Comentario de Ester

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Ester: Dios en las sombras

Autor:
Alexander Newton Donnelly
Trujillo, La Libertad, Perú.

[email protected]

1ª edición 2017

Las citas bíblicas se han tomado de la versión Reina Valera 1960, excepto cuando
se cite otra.

Derechos reservados © 2017 por Alexander Newton Donnelly para esta versión en
español. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede
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por cualquier medio electrónico, mecánico, fotocopiado, de grabación otro, sin el
permiso previo del autor.
INTRODUCCIÓN AL LIBRO DE ESTER

La historia que narra el libro de Ester ocurrió en el Imperio Persa por el año 480
a.C.; es decir, unos cincuenta años después de la muerte de Daniel. Aunque
muchos judíos volvieron del exilio a Jerusalén con el propósito de reconstruir el
templo (Esd. 1), la mayoría decidió quedarse a vivir en el Imperio Persa.
A primera vista, el libro de Ester fue escrito para explicar el origen de la fiesta de
Purim (Est. 9:20-32); sin embargo, el tema principal es la preservación milagrosa
del pueblo de Dios cuando estuvo bajo la amenaza de ser aniquilado. El libro de
Ester muestra claramente el odio que Satanás tiene hacia el pueblo de Dios y su
deseo implacable de destruir a Israel.
El mensaje para la Iglesia es bastante obvio. El odio que Satanás tenía hacia
Israel es el mismo odio que tiene contra la Iglesia, y tal como quiso destruir a
Israel, también querrá destruirnos a nosotros. Sin embargo, el Dios que salvó a
Israel es el mismo Dios que salvará a la Iglesia. Lo único que debemos hacer es
aprender a velar por el bienestar del pueblo de Dios y hacer todo lo que está a
nuestro alcance para defender al pueblo escogido de Dios contra los ataques de sus
enemigos.

AUTOR Y FECHA

No sabemos exactamente cuándo fue escrito el libro de Ester, pero


probablemente fue entre los años 460 a.C. y 331 a.C., que es la fecha en que el
Imperio Persa sucumbió ante el Imperio Griego. El libro menciona la fiesta de Purim
(Est. 9:19) como algo que ya se venía celebrando hacía un buen tiempo, que
indicaría que Ester fue escrito a fines del siglo V o a inicios del siglo IV a. C.
Algunos afirman que el autor fue Mardoqueo, mientras que otros dicen que fue
Esdras. También cabe la posibilidad que los dos redactaron el libro juntos. La
verdad es que no sabemos y es mejor no tratar de especular al respecto. Lo
importante es saber que el Espíritu Santo inspiró al autor y que como consecuencia
tanto los judíos como los cristianos lo han reconocido como un libro canónico, digno
de ser leído como Palabra de Dios.

TEMAS PRINCIPALES

1. La fiesta de Purim

La ley de Moisés estableció las cuatro principales fiestas judías: la fiesta de la


Pascua, la fiesta de las Semanas, la fiesta de los Tabernáculos y el día de expiación.
Este libro describe el origen de una quinta fiesta espiritual, la fiesta de Purim (Est.
3:7; 9:24-26), y explica por qué se añadió al calendario judío (Est. 9:27-32).

2. La lucha Contra Amalec

El libro de Ester trae a la memoria la antigua lucha entre Israel y Amalec (ver
Est. 2:5; 3:1-6; 9:5-10 y sus respectivas notas), una lucha que comenzó cuando
Amalec atacó a Israel mientras el pueblo de Dios salía de Egipto e iba a la Tierra
Prometida (Ex. 17:8-16; Dt. 25:17-19). Aunque Moisés indica que Josué derrotó a
Amalec (Ex. 17:13), la lucha entre los dos pueblos continuó a lo largo de la historia
(1 S. 15; 1 Cr. 4:42-43). Por ser la primera nación que atacó a Israel, los judíos
tomaron a los amalecitas como la máxima expresión del odio que los poderes
terrenales tenían contra el pueblo de Dios (ver Nm. 24:20; 1 S. 15:1-3; 28:18). El
edicto de Amán representa el último intento por parte de los enemigos de Israel de
destruir al pueblo de Dios, por lo menos durante la época del Antiguo Testamento.
Como tal, tiene mucho que enseñarnos acerca de cómo enfrentar la oposición
espiritual que la Iglesia sufre en estos tiempos al acercarnos al fin del mundo.

3. La soberanía de Dios

Una de las características particulares de este libro es que nunca menciona el


nombre de Dios. Es más, Ester tampoco menciona elemento alguno del culto a
Dios: la adoración, la oración, o los sacrificios. Es un libro aparentemente
‘secularizado’ y por eso algunos judíos cuestionaron su inclusión en el canon de las
Escrituras. Sin embargo, una lectura del libro indica claramente que Dios está
obrando a lo largo de la historia, protegiendo a Su pueblo y cumpliendo Sus
propósitos.
En realidad, la ausencia del nombre de Dios es una estrategia literaria que sirve
para resaltar Su obra, observando Su soberanía en los detalles y en las aparentes
coincidencias que ocurren a lo largo del libro. Ester nos presenta a un Dios que no
necesita manifestarse para poder obrar; Él obra en el silencio del anonimato.

ANÁLISIS DEL CONTENIDO

I. Las Intrigas en la Corte de Susa (Est. 1:1 – 2:23)

1. Las riquezas y el esplendor de Asuero (1:1-9)


2. La destitución de la reina Vasti (1:10-22)
3. Ester es nombrada reina (2:1-18)
4. La conspiración contra Asuero (2:19-23)

II. El Conflicto Entre las Casas de Mardoqueo y Amán (Est. 3:1 – 9:15)

1. La exaltación de Amán (3:1-6)


2. El complot de Amán contra los judíos (3:7-15)
3. Mardoqueo solicita la ayuda de Ester (4:1-17)
4. Ester apela a Asuero (5:1-8)
5. El complot de Amán contra Mardoqueo (5:9-14)
6. Mardoqueo honrado (6:1-14)
7. El complot de Amán descubierto (7:1-10)
8. La petición de Ester (8:1-14)
9. La victoria de los judíos (8:15 – 9:15)

III. La Fiesta de Purim (Est. 9:16-32)

1. El inicio de la fiesta (9:16-19)


2. La institución anual de la fiesta (9:20-32)

Conclusión: El poder de Mardoqueo (Est. 10:1-3)


Ester 1:1-3 Asuero: el rey de Persia

“1 Aconteció en los días de Asuero, el Asuero que reinó desde la India


hasta Etiopía sobre ciento veintisiete provincias, 2 que en aquellos
días, cuando fue afirmado el rey Asuero sobre el trono de su reino, el
cual estaba en Susa capital del reino, 3 en el tercer año de su reinado
hizo banquete a todos sus príncipes y cortesanos, teniendo delante
de él a los más poderosos de Persia y de Media, gobernadores y
príncipes de provincias,”

Los primeros versículos de este libro establecen el contexto histórico de la vida


de Ester. Luego del exilio en Babilonia, muchos judíos volvieron a Jerusalén para
reconstruir el templo y reestablecer el culto a Jehová, conforme a la Palabra de Dios
(ver Esd. 1). Sin embargo, un gran número de judíos optaron por quedarse donde
estaban. Cuando los persas conquistaron el Imperio de Babilonia, los judíos se
hallaron viviendo bajo su autoridad: un pequeño pueblo en un vasto imperio que
muchas veces era hostil a los judíos.

REFLEXIÓN: La condición de los judíos en el Imperio Persa es parecida a


la condición de los cristianos en este tiempo. Pedro alude a ello en 1 P.
1:1 cuando describe a los creyentes como “los expatriados de la
dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia”, que eran
regiones del Imperio Romano. El libro de Ester ilustra los problemas que
el creyente experimenta al vivir en un mundo hostil, bajo la autoridad
de personas que muchas veces querrán pasar leyes que no sólo afectan
la tranquilidad de los creyentes, sino que amenazan con aniquilarlos
completamente. El libro de Ester es un libro muy pertinente para los
tiempos en que vivimos, en un mundo globalizado, cada vez más ateo,
intransigente y beligerante contra el pueblo de Dios.

El Imperio Persa era enorme. Se extendió “desde la India hasta Etiopía” (v.1b) y
abarcaba “ciento veintisiete provincias” (v.1c). Comprendió una región que hoy en
día incluye los países de Paquistán, Afganistán, Irán, Iraq, Siria, Líbano, Turquía,
Grecia, Israel, Egipto y Libia. El rey “Asuero”, mencionado en el v.1, es también
conocido como Jerjes I. Él, quien fue un hombre de gran poder y gloria, tomó el
lugar de su padre Darío y reinó sobre el Imperio Persa durante los años 486-465
a.C.
Durante los primeros tres años de su reinado, Asuero tuvo ciertos problemas
para establecer su autoridad en Egipto y Babilonia. Una vez que lo logró, pudo
gobernar con tranquilidad desde su capital que era la ciudad de Susa (v.2b). El libro
de Ester comienza cuando Asuero “fue afirmado…sobre el trono de su reino” (v.2a).
En “el tercer año de su reinado” (v.3a), cuando por fin logró la tranquilidad
política, Asuero decidió llevar a cabo una gran fiesta para celebrar su victoria sobre
sus enemigos internos. Hizo un banquete e invitó a todos los líderes cívicos y
militares del imperio (v.3b). Según las Escrituras, estaban presente “los más
poderosos de Persia y de Media” (v.3c). El texto presenta una lista impresionante
de invitados:

- “príncipes”
- “cortesanos”
- “gobernadores”
- “príncipes de provincias”
REFLEXIÓN: Como acabamos de leer, Asuero invitó a su fiesta a todas
las personas importantes de ese tiempo quienes se sintieron muy
honradas y estaban bastante orgullosas de los cargos que ocupaban en
el imperio. Sin embargo, hay un detalle interesante: el libro de Ester no
menciona el nombre de ninguno de ellos. Para la historia sagrada, todas
esas personas pasaron a la eternidad como gente anónima. Es una
ilustración elocuente del destino de los que no conocen a Dios. Brillarán
por un tiempo en este mundo, quizá; pero los únicos que brillarán por la
eternidad son aquellos que sirven a Dios (Dn. 12:3). Por lo tanto, es
mucho mejor ser invitado a la Cena del Cordero que sentarse a la mesa
de los príncipes de este mundo. Así que evaluemos bien nuestra posición
espiritual y demos gracias a Dios por el privilegio de estar entre Sus
hijos (Sal. 87:5-7).

Ester 1:4 La opulencia de Asuero

“… para mostrar él las riquezas de la gloria de su reino, el brillo y la


magnificencia de su poder, por muchos días, ciento ochenta días.”

Uno de los propósitos de la fiesta de Asuero fue “mostrar…las riquezas de la


gloria de su reino, el brillo y la magnificencia de su poder” (v.4a). Como rey de
Persia, Asuero tenía dos cosas fundamentales: “reino” y “poder”. La primera palabra
es ‘malkuth’ que indica no tanto el territorio sobre el que reinaba sino la autoridad
que tenía para gobernar, la cual heredó de su padre, Darío. Por lo tanto, una mejor
traducción de la palabra ‘malkuth’ sería “reinado” (ver 1 Cr. 29:30).
El reinado de Asuero estaba marcado por dos cosas: “riquezas” y “gloria”. El
primer término señala los bienes materiales que tenía acumulado como rey de
Persia, mientras que la segunda palabra indica el honor y la magnificencia externa
que caracterizaba su gobierno. El reinado de Asuero era espléndido.
Además del derecho de reinar, Asuero tenía “poder”. La palabra en hebreo
significa “grandeza” o “majestad”. El Imperio de Persia era enorme (v.1) y Asuero
se vestía y se comportaba con la majestad que correspondía al cargo que tenía.
Nadie podía entrar ante su presencia sin ser invitado; ni la misma reina, como Ester
afirma:

“Todos los siervos del rey, y el pueblo de las provincias del rey
saben que cualquier hombre o mujer que entra en el patio
interior para ver al rey, sin ser llamado, una sola ley hay
respecto a él: ha de morir; salvo aquel a quien el rey extendiere
el cetro de oro, el cual vivirá”.
Ester 4:11

La grandeza y la majestad de Asuero tenían dos características: “brillo” y


“magnificencia”. La primera palabra significa “honor” y la segunda, “belleza”. La
corona, el trono, la vestimenta, el palacio y el carruaje de Asuero estaban todos
marcados por gran belleza y suntuosidad. Todo lo que tenía anunciaba su riqueza y
esplendor.

REFLEXIÓN: Si un ser humano es capaz de tener estas características,


uno se imagina la gloria y majestad que Dios tiene como el Soberano y
Creador del universo. Si las personas se acercaban a Asuero con temor,
¡cuánto más debemos hacerlo nosotros cada vez que nos acercamos a
Dios para orar, leer Su palabra o alabarle con Su pueblo! Meditemos por
unos momentos sobre nuestra actitud al entrar a la presencia de Dios, y
en especial sobre todo lo que tenemos que aprender acerca del temor y
la reverencia que Dios merece.

Tal era la gloria y la magnificencia de Asuero, que la fiesta duró ciento ochenta
días (v.4b). Obviamente, no fue una fiesta continua; estamos hablando de una
serie de festividades que ocurrieron a lo largo de medio año. Sabemos eso por lo
que leemos en el v.5.
A lo largo del libro de Ester veremos un total de diez fiestas. Algunas fiestas
tenían como fin celebrar los logros de los seres humanos y se realizaron a gran
escala (Est. 1). Otras celebraron lo que Dios había hecho y fueron más sencillas
(Est. 9). Algunos banquetes fueron personales y tuvieron como propósito promover
el bienestar del reino de Dios (Est. 5). El libro de Ester nos enseñará mucho acerca
de las festividades de los hombres.

NOTA: Ester comienza con tres fiestas o banquetes persas (vv.3, 5 y 9) y


termina con la fiesta judía de Purim (Est. 9). Las primeras fiestas exhibieron
el poderío y la gloria del Imperio Persa, pero la última fiesta celebró la
salvación de los judíos, efectuada por Dios.

Es interesante notar que todas las festividades de los persas acabaron cuando
Alejandro Magno conquistó su imperio. Sin embargo, los judíos siguen celebrando la
fiesta de Purim hasta el día de hoy. El simbolismo es claro. El pueblo de Dios está
destinado a participar en una fiesta eterna, la fiesta del Gran Rey y las bodas de Su
Hijo, una vez que las fiestas de este mundo hayan acabado para siempre.

REFLEXIÓN: Eclesiastés 1:9 afirma que no hay nada nuevo bajo el sol.
El mundo de hace 2,500 años es muy parecido al mundo de hoy en día.
El interés de los grandes gobernantes sigue siendo el de festejar su
gloria y esplendor. ¡Le encanta al mundo hacer una gran fiesta! Pero
¿dónde está Dios en todo ello? Son fiestas que glorifican al ser humano
y relegan a Dios al olvido. Por eso el autor de Eclesiastés nos aconseja:
“Mejor es ir a la casa de luto que a la casa del banquete; porque aquello
es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón”
(Ec. 7:2).

No hay nada malo en alegrarnos con algunos amigos y celebrar nuestros logros.
Pero cuando el propósito principal de una fiesta es celebrar la gloria del ser
humano, entonces tales celebraciones fácilmente se prestan para cometer toda
clase de pecado, como veremos a continuación.

Ester 1:5-9 El creyente en el mundo

“5 Y cumplidos estos días, hizo el rey otro banquete por siete días en
el patio del huerto del palacio real a todo el pueblo que había en Susa
capital del reino, desde el mayor hasta el menor. 6 El pabellón era de
blanco, verde y azul, tendido sobre cuerdas de lino y púrpura en
anillos de plata y columnas de mármol; los reclinatorios de oro y de
plata, sobre losado de pórfido y de mármol, y de alabastro y de
jacinto. 7 Y daban a beber en vasos de oro, y vasos diferentes unos
de otros, y mucho vino real, de acuerdo con la generosidad del rey. 8
Y la bebida era según esta ley: Que nadie fuese obligado a beber;
porque así lo había mandado el rey a todos los mayordomos de su
casa, que se hiciese según la voluntad de cada uno. 9 Asimismo la
reina Vasti hizo banquete para las mujeres, en la casa real del rey
Asuero.”
Al fin de los seis meses de festividades, el rey Asuero clausuró la época de fiesta
nacional con un banquete en la capital Susa al que todos fueron invitados, “desde el
mayor hasta el menor” (v.5c). Suena generoso de su parte, pero el rey de Persia
no lo hizo por generosidad sino por vanagloria, porque lo que quería era que todos
vieran su opulencia y gloria. El banquete duró siete días y se llevó a cabo “en el
patio del huerto del palacio” (v.5b) que debió ser enorme para albergar a tanta
gente.
El autor describe detalladamente el ambiente donde se llevó a cabo el banquete
(v.6). Los materiales eran ‘de primera’: “Había lienzos de lino blanco y azul,
sujetos por cordones de lino y de púrpura a anillos de plata y a columnas de
mármol. Los divanes de oro y de plata estaban sobre un pavimento de alabastro,
de mármol, de madreperla y de ónice” (v.6, RVA). ¡Era impresionante!

REFLEXIÓN: Lamentablemente, toda esta opulencia se debía a las


conquistas militares y a la explotación de los pobres. No era una riqueza
obtenida por el trabajo y el esfuerzo humano, sino por la violencia y la
opresión. Cuando tenemos la oportunidad de ver o disfrutar un evento
caracterizado por la opulencia y el materialismo, reflexionemos de dónde
viene tanto dinero. Evitemos la trampa de disfrutar del sufrimiento de
otros.

Es importante leer los detalles de esta fiesta a la luz de la situación difícil y


precaria en la que vivía el pueblo de Dios en ese tiempo, tanto en Jerusalén como
en todo el territorio del Imperio Persa. El autor está por narrar una historia que
resalta el grave peligro que amenazó a los judíos cuando todo el poderío del
Imperio Persa se dispuso para destruirlos. El tema es similar al que tenemos en
Apocalipsis 13 y 17-18, que describe el intento del Anticristo, apoyado por el
sistema materialista de los últimos tiempos, de destruir el pueblo de Dios. El libro
de Ester contiene elementos de la escatología judía y debe leerse como tal.
El v.7 ofrece algunos datos de lo que los invitados tomaron en esa fiesta. En
primer lugar, leemos que bebieron “en vasos de oro” (v.7a) y los vasos eran
“diferentes unos de otros” (v.7b). En segundo lugar, los invitados bebieron
bastante. Los siervos que atendían a los invitados les daban “mucho vino real”
(v.7c); es decir, vino de la realeza, de alta calidad. El autor enfatiza que la atención
brindada a los invitados era “de acuerdo con la generosidad del rey” (v.7d).
Sin embargo, hay un dato importante que debemos notar. El rey estableció una
suerte de reglamento interno para esos siete días de fiesta y era el siguiente: “Que
nadie fuese obligado a beber” (v.8a). Se lo “había mandado el rey a todos los
mayordomos de su casa” (v.8b) porque lo que el rey quería era “que se hiciese
según la voluntad de cada uno” (v.8c). Eso significa que la generosidad del rey no
se impuso porque la abundancia de vino fue acompañada por la libertad de tomar lo
que cada uno quería. A primera vista, parece haber sido un buen criterio por parte
del rey. Sin embargo, cuando hay abundancia de vino y el vino es gratis, no es
necesario obligar a los invitados a tomar. Lo harán por su propia decisión.

REFLEXIÓN: Cuando algo se nos ofrece libremente, ¿cómo


respondemos? ¿Aprovechamos el momento para sacar el mayor
provecho personal de la situación o actuamos con cordura? Dios nos
ayude a ver la trampa de la seducción de lo que es gratis.

Mientras los varones se reunían con el rey “en el patio del huerto del palacio
real” (v.5), las mujeres se reunieron con la reina Vasti “en la casa real del rey
Asuero” (v.9). Ambas fiestas ocurrieron al mismo tiempo y quizá muy cerca la una
de la otra, sin embargo, eran sumamente diferentes. La fiesta de las mujeres fue
sobria y tranquila, mientras que la del rey fue mucho más liberal. Como veremos a
continuación en los vv.10-12, el rey y sus invitados tomaron en exceso y cuando se
exigió la presencia de la reina, ella no quiso ingresar a una fiesta llena de varones
ebrios. Eso ha llevado a algunos a darle otra interpretación al v.8, reconociendo que
al proveer bastante vino de óptima calidad, lo que el rey estaba haciendo era
promover el desorden y el libertinaje.

REFLEXIÓN: ¡Cuán parecido es todo esto a lo que vemos alrededor


nuestro hoy en día! Al acercarnos al fin del mundo, la gente celebra sus
grandes fiestas en las que el mensaje implícito a todos los participantes
es “Somos libres, así que haz lo que quieras”. Lo triste es que esa
libertad se presta para toda clase de libertinaje. ¿Qué debe hacer el
pueblo de Dios en medio de todo esto? Debe mantener la calma, no
dejarse impresionar por las fiestas del ‘mundo’, y por encima de todo,
prepararse para el tiempo del fin, listos para dar testimonio de nuestra
fe en Cristo y vivir para Su gloria.

Ester 1:10-11 El egoísmo del rey

“10 El séptimo día, estando el corazón del rey alegre del vino, mandó
a Mehumán, Bizta, Harbona, Bigta, Abagta, Zetar y Carcas, siete
eunucos que servían delante del rey Asuero, 11 que trajesen a la reina
Vasti a la presencia del rey con la corona regia, para mostrar a los
pueblos y a los príncipes su belleza; porque era hermosa.”

En el séptimo y último día de la fiesta, “estando el corazón del rey alegre del
vino” (v.10a), Asuero dio una orden que generó una crisis política. La orden fue
“que trajesen a la reina Vasti a la presencia del rey con la corona regia” (v.11a).
Hay dos cosas que debemos notar aquí. En primer lugar, es bueno celebrar y
festejar eventos, pero todo debe hacerse ordenadamente y con sabiduría. Tener
seis meses de festividades seguidas por una semana de banquete relajó tanto al
rey que lo expuso al peligro de actuar sin criterio. El rey Salomón nos indica la
importancia de la sabiduría en todo lo que hacemos, especialmente cuando estamos
festejando algo (Ec. 2:1-3) y David, su padre, dijo lo mismo: “alegraos con temor”
(Sal. 2:11b). Luego de siete días de festejo e indolencia, el rey actuó en forma
impulsiva generando un grave problema (ver vv.13-22).
La segunda cosa que hay que notar es que, según la Biblia, el vino “alegra el
corazón del hombre” (Sal. 104:15a), y no hay nada malo en reconocerlo. Sin
embargo, es posible exagerar la alegría, y pasar de una alegría responsable a una
alegría irresponsable. La Biblia tiene varias instancias donde esto ocurrió; por
ejemplo: Nabal (1 S. 25:36) y Belsasar (Dn. 5:2). Por desgracia, eso fue
exactamente lo que pasó en este caso. Mucho vino nubló la mente de Asuero y lo
llevó a pedir algo no sabio. Si tan sólo hubiera leído lo que escribió Salomón: “No es
de los reyes beber vino, no sea que bebiendo olviden la ley” (Pr. 31:4-5).

REFLEXIÓN: En Filipenses 4:11-12, el apóstol Pablo dice que tuvo que


aprender a actuar correctamente en todas las circunstancias. El creyente
debe ser una persona que sabe alegrarse y festejar en forma
responsable, sin ir a extremos. El equilibrio bíblico en el tema de las
fiestas consiste en aprender a “alegrarnos con temblor” (Sal. 2:11). ¿Lo
hacemos nosotros? ¿Guardamos la debida cordura cuando estamos en
una reunión social o nos dejamos llevar por nuestros impulsos?
Al parecer, todo lo que el rey Asuero hacía lo llevaba a cabo con tremenda
pompa y ostentación. Eso fue lo que hizo ahora. En vez de mandar un mensaje
privado, invitando a la reina a acompañarle en la fiesta para cerrar la semana de
banquete, que sería un pedido bastante normal y que de ser rechazado no
generaría una crisis, el rey dio la orden en forma pública y ceremoniosa. Mandó a
siete hombres, mencionados por nombre en el v. 10 y descritos como los “siete
eunucos que servían delante del rey Asuero”, a traer a la reina a la fiesta principal.
El v.11 indica que el rey Asuero quería la presencia de la reina Vasti en su fiesta
“para mostrar a los pueblos y a los príncipes su belleza; porque era hermosa”. La
orden indica que Asuero estaba tratando a su esposa como si fuera un objeto que
servía simplemente para alimentar su orgullo y vanagloria. Por eso no sólo exigió la
presencia de la reina, sino que pidió que viniera “con la corona regia” (v.11b)
porque eso resaltaría aún más su belleza física.

REFLEXIÓN: Al querer presentar a Vasti delante de los demás, Asuero


no estaba pensando en el bien de Vasti. Su deseo no era honrar y
exaltar a Vasti por su belleza, sino ostentarse a sí mismo. Es triste
reconocer que muchas veces actuamos en la misma manera, usando a
las personas que conocemos para nuestros fines personales. Así que,
nos hará bien evaluar nuestros corazones, pidiendo a Dios que nos
conceda la sencillez de relacionarnos correctamente con otras personas,
buscando su bien y no promoviendo nuestros intereses personales.

Ester 1:12 La desobediencia de Vasti

“Mas la reina Vasti no quiso comparecer a la orden del rey enviada


por medio de los eunucos; y el rey se enojó mucho, y se encendió en
ira.”

Al recibir la comunicación del rey enviada por medio de los siete eunucos, Vasti
entendió bien lo que se estaba haciendo y lo que se esperaba de ella. Su dignidad
como persona y como reina se vio afectada, y rehusó obedecer la orden de Asuero
(v.12). No estaba dispuesta a presentarse como mujer y reina ante los ojos de
hombres ebrios, llenos de lujuria.
Al negarse ir, Vasti demostró una serie de cualidades buenas como modestia,
humildad, sabiduría y firmeza que han llevado a muchos comentaristas a hablar
bien de ella. Sin embargo, otros la han juzgado, diciendo que su actitud ante el rey
demostró cierta independencia, terquedad, orgullo y desobediencia. Muchas
mujeres hubieran querido ir a lucirse ante los hombres, pero no Vasti. Al mismo
tiempo, su determinación de no hacerle caso al rey mostro bastante orgullo y
terquedad. Eso nos enseña que cada acción nuestra evidencia diferentes aspectos
de nuestro carácter y es capaz de ser interpretada en maneras contradictorias. Por
lo tanto, solo un Dios omnisciente es capaz de pasar un juicio justo sobre nuestras
vidas.

REFLEXIÓN: La Biblia indica que debemos ser lentos para juzgar a otros.
Antes de otorgarnos el derecho de pasar juicio sobre las acciones de
otra persona debemos sopesar si estamos en condiciones de hacerlo.
¿Tenemos suficiente conocimiento de los hechos? ¿Entendemos bien las
motivaciones de la persona y la actitud de su corazón? Un poco de
humildad de nuestra parte nos ayudaría a controlarnos antes de juzgar y
condenar a alguien por su comportamiento.
No sólo era indigno para Vasti presentarse de esa manera ante tantos hombres
ebrios, sino que lo sería también para el rey. En la cultura de ese tiempo, parte de
la dignidad del rey era que su principal esposa, la reina oficial, sea guardada de los
ojos del público en general. Al rehusar presentarse ante esa clase de fiesta, Vasti
estaba obrando a favor de Asuero y confiaba que cuando él estuviera sobrio le
agradecería la fortaleza que tuvo para resistir la orden del rey y cuidar su propia
dignidad ante los príncipes del imperio.

REFLEXIÓN: ¿Qué debemos hacer cuando alguien en autoridad sobre


nosotros nos pide hacer algo que no sería bueno para él o ella? ¿Es
factible seguir el ejemplo de Vasti? En 2 Samuel 24:2-4 tenemos el caso
de Joab, cuando David le pidió llevar a cabo un censo, cosa que Dios
había prohibido en Su ley. David no prestó atención a la objeción de
Joab y él tuvo que acatar la orden del rey. David pagó un precio muy
alto por lo que hizo, pero Joab retuvo su posición como general del
ejército de Israel. Meditemos sobre los contrastes entre Vasti y Joab.

El comportamiento de Vasti molestó mucho al rey Asuero, en parte por su estado


etílico. La Biblia dice que se encendió la ira del rey (v.12b). El hombre estaba
totalmente descontrolado y fuera de sí. Acostumbrado a tener todo lo que quería y
que los demás obedecieran sus órdenes, le molestó mucho que su propia reina no
le hiciera caso. Lo peor era que recién había impuesto su autoridad sobre todo el
imperio, como leemos en el v.2, y era incongruente que no pudiera controlar el
comportamiento de su propia esposa.

REFLEXIÓN: ¡Cuántas veces actuamos como niños! Queremos algo y si


no lo podemos tener, hacemos una rabieta. Eso nos enseña la
importancia de aprender a reflexionar antes de reaccionar. Si Asuero lo
hubiera hecho, se habría tranquilizado. Pero el vino, la juerga y el
orgullo se combinaron para hacer una suerte de “pólvora” sicológica y
emocional que generó una tremenda explosión de ira. ¿Somos así
nosotros? ¿Reaccionamos en forma irracional cuando no podemos tener
algo que queremos? Que Dios nos ayude a mantener la calma cuando
alguien nos niega algo para poder reflexionar y aprender de la situación.

Ester 1:13-14 El valor de la sabiduría

“13 Preguntó entonces el rey a los sabios que conocían los tiempos
(porque así acostumbraba el rey con todos los que sabían la ley y el
derecho; 14 y estaban junto a él Carsena, Setar, Admata, Tarsis,
Meres, Marsena y Memucán, siete príncipes de Persia y de Media que
veían la cara del rey, y se sentaban los primeros del reino)”.

Cuando Vasti rehusó obedecer a Asuero y presentarse ante los varones en su


fiesta, el rey decidió consultar “a los sabios que conocían los tiempos” (v.13a).
Estos hombres eran sus consejeros o asesores legales, cuyos nombres están en el
v.14. Dichas personas “conocían los tiempos”, tanto por sus estudios como por su
experiencia en la corte.
Además de mencionar sus nombres, el autor de Ester nos dice tres cosas acerca
de estos asesores. Primero, destaca que eran “príncipes de Persia y de Media”
(v.14b). El historiador griego, Heródoto, confirma que el emperador de Persia tenía
un cuerpo de siete consejeros (ver Esd. 7:14). Luego, añade que ellos “veían la
cara del rey” (v.14c); es decir, tenían libre acceso a la presencia de Asuero.
Siempre estaban cerca de él. En tercer lugar, ellos “se sentaban los primeros del
reino” (v.14d), o como lo expresa la Biblia de las América, “ocupaban los primeros
puestos en el reino”.
Los monarcas de Persia tenían la buena costumbre de consultar a sus asesores,
quienes “sabían la ley y el derecho” (v.13b). ¡Eso es recomendable! Nunca es bueno
dejarse guiar por los impulsos o las reacciones del momento. Quien quiera que
seamos, debemos contar con el consejo de personas sabias, quienes nos pueden
ayudar a tomar buenas decisiones. Tener algún amigo a quien consultar no es una
señal de debilidad sino de sabiduría.
Lamentablemente, en este caso los asesores fallaron al rey Asuero. En vez de
ayudarle a reflexionar sobre la orden indebida que dio a Vasti en el v.11, ellos se
limitaron a contestar la pregunta que Asuero les planteó en el v.15. En realidad, se
cometieron dos errores aquí: uno por parte del rey y el otro por parte de los
asesores. Antes de mandar llamar a Vasti (vv.10-11), Asuero debió haber
consultado a sus asesores. No lo hizo porque seguramente pensó que estaba
pidiendo algo inconsecuente que no requería el apoyo de ellos. Además, Asuero
estaba ebrio y en esa condición era poco probable que pidiera consejos a alguien.
El segundo error fue cometido por los asesores de Asuero. Si ellos estaban cerca
de a Asuero en la fiesta, como el v.14a indica, debieron haber hablado al rey antes,
impidiendo o invitando a Asuero a reconsiderar la orden que dio a Vasti. Lo más
probable es que no lo hicieron porque ellos también estaban ebrios. El caos y el
desorden se habían apoderado de rey y sus asesores, y todo se estaba haciendo
mal. Como ocurre en casi todas las fiestas, el vino cegó la mente de los
participantes.

REFLEXIÓN: Por lo general, cuando tenemos que tomar una decisión


importante, reflexionamos de antemano y pedimos consejos. Los
problemas ocurren cuando consideramos que una decisión no es
importante y la tomamos sin mayor reflexión. En esos momentos
cometemos errores o torpezas que afectan nuestras vidas. Debemos
aprender la disciplina de reflexionar sobre cada decisión que vamos a
tomar; así nos evitaremos muchos problemas.

En ese tiempo, el rey era tan venerado que nadie se atrevía a acercarse a él sin
el debido permiso; ni la reina (ver Est. 4:11). Ese hecho debió haber llevado a los
asesores de Asuero a reflexionar sobre la desobediencia de Vasti y a darse cuenta
de que su desobediencia se debió a que el pedido de Asuero era injusto e
inapropiado. Lamentablemente, aunque estos hombres eran expertos en “la ley y
el derecho” (v.13b) no tenían mucho sentido común o sensatez personal.

REFLEXIÓN: A veces podemos ser excelentes profesionales, y expertos


en muchas áreas de conocimiento humano, pero carecemos de sentido
común. Es por eso que los matrimonios de muchos profesionales
fracasan. A veces una buena dosis de sentido común o de sabiduría
humana vale más que mucho conocimiento profesional. Por encima de
todo, está el valor de la sabiduría espiritual. Tomemos un momento
ahora para pensar en alguien que conocemos en la iglesia o en nuestra
familia, que, aunque no tenga títulos profesionales, tiene mucha
sabiduría humana. Valoremos el consejo de dicha persona.

Ester 1:15-18 Malos asesores

“15 les preguntó qué se había de hacer con la reina Vasti según la ley,
por cuanto no había cumplido la orden del rey Asuero enviada por
medio de los eunucos. 16 Y dijo Memucán delante del rey y de los
príncipes: No solamente contra el rey ha pecado la reina Vasti, sino
contra todos los príncipes, y contra todos los pueblos que hay en
todas las provincias del rey Asuero. 17 Porque este hecho de la reina
llegará a oídos de todas las mujeres, y ellas tendrán en poca estima a
sus maridos, diciendo: El rey Asuero mandó traer delante de sí a la
reina Vasti, y ella no vino. 18 Y entonces dirán esto las señoras de
Persia y de Media que oigan el hecho de la reina, a todos los príncipes
del rey; y habrá mucho menosprecio y enojo.”

