Artículo Pablito El Problemón
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Artículo Pablito El Problemón
“PABLITO EL PROBLEMÓN”:
CONSTRUCCIONES DE
NIÑEZ ¿“CON” PROBLEMAS O
“EN” PROBLEMAS?
Mercedes Saccone1
Introducción
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Docente de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER). Miembro del Centro de Estudios
Antropológicos en Contextos Urbanos (CeaCu-FHyA-Universidad Nacional de Rosario) -
[email protected]
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La investigación fue realizada entre los años 2007 y 2012 en el marco de la construcción de mi Tesis de
Licenciatura en Antropología (Orientación Sociocultural).
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El referente empírico estuvo conformado por familias de niños que asistían a las dos escuelas primarias
públicas de una localidad del sur santafesino que cuenta con 2.500 habitantes aproximadamente. Al
igual que en otros pueblos de la zona, sus habitantes distinguen entre dos espacios, “el barrio estación”
y el “centro”. Una de las escuelas donde realizamos nuestro trabajo de campo se encuentra en el
“centro” mientras que la otra institución educativa se ubica en el “barrio estación”.
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Hemos adoptado un enfoque socio-antropológico relacional que rescata la tradición etnográfica de la
Antropología desde una perspectiva crítica (Achilli, 2005). Uno de los núcleos fundamentales de dicho
enfoque es el estudio antropológico de la cotidianeidad social, que se puede rastrear en la tradición
antropológica y “supone acceder al conocimiento de situaciones que se viven cotidianamente –ya sea
como formas rutinarias del quehacer o como singularidades imperceptibles de rupturas de las
estructuraciones de una época– que, no obstante ser el modo en que se desenvuelve la vida social, no
suelen ser tematizadas públicamente” (Achilli, 2005:19).
En cuanto al aspecto metodológico, realizamos nuestro trabajo de campo durante los ciclos lectivos de
los años 2007 hasta 2011. Las estrategias metodológicas privilegiadas fueron la observación con
participación (de situaciones áulicas, actos escolares, recreos, entradas y salidas de la escuela, en el
comedor escolar, de situaciones familiares) y la “entrevista antropológica” (Guber, 1991) (que se
realizaron con adultos de los grupos familiares, maestros y directivos principalmente), aunque también
se trabajó con el análisis de algunas fuentes documentales (documentación institucional de las escuelas,
de la Administración Comunal de la localidad, revistas publicadas por las escuelas y/o la Comuna,
censos, artículos de diarios, reglamentación provincial y nacional).
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Siguiendo a Achilli, “consideramos la importancia de analizar las relaciones y procesos cotidianos no a
modo de formulaciones vacías que silencian a los propios protagonistas sino reconociendo el conjunto
de representaciones, significaciones y sentidos que generan los sujetos como parte de un conjunto
social. Por lo tanto, no como individuos aislados sino en interacción/relación con otros que es el único
modo de producción de sentidos en tanto no existe sujeto fuera de las relaciones sociales” (Achilli,
2005:25).
O sea hace cosas que… el otro día llevó un ají puta parió y le pasó en
la boca a A [hijo mayor] […] el único problema acá es para la
comunidad: ese chico […] Una vez prendió fuego el altar de la iglesia
[…] Se baja el pantalón, corre a los chicos en calzoncillos (Entrevista,
madre, esc. “centro”, Reg. 14, 02/05/2009).
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Desde nuestro enfoque teórico-metodológico consideramos que, a diferencia de lo que ocurre desde
otras lógicas de investigación, “en el proceso de análisis más que resumir/simplificar la información, se
trata de desmenuzar el material y ampliar, contextualizar, producir descripciones cada vez más
integrativas, construir anticipaciones hipotéticas, rastrear indicios. A su vez que dicho proceso de
análisis contiene también procesos de interpretación que difieren de cómo se los entienden en las
lógicas ortodoxas” (Achilli, 2005.40).
Madre: no, no
Padre: pero por lo que dicen… (Entrevista, familia, esc. “centro”, Reg.
17, 01/08/2009).
Hay uno que según K [hija], de la chica allá que tiene seis [hijos],
bueno dice K que los otros días lo expulsaron de la escuela, de terror.
Pero claro pobrecito, dice que tiene problemas y que toma pastillas
porque le agarran como ataques, de convulsiones y cosas así […] eso
me dijo K ¿eh?, si está ella te cuenta bien y… parece que la directora,
parece que tiene la edad de ellos, la edad de K y toma vino el nene, y
parece que al mezclar la pastilla, no sé que le agarró, y no sé qué hizo
en la escuela y bueno, la directora se cansó (Entrevista, madre, esc.
