Fundamentos Psicosociales Del Desarrollo de La Identidad y La Autonomía.

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Fundamentos psicosociales del desarrollo de la identidad y la

autonomía.
En 1950 Erik Erikson, psicoanalista
estadounidese, propone la teoría de
las ocho edades del hombre que
marca las bases de la psicología
evolutiva. En ella argumenta que,
desde el nacimiento hasta la vejez,
pasamos por ocho conflictos que
permiten el desarrollo psicosocial y
personal. Cuando nos enfrentamos al
conflicto y lo resolvemos
satisfactoriamente, «crecemos mentalmente». Sin embargo, si no logramos
superar estos conflictos, es posible que no fomentemos las habilidades
necesarias para afrontar lo que viene en un futuro.
Erik Erikson, en definitiva, es otro de los personajes que todo educador debería
conocer para un conocimiento más profundo de su alumnado y de sí mismos,
sobre todo a lo referido a las primeras etapas de su teoría, y por ello a
continuación daremos a conocer los 8 estadios que plantea Erik Erikson en la
teoría del desarrollo psicosocial.
Estadios de la teoría del desarrollo psicosocial de Erik Erikson.
 Confianza versus desconfianza (0 – 18 meses de edad)
El bebé crea confianza hacia su entorno y
sus padres. Esta va a depender del
vínculo que construya con ellos, sobre
todo con la madre, ya que suele ser con
la que más tiempo pasa el niño.
Esto es lo que se conoce como “vínculo
del apego” y va a determina r el
desarrollo psicosocial del niño a lo largo
de su vida. Si los padres no le ofrecen un
entorno seguro y no satisfacen sus necesidades básicas y afectivas, el menor
crecerá entre sentimientos de frustración y sospecha, así como sin esperar
nada de los demás, ni del mundo.
 Autonomía versus vergüenza y
duda. (18 meses – 3 años)
El niño comienza a ser más
independiente, aprende a caminar y a
hablar, empieza a controlar los
esfínteres, sabe expresar lo que le
gusta y lo que no le gusta. Este mayor
«poder» sobre su cuerpo y sobre lo que le rodea hace que empiece a obtener
un sentido de autonomía.
Durante esta etapa es importante brindar ocasiones en las que poder tomar
decisiones, por ejemplo, que elija su ropa del día entre dos opciones,
establecer los primeros límites y normas en el hogar o proponerle pequeños
retos adaptados a su edad. Al superar con éxito esta fase, los menores
desarrollan una mayor autoestima, más sana y fuerte.
 Iniciativa versus culpa (3 – 5 años)
Esta es la etapa en la que crece el
interés por todo lo que le rodea y por
relacionarse con sus iguales. El juego
adquiere una gran importancia y a
través de él explorará sus habilidades y
capacidades. Los niños sienten
curiosidad por absolutamente todo.
Todo lo tocan, lo miran y lo tratan como
un juguete, así que aquí aparecen las
típicas roturas de jarrones, pintadas en la pared y demás ingeniosidades que
muchas veces cuesta creer cómo pueden aparecer en mentes tan jóvenes.
La culpa es buena, en el sentido de que sirve para reconocer que algo se ha
hecho mal, sin embargo, este sentimiento en exceso es uno de los mayores
nutrientes del miedo.
 Laboriosidad versus inferioridad (5 – 13 años)
En este periodo aparecen las comparaciones con los demás, el querer hacer
infinidad de actividades y planes. Los niños ya son capaces de reconocer sus
habilidades y las de sus compañeros y quieren ponerlas a prueba
continuamente. Insisten en enfrentarse a tareas más desafiantes, quieren
apuntarse a todos las actividades habidas y por haber, surgen los “te echo una
carrera hasta…” y los enfados cuando pierden un juego o una competición.
Es importante ofrecerles una estimulación positiva por parte de padres y
también profesores y amigos, reconocer los logros y ayudarles a calibrar desde
el realismo hasta dónde pueden llegar en sus desafíos para que no se afiancen
en el sentimiento de inferioridad.
 Exploración de la Identidad versus difusión de la identidad (13 – 21
años)
Durante esta fase el adolescente se pregunta continuamente una sola cosa:
“¿Quién soy?». Es el momento en que comienza a moldear su propia
personalidad, elige a quién quieren parecerse y qué rol quiere desempeñar en
la sociedad. Para ello, la vida social adquiere un papel muy relevante.
 Intimidad versus aislamiento (21 – 40 años)
El entorno y la vida social empiezan a dejar de ser tan importantes, durante
estas edades se empiezan a trazar ciertas líneas invisibles sobre aspectos que
la persona ya no está dispuesta a sacrificar por agradar al resto. Se priorizan
las relaciones más íntimas que requieren un compromiso mutuo.
 Generatividad versus estancamiento (40 – 60 años)
Este es el momento en que la persona empieza a dedicar más tiempo a su
familia. Se intenta ser productivo para poder ofrecer un buen futuro a los seres
queridos, se busca ser y sentirse útil de esta forma. Pero a la vez nos persigue
la eterna pregunta de «¿Qué hago aquí, realmente sirve para algo?».
 Integridad del yo versus desesperación (a partir de los 60 años).
La forma de vivir se altera completamente, el individuo ya no es tan productivo
como antes y no se puede evitar echar la vista al pasado. Esta mirada hacia
tiempos anteriores puede evocar nostalgia y desesperación o, por el contrario,
sensación de que ha merecido la pena lo logrado. Tener una visión u otra nos
hará afrontar los cambios físicos de la vejez y los duelos propios de esta etapa
de una forma más o menos positiva.
El desarrollo psicosocial del ser humano es determinante, no solo en lo que
concierne a las cuestiones sociales, sino que va a impactar sobre aspectos
claves de su identidad y personalidad, como la independencia, la autoestima, o
la seguridad en uno mismo. Es por ello muy importante proporcionar a los niños
las oportunidades de interacción social que permitan una sana evolución de la
inteligencia emocional y de las competencias interpersonales.
INTRODUCCIÓN

