Las Categorias Gramaticales Relaciones y Diferencias 9788477380757 8477380759 Compress
Las Categorias Gramaticales Relaciones y Diferencias 9788477380757 8477380759 Compress
Las Categorias Gramaticales Relaciones y Diferencias 9788477380757 8477380759 Compress
GRAMATICALES.
RELACIONES
Y DIFERENCIAS
Ig n a c i o B o s q u e
EDITORIAL
SINTESIS
P rim e ra reim p resión : n o vie m b re 1990
S e g u n d a reim p resión : o ctu b re 1991
T erc e ra reim presión : d ic ie m b re 1991
C u arta reim p resión : ju n io 1996
Quinta reim p resión : octu b re 1998
Sexto reim p resión : n o vie m b re 2002
Séptim a reim p resión : fe b re ro 2007
© E D ITO R IA L SÍNTESIS. S. A.
V alleh erm oso, 34. 28015 M ad rid
T e lé fo n o 91 593 20 98
http://www.sirUesis.com
ISBN: 84-7738-075-7
D e p ó s ito legal: M. 3.441-2007
Páginas
Prólogo ......................................................................................... 11
8
8.5. B ibliografía com plem entaria ....................................... 177
9
prólogo
11
daderam ente importantes en ninguna disciplina. Unos autores utilizan
el térm ino categorías gram aticales para designar los conceptos que
recu bren los m orfem as flexivos, es decir, gén ero, número, persona,
tiem po, aspecto, etc, Otros lo utilizan para referirse a cualesquiera
unidades d e la gramática, es decir, tanto a las categorías qu e acabamos
d e citar, com o a las partes d e la oración ( = categorías sintácticas en
algunas term inologías) y a las funciones sintácticas. En este libro usare
mos el térm ino para recu b rir dos conceptos; las llamadas p artes de la
oración, o categorías léxicas, es decir, unidades com o sustantivo,
v e rb o o p re p o s ic ió n , y también las llamadas categorías sintagmáti
cas, es decir, unidades com o sintagma nominal, sintagma verbal o
sintagma p rep osicion a l.
12
tivos, d e los artículos o d e los infinitivos no es « e l ser tradicionales», «e l
ser estructurales» o « e l ser gen erativa s». Su acierto, su relevancia o,
p or el contrario, su falta d e interés, no vendrán marcadas necesaria
mente p o r la escuela d e pensam iento en la qu e surgen, sino p o r su
prop ia profundidad, p o r el alcance explicativo d e las generalizaciones
propuestas y p o r su g rad o d e explicitud.
13
se en un etiquetado aséptico, automático, irrefle x ivo y nada en riqu ece-
dor d e las secuencias que van a parecien do ante nuestros ojos. N i que
decir tiene que en esa identificación m ecánica raram ente cabe siquiera
la reflexión so b re las preguntas más elem entales, y no por ello más
simples, com o algunas d e las que nos interesa plantear en este librito.
14
«s u p e ró » a Marconi, también en nuestra disciplina d e b e aceptarse que
las teorías científicas no están destinadas tanto a «s u p era r» los análisis
anteriores, cuanto a se rvirse d e ellos com o punto d e partida, a hacer
más explícitos sus resultados y a m ejorarlos en lo posible, bien hacién
dose preguntas distintas so b re los mismos fenómenos, bien introdu
ciendo unidades nuevas qu e permítan avanzar y p rog resa r en la com
prensión del objeto d e estudio.
15
1
introducción: los límites
de los inventarios
Es p osible qu e el ráp id o final que este descon ocido gram ático dio a
su librito nos haga sonreír. Ciertam ente, el curso más práctico de
alemán es el que contiene una sola lección que d ice «V a y a usted a
Alem ania y hable con la g en te». P e ro analizada más d e cerca y salvan
do las naturales distancias cron ológicas y teóricas, la actitud d e nuestro
gram ático, com parada con buena parte d e la tradición gram atical pos
terior, no es tan sorp ren d en te com o a prim era vista pu diera parecer, al
m enos en lo que afecta específicam ente a la combinatoria sintáctica.
Son constantes (en nuestra tradición y en casi todas) las referencias
supuestamente explicativas a nociones tan vagas com o «lo qu e es con
form e con el uso lingüístico», la «e x p re s iv id a d », la «naturalidad» o la
b e lleza d e una construcción, o a sus matices afectivos. Son muchas las
alusiones a la «p r o p ie d a d » con que nuestra lengua expresa ciertos
17
conceptos o a «lo ajustado» con que otra pone d e manifiesto un d eter
minado pensamiento.
18
Pensem os en una situación análoga en otra disciplina: la arquitectu
ra. Supongam os ahora que reunimos una lista de m ateriales de cons
trucción y describim os detalladam ente sus características. Si reunimos
esas descripcion es detalladas y las publicamos, no podrem os titular el
lib ro «T ratad o d e arquitectura», ni «M anual d e ed ificación», y mucho
m enos aún «L a construcción d e e d ific io s » o «C ó m o construir casas».
20
En este libro qu erem os contribuir a reflexionar so b re algunas uni
dades d e l análisis gram atical, concretam ente sobre las partes de la
oración, p e ro p o r sus características no podem os ir tan lejos como para
estudiar al mismo tiem po su combinatoria en cada una de las situacio
nes en las qu e actúan en relación. Ello no sería una introducción b re v e
a las categorías gram aticales, sino un manual d e gram ática o un tratado
d e teoría gramátical. Procurarem os, no obstante, aunque no vayamos
más allá d e considerar «m ateriales d e construcción» y «partes del
o rgan ism o» que este análisis «anatóm ico» d e com ponentes no sea del
todo ajeno al p a p el que cum plen en e l sistema al que pertenecen.
21
2
Las «partes de la oración».
Características generales
A pesar d e ello, casi todos los autores m odernos recon ocen que ésta
y otras listas parecidas d e clases d e palabras están basadas en una
extraña m ezcla d e criterios (d e ordin ario semánticos para el sustantivo
y el verb o; posicionales a v e c e s para el adjetivo y la preposición;
23
sim plem ente im precisos para el a d verb io). Para Tesniére, la clasifica
ción tradicional d e las partes d e la oración es (1959; cap. 27) «v icio s a »,
«e s té ril», «in con secu en te» y «p e lig r o s a », en tre otros calificativos. Con
el v ig o r y la vehem encia que lo caracterizan, Tesn iére se unía a la larga
lista d e gram áticos que han hecho notar no sólo la va gu ed a d d e los
criterios d e identificación categorial, sino su prop ia inconsistencia. V al
ga com o ejem p lo aislado su com prensible indignación ante la inclusión
tradicional de fr. oui entre los adverbios, cuando sabem os que nunca
pu ed e m odificar a v e rb o alguno,
La historia d e las gram áticas d e las lenguas romances muestra que
durante siglos la descrip ción y e l análisis presentan menos variantes en
sus unidades y en su concepción d e la disciplina d e las que se pu eden
encontrar en unos p ocos d ecen ios del siglo veinte. La paradoja habitual
sobre las categorías gram aticales es precisam ente que no existe autor
ni escuela que no reconozca la dificultad d e obtenerlas formalmente,
mientras que a la ve z son unidades básicas d e análisis en casi todos los
marcos teóricos. En la actualidad, muchos lingüistas piensan qu e la
pregunta habitual sob re e l núm ero d e «p artes de la o ra ción » no está
del todo bien formulada. Este punto d e vista, que en el presen te siglo
han defen did o, entre otros muchos autores, Jespersen y H jelm slev, nos
p a rece acertado. Las razones que suelen aducirse no siem pre coinci
den, p e ro entendem os que entre ellas d e b e estar las siguientes:
a) La prim era es la relativa vagu ed a d d el térm ino «p artes d e la
oración». Supongamos q u e pedim os a alguien que nos enum ere las
partes d e una casa. Prob ab lem en te nos p ed irá más especificaciones:
¿las partes d e su estructura arquitectónica?; ¿las unidades que co rre s
ponden a los espacios d e distribución interior?; ¿los m ateriales d e que
está compuesta? Sin estas especificaciones no tiene dem asiado sentido
com enzar la enumeración, p o rq u e si lo hacem os co rrerem os el ries go
d e colocar en la misma lista los grifos, la vigas, las puertas, los dorm ito
rios y los armarios. A n d rés Bello (1847, nota 1 al cap. II) planteaba un
problem a similar con esta pregunta: «¿Q u é diríam os d e l que en un
tratado d e Historia natural d ivid ie se los animales en cuadrúpedos,
aves, caballos, p erros, águilas y palom as». Si alguien respon d iera con
esta clasificación a una pregunta com o «¿cuántas clases d e animales
existen?» diríam os d e él — p o r o fre ce r una respuesta piadosa— que
estaba m ezclando los criterios, con lo que más que una clasificación se
obtiene un puro dislate. La m ejor respuesta a las preguntas que solici
tan una relación o una lista d e unidades suele ser otra pregunta: ¿con
qué criterio d e b e establecerse la clasificación?
b ) En latín no es infrecuente el uso d e las unidades d el análisis
gram átical para referirse a las partes mismas d e la gramática. M encío-
24
na El Brócense en el capítulo II d e su M inerva que es corriente dividir
la gram ática en «le tra », «síla b a », «p a la b ra », y «ora ción ». Y añade: «sed
oratio sive Syntaxis est Fiñis Grammaticae; e r g o igitur non pars illius».
N o d e b e so rp ren d er la ex presión «o ra tio sive Syntaxis» porque, en
realidad, las partes orationis son las «u nidades d e la sintaxis» más que
las «p a rtes d e la oración », p o r mucho que la oración sea una de las
unidades básicas o fundamentales d e la sintaxis. Con buen criterio,
muchos gram áticos han sustituido el térm ino «p artes d e la oración» por
el d e «clases d e palabras», «categoría s sintácticas» u otros análogos:
Parts o f Speech, R ed eteile, W ortarten, w ord classes, parties du dis-
cours, etc.
La única razón para rem itir a la misma clase ocho d e las nueve
palabras d e la secuencia anterior es la d e que carecen d e flexión y
m odifican a alguna otra categoría, cuya naturaleza es, p o r cierto, muy
diferen te en cada caso. Es generalm en te admitido que lentam ente y
d espacio son «a d v e rb io s d e m odo o m anera» y m odifican al v e r b o (o
más exactam ente al sintagma verbal, en las teorías en las que esta
unidad se admite; v é a s e el § 3.2). M uy y m ucho tam bién pu eden ser
considerados adverbios, si deseam os mantener el término, en el ejem
p lo d e caminaba, p e ro lo son d e un tipo muy diferente. M uy m odifica
(para ser exacto «cuantifica») a frases o sintagmas adjetivales y a d v e r
biales (véa se el cap. siguiente) que pu ed en tener o no complem entos.
En el sintagma m ucho más despacio tenem os un a d ve rb io que funciona
com o núcleo sintagmático, y, com o hem os visto, adm ite un cuantifica-
d o r (más) form ando una unidad qu e p u ed e ser a su v e z cuantifícada.
Incluso m odifica en ese ejem plo al sintagma adverb ia l m ucho más
despacio, p e ro lo cierto es que pu ed e m odificar también a sintagmas
adjetivales ( incluso más alto): verb a les (incluso d u erm e de p ie ), p re p o
sicionales (incluso con una navaja) y también a sintagmas nomínales
(.incluso tú m ism o). Ciertam ente, d e cir qu e «e s a d v e r b io » no es decir
dem asiado, puesto que, com o vem os, m odifica a cualquier categoría,
sin excluir los nom bres. D ecía N ebrija, y muchos le copiaron después,
qu e el a d verb io «hinche, o m engua o muda la significación » d e l verb o.
Nada hay que objetar a esta afirmación cinco siglos después, salvo que
e l lingüista no le sacará dem asiado partido si no co n vierte antes en
categorías d e la gram ática el hinchar, el m enguar y el mudar.
26
entre tipos d e incidencia. Muchas v e c e s es el criterio único y determ i
nante, aunque resulte tan p o co útil com o en el caso citado d e incluso.
Precisam ente p or ello, una buena parte d e nuestras gramáticas nos
asigna a la misma clase (la d e los adjetivos) términos como su, cual
q u ier, bonito, más, parlam entario y veinticinco, cuya sintaxis tiene
p o co s puntos d e contacto además d e l definitorio d e la clase: todos
pu ed en «in c id ir» o «m o d ifica r» a un sustantivo (aunque se trate de tipos
muy distintos d e «in c id e n cia » o d e «m od ificación »),
27
¡o e amada, sino ío e a m ad o», y por tanto han d e asignárseles, en su
opinión, dos categorías distintas. Am ado en soy amado es «p a rticip io »,
p ero en he amado es «n o m b re participial infinito», que para nuestro
prim er gram ático es una clase diferen te d e palabras. C om o sabemos,
además d e las diferencias m orfológicas qu e apunta N ebrija, su distin
ción se apoya en otras pruebas sintácticas. El que la tradición posterior
sancionara el uso d e «p a rtic ip io » para ambas categorías no pu ed e
aplaudirse com o un acierto indiscutible.
28
aunque reflejan distinciones a veces problemáticas, constituyen un
buen punto d e partida:
29
La tercera clasificación se basa en un criterio semántico. Está p ró x i
ma a la anterior p e r o es a lgo más escurridiza. Las categorías «llen a s»
son aquellas que se asocian con conceptos o ideas que pueden ser
evocadas o que p oseen un contenido lé x ic o que representa algún con
cepto real o im aginario, com o m esa, cantar, brillante o linealm ente. Las
categorías «v a c ía s » no p oseen propiam ente un significado léxico, y p o r
ello son prácticam ente im posibles d e definir (intentemos definir de en
casa de m adera o que en d ijo que vendría). Se les suele atribuir, p o r el
contrario, un «sign ifica d o gram atical», lo qu e vie n e a q u e re r d e cir que
cum plen determ inadas funciones sintácticas. Es, p o r tanto, la gramática
— y no el diccionario— la que d e b e decirnos algo so b re ellas.
La m ayor parte d e las categorías qu e perten ecen a series abiertas
son «llen as», p e ro no es cierto que las que p erten ecen a series cerra
das sean «vacías». Ello se d e b e fundamentalmente a que muchas p r e
posiciones y conjunciones tienen un contenido léx ico claram ente identi-
ficable: durante, p o r, aunque, lu ego. Todos los gram áticos reconocen
que el p a p el d e estas p reposicion es y conjunciones no p u ed e ser
idéntico al d e de o que, p o r mucho que les apliquem os las etiquetas d e
«p re p o s ic ió n » y «conju nción ». Los m orfem as flexivos y d erivativos tam
bién p oseen significado y p erten ecen a series cerradas, p e r o no son
unidades o piezas léxicas, sino elem entos que pu eden tener reflejo
sintáctico aunque parezcan marcas d e las variaciones que las palabras
pu eden experim en tar con propósitos diversos.
Entre las críticas qu e pu eden hacerse a la distinción entre formas
«lle n a s » y «v a c ía s » destacarem os una muy evidente: esta clasificación
no p a rec e distinguir adecuadam ente entre «abstracción» y «v a c ie d a d »;
más concretamente, entre conceptos y relaciones gram aticales d e natu
raleza abstracta y la ausencia d e cualquier contenido. Las unidades
léxicas o gram aticales qu e determinan la correferencia, la subordina
ción, la cuantíficación o las marcas d e función no son «va c ía s », sino
representantes d e relaciones qu e no se corresponden con el mundo
independiente de los objetos o d e las ideas, sino con la p rop ia esencia
d e la gramática.
La cuarta y última distinción tienen m ayor tradición en la lingüística
anglosajona, p e ro en parte coincide con los resultados que se obtienen
en las dos anteriores. A lgu n os gram áticos añaden com o criterio delim i-
tativo d e esta distinción la capacidad d e las clases m ayores para tener
com plem entos. Este criterio resulta particularm ente p o lém ico aplicado
a categorías com o la preposición, precisam ente p o rq u e d e p e n d e en
gran m edida d e lo que se entienda p o r «n ú cleo». V ale pues la pena que
dediqu em os un apartado independiente (§ 3.2) a exam inar este concep
to.
30
2.3. Criterios de clasificación e identificación
A) L a s m a rca s flexivas
b ) Tam bién con vien e distinguir entre las categorías que muestran
rasgos flexívos p o rq u e los recib en p o r concordancia (el verbo, eí
a d jetivo ) d e las que los tienen asignados léxicam ente (e l sustantivo). Si
encontramos un adjetivo en fem enino en cualquier secuencia, es obvio
que habrá obtenido esa marca d e algún sustantivo.
31
c) Finalmente, con vien e recordar que un determ inado contenido
pu ede estar presente m orfológicam ente sin que se trate d e una marca
flexiva. Podem os d e cir que los sustantivos admiten en español ciertos
«m orfem as de tiem po», com o en e x -e m b a ja d o r, p e ro no p u ed e decirse
que los sustantivos d e l español posean flexión temporal. (V éa se el
volumen 5 d e esta colección para este tipo d e distinciones.)
Caso Tiempo
Nombres + -
V erbos - +
Participios + +
Partículas - -
C om o han señalado muchos gramáticos, entre ellos Jespersen (1924),
este sistema refleja adecuadam ente la situación d el latín y el g rie g o ,
p e ro apenas es útil si consideram os otros idiomas, a lo que cabría
replicar que Varrón nunca p reten dió que la clasificación fuera apropia
da para ellos. La variación es en este punto muy grande, p o rq u e exis
ten d esd e sustantivos con tiem po y aspecto, com o en nutka, hasta v e r
bos sin flexión d e persona, como en danés, o con g én ero, com o en
árabe. P e ro lo más importante es que los tipos d e flexión que con oce
mos no son d esd e lu ego los únicos posibles. En los últimos años se han
estudiado con bastante detalle los sistemas de «m orfem as clasificado
res » que poseen muchas lenguas d e todos los continentes. Estos siste
mas, cuyo correlato más p a recid o en nuestra lengua — aunque simplifi-
cadísim o— sería el g é n e ro gramatical, hacen necesario, p o r ejem plo,
que una determ inada categoría haya d e concordar con un sustantivo,
en «c o lo r », «tam año», «fo rm a », «p o se sió n » o «tan gib ilid a d », entre una
variada serie d e «clases nom inales» que resultan im pensables en len
guas d e nuestro entorno.
32
B) La tonicidad y la independencia sintáctica
D e acu erdo con este criterio las categorías gramaticales se dividen
en cliticas y no cliticas. Las prim eras se apoyan en otra form a tónica
p orq u e no tienen independencia fónica, frente a las segundas, que sí
la poseen. No obstante, no d e b e n identificarse los conceptos de «fo r
ma clítica» y «form a átona» p orq u e el p rim ero es un concepto gramati
cal,m ientras que el segundo es un concepto prosódico.
Las formas cliticas que cada lengua perm ite no están determinadas
p o r la categoría a que co rresp o n d e cada una, p e ro sí en parte por la
m orfología de esa lengua. Es decir, p o r razones que afectan a lo que
entendem os p o r «unidad m orfoló gica », los m orfem as flexivos y d eriva
tivos tienen las mismas p ro p ied a d es que las formas cliticas, p e ro no
suele dárseles ese nom bre, ya que la cliticidad se aplica más bien a las
unidades sintácticas que adquieren algunas p ro p ied a d es d e las m orfo
lógicas.
33
fácil coordinar dos formas no monosilábicas d el auxiliar h a b e r (com o
en habías o habíais p ro m e tid o qu e...) que dos formas que lo sean (*H e o
has e le g id o m al). La razón es que las formas clíticas no participan en
procesos d e coordinación (algunos detalles sobre este punto en Bosque,
1985).
34
A unqu e las gram áticas no suelen insistir en este punto, muchas
p rop ied a d es sintácticas d e las categorías léxicas rem iten en último
extrem o a la cliticidad, qu e se produce, evidentem ente, com o resulta
do d e la atonicidad. Entre esa larga lista está el hecho d e que los
interrogativos admitan m odificadores ( quién diablos; quién m e jo r que
P e p e ), p e ro los relativos no (*q u ie n diablos; *qu ien m e jo r qu e Pepe).
Esta p ro p ied a d ex p lica qu e las segm entaciones que siguen hayan d e
hacerse com o se indica en a) y b ), y no com o en c):
35
buscaban una categorización d e la realidad a partir d e jerarquizaciones
tomadas d el mundo m ítico y d el religioso.
36
inútiles en la categorización gram atical estaríamos seguram ente yendo
dem asiado lejos,
Tom em os tres d e las categorías m ayores que com parten una im por
tante p ro p ied a d semántica com o es la d e p o d e r ser predicados. En
español es p osible ob ten er p redicacion es relativam ente próximas ins
crib ien d o los sustantivos (o los SSNN) y los adjetivos en sintagmas
verbales. Aun así son muchísimas, lógicam ente, las-casillas que no es
posib le llenar. He aquí algunos ejem plos:
N A V
tener miedo ser miedoso temer
tener gran tamaño ser grande abultar
tener sed estar sediento ?
tener precio alto ser caro costar mucho
? ? crujir
tener razón estar acertado ?
? ? leer
? estar tumbado yacer
tener fe ser creyente creer
? ser azul ?
tener boca ? ?
? ? suspirar
3 ?
en otros idiomas, p o rq u e si resulta confirm ada no será enteram ente
arbitrario e l que no tengam os ningún v e r b o para conceptos com o «s e r
sim pático».
Para los que hablamos una lengua cualquiera resulta muy difícil
im aginar otra que carezca d e algunas d e las categorías gram aticales
que nos parecen naturales. P ero el mismo razonamiento vale, a la
inversa, para los hablantes d e lenguas que poseen distinciones gram a
ticales que apenas si p od em os en trever m ediante com plicadas p e rí
frasis, Existen, por ejem plo, lenguas sin adjetivos. ¿Cóm o expresarán
entonces las nociones que nosotros expresam os con ellos? Hasta donde
las equivalencias son posibles, unas v e c e s utilizan nom bres (com o en
hausa o en quechua), otras ve rb o s (com o en chino y en algunas lenguas
alconquianas y nilóticas) y otras, perífrasis diversas que equivaldrían a
nuestras oraciones d e relativo o a nuestras frases prepositivas.
38
clases abiertas sean clases cerradas en otras lenguas. Uno d e los casos
m ejor conocidos es precisam ente el d e las lenguas en las que los
adjetivos p erten ecen a clases cerradas, situación indudablemente
extraña en la tradición lingüística occidental. Entre los ejem plos que
aduce Dixon está e l d e l ig b o (lengua d e l gru p o kua de la familia
congonigeríana). Esta lengua p o see únicamente ocho adjetivos, que
significan «g ra n d e », «p eq u e ñ o », «n u ev o », «v ie jo », «n e g r o » (u «oscuro»),
«b la n c o » (o «c la r o »), «b u e n o » y «m a lo ». La lengua hausa (familia chádi-
ca) sólo p o see adjetivos para «g r a n d e », «p e q u e ñ o », « la r g o » (o «alto»),
«c o r to », «fr e s c o » (o «c ru d o »), «n u e v o », «v ie jo », «n e g r o », «blanco»,
« r o jo » y «m a lo».
A sí pues, si nos dicen que una determ inada lengua sólo p o see
cuatro adjetivos, es muy p rob a b le que estos estén entre los equ ivalen
tes d e los pares «gra n d es -p e q u eñ o », «n u ev o -vie jo », «b la n c o -n e gro » o
«c o rto -la rg o ». D esde luego, es segu ro que no estarán entre los pares
«tacañ o-d esp ren d id o» o «b arato-caro». Es cierto que e l «e x p re s a r cua
lid a d e s» no es una p ro p ie d a d distintiva d e los adjetivos, p e ro no lo es
m enos que estos se utilizan en muchas lenguas para designar dim ensio
39
nes d e los objetos (o de la vida de las personas y la duración d e las
cosas) y para denotar otras p rop ied a d es físicas, com o el co lor o la
forma. A priori, cabría pensar en lenguas en las que existieran adjeti
vos, p e ro en las que no se pudiera d e cir « e s g ra n d e», sino únicamente
«tien e tam año» o «abu lta». Sin em b argo, p a re c e que tales idiomas no
existen, según se ded u ce d e l estudio d e Dixon. Es decir, si una lengua
tiene adjetivos, tendrá algunos que ex p resen dim ensiones físicas como
las mencionadas. D esde las concepciones gram aticales qu e postulan
una arbitrariedad absoluta en la relación entre significados y catego
rías, no es d e esperar, d e s d e luego, el que no existan idiom as con la
condición señalada.
