HOBSBAWM Eric, La Era Del Imperio, 1875-1914 - Removed
HOBSBAWM Eric, La Era Del Imperio, 1875-1914 - Removed
HOBSBAWM Eric, La Era Del Imperio, 1875-1914 - Removed
I875-19M LA R EVO LU C IÓ N C EN T EN A R IA 37
favor del vapor en el decenio de 1880. L a tradición predominaba aún en el en 1880 en una serie de países, pero no en todas partes, y en muy modestas
agua, muy especialmente, a pesar del cambio de la madera a! hierro y de proporciones en comparación con el cambio que se experimentó a partir de
la vela al vapor, en todo lo referente a la construcción, carga y descarga de 1880 e incluso después. (L a alimentación es la causa más decisiva de ese
los barcos. aumento de la estatura humana.)* L a expectativa media de vida al nacer era
¿Hasta qué punto habría prestado atención un observador atento y serio, todavía suficientemente baja hacia 1880: de 43 a 45 años en las principales
en la segunda mitad del decenio de 1870, a los avances revolucionarios de la zonas «desarrolladas»,* aunque en Alem ania se hallaba por debajo de los 40,
tecnología que se estaban incubando o que estaban viendo la luz en ese mo y de 48 a 50 en Escandinavia.1' (H acia 1960, en estos mismos países era de
mento: los diferentes tipos de turbinas y motores de combustión interna, el 70 años.) La expectativa de vida aumentó considerablemente con el cambio
teléfono, el gram ófono y la bom billa eléctrica incandescente (que acababan de siglo, aunque esta tendencia fue afectada por un descenso notable en la
de ser inventados), el automóvil, que hicieron operativo Daim ler y Benz en mortalidad infantil.
la década de 1880, sin mencionar la cinematografía, la aeronáutica y la ra En resumen, la mayor esperanza para los pobres, incluso en las zonas « d e
diotelegrafía, que se pusieron en funcionamiento en el decenio de 1890? Casi sarrolladas» de Europa, era todavía ganar lo suficiente para mantener unidos
con toda seguridad, habría esperado y anunciado importantes avances en to el cuerpo y el alma, tener un techo sobre la cabeza y la ropa necesaria, espe
dos los campos relacionados con la electricidad, la fotografía y la síntesis cialmente en los momentos más vulnerables de su ciclo vital, cuando las pa
química, aspectos suficientemente familiares ya, y no se habría sorprendido rejas tenían hijos que no habían alcanzado aún la edad de ganarse el sustento
de que la tecnología consiguiera superar un problema tan o bvio y urgente y cuando los hombres y mujeres envejecían. En las zonas «desarrolladas» de
com o la invención de un motor m óvil para mecanizar el transporte por Europa ya no se pensaba en el hambre como una contingencia posible. Inclu
carretera. N o se podría esperar que hubiera anticipado la aparición de las on so en España, la última gran crisis de hambre tuvo lugar en los años 1860. Sin
das de radio y la radiactividad. Ciertamente, habría especulado — ¿cuándo no embargo, en Rusia el hambre era aún una circunstancia de la vida bastante
lo han hecho los seres humanos?— sobre las perspectivas del hombre de significativa: lo sería en 1890-1891. En lo que más tarde se conocería como
poder volar y se habría sentido esperanzado al respecto, dado el optimismo el «tercer m undo», el hambre seguía siendo endémica. Sin duda, estaba apa
tecnológico reinante en la época. Todo el mundo estaba ansioso de nuevos reciendo un sector importante de campesinos prósperos, así como en algunos