La pregunta dirigida a los sietes consejeros del rey fue bastante clara y
específica. Tenía que ver con “qué se había de hacer con la reina Vasti según la ley”
(v.15), por no haber acatado la orden del rey Asuero. Notemos el énfasis puesto
sobre la ley. El rey no estaba preguntando a sus asesores qué pensaban ellos o qué
recomendaban ellos según sus propios criterios; sino, ¿qué dice la ley? Es
interesante notar eso, porque uno podría pensar que el rey Asuero sería un déspota
que haría simplemente lo que quería y que no le interesaba mucho la ley.
Sin embargo, no nos dejemos engañar por las apariencias. Lo que Asuero estaba
procurando hacer era disfrazar su venganza con el ropaje de la legalidad. En otras
palabras, quería castigar a Vasti, pero no quería dar la impresión de que estaba
actuando por capricho, sino que estaba dispuesto a dejar que la ley siga su curso.
¡Cuántos déspotas hacen eso! Es más, a la luz de Daniel 6:12 vemos que una
tradición de los persas era que “la ley de Media y de Persia…no puede ser
abrogada”. Eso significa que lo que Asuero estaba queriendo asegurar era que el
castigo que se iba a aplicar a Vasti no solo sea una sanción legal sino una sanción
permanente e inapelable, precisamente por ser un castigo conforme a la ley. Lo que
a primera vista parecía ser algo loable en realidad tenía mucho de maldad en ello.

REFLEXIÓN: ¡Cuántas veces ocurren cosas así en las iglesias! Cuando


queremos vengarnos de alguien nos presentamos mansos y humildes,
preguntando a otros, “¿Qué debemos hacer en un caso como este?” o
“¿Qué dice la constitución de la Iglesia?”. Guardemos nuestros
corazones del peligro de la hipocresía. No pretendamos usar la
constitución o la Biblia para sancionar a una persona cuando lo que
realmente queremos hacer es vengarnos de alguien por lo que esa
persona nos hizo. Tengamos siempre en cuenta que Dios ve nuestros
corazones.

Uno de los consejeros del rey era Memucán (v.16). Él, pasando completamente
por alto la irresponsabilidad del rey al ordenar a Vasti a presentarse en la fiesta,
exageró la desobediencia de Vasti afirmando que, al desobedecer a Asuero, ella
estaba dando un mal ejemplo a todas las mujeres del imperio. Según Memucán, el
“pecado” de Vasti no fue sólo contra Asuero sino “contra todos los príncipes, y
contra todos los pueblos que hay en todas las provincias del rey Asuero” (v.16b).
Notemos el énfasis sobre “todo”.
Lo que Memucán estaba haciendo era exagerar el asunto. Quizá era uno de “los
sabios” que conocía “los tiempos…la ley y el derecho” (v.13), pero no tenía nada de
sentido común. Lejos de discernir lo que era necesario hacer en ese momento, que
era tranquilizar las aguas movidas del corazón del rey Asuero, lo que Memucán hizo
fue aumentar más la ira del rey.
Al hacerlo, Memucán se comportó como muchos malos asesores hoy en día.
Lejos de reflexionar y pensar qué sería bueno para el rey, Memucán actuó por
intereses personales. Él se dio cuenta de lo que Asuero quería hacer, y decidió no
sólo apoyar esa idea sino darle al rey más razones por hacerlo, justificando así su
mal comportamiento. El pensamiento de Memucán era el siguiente: “El rey quiere
castigar a Vasti y está buscando un pretexto legal para hacerlo. Si yo le apoyo en
esa idea y le doy mayores razones por castigar a Vasti, él se va a sentir muy bien y
probablemente me premie. Por lo menos, seguiré siendo su consejero favorito”.
Es triste ver a un ‘asesor legal’ actuar así, negando totalmente su papel de
consejero y hombre de confianza. Aún más triste es pensar que eso era
exactamente lo que Asuero quería de sus asesores. Como un niño mal criado,
Asuero no quería personas que le contradigan o que se opongan a lo que él quería
hacer, sino consejeros que le apoyen y avalen sus malcriadeces. Cuando un rey
actúa así, es evidencia que las cosas no andan bien en su reinado.

REFLEXIÓN: La característica principal de un buen consejero no es que


apoya a la persona en autoridad en todo lo que quiere hacer, sino que
está dispuesto a confrontarla y a sacar a la luz cualquier mal criterio
cuando eso sea necesario. En resumidas palabras, la marca de un buen
asesor es que siempre piensa en el bien de la persona a quien está
aconsejando y nunca en sus intereses personales.

Si cambiamos la palabra “consejero” por “amigo”, podemos aplicar esta reflexión


acerca de los consejeros de Asuero a nuestras vidas. ¿Cuántos buenos amigos
tenemos? ¿Qué es lo que queremos de nuestros amigos? Seamos muy honestos
con nosotros mismos.
En los vv.17-18, Memucán explica y justifica el consejo que estaba por darle al
rey (vv.19-20). Es interesante notar que, a pesar del pedido de Asuero, no cita
ninguna ley. Más bien, señala que la desobediencia de Vasti sería conocida muy
pronto por todas las mujeres (v.17a) y que eso las animaría a tener “en poca
estima a sus maridos” (v.17b). ¿Será que Memucán tenía una esposa con un
carácter fuerte y él tenía miedo de que ella se subleve aún más contra él? No lo
sabemos, pero cabe la posibilidad. Como dice el refrán popular, “Cada ladrón juzga
según su condición”.
Lo que Memucán temía era que “habrá mucho menosprecio y enojo” (v.19b). Es
decir, mucho “menosprecio” por parte de las mujeres hacia sus esposos y mucho
“enojo” por parte de los esposos hacia sus mujeres. En otras palabras, según él, la
acción de Vasti amenazaba con desatar un caos social de enormes proporciones a lo
largo y ancho del imperio.
Es de dudar que Memucán realmente pensó que eso iba a pasar; sin embargo, lo
dijo en forma tan enérgica que logró convencer al rey y a los demás consejeros,
como vemos en el v.21.

REFLEXIÓN: ¡Cuántas veces se usa un temor infundado e irracional


como pretexto para pasar leyes opresivas! Tengamos cuidado de no
hacer eso en nuestros matrimonios, en nuestros hogares, en el trabajo o
en la iglesia. Debemos ser prudentes, y anticipar problemas; pero
nunca debemos exagerar un asunto con el fin de oprimir a las personas
que están bajo nuestro cargo.

Ester 1:19-22 Los planes de los hombres y de Dios

19
Si parece bien al rey, salga un decreto real de vuestra majestad y se
escriba entre las leyes de Persia y de Media, para que no sea
quebrantado: Que Vasti no venga más delante del rey Asuero; y el rey
haga reina a otra que sea mejor que ella. 20 Y el decreto que dicte el rey
será oído en todo su reino, aunque es grande, y todas las mujeres darán
honra a sus maridos, desde el mayor hasta el menor. 21 Agradó esta
palabra a los ojos del rey y de los príncipes, e hizo el rey conforme al
dicho de Memucán; 22 pues envió cartas a todas las provincias del rey, a
cada provincia conforme a su escritura, y a cada pueblo conforme a su
lenguaje, diciendo que todo hombre afirmase su autoridad en su casa; y
que se publicase esto en la lengua de su pueblo.

La consulta del rey fue: ¿“qué se había de hacer con la reina Vasti según la ley”?
(v.15). Al parecer, la ley de Persia no trataba el asunto de la obediencia de la
esposa hacia su marido. Por eso la propuesta de Memucán fue que Vasti sea
depuesta como reina por decreto real y que Asuero escogiera otra mujer (v.19). Lo
que tenía en mente era que dicho decreto sea conocido en todo el imperio,
estableciendo un precedente, que serviría como advertencia a todas las demás
esposas (v.20).
La idea no era tanto que Asuero ejecute o se divorcie de Vasti, sino simplemente
que se separe de ella; “Que Vasti no venga más delante del rey Asuero” (v.19b). Es
decir, que pierda los derechos de esposa por su falta de respeto hacia Asuero.
Además, “que el rey haga reina a otra que sea mejor que ella” (v.19c). Se supone
que Asuero, como rey de Persia, tenía todo un conjunto de mujeres a su
disposición. Lo que Memucán proponía era que él escogiera otra mujer como su
esposa oficial, que sea conocida como la “reina” en lugar de Vasti.
Como veremos posteriormente, al pasar las semanas Asuero comenzó a extrañar
a Vasti. Los cortesanos, al ver que el rey estaba melancólico, le aconsejaron
buscarse una mujer bella que le haga olvidarse de Vasti (ver Est. 2:1-4). Eso nos
indica que, aunque le resultó fácil a Asuero destituir a Vasti, no fue tan fácil
encontrar a alguien que la reemplazara en su corazón.

REFLEXIÓN: Actuar sobre la base de nuestra ira nunca es aconsejable.


Si sus consejeros le habrían aconsejado a Asuero a dejar que pase unos
días para que se calmara y pensara bien lo que estaba haciendo, quizá
nunca hubiera destituido a Vasti. Eso nos enseña la importancia de la
disciplina personal y el dominio propio cuando se trata de tomar
decisiones. Dios nos ayude a no actuar precipitadamente cuando
estamos airados, sino a dejar que pase nuestro enojo para poder pensar
bien las cosas.

La idea de Memucán fue que al deponer a Vasti como reina, “todas las mujeres
darán honra a sus maridos, desde el mayor hasta el menor” (v.20b). Pero ¿sería
así? Lo primero que podemos notar es que el consejo de Memucán atentaba contra
la estabilidad del matrimonio. Si los esposos podían separarse de sus esposas
simplemente porque ellas le faltaban el respeto en un momento dado, ¿qué pasaría
con los matrimonios en todo el imperio? ¡Cuántas familias sufrirían si los esposos
siguieran el ejemplo de Asuero! Lo que Memucán estaba proponiendo sería un
desastre para la vida familiar y para la crianza de los hijos. El asesor de Asuero no
había tomado en cuenta todas las consecuencias de lo que estaba proponiendo.
Además, habría que afirmar que era muy poco probable que la propuesta de
Memucán llevaría a las mujeres en todo el Imperio de Persia a respetar a sus
maridos. Memucán no había tomado en cuenta las complejidades de una relación
matrimonial y las causas de la falta de obediencia por parte de las esposas. El
asunto era mucho más complejo de lo que Memucán dio a entender y por
consiguiente su plan era ingenuo. Si él quería que las mujeres respetaran a sus
esposos sería mucho mejor comenzar a orientar a los hombres a ser más
responsables y maduros como esposos. Algo que le faltaba mucho a Asuero.

REFLEXIÓN: Es muy fácil echar la culpa a otros cuando en realidad


somos nosotros los que actuamos mal. Si queremos que otros se porten
bien y nos respeten debemos considerar primero nuestro
comportamiento. No debemos exigir de otros lo que nosotros no
estamos dispuestos a hacer. Si como esposos queremos que nuestras
esposas nos respeten y nos obedezcan, ganemos ese derecho por medio
de nuestro comportamiento responsable y ejemplar. De igual modo, si
las esposas quieren que sus esposos las respeten más, deben ganar ese
derecho por medio de su responsabilidad y buen empeño como mujeres.

El respeto no es un derecho que ganamos por medio de la exigencia, sino un


privilegio que obtenemos por medio de nuestro comportamiento.
Lamentablemente, en la fiesta de Asuero nadie estaba pensando bien las cosas.
Por eso leemos que la recomendación de Memucán: “Agradó…a los ojos del rey y de
sus príncipes” (v.21a), y se aplicó inmediatamente. Una carta fue publicada
decretando “que todo hombre afirmase su autoridad en su casa” (v.22). No
sabemos cuál fue la reacción de los ciudadanos al percatarse de dicho decreto. Es
de suponer que nadie realmente entendía de qué se trataba y lo más probable es
que la orden del rey llegó a ser un decreto más que venía del palacio que poco
tenía que ver con la vida diaria en el vasto imperio.
La vida de la gente en todo el imperio siguió como antes. La única vida que
cambió fue la de Asuero, y cambió para mal. Él perdió a su esposa y pronto entró
en la depresión. No sabemos cómo Vasti tomó el asunto; quizá se sintió aliviada
que ya no tendría que lidiar con un esposo tan caprichoso e inmaduro como Asuero.
Lo que debemos reconocer es que detrás de todos los eventos dramáticos que
ocurrieron durante la fiesta, el Dios de Israel estaba obrando silenciosamente. Él
estaba preparando el camino y colocando las piezas en su lugar, para que cuando
Satanás tratara de eliminar a los judíos una nueva reina estuviera al lado de Asuero
capaz de actuar para impedir una masacre del pueblo de Dios. Esta es la historia
del libro de Ester.

Ester 2:1-2 Criterios para escoger a una esposa

“ 1 Pasadas estas cosas, sosegada ya la ira del rey Asuero, se acordó


de Vasti y de lo que ella había hecho, y de la sentencia contra ella. 2
Y dijeron los criados del rey, sus cortesanos: Busquen para el rey
jóvenes vírgenes de buen parecer;

Una de las características de las emociones humanas es que pueden ser fuertes,
pero al mismo tiempo pasajeras. Así fue la ira de Asuero. Luego de unas semanas
su ira se apaciguó, y cuando estaba más tranquilo emocionalmente “se acordó de
Vasti y de lo que ella había hecho, y de la sentencia contra ella" (v.1b). Se acordó
con tristeza porque ya estaba sintiendo las consecuencias de una decisión
precipitada puesto que extrañaba a su esposa y eso hacía que no se sintiera bien.

REFLEXIÓN: El efecto del vino (Est. 1:10) pasó el día después de la


fiesta. La pregunta es, ¿por qué no se arrepintió Asuero de lo que había
hecho? ¿Acaso no hubo tiempo para cambiar su decisión? Es de dudar
que la ley propuesta en Ester 1:19-22 fue firmada e implementada en
un sólo día. El problema fue que la ira y el orgullo llevaron más tiempo
para disiparse que el efecto del vino. El día después de la fiesta, Asuero
ya no estaba ebrio, pero seguía molesto por lo que consideró una falta
de respeto por la actitud de Vasti. De todos modos, su orgullo no le
permitió reconocer su error o cambiar de decisión. Eso nos enseña que
la ira y el orgullo son peores problemas que la embriaguez. Por
consiguiente, debemos meditar sobre nuestras vidas y nuestras
emociones. ¿En qué maneras nos afecta la ira, el orgullo y el
resentimiento?
Los siete consejeros que estuvieron con Asuero en la fiesta (Est. 1:14) no
sufrieron las consecuencias de la decisión de deponer a Vasti. Ellos conservaron a
sus esposas y seguramente volvieron a sus casas para disfrutar la vida familiar.
¿Qué nos enseña eso? Primero, que debemos tener cuidado a quien escuchamos,
porque nosotros seremos las personas que tendremos que cargar con las
consecuencias de la implementación del consejo que recibimos de otros. También
debemos tener cuidado cuando emitimos un consejo, porque lo que decimos a otros
podría afectar mucho la vida de la persona a quien estamos aconsejando.
Viendo la tristeza del rey, sus "criados" o "cortesanos" aconsejaron a Asuero a
buscar otra reina (v.2). Durante la fiesta del capítulo 1, los consejeros le habían
sugerido nombrar otra reina (Est. 1:19b), pero esa parte de su consejo no se había
implementado. Puesto que Asuero no hallaba a nadie en su conjunto de concubinas
que le satisficiera como candidata a ser reina, los siervos de Asuero le aconsejaron
buscar una nueva esposa.
Se establecieron tres criterios para la búsqueda de otra reina (v.2b). La futura
esposa de Asuero tenía que ser joven, virgen y hermosa. La palabra en hebreo
para "jóvenes" (v.2) significa 'doncella'. Es la palabra que se usa para Rebeca (Gn.
24:14), para la muchacha que servía a la esposa de Naamán (2 R. 5:2, 4), y
también para Rut la moabita (Rt. 2:5-6). Además de ser joven, debía ser una
virgen. La futura esposa de Asuero tenía que ser pura y casta sexualmente. En
tercer lugar, debía ser "de buen parecer". En realidad, este no era un criterio tan
importante, porque sería mejor tener una reina sabia, que bella, especialmente con
un marido como Asuero. Felizmente, como veremos durante el estudio de este
libro, Ester era sabia y bella. ¡Una combinación bastante inusual!
Es interesante observar que los términos en hebreo que se usan aquí para
describir a la futura esposa de Asuero son exactamente los mismos que se usan de
Rebeca, la futura esposa de Isaac, en Génesis 24:16 ("Y la doncella era de aspecto
muy hermoso, virgen..."). Eso significa que el autor de este libro presenta a Ester
como la contraparte de Rebecca, la esposa de Isaac y la madre de Israel (Jacob).

REFLEXIÓN: Meditemos sobre los tres criterios establecidos para la


futura reina de Persia. En parte, reflejan los valores de este mundo,
especialmente el deseo de buscar una mujer joven y bella. Si pensamos
en la Iglesia como la Esposa del Rey de reyes, nos daremos cuenta que
la exigencia de la santidad y la pureza es mucho más importante que los
otros dos. Esa es la belleza que el Señor valora por encima de todas las
otras cualidades.

Ester 2:3-4 Preparando a la futura esposa del rey

“3 y ponga el rey personas en todas las provincias de su reino, que


lleven a todas las jóvenes vírgenes de buen parecer a Susa,
residencia real, a la casa de las mujeres, al cuidado de Hegai eunuco
del rey, guarda de las mujeres, y que les den sus atavíos; 4 y la
doncella que agrade a los ojos del rey, reine en lugar de Vasti. Esto
agradó a los ojos del rey, y lo hizo así.

Susa era la capital del Imperio Persa y una ciudad grande. Lo más lógico habría
sido pensar que la futura reina sería de esa ciudad. Sin embargo, los siervos de
Asuero le animaron a extender la búsqueda a todo el imperio (v.3). El plan de llevar
"a todas las jóvenes vírgenes de buen parecer" del Imperio Persa a "la casa de las
mujeres" en Susa no parece ser muy factible porque habría una enorme cantidad
de mujeres. Sin embargo, eso fue lo que se propuso hacer, aunque en la práctica lo
más probable es que solo trajeron mujeres de ciertas partes del imperio.
Toda la responsabilidad de reunir a estas mujeres y prepararlas para que el rey
escogiera de entre ellas su futura esposa recayó sobre "Hegai", quien era el
"eunuco del rey" y el "guarda de las mujeres" (v.3b). La palabra “eunuco” significa
“castrar” y el término “guarda” significa “proteger con un cerco”. Hegai tenía que
guardar a las mujeres del rey de cualquier asalto sexual, y para protegerlas de sí
mismo, él fue castrado. El privilegio de cuidar a las mujeres del rey vino con un alto
precio.

REFLEXIÓN: Si somos líderes en la iglesia, ¿qué lecciones debemos


aprender de este hombre Hegai? Cristo encomienda Su Esposa a los
líderes de la iglesia y su deber es cuidarla de todo peligro espiritual. Esa
responsabilidad implica que cada líder debe aprender a crucificar la
carne para así evitar cualquier tentación de aprovecharse de la Esposa
de Cristo para sus fines personales. ¿Lo estamos haciendo? Meditemos
sobre lo que Pablo exhorta a Timoteo en pasajes como 1 Timoteo 4:16;
2 Timoteo 2:21

Hegai tuvo la responsabilidad de supervisar la preparación de todas las chicas


para ser presentadas ante el rey. La frase, “al cuidado de Hegai” (v.3), significa “en
la mano de Hegai”. Las mujeres serían puestas en las manos de este hombre, quien
tendría la tarea de cuidarlas y velar por ellas y toda su preparación hasta el día en
que el rey seleccionara su futura esposa. Estar rodeado por tantas mujeres bellas
podría ser una tentación para Hegai. Para evitar cualquier mal comportamiento o
actitud, él debía tener muy claro cuál era su trabajo y no confundir las cosas. Las
mujeres serían puestas en sus manos, pero no serían para su provecho personal
sino para el beneficio del rey Asuero.

REFLEXIÓN: Los pastores tienen el gran privilegio de recibir en sus


manos la futura Esposa de Cristo. Sin embargo, al igual de Hegai, tienen
que estar muy claros en cuanto a su responsabilidad. La Esposa de
Cristo no es entregada en sus manos para su provecho personal sino
para cuidarla hasta el día del Señor. Así que, oremos por todos los
pastores que conocemos pidiendo al Señor que les ayude a entender su
responsabilidad y que tengan la gracia para cumplirla, evitando la
tentación de sacar de la iglesia algún provecho personal.

La palabra "atavíos" al fin del v.3 da la impresión de que se trataba de joyas o de


adornos externos. La Real Academia Española define la palabra “atavíos” en la
siguiente manera: “objetos que sirve para adorno”. Sin embargo, el término en
hebreo significa artículos de limpieza y podríamos traducirlo: “cosméticos” (ver el
v.12). Así traduce la Biblia de las Américas, mientras que la Nueva Versión
Internacional dice: “que se les dé un tratamiento de belleza”.
La propuesta de los siervos de Asuero era que luego de un tiempo prudencial de
preparación, las doncellas sean presentadas ante el rey para que él pueda escoger
la más bella de ellas, o por lo menos la que más "agrade a los ojos del rey" (v.4a).
La propuesta fue del agrado de Asuero (v.4b) y se hizo así.

REFLEXIÓN: El texto bíblico nos lleva a pensar que Asuero era un


hombre que se movía por lo visible (v.4). Lo que sus ojos veían era lo
importante para él. Quizá era un hombre de poca reflexión y un tanto
superficial. Juan nos advierte del peligro de "los deseos de los ojos, y la
vanagloria de la vida" (1 Jn. 2:16). ¿Hasta qué punto somos como
Asuero? ¿Nos importa mucho la apariencia física de alguien? Seamos
muy honestos con nosotros mismos. ¡No nos dejemos influenciar por la
superficialidad del mundo y sus valores! Dios mira el corazón de las
personas, así que aprendamos a mirar a otros como Dios lo hace.
Ester 2:5-7 La soberanía de Dios

“5 Había en Susa residencia real un varón judío cuyo nombre era


Mardoqueo hijo de Jair, hijo de Simei, hijo de Cis, del linaje de
Benjamín; 6 el cual había sido transportado de Jerusalén con los
cautivos que fueron llevados con Jeconías rey de Judá, a quien hizo
transportar Nabucodonosor rey de Babilonia. 7 Y había criado a
Hadasa, es decir, Ester, hija de su tío, porque era huérfana; y la
joven era de hermosa figura y de buen parecer. Cuando su padre y
su madre murieron, Mardoqueo la adoptó como hija suya.”

En estos versículos, el autor nos presenta a una persona que tendrá un papel
protagónico en la historia de Ester; su nombre es "Mardoqueo" (v.5). Aunque vivía
en Susa y tenía un nombre persa relacionado con el dios Marduc, Mardoqueo era
judío. El texto presenta su genealogía en forma resumida: "...hijo de Jair, hijo de
Simei, hijo de Cis..." (v.5). Esta lista de nombres indica que Mardoqueo era de la
tribu de Benjamín (v.5b) y el v.6 indica que fue uno de los descendientes de las
personas llevadas al exilio "con Jeconías rey de Judá" (v.6).
Jeconías es más conocido en la Biblia como, "Joaquín" (ver 1 Cr. 3:16), aunque
Jeremías lo presenta como "Conías" que es una forma abreviada de su nombre (ver
Jer. 22:24-30). Jeconías tuvo dieciocho años cuando comenzó a reinar en Jerusalén
(2 R. 24:8), pero sólo reinó tres meses porque hizo lo malo ante los ojos de Dios.
En el año 597 a.C., Nabucodonosor atacó a Jerusalén por segunda vez, tomó a
Joaquín como prisionero y se llevó a diez mil personas con él como cautivos (2 R.
24:14). Entre ellos había dos personas muy interesantes: Ezequiel, quién llegó a
ser un profeta en Babilonia (ver Ez. 1:2-3), y un hombre llamado "Cis", de la tribu
de Benjamín, que fue el bisabuelo de Mardoqueo (ver v.5) y de Ester (v.7). Dado a
que la historia de Ester ocurrió en el año 480 a.C., cien años después que Jeconías
fue llevado a Babilonia, es obvio que Mardoqueo nació en el exilio.
En Jeremías 22:30, leemos del juicio divino pronunciado sobre Jeconías
("Conías"). Según el profeta, nada próspero le iba a pasar y ninguno de sus
descendientes jamás se sentaría sobre el trono de David. Sin embargo, en la
providencia divina, el bisabuelo de Mardoqueo y Ester fue llevado a Babilonia
juntamente con Jeconías, preparando así el camino para que cien años después,
Mardoqueo y su prima Ester jugaran un papel muy importante en la salvación del
pueblo de Dios.

REFLEXIÓN: Si aplicamos Romanos 8:28 a la nación de Israel, podemos


decir que aún en los momentos más oscuros, Dios obra para el bien de
Su pueblo. ¡Quién habría pensado que cuando los judíos fueron llevados
a Babilonia en medio de tanta tristeza y devastación, iba una persona
cuyos descendientes tendrían un rol protagónico que jugar en la
salvación de toda la nación! Eso nos enseña a confiar en Dios sin
importar las circunstancias que nos rodean. Si somos Sus hijos,
llamados por Él a la salvación, absolutamente "todas las cosas...ayudan
a bien".

Aunque este libro nunca menciona el nombre de Dios, el autor constantemente


nos anima a reflexionar sobre la manera en que Él controla el destino de las
naciones. En estos versículos, el autor nos presenta dos detalles importantes, sin
los cuales la historia de Ester nunca se habría dado; detalles sobre los cuales Dios
estaba en control.
i. Mardoqueo vivía en Susa (v.5). No sabemos cómo llegó a vivir en esa
ciudad. Cuando su bisabuelo, Cis, fue tomado como un prisionero de
guerra, fue llevado a Babilonia (ver 2 R. 24:15). Susa quedaba al este de
Babilonia. Una serie de eventos que no fueron grabados en las Escrituras
resultaron en que Cis o uno de sus descendientes viajó hacia el este y se
estableció en Susa. De este modo, Dios estaba colocando a las personas en
su lugar para el cumplimiento de Sus propósitos en anticipación de los
eventos que iban a ocurrir en el futuro.

ii. El tío de Mardoqueo y su esposa fallecieron, dejando a una hija en la


orfandad (v.7). No tenemos ningún detalle acerca de sus muertes; sin
embargo, es obvio que fue un evento sumamente triste para Ester. Luego
de la muerte de sus padres Mardoqueo la llevó a su casa y la crio como su
hija.

REFLEXIÓN: Pensemos en estos dos detalles: dónde vivía Mardoqueo y


la muerte de los padres de Ester. ¿Qué habría pasado en la historia del
pueblo de Dios si Mardoqueo hubiera estado viviendo en otra parte del
imperio o si los padres de Ester no habrían muerto? Obviamente Dios
pudo haber salvado a Su pueblo en otra manera, pero resulta
sumamente interesante ver la manera en que Dios ejerce Su soberanía,
sacando algo bueno de situaciones bastante tristes o difíciles. A la luz de
nuestra reflexión, aprendamos a confiar en Dios, aun cuando la vida se
pone difícil para nosotros.

Cuando Ester nació, sus padres la llamaron "Hadasa" (v.7a), que significa
“mirto”, una planta que emite una hermosa fragancia. Sin embargo, al pasar los
años su nombre fue cambiado a "Ester", que significa “estrella”. No fue un cambio
de nombre arbitrario, porque la flor del mirto tiene la forma de una estrella. Como
bebé, ella trajo “fragancia” a la vida de sus padres, pero como adulta sirvió de
“estrella”, brillando en la oscuridad y dando dirección y aliento al pueblo de Dios.

REFLEXIÓN: ¿En qué manera servimos nosotros a nuestra familia o al


pueblo de Dios? ¿Qué nombre se nos podría dar que resumiría lo que
hacemos a favor de otros? ¿Qué nombre quisiéramos tener?
Recordemos que Dios puede darnos un nombre nuevo (ver Is. 62:2-3).

Ester 2:8-9a El favor de Dios

“8 Sucedió, pues, que cuando se divulgó el mandamiento y decreto


del rey, y habían reunido a muchas doncellas en Susa residencia real,
a cargo de Hegai, Ester también fue llevada a la casa del rey, al
cuidado de Hegai guarda de las mujeres. 9 Y la doncella agradó a sus
ojos, y halló gracia delante de él…”

En el v.7, leímos que Ester "era de hermosa figura y de buen parecer", una
verdadera hija de Raquel (Gn. 29:17). Recordemos que ella al igual que Mardoqueo
era descendiente de Benjamín (ver v.5), quien fue el segundo hijo de Raquel. La
Biblia nos enseña que la belleza externa no es lo más importante en una mujer (ver
Pr. 31:30); sin embargo, en este caso Dios le concedió a Ester gran belleza para los
propósitos que Él tenía para su vida, que era el de salvar a Su pueblo.
REFLEXIÓN: Toda mujer haría bien en meditar en ello. La belleza física
es un regalo de Dios y debe ser usada para Sus propósitos; es decir,
para servir a Dios y no para la vanagloria personal. Reflexionemos sobre
el uso que hacemos de nuestros atributos físicos personales. ¿Han sido
santificados para Dios?

Cuando el decreto de Asuero fue publicado y comenzaron a reunir a las más


hermosas mujeres del reino (v.8a), leemos que "Ester también fue llevada a la casa
del rey" (v.8b). Uno se pregunta si Mardoqueo trató de ocultar a Ester. No lo
sabemos. De todos modos, la fama de su belleza llegó a oídos de los oficiales, y
pronto Ester fue llevada al palacio y puesta a disposición de "Hegai guarda de las
mujeres" (v.8c).
¿Cómo se habrá sentido Ester en ese momento? Siglos después, los judíos
inventaron una tradición que decía que ella fue llevada a la fuerza, en contra de su
voluntad; pero no hay evidencia de ello. El verbo en hebreo, que la RV traduce,
"llevada", no indica nada de violencia o fuerza. Es el mismo verbo que se usa en el
v.15 para describir la adopción de Ester ("la había tomado por hija"). Quizá no le
agradaba mucho la idea de participar en un concurso internacional de belleza y
tendría más que un poco de temor ante la posibilidad de terminar como la esposa
oficial del Asuero; sin embargo, Mardoqueo le había enseñado a confiar en el poder
de Jehová, el protector de Su pueblo, y seguramente fue al palacio confiando en Él.
Bajo la providencia de Dios, Ester ganó la confianza del hombre que estaba a
cargo de las concursantes (v.9). La Biblia dice que ella "agradó a sus ojos, y halló
gracia delante de él" (v.9a). Aunque lo más probable es que Hegai quedó
impresionado por la belleza física de Ester, es de dudar que la frase: "agradó a sus
ojos", se limite al impacto de su belleza externa. Hegai habrá visto en ella muchas
otras cualidades, lo que llevó al autor a afirmar que Ester "halló gracia delante de
él" (v.9a). Ella tuvo una experiencia similar a la de Daniel (Dn. 1:9), quien bajo la
providencia divina halló favor ante las autoridades paganas para poder servir a Dios
en un puesto de importancia.
En Proverbios 16:7, Salomón afirma lo siguiente:

“Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová,


Aun a sus enemigos hace estar en paz con él”.

Ester era la nieta de un prisionero de guerra y miembro de una nación


menospreciada por los persas. Humanamente hablando era poco probable que halle
amigos en la corte de Asuero. Sin embargo, con Dios no existe “probabilidades”
sino certezas, porque Sus promesas siempre se cumplen al pie de la letra.
Mardoqueo fue un hombre temeroso de Dios y fiel a la ley de Jehová; seguramente
crio a Ester para ser lo mismo. Por eso cuando fue llevada a la corte Dios se
encargó de que Hegai se interesare en ella, en el buen sentido de la palabra.

REFLEXIÓN: ¿Tenemos enemigos? ¿Somos conscientes de qué personas


nos quieren hacer daño? Reflexionemos sobre la promesa de Dios en
Proverbios 16:7 y apliquémosla a nuestras vidas. Confiemos en Dios que
Él hará que nuestros enemigos estén en paz con nosotros.

Ester 2:9b-11 Bendiciones, sabiduría y preocupación

“… por lo que hizo darle prontamente atavíos y alimentos, y le dio


también siete doncellas especiales de la casa del rey; y la llevó con
sus doncellas a lo mejor de la casa de las mujeres. 10 Ester no declaró
cuál era su pueblo ni su parentela, porque Mardoqueo le había
mandado que no lo declarase. 11 Y cada día Mardoqueo se paseaba
delante del patio de la casa de las mujeres, para saber cómo le iba a
Ester, y cómo la trataban.”

El texto nos indica que Hegai benefició a Ester en tres maneras. En primer lugar,
le dio "prontamente atavíos y alimentos" (v.9b); es decir, no se demoró en darle las
cosas que ella necesitaba para prepararse. En una situación en la cual había una
gran cantidad de mujeres para atender y que en muchos casos habría demora para
hacerlo, Ester fue beneficiada con una atención rápida y esmerada. Recordemos
que en la RV la palabra "atavíos" tiene el sentido de artículos de belleza y
perfumería, más que vestimenta. Además de proveer los artículos de belleza, Hegai
se aseguró que Ester tuviera los alimentos necesarios.
Luego, también le dio "siete doncellas especiales de la casa del rey" (v.9c). Esto
es interesante, porque al haber tantas chicas que atender en ese momento uno
pensaría que no habría suficientes sirvientas para todas las concursantes. Sin
embargo, Ester no recibió sólo una sino siete; y eran siete sirvientas especiales, de
la casa del rey.
En tercer lugar, Hegai "la llevó con sus doncellas a lo mejor de la casa de las
mujeres" (v.9d). Uno se imagina que con tantas mujeres presentes habría un
tremendo alboroto en la casa real. Por eso Hegai llevó a Ester a un lugar más
espacioso, tranquilo, y quizá lujoso, de la casa de las mujeres.
El texto no lo dice, pero es bastante obvio que esta preferencia por Ester habría
provocado mucho celo en las otras chicas. Recordemos que era una suerte de
concurso de belleza cuyo premio sería llegar a ser la reina de todo el Imperio Persa.
La competencia entre las mujeres era fuerte. Habría más que una chica de la clase
alta de Susa que se consideraba la más bella de todas. Cuando Ester fue preferida,
eso habrá provocado mucho celo y comentarios negativos hacia ella.
Bajo la dirección de Mardoqueo, Ester tomo la precaución de no mencionar que
era judía (v.10a). A veces un poco de discreción es importante. De saberse en ese
momento que Ester era judía, descendiente de prisioneros de guerra y miembro de
una nación bastante pobre e insignificante, las demás mujeres pudieron haber
hecho escarnio de Ester y buscado alguna forma de eliminarla de la competencia.

