El documento habla sobre el proceso de transformación que experimentan los creyentes al aceptar a Jesús y dejar atrás su "viejo yo". Explica que este proceso es particularmente importante para los jóvenes misioneros que enfrentan tentaciones al estar en contacto con el mundo. Recomendar recordar quiénes eran antes y quiénes son ahora en Cristo para mantenerse firmes en la fe. También destaca que el proceso de transformación continúa a lo largo de la vida y que el viejo yo seguirá presente como recordatorio de la gracia de Dios
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El documento habla sobre el proceso de transformación que experimentan los creyentes al aceptar a Jesús y dejar atrás su "viejo yo". Explica que este proceso es particularmente importante para los jóvenes misioneros que enfrentan tentaciones al estar en contacto con el mundo. Recomendar recordar quiénes eran antes y quiénes son ahora en Cristo para mantenerse firmes en la fe. También destaca que el proceso de transformación continúa a lo largo de la vida y que el viejo yo seguirá presente como recordatorio de la gracia de Dios
El documento habla sobre el proceso de transformación que experimentan los creyentes al aceptar a Jesús y dejar atrás su "viejo yo". Explica que este proceso es particularmente importante para los jóvenes misioneros que enfrentan tentaciones al estar en contacto con el mundo. Recomendar recordar quiénes eran antes y quiénes son ahora en Cristo para mantenerse firmes en la fe. También destaca que el proceso de transformación continúa a lo largo de la vida y que el viejo yo seguirá presente como recordatorio de la gracia de Dios
El documento habla sobre el proceso de transformación que experimentan los creyentes al aceptar a Jesús y dejar atrás su "viejo yo". Explica que este proceso es particularmente importante para los jóvenes misioneros que enfrentan tentaciones al estar en contacto con el mundo. Recomendar recordar quiénes eran antes y quiénes son ahora en Cristo para mantenerse firmes en la fe. También destaca que el proceso de transformación continúa a lo largo de la vida y que el viejo yo seguirá presente como recordatorio de la gracia de Dios
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MI VIEJO YO
En nuestra vida, enfrentamos constantemente momentos de
dificultad y adversidad que nos hacen cuestionar nuestro camino y nuestra fe. Pero es en esos momentos precisos en los que debemos recordar la cita de Isaías 40:3, que nos recuerda que en medio de la desolación y el desierto, Dios siempre está presente para allanar nuestros caminos y guiarnos hacia la paz y la esperanza. Cuando miro hacia atrás en mi vida, puedo ver claramente los momentos en los que me sentí perdido y desorientado, enfrentando situaciones que parecían insuperables. En esos momentos, me sentí como en medio de un desierto, sin rumbo ni esperanza de encontrar una salida. Sin embargo, al recordar la promesa de Isaías, pude encontrar consuelo y fortaleza para seguir adelante. En medio de las dificultades, aprendí que la fe y la confianza en Dios son la clave para superar cualquier obstáculo. Aprendí a no depender de mis propias fuerzas, sino a poner mi vida en las manos de Aquel que puede allanar los caminos más difíciles y abrir puertas que parecen cerradas. Al tomar esa decisión de confiar en Dios, vi cómo mi vida comenzó a transformarse y a encontrar un nuevo sentido. Cada desierto se convirtió en un lugar de crecimiento y aprendizaje, donde descubrí mi fuerza interior y mi capacidad para superar cualquier desafío. Hoy, al reflexionar sobre mi pasado y mirar hacia el futuro, puedo ver con claridad la mano de Dios obrando en mi vida, abriendo caminos donde parecía no haber salida y guiándome hacia un lugar de paz y esperanza. Aprendí a no temer al desierto, sino a confiar en que en medio de la sequedad y la desolación, Dios está presente para allanar mis caminos y conducirme hacia un nuevo amanecer. Por eso, no importa cuán difícil sea la situación en la que te encuentres en este momento, recuerda siempre la promesa de Isaías 40:3 y confía en que Dios está contigo, allanando tu camino y guiándote hacia la luz. No temas al desierto, porque en medio de la oscuridad encontrarás la fuerza y la esperanza para seguir adelante. ¡Confía en Él y verás cómo tus caminos son allanados y tus sueños se hacen realidad!
En la vida de todo creyente, llega un momento en el que se enfrenta
a su "viejo yo". Ese yo que estaba lleno de pecado, de egoísmo, de malas decisiones. Ese yo que causaba dolor a los demás y que vivía lejos de Dios. Pero cuando aceptamos a Jesús en nuestro corazón, comenzamos un proceso de transformación que nos lleva a dejar atrás nuestro viejo yo y a convertirnos en una nueva criatura en Cristo. Para los jóvenes misioneros, este proceso de transformación es aún más importante. Al estar constantemente en contacto con el mundo y con realidades adversas, es fácil caer en la tentación de regresar a nuestro viejo yo. De dejar de lado nuestra fe y nuestros valores para adaptarnos al entorno que nos rodea. Pero es precisamente en esos momentos de debilidad, en esos momentos en los que sentimos la presión del mundo, que debemos recordar quiénes éramos antes y quiénes somos ahora en Cristo. Recordar nuestro viejo yo no significa regodearnos en el pasado ni sentir vergüenza por lo que fuimos. Al contrario, recordar nuestro viejo yo nos ayuda a valorar el trabajo que Dios ha hecho en nuestras vidas. Nos recuerda que sin Cristo, estamos perdidos, pero que en Él encontramos perdón, amor y salvación. Nos ayuda a ser humildes y a reconocer que somos obra de Dios en constante transformación. Es importante también que los jóvenes misioneros entiendan que el proceso de transformación no es algo que ocurre de la noche a la mañana. Es un camino largo y lleno de obstáculos, en el que a veces caeremos y nos levantaremos, en el que a veces dudaremos de nuestra fe y de nuestras decisiones. Pero debemos recordar que Dios está siempre a nuestro lado, dispuesto a ayudarnos a seguir adelante y a fortalecernos en nuestra fe. Nuestro viejo yo seguirá estando presente en nuestra vida, pero no como algo que nos define, sino como un recordatorio de la gracia y el amor de Dios. Debemos aprender a convivir con nuestro viejo yo, a reconocer nuestras debilidades y a seguir confiando en la transformación que Dios está haciendo en nosotros. Solo así podremos ser verdaderos testigos de Su amor en el mundo y llevar la luz de Cristo a aquellos que más lo necesitan. En resumen, el proceso de dejar atrás nuestro viejo yo es un desafío constante para los jóvenes misioneros, pero también una oportunidad para crecer en nuestra fe y en nuestra relación con Dios. Recordemos siempre que somos nuevas criaturas en Cristo, llenas de amor, de esperanza y de gracia, dispuestas a llevar el mensaje de salvación a todos los rincones del mundo. Que nuestro viejo yo siga siendo un recordatorio de la transformación que Dios ha hecho en nuestras vidas y que, a través de nosotros, otros puedan conocer y experimentar Su amor.
No Te Escondas de Dios: Vivir La Aceptación Y Amor Divinos. Enfrentar El Caos Emocional, El Enojo, La Culpa Y La Vergüenza. La Intimidad Con Dios Como Propósito De Nuestra existencia.