inventos, cuanto más sensacionales mejor. Thomas A lva Edison, que en 1876 países existía un sector de trabajadores especializados o manuales «respeta
puso en marcha en M enlo Park (N u eva Jersey) el que probablemente fue bles», capaces de ahorrar dinero y de comprar más de lo estrictamente nece
el primer laboratorio industrial privado, se convirtió en un héroe para los sario para la vida. Pero lo cierto es que el único mercado cuyos beneficios
norteamericanos con su primer fonógrafo en 1877. Pero, con toda seguridad, tentaban al hombre de negocios era aquel que estaba pensado para las rentas
no habría esperado las transformaciones producidas por todos esos inventos de la clase media. L a innovación más dcstacable en la distribución fue la de
en la sociedad de consumo, pues, de hecho, excepto en los Estados Unidos, los grandes almacenes, que aparecieron en primer lugar en Francia, en N o r
esas transformaciones serían relativamente modestas hasta la primera guerra teamérica y el Reino Unido y que comenzaban a penetrar en Alemania. El Bon
mundial. Marché, el W hiteley’s Universal Emporium o Wanamakers no estaban pen
A s í pues, el progreso era especialmente visible en la capacidad para la sados para las clases obreras. En los Estados Unidos, con su gran masa de
producción material y para la comunicación rápida y a gran escala en el mun consumidores, se preveía ya la existencia de un mercado masivo de produc
do «desarrollado». L o s beneficios de esa multiplicación de la riqueza no ha tos estandarizados de tipo medio, pero incluso allí el mercado masivo de los
bían alcanzado todavía, en 1870, a la gran mayoría de la población de Asia, pobres quedaba todavía en manos de las pequeñas empresas, para las que era
Á frica y la mayor parte del cono sur de América Latina. Es difícil decir has rentable aprovisionar a los pobres. La producción masiva moderna y la eco
ta qué punto habían llegado al grueso de la población en las penínsulas del sur nomía de consum o de masas no habían llegado todavía, pero no tardarían
de Europa o en el imperio zarista. Incluso en el mundo «desarrollado» se dis en hacerlo.
tribuían de forma muy desigual entre el 3,5 por 100 de la población que cons Pero el progreso parecía también evidente en lo que a la gente todavía le
tituían las clases pudientes, el 13-14 por 100 de las clases medias y el 82-83 gustaba llamar « la estadística m oral». Sin duda, la alfabetización cada vez
por 100 que formaban las clases trabajadoras, según la clasificación oficial era mayor. ¿Acaso no era una medida del desarrollo de la civilización que
francesa de los funerales de la República en el decenio de 1870 (véase La era el número de cartas enviadas en el Reino U nid o al iniciarse las guerras
del capital, capítulo 12). D e todas formas, no se puede negar cierta mejora de contra Bonaparte fuera de dos anuales por habitante y 42 en la primera mitad
la condición de la gran masa de la población en esa zona del mundo. El in del decenio de 1880? ¿O que en 1880 se publicaran 186 millones de ejem-
cremento de la altura de las personas, que en la actualidad supone que cada
generación sea más alta que la anterior, había com enzado probablemente * Bélgica, el Reino Unido. Francia. Massachusctts, los Países Bajos, Suiza.