“barrio estación”, Reg. 11, 05/07/2008).
Vemos que “lo que dicen”, es decir, los comentarios, las ideas, los “chismes”
que circulan en la localidad acerca de los “niños problema”, juegan un rol fundamental
en este proceso de conocimiento y en las prácticas de interacción con estos chicos.
Puede suceder que se evalúe su comportamiento tomando como parámetro lo que la
gente dice de él o que directamente los comentarios escuchados y transmitidos sean
reproducidos aún sin que se tenga la certeza de que ello sea o no realmente así. Lo que
sí es notable es el lugar apreciable que esos decires ocupan en el proceso de
construcción del conocimiento acerca de los “otros”, “otros” que comparten con un
“nos-otros” un sinfín de cuestiones, atributos y prácticas que en otros contextos de
interacción pueden transformar-nos también en objeto de “chismes” y/o rotulaciones
negativas.
Al considerar los procesos con que se relacionan las expresiones y las prácticas
de los “niños problema” vemos que inmediatamente emerge la culpabilización de las
familias de los mismos. Como lo plantea L. Ominetti (2011) la “herencia familiar” se
constituye en otra forma de construir el conocimiento acerca de los “otros” (en su
caso, de los docentes sobre los niños) que reifica/justifica los “problemas de conducta”
de los niños en estas localidades pequeñas. En nuestro caso la culpabilización aparece
no sólo por parte de los docentes o directivos de las escuelas sino también entre los
Ahora bien, ¿qué prácticas se ponen en juego desde la escuela para intentar
“controlar” o “resolver” lo que se construye como el “problema” generado por la
presencia de estos niños?
acompañe en todo momento, la cual consideraba que “era la única que le llevaba el
apunte” (Entrevista, Maestra 1, esc. “centro”, Reg. 29, 22/08/2009). Progresivamente
se disminuye el horario en que asiste a clases… ya no va a la escuela todos los días.
También las familias de los demás niños que asisten a la escuela juegan un
papel importante en la resolución de estas situaciones. ¿Influye la presión de los otros
padres en las decisiones acerca de la continuidad o no de estos niños en la institución?
Todas las madres nos pusimos firmes porque […] llevó puta parió para
pasarle al chico en la boca, un día va a traer un arma o un cuchillo y
va a matar a uno. “Y no se puede hacer nada, hasta que no haga
algo…” ¿y qué más tiene que hacer? […] y una mamá que ya se cansó
de luchar, mamá de una nena, que le ha hecho cosas feas. Ella
empezó, hizo una nota y empezó a juntar firmas, ahí afuera de la
escuela y la nota esa se la mandó a la supervisora, a la directora acá y
en la comuna. Y ahora hay que esperar respuestas (Entrevista, madre,
esc. “centro”, Reg. 14, 02/05/2009).
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Los Equipo de Orientación Escolar constituyen un programa que depende de la Dirección de Salud y
Orientación Educativa del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y están conformados por
un equipo interdisciplinario de especialistas, siendo convocado por la escuela cuando se presenta un
“problema” y su función es la de diagnosticar, derivar y/o aconsejar a docentes y padres/tutores de los
niños (Cerletti, 2006; Gallardo, 2010).
Ciertas prácticas son desplegadas por las familias de los demás niños en
relación a la presencia de Pablito en la escuela: discutir el tema entre ellos a la salida o
entrada a clases; confeccionar notas dirigidas a las autoridades y juntar firmas; hablar
personalmente con los directivos escolares; entre otras.
Pero los padres de aquí también, todos los padres en contra […] todos
en contra, cosa de que no, que no estuviese en la escuela, que “si iban
al baño y las maestras no se fijaban”, “que se la podía violar a una
nena”, “que la podía tocar” y ¿viste? no sé, nunca pasó pero… qué sé
yo (Entrevista, maestra 1, esc. “centro”, Reg. 29, 22/08/2009).
Abuela: bueno, pero el año pasado este nene era todos los días
Abuela: todas las madres, era “Todos contra Juan” [se refiere al
nombre de un programa televisivo] era todos contra Pablito, porque
era chiquito, la edad que tiene es chiquito, no es para decir bueno…
pero estaba todo el mundo contra él (Entrevista, familia, esc. “barrio
estación”, Reg. 24, 10/04/2010).
Padre: cuando son menores ¿viste? no pasa nada, no hay leyes que o
sea, no hay algo para o sea, en otro país a lo mejor van y lo encierran
en un lugar y, pero acá no hay nada o sea ¿dónde lo vas a llevar?
