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MEXICO FRENTE A LA CRISIS DE

GUATEMALA EN 1954

Nancy Robinson
Bryn Mawr College

Mucho se ha hablado en los últimos años de que México cuenta con una
tradición de apoyo a los movimientos de cambio social en América Latina, y se
citan los casos de Cuba entre 1959-1964, la República Dominic:ana en 1965, y
Chile entre 1970 y 1973, como importantes antecedentes históricos a la actual
política de México en Centroamérica. Bien conocida es la defensa de México a
la Revolución Cubana en los años 60 y su negativa contundente de romper rela-
ciones diplomáticas con el régimen revolucionario de Castro, como hicieron todos
los otros gobiernos latinoamericanos. También se recuerdan las vigorosas pro-
testas de México a la ocupación de la República Dominicana por tropas norteame-
ricanas en 1965 y la ayuda de rescate que fue brindada al gobierno de Salvador
Allende en los últimos meses de la Unidad Popular en Chile, a iriicios de los 70.
Menos conocido, pero de igual importancia en esta trayectoria diplomática, es
la defensa que hizo México de un gobierno popular de tipo reformista que llegó
al poder en Guatemala hace poco más de treinta años, contra las acusaciones de
comunista de los Estados Unidos. Indagar en qué consistió esal defensa, y en
qué medida se inscribe dentro de esta tradición de apoyo a las fuerzas de cambio
en América Latina, es el obejto del presente trabajo.
En 1954 era Presidente de Guatemala Jacobo Arbenz, sucesor del Dr. Juan
Arévalo que había iniciado en 1945, un decenio de reformas que hasta ahora bri-
llan como luz excepcional en la negra historia de represión políticía en Guatemala.
Arbenz había decidido emprender algunas reformas, como la agraria, que
afectaron los intereses de la United Fruit Company, con el fin de elevar el nivel
de vida de los sectores populares. Esto se vio en los Estados Unidos como un
atentado contra la propiedad privada y el régimen de la libre empresa. Como era
la época más álgida de la Guerra Fría, el hecho de que el presidente Arbenz,
contara con el apoyo del importante Partido Guatemalteco del Trabajo y permitiera
que participaran los dirigentes comunistas de los sindicatos en el gobierno, bastó
para que la administración Eisenhower considerara que Guatemala avanzaba ha-
cia el comunismo y que su gobierno representara un peligro para la (~segiii-idad
del mundo libren. l El hecho de que coincidiera la toma de posesión de Arbenz

1. No existe abundante material para el caso de México frente a la crisis de

2'25
con la huelga bananera de 1954 de los trabajadores de la misma compañía nor-
. teamericana en Honduras, una de las más violentas de la historia de aquel país,
sirvió para acrecentar los temores del contagio del experimento Arbenz a los
países vecino^.^
La estrategia de los Estados Unidos ante estos hechos constaba de dos
partes. La primera y fundamental: derrocar al gobierno de Arbenz. Con tal motivo,
se organizaron las fuerzas golpistas de Castillo Armas en Honduras bajo la di-
rección de la CIA y se bloqueó la venta de armas al gobierno constitucional. La
captura de armas procedentes de Checoslovaquia destinadas a Guatemala en alta
mar sirvió para completar el escenario. Constituyó el pretexto para lanzar la in-
vasión de Castilla Armas desde Honduras, en junio de 1954, lo cual llevó al de-
rrocamiento del gobierno de Arbenz, poco después.
La segunda parte de la estrategia norteamericana, era conseguir la aproba-
ción latinoamericana para sancionar tal acción eventual. Con tales fines, en mar-
zo de 1954, cuatro meses antes de la invasión que se preparaba, el secretario de
Estado John Foster Dulles convocó la X Reunión lnteramericana de Caracas para
introducir una resolución contra la .intervención del comunismo internacional en
el hemisferio.. El texto de la resolución era el siguiente:
[[Que la dominación o el control de las instituciones políticas de cual-
quier estado americano por el movimiento comunista internacional que
extiende a este hemisferio el sistema político de un poder extraconti-
nental, constituye una amenaza a la soberanía e independencia política
de los estados americanos, poniendo en peligro la paz de A m é r i ~ a . ~
Sin mencionar explícitamente a Guatemala. era evidente a todos los delegados
latinoamericanos que el objetivo primordial del secretario norteamericano era
crear un clima propicio para justificar la intervención armada contra el régimen
de Arbenz. De allí que contó con la violenta oposición de la mayoría de los dele-
gados latinoamericanos, entre los cuales, los mexicanos eran los más vigorosos
Sin embargo, en la votación final (un indicio de la capacidad de los Estados Uni-
dos de imponer su voluntad en América Latina en aquel entonces), sólo hubo un

