T1 Epistemologia
T1 Epistemologia
Epistemología
1.1. Introducción
Existen explicaciones…
o Causales: establecen relaciones de causa-efecto, de modo que se explica un
fenómeno en función de lo acontecido en otro.
o Evolutivas: describen los procesos que atraviesa el fenómeno, cómo varía a lo
largo del tiempo.
o Descriptivas: muestran cómo es el fenómeno desde una apreciación externa,
cómo está constituido, cómo se comporta, etc.
o Funcionales: la explicación del fenómeno viene dada por la utilidad que el
mismo tiene para quien lo realiza, dándose así una dimensión teleológica del
mismo.
o Racionales: buscan la comprensión del fenómeno en todas sus dimensiones,
como un todo integral.
Se suele considerar que el positivismo nace con las obras de H. Saint-Simon y August
Comte, del siglo XIX, que siguieron la corriente del empirismo inglés del siglo anterior,
demandando que la investigación de los fenómenos sociales siguiera el camino de las
ciencias físico-naturales y se basara en datos empíricos no contaminados por el
investigador; así se podrían formular leyes generales como en la Física. Por
consiguiente, los fenómenos objeto de estudio solamente se debieran referir al mundo
sensible (Wittgenstein) y el investigador debiera abstenerse de interpretar el mundo,
limitándose a describirlo. Es paradigmático al respecto el manifiesto del denominado
‘Círculo de Viena’ en 1929. El positivismo lógico entró en declive cuando los autores
(Hempel, Oppenheim,…) advirtieron que las observaciones empíricas ya parten de
leyes y conocimientos previos, no elaborados directamente a partir de los fenómenos
observados. Así lo formula Gordon (1995: 642):
«… ¿y si las observaciones, independientemente de cómo se hayan
efectuado, están orientadas por una teoría a priori? En esta circunstancia la
teoría no puede ser verificada ni falsada por los datos objetivos, porque los
supuestos ‘datos’ están entremezclados con la teoría que ha de probarse. (…)
No hay datos objetivos libres de teoría, y no es posible conseguir que los datos
objetivos se liberen de ella, puesto que es necesaria una teoría, del tipo que
sea, para hacer cualquier observación objetiva».
Otro epistemólogo importante, Mario Bunge (1980: 30 y ss.), tras advertir que el
desarrollo científico hace a las teorías tan complicadas que resulta difícil refutarlas y
que en las observaciones están tan cargadas de teorías que no es fácil determinar qué
confirman o refutan, defiende la necesidad de matizar el concepto de contrastabilidad.
Al efecto, distingue entre teorías e hipótesis contrastables y no contrastables; las
primeras pueden ser contrastadas empírica y teóricamente y la contrastación empírica
puede ser por vía directa e indirecta. Pero toda propuesta científica ha de ser
contrastable; si resulta incompatible con el grueso del conocimiento científico se
considerará como no científica.
Como señala Gordon (1995: 666), la polémica se aviva cuando se pretende defender la
total convencionalidad del saber científico – la ciencia es aquello que hacen los
científicos – o cuando se pretenden defender criterios de veracidad, como garantes del
mismo. Una breve reflexión sobre el concepto de objetividad puede ayudar a
comprender mejor este debate.
Hay que señalar que la pretendida unidad de método y de criterios de verificación para
el estudio de todo tipo de fenómenos no es la más defendida actualmente, cuando nos
hallamos ante una amplia diversidad metodológica, con técnicas y criterios de amplio
espectro, tal como se advertirá en los próximos temas.
El determinismo en la Ciencia
Sin embargo, como destacan Dalla i Toraldo di Francia (2001), una cosa es que exista
un cierto indeterminismo en las predicciones del campo de la Física y otra que no exista
una probabilidad en los acontecimientos. Siguiendo con el ejemplo del ámbito
meteorológico, seguimos haciendo predicciones dentro de un cierto margen de tiempo,
aunque a partir de él pueda existir el caos (p. 134).
Una forma de representar las teorías es recurrir a modelos, que pueden ser de diversos
tipos: a) modelos de escala o de réplica, como sería el caso de una maqueta; b) modelos
matemáticos, que representan numéricamente las relaciones entre los elementos de un
proceso; c) modelos de analogía, que representan las relaciones entre los elementos o
fases de un proceso, como es el caso de un esquema gráfico; d) modelos teóricos, que
recurren a explicaciones gráficas que facilitan la comprensión de relaciones abstractas,
como podría ser la pirámide de los diversos tipos de alimentos; etc. Un modelo no es
una descripción de la realidad, sino tan solo una representación de los rasgos de la
realidad que son útiles para comprender una teoría; los modelos, por tanto, son
evaluados en función de su utilidad (Baltes y otros, 1981: 43).
