestructurada al entorno urbano Pero, ¿puede tal criterio agotar la explicación
de recepción. de la diversificación cultural que los inmigrantes
En todos esos casos, una cierta heterogenei- protagonizan en las ciudades globalizadas de
dad cultural se desvela como un dispositivo cuya hoy? ¿ Qué podría decirse de todas esas situa-
labor es, paradójicamente, la de asegurar que ciones en la que la utilidad instrumental del
los aspectos más estratégicos del proceso de mantenimiento de la identidad no es clara, cuan-
modernización-urbanización -que no es en si do comunidades de origen inmigrante, pero ya
otra cosa que un proceso de homogeneización- considerablemente integradas en el plano eco-
puedan llevarse a término con mucha menos nómico, educativo, político, urbanístico, etc., y
dificultad que la que provocaría aplicarse sobre muchas veces acumulando más de una genera-
una masa· informe de seres. humanos deses- ción, parecen interesadas en mantener vivos sólo
tructurados y sumidos en la desesperacióny el ciertos aspectos no centrales de la vida social
desconcierto. de origen o se conforman·con escenificar, a ve-
En cualquier caso, en estos ejemplos que se ces en los límites de la pura parodia, fragmen-
acaban de citar, puede hablarse de una fun- tos monumentales de un realidad cultural a la
ción psicológica o social que sería consecuente que nadie se· plantea regresar de veras?
con el hecho de que, con frecuencia, las seg- Para intentar resolver ese aparente enigma-el
mentaciones sociales basadas eri la identidad de la persistencia de marcajes identitarios "inúti-
étnica coinciden con grupos de interés. En ellos les" entre comunidades que inicialmente fueron
se confirma la apreciación de Michael Herzfeld de inmigrantes, a pesar de que las condiciones
cuando, refiriéndose a los lugares comunes que que las hubieran hecho funcionalmente pertinen-
circulan en la Grecia contemporánea acerca del tes han menguado o desaparecido- deberemos
sistema de adscripciones étnicas, ve en los es- volver sobre nuestros pasos. Hemos dicho que
tereotipos no sólo deformaciones, prejuicios o las necesidades urbanas en materia de hetero-
reducciones simplistas, sino estrategias que en- geneidad se cubren sobre todo por medio de la
mascaran con frecuencia intereses y autojus- inmigración. Pero esa exigencia urbana de di-
tificaciones. 8 versidad, que es la que obliga a importarla del
exterior, es también causante de una intensifica-
ción -también detectada por los estudiosos de
Chicago- en los mecanismos de diferenciación
y M. Izard, eds., Conquesta i resistencia en la Historia que operan en el interior mismo de las ciudades.
d'Amerira, Barcelona, Universitat de Barcelona, 1992, Es de este modo que podemos contemplar como,
pp. 439-446.
8 M. Herzfeld, "La Pratique des stéréotypes", L'Homme,
junto a las expresiones de diversidad cultural
(121), jan-mars, 1992, pp. 67-72. provistas por comunidades originarias del cam-
190 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 191

po o de otros países, se generan procesos de nas emplean, para reconocerse intersubjeti-


heterogeneización que trabajan materiales de vamente, un criterio que no se funda ya, como
origen específicamente urbano. El resultado de en las sociedades tradicionales, en un concier-
esa dinámica identitaria endógena son etnici- to entre conciencias, sino más bien en un con-
dades de nuevo cuño, que se han organizado en glomerado de experiencias compartidas, y en
tomo a la música, la sexualidad, la ideología cuyo seno la codificación de las apariencias y la
política, la edad, las modas o el deporte, cada persistencia de determinados paralenguajes
una dotada de un estilo propio de entender la parecen desempeñar el papel de vertebradores.
experiencia urbana, lo que no impide que entre Si tal supuesto fuera cierto, tendríamos en-
ellas se produzcan todo tipo de solapamientos e tonces que los contextos urbanos conocerían dos
intersecciones. tipos diferenciados de lógica identitaria. Las nue-
Estas nuevas formas de etnicidad, por así. de- vas culturas ciudadanas habrían hallado una
cirlo, de producción propia presentan, cuanto nueva forma de identidad, ajena a los antiguos
menos en una primera instancia, una notable criterios "antropológicos", mientras que las co-
peculiaridad: no se basan propiamente -como munidades en las que se agrupan los inmigrantes
se supone que ocurre en las sociedades no mo- y sus descendientes se mantendrían más o me-
dernizadas y como en apariencia sucede tam- nos fieles al concepto tradicional de etnicidad,
bién con las culturas inmigrantes- en vínculos fundado en unas raíces vividas por los actores
de fe religiosa, idiomáticos, parentivos, territo- culturales como esenciales.
riales o histórico-tradicionales, sino mucho más Pero, ¿es verdaderamente así? ¿Esa división
en parámetros estéticos y escenográficos comu- entre etnicidades tradicionales -provistas por
nes, en redes comunicacionales compartidas y ciudadanos de origen inmigrante y en tanto que
en la apropiación del tiempo y del espacio civi- tales- ·y etnicidades de nuevo cuño -cuyos
les, por medio de un conjunto de estrategias de componentes serian originalmente urbanitas-
ritualización constante o periódicamente acti- es real? ¿O más bien resultaría ser tal separa-
vadas que atañen al espacio urbano. Es así que ción un mero efecto óptico, consecuencia de una
nos encontramos hoy ante la proliferación de resistencia, por parte de ciertos especialistas o
grupos humanos que funcionan como culturas de los cultivadores de la trivialización de la "di-
interiores y que, a partir de un nexo-común -la ferencia", a dimitir de las definiciones duras de
condición sexual en el caso de la sociedad gay, identidad culturar?
los gustos musicales o vestimentarios en las lla- Ya contamos con trabajos que demuestran la

l
madas tribus urbanas, etc.-, pueden constelar permeabilidad entre viejas y nuevas identidades,
una imaginario propio. Lo significativo es que como es el de Carles Feixa sobre la relación en-
los componentes de estas microculturas urba- tre identidades indígenas y nuevas culturas ju-

J
192 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 193

veniles en México. 9 Pero tenemos también que determinado sentido de la identidad comparti-
esas prácticas culturales a las que antes se ha- da. Se trata de territorializaciones mediante las
cía referencia, que aglutinan en tomo suyo a que se recuerda que la ciudad está segmentada
comunidades de origen inmigrante y a las que en adscripciones étnicas, cada una de las cua-
cuesta asignar una función instrumental clara, les puede reclamar su derecho a utilizar el es-
dado su carácter eminentemente simbólico-ex- pacio público para exhibir sus marcajes y vivir
presivo, serían una buena pista para establecer aquello que Victor Tumer llamaba la experien-
que, cuanto menos en parte, muchas de las pre- cia de la communitas.
suntas culturas inmigrantes funcionan --o aca- En ocasiones, se trata de reuniones puntuales
barán a buen seguro funcionando- como que, en ciertas fechas, implican la ocupación de
territorios identitarios no muy distintos de los plazas o parques, en las que se llevan a cabo
que la ciudad fabrica por su cuenta, es d,ecir, demostraciones folclóricas o degustaciones culi-
asentados en estrategias puramente prostéticas_, narias que remiten al país o región de origen. En
en un cierto culto a las apariencias y en un énfa- otras oportunidades son protocolos laicos o reli-
sis en las teatralizaciones y los simulacros. giosos que implican versiones móviles de esa
misma dramatización de la singularidad cultu-
3. La identidad como representación ral, formas que le sirven a las minorías étnicas
para, al mismo tiempo, brindar un espectáculo
Un buen ejemplo de ese dominio de lo escénico, al resto de la ciudanía y marcar simbólicamente
también en el caso de las etnicidades tradicio- la zona urbana sobre la que inscriben su itinera-
nales en la ciudad -y a veces como lo único rio. Entre una multitud de expresiones de este
que de hecho las sostiene-, lo constituyen los tipo de despliegues, unas cuantas han alcanza-
usos festivos del espacio urbano que protagoni- do fama.mundial: Año Nuevo chino en San Fran-
zan las llamadas minarlas étnicas presentes en cisco, desfiles del Día de Colón en Nueva York o
numerosas ciudades. Como todas las fiestas, de San Patricio en Boston, carnaval de Nothing
las celebraciones en la calle les sirven a los gru- Hill en Londres, Día del León en París. Como
pos de origen inmigrante para espectacularizar- ejemplo capaz de proveer de algunos estudios
se a sí mismos, otorgando a sus componentes interesantes, podría citarse el de las romerías y
individuales la posibilidad de experimentar un_ procesiones laicas de los andaluces emigrados a
Madrid o Cataluña. 10
9 C. Feixa, "Emigación, etnicidad y bandas juveniles en
México", en D. Provansal, coord., Migraciones, segre-
gación y racismo, Santa Cruz de Tenerife, FAAEE / Aso- 10 Cfr. J. M. Valades Sierra, "El ritual como a:finnación
ciación Canaria de Antropología, 1993, pp. 153-172. de la identidad. Un caso práctico en la sociedad in-
194 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público/ 195

Al capítulo de las escenificaciones que tie- parísinos, 13 por citar sólo un par de ejemplos
nen el paisaje urbano como plataforma, perte- etnográ:ficamente trabajados.
necen también las decoraciones con moti.vos ¿Cuál sería la tarea de esa dimensión simbó-
étnicos de los comercios que abastecen a las lica de la heterogeneidad cultural provista por
comunidades inmigrantes, como se ha verifica- los inmigrantes, con la que éstos hacen su par-
do estudiando los establecimientos magrebíes ticular usufructo del espacio público? Es ver-
o chinos -en realidad tais, laosianos, vietna- dad que a esa expresividad pueden correspon-
mitas, camboyanos, además de chinos en si- derle contenidos culturales concretos, a los que
de París. 11 A veces puede tratarse de una ma- se ha asignado funciones estratégicas para la
nipulación de amplias zonas de la geografía organización social. Pero ¿qué sucede en todas
urbana que, a la manera de los preexistentes aquellas otras oportunidades en las que no se
barrios judíos o musulmanes de algunas .ciu- detecta que la etnicidad escenificada se
dades europeas, quedan ritualizadas perma,,, homologue con intereses particulares o con as-
nentemente, como vemos que sucede con los pectos procesuales o estructurales definidos?
barrios étnicos de las grandes urbes, de la Pe- Podría pensarse entonces en una oposición
queña Habana de Miami1 2 a- los chinatowns complementaria, en este caso entre autóctonos
e inmigrantes, de tal manera que la existencia
en cierto modo inventada de segmentos diferen-
dus1rial", Mediterréineo, Lisboa, (3), 1993, pp. 221-33; ciados de éstos últimos permitiría, además de
C. Jiménez de Madariaga, "Los caminos del Rocío en la reificación de ese corte en dos de la sociedad,
Getafe", en: E. Martin Díaz (coord.), Sistemas de identi- unajerarquización a partir del orden de su lle-
dades y su expresión en las sociedades locales, Santa
Cruz de Tenerife, FMEE/Asociación Canaria de An- gada a los poblados. Si esa tesis fuera extrapo-
tropología, 1993, pp. 111-2; M. Delgado, "Romerías sin lable a: los marcos urbanos, tendríamos que la
santuarios, procesiones sin curas. La religiosidad lai- convicción de que existen culturas emigrantes
ca de los catalanoandaluces", Demófi.lo, (12), 1996. brindaría, entre otras cosas, la prueba imposi-
11 A. Raulin, "Mise en scéne des commerces maghrébins ble de esa quimera ya señalada que hace creer
parisiens", Terrain, (7), oct., 1986, pp. 24-33, y "La
dimension esthétique et sacrée de l'écologie urbaine:
en la existencia, en la ciudad, de algo que en
la Petite Asie de Paris", en N. Belmont y F. Lautman,.
eds., Etlmologie des faits religieux enEurope, Paris, _
Éditions du CTHS, 1993, pp. 493-515. 13 C. Baix, "Le Karma de l'exil. Des Lao en France", en:
12 M. Menéndez, "La Pequeña Habana: La creación de G. Gutwirth y C. Pétonnet, eds., Chemins de la viell.
un barrio cubano", en: M.J. Buxó y T. Calvo Buezas, Enquetes ethnologiques, Paris, Editions du CTHS,
eds., Culturas hispanas de los Estados Unidos de Amé- 1987, pp. 36-51, y J.-P. Hassoun, "Les Chinois de
rica, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1990, Paris: minorité culturelle ou constellation ethnique",
pp. 321-333. Terrain, (7), oct., 1986, pp. 34-44.
196 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 197

realidad nunca se da: una cultura receptora alguna, sino más bien a una especie de impul-
homogénea y coherente. La existencia de seg- so intelectual que exigía en todo momento ver
mentos culturalmente identificados como realizado un orden -cualquier orden- catego-
inmigrantes haría posible creer que en la ciu- rial. La etnicidad urbana -tanto la importada
dad hay otros que no lo son, y ello como parte como la de producción propia- seria, enton-
de esa misma estrategia -cada vez más ces, en última instancia, resultado de lo que los
recurrentemente señalada como de veras peli- fundadores de la escuela sociológica francesa
grosa- que permite indicar la presencia de mi- habían presentado como la función clasificato-
norías culturales, como si en la ciudad hubiera ria, la tarea de la cual seria, para el caso, ase-
otra cosa. En este caso, la preocupación por gurar un mínimo de segmentación, manteniendo
garantizar a toda costa un nivel mínimo de he- a raya la tendencia que las sociedades urbanas
terogeneidad cultural -de la que las fiest~s en experimentan constantemente hacia una hibri-
la calle aseguraría la visibilidad~ actuaria para dación excesiva.
inyectar en la ciudad esa misma división El análisis de cómo los inmigrantes o sus des-
jerarquizadora entre autóctonos e inmigrantes, cendientes construyen su personalidad diferen-
entre los "propios" y aquellos a los que es posi- ciada, hace manifiestas, en cualquier caso, las
ble inscribir en un baremo de "extrañeidad". dificultades que entraña trabajar con con~ep-
O todavía más. Nada nos impide sospechar tos confusos, tales como el de identidad. Ha-
que, más allá de ese trabajo de subrayar la con- bría que recordar aquí que la identidad étnica
dición compuesta de la sociedad urbana, la 1 no se forma con la posesión compartida de unos
malla étnica con que la población urbana es r rasgos objetivos, sino por una dinámica de
cubierta permitiría, además, otro tipo de labor: interrelaciones y correlaciones, donde, en últi-
la de simplemente clasificar por clasificar, es
decir, imponerle a lo que sino seria una rriasa
humana informe e indiferenciada, un sistema
de distinciones, oposiciones y complementarie-
! ma instancia, sólo la conciencia subjetiva de ser
diferente es un elemento insustituible. No es que
no haya diferencias "objetivas" entre grupos hu-
manos diferenciados, sino que estas diferencias
dades, a la que en realidad podrían correspon- han resultado significativas para alimentar la
derle contenidos cualesquiera. Si fuera así, dicotomía nosotros-ellos. En síntesis, sólo hay
sucedería con muchas de estas proclamaciones _ grupos étnicos o identitarios en situaciones de
étnico-urbanas lo mismo que con aquel siste- contraste con otras comunidades y como resul-
ma taxonómico -el zodiacal chino--, que tanto tado adaptativo de su inmersión en circunstan-
intrigara en su célebre ensayo sobre las clasifi- cias ecológicas, políticas o socioeconómicas
caciones primitivas a Durkheim y Mauss, puesto concretas.
que no parecía responder a morfología social
1 98 / Di.soluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 199