LA REVOLUCIÓN CENTENARIA 39
38 L A ER A D E L IM PER IO . 1875-1914
«p ro gre so », en dos grupos: aquellos cuyo lugar en las grandes celebraciones que se basaba cada vez más era innegable, universal, irreversible y, en con
internacionales del progreso, las exposiciones universales (véase La era del secuencia, inevitable. Cierto que en la década de 1870 los intentos de dete
capital , capítulo 2 ), estaba en los stands del triunfo tecnológico, y aquellos nerla o incluso de retardar su marcha eran cada vez más irreales y débiles y
cuyo lugar se hallaba en los «pabellones coloniales» o «aldeas nativas» que que incluso las fuerzas dedicadas a conservar las sociedades tradicionales in
los complementaban. Incluso en los países «desarrollados», la humanidad se tentaban conseguirlo, a veces, utilizando las armas de la sociedad moderna,
dividía cada vez más en el grupo de las enérgicas e inteligentes clases medias al igual que los predicadores actuales de la verdad literal de la Biblia utilizan
y en el de las masas cuyas deficiencias genéticas les condenaban a la inferio ordenadores y emisiones de radio. Cierto también que el progreso político
ridad. Se recurría a la biología para explicar la desigualdad, sobre todo por en forma de gobiernos representativos y el progreso moral en forma de ex
parte de aquellos que se sentían destinados a detentar la superioridad. tensión de la cultura continuaría c incluso se aceleraría. Pero ¿conduciría al
Y, sin embargo, el recurso a la biología también dramatizaba la desespe avance de la civilización en el sentido en que el joven John Stuart M ili había
ranza de aquellos cuyos planes para la modernización de sus países encon articulado las aspiraciones de la centuria de progreso: un mundo, incluso un
traban la incomprensión y resistencia de sus pueblos. E n las repúblicas de país «m ás perfeccionado, más eminente, en las mejores características del
Am érica Latina, inspiradas por las revoluciones que habían transformado hombre y la sociedad: más avanzado en el camino hacia la perfección; más
Europa y los Estados Unidos, los ideólogos y políticos consideraban que el feliz, más noble y más sab io »? 11
progreso de sus países dependía de la «arionización», es decir, el progresivo En la década de 1870, el progreso del mundo burgués había llegado hasta
«b lan q u eo » de la población a través de los matrimonios mixtos (B rasil) o de un punto en que comenzaban a escucharse voces más escépticas e incluso
la repoblación virtual mediante la importación de europeos blancos (A rgen más pesimistas. Esas voces se veían reforzadas por la situación en que se en
tina). Sin duda, sus clases gobernantes eran blancas, o así se consideraban, y contraba el mundo en la década de 1870 y que pocos habían previsto. L os
los apellidos no ibéricos de descendencia europea entre las élites políticas fundamentos económicos de la civilización que progresaba se vieron sacudí'
eran y son todavía desproporcionadamente frecuentes. Pero incluso en Japón, dos por terremotos. Tras una generación de expansión sin precedentes, la
p or im probable que pueda parecer esto hoy en día, la «occidcntalización» economía mundial se hallaba en crisis.
parecía lo bastante problemática en ese período com o para indicar que sólo
podría conseguirse mediante una infusión de lo que ahora llamaríamos genes
occidentales (véase La era del capital, capítulos 8 y 14).
Tales incursiones en esa charlatanería seudocientífica (véase infra , capítu
lo 10) dramatizan el contraste entre el progreso como aspiración universal y
la realidad y la desigualdad de su avance real. Sólo algunos países parecían
estar convirtiéndose, a un ritmo diferente, en economías industrial-capitalistas,
en estados liberal-constitucionales y en sociedades burguesas según el m o
delo occidental. Incluso en el seno de los países o comunidades, el abismo
entre los «avan zados» (que, en general, eran también los ricos) y los «atra
sad os» (que, también en general, eran los pobres) era enorme y dramático,
como no tardarían en descubrir las clases medias y pudientes judías, conforta
bles, civilizadas y asimiladas, de los países occidentales y de la Europa central
ante los dos millones y medio de correligionarios suyos que emigraron hacia
Occidente desde ios guetos del este de Europa. ¿Podría decirse de esos bár
baros que eran realmente el mismo tipo de personas «q u e nosotros»?
