Manual Civil
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EL PAGO
I. CONCEPTO Y FUNCIONES DEL PAGO
Para que el pago logre la extinción de la obligación, deben cumplirse requisitos tanto
subjetivos (relativos a las personas involucradas) como objetivos, que se detallarán
a continuación.
1. SUJETO ACTIVO:
A. Requisitos de Capacidad:
El deudor suele ser el que realiza el pago, pero el artículo 1160 del Código Civil
establece que el pago debe ser hecho por aquel que tenga la libre disposición de la
cosa debida y capacidad para enajenarla.
- Libre Disposición de la Cosa Debida: Implica ser propietario de la cosa
entregada para evitar reclamaciones del verdadero dueño.
- Capacidad para Enajenar: Se refiere a tener capacidad general para
contratar, reservada a mayores de edad no incapacitados.
2. SUJETO PASIVO:
El artículo 1162 del Código Civil establece que el pago debe realizarse al acreedor o
a otra persona autorizada para recibirlo en su nombre.
- Pago a Tercero: Fuera de casos autorizados, el pago a un tercero no es
liberatorio a menos que se convierta en utilidad del acreedor.
- Pago a Acreedor Aparente: Excepcionalmente, el pago hecho de buena fe a
un "acreedor aparente" libera al deudor, protegiendo la confianza razonable
del deudor en la apariencia jurídica.
En resumen, el proceso de pago implica la interacción entre el sujeto activo
(solvens), sujeto pasivo (accipiens), y contempla la posibilidad de pago por un
tercero con diversas consecuencias según las circunstancias. La protección de la
confianza y la buena fe son fundamentales en este proceso.
2. La dación en pago
La dación en pago es un acuerdo entre deudor y acreedor mediante el cual el
primero entrega al segundo una cosa distinta a la debida, y, con dicha entrega, se
transmite la propiedad del bien, extingu.....quedará extinguida la obligación. Este
acuerdo debe ser aceptado por el acreedor, y la dación en pago implica la
transmisión de la propiedad del bien al acreedor, produciendo así la extinción de la
obligación. Es importante destacar que la dación en pago no puede ser impuesta
por el deudor, y su regulación se ajusta a las normas de la compraventa.
En resumen, la dación en pago produce los efectos del pago, mientras que la cesión
de bienes es un negocio para el pago, siendo necesario que se realice la venta de
los bienes para extinguir la obligación.
VIII. LA CONDONACIÓN
La condonación de deuda se regula en los arts. 1187 a 1191 CC. Por condonación
de deuda se ha de entender aquella declaración del acreedor, a través de la cual
éste exterioriza su voluntad de extinguir, total o parcialmente, su derecho de crédito,
sin recibir, a cambio, contraprestación.
En cuanto a la forma de la condonación, a tenor del art. 1187.I CC, ésta puede ser
expresa o tácita (deducible de hechos concluyentes), estando sometida, en ambos
casos, “a los preceptos que rigen las donaciones inof ciosas” (por lo que deberán
ser reducidas en cuanto al exceso, si vulneran la legítima de los herederos
forzosos). “La condonación expresa deberá, además, ajustarse a las formas de la
donación” (art. 1187.II CC).
El Código civil prevé dos supuestos de condonación tácita, en los que presume la voluntad
de condonar del acreedor. Así, el art. 1188 CC se refere a la condonación que se deduce de
la entrega al deudor del documento privado justifcativo de un crédito, mientras que el art.
1191 CC contempla el supuesto de la condonación de la obligación accesoria de prenda,
“cuando la cosa pignorada, después de entregada al acreedor, se hallare en poder del
deudor”.
A tenor del art. 1190 CC, la condonación de la deuda principal extingue las
obligaciones accesorias, pero, en cambio, la condonación de éstas no extingue la
principal.
Por ello, la STS 2 diciembre 2008 (Tol 1413616) observa que los efectos de la condonación
o remisión parcial de la fanza, acordada en transacción, no se proyectan sobre la obligación
principal garantizada.
IX. LA COMPENSACIÓN
1. Concepto y clases
La compensación es un mecanismo de extinción de las obligaciones, que operará
“cuando dos personas, por derecho propio, sean recíprocamente acreedoras y
deudoras la una de la otra” (art. 1195 CC). Su finalidad es evitar los dobles pagos,
aunque, como resulta lógico, la compensación se produce en atención a la cuantía
de los respectivos créditos , tal y como resulta del art. 1202 CC. La compensación,
por tanto, podrá ser total o parcial . Por ejemplo, si “A” y “B” se deben
recíprocamente 6.000 euros, sus respectivas deudas se extinguirán, por
compensación (total). Pero, si “A” debe a “B” 6.000 euros, y éste, a su vez, debe a
“A” 4.000 euros, la cuantía del crédito de “B” se reducirá a 2.000 euros, como
consecuencia de la compensación (parcial).
2. Compensación Judicial:
- Se aplica cuando no procede la compensación legal.
- Puede ocurrir durante el proceso, aun si las deudas no están vencidas ni son
líquidas en el inicio.
- Requiere que el demandado plantee una reconvención, aportando pruebas de su
crédito.
- No tiene carácter retroactivo y surte efecto desde la fecha de la sentencia.
3. Compensación Voluntaria:
- Acuerdo entre las partes, regulado por pactos convenidos libremente.
- No requiere cumplir con los requisitos del artículo 1196 CC.
- Puede involucrar deudas de naturaleza diferente.
I. EL INCUMPLIMIENTO
1. Concepto de incumplimiento
En el contexto del Derecho español, el "incumplimiento de la obligación" se refiere al
"incumplimiento material", que abarca situaciones en las que la conducta del deudor
no se ajusta al programa obligacional, resultando en la insatisfacción del interés del
acreedor. Este incumplimiento puede manifestarse a través de la mora (retraso en la
prestación), incumplimiento definitivo o ejecución defectuosa. La magnitud de la
insatisfacción del acreedor varía según el tipo de incumplimiento, considerando la
posibilidad de una realización posterior de la prestación.
Según el art. 1101 CC, aquellos que incumplen sus obligaciones por dolo,
negligencia o morosidad, o contravienen su tenor, están sujetos a la indemnización
de daños y perjuicios. Sin embargo, el incumplimiento material no conlleva
automáticamente la responsabilidad del deudor, sino que se debe determinar si hay
algún criterio para imputar subjetivamente las consecuencias.
Requisitos de la Mora:
a) La obligación debe consistir en dar o hacer. En el caso de obligaciones negativas,
el retraso se considera incumplimiento definitivo, pero si la obligación negativa debe
iniciarse en un momento determinado, el deudor puede incurrir en mora al continuar
con el comportamiento que se comprometió a evitar.
b) La obligación debe ser exigible, es decir, la deuda debe ser cierta y determinada,
siendo líquida. La iliquidez se da cuando se necesita un proceso posterior para
determinar la cantidad o si depende de un evento incierto o del arbitrio de un
tercero.