Sean definidas desde dentro -a la manera discusiones suscitadas en el seminario que or-
de una autoafirmación- o desde fuera -con ganizara Jean-Marie Benoist, a mediados de la
frecuencia en tanto que estigma o señalamien- década del setenta -y publicada a la sombra
to de cualquier otro como amenaza-, las iden- del nombre de uno de sus intervinientes, Claude
tificaciones son dispositivos que sirven para Lévi-Strauss-, 14 tuvieron la virtud de desli-
etnificar y generar fronteras colectivas, gitimar en gran medida las pretensiones de
pretendidamente claras, en un contexto marca- sustantivizar el concepto de identidad y le ne-
do por una fuerte competitividad y que atravie- garon toda posibilidad de darse como conjunto
san todo tipo de conflictos, jerarquías y de hechos objetivables, más allá de su valor real
pluralidades. Para ese fin se distribuyen nom- como incierto nudo entre instancias, irreales en
bres genéricos que solapan otras distinciones, sí, inencontrables cada una de ellas por sepa-
que soslayan y anulan lo que en realidad es.una rado. La escuela nórdica de Barth sostuvo, por
enmarañada trama de oposiciones y afinidades. aquel entonces, que la diferenciación étnica era
El resultado: un mapa puramente imaginario más el resultado, en forma de categoría
de la sociedad, que aparece, por esa vía, dividi- adscriptiva, de la interacdón de un grupo·hu-
da en regiones identitarias sorprendentemente mano con otros, que una instancia inmanente
claras y naturales, a cada una de las cuales le dotada de contenidos objetivables. 15 En una
corresponde una denominación simple y cuyos última etapa de reflexión, autores como Pierre-
habitantes encarnan los valores estereotipados André Taguieff1 6 o Michel Wieviorka17 han es-
de lo que se supone es su "cultura". grimido ese mismo escepticismo conceptual para
La presunción teórica según la cual al senti- denunciar los intentos por absolutizar la dife-
miento de identidad étnica le correspondía una renciación étnica y sustituir el viejo racismo bio-
concepción del mundo determinada -la idea lógico por otro que naturaliza. las peculiaridades
romántica de cultura que la antropología norte- culturales. Ahora mismo, en la propia América
americana asumió adoptándola de Dilthey- y 1 Latina se está sometiendo a crítica la noción ·de
de que tal cosmovisión resultaba alterada por
fenómenos de contaminación o degeneración,
hace tiempo que ha sido desautorizada. La teo- 14 Cfr. C. Lévi-Strauss, ed., La i.dentidad, Barcelona, Pe-
ría de la aculturación, característica de la es- trel, 1988.
cuela culturalista norteamericana -Redfield, 15 F. Barth, Los grupos étnicos y sus fronteras, México
Linton, Herkovits, Lewis, Aguirre Beltrán-, ya D.F., FCE, 1977.
recibió una severa descalificación en la década 16 P.-A. Taguieff, La force du préjugé. Essai sur le racisme
del sesenta por parte de la antropología y la so- et ses doubles, París, Gallimard, 1987.
17 M. Wieviorka, El espacio del racismo, Barcelona,
ciología neomarxista-Balandier, Ribeiro-. Las Paidós, 1992.
200 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 201

identidad como base para esa tipología estática Las llamadas culturas inmigrantes serían,
que tanto parece atraer a algunos gobiernos, entonces, más bien, productos sui generis, con-
seducidos de pronto por el discurso de la diver- secuencias de una cierta impostación de me-
sidad étnica. 18 moria que, a partir de la manipulación de
Negado su derecho a la reificación, la identi- materiales que los inmigrantes habían traído
dad se reduce, si llevamos a sus últimas con- consigo, les permite a éstos generar con ello un
secuencias todas estas declaraciones de agnos- cierto sentido de la identidad. Se trata, siguien-
ticismo axiológico en relación con lo "étnico", a do a Michel de Certeau, de
una entidad espectral que no puede ser repre-
sentada, puesto que no es otra cosa que su reliquias de un cuerpo social perdido, desvinculadas
representación, superficie sin fondo, rever- del conjunto del cual formaban parte[ ... ], fragmen-
berancia de una realidad que no existe, ni ha tos que remiten a otro modelo cultural [... ] Inscritos
existido, ni existiría, sino fuera precisamente en las prácticas [... ], tienen la particularidad de no
por sus periódicas escenificaciones. De la iden,- organizar ya la vida social, profesional, administra-
tidad podría afirmarse, de hecho, lo que García tiva o familiar, pero sí de acentuarla con marcas
aparentemente insignificantes y sin embargo deci-
Canclini anotaba a propósito de lo popular: "va-
sivas.20
lor ambiguo de µna nocion teatral" o "efecto de
ciertos actos de enunciación". 19 Como los ciu- Su tarea: generar y gestionar una puesta en
dadanos de origen inmigrante nos demuestran escena en la que una identidad étnica que mu-
en sus autocelebraciones, las fiestas en las que chas veces se ha revelado como un instrumento
se exalta la autoconciencia étnica de un grupo de estigmatización y marcaje contra el inmigran-
sirven precisamente p·ara que ésta pueda rea- te ' deviene ahora en sus manos un instrumen-
lizarse de verdad en alguna oportunidad, en .
to de afirmación y adaptación. La "cultura"
algún lugar, aunque sea mom,entáneameri.te, proclamada sólo puede ser contemplada ahora
para brindarle al deseo y la necesidad de iden- como un recurso dramatúrgico al servicio de los
tidad la posibilidad efimera de encamarse. sucesivos cuadros de interacción, ya sean labo-
rales, vecinales, cívicos, legales, deportivos, es-
-- - - - - - - --- - - - - - - - colares, etc. La comedia de la identidad se
18 Una buena critica a este tipo de procesos, relativa al representa de manera distinta en función de cual
caso mexicano, en M. Lis bona, "Oel indio a la identidad
sea el escenario, se amolda plásticamente a cada
étnica. El caso de los zaques de Chiapas, México",
Generación, 5 (1993), pp. 77-97.
19 N. García Canclini, Culturas híbridas. Estrategiaspara
entrar y salir de la rrwdemidad, Grijalbo, México DF., 20 M. de Certeau, "Economies ethniques: pour une école
1990, pp. 250 y 248. de la diversité", Annales ESC, (4), 1986, p. 808.
202 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 203

partenaire y a los requerimientos de un guión algo más en el campo de los simulacros cultu-
que se va escribiendo sobre la marcha. Se le da rales. Por su capacidad de evocar lo no vivido,
la razón así a quienes, desde el africanismo ur- pueden obtener que lo que se rememore sea to-
bano de la Escuela de Manchester y en la senda davía más auténtico que su original. Como si,
de lo ya intuido por Evans-Pritchard, hablaron es más, supieran de algún modo que la patria
de una selección situacional, para referirse a la chica verdadera, la buena, la añorada ... , no
adaptabilidad de las expresiones identitarias a existe ni ha existido nunca en ningún sitio y
cada momento social, en la que es la coheren- como si el destierro les brindara la ocasión de
cia de éste y no de aquéllas lo que cuenta y hay teatralizar un país de origen que, como por en-
que salvar por encima de todo. 21 cantamiento, ha sido liberado de todo lo inde-
Podría concluirse por ello que los inmigrantes, seable que contenía. Como si la memoria hubie-
sus hijos y sus nietos, no se preocupan tanto ra operado una manipulación amnésica de sus
de poner en escena su singularidad identitaria materiales primeros para extraer de ellos, para
porque son quienes son, sino que son quienes la puesta en escena, sólo lo mejor, sólo lo digno
son porque esas performances periódicas o per- de la nostalgia. Expurgada de sus miserias y
manentes, que se cuidan de organizar, les de- contradicciones, la supuesta cultura inmigran-
paran la ocasión de serlo. Se dirá aquí -y no te puede desplegar, de este modo, la plenitud
sin razón- que eso es lo mismo que podría es- de su impostura.
tablecerse con relación a las celebraciones-mo- Se realiza así, y sin tener que· moverse de la
delo que se miman y que tenían lugár en la tierra ciudad de adopción, lo que Dominique Schnapper
natal. Es cierto, puesto que la comedia de toda llama la utopía del regreso, la ficción de volver a
identidad no puede estar organizada sino a par- la tierra natal de quienes nunca o sólo inicial-
tir de materiales imaginarios, justamente para mente pensaron de verdad en retomar; 22 Con
que su autenticidad resulte beneficiada de la multitud de engarza.mientas económicos, fami-
convicción que sólo la mentira consensuada liares, consumistas, asociativos, residenciales,
como verdad y la autosugestión colectiva pue- etc., con la ciudad que les acogiera, la evocación
den proveer. emocionada del mundo del que un día salieron
Pero, lejos de lo que ya es relativamente su les brinda la excusa perfecta para no tener que
patria, los inmigrantes pueden hacer y hacen

22 D. Schnapper, "Modernidad y aculturaciones a pro-


21 J. C. Mitchell, "The Situacional Perspective", en: Cities, pósito de los trabajadores emigrantes", en: T. Todorov,
Society, and Social Perception, Oxford, Clarendon ed., Cruce de culturas y mestizaje cultural, Gijón, Júcar,
Press, 1987, pp. 1-13. 1988, pp. 173-206.
204 / Di.soluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 205

regresar. Por mucho que en apariencia sirva Los grupos -como los propios individuos que
para ligar a los inmigrantes con el lugar del que los conforman- intentan evidenciar un conjunto
proceden, de hecho la celebración de la perso- de rasgos que les permitan considerarse distin-
nalidad cultural diferenciadasirve para romper tos, es decir: su identidad. Estas proclamacio-
con su origen, al tiempo que aporta un instru- nes recurrentes sobre la identidad contrastan
mento magnífico de participación en la dinámi- con la fragilidad frecuente de todo lo que la so-
ca ciudadana, aunque sea sólo en los usos del porta y la hace posible. Un grupo humano no
espacio público para fines teatrales. se dife):"encia de los demás porque tenga unos
Porque, por otro lado, ¿qué son esas exhibi- rasgos culturales particulares, sino que adopta
ciones multicolores de exotismo urbano sino una unos rasgos culturales singulares porque pre-
suerte de Disneyword étnico, en que cada su- viamente ha optado por diferenciarse. Son los
puesta etnia contaría con su respectiva zon.a te- mecanismos de diversificación los que provo-
mática, una provincia de la pura imaginación can la búsqueda de unas señas capaces de dar
destinada a hacer realidad lo que, parafraseando contenido a la exigencia de diferenciación de un
la manera como Lévi-Strauss se· refiriera al grupo humano. A partir de ahí, el contenido de
totemismo, bien podríamos llamar la ilusión ésta es arbitrario, y utiliza materiales disponi-
étnica? El fenómeno suscitado se parece enton- bles -o sencillamente inventados- que aca-
ces al que protagonizan esos restaurantes en los ban ofreciendo el efecto óptico de una sustancia
.que ·se sirve "cocina exótica". Decorados con compacta y acabada. Se trata de un espejismo
niotivos que aluden a todo tipo de tópicos relati- identitario, pero capaz de invocar toda clase de ·
vos a mundos lejanos -el Oriente lejano, las Mil coartadas históricas, religiosas, económicas,
y una n·oches, el África misteriosa-, este tipo de lingüísticas, etc. para legitimarse y hacerse in-
locales sólo pueden encontrarse en las ciudades contestable.
occidentales. Decididamente, no existen restau- No se trata de que la diferencia sea puesta en
rantes chinos en China, salvo, claro está, para escena: la diferencia no es otra cosa que su
los turistas. Quien se introduce en las liturgias puesta en escena. No hay representación de la
identitarias con las que ios inmigrantes, o mu- identidad, en tanto que la identidad no puede
chas veces ya sus descendientes de varias gene- ser otra cosa que la representación que de ella
raciones, ponen en escena sus marcajes, se _ se haga. La identidad étnica no se forma con la
introduce en algo parecido a un verdadero par- posesión compartida de unos rasgos objetivos,
que temático, réplica en cartón piedra de unos sino por una dinámica de interrelaciones y co-
orígenes culturales ya mitologizados~ un mundo rrelaciones, donde, en última instancia, sólo la
de magia y _fantasía en que se reproduce, aquí, conciencia subjetiva de ser diferente es un ele-
una patria imposible, allí. mento insustituible. Esta conciencia no co-
206 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 207

rresponde a ningún contenido, sino a un con- que mantienen entre sí; son esas relaciones
junto de ilusiones sancionadas socialmente como mismas.
verdades incuestionables, al ser legitimadas por
la autoridad de los antepasados o de la historia. 4. El sujeto hecho trizas
No es que no haya diferencias objetivas entre
grupos humanos diferenciados, sino que estas Lo planteado hasta aquí viene a sostener que,
diferencias han resultado significativas para ali- debido a que sus componentes étnicos y corpo-
mentar la dicotomía nosotros-ellos. En síntesis, rativos son inestables, la diversidad cultural en
sólo hay grupos étnicos o identitarios en situa- contextos urbanos es un tejido inmenso de cam-
ciones de contraste con otras comunidades. pos identitarios poco o mal definidos, ambiguos,
Territorio conceptual de perfiles imprecisos, que se interseccionan con otros y que, al final,
el campo de las identidades sólo puede ser~· por acaban por hacer literalmente imposible cual-
tanto, un centro vacío, donde tiene lugar una quier tipo de mayoría cultural clara. Hay que
serie ininterrumpida de yunciones y disyuncio- percibir la urbe como un calidoscopio, donde
nes, un nudo incierto entre instancias, cada una cada movimiento del observador suscita una con-
de ellas irreal e inencontrable individualmente. figuración inédita de los fragmentos existentes.
La identidad es indispensable, todo el mundo Uno de los aspectos que caracterizan la di-
necesita tenerla, pero presenta un inconveniente versificación cultural actual es que no está cons-
grave: .en sí misma, no existe. Estas unidades tituida por compartimentos estancos, donde un
que se imaginan definibles por y en ellas mis- · grupo humano puede sobrevivir aislado de to-
mas no alimentan la bas_e de una clasifica_ción, dos los demás. Es cierto que nunca ni en nin-
sino que son, por el contrario, su resultado. No gún sitio se ha conocido una impermeabilización
nos diferenciamos porque somos diferentes, sino total de las culturas, pero también lo es que
que somos diferentes porque nos hemos dife- pocas veces antes se había producido una ace-
renciado ·de entrada. Es precisamente porque leración de las interrelaciones culturales como
son el producto de relaciones entre grupos hu- la que viven las ciudades actuales, donde las
manos autoidentificados que las culturas no fronteras se multiplican, pero son tan lábiles y
pueden ser· identidades que viven en la quie- movedizas que es completamente imposible no
tud. Sometidas a un conjunto de choques e_ pasarse el tiempo traspasándolas en todas di-
inestabilidades, modifican su naturaleza, cam- recciones.
bian de aspecto y de estrategia cada vez que es Ninguno de los espacios sociales que, por aho-
necesario. Su evolución es con frecuencia caó- ra, definen la ciudad, puede separarse de los
tica e imprevisible. Las identidades n9 deben demás, porque está unido a ellos en una densa
sólo negociar permanentemente las relaciones red de relaciones de mutua dependencia. Las
208 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 209

identidades grupales no pueden ser, en ningún plos. Los apellidos hacen que cada uno sea pa-
caso, segregadas claramente unas de otras, ni riente; el lugar de nacimiento le hace paisano;
tienen umbrales precisos. Formas de concebir la las ideas políticas o religiosas, correligionario;
vida absolutamente dispares, se mezclan en unos el barrio donde vive, vecino; la edad, coetáneo.
territorios cuya definición es imposible, o por lo Los gustos musicales o literarios, el estilo de
menos, complicada, por su condición irregular e vestir, las aficiones deportivas, el lugar donde
inestable. El ciudadano no puede limitarse en estudia o estudió de joven, los temas de interés,
su vida cotidiana a una red de vínculos o a una etc., cada uno de estos elementos instala a cada
pertenencia personal exclusiva. individuo en el seno de un conglomerado hu-
Consecuencia de esa identidad plural, suscep- mano constituido por todos los que lo compar-
tible de adaptarse en todo momento a las cons- ten y que, a partir de él, pueden reconocerse y
tantes eventualidades ante las que le sitúa· su sentirse vinculados por sentimientos, orígenes,
existencia social, el individuo urbanizado es una orientaciones o experiencias comunes.
especie de nómada en movimiento perpetuo, al- En algunos casos, esta dinámica taxonómica
guien obligado a pasarse el tiempo establecien- puede asumir su propia autoparodia, una cari-
do compromisos entre los componentes de una catura que admitiría el carácter aleatorio y ca-
madeja formada por diferentes universos que se prichoso de los contenidos que toda identidad
tocan o se interpenetran mutuamente. Como los reclama para autojustificarse. Basta con pen-
teóricos de la Escuela de Chicago supieron anti- sar, en ese sentido, en la clasificación zodiacal,
cipar, la misma crónica tendencia a la segmen- que no deja de ser una especie de caricatura
tación que experimenta la vida_ urbana y que del sistema racial o étnico. El momento del na-
afectaba a las comunidades copresentes, deter- cimiento define a cada ser humano como dota'-
minaba a los propios sujetos psicofisicos, puesto do de lo's caracteres distintivos y determinantes
que ninguno de ellos podía ser encapsuladó en de su signo zodiacal, que propician conexiones
unidad identitaria alguna. _ con los encuadrados en ciertos signos afines, a
En una sociedad urbana los seres humanos la vez que entorpecen los acuerdos con los de
no sólo tienen la diversidad cultural a su alre- otros. El resultado: una plano todo él hecho de
dedor, sino también en sí mismos. Viven su- simpatías y rechazos apriorísticos, que se nu-
mergidos en la diferencia, a la vez que se dejan _ tren del hecho de que uno pertenezca a Gémi-
poseer por ella. De momento, hay unos princi- nis o Piscis y que tenga su ascendente en Acuario
pios de adscripción que, para muchos, tienen o Sagitario. Una prueba, como se ve, de hasta
un valor superior a lo estrictamente étnico. La qué punto pueden llegar a ser arbitrarias e
inclusión en un genero sexual, en una genera- irracionales las pruebas de la irrevocabilidad
ción o en una clase social son alguno_s _ejem- de las diferencias humanas.
21 O / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 211