¿Acaso la masa de los bárbaros internos y externos era tan importante
como para limitar el progreso a una minoría que mantenía la civilización tan
sólo porque era posible controlar a los bárbaros? ¿No había sido John Stuart
M ili quien dijera que «e l despotismo es una forma legítima de gobierno so
bre los bárbaros con tal de que el fin que se persiga sea la mejora de su
situación»?20 Pero había otro dilema de progreso más profundo. ¿Adonde
conducía en realidad? Cierto que la conquista global de la economía mundial,
la marcha hacia adelante de una tecnología y una ciencia triunfantes sobre las
la ECONOM ÍA C A M B IA DE RITM O 43
portada tanto para los habitantes de las estériles Terranova y Labrador como
para los de las soleadas islas del azúcar de las Indias Orientales y Occidenta
les; y no ha enriquecido a aquellos que dominan el comercio mundial, cuyos
beneficios suelen ser más importantes cuanto más fluctuante e incierta es la
situación económica.'1
infra, pp. 107-108, 267-268) no puede comprenderse perfectamente sin esc La década de 1880 conoció las mayores tasas de emigración a ultramar en
sentimiento de malestar general económico y,.consecuentemente, social. los países de em igración ya antigua (salvo el caso excepcional de Irlanda
En cuanto a los economistas y hombres de negocios, lo que preocupaba en el decenio posterior a la gran hambruna) (véase La era de la revolución,
incluso a los menos dados al tono apocalíptico era la prolongada «depresión capítulo 8, V ) y el comienzo real de la emigración masiva en países como
de los precios, una depresión del interés y una depresión de los beneficios», Italia, España y Austria-Hungría, a los que seguirían Rusia y los Balcanes.*
tal com o lo expresó en 1888 A lfred Marshall, futuro gurú de la teoría eco Fue esta la válvula de seguridad que permitió mantener la presión social por
nómica.6 En resumen tras el drástico hundimiento de la década de 1870 (véa debajo del punto de rebelión o revolución. En cuanto a la cooperación, pro
se La era del capital, capítulo 2), lo que estaba en juego no era la producción, veyó de prestamos modestos al campesinado (en 1908, más de la mitad de los
sino su rentabilidad. agricultores independientes alemanes pertenecían a esos minibancos rurales,
L a agricultura fue la víctima más espectacular de esa disminución de los de los que fue pionero el católico Raiffeisen en el decenio de 1870). M ien
beneficios y, a no dudar, constituía el sector más deprimido de la economía tras tanto, se multiplicaron en varios países las sociedades para la compra
y aquel cuyos descontentos tenían consecuencias sociales y políticas más in cooperativa de suministros, la comercialización en cooperativa y el procesa
mediatas y de m ayor alcance. L a producción agrícola, que se había incre miento cooperativo (en especial de productos lácteos y, en Dinamarca, para
mentado notablemente en los decenios anteriores (véase La era del capital , la cura de la panceta). Transcurridos diez años desde 1884, cuando los agri
capítulo 10), inundaba los mercados mundiales, protegidos hasta entonces cultores franceses utilizaron para sus propios objetivos una ley dirigida a le
por los altos costes del transporte, de una competencia exterior masiva. Las galizar los sindicatos, 400.000 de ellos pertenecían a casi dos mil de esos
consecuencias para los precios agrícolas, tanto en la agricultura europea como
syndicats .’ En 1900 había 1.600 cooperativas para la elaboración de produc
en las economías exportadoras de ultramar, fueron dramáticas. En 1894, el
tos lácteos en los Estados Unidos, la mayor parte de ellas en el M edio O es
precio del trigo era poco más de un tercio del de 1867, situación extraordi
te, y la industria láctea de N ueva Zelanda estaba bajo un estricto control de
nariamente beneficiosa para los compradores pero desastrosa para los agri
las cooperativas de agricultores.