REFLEXIÓN: Uno de los desafíos para el creyente es el equilibrio que


debe mantener entre ser enérgico y aguerrido en su testimonio
cristiano, y la necesidad de ser sabio y prudente en un mundo de
maldad. Por lo general, cada uno de nosotros tiende a un extremo u otro
en este tema cuando damos nuestro testimonio. Reflexionemos sobre
este asunto, y pidamos a Dios más sabiduría para testificar de la mejor
manera ante el mundo.

Mardoqueo sentía una honda preocupación por Ester. Aunque era una hija
adoptada, él sentía un gran amor paternal por ella. El texto nos dice que "cada
día...se paseaba delante del patio de la casa de las mujeres" (v.11a). No le era
permitido ingresar, pero quería estar lo más cerca posible de Ester para "saber
cómo le iba…y cómo la trataban" (v.11b). En esa situación difícil, tanto Ester como
Mardoqueo tuvieron que aprender a confiar en Dios.

REFLEXIÓN: Muchas veces, antes de una intervención especial de Dios


en nuestras vidas, Él nos permite pasar por momentos difíciles para
aprender a confiar en Él. Si estamos experimentado luchas y dificultades
en nuestras vidas, pidamos a Dios una gran fe en Él para que estemos
listos para aquella obra que Él quiere hacer a favor de nosotros.

Ester 2:12-14 Acercándose al rey


“12 Y cuando llegaba el tiempo de cada una de las doncellas para
venir al rey Asuero, después de haber estado doce meses conforme a
la ley acerca de las mujeres, pues así se cumplía el tiempo de sus
atavíos, esto es, seis meses con óleo de mirra y seis meses con
perfumes aromáticos y afeites de mujeres, 13 entonces la doncella
venía así al rey. Todo lo que ella pedía se le daba, para venir ataviada
con ello desde la casa de las mujeres hasta la casa del rey. 14 Ella
venía por la tarde, y a la mañana siguiente volvía a la casa segunda
de las mujeres, al cargo de Saasgaz eunuco del rey, guarda de las
concubinas; no venía más al rey, salvo si el rey la quería y era
llamada por nombre.

La ley o la costumbre persa estipulaban que ninguna mujer podía acercarse al


rey hasta que hubiera pasado doce meses (v.12a). Aparentemente, el propósito de
esa estipulación era que la mujer esté lo mejor preparada para el rey. Pero doce
meses parece un tanto excesivo si el único propósito era su preparación física. Eso
nos lleva a pensar que podría haber otra explicación. Una de ellas sería asegurar
que la mujer realmente era virgen y que no llegó al palacio gestando. Otra sería
confirmar que no tenía ninguna enfermedad venérea. Doce meses sería suficiente
para establecer esas dos cosas.
Las autoridades dividieron los doce meses de preparación en dos partes: "seis
meses con óleos de mirra y seis meses con perfumes aromáticos y afeites de
mujeres" (v.12b). La palabra que la RV traduce "afeites" es la misma que en los
vv.3 y 9 se traduce "atavíos". Es un término cosmético que significa “raspar”,
aunque aquí parece tener el sentido de “limpiar la piel”.

REFLEXIÓN: Si el rey Asuero exigía que una mujer se prepare de esta


manera antes de presentarse ante él, ¡cuánto más debe prepararse el
creyente para entrar a la presencia del Rey de reyes! Es triste saber que
la gran mayoría de nosotros nos acercamos a Dios en oración sin la
debida preparación. Debemos prepararnos mental y espiritualmente
antes de entrar a Su presencia, pensando en la grandeza de Dios y
limpiándonos de toda contaminación espiritual. En Cristo somos
declarados justos, pero tenemos la responsabilidad de santificarnos
completamente antes de acercarnos a Dios.

Una vez preparada, la mujer podía acercarse al rey (v.13a). Para ese momento
tan especial se le daba todo lo que ella pedía "para venir ataviada con ello desde la
casa de las mujeres hasta la casa del rey" (v.13b). Quedaba al criterio de la mujer
pedir la ropa y las joyas que quería usar para presentarse ante el rey. El rey no sólo
quería ver la belleza física de la mujer, sino también discernir su criterio y su gusto
al seleccionar la ropa y las joyas apropiadas para ese momento.
Veamos los detalles que brinda el texto acerca de lo que cada concursante tenía
que hacer cuando iba a pasar la noche con el rey y las consecuencias de esa visita
(v.14). Cada candidata iba al palacio por la tarde y salía por la mañana (v.14a). El
propósito de la visita era conocer al rey personalmente y tener relaciones sexuales
con él, para ver si ella le agradaba o no. Para muchas mujeres sería una situación
bastante incómoda.
Luego de pasar la noche con el rey, la mujer no volvía a "la casa de las mujeres"
(v.13b), sino que iba a "la casa segunda de las mujeres" (v.14b); es decir, a la casa
de las concubinas. Esta casa estaba a cargo de otro eunuco, llamado "Saasgaz",
quien era "guarda de las concubinas" (v.14c). Cuando una mujer tenía relaciones
con el rey, dejaba de ser "virgen" y pasaba a estar en la categoría de "concubina",
que era como una esposa oficial del rey, aunque sin llegar a tener la categoría de
reina. Por eso Ester pudo ir al rey con una conciencia limpia, sabiendo que no
estaba cometiendo fornicación, sino que estaba siendo recibida formalmente como
esposa del rey, aunque inicialmente bajo la categoría de “concubina”.
A partir de ese momento, la mujer ya no podía acercarse al rey "salvo si el rey la
quería y era llamada por nombre" (v.14d). En ese tiempo, una concubina no tenía
derechos sólo responsabilidades. Tenía que mantenerse a la disposición del rey, lista
para presentarse ante él cuando él lo solicitara. No podía estar con ningún otro
hombre por el resto de su vida; tenía que guardarse para el rey.
Hoy en día, todo esto suena no solo extraño, sino injusto e indebido. Sin
embargo, refleja el gran honor que era en ese tiempo acercarse al rey del Imperio
Persa.

REFLEXIÓN: ¿Qué lecciones podemos aprender nosotros, considerando


que la Iglesia es la Novia de Cristo y que cada creyente tiene el
privilegio de acercarse a Él? ¿Qué paralelos o contrastes podemos notar
entre la experiencia de una virgen en ese tiempo ante el rey Asuero y la
experiencia del creyente hoy en día ante el Rey de reyes?

Para ayudarnos a reflexionar sobre estas preguntas, notemos dos detalles.


Ninguna concubina podía acercarse al rey a no ser que "el rey la quería" (v.14d). La
expresión en hebreo significa 'el rey se deleitaba en ella'. En el Salmo 18:19
leemos:

"Me sacó a lugar espacioso;


Me libró, porque se agradó de mí".

En Isaías 62:4, tenemos una hermosa promesa: "Nunca más te llamarán


Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada Hefzi-bá, y
tu tierra, Beula; porque el amor [literalmente, el “deleite”] de Jehová estará en ti, y
tu tierra será desposada". Preguntémonos: “¿Se deleita Dios en nosotros?” Vivamos
en tal manera que traigamos gozo al corazón de nuestro Padre Celestial y a nuestro
Salvador.
En segundo lugar, ninguna concubina podía acercarse al rey a no ser que era
"llamada por nombre" (v.14d). Aplicando eso a nosotros, podemos decir que el
Señor no sólo conoce nuestro nombre (Is. 43:1; 45:4) sino que nos llama por
nombre (Jn. 10:3). Nos llama cada día por medio del Espíritu que mora en
nosotros, para que nos acerquemos a Él y nos deleitemos en Su presencia.
¿Estamos disfrutando estos grandes privilegios espirituales?

Ester 2:15-16 La sabiduría de Ester

“15 Cuando le llegó a Ester, hija de Abihail tío de Mardoqueo, quien la


había tomado por hija, el tiempo de venir al rey, ninguna cosa
procuró sino lo que dijo Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres;
y ganaba Ester el favor de todos los que la veían. 16 Fue, pues, Ester
llevada al rey Asuero a su casa real en el mes décimo, que es el mes
de Tebet, en el año séptimo de su reinado.

Cuando le tocó a Ester presentarse delante del rey, ella pudo haberse vestido en
la manera que quería (v.13). Sin embargo, como el autor señala, Ester se dejó
guiar por Hegai ("ninguna cosa procuró sino lo que dijo Hegai", v.15b). ¿Por qué
actuó así? No fue porque tenía una personalidad débil que se dejaba guiar
fácilmente por otros; lo hizo porque era una mujer sabia y sencilla.
Luego de doce meses de ser tratada como una princesa y recibir las mejores
atenciones de las personas que la rodeaban, hubiera sido muy natural que Ester se
volviera bastante orgullosa. Una mujer llena de orgullo difícilmente se dejaría guiar
por otras personas en el tema de los atuendos que debía usar para presentarse
ante el rey. Es más, cuando una mujer de condición humilde, como lo fue Ester, es
lanzada a la fama generalmente cae en la trampa de lucirse en forma
exageradamente ostentosa. Pero Ester no fue así.
Al dejarse guiar por Hegai ella demostró tres grandes cualidades. Primero, la
sensatez de saber que en ese momento no se trataba de vestirse como ella quería
sino de cómo Asuero quería. Ella tenía que pensar en lo que a él le agradaría como
esposo. Al fin y al cabo, era su noche de bodas, aunque fuera por enésima vez.
También, la sabiduría de entender que Hegai conocía los gustos de Asuero mucho
mejor que ella. Hegai era un varón y conocía a Asuero mucho mejor que Ester.
Quién mejor que él para escoger la ropa para Ester. En tercer lugar, la sencillez de
corazón necesaria para pedir consejos de Hegai y dejarse guiar por él en ese
momento. A pesar de todos los favores que recibió en el palacio durante esos doce
meses, Ester siguió siendo una mujer sencilla de corazón.

REFLEXIÓN: ¿Somos personas caracterizadas por estas tres cualidades:


sensatez, sabiduría y sencillez? Es hermoso ver estas cualidades en una
mujer y aún más importante verlas en un varón. Ester presenta un gran
ejemplo y desafío a seguir para todo creyente.

A pesar del celo y la envidia que Ester seguramente provocó involuntariamente


en algunas chicas, se ganó el aprecio de la gran mayoría. Aunque el texto dice que
"ganaba Ester el favor de todos los que la veían" (v.15b), es de suponer que no era
simplemente por su belleza física sino por la hermosura de su carácter y su
personalidad.
En el v.15 leemos que Ester era “hija de Abihail”. Su nombre significa “padre de
poder” o “padre poderoso”. Lamentablemente, no hizo honor a su nombre porque
murió a una temprana edad y no pudo cuidar a Ester. Sin embargo, Ester tenía otro
Padre que no solo era poderoso sino omnipotente. Necesitaba mucho de ese Padre
ahora y lo necesitaría aún más dentro de unos meses, cuando la vida de todos los
judíos estaba en sus manos.
Las Escrituras señalan la fecha exacta en que Ester se presentó ante el rey: fue
"en el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado"
(v.16b). El mes de Tebet corresponde en nuestro calendario al fin de diciembre y el
comienzo de enero. Por ser el séptimo año del reinado de Asuero, podemos afirmar
que cuatro años habían pasado desde la deposición de Vasti (ver Est. 1:3).
Durante esos cuatro años, Asuero pretendió conquistar a Grecia, pero fue derrotado
rotundamente (ver "Introducción", el 'Contexto Histórico'). La deposición de Vasti
fue un mal presagio para la guerra contra Grecia. Su imprudencia como esposo se
reflejó en su imprudencia en el campo de batalla. El hombre o la mujer que fracasa
en su hogar probablemente fracasará también fuera de él, porque lleva las mismas
debilidades de esposo o esposa al mundo laboral.

REFLEXIÓN: ¿Cómo anda nuestro hogar? ¿Cómo estamos cumpliendo


nuestras labores de esposo o esposa, padre o madre, hijo o hija?
¿Podemos ver la relación que existe entre lo que somos en la casa y lo
que somos fuera de ella?

Ester 2:17-18 La coronación de Ester

“17 Y el rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló
ella gracia y benevolencia delante de él más que todas las demás
vírgenes; y puso la corona real en su cabeza, y la hizo reina en lugar
de Vasti. 18 Hizo luego el rey un gran banquete a todos sus príncipes
y siervos, el banquete de Ester; y disminuyó tributos a las provincias,
e hizo y dio mercedes conforme a la generosidad real.”

Asuero no se dio cuenta todavía, pero al recibir a Ester esa noche él estaba por
beneficiarse de la sensatez, la sabiduría y la sencillez de corazón que le hacía
mucha falta y que Ester le iba a brindar como esposa. Ester sería una tremenda
ayuda idónea para el rey de Persia. Con justa razón leemos que "el rey amó a Ester
más que a todas las otras mujeres" (v.17a). Por lo menos tuvo la cordura de valorar
las buenas cualidades de Ester, aunque estuvieran escondidas detrás de su belleza
física.
Ester se ganó el corazón de Asuero, pero fue DIOS quien hizo que ella hallara
"gracia y benevolencia delante de él más que todas las demás vírgenes" (v.17b).
Estas palabras nos hacen pensar en Daniel, quien halló gracia y benevolencia ante
las autoridades de Babilonia (ver Dn. 1:9), incluyendo el gran rey Nabucodonosor,
quien lo halló diez veces más sabio que los demás estudiantes (Dn. 1:19-21).
Habiendo ganado el favor de Asuero, el rey de Persia “puso la corona real en su
cabeza, y la hizo reina en lugar de Vasti” (v.17c). Debió haber sido una ceremonia
impresionante y Ester habrá experimentado una gran variedad de emociones. Pero
nadie se dio cuenta de lo que Dios estaba haciendo, anticipando uno de los
momentos más críticos en la historia de Su pueblo y colocando a una judía cerca al
máximo poder del Imperio Persa para que juegue un papel clave en la salvación de
Su pueblo. ¡Oh profundidad de la sabiduría de Dios!

REFLEXIÓN: Si Vasti hubiera sido más sensata, sabia y sencilla, quizá


habría reaccionado más apropiadamente ante la demanda de Asuero
(ver Est. 1:10-11) y pudo haber retenido su posición como reina.
¡Cuántas veces perdemos amistades, puestos de trabajo u otras
oportunidades en la vida por nuestra falta de sabiduría! Aprendamos de
las experiencias de Vasti y Ester. No todo depende de nuestras
cualidades externas, como la belleza física o el dinero. Muchas veces lo
que somos internamente, nuestro carácter, es más importante que lo
que somos, externamente.

La primera parte de la historia, es decir la primera escena del drama (Est. 1:1 -
2:18), comienza y termina con banquetes (ver Est. 1:3-9 y 2:18). El primer
banquete fue para celebrar el establecimiento del reinado de Asuero (ver Est.
1:1-2); el último, para celebrar la coronación de Ester (Est. 2:18). El banquete de
Asuero terminó con la deposición de Vasti (Est. 1:19), presagiando la derrota de
Persia ante el ejército de Grecia, mientras que el "banquete de Ester" (v.18b)
concluyó con un gesto generoso de Asuero: "disminuyó tributos a las provincias, e
hizo y dio mercedes conforme a la generosidad real" (v.18c).
No sabemos si Ester tuvo algo que ver con esta repentina generosidad de
Asuero, pero no nos sorprendería si fuera así. Es bastante factible, por no decir
probable, que Asuero hiciera esta ordenanza por sugerencia de su nueva reina, o
por lo menos influenciado por la alegría que ella trajo a su vida. El imperio ya
estaba comenzando a sentir la buena influencia de Ester, la reina judía. Dios tenía
Su pieza clave en el lugar indicado y los frutos no tardaron en manifestarse.
¡Cuántos judíos se beneficiaron de esta generosidad! Dios estaba cuidando y
bendiciendo a Su pueblo por medio de Ester.

REFLEXIÓN: ¿Qué fruto hay en nuestras vidas? El propósito de Dios es


que llevemos mucho fruto (Jn. 15:16, 8) y seamos de bendición a otros
(ver Gn. 12:2-3). Debemos hacerlo en el hogar, en la familia, en el
centro de trabajo, en la universidad, en el vecindario y en la iglesia.
Tomemos a Ester como modelo, no a Vasti, y seamos de bendición para
muchas personas.

Ester 2:19-23 Un complot desenmascarado

“19 Cuando las vírgenes eran reunidas la segunda vez, Mardoqueo


estaba sentado a la puerta del rey. 20 Y Ester, según le había
mandado Mardoqueo, no había declarado su nación ni su pueblo;
porque Ester hacía lo que decía Mardoqueo, como cuando él la
educaba. 21 En aquellos días, estando Mardoqueo sentado a la puerta
del rey, se enojaron Bigtán y Teres, dos eunucos del rey, de la
guardia de la puerta, y procuraban poner mano en el rey Asuero. 22
Cuando Mardoqueo entendió esto, lo denunció a la reina Ester, y
Ester lo dijo al rey en nombre de Mardoqueo. 23 Se hizo investigación
del asunto, y fue hallado cierto; por tanto, los dos eunucos fueron
colgados en una horca. Y fue escrito el caso en el libro de las crónicas
del rey.”

Estos versos sirven de nexo entre la primera y la segunda escena del drama del
libro de Ester. Un evento estaba por ocurrir que sería la segunda pieza clave para la
salvación del pueblo de Dios. Dios no sólo usaría a Ester para salvar a Su pueblo,
sino también a Mardoqueo. Sin embargo, para que Mardoqueo pueda jugar ese
papel de salvador algo tenía que pasar que llamaría la atención de Asuero, para que
meses después Asuero haga algo a favor de Mardoqueo que resultaría favorable
para el pueblo de Dios. Como veremos a continuación, la trama del libro de Ester es
sumamente interesante y revela el control perfecto que Dios tiene de la historia
humana.
El pasaje empieza con un detalle que resulta difícil entender: “Cuando las
vírgenes eran reunidas la segunda vez” (v.19a). En el texto original, no hay el
artículo definido antes de la palabra “vírgenes”, y eso da a entender que el rey
Asuero ordenó una convocatoria de doncellas para aumentar su harén. No sabemos
si eso se debió a una disminución en el afecto por Ester o si simplemente quería
renovar su conjunto de concubinas. De todos modos, la convocatoria
potencialmente iba a afectar a Ester, así que Mardoqueo se acercó y “estaba
sentado a la puerta del rey” (v.19b). Su amor por Ester hizo que Mardoqueo
siguiera de cerca sus pasos, para ver qué pasaría con ella. Aunque era su padre
adoptivo, la amaba como si fuera su propia hija.
Por segunda vez, el autor indica que Ester guardó en secreto su identidad como
judía (v.20; ver el v.10). Esta repetición indica que es un dato importante. De
haberse conocido la nacionalidad de Ester, se habría ejercido alguna presión política
para eliminarla del concurso de belleza, algo que no la habría permitido estar en el
lugar adecuado para interceder a favor de los judíos.
El v.20 nos brinda otro detalle interesante, que nos ayuda a entender el carácter
y el comportamiento de Ester. Ella guardó el secreto de su nacionalidad porque
Mardoqueo le pidió que lo haga. Como afirma el autor, “porque Ester hacía lo que
decía Mardoqueo, como cuando él la educaba” (v.20b). ¡Qué interesante! A pesar
de no ser su hija, Mardoqueo invirtió en la educación de Ester. Eso indica que los
padres de Ester fallecieron cuando ella era aún niña. Años después, Mardoqueo
cosechó el beneficio de esa inversión de tiempo y dinero en la educación de Ester.
La educación de Ester, que generó en ella un espíritu de obediencia y afecto
hacia Mardoqueo, no fue para el beneficio de Mardoqueo sino para el bien de Ester
y al final para el beneficio de todo el pueblo de Dios. De no haber seguido las
instrucciones de Mardoqueo, Ester no habría llegado a ser reina y tampoco hubiera
podido hacer algo para salvar a los judíos de la exterminación planeada por
Satanás. ¡Cuán importante es una buena educación! Y una buena educación no
consiste sólo en llenar la mente de un niño de conocimiento, sino de inculcar en él o
en ella la importancia de acatar las instrucciones de personas que tienen mayor
experiencia de la vida.

REFLEXIÓN: Sin tenemos hijos menores, preguntémonos: ¿estamos


invirtiendo bien en su educación? ¿Qué clase de educación estamos
dándoles? ¿Incluye la buena formación en temas como la obediencia y
el respeto hacia los mayores? Su futuro, y quizá el futuro de muchas
personas más, dependerá de cómo formamos a nuestros hijos.

Mientras Mardoqueo expresaba su preocupación por Ester, acercándose cada día


al palacio para saber noticias de ella, él se enteró de una intriga política. Dos
personas de gran influencia, “eunucos del rey, de la guardia de la puerta” (v.20b),
se enojaron con Asuero “y procuraron poner mano en el rey” (v.20c). Sus nombres
eran “Bigtán y Teres” (v.20b).
No sabemos qué fue lo que provocó la ira de estos dos funcionarios importantes.
Evidentemente, eran personas de confianza porque estaban a cargo del acceso a la
presencia del rey; eran “de la guardia de la puerta” (v.21). Sin embargo, Asuero
hizo algo que provocó tanto su ira que estos dos funcionarios decidieron quitarle la
vida al rey; un acto de gran osadía y altamente riesgoso.
Para el mal de ellos, Mardoqueo se enteró del complot y lo comunicó a Ester
(v.22a). Ester a su vez pasó la información a Asuero, haciéndolo “en nombre de
Mardoqueo” (v.22b). Aquí tenemos otro dato que habla bien de Ester y que jugó un
papel importante en la salvación de los judíos. Si Ester hubiera tratado de ganarse
el favor de Asuero, pasando por alto el hecho de que Mardoqueo le brindó la
información del complot, nunca se habría registrado el nombre de Mardoqueo en “el
libro de las crónicas del rey” (v.23c). Como veremos cuando lleguemos al capítulo
6, era muy importante que el nombre de Mardoqueo figure en el libro de las
crónicas de Asuero.

REFLEXIÓN: ¡Cuántas veces nuestro orgullo y egoísmo nos lleva a pasar


por alto lo que otros hacen para que sólo nosotros seamos conocidos!
Cada vez que lo hacemos, Dios lo ve. Si fuéramos más humildes y
dispuestos a reconocer el valor de lo que otros hacen, no sólo
favoreceríamos los propósitos de Dios en este mundo, sino que
sembraríamos para nuestro bien. Dios siempre recompensará la
humildad y la usará para Su gloria.

Asuero no fue tan ingenuo como para creer una acusación seria sin mayor
evidencia. Ordenó que se hiciera una investigación del asunto y la investigación
confirmó el informe de Mardoqueo (v.23a). Esto tuvo dos consecuencias. Primero,
“los dos eunucos fueron colgados en una horca” (v.23b). Ellos recibieron el debido
castigo por haber atentado contra la vida del monarca. Luego, “fue escrito el caso
en el libro de las crónicas del rey” (v.23c). Como veremos posteriormente, ese
informe incluyó el nombre de Mardoqueo (ver Est. 6:2). Él también recibió lo que
merecía: el reconocimiento de haber actuado a favor del rey, mostrando fidelidad al
gran monarca a pesar de que tenía a su pueblo, los judíos, bajo el yugo de la
opresión.

REFLEXIÓN: La ley de la vida establecida por Dios en este mundo es que


tarde que temprano cosecharemos lo que sembramos, sea bueno o
malo. Meditemos en eso por un momento y preguntémonos: “¿Estamos
sembrando para bien o para mal?” Dios nos ayude a entender que si
queremos disfrutar una vida tranquila en días venideros, debemos vivir
ahora conforme a la voluntad de Dios. Nuestro comportamiento hoy es
una suerte de inversión para el futuro.
Ester 3:1-2 El peligro del engrandecimiento

“1 Después de estas cosas el rey Asuero engrandeció a Amán hijo de


Hamedata agagueo, y lo honró, y puso su silla sobre todos los
príncipes que estaban con él. 2 Y todos los siervos del rey que
estaban a la puerta del rey se arrodillaban y se inclinaban ante Amán,
porque así lo había mandado el rey; pero Mardoqueo ni se arrodillaba
ni se humillaba.”

Antes de morir en la cruz, el Señor Jesús advirtió a Sus discípulos: “En el mundo
tendréis aflicción” (Jn. 16:33). La experiencia de la Iglesia fue la experiencia de
Israel. La aflicción se debe a que Dios tiene un enemigo que odia a Su pueblo y
trata en lo posible de destruirlo. En la historia de Ester, la persona a quien Satanás
usó para amenazar al pueblo de Dios fue Amán.
Amán es presentado como el “hijo de Hamedata agagueo” (v.1). El autor no lo
afirma y por lo tanto no debemos ser dogmáticos al respecto, pero muchas
personas consideran que al usar la palabra “agagueo”, el autor de Ester está dando
a entender que Amán era descendiente del rey Agag (ver 1 S. 15:8). Lo importante
de ese dato es que Agag era el rey de Amalec y los amalecitas eran enemigos del
pueblo de Dios. Ellos fueron la nación que se opuso a Israel cuando el pueblo de
Dios salió de Egipto (ver Ex. 17:8-16; para mayores detalles, ver la Introducción a
Ester). Si Amán era descendiente de los amalecitas, entonces sus acciones en este
libro deben ser entendidas como la de un hombre que odiaba al pueblo de Dios por
razones históricas y quería hacer todo lo posible por destruir el remanente de
Israel.
Sin embargo, la historia de Ester apunta a otra razón más personal. El v.1 indica
que “Asuero engrandeció a Amán…y lo honró, y puso su silla sobre todos los
príncipes que estaban con él”. Estas palabras indican que Amán surgió como una
nueva estrella en el firmamento del Imperio de Persia. No sabemos por qué el rey
lo elevó de esta manera, pero es claro que tuvo que ver con alguna acción o
servicio que Amán brindó a Asuero. Luego de su elevación de rango, “todos los
siervos del rey que estaban a la puerta del rey se arrodillaban y se inclinaban ante
Amán, porque así lo había mandado el rey” (v.2a).
En un sentido, la experiencia de Amán fue similar a la de Ester. Ambos eran
extranjeros y ambos fueron elevados repentinamente a puestos de gran influencia
en el reino. Sin embargo, hubo grandes diferencias entre ellos: Ester temía a Dios,
mientras que Amán era un enemigo de Dios; Ester reaccionó con humildad,
mientras que Amán se volvió orgulloso; Amán usó su nueva posición para lograr un
beneficio personal, mientras que Ester usó su nueva posición para el bien de su
pueblo.

REFLEXIÓN: Cuando somos honrados, ¿cómo reaccionamos? ¿Somos


como Amán o como Ester? Los halagos de otras personas provocan
reacciones en nosotros que dicen mucho de la persona que somos. ¿Qué
reacciones vemos en nuestros corazones? ¿Qué dice eso de nosotros?
Meditemos honestamente al respecto.

La única persona que no se arrodilló ante Amán fue Mardoqueo (v.2b). Las
Escrituras dicen enfáticamente que él “ni se arrodillaba ni se humillaba”. La
pregunta es, ¿por qué no? A primera vista uno podría pensar que Mardoqueo era
orgulloso, pero no era así. La explicación está en el v.4, donde leemos que “ya les
había declarado que era judío”. Como tal, Mardoqueo sentía que no podía
arrodillarse ante Amán porque de hacerlo sería como rendirle culto, y él sólo debía
adorar a Dios, no a un hombre. La decisión de Mardoqueo de no arrodillarse
delante de Amán es similar a la decisión de Daniel de no contaminarse con la
comida del rey (Dn. 1:8) o a la decisión de sus amigos de no arrodillarse delante de
la estatua de oro (Dn. 3:12-18). Fue una decisión que puso en riesgo su vida, pero
lo hizo por fidelidad a Jehová el Dios de Israel.

REFLEXIÓN: ¿Cómo reaccionamos cuando se nos ordena hacer algo que


sabemos deshonra a Dios? Nuestra reacción ante esa demanda también
dice mucho de la persona que somos y el amor que tenemos a Dios.
¿Estamos dispuestos a honrar a Dios aunque eso nos cueste la pérdida
de amigos o nuestro puesto de trabajo? ¿Cuán importante es la voluntad
de Dios en nuestras vidas?

Ester 3:3-4 Sufriendo por Cristo

“3 Y los siervos del rey que estaban a la puerta preguntaron a


Mardoqueo: ¿Por qué traspasas el mandamiento del rey? 4 Aconteció
que hablándole cada día de esta manera, y no escuchándolos él, lo
denunciaron a Amán, para ver si Mardoqueo se mantendría firme en
su dicho; porque ya él les había declarado que era judío.”

Puesto que la decisión de Mardoqueo de no inclinarse delante de Amán fue


evidente a todos, los siervos del rey le preguntaron: “¿Por qué traspasas el
mandamiento del rey?” (v.3b). Estas palabras nos hacen recordar que el mundo
está mirando todo lo que hacemos y muchas veces quiere saber por qué nos
comportamos de esa manera. Pedro nos exhorta a que debemos estar siempre
preparados para dar respuesta cuando nos interpelan por nuestro accionar cristiano
(1 P. 3:14-15). Dios no quiere que Sus hijos hagan cosas sin saber por qué las
hacen, y las preguntas del mundo muchas veces nos llevan a reflexionar sobre
nuestro diario vivir.
No leemos explícitamente cuál fue la respuesta de Mardoqueo, pero el texto
bíblico indica que tuvo que ver con su identidad nacional: “porque ya les había
declarado que era judío” (v.4b). Como judío, no podía adorar a otros dioses o
inclinarse ante cualquier persona que no sea Dios. Lamentablemente, los siervos
del rey, lejos de entender que la respuesta de Mardoqueo tuvo que ver con su
creencia religiosa, politizaron el asunto y provocaron una crisis denunciándolo ante
Amán (v.4a).

REFLEXIÓN: El mundo constantemente tergiversa los criterios de los


hijos de Dios y les atribuyen pensamientos que no se ajustan a la
verdad. Por ejemplo, si el creyente defiende la enseñanza bíblica acerca
del matrimonio, la gente inconversa tergiversa lo que dice y lo acusa de
ser homofóbico. Su actitud confirma la enseñanza bíblica acerca de la
lucha espiritual en la cual nos encontramos. Los inconversos no se dan
cuenta que son instrumentos en las manos de Satanás para atacar a los
hijos de Dios. ¿Estamos sufriendo las consecuencias de esta lucha
espiritual? Pidamos a Dios la fortaleza espiritual que necesitamos para
seguir adelante y no desmayar.

¿Por qué los siervos del rey denunciaron a Mardoqueo ante Amán? La respuesta
sería, por envidia y maldad. Dado a que ellos tuvieron que reverenciar a Amán,
querían que Mardoqueo también lo hiciera, y si no lo hacía lo iban a denunciar. Sin
embargo, el v.4 indica una razón adicional. El texto dice claramente que lo
denunciaron a Amán, “para ver si Mardoqueo se mantendría firme en su dicho”. En
otras palabras, lo pusieron a prueba, queriendo ver hasta qué punto se mantendría
firme en sus convicciones espirituales.
La actitud de los siervos de Asuero es similar a la de los funcionarios de
Babilonia que denunciaron a los tres amigos de Daniel por no postrarse ante la
estatua de Nabucodonosor (ver Dn. 3:8-12). También es similar a la de los
funcionarios del Imperio Medo quienes denunciaron a Daniel por no acatar la orden
de Darío de no orar a otro dios (ver Dn. 6:10-13). En ambos casos, Satanás influyó
la mente de los inconversos para tratar de lastimar a los siervos de Dios.

REFLEXIÓN: El mundo tolera toda clase de comportamiento, por tan


inmoral que sea, pero no tolera a un creyente que quiere ser fiel al
Señor y rehúsa someterse a los valores de este mundo. Por eso los que
no conocen el evangelio persiguen a los verdaderos creyentes que
procuran agradar y obedecer a Dios en cada área de su vida. Lo que
debemos meditar es si estamos dispuestos a ser fieles al Señor aun si
nos cuesta ser perseguidos y odiados por el mundo.
El Señor afirmó que en este mundo tendremos aflicción, pero eso solo
se dará si estamos dispuestos a resistir la presión del mundo para
honrar y servir a Dios. Es muy fácil evitar el sufrimiento si queremos
hacerlo. Lo único que tenemos que hacer es acobardarnos ante el
mundo y someternos a la presión de la gente que nos rodea. La
pregunta es, ¿a quién amamos más, a Dios o a nuestras propias vidas?

Ester 3:5-7 La ira del hombre y la soberanía de Dios

“5 Y vio Amán que Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba delante


de él; y se llenó de ira. 6 Pero tuvo en poco poner mano en
Mardoqueo solamente, pues ya le habían declarado cuál era el pueblo
de Mardoqueo; y procuró Amán destruir a todos los judíos que había
en el reino de Asuero, al pueblo de Mardoqueo. 7 En el mes primero,
que es el mes de Nisán, en el año duodécimo del rey Asuero, fue
echada Pur, esto es, la suerte, delante de Amán, suerte para cada día
y cada mes del año; y salió el mes duodécimo, que es el mes de
Adar.

Cuando Amán se percató de la falta de respeto por parte de Mardoqueo “se llenó
de ira” (v.5b). Nada molesta más a un hombre orgulloso que cuando alguien rehúsa
darle el honor que merece. No importa si todo el mundo le rinde homenaje, basta
con que una persona no lo haga para que se moleste desmedidamente. La reacción
de dicha persona se debe al carácter de Satanás, porque así es él. Cuando no le
rendimos homenaje, el diablo se molesta mucho; por eso odia tanto al pueblo de
Dios, porque es el único grupo de personas que se rehúsa postrarse delante de él.
La reacción de Amán fue muy fuerte: “tuvo en poco poner mano en Mardoqueo
solamente” (v.6a). Al descubrir que Mardoqueo era judío y sabiendo que fue por
eso que no quiso postrarse ante él, Amán determinó destruir a todos los judíos
esparcidos a lo largo y ancho del imperio persa (v.6b). Sin lugar a duda, fue una
idea sembrada en su mente por Satanás mismo.
Recordemos que este intento de destruir a los judíos no sólo se iba a aplicar a
los judíos que estaban en el exilio sino también a los que vivían en Palestina, dado
a que Palestina estaba dentro del Imperio Persa. ¡Ni los que estaban en Jerusalén
estarían a salvo! El remanente del pueblo de Dios que recientemente había
reconstruido el templo y que estaba queriendo servir a Dios en Palestina, lejos de
los centros de poder del Imperio Persa; ellos también estaban bajo amenaza de
muerte.

REFLEXIÓN: Cuando la ira se apodera de la mente y el corazón de


alguien se vuelve irracional. No descansa hasta que haya procurado la
venganza, y muchas veces lo que exige como venganza es mayor que el
crimen cometido. Lo único que Mardoqueo hizo fue rehusar arrodillarse
delante de Amán, pero eso le llevó a Amán a buscar el exterminio de
todos los judíos.
¿Cómo somos nosotros cuando nos airamos? ¿Reconocemos esa
tendencia a exagerar el crimen y querer castigar a la persona que nos
hizo el daño en forma excesiva? Aprendamos la importancia de meditar
antes de reaccionar, y si vamos a reaccionar, que sea con cordura y en
forma mesurada. No seamos instrumentos de Satanás, para hacer su
obra diabólica en este mundo.