40
El p rob lem a d e asociar nociones semánticas con categorías gramati
cales p u ed e plantearse, d e sd e luego, cuando las tenemos identificadas
con algún p roced im ien to formal. Sin em b argo, en algunas lenguas,
incluso de gramáticas bien estudiadas, no hay acuerdo sob re cuáles
son los criterios adecuados para determ inar algunas clases léxicas. Un
ejem p lo claro es la clase d e los adjetivos en japonés. La réplica de
Backhouse (1984) a la clasificación d e Dixon (1977) es ilustrativa a este
respecto. En el apartado siguiente, y casi en todo e l resto d e l libro, nos
atendrem os a las p ro p ied a d es estrictamente form ales de las clases de
palabras.
1. ____es bueno.
2. Juan r e c o r d ó _______
3. M a r ía ___ un libro.
4. Las golondrinas v u e la n _____
5. S u s _____ grandes.
41
tivos. Com o se recon oce actualmente, resulta más qu e dudoso que
estos entornos puedan p o r sí solos identificar ninguna categoría. Las
razones fundamentales son las siguientes:
42
e ) N o d eb en ign orarse los aspectos semánticos en los entornos
distribucionales postulados. Aun si superáram os las dificultades esbo
zadas en a), b ), c) y d), llegaríam os a la conclusión d e que en 1 identifi
camos el conjunto d e entidades que pu ed en ser buenas, y que en 2
identificam os el conjunto d e entidades qu e se pueden recordar. Fries
buscaba precisam ente p redicados que apenas restringieran la natura
leza semántica d e sus argum entos (com o s e r bueno y re c o rd a r), pero
ello constituye un camino muy indirecto hacia la determ inación d e las
categorías sintácticas. Es eviden te que los objetos d e los que no tiene
sentido p re d ica r la bondad o la m aldad no son p o r ello m enos sustanti
vos que los demás.
43
un nom bre, un SN y una oración «subordinada sustantiva» pueden
cubrir o cum plir la misma función, p e ro lam entablem ente no explica el
hecho conocido d e que estas unidades no siem pre aparecen en los
mismos contextos ni están seleccionadas p o r los mismos predicados.
Así, existen muchísimos ve rb o s transitivos qu e admiten objetos d ire c
tos nominales, p e ro que rechazan las subordinadas sustantivas en dicha
función sintáctica, com o ocu rre con com e r, v e n d e r o rep a rtir. Es más
que evid en te qu e no podem os tener *Juan co m ió que P e d ro había
com p ra d o ni * Mar/a re p a rtió h a b erle tocado en la lotería. Entre los que
tienen oraciones com o com plem ento directo, unos admiten interrogati
vas indirectas, com o a verigua r, y otros las rechazan, com o c re e r. Exis
ten, asimismo, muchos p red ica d o s adjetivales qu e no p u ed en tener
com o sujeto una subordinada sustantiva (s e r sinfónico, estar enfadado)
y otros muchos que sí pu eden tenerla (s e r estupendo, estar cla ro). Unos
adjetivos pu eden tener oraciones sustantivas com o término d e p re p o s i
ción en su com plem ento ( estar contento con ...), p e ro otros muchos no
pueden tenerlas (s e r adicto a...).
Buena parte d e los factores qu e regulan com portam ientos com o los
que hem os señalado tienen una base semántica, y so b re ella v o lv e r e
mos en los caps. 3 y 4. Por e l momento nos interesan esas diferencias
para ilustrar e l hecho d e que las categorías no pueden red u cirse a las
funciones sintácticas tradicionales. Es decir, es necesario m antener que
unos p red ica d o s seleccionan sintagmas nominales; otros, oraciones d e
distintos tipos, y otros ambas clases d e unidades. El que puedan d e
sem peñar funciones análogas en ciertos contextos no significa que p e r
tenezcan a la misma categoría. Obviam ente, no existe ningún sustantivo
que no pu eda ser sujeto d e algún verb o, p e r o d e eso no se d ed u ce que
podam os llamar «sustantivo» a todo lo que pueda ser sujeto, o — dicho
d e otra form a— que ganem os algo con esa denominación. El concepto
tradicional d e «subordinada sustantiva» sigu e siendo útil com o una más
de tantas etiquetas term inológicas que hemos h eredado d e la tradición,
aunque la relación q u e establece esté dem asiado simplificada. P o d e
44
mos segu ir usándolo aunque seamos conscientes d e sus límites, d e la
misma form a qu e seguim os hablando d e «ora cion es pasivas» sin pensar
en la pasión ni en e l p ad ecer.
45
p e lig ro so porqu e p r e d ic e — erróneam ente— más d e lo que p u ed e
justificar. Sabemos que con frecuencia es p o sib le coordinar unidades
sintagmáticas que desem peñan funciones sintácticas idénticas aunque
no se correspondan con la misma categoría, com o en
46
otra razón es la s e rie d e posturas qu e existen sob re la oposición entre
los constituyentes y las dependencias; véase el capítulo: siguiente.)
47
Q uedó sin contestar la pregunta inicial sob re la p referen cia entre
los criterios form ales d e identificación categorial, ya qu e no existe
desacu erdo entre los gram áticos so b re e l hecho d e que es la «form a de
la lengua», en exp resión saussureana, la qu e d e b e suministrarlos. Es
ésta una cuestión com pleja, y en parte sujeta a las distintas opciones
que e l gram ático pu ed e postular en función d e la teoría que defienda.
Nuestra decisión d e com parar dos a dos las categorías gram aticales en
los capítulos d e este lib ro o b e d e c e esencialm ente al d eseo d e conside
rar esos factores form ales que nos ayudarán a decidir.
48
Si las form as apocopadas se asimilan a las clíticas, e l que no exista *un
<p, ni * cu a lq u ie r <f> vie n e a ser, en uno d e los análisis, un problem a
fonológico, aceptando la idea d e los núcleos nominales nulos. D esde el
otro punto d e vista, estas secuencias no son posibles p o rq u e estamos
usando la variante apocopada en un entorno distribucional en el que no
es apropiada.
Es muy p o sib le que estas dos op cion es (la que postula núcleos
nominales nulos y la q u e postula p ron om b res) sean en muchos casos
equivalentes. Am bas d e b e n afrontar e l p rob lem a d e determ inar cóm o
es p o sib le cuanüfícar y r e fe r ir a la vez. La hipótesis d e los núcleos
nulos asigna a éstos la tarea d e 're fe rir', y a los elem entos que inciden
so b re ellos la d e ‘cuantificar’ . La hipótesis d e los pron om bres cuantifi-
cadores d e b e asignarles a estos las dos tareas.
P a rece evid en te qu e tam bién existe algún tipo d e referen cia anafó
rica en estos ejem plos. En e l p rim ero hablamos d e la m ayoría d e esos
dos mil asistentes, y en el segundo hemos d e suponer que nos referim os
a la m ayor parte d e un conjunto de individuos que suponem os presen
tado en e l discurso; es decir, hemos d e suponer algún elem ento pron o
minal nulo, a menos q u e entendamos que la m ayoría y la m ay or parte
son unidades pronom inales.
49
(recu érd ese que el elem ento con el qu e el adjetivo atributivo concuer
da en g én e ro y núm ero en las copulativas ha de ser necesariam ente e l
sujeto d e su propia oración). Es decir, e l análisis d e los cuantificadores
pronom inales que d e fien d e la duplicación no p o dría evitar elem entos
tácitos en estos casos, con lo que se p ie r d e al menos una parte d e su
p osib le atractivo.
com probarem os que estas oraciones plantean un prob lem a que las
gramáticas no suelen abordar, y que afecta directam ente a la cuestión
d e la duplicación categorial. N o p a re c e ló g ic o afirmar q u e en a) coord i
namos un SN (más p ru e b a s ) con un adjetivo (m e jore s ), P a rec e más bien
que m e jo re s está aquí actuando com o lo haría un pron om bre, aunque
no tengam os ninguna m arca form al que nos lo indique, ni m ejores
figu re en la lista d e p ron om bres d e ninguna gramática. Análogam ente,
nu evos en b ) no es un sim ple adjetivo calificativo, y m enos en c)
significa «m enos contento»; es decir, se com porta com o una frase a d je
tiva cuantificada. El p rob lem a se sim plificaría mucho si en lugar de
nuevos tuviéramos en b ) los nuevos (p o r razones que quedarán claras
en e l capítulo 9), p e r o en esta situación d eb em os d e cir que nuevos en
b ) ha d e estar contenido necesariam ente en un SN (aunque sólo sea
p o rq u e los adjetivos no son com plem entos directos), y que m ejo re s en
a) d e b e form ar parte d e un SN que se coordina con más pruebas. Com o
antes, existen varias opciones:
50
b re junto a estos adjetivos: b e tte r ones; new ones. El español tendría
categorías nulas o tácitas para estos pronom bres, d e m odo que m ejores
y nu evos no serían pronom bres, sino qu e incidirían sobre estos e le
m entos nulos. La cuestión pasa a ser entonces la d e determ inar los
contextos en que estos «p ro n om b res indefinidos nulos» pueden apare
cer. Por un lado sabem os qu e los cuantificadores tienen marcas flexivas
que perm iten reco n o cer las que p oseen los núcleos nulos. Es decir, si
b e tte r tuviera g é n e ro y núm ero seguram ente podría usarse en lugar de
b e tte r ones. Por otro lado, sabem os qu e los com parativos cuantifican
aunque sean sincréticos, com o en m ejo re s; y que nu evos y diferentes
se com portan en parte com o otros, es decir, como los adjetivos que la
gram ática llamaba «in d efin id os». El efecto que obtenem os con nuevos
no lo obtendríam os, d e sd e luego, con estupendos.
52
e ) Para com parar algunas d e las concepciones gen erales sobre la
teoría d e las partes d e la oración, véanse Coseriu (1972), el citado
G utiérrez (1985), La ga rd e (1988a), A b a d (1979) y Lyons (1966).
53
Núcleos y complementos
3 .
Este capítulo no sería prob ab lem en te necesario en un lib ro sobre
las partes d e la oración si no fuera p o rq u e la sintaxis d e las categorías
es, com o se recon oce cada v e z más, la sintaxis interna d e las unidades
q u e conforman. Es conveniente, p o r tanto, realizar una b r e v e incursión
p o r esas unidades, qu e nos servirá para presentar instrumentos de
análisis que lu ego habrem os d e utilizar en otros capítulos, así como
para ex p o n er algunas distinciones básicas entre las unidades d e análi
sis gramatical.
55
Ante oraciones com o e l ilustre c o le g io de abogados acep tó la reso
lución, muchos gram áticos entendían qu e el sujeto es el sustantivo
cole g io. A este sustantivo — se decía— le «acom pañan» ciertos com ple
mentos o m odificadores: el, ilustre, y de abogad os (e l Esbozo académ i
co todavía acude con frecuencia a este «acom pañam iento» cuando el
lector busca prob ab lem en te tipos d e incidencia más precisos). Actual
mente existe un acu erdo bastante gen eralizad o en cuanto a que el
sujeto d e esa oración es el ilustre c o le g io de abogados, y no el sustanti
vo c o le g io , y en que esta unidad es una «fra se nom inal» o un «sintagm a
nom inal» (véa se el cap. 9 para algunas interpretaciones más recientes
que no afectan a «fra s e » p e r o sí a «n om in al»), es decir, una unidad de
construcción que tiene e l sustantivo com o núcleo y que a su v e z p o see
estructura interna.
56
mantienen entre sí. Cuando leem os que en el análisis d e secuencias
com o para la casa, la RAE en tiende (E sbozo, pág. 434) que e l artículo se
intercala «e n tr e p rep osición y térm in o» p odem os com p ren d er que se
está entendiendo p o r «térm in o d e p re p o s ició n » no un sintagma nomi
nal, com o muchos pensarían en la actualidad, sino únicamente un sus
tantivo, Es decir, d e la afirm ación d e la RAE p a rece dedu cirse que
tendríam os [[p a r a ] [la ] [c a s a ]] en lugar d e [p a ra [/a casa]]. D e nuevo,
entre palabra y oración no parecen existir unidades interm edias en
esta concepción, muy diferen te d e la que es m ayorítaria actualmente
(aunque lo cierto es qu e ya lo era cuando se publicó el Esbozo).
Su cara de niño.
*Su cara del niño,
57
El concepto de «constituyente» es más gen eral que el d e «sin tag
m a». A qu ellos se recon ocen también en la m orfología y no siem pre
están asociados a funciones sintácticas reconocibles. Los sin tagm a s o,
FRASES son unidades de construcción que casi todas las escuelas gram a
ticales consideran fundamentales en la sintaxis. U nidades com o «sin ta g
ma nom inal», «sintagm a a d jetivo » o «sintagm a v e rb a l», entre otras (o
con la term inología de Bello, «fra se norm inal», «fra se a d jetiva » o «fra se
v e r b a l») no son d e sd e lu eg o aportaciones de la lingüística m oderna,
p e r o no es menos cierto que la gram ática tradicional que las introdujo
no puso mucho interés en desarrollar su estudio. Pocas propuestas de
A n d rés Bello han sido tan desatendidas en la tradición que le siguió
com o la de d e distinguir entre las clases de palabras y las «fra s e s » que
éstas conform an (1847, § 83):
58
ñas a las lenguas rom ances que algunos gramáticos han su gerido que
no existen en ellas muchos d e los constituyentes que reconocem os en
las lenguas romances. Es ésta una cuestión debatida de la que no nos
ocuparem os aquí.
N os hemos referid o a núcleos que tienen com plem entos con los que
forman sintagmas que son a su vez m odificados. N o obstante, el aspecto
esencial — con frecuencia conflictivo— d e la teoría d e las categorías
sintagmáticas es precisam ente el concepto d e «n ú cleo».
59
p a l» parecen intuitivamente correctos en los casos más claros, p e ro se
vuelven escurridizos en otros menos evidentes, y no son adem ás con
ceptos gram aticales, p o r lo que no pu ed en ser tenidos en cuenta como
criterios determ inativos.
60
factores sintácticos qu e podríam os llamar «ora cion ales». Es, pues, muy
frecuente que un mismo v e r b o aparezca sin com plem entos unas veces
(com o en ya se imagina usted, o en com o verem os, o en e l vino desaho
ga), m ientras que otras no pueda p rescin cir d e ellos manteniendo el
sentido req u erid o (cf, *a y e r m e im aginé; *n o he estado viendo esta
ta rd e; * d eberías desahogar). Ello significa que e l qu e determinada
información esté ausente en una secuencia pu ed e ayudarnos muy poco
a determ inar el núcleo d e l sintagma en el que se inscribe. Los com ple
mentos ausentes son con frecuencia im prescindibles para entender el
significado, p e ro ello o b e d e c e en gran parte a la com pleja y variada
naturaleza d e los diferen tes tipos d e elipsis. Si alguien d ice que es
adm isible la oración M aría estaba lejos no querrá d e c ir con ello que no
es necesario que María estuviera lejos d e ningún punto, sino más bien
que la determ inación d e ese punto p u ed e ob ten erse con algún p ro c ed i
miento no representado en la estructura sintáctica. En suma, los varia
dos m ecanism os d e recu peración d e la inform ación ausente no se d e
ben confundir con las p ro p ied a d es estructurales d e los núcleos sintag
máticos.
61
p e ro para establecer ese paralelism o es im prescindible que la p rep osi
ción sea e l núcleo d e l sintagma en el qu e aparece, com o verem os en
ese apartado. Es evid en te que la gram ática de los ve rb o s es diferente
en muchísimos aspectos d e la d e las preposiciones, p e r o la naturaleza
d e las relaciones sintácticas que se establecen entre núcleo y com p le
mento no son siem pre tan distintas.
3. Muchos núcleos ve rb a les restringen semánticamente los com
plem entos qu e seleccionan (véase e l § 3.6). Tam bién las preposiciones
lo hacen frecuentem ente. Es decir, s o b re «selec cio n a », en uno d e sus
sentidos, nom bres qu e design en asuntos o materias, y durante no se
combinará con sustantivos que no denoten un p e río d o d e tiem po o un
acontecim iento con límites cron ológicos. Es decir, las preposicion es
pu eden seleccionar y restrin gir a sus com plem entos com o los verb os
seleccionan y restringen a los suyos.
4. La gramática tradicional señalaba, correctam ente, que las p re
posiciones tienen término, y no que los términos tienen preposición,
p e ro aun así no es frecuente que los estudios tradicionales contengan
alguna reflexión so b re lo que significa «te n e r térm ino». Es interesante
record a r que en la tradición gram atical inglesa no existen «térm inos de
p re p o s ició n » sino «com plem en tos d e p rep osición », p ero, en cualquier
caso, hasta en la nuestra prop ia p a rec e recon ocerse qu e los «térm in os»
d e las preposicion es no establecen un tipo d e relación sintáctica com
pletam ente distinta d e todo lo que conocem os en la gramática.
Hasta aquí algunos d e los problem as qu e la endocentricídad tendría
si se m idiera en térm inos estrictamente distribucionales. Los com p le
mentos que los núcleos p oseen no siem p re son opcionales, p e ro cuan
do están presentes expanden los constituyentes form ando sintagmas
más amplios, cuya naturaleza categorial representa la ca tegoría que les
da nom bre.
62
Una d e las categorías sintagmáticas con menos tradición en la gra
mática occidental, a pesar d e su importancia, es la d e sintagma verbal
(SV). Tal v e z no la tiene p o rq u e existe una «función», la d e predicado,
qu e ha cubierto aparentem ente su p a p el en esa larga tradición, y por
q u e d e s d e e l punto d e vista de las dependencias, los dos argumentos
d el v e r b o p a recen equidistar d e él. Incluso m odernam ente el SV es
rechazado com o categoría en algunos m odelos funcionalistas que acep
tan aspectos fundamentales d e la estructura de constituyentes. (Así,
Rojo y Jiménez Julíá (1989) abogan p o r una integración d e los m odelos
constitutivos y dependenciales, y apoyan la existencia d e frases nomi
nales, adjetivas, preposicionales y adverbiales, p e ro no aceptan la
frase verbal).
Pepe sólo presta los discos de Julio Iglesias a sus m ejores amigos.
Pepe presta sólo los discos de Julio Iglesias a sus m ejores amigos.
Es fácil com probar que la prim era adm ite varías interpretaciones, en
tre las que cabe «... no a sus vecin o s», p e r o la segunda no admite de
ninguna manera esa misma interpretación. ¿Por qué esta diferen cia tan
m arcada si únicamente hemos cam biado d e lu gar una palabra, que
adem ás es a d ve rb io y está lejos d e l final d e la oración? Una respuesta
qu e p a re c e razonable es la siguiente: si s ó lo m odifica al SV presta los
discos de Julio Iglesias a sus m e jo re s am igos podrá tener como foco
63
una parte d e él (= sus m e jo re s am igos) aunque esté a distancia. En el
segundo ejem plo, s ó lo tiene com o foco los discos de Julio Iglesias y
d esd e lu ego no com parte ningún constituyente con sus m e jo re s ami
gos, p o r lo que este sintagma no p u ed e ser el foco d e l cuantificador
citado. C om o p u ed e verse, el razonamiento descansa sob re e l concepto
de SV, p o r lo que es difícil ex p lica r las diferen cias entre las dos oracio
nes citadas sin manejarlo.
Este tipo d e fenóm enos tiene varias rep ercu sion es para determ inar la
forma en qu e están reg id a s las categorías, y en particular para las
teorías que p rop on en que este p roceso tenga en cuenta ciertos tipos de
ramificación hacia la derech a de los que aquí no pod em os ocuparnos.
P ero aun intuitivamente es posible notar que en a) la oración d e Juan
está «b a jo los efectos» o «b a jo la p ro tec ció n » d e l verb o, y que en ¿ ) no
lo está. Esto es por el m om ento suficiente para notar las lim itaciones del
orden lineal en este clase d e situaciones. N ótese que el sujeto forma
parte d e l SV en estos casos y también en las situaciones en las que
intervienen v e rb o s cuasideponentes (§ 8.3) com o en entra frío. En Bos
que (1987) exponem os la cuestión de form a algo más detallada.
64
6, Es difícil formular las restricciones que existen sob re la elipsis
d e SV sin m encionar esa categoría. Las elipsis d e SV se suelen d ividir
en dos gru p os que recuerdan a los tipos d e eclipses; elipsis total d e SV
(... p e r o P e d ro no [sv <fi]) y elipsis parcial d e SV (... y Juan [sv 4>})
a P e d ro).
65
otras, com o la d e la elipsis, que se han prob ad o fallidas en este terreno.
V éa se el § 3.6 para algunos detalles so b re el concepto d e estructura
argumental y los §§ 10.3 y 10.6 para otras consideraciones relevantes.
66
dando com o «p o sib ilita r» que se dé. C onsiderem os los contrastes si
guientes:
Otra d e las marcas que reciben a v e c e s los com plem entos y los
m odificadores es la concordancia. En el SN lib ro s caros es lib ro s el que
d e c id e e l g én e ro y el núm ero d e caros, y no a la inversa. Im pone pues
algunos rasgos m orfoló gicos a su m odificador. Se ha señalado muchas
ve c e s que si los infinitivos no pu eden tener sujetos léx icos (salvo en
unas pocas situaciones d e las que no nos ocuparem os) no es porqu e los
infinitivos no sean verb os, sino p o rq u e la flexión verb a l, es decir, la
concordancia d e núm ero y persona, es precisam ente la marca que
perm ite reconocer, identificar o legitim ar el sujeto.
67
pañol, com o es sabido, al paradigm a pronominal. Com o veíam os en
el apartado anterior, en para m í es para el elem ento que d e c id e el caso
en que apa rece m i (caso terminal u oblicuo), R ecu érdese qu e en latín
son el verb o, la p reposición y ocasionalmente también el adjetivo, las
categorías que im ponen o asignan el caso a sus com plem entos. Las
lenguas que disponen d e gran núm ero d e casos para identificar los
com plem entos d e los núcleos son aquellas en las que las posiciones
sintácticas son más libres, o, dicho d e otra forma, aquellas en las que la
adyacencia no es una «m arca de función» apropiada o suficiente. Los
com plem entos necesitan, pues, diferen tes «m arcas d e función» que se
ajustan a la estructura d e cada lengua. La form a en la que se producen
estas «m arcas d e función» (q u e en la gramática generativa reciente se
agrupan bajo el término d e Caso abstracto) condicionan buena parte de
su sintaxis.
Entre las pocas referen cias sistemáticas que las gram áticas hacen a
las posiciones están las consideraciones so b re la posición de los adjeti
vos (prenom m al o postnominal). Prácticam ente la única distinción g ra
matical que utiliza la posición como criterio clasificatorio es la d e los
pron om bres átonos: proclíticos y enclíticos. En los dem ás casos, y con
muy pocas excepcion es, pu ede d ecirse que el concepto d e «posición
sintáctica» queda re le g a d o al terreno relativam ente m arginal d e l « o r
den d e palabras»,
68
Existe una relación interesante entre e l uso d e constituyentes y el de
posiciones sintácticas com o unidades de análisis gramatical. Práctica
m ente todos los m odelos gram aticales que conceden un p apel relevan
te al p rim er tipo d e unidad también lo con ceden al segundo. Es decir,
en las gram áticas d e dependencias las funciones sintácticas son unida
des básicas d e tipo relacional que cum plen su papel independiente
m ente d e l lugar que ocupen. En las gram áticas de constituyentes, por
el contrario, las relaciones d e jerarqu ía o d e inclusión form al determ i
nan las posiciones relevantes sintácticamente, y parte d e las relaciones
sintácticas se obtienen d e ellas.
69
[[X ] Y]
£[[x ]] y]
fX [[ Y]]]
X
/ \
/ \
y .
/ \
/ \
z .
