Escatología de Pablo
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defeat of the enemies (vv. 24-26), the end (télos) of the present world (v. 24)
and the new creation in which God will be «everything in all things» (v. 28).
KEY WORDS: Eschatology, Paul apostle, end of the present world, new creation.
1
Cfr. A. TORNOS, Escatología I, Madrid 1989, 58.
346 J. J. FERNÁNDEZ
2
Cfr. J. DUPLAY, L’Esperance de la Gloire de Dieu dans l’Ancien Testament, in Bible et
Vie Chretienne, 8 (1953/1954), 40-54.
LA ESCATOLOGÍA DE PABLO. VISIÓN E INTERPRETACIONES 347
3
J. SÁNCHEZ BOSCH, Escritos paulinos, Navarra 1999, 193.
4
Cfr. J. L. RUIZ DE LA PEÑA, La otra dimensión. Escatología cristiana, Santander 1986,
193-195 y 280s.
348 J. J. FERNÁNDEZ
busca lograrse es: o bien la confianza en las obras de alguna ley, con la en-
trada en una lógica de esclavizamiento y el horizonte de unos sujetos que
luchan por la justicia gloriándose de sí mismos; o bien la confianza en la lla-
mada y elección prometidas a Abraham y reveladas en Jesucristo, con la
entrada en una lógica de libertad, en la cual toda gloria y justicia es de Dios.
A este propósito Moltmann7 ha recalcado que, según la carta a los ro-
manos, la actitud creyente de Abraham está sólo fundada en la elección
libre de Dios, la cual da lugar a una promesa hecha a él y a su descenden-
cia. Abraham cree, y empieza a manifestarse, no la justicia de esa descen-
dencia, sino la justicia de Dios para con ella; una justicia fiel y activa por la
que se realiza la promesa. La ley no se da para que mejor se realice la pro-
mesa, sino para que aparezca mejor la injusticia de los hombres y la mise-
ricordia de Dios. La fe de Abraham es una esperanza «cuando no había
esperanza» (Rom 4,18).
¿Es ésta la actitud que Pablo propone a los cristianos de Roma? A mi
entender no. Porque nunca diría Pablo, una vez venido Cristo y manifes-
tada la resurrección, que aún se mantiene el tiempo en que no había espe-
ranza. Al contrario, «ahora estamos en paz con Dios por obra de Nuestro
Señor Jesucristo, pues por él tenemos entrada a esta situación de gracia en
que nos encontramos, y estamos orgullosos con la esperanza de alcanzar la
salvación de Dios. Más aún, estamos orgullosos también de las dificultades, sa-
biendo que la dificultad produce entereza; la entereza, calidad; la calidad, espe-
ranza; y esa esperanza no defrauda, porque el mor que Dios nos tiene inunda
nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha dado» (Rom 5, 1-5).
Al vincular así la esperanza a Cristo venido y al Espíritu dado, Pablo
replantea para los cristianos la esperanza de Abraham, la cual, apoyada so-
lamente en las promesas, «estaba del todo volcada al futuro»8.
En síntesis, según la carta a los Romanos, la esperanza de la humani-
dad toma forma porque Dios llama a ésta, a través del pueblo judío, a un fu-
turo de salvación total, y porque Dios se compromete mediante sus
promesas con ese futuro; pero la esperanza de los cristianos incluye algo
más: es fuerte y gozosa (Cfr. Rom 12,12), no abrahámica y paradójica, por-
que en el caminar de Jesús crucificado y resucitado se ha mostrado que ella
puede cumplirse y cómo se cumple. Ello implica, básicamente, el descubri-
miento apasionado de que la forma de vida de Jesús es algo que merece la
pena vivirse, cumplimiento de la más sublime realización humana y reali-
zación plena de lo más que se puede esperar.
7
Cfr. J. MOLTMANN, , Salamanca 1969, 192.
8
A. TORNOS, ., 64.
LA ESCATOLOGÍA DE PABLO. VISIÓN E INTERPRETACIONES 351
duce ya algo que será realidad permanente al fin de los tiempos»14. El ma-
rana tha eucarístico se explica por el paralelismo de las situaciones: como el
Señor ha venido (ahora) entre nosotros, respondiendo a la oración sacra-
mental, del mismo modo vendrá al término de la historia, respondiendo a la
invocación de la Iglesia que anhela su presencia gloriosa y manifiesta15.
La otra interpretación posible de la fórmula (maran atha= «el Señor
viene») haría de ello no una plegaria, sino una confesión de fe. En todo caso,
el marco de la misma sería también cultual16 y avalaría el lugar preeminente
que la primera liturgia eclesial reconocía a la parusía. Preeminencia mani-
festada igualmente por el hecho de que, entre las razones que han movido
a los tesalonicenses a «abandonar a sus ídolos» y «convertirse a Dios», se
cuenta la esperanza en «Jesús, que ha de venir de los cielos» (1 Tes 1,9ss).
Tal esperanza, por consiguiente, es a la vez objeto de la fe y fundamento de
la conversión a la misma.
14
J. L. RUIZ DE LA PEÑA, La pascua de la creación. Escatología, Madrid 2007, 128.
15
Cfr. O. CULLMANN, Christologie du Noveau Testament, Neuchâtel 1966, 181-184; S.