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Entendemos que “la apropiación cultural, si bien es constreñida por las condiciones materiales, puede
ser sustancialmente diferente de la apropiación en el ciclo económico de producción / reproducción. A
diferencia del término producción, apropiación simultáneamente conlleva el sentido de la naturaleza
activa/transformadora de la acción humana, y el carácter constrictivo/permisivo de la cultura. El término
sitúa sin ambigüedad la acción en la persona, en tanto él/ella toman posesión sobre y hacen uso de los
recursos culturales disponibles. Al mismo tiempo, alude al tipo de cultura fijada en la vida cotidiana; en
objetos, herramientas, prácticas, palabras y gustos; tal como son experimentados por las personas”
(Rockwell, 1996: 2).
intereses heterogéneos de padres y maestros. Pero que además “definen cauces y las
decisiones que atañen a la operación de las escuelas mediante procesos de alianzas, de
confrontaciones y de luchas” (Mercado, 2001: 61).
Madre: pero ¿dónde terminan esos chicos? Yo lo que digo eso, porque
los sacan de la escuela y no hacen nada, no estudian, nada […]
Hemos descripto hasta el momento procesos que a simple vista parecieran sólo
de escolarización, pero lo que nos interesó especialmente mostrar es cómo el pueblo
todo se convierte en escenario y cómo la circulación de “chismes” entre los habitantes
legitima el proceso de selectividad escolar en el sentido de favorecer la interrupción de
la escolarización de un niño.
Entre los “problemas de conducta” destacados por los docentes en este nivel,
se encuentran algunas transgresiones a normas propias de la escuela: formar en fila,
mantener en orden los materiales escolares, identificar los momentos en que se puede
hablar y aquellos en los cuales se debe hacer silencio, la ubicación en el espacio áulico,
la postura corporal, entre otras. Es constante entre los docentes la preocupación por
“contrarrestar, contener o sancionar los problemas disciplinarios, puesto que,
tradicionalmente, la contención del posible desborde disciplinario es el paso previo a la
enseñanza (o a la instrucción)”, en este sentido, el “mantenimiento del orden tiñe el
vínculo pedagógico” (Batallán, 2003: 696). Como veremos más adelante, los docentes
construyen diversas prácticas en relación a estos des-ordenes. Pero sabemos que “la
participación en cualquier situación social implica un conocimiento tácito de cómo se
debe actuar y qué se debe hacer” (Rockwell, 2001: 49). En las escuelas nos
encontramos con toda una serie de normas que regulan el comportamiento y la
interacción entre sujetos, cuya transgresión recurrentemente es identificada por las
docentes como un “problema”, aunque esas mismas prácticas pueden no ser
interpretadas de la misma manera en contextos no escolares.
a las de la vida doméstica, por lo cual deben ser aprendidas por los niños “sobre la
marcha” (Rockwell, 2001).
No, o sea ¿de violencia? nooo, nada, la verdad que no. No, ni siquiera
te digo este año problemas de conducta, son cositas que vos decís,
pero normales o entre los chicos porque tenés muchos dentro del
salón, pero normales, una cargada, pero nada violento la verdad…
comparado con lo que uno escucha, no…. Se llevan bien. Por ahí esas
cosas que son normales (Entrevista, maestra 3, esc. “barrio estación”,
Reg. 5, 15/09/2007).
posibilidad del desarrollo de la clase, orden que implica un esfuerzo continuo por parte
del maestro. Idea que se traduce en una preocupación cotidiana docente y que “tiñe”
el vínculo pedagógico al decir de G. Batallán (2003).
Aparece así cierta culpabilización hacia las familias de los niños por parte de los
docentes.
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Entendemos al “prejuicio” como una categoría de pensamiento y del comportamiento cotidianos ultra
generalizador que posee una raíz social, ya que solemos asimilarlos directamente del ambiente en el
que crecemos y nos movemos (Heller en Sinisi, 2007).
Frente a los “problemas de conducta”, las familias de los niños aparecen para
los docentes, como una de las causas primordiales de los mismos, produciéndose una
asociación directa entre estos “problemas” y las constituciones familiares y/o los
comportamientos de los padres13; además emerge la idea de la imposibilidad de la
escuela de “cumplir su tarea específica si la familia ‘no acompaña’” (Cerletti, 2006: 26).
Es decir, las familias aparecen como las responsables de los “problemas escolares” de
los niños y se consideran, en cierto modo, un impedimento para el trabajo del
maestro.
