Resumen Bauman

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 9

Bauman-Pensando Sociológicamente

Los actores individuales se vuelven visibles para un estudio sociológico en tanto son
miembros o partícipes de una red de interdependencia. Dado el hecho de que,
independientemente de lo que hagamos, dependemos uno de otro, podríamos decir que
las preguntas centrales de la sociología son: ¿de qué manera los tipos de relaciones sociales y
de sociedades que habitamos se relacionan unos con los otros, nos vemos a nosotros mismos
y vemos nuestro conocimiento, nuestras acciones y sus consecuencias? Es esta clase de
preguntas —parte de las realidades prácticas de cada día— la que constituye el área
particular de discusión sociológica y define a la sociología como una rama relativamente
autónoma de las ciencias humanas y sociales. Por lo tanto, podemos concluir que pensar
sociológicamente es una manera

de entender el mundo humano que también abre la


posibilidad de pensar acerca de

ese mundo de diferentes maneras.

Sentido Común

La mayor parte de las ciencias, para definirse, se

afirma en los límites que las separan de otras disciplinas.


No sienten que compartan

suficiente terreno como para interesarse en dibujar límites o


puentes con ese rico

aunque desorganizado, no sistemático, a menudo inarticulado e


inefable saber que

llamamos sentido común.

Esto es exactamente lo que el pensamiento sociológico puede


hacer por nosotros.

Como un modo de pensamiento se formularán preguntas como


esta: «¿cómo se

entrelazan nuestras biografías individuales con la historia que


compartimos con otros

seres humanos?». Al mismo tiempo,los sociólogos son parte de


esa experiencia y,

por lo tanto, por mucho que quieran apartarse de los


objetos de su estudio —las

experiencias de vida como objetos «que están ahí»—, no


pueden romper por

completo con el saber que tratan de comprender. No


obstante, esto puede ser una
ventaja en tanto posean una visión a la vez desde adentro
y desde afuera de las

experiencias que buscan comprender.

Cada término sociológico ya está

cargado de los significados que le da el saber del


sentido común.

Por estas razones la sociología está íntimamente relacionada


con el sentido

común. Con límites fluidos entre pensamiento sociológico y sentido


común, no se

puede garantizar de antemano su solidez. Tal como sucede


con la aplicación de los

hallazgos de los genetistas y sus implicancias para la


vida diaria, la soberanía de la

sociología sobre el saber social puede verse cuestionada. Es por


eso que resulta tan

importante trazar un límite entre conocimiento sociológico propiamente


dicho y

sentido común para la identidad de la sociología como un


cuerpo cohesionado de

conocimiento. No sorprende pues que los sociólogos presten


mucha atención a este

factor, y podemos pensar cuatro modos en que se consideraron


estas diferencias.

En primer lugar la sociología, a diferencia del sentido


común, hace un esfuerzo

por subordinarse alas reglas rigurosas del discurso responsable.


Este es un atributo de

la ciencia que se distingue de otras formas de conocimiento,


consideradas más flojas

y menos estrictamente vigiladas y autocontroladas. Se espera


que los sociólogos en su

práctica tomen muchas precauciones para distinguir —de modo


claro y visible—

entre los enunciados corroborados por evidencia disponible y


las proposiciones que
sólo pueden aspirar a la categoría de ideas provisorias,
no probadas. Las reglas del

discurso responsable exigen que toda la «cocina» —el


procedimiento completo que

nos llevó a las conclusiones finales y que, se sostiene,


es garantía de su credibilidad

— quede abierta al escrutinio. El discurso responsable debe


relacionarse también con

otros enunciados hechos sobre el mismo tópico, de modo que no


puede descartar o

silenciar otros puntos de vista que se hayan manifestado, por


inconvenientes que

resulten para la propia argumentación.De este modo la


honestidad, confiabilidad y,

eventualmente, también la utilidad práctica de las


proposiciones resultantes se verán

acrecentadas. Después de todo, nuestra fe en la


credibilidad de la ciencia está

cimentada en la esperanza de que los científicos hayan


seguidolas reglas del discurso

responsable. En cuanto a los científicos mismos, ellos


apuntan a la virtud del discurso

responsable como un argumento a favor de la validez y


confiabilidad del

conocimiento que producen.