/ \
/ \
A
70
adjetivo. La posición re g id a es la qu e explica en estas situaciones la
ausencia d e artículo con los nom bres no contables. La segunda oración
es agram atical p o r la misma razón qu e * p e tró le o es cod icia d o o *le
encantaba p e tró le o . Esta distinción sintáctica tiene un correlato semánti
co p o rq u e «estar dentro o fuera d e un S V » pu ede corresponderse
semánticamente con «form a r parte o no d e un p re d ic a d o » (aunque no
siem pre exista esta correspondencia directa) y sabem os qu e de las
entidades no determ inadas no se suele p re d ica r nada. Fue encontrado
p e tró le o es una oración im personal (com o lo es dieron las dos) y el
sujeto no es una entidad externa o ajena al p red ica d o — en este caso el
SV— sino una parte d e l mismo. Si ese tipo de explicación está bien
encaminado, e l estar «d ela n te o d etrá s» d e l v e rb o no constituye una
distinción suficiente p o rq u e necesitam os saber si el SN está «d en tro o
fu era» d e l sintagma v e rb a l mínimo.
Estas dos oraciones constan exactam ente d e las mismas palabras. Cual
quier hablante nota que la prim era oración es aceptable, aunque para
algunos sea un tanto coloquial, mientras que la segunda es mucho más
extraña. Notamos en ella que «n os s o b ra » un com plem ento (o bien eso
o bien lo ), p e ro en la prim era no p a re c e que nos so b re nada. La
solución radica en el hecho d e que en la prim era secuencia eso no
form a parte d e la oración que sigue, sino que ocupa una POSICION
e x t r a o r a c i o n a l (en los m odelos gram aticales en los que las posiciones
se definen) que determ ina el elem ento d e l qu e vam os a p red ica r algo.
Se trata d e la misma posición extraoracional que ocupa Juan en Juan
7i
c re o yo que está un p o c o loco, En esta última oración e l sujeto d e está
no es Juan, sino la flexión personal d el ve rb o , que re fie re — p o rq u e la
flexión v e rb a l r e fie re — al SN que hem os introducido. Muchos hablan
tes aceptan temas ( topics) extraoracionales postverbales separados por
una pausa, por lo que la segunda secuencia pasaría a ser gramatical
para ellos si añadiéramos esa marca d e separación entre sab erlo y eso.
Un ejem plo sencillo y muy esquem ático aclarará la diferen cia entre
A y B: Si consideram os el concepto tradicional de «térm ino d e p rep osi
ción » entenderem os claram ente lo que B afirma. En el sintagma ya
citado para la casa no diríam os que la casa es el térm ino d e la p rep osi
ción para y que adem ás ocupa la posición inm ediatamente posterior a
esa preposición, sino más bien que es «térm ino d e p re p o s ició n » p o r
qu e ocupa esa posición. D e hecho, no p o d ría ocupar ninguna otra. Las
posiciones se consideran d e esta forma com o una d e las «m arcas de
72
función» d e que se vale la lengua para identificar las relaciones gram a
ticales, lo que significa que los com plem entos d e los núcleos no han d e
estar sim plem ente PRESENTES, sino correctam ente id e n t if ic a d o s . Si ob
servam os las categorías que aparecen en la secuencia
Si nos interesa la prim era d e las dos form as podrem os estudiar ¡as
palabras en los campos léxicos (o marcos semánticos) a que pertene-
73
cen. Haremos entonces semántica léxica . Tam bién podem os construir
definiciones apropiadas d e esas vo ces qu e tengan en cuenta todos los
factores relevantes en la caracterización d e los contextos d e uso, así
com o todas las acepcion es que pu eden presentarse, Harem os entonces
lexicogra fía . Podem os también estudiar su o rigen y sus avatares históri
cos y harem os etim ología. Podem os fijarnos en la form a en que los
hablantes las usan y las valoran según su situación social o su lugar en
la sociedad, y harem os sociolingüística. Podem os estudiar la manera en
que las p ercib en y las interpretan d e acu erdo con ciertas variables, y
harem os p s ico lin g ü ística . Podem os interesarnos únicamente por las pa
labras que son reflejo o manifestación d e factores culturales enraizados
en la historia o en la vid a de una comunidad, y harem os antropología
lingüística y so ciología d el lenguaje.
74
evid en te que nadie consulta e l diccion ario para a pren d er a construir
oraciones. N o obstante, es interesante señalar qu e muchos estudiantes
extranjeros se quejan d e que esa inform ación resulta escueta en ex c e
so, lo que, aplicado a nuestros intereses en este libro, vie n e a significar
que no es suficiente para llenar los esquem as form ales que la gramática
p roporcion a. Sin em b argo, el d ic c io n a r io es un objeto d e uso dirigid o
al hablante m edio, p o r lo que tal v e z no se deba reca rg a r con informa
ciones qu e no le serán d e utilidad. El LÉXICO, p o r el contrario, es una
parte d e la descrip ción científica d e la lengua que contiene la informa
ción sintáctica y semántica que la gram ática necesita sí qu erem os que
re fle je d e la forma más detallada posib le la estructura d e la lengua.
76
e) La manía de tu primo de hablar,
/) *E1 hecho de tu primo de hablar.
77
ra apositiva (p a rec e que « e l ser un h e ch o » se pred ica d e la oración que
a parece detrás). En este caso, /) sería agramatical p o rq u e «s e r un
h ech o» se estaría p red ica n d o d e individuos y también p o rq u e tendría
mos dos argum entos (nominal y oracional respectivam ente) para un
p red ica d o que solo adm ite uno.
78
ficial» a cualquier diferen cia no prevista en la sencillísima estructura
semántica d e los predicados. A pesar d e ello, la gramática d e casos
sacó a la luz muchos problem as interesantes que han sido replanteados
años después d e sd e concepciones diferen tes algo más restringidas.
Algunas d e las gram áticas d e valencias que se han desarrollado en
Europa (fundamentalmente en Alem ania) d esd e los años setenta tam
bién han acudido a funciones semánticas sem ejantes a las de la gramáti
ca d e casos. En e l volum en 8 d e esta colección se exponen los funda
mentos d e algunas d e ellas.
79
también en los adjetivos, Decim os constitutivo de delito, p e ro no *cons-
tituir de d elito ni * constitutivo delito, es decir, la sim ple posición adjun
ta al adjetivo no «le g itim a » sus com plem entos, Los com plem entos p r e
posicionales como a Irán se h e r ed an sin ninguna otra marca porqu e e l
sustantivo q u e contienen ya está legitim ado p o r la preposición.
80
Barcelona es, obviam ente, p o rq u e tren tiene un argumento que signifi
ca «lu g a r a don d e», mientras que casa no tiene argumentos. D e hecho,
los vehículos que rec o rre n trayectos regu lares poseen parte de los
argum entos que caracterizan a los v e rb o s d e movimiento, al menos los
puntos d e orig en y destino. En m ie d o a m o r ir tenemos asimismo un
argum ento d e un sustantivo no d e riva d o (tal v e z «o b je tiv o », «d estin o» o
alguna otra noción parecida); y en aranceles a la im portación de maíz
tenem os un argum ento en cabezado p o r a, seguram ente análogo al an
terior.
Las nociones que recu b ren los argum entos no están siem pre se lec
cionadas en la estructura argumental. Esas mismas nociones pueden
co rresp o n d er en otras situaciones a lo que tradicionalm ente se ha lla
m ado «com plem en tos circunstanciales». Un com plem ento d e lu g a r en
donde p odrá ser argum ento (com o en puso el lib r o en la m esa) o podrá
no serlo (com o en e s crib ió e l lib ro en la mesa). Un com plem ento tem
poral cuantitativo podrá ser argum ento (com o en duró dos horas) o no
serlo (com o en d urm ió dos horas).
81
innegable d e que no disponem os d e un buen aparato conceptual para
designar las funciones arguméntales, d e m odo que los términos que
habitualmente se les asigna son muy p o b res en matices y no contienen
las distinciones necesarias. Si el aparato conceptual d e las funciones ar
guméntales fuera más rico, seguram ente podría dedu cirse, com o han
propuesto algunos gramáticos, toda la selección categorial d e la selec
ción semántica.
Un ejem p lo muy sim ple aclarará esa idea. Sabemos qu e las p e rso
nas p u ed en tirarse d e o desde un puente, mientras qu e las lámparas
cuelgan d e (y no d e sd e) el techo. Parece claro que necesitam os distin
guir el «lu g a r d e o rig en d e un m ó v il» d e l «lím ite d e una trayectoria o
d e un espacio lineal», aunque esta clase d e distinciones, d e las que no
podem os ocuparnos aquí, no figuren habitualmente en las listas d e
funciones arguméntales. Avanzar en este camino ayudaría considera
blem ente a acercar los dos tipos d e selección que hem os presentado,
p o rq u e todavía están, lamentablemente, dem asiado alejados e l uno del
otro.
82
en el cap, 9, Una detallada exposición básica es A b n e y (1987). Aun'
que ya tenía p re ced en tes en algunas categorías (particularmente
el SP), esta con cepción su rge fundamentalmente en Chomsky
(1986b), y uno d e los p rim eros desarrollos detallados es Pollock
(1989).
• Sobre las cuestiones planteadas en e l § 3.6 la b ib liografía es muy
amplia. Para una visión g en era l de la teoría temática véanse Levm
(1985), Gracia (en prensa), Talm y (1985) (en una versión particu
lar), y el capítulo correspondiente de algunos manuales, com o los
d e Jacobsen (1986) y van Riem sdijk y W illiam s (1986), este último
más técnico p e ro menos p e d a g ó g ic o . Para los desarrollos más
actuales véase W ilkíns (1988). Las páginas correspondientes de
Chom sky (1986a) son particularmente claras. Sobre la gramática
d e casos y sus derivadas se escrib ió mucho en los años setenta y,
aunque aquella no se mantiene actualmente en su form a original,
muchas cuestiones vu elven a ser retomadas por la teoría temática
y también p o r las gramáticas depen den ciales d e base semántica.
Pueden obten erse visiones d e conjunto a través d e D irven & Rad-
den (1987), H e g e r & Petofi (1977) y A g u d (1980). La bib liografía
anterior no citada en estos trabajos se pu eden encontrar en Rubat-
tel (1977).
83
Sintagmas nominales
4 .
y oraciones sustantivas.
Relaciones y diferencias
4.1. Introducción
85
• ¿Cuándo pu ed e ser apropiada una oración para ocupar o cubrir
el mismo argum ento que un SN?
• ¿Mantienen los ve rb o s (o los p red ica d o s que se consideren) su
significado cuando cambiamos sus argumentos nominales p o r ar
gumentos oracionales?; ¿son tal v e z p redicados distintos o acep
ciones distintas?
• ¿Qué aspectos d e l significado d e un p red ica d o es necesario cono
cer para p re d e c ir si sus argum entos los ocupan SSNN, oraciones
o ambos indistintamente?
Pensem os ahora en los lugares. Los com plem entos de lugar suelen
ser SSNN (gen eralm en te dentro d e SSPP) puesto que en cierto sentido
tam bién son objetos físicos o entidades materiales. Sin em bargo, los
lu gares pueden con ceb irse com o «h e ch o s» o com o «situaciones», y las
oraciones pu eden denotar este tipo d e significado. Tenem os, pues,
argum entos nominales, com o en a), o argum entos oracionales, como en
±>), con los mismos predicados;
87
predicado con argum ento oracional, d e b e concluirse que A ) es la res
puesta correcta. Es decir, muchas d e las relaciones metafóricas pueden
explicarse p e ro no p re vers e, com o muestra el hecho de que tengamos
resid ir en que..., p e ro no * v iv ir en que, ni * habitar en que... Podem os
explicar, en el sentido indicado antes, la aparición d e una subordinada
sustantiva con el v e r b o residir, p e ro no su ausencia con los otros
verb os (aunque no sería d e extrañar qu e estas secuencias u otras
análogas fueran gram aticales en otros idiomas).
88
bordinadas sustantivas sin qu e exista razón aparente para excluir aquí
la relación metafórica.
P a rece claro, en prim er lugar, que los argum entos que designan los
puntos extrem os d e un cam bio posicional pu eden interpretarse como
entidades m ateriales o bien com o «situaciones». Es cierto que un cam
bio d e posición es un cam bio d e lugar físico, p e ro también lo es de
estado o d e situación. N o es ocioso rec o rd a r que situación d e riva de
situar y qu e obtiene su significado no locativo m ediante una metáfora
física. Las oraciones sustantivas no denotan entidades materiales, p e ro
sí pu eden denotar situaciones. C onsiderem os estas secuencias:
Destinado a morir.
Tiene su origen en que nunca se entendieron.
Ven go de que me vea el médico.
89
El conocido o rig en etim ológico espacial d e muchos a d verb ios de
tiem po (entre ellos antes y después) ayuda a entender que puedan
establecer relaciones entre situaciones y no sólo entre momentos d e
tiempo. R ecu érdese que para unos gram áticos que es una conjunción
en después de que P e p e haya term inado, y para otros es un a d verb io
relativo (concretam ente, com plem ento circunstancial d e term inar). En
el p rim er caso, después se interpreta com o detrás, y su com plem ento
es un sintagma que contiene una oración subordinada sustantiva. Esta
oración designaría una situación m ediante la relación metafórica des
crita arriba. Si p o r el contrario qu e es a d ve rb io relativo en la oración
propuesta, la relativa (junto con su antecedente no e x p re s o ) designaría
un momento d e tiem po, d e m odo que el SP de que P e p e haya termina
do tendría la misma estructura que tiene d e cuando tú piensas en
después de cuando tu piensas. P arece claro que una subordinada sus
tantiva no p u ed e designar un momento d e tiempo, p e r o sí una situa
ción, En el capítulo 10 ve rem o s que las dos soluciones no son equ iva
lentes en estos casos, p e ro en este capítulo nos basta con señalar que
sus líneas d e razonamiento se basan en dos concepciones d e lo que las
oraciones denotan.
90
los lu gares com o situaciones fuera lib re — en el sentido en que se dice
que las metáforas son lib re s— diríamos, p o r ejem plo, * lo puse en que
estuviera m ejor, d e la misma form a qu e decim os lo puse en esa situa
ción, p e ro ni la sintaxis ordinaria ni la figurada admiten este tipo de
oraciones, Asi pues, aunque es evid en te que las asociaciones meta
fóricas están en la base d e muchas relaciones léxicas, el gramático
d e b e restringir aquéllas, independientem ente d e que al estudioso de
los usos artísticos d e l lengu aje no le interese hacerlo.
91
p roposicion a les p o rq u e son fundamentalmente las oraciones las que
nos perm iten ponerlos d e manifiesto.
92
parece im previsible, o bien que lo que es una incógnita es «cuál e s » su
partido político. Este segu n d o sentido y e l d e l sintagma señalado en a)
correspon den a PTP interrogativos. La oración c) es ambigua d e forma
parecida a com o lo es b ). La oración c) p u ed e hablar de una determina
da persona que nos so rp ren d ió, quizás salíéndonos al paso, o bien de
que una situación — el que una determ inada persona ganara las eleccio
nes— nos causó sorpresa. En este último sentido la oración viene a
significar «m e sorp ren d ió quién ganó las eleccion es», y al SN que
aparece en c) co rresp o n d e una interpretación exclam ativa (PTP excla
mativo), es d ecir, no es sintácticamente una oración exclamativa, pero
se interpreta como si lo fuese. Nos referirem os pues b revem en te a
estos «sintagm as oracionales», o «SSNN con PTP».
Los hechos apuntados más arriba han sido ob servad os p o r num ero
sos autores (tradicionales o no) y prácticam ente todos ellos coinciden
en que esos sintagmas «e s c o n d e n » una oración. En la tradición gramati
cal inglesa se habla incluso d e «preguntas escon didas» (conceaJed
questions) para aludir a esos sintagmas qu e «ocultan» oraciones. Sin
em bargo, no todos los gram áticos que han o b serva d o tales fenóm enos
parecen preocu pados p o r el hecho d e que «e s c o n d e r una o ra ció n » no
es un concepto gram atical, sino una intuición, Es decir, «e s c o n d e r una
oración» no es un concepto análogo a «ten e r anteceden te», «con co rd a r
en nú m ero» o cualquier otra noción formal. Necesitam os postular, por
tanto, algún procedim iento para obtener una oración d e d o n d e sintácti
camente no está presente. Es decir, no se d e b e confundir e l enunciado
del p rob lem a con su solución.
93
autores (com o G reco, 1976) propusieron para el español un análisis
muy parecido al d e C uervo. El que estos dos análisis estén separados
p or setenta años no significa que no apunten en la misma dirección, que
muchos consideran actualmente equ ivocada. En nuestros días, práctica
mente nadie acepta qu e unas oraciones «s e conviertan» en otras d e esta
manera intuitiva e irrestricta, ni que el «traslad o» que C u ervo p rop on e
sea un análisis gramatical, aunque constituya una intuición valiosa. A d e
más d e no ex p lica r los casos en que no hay relativas — com o a), b ) y
c)— la supuesta «c o n v e rs ió n » tendría que crear artículos y pronom bres
relativos a partir d e los interrogativos, realizando adem ás algunas
extrañas permutaciones, y otros atrevidísim os m ovim ientos circenses
que nadie considera en la actualidad com o parte d e la gramática.
N ótese, p o r ejem plo, que no podría evitarse obtener * N o sé e l que lo
vio a partir d e N o sé quién lo vio, ni qu e se form ara * N o sé los lib ro s
qu e e n vió a qué g e n te a partir d e N o sé qu é lib ro s e n v ió a qué gente,
N ótese que en este análisis los lib ro s que qu ieres no es un SN, sino
una oración, por lo que no d eb em os esperar concordancia con el
ve rb o cuando este constituyente es sujeto. En la lengua coloquial son
frecuentes oraciones com o Es in c re íb le las historias que cuenta o Es
cu rioso la forma de andar qu e tiene. Si se tratara d e SSNN ordinarios
tendríamos únicamente son in c re íb le s en e l prim er caso y es curiosa en
el segundo. En la lengu a antigua era frecuentísima esta discordancia en
las cláusulas absolutas, qu e se ob serva en este ejem p lo d e l Guzmán d e
Alfarache que extrae C u ervo (1902): Visto las desgracias que había
tenido.
94
realiza una p redicción falsa: Si la discordancia señalada en las construc
ciones absolutas se d e b e a que los sintagmas interrogativos encabezan
una estructura oracional, no d eb ería existir discordancia cuando esta
mos segu ros d e que se trata d e un SN. Lamentablemente, la discordan
cia citada en la lengua antigua es tan frecuente en este caso como en
aquel. Junto al ejem plo citado d el Guzmán d e Aliara che encontramos
otros muchos d e l tipo d e Sabido la p oca gente con que el conde se
acercaba (Colom a, G u erra s de Flandes). Es decir, el lugar que ocupa la
p reposición con en este último ejem plo muestra sin la m enor duda que
estamos ante un SN que contiene una relativa, y aun así perm anece la
discordancia, frente a lo que sería d e esperar. D e hecho, en la lengua
coloquial actual no son infrecuentes oraciones com o Es absolutamente
n ecesa rio ¡a urgente dim isión de! con ceja l de tráfico, en las que la
discordancia no se d e b e a la presencia d e una subordinada sustantiva,
sino a que el SN se está interpretando com o una oración. Este ejem plo
es útil adem ás p orq u e ayuda a confrontar la actitud d e l gramático
normativo, que sería «esta oración es incorrecta p orq u e no hay concor
dancia entre sujeto y predicado», con la actitud d el gram ático no norma
tivo, que sería: «los hablantes usan a v e ce s estas construcciones porque
los sintagmas que escon den oraciones pu ed en concordar com o ellas lo
hacen». P ero nótese qu e seguim os sin precisa r qué es esconder.
98
eso es todo lo que necesita «s a b e r » la p rep osición a para estar p resen
te. Así pues, los SSNN que p oseen PTP no recib en sus «m arcas de
función» com o lo hacen e l resto d e los SSNN. De hecho, en los casos en
que la interpretación no oracional pu ede ser también admitida por el
predicado, es de esp era r que tengam os la «m a rca » d e dicha inter
pretación ( d escu b rieron al asesino) o bien que tengam os la d e la inter
pretación oracional ( d e scu b rie ro n el asesino).
Asi pues, el interés gram atical de los SSNN con PTP es doble. Por un
lado, muestran com portam ientos sintácticos propios de las oraciones, y
por otro, no denotan entidades-individuales a pesar de ser SSNN, sino
que p oseen el contenido qu e co rresp o n d e a una proposición.
96
Es d ecir, e l SN una repara ción ocupa una posición interna al SV y
rec ib e un PTP, Estos SSNN tienen en común con los seleccionados por
otros p red ica d o s m odales, com o q u e re r, la importante p rop ied a d de
ser inespecíficos (dicho en otros términos, de admitir cuantificadores
d e ámbito m enor o contextos intensionales). P a rece claro que esta
interpretación m odal se co rresp o n d e con un tipo d e PTP, y es también
eviden te qu e la interpretación oracional es necesaria en ejem p los co
mo e l ya citado su manía de una bicicleta nueva o q u ie ro una oportu ni
dad. Aunque sin m encionar las marcas flexivas, M cC aw ley (1974) se
refería a oraciones cercanas a la siguiente;
97
Juan vio a María.
Juan vio que María se enfadaba.
Te creía en París.
98
estamos ante el mismo uso d el v e r b o c r e e r C om párese, análo
gam ente, lo considera ( = « l o estima, lo resp eta ») con lo conside
ra un inútil, don de con sid era r vie n e a significar todo lo contra
rio, Por razones parecidas, es evid en te que el que dice p re fie ro
abierta la ventana no está mostrando su p referen cia por ningu
na ventana. Es fácil deducir, en consecuencia, qu e los verbos
que mencionamos se construyen con oraciones y también con
SSNN, p e ro su significado no es el mismo en las dos situaciones.
La oración te creía en París no p u ed e recibir, p o r tanto, el
mismo análisis que b e b e frío e l té.
99
mos— que en esa lengua existen «sujetos en acusativo», sin que ello
sea contradictorio m con la noción d e sujeto ni con la d e acusativo.
Lamentablemente, no siem p re se planteaba en las clases d e latín la
pregunta fundamental d e p o r qué no existe contradicción entre «s e r
sujeto» y «estar en acusativo» (y sí p o r el contrario en genitivo). La
respuesta está relacionada con la ausencia d e flexión d e los ve rb o s que
admiten esos «sujetos d e p red ica ció n ». Es decir, los ve rb o s latinos
flexionados no tienen sujetos en acusativo, p o r lo que sí existe contra
dicción entre «s e r sujeto d e un v e rb o ñ e xion a d o» y «estar en acusati
v o ».
Las llamadas c l á u s u l a s REDUCIDAS (C C R R) son unidades d e p red ica
ción sin flexión (m nudo categorial qu e la rep resen te) q u e resultan
transparentes a la categoría léxica que las r ig e y d e las que son argu
mento, Son el resultado d e descom pon er las funciones sintácticas en
rasgos distintivos, propuesta que se ha planteado en los últimos años en
el m od elo «re c c ió n y ligam ento». Esos rasgos distintivos son dos: «C aso
abstracto» (al qu e aquí hem os llamado «m arca d e función») y «p a p e l
tem ático», noción ya presentada en e l capítulo 3. Vim os allí — re c u é rd e
se el ejem p lo d el p e tró le o — q u e no es contradictorio que un SN esté
re g id o dentro d el SV mínimo com o un ob jeto directo y que concu erde
con e l v e r b o d esd e esa posición, C om parte con e l objeto directo «e l
ser p a cien te» y « e l ocupar su lu g a r» y con el sujeto «e l con cord ar con
el v e r b o ».
Aunque tiene p reced en tes en gram áticos com o Jespersen, el con
cepto d e «cláusula red u cid a » es difícil d e en tender en cualquier m arco
gram atical que co n sid ere no descom ponibles las funciones sintácticas,
p e ro es relativam ente sencillo si recordam os e l análisis tradicional de
oraciones latinas com o
100
asignar el caso que correspon da a través d e las CCRR que tienen como
com plem ento. La diferen cia entre e l te latino y el castellano es que
aquél no es un pron om bre clítico (cabrían a d verb ios entre m deo y te) y
nuestro fe sí lo es, por lo que d e b e ocupar la posición clítica correspon
diente, El caso d el sujeto d e la CR se asigna p o r rección d esd e fuera d e
dicho constituyente (d ecim os en español co n [tig o en el e q u ip o ] — y no
* con [tú en e l e q u ip o ] —) y al mismo tiem po, el com plem ento que la
preposición selecciona es una unidad ora cion a l
Son varias las pruebas que se pueden presentar a favor de que las
cláusulas reducidas forman un solo constituyente en lugar d e dos com
plem entos independientes. Una d e las más eviden tes se dedu ce d e la
im posibilidad de que los com plem entos preposicion ales tengan p re d i
cativos, com o pu ede v e rs e en este ejem plo d e J. Bresnan:
p e ro ello tiene una fácil explicación si, com o indicamos con los co rch e
tes, existe un constituyente que com parten sujeto y p redicado. Es e v i
dente qu e no se habla en estas oraciones d e pensar o im aginarse
personas u objetos, sino más bien situaciones, y eso es precisam ente lo
que e l análisis d e las CCRR preten d e reflejar.