B) Efectos de la Mora:
a) Indemnización de daños y perjuicios, con intereses legales en obligaciones
pecuniarias.
b) Perpetuatio obligationis: El deudor asume responsabilidad por la pérdida de la
cosa en su poder, transformando su deber de prestación en la obligación de
indemnizar los daños causados.
3. El Incumplimiento Definitivo
A) El Término Esencial:
Se habla de incumplimiento definitivo cuando el interés del acreedor queda
insatisfecho de manera permanente. Situaciones como el "término esencial" o
negocios a fecha fija pueden llevar al incumplimiento definitivo, donde el retraso en
la prestación ya no satisface el interés del acreedor, aunque objetivamente sea
posible.
Término Esencial:
La noción de "término esencial" se refiere a casos donde el retraso en la entrega de
la prestación no resulta en mora, sino en incumplimiento definitivo. Ejemplos
incluyen la confección de un traje de novia para la ceremonia o la actuación de un
artista en un evento en una fecha específica. La determinación de un "término
esencial" requiere atender a la voluntad de las partes al establecer la relación
obligatoria, no siendo suficiente una referencia vaga al tiempo de cumplimiento.
A) El Defecto de la Prestación:
La prestación se considera defectuosa cuando, a pesar de ejecutarse, no se ajusta
al programa obligacional, dando lugar al "cumplimiento inexacto o defectuoso". Este
defecto puede surgir por falta de identidad o integridad de la prestación, o cuando el
deudor no cumple con las reglas de la profesión (lex artis), como en las obligaciones
profesionales.
Aquel que ha cumplido la obligación principal y no las accesorias tendrá que pagar
una indemnización de daños y perjuicios.
La responsabilidad del incumplimiento consiste en el cumplimiento o la rescisión.
Del cumplimiento de la obligación surge una facultad y una consecuencia.
- Facultad: Resolver o pedir cumplimiento forzoso. Si se opta por la primera,
hay que tener en cuenta que ya no se puede exigir el cumplimiento, pero al
revés sí: si opto por el cumplimiento forzoso todavía podré optar por la
resolución. Para que haya resolución tiene que haber incumplimiento o si hay
un cumplimiento defectuoso. No todo incumplimiento lleva a la resolución.
Doctrina del aliud pro alio: Cuando estamos ante el cumplimiento de la obligación
con una prestación determinada, si en lugar de esa prestación se cumple con otra
distinta, habrá lugar de resolución de contrato por incumplimiento de la obligación.
Pero esta doctrina tiene un matiz, y es que solo llevará a considerar incumplimiento
cuando la prestación realizada frustra definitivamente el interés del acreedor. No se
puede rescindir el contrato por cualquier motivo, ya que el contrato es el principal
agente del tráfico económico. La responsabilidad puede ser:
- Subjetiva (art. 1101 CC) exige voluntad de incumplir. También puede haber
dolo o negligencia.
- Negligencia: No se ha puesto todos los medios al alcance para cumplir.
- Dolo. Voluntad consciente de incumplir un contrato Muchas veces la
víctima no tiene que probar dolo o negligencia, sino que se invierte la
carga de la prueba.
- Objetiva: Cuando no busco el componente subjetivo, sino que directamente
le atribuyo la responsabilidad por no haber realizado la acción u omisión.
Contexto:
La responsabilidad contractual surge tras el incumplimiento de una obligación y
puede ser atribuida al deudor si el incumplimiento le es imputable, ya sea por dolo,
culpa (criterios subjetivos), o por circunstancias objetivas.
Autonomía y Compatibilidad:
La responsabilidad contractual es autónoma y compatible con acciones como el
cumplimiento forzoso, resolución o excepción de incumplimiento (arts. 1101 y 1124
CC).
Normativa Aplicable:
La regulación se encuentra en los arts. 1101 a 1107 CC, así como en disposiciones
específicas de diferentes contratos (p. ej. arts. 1556, 1602, 1744, 1767, 1783 CC).
Según el artículo 1101 del Código Civil, el deudor que incumple una obligación debe
indemnizar los daños causados debido a su negligencia. El artículo 1104 establece
que la culpa o negligencia consiste en la omisión de la diligencia requerida por la
naturaleza de la obligación y las circunstancias. Se define un modelo general de
diligencia, el del buen padre de familia, que puede ser modificado por acuerdo entre
las partes.
5. La responsabilidad objetiva
En casos de incumplimiento de la obligación, es posible afirmar la responsabilidad
del deudor sin necesidad de dolo o culpa, siempre que exista una conexión
relevante entre el incumplimiento y los daños causados. Aunque algunos autores
sostienen que el dolo requiere un plus de reproche, jurisprudencialmente se
reconoce la posibilidad de responsabilidad sin culpa.
➔ La subsidiariedad de la acción.
La acción pauliana, según el artículo 1294 del Código Civil, es subsidiaria con
respecto a cualquier otro recurso o acción legal que el acreedor pueda utilizar para
obtener reparación por el perjuicio causado. Se plantea una dificultad en la
delimitación entre la acción pauliana y la acción de nulidad por simulación absoluta,
especialmente cuando el negocio simulado se realiza con la intención fraudulenta de
perjudicar los derechos de los acreedores. En la práctica, ambas acciones suelen
acumularse subsidiariamente.
Por ejemplo, si una madre celebra una compraventa con sus hijos a un precio vil
con la única intención de quedarse sin bienes para pagar deudas, el negocio
simulado (la compraventa) sería nulo por inexistencia de causa. La acción de
nulidad y la acción pauliana tienen presupuestos y consecuencias distintas. La
primera impugna la validez de un negocio por ausencia o defecto en sus elementos
esenciales, mientras que la segunda busca la ineficacia relativa y limitada de un
negocio válidamente celebrado, solo frente al acreedor perjudicado y en la medida
que afecte su derecho de crédito.
2. El ejercicio de la acción
La acción pauliana es individual y legitimados activamente están los acreedores, en
contraste con las acciones reintegradoras del concurso que corresponden a la
administración concursal en acciones colectivas. Si el deudor está en concurso, se
pueden ejercitar las acciones del artículo 71 al 73 de la Ley Concursal para rescindir
actos perjudiciales realizados por el deudor hasta dos años antes de la declaración
de concurso, sin requerir intención fraudulenta.
2. Efectos
La finalidad de la acción subrogatoria es la obtención de un incremento del
patrimonio del deudor a fin de conseguir la satisfacción del crédito. Por ello, una vez
producido este incremento patrimonial el acreedor deberá dirigirse contra el deudor
para que le haga entrega de las cantidades que le adeuda y, si no lo hace
voluntariamente, podrá exigir el cumplimiento forzoso, iniciando un proceso para
hacer efectiva la responsabilidad patrimonial del deudor. El acreedor, además, no
ostenta ninguna preferencia para la satisfacción de su crédito por el hecho de haber
ejercitado la acción subrogatoria, por lo que podría suceder que, si hay acreedores
preferentes, no cobrará con lo obtenido mediante el ejercicio de tal acción.
