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1 Esta revista agradece la generosidad del Dr. Lluís Bonet Agustí (Universidad de Barcelona, España) al
concedernos esta entrevista en exclusiva. Fue editada por cuestiones de estilo y videograbada el 4 de
diciembre de 2017 en las instalaciones del Sistema de Universidad Virtual (SUV), de la Universidad de
Guadalajara, México, con la colaboración de la Unidad de Comunicación y Difusión del SUV, a quienes
también les agradece.
2 Correo electrónico: [email protected].
Marco Antonio Chávez Aguayo: Desde tu experiencia, ¿cuáles son los retos que
ves hoy en la gestión cultural en Europa?
MACA: A lo largo de los años en los que has trabajado en este tema, ¿cuáles cambios
has visto en Europa, desde las formas de gestionar hasta las formas de políticas que
se hacen alrededor de la cultura?
LBA: Creo que hay dos tipos de cambio. Como has dicho, por un lado en las políticas,
Europa desarrolla a partir de los años sesenta el estado del bienestar también en el
¿Cómo evoluciona a partir de los años noventa y con el cambio de siglo? Por
un lado, aparece ese otro elemento que es el de las industrias culturales y creativas,
y la necesidad de fortalecerlas. Por tanto, hay una política específica en ese ámbito
que lleva una doble concepción: una que nace desde el nivel estatal y otra que nace
desde el nivel local. Eso será muy importante porque la mayor parte del dinero público
que va a la cultura en Europa procede del medio local, y en la medida en que el sector
local, en que las autoridades locales perciban a la cultura de la ciudadanía como una
forma de aproximación a la propia ciudadanía, eso explica el presupuesto. En esa
época empieza a haber la necesidad de encontrar nuevos recursos de autofinanciación
y se comienzan a hibridar los modelos, es decir, existía el modelo de arts council, de
gestión a distancia del mundo anglosajón; también existe el modelo más indirecto de
Estados Unidos y que en Europa tiene poca penetración; aunque se estudia e interesa
ver hasta qué punto hay una captación importante de recursos propios, en Europa
continental se mantiene con fuerza la idea del papel del Estado en sus distintos niveles
de gobierno. La crisis económica de finales de la primera década del siglo XXI, sobre
todo en el sur de Europa –no tanto en el norte, cuyos recursos son generosos–, donde
hay una reducción de los recursos públicos a la cultura, obligará a mirar hacia otros
lugares y América Latina será un espacio fantástico de experimentación para ver cómo
MACA: ¿Y cuáles son los nuevos modelos que detectas en este momento en Europa?
MACA: Este proyecto que comentas, ¿es un proyecto solo europeo o involucra
también a otras regiones?
LBA: Este en particular, que se llama Be Expectative, sobre espectadores de las artes
escénicas, es un proyecto de Europa Creativa; por tanto, es un proyecto europeo con
socios en el Reino Unido, Rumanía, Hungría, Croacia, Italia, Francia, España…
MACA: ¿Qué otros valores notas que se comparten, sobre todo en el ámbito cultural?
LBA: En el ámbito cultural es evidente que los idiomas que se hablan en América
Latina y el Caribe son idiomas de origen europeo por razones [históricas] que quizá
no nos gusten mucho. La colonización y las migraciones. No solamente es la colonia,
es el enorme flujo de europeos que llegan a América Latina y el Caribe durante esos
quinientos años, pero que, sobre todo a partir del siglo XIX y el siglo XX, han sido
movimientos migratorios enormes. Eso hace que haya una relación permanente que
se ve en la música, las artes visuales, en las mutuas influencias que tenemos o en la
literatura. Para poner un ejemplo, ya que estamos en Guadalajara y acabamos de
disfrutar estos días con la Feria Internacional del Libro, está claro que sin la literatura
latinoamericana no se entendería la riqueza, el dinamismo de la literatura española
y, no solamente la literatura española, de buena parte de la literatura occidental que
se ve influenciada por ese realismo mágico, por esa capacidad. Entender cómo
funciona el sistema editorial, cómo funciona el sistema de derechos de autor, ver las
diferentes perspectivas sobre esos temas, cómo la digitalización está influyendo. Eso
es lo que estamos investigando. No podemos quedarnos con la mirada antigua, sino
que hemos de pensar cómo favorecemos las relaciones culturales entre los dos
LBA: He venido a América Latina desde el año 1991, con lo cual llevo muchos años
de venir por acá. Han cambiado muchas cosas. De entrada, el conjunto del continente
ha cambiado, no solamente en lo cultural. Yo recuerdo visitar museos y teatros. Por
ejemplo, recuerdo el caso de Chile; una sociedad que era muy moderna, que sobre
todo en los barrios buenos de Santiago había unos malls y una vida económicamente
muy potente y entrabas en los equipamientos culturales y daban pena. Parecía que
viajabas al siglo XIX. Eso ha cambiado radicalmente. Hay, en términos de innovación,
un tema en el que América Latina está dando lecciones a todo el mundo: la formación
artística. Cómo incorporar la comunidad en la formación artística y cómo la formación
artística es un elemento de desarrollo social, económico y cultural para comunidades.
Creo que eso es fantástico. Es verdad que, por otro lado, las desigualdades sociales
son, desde mi punto de vista, el gran reto a superar. Esas desigualdades, tan enormes
en algunos casos que tienen evidentemente contrapartidas o reflejos en lo cultural.