La p o lém ica sobre las cláusulas reducidas tiene varios frentes. Para
algunos gram áticos los lo g ro s d e ese análisis se pu eden consegu ir sin
necesidad d e incluir estas unidades, concretam ente postulando un ni
v e l o com ponente gram atical esp ecífico (estructura predicativa). Otros
gram áticos aceptan su existencia p e ro no están d e acuerdo en la natu
raleza d e la categoría sintagmática que les corresp on d e (en el § 8,4
v o lvere m o s b revem en te so b re este punto). Existen asimismo otras si
tuaciones no relacionadas con el tema d e este capítulo en las que
también se han postulado CCRR d e naturaleza diferente. El lector que
d esee inform arse sob re estas polém icas p u ed e consultar la bibliografía
fundamental sobre cada una d e estas posturas, que recogem os en el
§ 4.5.
101
Resumamos. En lo que afecta a las dos unidades sintagmáticas que
comparamos en este capítulo (los SSNN y las oraciones sustantivas) el
análisis d e las CCRR constituye una propuesta interesante p orq u e p e r
mite afrontar la paradoja que se plantea cada vez que un núcleo marca
a un SN mientras que selecciona una oración. El análisis perm ite, resu
m ido al máximo, que el v e r b o y la p reposición puedan determ inar el
caso (y en gen eral la «m arca d e función») d e un SN que no es argum en
to suyo.
102
• Los com plem entos nominales y oracionales d e los verb os de co
nocimiento (saber, con o ce r, d e s c u b rir) poseen una difícil sintaxis
que se co rresp o n d e con la no m enor com plejidad d e las nociones
semánticas asociadas a ellos. Pueden verse, fundamentalmente,
Lyons (1979)y , para el español — d esd e otro punto d e vista—
R ivero (1976).
103
Sustantivos y adjetivos.
5 .
Relaciones y diferencias
5.1. Introducción
Pocas categorías gram aticales han estado tan unidas como estas dos
en la tradición gram atical occidental, y pocas plantean los problem as
d e separación y transcategorización que son habituales en la gramática
de estas dos unidades.
105
d e sufijos, entre los que están además casi todos los apreciativos, son
comunes a las dos clases.
106
com o sustantivos o com o adjetivos, y en ciertos casos, para mostrar que
el paso d e una categoría a la otra es sumamente fluido. N o obstante, una
d e las preguntas más difíciles d e contestar en el capítulo que ahora nos
ocupa es ésta; ¿por qué expresam os m ediante sustantivos determ ina
das nociones mientras que em pleam os adjetivos para otras?; ¿es ente
ram ente arbitrario? Una idea que tiene cierta tradición filosófica y que
resulta muy su geren te es la que han defen d id o recientem ente autores
com o W ierzb ick a (1986). Consiste en su gerir que los sustantivos «cate-
goriza n », esto es, determ inan clases de objetos, mientras que los adjeti
vo s «d e s c r ib e n » p ro p ied a d es que no constituyen clases. Independien
tem ente d e otras diferencias que lu ego verem os, una muy evidente
entre las dos oraciones que siguen
María es adolescente.
María es una adolescente.
107
historia d e la lengua. En el español antiguo se hablaba d e e l m orta l de
una persona con el significado d e «su cu erp o m ortal» (ítalianismo se
gún Lapesa, 1984a: 174), mientras que actualmente un m ortal sólo signifi
ca «una persona m ortal». Tam bién pod ía usarse un viviente p o r «un ser
v iv o », posibilidad que hem os p e rd id o -p ero que tenía la lengua m ed ie
val. En inglés p u ed e d ecirse he is a natural p o r the jo b (Q uírk y otros,
1985: 411) sustantivando el adjetivo natural con un significado muy
diferen te d e l que tal p ro c es o perm ite en español (un natural es un tipo
d e pase taurino o una m anera d e ser: un natural bondadoso).
P ero junto a esas particularidades idiosincrásicas existen regu lari
dades sistemáticas, Entre las p rop ied a d es d e las personas que vienen a
ser lo suficientem ente representativas com o para form ar clases d e indi
viduos en español están las siguientes:
108
interesante qu e algunos d e ellos sólo sean sustantivos si aparecen en
plural, factor que considerarem os en el § 5.4,
109
que pa rece mostrar la lengua a determ inar clases entre las cualidades
supuestamente negativas d e las personas. Es realm ente sorprendente
que ninguno d e los adjetivos d el g ru p o a), a continuación, admita esa
«sustantivación va lo ra tiva » con el artículo un, mientras qu e sus antóni
mos (g ru p o £>)) lo hacen sin dificultad:
Un informativo especial.
Un especial informativo.
110
nidad. La tendencia a la que nos referim os es sumamente variable,
tanto dentro d e cada lengua com o en la com paración interlingüistica.
En círculos más o m enos amplios pu ed en crearse y deshacerse sustan
tivos d e la form a indicada con en orm e facilidad. Una distribuidora
p odrá usarse por «una em presa distribuidora», la coord inad ora de
estudiantes podrá ser a propiado para «la comisión coordinadora», y así
p o d rem os crear si nos son necesarios, una p ro d u c to ra , la patronal, los
m undiales, o el circ u la r p or «una em p resa productora», «la confedera
ción patronal», «lo s cam peonatos m undiales» o « e l autobús circular».
111
-tile designan productos o herramientas, es decir, no actúan com o
verd a d eros agentes sino más bien com o instrumentos. A dem ás de p r e
dicarse d e una persona, el SN un c o n s e rv a d o r podría design ar un
aparato o una máquina, p e r o un conservante es un producto químico.
Com párense, análogam ente, un estim ulador (máquina o dispositivo)
con un estimulante (producto quím ico); un ca rb u ra d or con un carburan
te; un coa g u la d o r con un coagulante; un s e ca d o r con un secante; un
aislador con un aislante.
112
eos qu e nuestra lengua h e re d ó ya form ados, y otras v e c e s producto de
los factores difícilm ente p revisib les qu e condicionaron la conformación
de nuestro léxico.
Las variaciones son más exp lica b les en lo que respecta al número.
Los plurales constituyen una de las form as en los SSNN adquieren
referen cia genérica, y los sustantivos d e persona form ados a partir d e
113
adjetivos poseen con mucha frecuencia ese significado. Junto al ya
señalado ingl. *a young, nótese que esa lengua sí admite el uso d e
young como sustantivo si está en plural: the youngs. En nuestra lengua
es más frecuente el uso sustantivo incluso en singular, p e ro muchos
adjetivos d el español sólo funcionan com o sustantivos si están pluraliza
dos; los presentes (en el sentido d e persona, no el de «r e g a lo »), frente
a *un prese n te ; los capaces, frente a *un capaz\ los míos (= «m is
fam iliares») frente a *un mío. Ello no nos perm ite d e sd e lu ego p ro p o
ner que los plurales son «m orfem as sustantivadores», lo que dejaría
fuera la larguísima lista d e adjetivos que no pu eden pasar a sustantivos
p o r mucho que estén en plural, p e r o sí nos perm ite record a r que la
cuantificación está asociada a la capacidad de denotar una clase de
objetos, y esto es lo que caracteriza el significado llam ado «g e n é r ic o ».
114
que los nom bres d e co lores pueden ser d e ordinario adjetivos (una
carpeta azul; un coche a m arillo ) o sustantivos (un azul claro, un am arillo
chillón). R ecu érdese que un solo p u ed e incidir sobre sustantivos, luego
no hay duda d e que azul y am arillo lo son en esos ejem plos. Estos
sustantivos no aparecen, sin em bargo, en la estructura £>), a menos que
llev en ciertos complem entos:
115
leñemos compuestos d e l tipo *[N [N -A ]], salvo los im productivos paso-
doble o b a n ca rrota. Los compuestos productivos [A [N -A ]] p oseen el
núcleo a la d erech a (cejiju n to , pun tia gud o) y es ob vio que azul cla ro no
se corresp on d e con esta pauta, ni tam poco con la d e los com puestos [N
[A - N ]], menos productivos, com o altavoz, bajam ar o buenaventura,
116
ocurrir es qu e esos sustantivos denotan grupos en los que habitual-
mente clasificamos los objetos con el fin d e recon ocer sus clases. Las
clases en las qu e distribuimos los objetos con los que nos relacionamos
se establecen tomando com o criterio el color, la marca, el número, la
talla, y el estilo. Tam bién usamos sustantivos más gen erales como p r e
cisamente clase y tipo. A sí pues las clases d e estilos no son p ro p ie d a
des d e los estilos. Estos se identifican, por tanto, m ediante sustantivos
(■estilo H e rre ra ) o m ediante adjetivos d e relación ( estilo herreriano),
que no son adjetivos calificativos, com o mostramos en el § 5.6. El grupo
de sustantivos que nos interesa p osee dos p ro p ied a d es interesantes
estrictamente sintácticas:
Com o en otras aposiciones, la relación entre los dos m iem bros del
SN es una relación d e predicación. Si usamos e l SN Un sillón estilo Luis
X V estamos entendiendo qu e Luis X V es un estilo. En ausencia del
sustantivo clasificador, la gram ática no nos especifica más detalles d e la
predicación. Es decir, en un sillón Luis XV , la gramática no nos dice
que Luis X V designa un estilo (podría ser un co lor o una m arca) p e ro si
nos dice q u e d ebem os interpretar una d e estas nociones que co rre s
ponden a las clases en qu e distribuimos los objetos físicos. Nuestro
conocim iento d e l mundo hará e l resto.
117
d e adjetivos que se predican d e los individuos sin especificar cualida
des suyas.
118
bastante interesante), p e r o los d e relación no lo son, puesto que no
denotan prop ied ad es. Aunque retom arem os la cuestión en e l apartado
siguiente (§5.7) y parcialm ente en el § 8.4, baste señalar aquí que
no son am biguos los SSNN reunión m uy fam iliar ni reform a absoluta
m ente constitucional, don de no caben las interpretaciones «reu nión de
muchos m iem bros d e la fam ilia» ni «refo rm a d e toda la constitución».
Análogam ente, m usical será graduable si m odifica a sustantivos como
sonido (interpretación calificativa) p e r o no lo será si m odifica a ense
ñanza (interpretación relacional).
A lgu nos sufijos adjetivales admiten las dos interpretacion es, p ero
otros muchos se especializan en una d e ellas. Con pocas excepciones,
no son adecuados en la interpretación relacional los sufijos -esco,
-il, -oso, -ino, entre otros, y sí lo son en cam bio, -al, -ar, -a rio o -ico. Eso
significa que los SSNN aparición dantesca, decisión p u e ril o cre c im ie n
to p e lig ro s o no podrán significar «a parición d e D ante», «d ecisión
d e los niños» y «crecim ien to d e l p e lig r o ». N o poseen tam poco sentido
relacional los adjetivos leonino, aguileño o ca llejero. Es muy importan
te señalar que es el sufijo e l que en realidad aporta en estos casos su
p ro p io significado («cu alidad d e »), que im pone al sustantivo con e l que
se construye, mientras que en el sentido relacional, el sufijo se limita a
«transm itir» o a «filtra r» al sustantivo so b re el que incide la «función
argum ental» o «p a p e l tem ático» que asigna el predicado. El sufijo es,
p o r tanto, fundamental en esa tarea. Así, si comparam os los dos sintag
mas qu e siguen:
caballuno caballar
cívico civil
119
paternal paterno
provinciano provin cial
sedoso sed ero
musculoso muscular
120
La estructura molecular-/!
La estructura molecular-/? del acero-ví
Extracción dental-A
Clínica dental-/?
no nos costará trabajo notar que no son sinónimos. Los adjetivos que en
121
ellos aparecen p o seen significados muy distintos que dep en d en d e ia
posición que ocupen. Gubernam ental significa en a) «d e l g o b ie rn o », y
en b ) «relacionada con e l g o b ie rn o (o los g o b ie rn o s )». Por el contrario,
europea significa en b ) «d e Europa», y en a) «rela tiva a Europa». Estos
significados no p u ed en permutarse. Ninguno d e los sintagmas p u ed e
adquirir el significado que corresp o n d e al otro, lo que muestra que
estos adjetivos significan p o r el lu g a r que ocupan, o dicho d e otra
forma, qu e las «funciones argum éntales» se asocian a las posiciones
sintácticas. A m bos ejem plos muestran que el esquem a existente en
español es c) y no d):
Entre las p rop ied ad es que distinguen a los adjetivos d e los sustanti
vos se ha señalado numerosas v e c e s la gradación (nos limitaremos aquí
a la gradación con m uy). Ejem plos tan citados com o m uy m adre, m uy
h o m b re , m uy to re ro o m uy ladrón sugieren, efectivam ente, que esta
mos ante sustantivos recategorizad os com o adjetivos, por lo que adm i
ten la gradación que habitualmente p oseen éstos. El fenóm eno req u ie
re, no obstante, algunas precisiones. Existen, com o hemos visto en el
apartado anterior, muchos adjetivos que no se pueden graduar, sin que
122
p o r ello pierdan su «a d je tiv id a d ». Existen también a d verb ios gradua-
bles, com o tranquilamente, y otros no graduables com o inmediata
m ente, y en el cap. 8, defendem os que p e rs e g u id o es una forma verbal
en m uy p e rs e g u id o p o r la p o licía , aunque aparezca con e l adverbio
muy. La gradación, en suma, no es en sí misma un criterio d e identifica
ción categorial, p o r lo que no podem os afirm ar que una determinada
palabra pertenezca a una u otra categoría gram atical p o r e l hecho de
adm itir a d verb ios d e grad o. Existen, p o r tanto, dos form as d e abordar
e l problem a. Una es argum entar que h o m b re es un adjetivo en muy
h o m b re p o rq u e adm ite muy. La otra es preguntarse qué tienen algunos
sustantivos para admitir a d verb ios d e grado.
123
Podem os ahora preguntarnos p o r qué sustantivos com o h o m b re o
to re ro admiten gradación. Es importante señalar que un extranjero que
conozca el significado d e h o m b re no podrá dedu cir automáticamente lo
que significa e l sintagma m uy hom bre. Esta es una pista importante
p orqu e nos perm ite com p robar que no estamos ante un p ro c es o m ecá
nico d e «ad jetivación ». Q u edó claro que el paso de un adjetivo de
relación a uno calificativo no es un p roceso estrictamente gram atical
p re d e c ib le en térm inos sintácticos. Análogam ente, p u ed e d ecirse que
la lengua establece para algunos sustantivos a los que históricamente se
asocian significados culturales estereotipados la posibilidad d e pasar
a formar parte d e las entidades léxicas q u e denotan cualidades o
p rop ied ad es. Ésta es una conclusión polém ica, p e ro al igual que se
acepta que in glés no es más adjetivo que parlam entario cuando admite
gradación, p o dría considerarse que mesa no es más sustantivo que
h om b re cuando la rechaza. Podem os separar los significados denota
dos p o r sustantivos y adjetivos en grupos parecidos a éstos:
124
• Para la com paración d e las p rop ied ad es predicativas de los sus
tantivos y los adjetivos véanse, entre otros muchos, Milner (1978),
G iry-Schneider (1984), Klein (1975) y Fernández Lagunilla (1983).
El lector interesado en profundizar en este punto tendrá que
entrar en la abundante b ib liografía so b re la atribución y las cons
trucciones predicativas, que queda fuera d e este trabajo.
125
6
Adjetivos y adverbios.
Relaciones y diferencias
ll i B l l l l l l l l l i y i W IM I M — M llW lllim — I I I I W iiii
6.1. Introducción
127
La categoría d e los cuantificadores, p o r ejem plo, está ausente d e la
m ayor parte d e los análisis tradicionales, y se reparte entre «a d jetivos
determ in ativos» y a d verb ios de gra d o o d e cantidad. La naturaleza
categorial d e un cuantificador dep en d e, en esa concepción, d e la clase
léxica d el elem ento sob re e l que incida. Así, tanto será adjetivo en tanto
a rroz p o rq u e arroz es sustantivo, p e ro será a d verb io en tanto más
inteligente p o rq u e más in teligen te no lo es. Es indudable, sin em bargo,
que e l calificar com o adjetivo el prim er tanto y com o a d ve rb io el
segundo no nos ayuda gran cosa a en tender la gramática d e esas
construcciones. D e hecho, los llamados «a d je tiv o s determ in ativos» figu
ran entre las clases p e o r entendidas d e las d escrip cion es tradicionales,
sin duda p o rq u e la tradición gram atical apenas poseía instrumentos
para abordar el com p lejo mundo d e la cuantificación.
b ) Entre las que los obtienen por procedim ientos m orfoló gicos
cabe distinguir en p rim er lugar las que usan m orfem as derivativos, y
entre ellos, los sufijos, com o todas las lenguas románicas y germ ánicas.
Tanto nuestro -m ente com o íng. -ly tienen un o rig en nominal (e l ingl.
ant. -¡ice d e riva d e he «a p a rie n c ia ») y en las respectivas lenguas m e
dievales poseen todavía cierta independencia sintáctica. En latín los
a d verb ios se formaban so b re los adjetivos con los sufijos -e (b on e
«b ie n »); -ite r (b re v ite r); -im (p riv a tim ) y -o (s e ro « t a r d e » , so b re serus
«ta rd ío »). Los adverbios se forman m ediante p refijos en irlandés anti
guo (in(d)-, p refijo sorprendentem ente idéntico al artículo definido en
esa lengu a) y también en ruso: po- (a la v e z p re fijo y preposición).
Este último uso se acerca a nuestros a d verb ios form ados con «d e +
128
a d jetivo » (muchas v e c e s en plural), Es claro que de nuevo o de p rim e
ras, no son sintagmas preposicion ales puesto qu e el adjetivo no posee
ninguna d e las p ro p ied a d es d e los términos de preposición. Son, pues,
unidades léxicas, y no sintácticas, com o también lo son las que están
formadas con p reposición y sustantivo (d e m aravilla, de p ena) o con
formas que no se usan independientem ente (d e im p roviso, de b ru ces ),
Los a d verb ios citados contrastan con muchas d e las formas construidas
con la p reposición con p o rq u e en estos últimos casos, frente a los
anteriores, tenemos p ro p ied a d es sintácticas muy claras, com o la coor
dinación y la form ación d e perífrasis de relativo: con [tie m p o y p a cien
cia]; con esfuerzo es con lo único que lo conseguirás. V éase el capítulo
10 para otros detalles.
1. Las form as d e los adjetivos sin flexión d e g én ero, núm ero o caso
se usan predom inantem ente com o a d verb ios (ejem plos: alemán,
bretón, persa, chino),
2. Los idiomas que tienen adjetivos flexionados en neutro los usan
com o adverbios, com o en sueco o danés. Sí ese idiom a posee
adem ás un sistema d e casos ele g irá e l nominativo-acusativo,
gen eralm en te en singular (ruso, sánscrito, avestano, hitita) y
más raram ente el plural, com o el g r ie g o m oderno.
129
6.3. Adverbios con forma adjetival
130
En el español antiguo eran mucho más numerosos los adjetivos que
pasaban a adverbios, en gran parte p o rq u e este p roceso era muy
prod u ctivo en latín. C u ervo (1872, §§ 435 y 472) documenta en Tirso de
Molina alzarse fácil, en Lop e d e V e g a lle g a r fácil,y en A larcón mudarse
fácil. Se conserva, pues, e l uso productivo d el latín facile. En el Poema
d e A lex a n d re es muy frecuente d ezir aguisado o d ezir desaguidado
por «hablar con a cierto » o «sin é l» respectivam ente. Para nuestro ha
b la r la rg o so b re un asunto la lengua antigua tenía también tratar co p io
so de a lg o (Fdez. Ram írez documenta trataron cop ioso desto los Santos
d o cto re s en e l Tratado s o b re el am or). Por el contrario, algunos a d ver
bios actuales eran adjetivos en la lengua antigua. Entre ellos está alerta.
Señala el Esbozo (pág. 192) que C ervantes em pleaba o id o alerto, uso
que también documenta en Villaviciosa y en Antonio Machado.
Se alegró {extremadamente/infinito}.
Se alegró, aunque no {extremadamente/*infinito}.
¿Se alegró de la noticia? — Creo que {extremadamente/*infinito}.
132
com o lo son los compuestos, no se admitiría siquiera ese com porta
miento d e la flexión.
Suele d e cirse que tanto los adjetivos com o los a d verb ios tienen
com plem entos preposicionales, por lo que éste es un rasgo que las dos
clases com parten. Es ló g ico pensar que esos com plem entos se manten
gan en la d eriva ción de a d verb ios a partir d e adjetivos, y así p arece
que ocurre. C onsiderem os el adjetivo paralelo. Este adjetivo selec cio
na un com plem ento preposicion al que encabeza la p reposición a. El
a d ve rb io paralelam ente mantiene el mismo com plem ento p re p o s icio
nal. D ecim os p a ra le lo a la p a re d y también paralelam ente a la p a red , es
decir, mantenemos el com plem ento preposicional en la derivación del
a d verb io a partir d el adjetivo. A pesar d e que todo p a rece funcionar
133
com o sería d e desear, existen dos gru pos d e adjetivos que tienen
com plem entos y sólo en uno d e ellos se heredan en los adverb ios
derivados. He aquí algunos ejem plos d e ambos grupos:
134
2. N o deja d e resultar extraño (para la hipótesis d e la herencia)
que los a d verb ios d e B) designen casi siem p re relaciones físicas (en
sentido prim itivo o figu rado). Es difícil alargar el grupo B), p e ro si lo
intentamos nos vendrán a la cabeza a d ve rb io s com o sim étricam ente o
p erp en d icu la rm en te, es decir, a d verb ios que establecen el tipo de
relación física habitual en las preposiciones. D esde e l punto d e vista
que aquí defendem os no es una casualidad que los a d verb ios de A ) no
se ajusten a ese tipo d e significado.
Este esquem ático análisis no explica m mucho menos todos los ca
sos. En particular, deja sin aclarar ejem plos com o viven in d ep en d ien te
m ente e l uno d el otro o an teriorm en te a estos y a otros acontecim ientos,
puesto qu e en ambos casos estaríamos partiendo una p reposición en
dos segm entos, lo que obviam ente es im posible. C reem os qu e en estos
casos estamos ante una d o b le categorización o un p roceso d e reetique-
tado o reanÁlisis, lo qu e p o dría exp lica r la d o b le segmentación. Parece
pues evid en te que al m enos una d e las características que habitual
mente se presentan com o p rop ied ad es com partidas p o r adjetivos y
135
adverbios d e b e ser reconsiderada en e l sentido señalado, es decir, en
la d irección que considera que las expansiones que los adverbios
poseen están en la cuantificación, y no en los com plem entos selecciona
dos.
136
6.5. Propiedades de los individuos y propiedades
de las acciones
Un cocinero simpático.
Un cocinero excelente.
137
mal padre. A sí pues, e l adjetivo se p red ica d e la función que asignamos
a estos individuos, p o r lo que tenem os que p r e v e r que los sustantivos
en cuestión estén asociados con estas actividades. Una forma de hacerlo
es incluir en su estructura argumental un argum ento que nos indique la
presencia d e esta función. Es decir, si d e estos sustantivos p u ed e p re d i
carse a lgo en cuanto individuos o en cuanto agentes de una determ ina
da actividad, e l incorporar un argum ento que especifiqu e esta caracte
rística nos perm itiría d e cir que el adjetivo lo «satura», puesto que se
p re d ica d e él,
138
6.6. Las maneras de ser y de estar
Juan es insoportable.
Juan es asi.
¿Cómo estás?/Cansado.
139
manera los sustantivos, porqu e, com o vim os en el § 5.2, los sustantivos
inscriben a las entidades individuales en clases, lo que se op on e a
predicar cualidades d e ellas: ( # = inapropiado):
¿Cómo es Juan?
Juan es insoportable/calvo/brillante/...
