Tema 10 D. Penal I
Tema 10 D. Penal I
Tema 10 D. Penal I
Factor final, es decir, la voluntad que rige y da sentido a una pluralidad de actos físicos
aislados (en el asesinato, la voluntad de matar unifica y da sentido a una serie de actos,
como comprar y cargar la pistola, acechar a la víctima, apuntar y disparar)
Factor normativo, es decir, la estructura del tipo delictivo en cada caso particular. Así,
aunque el factor final que rige un proceso causal sea el mismo (matar a alguien), alguno
de los actos particulares realizados puede tener, aisladamente, relevancia para distintos
tipos delictivos (p. ej: la tenencia ilícita de un arma de fuego para el delito de tenencia
ilícita de armas). Y, a la inversa, actos aislados, cada uno regido por un factor final
distinto, pueden tener relevancia típica cuando se dan conjuntamente (así, para el robo
con fuerza en las cosas es relevante, por ejemplo, la entrada a la casa por la ventana y el
apoderamiento de las cosas que allí se encuentran).
Cuando una sola acción, determinada con los criterios señalados aquí, realiza un solo tipo
delictivo, tenemos el caso normal. Cuando una sola acción o varias acciones realizan
varios tipos delictivos, surgen los problemas concursales.
3. UNIDAD DE ACCIÓN Y PLURALIDAD DE DELITOS (EL LLAMADO
CONCURSO IDEAL)
A) El concurso ideal (propio). Cuando una sola acción infringe varias disposiciones legales
o varias veces la misma disposición, es decir, cuando una sola acción se cometen varios
tipos delictivos homogéneos (la bomba terrorista mata a varias personas) o heterogéneos
(la bomba mata y produce daños materiales) surge el llamado concurso ideal.
Evidentemente no puede valorarse igual una acción que produce un solo delito, que
cuando esa misma acción realiza varios delitos. En este último caso la aplicación de uno
solo de los tipos delictivos no agotaría la valoración plena del complejo delictivo. Sólo la
aplicación simultánea de todos los tipos delictivos realizados por la acción valora
plenamente el suceso, si bien luego la pena total resultante de la aplicación de todos los
tipos delictivos se limita con ayuda a ciertos criterios.
Problema básico para la aplicación de este precepto es establecer lo que se entiende por
un solo hecho. La unidad de hecho equivale a la unidad de acción antes citada. Por tanto,
habrá unidad de hecho cuando la actuación corresponda a una misma manifestación de
voluntad y sea valorada unitariamente en un tipo penal. Sin embargo, esta unidad de
hecho, para integrar el presupuesto del concurso ideal, tiene que dar lugar a la realización
de varios tipos delictivos, por lo que el hecho voluntario único debe abarcar una
pluralidad de fines (matar a varias personas con una sola bomba), de ahí que no haya
tantos medios como fines, sino que el medio puede seguir siendo único, aunque los fines
sean diversos.
B) El concurso ideal impropio o concurso ideal – medial. Según el art. 77.1, no sólo hay
concurso ideal (propio) cuando un solo hecho constituye dos o más delitos, sino también
cuando uno de ellos sea medio necesario para cometer el otro (impropio). Ejemplo: la
falsificación de un documento oficial para cometer estafa.
Realmente en este tipo de concurso no hay un solo hecho, sino dos perfectamente
diferenciados; pero la conexión íntima entre los delitos cometidos, que es una relación
teleológica de medio a fin, hace que el legislador los equipare al concurso ideal
propiamente dicho. En definitiva, más que un problema teórico, de si hay o no unidad de
acción, de lo que se trata es de una cuestión práctica de si se debe tratar con un
procedimiento u otro. Lógicamente, cuando la conexión entre los diversos delitos es tan
intima que, si faltase uno de ellos no se hubiese cometido el otro, se debe considerar todo
el complejo delictivo como una unidad delictiva y no como dos delitos distintos. Por eso,
la doctrina y la jurisprudencia exigen, con razón, que este precepto sólo sea aplicable
cuando exista una relación de necesidad, que debe ser entendida en un sentido real,
concreto y restrictivo; de tal forma que no bastará el plan subjetivo del autor, sino que
será preciso que en el caso concreto un delito no pueda producirse objetivamente sin otro
delito que esté tipificado como tal de forma independiente (falsedad – estafa). Por eso, si
el desvalor que representa uno de los delitos es tenido en cuanto en la configuración de
otro, no procede apreciar el concurso de delitos en ninguna de sus modalidades, sino el
delito que ya incluye en su tipificación y en su conminación penal el desvalor de esos
otros delitos.
6. CONCURSO DE LEYES
A diferencia de lo que sucede en el concurso ideal de delitos, en el que para valorar plenamente
la gravedad de un hecho hay que aplicar varias disposiciones legales, en el llamado concurso de
leyes, de las diversas leyes aparentemente aplicables a un mismo hecho sólo una de ellas es
realmente aplicable, quedando desplazadas las demás conforme a diversos criterios
interpretativos ya elaborados hace tiempo por la doctrina y la jurisprudencia y que ahora se
recogen en el art. 8 del Código Penal:
Los hechos susceptibles de ser calificados con arreglo a dos o más preceptos de este Código, y
no comprendidos en los artículos 73 a 77, se castigarán observando las siguientes reglas:
Como se deduce de la propia redacción del artículo, el llamado concurso de leyes no tiene nada
que ver con un auténtico concurso de delitos, sino con un problema de interpretación para
determinar la ley o precepto legal aplicable, cuando ante un mismo supuesto de hecho
aparentemente son varios los preceptos que vienen en consideración, pero el desvalor que
representa ese supuesto de hecho es abarcado por uno de los preceptos concurrentes cuya
aplicación excluye a la de los demás. Así, por ejemplo, un asesinato es también un homicidio y
podría ser castigado como un delito de homicidio. Pero algo nos dice que desde el momento en
que el CP hay dos o más preceptos que pueden ser aplicables a un mismo hecho, teniendo los
preceptos concurrentes el mismo núcleo típico fundamental, sólo uno de ellos puede ser aplicable,
debiendo excluirse la aplicación de los otros.
Dada la importancia práctica del problema en el art. 8 del CP se ofrecen una serie de criterios que
hay que utilizar para resolverlo. El art. 8 puede considerarse hasta cierto punto como demasiado
oficioso y en cierto modo como innecesario, porque no viene más que a recoger los criterios ya
asumidos por la doctrina y la praxis jurisprudencial, pero sirven de guía orientadora y como tal
debe entenderse, sin darle a sus reglas un valor absoluto porque cada una de ellas presenta
problemas interpretativos importantes.
- Criterio de especialidad. En efecto, cuando un precepto reproduce las características de
otro, añadiéndole además otras específicas, el precepto más específico desplaza al más
genérico. Así, por ejemplo, el asesinato contiene junto a las características generales del
homicidio otra más específica (ensañamiento); por tanto, en caso de concurrencia
aparente de los dos preceptos, sólo el más específico será aplicable, es decir, el asesinato.
Mismo hurto – robo.
Este cuarto criterio, llamado de alternatividad, debe siempre tenerse en cuenta para
evitar absurdas impunidades o despropósitos punitivos que pueden derivarse de una mala
coordinación de los marcos penales de algunos tipos penales de estructura parecida,
cuando no idéntica.