RESPUESTAS Prueba de Comprensión Lectora II Medio A
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RESPUESTAS Prueba de Comprensión Lectora II Medio A
Indicaciones generales: Lee cada texto y responde una sola alternativa como la correcta,
puedes destacarla en este documento o anotar las respuestas en un cuaderno. Al finalizar
la evaluación, rellena tus respuestas en el formulario “Hoja de Respuestas Evaluación I, II
Medio A”. Recuerda realizar una lectura exhaustiva de los textos considerando los tres
momentos de la lectura.
Tienes hasta las 18:00 hrs para entregar tus respuestas, confía en tus conocimientos.
TEXTO 1 (Preguntas 1- 4)
Los indios achis de Guatemala protegían el maíz con gran celo, incluso entregaban sus vidas con
tal de conservar las semillas de este alimento sagrado. Y los espíritus del maíz lo sabían. A lo largo
de muchos siglos los achis habían vivido en armonía hasta que apareció en la región un gigante
llamado Sipac, tan fuerte y tan glotón, que se comía cualquier cosa que encontrara, incluso seres
humanos. Un día tenía tanta hambre que decidió canjear algunas de sus tierras por alimento. Tan
bueno encontró Sipac ese trueque, que se dedicó a vagar a lo largo y ancho del territorio
recolectando volcanes. Se dirigía a la costa para vender su mercancía, cuando vio a tres
muchachas muy hermosas que lavaban sus cabellos en las aguas del río. Las muchachas se
parecían mucho, mas se diferenciaban en el color de su tez: una tenía el cutis blanco, la otra
oscuro y la tercera rojo. Aunque Sipac no las reconoció como tales, las tres doncellas eran tres
espíritus del maíz, guardianes de la tierra y protectoras de los achis y los distintos colores de su
tez representaban las tres clases de maíz. Tenían la potestad de producir buenas cosechas o de
secar el grano en los campos, provocando así grandes hambrunas en todo el territorio. Pero el
gigante no vio en ellas sino a tres adorables muchachas.
—Quisiera desposaros a las tres —les dijo. —¿Aceptaríais ser mis esposas?
—La verdad es que nos gustaría mucho que un hombre tan fuerte como tú cuidara de nosotras;
hemos oído hablar mucho de ti —dijeron los espíritus del maíz. —Nos casaremos contigo, pero
con una condición: que solo nos alimentemos de aquello que vive en el río, ¿aceptas?
—¡Por supuesto! —dijo Sipac, imaginándose que semejante labor le resultaría fácil.
Los tres espíritus del maíz, sin embargo, querían proteger a los indígenas del gigante de apetito
insaciable.
—Me parece que tienes hambre —dijo la doncella más joven. —Si buscas bajo aquella piedra,
encontrarás un gran cangrejo y te lo puedes comer.
Señaló una gran piedra en el medio del río.
Sipac, deseoso de mostrar su fuerza, se hundió en las aguas hasta desaparecer. Estuvo sumergido
un largo rato, intentando dar caza al cangrejo. Mientras tanto la muchacha se quitó la cinta de su
cabeza y diestramente simuló con ella la forma de un cangrejo. Luego, cuidadosamente, puso la
cinta bajo aquella gran roca.
—¿Todavía no has pescado el cangrejo? —preguntó a Sipac.
—No, no lo he pescado —respondió Sipac desde el fondo del agua.
—Bien, acabo de descubrir otro aquí —dijo la doncella. Sal y ve a buscarlo. Sipac salió a la
supericie a respirar, preguntándose si no sería un error haber pedido a las tres jóvenes que se
casaran con él.
—Sé que hay un cangrejo bajo esa lastra —dijo la joven. —Pero el río es muy profundo en esa
parte y el agujero que tapa la roca, mayor que cualquier gruta. Voy a ponerte una cadena en las
piernas para que podamos rescatarte si tienes algún problema.