# Juan os m édico/# abogado/# vallisoletano/# del Bar<;a,
Ello no q u ie re d e cir que todos los adjetivos que pu eden ser sustitui
dos p o r c ó m o también admitan la perífrasis con form a o manera. El «s e r
in soportab le» o e l «s e r ex c ita b le » p a rec e qu e son «m aneras d e ser»,
p e ro el «s e r c a lv o » o « e l ser alto» no p a re c e que lo sean. Los sustanti
vos form a y m anera se reservan, por tanto, para las situaciones en las
que la predica ción im plica un tipo d e com portam iento, no solamente
una cualidad intrínseca o accidental d e l individuo, mientras que los que
aceptan cóm o funcionan tanto en unas situaciones com o en las otras. Es
decir, en el prim ero d e los dos sintagmas que siguen identificam os la
manera en que se realiza una determ inada acción:
Su forma de bailar.
Su forma de ser.
140
Seguía {espléndido (ad/.)/espléndidamente (adv.)¡ después
de tantos años.
141
El significado que comparten los m iem bros d e l gru p o d e verbos
que consideram os es pon er de manifiesto la existencia o el manteni
miento de los estados obtenidos o d e los procesos alcanzados. Una
variante d el análisis anterior sería suponer que esos pred ica d os selec
cionan cláusulas reducidas (§ 4.4) que denotan esa noción aspectual, de
m odo que admitiríamos categorialm ente tanto núcleos adjetivales como
a d verb ios valorativos. R ecu érdese que los verb os d e p ercep ción física
suelen seleccionar este tipo d e cláusulas, com o vim os en el apartado
citado, y que también admiten la neutralización categorial que analiza
mos ahora (fe veo estupendo/estupendam ente). Es claro, en cualquier
caso, que estos a d verb ios no pasan a ser adjetivos aunque se p re d i
quen d e individuos (no podem os d e cir * gente estupendam ente). El que
sean atributos no es, p o r tanto, una marca d e identificación categorial.
Por el contrario, sí p a rec e ser cierto que la categoría semántica (más
exactam ente aspectual) abstracta que esa predicación resultativa r e p r e
senta se co rresp o n d e sintagmáticamente con este tipo d e adverbios.
142
El actual prim er ministro del Japón.
El actualmente prim er ministro del Japón.
143
no tenemos la oración copulativa correspon dien te (cf. * e l p r im e r m inis
tro es antiguo) es precisam ente p orq u e la atribución que las oraciones
copulativas manifiestan nos ob liga a realizar predicaciones d e las enti
dades en cuanto individuos. Las atribuciones realizadas m ediante m odi
ficaciones incidentales dentro d e l SN se diferen cian d e ellas en que no
nos e x ig e n ese tipo d e predicación. N ótese adem ás que, com o no
existe allí p red ica d o verbal, ni p o r tanto flexión temporal, el adjetivo
deíctico nos ob liga a determ inar el significado d e esos sintagmas to
mando com o punto d e anclaje el momento d e l habla.
144
C) El terce r y último gru p o está constituido p o r adjetivos como
solo, cuando decim os que la sola presen cia de alguien causó un d eter
minado efecto, no estamos tam poco pred ica n d o d e la presencia la
cualidad d e ser o estar sola. P o r e l contrario, solo es aquí un adjetivo
cuantifícador qu e tiene, paradójicam ente, en su ámbito a todo el sintag
ma en e l qu e está inscrito. Obtenem os, pues, un significado cercano al
de sólo su presen cia, don de sólo ya no es adjetivo, sino adverbio. El
uso antiguo d e esta construcción estaba mucho m enos restringido que
el actual, com o se com prueba en Lapesa (1961).
145
7
Sustantivos y verbos.
Relaciones y diferencias
147
las dos categorías, y también a las situaciones en las que esa proxim i
dad es sólo aparente.
148
infinitivo d e los nom bres abstractos, y lo que decisivam ente distingue
el v e r b o d e l sustantivo».
149
lu ego volverem o s p o rq u e se trata d e una p ro p ied a d que presenta
rasgos especiales. Repasem os con b r e v e d a d e l resto d e las p ro p ied a
d es que diferencian los infinitivos ve rb a les d e los nominales;
Su andar {lento/*lentamente}.
El viajar {continuo/*continuamente} de María.
El viajar {*continuo/continuamente} María.
El vivir bien.
El buen vivir.
150
C om o hemos visto, las secuencias agramaticales citadas lo son en
todos los casos p o r el choque que se prod u ce entre una propiedad
nominal y una verb a l. El choque m encionado se com prueba muy clara
mente, asimismo, en contrastes tan eviden tes com o estos:
P ero las cosas no son tan sim ples com o parecen, V erem o s a conti
nuación algunos problem as que se plantean al sencillo esquem a que
hemos dibujado y considerarem os algunas maneras d e solucionarlos.
En prim er lugar, en casi todos los ejem plos propuestos apa rece un
artículo, lo que p a rec e q u e re r d e cir que lo que tenemos a continuación
será un SN, y, sin em b argo, ello no es siem pre cierto. C onsiderem os d e
nuevo pares d el tipo de
El protestar continuamente.
El protestar continuo.
152
N o es tan evidente, frente a lo que N eb rija creía, y otros con él, que
cuando tenem os un infinitivo con artículo haya que pensar necesaria
mente en un sustantivo. Es decir, no es cierto que en su ejem plo el
amar es d u lce torm ento «s í amar no fuera nom bre no pudiera receb ir
este artículo e l». Podríam os alterar levem en te e l ejem plo del gram ático
andaluz y convertirlo en el amar la naturaleza es necesidad y obliga
ción de todo bien nacido. ¿Cóm o hacer com patible el artículo, que
según N eb rija nos e x ig e un nom bre, con e l objeto directo la naturaleza,
que nos e x ig e un ve rb o ? (R ecord em os qu e los sustantivos no tienen
com plem entos directos.)
Esta op ción p a rece adecuada para los casos citados, y quizás para
los d e com plem entos oracionales flexívos (e l que P e d ro esté enferm o),
p e ro si lo extendiéram os a otras situaciones que se pueden presentar
plantearía algunos problem as. N o qu eda claro, p o r ejem plo, que los
adjetivos m odifiquen a sustantivos nulos en estos casos y no lo hagan en
otros más simples. Es decir, es discutible cóm o se explicaría en este
análisis la diferen cia entre El continuo b e b e r cerveza y *Las continuas
Ísn 4>1 d e hacía m al su trabajo (d o n d e 4> = insinuaciones]. Es e v id e n
te que, p o r mucho qu e insinuaciones haya aparecido antes en el discur
so no se pu ed e elid ir aquí, lo que su g iere qu e tam poco p u ed e postular
se un sustantivo nulo en el ejem p lo d e la cerveza. (Plann proponía, sin
em b argo — aunque hace diez años— qu e el sustantivo nulo admite un
adjetivo en el m e ro lam entar los p ro b le m a s n o los soluciona.)
154
Cuando tenemos adjetivos o cuantificadores que m odifican al infini
tivo, las posibilidades d e expansión d e éste decrecen, comparadas con
las qu e tiene en la construcción d e l núcleo nulo. D e hecho, perdem os
también el sujeto, frente a lo que ocurría en aquélla. O b sérvese que los
infinitivos d e los grupos A ) y B) se com portan d e form a casi exacta
m ente opuesta con relación a los criterios qu e señalamos:
156
tos señalados designan habítualmente p ro p ied a d es d e l individuo del
que se pred ica n que se interpretan com o características definitorias
suyas. Resulta pues ex p lica b le que los SSVV qu e contienen marcas de
gen e ricid a d sean de ordinario p referib les. La presen cia d e l adverb io
s ie m p re es decisiva en contrastes com o
157
parecen ajustarse a alguna relación semántica (gen eralm en te efecto o
proceso), como en los casos d e el a caecer, o su e x is tir (= su existencia),
p e ro la relación más productiva se p rod u ce en la llamada «interp reta
ción m odal». En el andar cansino d el m aestro, su m ira r seren o o su
e s c rib ir pausado se d escrib en m odos d e andar, d e m irar y d e escribir.
R ecu érdese que no estamos ante v e rb o s sino ante nom bres, por lo que
quedará fuera cualquier p ro p ied a d distintiva verbal: *su e s c rib ir p au
sado novelas.
El paso d el río.
El pasar d el río.
158
P e ro com o en tantos otros casos, las construcciones p erdidas sob re
v iv e n en las acuñaciones idiomáticas. Cuando decim os ai c o r r e r de ¡os
años estamos usando el mismo esquem a d e l ejem plo d e P é rez d e Hita
(sig lo X V I) que acabamos d e citar y qu e nos parecía un tanto extraño: ai
salir del sol. Salir y c o r r e r son sustantivos derivados de verb os con
argum ento interno, com o también lo son a b rir y c e rra r en el ejem plo
en un a b rir y c e rra r de ojos. (Serían v e rb o s si dijéram os ai c o r r e r los
años, ai salir el sol o en un a b rir y c e rra r los ojos.) P ero es más
interesante señalar qu e estos sustantivos no tienen significado modal
sino eventivo; es decir, p e r v iv e fosilizado e l uso que era productivo en
la lengua antigua.
T o d o lo que hasta ahora hemos visto se redu ce a una sola idea: los
infinitivos son unas v e c e s nom bres y otras v e ce s verb os, y la gramática
muestra esas diferencias d e muchas formas. Podrá pensarse que tal vez
existen contextos en los qu e ambas p rop ied ad es se neutralicen, es
d ecir, contextos en los que no sea distintivo el p e rte n ec er a una clase u
otra d e palabras. En ejem plos com o los qu e siguen
159
pío firm ar es un v e rb o p o rq u e admite com plem entos agentivos, que
firma rechaza:
160
7.6. Bibliografía complementaria
• Entre los estudios sincrónicos que com paran las p rop ied ad es v e r
bales d e l infinitivo con las nominales destacarem os los d e V arela
(1979), Hernanz (1982; § 5,2), Luna Traill (1976), Plann (1981) (1984)
y Takagaki (1986) para e l español, así com o los d e Salvi (1982) y
B oer y van Tíel-D i Maio (1985) para el italiano.
161
o
■
Adjetivos y verbos.
Relaciones y diferencias
163
ha hecho pensar a algunos que se trata en realidad d e formas híbridas.
Un ejem plo muy sim ple aclarará algo más esta idea. La forma latina
uidendi que aparece en cupidus uidendi urbem («d e s e o s o d e v e r la
ciu dad») está en genitivo, y ésa es una p ro p ied a d nominal o adjetival,
p e ro al mismo tiem po urbem está en acusativo p orq u e es com plem ento
de uidendi. Es decir, la form a uidendi muestra a la v e z p ro p ied a d es
nominales (está en g en itivo ) y verb a les (tiene com plem ento directo).
¿Quiero ello d e cir que es un nom bre o un adjetivo a la vez que un
ve rb o ? Esta es, d e sd e lu ego, una d e las respuestas posibles, p e ro no es
necesariam ente la m ejor conclusión. Si com param os esta construcción
con su traducción española com probarem os que en deseoso de v e r la
ciudad la form a v e r es indudablem ente un ve rb o , mientras que la
p reposición de p r e c e d e (y «m a rc a » en el sentido apuntado en el capítu
lo 3) a la oración no flexiva que apa rece tras ella. Una forma d e evitar el
análisis d e la categoría híbrida en el geru n dio uidendi sería suponer
que el gen itivo que muestra p erten ece en realidad a toda la oración
aunque sea un m orfem a ligad o a uno d e sus elementos. A lg o relativa
mente similar tenemos en español p o rq u e la flexión v e rb a l en nuestra
lengua es un m orfem a d el v e r b o a la v e z que una p ro p ied a d d e la
oración (hablam os de «ora cion es fle x iva s» y no sólo d e «v e r b o s flexi-
vo s»). En tal caso podríam os mantener qu e urbem es el com plem ento
directo d e un v e rd a d e ro ve rb o , puesto qu e sólo los v e rb o s tienen
com plem entos directos.
C om o p u ed e verse, ejem p los tan sencillos com o el citado, que re
sulta fam iliar a cualquier estudiante d e p rim er curso d e latín, plantean
problem as nada sencillos a cualquier gram ático que no preten da «tra
du cirlos», sino co m p ren d er las relaciones sintácticas qu e se dan en
ellos. La idea d e d e fe n d e r la naturaleza v e rb a l d e formas com o las
señaladas no está d e sd e lu eg o lib re d e problem as. Entre ellos está el
tener que su gerir alguna solución que ex p liq u e la m orfología nominal
que poseen. D eb e señalarse a este respecto que los participios d e
presente d el español antiguo o italiano m oderno son verd a d era s fo r
mas verbales, que pu eden tener incluso com plem entos directos: esp.
antiguo tem ientes a Dios: centauros trayentes armas; e x igen tes qu e su
justicia-..; it. actual un com un ícalo anunciante che...; fenom em co n ce r-
nenti il lin gua ggio. P e ro junto a esta p rop ied ad , que sólo los verb os
poseen, tenemos una m orfología típicam ente nominal p o rq u e estos par
ticipios concuerdan en g é n e r o y núm ero con los sustantivos d e los que
se predican (no lo hacen en cam bio en francés: des hom m es buvant
beaucoup, lo que sim plifica un p o co las cosas). Los participios d e
presen te son formas difíciles d e analizar p o rq u e si bien coinciden con
los de pasado en sus p ro p ied a d es nominales, se diferencian d e ellos en
que pu eden tener objeto directo. C oinciden pues en este punto con
164
infinitivos y gerundios, p e ro se diferencian d e ellos en que tienen
flexión nominal. A breviadam en te:
165
8.2. Los participios pasivos; ¿verbos o adjetivos?
El situar los participios entre las form as verb a les sin flexión tem po
ral no es ób ice para qu e muchos adjetivos no se distingan m o rfo ló g ic a
m ente de ellos, lo qu e con frecuencia origina am bigüedades conocidas.
Tienen dos sentidos sintagmas com o ge n te civilizada, re cu rs os lim ita
dos, clase aburrida, salón alargado o ed ició n reducida. En uno d e ellos
tenemos participios, es decir, formas verbales, d e manera que los
sustantivos que allí aparecen se interpretan com o pacientes d e los
ve rb o s transitivos civilizar, lim itar, a b u rrir, alargar y re d u cir. En el otro
sentido tenemos adjetivos calificativos, cuya relación semántica con los
participios no es d esd e lu ego sencilla, p e ro que en cualquier caso no
suponen la realización d e acción alguna ni se co rrespon den con formas
verbales. La am bigüedad desaparece, lógicam ente, si el sustantivo no
p u ed e ser paciente d el v e r b o transitivo p o r razones semánticas, y
también si no admite las p rop ied a d es qu e se quieren p re d ica r de él:
166
Las interpretaciones son las mismas en las oraciones pasivas con el
v e r b o s e r (la ed ición fue re d u cid a ) d e lo qu e se dedu ce qu e el p ro b le
ma no d e b e limitarse al p a p el que la cópula desem peña porqu e el
fenóm eno se presenta también sin cópula alguna.
167
(Los córcheles son necesarios para indicar sim plem ente que el que
exista la oración fue [e x ce le n te p e tr ó le o ] es enteram ente irrelevan te.)
Nos interesaba esta alternancia en el § 3.4 para ilustrar la diferencia
entre el orden lineal y el ord en estructural. A qu í nos interesa para
mostrar la diferen cia entre los adjetivos y los verbos. Com o allí vimos,
la prim era de las dos secuencias es una oración pasiva en la que la
forma v e rb a l encontrad o r ig e la posición d e l com plem ento v e rb a l den
tro del SV mínimo. La «m arca d e función» la obtiene de la concordancia
aunque no ocupe la posición externa al SV. Esa es la posición que
ocuparía e l p ron om bre ex p letivo que sería necesario en cualquier
lengua sin sujetos tácticos: fr. il a été trouvé du p é tro le (más detalles
sobre este punto en Bosque, 1987). En este sentido es en el qu e pu ed e
d ecirse que se trata d e una oración im personal. Es ob vio, pues, que
encontrado no pu ed e ser sustituido por ningún adjetivo en dicho eje m
plo. En la segunda oración tenemos un adjetivo que p osee un argum en
to externo al sintagma en e l qu e aparece, sin q u e im porte en absoluto
que ocupe una posición «lin ealm en te» p r e v e rb a l o postverbal: * p e tr ó
le o fue excelen te. En resumen, si analizáramos los participios como
adjetivos, la clara diferen cia qu e muestra este pa r d e oraciones queda
ría por entero sin explicar.
f) Otras diferencias entre las dos clases ya han sido señaladas
(véase e l citado Lázaro, 1975a). Los com plem entos agentes (reducida
p o r el e d itor; autorizada p o r e l g o b ie rn o ) son argum entos d e l v e rb o
transitivo, y no pu eden ser asim ilados a los com plem entos p re p o s icio
nales de los adjetivos. Si realizáram os esa asimilación no tendría ex p li
cación la am bigüedad d e secuencias com o p re o cu p a d o p o r su padre,
en la que p re o cu p a d o es o bien una form a d e l v e r b o transitivo p r e o c u
p a r — y su p a d re es el com plem ento agente— o bien es un adjetivo, y
en tal caso su p a d re es el argum ento que designa el o rig en o la causa
d e la preocupación.
Hasta aquí una som era presentación d e las diferencias más sobresa
lientes entre los adjetivos y los participios pasivos. Pu ede concluirse
que las diferencias que para algunos lingüistas serían extragram atica-
les resultan ser más bien «c a teg o ria les». P a rece razonable pensar que
la m orfología nominal que p oseen los participios pasivos no es razón
suficiente para excluirlos d e la clase d e los verb os. La consecuencia d e
dar ese paso sería dejar sin exp lica r la m ayor parte d e su sintaxis, que
muestra claram ente una se rie d e p rop ied a d es típicamente verbales.
168
em bargo, que muchos v e rb o s tienen lo que él llamaba pa rticip ios d e
ponentes, p o rq u e decim os « nacida la niña, m uertos los padres, siendo
la niña la qu e nació y los p adres los que m urieron». A sí pues, verb os
com o nacer, m o rir, llega r, caer, o c u rrir y pasar, entre otros, tienen
estos participios que los acercan a los ve rb o s transitivos. Si nos pregu n
tan p o r qu é no podem os construir SSNN com o *una persona sonreída,
direm os seguram ente que s o n re ír no es un v e r b o transitivo, p e ro es
ob vio que tenem os que detallar algo más la respuesta p orq u e sí p o d e
mos d e cir una persona llega da de lejos o un re g a lo caído d e l c ie lo sin
que ello nos ob ligu e a hablar d e una persona qu e «ha sido lle g a d a » m
d e un re g a lo que «ha sido ca íd o».
Es éste un gru p o d e ve rb o s qu e significan procesos en los que
participa el sujeto, y no acciones que realice o en las qu e intervenga. El
argum ento d e esos ve rb o s es, pues, un «p a c ie n te » en un sentido muy
próxim o al que p u ed e aplicarse a los objetos directos d e los verb os
transitivos. N o obstante, y a pesa r d e su importancia, la sintaxis d e tales
pred ica d o s no desp ertó la atención d e los gram áticos d e nuestra tradi
ción p osteriores a A n drés Bello. En el seno d e la gramática generativa
surgió el interés p o r sus p rop ied a d es d e sd e e l importante estudio d e
Burzio (1981), qu e d esarrolló ideas anteriores d e Perlmutter, y a su
investigación siguieron otros muchos trabajos en la tradición gene-
rativista. Para designar los v e rb o s que tienen esa p rop ied ad , se acuña
ron los térm inos e rg a tiv o (q u e ya tenía otro sentido en la tipología
lingüística eu rop ea) e inacusativo. En este lib ro usaremos el término
tradicional d eponente, qu e Bello tomó d e la tradición clásica y que
refleja con precisión la id ea que se q u ie re expresar.
Bello no concebía la depon encia v e rb a l d e l español fuera de los
participios. Es cierto que los participios aparecen en la m ayor parte de
las construcciones en que esta p ro p ied a d se manifiesta, p e ro lo cierto
es que no sólo los participios son deponentes, sino también los ve rb o s
a que correspon den . Usarem os pues indistintamente los térm inos inacu
sativo y cuasideponente para designar los ve rb o s a los que correspon
den esos participios pasivos d e interpretación activa. N o podrem os
entrar, sin em b argo, en este trabajo en los aspectos confíguracionales
d e la gram ática d e tales verb os. P ero aunque no podam os estudiar aquí
los factores que intervienen en cada una d e sus p rop ied ad es más
destacadas, intentaremos hacer una escueta relación de las mismas:
1) Se construyen con ser o sus equivalentes en español antiguo, en
francés e italiano m odernos, e incluso en la lengua literaria arcaizante
d e l presen te siglo, com o nota Fernández Ram írez (1986: cap. 5): ya son
lle g a d o s ; ya son idos. R ecu érd ese que esta p ro p ie d a d sólo la poseen
los verbos transitivos, p ero no los intransitivos, como sonreír o bostezar.
169
2) Coinciden también con los transitivos en que se construyen con
clíticos de gen itivo en italiano o catalán (n e fu ro ñ o arrestati moltr, ne
arrívano m olti) frente a los intransitivos no deponentes (*n e telefonano
m ol ti).
170
10) Adm iten ex p letivo s en la posición externa al SV en las lenguas
qu e no p o seen sujetos nulos; íngl. there, fr. il; there com es a b oy ; il esl
a rriv é d e u x hom m es. Tam bién adm iten el uso no referen cial o ex p leti
v o d el a d ve rb io átono ahí (pronunciado [á¿¡): A h í van dos; Véase To-
r r e g o (1989) so b re esta p ro p ied a d .
En este capítulo estam os com parando los adjetivos con los verbos,
y todas las p ro p ie d a d e s que acabam os d e citar son estrictamente
ve rb a les. Es más, com o hem os visto, una buena parte d e ellas son
incluso com partidas p o r los v e rb o s transitivos. ¿Q u iere e llo d ecir que
la «d e p o n e n c ia » es una p ro p ie d a d exclu sivam ente v e rb a l, qu e nunca
encontrarem os en la clase d e los adjetivos? N o es ésta, d e sd e luego,
una pregu nta fácil d e contestar, p e r o en nuestra opinión sí existen
a d jetivo s q u e la com partan con los ve rb o s . El con cepto apropiado
para esta b le ce r esa relación es el d e «p e r fe c tiv id a d » y s o b re él d ire
mos a lg o en el apartado siguiente.
171
La lengua ha p e rd id o en los últimos siglos muchos adjetivos del
grupo a). Es cierto gu e perm anecen un buen núm ero de ellos (co n te n
to, disperso, sujeto, d espierto, absorto, m olesto, tenso...), p e ro otros
muchos apenas si so b rev iven en ámbitos dialectales, cuando no han
desaparecido com pletam ente (calm o, nublo, saldo, escuso, condenso,
c ie rro , siento, p a g o, trunco, canso, guardo, p r iv o ). Otros adjetivos p e r
fectivos nos han lleg a d o sin la p erfectivid a d que tuvieron antigua
mente, con lo que pasan a ser adjetivos calificativos lexicalizados: uvas
pasas (es decir, pasadas), judías pintas ( =pintadas) y vino tinto ( = v in o
teñido).
172,
2. Funcionan com o atributos en las cláusulas absolutas, también
frente a los d e l gru p o b): D ecim os llen o e l vaso, el cam arero se re tiró o
ya lim pia la sala, ... y no en cam bio *alta la torre, ... ni * inteligente
Pepe, ... Cuando buen o significa «re c u p e ra d o d e una en ferm ed ad »
pasa d e l g ru p o b ) al gru p o a), es decir, pasa a ser un adjetivo p erfecti
vo. Los adjetivos d el gru p o a) com parten con los participios pasivos la
posibilidad d e admitir el a d verb io aspectual una vez: una vez seco
(gru p o a); una vez traducido (participio); frente a *una vez alto (grupo
b).
3. Adm iten a d verb ios com o com pletam ente, enteram ente o del to
do. Decim os com pleta m ente lle n o o enteram ente seco, y no decim os
* com pleta m ente alto ni ^enteram ente inteligen te. Es o b vio que e l ad
v e r b io com pleta m ente sólo pod rá m odificar el significado d e conceptos
que se puedan «com p leta r», Ello es absolutamente ló g ic o si recorda
mos que e l lat, p e rfectu m no significa «p e r fe c to », sino «a ca b a d o » o
«c o m p leta d o ». Esa es, en esencia, la significación de la perfectividad.