Guatemala en 1954. Este capítulo se ha basado fundamentalmente en los siguientes tra-


bajos: Max Smedley, ~Mexico-U.S.Relations and the Cold War, 1945-1954~,tesis de doc-
torado, Universidad del Sur de California, 1981; José Soto de Aybar, Dependency and In-
tervention in the Case of Guatemala, 1954, Boulder: Westview Press, 1978; Stephen
Schlesinger y Stephen Kinzer, Bitter Fruit: The Untold Story of the American Coup in
Guatemala, Garden City, New York: Doubleday and Company, 1982; y Gabriel Rosen-
zweig, .La política de México hacia Centroamérica, 1960-1982~,tesis de licenciatura,
Centro de Relaciones Internacionales, El Colegio de México. 1982. Para un estudio de-
tallado de las relaciones actuales entre México y Guatemala, véase Adolfo Aguilar Zin-
ser. .México y la crisis guatemalteca., en Centroamérica: futuro y opciones, Olga Pelli-
cer y Richard Fagen, compiladores, México: Fondo de Cultura Económica. 1982.
2. El hermano de John Foster Dulles, Secretario de Estado en la administración de
Eisenhower, tenía un interés dominante en la United Fruit Company. El Departamento de
Estado norteamericano basó su análisis de la situación en Guatemala y Honduras casi
exclusivamente en los informes que recibía de dicha empresa. Isidro Fabela calificó la
United Fruit Company como .un verdadero Estado dentro del Estado guatemalteco., e
hizo la observación de que los decretos de expropiación del gobierno de Arbenz afecta-
ban alas tierras ociosas solamente.. Véase Isidro Fabela, Buena y mala vecindad, México:
Editorial América Nueva 1958, pág. 286.
3. Citado en Smedley, -México-U. S. Relations and the Cold War, 1945-1954., pág. 280.
voto en contra (el de Guatemala), 17 a favor, y dos abstenciones (Argentina y
México).
Tan pronto como la delegación mexicana conoció el proyecto de resolución
de Dulles, expresó la siguiente opinión:

Nos parece muy difícil emitir cualquier juicio razonable sobre la intewen-
cin de una ideología o de una organización política internacional o de
ambas cosas, en las repúblicas americanas, sin entrar inevitablemente
al examen de situaciones locales que en derecho deben corresponder y
deben seguir correspondiendo a la sola jurisdicción1 y a la exclusiva
soberanía de cada Estado?

Los delegados mexicanos dejaron en claro que rechazaban la idea de una


agresión comunista internacional al insistir en que la intervención comunista no
podía definirse en abstracto y que, de establecerse un régimen comunista nacido
de las legítimas aspiraciones del pueblo, sería reprobable cualquier acto en su
contra por violar el principio de no intervención. Haciendo eco de la posición
mexicana sostenida desde la Conferencia de Bogotá en 1948 cuando se constituyó
la Organización de Estados Americanos, subrayaron el hecho de que la mejor
defensa de la democracia era inseparable de .una efectiva política de bienestar
económico y justicia social destinada a elevar el nivel de vida de los pueblos.
Asimismo, propusieron una serie de enmiendas al proyecto norteamericano diri-
gidas a subordinar las medidas que se comteplaran contra el comunismo a [<los
preceptos constitucionales de cada estado^.^ Pese a estos esfuerzos, ninguna de
las enmiendas mexicanas fueron adoptadas y el proyecto norteamericano de re-
solución fue aprobado casi en forma original. En un último esfuerzo para garan-
tizar que el proyecto de Dulles nunca pudiera interpretarse contra el principio de
no intervención, México presentó la siguiente enmienda a la resolución final:

([Toda nación tiene el derecho inalienable de dedicarse a la forma de


gobierno y el sistema económico de su elección. En el continente ame-
ricano es inadmisible que un Estado trate de imponer a otro su forma
de gobierno, sus instituciones o su estilo de vida. El régimen político y
la organización económica y social de los pueblos pertenecen esencial-
mente a la jurisdicción interna del Estado»$

Esta enmienda tampoco prosperó. La delegación mexicanla se abstuvo de


subscribir la declaración final, señalando como motivo, que la resolución consignó
el derecho de autodeterminación y que no reiteró el principio de no intervención.
Aparte de Argentina, México fue el único país latinoamericano que logró man-
tener incólume su postura hasta la votación final. Sin embargo, en junio de 1954,
cuatro meses después de la X Reunión de Caracas, cuando se precipitó la inva-
sión a' Honduras que derrocó al gobierno de Arbenz el gobierno mexicano «no
estuvo a la altura de su formal apoyo al principio de no intervención», ya que ni
el Ejecutivo ni la Secretaría de Relaciones Exteriores emitieron alguna declara-

4. Citado en Rosenzweig, -La política de México hacia Centroamérica, 1960-1982~,


pág. 76.
5. Olga Pellicer de Brody y Esteban L. Mancilla, El entendimiento con los Esfados
Unidos y l a gestación del desarrollo estabilizador, Historia de la Revolución Mexicana,
Período 1952-1960, Vol. 23, México: El Colegio de México, 1978. pág. 100.
6. Ibid.
ción al respecto? La Embajada de México en Guatemala recibió, como de cos-
tumbre, a 318 de los más altos cargos del régimen de Arbenz, incluyendo al pre-
sidente y sus familiares, el vice-presidente, el secretario de Relaciones Exterio-
res, el secretario del Partido Guatemalteco de Trabajo, José Manuel Fortuny, y,
otros dirigentes de izquierda. La presencia de los refugiados no impidió que el
embajador Primo Vila Michel, cónsul de Marsella durante la contienda española
y figura clave en la evacuación de los republicanos a México, fuera a la tradicio-
nal celebración de la independencia del 4 de julio en la embajada de los Estados
Unidos, ni que permitiera que entrasen agentes de la CIA a las instalaciones de
la Embajada Mexicana para interrogar a los a ~ i l a d o s . Posteriormente,
~ tras la
reacción en México provocada por la aceptación de líderes comunistas entre los
asilados, fue retirado como embajador de Guatemala.
Con respecto a los refugiados, la recepción que les fue concordada distó mu-
cho de lo que se le había dado a los republicanos en tiempo de Cárdenas, o bien,
aquella que recibirían los chilenos del gobierno de Allende en los años 701.No
obstante el fuerte sentimiento pro-Arbenz en México, el Estado no proporcionó
ninguna clase de facilidades del tipo que fueron concedidas a los republicanos y
la ayuda que les fue otorgada era exclusivamente no oficial? Che Guevara, que
finalmente llegó a México después de haberse refugiado en la Embajada de Ar-
gentina, vivía en esos años de tomar fotografías en el Parque de la Alameda,
tras haber aprendido, en Guatemala, la importante lección que sólo a través de
-- -
7. Rosenzweig, .La política de México hacia Centroamérica)>,pág. 77.
8. Entrevista con José Manuel Fortuny, ex-Secretario del Partido Guatemalteco de
Trabajo, 29 de agosto de 1984, Ciudad de México. Nació en la Embajada de México el
hijo de José Manuel Fortuny, al que le pusieron los padres el nombre de Cuauhtemoc,
en agradecimiento a México. Al nacer en las instalaciones de la Embajada, territorio
=técnicamente. mexicano, tenía el derecho a la ciudadanía mexicana así como el honor
de constituir el primer producto de la generación de los [[hijos de guatemaltecos~del
gobierno de Arbenz que crecerá en el exilio en México.
9. La historia de los exiliados guatemaltecos del régimen de Arbenz constituye el
capítulo más triste del asilo diplomático en México: tanto en los años 50, como en la
actualidad, no han recibido los guatemaltecos el trato sumamente hospitalario acordado
a otros grupos de exiliados latinoamericanos en México. Respecto a los colaboradores
del gobierno de Arbenz, Daniel Cosío Villegas recuenta que: .A la caída de Arbenz, y
sospecho que azuzado por su yerno de origen guatemalteco, Alfonso Caso constituyó