Hablar sobre el desarrollo psicosocial en la primera infancia temprana ya


que esta es muy importante para el desarrollo de cada niño por que le
ayudará a su formación personal, social y cultural. Dentro de esta etapa
se pone en práctica varios aspectos relacionados con la vida cotidiana
de cada ser humano ñ, ya que es cuando los niños exploran más.
El desarrollo psicosocial contiene diferentes aspectos los cuáles se
enfocan al desarrollo del niño es en el lapso de 3 a 6 años. El desarrollo
emocional y el sentido del yo están arreglados en las experiencias de
estos años.
Dentro del desarrollo psicosocial nos podemos percatar, que los niños
buscan, cambian y desarrollan actitudes y aptitudes los cuales van
tomando rasgos de su personalidad, lo cuales intervienen en todas las
actividades realizadas por ellos. Los niños socializan de acuerdo con sus
rasgos personales ya que se sienten más en confianza que con otros no
tiene rasgos similares.
Erikson divide en ocho etapas el desarrollo humano, el progreso de cada
una de ellas está determinado por parte en nuestros éxitos.
Cada frase comprende ciertas tareas o funciones que son psicosociales
por naturaleza y tiene un tiempo óptimo no es posible bajar el ritmo o
intentar proteger a nuestros niños de las demandas de la vida.
EL DESARROLLO DE IDENTIDAD DEL NIÑO
La identidad es Un conjunto de características y rasgos que hacen que cada
persona sea única e irrepetible. Entonces un desarrollo adecuado de la
identidad de los niños generará una personalidad fortalecida, independiente y
definida en ellos.
No obstante, la personalidad y la identidad no son invariantes. Por el contrario,
la identidad personal, podríamos decir, se forja y modifica desde que el niño es
pequeño hasta que el adulto es
anciano. Aunque es más probable
que el niño modifique su identidad
(hasta que ésta se asiente bien;
pasada la adolescencia) más
veces y en menos tiempo que el
adulto, hay que comprender que
la identidad y la personalidad son
dos conceptos indisociables que
acompañan a la persona durante
toda su vida y, como tal, varían
según las vivencias y experiencias
de cada uno.
 Consejos para ayudar a los niños a desarrollar su identidad

