EL PACTO DE GRACIA Como Nunca Lo Habías Considerado
EL PACTO DE GRACIA Como Nunca Lo Habías Considerado
EL PACTO DE GRACIA Como Nunca Lo Habías Considerado
Introducción
En este artículo quiero hablar de un tema importantísimo pero muy poco
mencionado: El Pacto de Gracia. Particularmente, quiero hablar de
algunos de los aspectos menos mencionados del Pacto de Gracia. Pero
antes, explicaré brevemente qué es el Pacto de Gracia.
En primer lugar, un pacto es un acuerdo, un convenio o un tratado
entre dos o más partes. En nuestra vida cotidiana tenemos ciertos
paralelos, como el contrato laboral que firmamos cada vez que entramos
a un nuevo empleo, o como los votos matrimoniales que decimos en
nuestras bodas. Aquellos son acuerdos.
DIOS, HA DECIDIDO RELACIONARSE CON NOSOTROS
precisamente de ese modo; POR MEDIO DE ACUERDOS a los que,
en teología, llamamos «PACTOS».
El primero de estos pactos en la historia humana fue aquel al que los
teólogos llaman Pacto de Obras.
El segundo es conocido como Pacto de Gracia.
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¿En qué consisten estos pactos?
El Pacto de Obras fue el acuerdo que Dios hizo con Adán y, en él,
con todos nosotros. En este pacto se le prometió a Adán la vida si él
obedecía a Dios y la muerte si desobedecía. Desobedeció y por su
fracaso en dicho pacto la humanidad entera yace, desde entonces, en
un estado de pecado y de miseria. Gracias a ello todos somos
pecadores, corrompidos, culpables y condenables; somos contados
como criminales y fugitivos ante Dios. No es exagerado decir que, en
Adán, todos traicionamos a aquel a quien todo debíamos.
Cualquier rey terrenal, ante una ofensa de tal magnitud, no habría
dudado en mandar a ejecutar inmediatamente a los traidores.
Pero Dios, siendo sumamente misericordioso, decidió hacer un segundo
pacto con nosotros, el Pacto de Gracia. Por medio de este, el Señor
nos dio la posibilidad del perdón de nuestros pecados y la
reconciliación con Él. Nos extendió su clemencia ofreciéndonos no
pagar personalmente por nuestras transgresiones ya que Él daría un
sustituto quien pagaría en lugar nuestro, nuestro Señor Cristo Jesús.
Para que todas estas bendiciones del pacto llegasen a ser nuestras, se
dio una única condición: fe y arrepentimiento; o, lo que es lo mismo: la
conversión.
Todos los pactos después de Adán son manifestaciones de este
fundamental Pacto de Gracia. El Pacto Noético, el Pacto Abrahámico,
el Pacto Mosaico, el Pacto Davídico, etc… todos son, en esencia, un
mismo pacto: el Pacto de Gracia.
Claro, de uno a otro hubo modificaciones, adiciones y mayores
especificaciones.
Por ejemplo, a Noé no se le dio la promesa de una descendencia tan
numerosa como las estrellas, como sí sucedió con Abraham, y a
Abraham no se le ató a un sistema sacrificial como sí sucedió con Israel
en el Pacto Mosaico. Sin embargo, a pesar de estas variaciones, la
esencia siempre permaneció intacta ¡Un mismo Pacto de Gracia!
[El Pacto ES EL MISMO, a pesar de las “variaciones” según la
época en que se aplica]
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De hecho, eso sucede a veces con nuestras apps en nuestros teléfonos
móviles. Yo uso Facebook, y a veces mi celular indica que hay
actualizaciones pendientes para dicha app. Todos sabemos que esas
actualizaciones no harán que mi aplicación de Facebook sea
remplazada por otra aplicación. No voy a encontrar que donde yo
solía tener mi Facebook ahora hay una cuenta de Instagram. En
realidad, encontraré el mismo Facebook, pero con algunas
mejorías.
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permanecerá más en cosas terrenales que en celestiales. ¿Por qué
tomar este enfoque?