un grupo de intelectuales que protestaba en desplagados por ese hecho y por la intro-
misión de los Estados Unidos11en Guatemala, a los cuales también pusieron el nombre
de Cosío Villegas. La reacción de éste no era de esperarse: .A diferencia de la mayo-
ría, por no decir la totalidad de los firmantes de esa protesta, yo sí conocía la situación
de Guatemala, y tenía de Arbenz una pobrísima opinión como revolucionario y como
político. Lejos de proceder, digamos, como nuestro Pancho Villa, que se metía a caballo
en los bancos para sacar dinero que necesitaba para pagar a sus hombres, Arbenz no se
resolvía a expropiar los dos ferrocarriles de Guatemala, propiedad norteamericana, y se
conformó con la construcción de dos carreteras paralelas que les hicieran competencia...
Era un hombre puerilmente vanidoso, de modo que, en realidad perdió su trono por darse
el lujo de desafiar a los Estados Unidos con la importación de un centenar de pistolas
checas.. Daniel Cosío Villegas. Memorias, México: Joaquin Mortiz, 1976, pág. 247. Después
de una trayectoria que le llevó a Checoslovaquia. Suiza y otra vez al exilio en México,
Arbenz muere ahogado en el baño de su casa en México, un hombre roto y alcohólico.
Poco después, su hija se suicida con un tiro en Bogotá, Colombía. Esa experiencia, así
como aquella de la familia de Salvador Allende, cuya hija también se suicida en Cuba,
sirve para subrayar el inmenso sufrimiento que conlleva el destierro y el exilio político
para el individuo.
la lucha armada se hace la r e v o l ~ c i ó n .Los
~ ~ exiliados encontraron en la figura
de Lázaro Cárdenas un importante defensor, pero el inmenso prestigio del ex-
presidente era insuficiente para contrarrestar los vientos de anticomunismo que
soplaban entre los sectores de derecha en el país.
Como se ve, la defensa que hizo México a Guatemala fue muy relativa, al
punto que un exiliado guatemalteco participante en el drama lo calificó de mneu-
tral, no de lado nuestro..l1 Nunca llegó a poner en peligro la finalidad norteame-
ricana de derrumbar al gobierno de Arbenz y quizás a sabiendas de esto, fue to-
lerado el voto levemente reprobatorio de abstención de México, a la resolución
norteamericana en la Conferencia de Caracas. Comprendió el gobierno mexicano
en ese momento que el margen de acción, frente a los Estados Unidos y frente
a las fuerzas internas de derecha, contagiadas por la fiebre anticomunista del
macartismo de sus vecinos, era muy reducido. Según Jorge Castañeda, delegado
a la Conferencia de Caracas y posteriormente Secretario de Relaciones Exteriores
bajo López Portillo, esta polarización entre izquierda y derecha en México se
hizo sentir al interior de la delegación mexicana en Caracas, llegando a tal grado
las discrepancias, que fue necesario despacharle a la Ciudad de México antes
de la votación final, para consultar personalmente con el presidente Ruiz Corti-
nas. Este ordenó el voto final de abstención. De no haber consultado con el pre-
sidente, según Castañeda, es posible que México hubiese apoyado la resolución
norteamericana y que, en términos numéricos, la mayoría favorecía un voto a
favor del proyecto norteamericano.12 Consideraciones de política interna también
figuraban como un importante condicionante de la actuación mexicana en Caracas,
ya que ocurrió en una época de represión general a la izquierda, en la cual hasta
el partido comunista había sido prohibido. ¿Cómo iba México, musitaba retórica-
mente un exiliado guatemalteco del gobierno de Arbenz, salir a la defensa de un
régimen que permitía la participación de los comunistas en el gobierno, cuando
en México se les reprimía? l3 Es más, en 1954, un año de la devaluación del peso
mexicano y la deportación masiva de dos millones de trabajadores mexicanos de
Estados Unidos a raíz de la recesión económica provocada por el fin de la guerra
en Corea, no era el momento oportuno para i r demasiado lejos en la oposición
a la política norteamericana. En el caso de Guatemala, se presentó lo que un in-
vestigador ha denominado el dilema permanente de México en materia de polí-
tica exterior: saber hasta qué punto puede salir a la defensa de la no interven-
ción, sin contrariar demasiado a los Estados Unidos.14 El voto de abstención en