Gracias a todos estos mecanismos de dife- cías cuyos protagonistas no están atrapados
renciación, si aplicáramos una plantilla sobre en una identidad subjetiva, sino que es ésta
la masa de los habitantes de cualquier ciudad, la que emerge de sus relaciones con otros
que los clasificara con los criterios que sirven individuos y con su entorno físico y social,
para establecer cualquier nosotros-género, cla- exactamente igual que veíamos que sucedía
se social, edad, gustos, intereses, etnicidad, ideo- en el caso de los grupos humanos étnicamente
logía, credo, signo del zodíaco, aficiones, lazos diferenciados.
familiares, barrio donde vive, lugar de nacimien- El análisis de la obra de Goffman pone de
to, inclinaciones sexuales- el resultado ofrece- relieve la manera como ese axioma que postu-
ría una serie de configuraciones polimórficas lo la coextensividad vida social-vida pública,
que, dibujadas como los mapas políticos en fun- parte de que lo que constituye la interacción
ción de cada opción identitaria escogida~,.pro- cara a cara es la copresencia corporal, el cuerpo
ducirían una gama de coloraciones y contomqs a cuerpo, al ajuste mutuo de las conductas, el
que no llegarían nunca a ser coincidentes. cumplimiento de las actividades en el campo
Esta dispersión y disipación de la identidad de una percepción mutua. 23 Todo ello pasa por
que comparten grupos e ihdividuos evoca, en la gestión de ese cuerpo a cuerpo, es decir,
este último caso, la crítica al sujeto presente a por el ordenamiento de cada situación social.
lo largo y ancho de la producción teórica de Esa copresencia corporal es un asunto delica-
Erving Goffman. En el lenguaje ordinario se do que conviene cuidar al máximo, por lo que
habla de una acción individual como algo que hay que estar al tanto de descifrar de manera
puede ser atribuido como predicado de un indi- correcta las indicaciones emitidas por los cuer-
viduo-sujeto considerado como instancia nó to- pos y regular la interacción a partir de estas
talmente determinada de determinación. La señales. No olvida que esos cuerpos que están
Ej.proximación interaccionista goffmaniana razo- en presencia el uno del otro son superficies
na al contrario. Goffman se pregunta acerca de sobre las que viene a inscribirse otra realidad:
qué es lo que.organiza los vínculos de los miem- la de las personas, es decir, la de las defini-
bros de una sociedad para que se produzca co- ciones de uno mismo y de los demás.
operación y convivencia, cómo se garantiza que A partir de ahí, el carácter público de la vida
sus acciones remitan unas a otras y se articu- social consiste, de un lado, en el empleo de lo que
len regularmente y cómo se mantienen a raya puede leerse sobre los cuerpos cuando se
las contingencias que podrían llevar al roce o al
enfrentamiento. Para responderse, Goffman
disecciona las acciones humanas como deter- 23 Me remito a trabajos como los de L. Quéré, "La vie
minadas mutuamente en una cadena de secuen- sociale est une scene", La parlais frais d'Erving
Goffman, Paris, Éditions de Minuit, 1987, pp. 47-80.
212 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 213

posicionan recíprocamente en sus encuentros, quienes las protagonizan, es decir, su identi-


cuando ordenan sus contactos, cuando dad subjetiva. Ahora bien, esa identidad subje-
instauran sus relaciones, y cuando todo ello lo tiva que se presupone y no se cuestiona no es
hacen a partir de un conjunto coherente de sig- un dato existente a priori, una entidad dada que
nificaciones pactadas, con frecuencia en el mis- . se aloja en el fuero interno del actor y que está
mo momento. Estas convenciones -nunca siempre ahí, aguardando el momento propicio
cerradas del todo, siempre expectantes ante la para aflorar. Al contrario, esta identidad subje-
irrupción en escena de imprevistos y alteracio- tiva es el resultado de la confrontación de defi-
nes- expresan cómo las personas -en el sen- niciones de quién es uno mismo, que cada cual
tido que Goffman recupera de Santayana y de reivindica o que aquellos con quienes nos rela-
Ro bert Ezra Park de máscaras-~ 4 regulan la cionamos nos asignan. Esa identidad subjetiva
confrontación eritre ellas, esas entidades hasta está continuamente puesta en cuestión y es por
tal punto vulnerables, susceptibles y suspica:- ello que, como las sociedades de las que habla-
ces, y cómo se determinan recíprocamente en el ba Durkheim, debe cuidarse, rejuvenercerse,
marco de una misma situación dramática. restaurarse luego de haber padecido el desgas-
Para Goffman, la interacción se plantea, en te a que le somete cada situación, mantenerse
primera instancia, como un problema de con- firme cada vez que son puestos a prueba los
tacto, es decir, de gestión u ordenamiento de vínculos de los que depende.
una copresencia corporal, más que como un En cada situación, los signos emitidos preten-
problema de integración de acciones individua- den afirmar la existencia de ese referente subje-
les en lo que Mead había llamado actos sociales tivo, es decir, intenciones y sentimientos
complejos. Esta copresencia entre cuerpos se realmente verdaderos, que sólo a través suyo
debe producir sin que resulte afectado ese ob- acceden a la visibilidad. Cada gesto, cada mo-
jeto de valor último tan extremadamente deli- hín, cada palabra, cada postura, está liberando
cado que es la persona. datos fidedignos a propósito de aquellos de quie-
Este planteamiento desencadena dos supues- nes emanan y le permiten a quien los percibe
tos. En primer lugar, la significación de las con- hacer inferencias razonables sobre la identidad
ductas es esencialmente expresiva, en el sentido de sus autores, atribuirles estados mentales,
de que se supone que éstas son producidas Y. acontecimientos internos-deseos, sentimientos,
descifradas como expresando alguna cosa de pensamientos, intenciones-, al tiempo que eva-
lúan la normalidad o no de sus actos, diagnosti-
can su estado de ánimo, incluso su salud mental.
24 E. Goffman, La presentación de la persona en la vida
Ahora bien, lo que Goffman llama flujo de ex-
cotidiana, Buenos Aires, Amorrortu, 1987, p. 68. presión no es ya la revelación de una realidad
214 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público/ 215

interior, la emergencia de algo interno, una ex- sino que no tenemos más remedio que improvi-
periencia subjetiva a las que los destinatarios sar, demostrar, a través de los ajustes automá-
de la información tendrían acceso privilegiado. ticos que operamos ante cada imprevisto, hasta
Las personas nunca están en ellos, sino entre qué punto tenía razón Goffman cuando adver-:-
ellos. Lo que se lee sobre los cuerpos, el flujo tia cómo "nuestra actuación es siempre mejor
expresivo que desprenden, no es la aparición que el conocimiento teórico que de ella tene-
en la superficie de algo que está dentro del indi- mos". 25
viduo que se expresa, sino algo que se da a leer En pos de ese objetivo, para Goffman, la gen-
más o menos intencionalmente y algo a lo que te se esfuerza por administrar tanto los lugares
los demás le atribuyen un sentido a partir de la que le son asignados por los demás como los
identidad atribuida al emisor, la normalidad de que él mismo aspira a ocupar. Para tal fin orga-
su comportamiento, las intenciones que ~e le niza sus reacciones para que puedan dar cuen-
están suponiendo, etc. Esa interpretación que ta de una definición de uno mismo que los otros
el receptor de las expresiones lleva a cabo es puedan reconocer en función, a su vez, de lo
viable porque existe un código comunicativo que se supone que son sus intenciones. Esa
compartido, una norma que permite atribuir un preocupación es lo que encontramos en la base
valor y un significado a todo lo que el individuo de cualquier control social normativo: contri-
hace y que exige ser ratificado y aprobado. buye a asegurar la conformidad a las normas
En esa interacción social -que· se reduce de sociales, es decir, a inhibir y corregir las des-
hecho a un conjunto de posicionamientos recí- viaciones y prever sanciones para los casos en
procos de cuerpos en un mismo tiempo y espa- que esa conformidad no se dé.
cio- cada cual procura no reindivicar otra De ahí el diferencial que Goffman aporta, des-
definición de sí mismo que no sea la que los de su formación en la antropología social de
otros están dispuestos a aceptar. Ese visto bue- Durkheim y Radcliffe-Brown, a los sustratos
no de los demás, con quienes negociamos cons- pragmáticos -G; H. Mead, Louis Wirth y la
tantemente los términos de nuestra copresencia, Escuela de Chicago, Hamold Innis- sobre los
resulta de que hemos sido capaces de demos- que se asienta su elaboración teórica. Esa apor-
trar, a través de nuestras expresiones, que es- tación singular de Goffman plantea que la posi-
tamos acatando el lugar non;nativamente bilidad y la realidad del mundo social son
aprobado para nosotros por y en relación .con er inmanentes. a la constitución misma del sujeto,
grupo. El éxito personal consiste en lograr que igual que ocurría con la de cualquier forma de
la identidad reivindicada o actuada y la identi-
dad atribuida coincidan, y para ello no siempre
nos sometemos a un guión previamente escrito,
25 Ibíd., p. 84.
216 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 21 7

identidad colectiva. Para Mead, por ejemplo, el percepción del tiempo como fenómeno continuo
sujeto se forma a partir de una dicotomía: de y acumulativo. Desde ese punto de vista, cada
un lado el Yo, substrato indiscutible que atesti- emergencia expresa el pasado, el presente y el
gua la permanencia del ser; del otro, la plurali- futuro del individuo y del mundo en que vive en
dad del Mí, hecha de proyecciones parciales y general. En cambio, para Goffman, la tempora~
dispares de ese ser en los roles sociales que lidad es entendida sólo en términos de estricta
actualizan el contacto con los otros. 26 En esa temporalidad. La interacción cara a cara no re-
distribución, el self puede ser concebido como mite a los acontecimientos del pasado, ni se
un espíritu pragmáticamente orientado hacia la anticipa a un futuro más allá de la propia si-
asimilación de experiencias distintas del con- tuación. Ni siquiera remite al presente. Es la
junto de los Mis de un mismo Yo, auténtico, instantaneidad misma. En ella, el individuo com-
único y duradero. Eso implica que Mead y- el prometido no busca otra cosa que salvar la cara,
primer interaccionismo simbólico no llegaron mantener su imagen, acabar lo que ha empeza-
nunca a cuestionar el postulado esencialista qU:e do, salir indemne de todas las situaciones que
afirma el primado absoluto de lo Uno sobre lo someten a prueba su capacidad de mostrarse
múltiple. Este postulado es el que funda el prin- como lo que ni es, ni podrá ser plenamente nun-
cipio básico en derecho según el cual los conte- ca: coherente consigo mismo.
nidos de la infori:nación vehiculadps en el _acto Esa es la diferencia entre Goffman y los
de comunicación son transmitidos por la per- interaccionistas de primera generación: su in-
sona de manera perfecta y no problemática, tención de captar la organización del mundo
puesto que son símbolos que garantizan una social en una temporalidad comprimida en la
segura comprensión de las exigencias de un inmediatez de la situación. En "La Presentación
sujeto constituido, estable y duradero, que re- de la persona en la vida cotidiana", el individuo
cibe y emite estímulos y reacciones. , es dividido entre un personaje, que trata de im-
Para el interaccionismo simbólico anterior a ponerse en cada interacción, en el sentido que
Goffman, el selfes la figura que resume esa ade- intenta adecuar la percepción que los demás
cuación a y de la comunicación, el producto de reciben de uno a la imagen que éste procura
esas maniobras permanentemente activadas de dar de sí mismo, y un actor, que cuenta con las
adecuación,. que son las que permiten definir facultades mentales e intelectuales básicas que
las situaciones a partir de una determinada le permiten poner en escena ese personaje de
manera eficiente. Esa división se parece a la que
Mead y el primer interaccionismo postulan en-
26 G. H. Mead, Espíritu, persona y sociedad, México D.F.,
tre la de unos Mis que surgen en y de la
Paidós, 1990, pp. 201-205. interrelación social -los personajes y sus pa-
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peles- y un Yo que permanece y que podría tible con las normas de pertinencia inherentes
confundirse con el actor en la explicación a cada contexto de acción, al tiempo que some-
goffmaniana. En cambio, no es así. Ignorando ten su conducta a un juego de transformacio-
deliberadamente al actor, cuyo estudio es remi- nes adaptativas a esos principios que hacen de
tido directamente a la sociobiología, Goffman cada individuo un ser humano aceptable y pre-
opta por atender sólo al personaje, un self, el visible. El self, al igual que vimos que sucedía
que no es más que los efectos dramatúrgicos con la etnicididad, ya no es una esencia, sino ·
que despliega_ en la inmediatez de las circuns- un trabajo. Nada que se parezca a una entidad
tancias sociales. 27 inmanente a la cual tomar en serio, a no ser
Eso no quiere decir que el individuo no perci- como esa mera superstición que hace creer en
ba su sujeto como una unidad no estallada, la existencia de personalidades que animan y
defienda su unidad biográfica y se niegut en dan continuidad a cada persona, haciendo de él
redondo a aceptar que no es más que las repre-: un "sujeto", ese efecto óptico al que Goffman se
sentaciones situacionales a que se ve abocado refiere, titulando uno de los apartados de "La
una y otra vez. Lo que quü~re decir es que el presentación de la persona" como "mistificación".
análisis de la situación como un conjunto de La tarea de los participantes en los encuen-
contingencias, una arena de conducta, mucho tros es facilitada por la existencia de formas de
más que de expresividad o de comunicación, intercambio que permiten ese trabajo de ajuste
debilita de una forma irreversible esa idea de_ progresivo: son los intercambios rituales, lo que
unidad intrínseca del propio sujeto, al tiempo Goffman llama ritos de interacción. Estos actos
que la hace inasible para el investigador. En la convencionalizados representan técnicas gene-
interacción cara a cara, en que el criterio que rales de ordenamiento de las situaciones socia-
prima nunca és el de la verdad, sino el de la les y constituyen auténticas impugnaciones de
verosimilitud, el análisis go:ffmaniano desiste de la noción de sujeto, impugnaciones que operan
hacerle concesión alguna al valor ontológico a través de la vía paradójica de reconocer su
concedido en las culturas modernas al sujeto. sacralización. Para apuntalar su argumentación,
Lo que hay, es que, en cada envite social, los Goffman cita al propio Durkheim: "La persona-
individuos en él comprometidos, tratan de im- lidad humana es algo sagrado; no se la viola, ni
ponerle a los acontecimientos un orden compa- _ se infringen sus limites, mientras que, al mis-
mo tiempo, el mayor bien se encuentra en la
comunión con los otros". 28 Es en tanto que cosa
27 Este análisis ha sido inmejorablemente formulado por
A. Ogien, en: "La decomposition du sujet", Lesparlais
frais d'Eroing Goffman, pp. 100-108. 28 Goffman, op. cit., p. 80
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sagrada, en el sentido durkheimniano del tér- una cualidad inmanente de un selfque asegu-
mino, que Goffman contempla el sujeto como ra la unidad del individuo. Esta unidad es en-
algo a lo que se le deben todo tipo de protocolos tendida como una propiedad que se confiere al
de aproximación y que aparece -como la diosa individuo por una audiencia o público que jue-
Isis- siempre entre velos. Los ritos le permiten ga en la actualidad de cada contexto situacional.
al individuo mantener los atributos morales pro- El self, así pues, no es una entidad semioculta
pios, como el honor, la estima, el orgullo, todo tras los acontecimientos, sino una fórmula va-
aquello de lo que depende poder sentirse ínte- riable para comportarse de forma conveniente.
gro, es decir, como una entidad única y no frag- En el mundo de lo verosímil descrito por
mentada. Goffman, la espontaneidad de la experiencia es
Por otro lado, el face work, el trabajo de fa- simplemente inconcebible, puesto que aparece
chada, le permite al individuo defenderse de las socialmente organizada y reclama del individuo
amenazas que constantemente acechan su per: que cumpla la relación entre él mismo y las co-
manencia y su perdurabilidad. Los ritos, ele- sas del mundo en la inmediatez de las situacio-
mentos de conducta concebidos como espacios nes. El self, entonces, no es una fuente de la
socialmente definidos por reglas normativas que emana el sentido atribuido al mundo so-
específicas, establecen esos límites sagrados que cial, sino una de las reglas que organiza esa
no deben ser superados, pu~s su vulneración realidad. Eso soslaya, hace prescindible, cual-
pone en peligro y ofende, viola, la siempre frágil quier cuestión ontológica relativa a la inmanen-
· identidad-·individual, de forma no muy distinta cia del ser individual.
a como vimos que ocurría con las no menos pre-
carias identidades colectivas. Es por ello que se 5. Clasificación, diferencia y desigualdad
insiste y se postula en todo momento que los
atentados contra el individuo deben ser adecua- La ciudad es el dominio de una diferencia que
damente castigados, a no ser que reciban las provoca diferencias, que las divide o las multi-
pertinentes operaciones de corrección y repara- plica, qué más da. Esa diferencia resulta de un
ción -las disculpas, las explicaciones, las coar- afán insaciable por diferenciar que, no siendo
tadas-, no menos ritualizadas. desconocido entre los seres humanos, experi-
En esa perspectiva, que coloca en primer tér- menta, en las sociedades urbanizadas, una in-
mino de la explicación de los hechos sociales la · tensidad raras veces vista antes o en otros sitios.
denodada lucha de los individuos en pos de su ¿Cómo se explica esta tendencia humana a la
aceptabilidad, la cuestión de la identidad del diferenciación, si le negamos la base objetiva
sujeto no tiene sitio, ni se plantea. La autentici- que pretende tener -de la etnicidad o el carác-
dad no se presenta, bajo ningún concepto, como ter nacional a la personalidad individual- y la
Dinámicas identitarias y espacio público / 223
222 / Disoluciones urbanas