 Fortalece la autoestima del niño. Sin duda, una sana autoestima con
capacidad de resiliencia ayudará a que su personalidad no se forje sobre la
imposibilidad, sino más bien sobre aquello que puede hacer y, si no lo logra,
poder intentarlo siempre hasta que alcance su objetivo o meta.

 Desarrolla el autoconcepto. Una identidad definida y saludable está


íntimamente emparentada con la definición de autoconcepto, es decir, el
concepto que el propio niño tiene de sí mismo. Es indispensable que el niño
no interiorice aquellos comentarios negativos que puede haber oído (y que
casi siempre juegan en contra del desarrollo de una personalidad positiva y
saludable). Para ello, debemos trabajar en la adecuada imagen de sí
mismo. Es decir, debemos evaluar el tipo de autoimagen que el niño tiene
para poder ajustar aquello que él crea: si el niño tiene un autoconcepto de
superioridad no es positivo, pero tampoco lo es si tiene un autoconcepto de
inferioridad. Regular esto poco a poco, facilitará la formación de un
adecuado autoconcepto y, en consecuencia, sentará las bases para la
construcción de una identidad positiva y saludable.

 Observa, estudia y facilita que el niño tenga como imágenes sociales


personas que le ayuden en su desarrollo de la identidad. Con esto no
solamente nos referimos a personas cercanas a él; que deben tener como
base las relaciones saludables, el afecto y el buen trato, sino también a los
modelos sociales que estos niños persigan. Si influimos positivamente
sobre los modelos sociales en los que se están fijando y que toman como
ídolos, podemos guiar el sendero del desarrollo de una personalidad firme.
Por ejemplo; estimula que los niños busquen más allá de las apariencias;
que persigan ideales de personas nobles o que se han esforzado para
llegar a ser quienes son (puedes intentar buscando un jugador de fútbol,
básquet u otro deporte, un artista, cantante, científico, etc).

 Fomenta el desarrollo de su autonomía. Permite que el niño haga aquellas


cosas que, según su edad, ya pueden hacer. Los padres solemos muchas
veces (inconscientemente) sobreproteger a nuestros hijos: permite que
juegue y se caiga (tú estarás ahí para mirarlo). No queremos que este punto
sea malinterpretado, pero es preciso que cada niño aprenda con
experiencias propias: si no les permitimos esto de niños, de adultos la vida
misma les obligará a superar distintas pruebas y será mucho peor.

 Ten en cuenta el propio deseo del niño. Pregúntale ¿es esto lo que quieres?
¿es esto lo que te gusta? Permite que el niño cambie de parecer y que te
brinde su punto de vista de las situaciones que lo involucran, así como
también que escoja aquellas cosas que son directamente para él
(especialmente color de ropa o cosas que ellos sí pueden decidir).

 Permite que hablen y se expresen con libertad. Muchas veces los padres
limitamos los comentarios o temas de los niños porque somos nosotros
mismos los que (por alguna razón) nos sentimos limitados internamente.
Los niños son más libres en cuanto a los temas que escogen (y desde luego
inocentes). Permitir esto ayudará a que ellos procesen y elaboren cada
tema con naturalidad. Poco a poco comprenderán que hay temas que es
mejor no hablarlos en público o no hablarlos con determinadas personas,
pero deja que en el hogar ellos expresen lo que sienten, aunque desde ya el
adulto será quien los oriente con las respuestas.