Así que, en el Pacto de Gracia, se prometen cosas más allá de esta vida
y más allá del plano terrenal. El Pacto nos dice que todo aquel que crea
en el Hijo tendrá garantizadas las bendiciones eternas y quién rehúse
creer, las maldiciones eternas. Estas bendiciones y maldiciones, por
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consiguiente, dependen de una fe y un arrepentimiento que, por
naturaleza, son individuales, personales, sobrenaturales y espirituales
(que provienen del Espíritu Santo).
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de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas
serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y
bendito en tu salir. Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren
contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de
delante de ti.
Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello
en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios
te da». (Deuteronomio 28:1-8)
La lista de bendiciones se extiende hasta el versículo 14 de ese mismo
capítulo y, a partir del versículo 15, encontramos las maldiciones
temporales del pacto:
«Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar
cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy,
que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán. Maldito
serás tú en la ciudad, y maldito en el campo. Maldita tu canasta, y tu
artesa de amasar. Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, la
cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas. Maldito serás en tu
entrar, y maldito en tu salir. Y Jehová enviará contra ti la maldición,
quebranto y asombro en todo cuanto pusieres mano e hicieres, hasta
que seas destruido, y perezcas pronto a causa de la maldad de tus
obras por las cuales me habrás dejado. Jehová traerá sobre ti
mortandad, hasta que te consuma de la tierra a la cual entras para
tomar posesión de ella. Jehová te herirá de tisis, de fiebre, de
inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con
añublo; y te perseguirán hasta que perezcas» (Deuteronomio 28:15-22)
La lista de maldiciones se extiende hasta el versículo 68.
En total tenemos 14 versículos de bendiciones y 54 terribles
versículos de maldiciones. Pero, de aquí, dos cosas podemos notar:
1. De las palabras: «si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios,
para guardar y poner por obra todos sus mandamientos» y «si no oyeres
la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus
mandamientos» confirmamos que estas bendiciones y maldiciones
están atadas al cumplimiento de la ley de Dios. Dios mandaría sus
bendiciones si el pueblo vivía en conformidad con su ley, o sus
maldiciones si vivía en disconformidad.
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2. Estas bendiciones y maldiciones son meramente temporales y
terrenales. No se dice nada acerca de perdón de pecados o vida
eterna, ni tampoco del infierno o condenación tras la muerte.
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Específicamente fue la condición de las bendiciones y maldiciones
temporales del pacto.
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2. EL ASPECTO INDIVIDUAL/CORPORATIVO
Lamentablemente, a los cristianos nos encanta pensar en la salvación y
en el cristianismo como algo individual. Y es cierto que hay elementos
en donde lo individual es predominante.
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que las bendiciones y maldiciones eternas son individuales, las
bendiciones y maldiciones temporales son corporativas.
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comprometido por pacto a enviar maldición a cualquier individuo que
viva en gran disconformidad con su ley. Pero, eso no es lo que estamos
tratando de decir.
En realidad, puede haber tremendos pecadores, muy bendecidos,
viviendo en opulencia y comodidad, rodeados de lujos y paz (tal como
cuenta el Salmo 73).
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Volteemos a ver cómo está el pueblo ¿vivimos en conformidad con la
ley? ¿No se trata más bien de que hemos tomado a Jesucristo y su
evangelio como una excusa para ignorar lo voluntad de Dios y vivir
como nos ha placido? Y tal como en el Antiguo Testamento, muchos de
los que debían habernos advertido contra la ira de Dios para
conducirnos a escapar del juicio, nos alimentan con vanas esperanzas.
3. EL ASPECTO INTERNO/EXTERNO
Dentro del Pacto de Gracia, hay una administración externa y
una administración interna.
Hay gente que yace solo en la administración externa compartiendo,
junto con el resto del pueblo, las bendiciones temporales del Pacto
o, en caso de que el pueblo esté lejos del Señor y Su ley, las
maldiciones temporales de este, pero sin tener la posesión efectiva de
las bendiciones eternas.
Por otro lado, hay gente que ha sido llevada por Dios a lo más hondo
del Pacto, hasta la administración interna, quienes, además de
experimentar los tratos comunes terrenales junto con el resto del pueblo,
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experimenta un trato salvífico, o, lo que es lo mismo, el adelanto de
las bendiciones eternas del Pacto.