Es sumamente interesante notar la manera en que Amán planeó la destrucción


del pueblo de Israel. Comenzó a implementar su plan al inicio de un año nuevo (“En
el mes primero, que es el mes de Nisán…”, v.7). Era el año 473 a.C., el año
duodécimo del reinado de Asuero.
No está claro si, al echar suerte, Amán estaba determinando todas sus
actividades para ese año o si sólo tenía en mente el plan de matar a los judíos y
quería saber en qué fecha sería más propicio hacerlo. Probablemente fue lo
segundo. La palabra, “Pur” (v.7) se deriva de una palabra persa (‘pari’) que
significa “algo que ocurre fortuitamente o al azar”. Lo que Amán hizo fue echar
suerte por cada mes para ver qué mes saldría ‘elegido’ para matar a los judíos. La
Biblia nos dice que “salió el mes duodécimo, que es el mes de Adar” (v.7b). Lo más
probable es que Amán luego siguió echando suerte, día por día, hasta ver qué día
del mes sería elegido para ejecutar su plan maquiavélico.
Aunque Amán estaba siguiendo una práctica pagana, una práctica que Satanás o
los demonios muchas veces usan para controlar las actividades de los inconversos,
indudablemente fue Dios quien determinó la suerte. Como declara las Escrituras:

“La suerte se echa en el regazo;


Mas de Jehová es la decisión de ella”

Proverbios 16:33

Al ordenar que el mes duodécimo sea seleccionado por suerte, Dios estaba
obrando a favor de Su pueblo, dándole el tiempo necesario para prepararse. En
particular, le dio a Mardoqueo y a Ester el tiempo que necesitaban para salvar a los
judíos. Una vez más vemos cómo Dios controla los eventos de la historia, actuando
a favor de Su pueblo aun cuando Su actuar es casi imperceptible.

REFLEXIÓN: Dios tiene muchas maneras de obrar. A veces hace Su obra


muy notoria, para que no quepa duda que fue Él quien lo hizo. Pero en
muchas oportunidades, quizá en la mayoría de los casos, Dios obra en
tal manera que solo los que tienen ojos de fe podrán ver o discernir Su
mano obrando. ¡Cuán importante es pedirle a Dios que nos conceda
esos ojos espirituales para ver cuando Él está obrando a favor de
nosotros! Es importante saber, como Sus hijos, que nuestro Padre
celestial está en control de todo lo que ocurre en este universo. Al fin y
al cabo, no hay tal cosa como el azar o la suerte. Nuestro Dios es el que
hace “todas las cosas según el designio de Su voluntad” (Efe 1:11).
Ester 3:8-11 La lucha espiritual

“8 Y dijo Amán al rey Asuero: Hay un pueblo esparcido y distribuido


entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son
diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes del rey, y al
rey nada le beneficia el dejarlos vivir. 9 Si place al rey, decrete que
sean destruidos; y yo pesaré diez mil talentos de plata a los que
manejan la hacienda, para que sean traídos a los tesoros del rey. 10
Entonces el rey quitó el anillo de su mano, y lo dio a Amán hijo de
Hamedata agagueo, enemigo de los judíos, 11 y le dijo: La plata que
ofreces sea para ti, y asimismo el pueblo, para que hagas de él lo que
bien te pareciere.

Habiendo establecido la fecha propicia para su complot, el siguiente paso fue


lograr el permiso de Asuero. Amán lo obtuvo calumniando a los judíos, diciendo tres
cosas negativas acerca de ellos (v.8b):

- Los judíos tenían leyes diferentes a las de todo el pueblo


- Los judíos no se sometían a las leyes del rey.
- Asuero no sacaba provecho alguno de sus vidas.

Vemos en las palabras de Amán una mezcla de verdad y mentira. Era cierto que
los judíos tenían leyes diferentes y que ellos se distinguían de los demás pueblos,
pero no era cierto que desobedecían al rey. Más bien, Dios había ordenado a los
judíos a velar por la paz y el bienestar de sus conquistadores: “Y procurad la paz
de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su
paz tendréis vosotros paz” (Jer. 29:7).
A lo largo de los años, varios destacados judíos velaron por el bien de sus
conquistadores. Entre ellos figuran Daniel y Nehemías, quienes sirvieron a los
babilonios y luego a los persas. Es más, los judíos eran trabajadores y estudiosos,
así que Asuero sacaba bastante provecho de ellos en términos de impuestos y
rentas que los judíos pagaban, además de todo el aporte que brindaban al mundo
comercial.

REFLEXIÓN: El propósito de Dios para la Iglesia es que seamos de


beneficio para el mundo en que vivimos. No sólo debemos ser “sal” y
“luz”, alumbrando espiritualmente y frenando el pecado, sino que
debemos aportar al mundo con nuestro trabajo, compasión y actos de
misericordia. Valdría la pena preguntarnos cuál es nuestro aporte a la
sociedad donde vivimos, tanto a nivel personal como a nivel de la
congregación. ¿En qué manera estamos beneficiando a la comunidad, el
barrio o el vecindario donde vivimos?

Fingiendo el deseo de apoyar al rey y velar por su bienestar, Amán plantea la


idea de eliminar a ese pueblo nocivo y pernicioso, ofreciendo aun cubrir los gastos
del exterminio. ¡Cuán generoso es Amán cuando se trata de matar a sus enemigos!
Ofreció nada menos de “diez mil talentos de plata” (v.9), que es una suma fabulosa
de dinero. El historiador Heródoto afirma que la renta anual de todo el Imperio
Persa era 15,000 talentos. De ser así, Amán estaba ofreciendo dos tercios de los
ingresos anuales del rey de todo el imperio.

REFLEXIÓN: El mundo muchas veces nos critica por dar nuestros


diezmos y ofrendas a la Iglesia. Sin embargo, los inconversos gastan
mucho más dinero que nosotros en sus actividades, como las fiestas, los
bailes y todo su entretenimiento. Dios nos ayude a ser generosos en
cosas benéficas, tomando como ejemplo la “generosidad” del mundo
para las cosas superficiales de la vida. En el caso del mundo, su dinero
es mal gastado; en nuestro caso, el dinero es bien invertido. La
pregunta es, ¿somos generosos o mezquinos en nuestras ofrendas?

El ofrecimiento de Amán impactó al rey Asuero (vv.10-11). Su pretendida


generosidad y altruismo logró el efecto deseado. Asuero “quitó el anillo de su mano,
y lo dio a Amán” (v.10a), palabras que traen a la memoria lo que el Faraón hizo
cuando elevó a José a ser el Primer Ministro de Egipto (ver Gn. 41:42). A la
descripción de Amán (“hijo de Hamedata agagueo”, v.10b), el escritor sagrado
añade las palabras escalofriantes: “enemigo de los judíos” (v.10c). El autor
intelectual de este plan no era un simple ciudadano del Imperio Persa; tampoco era
un funcionario público, velando por el bienestar del rey. El autor intelectual es un
“agagueo”, y como tal es un “enemigo de los judíos”. Es un amalecita, que guarda
un rencor insaciable y un odio vengativo hacia el pueblo de Dios. Pero lo peor de
todo es que escondido detrás de las maquinaciones mentales de este hombre está
el rencor y el odio que yace en el corazón del propio diablo contra Dios y Su plan de
salvación.

REFLEXIÓN: Como creyentes, siempre debemos recordar la realidad de


la lucha espiritual en la cual estamos inmersos. Desde el momento de
nuestra conversión, dejamos de ser aliados de Satanás e integrantes de
su reino, y pasamos a ser soldados del rey Cristo. Por lo tanto, debemos
evaluar todas las luchas que enfrentamos como creyentes a la luz de
esta gran realidad. Como dijera Pablo, cualquiera que sea nuestra lucha
no es “contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6:12). Por
lo tanto, debemos tomar toda la armadura de Dios y fortalecernos en Su
poder (Ef. 6:13, 10), porque nada más nos podrá ayudar en la lucha
espiritual.

El pasaje termina con Asuero negando el ofrecimiento de Amán de sufragar los


gastos de la matanza de los judíos (v.11a) y dándole el derecho de quitarles la vida
a todos ellos (v.11b). Asuero se atrevió a decirle a Amán: “para que hagas de él [es
decir, del pueblo judío] lo que bien te pareciere” (v.11b). Lo que Asuero no
consideró es que por encima de él estaba el Dios eterno, el Rey de reyes y el Señor
de señores. Amán también se olvidó de ello. Los dos podían planear lo que querían,
pero el que iba a tener la última palabra sería Jehová, el Dios de Israel. Asuero y
Amán simplemente no sabían con quienes se estaban metiendo, al planear la
muerte del pueblo de Dios. Ellos estaban queriendo tocar a aquella nación escogida
por Dios y a quienes Él consideraba como Su especial tesoro sobre la tierra. Es
más, por medio de Zacarías, Jehová de los ejércitos ya había advertido a las
naciones: “el que os toca, toca a la niña de Su ojo” (Zac 2:8). Amán estaba
cometiendo una locura que le costaría caro, porque nadie ataca el pueblo de Dios y
sale ileso.

REFLEXIÓN: Lo que era cierto de Israel es cierto de la Iglesia: somos el


pueblo de Dios y como tal somos la niña de Sus ojos. Satanás usará
muchas personas para atacarnos, pero esas personas deben tener
mucho cuidado. Lo que le pasó a Amán en el capítulo 7 es lo que les
pasará a ellos también: serán destruidos. Dios nos ayude a confiar en Él
cuando estamos siendo atacados. No odiemos a nuestros enemigos,
tengamos compasión de ellos, y oremos que Dios tenga misericordia de
nuestros atacantes antes que sea demasiado tarde.
Ester 3:12-15 El decreto de Amán

“12 Entonces fueron llamados los escribanos del rey en el mes


primero, al día trece del mismo, y fue escrito conforme a todo lo que
mandó Amán, a los sátrapas del rey, a los capitanes que estaban
sobre cada provincia y a los príncipes de cada pueblo, a cada
provincia según su escritura, y a cada pueblo según su lengua; en
nombre del rey Asuero fue escrito, y sellado con el anillo del rey. 13 Y
fueron enviadas cartas por medio de correos a todas las provincias
del rey, con la orden de destruir, matar y exterminar a todos los
judíos, jóvenes y ancianos, niños y mujeres, en un mismo día, en el
día trece del mes duodécimo, que es el mes de Adar, y de apoderarse
de sus bienes. 14 La copia del escrito que se dio por mandamiento en
cada provincia fue publicada a todos los pueblos, a fin de que
estuviesen listos para aquel día. 15 Y salieron los correos prontamente
por mandato del rey, y el edicto fue dado en Susa capital del reino. Y
el rey y Amán se sentaron a beber; pero la ciudad de Susa estaba
conmovida.”

Habiendo obtenido la aprobación del rey, Amán procedió a poner en marcha todo
el aparato estatal para ejecutar su plan. Lo primero que tenía que hacer era
informar a los oficiales del imperio de la orden del rey. Por lo tanto, el día trece del
primer mes “fueron llamados los escribanos del rey” (v.12a) y ellos redactaron
“todo lo que mandó Amán” (v.12b), quien estaba a cargo del imperio en este
asunto.
La carta fue enviada “a los sátrapas del rey, a los capitanes que estaban sobre
cada provincia y a los príncipes de cada pueblo” (v.12c). Todos tenían que ser
informados, y para asegurar una clara comprensión del edicto el comunicado fue
redactado en la “escritura” y “lengua” de cada pueblo y provincia (v.12d). Para dar
mayor oficialidad al asunto, el edicto fue escrito “en nombre del rey…y sellado con
el anillo del rey” (v.12e). Vemos en todo esto una tremenda eficiencia. Amán no
dejó ningún cabo suelto y tampoco había lugar para la improvisación. Cuando
Satanás decide atacar al pueblo de Dios lo hace con mucha sabiduría e inteligencia.

REFLEXIÓN: Si los agentes del mal son tan eficientes en lo que ellos
hacen, ¿por qué no lo son los agentes del bien? La manera en que Amán
se propuso ejecutar su plan debe ser una lección para todos los que
tenemos ministerios en la iglesia. Si vamos a hacer algo, debemos
hacerlo bien. Cualquier plan que queramos poner en marcha debe ser
bien pensado, planificado y ejecutado con profesionalismo para la gloria
de Dios y para el bien de las personas. Reflexionemos sobre los
programas de nuestra congregación. ¿Tienen estas características?
¿Honramos a Dios en lo que hacemos o somos informales e
improvisamos todo?

El sistema de comunicaciones en ese tiempo no era lo que es ahora. Sin


embargo, las cartas fueron enviadas “por medio de correos a todas las provincias
del rey” (v.13a); es decir, a las 127 provincias (ver Est. 1:1). En el idioma original,
la palabra “correos” es un verbo que significa “correr”. En ese tiempo, el “correo”
consistía en un mensaje llevado por personas que montaban a caballo (ver Est.
8:10,14), quienes corrían por todo el imperio llevando comunicaciones oficiales (ver
v.15a). Algunas provincias eran muy alejadas de Susa y las cartas habrán
demorado varias semanas en llegar a su destino.
En este caso, las cartas imperiales llevaban una orden muy clara: la de “destruir,
matar y exterminar a todos los judíos, jóvenes y ancianos, niños y mujeres, en un
mismo día” (v.13b). Los tres verbos, “destruir, matar y exterminar”, no son
redundantes. En ellos tenemos un ejemplo de un mecanismo legal que tiene como
fin asegurar que se cumpla la ley, eliminando cualquier posibilidad de hallar una
escapatoria legal.
La orden fue clara: había que matar a todos los judíos, sean jóvenes o ancianos,
mujeres o niños. Nadie se salvaría, ni por edad o por compasión. Además, todos
tenían que ser eliminados en un solo día, “el día trece del mes duodécimo, que es el
mes de Adar” (v.13c).

REFLEXIÓN: ¿Cómo explicamos la acción de un rey que ordena la


muerte de tantos de sus súbditos? No tiene sentido, aparte de la lucha
espiritual cósmica que lleva a Satanás a querer usar a sus siervos para
atacar al pueblo de Dios en la forma más maliciosa posible. El paralelo
en este tiempo es el odio que muchos tienen al pueblo de Dios, cuando
nos pronunciamos sobre asuntos morales como la sexualidad, el
matrimonio y el aborto. Cuando el mundo nos rechaza y se burla de
nosotros por tocar estos temas, recordemos el odio de Amán. Ambas
cosas vienen de la misma fuente satánica.

Además de matar a todos los judíos, la carta dio permiso a los demás pueblos a
quitarles a los judíos todas sus pertenencias (“y de apoderarse de sus bienes”,
v.13d). ¡Este detalle fue un excelente estímulo para la masacre! Nos hace pensar
en lo que pasó durante el Holocausto, en Alemania, bajo Hitler, cuando no sólo se
mató a los judíos, sino que primero se les quitó todos sus bienes.
Tal fue la eficiencia con la que se ejecutó la orden, que una copia del
mandamiento del rey “fue publicada a todos los pueblos, a fin de que estuviesen
listos para aquel día” (v.14b). Sin embargo, uno se pregunta: “Si la orden iba a ser
publicada con tanta anticipación, ¿no tendrían los judíos el tiempo necesario para
tomar medidas defensivas o para huir a lugares apartados?”. De ser así, ¿por qué
se publicó el decreto con tanta anticipación, advirtiendo a los judíos de lo que iba a
pasar?
A manera de respuesta habría que decir que el decreto pudo haber sido
publicado con un grado de reserva. En otras palabras, pudo haber sido algo hecho
en secreto. Quizá se lo pidió a las autoridades que guardasen este decreto en
reserva, para no alertar a los judíos de lo que se estaba planeando hacer contra
ellos.
Ante las órdenes del rey y de Amán, “salieron los correos prontamente” (v.15a).
El “edicto” fue emitido en Susa, la capital del imperio, donde causó un impacto
inmediato. La Biblia dice que “la ciudad de Susa estaba conmovida” (v.15c). No sólo
los judíos, sino sus amigos persas se conmovieron al percatarse de dicha orden
oficial.
Sin embargo, aparentemente inconsciente del impacto del edicto sobre la
población, “el rey y Amán se sentaron a beber” (v.15b). ¡Qué tremenda
insensibilidad, tanto política como moral! La ciudad estaba “conmovida”, pero a
ellos no les importaba eso. Estaban planeando la ejecución de cientos de miles de
personas inocentes y no sentían remordimiento alguno o una pisca de incomodidad.
¡Cuánto ciega el pecado!

REFLEXIÓN: Cuando líderes actúan de esta manera, evidencia una


decadencia peligrosa en la sociedad. Como creyentes, tengamos cuidado
de no actuar de esta manera, dentro o fuera de la iglesia. Midamos
nuestras acciones y evaluemos el impacto que nuestras órdenes tendrán
sobre otras personas. No permitamos que nuestros corazones se
pongan tan insensibles que podamos tomar decisiones que afecten la
vida de otras personas sin sentir ninguna compunción o tristeza mental.
Ester 4:1-4 El llanto de Mardoqueo

“1 Luego que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus
vestidos, se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por la ciudad
clamando con grande y amargo clamor. 2 Y vino hasta delante de la
puerta del rey; pues no era lícito pasar adentro de la puerta del rey
con vestido de cilicio. 3 Y en cada provincia y lugar donde el
mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los judíos gran
luto, ayuno, lloro y lamentación; cilicio y ceniza era la cama de
muchos. 4 Y vinieron las doncellas de Ester, y sus eunucos, y se lo
dijeron. Entonces la reina tuvo gran dolor, y envió vestidos para
hacer vestir a Mardoqueo, y hacerle quitar el cilicio; mas él no los
aceptó.

Cuando Mardoqueo escuchó las noticas del edicto real, “rasgó sus vestidos, se
vistió de cilicio, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor” (v.1).
Evidentemente, el impacto sobre él fue devastador. El dolor en su corazón fue tan
grande que no le importó lo que la gente pensaba de él.
El v.8 indica que Mardoqueo se enteró del edicto por una copia física del decreto
que llegó a sus manos. No sabemos cómo obtuvo esa copia del edicto. Pudo ser por
el cargo que ocupaba o porque alguien le hizo saber del decreto. De todos modos,
lo que le impactó fue que el decreto ordenaba “la destrucción de los judíos” (v.7b).
Humanamente hablando, Mardoqueo pudo haberse preocupado por la amenaza que
el decreto representaba para él personalmente y para todos sus familiares y
amigos; sin embargo, de alguna manera se dio cuenta que esto no solo
representaba un peligro muy grande para todos los judíos, sino también para el
plan de Dios de bendecir a la humanidad por medio de ellos conforme a la promesa
hecha a Abraham (Gn. 12:1-3).

REFLEXIÓN: Cuando miramos al mundo y vemos tantas amenazas que


se levantan contra la Iglesia, y percibimos algo del peligro de la
apostasía espiritual, ¿qué es lo que más nos preocupa – que nuestras
congregaciones irán disminuyendo en asistencia, que la vida cristiana se
pondrá cada vez más difícil para nosotros o que el mensaje de salvación
se dejará de escuchar con tanta frecuencia y claridad como antes?
Meditemos en lo que Mardoqueo sintió en ese momento y reflexionemos
sobre lo que nosotros sentimos acerca de las amenazas que se levantan
contra la Iglesia en estos tiempos. ¡Qué Dios nos dé un amor por la
Iglesia como el amor que Mardoqueo tuvo por su pueblo!

Mardoqueo no fue el único que sintió un gran dolor. El v.3 indica que todos los
judíos, dondequiera que vivían, al enterarse del decreto hicieron “gran luto, ayuno,
lloro y lamentación” (v.3b). Le faltaron palabras al autor para expresar la gran
emoción que sintieron los judíos en ese momento. Cual pintor, el escritor sagrado
dibuja un cuadro dramático del llanto de los judíos: “cilicio y ceniza era la cama de
muchos” (v.3c). De ese modo los judíos expresaron su dolor. Cilicio era una tela
áspera, hecha de pelo de animal. Los judíos se vestían así y se cubrían de cenizas
cuando querían expresar el más profundo dolor (2 S. 13:19).
En el palacio, la reina Ester vivía alejada de la realidad del mundo. Entendiendo
eso, Mardoqueo se acercó al palacio para hacerle saber a Ester lo que estaba
pasando afuera. El texto dice que “vino hasta delante de la puerta del rey” (v.2a).
No pudo ingresar porque una ley o tradición cultural indicaba que “no era lícito
pasar adentro de la puerta del rey con vestido de cilicio” (v.2b). El rey no quería ver
a nadie triste en su casa (ver Neh. 2:1-2).

REFLEXIÓN: Demasiadas veces vamos a los cultos con corazones tristes.


No hay nada malo en ello si esa tristeza se debe a factores humanos
momentáneos. Dios no es como el rey Asuero; Él nos acepta tal como
somos, aun cuando nos sentimos tristes por una circunstancia difícil que
estamos viviendo. Pero si esa tristeza se debe a una condición de
pobreza espiritual, como el desaliento o el desgano en nuestra vida
cristiana, y es una condición permanente, no está bien. Debemos
preparar nuestros corazones antes de acercarnos al Señor, para que
cuando entremos en Su presencia lo hagamos con gran gozo y alegría
espiritual. Tomemos un momento ahora para pedirle a Dios que cambie
nuestra actitud cuando vamos al culto.

Aunque Mardoqueo no pudo ingresar al palacio tal como estaba vestido, la notica
de su apariencia escandalosa llegó a los oídos de “las doncellas de Ester y sus
eunucos” (v.4a). ¡Cuánto había cambiado la vida de Ester! Antes ella atendía a
Mardoqueo; ahora, ella tenía muchos sirvientes que atendían a sus necesidades.
Cuando Ester se percató de la condición en la cual estaba Mardoqueo fuera del
palacio, sintió “gran dolor” (v.4b). A pesar de la condición de vida a la cual se
estaba acostumbrando, Ester no perdió su amor por el hombre que la adoptó
cuando sus padres murieron y la había criado como si fuera su propia hija. Eso
habla bien de Ester. Lo que no habla tan bien de ella fue que en vez de averiguar
por qué Mardoqueo estaba vestido de cilicio, Ester se limitó a enviar “vestidos para
hacer vestir a Mardoqueo, y hacerle quitar el cilicio” (v.4b). Parece haber sido una
reacción superficial de su parte y contrasta con el intenso dolor que sentía
Mardoqueo. Es por demás observar que él no aceptó la ropa que Ester le envió.

REFLEXIÓN: Cuando vemos a una persona llorar, expresando gran dolor


de corazón, lo más natural es decirle, “No llores” o “tranquilízate”.
¡Seamos más sensibles! En vez de pedirle que deje de llorar debemos
tratar de entender por qué sufre tanto y sensibilizarnos ante su dolor.
Muchas veces lo que la persona necesita hacer es expresar lo que siente
con palabras, pero no podrá hacerlo hasta que perciba que la otra
persona realmente está interesada en entender su dolor. Pidamos a Dios
la gracia para poder llorar con los que lloran y animarlos a contarnos
todo lo que sienten.

Ester 4:5-9 El ministerio de Hatac

“5 Entonces Ester llamó a Hatac, uno de los eunucos del rey, que él
había puesto al servicio de ella, y lo mandó a Mardoqueo, con orden
de saber qué sucedía, y por qué estaba así. 6 Salió, pues, Hatac a ver
a Mardoqueo, a la plaza de la ciudad, que estaba delante de la puerta
del rey. 7 Y Mardoqueo le declaró todo lo que le había acontecido, y le
dio noticia de la plata que Amán había dicho que pesaría para los
tesoros del rey a cambio de la destrucción de los judíos. 8 Le dio
también la copia del decreto que había sido dado en Susa para que
fuesen destruidos, a fin de que la mostrase a Ester y se lo declarase,
y le encargara que fuese ante el rey a suplicarle y a interceder
delante de él por su pueblo. 9 Vino Hatac y contó a Ester las palabras
de Mardoqueo.”
Cuando Ester se percató que Mardoqueo no quiso usar la ropa que le había
enviado, ella decidió comunicarse con su tío por medio de un eunuco de confianza,
un hombre llamado “Hatac” (v.5a). El v.5 indica que era “uno de los eunucos del
rey, que él había puesto al servicio de ella” (v.5b). Es claro que Hatac era una
persona conocida y de cierto prestigio, porque el rey no habría permitido a
cualquier persona acercarse a la reina; sin embargo, en esta historia su importancia
no radica en el puesto que ocupaba en la corte de Persia sino en el papel que jugó
como intermediario entre Ester y Mardoqueo.
Ester evidentemente confiaba en él, porque lo envió con la “orden de saber qué
sucedía, y por qué [Mardoqueo] estaba así” (v.5c). Mardoqueo no abriría su corazón
a cualquier persona, así que es de suponer que él conocía bien a Hatac. La palabra
“orden” da a entender que Ester ya se estaba acostumbrando a dar órdenes, como
la reina oficial del imperio. En este caso, la orden estaba dirigida a Hatac y no tanto
a Mardoqueo.

REFLEXIÓN: Ester estaba tranquila viviendo en el palacio, aislada de las


maquinaciones de la política imperial. Cuando Mardoqueo rehusó usar la
ropa que ella le había enviado, Ester pudo haberse molestado y tomado
la decisión de no hacer nada más por Mardoqueo. Sin embargo, el amor
que tenía por su padre adoptivo no la dejó tranquila y no podía
descansar hasta saber qué le estaba afectando. ¿Somos así nosotros con
nuestros familiares y seres queridos? Si notamos que están tristes, ¿nos
preocupa saber por qué lo están? ¿Hacemos algo para entender lo que
están sufriendo? Aprendamos del ejemplo de la reina Ester.

Cuando Hatac salió del palacio para buscar a Mardoqueo, lo halló sentado en “la
plaza de la ciudad, que estaba delante de la puerta del rey” (v.6). Quizá era el lugar
donde Mardoqueo solía sentarse, para saber las noticias de Ester (ver Est. 2:19,
21). Sería un lugar público cerca del palacio, donde el pueblo en general podía
estar.
La presencia de Hatac le indicó a Mardoqueo que Ester estaba interesada en
saber por qué estaba vestido de luto, así que se animó a abrir su corazón a Hatac y
“le declaró todo lo que le había acontecido” (v.7a). Esas palabras parecen tener
relación con lo que leemos en Ester 3:1-5. Posiblemente Mardoqueo se echó la
culpa a sí mismo por el decreto, creyendo que fue su decisión de no venerar a
Amán lo que provocó su ira y desató el plan de exterminar a todos los judíos. ¡Qué
terrible para Mardoqueo tener esa carga sobre su conciencia! Con razón estaba tan
dolido y vestía de luto.
Además de exponer lo que le había pasado con Amán, Mardoqueo le informó a
Ester de la suma fabulosa de dinero que Amán le había ofrecido a Asuero para
financiar el proyecto de exterminar a los judíos (v.7b). El propósito de esa
información fue confirmar la seriedad del asunto y la determinación de Amán de
ejecutar la masacre de los judíos. Sin embargo, tendríamos que preguntar, ¿cómo
sabía Mardoqueo del monto de dinero ofrecido por Amán? El decreto no
mencionaba el financiamiento del proyecto así que habría que concluir que
Mardoqueo tuvo acceso a cierta información privada.
Mardoqueo le dio a Hatac la copia del decreto que estaba en su poder (v.8a),
para que “la mostrase a Ester y se lo declarase” (v.8b). Mardoqueo quería que Ester
tuviera a la mano toda la evidencia necesaria para saber los detalles del decreto y
para que sepa que ella también, siendo judía, corría el riesgo de ser ejecutada
juntamente con sus demás conciudadanos (ver v.13). Es más, si ella iba a hacer
algo para salvar a los judíos, necesitaba tener toda la información a la mano para
hacer la debida representación ante Asuero.
No está claro cuándo se formó la idea en la mente de Mardoqueo, pero
evidentemente ya estaba considerando la posibilidad de que Ester hiciera algo para
salvar a su pueblo. Al fin de la conversación con Hatac, Mardoqueo le pidió que le
encargara a Ester que “fuese ante el rey a suplicar y a interceder delante de él por
su pueblo” (v.8c). Con el fin de motivarla, Mardoqueo le hizo recordar el riesgo que
ella también corría a causa del decreto de Amán (ver v.13).

REFLEXIÓN: Dios es soberano y se encarga de cuidar a Su pueblo. Sin


embargo, Su pueblo también tiene la responsabilidad de cuidarse a sí
mismo. Cuando hay una situación de crisis es importante orar y confiar
en Dios, pero también debemos considerar qué es lo que nosotros
podemos hacer para protegernos a nosotros mismos. Como dice el
refrán, “A Dios rogando, y con el mazo dando”. ¿Guardamos un buen
equilibrio entre confiar en Dios y hacer algo para ayudarnos a nosotros
mismos cuando estamos en un momento de crisis?

Habiendo escuchado a Mardoqueo, Hatac volvió al palacio y le contó a Ester todo


lo que Mardoqueo le dijo (v.9). Aunque nos parezca extraño, en esa cultura Ester
no podía salir fácilmente del palacio a pesar de ser la reina; menos podía
Mardoqueo ingresar allí. Así que, sin el apoyo de Hatac, nada se hubiera hecho. Por
eso es triste reconocer que Hatac pasó a la historia totalmente desconocido.
Mardoqueo y Ester son los dos grandes héroes de la historia, y cada año los judíos
conmemoran lo que ellos hicieron por salvar a los judíos, pero ¿quién se acuerda de
Hatac?

REFLEXIÓN: Cada uno de nosotros tenemos la posibilidad de hacer algo


importante por Dios y por Su pueblo. Quizá las personas que nos rodean
no se acuerden de nosotros o celebren nuestra intervención en algún
momento clave. No obstante, podemos estar seguros de que Dios se
acordará y no faltará nuestra recompensa en el día final. Por lo menos el
nombre de Hatac fue grabado en esta historia sagrada para hacernos
recordar que DIOS no se olvida de aquellos que actúan a favor de Su
pueblo.

Ester 4:10-17 La importancia de la fe

“10 Entonces Ester dijo a Hatac que le dijese a Mardoqueo: 11 Todos


los siervos del rey, y el pueblo de las provincias del rey, saben que
cualquier hombre o mujer que entra en el patio interior para ver al
rey, sin ser llamado, una sola ley hay respecto a él: ha de morir;
salvo aquel a quien el rey extendiere el cetro de oro, el cual vivirá; y
yo no he sido llamada para ver al rey estos treinta días. 12 Y dijeron a
Mardoqueo las palabras de Ester. 13 Entonces dijo Mardoqueo que
respondiesen a Ester: No pienses que escaparás en la casa del rey
más que cualquier otro judío. 14 Porque si callas absolutamente en
este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los
judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para
esta hora has llegado al reino? 15 Y Ester dijo que respondiesen a
Mardoqueo: 16 Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y
ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo
también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a
ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que
perezca. 17 Entonces Mardoqueo fue, e hizo conforme a todo lo que le
mandó Ester.”

Por medio de Hatac, Mardoqueo le pidió a Ester que se presente ante el rey
Asuero para suplicar su ayuda (v.8). La respuesta de Ester indica que la cosa no iba
a ser fácil, porque según las normas establecidas en la corte nadie se acercaba al
rey de Persia sin su permiso (v.11). Al afirmar: “Todos los siervos del rey, y el
pueblo de las provincias del rey, saben…” (v.11a), Ester parece estar reclamando a
Mardoqueo, diciendo: “¿Cómo me puedes pedir eso? ¿Te das cuenta lo que significa
entrar a la presencia del rey sin su permiso? ¡Moriría!”
Las palabras de Ester nos hacen recordar que, en el Imperio Persa, cuatrocientos
cincuenta años antes de Cristo, no había los ideales contemporáneos de la
democracia y el valor igualitario de cada ser humano. No sólo por asuntos de
seguridad sino también por el concepto de la divinidad del rey, si alguien ingresaba
al patio interior del palacio para ver al rey, sin ser llamado, la ley era tajante: esa
persona tenía que morir (v.11b). Así que, el asunto era muy serio para Ester; y la
única excepción, que ella añade aquí anticipando lo que ocurrió después en Ester
5:2, sería: “aquel a quien el rey extendiera el cetro de oro” (v.11c).
Lo que complicaba más el asunto era que Ester, a pesar de ser la reina oficial, no
había visto al rey en semanas. Como ella comentó: “yo no he sido llamada para ver
al rey estos treinta días” (v.11d). Esas palabras nos hacen ver la realidad que vivía
Ester, como la esposa de Asuero. Ella era simplemente un artículo más que le
pertenecía al rey de Persia, y a él no le importaba los sentimientos de Ester. Él la
vería cuando quería y ella no tenía ningún derecho al respecto.
Las palabras de Ester apuntan a la profunda soledad que vivía dentro del palacio.
Por ser la reina oficial, no podía salir de la casa del rey o desarrollar una relación
social con otras personas. Ella tenía que estar dentro del palacio esperando que
Asuero solicitara su presencia cuando él lo quisiera. Eso quiere decir que Ester no
servía para nada más, y llevaba una vida muy triste para una mujer joven.

REFLEXIÓN: A veces Dios nos pone en una situación frustrante, y


cuando lo hace es muy importante confiar en la soberanía de Dios y
entender que somos Sus siervos. No fue fácil para Ester vivir en el
palacio, como la esposa de Asuero. Sin embargo, Dios la colocó en esa
situación para que estuviera en el lugar indicado para poder salvar al
pueblo de Dios. Meditemos en lo que Dios querrá hacer por medio de
nosotros, aun si estamos viviendo en una situación frustrante. Dios
nunca pierde Su tiempo, siempre está planeado algo; así que,
aprendamos a confiar en Él y a esperar la manifestación de Su voluntad
para nuestras vidas.