A Sipac no le hizo mucha gracia la idea de tener amarradas las piernas con una cadena, pero
estaba tan encantado con la belleza de las muchachas que aceptó.
Cuando desapareció debajo de la roca en busca del cangrejo, las doncellas saltaron a la parte de
la roca que emergía de las aguas y ataron allí la cadena para que Sipac quedara atrapado. Con la
roca atada a sus espaldas se puso de pie tambaleándose y luego huyó, sin atreverse a mirar de
nuevo a los espíritus. Con
la prisa no se fijó por dónde pisaba y al llegar a un gran barranco cayó con tal fuerza que su
gigantesco cuerpo se incrustó en el suelo y encima de él quedó empotrada la gran roca que
llevaba al hombro convirtiéndose en un nuevo volcán.
Ahora, junto al río Cala, en Guatemala, se alza el volcán que lleva por nombre Sipac el que produce
un ruido ensordecedor al sacudir sus cadenas. De esa manera, los espíritus del maíz protegieron
a los lugareños de la gula de Sipac.
Leyenda de Guatemala
A) Su monumental tamaño.
B) Su inagotable apetito.
C) Su enorme rencor.
D) Su gran fuerza.
3) ¿Qué situación desata el conflicto en este relato?
B) El nacimiento de un volcán.
Factor #4 – La privacidad
Hasta ahora nos hemos concentrado en la identidad digital que de forma activa proyectan los
adolescentes sobre ellos mismos, pero en las redes sociales el control sobre la propia información
ya no depende de ellos, sino que son también los demás quienes pueden proporcionar
fotografías, comentarios o referencias de cualquier tipo, convirtiendo la privacidad en un derecho
individual que requiere de la complicidad de la responsabilidad colectiva. Dicho de otro modo,
preservar la privacidad depende en una pequeña parte de uno mismo, en buena medida de los
vínculos con quienes convivimos en la red y a nivel macro depende de que socialmente pongamos
límites a la innovación irresponsable.
Fuente: http://lab.cccb.org
5) ¿Por qué la autora del texto propone que la comunidad educativa debe abordar el tema de la
privacidad digital?
A) Porque asegurará que en el futuro la privacidad sea un derecho garantizado de los jóvenes.
B) Porque terminará el negocio de base de datos de usuarios que utilizan algunas compañías.
D) Porque garantizará que en el futuro los jóvenes tomen conciencia sobre la importancia del
ciberacoso.
D) Los contactos de una red social a quienes se dirige el contenido que se publica.
9) Considerando el texto leído, ¿cuál de las siguientes afirmaciones corresponde a una opinión?
A) “Cada vez que descargamos una aplicación en forma gratuita, entregamos nuestros datos a
cambio”.
C) “El 90% de adolescentes se conecta al menos una vez al día y una cuarta parte lo hacen
constantemente”.
10) ¿Crees que los jóvenes de tu generación están dentro de lo que en el texto se denomina
“modelo de amenaza”?
Marca tu respuesta:
Sí No
Fundamenta con información del texto y con tus conocimientos o experiencia sobre el tema.
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TEXTO 3 (Preguntas 11- 15)
B) Las empresas que lucran con productos dañinos para el ecosistema marino.
13) Según Julio Barea, ¿cómo podemos contribuir a solucionar el problema del microplástico en
los océanos?
C) Porque el ser humano al dejar de consumir alimentos del mar podría debilitar sus defensas.
D) Porque los residuos que están flotando en el mar podrían entrar en contacto con las personas.
15)Considerando el texto leído, ¿cuál de las siguientes afirmaciones corresponde a una opinión?
D) “Lo que hay que hacer es frenar el flujo de plástico, dejando de consumir de forma masiva los
productos o envoltorios de un solo uso”.
Lugares
Griselda Gambaro (argentina, 1928)
Le gustaba el desierto. La casa disponía de dos dormitorios —uno para los huéspedes—, comedor,
baño y cocina, todo en buenas condiciones, incluyendo cañerías, instalación eléctrica y demás.