ZEDDA, L escatologia biblica II, Brescia 1972, 18 ss.
16
Cfr. G. KUHN, «Maranatha», in TWNT IV, 470-475.
354 J. J. FERNÁNDEZ
c) El retraso de la parusía
17
J. L. RUIZ DE LA PEÑA, o.c., 113.
18
Íbidem.
19
O. KUSS, San Pablo. La aportación del apóstol a la teología de la Iglesia primitiva, Bar-
celona 1975, 426.
356 J. J. FERNÁNDEZ
a) Muerte
24
R. TREVIJANO, «La evolución de la escatología paulina», in Carthaginensia XII
(1996), 128.
LA ESCATOLOGÍA DE PABLO. VISIÓN E INTERPRETACIONES 357
c) Infierno
25
S. VIDAL, o.c., 232.
26
K.H. SCHELKLE, o.c., 722.
358 J. J. FERNÁNDEZ
con Cristo y deja que prime de nuevo lo que ya expresó en su primer apunte
de escatología individual, en Flp 1, 21-23.
La nueva creación debe, y por tanto, puede realizarse: el cristiano debe
«vivir una vida nueva» (Rom 6,4), en la «novedad del Espíritu» (Rom 7,6).
«Aunque el hombre exterior va decayendo, el interior se renueva día a día»
(2 Cor 4,16). Así participa Pablo en los sufrimientos y resurrección de Jesús
(2 Cor 4, 10).
En el mismo sentido y espíritu paulino, se dice en Col 3,3s: «Vosotros
habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se
manifieste Cristo, nuestra vida, entonces os manifestaréis con él vosotros
en gloria». La nueva vida es real en la muerte y en la vida, pero no tiene una
naturaleza comprobable y visible, sino que está doblemente oculta. El cris-
tiano posee la vida en cuanto que vive «con Cristo» y su vida está oculta en
la realidad espiritual de Dios. Pero el cristiano confía con esperanza en la
consumación escatológica de la parusía de Cristo. En Col 3, 9 se nos dice
que la nueva vida ha sido ya otorgada y que debe adquirir realidad a través
del cristiano. La nueva vida tiene sus raíces en el bautismo, como Pablo hace
destacar en su doctrina (Rom 6,3); «nos ha conducido a la salvación…,
según su misericordia, a través del baño del renacimiento y de la renovación
en el Espíritu Santo» (Tim 3,5; cf. 2,11ss). La vida nueva es don y tarea. El
cristiano debe «despojarse del hombre viejo, renovar su mente por el Espí-
ritu y revestirse del hombre nuevo que ha sido creado a imagen de Dios»
(Ef 4,22). En Cristo, Dios ha hecho de judíos y gentiles «un único hombre
nuevo» (Ef 2,15). La nueva creación es la comunidad nueva, así queda re-
flejado en la carta a los hebreos (8,8-13; 9,15; 12,24), donde se subraya
cuánto más grande es la nueva alianza mediada por Cristo que la antigua
existente32.
Así como en Col 3,4 Pablo preanuncia la consumación escatológica de
la nueva creación, en Rom 8,19-30 afirma que la nueva creación ya ocurrida
es promesa y comienzo del acto creador divino todavía futuro: «la ansiosa
30
Nos parece más acertado P. BENOIT, «L’évolution du langage apocalyptique dans le
Corpus paulinien», in ACFEB, Apocalypses et théologie de l’espérance. LD 95, Paris 1977,
299-335, en 322-324 y 334, al señalar que Pablo no da clara solución a algunos de nuestros pro-
blemas (para Benoit del mismo Pablo), consciente de caminar en la fe y todavía no en visión
clara (2 Cor 5,7), que cuando recoge la interpretación de algunos exegetas, como Feuillet, y
entiende que el cuerpo celeste de 5,1 no es otro que el de Cristo resucitado: Pablo podrá vivir
con una vida auténtica y plena (antes de recibir el cuerpo resucitado individual) teniendo
por soporte físico de su existencia el cuerpo resucitado de Cristo.
31
También PERRIMAN, NTS 1989, 519-521, reconoce que el desvestimiento y la desnu-
dez se refieren simplemente a la muerte y no a una condición escatológica esotérica.
32
K.H. SCHELKLE, «Escatología del Nuevo Testamento», in J. FEINER-M. LÖHRER (eds.),
o.c., 723
362 J. J. FERNÁNDEZ
*********
A la luz de lo expuesto podemos comprender la «pascua de la Crea-
ción» como una unidad de la parusía, resurrección y recapitulación.
En la visión de Pablo, la relación de Cristo con el cosmos, que es el
orden de la creación y de la nueva creación, asegura la confianza de que
también a este mundo que habitamos le alcanza la promesa de una huma-
nidad transfigurada.
La escatología paulina concluye con el anuncio de un inicio que es a la
vez una consumación. De acuerdo con la tensión propia de la esperanza,
alumbrará un «mundo nuevo», una «nueva creación», y se verificará en ple-
nitud lo que ahora es anhelo, gemido y espera ansiosa de la humanidad y del
cosmos.