La realidad de estos dos ámbitos, ha sido mayormente conocida entre
los teólogos con los términos iglesia visible e iglesia invisible.
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que están en la administración externa son necesariamente parte de la
interna.
En otras palabras, todos los que son elegidos y regenerados son parte
de aquella comunidad de creyentes que es perceptible al ojo humano,
identificable y encontrable; aquella a la que podemos llamar «pueblo de
Dios». Sin embargo, no todos los que forman parte de aquella
comunidad visible están asimismo en el grupo de aquellos que Dios
tiene intención de redimir eternamente.
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la administración interna y de la administración externa del Pacto,
en donde la idea de la tremenda similitud sería natural y justificable.
3. Lo mismo sucede en la parábola de las diez vírgenes. El texto no
enseña que unas odiaban al novio y luchaban contra él mientras que
otras lo amaban y esperaban. En realidad, todas estaban esperando al
novio, todas decían amarlo, todas ansiaban recibirlo, pero solo unas
lograron esperarlo hasta el final y recibirlo verdaderamente en su
llegada. El contraste, por lo tanto, no es entre dos grupos uno contrario
al otro, sino entre aquellos que pertenecen solo la administración
externa del Pacto y los que además forman parte de la administración
interna del mismo.
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supuesto que no, la salvación no se pierde. Todo esto, más bien,
debemos interpretarlo en términos del pacto y del pueblo. Los judíos,
biológicamente y como nación, perdieron el derecho a llamarse «pueblo
de Dios» por no adherirse a Cristo por la fe, y ahora quienes creemos en
Cristo llevamos ese nombre; nosotros, los de la fe, somos ahora el
pueblo de Dios. Aunque los judíos todavía pueden volver a ser pueblo si
creen en Cristo, «si no permanecieren en incredulidad, serán injertados,
pues poderoso es Dios para volverlos a injertar» (Romanos 9:23).
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¿Dónde encontramos fundamento para esto en la Biblia?
1. Pensemos en Egipto y las plagas. El lugar en donde el pueblo de
Israel vivía en Egipto era Gosén. La Biblia nos cuenta que varias de las
plagas jamás llegaron a Gosén. ¿Cuál habrá sido la razón? Que ahí
vivía la comunidad del pacto, el pueblo de Dios. Todos en el pueblo
gozaron de un trato benevolente común, y de una bendición
indiscriminada aun cuando no todos eran salvos para vida eterna. A
pesar de ello, Dios no hizo distinción, no envío plagas a las casas de los
israelitas réprobos librando solo a las casas de los israelitas elegidos
para salvación. Hubo un trato común para todos solo por ser
pueblo.
2. Pablo, enfatiza este punto en 1ª Corintios 10:2-5, cuando dice: «y
todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos
comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida
espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca
era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios»
Todos gozaron de bendiciones compartidas, todos fueron tratados como
pueblo de Dios, todos fueron rescatados de Egipto, pero… no todos
eran de Dios para salvación, «de los más de ellos no se agradó
Dios».
3. Recordemos cuando el pueblo estuvo a punto de entrar a la tierra
prometida y fueron enviados espías a registrar el lugar. En aquel
viaje, además de ver la opulencia de dicha tierra, fue muy notoria la
superioridad militar y el tamaño de los gigantes que residían ahí.
Cuando los espías fueron a contar al pueblo lo que habían visto, y llenos
de miedo comenzaron a infundir temor a todo el pueblo hablando del
tamaño de los habitantes de aquel lugar, una actitud de incredulidad
dominó a Israel: «Entonces toda la congregación gritó, y dio voces; y el
pueblo lloró aquella noche. Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón
todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en
la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos! ¿Y por qué nos
trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y
nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a
Egipto?» (Números 14:1-3)
Después de todo lo que había hecho Jehová delante de ellos, todos los
milagros y su gran liberación de Egipto, todavía dudaban de su poder.
Pero no todos, Josué y Caleb sí creyeron que podrían tomar la tierra,
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ellos dos creyeron a Jehová. Sin embargo, sin distinción entre
creyentes e incrédulos, Dios mandó a todo el pueblo, por igual, a
vagar cuarenta años por el desierto ¡Castigo indiscriminado para
todos! Porque, aunque hubo algunas excepciones, la actitud general
que dominó al pueblo fue la de incredulidad.