La casa no tenía patio porque se llenaría de arena y eso lo obligaría a barrer constantemente.
En cambio, como compensación, en la parte delantera contaba con una ancha galería que lo
hubiera protegido de las lluvias —de haber llovido— y bajo cuyo techo se amparaba durante las
noches para contemplar las infinitas estrellas del desierto.
Antes de recoger los víveres y mientras el helicóptero se mantenía casi inmóvil agitando el viento
con las aspas, corría hacia la casa y recogía los paracaídas de los envíos anteriores. Con los ojos
entrecerrados por la arena y alguna dificultad, los colocaba cuidadosamente plegados en un cesto
de alambre que el copiloto arrojaba al extremo de una cuerda. Agregaba un cuaderno de tapas
duras (tenía dos), donde había anotado con letra clara (cursiva) su pedido para la semana
siguiente; en ocasiones solicitaba con carácter urgente un remedio para un imprevisto dolor de
muelas, para un ataque de ciática.
Sin embargo, en estas circunstancias, sin siquiera apelar a la paciencia, esperaba con una
resignación tranquila; hasta el próximo miércoles, jueves a lo sumo, resultaba impensable que
atendieran su pedido: no se producían milagros si se le antojaba un alimento en particular, si lo
asaltaba el dolor de muelas o de ciática.
El copiloto izaba el cesto, le indicaba «todo bien» levantando el pulgar mientras en seguida, con
un arranque ruidoso, el helicóptero tomaba altura y desaparecía en el cielo de un azul
resplandeciente.
En un solo montón, él reunía los víveres diseminados sobre la arena y en varios viajes los llevaba
a la casa. Más tarde, en el piso del comedor, sobre su superficie pareja, doblaba los paracaídas
para devolverlos el miércoles, jueves a lo sumo, en la forma prevista. Evitando demoras o
pérdidas de tiempo, los dejaba a mano, junto a la puerta.
Antes de concederse un descanso, controlaba las botellas de agua y luego disponía
ordenadamente los víveres en los estantes de la cocina. Aunque por escrito había solicitado
especial atención con las botellas, el copiloto las arrojaba de cualquier modo, apenas envueltas
en papel de diario y a veces sin paracaídas. Por suerte, las latas y verduras dispuestas en cajas de
cartón grueso no sufrían en absoluto o, si sufrían,él pasaba por alto las abolladuras, quitaba
naturalmente las hojas inservibles y las colocaba aparte. Recogía en un recipiente el agua que se
escurría de las botellas rajadas. De noche, se sentaba en la galería y contemplaba las estrellas;
seguía extasiado el dibujo de las constelaciones. Muchas noches oía nítidamente el aullido de un
chacal, pero ninguno de ellos se acercaba lo suficiente como para constituir una amenaza. Cuando
el cielo comenzaba a iluminarse se desperezaba, entumecido. Entraba en la casa, dormía unas
horas, las de sol más inclemente. Revisaba los víveres sabiendo que el helicóptero aparecería con
puntualidad para reponerlos.
Se afeitaba día por medio, aguardaba la noche en la que contemplaría las estrellas. Nunca
modificó esa rutina que le resultaba placentera. Así, sin sobresaltos ni preocupaciones, sin
pérdidas ni olvidos, pasaron los meses y los años. Tardó en envejecer. No conoció los deseos que
inquietan ni los miedos que los perturban. Interiormente sonreía.
Si no hubiera tenido sed, su vida en el desierto habría sido perfecta.
17) ¿Por qué el protagonista prestaba especial atención a las botellas de agua?
A) Porque el copiloto las arrojaba muchas veces sin cuidado y sufrían abolladuras
18) ¿Consideras que el protagonista es un hombre libre? ¿Por qué? Justifica con fragmentos del
texto y al menos dos argumentos.
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19) ¿Qué crees que representa el cielo en esta historia? ¿Por qué? Justifica tu interpretación con
fragmentos del texto.
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