Lapiz Historia

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Historia del Lápiz

El lápiz corriente, de 18 centímetros de largo, puede trazar 55 kilómetros


de largo, escribir no menos de 45.000 palabras y sobrevivir a 17 sacadas de
punta. La siguiente es su epopeya. De acuerdo con la "Breve Historia del
Lápiz", escrita por el Maestro en Artes Federmán Contreras, un manuscrito
de Theophilus, de la Grecia Antigua, fue hecho al parecer a lápiz, aunque
los antiguos escribieron mucho antes con diversos materiales. Según este
artista colombiano, además de esta lejana referencia, la primera noticia
haciendo alusión al lápiz como tal ocurrió en un tratado sobre los fósiles de
Conrad Gesner, en Zurich, Suiza, durante el año de 1565. Este investigador
describió un objeto formado por madera y una mina.

Historia del lápiz de grafito


En 1564 se descubrió el grafito, en Cumberland, (Inglaterra, cercana a la
frontera con Escocia). Esto permitió la invención de los lápices de grafito.
A partir de la mitad del Siglo XVII, las minas inglesas de grafito eran
explotadas por la corona, y servían también para la fundición de cañones y
su producción estaba muy reglamentada, por lo que se penaba con pena de
muerte al obrero que llegara a extraer un fragmento de dicho material.
En 1760, el químico Kaspar Faber, artesano de Baviera, Alemania, mezcló
grafito con polvo de azufre, antimonio y resinas, hasta que dio con una
masa espesa y viscosa que, convertida en varita, se conservaba más firme
que el grafito puro.
El lápiz, conocido en todo el mundo, es originario de Nuremberg. Los
"Bleystefftmachter" son conocidos en Nuremberg desde 1659. El fabricante
Lothar von Faber de Stein, cerca de Nuremberg, fue el primero en Alemania
en utilizar modernas técnicas de fabricación y de esta forma convirtió el
lápiz en un bien común. Hasta la fecha, las empresas de Nuremberg tales
como Faber-Castell, Staedler y Lyro son líderes absolutos en la producción
de lápices.

En 1792 se cortaron las relaciones entre Francia e Inglaterra. Esto hizo que
el ingeniero francés Jacques-Nicolás Conté , ideara unos lápices de grafito y
arcilla, rodeados de madera de cedro. Pronto se impusieron en todo el
mundo. Aunque otras documentaciones indican que el verdadero inventor
fue el hijo de un carpintero, el austríaco Josef Hardtmuth
La dureza de los lápices depende de la proporción entre grafito (una
variedad del carbono) y arcilla: cuanto más
grafito se utilice, más blando u oscuro es el
trazo del lápiz. Se mezclaba polvo de grafito
con arcilla, cortando en pequeñas barras que
luego se cocían.

En 1812 el estadounidense William Munroe


perfeccionó este proceso.
John Eberhard (nacido en 1822) construyó la primera fábrica de lápices en
gran escala, en Estados Unidos de América.
PRECURSORES DEL LÁPIZ

Josef Hardtmuth

Hijo de un carpintero de Aspern an der Zaya,


Baja Austria, Hardtmuth aprendió en Viena el
oficio de albañil, llegó a ser arquitecto de los
Príncipes de Liechtenstein y fundó
posteriormente una fábrica de tejas y una
manufactura de loza.

Descontento con la baja calidad de los


utensilios de los que entonces se disponía
para escribir, tuvo la ocurrencia de mezclar la
arcilla con polvo de grafito, formar unas
minas y cocerlas, para sumergirlas después
en un baño de cera para que el grafito dejara
rastro en el papel.
Añadiendo las cantidades adecuadas de arcilla a la mezcla, pudo
determinar el grado de dureza del lápiz, y en 1792 fundó su propia empresa
en Viena, cuya producción sigue existiendo hoy en día.

William Munroe
En 1812 en Concord (Massachusetts,
EE.UU.) William Munroe fabricó una
máquina que producía tablillas
semicilíndricas de madera de 16 a 18
centímetros de longitud.

