El Señor le dice al autor que no debe predicar un sermón en el que se describe a Jesús sentado en un trono celestial después de su muerte, coronado de gloria entre ángeles. El Señor explica que Él nunca se sentó en tronos terrenales y que su único lugar de honor fue la cruz, y que continúa cargando el sacrificio en su corazón. El autor debe mostrar a Jesús tal como fue, un hombre de dolores y esperanza, no rodeado de pompas terrenales.
0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
3 vistas3 páginas
El Señor le dice al autor que no debe predicar un sermón en el que se describe a Jesús sentado en un trono celestial después de su muerte, coronado de gloria entre ángeles. El Señor explica que Él nunca se sentó en tronos terrenales y que su único lugar de honor fue la cruz, y que continúa cargando el sacrificio en su corazón. El autor debe mostrar a Jesús tal como fue, un hombre de dolores y esperanza, no rodeado de pompas terrenales.
El Señor le dice al autor que no debe predicar un sermón en el que se describe a Jesús sentado en un trono celestial después de su muerte, coronado de gloria entre ángeles. El Señor explica que Él nunca se sentó en tronos terrenales y que su único lugar de honor fue la cruz, y que continúa cargando el sacrificio en su corazón. El autor debe mostrar a Jesús tal como fue, un hombre de dolores y esperanza, no rodeado de pompas terrenales.
El Señor le dice al autor que no debe predicar un sermón en el que se describe a Jesús sentado en un trono celestial después de su muerte, coronado de gloria entre ángeles. El Señor explica que Él nunca se sentó en tronos terrenales y que su único lugar de honor fue la cruz, y que continúa cargando el sacrificio en su corazón. El autor debe mostrar a Jesús tal como fue, un hombre de dolores y esperanza, no rodeado de pompas terrenales.
Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 3
No predicarás ese sermón
“¡ No predicarás ese sermón!
Me dijo el Señor. “¿Por qué, maestro?” Tú lo sabes: sería fértil imaginación de tu mente y fantasía de tu necia exaltación” “Pero Señor, ¿no es el texto escogido, después de tanto buscar fiel transcripción del Libro Santo? ¿No es allí donde se encuentran las palabras: “se sentó a la diestra de La Majestad en las alturas? Lo que deseaba era borrar de tu frente las marcas del escarnecedor, la corona de espinas Y la infame señal de los clavos de tus manos; cerrar la herida de la lanza en tu costado; y coronarte de luz rutilante entre ángeles y arcángeles y coros celestiales. Tú que sufriste tanto en la Tierra ¡tienes derecho a honra y Gloria y poder e imperio en los cielos! Además, la gente necesita de visión deslumbrante de tu persona, para que recobre el aliento y vuelva a su corazón la esperanza de un esplendoroso paraíso que se va desvaneciendo en la lucha y confusión de cada día. “¡No predicarás ese sermón! te lo repito. Esa, tu visión es la de una Corte celestial ilusoria copia servil de lujuriosos tronos imperiales, donde los acólitos lamen los pies de sus señores cuyos guardianes tomados o viles. Yo jamás me he sentado en tronos: mi único sitio de honor fue y será la cruz que me sujetó en el Gólgota, y que continuamente cargo en mi corazón. Otro trono no tengo sino el del amor y otro altar que no sea el del sacrificio. Ni Dios, mi padre y el vuestro. Ni yo, vuestro hermano mayor, tenemos sitio inmóvil en el universo. ¡Mira el cielo de noche con tantos soles y planetas y mundos y vastedades de inmensurables dimensiones, y comprenderás lo inmenso de la tarea nuestra. ¡Es para sentarme en un trono?” ¡Pero, Señor. ¿No acabaste tu obra? Cuando sobre la cruz exclamaste consumado está?! “Te equivocas, amigo mío. Mi última orden perentoria fue. Id y enseñad mi palabra a todas las naciones, hasta los confines de la Tierra y Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del tiempo” Aún llamo a la puerta de hogares y corazones Aun ando, entre gente extraviada, doliente, perseguida, agonizante, explotada, solitaria, sumergida. ¡No me pongas entre pompas y oropeles que mi alma abomina! “Muéstrame cuál soy hombre de dolores y esperanza.” “Más, Señor, este mundo necesita de hombre héroe fuerte y poderoso, ejerciendo violencia contra violencia, poder contra poder, autoridad contra autoridad, un conductor piadoso, bueno, misericordioso, es el hazmerreír del pueblo. De espada, azufre, exterminio, necesitamos para dominar el mal de este mundo. y sojuzgar los poderes de las tinieblas. anhélese resplandor de victoria desde los cielos de un caudillo coronado. “¡No predicarás ese sermón!” No seas vencido de lo malo. Sino vence con el bien el mal, bendice a los que te persiguen, no paguéis a nadie mal por mal. Ama con sinceridad, no olvides que la bondad de mi padre y la mía es más fuerte que cualquier mal y sobre todo. Guarda tu corazón porque de él emana la vida. Autor anónimo