En segundo lugar, se halla el tamañodel campo del que


se extrae el material para

el pensamiento sociológico. Para la mayor parte de nosotros


en nuestra rutina diaria

este campo está confinado a nuestropropio universo de vida,


es decir a las cosas que

hacemos, la gente con que nos encontramos, los propósitos


que nos planteamos en

nuestras búsquedas y los que suponemos que otros


plantean para las suyas, así como

el tiempo y el espacio en los que interactuamos


corrientemente. Rara vez
encontramos necesario elevarnos por encima del nivel de
nuestras preocupaciones

diarias para ampliar el horizonte de nuestras experiencias,


ya que para eso

necesitaríamos tiempo y recursos de los que no disponemos,


o en los que no estamos

dispuestos a invertir.Sin embargo, vista la tremenda


variedad de condiciones de vida

y de experiencias que hay en el mundo,cada experiencia


es necesariamente parcial y

probablemente incluso unilateral. Estos resultados pueden examinarse


sólo si

agrupamos y comparamos experiencias desprendidas de una


multitud de universos de

vida. Sólo entonces se revelarán las realidades limitadas


de las experiencias

individuales, así como el complejo entramado de dependencias


e interconexiones en

el que se encuentran enredadas, un entramado que llega


mucho más allá del reino

accesible desde el punto de vista de una biografía


particular. El resultado general de

esta ampliación de horizontes será el descubrimiento del


vínculo íntimo entre la

biografía individual y el más amplio proceso social. Es


por esto que la búsqueda de

esta perspectiva más amplia en la que se embarcan los


sociólogos produce una gran

diferencia, no sólo cuantitativamente sino también en calidad


y usos del

conocimiento. Para personas como nosotros, el conocimiento


sociológico tiene algo

para ofrecer que el sentido común, con toda su


riqueza, no puede, por sí mismo,

proporcionar.

En tercer lugar, sociología y sentido común difierenen el modo


en que cada uno
da sentido a la realidad humana en términos
de cómo comprenden y explican

acontecimientos y circunstancias. Sabemos por nuestras


experiencias que somos «el

autor» de nuestras acciones; sabemos que lo que


hacemos es un efecto de nuestras

intenciones aun cuándo los resultados puedan no ser


los que buscábamos. Por lo

general actuamos para alcanzar un estado de cosas, ya sea


para apoderamos de algo,

recibir elogios, prevenir algo que no deseamos, o ayudar


a un amigo. De manera

bastante natural,el modo en que pensamos nuestras


acciones sirve como modelo para

interpretar otras acciones. Hasta ese punto sólo podemos


interpretar el mundo

humano que se halla a nuestroalrededor diseñando


nuestras propias herramientas de

explicación exclusivamente a partir de nuestros respectivos


universos de vida.

Tendemos a percibirtodo lo que sucede en el mundo en


general como producto de la

acción intencional de alguien. Buscamos a las personas


responsables por lo que

ocurrió y, cuando las encontramos, creemos que hemos


completado nuestra

investigación. Aceptamos que hay buena voluntad detrás de los


acontecimientos para

los que estamos bien predispuestos y malas intenciones detrás


de aquellos que nos

desagradan. En general la gente encuentra difícil aceptar


que una situación no es

efecto de acciones intencionales de determinada persona.

Los que hablan en el nombre de la realidad en


el ámbito de lo público —políticos,

periodistas, investigadores de mercado, publicistas— sintonizan con


las tendencias
dominantes y hablan de «necesidades del Estado» o de
«demandas de la economía».