Cuando Mardoqueo recibió la respuesta de Ester, reaccionó seriamente


llamándole la atención y diciendo tres cosas importantes. Lo primero fue: “No
pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío” (v.13). La
situación era tan crítica que Mardoqueo temía que ni Ester estaría a salvo dentro
del palacio. Tarde que temprano, su nacionalidad saldría a la luz y en ese momento
Ester también sería ejecutada.
Luego añadió: “si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación
vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre
pereceréis” (v.14a). ¡Qué tremenda confianza tenía en Dios! La primera reacción de
Mardoqueo fue una de pánico y zozobra (ver v.1), pero eso había dado lugar ahora
a una gran calma. Pase lo que pase, Dios iba a actuar a favor de Su pueblo porque
Él no dejaría que los judíos sean aniquilados. Jehová es el Dios eterno, el Señor de
toda la tierra, cuyos habitantes están en Sus manos y bajo Su control.
Mardoqueo terminó diciendo, “¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al
reino?” (v.14b). Estas palabras tuvieron el propósito de animar a Ester a meditar
bien en la soberanía de Dios y a entender que nada ocurre por casualidad en este
mundo. El hecho que ella estuviera ocupando el lugar de reina en el preciso
instante en que se maquinara una conspiración contra todo el pueblo de Dios no era
una casualidad. En la mente de Mardoqueo, lo más probable era que Dios la había
colocado allí para que sea un instrumento en Sus manos para salvar a los judíos.
REFLEXIÓN: Cuando enfrentamos una crisis y sentimos algo de miedo o
pánico en nuestro interior, debemos hacer dos cosas claves: reflexionar
sobre la grandeza de Dios y meditar sobre Sus propósitos eternos. Si
somos Sus hijos, nuestras vidas están seguras en Sus manos. Es la fe
en Dios que nos ayudará a vencer el temor de las circunstancias
adversas.
En este momento, ¿tenemos miedo de algo? ¿Estamos pasando por
alguna situación difícil? Pongamos nuestra mirada en Dios y meditemos
en las grandes verdades de Su Palabra.

Las palabras de Mardoqueo tuvieron el efecto deseado y Ester se animó a hacer


lo que podía para ayudar a los judíos. Reconociendo la importancia de la ayuda de
Dios, ella primero comprometió a Mardoqueo a movilizar a todos los judíos en Susa
para que ayunasen a su favor (v.16a). Algunos han observado que Ester no habla
explícitamente de orar a Dios, pero es evidente que el llamado al ayuno no tenía
sentido aparte de la oración. Para todo judío, ayunar era sinónimo de orar, porque
las dos cosas iban de la mano.
El propósito del ayuno, al que Ester también se comprometió (v.16b), era
suplicar la ayuda de Dios en una acción de alto riesgo. Ester entraría a la presencia
del rey de Persia sin ser invitada. Ella sabía que al hacerlo estaría infringiendo la
ley, pero aceptó las consecuencias, diciendo: “y si perezco, que perezca” (v.16c).
Ella puso su vida en las manos de Dios y estaba dispuesta a sacrificar todo con el
fin de salvar a su pueblo.

REFLEXIÓN: La acción de Ester nos enseña que no solo tuvo una gran fe
en Dios sino también un gran amor por su pueblo. Como dijera Juan y
Pablo, no hay amor más grande que poner nuestras vidas por otras
personas (Ro. 5:6-8; 1 Jn. 4:9-10). ¿Vivimos vidas de fe y amor? ¿Nos
sacrificamos por otros, confiando en Dios? Vivimos en un mundo cada
vez más egocéntrico, así que marquemos una diferencia como hijos de
Dios; vivamos pensando en el bien de otros y no tan sólo en nuestro
propio bien.

Ester 5:1-2 Aceptada por el rey

“1 Aconteció que al tercer día se vistió Ester su vestido real, y entró


en el patio interior de la casa del rey, enfrente del aposento del rey;
y estaba el rey sentado en su trono en el aposento real, enfrente de
la puerta del aposento. 2 Y cuando vio a la reina Ester que estaba en
el patio, ella obtuvo gracia ante sus ojos; y el rey extendió a Ester el
cetro de oro que tenía en la mano. Entonces vino Ester y tocó la
punta del cetro.”

Fiel a su palabra, Ester se alistó para entrar a la presencia del rey (v.1a). Por
tres días ayunó con sus doncellas, clamando al Dios de Israel. Ahora llegó el
momento de actuar y de poner su vida en las manos de Dios. Por tres días, estuvo
en la presencia de Dios eterno, así que ahora no tenía miedo de entrar a la
presencia del rey de Persia. Esta es una de las recompensas de la oración; nos
prepara para enfrentar cualquier situación difícil, porque nos brinda una perspectiva
celestial del problema.

REFLEXIÓN: Hay dos maneras de orar; una es mecánicamente y la otra


es disfrutando de la presencia de Dios. Si queremos evaluar nuestra vida
de oración tenemos que analizar con mucha honestidad cómo vivimos,
porque la calidad de nuestra vida de oración se mide por nuestro
comportamiento en la vida diaria. Si nuestras vidas expresan paz y gozo
espiritual, eso indica que estamos disfrutando la presencia de Dios; pero
si siempre estamos fastidiados y andamos desanimados en nuestra vida
espiritual, habría que concluir que no estamos disfrutando de una
comunión íntima con Dios en oración. Tomemos un tiempo ahora para
evaluar nuestra vida de oración, el cual será para nuestro bien.

La preparación espiritual fue de suma importancia; sin embargo, Ester no perdió


el equilibrio. Sabía que la preparación humana también era importante y
complementaba la preparación espiritual. Por eso leemos que “al tercer día se vistió
Ester su vestido real” (v.1a). La palabra “real” significa “del reino” (‘malkut’) e
indica el vestido que usó cuando se presentó por primera vez ante Asuero (ver Est.
2:15) o el vestido que Asuero le regaló para que lo usara como reina. De todos
modos, Ester a propósito escogió un vestido que le impactaría a Asuero, procurando
de esa manera hacer todo lo posible, humanamente hablando, para asegurar que
sea bien recibida por el rey.
Vestida de este modo, Ester “entró en el patio interior de la casa del rey,
enfrente del aposento del rey” (v.1b). Fue un acto de gran valentía porque Ester
estaba arriesgando su vida. Lo hacía no solo para salvar la vida de todos los judíos
sino también para salvaguardar el plan de Dios de salvar a la humanidad. Visto de
esa perspectiva, cuando Ester entró a la presencia del rey Asuero nuestro propio
destino eterno estaba en juego. Si ella moría, el plan de Amán se implementaría y
todos los judíos serían ejecutados, eliminando para siempre la esperanza del Mesías
judío y con ello la salvación de Dios. Por lo tanto, fue un momento crucial en la
historia de la humanidad, aunque Ester no se haya dado cuenta de ello, por lo
menos no en su totalidad.

REFLEXIÓN: No es posible saber de antemano todas las repercusiones


de una acción nuestra. Eso nos obliga, como creyentes, a actuar
siempre con prudencia y cautela, cumpliendo nuestros deberes en forma
espiritual, confiando que por medio de nosotros asuntos de profunda
importancia se están cumpliendo, con el favor de Dios y bajo Su
providencia divina. Ester actuó como la reina de Persia y nosotros
debemos actuar como los reyes y sacerdotes del Dios altísimo. Pidamos
la gracia y la sabiduría necesarias para ello.

Cuando se dispuso para entrar a la presencia del rey, Ester no sabía


exactamente qué estaba haciendo Asuero o dónde estaba. La Biblia nos dice que lo
encontró “sentado en su trono en el aposento real” (v.1c). Quizá eso llenó el
corazón de Ester con gran temor; sin embargo, mantuvo la calma sabiendo que
también estaba en la presencia del Rey de reyes, cuyo trono era más alto y más
sublime que el trono de cualquier rey terrenal (ver Is. 6:1; 57:15).
Cuando Asuero vio a Ester “ella obtuvo gracia ante sus ojos” (v.2b), no tanto por
su belleza física o por su forma de vestir, sino por la gracia de Dios. En ese
momento, Dios tocó el corazón del rey de tal manera que favoreció a Ester. Por eso,
al verla surgió en él un gran cariño que le dispuso a recibirla bien. Dios estaba
respondiendo a las oraciones de muchas personas y obrando a favor de Su plan
eterno de salvar a la humanidad. La situación estaba en las manos del Dios
omnipotente; por lo tanto, todo estaba bajo control.
Como evidencia de esa “gracia” que ella obtuvo ante Asuero, él “extendió a Ester
el cetro de oro que tenía en la mano” (v.2c). De este modo, el rey perdonó a Ester
por haber quebrantado la ley del imperio, presentándose ante él sin el debido
permiso. Fue un gran alivio para ella, así que con mucha emoción Ester se acercó
“y tocó la punta del cetro” (v.2d). Fue la forma simbólica de aceptar el perdón que
Asuero le estaba ofreciendo.
Este versículo nos presenta un cuadro hermoso de lo que es la salvación. En
lugar de Asuero, veamos a Dios sentado sobre Su trono, alto y sublime; y en lugar
de Ester, veamos a un pecador acercándose al trono de Dios. A diferencia de Ester,
el pecador está vestido de harapos, y presenta un cuadro sucio y maloliente. Tiene
poca esperanza de ser bien recibido por el Rey. Sin embargo, algo insólito ocurre. El
pecador halla gracia ante los ojos del Rey eterno, y Él extiende Su cetro de oro y
perdona al pecador al instante. Éste, temblando de emoción y gratitud, se acerca y
toca la punta del cetro y se arrodilla delante de Él.
¿Cómo explicar tal acontecimiento? Es que al lado del Rey hay un Cordero recién
inmolado; es el Señor Jesús, el eterno Hijo de Dios (Ap. 5:6). En el preciso
momento que el pecador se presenta ante el Rey, Su Hijo intercede a favor del
pecador, diciendo: “Yo morí por él; Yo pagué por Su pecado. Padre, acéptalo en mi
nombre”. Al escuchar esas palabras, el Rey sonríe y dice al pecador: “Bienvenido,
entra en el gozo de tu Señor”.

REFLEXIÓN: Demos gracias a Dios por nuestro Salvador. Por Aquel que
intercede por nosotros, y obtiene la gracia y el favor de Dios el Padre, lo
que asegura nuestra salvación y vida eterna. Acerquémonos a Él y
toquemos la punta del cetro divino.

Ester 5:3-8 La invitación al banquete

“3 Dijo el rey: ¿Qué tienes, reina Ester, y cuál es tu petición? Hasta la


mitad del reino se te dará. 4 Y Ester dijo: Si place al rey, vengan hoy
el rey y Amán al banquete que he preparado para el rey. 5 Respondió
el rey: Daos prisa, llamad a Amán, para hacer lo que Ester ha dicho.
Vino, pues, el rey con Amán al banquete que Ester dispuso. 6 Y dijo el
rey a Ester en el banquete, mientras bebían vino: ¿Cuál es tu
petición, y te será otorgada? ¿Cuál es tu demanda? Aunque sea la
mitad del reino, te será concedida. 7 Entonces respondió Ester y dijo:
Mi petición y mi demanda es esta: 8 Si he hallado gracia ante los ojos
del rey, y si place al rey otorgar mi petición y conceder mi demanda,
que venga el rey con Amán a otro banquete que les prepararé; y
mañana haré conforme a lo que el rey ha mandado.”

En 1 Pedro 4:10, el apóstol habla de la “multiforme gracia de Dios”, y en Efesios


3:20, Pablo describe a Dios como “Aquel que es poderoso para hacer todas las
cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos”. Esas fueron
las cosas que Ester experimentó en ese momento, al presentarse delante de
Asuero. Ella sólo había pedido el favor de conservar su vida (Est. 4:16), pero Dios
le concedió mucho más que eso.
Al saludar a Ester, lo primero que el rey le dijo fue, “¿Qué tienes, reina Ester, y
cuál es tu petición?” (v.3a). Dios tocó la mente de Asuero en tal manera que se dio
cuenta que Ester se acercaba para hacerle un pedido, y tal fue la gracia de Dios
obrando a favor de Ester y de Su pueblo, que el rey le hizo una promesa
sorprendente: “Hasta la mitad del reino se te dará” (v.3b). Es poco probable que
Asuero lo haya dicho en serio. No obstante, fueron palabras alentadoras para Ester,
dándole a entender que Dios ya estaba obrando a favor de ella.
Asombrada, Ester procedió a pedirle lo que había preparado de antemano para
decir: “Si place al rey, vengan hoy el rey y Amán al banquete que he preparado
para el rey” (v.4). Ester no pensó que sería sabio o factible tratar el tema del
decreto en forma inmediata. Lo que quería hacer, primero, era lograr una situación
de mayor confianza, para luego tratar el tema del decreto de Amán. Invitarle al rey
a un banquete era una buena manera de preparar el camino para interceder a favor
de su pueblo. No está claro por qué incluyó a Amán en la invitación. Lo más
probable es que quería conocer a su enemigo personalmente.
La reacción del rey fue inmediata y positiva: “Daos prisa”, ordenó; “llamad a
Amán, para hacer lo que Ester ha dicho” (v.5a). Era claro que Asuero estaba
contento de pasar un tiempo con su hermosa esposa y disfrutar un banquete junto
con ella. Después de haber tenido a su reina abandonada por más de un mes, no
merecía este trato de parte de Ester, aunque es poco probable que su conciencia le
haya indicado eso.
Lo interesante es pensar cómo Amán habrá reaccionado al recibir la invitación. Él
sabía que Ester era la esposa oficial de Asuero, pero no la conocía personalmente.
No pasó por su mente la posibilidad de que ella sea judía; porque de saberlo, se
habría acercado al banquete con bastante temor, sospechando alguna trampa. Su
ignorancia le permitió sentirse tremendamente halagado por haber sido invitado a
un banquete privado, ofrecido por Ester para él y el rey.

REFLEXIÓN: La ignorancia a veces produce una tranquilidad ingenua.


Por ejemplo, muchas personas enfrentan su muerte con aparente
tranquilidad, porque consideran que ella es el fin de la existencia
humana. De saber que luego de la muerte viene el juico final,
contemplarían la muerte con menos tranquilidad. Pidamos a Dios la
sabiduría para enfrentar la vida con pleno conocimiento, para que las
circunstancias no nos tomen por sorpresa y nos conduzcan a un final
infeliz.

Durante el banquete, esa tarde, el rey repitió su pregunta a Ester: “¿Cuál es tu


petición, y te será otorgada?” (v.6a). Él estaba feliz, comiendo y bebiendo con su
esposa y con su súbdito de confianza, Amán. Se sentía tranquilo, alegre y de buen
humor, y por ello repitió la promesa: “Aunque sea la mitad del reino, te será
concedido” (v.6b).
La respuesta de Asuero fue reconfortante para Ester, pero al mismo tiempo fue
una promesa irresponsable e imprudente. Como rey, uno puede ser benéfico y
ordenar las cosas como uno quiere; sin embargo, con ese privilegio viene la gran
responsabilidad de ser sabio y prudente. Ofrecer la mitad del imperio, sin saber de
antemano lo que la persona va a pedir, es como dar a una persona un cheque en
blanco e invitarla a escribir el monto de dinero que desea recibir. Hay varios
ejemplos en la Biblia de personas que se lamentaron mucho por haber hecho
promesas como esta (ver Jue. 11:30-31, 34-35; Mr. 6:21-24). Por eso las
Escrituras nos aconsejan pensar primero, antes de hacer una promesa (Ec. 5:2,
4-6).

REFLEXIÓN: ¿Somos prudentes al hacer promesas a Dios o a las


personas que nos rodean? Evaluemos las promesas y los votos que
hemos hecho delante de Dios y los hombres. ¿Las estamos cumpliendo?
No nos dejemos llevar por la euforia del momento, haciendo promesas
que luego no podremos cumplir. Seamos sensatos con nuestras
palabras.

Ester preparó el camino para asegurar un buen desenlace, invitando una vez
más al rey a otro banquete e incluyendo a Amán en la invitación (vv.7-8). Ella
concluyó la invitación con la siguiente promesa: “y mañana haré conforme a lo que
el rey ha mandado” (v.8b).
Algunos dirían que Ester no fue muy prudente aquí. Si ya contaba con la
presencia del rey y una buena disposición de su parte, ¿por qué no aprovechó ese
momento para presentar su petición? ¿Por qué arriesgarse, esperando un día más,
sabiendo que el rey era un tanto inestable y que mañana podría estar de otro
humor? No lo sabemos. Quizá fue porque durante ese primer banquete, Ester
sentía que aún no contaba con toda la confianza del rey. De todos modos, lo que
queda claro es que en ese momento algo la detuvo de presentar su petición.
A la luz de lo que sucedió esa noche (ver Est. 6), nos damos cuenta de que la
providencia de Dios estaba obrando en todo esto. En alguna manera, Dios guio el
pensamiento de Ester para que ella no hiciera la petición ese día, sino que volviera
a ofrecer otro banquete, postergando su petición hasta el día siguiente. Eso generó
un espacio de tiempo en que el Señor hizo algo para asegurar el cumplimiento de
Sus propósitos.

REFLEXIÓN: Cuán importante es dejarnos guiar por Dios en momentos


claves. Ser sensibles al Espíritu Santo es de gran valor, porque muchas
veces nos guiará en tal manera que nos permita ver una mayor
revelación de la gloria de Dios. Por consiguiente, aprendamos a
discernir la voz del Espíritu Santo guiándonos en los momentos decisivos
de la vida. No seamos impulsivos sino espirituales.

Ester 5:9-11 La inmadurez personal

“9 Y salió Amán aquel día contento y alegre de corazón; pero cuando


vio a Mardoqueo a la puerta del palacio del rey, que no se levantaba
ni se movía de su lugar, se llenó de ira contra Mardoqueo. 10 Pero se
refrenó Amán y vino a su casa, y mandó llamar a sus amigos y a
Zeres su mujer, 11 y les refirió Amán la gloria de sus riquezas, y la
multitud de sus hijos, y todas las cosas con que el rey le había
engrandecido, y con que le había honrado sobre los príncipes y
siervos del rey.”

Ese día, Amán salió del banquete muy feliz. Las Escrituras dicen que estaba
“contento y alegre de corazón” (v.9a). Estaba así porque había comido bien, en un
hermoso lugar y con excelente compañía. Lo que no sabía era que esa comida, ese
lugar y esa compañía eran la carnada para una trampa mortal. De saberlo, habría
salido del banquete con una profunda preocupación.
En Amán vemos reflejada la triste condición de algunas personas en este mundo.
Se alegran por cosas superficiales y no se dan cuenta de que mucho de lo que
tienen es una carnada preparada por Satanás. Su propósito no es darles cosas
materiales para que sean felices, sino para adormecer su conciencia y entorpecer
su sensibilidad espiritual. La meta de Satanás es hacer que la gente no piense en
Dios, porque al no pensar en Él, no se preocupan por su vida espiritual y avanzan
inexorablemente hacia una perdición eterna.

REFLEXIÓN: Evaluemos bien las cosas que nos brindan alegría y


felicidad. ¿Estamos seguros de que no son una carnada del mundo o de
Satanás? Las cosas que más nos alegran, ¿son cosas que nos animan a
acercarnos a Dios o que nos alejan de Él? Seamos muy honestos en
nuestra evaluación.

La superficialidad de la alegría que sintió Amán se hizo notar cuando vio a


Mardoqueo (v.9b). Conforme a su práctica, y aún más ahora que sabía lo que Amán
estaba planeando hacer a los judíos, Mardoqueo rehusó levantarse ante la
presencia de Amán, y reverenciarlo. Frente a este comportamiento, Amán se olvidó
por completo la alegría que sintió durante el banquete y “se llenó de ira contra
Mardoqueo” (v.9c).
Su reacción es bastante irracional. Acababa de ser honrado por la reina de Persia
con una invitación personal y exclusiva, y acababa de comer en privado con ella y el
rey. ¡Qué honor más grande podría recibir! En comparación con eso, la falta de
respeto por parte de Mardoqueo debía ser de poca importancia. Sin embargo, como
él mismo lo expresa en el v.13, todo el honor que acababa de recibir de la reina
Ester: “de nada me sirve cada vez que veo al judío Mardoqueo sentado a la puerta
del rey”.
El problema con Amán era su inmadurez personal. Este defecto lo llevó a valorar
las cosas superficialmente. Era como un niño mal criado, que cuando no puede
tener lo que quiere, patalea y hace una rabieta. Amán tenía muchas cosas que él
mismo detalla en los vv.11-12. Sin embargo, por la falta de madurez personal, no
supo valorar lo que tenía y al final lo echó a perder todo.

REFLEXIÓN: Dios nos ayude a profundizar nuestro carácter y


personalidad, para que podamos disfrutar mejor las cosas que tenemos.
Es preferible tener unas cuantas cosas y disfrutarlas, que tener una gran
cantidad de bienes y privilegios, pero no poder disfrutarlas por la falta
de madurez personal.

Una persona madura, cuando se llena de ira por algo bastante superficial, toma
el tiempo necesario para reflexionar y tranquilizarse internamente. En lugar de
hacer eso, Amán reaccionó en una manera sumamente superficial. Aunque “se
refrenó” (v.10a) y no le gritó a Mardoqueo en la calle, procuró apaciguar su ira
yendo a su casa y mandando “llamar a sus amigos y a Zeres su mujer” (v.10b).
Como un niño mal criado, actuó en una forma infantil, queriendo ser engreído por
sus familiares y amigos para sentirse mejor.
Llamando a todos sus allegados, Amán “les refirió… la gloria de sus riquezas, y la
multitud de sus hijos, y todas las cosas con que el rey le había engrandecido, y con
que le había honrado sobre los príncipes y siervos del rey” (v.11). ¿Por qué lo hizo,
si las personas que había invitado a su casa ya lo sabían? Fue simplemente para
apaciguar la ira interna que sentía anta la falta de respeto de Mardoqueo.
Lamentablemente, lo único que Amán logró hacer fue poner en claro la
superficialidad de su carácter, producto de una soberbia desmedida y un carácter
infantil.
¿Qué habrán pensado sus amigos, hijos y su esposa Zeres, al escucharle hablar
y jactarse de todas las cosas que tenía? Es obvio que sabían que era un hombre
orgulloso. Por lo tanto, lejos de disfrutar la ostentación de Amán, lo más probable
es que simplemente soportaron otra manifestación de su orgullo, sabiendo que de
engreírlo una vez más se asegurarían de compartir sus bienes, riqueza, y fama.
Lo que la vida de Amán nos enseña es que una persona superficial se rodea de
personas que no solo son superficiales, sino también aprovechadores e interesadas.
Eran amigos de Amán, no porque Amán provocaba gran respeto, sino porque
intuían consciente o inconscientemente que, si lo adulaban y le consentían, sacarían
algún provecho de él. Si hubieran intentado ser verdaderos amigos, procurando
llamarle la atención a Amán y corregir sus defectos personales, lo más probable es
que habrían corrido la misma suerte de Mardoqueo y los judíos. A una persona
como Amán se le tiene que consentir, porque de no hacerlo, se vuelve un gran
enemigo.

REFLEXIÓN: Es triste conocer a una persona como Amán, pero es


mucho más triste ser una persona como él. Así que preguntémonos con
mucha honestidad qué clase de carácter tenemos. ¿Somos personas
profundas o superficiales? Una buena forma de saberlo es meditando
sobre cómo reaccionamos cuando alguien nos critica o comenta algo
negativo de nosotros. Si reaccionamos mal, sintiendo molestia y odio
hacia la persona, lo más probable es que seamos infantiles; pero si nos
tranquilizamos y evaluamos bien lo que la persona nos ha dicho, para
ver qué de cierto tiene, podemos considerarnos personas maduras. ¿En
cuál de las dos categorías estamos?

Ester 5:11-14 Malos Consejos

“11 y les refirió Amán la gloria de sus riquezas, y la multitud de sus


hijos, y todas las cosas con que el rey le había engrandecido, y con
que le había honrado sobre los príncipes y siervos del rey 12 Y añadió
Amán: También la reina Ester a ninguno hizo venir con el rey al
banquete que ella dispuso, sino a mí; y también para mañana estoy
convidado por ella con el rey. 13 Pero todo esto de nada me sirve
cada vez que veo al judío Mardoqueo sentado a la puerta del rey. 14 Y
le dijo Zeres su mujer y todos sus amigos: Hagan una horca de
cincuenta codos de altura, y mañana di al rey que cuelguen a
Mardoqueo en ella; y entra alegre con el rey al banquete. Y agradó
esto a los ojos de Amán, e hizo preparar la horca.”

Delante de todos sus amigos y en la presencia de su esposa, Amán se estaba


jactando de todo lo que tenía: sus riquezas, el número de sus hijos y cómo se había
destacado a nivel político (v.11). Concluyó su jactancia hablando de la invitación
que había recibido de la reina Ester y del segundo banquete que le esperaba el día
siguiente (v.12).
¡Pobre Amán! No se dio cuenta que el día siguiente todo se iba a acabar. Su
orgullo terminaría por los suelos (Est. 6:10-12) y su cuerpo sería colgado del techo
de su propia casa (Est. 7:9-10). La caída aparatosa de Amán se debió a dos cosas:
la ceguera mental generada por su propio orgullo y la simpleza de su pensamiento,
producto de la inmadurez personal. La solución para sus problemas sería conocer la
Palabra de Dios, porque como dice David, “El testimonio de Jehová es fiel, que hace
sabio al sencillo… El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos” (Sal.
19:7-8). Es más, lo que le hacía falta a Amán era escuchar las palabras de
Salomón: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez
de espíritu” (Pr. 16:18).
En vez de estar jactándose de lo que tenía, Amán debió haber reflexionado un
poco más. Una pregunta muy importante que debió haber meditado era: ¿por qué
le había invitado la reina Ester? Es poco probable que él la haya conocido antes, así
que era muy extraño que la reina lo haya invitado a comer a solas con el rey. Un
poco de humildad y reflexión le habría llevado, quizá, a relacionar esa invitación con
el decreto que recién había publicado. Pero Amán estaba demasiado lleno de su
propia importancia como para reflexionar sobre esas preguntas. Su “altivez de
espíritu” lo cegó y no le permitió ver la realidad de lo que estaba pasando. Ciego e
imprudente, fue rumbo a un abismo fatal.
Otro error de Amán fue que, en vez de rodearse de buenos amigos que le
ayudarían a reflexionar mejor, se rodeó de personas que le adulaban. Por eso,
cuando se quejó de la molestia que sentía por la falta de respeto mostrado por
Mardoqueo (v.13), sus amigos y familiares no tuvieron mejor recomendación que
incentivarle a matar a Mardoqueo (v.14). ¡Qué pésimo consejo! Un buen amigo le
habría dicho a Amán que no haga caso de Mardoqueo, que no tome tan a pecho su
falta de respeto, que Mardoqueo era sólo una persona y que Amán no debía darle
tanta importancia; menos debía permitir que Mardoqueo le quite el goce de todo lo
que tenía, incluyendo el aprecio del rey y de la reina.
Pero los amigos y la esposa de Amán lo conocían demasiado bien, y sabían que
no le interesaba escuchar buenos consejos. Lo único que Amán quería de ellos era
que estuvieran de acuerdo con todo lo que él decía y que aprobaran su odio hacia
Mardoqueo. Por eso le aconsejaron: “Hagan una horca de cincuenta codos de
altura, y mañana dí al rey que cuelguen a Mardoqueo en ella” (v.14b). Cincuenta
“codos” equivalen a una altura de más de veinte metros. ¡Era fenomenalmente alto!
La altura de la horca reflejó el tamaño del orgullo de Amán y la dimensión de su
odio hacia los judíos.
Si nos preguntamos por qué le dieron ese consejo, la respuesta está en la
siguiente frase: “y entra alegre con el rey al banquete” (v.14c). Lo que le estaban
diciendo era, “No pierdas tiempo con Mardoqueo y no permitas que él te quite el
disfrute de tu vida. Si sientes tanta molestia por su falta de respeto hacia ti,
mátalo. Así podrás ir feliz al banquete mañana.” ¡Qué mal consejo!
Lo que los familiares y amigos de Amán no entendieron fue que al aconsejarle de
este modo no sólo estaban preparando el camino para la muerte de Amán, sino que
ellos mismos sufrirían por este consejo. Al morir Amán, ellos perdieron a la persona
que les brindaba una buena vida. Por eso la Biblia tiene toda la razón al decir que
tarde que temprano, cosecharemos lo que sembramos. ¡Malos consejos traen malas
consecuencias!

REFLEXIÓN: Cuando alguien nos pide ayuda, ¿cómo le aconsejamos?


¿Cuáles son nuestras motivaciones al dar consejos a otros? ¿Somos
motivados a buscar el bien de esa persona o será que lo que nos
interesa es quedar bien con ella? ¿Estamos dispuestos a confrontar a
nuestros amigos y ayudarles a ver que están pensando o actuando mal?
Pidamos a Dios la sabiduría necesaria para dar buenos consejos y ser así
buenos amigos de los que nos consultan.

En el caso de Amán, lo triste es que realmente no quiso recibir buenos consejos;


sólo quería escuchar lo que le convenía, lo que le haría sentir bien. Por eso, a pesar
del pésimo consejo que le dieron sus amigos, la reacción de Amán fue muy
positiva: “Y agradó esto a los ojos de Amán, e hizo preparar la horca” (v.14d).
¡Pobre hombre! No se dio cuenta que estaba preparando la horca que propiciaría su
propia muerte, en menos de veinticuatro horas.

Ester 6:1-5 La Soberanía de Dios

“1 Aquella misma noche se le fue el sueño al rey, y dijo que le


trajesen el libro de las memorias y crónicas, y que las leyeran en su
presencia. 2 Entonces hallaron escrito que Mardoqueo había
denunciado el complot de Bigtán y de Teres, dos eunucos del rey, de
la guardia de la puerta, que habían procurado poner mano en el rey
Asuero. 3 Y dijo el rey: ¿Qué honra o qué distinción se hizo a
Mardoqueo por esto? Y respondieron los servidores del rey, sus
oficiales: Nada se ha hecho con él. 4 Entonces dijo el rey: ¿Quién está
en el patio? Y Amán había venido al patio exterior de la casa real,
para hablarle al rey para que hiciese colgar a Mardoqueo en la horca
que él le tenía preparada. 5 Y los servidores del rey le respondieron:
He aquí Amán está en el patio. Y el rey dijo: Que entre.”

Aunque el nombre de Dios no se menciona en todo este libro, cada capítulo


revela Su soberanía, como vemos en este pasaje. Una serie de eventos comenzaron
a ocurrir que resultaron en el engrandecimiento de Mardoqueo, la destrucción de
Amán y la salvación de los judíos.
Todo empezó la misma noche del banquete y de la reunión familiar en la casa de
Amán. Mientras él estaba preparando la horca para matar a Mardoqueo, en el
palacio “se le fue el sueño al rey” (v.1a). No fue una casualidad, Dios se lo quitó.
Además, Dios también tocó su mente para que sintiese el deseo de repasar un poco
la historia de su reinado. Por eso Asuero ordenó “que le trajesen el libro de las
memorias y crónicas” (v.1b). Guiado por Dios, el escriba leyó el relato del atentado
contra Asuero y la intervención de Mardoqueo (v.2; ver Est. 2:21-23), un evento
que ocurrió cinco años antes (ver Est. 2:16 y cotejar Est. 3:7).
Al escuchar el relato, Asuero interrumpió la lectura y preguntó: “¿Qué honra o
qué distinción se hizo a Mardoqueo por esto?” (v.2a). La respuesta de los oficiales
fue negativa: “Nada se ha hecho con él” (v.2b). La falta de recompensa, que cinco
años antes fue motivo de indignación o tristeza para Mardoqueo, resultó ser uno de
los detalles que obró para su bien y para todo el pueblo de Dios. Si el rey le hubiera
recompensado a Mardoqueo cinco años antes, ya no tendría por qué hacerlo ahora.
Fue precisamente la falta de recompensa cinco años atrás, lo que permitió que
Mardoqueo sea honrado ahora, y esto salvó su vida.

REFLEXIÓN: Es mejor no exigir de Dios un pago por lo que hacemos


sino reconocer que somos Sus siervos. Si Dios decide no
recompensarnos por algún servicio que ofrecemos, no tenemos por qué
quejarnos; Él sabrá por qué lo hace. Si le servimos por amor y
esperamos confiadamente, lo más probable es que Dios nos honrará a
su debido tiempo, y cuando lo haga, estaremos muy agradecidos a Dios
que no lo hizo antes, porque la recompensa final será mayor de lo que
esperábamos.

Al escuchar que nada se había hecho a favor de Mardoqueo, Asuero sintió el


deseo de hacer algo en reconocimiento del hombre que le salvó su vida. La
pregunta era, ¿qué hacer? Asuero no lo sabía; por lo tanto, acostumbrado a pedir
consejo de sus asesores políticos, él preguntó: “¿Quién está en el patio?” (v.4a).
Hizo la pregunta porque quería un consejero, pero el que estaba en el patio en ese
momento era Amán, no un consejero. Esta allí porque “había venido al patio
exterior de la casa real, para hablarle al rey para que hiciese colgar a Mardoqueo en
la horca que él le tenía preparada” (v.4b).
Una vez más vemos que Dios ejerce Su soberanía utilizando las acciones de los
seres humanos para cumplir Sus propósitos. Si Amán no se hubiera molestado
tanto con Mardoqueo, no se habría quejado ante sus amigos; de no haberse
quejado ante sus amigos, no habría ordenado la preparación de la horca; y de no
haber preparado la horca, no estaría ahora en el palacio solicitando la aprobación
del rey para ejecutar a Mardoqueo. Dios es soberano, y ejerce Su soberanía
haciendo uso de las acciones libres de los seres humanos con el fin de cumplir Sus
propósitos.

REFLEXIÓN: Cuántas veces las cosas malas que nos pasan se deben a
las consecuencias de nuestras acciones. A veces somos tentados a
echarle la culpa a Satanás por lo que nos pasa, o aún a Dios, cuando la
realidad es que nosotros somos culpables de nuestro propio destino.

Cuando el rey se enteró de que Amán estaba en el patio, solicitó su presencia.


“Que entre”, dijo (v.5). ¡Qué contraste con el capítulo anterior! En Ester 5, la reina
entró a la presencia de Asuero sin ser solicitada (Est. 5.1), y lo hizo con temor,
arriesgando su vida para salvar la vida de los judíos. Ahora, en Ester 6, el rey
solicita la presencia de Amán, y Amán entra a la presencia del rey sin temor alguno,
porque aparentemente no estaba arriesgando su vida al hacerlo. Sin embargo, muy
pronto se dio cuenta de que, aunque entró ante la presencia del rey por invitación,
fue una invitación que le iba a salir muy caro.

REFLEXIÓN: Cuando Dios está a favor de nosotros, aún las cosas


arriesgadas que hacemos resultan para nuestro bien. Sin embargo,
cuando Dios no está a favor de nosotros, aún las cosas más seguras que
hacemos pueden ser altamente peligrosas para nosotros.
Ester 6:6-9 El peligro de la vanagloria

“6 Entró, pues, Amán, y el rey le dijo: ¿Qué se hará al hombre cuya


honra desea el rey? Y dijo Amán en su corazón: ¿A quién deseará el
rey honrar más que a mí? 7 Y respondió Amán al rey: Para el varón
cuya honra desea el rey, 8 traigan el vestido real de que el rey se
viste, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que está
puesta en su cabeza; 9 y den el vestido y el caballo en mano de
alguno de los príncipes más nobles del rey, y vistan a aquel varón
cuya honra desea el rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la
ciudad, y pregonen delante de él: Así se hará al varón cuya honra
desea el rey.”