5. Las construcciones d e com plem ento p red ica tivo d e objeto di
recto no tiene en español significado resultativo (cf. ingl. He p u m p e d the
well dry). La ex cep ción sistemática la constituyen las construcciones
173
coloquiales d e participio cognado (lle n a rlo bien llenado, seca rlo bien
secado) en las que caben también los adjetivos p erfectivos asociados a
ellos: llen a rlo b ien lleno, seca rlo bien seco, p e ro no caben los adjetivos
d e l gru po b).
174
tiem po si se trata d e p red ica d o s ve rb a les no perfectivos. (Más detalles
en el trabajo citado).
175
los predicados locativos son algunos d e los q u e p oseen aspecto p e r fe c
tivo. El rasgo o la p ro p ied a d qu e ahora se selecciona (la perfectividad,
esto es el resultado d e una acción o un p ro c es o ) es mucho más abstrac
to que la locación hasta e l punto de que la incorpora com o una d e sus
formas posibles. Una explicación parecida es la que suele rec ib ir el
hecho d e que los p refijos p e rfectivo s sean a la v e z preposicion es locati
vas en lenguas d e l mundo no em parentadas históricamente.
176
8.5. Bibliografía complementaria
• La gram ática de los participios se ha estudiado en numerosos
trabajos, aungue no todos estén orientados, lógicam ente, hacia la
com paración de las p rop ied a d es v e rb a le s con las adjetivales. De
hecho, no pocos gram áticos (véase G óm ez A sen cio (1981: § 2.12))
han propuesto incluso anular estas diferencias. Entre las informa
ciones que prop orcion an las gram áticas tradicionales españolas
d e l p resen te siglo destaca e l capítulo 8 d e Fdez. Ram írez (1986:
v o l 4). V éa se también e l detallado lib ro d e Hamplova (1970). Se
centran específicam ente en la oposición verb o-a d jetivo los traba
jos d e Birdsong (1986) y Authíer (1980). Entre los plantea
mientos más recientes es particularm ente interesante el estu
dio d e Levin y R appaport (1986). S obre las p ro p ied a d es v e r
bales y adjetivales d e los participios d e presen te véase Fernán
d ez M urga (1975) y, para los aspectos teóricos d el problem a, el
detallado y recien te estudio de D rijkoningen (1989). S ob re la p o
lém ica entre pasividad y atribución vé a s e la b ib liografía citada en
e l § 8.2.
• El estudio d e las construcciones ínacusativas o depon entes apenas
tiene tradición en la lingüística hispánica, en la que destacan, sin
em b argo, algunos trabajos aislados d e gran interés so b re este
punto, com o el d e Hatcher (1956). En la última d écada se ha
escrito mucho so b re este antiguo y en parte olvidado problem a.
Perlm utter (1978) fue uno d e los p rim eros en atraer la atención de
nu evo so b re él d e sd e el m arco d e su «gram ática relacion al» (d e s
d e e l mismo punto d e vista, véase O lié (1984)). Pullum traza una
b r e v e historia d e los acercam ientos a la cuestión en el ámbito de
la gram ática gen erativa en Natural Language and Linguistic Theo-
ry, 6, 4, 1988, págs. 597-588. A dem ás d e l importante trabajo de
Belleti (1987), que contiene casi toda la bib liografía relevante, el
lector encontrará particularm ente claros los d e Keenan (1984),
y Kupferm an (1985), entre otros muchos. Tratan específicam ente
d e l español Suñer (1982) y Jaeggli (1986).
• En los últimos años se ha d ed icad o gran atención al estudio de la
concordancia d e los participios pasados en las lenguas romances.
Destacarem os los trabajos d e Kórner (1982), Kayne (1985), Bou-
chard (1987), Brown (1987) y L e fe b v r e (1987),
• S ob re los participios truncados a los qu e nos referim os en el § 8,4
no existen estudios m onográficos d e sd e el punto de vista sincróni
co. Pu ed e v e rse nuestro trabajo so b re este punto (Bosque
(1989a)), además d e Zamora (1951) y D ard el (1962),
177
9
Artículo y pronombre.
Relaciones y diferencias
179
Existen cuatro conceptos diferentes qu e se manejan habitualmente
en la abundante bib liografía existente sob re la relación entre artículo y
pronom bre:
1) Actualizar,
2) Determinar.
3) Referir.
4) Sustantivar.
180
esp ecies (e i lib r o tiende a s e r sustituido p o r el ord enad or). En el
p rim er caso, la referencia a la que el artículo apunta se pu ede conse
guir de varias formas, entre las que están las siguientes:
Los dem ostrativos sólo com parten con los artículos algunos d e esos
cinco tipos d e identificación: aceptan el a), puesto que decim os acérca
181
m e ese cen ice ro , y también el b ), p o rq u e podem os ser ese lib ro des
pués d e haber em p lea d o un lib r o ; p e ro no aceptan e l proced im iento c):
no podem os usar este capitán si hem os m encionado la existencia d e un
barco. En cuanto a los dos procedim ientos restantes, son aceptados
sólo en ciertos casos que d ep en d en d e l tipo d e dem ostrativo y d e la
estructura interna d e l SN. Varios autores han señalado qu e los dem os
trativos apuntan hacia un contexto físico o textual, mientras que los
artículos sitúan la referen cia d e los sintagmas en contextos situacionales
o discursivos más amplios. (C om o señala Hawkins, una diferencia clara
entre cuidado con la mesa y cuidado con esa mesa es que la prim era
oración podría tener a un c ie g o com o destinatario, p e ro la segunda no.)
La com paración d e los artículos con los dem ostrativos resulta de parti
cular interés en e l caso de los dem ostrativos d e lejanía p o rq u e coinci
den con los artículos en varios d e los tipos d e identificación que ambos
realizan. D e entre todos ellos destaca la referen cia no especial que
algunos gram áticos han llamado «e v o c a d o ra », y qu e con frecuencia
está inducida p o r o p era d o res d e situación hipotética. La referen cia que
articulo y dem ostrativo realizan en sintagmas com o
182
a lib ro , mientras que e l ló g ic o hable con frecuencia de la form a en que
lib r o especifica a el. Ello es d eb id o a qu e en la tradición d e la lógica de
p red ica d o s es frecuente analizar los pron om bres personales de las
lenguas naturales com o variables libres, que estarían categorizadas
p o rq u e sus rasgos m orfológicos las restringen a un cierto tipo de
entidades. Por el contrario, los nom bres comunes se interpretan en esa
tradición com o predicados. En dicha concepción resulta extraño decir
qu e e l p recisa la referen cia d e lib ro p o rq u e lib ro no tiene referencia,
d e s d e e l momento en qu e es un p red ica d o . Precisam ente por eso
algunos lingüistas (en tre ellos Lyons (1977)) no hablan d e «p recisar la
referen cia d e l sustantivo» sino d e «p re c is a r la referen cia d e l SN » que
contiene tanto al artículo com o al sustantivo. En e l análisis d e l neutro lo
que proponem os en Bosque y M oreno (1988) se acude a esa idea para
m ostrar que el adjetivo buen o en lo b u e n o representa el elem ento que
restrin ge e l rango de la variable que co rresp o n d e a lo, núcleo del
sintagma, y para su g erir incluso que el p apel del sustantivo en los
sintagmas definidos no neutros p u ed e ser el de restringir el rango de
la va riab le que el artículo definido representa. Esta es una d e las
formas posibles d e reinterpretar la clásica y polém ica hipótesis de
A n d rés Bello, para e l qu e los artículos determ inados eran «form as
a b rev ia d a s » d e los pron om bres personales. El mismo H jelm slev
(1928:304) pensaba que la posibilidad d e unificar artículo y pron om bre
en una sola categoría es «un punto d e partida muy com prensible y
bastante seductor».
183
concepción tiene su o rig en en la teoría d e la «traslación» o «transposi
ción» que se d e b e fundamentalmente a T esn iére (1959) y que entre
nosotros han desarrollad o algunos gram áticos funcionalistas. Dicha
interpretación d e «sustantivar» es la que aplican al español autores
com o A larcos (1963) (1967) y A lva re z (1986a) (1986b), aunque tiene
algunos p reced en tes claros en gram áticos tradicionales com o Lenz o
Gilí Gaya, D esde este punto d e vista, el p a p el d e l artículo en sintagmas
com o el ca ro o el de P e d ro sería con vertir a caro y d e P e d ro en
sustantivos.
Contra la idea d e que esta sustantivación sintáctica form e parte de la
gram ática española han argum entado no p o co autores. Entre ellos están
Lapesa (1970) (1984), Lázaro (1975), G arrido (1986), Hernanz y Brucart
(1987), Bosque y M oreno (1988) y Bnz (1989), La misma RAE entiende
que «s e ría im prop io hablar d e sustantivación» en estos casos, p e ro no
presenta argum entos claros contra esa hipótesis. Es eviden te que si la
sustantivación es un p roceso sintáctico d e recategorización no tendría
sentido verd a d era m en te el título de este apartado 9.1. N o obstante, si
repasam os las críticas m encionadas p od rem os reunir varios argum en
tos que su gieren que el análisis d e l artículo com o sustantivador d e b e
afrontar prob lem as nada desdeñables, que a la larga representan difi
cultades mucho m ayores que las ventajas qu e se p reten de conseguir:
1. E l articu lo no es un m orfem a im p re s cin d ib le . Según R. Lapesa,
el artículo no es un sustantivador p o rq u e no es im prescin d ible para
q u e un adjetivo o un participio pasen a ser sustantivos: «C o m o la
sustantivación pudo y todavía pu ed e darse sin artículo, éste no es
sustantivador ni contiene en sí la representación de noción sustantiva
alguna» (1970: 86). Se r e fie re Lapesa al uso d e adjetivos com o sustanti
vos en ejem plos d el tipo d e s o c o rre r a m enesterosos, tratar con im p ru
dentes o excusas de mal pagad or, en los que no aparece ningún artículo.
2. Los sustantivadores no están restringid os. C abe pensar qu e en
la hipótesis que exponem os se aceptan com o sustantivado res no solo
los artículos, los dem ostrativos y los posesivos, sino también los cuanti-
ficadores (un, algún, cuatro). En realidad, este razonamiento nos lleva
ría a decir, sin justificación razonable, qu e elem entos como la negación
también sustantivan puesto que tenemos oraciones com o N o hay rico
qu e quiera d eja r de serlo. P a rec e más ló g ic o pensar que si decim os un
jo v e n , algún m enesteroso o cu a lq u ie r incon ven ien te, y no decim os *un
estupendo, * algún refrescante ni * c u a lq u ie r con ven ien te es sim ple
mente p o rq u e jov e n , m en esteroso e in con ven ien te son sustantivos,
mientras qu e estupendo, refrescan te y con ven ien te no lo son. Es decir,
los artículos y los cuantificadores inciden so b re los sustantivos, p e ro no
los crean.
184
3. La sustantivación es in com pa tible con la endocentricidad. Este
p rob lem a sólo es relevante, evidentem ente, para los gram áticos que
consideren que el concepto d e endocentricidad tiene algún p apel en la
sintaxis, lo que p a rece suficientem ente dem ostrado con argumentos
independientes. Si defendiéram os, com o se hace en la hipótesis sustan
tiv a d o s , qu e el núcleo d e c i de P e d ro es d e P e d ro no podríam os
admitir qu e e l SN es una categoría endocéntrica, y habríamos de acep
tar, en cam bio, que en español los rasgos m orfoló gicos de un SN no los
aporta el núcleo, puesto que es evid en te que de P e d ro no tiene rasgos
m orfológicos.
185
Parece evid en te que nadie prop on d ría que los lib ro s sustantiva a
tan caros. En la segunda secuencia com probam os que los SSAA con tan
no pu eden m odificar a los SSNN definidos dentro d e su p ro p io sintag
ma (p o r razones d e las que no nos ocuparem os aquí), mientras que en
la prim era tenemos un com plem ento p red ica tivo extern o al sintagma
los libros. Así pues, el sintagma 'los tan caros queda exclu ido por el
hecho de que los elem entos proclíticos no pueden serlo d e una categoría
ajena al sintagma al que pertenecen, p e ro no podría q u ed a r exclu ido si
el artículo fuera un elem ento sustantivador.
Los españoles.
Un español.
186
a) El núcleo de el lib ro es el sustantivo lib ro.
b) El núcleo d e e l lib r o es el artículo el.
c) El núcleo d e e l lib r o es e l p ron om b re é l en una d e sus formas.
A estas tres opciones co rrespon den otras tres en los casos en que el
artículo p r e c e d e a una categoría léxica no nominal, com o un sintagma
adjetival o preposicional, o bien una oración d e relativo. Esquemática
mente:
Las opciones a) y a') tienen más defensores. Entre ellos están Alonso
y Ureña (1938), Lázaro (1975), G arrido (1986), Hanssen (1913), Hernanz y
Brucart (1987), Brucart y Grácia (1986), y p o r lo que respecta específi
camente a a'), el mismo Bello en otros párrafos d e su gramática, como
los §§ 56 y 274,
187
blema de la du plicación » (§ 2.4), Veíam os allí que sólo cabe d efen d er
a’) en lenguas en las que los rasgos m orfoló gicos del artículo puedan
identificar (en e l sentido d e «le g itim a r» apuntado en el § 3.3) e l sustanti
vo, o la categoría nominal que éste en cabece. En realidad, com o se ha
ob servad o (Brucart & Grácia, 1986), esta condición no es suficiente
p orq u e no podem os tenem os fr. *ia de F ie rre , ni it. *la di P ie tro m ien
tras que sí caben adjetivos en lugar d e esos SSPP. Una p o sibilid ad es
añadir, com o piensan esos autores, alguna condición que haga referen
cia a la categoría sintagmática respecto d e la cual p u ed e ser proclítíco
el artículo. Otra sería suponer qu e el artículo en esas lenguas no p osee
la misma capacidad que e l dem ostrativo para perm itir los m ism os tipos
d e deíxis anafórica en los mismos contextos (rec u é rd es e qu e e l dem os
trativo francés ce también es un proclítico).
188
d e que la concepción distribucional d e la en docentncidad no identifica
el sustantivo com o núcleo d el sintagma que lo contiene. Así pues, el
análisis «£>» p rop on e otorgar la nuclearidad a la determ inación cuando
lo que se selecciona son «en tid ad es definidas». Con ello se pretende
ofre ce r una representación form al de la id ea d e que no nos basta con
saber qu e un p red ica d o selecciona alguna entidad «nom in al» como
argum ento, sino que necesitam os saber adem ás que está determinada.
A l mismo tiempo, este análisis es uno d e los resultados d e la concep
ción am pliada d e la en docentrlcidad d e la que hablábamos en el cap. 3,
es decir, d e la idea d e que ciertos m orfem as flexivos (y algunas partícu
las) determ inan la naturaleza categorial d e l segm ento en el qu e apare
cen p o rq u e son los qu e aportan los rasgos esenciales qu e definen a
aquellos. Una extensión d e esa misma propuesta sería otorgar naturale
za nuclear a la ñexión d e núm ero (es sabido qu e decim os veo árb oles y
no * v e o á rb ol), aunque el p rob lem a en estos casos es p recisar antes si
la cuantificación flexiva es o no una forma d e determ inación.
El análisis «£»> se diferen cia también d e los otros dos en que trata d e
relacionar la estructura sintáctica del SDET qu e propugna con la estruc
tura sintáctica d e la oración. La idea intuitiva es que el artículo d eterm i
nado y los sintagmas interrogativos o relativos (qu e también son defini
dos) p u ed en ocupar posiciones paralelas en la estructura d e sus res
pectivas categorías sintagmáticas y realizar un p a p el p a recid o al b lo
quear extracciones, con lo que tendríam os explicaciones parecidas
para la agram aticalidad d e secuencias com o * e l d ire c to r d el qu e he
visto la p e lícu la y * N o re c u e rd o de qué d ire c to r he visto qu é película,
aunque en la segunda d e ellas no aparezca ningún artículo.
189
una constricción impuesta por una condición d e «an im acidad» exclusi
va d e los sujetos d e las oraciones flexivas, p o rq u e si bien no decim os él
es p e q u e ñ o si hablamos d e un coche, sí diríam os con él bajo el brazo o
m e q u ed é sin él si hablamos d e un p eriód ico. En Bosque y M oreno
(1988) recog em os estos hechos y presentam os muchos argumentos a
favor d e qu e en las construcciones con lo (com o lo de Juan o 1o bueno
de m ad ruga r) es necesario el análisis « c » , es d e cir el análisis que
p rop on e un núcleo pronominal. En ese trabajo desarrollam os una teo
ría semántica d e dicho p ron om bre neutro, que consideram os una varia
b le categorízada para denotar entidades (lo d ifícil de 1a tarea sólo era
e l com ien zo), p ro p ied a d es tomadas en un grad o extrem o (io d ifícil de
la tarea le hizo desistir) o cantidades (s ólo dorm ía lo im p re s cin d ib le ).
La elección entre una d e esas «denotaciones d e l neutro» está condicio
nada tanto por la sintaxis d e l SPRON com o los entornos en que aparece
seleccionado.
190
¿Sería p osible encontrar algún punto d e contacto entre las tres op
ciones adem ás del ya citado d e la endocentricidad? Tal v e z la respues
ta sea afirmativa. Si consideram os ejem plos tan sencillos com o e l b u rro
rebuzna verem os qu e parte d e los rasgos qu e d e b e p o see r e l sintagma
e l b u rro p rovien en d e el, y otra parte p rovien en d e b u r r o . Los prim e
ros son necesarios p o rq u e es evid en te qu e no podem os d e cir *b u rro
rebuzna (p o r muy «n o m in al» que sea b u rro ), y los segundos porqu e en
la estructura argumental d e rebuznar d e b e p r e v e rs e que esta acción se
p re d ica d e dichos équidos, o más bien que se d eb en tomar p o r tales las
entidades que aparezcan com o sujeto d e ese ve rb o . Es decir, la «nomi-
nalidad» d e l sintagma v ie n e a ser un requisito argumental y la «defini-
tud» un requisito relativam ente independiente que la selección léxica
d e b e reflejar d e alguna forma.
191
Para com parar en la gram ática española opciones com o las que se
presentan en e l § 9.2, véan se Hernanz y Brucart (1987) y Lóp ez
García (1986). Para la cuestión específica d e la com paración d e los
dem ostrativos con los artículos véan se especialm ente Hawkíns
(1978: cap. 3), A larcos (1976), G arrid o (1987: §3.2) y C orblin
(1983).
..
10 1 Introducción. Algunas distinciones básicas
Pero para los gram áticos la situación es casi exactam ente la contra
ria. Com o veíam os en el capítulo 2, esas «p artes m en o re s» son esencia
les en la sintaxis porqu e no suelen rem itir a conceptos o ideas que se
correspondan con otro mundo que el d e las relaciones puramente
gramaticales. En cierto sentido, si la oración qu e vuelvas es subordina
da en q u ie ro qu e vuelvas es p o rq u e la «conjunción subordinante» que
perm ite q u e ello sea posible. Vistas así las cosas no es ése, desde
luego, un p a p el secundario.
193
Ello no im pide que casi todos reconozcan que los instrumentos d e
que disponem os habitualmente para p o n er orden en ese tradicional
cajón d e sastre son p o co precisos, prob ab lem en te p o rq u e las ca tego
rías d e preposición, conjunción y a d ve rb io — y los sintagmas que
conforman— son insuficientes en sí mismas para determ inar la estructu
ra d e unidades tan com plejas. A lg o similar cabe d ecir d el capítulo d e la
subordinación adverbial, ante el qu e los gram áticos tradicionales se
manifiestan abiertam ente pesimistas, G ilí Gaya no ofre ce grandes
esperanzas al lector cuando le a d vierte d e que (1941: 240) «e n esta
materia es im posible una clasificación p erfecta », y el E sbozo académ ico
es aún menos estimulante cuando se escuda al reco n o cer que «nuestros
grupos de subordinadas circunstanciales no tienen la rig id e z d e una
clasificación lógica cuyos m iem bros se excluyan entre sí», lo que p a re
ce dar a entender qu e el lector no d e b e extrañarse si encuentra incohe
rencias o contradicciones. En este b r e v e capítulo nos fijarem os única
mente en algunas d e las analogías y diferencias más destacables que
existen entre las preposiciones, las conjunciones y los adverbios. Nos
centrarem os, pues, en unas pocas cuestiones básicas d e entre las mu
chas fundamentales qu e plantea la gram ática d e las partículas y que
todavía están en buena parte p o r estudiar.
El tradicional e im preciso térm ino partícula vien e siendo sustituido
en los últimos años y en los diferen tes ámbitos escolares por los no
menos im precisos enlace, con e cta r y nexo. Aunque las ob servaciones
estrictamente term inológicas no tienen nunca dem asiado interés, hare
mos dos escuetas consideraciones d e esta naturaleza antes d e entrar en
distinciones de m ayor entidad:
a) La prim era es qu e e l término partícula recu b re los relativa
mente más detallados d e p re p o s ició n , conjunción y a d verb io. El térm i
no con e cta r p a rec e adecuado si no se utiliza en el mismo sentido que el
ya existente conjunción, sino para recu b rir otros elem entos, como, por
ejem plo, los a d verb ios que refieren a fragmentos d e l discurso que
establecen una relación con un contexto previo. Así, los adverbios
consecuentem ente y también remiten, aunque d e form a muy distinta, a
un discurso p re v io que «con ectan » con el segm ento en e l que apare
cen. Esa relación conectora no los convierte, sin em b argo, en conjun
ciones. Pueden ser, p o r tanto, a d verb ios y a la v e z conectores porqu e
este último término no designa tanto una categoría gram atical como una
p ro p ied a d discursiva.
b ) La segunda es que el térm ino enlace no d e b ería aplicarse sí se
limita a sustituir a alguno d e los más tradicionales, y menos aún a
unidades que, com o las preposiciones, no «enlazan», sino que en todo
caso «su b ordin an » (pocos gram áticos — tradicionales o no— aceptarían
194
que sin «e n la za » a g en te con p rob lem a s en el sintagma g en te sin p r o
blem as). En cuanto al térm ino nexo, que tiene un significado muy distin
to en la tradición que sigu e a Jespersen, p a rece que se em plea algunas
v e c e s en el análisis escolar com o com odín que justifique e l no tener
que d e c id ir entre tipos d e conjunciones o d e adverbios,
195
Estas pruebas muestran que las construcciones que en cabeza p o r
que son constituyentes oracionales (aunque no precisan cuál es la posi
ción que ocupan en la oración) y también muestran que las d e pues,
que casi siem p re encabezan incisos, no lo son. Es interesante señalar
que la distinción entre coordinación causal y subordinación causal, que
la gram ática académ ica h e re d ó d e la tradición latina, fue mantenida por
la RAE durante muchos años, p e ro desa p a rece con el E sbozo (1973: 549,
nota 2) con argum entos q u e no hacen referen cia en ningún momento a
com portam ientos com o los señalados.
Si me ayudaras lo resolvería
Con tu ayuda lo resolverla
p e ro la estructura d e esos elem entos es, obviam ente, muy distinta, Con
tu ayuda no es una oración condicional p o rq u e ni siquiera es una
oración. Por el contrario, lo que ambas unidades tienen en común es
más bien el hecho d e p e rte n ec er al grupo d e elem entos qu e los lógicos
suelen llamar «o p e r a d o r e s », esto es, entidades que suspenden o alte
ran la referencia d e aqu ello sobre lo que inciden, p e ro cuya estructura
interna co rresp o n d e determ inar al gram ático. El estudiar la estructura
interna de los llamados com plem entos circunstanciales siem p re nos
perm itirá avanzar más que si nos conform am os con señalar el tipo de
denotación semántica que poseen. Aun así, las categorías sintagmáticas
que correspon den a estos com plem entos todavía causan no p ocos p r o
blem as a los lingüistas. Ello no d e b e ser excusa, sin em b argo, para que
nos conform em os con las sim plificaciones habituales qu e los análisis
escolares suelen hacer so b re ellas.
196
10.2. Los verbos y las partículas
Una vez decidido, por unanimidad, que había que expulsarle del
partido
*Puesto, evidentemente, que tienes razón.
Quedan algunas preguntas importantes, entre las que están las dos
siguientes; la prim era es «¿ q u é significados verb a les fa vo recen la reca-
tegorización d e los participios en la evolu ción histórica d e la lengua?».