La cláusula penal puede tener diversas funciones según la voluntad de las partes:
a) Función sancionatoria o agravatoria: cuando se establece con carácter penal,
permitiendo al acreedor solicitar el cumplimiento de la obligación, la indemnización
de daños y perjuicios y el pago de la pena.
c) Función opcional: el acreedor puede elegir entre reclamar los daños y perjuicios o
recibir el pago de la pena.
B) La exigibilidad de la pena
Las partes pueden libremente especificar el supuesto en que tendrá efectividad la
cláusula penal. Si no pactan nada, en casos de incumplimiento total y cumplimiento
defectuoso, incluyendo el tardío.
Existen, por ello, las llamadas “cláusulas moratorias“, que se establecen únicamente para el
retraso. En tal supuesto, la pena convencional actúa en función de liquidación de los daños
causados por el retraso, pero no de aquellos otros que pueda ocasionar otro tipo de
incumplimiento, por ejemplo si el cumplimiento además de retrasado era defectuoso.
C) La moderación judicial
El art. 1154 CC establece que el Juez modificará equitativamente la pena cuando la
obligación principal sea parcial o irregularmente cumplida24. Es una norma
imperativa que el Juez deberá tener en cuenta aunque no haya sido solicitada por
quien pudiera beneficiarse de la reducción. El criterio que debe atender el Juez para
reducir la pena es el perjuicio evitado por el cumplimiento parcial o irregular, es
decir, el grado de satisfacción del acreedor. Las dudas sobre la cláusula penal
deben ser resueltas acudiendo a las reglas de interpretación de los contratos. En
último caso, el criterio de la jurisprudencia es favorable a una interpretación
restrictiva sobre la existencia, contenido y alcance de la pena.
2. Las arras
El concepto de arras se refiere a la entrega de una suma de dinero, o incluso de otro
bien, por parte de un contratante al otro al momento de la celebración de un
contrato. El propósito de esta entrega es asegurar la existencia del contrato,
confirmarlo, garantizar su cumplimiento o permitir al que entregó las arras rescindir
el contrato libremente, aunque esto conlleve la pérdida de la cantidad entregada.
Es importante destacar que las partes son libres para configurar las arras según
consideren conveniente. Aunque el artículo 1454 del Código Civil sugiere que las
arras deben considerarse penitenciales, la jurisprudencia actual adopta una
interpretación correctora y restrictiva, reconociendo que este carácter es
excepcional y solo se aplica cuando la voluntad de las partes está claramente
establecida en el contrato. El pacto de arras es accesorio al contrato principal, por lo
que la ineficacia de este último implica la del pacto de arras, pero no al revés.
pero si además ha delimitado la superficie tienes que ibra pq lo has definido
3. El derecho de retención
A) Concepto y fundamento
Es la facultad otorgada por la ley al obligado a la entrega o restitución de una cosa
para retardar su cumplimiento, detentando la misma en tanto no se le satisfaga el
crédito que tiene contra el acreedor a esa restitución o entrega (que es, por tanto,
deudor del que retiene). El crédito del retenedor debe ser cierto y exigible. El
derecho de retención, de origen legal, es contemplado por nuestro Código Civil con
referencia a una serie de casos concretos (arts. 453, 522, 1600, 1730), sobre la
base de los cuales la doctrina y la jurisprudencia han tratado de establecer unos
perfiles y unos principios unitarios .
Se concede, así derecho de retención: al poseedor de buena fe de una cosa, sobre la cosa
poseída, hasta que le sean satisfechos los gastos necesarios hechos por él (art. 453);, al
usufructuario por los desembolsos hechos por él en la cosa usufructuada que le deban ser
reintegrados por el nudo propietario y en particular por el valor de las reparaciones (art.
522); al que ha ejecutado una obra en cosa mueble hasta que se le pague el precio de la
obra (art. 1600); al mandatario, hasta que el mandante le reembolse las cantidades
anticipadas para el cumplimiento de la gestión y le indemnice los daños y perjuicios que el
cumplimiento del mandato le hubiese irrogado (art. 1730), etc.
B) Efectos
El derecho de retención no es en rigor un derecho subjetivo autónomo e
independiente, sino una mera facultad que se confiere al acreedor, que sólo ostenta
la facultad de continuar la detención y de rehusar la restitución. El acreedor carece
de un poder de realización del valor de los bienes para resarcirse de su crédito con
el producto obtenido. Tampoco confiere ninguna preferencia para el cobro. No
obstante, el derecho de retención constituye una forma de garantía, en tanto que el
deudor tendrá que pagar, si quiere recuperar la cosa. El derecho de retención se
extingue con el pago total de la deuda, con la entrega voluntaria de la cosa y con la
desaparición o pérdida de la misma, entre otras causas.
Las cartas de patrocinio involucran a una sociedad dominante que, con la intención
de respaldar a una sociedad filial del mismo grupo, entrega al banco un documento
persuasivo al negociar un contrato, generalmente de financiación. Durante las
negociaciones de un crédito para una o varias sociedades filiales del grupo, la
sociedad matriz emite una carta al futuro concedente del crédito, expresando
detalles como la condición de pertenencia al grupo, el grado de participación en la
sociedad deudora, declaraciones sobre la estructura financiera y otras
circunstancias que aseguren al destinatario sobre el éxito de la operación con la
sociedad filial deudora.
El concurso podrá ser declarado a instancia del propio deudor, el llamado concurso
voluntario, o a iniciativa de los acreedores, el denominado concurso forzoso, y se
solicitará ante el Juez de lo Mercantil del lugar donde el deudor tenga el centro de
intereses (arts. 8 y 10 LC).
La suspensión supone una pérdida efectiva del poder de disposición, que desde la
declaración de concurso es ejercido por los administradores concursales. La
intervención, por el contrario, no significa la pérdida del poder de disposición; el
deudor lo mantiene, pero lo ejercita bajo la supervisión de la administración
concursal, que supervisa y autoriza cada una de sus operaciones en interés de los
acreedores. En principio, el concurso voluntario no provoca la suspensión, pero sí lo
hace el necesario.
Así mismo, la declaración del concurso supone que los acreedores no podrán
ejercitar su acción individual del patrimonio de éste, mientras que las ejecuciones ya
iniciadas quedarán en suspenso (art. 55 LC).
La razón de ser de esta norma se encuentra en la “vis atractiva” del concurso y en la
necesidad de dar un trato paritario al conjunto de acreedores, lo que es incompatible con la
proliferación de ejecuciones singulares al margen del concurso.
Por su parte, el párrafo segundo del mencionado artículo señala que, en todo caso,
será concurso culpable si se dan los siguientes supuestos de hecho:
- Cuando el deudor legalmente obligado a la llevanza de contabilidad
incumpliera sustancialmente esta obligación, llevara doble contabilidad o
hubiera cometido irregularidad relevante para la comprensión de su situación
patrimonial o financiera en la que llevará.