Esa madrugada, Amán se presentó en el patio del rey para hacerle a Asuero un
pedido, solicitando el permiso para ejecutar a Mardoqueo. Sin embargo, al llegar al
palacio se percató que Asuero también tenía un pedido que hacer. Lo que él quería
era un consejo y el consejo era este: “¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el
rey?” (v.6a).
Siempre es importante pensar antes de hablar y ésta no fue una excepción. De
haber reflexionado un poco, Amán se habría dado cuenta de algo importante: el rey
no lo estaba esperando. Eso significa que, si Asuero no pensaba verlo esa mañana,
era poco probable que Amán haya sido la persona a quien Asuero quería honrar en
ese momento. Recordemos que él ya fue honrado (ver Est. 3:1-2). Sin embargo,
Amán no era un hombre dado a reflexionar profundamente. No lo hizo ahora y por
no hacerlo, cayó en una trampa. Cometió el error común de las personas que son
orgullosas y egocéntricas; pensó que la pregunta del rey se refería a él. ¡Qué
tremendo error!
En el libro de Proverbios, leemos dos versos que son pertinentes a esta
situación:

“Antes del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre,


Y antes de la honra es el abatimiento.
Al que responde palabra antes de oír,
Le es fatuidad y oprobio”
Proverbios 18:12-13

Vemos estos dos principios obrando aquí en la vida de Amán. De haber sido un
poco más humilde, hubiera procurado entender bien a qué se refería el rey y eso le
habría salvado de cometer un grave error que produjo una desgracia – lo que
Salomón llama, el “quebrantamiento”.

REFLEXIÓN: Cuán importante es entender bien algo antes de reaccionar.


Es particularmente importante cuando se presenta una situación en la
que pareciera que se nos quiere honrar. En ese momento es mejor ser
humildes, porque si nos equivocamos, pensando que se nos quiere
honrar y no es así, pasaremos una gran vergüenza.

Las Escrituras revelan lo que pasó por la mente de Amán en ese momento: “Y
dijo Amán en su corazón: ¿A quién deseará el rey honrar más que a mí?” (v.6b). El
Señor Jesús dijo una vez: “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mt. 12:34),
y eso fue muy cierto de Amán. Lo que él tenía en su corazón, en abundancia, era
vanagloria, orgullo y egocentrismo. Por eso su mente le hizo pensar que había una
sola persona a quien el rey quería honrar, y era él mismo. ¡Qué grave error!
Traicionado por su orgullo, Amán respondió indicando lo que él deseaba para sí
mismo, sin darse cuenta de que lo que estaba diciendo era lo que se haría a su
enemigo, Mardoqueo.
Notemos las cosas que él mencionó al rey como sugerencias:

- “traigan el vestido real de que el rey se viste” (v.8a). Amán quería nada
menos que la vestimenta del rey, para sentirse como tal.

- “el caballo en que el rey cabalga” (v.8b). La montura del rey era una insignia
especial, mostrando su prestigio y poder.

- “la corona real que está puesta en su cabeza” (v.8c). Tal fue la vanagloria de
Amán que sus pedidos no tuvieron límites. ¡Quería hasta tener la corona del
rey puesta sobre su cabeza!

- “den el vestido y el caballo en manos de alguno de los príncipes más nobles


del rey” (v.9a). Amán no quería vestirse a sí mismo; quería que otra
persona lo haga. Y no cualquier persona, sino uno de los más distinguidos
príncipes del imperio. Amán no se puso a pensar que eso sería denigrante
para dicho príncipe, quien se llenaría de envidia ante la honra concedida a
Amán. Aunque cabe la posibilidad de que eso era exactamente lo que él
quería; no sólo ser engrandecido, sino pisotear a sus demás rivales.

- “llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad” (v.9b). No era suficiente


para su vanagloria que todo lo que pidió sea hecho en privado, dentro del
palacio; quería que se hiciera en el lugar más público de la ciudad, para que
todo el mundo lo viera y quede postrado ante él.

- “pregone delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey” (v.9c).

Recordemos que todo lo que Amán pide ahora, de ser concedido, vendría como
una añadidura a la honra que ya recibió del rey (Est. 3:1-2). No contento con la
honra que ya tenía, Amán quería mucho más. Aspiraba a ser nada menos que el rey
del Imperio Persa. ¡Su vanagloria no tenía límites!

REFLEXIÓN: Las palabras de Amán hacen eco del pensamiento de


Satanás, y el deseo desmedido que tuvo de usurpar el lugar de Dios y
sentarse sobre el trono del universo (ver Is. 14:12-14). Evaluemos bien
nuestros pecados y tratemos de ver en ellos el reflejo del carácter de
Satanás (1 Jn. 3:8-10). Si somos verdaderos hijos de Dios, eso nos
debe avergonzar y nos ayudará a huir de la tentación.

Ester 6:10-12 Dios honra la fe

“10 Entonces el rey dijo a Amán: Date prisa, toma el vestido y el


caballo, como tú has dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo, que
se sienta a la puerta real; no omitas nada de todo lo que has dicho. 11
Y Amán tomó el vestido y el caballo, y vistió a Mardoqueo, y lo
condujo a caballo por la plaza de la ciudad, e hizo pregonar delante
de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey. 12 Después de
esto Mardoqueo volvió a la puerta real, y Amán se dio prisa para irse
a su casa, apesadumbrado y cubierta su cabeza.”
Cuando el Señor estaba por morir en la cruz, Satanás se alistó para celebrar su
victoria, seguro de su triunfo. Grande fue su sorpresa cuando Cristo lo derrotó para
siempre al morir. Para Satanás, el momento de su triunfo, cuando sus más
preciados sueños parecían hacerse realidad, se volvió en un instante su mayor
pesadilla. Así fue con Amán, quien es una figura de Satanás en este libro.
Habiendo detallado al rey lo que se debía hacer a aquella persona a quien Asuero
deseaba honrar (vv.7-9), Amán se dio con la más terrible sorpresa cuando el rey le
ordenó hacer todo lo que había dicho a Mardoqueo (v.10). Amán, cegado por su
orgullo y vanagloria, estaba seguro de que el rey lo tenía a él en mente como la
persona a quien deseaba honrar, pero estaba muy equivocado. Aquel a quien
Asuero quería honrar era Mardoqueo, no Amán. Todo lo que Amán dijo se cumplió a
favor de Mardoqueo.
El rey no le dio a Amán tiempo para pensar qué hacer, simplemente le dijo:
“Date prisa y hazlo así con el judío Mardoqueo” (v.10a). Con qué rabia Amán
escuchó la referencia a la nacionalidad de Mardoqueo. El problema no era
simplemente que Amán fue ordenado a honrar a su enemigo; la gran pregunta en
su mente era, si Asuero quería honrar tanto a un judío, ¿cómo quedaría su plan de
eliminar a todos los judíos? En un instante, todo su mundo se vino abajo.
Asuero fue insistente con Amán: “no omitas nada de todo lo que has dicho”
(v.10b). Al escuchar eso, se lamentó de todas las ideas que le dio al rey acerca de
cómo honrar a su preferido. Cabe la posibilidad que mientras iba mencionando las
diferentes ideas al rey, Amán pensó que exageraba un poco. Sin embargo, su
vanidad le impulsó a callar su conciencia y a decir todo lo que tenía en su corazón.

REFLEXIÓN: Es muy importante hacer caso a nuestras conciencias. Dios


nos ha dado la facultad de evaluar nuestras acciones para nuestro bien.
Cuando resistimos nuestra conciencia, actuamos para nuestro mal.
Debemos considerar que la conciencia es nuestro aliado en la lucha
contra el mal y en la defensa de nuestra propia alma. Meditemos ahora
sobre las cosas que nos dice nuestra conciencia y pensemos qué vamos
a hacer al respecto.

Ante la orden del rey, no le quedaba a Amán otra cosa que obedecer. La cumplió
al pie de la letra (v.11), pero es fácil imaginarnos la gran vergüenza que sintió al
hacerlo. ¿Cómo le habrá comunicado a Mardoqueo la decisión del rey? Mardoqueo
se habrá quedado enormemente sorprendido al escuchar todo lo que el rey ordenó
hacer a su favor. Mientras Amán lo iba vistiendo con la ropa del rey, ambos
hombres tendrían sus mentes bastante ocupadas. Amán, con su rabia y vergüenza,
preguntándose cómo las cosas se volvieron tan mal para él; y Mardoqueo, por su
parte, reflexionando con asombro acerca de cómo Dios había comenzado a
responder a las oraciones de Su pueblo.
En Ester 4:14, la fe de Mardoqueo lo llevó a declarar: “Porque si callas…respiro y
liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos”. Ahora, en Ester 6, Dios
honra esa fe, usando al mismo autor intelectual del decreto de exterminar a todos
los judíos para exaltar a un judío. De verdad, Dios hace maravillas; Su poder y
sabiduría no tienen límites.

REFLEXIÓN: Si estamos enfrentando una situación difícil, debemos


confiar en Dios. Recordemos que si honramos a Dios con nuestra fe y
confianza Él nos honrará, obrando a favor nuestro con muestras de Su
gran poder y sabiduría. ¡Qué Dios nos anime a confiar más en Él!

Al fin de toda la ceremonial pública, los dos hombres se fueron en direcciones


opuestas, con sentimientos muy diferentes. Mardoqueo “volvió a la puerta real”
(v.12a); es decir, volvió a su lugar normal. Esto da a entender que el honor que
recibió no le llevó a vanagloriarse. No siguió el ejemplo de Amán en Ester 5:10-12.
Mardoqueo retornó a su lugar con un corazón profundamente agradecido a Dios y
confiando que la buena obra que Dios había comenzado en él – la de defender a Su
pueblo, la completaría pronto a favor de todos los judíos.
Amán, por su parte, “se dio prisa para irse a su casa, apesadumbrado y cubierta
la cabeza” (v.12b). Esa mañana, él había llegado de prisa al palacio con el fin de
suplicar el permiso del rey para ejecutar a Mardoqueo. Ahora volvió de prisa a su
casa, pero el apuro del regreso se debió al deseo de minimizar la vergüenza que
sentía. La versión Reina Valera 1960 dice que volvió “apesadumbrado”. La palabra
en hebreo significa ‘haciendo duelo’. La reacción de Amán, incluyendo el detalle de
cubrirse la cabeza (v.12c), va en paralelo con la de Mardoqueo en Ester 4:1. En
Ester 4, el decreto de Amán generó un sentimiento de duelo en el corazón de
Mardoqueo. En Ester 6, la honra que el rey decidió conferir a Mardoqueo generó un
sentimiento similar en el corazón de Amán. La diferencia entre el dolor que
sintieron fue el siguiente: mientras Mardoqueo hizo duelo porque estaba
preocupado por el bienestar del pueblo de Dios, Amán hizo duelo porque estaba
preocupado por su propio bienestar. El contraste es significativo.

REFLEXIÓN: Hay un principio espiritual que debemos aprender de este


pasaje y es el siguiente: si nos preocupamos por el bienestar de otros,
Dios se preocupará por nuestro bien; pero si nos preocupamos sólo por
nuestro bienestar, entonces Dios no se encargará de cuidarnos.
Aprendamos a preocuparnos más por otros, que por nosotros mismos.
Sigamos el ejemplo de Cristo, que no vino para ser servido sino para
servir y entregar Su vida por otros.

Ester 6:13-14 Dios defiende a Su pueblo

13 Contó luego Amán a Zeres su mujer y a todos sus amigos, todo lo


que le había acontecido. Entonces le dijeron sus sabios, y Zeres su
mujer: Si de la descendencia de los judíos es ese Mardoqueo delante
de quien has comenzado a caer, no lo vencerás, sino que caerás por
cierto delante de él. 14 Aún estaban ellos hablando con él, cuando los
eunucos del rey llegaron apresurados, para llevar a Amán al
banquete que Ester había dispuesto.”

El día anterior, Amán volvió del palacio lleno de su propia importancia, y reunió a
sus amigos y a su esposa para contarles todo lo que le había acontecido, porque
era un hombre sumamente orgulloso (Est. 5:10b-12). Ahora leemos que volvió del
palacio con una actitud muy diferente, “apesadumbrado y cubierta su cabeza”
(v.12b), un hombre quebrantado y humillado.
Al igual que el día anterior, Amán mandó llamar a sus amigos y a su esposa,
pero ahora su propósito era muy diferente. Necesitaba a esas personas, no para
vanagloriarse sino para ser consolado. Se sentía totalmente destrozado y le hacía
falta desfogar su ira y molestia ante una audiencia que esperaba se condoliera con
él.
En ambos casos, vemos la falta de sabiduría de Amán. El día anterior, hubiera
sido mejor mantener cierta reserva acerca de los favores del rey y la invitación de
Ester. Antes de vanagloriarse y declarar todo lo que le había pasado, Amán debió
haber meditado más sobre el asunto y guardado silencio. Le hubiera servido mejor
reflexionar sobre lo ocurrido antes que revelarlo a todos los demás; pero su orgullo
y vanagloria personal soltaron su lengua y no le permitieron ser más prudente y
callar.
Ahora, volviendo del palacio destrozado, hubiera sido más sabio callar antes que
anunciar a todo el mundo lo que le había pasado. Es interesante notar que el texto
enfatiza la amplitud de la revelación que Amán hizo a sus amigos: “Contó luego
Amán… todo lo que le había acontecido” (v.13a). ¿Por qué lo hizo? No fue por
vanagloria sino por la contra parte de la vanagloria, que es sentir lástima por uno
mismo – la auto conmiseración. El día anterior, Amán quería que todo el mundo
supiera el honor que había recibido; ahora, quería que todo el mundo supiera el
maltrato que había recibido. El factor común fue el egocentrismo que dominaba su
vida. Amán era una de esas personas que consideraba que todo el mundo giraba
alrededor de él, y que los demás solo existían para interesarse en él y en su vida.
Esa es la esencia del orgullo en el corazón del ser humano.

REFLEXIÓN: ¿Somos así nosotros? ¿Tenemos la tendencia de pensar que


todo el mundo tiene que interesarse en nosotros? La humildad nos
llevaría a ser un poco más reservados con nuestras cosas y eso nos
podría salvar de muchos malos momentos. Reflexionemos sobre nuestra
actitud hacia otros.

El día anterior, sus amigos y familiares le animaron a alegrarse ante el rey y a


preparar las cosas para matar a Mardoqueo (Ester 5:14). Ahora el consejo de ellos
fue muy diferente y sombrío. Notemos un cambio interesante en los términos
usados. En la primera parte del v.13, leemos que Amán contó todo lo que le había
sucedido “a Zeres su mujer y a todos sus amigos” (v.13a); sin embargo, los que
respondieron a sus palabras fueron “sus sabios, y Zeres su mujer” (v.13b).
La palabra, “sabios”, conlleva la idea de “consejeros” (ver Est. 1:13). No todos
los amigos de Amán eran “sabios”, pero ellos fueron los que hablaron ahora y lo
que le dijeron a Amán no era precisamente lo que quería escuchar: “Si de la
descendencia de los judíos es ese Mardoqueo delante de quien has comenzado a
caer, no lo vencerás, sino que caerás por cierto delante de él” (v.13c). Amán
esperaba palabras de aliento y de consolación. Los amigos más superficiales quizá
trataron de consolarlo, pero los “sabios” discernieron la realidad de la situación y el
probable desenlace. Por eso le hablaron la verdad.
Nos preguntamos si estos “sabios” hablaron más que simplemente palabras de
sabiduría humana. ¿Será que en ese momento actuaron inconscientemente como
“profetas”, prediciendo lo que le iba a pasar a Amán? Notemos tres cosas que ellos
comentaron o discernieron, al fin del v.13.

i. Amán había “comenzado a caer”. En otras palabras, lo acontecido ese día


no era el fin del asunto sino sólo el comienzo. La vergüenza que Amán
sintió delante de Mardoqueo y su caída en la estima del rey eran sólo el
comienzo de un proceso que iba a continuar.

ii. Amán no vencería a Mardoqueo. Los “sabios” le dijeron rotundamente:


“no lo vencerás” y la razón era porque el Dios eterno estaba a favor de
Mardoqueo. Siendo judío, Mardoqueo estaba bajo la bendición del Dios
de Abraham, y aunque los amigos de Amán no sabían eso, el Espíritu
Santo estaba hablando por medio de ellos anunciando el juicio de Dios
sobre Amán conforme a la promesa de Dios en Génesis 12:2-3.

iii. Amán sería derrotado por Mardoqueo: “caerás por cierto delante de él”.
Humanamente hablando no tenía que ser así, porque Amán era un
hombre rico y poderoso. Aunque Mardoqueo gozó un momento de gloria,
la realidad era que Mardoqueo no era un hombre de gran influencia e
importancia en el imperio. Él no tenía las riquezas que Amán tenía. Sin
embargo, los “sabios” hablaron palabra de Dios y relacionaron
correctamente la honra concedida a Mardoqueo, como judío, con el
decreto que Amán estaba promoviendo en contra de los judíos. De ese
modo llegaron a la conclusión correcta en cuanto al fin del asunto:
Mardoqueo triunfaría y Amán sería derrotado.
Amán no tuvo mucho tiempo para asimilar las palabras de los “sabios” porque en
ese momento “los eunucos del rey llegaron apresurados, para llevar a Amán al
banquete que Ester había dispuesto” (v.14). El texto no explica por qué estaban tan
apurados, pero el contexto nos invita a considerar que era un apuro divino. Dios
estaba obrando a favor de Su pueblo, y cuando Él se pone en marcha hay un sentir
de urgencia al respecto.

REFLEXIÓN: A veces pareciera que Dios estuviera inactivo y que no hace


nada para ayudarnos en momentos difíciles. Pero frecuentemente
descubrimos que cuando Dios se pone a obrar, las cosas ocurren
rápidamente, tal como Mardoqueo vio se día. Si estamos esperando la
intervención de Dios en nuestras vidas, que eso nos sirva de aliento
espiritual y que nos anime a esperar confiadamente. Si somos hijos de
Dios, vivimos bajo Su cuidado y protección. Como dijera el Salmista,
Dios nos ayudará “al clarear la mañana” (Sal 46:5).

Ester 7:1-4 La sabiduría de Ester

“1 Fue, pues, el rey con Amán al banquete de la reina Ester. 2 Y en el


segundo día, mientras bebían vino, dijo el rey a Ester: ¿Cuál es tu
petición, reina Ester, y te será concedida? ¿Cuál es tu demanda?
Aunque sea la mitad del reino, te será otorgada. 3 Entonces la reina
Ester respondió y dijo: Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos, y si al
rey place, séame dada mi vida por mi petición, y mi pueblo por mi
demanda. 4 Porque hemos sido vendidos, yo y mi pueblo, para ser
destruidos, para ser muertos y exterminados. Si para siervos y
siervas fuéramos vendidos, me callaría; pero nuestra muerte sería
para el rey un daño irreparable.

Los eunucos del rey acompañaron a Amán desde su casa al palacio, para atender
el banquete de Ester (Est. 6:14). En otras circunstancias, él hubiera ido con ellos
con un corazón alegre y contento, orgulloso de que la gente lo viera yendo al
palacio acompañado por los eunucos. Sin embargo, ante lo sucedido ese día (Est.
6:10-12) y con la advertencia de los “sabios” aún en sus oídos (Est. 6:13), Amán
fue al banquete lleno de temor (v.1).
No sabemos cómo fue el estado de ánimo de Amán esa noche durante el
banquete. Lo que sí sabemos es que “mientras bebían vino” (v.2a), el rey repitió su
pregunta a Ester. Por tercera vez le dijo a Ester: “¿Cuál es tu petición, reina Ester, y
te será concedida?” (v.2b; cotejar Est. 5:3 y 6). Eso habla bien de Asuero. Uno
podría imaginarse que con todos los afanes del reino él podría haberse olvidado del
propósito del banquete. Aún en eso Dios estaba obrando a favor de Su pueblo,
impidiendo que Asuero se olvidara del asunto.
Esta vez, Ester aprovechó el momento para hacer su pedido y clamar por la vida
de su pueblo. Lo hizo en una forma muy sabia. Primero rogó por su propia vida:
“séame dada mi vida por mi petición…” (v.3b). Obviamente, el rey prestaría más
atención a un pedido de esta naturaleza, porque cualquier amenaza contra su reina
sería una amenaza contra él y su reino. Lo que afectaba a la reina, era un asunto
de Estado. Luego, rogó por la vida de su pueblo: “… y mi pueblo por mi demanda”
(v.3c). Ester menciona a su pueblo en segundo lugar, no porque la vida de miles de
judíos era de menor importancia para ella, sino porque los judíos tendrían menor
importancia para Asuero.
Habiendo suplicado por su vida y la de su pueblo en forma clara y enérgica,
Ester procedió a explicar la amenaza: “Porque hemos sido vendidos, yo y mi
pueblo, para ser destruidos, para ser muertos y exterminados” (v.4a). Al usar el
verbo “vender”, Ester logró comunicar dos cosas. La amenaza contra su vida no se
debía a un acto de guerra o a un momento de violencia, sino a un plan premeditado
y fríamente ejecutado. Además, esta amenaza beneficiaría a alguien
económicamente. Para “vender” a alguien, tiene que haber un comprador y un
vendedor; y ambos sacarían provecho del negocio, especialmente el vendedor.
Ester enfatiza que el propósito de la “venta” era nada menos que la aniquilación
de su raza: “para ser destruidos…muertos y exterminados” (v.4a). Al usar estos
verbos, ella estaba repitiendo el texto del decreto redactado por Amán (ver Est.
3:13). Fue muy inteligente de su parte. Amán no podría decir que la reina estaba
exagerando el asunto o que la cosa no era como ella decía.
Ester continuó, afirmando que si sólo se trataba de venderlos como esclavos ella
callaría (v.4b); pero se trataba de provocar una muerte masiva, y además una
muerte que representaba para el rey Asuero “un daño irreparable” (v.4c). Sería un
“daño”, porque matarían a miles de ciudadanos que aportaban al imperio con sus
servicios e impuestos. Además, sería un “daño irreparable”, porque una vez
muertos nada se podría hacer para revertir la situación. Finalmente, sería “para el
rey un daño irreparable”, porque Asuero sería el más afectado, como rey y jefe
supremo del Imperio Persa. Como Ester señala sabiamente, sus intereses estaban
de por medio, incluyendo la vida de su propia esposa.
Al escuchar estas palabras, Amán quedó anonadado. No fue lo que esperaba oír
en el palacio del rey. Ni por un segundo se le cruzó por su mente la idea de que
Ester podría ser judía. De saber que era judía, Amán lo habría meditado bien antes
de planear la muerte de su pueblo.

REFLEXIÓN: Nunca sabemos las consecuencias que el pecado puede


traer. Quizá pensamos que nadie sabe lo que hicimos y que todo está
escondido; sin embargo, hay dos cosas ciertas en cuanto al pecado que
cometemos: nosotros sabemos que lo hemos hecho y Dios también lo
sabe. Eso significa que nuestras conciencias estarán afectadas y que
Dios nos juzgará por el pecado que cometimos. La única forma de vivir
tranquilamente en este mundo es evitando las tentaciones y
desarrollando vidas que agradan a Dios. Así podremos dormir tranquilos
en la noche y enfrentar el futuro con serenidad.

Ester 7:5-7 La ira del rey

“5 Respondió el rey Asuero, y dijo a la reina Ester: ¿Quién es, y dónde


está, el que ha ensoberbecido su corazón para hacer esto? 6 Ester
dijo: El enemigo y adversario es este malvado Amán. Entonces se
turbó Amán delante del rey y de la reina. 7 Luego el rey se levantó
del banquete, encendido en ira, y se fue al huerto del palacio; y se
quedó Amán para suplicarle a la reina Ester por su vida; porque vio
que estaba resuelto para él el mal de parte del rey”.

Al escuchar la revelación de Ester acerca del complot para matarle a ella y a su


pueblo, el rey preguntó: “¿Quién es, y dónde está, el que ha ensoberbecido su
corazón para hacer esto?” (v.5). La pregunta indica que Asuero quería saber dos
cosas: la identidad de la persona que ideó la muerte de tantas personas, incluyendo
la reina, y dónde se hallaba en ese momento.
La verdad es que las dos personas responsables por ese complot estaban ahí
presentes: Amán, el que ideó el proyecto, y Asuero, el que lo autorizó. El rey
reconoció inmediatamente que lo que había detrás del complot era orgullo. Amán
se había ensoberbecido, pensando que tenía el derecho de planear la muerte de
toda una raza simplemente porque uno de sus integrantes le había ofendido. El
detalle era que el rey Asuero compartía la culpa de haberse ensoberbecido,
pensando que él tenía el derecho de ordenar la muerte de todo un grupo de sus
súbditos sin indagar lo que habían hecho. ¡Él mismo era culpable de lo que acusaba
a otro!
La reacción de Asuero trae a la mente la reacción del rey David, cuando el
profeta Natán narró una parábola y David respondió diciendo: “Vive Jehová, que el
que tal hizo es digno de muerte… porque… no tuvo misericordia” (2 S. 12:5-6).
¡Cuán fácil es ver con claridad los pecados que otros cometen, mientras somos
ciegos a los mismos pecados en nosotros!

REFLEXIÓN: Analicemos nuestras propias vidas y preguntémonos:


¿cuáles son los pecados que señalamos con bastante facilidad en otros?
¿Seremos culpables de cometer los mismos pecados? Pidamos a Dios la
gracia para ser autocríticos y atentos a la voz del Espíritu Santo.
Digamos como lo hizo David, “Examíname, oh Dios, y conoce [revela]
mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí
camino de perversidad…” (Sal. 139:23-24a).

La respuesta de Ester fue devastadora: “El enemigo y adversario es este


malvado Amán” (v.6a). En el idioma original, el primer término es ‘tsar’ que
significa “alguien que oprime o presiona” (ver Nm. 10:9), mientras que el segundo
término es ‘oyeb’, que significa “alguien que nos odia” y que por odiarnos se vuelve
nuestro enemigo. Las dos palabras expresan en forma sucinta la actitud y el
comportamiento de Amán, y estas dos actitudes surgieron de la maldad latente en
su corazón: “este malvado Amán”.
Puesto que él lo firmó, Asuero compartía la responsabilidad por el decreto. Sin
embargo, Ester no lo mencionó. Asuero no era ni “enemigo” ni “adversario” ni
“malvado”. Su pecado fue el de ser irresponsable e ingenuo. No debió haber
firmado el decreto sin haber indagado bien de qué se trataba. Él se dejó engañar
por las palabras de Amán y pecó de ingenuo al confiar demasiado en sus buenas
intenciones (ver Est. 3:8). Ester no le encaró a Asuero, sino que dejó que él mismo
se diera cuenta de su error. Una vez más, ella demostró mucha sabiduría.
Al escuchar las palabras de Ester, Amán entró en pánico. Como dice el texto
bíblico: “Entonces se turbó Amán delante del rey y de la reina” (v.6b). El verbo en
hebreo significa, “le dio mucho temor”. Es la misma palabra que se usa para
describir el temor que sintió David al ver el Ángel de Jehová con Su espada
desenvainada en 1 Crónicas 21:30. Tenía razón de sentirse temeroso. Amán estaba
en la presencia de una reina, a quien sin darse cuenta pretendía matar; también
estaba en la presencia del esposo de esa reina, el gran Asuero, el rey de Persia.

REFLEXIÓN: El temor que Amán sintió en ese momento nos hace pensar
en el tremendo temor que todo pecador sentirá en la presencia de Dios
en el día del juicio final. Cuando Amán estaba en su casa, jactándose de
todo lo que tenía (ver Est. 5:10-12a), estaba alegre y tranquilo; pero
ahora que está delante del rey, con su maldad expuesta a vista y
paciencia de otros, él sintió un terror indescriptible. Así será con el
pecador. Mientras está en el mundo y tiene bienes materiales que
disfrutar, se siente tranquilo y alegre; pero el día que tenga que
presentarse ante el Rey del universo, la cosa será muy diferente. Dios
nos ayude a vivir en tal manera que en el día del juicio final tengamos
confianza delante de Él.

La situación fue tan tensa y dramática que Asuero no sabía qué hacer. Leemos
que “se levantó del banquete encendido en ira, y se fue al huerto del palacio”
(v.7a). Se sentía tan enfurecido que estaba fuera de control. No podía creer la
maldad de este hombre Amán, que supuestamente era una persona de confianza.
Estaba enfurecido por cómo lo había manipulado en tal manera que le hizo firmar
un decreto que atentaba contra la vida de su propia esposa, su amada Ester, la
reina oficial del imperio. Le daba rabia tan solo pensar en ello.
El rey no pudo quedar sentado. Sin saber qué decir o cómo reaccionar, se
levantó del banquete y salió al huerto del palacio. Necesitaba aire y tenía que
pensar, porque estaba rabioso. Si Amán nos hace pensar en la condición del
pecador delante de Dios, Asuero nos hace pensar en Dios y en lo terrible que es Su
ira contra el pecado.

REFLEXIÓN: Amán descubrió cuán terrible es provocar la ira de un


hombre como Asuero. Fue una tremenda imprudencia de su parte
atentar contra los intereses del rey de Persia. La diferencia entre Asuero
y Dios es que Dios no se descontrola; Él no “pierde los papeles”. Por el
contrario, Él sabe exactamente qué hacer frente al pecador cuando éste
se ha vuelto Su enemigo y adversario.
Lo maravilloso es que Dios, en la persona de Su Hijo Cristo, también
fue a un huerto, el huerto de Getsemaní. No fue para pensar qué hacer
con el pecador, sino para prepararse para llevar la ira que el pecador
merecía. En aquel huerto la decisión final se tomó, humanamente
hablando, y Cristo fue llevado del huerto a un palacio, no como en el
caso de Asuero para ejecutar Su ira sobre Sus enemigos, sino para
soportar la ira divina que Sus enemigos merecían, y que amenazaba con
destruirlos, tal como Amán estaba por ser destruido por la ira de
Asuero. Reflexionemos sobre la gracia de Dios y bendigamos Su nombre
por una salvación tan grande y asombrosa.

Ester 7:7-10 El fin de Amán

“7 Luego el rey se levantó del banquete, encendido en ira, y se fue al


huerto del palacio; y se quedó Amán para suplicarle a la reina Ester
por su vida; porque vio que estaba resuelto para él el mal de parte
del rey 8 Después el rey volvió del huerto del palacio al aposento del
banquete, y Amán había caído sobre el lecho en que estaba Ester.
Entonces dijo el rey: ¿Querrás también violar a la reina en mi propia
casa? Al proferir el rey esta palabra, le cubrieron el rostro a Amán. 9
Y dijo Harbona, uno de los eunucos que servían al rey: He aquí en
casa de Amán la horca de cincuenta codos de altura que hizo Amán
para Mardoqueo, el cual había hablado bien por el rey. Entonces el
rey dijo: Colgadlo en ella. 10 Así colgaron a Amán en la horca que él
había hecho preparar para Mardoqueo; y se apaciguó la ira del rey.”

Cuando Asuero salió al huerto, Amán se quedó sólo con Ester. Aprovechó el
momento “para suplicarle a la reina Ester por su vida” (v.7b). El rostro de Asuero
indicaba que no tenía sentido pedirle misericordia. Como dice el autor de Ester,
Amán “vio que estaba resuelto para él el mal de parte del rey” (v.7c). Lo único que
le quedó hacer fue confiar que Ester podría ser más compasiva.
Lamentablemente, para él, en su desesperación por salvar su vida, en vez de
caer a los pies de Ester, cayó “sobre el lecho en que estaba Ester” (v.8b). En la
cultura del Imperio Persa, las personas no se sentaban sobre una silla para comer,
sino que se reclinaban sobre un diván. Amán, al acercarse a Ester, se apoyó sobre
el diván y dio la impresión al rey, cuando volvió del huerto (v.8a), que Amán la
estaba acosando sexualmente. Esto provocó aún más la ira de Asuero, quien
exclamó: “¿Querrás también violar a la reina en mi propia casa?” (v.8c). No tenía
sentido acusarle a Amán de eso, pero el rey ya no estaba pensando con cordura.
Sorprendentemente, todo el mal que Amán estaba planeando contra otros cayó
sobre su cabeza y cayó rápidamente. La explicación se encuentra en un detalle
interesante de la ley de Moisés. En Deuteronomio 19:16-20, Dios trata el asunto
de las acusaciones falsas. La ley establecía categóricamente que si una persona
acusaba falsa y maliciosamente a otra entonces según el texto bíblico: “haréis a él
como él pensó hacer a su hermano” (Dt. 19:19). El Dios que determinó esto en la
ley es el Dios de toda la Tierra, y aplicó el mismo principio ahora a Amán. Este
hombre pensó matar a todos los judíos injustamente, y ahora la pena de muerte
estaba por caer sobre él.

REFLEXIÓN: Meditemos en nuestros corazones sobre las cosas que


hacemos o pensamos en contra de otros. Si todavía no hemos
cosechado lo que sembramos demos gracias a Dios por Su misericordia.
Estamos a tiempo para arrepentirnos y cambiar nuestro
comportamiento. Hagámoslo ahora antes que sea demasiado tarde.

Luego de acusarle a Amán de intento de violación, Asuero ordenó que le


cubrieran el rosto (v.8d). Amán ya no tenía el derecho de ver la cara de Asuero ni la
cara de Ester. Su destino era la muerte y en señal de ello le cubrieron el rostro.
La noticia corrió por los pasadizos del palacio. Amán, el favorito del rey, había
atentado contra la vida de la reina y ahora estaba bajo la pena de muerte. ¡Uno se
imagina el impacto que dicha noticia tuvo en todo el palacio! Fue en ese contexto
que un hombre llamado Harbona, a quien la Biblia describe como “uno de los
eunucos que servían al rey” (v.9a), trajo la noticia de la horca que se había
construido en la casa de Amán: “He aquí en casa de Amán la horca de cincuenta
codos de altura que hizo Amán para Mardoqueo, el cual había hablado bien por el
rey” (v.9b).
Hay que tener cuidado de no especular mucho al respecto, pero uno se pregunta
qué había detrás de estas palabras. Alguien como Amán, orgulloso y egocéntrico,
dispuesto a atropellar a otros para escalar los peldaños del poder, se habría ganado
muchos enemigos. No faltarían personas en el palacio a quienes Amán no les caía
bien. La noticia de la construcción de la horca se habría difundido rápidamente,
juntamente con el propósito que era el de ejecutar a Mardoqueo. Todos sabrían
también que Mardoqueo le había salvado la vida al rey (Est. 2:21-23) y que
recientemente fue honrado por Asuero por ello (Est. 6:10-11). Así que, lo más
probable es que los enemigos de Amán se encargaron de delatar ante el rey lo que
él recientemente había construido para matar a Mardoqueo. La sentencia del rey
era de esperar: “Colgadlo en ella” (v.9c).
Dios es justo en todo lo que Él hace. No siempre actúa con la rapidez que vemos
en esta historia; sin embargo, este relato nos indica no sólo lo que Dios es capaz de
hacer, sino también los principios que guían Su accionar en este mundo. La
providencia de Dios en la historia humana se rige por el principio de la justica.
Tarde que temprano los que actúan mal cosechan lo que han sembrado, directa o
indirectamente.
En este caso, la historia de Amán concluye con las siguientes palabras: “Así
colgaron a Amán en la horca que él había hecho preparar para Mardoqueo” (v.10a).
La justicia de Dios se cumplió en una forma muy interesante: Amán murió en la
misma manera y por medio del mismo instrumento que planeó para su enemigo
Mardoqueo.

