Leon-Portilla Miguel-MacGregorCampuzano Javier

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Enciclopedia de la filosofía mexicana. Siglo XX.

MIGUEL LEÓN-PORTILLA
(1926)
Por Javier Mac Gregor Campuzano.

A principios de la década de los cincuenta del siglo XX, el padre Ángel María Garibay
escribía en su Historia de la Literatura Náhuatl, lo siguiente:

Cuando se acabe de hacer, serena y amorosamente, la investigación sobre los


orígenes y contenido de nuestra cultura antigua, el mundo se quedará asombrado
de lo que corrió la humanidad del Continente Nuevo sin tener los influjos del Viejo.
¡Bella apariencia en la que el hombre mostró ser siempre el Hombre!

A partir de la segunda mitad de


esa misma década comenzó a
aparecer la obra de aquel que sería el
más destacado estudioso del mundo
prehispánico en nuestro país, a partir
de lo que podría llamarse la visión
indígena de su propia cultura y en la
línea de lo que Garibay anunciara
poco antes, el doctor Miguel León-
Portilla.
Nacido en 1926 en la ciudad de
México, el doctor León-Portilla se
doctoró en filosofía en la UNAM –
precisamente bajo la dirección del
doctor Garibay- en 1956.
Ha sido profesor de la Facultad
de Filosofía y Letras de la UNAM
desde 1957; ha sido también director
del Instituto de Investigaciones Históricas y miembro de la Junta de Gobierno de la
Universidad Nacional, de la que es Investigador Emérito desde 1988.
Su experiencia laboral ha alternado la actividad académica con la gestión cultural,
como director del Instituto Indigenista Interamericano a principios de los sesenta; Cronista

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de la ciudad de México en los setenta y Embajador mexicano ante la UNESCO entre 1988
y 1992.
Entre las múltiples distinciones que ha obtenido, se encuentran el Premio Elías
Sourasky en 1966; el Premio Nacional de Ciencias Sociales, Historia y Filosofía en 1981;
el Premio Universidad Nacional en 1994; el Premio Bartolomé de las Casas en 2000; el
Premio Internacional Menéndez y Pelayo, otorgado por la Universidad de Santander en
2001; el Premio Kalam Silvert otorgado por la Latin American Association y el premio
Ciudad de México, otorgado por el Gobierno del Distrito Federal, ambos en 2006, entre
muchos otros.
Ha impartido numerosas conferencias en Europa, en países como España, Francia,
Austria, Alemania, Inglaterra, Portugal, Bélgica y Noruega; en Asia, en países como Japón,
Filipinas, India, Indonesia y Tailandia; en Estados Unidos, en universidades como la de
California, Arizona, Nuevo México, Texas, Chicago, Yale, Wisconsin, Minnesota, Princeton
y Harvard, y en América Latina, donde ha impartido cursos en Buenos Aires, Santiago de
Chile, Río de Janeiro, Sao Paulo, Quito, Caracas, Puerto Rico, Panamá, Costa Rica,
Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala.
Pertenece al Instituto de Civilizaciones Diferentes de Bruselas, Bélgica; a la
Sociedad de Americanistas con sede en París; a la American Anthropological Association,
a la Sociedad Mexicana de Antropología, a la Academia de la Investigación Científica, a la
Academia Mexicana de la Historia (de la cual ha sido Director), a la Academia Mexicana
de la Lengua, a la American Historical Association, a la Nacional Academy of Sciences y
otras instituciones culturales mexicanas y foráneas.
Dos criterios fundamentales han sido los que han guiado el estudio de la historia del
pasado prehispánico de este distinguido investigador: “uno, fue la necesidad de superar la
limitación o restricción en el empleo de las fuentes que de hecho existían: El otro, el de
proceder con la máxima cautela crítica en su aprovechamiento”. Al respecto, el propio
León Portilla ha comentado:

En lo personal, mucho me ha interesado poner de relieve, siempre que me ha sido


posible, las relaciones entre los hallazgos de la arqueología y el contenido de
códices, textos indígenas y otras fuentes, como pueden ser las crónicas en español
y los testimonios obtenidos por etnógrafos. Pienso que todos son hilos, aunque
diferentes entre sí, que pertenecen a una misma tradición y urdimbre, la del tejido
cultural mesoamericano en su formación diacrónica.