- Cuando el deudor hubiera cometido inexactitud grave en cualquiera de los
documentos acompañados a la solicitud de declaración de concurso o
presentados durante la tramitación del procedimiento, o hubiera acompañado
o presentado documentos falsos.
- – Cuando la apertura de la liquidación haya sido acordada de oficio por
incumplimiento del convenio debido a causa imputable al concursado
- Cuando el deudor se hubiera alzado con la totalidad o parte de sus bienes en
perjuicio de sus acreedores o hubiera realizado cualquier acto que retrase, dif
oculte o impida la ef cacia de un embargo en cualquier clase de ejecución
iniciada o de previsible iniciación
- Cuando durante los dos años anteriores a la fecha de la declaración de
concurso hubieran salido fraudulentamente del patrimonio del deudor bienes
o derechos
- – O cuando antes de la fecha de la declaración de concurso el deudor
hubiese realizado cualquier acto jurídico dirigido a simular una situación
patrimonial ficticia
Por otra parte, se deberá fijar la masa pasiva o créditos que nacieron antes de la
declaración de concurso y que deberán satisfacerse con los bienes anteriormente
descritos. Téngase en cuenta también la existencia de los llamados créditos contra
la masa que se regulan en el art. 84 LC y que quedan fuera de la masa pasiva del
concurso
El procedimiento concursal finaliza por la formalización de un convenio, o en caso
contrario, por liquidación.
En relación a la propuesta de convenio, ésta podrá ser formulada por el deudor o,
en su caso, por todos los acreedores proponentes (art. 99 LC). La citada propuesta
se traslada a la junta de acreedores para que sea aprobada, siendo necesario para
ello el voto favorable de, al menos, la mitad del pasivo ordinario del concurso (art.
124 LC). En el supuesto de que el deudor incumpliera con el convenio aprobado, el
art. 140 LC establece que cualquier acreedor al que le afecte el citado
incumplimiento podrá solicitar la declaración de incumplimiento.
Respecto a la liquidación, ésta puede ser pedida por el deudor, cuando solicita el
concurso o cuando conozca la imposibilidad de cumplir los pagos comprometidos y
las obligaciones contraídas en el convenio (art. 142 LC), entre otros supuestos, o
realizarse de oficio, cuando la aprobación del convenio se haya visto frustrada (art.
143 LC).
La liquidación tendrá lugar siguiendo los pasos establecidos minuciosamente en el
plan de realización de los bienes y derechos integrados en la masa activa del
concurso y las reglas de prelación de pago de los créditos de los arts. 155 a 158 LC.
En particular, se seguirá el siguiente orden:
a) En primer lugar, se pagarán los créditos privilegiados, básicamente, aquéllos con
garantías reales (art. 90 LC), que se pagarán con los bienes afectos (art. 155 LC).
b) En segundo lugar, los créditos con privilegio general del art. 91 LC, que se
pagarán con cargo a los bienes no afectos a privilegio especial o al remanente que
de ellos quedase, una vez pagados los anteriores.
c) En tercer lugar, se satisfarán los créditos ordinarios, que, según el párrafo tercero
del art. 89 LC, son aquéllos que no se encuentran clasificados como privilegiados, ni
como subordinados. Por tanto, este tipo de créditos se pagarán con cargo a los
bienes y derechos de la masa activa que resten una vez satisfechos los créditos
contra la masa y los créditos privilegiados, tanto especiales como generales
conforme a los dispuesto en el art. 157 LC.
d) Por último, se pagarán los créditos subordinados, nueva categoría que introduce
la nueva Ley concursal para clasificar a aquellos créditos (por ejemplo, aquellos
créditos que son comunicados tardíamente o no comunicados oportunamente, los
créditos por intereses, los créditos por multas y demás sanciones pecuniarias, etc.)
que merecen ser postergados de forma automática y objetiva y, por ese motivo,
según lo dispuesto en el art. 158 LC, no se realizarán hasta que hayan quedado
íntegramente satisfechos los créditos ordinarios y conforme al orden establecido en
el art. 92 LC, y en su caso, a prorrata.
TEMA 6.LA MODIFICACIÓN Y EXTINCIÓN DE LAS OBLIGACIONES.
1. La modificación de la obligación: la novación. 2. La extinción de la obligación. 3.
La alteración sobrevenida de las circunstancias.
El art. 1203 CC, dentro de la sección sexta sobre la novación, establece las formas
de modificación de las obligaciones:
- Variando su objeto o condiciones principales: novación objetiva.
- Sustituyendo la persona del deudor: novación subjetiva, por cambio de deudor.
- Subrogando a un tercero en los derechos del acreedor: novación subjetiva, por
cambio de acreedor.
El art. 1207 CC, al utilizar la expresión "cuando la obligación principal se extinga por
otra que le sustituya," sugiere que la novación puede o no implicar la extinción de la
obligación principal. La jurisprudencia sostiene que la novación puede ser
simplemente modificativa, permitiendo a las partes modificar la relación obligatoria
sin extinguirla, y en caso de duda, la novación debe considerarse modificativa.
Así, existen dos tipos de novación: la extintiva, que extingue la obligación primitiva y
crea una nueva, y la modificativa, que simplemente altera algún aspecto no esencial
de la obligación, persistiendo en lo restante los efectos originales. Para determinar si
hay novación extintiva, se debe recurrir al art. 1204 CC, que establece que "para
que una obligación quede extinguida por otra que la sustituya, es preciso que así se
declare expresamente o que la antigua y la nueva sean de todo punto
incompatibles."
B) Subrogación en el Crédito
La subrogación en el crédito, contemplada en el art. 1203.3 CC, representa un caso
de novación modificativa del acreedor.
Subrogarse implica suceder a otra persona en su posición jurídica, transfiriendo al
subrogado el crédito con los derechos a él anexos, ya sea contra el deudor o contra
terceros (art. 1212 CC). La obligación subsiste con los mismos derechos y garantías
(personales o reales) que aseguran su cumplimiento, como la fianza o la hipoteca.
A diferencia de la cesión de créditos, donde el propósito es la circulación de los
créditos, la subrogación busca satisfacer el interés de un tercero que ha pagado al
acreedor y que desea recuperar el desembolso patrimonial efectuado. Aquí, existe
una situación antecedente en la que un tercero ha realizado un desembolso
patrimonial a favor del acreedor.
El acreedor que transmite el crédito por subrogación no es cedente del mismo, por
lo que no tiene que garantizar la existencia y legitimidad del crédito ni la solvencia
del deudor.
A) La Asunción de Deuda
La asunción de deuda implica la sustitución de la persona del deudor, sin extinguir la
obligación original, siendo un caso de novación modificativa. Este proceso se lleva a
cabo mediante un contrato atípico, aceptado por doctrina y jurisprudencia, en el cual
el nuevo deudor asume la deuda existente en lugar del deudor primitivo, liberándolo.
Este pacto debe ser claro e inequívoco y, a pesar de no estar contemplado en el
Código Civil, otros ordenamientos jurídicos como el alemán hacen referencia a la
sustitución de un nuevo deudor.