reducimos a una forma en última instancia ar- componentes. Por otra parte, la diferenciac~ón
bitraria de marcajes, que no son la causa sino se produce al distribuir unos atributos que rm-
la consecuencia de la segregación operada y el plican la adscripción de cada grupo a unas ac-
contraste obtenido? tividades u otras, de forma que a menudo la
En primer lugar, está la necesidad propia de pluralidad cultural puede ocultar lo que es,_ de
cualquier individuo de considerar su propia hecho, una organización social, sobre todo s1 es
persona como algo más que un conjunto de impuesta desde el exterior del grupo como una
adaptaciones a contextos situacionales cam- descalificación o estigmatización.
biantes, el requerimiento de un principio de in- Ahora bien, una vez dicho esto, es preciso aña-
manencia del propio yo que permanezca a salvo dir que nada legitimaria consider~ ese p~cip~o
de los avatares de la vida cotidiana. Además, de diferenciación, por razones al tiempo ps1colo-
existe el -requerimiento que ese mismo indivi"'" gicas y sociales, como la base de los procesos de
duo experimenta de formar con otros una co- inferiorización de unos seres humanos por otros.
munidad más restringida que las grandes La afirmación identitaria no debería ser incom-
concentraciones humanas de un Estado o in- patible con unas sociedades democráticas en 18:s
cluso de una gran ciudad: pertenecer a un co- que la diferencia se da por supuesta y se consi-
lectivo de iguales, o bien de sentir la certeza de dera superable por y en las instancias públicas
que, en cierto modo, no acaba en sí mismo. de arbitraje y cooperación. Se puede reconocer
Esta necesidad de constituir un nosotros se que la desigualdad emplea !as clifer~n~ias. que
agudiza cuando las interconexiones y los roces detecta para legitimar y justificar las mJusticias
con otros grupos se hacen más frecuentes, más en que se concreta, pero eso no hace culp~.ble .ª
intensos y en el marco de unos territorios cada las diferenciaciones de ser el germen que mevi-
vez más reducidos, de forma que la voluntad de tableniente acaba dando a luz una asimetría.
diferenciarse, contrariamente a lo que solemos Un dispositivo de exclusión cualquiera traba-
pensar, no procede de un exceso de aislamien- ja a partir del establecimiento de una diferencia
to, sino de lo que se vive como un exceso de que separa, de manera total e ~evers~ble, al
contacto entre los grupos. En estas circunstan- excluidor de su víctima. La exclus10n localiza una
cias, la dialéctica del nosotros-ellos exige la ace- diferencia del tipo que sea en el excluido y cons-
leración de los procesos de selección o de truye con ella el argumento con el cual justificar
invención de los símbolos en que se basan las· y racionalizar el trato que se le depara: Co1:10
autode:finiciones, y lo hace con una finalidad: Albert Memmi ha explicado de manera mmeJo-
asegurar un mínimo de segmentación que man- rable, el racismo -como ejemplo de ideología de
tenga a raya la tendencia de las sociedades ur- exclusión- no consiste sino en una puesta de
banas hacia una hibridación excesiva de sus relieve, una valorización especial de una dife-
224 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 225

renda cualquiera, un aprovechamiento de esa tenemos que su función sería sobre todo la de
diferencia a favor de la exclusión del diferente. 29 subrayar la condición compuesta de la socie-
Ahora bien, matiza Memmi, pese a ello, reve- dad urbana. Ahora bien, las diversas retículas
lar un rasgo diferencial entre dos individuos o identitarias, que pueden cubrir la población
grupos no implica en sí mismo una actitud ra- urbana y de las que resultarían segmentaciones
cista. La afirmación de la diferencia adopta un siempre distintas, asumen otra tarea: clasifi-
significado particular en el contexto racista: in- car por la propia necesidad ·de clasificar, es
sistiendo en la diferencia, el racista quiere au- decir, por la exigencia inconsciente de ~po-
mentar o crear la exclusión de su víctima de la ner a una masa humana, que antes era infor-
colectividad o de la humanidad. La utilización me e indiferenciada, un sistema de distinciones,
de la diferencia es necesaria en el modo de hacer oposiciones y complementariedades, una
de los racistas, pero no es la diferencia la_.que formalización a la que le podría corresponder,
utiliza el racismo, es el racismo el que utiliza 19- en realidad, no importa qué contenido.
diferencia. Dicho de otro modo, son las relacio- Esta exigencia de segregaciones diferenciales
nes sociales desiguales las que buscan y siem- no es más que el reflejo de un principio análogo
pre encuentran, en la diferencia, argumenta- que actúa en la naturaleza en general y rige to-
ciones con fas que naturalizar el trato desventa- dos los fenómenos de la vida, desde las formas
joso que se concede a determinados seres hu.:. más elementales de la organización biológica
manos. Es más, si un grupo o un individuo no hasta los sistemas de comunicación más com-
dan con ninguna diferencia que les sirva para plejos. Grego:ry Bateson nos supo enseñar cómo
racionalizar la exclusión de otro, tampoco im- toda percepción es posible por la recepción de
portará: la inventarán. La historia de las discri- una novedad relativa a una diferencia, es decir,
minaciones humanas está llena de ejemplos de de un· contraste, una discontinuidad, un cam-
colectividades humanas perseguidas a partir de bio. Ese es el segundo criterio que rige, según
rasgos o características absolutamente inexis- Bateson, todo proceso mental.30 Los órganos sen-
tentes o sin que tales colectividades tengan una soriales sólo pueden percibir diferencias. No ve-
existencia real más allá de la imaginación de sus mos un color, sino la disimilitud entre -por lo
perseguidores. menos- dos colores. Si la gama de colores no
Así pues, distinguida la diferenciación huma- existiera, no veríamos un color único: no vería-
na de los usos excluyentes que pudiera recibir, · mos ninguno.

---- - - - - ---- - - - ---


29 A. Memmi, La racisme, Paris, Gallimard, 1994, pp. 30 G. Bateson, Espíritu y naturaleza, Buenos Aires,
49-54. Amorrortu, 1981, pp. 84-89.
226 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 227

El ejemplo de la visión binocular que nos pro- estímulos no biótiCos y "neutrales": aquellos que
ponía el propio Bateson es elocuente. Lo que ve les permiten orientarse y reaccionar ante cual~
una retina y lo que ve la otra no es lo mismo, quier diferencia que se produzca en su medio
pero la diferencia entre la información suminis- circundante. Este fenómeno es ostensible en la
trada por cada retina produce otra clase de in- actividad ganglionar, retinal o cerebral de los
formación: la profundidad. El tacto nos informa mamíferos, pero también en los organismos más
de las desigualdades que hay en las superficies elementales, moléculas, células, átomos, etc.,
que tocamos, como un olor sólo puede percibirse donde también se puede hallar una capacidad
en función de otro, con el cual podamos com- idéntica de dar respuesta sólo a una cierta cla-
pararlo. El oído no aísla los sonidos, sino los se de estímulos como, por ejemplo, los que se
caracteres distintivos entre los sonidos. La lin- derivan de la oposición movimiento/reposo. Si
güística nos ha explicado hace tiempo qu~.-to- entendemos por comunicación la actividad que
das las unidades del lenguaje -empezando por posibilita la vida, toda comunicación depende
su mínima expresión: los fonemas- cobran sen- de una buena circulación de informaciones, es
tido estructural por el valor que tienen unas en decir, de noticias sobre diferencias.
función de otras, es decir, por sus relaciones de En otras palabras, no percibimos cosas dife-
oposición recíproca én un sistema. renciadas entre sí, sino relaciones entre cosas
Así pues, en las sociedades humanas, la dife- que han sido previamente diferenciadas. Sin
renciación -étnica, religiosa, genérica, indivi- diferencia, no hay información. Las cosas
dual o de cualquier otro tipo- cumple la misma · indiferenciadas no pueden ser objeto de percep'-
función que en cualquier expresión de la vida ción sensorial y, por tanto, tampoco pueden ser
en el universo: garantizar la organización y la procesadas por el entendimiento, es decir, pen-
comunicación. El gran psicólogo ruso A. R. Luria sadas. El funcionamiento de la naturaleza, de
demostró como las complejas moléculas de·_al- las sociedades y del intelecto humano sólo pue-
búmina, cuya existencia fue una de las premisas de serholistico, esto es, basado enlainteracción
de la aparició11 de la vida sobre la tierra, se in- entre las partes y las fases previamente dife-
tegran en un proceso metabólico por su capaci- renciadas.
dad de distinguir, de reaccionar ante ciertos Ahora bien, la diferencia no niega la existen-
influjos y de mantenerse indiferentes ante cia de una cierta homogeneidad. Es más, ésta
otros. 31 Además, los seres vivos son sensibles a es la exigencia, la condición misma de aquélla.
Es verdad que no puede existir percepción ni
pensamiento sin diferencia, pero la diferencia
tampoco podria existir si no se recortara sobre
31 A. R. Luria, Introducción evolucionista a la psicología, una unidad, una totalidad que integra la globa-
Barcelona, Fontanella, 1977, pp. 45 y ss.
228 / Disoluciones urbanas Dinámicas identitarias y espacio público / 229

lidad de maneras de existir y que solemos lla- Nada ni nadie puede ser coherente consigo mis-
mar naturaleza, universo o, simplemente, vida. mo. Esta actitud no se limita a considerar que
En el ámbito humano, ese fondo común sobre el pluralismo cultural es enriquecedor, sino que
el que las diferencias pueden recortarse y ser toma conciencia de su inevitabilidad como re-
reconocidas, se llama sociedad. En el mundo quisito para que se realicen con eficacia las fun-
moderno, el escenario predilecto en que la dife- ciones de las sociedades urbanas actuales y,
renciación puede contemplar desplegándose sus en un plano aún más profundo y estratégico,
productos sobre un marco compartido que es para que la experiencia conozca sobre ella el
--o debería ser- igual para todos, es el espacio trabajo de la inteligencia.
público y todos los demás ámbitos -la justicia,
el trabajo, el mercado, los servicios públicos-
en los que la diferencia humana se integra_o se
debería integrar en un plano de igualdad. La
consigna antirracista "todos iguales, todos di-
ferentes", encuentra en esa mutua dependen-
cia entre homogeneidad y heterogeneidad su
base y su argumento, al tiempo que se desva-
necen como inapropiadas todas las polémicas
que pretenden enfrentar lo universal y lo parti-
cular de la condición humana.
Lo que llamamos diversidad cultural no es una
sustancia inamovible, ~ino el precipitado que
resulta cuando la vida social y el pensamiento
humanos se adecuan a la complejidad de ·sus
existencias. Para que los seres humanos hagan
sociedad entre ellos es necesario que unos pue-
dan aportar competencias y cualidades que los
otros no tengan, y al mismo tiempo, precisa-
mente porque el mundo no puede .ser vivido ni
pensado como una superficie indeterm.inada y ·
amorfa, es indispensable que se produzcan todo
tipo de contrastes, puesto que cada unidad sólo
puecie concebirse con respecto a las demás con
las que conforma un mismo universo relacional.
Anonimato y ciudadanía / 231

Hablar del mundo actual es hacerlo de


transfiguraciones, de interferencias, de despla-
zamientos, de sonidos, lenguajes, sintaxis, ma-
teriales e instituciones comunes que se articulan
en direcciones casi siempre divergentes y con-
tradictorias. Toda experiencia humana se inserta
hoy en un panorama en el cual resultaría del
7 todo inútil buscar fronteras, básicamente por-
que casi todo es ya una pura frontera, umbral,
espacio de transición que sólo puede ser vivido
transversalmente. La heterogeneidad generali-
zada de la cual depende toda sociedad urbana
Anonimato y ciudadanía hace de la vida en las ciudades un colosal
calidoscopio, en el que es imposible encontrar
parcelas cerradas y completamente impermea-
bles, ni configuraciones sociales fijas.
l. Cualquiera en general, todos Basta con dar una ojeada a nuestro alrede-
en particular dor, cualquier día, pasando por una calle cual-

si es verdad que toda sociedad humana es una


manifestación de complejidad -¿habrá habido
quiera de cualquier urbe, para darnos cuenta
de que aun la actividad cotidiana en los espa-
cios urbanos es ya un modelo de sociedad, un
alguna vez, en algún lugar, de veras, una socie- ejemplo de hasta qué punto es posible y fértil la
dad "simple"?-, no lo es menos que la nuestra convivencia entre desconocidos, que prescinden
resulta serlo de una forma especial. Su activi- de sus incompatibilidades para compartir un
dad genera una red inmensa, indeterminada y espacio reducido y un tiempo siempre insufi-
contradictoria de flujos que se mueven y se ciente. Este mundo que vemos desplegarse cada
mezclan en todas direcciones, que dependen los día en la vía pública es ya un modelo de coexis-
unos de los otros, que configuran constelacio- tencia basada en la igualdad y el respeto mu-
nes sociales siempre inéditas e impredecibles, _ tuo, que por desgracia no se extiende aún al
en el seno de las cuales la perturbación es el conjunto de la vida social.
estado más normal. No es que nuestra socie- Es cierto que aún no es plenamente así, y que
dad sea compleja: es que vive de la complejidad hay demasiadas excepciones y obstáculos que
y no cesa de producirla. hacen que la calle no pueda realizar de forma
plena su vocación de espacio para la libertad.
232 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 233