Con estos incidentes bíblicos corroboramos:
1. Que las bendiciones y maldiciones temporales son corporativas.
2. Que las bendiciones y maldiciones temporales, que son
corporativas, caen indistintamente sobre la administración interna
y externa del Pacto.
4. EL ASPECTO PROGRESIVO DEL PACTO
Cuando Dios dio su Pacto en Deuteronomio, cuando habló de sus
bendiciones y maldiciones en el capítulo 28, Él no ignoraba lo que
sucedería con su pueblo.
No desconocía que ellos se rebelarían y apartarían del Pacto. De hecho,
por eso, cuando Dios acabó de dar su ley exponiéndola delante de todo
su pueblo en voz tronante, en el monte, con truenos, humo, fuego y
fuerte sonido de trompeta, leemos lo siguiente:
«Y aconteció que cuando vosotros oísteis la voz de en medio de las
tinieblas, y visteis al monte que ardía en fuego, vinisteis a mí, todos los
príncipes de vuestras tribus, y vuestros ancianos, y dijisteis: […] Ahora,
pues, ¿por qué vamos a morir? Porque este gran fuego nos consumirá;
si oyéremos otra vez la voz de Jehová nuestro Dios, moriremos. Porque
¿qué es el hombre, para que oiga la voz del Dios viviente que habla de
en medio del fuego, como nosotros la oímos, y aún viva? […] Y oyó
Jehová la voz de vuestras palabras cuando me hablabais, y me dijo
Jehová: He oído la voz de las palabras de este pueblo, que ellos te han
hablado; bien está todo lo que han dicho. ¡Quién diera que tuviesen tal
corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis
mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para
siempre!» (Deuteronomio 5:24-29)
Este clamor del corazón de Dios debe conmovernos en lo más
hondo. Dios notó cuán afectado quedó Su pueblo tras escuchar Su
voz en medio del fuego; Él escuchó las palabras que el pueblo dijo
a Moisés; conoció el corazón de ellos y dijo: «¡Quién diera que
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tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos
mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para
siempre!»
Dios anhelaba que el pueblo viviese de forma consistente con el pacto
concertado ¿por qué? Porque Dios se había comprometido a
maldecirlos si ellos se alejaban del pacto, y Dios no quería hacer
eso. «Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío,
sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos
de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?»
(Ezequiel 33:11).
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Dios, y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz
conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu
corazón y con toda tu alma, entonces Jehová hará volver a tus cautivos,
y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los
pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios» (Deuteronomio
30:1-5)
Ahí donde el pueblo se encontrase, ahí a donde hubiera sido arrojado
con violencia por su propio Dios, si desde ahí el pueblo quebrantaba su
corazón en arrepentimiento por su impiedad y se convertía a Dios
corporativamente, entonces Dios les recogería con amor y les traería de
vuelta a casa. Dios iría tras su pueblo y lo rescataría de aquello que el
mismo pueblo se causó por su necedad y pecado.
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regresen al Señor y a su Pacto!». Pero hemos cerrados nuestros oídos.
Es evidente que la paciencia de Dios está llegando a su límite.
La iglesia de nuestro tiempo no verá buenos días pronto si sigue
así. Realmente presiento que todavía nos falta recorrer un buen tramo
en nuestro camino de decadencia y apostasía.
Y Dios seguirá llamando nuestra atención con castigos cada vez
mayores, así como también por medio de sus heraldos, hasta que
lleguemos a lo más hondo, y Dios diga «¡Suficiente!». Entonces dejará
caer la copa completa de sus maldiciones temporales sobre
nosotros, su propio pueblo, y posiblemente empleará a los impíos
para humillarnos y aplastarnos.
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Espero que estas palabras de la maldición del Pacto nos hagan
reaccionar: «Así como Jehová se gozaba en haceros bien y en
multiplicaros, así se gozará Jehová en arruinaros y en destruiros»
(Deuteronomio 28:63)
Ni tú ni yo queremos eso hermano mío, por lo tanto ¡Volvamos al Pacto!