cultores y trabajadores agrícolas, que constituían todavía entre el 40 y él 50
El mundo de los negocios tenía sus propios problemas. En una época en
por 100 de los trabajadores varones en los países industriales (con la excep
que estamos persuadidos de que el incremento de los precios (la «in flació n »)
ción del Reino U nido) y hasta el 90 por 100 en los demás países. En algunas
es un desastre económico, puede resultar extraño que a los hombres de ne
zonas, la situación empeoró al coincidir diversas plagas en ese momento; por
gocios del siglo x j x les preocupara mucho más el descenso de los precios, y
ejemplo, la filoxera a partir de 1872, que redujo en dos tercios la producción
en una centuria deflacionaria en su conjunto, ningún período fue más defla-
de vino en Francia entre 1875 y 1889. L os decenios de depresión no eran una
cionario que el de 1873-1896, cuando los precios descendieron en un 40 por
buena época para ser agricultor en ningún país implicado en el mercado mun
100 en el Reino Unido. L a inflación no sólo es positiva para quienes están
dial. L a reacción de los agricultores, según la riqueza y la estructura política
endeudados, como bien lo sabe cualquiera que tenga que pagar una hipoteca
de sus países, varió desde la agitación electoral a la rebelión, por no men
cionar la muerte por hambre, como ocurrió en Rusia entre 1891 y 1892. El a largo plazo, sino que produce un incremento automático de los beneficios,
por cuanto los bienes producidos con un coste menor se vendían al precio
populismo, que sacudió a los Estados Unidos en el decenio de 1890, tenía
su centro en las regiones trigueras de Kansas y Nebraska. Entre 1879 y 1894 más elevado del momento de la venta. A la inversa, la deflación hace que
hubo revueltas campesinas, o agitaciones consideradas como tales, en Irlan disminuyan los beneficios. U n a gran expansión del mercado puede compen
da, España, Sicilia y Rumania. L o s países que no necesitaban preocuparse sar esa situación, pero lo cierto es que el mercado no crecía con la suficien
por el campesinado, porque ya no lo tenían, como el Reino Unido, podían te rapidez, en parte porque la nueva tecnología industrial posibilitaba y exi
permitir que la agricultura se atrofiara: en ese país desaparecieron los dos ter gía un crecimiento extraordinario de la producción (al menos si se pretendía
cios de las tierras dedicadas al cultivo del trigo entre 1875 y 1895. Algunas que las fábricas produjeran beneficios), en parte porque aumentaba el núme
naciones, como Dinamarca, modernizaron deliberadamente su agricultura, ro de competidores en la producción y de las economías industriales, incre
orientándose hacia la producción de rentables productos ganaderos. Otros g o mentando enormemente la capacidad total, y también porque el desarrollo de
biernos, com o el alemán, pero sobre todo el francés y el norteamericano, un gran mercado de bienes de consumo era todavía muy lento. Incluso en el
establecieron aranceles que elevaron los precios. caso de productos básicos, la combinación de una mayor capacidad, una uti
N o obstante, las dos respuestas más habituales entre la población fueron lización más eficaz del producto y los cambios en la demanda podían resul-
la emigración masiva y la cooperación, la primera protagonizada por aque
llos que carecían de tierras o que tenían tierras pobres, y la segunda funda * El único país de la Europa meridional que conoció una emigración importante antes del
mentalmente por los campesinos con explotaciones potencialmente viables. decenio de 1880 fue Portugal.
46 LA E R A D EL IM PER IO . I875-I9I4 LA ECONOM ÍA C A M B IA DE RITMO 47
tar determinantes: el precio del hierro cayó en un 50 por 100 entre 1871- tados. Entre los que solicitaban ese tipo de medidas no estaban únicamente
1875 y 1894-1898. — como era lógico esperar— el bloque importantísimo de los agricultores,
Otra dificultad radicaba en el hecho de que los costes de producción eran sino también sectores significativos de las industrias familiares, que intenta
más estables que los precios a corto plazo, pues — con algunas excepcio ban minimizar la «superproducción» defendiéndose al menos de los adver
nes— los salarios no podían ser reducidos — o no lo eran— proporcional- sarios extranjeros. L a gran depresión puso fin a la era del liberalismo eco
mcnte, al tiempo que las empresas tenían que soportar también la carga de nómico (véase La era del capital, capítulo 2), al menos en el capítulo de los