-
10. Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit: The Untold Story of the American Coup in
Guatemala. Según Hilda Gadea, la esposa de Che Guevara, fue la experiencia de Guate-
mala lo que convenció a Che de la necesidad de la lucha armada en América Latina.
Véase Bitter Fruit, pág. 184.
11. Entrevista con José Manuel Fortuny, 29 de agosto de 1984, Ciudad de México.
12. Entrevista con Jorge Castañeda, 15 de agosto de 1977, citado en Smedley. .Mé-
xico-U.S. Relations and the Cold War, 1945-1954., pág. 295.
13. Entrevista con José Manuel Fortuny, 29 de agosto de 1984, Ciudad de México.
En efecto, lo que impidió que México se dejara llevar por el anticomunismo de sus vecinos
fue la presencia de Lázaro Cárdenas, leyenda nacional, en las alas de la izquierda nacional.
14. Mario Ojeda, Alcances y límites de la política exterior de México, México: El
Colegio de México, 1976, págs. 80-81.
Caracas, como forma cortés de .no tener que decir non 15, representó una táctica
que trató de conciliar a las fuerzas de izquierda y derecha al interior del país y
satisfacer a los Estados Unidos en la medida que fuese posible.
¿Hasta qué punto, en el caso de Guatemala, incidieron los temores de re-
presalias económicas norteamericanas como limitantes a la acción mexicana en
Caracas? No existe mucha información al respecto. Se sabe, por ejemplo, que como
resultado de la renuncia del gobierno de Ruiz Cortinas de consentir a la convo-
cación de la reunión, México sufrió fuertes presiones económicas de los Estados
Unidos a nivel de las instituciones financieras: tanto el EXlM Bank como el BID,
deliberadamente retrasaron la aprobación de los préstamos para México, para
demostrar el desagrado norteamericano con la política m e ~ i c a n a ?Aun
~ después
de consentir el gobierno mexicano en la convocatoria de la Conferencia y conocida
ya la votación final, el presidente Eisenhower, expresó su incomprensión e inquie-
tud por .la actitud poco amable de México. y, en un memorandum a John Foster
Dulles, insistió en que se debían mejorar las relacione^?^.
En efecto, parece haber estado presente, aún antes de la crisis de 1954, el
temor al costo que pudiera representar para México cualquier muestra de apoyo
al gobierno guatemalteco. Es difícil saber con exactitud, cuánto le fue pedido en
ayuda al gobierno mexicano durante el .decenio de reforma. en Guatemala bajo
Arévalo y Arbenz, pero tres ejemplos sirven para demostrar la extrema cautela
con que procedió México en aquel entonces. Según el Buró de Investigación Po-
lítica cuyo análisis generalmente acertó lo que estaba pasando al interior del
Estado mexicano, en 19501.
Cuando México estaba gestionando el fallido préstamo petrolero y la
United Fruit cerró los puertos de Guatemala (que son de su propiedad),
el gobierno del Dr. Arévalo le pidió auxilio al gobierno de México en
forma de víveres y combustible (misión secreta, claro). Pero el gobierno
de México le rehusó la ayuda al país hermano, porque estábamos espe-
rando los millones de dólares del Tío Sam. Y ya se ve -concluye sar-
cásticamente- cuántos millones nos prestaron los norteamericano^^^.^^
En otro incidente de 1948 -la sublevación de ciertos cuarteles de las Fuer-
zas Armadas contra Arévalo- el presidente pidió al gobierno mexicano que se
le vendieran aviones de defensa; no le fue negado el pedido, pero se tardó tanto
en dar la respuesta y se fijaron condiciones tan difíciles para la venta, que al