REFLEXIÓN: Dios cuida a Su pueblo y siempre está alerta a las cosas


que le sucede en este mundo. Es importante orar y clamar a Dios por los
creyentes que son perseguidos, pero nunca debemos pensar que Dios
necesita que le informemos de lo que está pasando a la Iglesia. Los ojos
de Dios están atentos y observan todo lo que se hace y se maquina
contra Su pueblo; y cuando Él quiere intervenir, lo hace con
consecuencias desastrosas para los enemigos de la Iglesia. Así que,
alegrémonos de ser un pueblo que está bajo el cuidado de Dios y demos
gracias por Su cuidado diario de nuestras vidas.

El relato termina afirmando lo siguiente: “y se apaciguó la ira del rey” (v.10b).


La muerte de Amán satisfizo la ira del rey de Persia. Él sólo estaba interesado en
cuidar sus intereses y en ese momento sus intereses se centraban en Ester. Aunque
Ester le había informado del complot contra todo su pueblo (vv.3b-4), a Asuero no
le interesaba eso.
No obstante, por encima del rey de Persia estaba el Rey del universo y Él no
quedó satisfecho con la muerte de Amán. El complot contra los judíos seguía en
pie, y a pesar de la muerte de Amán ellos continuaban bajo la amenaza de muerte.
Para Dios, el verdadero enemigo no era Amán, sino Satanás, y Satanás seguía vivo;
por eso, la muerte de todos los judíos seguía latente. Esto explica por qué el libro
de Ester no termina con la muerte de Amán en el capítulo 7. En el resto del libro
veremos como Dios anuló los planes de Satanás y eliminó la amenaza que seguía
vigente contra el pueblo de Dios.

REFLEXIÓN: Cuando Dios hace las cosas, las hace bien; no las deja a
medias. La historia de este mundo no se acabará hasta que Dios haya
juzgado para siempre a Satanás y haya liberado a la Iglesia de todas las
amenazas en su contra. Este es el mensaje central del libro de
Apocalipsis.

Ester 8:1-2 La recompensa de Dios

“1 El mismo día, el rey Asuero dio a la reina Ester la casa de Amán


enemigo de los judíos; y Mardoqueo vino delante del rey, porque
Ester le declaró lo que él era respecto de ella. 2 Y se quitó el rey el
anillo que recogió de Amán, y lo dio a Mardoqueo. Y Ester puso a
Mardoqueo sobre la casa de Amán.”

Cuando Dios se pone en acción las cosas comienzan a suceder con gran rapidez.
En solo veinticuatro horas, Amán fue humillado ante Mardoqueo (Est. 6), acusado
por la reina Ester (Est. 7:6) y colgado en su propia horca (Est. 7:10). Además, ese
mismo día, “el rey Asuero dio a la reina Ester la casa de Amán enemigo de los
judíos” (v.1a).
Para entender bien esa afirmación, hay dos puntos que debemos observar. En
primer lugar, notemos que Amán ya tenía un apodo: “enemigo de los judíos”. Ese
hombre pagó un precio muy alto por oponerse a los hijos de Abraham. Los judíos
eran el pueblo de Dios, y aunque estaban en el exilio como consecuencia de sus
pecados, seguían disfrutando la protección de Dios. El que los tocaba, tocaba “la
niña de los ojos” del Altísimo.
El segundo detalle que debemos indagar es acerca del significado de “la casa de
Amán” y por qué Asuero se la dio a Ester. La frase significa más que simplemente la
vivienda donde Amán vivía; significa la totalidad de sus bienes, incluyendo su
familia, sus siervos, sus inmuebles y sus negocios. Por consiguiente, lo que Asuero
le dio a Ester fue todo lo que Amán tenía, y lo dio todo a su reina en compensación
por el riesgo que su vida corrió por la amenaza de Amán.

REFLEXIÓN: La Iglesia es la Novia de Cristo, la reina del cielo, por


decirlo así. En este mundo, ella experimenta la amenaza de los
enemigos de Dios, que constantemente la asedian y la persiguen. Sin
embargo, un día la Iglesia heredará todo este mundo y Dios la
recompensará por todo lo que sufrió aquí en la tierra. Así se cumplirá las
palabras de Pablo: “Si sufrimos, también reinaremos con Él” (2 Ti.
2:12a).

Es hermoso ver la manera en que Ester reconoce y honra a Mardoqueo. Al fin del
v.1 leemos: “y Mardoqueo vino delante del rey, porque Ester le declaró lo que él era
respecto de ella”. Esta vez ella vino delante del rey por invitación, así que su vida
no corrió peligro como antes. Vino, porque Ester le contó al rey el parentesco que
había entre ella y Mardoqueo. Años atrás, Mardoqueo recogió a Ester cuando sus
padres murieron; ahora, cuando ella entra en el favor del rey y hereda todos los
bienes de Amán, Ester honra y reconoce a Mardoqueo, y de esta manera él
comienza a cosechar todo el bien que sembró años atrás.
Al escuchar que Mardoqueo era el tío de Ester y que la había adoptado, Asuero
se sintió en deuda con él. Tomando en cuenta que él también era judío y que
estaba bajo la amenaza de Amán, el rey “se quitó… el anillo que recogió de Amán, y
lo dio a Mardoqueo” (v.2a). No estamos seguros de qué anillo se trata, pero lo más
probable es que se refiere al anillo que el rey le dio a Amán cuando le honró (Est.
3:1). El anillo representaba el poder y la autoridad que el rey delegó a Amán, y que
seguramente acompañaba un puesto oficial en el Imperio Persa.
Como el anillo le pertenecía al rey, él se lo quitó a Amán y lo dio a Mardoqueo.
Luego Mardoqueo recibió otro honor, esta vez de parte de Ester. Ella “puso a
Mardoqueo sobre la casa de Amán” (v.2b). Por lo tanto, todo lo que ella recibió se
lo dio a Mardoqueo para administrar, y lo hizo en reconocimiento que ella como
reina no podría administrar personalmente la casa de Amán. Además, lo hizo en
agradecimiento por todo lo que Mardoqueo había hecho por ella, desde que la
recogió y adoptó como su propia hija.

REFLEXIÓN: Es bueno ser agradecidos con aquellos que nos ayudan.


Asuero y Ester hicieron bien en expresar su agradecimiento a
Mardoqueo, quien en realidad es el héroe de esta historia. ¿Qué de
nosotros; somos agradecidos con aquellos que nos ayudan? ¿Cómo
expresamos ese agradecimiento; solo en palabras o también con
hechos? Pensemos ahora en alguien que nos ha ayudado mucho en la
vida y pidamos a Dios que nos muestre la forma de expresar a esa
persona nuestro agradecimiento.

En estos dos versículos vemos la recompensa que Dios le dio tanto a Ester como
a Mardoqueo por lo que hicieron y por el riesgo que corrieron al servir a Dios.
Mardoqueo delató el complot contra Asuero (Est. 2:21-23), y lo hizo porque
entendía que era su responsabilidad delante de Dios hacerlo, puesto que Asuero era
el legítimo rey. Luego corrió un riesgo mayor cuando rehusó honrar a Amán (Est.
3:2), y lo hizo porque era judío y quiso honrar a Dios antes que salvar su propia
vida.
Por su parte, Ester arriesgó su vida al presentarse delante Asuero sin que él la
haya llamado (Est. 4:16; 5:1), y lo hizo para interceder a favor de la vida de los
judíos y así salvarles del complot maquinado por Amán el “enemigo de los judíos”.

REFLEXIÓN: A veces servir a Dios es difícil porque implica arriesgarnos


en una manera u otra. Sin embargo, si lo hacemos con el sano deseo de
honrar a Dios, Él nos recompensará. Así que si estamos en esa
situación, confiemos en Él y hagamos lo que Él nos pide hacer, por difícil
que sea. La historia de Ester nos anima porque indica que algún día Dios
nos recompensará por nuestro servicio.

Ester 8:3-8 La preocupación de Ester


“3 Volvió luego Ester a hablar delante del rey, y se echó a sus pies,
llorando y rogándole que hiciese nula la maldad de Amán agagueo y
su designio que había tramado contra los judíos. 4 Entonces el rey
extendió a Ester el cetro de oro, y Ester se levantó, y se puso en pie
delante del rey, 5 y dijo: Si place al rey, y si he hallado gracia delante
de él, y si le parece acertado al rey, y yo soy agradable a sus ojos,
que se dé orden escrita para revocar las cartas que autorizan la
trama de Amán hijo de Hamedata agagueo, que escribió para destruir
a los judíos que están en todas las provincias del rey. 6 Porque ¿cómo
podré yo ver el mal que alcanzará a mi pueblo? ¿Cómo podré yo ver
la destrucción de mi nación? 7 Respondió el rey Asuero a la reina
Ester y a Mardoqueo el judío: He aquí yo he dado a Ester la casa de
Amán, y a él han colgado en la horca, por cuanto extendió su mano
contra los judíos. 8 Escribid, pues, vosotros a los judíos como bien os
pareciere, en nombre del rey, y selladlo con el anillo del rey; porque
un edicto que se escribe en nombre del rey, y se sella con el anillo del
rey, no puede ser revocado”.

Lo que comenzó como un simple deseo de salvar a su pueblo, generó una


tremenda crisis política que Ester no anticipó. Lo único que ella quería hacer era
detener y anular el complot de Amán. Sin embargo, una vez que hizo el pedido ante
el rey se desataron una serie de eventos que comenzaron a suceder rápidamente
una tras otra. Primero, el rey decidió quitarle la vida a Amán por haber amenazado
a la reina. Luego, habiendo escuchado del complot de matar a Mardoqueo, Asuero
ordenó que Amán sea ejecutado en la horca que él había preparado para
Mardoqueo. De esta manera, se desató una crisis política en la capital del imperio
que involucró a Amán, el hombre de confianza del rey; a Mardoqueo, a quien
recientemente Asuero había honrado por salvarle la vida; y a la misma reina. Por
estos motivos, la ciudad de Susa estaría tremendamente trastornada.
Cuando la tensión política menguó, Ester volvió a hablar con Asuero y lo hizo
porque la amenaza contra los judíos aún seguía en pie. Esta vez leemos que ella
“se echó a sus pies, llorando y rogándole que hiciese nula la maldad de Amán
agagueo y su designio que había tramado contra los judíos” (v.3). El
comportamiento de Ester indica que ahora estaba más preocupada que cuando
entró a la presencia del rey (ver Est. 5:1). En esa oportunidad ella “se vistió… su
vestido real”, y entró a la presencia del rey calmadamente, temiendo por su vida.
Esta vez ya no teme por su vida, sino por la de su pueblo. Por eso, cargada
emocionalmente, Ester cayó a los pies de Asuero para suplicarle con lágrimas por la
vida de su pueblo.

REFLEXIÓN: A pesar de haber salvado su propia vida y la de su tío


Mardoqueo, Ester no quedó contenta; se preocupó también por su
pueblo y decidió hacer algo al respecto. ¿Somos así nosotros? Cuándo
somos honrados y prosperados, ¿nos quedamos contentos con eso o nos
preocupamos por el bienestar de otros?

Al igual que la primera vez, el rey le extendió el cetro de oro (v.4a), aceptando la
presencia de Ester. Suponemos que ahora había mucha más confianza entre ellos.
Con las palabras propias de la ética de la corte de ese tiempo, Ester le pidió a
Asuero que anulara el complot de Amán que todavía seguía en pie. Notemos la
manera casi exagerada de cómo ella introdujo su pedido, lo cual refleja la cultura
del Imperio Persa (v.5a):

- “Si place al rey”.


- “si he hallado gracia delante de él”.
- “si le parece acertado al rey”.
- “[si] yo soy agradable a sus ojos”.

Su pedido se centra en “revocar las cartas que autorizan la trama de Amán… que
escribió para destruir a los judíos” (v.5b). Aunque Amán ya estaba muerto, su plan
seguía en pie. Las cartas se habían enviado a los rincones del imperio y llevaban la
autorización de Asuero. Si no se hacía algo, la vida de miles de judíos corría riesgo
y Ester no podía estar tranquila hasta que se revocara la orden de matar a todos los
judíos. Como ella misma lo expresó a Asuero, “¿cómo podré yo ver el mal que
alcanzará a mi pueblo? ¿Cómo podré yo ver la destrucción de mi nación?” (v.6).
Dado a los eventos que recién habían ocurrido, lo más probable era que las vidas
de Ester y Mardoqueo estaban seguras. A pesar de ser judíos, nadie se atrevería a
tratar de matarlos, especialmente luego de lo que le pasó a Amán cuando armó el
complot para matar a Mardoqueo. Sin embargo, Ester y Mardoqueo no podían estar
tranquilos hasta que las vidas de los demás judíos fueran puestas a salvo.
La primera reacción de Asuero fue una de incredulidad porque no creía que la
amenaza seguía en pie ahora que el autor del complot fue ejecutado. Por eso le
respondió a Ester, diciendo: “He aquí yo he dado a Ester la casa de Amán, y a él
han colgado en la horca, por cuanto extendió su mano contra los judíos” (v.7b).
Estas palabras dan a entender que Asuero no pensaba que el complot seguía siendo
una amenaza para los judíos. De todos modos, notando la preocupación en los
rostros de Ester y Mardoqueo, quien también estaba presente en ese momento (ver
v.7a), Asuero les dio permiso para redactar un documento con el fin de
contrarrestar el decreto de Amán.
Lo que el rey les dijo fue lo siguiente: “Escribid, pues, vosotros a los judíos como
bien os pareciere, en nombre del rey” (v.8a). El documento que Amán redactó fue
dirigido a las autoridades políticas del imperio: a los “sátrapas”, a los “capitanes”, y
a los “príncipes de cada pueblo” (Est. 3:12). En cambio, la carta de Ester y
Mardoqueo fue dirigida a los judíos, aunque habría que notar que al mismo tiempo
fue dirigida a las autoridades políticas, como veremos posteriormente (v.9).
Además de la autorización para redactar la carta, Asuero les dio permiso para
usar su anillo. Lo hizo diciendo: “selladlo con el anillo del rey” (v.8b), porque “un
edicto que se escribe en nombre del rey, y se sella con el anillo del rey, no puede
ser revocado” (v.9c). Es importante notar eso, porque el decreto de Amán también
fue sellado con el anillo del rey (ver Est. 3:12b), lo que significa que no podía ser
anulado legalmente. La carta que Ester y Mardoqueo iban a redactar no era para
anular el decreto de Amán, sino para contrarrestar su efectividad.

REFLEXIÓN: Es bueno ser precavidos y no correr un riesgo simplemente


por nuestra inactividad. Amán estaba muerto y cualquiera pensaría que
nadie se atrevería a ejecutar el plan que ideó y promulgó contra los
judíos. Sin embargo, el imperio era muy grande y quizá no todas las
autoridades se enterarían de lo sucedido en Susa, al autor intelectual del
complot. Ester y Mardoqueo no querían arriesgar la vida de los judíos,
confiando en el buen criterio de las autoridades imperiales. Querían
estar seguros, y para serlo, sentían la necesidad de hacer todo lo posible
para minimizar el riesgo para el pueblo de Dios. ¿Somos así nosotros o
nos confiamos demasiado, dejando de hacer cosas que están a nuestro
alcance para asegurar una situación incierta? Aprendamos del ejemplo
de Ester y Mardoqueo.

Ester 8:9-10 La carta de Mardoqueo

“9 Entonces fueron llamados los escribanos del rey en el mes tercero,


que es Siván, a los veintitrés días de ese mes; y se escribió conforme
a todo lo que mandó Mardoqueo, a los judíos, y a los sátrapas, los
capitanes y los príncipes de las provincias que había desde la India
hasta Etiopía, ciento veintisiete provincias; a cada provincia según su
escritura, y a cada pueblo conforme a su lengua, a los judíos también
conforme a su escritura y lengua. 10 Y escribió en nombre del rey
Asuero, y lo selló con el anillo del rey, y envió cartas por medio de
correos montados en caballos veloces procedentes de los repastos
reales…”.

Con mucha precisión, el autor nos da la fecha exacta en que se redactó la carta
de Mardoqueo; fue “en el mes tercero… a los veintitrés días de ese mes” (v.9a). Eso
significa que esta carta se escribió dos meses después del envío del decreto de
Amán (ver Est. 3:7). Aunque Dios intervino rápidamente a favor de los judíos, por
dos meses algunos de ellos tuvieron que sufrir una tremenda angustia mental, tal
como la de Mardoqueo (Est. 4:1). Leemos de esto en Ester 4:3.
¿Qué aprendieron de esa experiencia? Varias cosas muy importantes:

i. A humillarse delante de Dios y clamar a Él por Su favor y


misericordia. ¡Cuántos judíos se habrían reconciliado con Dios
durante esos dos meses!

ii. A reconocer y confesar sus pecados delante del Señor. Dios


frecuentemente usa tiempos de prueba para hacernos recordar
nuestros pecados y llevarnos al arrepentimiento (ver 1 R. 17:17-18).

iii. A reconocer el error que cometieron al no volver a Jerusalén antes,


cuando Dios abrió las puertas para que Su pueblo volviera del exilio.
Todos los judíos debieron haber vuelto en ese momento. Mientras
estaban en el exilio, lejos de su tierra, esparcidos por todo el Imperio
Persa, los judíos estaban expuestos a esta clase de ataque por parte
de sus enemigos. Estando en Jerusalén, rodeados de sus
compatriotas, podrían defenderse mejor.

iv. A confiar en el gran poder de Dios. Cuando la carta de Mardoqueo


llegó, fue un tremendo alivio para los judíos y una vindicación del
poder de Dios. Luego, cuando se enterraron de todo lo sucedido y de
cómo Dios intervino para salvar a Su pueblo, ¡cuántas expresiones de
gozo y alabanza a Dios se elevaron al cielo!

Estos detalles nos ayudan a recordar que a los escogidos de Dios todas las cosas
ayudan a bien (Ro. 8:28). Aún los momentos de mayor dolor y angustia sirven en
algo para el pueblo de Dios, y el Señor los permite para enseñarnos muchas cosas,
especialmente a confiar en Él. Como dijo el profeta Jeremías en Lamentaciones 3,

“Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová…


Porque el Señor no desecha para siempre;
Antes si aflige, también se compadece…
Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres”.

Lamentaciones 3:26,
31-33

REFLEXIÓN: ¿Estamos pasando por un momento de prueba? Debemos


contárselo todo al Señor y luego esperar en Él. Quizá no sepamos qué
hacer, pero Dios lo tiene todo bajo control. Así que, esperemos
confiadamente y Dios nos mostrará lo que Él puede hacer para
ayudarnos y sacarnos de la situación difícil en la que estamos.

La carta para defender a los judíos se redactó “conforme a todo lo que mandó
Mardoqueo” (v.9b). Él fue el autor intelectual de la carta, tal como Amán fue el
autor intelectual del decreto anterior que ordenó la matanza de todos los judíos. La
carta de Mardoqueo, además de ser enviada a todas las autoridades del imperio (“a
los sátrapas, los capitanes y los príncipes de las provincias que había desde la India
hasta Etiopía”), fue enviada también a los judíos (v.9c). El propósito de la carta era
alertar a todos de un nuevo decreto que anulaba el decreto anterior, o que por lo
menos lo contrarrestaba. Uno se imagina que esta segunda carta causó cierta
confusión, escrita tan sólo dos meses luego del decreto de Amán. Las autoridades
provinciales se preguntarían qué estaba pasando en la capital y por qué había dos
documentos contradictorios.
Mardoqueo “escribió en nombre del rey Asuero, y lo selló con el anillo del rey”
(v.10a). Fue un honor para él poder hacer esto, y confirma el principio bíblico que
declara que aquellos que honran a Dios y se preocupan por Su causa, tarde que
temprano serán honrados por Dios (ver 1 S. 2:30).
Para agilizar el asunto, las cartas fueron enviadas “por medio de correos
montados en caballos veloces procedentes de los repastos reales” (v.10b).
Mardoqueo tomó esta precaución para aliviar la mente de los judíos, quienes
estarían más preocupados con cada día que pasaba por el decreto de Amán. Antes
que tomasen decisiones apresuradas como la de huir, Mardoqueo quería alertar a
sus compatriotas que todo estaba bajo control.

REFLEXIÓN: Cuando hay cosas importantes que hacer, hagámoslo


inmediatamente. Debemos evitar el concepto de “mañana”,
postergando para otro día lo que podemos y debemos hacer hoy.
Reflexionemos sobre qué cosas estamos postergando que realmente
debemos hacer inmediatamente.

Ester 8:11-13 Defensa, no venganza

“11 … que el rey daba facultad a los judíos que estaban en todas las
ciudades, para que se reuniesen y estuviesen a la defensa de su vida,
prontos a destruir, y matar, y acabar con toda fuerza armada del
pueblo o provincia que viniese contra ellos, y aun sus niños y
mujeres, y apoderarse de sus bienes, 12 en un mismo día en todas las
provincias del rey Asuero, en el día trece del mes duodécimo, que es
el mes de Adar. 13 La copia del edicto que había de darse por decreto
en cada provincia, para que fuese conocido por todos los pueblos,
decía que los judíos estuviesen preparados para aquel día, para
vengarse de sus enemigos”.

En estos versículos tenemos el contenido de la carta de Mardoqueo. El autor del


libro de Ester no nos brinda una copia textual de la carta; solo nos da a conocer el
tenor de ella. Recordemos que el propósito de la carta no era anular el decreto de
Amán, porque eso no era posible en la cultura del Imperio Persa (ver Dn. 6:8,
14-15). Lo que se pretendió hacer era neutralizar o contrarrestar el decreto de
Amán.
Notemos los siguientes puntos de la carta. En primer lugar, el rey autorizó a los
judíos que estaban en las ciudades a que “se reuniesen y estuviesen a la defensa
de su vida” (v.11b). Parece que había pocos judíos en las zonas rurales. El decreto
de Amán ordenó a las autoridades persas a atacar a los judíos, mientras que la
carta de Mardoqueo permitió a los judíos defender sus vidas contra cualquier
ataque.
En segundo lugar, la carta de Mardoqueo concedió permiso a los judíos para
“destruir, y matar, y acabar con toda fuerza armada del pueblo o provincia que
viniese contra ellos” (v.11c). Estas palabras tuvieron como propósito amedrentar a
cualquier persona que quisiera usar la ley emitida por Amán como pretexto para
atacar a los judíos. Dichas personas deberían saber claramente que el rey estaba
permitiendo a los judíos tratar severamente a cualquier persona que se levantara
contra ellos. El decreto de Amán ordenó la muerte de “jóvenes y ancianos, niños y
mujeres” (Ester 3:13), mientras que la carta de Mardoqueo ordenó la protección de
los “niños y mujeres” (v.11d).
En tercer lugar, la carta de Mardoqueo dio permiso a los judíos para “apoderarse
de sus bienes” (v.11e); es decir, los bienes de sus atacantes. Mardoqueo usa las
mismas palabras que estaban en el decreto de Amán (Est. 3:13b). Si alguien
pretendía quitarles los bienes a los judíos, ellos tenían el derecho de hacer lo
mismo a sus atacantes. Esto nos hacer recordar cómo los judíos saquearon a
Egipto, pidiendo de los egipcios toda clase de tesoros y riquezas cuando salieron de
la esclavitud (ver Éx 3:21-22; 12:35-36).

REFLEXIÓN: Es importante notar que la carta manifiesta el espíritu de


“la ley de talión” que es el principio que subyace la ley de Moisés. Ese
principio jurídico es más conocido como “ojo por ojo, y diente por
diente”. Es decir, el principio de la ley de Moisés establecía que sólo se
podía castigar de acuerdo con el crimen cometido. Mardoqueo no buscó
aprovecharse de la situación para el beneficio de los judíos; sólo buscó
su defensa contra cualquier enemigo que se levantara contra ellos. Eso
nos enseña la importancia de cuidar nuestros corazones contra la
tentación de querer sacar provecho de una situación en la que Dios nos
concede la victoria sobre nuestros enemigos, sea en un negocio, en el
trabajo o frente al Estado.

La carta aclaraba que la autorización que se daba a los judíos para defenderse
tenía que aplicarse en un día específico: “el día trece del mes duodécimo, que es el
mes de Adar” (v.12). Ese era el mismo día mencionado en el decreto de Amán (ver
Est. 3:13b).
La carta que redactó Mardoqueo tuvo el carácter de un “edicto” (v.13a). En
resumen, el edicto ordenó que “los judíos estuviesen preparados para aquel día,
para vengarse de sus enemigos” (v.13). El propósito de esta carta no fue promover
la venganza personal, sino alertar a los judíos a estar “preparados…para vengarse”,
en el caso de ser atacados.
Muchos consideran que en el Antiguo Testamento Dios permitió la venganza
personal. Sin embargo, habría que notar algunos detalles exegéticos importantes.
El verbo que el autor de Ester usa aquí es ‘nakam’ que significa “juzgar” o
“castigar” (ver Ex. 21:20 y 21). Lo que la ley de Dios promovía era el juicio no la
venganza, en el sentido de guardar resentimiento y querer castigar indebidamente
a una persona por algo malo que había hecho. Dios específicamente ordena a Su
pueblo a no vengarse, sino a amar a sus enemigos, especialmente cuando se
trataba de otros judíos (Lv. 19:17-18). El Antiguo Testamento indica que Dios es el
que vengará a Su pueblo; por lo tanto, ellos no tenían por qué hacerlo. Jeremías
confió en la defensa de Dios y no buscó vengarse de sus enemigos (ver Jer. 15:15).
El Nuevo Testamento recalca la importancia de confiar en Dios y no buscar la
venganza personal (Lc. 18:7; Ap. 6:10).

REFLEXIÓN: Meditemos en nuestros corazones al terminar este


devocional. ¿Tenemos algún enemigo, alguien que nos ha hecho mucho
daño? ¿Qué sentimos hacia esa persona? ¿Tenemos el deseo de
vengarnos? Pidamos a Dios la gracia para perdonar y confiar en Dios por
el mal que se nos hizo. No guardemos ira, enojo o resentimiento, porque
eso nos afectará a nosotros en forma negativa. Si Dios salió a la defensa
de los judíos, en los días de Ester, ¡cuánto más lo hará hoy a favor de
Sus hijos!

Ester 8:14-17 Los frutos de la bendición de Dios

“14 Los correos, pues, montados en caballos veloces, salieron a toda


prisa por la orden del rey; y el edicto fue dado en Susa capital del
reino. 15 Y salió Mardoqueo de delante del rey con vestido real de azul
y blanco, y una gran corona de oro, y un manto de lino y púrpura. La
ciudad de Susa entonces se alegró y regocijó; 16 y los judíos tuvieron
luz y alegría, y gozo y honra. 17 Y en cada provincia y en cada ciudad
donde llegó el mandamiento del rey, los judíos tuvieron alegría y
gozo, banquete y día de placer. Y muchos de entre los pueblos de la
tierra se hacían judíos, porque el temor de los judíos había caído
sobre ellos.”

El decreto de Amán fue enviado por los “correos prontamente” (Est. 3:13, 15).
Como notamos, al estudiar Ester 3:13, la palabra “correos” apunta a personas que
montaban a caballo, llevando comunicaciones oficiales por todo el imperio. El v.10
nos informó que la carta de Mardoqueo iba a ser enviada por “caballos veloces
procedentes de los repastos reales”. Ahora, en el v.14a, leemos que los correos
“montados en caballos veloces, salieron a toda prisa…”. Mardoqueo estaba muy
apurado por comunicar este mensaje que sería de gran aliento para los judíos y
evitaría un baño de sangre.
Al igual que ocurrió con el decreto de Amán, la carta de Mardoqueo fue publicada
primero en Susa, la “capital del reino” (v.14b; ver Est. 3:15b). La gran diferencia
fue la siguiente: el decreto de Amán conmovió la ciudad, en el sentido de
preocuparla (Est. 3:15c), mientras que la carta de Mardoqueo la “alegró y regocijó”
(v.15d). Esa diferencia de sentimientos indica el origen fundamental de cada
documento; el de Amán fue satánico; el de Mardoqueo, divino.

REFLEXIÓN: ¿Qué huella dejamos al transitar por este mundo? ¿Una


huella de alegría o una huella de intranquilidad y tristeza? Si tenemos el
corazón de Dios y somos guiados por el Espíritu Santo, esparciremos
alegría y gozo por todos lados. Evaluemos bien el impacto que tenemos
sobre las personas que nos rodean y pidamos a Dios que Él obre en
nuestras vidas en tal manera que podamos esparcir la fragancia de
Cristo por dondequiera que vayamos.

Luego de honrar a Dios y defender a Su pueblo, Mardoqueo fue grandemente


honrado por los hombres. El autor señala tres elementos de esa honra que recibió:

i. “salió Mardoqueo de delante del rey con vestido real de azul y blanco”
(v.15a). La vestimenta era espléndida y marcó a Mardoqueo como una
figura de gran importancia en el imperio.

ii. Mardoqueo también tenía puesto “una gran corona de oro” (v.15b). En
todo aspecto, Mardoqueo parecía ser el rey. Esa corona indica el gran
aprecio que Asuero tenía hacia Mardoqueo. Le entregó la corona con
total confianza y sin ningún sentido de celo imperial.
iii. En tercer lugar, leemos que a Mardoqueo se le dio “un manto de lino y
púrpura” (v.15c) que eran materiales y colores apropiados para una
figura de la realeza.

Con esta ropa, Mardoqueo podía estar en la presencia de cualquier dignatario del
imperio. Dios lo elevó a los lugares más altos de la administración política del
Imperio Persa. ¡Qué recompensa para él! ¿Cómo se habrá sentido y qué habrá
pensado Ester al ver a su tío distinguido de esa manera, el hombre que la había
adoptado cuando ella quedó huérfana? Indudablemente, los dos compartieron
momentos de gran alegría emocional y espiritual, al ver la bendición de Dios sobre
sus vidas por haber actuado a favor de los judíos.
Esta elevación de rango no sólo alegró el corazón de Mardoqueo y Ester, sino que
provocó una reacción interesante entre todo el pueblo judío: “y los judíos tuvieron
luz y alegría, y gozo y honra” (v.16). Cuatro hermosos presentes que ellos
valoraron tanto como Mardoqueo valoró la vestimenta que se le concedió usar.

LUZ – Sus ojos mentales y espirituales se abrieron tanto ante los cambios
que ocurrieron, que sintieron una luz iluminando todo su ser interior,
convirtiendo las tinieblas de la tristeza en la luz de una gran alegría.

ALEGRÍA – La palabra en hebreo es la que se usa en 1 Reyes 1:40, para


describir la euforia que el pueblo de Dios experimentó en la coronación de
Salomón. Mardoqueo es presentado como un nuevo Salomón; alguien que
provoca gran alegría entre el pueblo cuando es coronado.

GOZO - Este es el gozo de la salvación (Sal. 51:12); es el gozo que


caracterizaba la vida de Cristo (Sal. 45:7); es el gozo del éxodo y de la
conquista de la Tierra Prometida (Sal. 105:43).

HONRA – Tal como Asuero se encargó de honrar a Mardoqueo, el Rey del


universo se encargó de honrar a todo Su pueblo.

Todo esto nos enseña algo muy importante. Cuando personas malas como Amán,
prosperan y son honradas en este mundo, trae congoja y preocupación; pero
cuando personas buenas como Mardoqueo, prosperan y son honradas, trae luz y
alegría.

REFLEXIÓN: Vivamos en tal manera que cuando seamos honrados y


distinguidos, esto provoque gozo y alegría en los demás, no un sentir de
molestia o incomodidad. Seamos motivo de alegría, no de celo entre el
pueblo de Dios.

El v.17 describe las expresiones de gozo y alegría que los judíos sintieron al
escuchar la noticia de su preservación. Hicieron “banquete y día de placer”. Su mal
fue planeado en el contexto de un banquete (ver Est. 3:15b) y su salvación fue
obtenida en el contexto de un banquete (ver Est. 7:1-8). Por lo tanto, era muy
apropiado que celebren su salvación con banquetes.
La preservación de los judíos no sólo produjo en ellos gozo y alegría, también
provocó una fuerte reacción entre los demás habitantes del imperio. Leemos que
“muchos de entre los pueblos de la tierra se hacían judíos, porque el temor de los
judíos había caído sobre ellos” (v.17b). ¡Qué impresionante! Gracias a la bendición
de la que fueron testigos por la manera que Dios obró para proteger a Su pueblo,
muchas personas se convirtieron al judaísmo. Aunque algunos lo habrán hecho por
conveniencia, pero muchos lo hicieron de todo corazón y llegaron a ser siervos de
Jehová, el Dios de Israel.
REFLEXIÓN: Aquí tenemos una de las maneras en que Dios quiere obrar
a través de Su pueblo, la Iglesia. Él quiere preservarnos y bendecirnos
en tal manera que eso impacte a las personas que nos están viendo,
provocando en ellos el deseo de conocer a nuestro Dios. Pidamos a Dios
que nos bendiga de esa manera y que tengamos los mismos resultados.

Ester 9:1-2 El pueblo de Dios se defiende

“1 En el mes duodécimo, que es el mes de Adar, a los trece días del


mismo mes, cuando debía ser ejecutado el mandamiento del rey y su
decreto, el mismo día en que los enemigos de los judíos esperaban
enseñorearse de ellos, sucedió lo contrario; porque los judíos se
enseñorearon de los que los aborrecían. 2 Los judíos se reunieron en
sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero, para descargar
su mano sobre los que habían procurado su mal, y nadie los pudo
resistir, porque el temor de ellos había caído sobre todos los
pueblos”.