Esto se dice como si el Estado o la economía


estuviesen hechos a la medida de

personas individuales, como nosotros, con necesidades y deseos


específicos. Del

mismo modo, leemos y oímos sobre los complejos problemas de


las naciones, los

Estados y los sistemas económicos como si fuesen efecto de


los pensamientos y

hechos de un selecto grupo de personas que pueden ser


nombradas, fotografiadas y

entrevistadas. Lo mismo pasa con los gobiernos, que a


menudo se quitan de encima el

peso de la responsabilidad remitiéndose a cosas que están


fuer a de su control, o

hablando de lo que «el pueblo exige» a través del uso


de grupos focales o encuestas

de opinión.

La sociología se alza en oposición a la singularidad


de las visiones del mundo que

pretenden, de manera no problemática, hablar en nombre


de un estado de cosas

general. Tampoco da por sentadas formas de comprensión


como si estas

constituyeran un modo natural de explicar acontecimientos que


podrían desgajarse

sencillamente del cambio histórico o de la ubicación social


en la que tuvieron lugar.

Dado que comienza su examen a partir de


configuraciones (redes de dependencia)

más que a partir de actores individuales o acciones


unitarias, demuestra que la

metáfora vulgar del individuo motivado como clave para


comprender el mundo

humano —incluidos nuestros propios, profundamente


personales y privados,
pensamientos y hechos— no es un modo apropiado de
comprendernos a nosotros

mismosy a los demás. Pensar sociológicamente es dar sentido


a la condición humana

a través de un análisis de las múltiples redes de


interdependencia humana, esa dura

realidad a la que nos remitimos para explicar


nuestros motivos y los efectos de su

activación.

Por último, el poder del sentido común depende de su


carácter autoevidente: es

decir, el de no cuestionar sus preceptos y ser


autoconfirmante en su práctica. Por su

parte, esto descansa en la rutina, el carácter habitual


de nuestra vida diaria, que

modela nuestro sentido común a la vez que es


simultáneamente modelada por él.

Necesitamos esto para seguir adelante con nuestras vidas.


Cuando se repiten lo

suficiente, las cosas tienden a volverse familiares y


lo familiar es visto como

autoexplicativo; no presenta problemas y puede no


despertar curiosidad alguna. No se

hacen preguntas si la gente está satisfecha de que «las


cosas sean como son» por

razonesque no están abiertas al escrutinio. El fatalismo


también puede desempeñar

su papel vía la creencia de que uno puede hacer poco


por cambiar las condiciones en

que actúa.

Desde este punto de vista podríamos decir que lo familiar puede


entrar en tensión

con la curiosidad y esto también puede inspirar el


ímpetu de innovación y

transformación. En un encuentro con ese mundo familiar


regido por rutinas que
tienen el poder de confirmar las creencias, la sociología
puede aparecer como un

extranjero entrometido e irritante. Al examinar aquello que


se da por sentado, tiene el

potencial de perturbar las cómodas certidumbres de la


vida planteando preguntas que

nadie recuerda haber planteado, y aquellos con intereses


creadosincluso toman a mal

que se las planteen. Estas preguntas convierten lo


evidente en un rompecabezas y

pueden volver extrañolo familiar. Junto con las costumbres diarias


y las condiciones

socialesque tienen lugar bajo escrutinio, emergen como una de


las posibles maneras

—no la única manera— de seguir adelante con nuestras


vidas y organizar las

relaciones entre nosotros.

De ese modo la sociología se alza en defensa del


individuo, pero

no del individualismo. O sea que pensar sociológicamente


significa pensar un poco

más plenamente en la gente que nos rodea en términos


de sus esperanzas y deseos,

sus preocupaciones e intereses. Así, podremos apreciar


mejor al individuo humano

que hay en ellos y tal vez aprender a respetar


lo que cualquier sociedad civilizada que

se precie debería garantizar a esas personas para


mantenerse: el derecho a hacer lo

que nosotros hacemos, de modo que puedan elegir y


practicar sus modos de vida de

acuerdo con sus preferencias. Esto significa que puedan


seleccionar sus proyectos de

vida, definiéndose y defendiendo su dignidad como nosotros


podríamos defender la

nuestra frente a obstáculos con los que todos, en mayor o


menor grado, nos topamos.

También podría gustarte