Las teorías dan cabida a las leyes científicas de manera organizada, entendiendo por
tales la expresión de la relación constante entre fenómenos y variables mediante
vinculaciones de causalidad o de contigüidad. En las Ciencias físico-naturales las leyes
tienen tendencia a expresarse matemáticamente. Gracias a las leyes se aplica el saber
científico a situaciones reales y resulta posible realizar predicciones. Podemos pensar
en la ley de la gravedad, para explicar fenómenos de caída de los cuerpos o en la ley del
refuerzo, para explicar la consolidación de un comportamiento.
El problema ha de ser limitado en su amplitud, para que sea resoluble con los
medios disponibles.
Consecuencias
lógicas
Medida de las
consecuencias
Confirmación o no
Resultados
confirmación
Por eficacia se entiende el logro de los objetivos que se proponen con una
determinada acción. La eficacia es consustancial a una técnica coherente con su
funcionalidad social; una técnica ineficaz no tendría ningún sentido. Cuestión aparte es
valorar los objetivos a alcanzar – problemas a resolver – mediante la Técnica; de la
calidad valorativa de tales objetivos se desprenderá la justificación moral para
resolverlos, bajo el principio de que el fin no puede justificar los medios, pero los
medios o recursos disponibles tampoco pueden servir a cualquier fin. Esto justifica la
difusión del concepto de ‘tecnología apropiada’, especialmente cuando se trata de
ámbitos sociales (Sarramona, 1990).
La Ciencia, como toda actividad humana, tiene consecuencias éticas que no se pueden
soslayar. Por consiguiente, los científicos no pueden escudarse en el criterio de que
pretenden exclusivamente la búsqueda del saber sin advertir las consecuencias que ese
saber puede conllevar para sus semejantes. Aquí se plantea, por ejemplo, la diatriba de
la posible utilidad que para la destrucción pueden tener ciertos conocimientos, sea para
destruir seres humanos o para destruir el medio ambiente. Y generalmente la
aplicabilidad del saber queda en manos de quien tiene los resortes del poder
(Geymonat, 1993: 122). El tema de debate está servido, y se podrían hallar partidarios y
detractores de que el saber científico se considere al margen de sus posibles
aplicaciones. Unos textos nos pueden dar idea de tal debate:
Echeverría (1999:324-326) indicó una serie de ideas para el debate entre Ciencia y
valores:
La actividad científica está profundamente influida por una pluralidad de valores
(epistémicos y no epistémicos) que son satisfechos en mayor o menor grado por las
teorías, los experimentos, …
La ciencia no es evaluada por referencia a un valor único ni a un objetivo
prioritario (…), sino teniendo en cuenta varias finalidades y diversos valores que
subyacen a esos fines.
Cuando nos referimos a la evaluación de teorías científicas, cabe hablar de un
núcleo axiológico compartido por los científicos, aun cuando desde el punto de
vista de cada individuo no se conceda la misma importancia a cada uno de los
valores que componen dicho núcleo.
La axiología de la ciencia debe partir del análisis de los valores epistémicos
internos… sin perjuicio de que conforme se vaya desarrollando encuentre valores
externos muy relevantes…
Evitar los errores y criticar las teorías falsas puede ser tan importante (…) como
buscar la verdad.
Hay que tener en cuenta que la satisfacción de los valores (…) es cuestión de grado.
Hay que afirmar la pluralidad axiológica de la ciencia, de manera que, en cada
escenario concreto, los científicos tendrán en cuenta todo un sistema de valores …
… Toda actividad científica lleva asociado un espacio de valoración que permite
evaluar los distintos resultados y las acciones mismas mediante una criba
axiológica.
La axiología de la ciencia no se reduce a la racionalidad instrumental, sino que
analiza los fines y los métodos en función de los valores que hipotéticamente serían
satisfechos si se lograran dichos objetivos.
La axiología de la ciencia no es estática, sino dinámica. Admitir un cambio
dinámico de la axiología de la ciencia no implica aceptar un relativismo axiológico.