A partir de esta concepción ha generado una gran cantidad de libros básicos para el
conocimiento de esa etapa de nuestra historia, entre los cuales podemos mencionar La

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filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes (1956); Ritos sacerdotes y atavíos de los dioses
(1958); Imagen del México antiguo (1963); Las literaturas precolombinas de México
(1964); Trece poetas del mundo azteca (1967); Toltecáyotl: aspectos de la cultura náhuatl
(1980); Huehuehtlahtolli: testimonios de la antigua palabra (1991); El destino de la palabra:
de la oralidad y los mesoamericanos a la escritura alfabética (1996); La huída de
Quetzalcóatl (2001); Tonantzin Guadalupe. Pensamiento náhuatl y mensaje cristiano en el
“Nican Mopohua” (2000); La tinta Negra y Roja. Antología de Poesía Náhuatl (2008), entre
muchos otros, todos los cuales han sido objeto de numerosas ediciones.
Quisiera referirme en esta parte final, a
tres libros en particular, los cuales han
marcado de manera profunda nuestra
concepción del pasado mexicano, y en uno en
particular, la relación con nuestra universidad.
Dice José Emilio Pacheco, que Visión
de los vencidos es ya un libro clásico y una
obra de lectura indispensable para todos los
mexicanos. El libro, según el también doctor
honoris causa de la UAM, consiste en

Relatos de los presagios que anunciaron el


desastre, descripción del avance de Cortés,
crónica de la batalla heroica de los antiguos
mexicanos en defensa de su cultura y de su
vida misma, elegía de una civilización que se
perdió para siempre, gran poema épico de
nuestra nacionalidad.

Relato vigoroso que este año cumplió los cincuenta, objeto de más de veinte
ediciones y traducido al inglés, francés, italiano, alemán, hebreo, polaco, sueco, húngaro,
serbo-croata, portugués, japonés, catalán y braille, el libro Visión de los vencidos.
Relaciones indígenas de la conquista, sigue siendo piedra angular en la potente y
desgarradora búsqueda de nuestra identidad.
En el libro Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares, cuya
primera edición fue de 1961, el Dr. León Portilla estableció —tal como hemos adelantado
en párrafos anteriores— lo que sería su programa de investigación. Menciona el
académico en el prólogo a la tercera edición:

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Enciclopedia de la filosofía mexicana. Siglo XX.

Civilización con no escasa historia fue la del México antiguo. Sus sabios dejaron
testimonio de su pensamiento acerca de sí mismos y del acontecer de las cosas
humanas, vida y muerte, siempre en relación esencial con la divinidad. Los códices
o libros de pinturas, sus teotícuatl, cantos divinos, los icnocuícatl, poemas de honda
reflexión, los huehuetlatolli, palabra de ancianos y, como otro ejemplo, el contenido
de los xiuhámatl o anales, dan prueba de la existencia de esa antigua tradición que
ha llegado hasta nosotros.

El propósito del investigador consistía, precisamente, en acercarse a la vida y


cultura de esos pueblos —tal como establecía el título del libro— a través de sus crónicas
y cantares.
Por último, en el que es quizás el libro de más reciente aparición, editado este
mismo mes de julio, el Dr. León Portilla preparó una antología personal precisamente con
miras al homenaje que mediante el doctorado honoris causa hoy le rinde la UAM. El libro
se titula El jaguar: su ser divino, humano y felino. La elección del tema y título nos honran
pues se refiere al símbolo que eligió la universidad, que este año cumple su 35
aniversario, para representarla. Al respecto dice el Dr. León Portilla:

Conociendo la valentía, arrojo y nobleza del jaguar, los mesoamericanos lo


adoptaron como símbolo de su ser de señores y guerreros. Y no sólo esto, sino que
exaltaron al jaguar hasta concebirlo como participante en el universo de los dioses.
A la luz de esto, pienso que la Universidad Autónoma Metropolitana acertadamente
ha hecho suyo al jaguar como símbolo. Quienes en esa universidad, “Casa abierta
al tiempo”, se forman, tienen en él un vivo señalamiento de lo que se proponen
lograr: vivir con arrojo, entregarse con fuerza a lo que buscan, llegar a lo más alto,
como el jaguar identificado con el sol.

Para quienes nos hemos formado y laboramos en esta universidad, las palabras del
Dr. León Portilla, mexicano eminente y pensador universal, no pueden sino impulsarnos a
seguir adelante en nuestra tarea educativa, buscando, efectivamente, llegar a lo más alto,
como el jaguar, identificados con el sol.

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