15. Según Isidro Fabela, el voto de abstención se explica de esta forma. .Entonces
¿por qué no votó México en contra sino que se abstuvo de votar la proposición Dulles?
A nuestro juicio, única y exclusivamente por mera cortesía hacia el gobierno del Sr. Ei-
senhower, porque los razonamientos expuestos por la delegación mexicana motivaban
perfectamente un voto en contra. Por lo demás la abstención es una forma diplomática
de no decir no.. Véase Isidro Fabela, .La Conferencia de Caracas y la actitud antico-
munista de México., Cuadernos Americanos, XIII, Núm. 3, 1954, México, pág. 16.
16. Smedley, .México-U.S. Relations and the Cold War., págs. 300-301.
17. Memorandum de John Foster Dulles, Caja 1, Serie Memoranda de la Casa
Blanca, Reuniones con el Presidente, Biblioteca Eisenhower. citado en Smedley, .México-
U.S. Relations i n the Cold Warn, pág. 292.
18. Buro de Investigación Política, Vol. X, No. 1, 7 de enero de 1952, pág. 8. Max
Smedley también concuerda que había motivos políticos por la negativa de los Estados
Unidos de conceder a México el préstamo del EXlM Bank para el desarrollo de la in-
dustria petrolera. Véase Smedley, -México-U.S. Relations in the Cold Warm, pág. 292.
final de cuentas, el gobierno guatemalteco los tuvo que comprar a C ~ b a . ' ~Por
otro lado, para equilibrar un poco este cuadro, se debe hacer mención de un in-
cidente de octubre de 1952, cuando el presidente Manuel Avila Camacho -apoyó
a Guatemala en el sentido de no reconocer al gobierno de Espina Pérez en El
Salvador., que los Estados Unidos había reconocido «precisamente con el f i n
de armar a El Salvador en contra de Guatemala. Una expresa alianza entre México
y Guatemala decidida por Don Manuel dio al traste esta vez con ese propósito
de los Estados Unidos.? La antipatía que regía en México hacia el régimen de
los Somoza en Nicaragua, se sella después del derrocamiento del gobierno de
Arbenz, por su utilización descarada en 1954 como instrumento de los Estados
Unidos. El ex-presidente Cárdenas recuenta en sus apuntes la siguiente conver-
sación que sostuvo con Luis Quintanilla, figura clave de la diplomacia mexicana,
después de su regreso de una gira por los países de Centroamérica. Quintanilla
le contó:
Que Somoza fue instrumento del Departamento de Estado norteamerica-
no para estimular y ayudar la rebelión en contra del gobierno del Coronel
Arbenz, ayudando con hombres y pertrechos a Castilla Armas. Que la
rebelión para derrocar al gobierno fue con la participación del General
Monzón, jefe de las Fuerzas Guatemaltecas, que recibía instrucciones
del Embajador (norteamericano) Peurifoy traicionando así a Arbenz y su
gobierno. Que al caer Monzón, a lo que se opuso Somosa, recomendó a
Castillo Armas. Que la presencia de éste en el gobierno y no la de Mon-
zón, originó la salida de Guatemala del embajador Peurifoy. Que Somoza
pretendió cobrar su intervención en Guatemala pidiendo respaldo para
intervenir en Costa Rica y derrocar al gobierno de Figueres, acusándolo
de comunista. Que en su visita a Nicaragua hizo ver a Somoza que
ante ... agresión de él a Costa Rica intervendrían los países asociado^.^^
Sin embargo, una vez instalado Castillo Armas como nuevo presidente y
siendo ya el golpe un fait accompli, los dirigentes mexicanos dieron por terminado
las posibilidades de remediar la situación. En un artículo del profesor norteame-
ricano K. H. Silvert, inocentemente entitulado en guate mala 1955: Problems of Ad-
ministrationn, Silvert recuenta que, al enterarse el gobierno mexicano de un com-
plot de invasión a Guatemala organizado por los exiliados y a sabiendas que del
mismo estaban informados tanto el gobierno de Castillo Armas como el gobierno
de los Estados Unidos, México «aprehendió a treinta de los fuituros invasores y
los entregó a las autoridades guatemaltecas en Malacatánm. De haber salido a la
luz esta acción, concluyó el profesor Silvert, habría existido una situación muy
difícil para México, debido a que los gobiernos latinoamericanos tienen prohi-
bido la entrega de refugiados políticos a los regímenes que les persiguen» y a la
fuerte corriente de opinión pro-Arbenz en México mismo."