A lo largo de las mismas el aparato


marcaba estrías en el centro del delgado
semicilindro. Munroe unía con cola las
dos partes de madera, pegándolas en
torno al grafito. Así fue como nació el
lápiz tal y como lo conocemos en la
actualidad.
Jacques-Nicolás Conté

Nació en St. Cénery (Francia) el año


1755 y llegó a ser famoso físico,
químico, ingeniero, militar y pintor. Fue
cofundador del Conservatorio de Artes
y Oficios de París, y descubrió la
plombalgina artificial -a base de grafito
y arcilla- usada en la fabricación de
minas de los lapiceros.

Artísticamente, fue discípulo del famoso


pintor y grabador Jean Baptiste Greuze,
llegando a destacar como pintor de
temas religiosos y de retratos. Y no deben olvidarse sus aficiones
aeronáuticas, ya que llegó a dirigir la Escuela Nacional de Aerostática
francesa, en esa época heroica de los primeros globos de los hermanos
Montgolfier, contemporáneos de Conte.

También se distinguió al tomar parte, como ingeniero militar, en la


campaña napoleónica de Egipto, ejecutando numerosos croquis y dibujos,
que figuran en las publicaciones de los sabios de la expedición. Existe un
retrato suyo ante las pirámides, con un vendaje que cruza su frente y coulta
su ojo perdido. Murió en 1805.

En uno de sus experimentos químicos perdió su ojo izquierdo a


consecuencia de una explosión de hidrógeno
Según el Maestro, el lápiz resultó útil, económico, portátil, versátil y
adaptable a la mayor parte de las culturas de la Tierra. Ahora se producen
más de 300 tipos de lápices, entre ellos, los utilizados por los cirujanos para
trazar sobre la piel del paciente a operar.

Durante el Homenaje de la OEI en Bogotá al lápiz, Federmán Contreras


aseguró que éste es tal vez el instrumento intelectual más descuidado y
subestimado en la historia de la humanidad. Sobre su amor a esta noble
herramienta, Federmán dijo: "desde la primera vez que sostuve un lápiz en
las manos, que olí su madera aromatizada y su pintura nueva, que miré su
amarillo saltarín, que mordí su pezón de goma y su carnoso cuello de cisne
superestirado, sucumbí a su encanto". OEI.

Johann Eberhard Faber


Johann Eberhard Faber nació el 6 de
diciembre de 1822 en el pueblo de Stein
, cerca de la ciudad de Nuremberg , en
Baviera. Su padre, George Leonard
Faber, era descendiente de la famosa
familia Faber, de un antiguo linaje en
Baviera que se dedicaba a la profesión
de fabricar lápices de mina.
Hizo su educación primaria en una
Volksschule y luego se matriculó para
estudiar derecho en la Universidad de
Heidelberg . Pero dejó sus estudios a
mitad de camino para seguir una carrera
en el comercio en Estados Unidos.
Se mudó a los Estados Unidos en 1848 y abrió una papelería en Nueva York
en 1849. En 1852, comenzó a exportar troncos de cedro rojo a las fábricas
de lápices Faber en Stein, después de darse cuenta de que el cedro rojo
disponible en Estados Unidos era ideal para lápices de mina.
En 1861, abrió la primera fábrica de lápices de mina. En 1872, un incendio
destruyó la fábrica en Manhattan, y la nueva fábrica de lápices Eberhard
Faber se construyó en un sitio en las calles Kent y West en Greenpoint,
Brooklyn . La nueva fábrica fue diseñada para su expansión y cuando Faber
murió, su fábrica era la más grande de su tipo en Estados Unidos y el
nombre de Faber era conocido en todo el mundo.
Faber murió el 2 de marzo de 1879 en la ciudad de Nueva York.
Kaspar Faber
Kaspar Faber (1730 – 1784)
(Langenzenn, Baviera) fue un carpintero
y emprendedor alemán. Es el fundador
de una empresa de papelería que creaba
lápices, el antecesor directo de Faber-
Castell.
Después de terminar la escuela, Faber se
formó como carpintero. En 1758 se
trasladó de la ciudad de Langenzenn al
municipio de Stein, cerca de Nuremberg.
Dos años más tarde se instaló definitivamente en Stein como carpintero y
en 1761 abrió un pequeño taller donde producía lápices, actividad típica del
oficio de carpintero en aquella época. Los esfuerzos para convertir la
fabricación de lápices en un oficio aprobado por el gremio fracasaron
debido a la falta de aprobación del Nuremberg Rugsamt, que supervisaba
los comercios en la ciudad y sus alrededores.