La aprobación del acreedor es fundamental (art. 1205 CC), pudiendo ocurrir antes,
durante o después del contrato de asunción de deuda. Esta exigencia se justifica
por el interés del acreedor en conocer la solvencia y capacidad económica del
nuevo deudor.
La asunción de deuda libera al deudor primitivo, según el art. 1206 CC, a menos
que la insolvencia del nuevo deudor fuera anterior y pública o conocida por el
primitivo deudor al delegar su deuda, en cuyo caso no queda liberado.
B) La expromisión
La expromisión es un acuerdo entre el acreedor y un tercero, en virtud del cual este
último (nuevo deudor) asume la posición del deudor primitivo, que, en consecuencia,
queda liberado, sin que, para ello, se requiera su consentimiento, pudiendo, incluso,
realizarse sin su conocimiento (art. 1205 CC). Es, pues, clara la diferencia con la
asunción de deuda, que, según se explicó, es un negocio entre el deudor primitivo y
el deudor nuevo, que son las partes que intervienen en su celebración, aunque, para
su eficacia, requiera el consentimiento del acreedor.
C) La delegación
La delegación (a la que se refiere el último inciso del art. 1206 CC) tiene como
finalidad facilitar el pago de deudas, llevándose a cabo a través de un convenio
entre el deudor (delegante) y una tercera persona (delegado), que hará efectiva la
deuda. En este caso, el delegante da una orden o invitación de pago al delegado, el
cual ejecutará dicha orden o mandato. Por ejemplo, delego al Banco “X” para que
pague los recibos que he domiciliado en mi cuenta. En este tipo de delegación, que
se denomina “solutoria”, no hay, pues, cambio de deudor. Pero cabe también una
delegación “promisoria”, si el delegado asume, en su propio nombre, la obligación,
sustituyendo, así, al deudor primitivo, lo que dará lugar a una novación, la cual,
lógicamente, requerirá el consentimiento del acreedor.
3. La cesión de contrato
La novación no solo se realiza mediante el cambio de elementos de una obligación,
como en la cesión del crédito, subrogación, o asunción de deuda, sino también
cuando se transfiere en su totalidad la relación contractual a un tercero.
La cesión del contrato implica transferir a un tercero la posición jurídica completa de
una de las partes, permitiendo que el cesionario adquiera los derechos del cedente
en la relación contractual como si hubiera sido el contratante inicial. Su esencia
radica en la sustitución de un sujeto del contrato y la permanencia objetiva de la
relación contractual. Por ejemplo, se puede ceder el arrendamiento de un local de
negocio a otra persona, quien ocupará el lugar del arrendatario original, quedando
sujeto al contrato de la misma manera.
1. Mutuo disenso
El mutuo disenso no aparece entre las causas generales de extinción, enumeradas
en el art. 1156 CC, pero es aplicable a toda clase de obligaciones.
Consiste en un negocio, por el que las partes, de común acuerdo, ponen fin una
relación obligatoria.
Como el mutuo disenso es un nuevo contrato, deberá cumplir los requisitos
generales, necesarios para la validez del mismo
2. Decisión Unilateral
La decisión unilateral o desistimiento puede extinguir la relación obligatoria si una de
las partes está autorizada legal o contractualmente para ejercer esta facultad. Sin
dicha autorización, el desistimiento unilateral constituiría un incumplimiento, ya que
una parte no puede imponer la extinción de la relación obligatoria a la otra.
Características clave:
a) La imposibilidad debe ser objetiva, ocurriendo sin intervención de la voluntad del
deudor y antes de su mora.
b) La "sobrevenida" destaca que la prestación se vuelve imposible después de la
constitución de la obligación.
c) La imposibilidad puede ser material o jurídica, según el art. 1184 CC, cubriendo
situaciones legales o físicas.
Para las obligaciones genéricas, rige la regla "genus nunquam perit" (el género
nunca perece), por lo que la imposibilidad sobrevenida no las extingue. Sin
embargo, en las obligaciones de dar cosas determinadas, la obligación se extingue
si se cumplen ciertos criterios, excepto cuando la deuda resulte de un delito o falta.
En este último caso, el deudor no queda eximido del pago a menos que haya
ofrecido la cosa y el destinatario se niegue sin razón a aceptarla (art. 1185 CC).
4. La Confusión de Derechos
La confusión de derechos, reconocida como causa de extinción en el art. 1156 CC,
se produce cuando una misma persona adquiere las cualidades de acreedor y
deudor en una obligación específica. El art. 1192 CC establece que la obligación se
extingue cuando estas dos cualidades convergen en una misma persona, con
excepción de la confusión originada por una herencia aceptada a beneficio de
inventario.
Recientemente, la STS 15 octubre 2014 aboga por una aplicación más flexible de la
cláusula rebus sic standibus. Otras sentencias, como la STS 17 enero 2013 y STS
26 abril 2013, plantean la posibilidad de resolución en casos de crisis económica,
como la falta de financiación esperada en contratos de compraventa de viviendas.
La jurisprudencia busca un equilibrio entre la adaptación de instituciones legales a la
realidad social y la necesidad de fundamentos técnicos y funcionales específicos.
TEMA 7. EL CONTRATO.
1. Concepto de contrato. 2. Fuentes del contrato. 3. La autonomía privada. 4. Las
funciones del contrato. 5. Clases de contratos. 6. Los elementos esenciales del
contrato. 7. El autocontrato.
c) Respeto a la Moral:
- La moral prohíbe pactos contrarios a la justicia y honestidad según los valores
éticos sociales.
- Por ejemplo, pactos que eximan al deudor de responder por incumplimiento
doloso se consideran nulos y moralmente reprochables.
- La conducta negligente y dolosa tiene consecuencias distintas en términos de
responsabilidad según el Código Civil.
En resumen, la autonomía privada tiene límites definidos por leyes imperativas, el
orden público y la moral, buscando un equilibrio entre la libertad contractual y la
protección de los derechos fundamentales y la honestidad social.
Los contratos atípicos son válidos al amparo del principio de autonomía privada
del art. 1255 CC, pero han de respetar los límites establecidos en dicho precepto; en
particular, han de tener una causa lícita. Los contratos atípicos se regulan por lo
estipulado por las partes; en defecto de pacto, deberá acudirse a las reglas
generales de las obligaciones y contratos, contenidas en el Código civil; y, si ello no
fuera suficiente, se aplicarán, por analogía, las normas de los contratos típicos más
afines. Por ejemplo, las de la compraventa, respecto del contrato de suministro o las
del mandato o comisión mercantil, respecto del contrato de gestión de cartera de
valores.
b) En contraste, los contratos de adhesión son aquellos en los que una parte
(generalmente un empresario) determina previamente su contenido, dejando a la
otra parte (a menudo, un consumidor) con la opción de aceptar o rechazar. La Ley
7/1998, de condiciones generales de la contratación (LCGC), busca proteger la
igualdad de las partes, asegurando que las condiciones generales sean conocidas y
redactadas con transparencia. Se establece un control formal de la incorporación de
estas condiciones, exigiendo que sean accesibles y comprensibles para el
adherente.