Pero, a pesar de ello, a pesar de las vigilancias posiciones. El orden de la vida pública es el or-
y las violencias, en la calle se puede respirar den del acomodamiento y de los apaños sucesi-
mucho mejor no sólo que en las cárceles, en los vos, un principio de orden espacial de los
cuarteles o en los hospitales,. sino también me- tránsitos en el que la liquidez y la buena circu-
jor que en las escuelas, en las fábricas, en las lación están aseguradas por una disuasión coo-
oficinas e incluso que en un buen número de perativa, una multitud de micronegociaciones
presuntos hogares. Y si ello es posible es preci- en las que cada cual está obligado a dar cuenta
samente porque en la calle la gente no se toma de sus intenciones inmediatas, al margen de que
mutuamente en cuenta, porque "ignoramos" los protega su imagen y respete el derecho del otro
unos a los otros, salvo cuando alguna eventua- a proteger la suya propia.
lidad convoque la cláusula de ayuda mutua en- En la calle, lo que se produce no es tanto una
tre desconocidos que todos firmamos e.orno integración consciente y voluntaria, sino los efec-
usuarios de los espacios públicos. En los vago::- tos de un colosal proceso automático de movili-
nes de metro, en los cines, en los cafés ... , los zación cuya función es coordinar conductas y
peores enemigos, los más irreconciliables riva- rectificar inconveniencias, actos fallidos, salidas
les, se cruzan o permanecen a unos centíme- de tono y deslices. La copresencia de personas
tros de distancia unos de otros, sin prestarse la cuyos estatus son ostensible o potencialmente
mínima atención, disimulando su inquina, pos- susceptibles de discriminación puede implicar
poniendo los ajustes de cuentas, olvidando de- malestar entre los protagonistas de la interacción,
li b er adamen te los daños, quién sabe si malestar que se debe superar en 1a me.dida en
perdonándose mutuamente la vida. Con todas que las reglas que rigen los agrupamientos So-
las salvedades que se quiera, la inmensa mayo- ciales en espacios públicos parten del presupues-
ría de nosotros estamos demasiado ocupados, to de la igualdad en la accesibilidad y en la
tenemos demasiadas cosas por hacer como para movilidad.
perder el tiempo ofendiéndonos o agrediéndo- Ese espacio cognitivo que es la calle obedece
nos por la sola razón de ser absolutamente in- a pautas que van más allá -o se sitúan antes,
compatibles u odiarnos a muerte. como se prefiera- de las lógicas institucionales
En el espacio público, la circulación de los tran- y de las causalidades orgánico-estructurales,
seúntes puede ser considerada como una suce- trascienden o se niegan a penetrar el sistema
sión de arreglos de visibilidad y observabilidad · de las clasificaciones identitarias, puesto que
ritualizados, un constante trasiego de iniciativas aparece autorregulándose en gran medida a
-no todas autorizadas ni pertinentes, por su- partir de un repertorio de negociaciones y seña-
puesto- en territorios ambiguos, cambiantes y les autónomo. Alli, en los espacios públicos y
sometidos a todo tipo de imbricaciones y yuxta- semi-públicos en los que en principio nadie de-
234 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 235

beria ejercer el derecho de admisión, dominan presencia, así como que tampoco se tiene un pro-
principios de reciprocidad simétrica, en los que yecto de interpelación inmediata. 1
lo que se intercambia puede ser perfectamente
el distanciamiento, la indiferencia y la reserva, No tememos al otro, ni le somos hostiles, ni
pero también la ayuda mutua o la cooperación tenemos planes con respecto a su presencia. Esa
automática en caso de emergencia. Para que ello desatención cortés o indiferencia de urbanidad
ocurra es indispensable que los actores socia- puede superar la desconfianza, la inseguridad
les pongan entre paréntesis sus universos sim- o el malestar provocados por la identidad real o
bólicos particulares y pospongan para mejor imaginada del copresente en el espacio públi-
ocasión la proclamación de su verdad. co. En estos casos, la evitación cortés convierte
El criterio que orienta las prácticas urbanas a la víctima del prejuicio o incluso del estigma
está dominado por el principio de no interferen- en -volviendo al lenguaje interaccionista- una
cia, no intervención, ni siquiera prospectiva, en no-persona, individuo relegado al fondo del es-
los dominios que se entiende que pertenecen a cenario (upstaged) o que queda eclipsado por lo
la privacidad de los desconocidos o conocidos que se produce delante de sí pero no le incum-
relativos con los que se interactúa constante- be. La premisa es que en cualquier interacción
mente. En la vida pública se reafirmala apre- -por efimera que pueda resultar- los agentes
ciación que formulaba Harvey Sacks, para deben modelar mutuamente sus acciones, ha-
quien, "desde los tiempos de Adán y Eva, para cerlas recíprocas, garantizar su mutua inteligi-
los humanos al menos, ser observado es ser bilidad escenográfica, distribuir la atención
incomodado". La indiferencia mutua o el prin- sobre unos componentes más que sobre otros,
cipio de reserva se traduce en la pauta que ajustarlas constantemente a las circunstancias
Erving Goffman llamaba de desatención cortés. que vayan apareciendo en la interacción. En
Esta regla -la forma mínima de ritual interper- todos los casos, el extrañamiento mutuo, esto
sonal- consiste en es, el permanecer ajenos los unos a los otros en
un marco espacio-temporal restringido y común,
mostrarle al otro que se lo ha visto y que se está es un ejemplo de orden social realizado en un
atento a su presencia y, un instante más tarde, dis- espacio topológico de actividad.
traer la atención para hacerle comprender que no En cualquier caso, el posible estigmatizado y
es objeto de una curiosidad o de una intención par- · aquel otro que es excluido o marginado en cier-
ticular. Esa atenuación de la observación, cuyo ele-
mento clave es la "bajada de faros", es decir, la des-
viación de la mirada, implica decirle a aquél con
quien se interactúa que no se tienen motivos de 1 E. Goffman, Relaciones en público. Microestu.dios del
sospecha, de preocupación o de alarma ante su ordenpúblico, Madrid, Alianza, 1979, pp. 23-45.
236 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía/ 237

tos ámbitos de la vida social, se ven beneficia- de comunicación, alusivo a la facultad explicita
dos en los espacios públicos de esa desaten- o implícita, simétrica o desigual, que le permite
ción y pueden, aunque sólo sea mientras dure a un individuo dado cualquiera conocer las nor-
su permanencia en ellos, recibir la misma con- mas psicológicas, sociales o culturales que es-
sideración que las demás personas con quienes tán presupuestas en todo acto de comunicación,
comparten esa experiencia de la espacialidad ya sea este contractual o polémico.
pública, puesto que la indiferencia de que son El interaccionismo lingüístico basaba sus pos-
objeto les libera de la reputación negativa que tulados en tres nociones esenciales: la conmu-
les afecta en otras circunstancias. La interven- tación de código, competencia social básica que
ción de los fanáticos excluyentes, de la policía o ejercitan actores extraídos de grupos cultura-
de los vigilantes encargados de aplicar ese de- les, de clase, de edad o lingüísticos completa-
recho a la admisión que las leyes imponen .-::-:-Y mente distintos, que participan de unos mismos
que tanto contradice la condición democrática encuentros y que han de poner en común su
de nuestras sociedades- son la excepción que competencia comunicativa; los índices de
impide que los espacios públicos puedan ser contextualización, que son los recursos que re-
espacios de plena accesibilidad para cualquier claman o producen los interactuantes para de-
ser humano que demuestre su competencia para finir las situaciones en las que participan y
usarlos pertinentemente. Volveremos a este establecer las estrategias y los consensos pro-
asunto más adelante. visionales que permiten moverse en ellas ade:..
Cabe evocar aquí las aportaciones que hicie- cuadamente, y la inferencia conversacional, o
ra la sociolingüística interacciona! a propósito lógica práctica de una puesta en congruencia
de los acuerdos lingüísticos que se reproducían que permite la mutua inteligibilidad de los
constantemente en las sociedades urbanizadas, interactuantes y la negociación y el compromi-
definidas precisamente por su condición hetero- so entre ellos.
genética. El punto de partida es el valor compe- La idea de competencia comunicativa remite
tencia tomado de la lingüística generativa. Para a la estructuración de los intercambios
Chomsky la competencia es la capacidad virtual lingüísticos entendidos como organización de la
de producir y comprender un número infinito diversidad, en marcos sociales -la vida urba-
de enunciados, así como de manejar una canti- na cotidiana- en los que todos dependemos o
dad no menos indeterminada de códigos. Se tra- podemos depender en cualquier momento de
ta de un saber, una facultad o potencialidad personas -a veces desconocidos totales- con
latente previa a la acción y requisito para ella. los que puede ser que compartamos pocos ras-
De ahí parten autores como Dell Hymes a la gos culturales. El lenguaje no expresa ya una
hora de proponer el concepto de competencia comunidad humana, como había querido la
238 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía/ 239

lingüística idealista heredera del romanticismo rismo cultural, sino lo que el lenguaje cultivado
o, más tarde, el relativismo lingüístico y cultu- llamaría cosmopolitismo, filantropía, ciudada-
ral, sino como acción que se desarrolla con fines nía, altruismo, etc.
prácticos de cooperación entre individuos que En fin, las personas que comparten los espa-
han de compartir un mismo escenario y que par- cios públicos son sólo masas corpóreas, perfi-
ticipan de unos mismos acontecimientos. Cada les que han renunciado voluntariamente á. toda
momento social concreto implica una tarea in- o a gran parte de su identidad. Todas ellas no
mediata de socialización de los copartícipes, ta- son nadie, en el sentido de que no son nadie en
rea en la que los actores aprenden rápidamente concreto, lo que implica que encarnan una es-
cuál es la conducta adecuada, cómo manejar las pecie de cualquiera en general, o, si se prefiere,
impresiones ajenas y cuáles son las expectati- un todos en particular, que hace bueno el prin-
vas suscitadas en el encuentro. cipio interaccionista de que en una sociedad
Existen sistemas lingüísticos y culturales sub- como la nuestra la figura que domina es la del
yacentes, pero son éstos los que resultan d.etér- otro generalizado, esa noción acuñada por G.
minados por su uso por parte de los hablantes H. Mead para describir la multiplicidad de la
y no al revés, como supondría el idealismo lin- experiencia social contemporánea, en que cada
güístico. cual se ve obligado a multiplicarse y que hace
Este enfoque es idóneo para circunstancias so- que todo el mundo haya de ser todo el mundo,
ciales en los que la comunidad de hablantes- es decir, ponerse en lugar de los demás e inclu-
oyentes no es culturalmente homogénea y éstos so de él mismo tal y como se imagina que los
han de plegarse constantemente a contingen- demás le ven. En la experiencia del espacio pú-
cias contextuales fundadas en la pluralidad de blico, es otro generalizado, ni siquiera es otro
tradiciones, códigos e incluso de biografias per- concreto, sino otro difuso, sin rostro -puesto
sonales, que obligan a ajustes y reajustes inihte- que reúne todos los rostros-, acaso tan sólo
rrumpidos que, a su vez, generan morfologías un amasijo de reflejos y estallidos glaúquicos.
sociales y universos culturales compartidos du-
rante un breve lapso de tiempo. Estas circuns- 2. El "multiculturalismo" y la magia
tancias de encuentro y colaboración entre clasificato ria
distintos culturales, en los que los malenten-
didos y las interferencias en la relación inter- · Es obvio que ni inmigrante, ni minoría cultural,
personal suelen ser frecuentes, pueden, a pesar ni minoría étnica son categorías objetivas, sino
de ello--o acaso por ello-, generar sentimien- etiquetas al servicio de la estigmatización, atri-
tos de simpatía e incluso de pertenencia o iden- butos denegatorios aplicados con la finalidad
tidad compartidas, cuya base no es el particula- de señalar la presencia de alguien que es "el
240 / Disoluciones urbanas Anonúnato y ciudadanía / 241

diferente", que es "el otro", en un contexto en el firmar finalmente lo que ya sabía: que no es ni
cual todo el mundo es, de hecho, diferente y nunca será como nosotros.
otro. Estas personas a las que se aplica la mar- Este es el acto primordial del racismo de nues-
ca de "étnico", "inmigrante" u ~otro" son sistemá- tros días: negarle a ciertas personas calificadas
ticamente obligadas a dar explicaciones, a de "diferentes" la posibilidad de pasar desaper-
justificar qué hacen, qué piensan, cuáles son cibidas, escamotearles el derecho a no dar ex-
los ritos que siguen, qué comen, cómo es su plicaciones, obligarles a exhibir lo que los demás
sexualidad, qué sentimientos religiosos tienen podemos mantener oculto. El derecho, en defi-
o cuál es la visión que tienen del universo, da- nitiva, a guardar silencio, a no declarar, a pro-
tos e informaciones que nosotros, los "norma- tegernos ante la tendencia ajena a deconstruir
les", nos negaríamos en redondo a brindarle a nuestras apariencias, la opción a engatusar, a
alguien que no formase parte de un núcleo :r;nuy desplegar argucias y, ¿por qué no?, a mentir. 2
reducido de afines. Los teóricos preocupados por las dimensio-
En cambio, el "otro" étnico o cultural y ·e1 nes minimalistas de la construcción social de
llamado "inmigrante" no son destinatarios de la realidad hace mucho que han puesto de re-
este derecho. Ellos han de hacerse "compren- lieve cómo la franqueza es, por fuerza, una vir-
der", "tolerar", "integrar". Ellos requieren la mi- tud prescindible. Hay algo más allá de los signos
sericordia moral de la gente con la que viven, y representaciones, de los consensos y acuer-
que los antirracistas y los antropólogos de- dos que parecen fundar los actos de comunica~
muestren hasta qué punto son "inofensivos", ción y de sociedad. Paolo Fabbri hizo notar, no
incluso la "bóndad natural" que guardan de- hace mucho, en su elogio del espía y del trai-
trás de sus estrambóticas y primitivas tradi- dor,3 cómo hay una dimensión oculta, sombría,
ciones. Todo ello para hacerse perdonar no ser en los discursos, que trasciende o se cuela por
como los demás, y, sobre todo, como si los de- entre las rendijas de los códigos, una sombra
más no fuésemos distintos también, hete- que oscurece la presunta claridad de los aspec-
rogéneos, exóticos, exponibles como expresión tos puramente declarativos y cognitivos de los
de los más extravagantes hábitos. El anti- discursos. Se trata de las ambigüedades, los
rracista de buena voluntad y el antropólogo sobreentendidos, los malentendidos, los sarcas-
especializado en minorías culturales o en inmi- _
gración hace, en definitiva, lo mismo que el
policía que aborda por la calle al sospechoso 2 Sobre el lugar de la mentira en la interacción, cfr. H.
de ser un "ilegal", un extranjero "sin papeles": Sacks, "Tout le monde doit mentir", Communications,
se interesa intensamente por su identidad, (20), 1973, pp. 696-735.
quiere saber a toda costa quién es, para con- 3 P. Fabbri, "Todos somos agentes dobles", Revista de
Occidente, (85), junio, 1988, pp. 5-26.
242 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 243

mos, los dobles lenguajes, presuposiciones, ante La cuestión no tiene nada de anecdótica.
todo los secretos y las mentiras ... Todo lo opaco Cuando se dice que la lucha antirracista habría
que se asoma, que se intuye hasta en las más de hacerse no en nombre del derecho a la dife-
insustanciales interacciones-humanas. Ese de- rencia, sino todo lo contrario, en nombre del
recho a escabullirse, a ironizar, a ser agente derecho a la indiferencia,4 lo que se está ha-
doble o triple, es lo que se le niega a ese "otro" ciendo es reclamar para cualquier persona que
al que se obliga a ser perpetuo prisionero de su aparezca a nuestro lado, y sin que importe su
"verdad cultural". identidad como individuo o como molécula de
El llamado "inmigrante" o el etiquetado dentro una comunidad, justamente aquello que, como
de alguna minarla étnica se ve convertido en un hacía notar Isaac Joseph, se le niega al llamado
auténtico discapacitado o minusválido cultural, inmigrante, que es una distinción clara entre
en el sentido de que, dejando de lado sus di:(icul- público y privado. 5 Escamotearle a alguien -
tades idiomáticas o de costumbres precisas, se como se está haciendo-- ese derecho a una di-
ve cuestionado en su totalidad como ser huma- ferenciación nítida entre público y privado es,
no, impugnado, puesto que su, por lo demás en realidad, negarle a este alguien el derecho
superable, déficit específico se extiende al con- tanto a la vida privada como a la vida pública.
junto de su personalidad, definida, limitada, El supuesto "inmigrante" o "étnico" se ve atra-
marcada por una condición "cultural" de la que pado en una vida privada de la que no puede
no puede ni debe escapar. La torpeza que se le escapar, puesto que se le imagina esclavo de
imputa no se debe a una dificultad concreta, sino sus costumbres, prisionero de su cultura, vícti-
que afecta a la globalidad de sus relaciones so- ma de una serie de trazos conductuales, mora-
ciales. No recibe ni la posibilidad real ni el dere- les, religiosos, familiares, culinarios, que no son
cho moral potencial a manejar los marcos locales naturales, pero que es como si lo fuesen,-en la
y perceptivos en los que se desarrollan sus ácti- medida que se supone que lo determinan de una
vidades, no tiene capacidad de acción sobre el manera absoluta e invencible, a la manera de
contexto, puesto que arrastra, por decirlo así, el una maldición. Esta omnipresencia de su vida
penosísimo peso de su "identidad". No le es dado privada es lo que le inhabilita para ser acepta-
focalizar los acontecimientos en que se ve inmis- do en la esfera pública y le condena a vivir re-
cuido en su vida cotidiana, puesto que se le en-_ cluido en su privacidad.
cierra en un constante estado de excepción
cultural. Para él, la vida cotidiana es una autén-
tica institución total, un presidio, un reformato- 4 Sobre el sentido de ese "derecho a la indiferancia",
rio, un espacio sometido a todo tipo de vigilancias cfr., por ejemplo, A. Chebel d'Apolonia, Los racisrrws
cotidianos, Barcelona, Bellaterra, 1998.
panópticas constantes. 5 Joseph, "Le migrant comme tout venant", p. 179.
244 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 245