Éxito en su emprendimiento de lápices


Los lápices hechos de grafito puro se desmoronaban y rompían fácilmente.
Así, en 1771, Faber emprendió los primeros intentos de mejorar los lápices
combinando grafito molido con azufre, antimonio y resinas aglutinantes. La
técnica de pegar lápices en palos de madera ya era muy conocida en
Nuremberg en ese momento, pero Faber no la utilizó.
Durante la vida de Faber, su negocio de producción de lápices todavía era
de pequeña escala. Con su pequeño taller sentó las bases de una fábrica de
lápices que su bisnieto Johann Lothar Freiherr von Faber amplió a la
mundialmente famosa marca Faber-Castell a mediados del siglo XIX. La
empresa sigue siendo propiedad de los descendientes de Faber,
actualmente en la octava generación.

EL PORTAMINAS
El portaminas, patentado en 1877, está formado por una barrita cilíndrica
de mina insertada en un cilindro metálico o plástico y empujado por un
émbolo que al girar va expulsando la punta de la mina. El diseño básico del
portaminas apenas sufrió alteraciones hasta que en 1976 se introdujo una
modificación notable. El nuevo utensilio, con capacidad hasta 12 minas, va
haciendo salir la mina por efecto de la gravedad desde el depósito a través
de un fino tubo de metal. La mina queda sujeta por una mordaza de muelle
enrollada a su alrededor. Este mecanismo ha permitido la utilización de
minas de un grosor de hasta 0,3 mm de diámetro, que se partirían en
cualquier otro portaminas mecánico. Comercializado inicialmente como
una herramienta profesional para ingenieros, delineantes y artistas, el
portaminas goza de una difusión casi universal.

Fabricación del lápiz

Grafito, arcilla y agua son mezclados (el porcentaje de grafito y arcilla según la
dureza de la mina ), hasta crearse una masa consistente y uniforme. Esta masa
será introducida en un horno que le retirará la mayor parte del agua. El resultado,
una piedra de arcilla y grafito va a ser triturada y reducida a pequeños granos que
posteriormente serán introducidos en rollos compresores para eliminar
impurezas existentes en la arcilla. Después de este proceso el producto
resultante será compactado formando un cartucho macizo de grafito que será
colocado en una maquina de donde saldrán los “hilos” de mina. Estos “hilos” son
cortados a la medida del lápiz, entrarán en una máquina de secar que les retirará
el agua que aún resta y van a cocer en un horno a la temperatura 1.020ºC. Para
que las minas queden resistentes, blandas, aptas para escribir y borrar, serán
impregnadas de grasa por ósmosis. "Si la mina es alma del lápiz la madera es su
cuerpo…"

En las tablas de cedro (1) serán abiertas varias ranuras (2), donde van a ser
colocadas las minas (3). Posteriormente es sobrepuesta otra tabla también con
ranuras (4), que forman dos tablas con minas en su interior (5). Estas son
insertadas en una prensa donde quedarán a secar durante 24 horas. Termino
este periodo, van finalmente dar origen a los diferentes formatos de lápices a
través de un proceso de separación. Terminada esta operación los lápices aún en
bruto necesitan de ganar su propia “personalidad”, pasaran a la sección del
barniz que les dará el acabado final.

Primero van a ser barnizados varias veces cada unidad hasta queden con un color
totalmente uniforme. De seguida seran cortados los topes para limpiar los
excesos de barniz y aplicados todos los tipos de acabados (impresión, colocación
de las gomas, cabezas pintadas, etc...). A partir de aquí los lápices están listos
para que sean envasados y servidos al cliente.

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