1. El consentimiento
El consentimiento, según el art. 1254 CC, da origen a un contrato cuando una o
varias personas acuerdan obligarse a dar algo o prestar algún servicio. Para que
sea válido, el consentimiento debe provenir de personas con capacidad para
contratar y estar libre de vicios. La STS 29 diciembre 1978 establece que la voluntad
base esencial del contrato debe ser libre, racional y consciente, sin vicios que
excluyan o limiten estas condiciones.
A) La capacidad para contratar
según el art. 1263 CC coincide con la capacidad general de obrar. Tienen
capacidad para contratar a los mayores de edad o emancipados no incapacitados.
Los emancipados necesitan el consentimiento de sus padres o curadores para
ciertos contratos según el art. 323 CC. Los contratos celebrados por menores no
emancipados, mayores incapacitados o emancipados sin la asistencia necesaria
son inválidos (anulables). La sentencia de incapacitación dispensa la prueba de falta
de entendimiento o voluntad. La STS 19 noviembre 2004 establece que la sentencia
de incapacitación crea un estado civil nuevo, el de incapacitado, anulando contratos
que entren en el ámbito de la restricción. En ciertos casos, una persona con plena
capacidad puede tener prohibido celebrar un contrato para salvaguardar su
imparcialidad o la defensa de intereses, como en el caso del tutor o mandatario
según el art. 1459.1º y 2º CC.
➔ El error.
definido como una falsa representación mental de la realidad, puede ser esencial y
excusable. Aunque el art. 1266 CC solo contempla el error de hecho, la
jurisprudencia acepta que un error de Derecho pueda causar invalidez si es esencial
y excusable, permitiendo la anulación de contratos basados en desconocimiento o
interpretación defectuosa de normas.
El error es esencial cuando recae sobre una realidad de importancia tal que, de
conocerse correctamente, el contratante no hubiera celebrado el contrato. El error
sobre la persona rara vez es esencial, mientras que el error sobre el objeto o sus
cualidades es más frecuente, como en la compra de productos financieros
complejos.
Quien causa la invalidez por dolo está obligado a resarcir los gastos que la otra
parte incurrió de buena fe y que se vuelven inútiles tras la anulación. Se pueden
ejercitar simultáneamente las acciones de anulación y de indemnización de daños.
➔ La violencia y la intimidación
según el art. 1267 CC. La violencia es una "fuerza irresistible" usada por la otra
parte o un tercero para arrancar la voluntad de la víctima. La intimidación es una
amenaza que provoca temor y evita la formación libre de la voluntad. La amenaza
debe ser antijurídica, y la jurisprudencia exige que sea ilícita o injusta. La referencia
a cónyuges, descendientes y ascendientes presume que la intimidación fue causa
determinante del contrato. La jurisprudencia requiere que la amenaza sea
antijurídica y considera que el anuncio de ejercitar una facultad es legítimo si los
hechos imputados son ciertos y no busca más de lo obtenible mediante el proceso
penal amenazado.
2. El objeto
El art. 1261 CC establece que un contrato carece de validez sin un objeto cierto que
sea materia del mismo. Para ser válido, el objeto debe ser posible, lícito y
determinado.
A) La posibilidad
Según el art. 1272 CC, "No pueden ser objeto de contrato las cosas o servicios
imposibles". Aunque el art. 1271.I CC permite contratar sobre cosas futuras, se
interpreta que el objeto del contrato debe tener una existencia actual o futura. Por
ejemplo, la venta de una casa en construcción o de una cosecha futura. El contrato
es nulo si el objeto ha dejado de existir, como una vivienda destruida (art. 1460 CC).
B) La licitud
El art. 1271.I CC establece que "Pueden ser objeto todas las cosas que no están
fuera del comercio de los hombres". Se refiere a bienes de la personalidad o
dominio público, que requieren desafección o cambio de destino para entrar en el
comercio. El párrafo tercero menciona que "Pueden ser objeto de contrato todos los
servicios que no sean contrarios a las leyes o a las buenas costumbres". Un
contrato sería nulo si involucra la realización de un delito.
3. La causa
La causa puede analizarse en un sentido objetivo o subjetivo. Objetivamente, es la
función económico-social del contrato. Su existencia y veracidad son cruciales.
Subjetivamente, es el motivo práctico por el cual se celebra el contrato, debiendo
ser lícita.
A) La existencia de la causa
El art. 1275 CC establece que los contratos sin causa no tienen efecto. Esto implica
que las partes deben aceptar la función económico-social del contrato para que sea
válido. La inexistencia de la causa ocurre en contratos simulados absolutamente,
como una venta ficticia para eludir acreedores. La simulación no perjudica a terceros
adquirentes de buena fe.
B) La falsedad de la causa
La causa debe ser no solo existente sino también verdadera. El art. 1276 CC
establece que una causa falsa en los contratos conduce a la nulidad, a menos que
se pruebe otra verdadera y lícita. Por ejemplo, una donación disfrazada de
compraventa. La jurisprudencia no suele validar la donación encubierta.
C) La ilicitud de la causa
La causa debe ser lícita según el art. 1275 CC, siendo ilícita cuando se opone a
leyes o moral. El Derecho normalmente no considera la causa subjetiva, excepto
cuando ambas partes o una de ellas buscan un fin contrario a leyes o moral. Un
ejemplo sería vender una embarcación para el transporte de drogas, con
conocimiento del vendedor sobre este propósito delictivo.
IV. EL AUTOCONTRATO
Un autocontrato ocurre cuando una persona, como representante, establece
relaciones jurídicas entre dos patrimonios diferentes. Se distinguen la
representación simple, donde alguien actúa en un mismo negocio en nombre propio
y ajeno, y la representación doble, cuando una persona representa a dos con
intereses opuestos.
Aunque el Código Civil no regula el autocontrato, existen normas que prohíben
actos jurídicos en casos de conflicto de intereses con los representados. El art.
1459.1º CC prohíbe a tutores comprar bienes de quienes están bajo su tutela, y el
art. 1459.2º CC prohíbe a mandatarios comprar bienes de los mandantes de cuya
administración están a cargo. El Código de Comercio también impide a
comisionistas comprar o vender sin licencia del comitente.
En casos de conflicto evidente, como el descrito en el art. 1459.2º CC, los tribunales
examinan si el representante actuó imparcialmente. La validez del autocontrato se
confirma si el representado ha determinado condiciones básicas y no ha sufrido
perjuicio.
1. La oferta
La oferta es una declaración de voluntad que propone la celebración de un contrato,
sin ser vinculante. Puede revocarse libremente, a menos que se fije un plazo de
vigencia. En contratos con consumidores, las condiciones de la oferta son exigibles
aunque no consten en el contrato formal, según el art. 61.2 TRLGDCU.