 Desarrollo de la autonomía del niño


Promover un entorno que desarrolle la autonomía es fundamental para
alcanzar una plenitud intelectual, emocional y moral. La autonomía permite
tener un pensamiento crítico y gobernar la propia conducta, con la seguridad
necesaria para ello. Sin ella, seríamos gobernados continuamente por los
demás, debiendo recibir órdenes e instrucciones para saber qué pasos seguir y
cómo comportarnos en cada momento.
Para este fin, es necesaria la implicación de educadores y padres, que facilite
un cambio de enfoque a la hora de educar a los niños, haciéndolos más
partícipes en los procesos de aprendizaje.
 Estrategias para desarrollar la autonomía en los niños
Para que haya autonomía, en cualquiera de las áreas mencionadas,
previamente debe haber un aprendizaje que sea significativo y perdurable en el
tiempo. Por lo que resulta esencial un cambio de enfoque, que ponga el punto
de mira en los aprendizajes que estimulen la curiosidad y la indagación, y sean
importantes para la persona. La persona para ser autónoma, debe aprender a
serlo, desde el propio proceso de aprendizaje y su experiencia. Si el niño se
acostumbra de pequeño a que le digan las respuestas y le solucionen los
problemas, no habrá aprendizaje que promueva una conducta autónoma en la
adultez.
¿CÓMO CREAR UN NIÑO AUTÓNOMO?
Hazle preguntas que favorezcan su
capacidad reflexiva, haciéndole ser
partícipe en los procesos de
descubrimiento. Por ejemplo, cuando el
niño te pregunte cómo se mantiene un
avión en el aire, en lugar de darle una
lección magistral sobre aeronáutica,
hazle preguntas para que indague
dentro de su conocimiento, genere más
preguntas y sepa llegar a las
respuestas. Se trata de guiar el
aprendizaje mediante el descubrimiento
y la indagación. Dentro de esto
podemos encontrar algunas pautas de
como lograríamos que un niño sea
autónomo.
 Favorece su pensamiento crítico y moral cuando surja un conflicto o
dificultad, que sepa llegar a sus propios valores, los use para «juzgar»
las situaciones y actuar en concordancia.
 Dale la oportunidad de tomar sus propias decisiones y ver los efectos
naturales de su conducta.
 Ofrécele responsabilidades que pueda asumir y confía en su capacidad
para ello.
 Bríndale espacio para que pueda experimentar por sí mismo, errar y
aprender.
 Permítele que tenga sus propios gustos. La singularidad tiene un valor
incalculable.
 Anímalo a que tenga su propia opinión y que haga uso de ella, la
comparta y la defienda, siempre desde una visión crítica y reflexiva.
 Festeja sus logros y anímale a que persiga sus metas, trazando su
propio camino.
 Involúcralo en los planes de la familia, teniendo en cuenta sus ideas y
aportaciones en los procesos de decisión.
Los padres y educadores debemos dar la oportunidad a nuestros hijos de
aprender, crecer, explorar, errar, caer, levantarse y tomar decisiones. Todo ello
bajo nuestra supervisión, guía y apoyo. “Crear una sociedad más reflexiva,
crítica y autónoma, es responsabilidad de todos”.
Componentes de los fundamentos psicosociales del desarrollo de la
identidad y la autonomía.
• Autovalencia
Capacidad de valorarse sí
mismo.
• Independencia
Capacidad de emplear las
conductas de autovalencia para
desenvolverse en su entorno.
• Responsabilidad
Capa de ser responsable a nivel personal y social.

BIBLIOGRAFIA:
https://www.educapeques.com/escuela-de-padres/desarrollar-la-identidad-
ninos.html
https://psicologiaymente.com/desarrollo/teoria-del-desarrollo-psicosocial-
erikson
https://psicoimagina.com/es-importante-desarrollar-la-autonomia-en-los-ninos/
#:~:text=La%20autonom%C3%ADa%20hace%20referencia%20a,%2C%20seg
%C3%BAn%20Piaget%20(1948)

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