19. Entrevista con José Manuel Fortuny. 29 de agosto de 1984, Ciudad de México.
En cambio, según Lázaro Cárdenas, México sí había ayudado con armas al gobierno del
Dr. Arévalo en 1945.
20. Buró de Investigación Política, Vol. X. No. 36, 13 de octubre de 1952, pág. 940.
Es en aquella época, específicamente en e l año 1951, que se crea el Consejo de Defensa
Centroamericano (CONDECA] como instrumento de aglutinación de Iios ejércitos centro-
americanos. con fines de utilización posterior por los Estados Unidos.
21. Lázaro Cárdenas, 7 de octubre de 1955, en Apuntes, 1941-1956, Tomo II, México:
UNAM, 1973, pág. 618.
22. K. H. Silvert, guatema mala 1955: Problems of Administration.. American Univer-
sity Field Staff Report, enero de 1955, págs. 1-17.
Debido al alto grado de c~diplomaciasecreta» que se suele dar entre gobier-
nos en situaciones de crisis como la guatemalteca, es difícil saber hasta qué
punto el gobierno mexicano se esforzó en ayudar al régimen de Arbenz y en qué
medida existió una simpatía real para su gobierno dentro del Estado. Aún si fuera
posible establecer lo anterior y antes de aceptarlo como indicio de la existencia
de una tradición de apoyo a los gobiernos progresistas en la región, se debe ma-
tizar cualquier conclusión al respecto con el reconocimiento del estatus excep-
cional que ocupa Guatemala en la diplomacia mexicana, como uno de los dos
vecinos de frontera. Con ninguno de los dos han existido relaciones de conviven-
cia armónica, libre de fricciones. La tibia reacción de México frente a Guate-
mala en 1954, quizá se explique no únicamente por el reducido margen de ma-
niobra permitido en el contexto de la Guerra Fría y el clima conservador que
existió al interior del país, sino además por las relaciones históricamente con-
flictivas que han existido entre los dos países. Por lo visto, habría que concluir
que no hubo ningún apoyo decidido por parte de México al gobierno de Arbenz,
ni siquiera en cuestiones de la reforma agraria, pero tampoco provino alguno del
resto de los países de Latinoamérica. En este sentido, es conveniente recordar
las palabras de Fidel Castro, al efecto de que si la revolución cubana hubiera
ocurrido en 1954, no hubiera triunfad^.^
Si bien un fruto de la crisis de Guatemala en 1954 fue el encuentro histórico
de dos futuros hombres de la revolución latinoamericana, Fidel Castro y Che Gue-
vara, en México, éste no fue el único. A menos de treinta años pasado el derro-
camiento del gobierno de Arbenz, vuelve a tocar en las puertas de México la
cuestión de Guatemala, en la presencia de los campesinos refugiados. Una oleada
masiva de refugiados, de carácter social novedoso, siendo en su mayoría campe-
sinos analfabetos, con implicaciones que por primera vez rebasan la frontera del
asilo como institución para incidir directamente en consideraciones más globales
de la política exterior regional. Guatemala, como la Nicaragua de Somoza, parece
confirmar una vez más que el aplazamiento de la resolución de problemas estruc-
turales sólo puede llevar a su agravamiento y, tarde o temprano, a su inevitable
resurgimiento en fechas posteriores.

23. Entrevista con José Manuel Fortuny, 29 de agosto de 1984, Ciudad de México.

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