2. La aceptación
La aceptación es la conformidad del destinatario de la oferta con todos sus términos,
perfeccionando el contrato si está vigente. Si se acepta parcialmente o se modifica,
se considera una contra-oferta. La aceptación puede ser expresa o tácita,
manifestándose a través de hechos concluyentes.
IV. LA OPCIÓN
La opción constituye una forma de precontrato en la cual el dueño de un bien
(concedente o promitente) otorga a una persona (concesionario u optante) el
derecho de decidir, en un plazo determinado, la adquisición del bien por un precio
establecido. Esta facultad puede ser otorgada de manera gratuita o, más
comúnmente, a cambio de un pago, que generalmente se considera como parte del
precio en caso de ejercer la opción.
Para que este precontrato sea válido, es esencial establecer un plazo para ejercer el
derecho de opción, un plazo considerado irrevocable por la jurisprudencia, así como
definir claramente el precio y el objeto de la opción.
d) La buena fe, basada en reglas éticas, exige comportamiento honrado, justo y leal.
La jurisprudencia la aplica en diversos casos, como la entrega de licencias o el
deber de ejecución óptima de servicios profesionales.
El art. 1257.I CC afirma que “Los contratos sólo producen efectos entre las partes
que lo otorgan y a sus herederos”.
El precepto sanciona, así, el principio de la relatividad de los efectos del contrato, lo
que significa que las partes no pueden establecer obligaciones a cargo de un
tercero que no haya intervenido en su celebración y que, en consecuencia, no las
haya consentido, lo que es una exigencia del principio de autonomía privada.
Naturalmente existirá una causa, que explique por qué el estipulante ordena al
promitente realizar a favor del tercero una prestación de la cual él debiera ser el
destinatario.
a) Dicha causa puede ser un puro ánimo de liberalidad (causa donandi). Por
ejemplo, el estipulante celebra un contrato de seguro de vida con una compañía
(promitente), designando como beneficiario, en caso de muerte, a su cónyuge
b) El estipulante puede, también, querer pagar una deuda previa que el beneficiario
tiene contra él (causa solvendi). Por ejemplo, “A” (estipulante) debe a “C” (tercero)
100.000 euros. “A” (estipulante) vende a “B” (promitente) una finca por 100.000
euros, pactando con él que el precio no se lo pague a él sino a “C” (tercero). Se
evita, así, un doble pago.
Así pues, si la designación tiene lugar dentro del plazo previsto y ésta es aceptada,
el estipulante quedará desligado del contrato, ocupando su lugar la persona por él
nombrada, quien adquirirá los derechos y obligaciones derivados de dicho contrato,
desde el momento en que éste se celebró. Si, por el contrario, la designación no se
realiza en tiempo o ésta no es aceptada por la persona nombrada, el contrato se
entenderá definitivamente celebrado entre el estipulante y el promitente.
III. LA INVALIDEZ
La invalidez es una sanción del ordenamiento jurídico, ante un contrato que adolece
de algún defecto estructural al tiempo de su celebración.
El art. 1300 CC dice, escuetamente, que “Los contratos en que concurran los
requisitos que expresa el artículo 1261 pueden ser anulados, aunque no haya lesión
para los contratantes, siempre que adolezcan de alguno de los vicios que los
invalidan con arreglo a la ley”.
No obstante la parquedad del precepto, la doctrina y la jurisprudencia distinguen
dentro de la invalidez del contrato dos categorías distintas: la nulidad (también
llamada nulidad absoluta) y la anulabilidad (también llamada nulidad relativa),
categorías éstas, que, sin embargo, diversos preceptos del Código civil confunden,
incurriendo en imprecisiones terminológicas.
1. Nulidad y anulabilidad
La diferencia conceptual entre ambas categorías radica en lo siguiente:
a) El contrato nulo no produce, en ningún momento, los efectos jurídicos que le son
propios: es absolutamente inválido desde su celebración (quod nullum est nullum
effectum producit). Por ello, la sentencia que, en su caso, constate la nulidad de un
contrato, será meramente declarativa de la misma.
A) Causas
Son causas de nulidad, los defectos del contrato más graves, esto es, la falta de
alguno de los elementos esenciales (incluida la forma en los contratos solemnes), la
falsedad e ilicitud de la causa, la indeterminación o ilicitud del objeto y la
contravención de una norma imperativa (incluso de carácter administrativo), según
resulta del art. 6.3 CC.
No obstante, según la jurisprudencia actualmente dominante, expresada en la STS (Pleno)
22 abril 2010 (Tol 1864654), los contratos celebrados por los padres, titulares de la patria
potestad en nombre de sus hijos, sin previa autorización judicial, en los casos en que, según
el art. 166 CC, sea preceptiva, no son nulos, sino que se trata de negocios realizados por un
representante (en este caso legal), extralimitándose de sus poderes, por lo que se someten
al régimen establecido por el art. 1259 CC; y, en consecuencia, podrán ser ratificados por
los hijos al alcanzar éstos la mayoría de edad
Por el contrario, son causas de anulabilidad los vicios del consentimiento (error,
dolo, intimidación y violencia) y los defectos de capacidad de las partes contratantes
(contratos celebrados por menores o incapacitados).
Entre las causas de nulidad, hay que incluir, pues, los casos de inexistencia de
consentimiento, esto es:
a) Las declaraciones iocandi o docendi causa, hechas sin una intención seria de
obligarse, con el mero propósito de bromear o con una finalidad didáctica, como
sucede cuando, para explicar el contrato de compraventa, se pone en clase un
ejemplo en el que dos alumnos figuran como comprador y vendedor de una cosa.
Respecto a la forma, según el art. 1312 CC, “La confirmación puede hacerse
expresa o tácitamente. Se entenderá que hay confirmación tácita cuando, con
conocimiento de la causa de nulidad y habiendo ésta cesado, el que tuviese
derecho a invocarla ejecutase un acto que implique necesariamente la voluntad de
renunciarlo”, por ejemplo, pagar el precio de la cosa comprada.
La STS 12 noviembre 1996 (RAJ 1996, 7919) afirma que, ni las gestiones que los
compradores de una finca habían hecho ante organismos públicos con el fin de obtener
autorización para poderla convertir en regadío, ni el pago de parte del precio de la misma,
suponía la confirmación del contrato, porque dichos actos se habían realizado persistiendo
el error de aquéllos, consistente en creer, equivocadamente, que el campo podía ser
transformado en regadío, razón por la cual lo habían adquirido.
2. Efectos de la invalidez
A tenor del art. 1303 CC, “Declarada la nulidad de una obligación, los contratantes
deben restituirse recíprocamente las cosas que hubiesen sido materia del contrato,
con sus frutos, y el precio con los intereses, salvo lo que se dispone en los artículos
siguientes”.