Una privacidad, pero que tampoco puede ser más cerca de la naturaleza que de la civiliza-
plenamente privada, puesto que es expuesta ción. En definitiva, ¿qué son las fiestas de la
constantemente a la mirada pública y, por tan- diversidad o las semanas de la tolerancia, sino
to, desprovista de la posibilidad que nuestra una suerte de zoos étnicos en los cuales el gran
privacidad merece de permanecer a salvo de los público puede acercarse y tocar, incluso, los
juicios ajenos y de las indiscreciones. Pocas especímenes que conforman la etnodiversidad
cosas más públicas que la vida íntima de los humana? Al exponente de cada una de estas
"inmigrantes" y de los "étnicos". Pocas cosas des- especies culturales -también llamadas mino-
piertan más la curiosidad pública que la "sor- rías étnicas-,- también se le niega, como .a los
prendente identidad" de los trabajadores inmi- leones de los parques zoológicos, la posibilidad
grantes o de las minorías étnicas de la propia de ocultarse del ojo público, también se le obli-
nación. Pocas cosas movilizan tanto la aten9ión ga a permanecer en todo momento visible.
de tantos: periodistas·, antirracistas, policías, Obligándole a subirse sobre una especie de
personal sanitario, asistentes sociales, sindica- pedestal, desde el que es obligado a pasarse el
tos, maestros, organizaciones no gubernamen- tiempo informando sobre su identidad, los lla-
tales, juristas, feministas, antropólogos .... Todos mados "inmigrantes", "extranjeros" o "étnicos"
ellos profundamente interesados en saber cosas hacen inviable el ejercicio del anonimato, ese
sobre ellos, en saber cómo y dónde viven, cuán- recurso básico del que se deriva el ejercicio de
tos son, cómo se organizan o con quién se rela- los fundamentos mismos de la democracia y la
cionan. Una legión de "especialistas cualificados" modernidad, que no son otros que la civilidad,
consagrados a hacer incontestable, desde sus el civismo y la ciudadanía. Estos ejes de la con-
respectivas jurisdicciones, que el subrayado que vivencia democrática que se aplican a indivi-
afecta a algunos seres humanos tiene alguna cosa duos que no han de justificar idiosincrasias ni
que ver con las estridencias culturales de que orígenes especiales para recibir el beneficio de
hacen gala las propias víctimas. la reducción -o la elevación, si se prefiere-,- a
Cualquier etólogo certificaría que el peor y más la nada identitaria básica: aquella que hace de
cruel daño que se infringe a los animales cauti- cada cual un ser humano, lo que debería ser
vos no es negarles la libertad, sino la posibili- idéntico a un ciudadano, con todos los dere-
dad de esconderse. Con los clasificados como chos y obligaciones consecuentes.
"inmigrantes" o "étnicos" pasa algo similar, bá- Esta factibilidad de convertirse sencillamen-
sicamente porque también ellos se ven aboca- te en transeúnte, persona de la calle que no ha
dos a verse exhibidos en público como expresión de dar explicaciones de nada, es el requisito para
de lo civilizatoriamente remoto y atrasado, se- cualquier forma de integración social verdade-
res que son -se considera-, en cierta medida, ra. Sólo recibiendo la capacidad para elevarse a
246 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 24 7

la calidad de desconocido, se pueden llevar a quitectura y el diseño urbano-, sino también


cabo las interacciones constantes y multiformes como el núcleo que permite evaluar el nivel de
de que está compuesta la vida cotidiana. Esta- democracia de una sociedad urbana, que es casi
mos hablando de aquello que Georges Simmel lo mismo que su nivel de urbanidad. Esta calle
llam.aba el recurso a la reserva, única forma que de la que estamos hablando es algo más que
tiene el habitante de las ciudades modernas de una vía por la que transitan, de un lado a otro,
adaptarse con éxito al "crecimiento de la activi- vehículos e individuos, un mero instrumento
dad nerviosa" que las caracteriza, una especie para los desplazamientos en el seno de la ciu-
de "preservativo de la vida subjetiva" ante las dad. Es, sobre todo, el lugar de epifanía de una
turbulencias de nuestra relación con un mun- sociedad que quisiera ser de verdad democráti-
do altamente imprevisible e inestable, una pues- ca, un escenario vacío a disposición de una in-
ta a distancia hecha, a partes iguales, de una teligencia social mínima, de una ética social
"silenciosa aversión, una extranjería y repulsión elemental basada en el consenso y en un con-
mutua", 6 pero también de una constante vigilia trato de ayuda mutua entre desconocidos. Ám-
ante lo que en cualquier momento está a punto bito al mismo tiempo de la evitación y del
de suceder, lo que nos sorprende, un "verlas encuentro, sociedad igualitaria donde, debilita-
venir" siempre activado. do el control social, inviable una fiscalización
política completa, gobierna una "mano invisi-
3. El derecho a la calle ble", es decir, nadie.
Nunca acabaremos de alabar la importancia
No se ha pensado lo suficiente lo que implica de la aportación de Durkheim y Mauss en rela-
este pleno derecho a la calle que se vindica para ción con el poder de los sistemas clasificato-
todos, derecho a la libre accesibilidad al espa- rios, una aportación que llamó la atención a
cio público como máxima expresión del dere- propósito del lugar que ocupan la construcción
cho universal a la ciudadanía. La accesibilidad lógica e inconsciente de la realidad y a las leyes
de los lugares, de ahí su condición de públicos, subyacentes que determinan la apropiación in-
se muestra entonces no sólo como la capacidad telectual de un universo socialmente determi-
de un lugar para interactuar con otros lugares nado. El asunto específico de aquel trabajo fue,
-que es lo que se diría al respecto-desde la ar- como se sabe, el del fenómeno del totemismo, a
través de cuyo estudio se puso de manifiesto
cómo las categorías lógicas mediante las cuales
el ser humano ordenaba el universo entero; a
6 G. Simmel, "Las grandes urbes y la vida del espíritu",
en: El individuo y la libertad, Barcelona, Península,
través de la taxonomía totémica, eran catego-
1986, p. 243. rías sociales y establecían un nexo que asocia-
248 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 249

ba, por medio de correlaciones conceptuales, a ces sutiles-aspecto personal, vestimenta, pei-
la sociedad con el cosmos. Para ello, se descri- nado, acento, gustos-, a partir de los cuales
bía el sistema totémico australiano en concreto los interactuantes podían ubicarse en un es-
como una organización categorial que distribuía, quema clasificatorio constituido por distincio-
entre los humanos y entre las unidades socia- nes que, a su vez, denotaban afinidades sociales,
les en que se agrupaban, nombres correspon- ya fueran familiares, étnicas, de clase, de for-
dientes a cosas naturales, tales como plantas y mación académica, de profesión, de edad, de
animales, pero también puntos cardinales o inclinación sexual, etc. Sólo que tal constata-
acontecimientos meteorológicos. A tales objetos ción vale, en-efecto, para la construcción coral
de la naturaleza les era asignada una compli- de ese espacio objetivo que es todo espacio so-
cada trama de prescripciones y tabúes que los cial, espacio de interacciones entre seres que se
vinculaban místicamente a sus homólogo~-en toman en cuenta a partir de la representación
la sociedad, y a la inversa. De este modo, el que hacen de sí mismos y cómo interpretan la
mismo enrejado que compartimentaba la socie- representación que los demás hacen, a su vez,
dad en distintas agrupaciones -clanes, mita- de ellos mismos.
des, :fratrías-, unidas entre sí por lo mismo que Otra cosa es que el espacio público sea real-
las separaba, proyectaba sus propias divisio- mente, como pudiera antojarse demasiado pre-
nes y nudos a la globalidad del universo. cipitadamente, un espacio social, al menos en el
Las sociedades modernizadas contemporá- sentido más canónico que suele darse a tal no-
neas no han visto desmentidas las intuiciones ción. Así, la definición de Georges Condominas
de la.escuela de L'Année Sociologique sobre los establece que "el espacio social es el espacio de-
esquemas taxonómicos y su valor determinan- terminado por el conjunto de sistemas de rela-
te en la construcción social de la realidad. En- ciones, ·característico del grupo considerado". 7
tre otros teóricos que han advertido de ésta Esa definición resulta sólo relativamente ade-
persistencia de las tabulaciones clasificatorias cuada al marco deun espacio público definible
en nuestra sociedad, destaca Pierre Bourdieu, por la proliferación de marañas relacionales,
quien ha puesto de manifiesto cómo los gestos compuestas de usos, componendas, imposta-
más automáticos e insignificantes pueden brin- ciones, rectificaciones y apaños que van
dar pistas sobre la identidad de quien los reali- _ emergiendo sobre la marcha y en los que late
za y el lugar que ocupa.-en un espacio social un microrganismo social secretamente inteligen-
estructurado. Bourdieu daba en el clavo cuan-
do establecía que los encuentros más azarosos
y espontáneos entre sujetos estaban orientados
7 G. Condominas, L'Espace socia apropos de l'Asie du
por la percepción de indicadores objetivos a ve- Sud-Est, Flammarion, Paiis, 1980, p. 14.
250 / Disoludones urbanas Anonimato y dudadanía / 251

te, pero automático, sin alma. No hay en ese tratado de poner de relieve, el espacio público
paisaje un conglomerado humano coherente, a no está estructurado ni desestructurado, sino
no ser que el grupo del que se esté hablando no estructurándose. 9 No es el escenario de una
se parezca en nada a las estructuras cristaliza- sociedad hecha y derecha, sino una superficie
das estudiadas habitualmente por la sociología . en que se desliza y desborda una sociedad per-
y la antropología funcionalistas,. sino que sea manentemente inconclusa, una sociedad inter-
tan sólo un agrupamiento polimorfo e inquieto, minable. En él sólo se puede ser testigo de un
que solamente puede ser observado en el ins- trabajo, una tarea de lo social sobre sí mismo.
tante preciso en que se coagula, puesto que está En cuanto las condiciones democráticas que
destinado a disolverse de inmediato. deberían presidirlo se lo permiten, el espacio
El espacio público es el espacio que posibilita público se comporta no como un espacio so-
todas las interacciones concebibles, e incluso \as cial, determinado por estructuras y enclasa-
inconcebibles. Sirve de rampa para todas las mientos, sino como un espacio en muchos
socialidades habidas o por haber. En cambio, sentidos biótico, subsocial o protosocial, un
en su seno, lo que uno encuentra no es propia- espacio previo a lo social, al tiempo que su re-
mente una sociedad, o cuanto menos una socie- quisito, premisa escénica de cualquier socie-
dad cristalizada, con sus órganos, sus funciones, dad. El espacio público es aquel en el que el
sus instituciones, etc. En él se ensayan y, las sujeto que se objetiva, que se hace cuerpo, que
más de las veces, se abortan, todas las combi- reclama y obtiene el derecho de presencia, se
naciones societarias, de las más armoniosas a nihiliza, se convierte en una nada ambulante e
las más conflictivas y hasta las que se han vuel- inestable. Esa masa corpórea lleva consigo to-
to o están a punto de volverse violentas. das sus propiedades, tanto las que proclama
Ahora bien, el espacio público no es propia- como las que oculta, tanto las reales como las
mente ese espacio social en el que Bourdieu ¡>o- simuladas, las de su infamia y las que le en-
día desmentir la condición singular-que puede salzan, y con respecto a todas esas propieda-
antojarse maravillosa:- de los encuentros aza- des lo que pide es que no se tengan en cuenta,
rosos y de las situaciones abstractas a que esos que se olviden tanto unas como otras, puesto
encuentros dan pie. 8 Como en otro lugar se ha que el espacio en que ha irrumpido es anterior
y ajeno a todo esquema fijado, a todo lugar, a
todo orden establecido.
8 La critica de Pierre Bourdieu a la noción interaccionista
de ªsituación" y a los postulados de la etnometodología
en general, se hallan en La distinción, pp. 238-241 y 9 M. Delgado, El animal público, Anagrama, Barcelona,
492-494. 1999, pp. 214-218.
252 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 253

Quien se ha hecho presente en el espacio gente dominado por la pura exterioridad, por el
público ha desertado de su sitio y transcurre concierto entre apariencias, por el intercambio
por lo que por definición es una tierra de nadie, de indicadores perceptuales que incitan o des-
ámbito de la pura disponibilidad, de la pura aconsejan una profundización en los contactos,
potencia, territorio lábil -la calle, el vestíbulo por la proliferación de sensaciones y por los len-
de estación, la playa atestada de gente, el pasi- guajes corpóreos de quienes se exponen a la
llo que conecta lineas de metro, el bar, la pista intemperie y, haciéndolo, escamotean su su-
de la discoteca ...- ordenado por leyes de las. puesta interioridad y quieren ser tomados tan
que uno podría sospechar que no son exacta- sólo por lo que parecen ser.
mente humanas. El único rol que le correspon- En los contextos públicos, las marcas, las
de es el de tan sólo circular. Ese personaje nunca balizas, los umbrales ... , sirven para jalonar un
está: estuvo o estará, en cualquier caso se tr,as- escenario en el que, en condiciones normales,
lada, se mueve, y es sólo ese tránsito que efec- lo que es sometido a un orden taxonómico no
túa y en el momento justo en que lo efectúa. son las identidades grupales, ni las afiliaciones
Eso no quiere decir que en el espacio público de cada cual, sino las señales de adecuación
de las ciudades no rija un principio clasificato- del comportamiento propio y ajeno, así como
rio. En esas sociedades provisionales y peripaté- los distintos indicativos de calma o de peligro.
ticas que se hacen y se deshacen constantemente El viandante solicita de sus congéneres que de
en su seno, los participantes también clasifican, todas las propiedades que detecten en él, sólo
pero, demasiado apresurados por lo general, su retengan y hagan significativas aquellas que les
clasificación se parece más a la de los chimpan- incumben, aquellas que eventualmente pudie-
cés que a la de los arunta australianos, de los ran llegar a afectarles en un momento dado. En
que hablaban Durkheim y Mauss, o a la de las él cueritan más las pertinencias que las perte-
moléculas sociales que, según Bourdieu, ·se nencias.
enclasaban las unas a las otras a partir de sus Por desgracia, las leyes se encargan de des-
preferencias de consumo, por ejemplo. Los usua- acreditar este sistema de ordenamiento basado
rios del espacio público clasifican lo que los en la autogestión generalizada de las relaciones
etólogos llaman displays (muestras). Por medio sociales y organizan su imperio en clasificacio-
de éstas, los viandantes anónimos asignan in- nes bien distintas a las de la etología humana
tenciones, evalúan circunstancias, evitan roces en marcos públicos. El agente de policía o el
y choques, intuyen motivos de alarma, gestio- vigilante jurado pueden pedir explicaciones,
nan su imagen e interpretan la de los otros, pac- exigir peajes, interrumpir o impedir los accesos
tan indiferencias mutuas, se predisponen para a aquellos que aparecen resaltados no por lo
coaliciones efimeras. Todo ello un campo inteli- que hacen en el espacio público, sino tan sólo
254 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 255

