La Perijóresis, La Danza Del Padre, El Hijo y El Espíritu.

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La perijóresis, la danza del Padre, el Hijo y el Espíritu a la que estamos llamados a

participar.

Durante los últimos años la doctrina trinitaria se ha visto en la necesidad de abrirse a una
nueva concepción del misterio de Dios desde categorías más cercanas y entendibles para
nuestro tiempo, como lo son la comunión y la relación. El paradigma de la sustancia y el
sujeto que en otros tiempos tuvieron sentido ya han ido perdiendo su influencia en la
teología, aunque todavía quedan remanentes de sus doctrinas. Según Gonzalo Zarazaga: “la
fe en un Dios trino, relacional y comunicativo, que no puede ser reducido a un principio
solitario y monolítico, parece mostrarse hoy más apta para brindar un nuevo fundamento
sobre el cual edificar la nueva ontología que la actual cultura requiere” 1.

Dentro de este nuevo paradigma el concepto de perijóresis nos ayuda a entender mejor el
nuevo paradigma comunicativo, relacional y vuelve a recobrar importancia en la teología
trinitaria. Vale la pena profundizar sucintamente en sus múltiples significados. Perijóresis
es un término griego formado por dos palabras: una es peri (alrededor) y otra choreo
(danzar) y significa “intercambiar lugares”, “danzar en torno”. Eso indica que Dios no es
sólo diá-logo o comunicación verbal (palabra compartida), sino que es comunión vital pues
cada “persona” existe en la medida que avanza hacia la otra y danza con ella, ocupando su
lugar y habitando en ella.

Los términos latinos que su usan para este concepto son circumncessio y circuminesessio, y
significan con diversos matices el mismo concepto: circuminsessio (de circum = en torno, e
insidere = sentarse, estar sobre o estar dentro), de forma más estática, como presencia e
inhabitación mutua; circumincessio (de circum e incidere = avanzar), de forma más
dinámica, como mutua efusión y compenetración2.

Ambos nos ayudan a entender un nuevo modo de relación y vínculo entre las tres personas
trinitarias, donde cada uno no se puede entender sin la comunión con los otros dos. El Hijo
está en el Padre y en el Espíritu, de la misma manera que el Espíritu está en el Padre y en el
Hijo, y lo mismo sucede con el Padre, sin que tenga lugar una fusión, mezcla o confusión.

1
Zarazaga, El redescubrimiento de la Trinidad, 51.
2
Coda, Dios Uno y Trino, 179.
Este modo de entender la relaciones que subsisten en el seno de la comunidad trinitaria nos
deberían interpelar en el ámbito de nuestras propias relaciones comunitarias. La manera de
revelarse en la historia el Dios Uni-Trino a través de hechos y palabras es la confirmación y
a la vez invitación de integrar su modo de ser al nuestro.

Pedro Luis Rivera Bausa, SJ.

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