Es interesante señalar en este sentido que algunos participios pasivos
d e verb os aspectuales se gram aticalizaban en la lengua antigua prod u
cien do efectos sim ilares a los que consiguen los a d verb ios d e aspecto.
Fernández Ramírez r e c o g e algunos ejem p los interesantes d e este uso,
com o los antiguos acabado de y term inado de, equivalentes a nuestro
actual re cié n ; «a ca b a d o de conocer p o r las cabegas la estratajema d el
en em ig o (...)» (Colom a, G uerra de ¡os Estados Bajos); «apenas termina
d o d e cenar, todo se animaba d e vo c e s y de ru idos» (S. J. A rbó, Luz
198
escondida). Es decir, los ve rb o s aspectuales se convertían en ad ver
bios d e aspecto d e forma parecida a com o los antiguos participios d e
presen te se convirtieron en preposiciones.
199
como detrás o antes y la clase tradicional d e los nom bres. En este
apartado usarem os el térm ino «a d v e rb io s identificativos» para re fe rir
nos a los com plem entos citados.
Lo vi {ayer/recientem ente}
Lo resolvió {así/fácilmente}
2 00
* re cie n te m e n te mismo. D e nuevo, no es tanto el «s e r a d v e rb io » lo que
cuenta en estos casos com o el ser capaz d e designar entidades indivi
duales, qu e antes eran «id en tifica d as» y ahora «p recisad as». T o d o pa
rece indicar que los a d ve rb io s en -m ente no designan esos conceptos,
sino otra clase d e nociones d e naturaleza abstracta muy distinta.
Quítalo de la mesa
Quítalo de sobre la mesa.
201
ninguno que signifique «lu g a r d e d o n d e » p orq u e esa interpretación
semántica la asigna otra categoría a su com plem ento y no se correspon
d e con ninguna pieza léxica.
202
d e evitarlo. Si ponem os en contacto e l concepto am pliado d e núcleo
qu e vim os en el §3.2 con e l d e categorías «identificativas» que acaba
mos d e presentar, tendrem os una pista para evitar e l análisis d e los
núcleos nulos. Los a d verb ios relativos son categorías «identificativas»
en el mismo sentido en el qu e lo son otros ejem plos citados. Algunos de
estos a d verb ios admiten incluso las mismas marcas:
203
y donde son aquí preposicion es, p e ro este análisis no tiene respuesta
clara a la pregunta d e p o r qué un relativo ha d e convertirse en p r e p o
sición. Si suponemos, p o r e l contrario, que no hay cam bio d e categoría,
el sintagma sería una p roy ecció n de los a d ve rb io s identifícativos cuan
do y donde, que no ocupan la posición d e l subordinante, p o rq u e no son
el resultado de ningún desplazam iento.
204
dades «n om in ales» d e delante se ponen d e manifiesto en la marca de
función p reposicion al qu e d e b e m ediar entre núcleo y complemento:
205
zan nunca la identidad categorial. Sustituimos los SSPP (sobre la mesa)
por adverbios (allí, dónde) y los adjetivos (insoportable) por la misma
categoría (así, cómo) sin mantener en absoluto la categoría d e la unidad
de la que partimos.
206
N o d e b e n confundirse tam poco los SNC con los sustantivos que
podem os llamar «cuantificativos»: una enormidad, una barbaridad, un
rato o e l coloquial la tira. Estas unidades son léxicas y no sintácticas
p orq u e no admiten adjetivos ni otras expansiones internas, por oposi
ción a los SNC: [tres interminables años] después. Se discute, sin em bar
go, si son o no núcleos d e los sintagmas que encabezan porq u e exigen
la marca preposicional d e los com plem entos d el nom bre ( una barbari
dad de libros). Los sustantivos cuantificativos se diferencian también de
los SNC en que aquellos no son apropiados por lo gen eral para cuantifi-
car sintagmas gu e no sean com parativos. C om párese m u y alto o una
enormidad de libros, con *d o s metros alto o *cuatro kilómetros lejos.
207
Los autores qu e han estudiado el fenóm eno —al menos en español y
en inglés— parten d e principios teóricos muy distintos (p o r ejem plo,
Martínez, 1981, y M cC aw ley, 1988), p e ro coinciden en qu e presenta
algunas irregu laridades, com o el que sean tan pocos los sustantivos
que p erm iten esa posibilid ad y e l que constituyan una lista en cierta
forma caprichosa. Por razones difíciles d e explicar decim os fui allí
muchas veces o lo a rre g lé a quel día, y no *fui allí muchas ocasiones ni
*lo a rre g lé a qu el m om ento. Ñ o es en cam bio tan extraño qu e los SSNN
definidos tem porales hayan d e identificar un momento d e tiem po ha
ciendo referen cia a unidades cron ológicas cíclicas o m ediante algún
com plem ento restrictivo q u e asegu re esa correcta identificación. Son
aceptables, p o r tanto, con este uso, los SSNN el día d el ju ic io final, la
semana pasada o el p r im e r lunes de fe b re ro , p e ro no el día lum inoso o
la semana lluviosa, puesto qu e con ellos no aludimos a unidades que
nuestro interlocutor pu eda identificar en un sistema com partido d e
referencias cronológicas. Por la misma razón, es ló g ico q u e sea agra-
matical * María regresa rá la p rim a ve ra y qu e no lo sea María regresará
la p rim a ve ra próxim a .
208
p roceso histórico qu e im plica una abstracción considerable a partir de
estructuras sintácticas y relacion es semánticas muy diferentes d e las
actuales. Muchas d e las relacion es físicas qu e algunas preposiciones
manifiestan se establecen a partir d e p red ica d o s que las expresan
p rim ero «léx ica m en te», para después evolu cionar hacia formas grama-
ticalizadas.
209
ha resultado difícil d e desentrañar para los gram áticos p o rq u e no es
sencillo determ inar la categoría a la qu e correspon den sus m iem bros.
Estas formaciones, qu e para algunos gram áticos tradicionales contie
nen «p rep osicion es pospuestas» o «p o sp o sic io n es » — extraño concepto
para una lengua rom ance— , constan d e un a d verb io d ireccion al al que
p re c e d e un nom bre que designa una parte d e l cu erp o o un SN que
d esign e un nom bre d e lugar. N o d e b e confundirse esta pauta con la
que examinamos en el §10.3.2 (horas antes) ni con las construcciones
absolutas (otras con sid eracion es al m a rgen ). El hecho d e que muchas
de ellas puedan ser cuantificadas exactam ente com o los a d verb io s que
contienen su giere qu e vien en a ser una p royecció n sintáctica d e ellos
(m uy [cuesta arriba ]; totalmente [cabeza abajo]). D esde el punto d e vista
sintáctico, su interés radica en que no tenem os aquí SSNN que cuantífi-
quen. Sintagmas com o carretera adelante, m a r ad entro o río E b ro
arriba muestran qu e a esa posición sintáctica corresp on d e una in terpre
tación direccional: el núcleo a d verb ia l determ ina la «d ire c c ió n » d e l m o
vimiento, y el SN m odificador determ ina e l «lu gar p o r d o n d e », cierta
m ente una extraña interpretación semántica para la posición d e un SN.
La prim era d e esas dos clases era la d e las «p rep osicion es que se
aiuntan con genitivo», y la segunda era la d e las qu e «s e aiuntan con
acusativo». Entre las prim eras sitúa N eb rija cerca, antes, delante y
dentro, entre otras muchas, mientras qu e entre las segundas sitúa con
tra, hasta o entre. A ñ ad e nuestro prim er gram ático qu e algunas p r e p o
siciones del p rim er gru p o pasan al segundo, puesto qu e en la lengua
antigua existía tanto delante d e l r e i com o delante el r e i (C u ervo
extrae d e d iverso s textos antiguos (nota 148 a la Gramática d e Bello)
delante el p e c h o ; cerca Valencia y d entro los m ontes).
210
Es fácil com probar qu e las «p rep osicion es de g e n itiv o » d e N ebrija
son antiguas preposiciones latinas qu e se corresponden con lo que en
la tradición más cercana se llaman «a d v e r b io s », p e ro com o vim os en el
§10.2, muchos d e estos «a d v e r b io s » p erten ecen a un gru p o qu e p osee
pocas p rop ied a d es en común con otros m iem bros d e la amplísima
clase d e los adverbios, mientras que tiene algunas en com ún con la
clase d e los sustantivos. Es esto lo q u e nos perm ite ex p lica r en reali
dad e l «g e n itiv o » qu e postulaba N ebrija.
211
10.6, Los adverbios y las conjunciones
212
En el §6.4 veíam os qu e las com binaciones d e ciertos a d verb ios en
-m ente y la p reposición d e podían reinterpretarse com o locuciones
prepositivas, sin que en determ inados contextos dejara d e percib irse su
estructura interna. Tratarem os d e mostrar que este doble a n á l is is es
necesario también en otras situaciones. R ecord em os que algunas con
junciones están form adas históricamente s o b re los adverbios, p e ro de
tal m anera que la unidad léxica que conform an es segm entable en
algunas situaciones. Es e l caso d e la conjunción aunque. La prim era d e
las dos oraciones qu e siguen es concesiva p o rq u e está encabezada por
una conjunción concesiva, p e r o en la segunda no existe ninguna con
junción:
pa rece más razonable pensar que aunque se comporta aquí com o a d ver
bio que postular que aun se comporta com o conjunción. (Para la relación
histórica entre aun y aunque, vé a s e Pottier, 1962.)
213
no son oraciones en sí mismas, sino más bien SSPP qu e p oseen oracio
nes com o término d e preposición. Sin em b argo, e l análisis que mantie
ne a p o rq u e , para qu e y aunque como conjunciones p u ed e defen derse
independientem ente, lo que nos lleva a postular una d o b le segm enta
ción ( « r e a n á l is is » ). Si bien es p osible coordinar dos oraciones flexivas
como térm ino d e preposición, com o vem os en e):
214
Más concretam ente, proponía que este a d ve rb io relativo que es la
. variante distribucíonal d e cuando en entornos preposicionales, con las
ex cep cion es d e hasta ( hasta {que/cuando} quieras) y — antiguamente—
desde (cita el ant, desde cuando vino). Este a d verb io relativo que,
continuaba la RAE, sería e l mismo qu e tenem os con antecedente e x p r e
so (§405c), com o en el día que tú naciste.
215
am bigüedad en cuando dijiste que te ibas, tam poco la tenem os ahora
en desde que Juan dijo ¡que tuvo ¡un accidente.
216
detalles técnicos d e esa «in in te rp reta b ílid a d », que afectan a la posición
sintáctica d e l hueco v e rb a l en la subordinada sustantiva, no podrán ser
presen tados aquí, p e ro tam poco son im prescindibles para com p ren d er
lo esencial d e l razonamiento.
217
10.7. Bibliografía complementaria
218
Bibliografía
219
Alvarez Martínez, M. A. (1986b): «Sustantivo, adjetivo y adverbio», Verba, 13,
págs. 143-161.
Anderson, S. R., y Keenan, E. (1985): «D eixis», en T. Shopen (ed.), Language
Typology and Syntactic Description, vol. 3, University Press, Cam bridge,
págs. 259-308.
Auroux, S. (1988): «Les critéres de définition des parties du discours», en
Colombat (ed.), págs. 109-112.
Authier, j. (1980): «Note sur l’interprétation sémantique de trés+ participe
pasé passif», Cahiers de Lexicologie, 37, págs. 25-34.
Backhouse, A. E. (1984): «H ave A ll the Adjectives Gone?», Lingua, 62, págs. 169-
186.
Baker, C. L. (1968): Indirect Questios in English, Tesis doctoral inédita, Universi
dad de Illinois.
Bally, C. (1944): Linguistique général et linguistique frangaise (4.a ed.), Francke,
Berna, 1965.
Bar-Lev, Z. (1972): «Semantic Metaconditions and the Sincategorematicity of
Good», Glossa, 6, 2, págs. 180-202.
Barrenechea, A. M. (1963): «Las clases de palabras como clases funcionales», en
A. M. Berrenechea y M. V. Manacorda, Estudios de gramática estructural,
Paidós, Buenos Aires, 1975, págs. 9-26.
Bartning, I. (1980): Remarques sur la syntaxe et la sémantique des pseudo-
adjectiís dénominaux en írangais, Acta Universitatis Stockholmiensis, Esto-
colmo.
Bartning, I. (1984): «Aspects syntaxiques et sémantiques des adjectifs ethniques
en frangais», Revue Romane, 19, 2, págs. 177-218.
Bartning, I. (1986): «L e paralelisme entre les syntagmes Nom + adjectiíethnique
et les syntagmes prépositionnels en Nom + de (+Dét)+ Nom geographi-
quev>, Revue Romane, 21, 1, págs. 3-52.
Belletti, A. (1988): «The Case of Unaccusatives», Linguistic Inquiry, 19, 1, págs.
1-34; versión española con el título «Los inacusativos como asignadores de
caso», en V. Demonte y M. Fernández Lagunilla (eds.), Sintaxis de las len
guas románicas, El arquero, Madrid, págs. 167-230.
Bello, A. (1847): Gramática de la lengua castellana, Sopeña, Buenos Aires, 1970.
Beukema, F., y Hoekstra, T. (1984): «Extractions from with- Constructions»,
Linguistic Inquiry, 15, 3, págs. 689-698.
Beukema, F. (1984): «Small Clauses and Free Adjunts», en H. Bennis y W . van
Lesien Kloecke (eds.), Linguistics in the Netherlands, Foris, Dordrecht,
págs. 13-92.
Birdsong, D., y Montreuil, j. P. (1987): Advances in Romance Linguistics, Foris,
Dordrecht.
Birdsong, D. (1986): «Prenominal Past Participles in French», en P. Baldi (ed.),
Selected Papers from the 13th Linguistic Symposium on the Romance Lan-
guages, John Benjamins, Amsterdam, págs. 37-50.
Bloemen, j. (1982): «Syncategorematic W o rd s», Linguistic Inquiry, 13, 4, págs.
681-682.
Bloomfield, L. (1933): Language, Holt, Rinehart & Winston, Nueva York.
Bóer, S., y Lycan, W . G. (1986): Knowing Who, MIT Press.
220
Boer, M. G erb en de, y van Tiel-di Maio, M. F. (1985): « L ’infmito articolato»,
Studi italiani di Lingüistica teórica e applicata, 14, págs. 121-129.
Bolinger, D. (1972): Degree Words, París/La Haya, Mouton.
Bordelois, I., y otros (eds.) (1986): Generative Studies in Spanish Syntax, Foris,
Dordrecht.
Bordelois, I. (1987): «Affixation et structure thématique», en prensa.
Bosque, I. (1982): «S o bre la teoría de la definición lexicográfica», Verba, 9,
págs. 105-123.
Bosque, I. (1984): «S obre la sintaxis de las oraciones exclamativas», Híspame
Linguistics, 1, págs. 283-304.
Bosque, I. (1985): «Constricciones morfológicas sobre la coordinación», LEA, 9,
1987, págs. 83-100.
Bosque I. (1987): «Clases de sujetos tácitos», en Philologica. Homenaje a Antonio
Llórente, Universidad de Salamanca, 1989, vol. 2, págs. 91-111.
Bosque, I. (1989a): «S obre el aspecto en los adjetivos y en los participios», en
prensa.
Bosque, I. (1989b): «Los adjetivos de relación y la teoría temática», presentado
en el XIX Simposio de la Sociedad Española de Lingüística, Salamanca.
Bosque, I., y M oreno Cabrera, j. C. (1988): «Las construcciones con lo y la
denotación del neutro», en prensa.
Bouchard, D. (1987): « A Few Remarks on Past Participle Agreem ent», Linguis-
tics and Philosophy, 10, págs. 449-474.
Bresnan, ]., y Grimshaw, j. (1978): «The Syntax of Free Relatives», Linguistic
lnquiry, 9, págs. 331-391.
Bresson, D. (1983): «"A d jectif" ou "a d v e rb e ": des classes de mots problémati-
ques en allemand», en G ard e (ed.), págs. 9-38.
Briz, A. (1989): Sustantivación y iexicalización en español, Universidad de V a
lencia, Anejo IV de los Cuadernos de Filología.
Brown, B. (1987): «Problem s with Past Participle Agreem ent in French and
Italian Dialects», en D. Birdson y j. P. Montreuil (eds.), págs. 51-66.
Br0ndal, V. (1928): Les parties du discours, Munksgaard, Copenhague, 1948.
Brucart, j. M. (1987): «S o bre la representación sintáctica de las estructuras
coordinadas», Revista española de lingüistica, 17, 1, págs. 105-129.
Brucart, j. M. (1987a): La elisión sintáctica en español, Universidad Autónoma de
Barcelona.
Brucart, j. M. (1987b): «La elipsis parcial», en V. Demonte y M. Fernández
Lagunilla (eds.), Sintaxis de las lenguas romances, El Arquero, Madrid,
1987, págs. 291-328.
Brucart, j. M., y Grácia, Ll. (1986): «I sintagmi nominali senza testa: Uno studio
comparato», Rivista di Grammatica Generativa, 11, págs. 3-32.
Burzio, L. (1981): lntransitive Verbs and Italian Auxiliarles, tesis doctoral, MIT;
versión reelaborada en Italian Syntax, A Government and Binding Approa-
ch, Reidel, Dordrecht, 1986.
Calero Vaquera, M. L. (1986): Historia de la gramática española (1847-1920),
Gredos, Madrid.
Cerdá, R. (1979): «O bservaciones sobre el artículo románico», en las Actas del
221
X IV Congreso Internazionale di Lingüistica e filología romanza, John Benja-
mins, Amsterdam, págs. 267-284.
Chorasky, N. (1970): «Remarks on Nominalizations», en A. Jacobs y P. Rosen-
baum (eds.), Readigns in English Transformational Grammar, Walthan
(Mass.), Ginn & Co.; traducción española en V. Sánchez de Zavala (comp.),
Sintaxis y semántica en la lingüistica transformatoria, Alianza, Madrid, 1974,
págs. 133-187.
Chomsky, N. (1986a): Know ledge o f Language, Its Nature, O rigin and Use,
Praeger, Nueva York. Versión española en Alianza Editorial, Madrid, 1989.
Chomsky, N. (1986b): Barriers, MIT Press.
Chung, S., y McCloskey, J. (1987): «Government, Barriers, and Small Clauses in
Modern Irish», Linguistic Inguiry, 18, 2, págs. 173-237.
Clark, H., y Marshall, C. (1981): «Definite Reference and Mutual K now ledge», en
A. Joshi (ed,), Elements o f Discourse Understanding, Cam bridge University
Press, págs. 10-62.
Colombat, B. (ed.) (1980): Les partios du discours, Langages, 92, Larousse,
París.
Contreras, H. (1987): «Small Clauses in Spanish and English», Natural Langua
g e and Linguistic Theory, 5, 2, págs. 225-243.
Contreras, H. (1986): «Spanish Bare NPs and the ECP», en I. Bordelois y otros
(eds.) págs. 25-49,
Corblin, F, (1983): «D éfini et demonstratií dans la reprise inmédiate», Le
Fangais M oderne, 51, 2, págs. 118-133,
Coseriu, E, (1956): «Determinación y entorno», en Teoría del lenguaje y lingüís
tica general, Gredos, Madrid, págs. 282-323,
Coseriu, E. (1972): «Sobre las categorías verbales (partes de la oración)», en
Gramática, Semántica, Universales, Gredos, Madrid, 1978, págs. 50-79,
Cuervo, R. J. (1886): Notas a la gramática castellana de don Andrés Bello,
Edición, variantes y estudio preliminar por Ignacio Ahumada, Bogotá, Insti
tuto Caro y Cuervo, 1981.
Cuervo, R. J. (1872): Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano, Instituto
Caro y Cuervo, Bogotá, 1955.
Cuervo, R, J. (1902): «Un caso d e aparente falta de concordancia», en el Bulletín
Hispanique, 4, págs. 215-218. Reproducido en Obras, Instituto Caro y Cuer
vo, Bogotá, 1954, vol. 2, págs. 587-590.
Cuervo, R. J. (1954): «S obre el carácter d el infinitivo», en Obras, Instituto Caro y
Cuervo, vol. 2, págs. 47-57.
Cuervo, R. (1954-): D iccionario de construcción y régim en de la lengua castella
na, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá.
Dahl, o (1980): «Some Arguments for Higher Nodes in Syntax: A Reply to
Hudson's "Constituency and D epen den cy"», Linguistics, 18, págs, 485-488.
Dardel, R. de (1962): «La fonction des participes romans sans suffíxe», Cahiers
Ferdinand de Saussure, 19, págs. 77-86.
David, J. (ed.) (1986): Déterminants: Syntaxe et sémantique, Recherches Lin-
guistiques, XI, Klincksieck, París,
Davidson, D. (1966): «T h e Logícal Form of Action Sentences», en N. Rescher
222
(ed.), The Logic oí Decisión and Action, University of Pittsburg Press; tam
bién Davidson (1980), págs. 93-108.
Davidson, D. (1980); Essays on Action and other Events, Clarendon Press,
Oxford.
Dixon, R. M. (1977): «W h ere Have All the Adjectives G one», Studies in Langua-
ge, 1, págs. 19-80.
Dirven, R., y Radden, G, (eds.) (1987): Concepts of Case, G. Narr, Tubinga.
Drijkoningen, F. (1989): The Syntax of Verba] Inñectíon, Max Niem eyer, Tubin
ga.
Eberenz, R. (1982): «Las conjunciones temporales del español», BRAE, LXII,
CCXXVI, págs. 289-385.
Eguren, L. (1988): Sintaxis de la frase nominal. La hipótesis de la frase determi
nante, Tesis doctoral inédita, Universidad de Valladolid.
Emons, j. (1985): A Unified Theory ofiSyntactic Categoríes, Foris, Dordrecht.
Eng, M. (1986): «Tow ards a Reference Analysis of Tem poral Expresions», Lm-
guistics and Philosophy, 9, págs. 405-426.
Fernández Lagunilla, M, (1983): «El comportamiento d e "un" con sustantivos y
adjetivos en función de predicado nominal. Sobre el llamado "un enfático"»,
en Serta Philologica F. Lázaro Carreter, Cátedra, Madrid, págs. 195-208.
Fernández Murga, F. (1975): «El participio de presente en italiano y en espa
ñol», Filología Moderna, 15, págs. 345-366,
Fernández Ramírez, S. (1951): Gramática española (2.a edición), vo l 3.2: El
pronombre (preparado por j, Polo), Arco-Libros, Madrid, 1987.
Fernández Ramírez, S. (1986): Gramática española: el verbo y la oración, vol. 4
(ordenado y completado por Ignacio Bosque), Arco-Libros, Madrid.
Feuíllet, J. (1983): «Se débarrasera-t-on un jour des parties du díscours?, BSLP,
78, págs. 23-51.
Fries, C. (1952): The Structure of English, Londres, Longman,
Gaatone, D. (1976): «Locutions prépositives et groupes prépositionnels», Lin-
guistics, 167, págs. 15-33,
Gaatone, D, (1980): «Conjonctions et locutions conjonctíves», Folia Lingüistica,
14, págs. 195-211,
Gallardo, A. (1981): «Gramática de los nombres de colores», Revista de lingüis
tica teórica y aplicada, 19, págs. 25-43.
Galmiche, M. (1989): « A propos de la définitude», Langages, 94, 1989, págs. 7-
37,
Galmiche, M., y Kleiber, G. (1985): «Bibliographie génerale [sur la généricité]»,
Langages, 79, págs. 118-126.
Garde, P, ed. (1983): Les parties du díscours, Travaux du Cercle Linguistique
d ’Aix en Provence, 1.
Garrido, J. (1986): «Pronom bre y artículo, El en construcciones con adjetivo o
relativo», Revista de Filología Románica, 4, págs. 51-71.
Garrido, J, (1987): «Sobre la evolución hasta el artículo español actual», en las
Actas del I Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, Arco-
Libros, Madrid, págs. 385-399.
Gili y Gaya, S. (1941): Curso Superior de sintaxis española, Madrid, Bibliograf,
1961.
223
Giry-Schneider, ]. (1984): «Jean fait le (généreux + diafale)», en Syntaxe et
lexique: Revue québéquoise de linguistique, 13, 2, págs. 217-236.
Givon, T, (1978): «Definiteness and Referentíality», en J. Greenberg (ed.): Uni-
versáis oí Human Language, Stanford University Press, vol. IV, págs. 291-
330.