El precepto contempla la nulidad total del contrato, pues, si la nulidad es parcial, por
aplicación del principio de conservación del negocio jurídico, subsiste en la medida en que
sea posible sin la cláusula inválida. La categoría de la nulidad parcial es expresamente
recogida en el art. 83.2 TRLGDCU, que en su redacción actual (debida a la Ley 3/2014, de
27 de marzo), dice lo siguiente: “Las cláusulas abusivas serán nulas de pleno derecho y se
tendrán por no puestas. A estos efectos, el Juez, previa audiencia de las partes, declarará la
nulidad de las cláusulas abusivas incluidas en el contrato, el cual, no obstante, seguirá
siendo obligatorio para las partes en los mismos términos, siempre que pueda subsistir sin
dichas cláusulas”. Así sucede, por ejemplo, cuando en un contrato de préstamo se pactan
intereses moratorios abusivos, en cuyo caso, según explica la STS 22 abril 2015 (Tol
4952038), la nulidad se predica solamente respecto de dichos intereses, pero no, respecto
del resto del contrato, que subsiste con la obligación de pagar el interés remuneratorio
pactado (siempre que no sea usurario), que “se seguirá devengando porque persiste la
causa que motivó su devengo, la entrega del dinero al prestatario y la disposición por este
de la suma entregada”.
La jurisprudencia ha precisado que el precepto, que impone la restitución recíproca
de las prestaciones, es aplicable, tanto a la nulidad, como a la anulabilidad,
pretendiéndose, a través del mismo, conseguir que las partes vuelvan a tener la
situación personal y patrimonial anterior a la celebración del contrato inválido,
evitando, además, “el enriquecimiento injusto de una de ellas a costa de la otra” De
ahí que, “Mientras uno de los contratantes no realice la devolución de aquello a que
en virtud de la declaración de nulidad esté obligado, no puede el otro ser compelido
a cumplir por su parte lo que le incumba” (art. 1308 CC).
Conforme al art. 1307 CC, “Siempre que el obligado por la declaración de nulidad a
la devolución de la cosa no pueda devolverla por haberse perdido, deberá restituir
los frutos percibidos y el valor que tenía la cosa cuando se perdió, con los intereses
desde la misma fecha”.
La pérdida de la cosa podrá tener lugar, por causas físicas o jurídicas, como, por
ejemplo, cuando la finca que deba ser restituida haya sido vendida a un tercer
adquirente de buena fe, en cuyo caso no cabrá reivindicarla, y, más claramente,
cuando haya pasado a manos de un tercer hipotecario. En este caso, no siendo
posible la restitución in natura del bien, procede el pago de su valor, en el momento
en que se perdió, y no, al tiempo de la devolución.
IV. LA RESCISIÓN
El contrato inválido es ineficaz, pero la invalidez no agota todas las clases de
ineficacia, que comprende también, por ejemplo, los supuestos de resolución, por
incumplimiento o imposibilidad sobrevenida
1. Concepto
Otra categoría de la ineficacia es la rescisión, a la que se refiere el art. 1290 CC,
según el cual “Los contratos válidamente celebrados pueden rescindirse en los
casos establecidos por la ley”.
Del precepto se deduce, claramente, que la rescisión no es una categoría de
invalidez, sino una clase de ineficacia que tiene lugar, cuando un contrato válido
origina un perjuicio económico grave a una de las partes del mismo, se celebra en
fraude de acreedores o recae sobre un bien litigioso, cuya titularidad se discute. El
art. 1294 CC configura la rescisión como un remedio subsidiario, por lo que “no
podrá ejercitarse sino cuando el perjudicado carezca de todo otro recurso para
obtener la reparación del perjuicio”
2. Causas
La rescisión en fraude de acreedores, la más frecuente, ya ha sido estudiada, por lo
que me referiré aquí a los otros supuestos.
a) La rescisión por lesión tiene lugar, cuando el tutor o el representante del ausente,
sin autorización judicial, concluyen un contrato que perjudica a las personas a
quienes representan, sufriendo éstas una lesión “en más de la cuarta parte del valor
de las cosas que hubiesen sido objeto” del mismo (art. 1291.1º y 2º CC), apreciado
en el momento de su celebración. El art. 1293 CC afirma que, fuera de estos dos
casos “Ningún contrato se rescindirá por lesión”. Sin embargo, lo cierto es que el
propio Código contempla otros supuestos, como es el de la rescisión de la partición
hereditaria “por lesión en más de la cuarta parte, atendido el valor de las cosas
cuando fueron adjudicadas” (art. 1074 CC), norma que es también aplicable a la
división de la comunidad de bienes (art. 406 CC), así como a la disolución de la
sociedad (art. 1708 CC).
b) La rescisión de contratos sobre bienes litigiosos tiene lugar, cuando hubiesen sido
celebrados por el demandado sin la aprobación del demandante o del Juez (art.
1291.4º CC) La finalidad de esta clase de rescisión es clara: “impedir que la
sentencia que recaiga en el pleito sobre la cosa litigiosa no se pueda hacer efectiva
o cumplirse”60; se trata, en definitiva, de proteger al demandante “que espera ser
beneficiado por la decisión judicial que ponga fin al litigio a que se encuentra
sometida la cosa.
3. Efectos
Los efectos de la rescisión son semejantes a los de la invalidez, pues, en ambos
casos, se pretende que “no surta efectos el contrato atacado por los
correspondientes defectos”, dando lugar a la restitución de las prestaciones,
“obligando a la devolución de las cosas que fueron objeto del contrato con sus frutos
y precio con sus intereses” (art. 1295.I CC).
No obstante, esta norma no se aplica a la rescisión del contrato sobre bienes litigiosos,
pues, en este caso, el demandante no ha celebrado ningún contrato, por lo que no ha
recibido ningún precio y nada deberá devolver, sino, exclusivamente, a los contratos
celebrados por tutores en nombre de sus pupilos o por los representantes del ausente en
nombre de éste, en los que la persona representada sí habrá recibido el precio pactado, que
es lesivo para sus intereses.
La rescisión no perjudica a terceros de buena fe (art. 1295.II CC), esto es, a
quienes adquirieran el bien del demandado, ignorando su carácter litigioso; como
tampoco a los que adquieran de la persona que, previamente, hubiera comprado al
tutor o representante legal un bien del pupilo o ausente, desconociendo dicho
tercero el perjuicio económico que la primera de las ventas había ocasionado a la
persona representada.
En este caso, dispone el art. 1295.III CC que “podrá demandarse la indemnización
de perjuicios al causante de la lesión”. Por lo tanto, el demandante podrá dirigirse,
con esta finalidad, contra el demandado, que vendió la cosa litigiosa; y el pupilo o
ausente contra su tutor o representante legal, que vendieron sus bienes.
Conforme al art. 1299 CC, “La acción para pedir la rescisión sólo dura cuatro años”,
plazo que la jurisprudencia considera de caducidad, precisando el precepto que
“Para las personas sujetas a tutela y para los ausentes, los cuatro años no
comenzarán a contarse, hasta que haya cesado la incapacidad de los primeros, o
sea conocido el domicilio de los segundos”.