El autor pasa ahora de la fecha en que se redactó la carta de Mardoqueo hasta el


fin del año, cuando el decreto de Amán iba a entrar en efecto: “el mes
duodécimo…a los trece días del último mes” (v.1a; ver Est. 3:13). Evidentemente, a
pesar de la carta oficial enviada por Mardoqueo, había algunas personas que
estaban queriendo aprovechar el decreto de Amán para atacar a los judíos. El autor
los describe como “los enemigos de los judíos” (v.1b). Es posible que hubiera cierta
confusión en algunos lugares del imperio por la contradicción entre el decreto de
Amán y la carta de Mardoqueo. ¡Ambos eran documentos oficiales del rey! Los
enemigos del pueblo de Dios aprovecharían la confusión para atacar a los judíos.
Lo que los enemigos del pueblo de Dios querían hacer era “enseñorearse de
ellos” y apoderarse de sus bienes (v.1c); sin embargo, la Biblia dice enfáticamente:
“sucedió lo contrario” (v.1d). Dios estuvo a favor de Su pueblo y los enemigos de
Israel no pudieron hacer lo que querían. En verdad, las cosas sucedieron al revés.
Ellos quisieron enseñorearse de los judíos, pero fueron los judíos quienes se
enseñorearon de ellos.
El autor describe a los enemigos de los judíos como personas “que los
aborrecían” (v.1e). Quizá hubo razones humanas por este aborrecimiento, como
celo, envidia, pérdida de negocios, falta de respeto hacia sus dioses y antipatías
culturales. Pero la raíz fundamental del aborrecimiento fue que los judíos eran el
pueblo de Dios, mientras que sus enemigos eran paganos, identificados con el reino
de Satanás. El odio no era meramente humano, sino que los enemigos de los judíos
estaban reflejando y manifestando el odio de Satanás. Un odio dirigido hacia Dios,
hacia Su pueblo, y hacia todos los propósitos de salvación que Dios ha trazado
desde la eternidad. Esta es la verdadera raíz del odio que las personas tienen hacia
el pueblo de Dios.
En la actualidad, el odio de estos enemigos de los judíos encuentra su paralelo
en el odio que los inconversos tienen hacia la Iglesia de Cristo. Como el Señor
advirtió a Sus apóstoles,

“Si el mundo os aborrece, sabed que a Mí me ha aborrecido antes que


a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero
porque no sois del mundo, antes Yo os elegí del mundo, por eso el
mundo os aborrece”
Juan 15:18-19

No todos los inconversos odian a la Iglesia en la misma manera o por la misma


razón. Hay una gran variedad de actitudes, desde una persecución abierta por parte
de grupos como los musulmanes y los hindúes, hasta una persecución camuflada
por aquellas personas que rechazan el evangelio. Hay también una persecución
mental por parte de los intelectuales, incluyendo los teólogos ‘progresistas’ que
rechazan la autoridad y la vigencia de la Palabra de Dios.

REFLEXIÓN: Tomemos un momento para pensar en algunas personas


que nos aborrecen por ser creyentes. ¿Qué hay detrás de ese odio y
cómo se manifiesta? Animémonos con la verdad de que Dios está a
favor nuestro y no permitirá que nuestros enemigos, sean humanos o
espirituales, nos derroten.

El v.2 describe cómo los judíos se defendieron contra sus enemigos. En primer
lugar, “se reunieron en sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero…”
(v.2a). Como suele decirse, “la unión hace la fuerza”. En las zonas urbanas, a lo
largo y ancho del Imperio Persa, los judíos se reunieron para defenderse contra
cualquier posible ataque. Esto no significa que en todas las ciudades había
enemigos que querían atacar a los judíos; sin embargo, todos los judíos se unieron
para resistir cualquier ataque que se podría manifestar. No querían ser
sorprendidos; era demasiado riesgoso.

REFLEXIÓN: Aquí hay una gran lección para la Iglesia de Cristo. Vivimos
en un mundo que nos odia y no podemos darnos el lujo de estar
peleando entre nosotros. Debemos unirnos y trabajar juntos para
protegernos mutuamente contra cualquier ataque del enemigo.

Los judíos no se reunieron simplemente para defenderse, estaban dispuestos a


pelear. El propósito del esfuerzo mancomunado fue “para descargar su mano sobre
los que habían procurado su mal” (v.2b). El verbo, “descargar”, no es la mejor
traducción. La palabra en hebreo significa “extender” o “echar”, y apunta al uso de
la fuerza para defenderse. Los judíos estaban dispuestos a atacar si era necesario.
Aunque el Señor nos manda no usar la violencia contra nuestros enemigos, eso
no implica que podemos darnos el lujo de ser totalmente pasivos. Hay muchas
formas de resistir el mal activamente y sin recurrir a la violencia. Una de ellas es
defendiendo la sana doctrina y la ética cristiana. En este tiempo, cuando muchos
enemigos de Dios se levantan para resistir las leyes divinas y pasan leyes humanas
en contra de la revelación divina, debemos hacer más que sólo orar. Debemos
reunirnos para hacer acciones contundentes que resulten en la defensa del pueblo
de Dios y los valores de Su reino.
Gracias a la ayuda de Dios y a sus propias acciones, “nadie les pudo resistir,
porque el temor de ellos había caído sobre todos los pueblos” (v.2c). Dios fue una
torre de protección para Su pueblo y un oportuno socorro en la tribulación.

REFLEXIÓN: Llevemos a Dios, en este momento, todos nuestros


temores, todas nuestras luchas, todos nuestros traumas pasados y
presentes, y pongámoslo todo en las manos del Señor. Él luchará por
nosotros, defendiéndonos de todo mal, y nos dará la victoria al debido
momento, para Su gloria y honra. Confiemos en Él.

Ester 9:3-15 El comportamiento de los judíos


“3 Y todos los príncipes de las provincias, los sátrapas, capitanes y
oficiales del rey, apoyaban a los judíos; porque el temor de
Mardoqueo había caído sobre ellos. 4 Pues Mardoqueo era grande en
la casa del rey, y su fama iba por todas las provincias; Mardoqueo iba
engrandeciéndose más y más. 5 Y asolaron los judíos a todos sus
enemigos a filo de espada, y con mortandad y destrucción, e hicieron
con sus enemigos como quisieron. 6 En Susa capital del reino
mataron y destruyeron los judíos a quinientos hombres. 7 Mataron
entonces a Parsandata, Dalfón, Aspata, 8 Porata, Adalía, Aridata, 9
Parmasta, Arisai, Aridai y Vaizata, 10 diez hijos de Amán hijo de
Hamedata, enemigo de los judíos; pero no tocaron sus bienes. 11 El
mismo día se le dio cuenta al rey acerca del número de los muertos
en Susa, residencia real. 12 Y dijo el rey a la reina Ester: En Susa
capital del reino los judíos han matado a quinientos hombres, y a diez
hijos de Amán. ¿Qué habrán hecho en las otras provincias del rey?
¿Cuál, pues, es tu petición? y te será concedida; ¿o qué más es tu
demanda? y será hecha. 13 Y respondió Ester: Si place al rey,
concédase también mañana a los judíos en Susa, que hagan
conforme a la ley de hoy; y que cuelguen en la horca a los diez hijos
de Amán. 14 Y mandó el rey que se hiciese así. Se dio la orden en
Susa, y colgaron a los diez hijos de Amán. 15 Y los judíos que estaban
en Susa se juntaron también el catorce del mes de Adar, y mataron
en Susa a trescientos hombres; pero no tocaron sus bienes.”

En la defensa de sus vidas, los judíos fueron apoyados por las autoridades
persas (v.3a) porque “el temor de Mardoqueo había caído sobre ellos” (v.3b).
Mardoqueo creció en estatura y autoridad ante el pueblo, y el v.4 menciona tres
aspectos de su grandeza:

i. “Mardoqueo era grande en la casa del rey” (v.4a). Es decir, en el palacio


y en los asuntos que afectaban directamente al rey Asuero, Mardoqueo
era de gran influencia. Por eso las autoridades políticas lo temían.

ii. “su fama iba por todas las provincias” (v.4b). Mardoqueo no era solo
famoso en Susa, sino también en todas las regiones del imperio. Dios se
encargó de enaltecerlo para que así pueda proteger al pueblo judío.

iii. “Mardoqueo iba engrandeciéndose más y más” (v.4c). La grandeza de


Mardoqueo iba aumentando día a día. Amán cayó del lugar alto que
ocupaba en el imperio porque se opuso al pueblo de Dios, mientras que
Mardoqueo creció en estatura política porque defendió al pueblo de Dios.

REFLEXIÓN: En Amán y Mardoqueo vemos reflejado el destino de los


pecadores y de los santos – de los hijos de las tinieblas y de los hijos de
Dios. Los primeros brillan por un momento y luego caen para siempre,
mientras que los hijos de Dios tienen luchas y dificultades, pero al final
brillarán por toda la eternidad. No tengamos envidia de las personas que
en este mundo son como Amán; procuremos ser personas como
Mardoqueo.

Como consecuencia de su unidad y esfuerzos (v.2), y gracias también al apoyo


de las autoridades persas (v.3), los judíos “asolaron… a todos sus enemigos” (v.5a).
Dios les dio una victoria total porque lograron derrotar a sus enemigos en tres
maneras:
i. “a filo de espada” (v.5b). Eso significa que mataron a muchos de sus
enemigos, particularmente aquellos que se levantaron contra los judíos
conforme al decreto de Amán.

ii. “con mortandad” (v.5c). La palabra en hebreo significa “matanza” o


“masacre”, y señala una matanza masiva (ver v.16).

iii. “destrucción” (v.5d). La palabra en hebreo es la misma que se usa para


la destrucción total de Egipto, durante el éxodo (ver Ex. 10:7).

En resumidas palabras, los judíos “hicieron con sus enemigos como quisieron”
(v.5e). Dios obró para que aquellas personas que odiaban a los judíos estuvieran
en sus manos y bajo su poder, para hacer con ellas lo que querían, no por venganza
sino en defensa propia.
El primer día, los judíos en Susa mataron a quinientas personas (v.6). A pesar de
vivir tan cerca del rey y ser testigos oculares del poder de Mardoqueo, quinientas
personas estaban dispuestas a atacar a los judíos. Eso es sorprendente. Nos hace
pensar que nuestros enemigos no son solo aquellas personas que están un poco
distantes o alejadas de nosotros; también tenemos enemigos entre las personas
más allegadas a nosotros. Cristo tuvo su Judas Iscariote y nosotros también lo
tendremos.
En los vv.7-9 tenemos una lista de los diez hijos de Amán. Todos ellos fueron
ejecutados porque a pesar de la muerte de su padre, seguían procurando aplicar su
plan contra los judíos. La muerte de su padre no fue suficiente advertencia para
ellos para que desistieran de sus malas intenciones contra el pueblo de Dios. Más
bien, la muerte de Amán probablemente alimentó en ellos aún más el odio contra
los judíos.
Lo interesante es lo que leemos al fin del v.10, “pero no tocaron sus bienes”.
Aunque los hijos de Amán tenían toda la intención de apoderarse de los bienes de
los judíos, el pueblo de Dios se conformó con su muerte. No buscaron apoderarse
de todos sus bienes, quizá por compasión de sus esposas e hijos, quienes
necesitarían esos bienes luego de la muerte de sus esposos y padres.
Aunque los judíos se estaban defendiendo a sí mismos, no debemos pensar que
la situación se volvió caótica y descontrolada. El v.11 indica que ese día se presentó
un informe al rey de lo sucedido en Susa y de cuántos muertos había en la capital.
El rey no estaba seguro de cuál era la situación en las provincias, por eso dirigió
una pregunta a Ester sabiendo que ella estaba al tanto de todo lo que estaba
pasando en el imperio: “¿Qué habrán hecho en las otras provincias del rey?”
(v.12b).
Ester aprovechó la oportunidad para pedir al rey que se prolongara un día más la
autorización a los judíos para defenderse, por lo menos en Susa (v.13). Así que el
día siguiente, que era el día catorce, los judíos colgaron a los diez hijos de Amán
(v.14b) y “mataron en Susa a trescientos hombres” más (v.15b), aunque no los
despojaron de sus bienes (v.15c). Fue una advertencia a los demás a no levantarse
contra los judíos o vengarse de ellos.

REFLEXIÓN: Cuando Dios llamó a Abraham (Gn. 12:1-3), prometió


bendecirle; pero a la vez, prometió castigar a todos los que se
levantaran contra él o sus descendientes. Mil seiscientos años después,
Dios cumplió Su promesa, defendiendo a los hijos de Abraham y
derrotando a todos sus enemigos. Dios es fiel a Sus promesas; así que
aprendamos a confiar más en Él.

Ester 9:16-19 El Triunfo del Pueblo de Dios


“16 En cuanto a los otros judíos que estaban en las provincias del rey,
también se juntaron y se pusieron en defensa de su vida, y
descansaron de sus enemigos, y mataron de sus contrarios a setenta
y cinco mil; pero no tocaron sus bienes. 17 Esto fue en el día trece del
mes de Adar, y reposaron en el día catorce del mismo, y lo hicieron
día de banquete y de alegría. 18 Pero los judíos que estaban en Susa
se juntaron el día trece y el catorce del mismo mes, y el quince del
mismo reposaron y lo hicieron día de banquete y de regocijo. 19 Por
tanto, los judíos aldeanos que habitan en las villas sin muro hacen a
los catorce del mes de Adar el día de alegría y de banquete, un día de
regocijo, y para enviar porciones cada uno a su vecino.”

Fuera de Susa, en las provincias, los judíos también tomaron armas para
defenderse. Notemos las dos frases que el autor usa para describir lo que hicieron.
Primero, “se juntaron” (v.16b). Una vez más, notamos el énfasis sobre la unidad
de los judíos, tal como lo tenemos en el v.2 (“se reunieron”). En el texto original es
el mismo verbo, ‘qajal’, aunque la versión Reina Valera lo traduce aquí con el verbo
“juntar”. La segunda frase es: “se pusieron en defensa de su vida” (v.16b). Estas
palabras también nos hacen recordar lo que leímos en el v.2 (“para descargar su
mano sobre los que habían procurado su mal”). Dichas palabras indican que los
judíos en las provincias también tomaron armas para defenderse contra sus
enemigos.
Como resultado de estas dos acciones, los judíos que vivían en otras partes del
imperio, fuera de Susa, “descansaron de sus enemigos” (v.16c). Además de
“descansar” de ellos, “mataron de sus contrarios a setenta y cinco mil” (v.16c).
Aunque es un número elevado de muertes, debemos recordar que se trata de las
estadísticas a nivel de todo el Imperio Persa, que era enorme. La palabra,
“contrarios”, traduce la palabra ‘sane’, que significa “odiar”. En el v.1, la misma
palabra es traducida, “aborrecían”. Los únicos que murieron fueron las personas
que aborrecían al pueblo de Dios.
A pesar de tantas muertes, los judíos no se aprovecharon de la victoria sobre sus
enemigos para despojarlos de sus bienes. Al igual que ocurrió en Susa, los judíos
“no tocaron sus bienes” (v.16d); ver v.10b. Es difícil creer que esto haya sido una
coincidencia. Más bien, parece que fue un acuerdo tomado por los judíos bajo la
dirección de Mardoqueo, que no quitarían los bienes a sus enemigos, sino que se
limitarían a defender sus vidas.
Fuera de la capital, los judíos limitaron sus acciones al día trece (v.17a). El día
siguiente, “reposaron… y lo hicieron día de banquete y de regocijo” (v.17b). Antes
del día trece, los judíos vivieron bajo mucha tensión, preguntándose qué iba a
pasar ese día y si podrían defenderse en forma efectiva. Por consiguiente, cuando el
día pasó sin mayores problemas y, más bien, vieron la ayuda de Dios, los judíos
tomaron un día para festejar y descansar.
En Susa las cosas fueron diferente, porque los judíos se siguieron defendiendo
contra la aplicación del decreto de Amán un día más (v.18a; ver vv.13-15). Por lo
tanto, ellos “reposaron…” el día quince (v.18b). Eso dio lugar a la tradición de dos
días consecutivos de celebración – los días catorce y quince del mes (ver v.21).
En las zonas rurales, “los judíos aldeanos que habitan en villas sin muro” (v.19a)
celebraron el día catorce y fue un “día de alegría y de banquete, un día de regocijo,
y para enviar porciones cada uno a su vecino” (v.19b). La palabra, “porciones”, en
hebreo (‘mana’), significa ‘una porción o ración de comida’ (ver Ex. 29:26; Lv.
7:33; etc.). Lo más probable es que las familias pudientes enviaron porciones de
comida a las familias más pobres, para que todos celebraran e hicieran banquete
ese día. Todos compartieron la amenaza de ser ejecutados y todos compartieron
también la alegría de la salvación.
REFLEXIÓN: La salvación de Dios debe producir en nosotros un espíritu
de alegría y generosidad. Vemos eso en Hechos 2, cuando miles de
personas se convirtieron al Señor. Lucas nos dice que ellos “comían
juntos con alegría” (Hch. 2:46), “y tenían en común todas las cosas”
(Hch. 2:44). ¿Tenemos un espíritu generoso? ¿Compartimos las cosas
que Dios nos da, o las guardamos sólo para nosotros? Debemos tomar
el ejemplo de los judíos en los días de Ester como un modelo para
nosotros. Si Dios ha perdonado todos nuestros pecados y nos ha salvado
de la destrucción eterna, nuestras vidas deben ser caracterizadas por la
generosidad.

Ester 9:20-23 Celebrando la Salvación de Dios

“20 Y escribió Mardoqueo estas cosas, y envió cartas a todos los


judíos que estaban en todas las provincias del rey Asuero, cercanos y
distantes, 21 ordenándoles que celebrasen el día decimocuarto del
mes de Adar, y el decimoquinto del mismo, cada año, 22 como días en
que los judíos tuvieron paz de sus enemigos, y como el mes que de
tristeza se les cambió en alegría, y de luto en día bueno; que los
hiciesen días de banquete y de gozo, y para enviar porciones cada
uno a su vecino, y dádivas a los pobres. 23 Y los judíos aceptaron
hacer, según habían comenzado, lo que les escribió Mardoqueo.”

Las festividades que se dieron espontáneamente el catorce y el quince del mes


de Adar fueron establecidas como parte del calendario anual de los judíos. Eso se
debió a una carta escrita por Mardoqueo y enviada “a todos los judíos que estaban
en todas las provincias del rey Asuero” (v.20). La orden dada por Mardoqueo (v.21)
y la manera en que los judíos acataron esa orden, indican que él había llegado a ser
reconocido como un líder de la comunidad judía a lo largo y ancho del imperio.
El propósito de las celebraciones del mes de Adar fue recordar tres cosas:

i. El día “en que los judíos tuvieron paz de sus enemigos” (v.22a). La
palabra, “paz”, en hebreo, significa “descanso”. Por meses, los judíos
estuvieron meditando y planeando cómo defenderse. Por fin toda esa
preocupación pasó y experimentaron un profundo descanso.

Esta manifestación de la salvación de Dios fue tan real como la del


éxodo de Egipto y por eso la quisieron celebrar cada año, aunque la ley
de Moisés no lo exigía, por la sencilla razón que Moisés vivió mil años
antes que ocurriera esta crisis en Persia.

ii. El día “que [la] tristeza se les cambió en alegría” (v.22b). La tristeza de
la preocupación dio lugar a la alegría del alivio, y la tristeza de sentirse
amenazados por cientos o miles de personas dio lugar a la alegría de ser
salvados por Dios. Era una buena razón para celebrar y hacer fiesta.

iii. El día que “de luto [se les cambió] en día bueno” (v.22c). La anticipación
de morir dio lugar al festejo por haberse salvado la vida. El día de luto
dio lugar a un día “hermoso” o “placentero”, que es lo que la palabra
“bueno” significa en hebreo.
Con justa razón, Mardoqueo ordenó que los días catorce y quince del mes de
Adar sean “días de banquete y de gozo, y para enviar porciones cada uno a su
vecino, y dádivas a los pobres” (v.22d). Aunque no todos los judíos estuvieron bajo
la misma amenaza de muerte, todos estaban bajo la obligación de celebrar esa
fecha porque indudablemente fue una salvación nacional.
Es bueno celebrar la salvación de Dios y lo podemos hacer en comunidad, como
los desayunos que muchas iglesias celebran el domingo de resurrección; pero
nunca debemos perder de vista la importancia de incluir a todos, enviando
presentes o invitaciones a los más pobres para que ellos también puedan celebrar
con nosotros.

REFLEXIÓN: Como Iglesia, debemos aprender del espíritu colectivo o


comunitario de los judíos. Cuando ellos celebraban, todos celebraban.
Sus fiestas espirituales eran fiestas nacionales porque todos
participaban. ¿Tenemos tiempos de agasajo y de banquete en nuestra
congregación en los que todos participan? ¿Qué podemos hacer para
asegurar una mayor participación en esos eventos?

Dada la autoridad de Mardoqueo, “los judíos aceptaron hacer… lo que les


escribió” (v.23). Dios le concedió esa autoridad no sólo en el Imperio Persa, sino
también sobre toda la nación judía. Mardoqueo usó esa autoridad para el bien de
otros y no para su beneficio personal.
En parte, los judíos aceptaron celebrar la fiesta de Purim de esta manera, cada
año, porque ya lo habían hecho espontáneamente el primer año (“según habían
comenzado”, v.23). Al ordenar la celebración anual, Mardoqueo no estaba
ordenando algo extraño, sino algo totalmente natural y entendible. Lo que los
judíos hicieron el primer año, en forma espontánea, expresando su alivio y alegría
de que la crisis había pasado, Mardoqueo consideró que era bueno hacerlo
oficialmente cada año para no olvidar la manera en que Dios les había salvado de
sus enemigos.
Como vimos en la Introducción a Ester, este libro fue escrito para explicar cómo
los judíos llegaron a celebrar la fiesta de Purim. No era una fiesta reglamentada en
la ley de Moisés; sin embargo, encajaba perfectamente con el espíritu de esa ley.
Mardoqueo consideró que el Dios que ordenó a los judíos celebrar cada año la fiesta
de la Pascua, recordando la liberación de Egipto, no se opondría a que los judíos
celebrasen otra fiesta anual recordando otra liberación nacional.
El propósito de la fiesta anual de Purim fue triple:

i. Recordar una gran salvación divina y trasmitir la memoria de ese evento


a las generaciones venideras, para que sus hijos y los hijos de sus hijos
tengan memoria de esas cosas (ver Ex. 12:24-27).

ii. Honrar a Dios y darle gracias por esa gran salvación, sin olvidar ninguno
de Sus beneficios (Sal. 103:2).

iii. Animar a los judíos a siempre confiar en Dios (ver Sal. 78:5-7). El Dios
que los salvó de los persas es el Dios que les podía salvar de cualquier
enemigo.

REFLEXIÓN: ¿Recordamos las fechas de los momentos importantes en


nuestras vidas, cuando Dios intervino a favor nuestro? Es bueno hacerlo,
para recordar y enseñar a nuestros hijos las grandes obras de Dios y
aprender a confiar más en Él.

Ester 9:24-32 La Fiesta de Purim


“24 Porque Amán hijo de Hamedata agagueo, enemigo de todos los
judíos, había ideado contra los judíos un plan para destruirlos, y
había echado Pur, que quiere decir suerte, para consumirlos y acabar
con ellos. 25 Mas cuando Ester vino a la presencia del rey, él ordenó
por carta que el perverso designio que aquél trazó contra los judíos
recayera sobre su cabeza; y que colgaran a él y a sus hijos en la
horca. 26 Por esto llamaron a estos días Purim, por el nombre Pur. Y
debido a las palabras de esta carta, y por lo que ellos vieron sobre
esto, y lo que llevó a su conocimiento, 27 los judíos establecieron y
tomaron sobre sí, sobre su descendencia y sobre todos los allegados
a ellos, que no dejarían de celebrar estos dos días según está escrito
tocante a ellos, conforme a su tiempo cada año; 28 y que estos días
serían recordados y celebrados por todas las generaciones, familias,
provincias y ciudades; que estos días de Purim no dejarían de ser
guardados por los judíos, y que su descendencia jamás dejaría de
recordarlos. 29 Y la reina Ester hija de Abihail, y Mardoqueo el judío,
suscribieron con plena autoridad esta segunda carta referente a
Purim. 30 Y fueron enviadas cartas a todos los judíos, a las ciento
veintisiete provincias del rey Asuero, con palabras de paz y de
verdad, 31 para confirmar estos días de Purim en sus tiempos
señalados, según les había ordenado Mardoqueo el judío y la reina
Ester, y según ellos habían tomado sobre sí y sobre su descendencia,
para conmemorar el fin de los ayunos y de su clamor. 32 Y el
mandamiento de Ester confirmó estas celebraciones acerca de Purim,
y esto fue registrado en un libro”.

En este pasaje tenemos un resumen de todo el libro de Ester, juntamente con


algunos detalles nuevos y la explicación formal acerca del establecimiento de la
fiesta de Purim. El autor recalca que el nombre de la fiesta, “Purim”, viene de la
palabra persa “Pur” (v.26a) que significa “suerte” (v.24b). El nombre se debe a que
Amán, el “enemigo de todos los judíos” (v.24a), echó suerte para ver cuál sería el
mejor mes para atacarlos (v.24b; ver Est. 3:7).
Gracias a la soberanía de Dios, el plan fue desbaratado cuando Ester entró a la
presencia del rey con el fin de suplicar por la vida de su pueblo (v.25a). Aquí el
autor nos ofrece un detalle nuevo, cuando afirma que el rey “ordenó por carta”
(v.25b) que Amán sea ejecutado sobre la horca que él había preparado para matar
a Mardoqueo. En Ester 7:9b-10, no leemos nada de esa carta, sólo de una orden
verbal de colgar a Amán. Obviamente, algo tan drástico hecho a una persona de
gran autoridad no se podía hacer con una simple orden verbal. Un documento fue
escrito para legalizar la ejecución de Amán.
En la segunda parte del v.26 hay una referencia a “las palabras de esta carta”;
pero “esta carta” obviamente no se refiere a la carta mencionada en el v.25. La
palabra en hebreo es diferente. En el v.25, la palabra es ‘sefer’, que significa
“marcar” o “escribir”, y por extensión, “escritura”. En el v.26, la palabra es
‘iggeret’, que significa “documento” o “carta”.
La “carta” mencionada en el v.26, es la “segunda carta” (v.29) escrita por
Mardoqueo y Ester. La primera carta fue la que ordenó a los judíos a defenderse
(ver Est. 8:7-17); la segunda, fue la carta que ordenó la celebración anual de la
fiesta de Purim (vv.29-32).
Originalmente, el propósito de la fiesta fue “conmemorar el fin de los ayunos y
de su clamor” (v.31c). En los meses antes de la fecha en que el decreto de Amán
iba a ser ejecutado, los judíos en todo el imperio dispusieron sus corazones para
orar y ayunar, clamando a Dios por Su protección. Luego de la intervención de Dios,
fue apropiado hacer banquetes y fiestas, celebrando la salvación otorgada por el
Señor.
Sin embargo, la carta de “Mardoqueo el judío y la reina Ester” (v.31b) ordenó
que las celebraciones se hagan anualmente. Esta orden, específicamente “el
mandamiento de Ester” (v.32a), confirmó las celebraciones, y todo eso “fue
registrado en un libro” (v.32b).
La carta de Mardoqueo y Ester fue recibida con tremendo respeto, y “los judíos
establecieron… que no dejarían de celebrar estos dos días” (v.27), es decir el
catorce y el quince del mes de Adar. Ellos asumieron formalmente el compromiso
(“tomaron sobre sí”, v.27a), a nombre de “su descendencia y… todos los allegados a
ellos” (v.27b). La segunda frase parece indicar las personas que no eran judías,
pero que se unieron a los hijos de Jacob por matrimonio o por el deseo de adorar a
Jehová. Ellos quizá fueron los primeros prosélitos; es decir, gentiles convertidos al
judaísmo.
Los dos días de Purim “serían recordados y celebrados” universalmente, “por
todas las generaciones, familias, provincias y ciudades” (v.28a). Es más, se
comprometieron a que “estos días de Purim no dejarían de ser guardados por los
judíos, y que su descendencia jamás dejaría de recordarlos” (v.28b). De ese modo,
los judíos asumieron un tremendo compromiso espiritual.
El hecho de tomar tan en serio este compromiso indica que los judíos
entendieron que la salvación de Dios, en ese momento, fue crucial. Si Dios no
hubiera intervenido, quizá la nación de Israel se habría extinguido. Las diez tribus
del reino del Norte ya habían dejado de existir, y sólo quedó un remanente de las
tribus de Judá y de Benjamín. De haber sido eliminados, no habría quedado nada
del antiguo pueblo de Dios. Conscientes de eso, y de cuán cerca llegaron al
exterminio total, los judíos decidieron recordar en forma permanente la salvación
de Dios.
Hasta el día de hoy, los judíos celebran la fiesta de Purim anualmente. Es la
fiesta más alegre del calendario judío. Tienen dos días de celebración y banquete,
durante los cuales leen el libro de Ester y recuerdan cómo Dios protegió la nación
de Israel en ese tiempo. La fiesta de Purim es tradicionalmente anticipada por un
tiempo de ayuno; algunos judíos ayunan tres días, otros uno sólo.

REFLEXIÓN: La manera en que los judíos celebran la fiesta de Purim nos


debe desafiar a celebrar la salvación de Dios con mayor gozo y alegría.
Debemos hacer más el domingo de resurrección por celebrar la
salvación de Dios en la Persona de Cristo. Quizá no sea suficiente tomar
desayuno todos juntos en la iglesia. Debemos hacer un banquete y
celebrar el día en forma más alegre. Si los judíos valoraron tanto la obra
de Ester y Mardoqueo, cuánto más nosotros debemos celebrar la obra
de Cristo y del Espíritu Santo.

Ester 10:1-3 La Grandeza de Mardoqueo

“1 El rey Asuero impuso tributo sobre la tierra y hasta las costas del
mar. 2 Y todos los hechos de su poder y autoridad, y el relato sobre la
grandeza de Mardoqueo, con que el rey le engrandeció, ¿no está
escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Media y de Persia? 3
Porque Mardoqueo el judío fue el segundo después del rey Asuero, y
grande entre los judíos, y estimado por la multitud de sus hermanos,
porque procuró el bienestar de su pueblo y habló paz para todo su
linaje”.
El libro de Ester concluye con un resumen de la grandeza de Mardoqueo.
Extrañamente, aunque hay una referencia a Asuero, la figura de Ester no recibe
mención alguna. Ella pasa completamente desapercibida al fin del libro que lleva su
nombre, lo cual es interesante.
El autor menciona a Asuero en relación con un tributo que se impuso sobre todo
el imperio (v.1). No hay nada indebido en ello. Pablo indica que Dios ha concedido a
los reyes el derecho de cobrar impuestos sobre la población con el fin de sufragar
los gastos de mantener el orden dentro de la sociedad (Ro. 13:6-7). Es el deber de
los ciudadanos, especialmente de los creyentes, pagar esos impuestos. Si el rey
exagera en cobrar los impuestos, Dios lo juzgará por ello.
En este caso, el impuesto se cobró “sobre la tierra y hasta las costas del mar”. Es
decir, sobre todo el imperio hasta las islas del mar Egeo, en Grecia, que marcaba el
límite oriental del Imperio Persa. El texto justifica el impuesto por la grandeza de
Asuero: “todos los hechos de su poder y autoridad” (v.2a). El autor indica que
Asuero ejerció su poder y autoridad en forma benéfica, procurando el bien del
imperio y de sus ciudadanos, incluyendo a los judíos, y en eso vemos la
manifestación de la gracia común de Dios.
La gracia especial se manifestó en el caso de Mardoqueo, puesto que él alcanzó
la grandeza (v.2b) porque conocía a Dios y le servía. Dios lo bendijo por medio de
Asuero (v.2c), tal como el libro de Ester lo describe (Est. 8:15; 9:4). Pero, al fin del
v.2, el autor indica que los detalles de la grandeza de Mardoqueo también estaban
escritos “en el libro de las crónicas de los reyes de Media y de Persia” (v.2d). Esa
forma de expresarse nos hace recordar los libros históricos (ver 1 R. 15:31; 16:20)
y nos indica que el autor de Ester quizá fue el autor de los libros históricos, o por lo
menos fue influenciado por su estilo de escribir.
La grandeza de Mardoqueo ilustra el principio bíblico que Dios exalta al humilde
(Mt. 23:12). Mardoqueo fue un hombre que estaba contento, sentado a la puerta
de la casa del rey (Est. 2:11, 19); no buscaba grandes cosas para sí mismo. Aun
cuando sirvió al rey y le salvó la vida, no se incomodó cuando lo pasaron por alto y
se olvidaron de honrarlo a su debido tiempo (Est. 6:3). Ante esta actitud de
humildad, Dios determinó honrarle y darle grandeza.

REFLEXIÓN: ¿Buscamos grandeza y honra para nosotros mismos? Que


Dios nos ayude a mantener siempre un corazón humilde y sencillo ante
Dios y los hombres, buscando el bien de otros más que nuestro propio
bien. Marquemos una diferencia en el mundo y dejemos que Dios nos
honre a su debido momento.

Al final, Mardoqueo alcanzó tal grandeza que “fue el segundo después del rey
Asuero” (v.3a). Alcanzó una posición parecida a la de José en Egipto y Daniel en
Babilonia. No sólo fue honrado ante los persas, sino también ante los judíos. El
autor dice que Mardoqueo fue “estimado por la multitud de sus hermanos”; es
decir, por todos los judíos.
Asuero lo honró por la manera en que sirvió al Imperio Persa, mientras que los
judíos lo honraron “porque procuró el bienestar de su pueblo y habló paz para todo
su linaje” (v.3b). Mardoqueo usó su posición de poder e influencia en el imperio
para promover el bienestar de los judíos, no solo en el asunto de Amán sino en los
siguientes años. Anhelaba que los hijos de Abraham experimentaran paz y
tranquilidad, para que disfruten la vida donde vivían.

REFLEXIÓN: Si servimos los intereses de este mundo, seremos honrados


por este mundo, pero si servimos los intereses del reino de Dios,
seremos honrados por el Rey de ese reino. Así que, busquemos primero
el reino de Dios (Mt. 6:33).

Queda por contestar la pregunta acerca de por qué no aparece el nombre de


Ester en este último capítulo. Quizá sea por la misma razón que no aparece el
nombre de Dios en todo el libro. El autor quiere dar a entender que no siempre se
conoce quién es el que está obrando en la historia. Es evidente que detrás de toda
la historia del libro de Ester está la mano de Dios obrando e interviniendo para el
bien de su pueblo.
Lo mismo fue cierto de Ester. Ella fue la que obró para la protección de los judíos
y la exaltación de Mardoqueo. Si no hubiera sido por ella, los judíos no se habrían
salvado y Mardoqueo nunca habría alcanzado la grandeza que tuvo. Sin embargo, el
que fue honrado fue Mardoqueo, no ella. Ester, al igual que Dios, obró en silencio
en forma casi desapercibida, buscando el bien de su pueblo.

REFLEXIÓN: Pensemos en nuestras vidas. ¿Quiénes son las personas


que pasan desapercibidas pero que en realidad son de gran importancia
para nosotros? Sin ellos nunca habríamos logrado lo que somos ahora.
Debemos estar sumamente agradecidos por ellos y procurar alguna
forma de reconocerlos y retribuirlos por el papel que han desempeñado
en nuestras vidas.

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