por lo que son o parecen ser, es decir, por su involuntariamente, en el marcaje de quienes
"identidad" real o atribuida. son susceptibles de ser abordados por los
En estos casos, los encargados de la seguri- "agentes del orden" en función de su presu-
dad pública pueden acosar a personas que no puesta adscripción grupal. Esa intervención se
ponen en peligro esa seguridad pública, que ni lleva a cabo precisamente para legitimar y
siquiera han dado signos de incompetencia gra- mostrar, como inexorable, la exclusión de aque-
ve, que no han alterado para nada la vida so- llos del espacio público o las dificultades que
cial. Su tarea es exactamente la contraria de la encuentran para acceder a él en igualdad de
que desarrolla en condiciones normales el usua- condiciones. En el caso de los llamados
rio ordinario de los espacios públicos. Si éste "inmigrantes" o los miembros de presuntas
procura pasar desapercibido y evita mirar fija- minorías étnicas, el antropólogo ha podido
mente a los demás con quienes se cruza, el agen- contribuir a su estigmatización, subrayando la
te del orden se pasa el tiempo mirando a todo el condición culturalmente extraña que se supo-
mundo, enfocando directamente a aquéllos qúe ne que les afecta y proporcionando de una pa-
podrían parecer sospechosos; no tanto de ha- rrilla clasificatoria que los etnifica casi siempre
ber cometido un delito o estar a punto de come- artificialmente.
terlo, sino tan sólo de no tener sus papeles en Lejos de considerar a los seres humanos que
regla, es decir, no merecer el derecho de pre- estudia en la pluralidad de situaciones en las
sencia en el espacio público que como ser hu- que aparecen constantemente inmiscuidos, la
mano le debería corresponder. 10 Estos "agentes antropología de los inmigrantes ha dá.do
del orden" pueden interpelar de forma nada acríticamente por buenas, o ha producido por
amable y a veces violenta a personas a las que su cuenta, categorías analíticas que han legiti-
ya les "habían echado el ojo encima" por su as- mado :_cuanto menos potencialmente- la
pecto fenotípico o su vestimenta, rasgos que dan marginalización de una parte de la clase obre-
cuenta de una identidad inquietante no para el ra, ha ayudado a encerrarla en una prisión
resto de peatones, sino para el Estado y sus identitaria de la que no era ni posible ni legíti-
leyes de extranjería. mo escapar. En efecto, el aparato terminológico
Por desgracia, también, la antropología apa- de los antropólogos se ha dedicado a distribuir
rece aquí como directamente implicada, acaso _ categorizaciones delimitativas, ha certificado
rasgos, inercias y recurrencias basados en cla-
10 Sobre las prácticas de vigilancia en espacios públicos,
sificaciones "étnicas", cuya función ha sido la
ver el trabajo sobre los guardias jurados del metro de de prestar un utillaje cognoscitivo preciso y dis-
París de M. Dartevelle, "Le travail du contróleur", Les ponerlo como una modalidad operativa más al
Annales de la recherche urbaine, (57-58), 1997. servicio de la exclusión. Se ha pasado así, una
256 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 257

vez más, de la aséptica definición técnico-:espe- mero es el de la posibilidad de llevar a cabo en


cializada de la discriminación social, dándole contextos urbanizados lo que se da en llamar
la razón a las construcciones ideológicas margi- estudios de comunidad, que atribuyen a los su-
nalizadoras y a las relaciones. sociales asimé- puestos colectivos de inmigrantes esos rasgos
tricas. que harían pertinente un trabajo de campo
Como GérardAlthabe advertía, no deberían ser estándar por parte del antropólogo, es decir, una
"los magrebíes lo que se debería estudiar, sino la dosis notable de homogeneidad cultural, una
manera como algunos son producidos como vertebración social y una estabilidad territorial.
"magrebíes" y la intervención de esta imagen en Esa imagen de la ciudad como constituida en
las prácticas de identificación" .11 Lejos de ahí, el un mosaico de zonas con comunidades con una
antropólogo ha podido aparecer como tipifi.cador identidad étnica o religiosa compartida, ha ocul-
de una anomalía que se ha presentado como "c:u.1- tado una realidad mucho más dinámica e ines-
tural" y de la que se deriva una inferiorización table, dominada por urdimbres interactivas en
que ha resultado finalmente ser social, cuyo oh:. que se ven inmiscuidos los llamados inmigrantes
jeto es la presencia presumidamente extraña de y cuyas escenarios e interlocutores trascienden
un intruso no menos "cultural". Aquél al que se los supuestos límites comunitarios en que se
ha marcado con el atributo "inmigrante" o "étni- les imagina medio encerrados. Los llegados de
co" es muy posible que acabe aprendiendo, por fuera tienden a instalarse dinámicamente en
así decirlo, los términos de su inferioridad, tramas de apoyo mutuo que se tejen a lo largo y
interiorizándolos, substantivizándolos. El clasi- ancho del espacio social de la ciudad, lo que,
ficado como "minoritario" acaba inevitablemen- lejos de condenarle al encierro en su gueto, le
te convirtiéndose en lo que dicen de él que es, es
decir, acaba minorizándose.
a
invita y hasta le obliga pasarse el tiempo tras-
ladándóse de un barrio a otro, de una ciudad a
Algo parecido podría decirse con relación a la otra.
aplicación, a las llamadas minorías étnicas, de La otra cuestión importante, relativa a la po-
las presunciones metodológicas de la etnogra- sibilidad y, en este caso, a la legitimidad del
fia clásica, presentadas bajo el ampuloso nom- trabajo de campo con inmigrantes, tiene que ver
bre de observaci.ónpartici.pante, y.que implican con una disposición de la división público-pri-
el cultivo de dos graves malentendidos. El pri- vado que no siempre se tiene en cuenta a la
hora de hacer preguntas y observaciones. Si es
cierto que la investigación de campo siempre
11 G. Althabe, "Proche et lointain: une figure savante de implica un cierto grado de violencia y de autori-
l'étranger", en: S. Ostrowetsky, ed., Sociologues en tarismo por parte de ese funcionario enviado
ville, París, L'Hannattan, 1996, p. 80. por la Administración -aunque sea con una
258 / Disoluciones urbanas Anonúnato y ciudadanía / 259

excusa "académica" o "científica"- que es el El etnólogo ha de hacer preguntas inevitable-


etnólogo especializado en inmigrantes, ese prin- mente indiscretas, seguir de cerca conductas
cipio de intromisión se ha de agudizar, por fuer- íntimas, "profundizar" en la realidad socio-psi-
za, en situaciones en las que el "investigado" ha cológica de seres a los que ha hecho beneficia-
entendido, como parte de sus nuevas compe- rios del título de "otros". Eso sin contar, por
tencias culturales, que la protección de la supuesto, que el antropólogo nunca podrá con-
privacidad y de los límites de lo que cada cual trolar del todo las informaciones que reúna, re-
considera que es su "verdad secreta", es en lo lativas en muchos casos a los movimientos,
que en gran medida reside su principio de dig- conductas, residencias, prácticas familiares,
nidad humana, aquel mismo que les lleva a re- número preciso de grupos humanos con fre-
clamar el estatus de ciudadano de pleno cuencia hostigados por la policía, de manera
derecho. 12 que su trabajo puede convertirse fácilmente en
instrumento de conocimiento y control por par-
te de las mismas autoridades que ya no sólo
estigmatizan, sino que directamente ilegal.izan
12 A Peter Weir le corresponde el mérito de haber enten- y persiguen a aquéllos que se pretende "cono-
dido y haber sabido plasmar esa paradoja que hace
que el antropólogo sea un investigador que hace pre-
cer mejor".
guntas que jamás consentiría que. un desconocido le El sistema etnológico y sus criterios clasifica-
hiciera a él. Una película para televisión de la época torios se han visto, de este modo, complicados
australiana de ese director, The Plumber (1980) -es- en la naturalización de un orden socio-econó-
trenada en vídeo en España con el titulo de El visitan- mico que, por mucho que se afirme igualitario,
te-, narra la historia de una antropóloga (Judy Morris)
se levanta sobre todo tipo de desigualdades es-
que está encerrada en su casa preparando su tesis
sobre una sociedad de las montañas de Nueva Gui- tructurales. Ese orden antropológico ha asumi-
nea. Su vida hogareña se ve de pronto alterada por la do la tarea de validar e interiorizar luego, en los
irrupción en ella de un fontanero (Ivar Kants) que la sujetos psicofisicos, las ideologías que hacen
administración de la finca envía para revisar el siste- posible la división social del trabajo. Pierre
ma de cañerías de su cuarto de baño. Instalado en la Bourdieu y Jean-Claude Passeron13 nos mos-
cotidianeidad de la protagonista, el recién llegado se
empeña en hacer preguntas relativas a su vida priva-
traron cómo la violencia simbólica que ejercen
da y de su esposo y se convierte en uh intruso cuya sistemas clasificatorios pretendidamente rigu-
presencia acaba resultando finalmente insoportable. rosos, sirve no sólo para imponer los estándares
La historia se resuelve cuando el personaje de la
antropóloga demuestra hasta qué punto es incapaz
de aceptar que alguien practique con ella el mismo
tipo de inmiscuimiento de que ella misma había he- 13 P. Bourdieu y J.-C. Passeron, La reproducción, Barce-
cho objeto a otros. lona, Laia, 1977.
260 / Disoluciones urbanas Anonúnato y ciudadanía / 261

culturales dominantes y para argumentar "cien- No es posible entender ni la génesis ni el al-


tíficamente" las divisiones sociales, sino también cance de teorizaciones como las debidas a Louis
para escamotear su propia naturaleza jerar- Dumont, a Althusser, a Duby, a Gilles Deleuze
quizadora. La función de las clasificaciones mé- o a Jacques Lacan, por citar sólo algunos nom-
dicas sería la de ejercer lo que Pierre Bourdieu bres, sin tener presente el papel que jugaron
llamaba, siguiendo a Weber, sociodiceas, 14 es- las Clasificaciones primitivas de Durkheim y
trategias simbólicas que vienen a legitimar, Mauss. El propio Michel Foucault, cuya obra
naturalizándolo, el fundamento social de la do- tan indispensable debería resultar para hacer
minación que ejercen los portadores de los dis- una genealogía de la anormalidad en las socie-
tintos tipos de capital. dades modernas, podría ejemplarizar esa inci-
La reificación en el discurso antropológico-cul- dencia. Toda la obra de Foucault, en efecto,
tural del sistema de encasillamiento social_. en aparece centralmente ocupada en una reflexión
vigor confirma la apreciación que Durkheim y sobremanera escéptica acerca de las categorías
Mauss habían formulado en su clásico estudio analíticas de las ciencias, tanto sociales como
sobre las clasificaciones primitivas. A saber, que naturales, tras cuyo aspecto de indiscutibilidad
existe una correspondencia entre las estructu- se agitaba la acción de determinados dispositi-
ras sociales y el orden mental, pero socialmente vos de puesta en orden y control.
inducido, mediante el cual los humanos clasifi- Esa condición construida y hasta cierto pun-
can el universo. Esto, aplicado al caso de las to arbitraria de las epistemes no es otra cosa
modernas sociedades urbano-industriales, bien que un reconocimiento de que, en última ins-
podría traducirse en que la jerarquización y la tancia, los saberes que se arrogan la potestad
estratificación encuentran también estructuras de designar y relacionar entre sí lo que puede y
simbólicas como las provistas por la antropolo- debe ser concebido, lo mismo y lo diferente, lo
gía -etnia, identidad, cultura, etc.- mediante normal y lo anómalo, no hacen otra cosa que
las cuales interiorizarse en la mentalidad de los reeditar una tecnología idéntica a la que
individuos, y hacerlo, además, en tanto que elementalmente desplegaban los enrejados cla-
incontestablemente ciertas, en la medida en que sificatorios mediante los que los australianos,
han sido provistas desde esa fuente de verdad evocados por Durkheim y Mauss sometían el
que es la institución filoreligiosa de-la ciencia. cosmos a un código, al que se asignaba la tarea
de distribuir los significados. Lo que tampoco
se puede decir que escape de la evidencia, reco-
nocida por los propios epistemólogos, de que
14 P. Bourdieu, "Les pouvoirs et leur reproduction", en:
toda ciencia, incluyendo la propia antropología,
La Noblesse d'Etat, París, Minuit, 1989, pp. 398-402. funciona como un sistema de clasificación, es
262 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía/ 263

decir, como una estrategia que inventa y orde- ciación la que crea y reifica la diferencia. No
na entidades descriptivas y explicativas a las nos clasificamos a partir de lo que somos, sino
que se presupone segm.entables y duraderas, y que somos los que somos en tanto que hemos
que elabora a partir de ellas definiciones sido clasificados en un determinado comparti-
coordinativas con base en un principio regular mento de la nomenclatura lógico-social en vi-
de división nomotética. gor. De ahí lo incierto de las tramas conceptuales
La actualidad del ensayo de Durkheim y Mauss que nos permiten hacer del universo un juego
sobre las clasificaciones primitivas nos conduce de ensamblajes, de aislamientos y relaciones,
a apreciar cómo una comprensión heurística de de análisis, de empalmes y desempalmes, de
nuestra propia sociedad sólo es posible hacien- ajustes y de divorcios que afectan a los conteni-
do inteligible la racionalidad secreta que ésta dos concretos, de cualidades y de formas que
emplea para clasificar, distribuir, distinguir,/se- se parecen, se distinguen o se oponen.
parar, poner en relación y jerarquizar, por gru.- Tales sistemas de clasificación son instrumen-
pos categoriales, los objetos tanto humanos tos cognitivos, es cierto, pero, sobre todo, son
como materiales que la conforman. Visiones, al instrumentos de poder. Como ha señalado Pierre
fin, que atienden la vigencia entre nosotros del Bourdieu, hablamos aquí de "principios de di-
poder de los sistemas lógicos de denotación. visión inseparablemente lógicos y sociológicos
Esa observación nos permite constatar que que, al producir unos conceptos, producen unos
no son las diferencias culturales las que gene- gru.pos, los mismos gru.pos que los producen y
ran la diversidad, tal y como podría antojarse los gru.pos contra los que se producen" . 15 La
superficialmente, sino que son los mecanismos presuntamente científica etnifi.cación de secto-
de diversificación los que motivan la búsqueda res sociales ya previamente asociados al con-
de marcajes que llenen de contenido la volun- flicto y a la marginación, tiene como tarea lanzar
tad de distinguirse y distinguir a los demás,-no sobre ellos una suerte de red nominadora de la
pocas veces con fines estigmatizadores o que surgen, como por encanto, una -seria de
excluyentes, Una entidad clasificatoria cualquie- unidades discretas claras que organizan -ver-
ra, es decir, una unidad sobrepuesta definible ticalmente, por supuesto-- una población que
por y en ella misma, no sirve tanto para alimen- no es que estuviese escasamente diferenciada,
tar la base de una clasificación, sino que, justo sino que, al contrario, presentaba unos dinte-
al contrario, constituye su producto. En otras les de complejidad dificiles o imposibles de fis-
palabras, no se clasifica porque hay cosas que calizar. Los sistemas institucionales o populares
clasificar, sino que es porque clasificamos que
las podemos descubrir. No es la diferencia la
que suscita la diferenciación, sino la diferen-
15 Bourdieu, La distinción, op. cit., p. 490.
264 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía / 265

de clasificación étnica son un exudado median- segmentarlas, fundamentadas en la construc-