A las reuniones que hago van, acuden, ellos van te dicen todos que sí,
los padres, van todos, van a buscar las libretas, ellos cumplen. En las
fiestas que hay dee… esa que hicimos fueron casi todos los papás,
después hicimos las votaciones ¿viste las elecciones? […] hicimos el
simulacro, ellos participaron también, ahí sí participaron (Entrevista,
maestra 1, esc. “centro”, Reg. 29, 22/08/2011).
Las reuniones con los padres constituyen otro recurso importante con el cual
cuenta la escuela cuando se trata de “resolver” los “problemas de conducta”.
Generalmente las maestras se comunican con las familias previamente mediante notas
que llevan los niños o las “caritas” que expresan su comportamiento en clase y que
dibujan en sus cuadernos hasta que, llegado el momento considerado, se los convoca a
una reunión. En este sentido, se puede apreciar que se trata de un recurso que se usa
una vez agotadas otras instancias que no implican la presencia de los padres en el
establecimiento educativo. Pero estas reuniones no siempre son vistas como efectivas
por los docentes.
También las familias pueden tomar decisiones cuando sus hijos se ven
involucrados en situaciones problemáticas o son caracterizados como “niños
problema”. Una de las prácticas de “resolución” o, mejor dicho, de conclusión de
algunos de éstos es el cambio de escuela, el traslado del niño hacia el otro
establecimiento de educación primaria público de la localidad. De acuerdo con la
directora de la escuela del “barrio estación”: “Por ahí tenemos chicos que tienen
problemas y de la otra escuela los mandan para acá […] ya estamos acostumbrados”
(Entrevista, directora, esc. “barrio estación”, Reg. 7, 05/10/2007).
Hemos registrado en las entrevistas con las docentes de una y otra institución
que la tendencia es, frecuentemente, enviar el niño “problema” desde la escuela del
“centro” hacia la escuela del “barrio estación”. Debemos tener en cuenta que la
matrícula de esta última institución es considerablemente menor (la escuela del
“centro” cuenta con 120 alumnos aproximadamente y la del “barrio estación” con 80
niños). Además, podemos pensar que se trata de una de las manifestaciones del
proceso de diferenciación de las escuelas y sus espacios, cuestión que hemos analizado
en otras oportunidades. Pero también se produce el traspaso en dirección inversa,
aunque con menor frecuencia según los docentes.
La decisión es tomada por los padres o tutores del niño en cuestión pero la
escuela puede influir en la misma, recomendándola o tratando de evitarla. Para los
docentes el cambio de escuela se asocia a los “problemas” que venimos analizando,
entre compañeros o de diferencias que se manifiestan entre las familias y maestros o
directivos de la institución, más que en relación a “problemas” vinculados a los
procesos de enseñanza y aprendizaje.
Palabras finales
A lo largo del presente artículo hemos desarrollado algunos aspectos que hacen
a la construcción cotidiana de las escuelas y, por lo tanto, contribuyen a comprender
“lo que allí realmente pasa” (Rockwell y Ezpeleta, 1983).
En las concepciones docentes las familias de los niños aparecen como las
responsables principales de los “problemas de conducta” en la escuela. Esta
culpabilización de las familias se produce tanto en relación a los “problemas normales”
como a los de mayor gravedad. Se asocia directamente los “problemas” a las
constituciones familiares y/o los comportamientos de los padres y emerge la idea de la
imposibilidad de la escuela de “cumplir su tarea específica si la familia ‘no acompaña’”
(Cerletti, 2006) que, según analizábamos se corresponde con el lugar asignado a la
familia desde la legislación educativa actual en Argentina. Desde estas concepciones
las familias de los niños “problema” se oponen al “modelo de familia nuclear
occidental”: modelo ideal de familia que tiende a naturalizarse y que conlleva la crítica
hacia los grupos familiares que no se adaptan a él. Al profundizar nuestra indagación,
pudimos observar una contradicción, dado que cuando preguntábamos si los padres
asistían a las reuniones, llamados de la escuela o actividades escolares, se destacaba su
presencia y “participación”. Entonces, concluimos que más que la “participación” en
las actividades escolares lo que los docentes estarían reclamando a las familias es que
sus constituciones y las prácticas domésticas no se adecuarían al “deber ser” y “deber
hacer” que se reproduce desde la escuela y que se vincula a la presencia del modelo de
familia nuclear.
Referencias bibliográficas
CERLETTI, LAURA, (2006). Las familias, ¿un problema escolar? Sobre la socialización
escolar infantil. Ediciones Novedades educativas, Buenos Aires.
OMINETTI, LAURA, (2011). Pertenecer a una familia: usos sociales del conocimiento
sobre los otros en el ámbito escolar. En Actas del X Congreso Argentino de
Antropología Social, Facultad de Filosofía y Letras-UBA, Buenos Aires.