Es aquí donde miro el gran avance en términos de experimentación; quizá no se ha
avanzado tanto en términos de generalización de estas relaciones. En innovación
artística y creativa también se están cambiando muchas cosas. En el mundo
universitario el cambio es enorme –estoy hablando en términos muy generales–,
donde había una pequeña élite de universidades de primer nivel y una mayoría de
universidades de muy bajo perfil, ves cómo las cosas están cambiando. Se están
formando profesionales y hay un dinamismo muy potente. En las relaciones científicas
empezamos a tener unos partners de igual a igual. Están haciendo investigaciones
conjuntamente europeos y latinoamericanos. Y eso ha cambiado mucho porque
Quizá los retos están en generar mecanismos de formación crítica que hagan
que nuestros profesionales estén capacitados para adaptarse al cambio permanente
y, al mismo tiempo, que sean capaces de leer esas lógicas sobre la existencia de una
política cultural que es relativamente clientelar, que hay estructuras muy
burocratizadas y eso no desaparece, aunque estemos en un mundo digitalizado,
aunque tengamos retos. Entonces, la capacidad para formar críticamente a gente que
sea capaz de moverse en esos distintos planos, para mí es el gran reto. Cómo
nosotros como formadores ayudamos a los profesionales a esa adaptación
permanente y cómo conseguimos que las nuevas generaciones, que están mejor
Este caso, si ahora lo comparara con Singapur, que es un país donde la cultura
juega un papel fundamental, no diré decorativo, pero sí de alguna forma de una
cultura aséptica, poco comprometida, glamurosa, comercial, con una biblioteca
nacional maravillosa.
LBA: Sí, elitista; pero al mismo tiempo, a veces no cumpliendo suficientemente bien
el papel crítico que le toca jugar a la cultura. Pretenden atraer turismo rico de la
región. Entonces, el tipo de programación que hacen en los teatros y en los museos
con mucho dinero es de enorme calidad técnica, pero yo diría que poco enraizada,
porque no deja de ser una especie de gran aparador para atraer a esa gente.
LBA: Restrictivo. Aunque debemos pensar que en China hay mucha gente muy rica.
LBA: También, pero la República Popular China, ahí también está el boom enorme
del mundo de la gestión cultural. Es bestial. Están creando teatros, están creando de
todo. El número de cursos de formación en Gestión Cultural que están creándose en
China es apabullante y cada año hay nuevos. Van a una velocidad que nosotros los
del viejo continente no podemos entender, porque realmente somos viejos al lado de
su dinamismo. Otra cuestión es el nivel de profundidad, el nivel de capacidad crítica,
el nivel de interacción entre sectores. Creo que esa dimensión de lo comercial es muy
predominante.
Ellos [los estadounidenses] creen que el mundo es como ellos y América Latina
sabes perfectamente que no es en absoluto homogénea. Alguien que pretenda que
del Río Grande hasta la Patagonia o la Tierra del Fuego las cosas son iguales es que
no entiende en absoluto América Latina. Creo que nuestro libro tiene esa capacidad
y eso lo ves en esas tendencias, en ese decir: ¿qué es lo que necesitamos para
formarnos, por ejemplo, en términos de indicadores de evaluación? Un tema que
nosotros hemos trabajado bastante. Es evidente que puedo tener una mirada
tecnocrática sobre la evaluación en la cultura o puedo tener una mirada en la que
escuche qué es lo importante, cuáles son los indicadores importantes para un director
artístico, en términos de la evaluación de su trabajo y de sus objetivos; cuáles son
los indicadores importantes para un responsable de la parte educativa de un museo,
de un teatro, de una galería de arte, de una editorial; qué es aquello que le interesa
a un productor. Entonces, cuando eres capaz de plantear de forma multidimensional
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Se refiere al modelo estadounidense.
LBA: Yo debo decir que para mí, personalmente, mi gran escuela de aprendizaje ha
sido América Latina.
LBA: Porque yo soy un europeo distinto gracias a América Latina y eso le decía un
día a Néstor García Canclini, que su introducción al libro de Bourdieu, La Distinción,
me abrió, porque yo podía entender la distinción. Yo fui formado en la cultura
francesa. Para un catalán el francés es muy próximo. Por lo tanto, la cultura francesa
y los intelectuales franceses han sido siempre para nosotros un gran referente y yo
podía entender muy bien a Bourdieu. Pero cuando leí la introducción de Néstor García
Canclini a Bourdieu y cómo lo contextualizaba en América Latina, a mí eso, como
intelectual, como académico europeo, me abrió un mundo fantástico. He aprendido
tantas cosas en América Latina y eso es lo que trato de hacer. Intento hacer de
puente, en mis viajes, en mi formación, explicar a los europeos la cantidad de cosas
que podemos aprender de América Latina. Es una enorme escuela para nosotros. Por
lo tanto, creo que eso es lo importante: ese flujo. Que América Latina mire a Europa
y a Estados Unidos es genial, pero conseguiremos que los europeos miren también a
América Latina, porque igualmente nosotros ahora estamos mirando mucho a Asia y
empezamos a mirar demasiado poco, de momento, hacia África. En África, por
ejemplo, acaban de constituir una red –ya existía previamente una red liderada por
la UNESCO sobre temas de política cultural africana–, y eso ha dado un paso de
gigante; en este momento hay una cosa súper dinámica, en la que estoy leyendo a
mis colegas africanos sobre cómo están las cosas cambiando, cómo las ven ellos. En
MACA: ¿Cómo ve ahora Europa a América Latina?, ¿cómo lo ven tus colegas, las
universidades que conoces, la misma Universidad de Barcelona?