te el cual el poder político o las mayorias socia- ción de situaciones efimeras. En cada una de
les justifican, explicitan y aplican su hegemonía. estas situaciones eventuales, los individuos que
La palabra con que la antropología crea al gru- concurren en pos de una cierta gama de objeti-
po que nombra lo naturaliza, lo dota al mismo vos, en tanto se hayan o no incorporado a tal
tiempo de atributos y de atribuciones. situación de manera voluntaria, tal comporta-
Puede ser que no sea factible escapar de esos miento aparece orientado por una idea u otra
códigos fundamentales que nos instauran los de lo que se quiere que ocurra en ellas. Esta par-
esquemas de lo que es preceptivo, de lo que debe ticipación se produce en términos de papel o de
y puede cambiar, de las jerarquías, de la pro- rol, que es la manera de indicar como cada ele-
ducción de explicaciones, de las interpretacio- mento copresente negocia su relación con los
nes o teorias a las que se entregan sin descanso demás a partir de un uso diferenciado de los re-
expertos y especialistas, y entre ellos -los cursos con los que cuenta.
antropólogos, para mostrar la inevitabilidad de Esta idea de rol es fundamental, pues se opo-
no importa qué orden, para satisfacer, con ar- ne a la de estatus, que caracterizaba las rela-
gumentos "cienti:ficos", la necesidad social y ciones sociales en las sociedades tradicionales
política de unificar el pensamiento y desenma- no urbanizadas, que servía para indicar una
rañar lo real, fragmentaciones del saber median- serie de derechos y deberes claramente defini-
te las cuales el conocimiento moderno lleva a dos e inmutables que cada cual recibía en su
cabo aquella misma tarea que el totemismo nacimiento en un lugar o otro de la estructura
australiano tenía encomendada, al tiempo que, social. Al encadenar el llamado "otro cultural"
como aquél, persuade del valor incontestable con una estatuación fija e inmutable, al negarle
de sus resultados. la posibilidad de jugar libremente al juego de la
vida social, utilizando todo tipo de estratage-
4. Una sociedad enmascarada mas y tácticas, incluso la simulación y la im-
postura, ponemos de manifiesto hasta qué punto
El transeúnte desconocido, este personaje al nuestra sociedad aún está lejos de realizarse
mismo tiempo vulgar y misterioso que es el en tanto aquello que presume ser, es decir, mo-
hombre o la mujer de la multitud,--es -no lo derna.
olvidemos- la materia primera de una socie- Nuestro protagonista --el transeúnte, el vian-
dad como la nuestra, hecha no tanto de institu- dante- es quien centra los ámbitos situacionales
ciones estables, a la manera de las sociedades más específicamente urbanos, aquellos que los
premodernas o tradicionales, como de relacio- teóricos de la Escuela de Chicago denominaron
nes sociales, impersonales, superficiales y de tránsito, inéditos en las sociedades no moder-
266 / Disoluciones urbanas Anonimato y ciudadanía/ 267

nas y diferenciadas, de los doméstico-familia- posibilidad de definirlas y redefinirlas tantas


res, comunales y de vecindad. Las relaciones veces como sea preciso, permitir negociar y
de tránsito consisten en vínculos ocasionales renegociar los consensos operativos, la estruc-
entre "conocidos de vista" o extraños totales, tura de cada encuentro y las expectativas y va-
con frecuencia en marcos de interacción míni- lores considerados pertinentes o adecuados para
ma, en la frontera misma de no ser relaciona- cada ocasión. Para tal :finalidad, los papeles del
do en absoluto. Hablamos de aquella unidad anonimato y la reserva son estratégicos, puesto
fundamental del análisis interaccionista que que los protagonistas de la interacción transi-
son los avatares de la vida pública, entendida toria no se conocen apenas, no saben nada el
como la serie de agregaciones casuales, espon- uno del otro, y reciben la posibilidad de alber-
táneas, consistentes en mezclarse durante y por garse bajo la capa del anonimato, una especie
causa de las actividades ordinarias. Las uni- de película protectora que hace de su "auténti-
dades que se forman surgen y se diluyen con- ca" identidad, sus puntos débiles y sus verda-
tinuamente, siguiendo el ritmo y el flujo de la deras intenciones, un arcano para el otro.
vida diaria, lo que causa una trama inmensa De los personas con las que nos relaciona-
de interacciones efimeras que se entrelazan mos cada día, la mayoría de ellas son un incóg-
siguiendo reglas explicitas, pero, sobre todo, nito, en esencia porque son eso, personas, es
latentes o inconscientes. decir, -si hemos de tener presente la etimolo-
Conocer o intuir las pautas que ordenan en gía del términer-, máscaras. Desconocemos de
secreto estas relaciones ocasionales es indispen- ellas o apenas llegamos a intuir cosas como su
sable para poder interactuar de forma apropia- ideología, su origen étnico o social, su edad pre-
da en cada circunstancia y en cada contexto. cisa, dónde viven, sus gustos. En la mayoría de
Cada vez que se está en presencia, se ejecutan aspectos de la vida ordinaria, todo sujeto no
comportamientos y acciones reglamentadás, puede corijugarse a sí mismo sino en relativo.
muchas veces sin darnos cuenta, en las cuales Con frecuencia, no sabemos ni su nombre. En
resulta indispensable esconder cosas, utilizar el espacio público, ese sujeto que se oculta ha
dobles lenguajes, escaquearse, "salirse por la recibido permiso para.dotarse de una opacidad
tangente", "guardarse cartas en la manga", etc. y para definirse aparte, en otros sitios, en otros
Estos tipos de estratagemas resultan fundamen- momentos.
tales a la hora de comportarse competentemente Por la posibilidad que tienen de encubrir quié-
en las diferentes situaciones sociales en las que nes son en realidad y qué pretenden, los desco-
nos vemos comprometidos y que han de tener nocidos que conforman sociedades provisionales
como requisito -si es que se quieren producir pueden aplicar todo tipo de técnicas relacionales
en unas condiciones mínimas de equidad- la basadas en la simulación, con abundancia de
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medias verdades y, si el guión lo exige, de enga- para la emancipación humana y una expectati-
ños. En los contextos de tránsito, todo el mun- va permanente activada hacia lo insólito. En
do no sólo tiene derecho a enredar, sino que cada momento, un desconocido está a punto de
con frecuencia no tiene más remedio que ha- irrumpir en el escenario de nuestra existencia
cerlo. Todos nosotros, que también simulamos sin pedimos permiso. Podría ser alguien que
y nos refugiamos en la ambigüedad y la farsa, hasta ese momento no había jugado ningún
no tenemos más remedio que basarnos en im- papel de relieve o podría ser alguien cuya exis-
presiones fragmentarias, extraídas de signos tencia ni sospechábamos, pero que se convierte
externos-manera de vestir, estilo de peinado, súbitamente en portador de acontecimientos
rasgos fenotípicos, el diario que traen bajo el excepcionales. Individuos que no formaban par-
brazo, gestos indeterminados, comentarios dis- te de ninguna de nuestras relaciones significa-
persos ...-, como las únicas pistas que nos pe.r- tivas pasan, de repente, a tener una relevancia
miten, siempre de manera defectuosa, inferir las inesperada y ofrecemos una sorpresa inimagi-
predisposiciones de nuestros interlocutores nable. Pude ocurrir en cualquier lugar público
eventuales, hacer la prospectiva de sus accio- o semi-público, en la parada del autobús, en el
nes inminentes o tratar de adivinar sus objeti- supermercado, en la piscina en verano, en un
vos a medio o largo plazo. Con frecuencia, esas café, al doblar una esquina... Allá donde no
prácticas de encubrimiento tras una aparien- había relación social en absoluto, pueden apa-
cia simple no responden tanto a una voluntad recer, de pronto, nuevos contactos, vínculos in-
explicita de engañar, como a una buena volun- éditos inicialmente furtivos, pero que pueden
tad a la hora de ayudar a aquél con quien se devenir en un momento algo íntimo y profundo.
interactúa brevemente a que controle la inesta- En estas situaciones de tránsito se concreta la
bilidad y la incertidumbre de las situaciones. condición que, con frecuencia, la vida social pue-
Estas sociedades imprevistas entre extrañós de tener de un proceso mediante el cual los acto-
pueden convertirse en una fuente notable de res resuelven significativamente sus problemas,
inquietud y en ciertas oportunidades revestirse adaptándose la naturaleza y la persistencia de
de amenaza, pero también ser el punto de par- sus soluciones prácticas. En cada encuentro
tida de cambios vitales o incluso una fugaz ober- entre desconocidos totales o relativos, cada uno
tura hacia lo maravilloso. Es verdad que se ha de los interactuantes trata de elaborar una es-
repetido que la gente está muy sola, que la vida pecie de teoría práctica, un razonamiento empí-
urbana es inhumana y neurotizante y que lo rico, en orden a procurar establecer y describir
que se agita por las calles es en realidad una su normalidad y la racionalidad de las situacio-
unión de individuos solitarios; pero también lo nes en que se va viendo involucrado. El punto
es que la vida en las ciudades es un estímulo crucial es que no existe un orden social que ten-
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ga existencia por sí mismo e independientemente tos cruzados entre personas que se· acreditan
de ser conocido y articulado por sus miembros, mutuamente la racionalidad y competencia de
en la medida en que toda sociedad no es una sus actos. Es en eso en lo que debería consistir
norma o código a obedecer, sino.un orden reali- la multiculturalidad, no en lo que hoy es, la
zado, cumplido sobre la marcha. reificación de un inexistente mosaico de "mino-
La violencia está ahí, continúa estando ahí rías" preformadas y que se suponen articula-
como pura posibilidad de una relación social das, integradas o asimiladas estructuralmente,
extrema, último recurso que podría salvar en el sino la disolución de toda presunta minoría en
último momento el socius. Se sabe que ese es- un espacio dramático compartido y accesible a
pacio -pura potencialidad- podría explicitar todos.
en cualquier momento su predisposición para En un plano más concreto, acabamos de re-
albergar y hasta suscitar el conflicto, devenir conocer como el ingrediente básico para la prác-
de un momento a otro, como consecuencia de tica competente de la vida ordinaria, esta
la propia fragilidad que lo caracteriza, escena- posibilidad de vivir como todo el mundo, es de-
rio de todo tipo de torsiones y espasmos, hasta cir, diferentemente, que le es negada paradóji-
del horror. Pero en tanto ese momento no llega, camente a quienes reciben el atributo de
los transeúntes aceptan un pacto de no agre- "diferentes". En cualquiera de estos dos aspec-
sión, un contrato de no-violencia. En la calle tos, no se está hablando de otra cosa que del
reina o debería reinar el principio de reciproci- derecho a devenir tan sólo alguien que pasa, un
dad en la indiferencia, una economía espacial, payo o una paya, un "tío" o una "tía", un tipo
puesto que es un espacio compartido, la pose- que va o que viene -¿cómo saberlo?- sin ver
sión y el consumo del cual está terminantemente detenida su marcha ni por alguien que de uni-
prohibido. forme le pida los "papeles", ni por alguien que
A nivel general, hemos visto que el derecho al se empeñe en "comprenderle" y acabe exhibién-
anonimato es un requisito del principio de ciu- dolo en una especie de feria de los monstruos
dadanía. De él depende que se cumpla esa fun- culturales. Un masa corpórea que, como cual-
ción moderna del espacio público como quiera, va "a la suya", pero que puede ser pro-
fundamento mismo -especificidad y abstrac- tagonista, en el momento menos pensado, de
ción máximas a la vez- del proyecto. democrá- los más grandes heroismos o generosidades: a
tico, tal y como autores como Hannah Arendt o un mismo tiempo, el elemento más trivial y más
Jürgen Habermas han sostenido. Espacio pú- enigmático de la vida urbana.
blico: espacio de un intercambio ilimitado, es- El peatón hace algo más que caminar, atra-
fera para la acción comunicativa generalizada y vesar cuando el semáforo se pone en verde, mi-
el despliegue infinito de prácticas y argumen- rar aparadores, esperar a alguien mojándose
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bajo la lluvia o detener taxis. Su modesto deam- entonces y a la que no se volverá a ver nunca
bular es un acto profundamente lírico, una for- más. Hablar aquí de extranjeros no tiene dema-
ma de escritura en la que cada trayecto que traza siado sentido, en tanto nos encontramos ante
es un relato, una historia íntima, una siembra un universo dislocado, en el cual todo el mun-
de memoria que hace de su autor el fundamen- do aparece desplazado y desplazándose y en el
to de toda experiencia moderna de lo urbano. que la figura del forastero es un imposible lógi-
Nuestro andariego es también un personaje que co, puesto que todos los presentes lo son.
desasosiega al poder, en la medida en la que no Esta comunidad peripatética no aparece nun-
hay forma de saber todo lo que esconde o si ca concluida, siempre está a medio hacer. Es
prepara algo. Es un ser impredecible que, cuan- una sociedad que se trabaja a sí misma y que
do se une a otros, teje, con ellos, una espesa es sólo ese trabajo que interminablemente la
nube opaca a ras de suelo a través de la cul:11 hace. No tiene órganos ni estructuras acaba-
quienes vigilan no pueden discernir nada. De das, sino que se construye, se disuelve y se vuel-
este ser anónimo apenas sabemos algo. Tene- ve a construir ininterrumpidamente.
mos como indicio su aspecto, su rostro -perci- Ese orden es un "desorden" autoorganizado,
bido en el brevísimo intervalo en que le miramos el resultado de la autogestión de millones de
de reojo- o el ritmo con que se desplaza. Sabe- moléculas independientes que se las apañan
mos que ha salido de algún sitio, pero no sabe- para convivir con base en acuerdos puntuales y
mos de cuál. Es, pues, alguien sin origen. No efimeros. Sus componentes no se hablan, no
sabemos dónde va, ni lo que pretende. Es, por tienen nada que decirse, básicamente porque
tanto, alguien sin destino ni función. Sabemos están de acuerdo en lo más importante: convi-
que, de hecho, es en otro sitio, en el sentido de vir. Tampoco se miran, ya que la mirada fija de
que sus pensamientos no están ahí, sino segu- un desconocido sólo puede anunciar una inmi-
ramente lejos, "en sus cosas". Es, por ello, un nente agresión o el inicio de un gran amor. No
enigma. se tocan. Miles de personas circulando en to-
Estos caminantes, que van de aquí para allá das direcciones y por espacios reducidos ... ¡Y
trazando diagramas aparentemente caprichosos, sin apenas rozarse entre ellas! Los miembros
constituyen la forma moderna por. excelencia de de esta colectividad perpetuamente intranquila
cooperación: espontánea, autorregulada, redu- acuerdan protegerse los unos de los otros me-
cida a pautas mínimas, basada en el consenso diante el anonimato, la reserva y la indiferencia
y no en la coacción, disponible siempre por lo mutua. A la mínima oportunidad, los socios de
que Comte llamó el altruismo, que conoce su esta inmensa sociedad anónima que es --o de-
expresión más auténtica y radical cuando se bería ser- una ciudad, podrían demostrarse su
ejerce entre gente que nunca se había visto hasta potencia solidaria y altruista. Saben que en
estudia la diversidad de las expresiones, Desde su interés por practicar una antropología sensible a los caracteres
imágenes, fenómenos y formas de inestables de la vida cotidiana citadina, Manuel Delgado nos ofrece una
percepción que constituyen la
travesía atenta a las grandes discusiones que, desde su disciplina, se
dimensión estética del mundo
plantean hoy. Pero su acercamiento dista de ser convencional: comienza
contemporáneo.
desnudando el mesianismo, fruto de las filiaciones protestante-ascéticas,
Con reflexiones teóricas y estudios
de las ciencias sociales, lo que pone de presente sus objetos de elección, .
específicos sobre la creación, el arte, la
cultura urbana y la vida cotidiana, la sus enemigos, sus frustraéiones y límites. Luego, el autor toma por los
colección logra la amplitud de temas y cuernos el maridaje entre política y cultura, que disneylandiza nuestros
enfoques necesarios para dar cuenta del entornÓs urbanos en un intento, otro, por purificarlos. Tras este primer
carácter expandido, fragmentario y
recorrido, el terreno está preparado para, en la segunda parte del libro,
plural de lo estético en el presente.
usar la coreografía como instrumento para ver los desplazamientos,
encuentros, roces y trayectorias de los viandantes en la calle, para
abordar la fiesta callejera como sonda exploratoria de los vericuetos entre
ocio y uso de espacios públicos. Por último,_ la_ fiesta, los ·migrantes, las

Títulos publicados identidades y el derecho inalienable al anonimato asoman como motivos


que perfilan nuestra vida urbana, disolviéndose para volver a
• Ciudad líquida, ciudad
interrumpida configurarse, fuertes, paradójicamente, en su carácter inestable.
Manuel Delgado Ruiz

• Ciudades y memorias
ISBN 958-655-619- □
Jairo Montoya

• La escritura del cuerpo/


El cuerpo de la escritura
Jairo Montoya
-Editor académico- 78 586 556194

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