Park Robert - La Ciudad Como Habitat Natural
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>1- Escrito inédito recogido por primera vez en Human Communities, p. 118-127. El artículo
se escribió como crítica al planteamiento de E.L. Thorndike en Your City (l939).
142 LA CIUDAD Y OTROS ENSAYOS DE ECOLOGÍA URBANA
El orden territorial
El orden cultural
83. P.W. Hridgman, The lntelligent [ndividual ami Society, New York, Mac Millan Company,
1938.
84. Robert E. Park, ((Retlections on Cornrnunication and Culture'>, American ¡ol/mal af
Sociology, vol. XLIV, sept. 1938, n° 2.
LA CIUDAD, FENÓMENO NATURAL 145
,. N. del T. Se trata de una región semidesértica, y también hace referencia a las tempes-
tades de polvo.
LA CIUDAD, FENÓMENO NATURAL 147
necesitamos quizá algo menos preciso y más empírico que las estadísticas y las
fórmulas sobre las que descansan las conclusiones de este estudio.
Para aprehender la significación de los hechos urbanos analizados por el
profesor Thorndike, necesitaríamos saber cuáles eran las fuerzas que operaban en
la distribución de la población, de las instituciones y de las rentas en las diferentes
ciudades estudiadas. Por lo que respecta a la gente sencilla que se establece en el
retiro y acomodo de algún suburbio residencial, quisiéramos saber no sólo las
condiciones de las ciudades donde duermen sino las condiciones de aquellas en
que trabajan. Nos gustaría saber no sólo dónde construyen sus familias sino de
dónde proceden los ingresos de esas familias. Queremos conocer no únicamente
las características de las comunidades donde se consume la riqueza del país, sino
también las características de las comunidades que la producen. Si es cierto que
los dentistas, los doctores y las maestras determinan con certeza la calidad de la
gente virtuosa y de las buenas comunidades, queremos saber por qué están tan
desigualmente distribuidas.
Para mí esta obra se lee como la introducción a una investigación muy
interesante y prometedora, pero en la lectura de las conclusiones del profesor
Thorndike confieso mi pequeña decepción. ¿Qué nos dice al final? ¿Nos dice
exactamente cómo hoy, en vista de las condiciones en que se lleva a cabo esta
distribución de las poblaciones y de los beneficios de la vida -desigualmente, de
forma malsana y. creo, de forma no econ6mica- nos dice cómo podríamos, si
acaso podemos, cambiar de sit~ación? No, ni siquiera nos da la seguridad de que
si comprendemos mejor esas condiciones de como lo hacemos, ellas no resultarán
para las buenas comunidades y para su gente tan malas como en el presente. En la
vida de los barrios bajos hay compensaciones que los habitantes de los suburbios
residenciales no alcanzan a imaginar: en las áreas de inmigrantes, por ejemplo, la
presencia de los niños.
Una idea nos parece que destaca de todas esas estadísticas ingeniosas que el
autor ha elaborado con un gran alarde de precisión pero sin coherencia de ningún
tipo, lo que ya sabíamos de manera general: la seguridad de que, si tenemos la
inteligencia y la voluntad necesarías, podriamos hacerlo mejor. Todas esas
estadísticas no son la contribución a la solución de un problema sino, al parecer, el
preludio de un sermón.
«¡Mejorad vuestra ciudad -se nos exhorta- toda ciudad puede hacerse mejor! Y
desde ahora, como sugiere esta tentativa por normalizar los valores, intentando
convertirlos en algo para lo que no están hechos»,