Gómez Asencío, J. J, (1981): Gramática y categorías verbales en la tradición
española (771-1847), Universidad de Salamanca.
González Calvo, J. M. (1976): «Sobre un tipo de construcción en la adjetivación
de color», Español Actual, 31, págs. 56-58. También en Estudios de Morfolo
gía Española, Universidad de Extremadura, 1988, págs. 89-94.
González Calvo, J. M. (1982): «Las “ partes de la oración", una expresión enga
ñosa», en Anuario de Estudios Filológicos (Cáceres), V. págs. 55-67. Tam
bién en Estudios de Morfología Española, Universidad de Extremadura,
1988, págs. 59-74.
González Pérez, R., y Rodríguez Fernández, A. M, (1989): Bibliografía de sinta
xis española (1960-1984), Anexo 31 de Verba, Universidad de Santiago de
Compostela.
Goodall, G. (1987): Parallel Structures in Syntax, Cambridge University Press.
Grácia, Ll. (en prensa): La teoría temática, Universidad Autónoma de Barcelona.
Greco, j. D. (1976): «The Indirect Question and its Variants in Spanish», en P.
Aid y otros (eds.), 1975 Colloquium on Híspanle Linguistics, Georgetown
University Press, págs. 35-41.
Grimshaw, J. (1979): «Complement Selection and the Lexicón», Linguisíic Inqui-
ry, 10, págs. 279-326.
Gross, G. (1988): «Réflexions sur la notion de locution conjonctive», Langue
Frangaise, 77, págs. 19-36.
Guiraud, P. (1958): La grammaire, Que sais-je?, París, 1970.
Gunnarson, K, A. (1986): «Loin de X, prés de X et parallélement á X: syntagmes
prépositionnels, adjetivaux au adverbiaux?, Le frangaís moderne, 54, págs.
1-23.
Gutiérrez, S. (1985): «Sobre las categorías, las clases y la transposición», Con
textos, 3, Universidad de León, págs. 75-111.
Gutiérrez, S. (1986): Variaciones sobre la atribución, Universidad de León.
Haiman, ]., y Thomson, S. A. (eds.) (1988): Clause Combining in Grammar and
Discourse, John Benjamins, Amsterdam.
Halliday, M. A. K. (1961): «Categories and the Theory of Grammar», Word, 17,
págs. 241-292.
Hamplova, S. (1970): Algunos problemas de ¡a voz perifrástica pasiva. Las
perífrasis factitivas en español, Praga, Instituto de Lenguas y Literaturas de
la Academia Checoslovaca de Ciencias.
Hanssen, F. (1912): «La pasiva castellana», Anales de la Universidad de Chile,
págs. 2-28.
Hanssen, F. (1913): Gramática histórica de la lengua española, Ediciones Hispa-
no-Americanas, París, 1966.
Hatcher, A. G. (1956): Theme and Underlying Question, monografía núm. 3 de
Word, The Linguistic Circle, Nueva York.
Hawkins, J. A. (1978): Definiteness and Indefiniteness, Croom Helm, Londres,
224
Heim, I. (1979): «C oncealed Questíons», en R. Bauerle et al. (eds.), Semantics
(rom Different Points oí View, Springer, Berlín, págs. 51-60.
Heger, K., y Petófi, J. J. (eds.) (1977): Kasustheorie, Klassifikation, Semantische
¡nterpretation, Helmut Buske, Hamburgo.
Hernanz, M. L. (1982): El infinitivo en español, Universidad Autónoma de Barce
lona.
Hernanz, M. L., y Brucart, J. M. (1987): La sintaxis, Crítica, Barcelona.
Higginbotham, J. (1985): «O n Semantics», Linguistic Inquiry, 16, 4, págs. 547-
593.
Higginbotham, J. (1989): «Elucidations of Meaning», Linguistics and Philosophy,
12, 4. págs. 465-517.
Hjelmslev, L. (1928): Principes de grammaire génerale. Citamos por la versión
española: Principios de gramática general, Gredos, Madrid, 1976.
Hockett, L. (1971): Curso de Lingüistica moderna, Eudeba, Buenos Aires.
Horgan, T. (1989): « Attitudinalives», Linguistics and Philosophy, 12, págs. 133-
165.
Horn, G. (1975): «O n the Sentential Nature of the POSS-ING Construction»,
Linguistic Analysis, 1, págs. 333-387.
Horrocks, G. & Stavrou, M. (1987): «Bounding Theory and Geek Syntax, Eviden-
ce for wh- Movement in N P», Journal o f Linguistics, 25, págs. 109-132.
Huddleston, R. (1984): Introduction to the Crammar of English, Cam bridge
University Press.
Hudson, R. (1980a): «Constituency and D ependency», Linguistics, 18, págs. 179-
198.
Hudson, R. (1980b): « A Second Attack on Constituency: A Repply to Dahl», Lm-
guistics, 18, 1980, págs. 489-504.
Hudson, R. (1987): «Zw icky on Heads», Journal o f Linguistics, 23, págs. 109-132.
Ishihara, R. (1985): «Absolute Phrases and Preposition Stranding», Linguistic
Analysis, 15, págs. 129-136,
Iturrioz, ]. A. (1986): «Individuation and Determination», Función, I, 2, págs, 201-
308.
Jackendoff, R. (1977): X Syntax, MIT Press.
the Phrase "the Phrase Natural Language
Jackendoff, R. (1984): «On the Phrase ”»
and Linguistic Theory, 2, págs. 25-37.
Jacobsen, B. (1986): Modern Transformational Crammar, North Holland, Ams-
terdam.
Jacobsson, B. (1977): «A d verb s, Prepositions and Conjonctions in English: A
Study in Gradience», Studia Lingüistica, 31, págs. 38-64.
Jaeggli, O. (1986): «A rbitrary Plural Pronominals», Natural Language and Lin
guistic Theory, 4, 1, págs. 43-76.
Jayaseelan, K. (1983): «Prepositions as D eletion-Triggers», Linguistic Analysis,
11, 4, págs. 429-437.
Jespersen, O. (1924): The Philosophy of Grammar, A lien & Unwin, Londres,
Versión española en Anagrama, Barcelona, 1975.
Kany, Ch. (1963): Sintaxis Hispanoamericana, Gredos, Madrid, 1969.
Karlsson, K. E. (1981): Syntax and Affixation, Niem eyer, Tubinga.
225
Karolak, S. (1986): «Réflexions sur la théorie de l’article de Gustave Guillaume»,
Linguisticae lnvestigationes, X, 1, págs. 131-151.
Kayne, R. (1976): «French Relative que», en M. Luján y F. Hensey (eds.), Current
Studies in Romance Linguistics, G eorgetow n University Press, págs. 255-299.
Kayne, R. (1985): «L'accord du participe passé en frangais et en italien», Mode-
'les linguistiques, 7, 1, págs. 73-89.
Keenan, E. (1984): «Semantic Correlates of the Ergative/Absolutive Distinction»,
Linguistics, 22, págs. 197-223.
Kircher-Durant, C. (1989): «Substantif ou Adjectif? La catégorie grammaticale
des dérivés en latin», L ’information grammatical, 42, págs. 26-28.
Kitagawa, Y. (1985): «Small but Clausal», en Papers [rom the 21st Regional
Meeting of the Chicago Linguistic Society, págs. 210-220.
Klavans, J. (1982): Some Problems in the Theory of Clitics, Indiana University
Linguistics Club.
Kleiber (ed.) (1987): Rencontre avec la généricité, Recherches Linguistiques,
XII, Klincksieck, París.
Klein, J. R. (1975): «Adjectifs antonimiques et substantivation», Cahiers de Lexi-
cologie, 26, págs. 47-55.
Kórner, K. H. (1982): «Concordanga del participi passat im Katalanischen und
die syntaktische T ypologie der romanischen Sprachen», en ASNS, págs.
324-337.
Kuno, S. (1976): «Gappm g: A functional Analysis», Linguistic Inquiry, 7, págs.
300-318.
Kupferman, L. (1985): «En observant des allées et venues», Folia Lingüistica, 19,
págs. 463-497.
Lagarde, J. P. (1988a): «Les parties du díscours dans la linguistique moderne et
contemporaine», en Colombat (ed.), págs. 93-108.
Lagarde, J. P. (1988b): «Bibliographie [sur les parties du díscours]», en Colom
bat (ed.), págs. 117-127.
Lapesa, R. (1961): «Sobre las construcciones con sola su figura, Castilla la gentil
y similares», lberida, 3, págs. 82-95.
Lapesa, R. (1961a): «D el demostrativo al artículo», NRFH, 15, págs. 23-44.
Lapesa, R. (1966): «El, la, lo, como antecedente del relativo en español», en F.
Marcos Marín, Aproximación a la gramática española, Cincel, Madrid, 1975.
Lapesa, R. (1970): «El artículo con calificativos o participios no adjuntos a sustan
tivo en español», Revue de Linguistique Romane, 34, págs. 78-86.
Lapesa, R. (1983): «El infinitivo con actualizador en español: condicionamiento
sintáctico de su forzosidad o su rechazo», en Serta Philologica F. Lázaro
Carreter, Cátedra, Madrid, págs. 279-307.
Lapesa, R. (1984): «El uso de actualizadores con el infinitivo y la subordinación
sustantiva en español: diacronía y sentido», en el Homenaje a Ana María
Barrenechea, Castalia, Madrid, págs. 65-89.
Lapesa, R. (1984a): «El neutro en calificativos y determinantes castellanos», en
Miscel.lania Sanchis Cuarner, Universidad de Valencia, Vol. II, págs. 173-
187.
Larson, R. K. (1985): «Bare-NP A d verbs», Linguistic Inquiry, 16, 4, págs. 595-621.
Lázaro, F. (1975): «El artículo en español: una lanza por Bello», en el Homenaje a
226
la memoria de don Antonio Rodríguez Moñino, Castalia, Madrid, págs. 347-371.
Lázaro, F. (1975a): «Sobre la pasiva en español», en Estudios de Lingüística,
Crítica, Barcelona, 1980, págs. 61-72.
Lenz, R. (1920): La oración y sus partes, Centro de Estudios Históricos, Madrid,
19353.
Levin, B. (ed.) (1985): Lexical Semantics in Review, MIT Lexicón Project Wor-
king Papers, 1.
Levin, B. y M. Rappaport (1986): «The Formation of Adjectival Passives», Lin-
guistic Inquiry, 17, 4, págs. 623-661.
Long, M. E. (1986): Semantic Verb Classes and their Role in French Predícate
Complementation, Indiana University Linguistic Club.
López García, A. (1987): «El artículo y su hermenéutica», Lingüística Española
Actual, 9, págs. 267-284.
Lujan, M. (1980): Sintaxis y semántica del adjetivo, Cátedra, Madrid.
Luna Traill, E. (1976): «Notas sobre el infinitivo absoluto en el español mexica
no», en las Actas del III Congreso de ALFAL, Universidad de Puerto Rico,
págs. 189-199.
Lyons, J. (1966): «Towards a "Notional” Theory of the "Parts of Speech” », Journal
oíLinguistics, 2, págs. 209-236.
Lyons, J. (1968): Introduction to Theorical Linguistics, University Press, Cam
bridge, Versión española en Teide, Barcelona, 1971.
Lyons, J. (1977): Semantics, Cam bridge University Press, Londres, Versión es
pañola en la editorial Teide de Barcelona.
Lyons, J. (1979): «K now ledge and Truth: A Localistic Approach», en D. Allerton
y otros (eds.), Function and Context in Linguistic Analysis, Cam bridge
University Press, págs. 111-141.
Malkiel, Y. (1982): «Infinitive Endings, Conjugation Classes, Nominal Deriva-
tional Suffixes and V ocalic Gamuts in Romance», Acta Lingüistica Hafnien-
sia, 17, págs. 15-48.
Marcos Marín, F. (1978): Estudios sobre el pronombre, Gredos, Madrid.
Martinell, E. (1984): «D e la complementación a la composición en el sintagma
nominal», Revista Española de Lingüística, 14, 2, págs. 223-244.
Martínez, J. A. (1981): «A c e rc a de la transposición y el aditamento sin preposi
ción», Archivum, 31-32, págs. 493-512.
Martínez, J. A. (1988): «S obre una construcción del español, que son dos»,
Verba, 15, págs. 265-287.
Matthews, P. H. (1981): Syntax, C am bridge University Press.
M cCawley, J. (1974): «Identifying the Remains of Deceased Clauses», Indiana
University Linguistic Club.
M cCawley, J. (1988): «A d v e rb ia l NPs: Bare or Ciad in See-Throug Garb»,
Language, 64, págs. 583-590.
M enéndez Pidal, R. (1904): Manual de gramática histórica española, Espasa
Calpe, Madrid, 196813.
Menzel, P. (1975): Semantics and Syntax in Complementation, Mouton, La Haya,
1975.
Milner, J. C. (1978): De la syntaxe á l'interpretation, du Seuil, París.
227
Moreau, M. L. (1971): «L'homme que je crois qui est venue; qui, que: relatives
et conjonctions», Langue Frangaise, 11, págs. 77-90.
Moreno, J. C. (1984): «O bservacion es sobre la sintaxis de casi», Dicen da
(Cuadernos de Filología Hispánica de la Universidad Complutense), 3,
págs. 239-245,
Munsat, S. (1986): «W H -Com plem entizers», Linguistics and Phiiosophy, 9, págs.
191-217.
Narbona, A. (1983): «S ob re las oraciones bipolares», Aifinge, (U niversidad de
C órdoba), 1, págs. 121-139.
Nebrija, A. (1495): Gramática de la lengua castellana, Ed. de A. Quilis, Madrid,
1980.
Ney, J. (1981):Semantic Structures for the Syntax oíC om plem ents and Auxiliai-
res in English, Mouton, La Haya.
Olié, A. (1984): «L'hipothése de l ’inaccusative en frangais», Linguisticae In-
vesrtigationes, 8, 2, págs. 363-401.
Olsson, K. (1976): La construction: verbe object direct com plém ent prédí-
+ +
catií en írangais, U niversidad de Estocolmo.
Otsen, S. (1989): «Das Possessivum: Pronomen, Determinans o d er Adjektiv?,
Linguistische Berichte, 120, págs, 133-153.
Padley, G. A. (1976): Grammatical Theory in W estern Europe (1500-1700),
Cam bridge University Press, Cam bridge.
Parret, H, (1983): On Believing/De la Croyance, W . de Gruyter, Berlín.
Perlmutter, D. (1978): «Im personal Passives and the Unaccusatíve Hipothesis»,
en Proceedings o í the 4th Annual M eeting o í the Berkeley Linguistic Socie-
ty, págs. 157-189.
Pesetsky, D. (1982): Paths and Categories, tesis doctoral inédita, MIT.
Linguistic Analysis,
Péterson, P. y K. W alli (1985): «E ven t», 15, 1, págs. 3-18.
Piot, M. (1988): «Coordination-Subordination. Une définition gé n éra le», Lan
gue Frangaise, 77, págs. 5-18.
Plann, S. (1981): «T h e two el + Infinitive Constructions in Spanish», Linguistic
Analysis, 3, págs. 203-239.
Plann, S. (1984): «T o Transíate the English Gerund into Spanish Don’t Use the
Infinitive», Hispania, 67, págs. 232-239.
Plann, S. (1986): «Sustantive: A Neutralízed Syntactic C athegory in Spanish»,
en Bordelois y otros (eds.), págs. 12-142.
Pollock, ]. Y. (1989): «V e r b Movement, Universal Grammar and the Structure
o f IP», Linguistic Inquiry, 20, 3, págs. 365-424.
aun, aunque», Lingüística M oder
Pottier, B. (1962): «Problem as relativos a en
na y Filología Hispánica, G redos, Madrid, págs. 186-193.
Introduction á l'étude de la m orphosyntaxe espagnole,
Pottier, B. (1964): Edi
ciones Hispanoamericanas, París, 1966.
Ouirk, R. y otros (1985): A Com prehensive Grammar o í the English Language,
Longman, Londres.
Ramajo Caño, A. (1987): Las gramáticas de la lengua castellana desde Nebrija
a Correas, Universidad de Salamanca.
Randall, ]. (1988): «Inheritance», en Wilkins (1988), págs. 129-146.
228
Ransom, E. N. (1986): Complementation: Its M eaning and Forms, John Benja-
mins, Amsterdam,
Real A cadem ia Española (1973): Esbozo de una nueva gramática de la lengua
española, Espasa Calpe, Madrid.
Rebollo Torio, M. A. (1978): «C onsideraciones sincrónicas sobre la formación
del plural en el adjetivo»,Anuario de Estudios Filológicos, I, págs. 150-161,
Reichenbach, E. (1947): Elements oí Symbollc Logic, MacMillan, Londres y
Nueva York, 1980.
Renzi, L.: «P e r la storia d e ll’articolo romanzo», Actas d el XIV Congresso
ínternazionale di lingüistica e filología romanza, John Benjamins, Amsterdam,
págs. 251-266.
Riemsdijk van H. y E. Williams (1986): Introduction to the Theory o f Crammar,
MIT Press.
Rigau, G, (1984): «D e com si no és conjunctió i d'altres elements interroga-
tius», en Estudis Grammaticals, I (Universidad Autónoma de Barcelona),
págs. 249-278.
Rivero, M. L. (1986): «Binding in NPs», en Bordelois y otros (eds.), págs, 165’
181.
Rivero, M. L. (1976): «Saber: Tow ard a Grammar o f K n ow ledge in Spanish», en
M. Luján y F. Hensey (eds.), Current Studies in Romance Linguistics, Geor-
getown University Press, págs. 246-254.
Rivero, M. L. (1979): «TAal-Relatives and Deletion in COMP in Spanish», Cahie-
rs Linguistiques D'Ottawa, 9, págs. 383-399.
Robins, R. H. (1964): General Linguistics. An introductory Survey, Versión
española en la editorial G redos, Madrid, 1971.
Robins, R. H. (1966): «T h e D evelopm ent of W o rd Class System of the European
Grammatical Tradition», Foundatíons of Language, 2, págs. 3-19.
Robins, R. H, (1968): A Short History o f Linguistics,Longman, Londres, Versión
española en editorial Paraninfo, Madrid, 1974.
Roca Pons, J. (1965): «El problem a de las partes de la oración», Español
Actual, 5, págs. 1-2.
Rodríguez Adrados, F. (1969): Lingüística Estructural, Gredos, Madrid, dos
vols.
Rojo, G. y T. Jiménez Juliá (1989): Fundamentos del análisis sintáctico funcio
nal, Universidad de Santiago de Compostela.
Roña, J. P. (1968): «Las "partes d el discurso" com o nivel jerárquico d el len
gu aje», en H. Flasche (ed .), Literae Hispaniae et Lusítanae, Max Hueber,
Munich.
Ross, C. N. (1984): «A d v e rb ia l Change: Implications for a Th eory of Lexical
Change», en D. Testen y otros (eds.), Papers from the Parasession on
Lexical Semantics, Chicago Linguistic Society, págs. 243-249.
Rothstein, S. (1985): The Syntactíc Forms of Predication, Indiana University
Linguistic Club.
Rubattel, C. (1977): «Eine Bibliographie zur Kasusgrammatik», Linguístísche
Beríchte, 51, págs. 88-106.
Ruwet, N. (1978): «Une construction absolue en fran jáis», Linguisticae ln vesti-
gatíones, 2, págs. 165-210.
229
Salvi, G. (1982): «L'infinito articolato e la struttura d el SN», Rivista di Gramma-
tica Generativa, 6, págs. 197-225.
Sampson, G. (1970): «G o o d », Linguistic Inquíry, 1, 2, págs. 257-261.
Schmidt, R. (1972): L ’adjectif de reiation en frangais, italien, anglais et alle-
mand, Góppíngen, V erla g A lfred Kürmmerle.
Seco, R. (1953): Manual de gramática española, Aguilar, Madrid.
Seco, M. (1972): Gramática esencial del español, Aguilar, Madrid.
Stowell, T. (1981): Origins oí Phrase Structure, tesis doctoral inédita, MIT.
Stowell, T. (1983): «Subjects Across C ategories», The Linguistic Review, 2,
págs 258-312.
.
Stump, G. (1981): «T h e interpretation of Frequency A d jectives», Lmguistics
and Philosophy, 4, págs. 221-257.
Stuurman, F. (1985): Phrase Structure Theory in Generative Grammar, Foris,
Reidel.
Subirats, C. (1987): Sentential Complementation in Spanish, John Benjamins,
Amsterdam.
Suñer, M. (1987): «Haber + Past Participle», Linguistic Inquíry, 18, 4, págs. 683-
690.
Suñer, M. (1982): Syntax and Semantics o f Spanish Presentational Sentence
Types, G eorgetow n University Press, Washington.
Suñer, A. (1988): «Sujetos con preposición», en prensa.
Sw iggers, P. (1988): «Grammatical Categories and Human Conceptualization:
Aristotle and the M odistae», en B. Rudzka-Ostyn (ed.), Topics in Cognítive
Linguistics, John Benjamins, Amsterdam, págs, 621-646.
Takagaki, T. (1986): «S ob re el infinitivo nominal d el tipo "s e oía el repicar de
las campanas” », Lingüística Hispánica, 9, págs. 179-189.
Talmy, L. (1978): «Relations betw een Subordina tion and Coordination», en J,
G re en b erg (ed.), Universals of Human Languages, Standford University
Press, vol. 3, págs, 487-513.
Talmy, L, (1985): «Linearization Patterns: Semantic Structure in Lexical Forms»,
en T. Shopen (ed,), Language Typology and Smtactic Description, Cam
b rid g e University Press, vol, 3, págs. 57-149.
Tesniére, L. (1959): Eléments de Syntaxe structurale, París, Klincksíek.
T orrego, E. (1989): «Unergative-Unaccusative Alternations in Spanish», Uni
versidad de Massachusetts (Boston), en prensa.
Trujillo, R. (1987): «La cuestión d el artículo en español», Verba, 14, págs. 347-
365.
Van d er Auwera, J. (1985): «Relative that: a Centennial Dispute», Journal of
Lmguistics, 21, págs. 149-179.
Van d er Auwera, J. (ed .) (1985): The Semantics of Determiners, Croom Helm,
Londres.
Várela, S. (1979): «L os falsos infinitivos», Brae, 59, cuaderno 217, págs. 529-
551.
Vendler, Z. (1968): A djectives and Nominalizations, Mouton, París-La Haya.
V V .A A , (1985):Lecciones del 1 y II curso de Lingüística Funcional, Universi
dad de Oviedo.
Walinska de Hackbeil, H. (1984): «O n Tw o Types of D erived Nomináis», en D,
230
Testen y otros (eds.). Papers from the Parasession on Lexical Semantics,
Chicago Linguistic Society, págs. 308-332.
W arren, B. (1988): Classifying Adjectives, Acta Universítatis Gothoburgensis,
Gotenburgo.
W arren, B. (1988): «Am bigu ity and Vagueness in A djectives», Studia Lingüisti
ca, 42, 2, págs. 122-174.
W horf, B. (1945): «Grammatical C ategories», Language, 21, págs. 1-11. V e r
sión española en B. L. Whorf, Lenguaje, pensamiento y realidad, Seix
Barral, Barcelona, 1971, págs. 1045-120.
W ierzbicka, A. (1986): «W h a t’s in a Noun (o r How Do Nouns Differ in Meaning
from A d jectives», Studies in Language, 10, págs. 353-389.
Wílkíns, W. (ed .) (1988): Thematic Relations, Academ ic Press, Nueva York.
Wilmet, M. (1986): La détermination nomínale, Presses universitaires, í>arís.
Williams, E. (1980): «Fredicatíon», Linguistic Inquiry, 11, págs. 203-238.
Williams, E. (1981): «A rgu m ent Structure in M orph ology», The Linguistic Re-
view, 1, págs. 81-114.
Williams, E. (1982): «Against Small Clauses», Linguistic Inquiry, 14, págs. 287-
308.
W right, J. (1974): «Be That W ay», en los Papers from the Tenth Regional
Meeting of the Chicago Linguistic Society, págs. 750-759.
Zamora Vicente, A. (1950): «Participios sin sufijo en el habla albaceteña»,
Filología, II, págs. 342-343.
Zwicky, A. (1977): On clitics, Indiana University.
Zwicky, A. (1985); «H eads», Journal of Linguistics, vol. 23, págs. 1-29.
231