importantes cantidades de maquinaria y equipo obsoletos o de nuevas má artículos de consumo. * Las tarifas proteccionistas, que comenzaron a apli
quinas y equipos de alto precio que. al disminuir los beneficios, se tardaba carse en Alem ania e Italia (en los productos textiles) a finales del decenio
más de lo esperado en amortizar. En algunas partes del mundo, la situación de 1870. pasaron a ser un elemento permanente en el escenario económico
se veía complicada aún más por la caída gradual, pero fluctuante e imprede- internacional, culminando en los inicios de los años 1890 en las tarifas de
cible a corto plazo, del precio de la plata y de su tipo de cambio con el oro. pcnalización asociadas con los nombres de M éline en Francia (18 92) y
Mientras ambos metales se mantuvieron estables, situación que había preva M cKinley en los Estados Unidos (1 8 9 0 ).**
lecido durante muchos años hasta 1872, los pagos internacionales calculados D e todos los grandes países industriales, sólo el Reino U nid o defendía la
en los metales preciosos que constituían la base de la economía monetaria libertad de comercio sin restricciones, a pesar de alguna poderosa ofensiva
mundial eran bastante sencillos.* Pero cuando la tasa de cambio era inesta ocasional de los proteccionistas. Las razones eran evidentes, al margen de la
ble, las transacciones de negocios entre aquellos países cuyas monedas se ba ausencia de un campesinado numeroso y, por tanto, de un voto proteccionis
saban en metales preciosos distintos se complicaban enormemente. ta importante. El Reino Unido era, con mucho, el exportador más importan
¿Qué podía hacerse respecto a la depresión de los precios, de los benefi te de productos industriales y en el curso de la centuria había orientado su
cios y de las tasas de interés? U na de las soluciones consistía en una especie actividad cada vez más hacia la exportación — sobre todo en los decenios
de monetarismo a la inversa que, com o parece indicar el importante y ya o l de 1870 y 1880— en mucho mayor medida que sus principales rivales, aun
vidado debate contemporáneo sobre el «bim etalism o», era sustentada por que no más que algunas economías avanzadas de tamaño mucho más redu
muchos, que atribuían el descenso de los precios fundamentalmente a la es cido, como Bélgica. Suiza, Dinam arca y los Países Bajos. El Reino Unido
casez de oro, que era cada vez más (a través de la libra esterlina con una pa era, con gran diferencia, el mayor exportador de capital, de servicios «invisi
ridad de oro fija, es decir, el soberano de oro) la base exclusiva del sistema bles» financieros y comerciales y de servicios de transporte. Conform e la
de pagos mundial. U n sistema basado en el oro y la plata, mineral cada vez competencia extranjera penetró en la industria británica, lo cierto es que L on
más abundante, sobre todo en América, podría elevar los precios a través de dres y la flota británica adquirieron aún más importancia que antes en la eco
la inflación monetaria. L a inflación monetaria, de la que eran partidarios es nomía mundial. Por otra parte, aunque esto se olvida muchas veces, el Rei
pecialmente los abrumados agricultores de las praderas, por no mencionar a no U nido era el mayor receptor de exportaciones de productos primarios del
los propietarios de las minas de plata de las montañas Rocosas, se convirtió mundo y dominaba— casi podría decirse constituía— el mercado mundial de
en uno de los principios fundamentales de los movimientos populistas norte algunos de ellos, como la caña de azúcar, el té y el trigo, del que compró
americanos y la perspectiva de la crucifixión de la humanidad en una cruz de en 1880 casi la mitad del total que se comercializó intemacionalmente. En
oro inspiró la retórica del gran tribuno de la plebe W illiam Jennings Bryan 1881, los británicos compraron casi la mitad de las exportaciones mundiales
(1860-1925). A l igual que en el caso de otras de las causas preferidas de de carne y mucho mayor cantidad de lana y algodón (el 55 por 100 de las
Bryan, como la verdad literal de la Biblia y la consecuente necesidad de re importaciones europeas) que ningún otro país.* Dado que el Reino Unido
chazar las enseñanzas de las doctrinas de Charles Darwin, defendía una cau
sa perdida. L a banca, las grandes empresas y los gobiernos de los países más * El movimiento libro de capital, de las transacciones financieras y de la mano de obra se
importantes del capitalismo mundial no tenían la menor intención de aban hizo, en todo caso, mis notable.
donar la paridad fija del oro, que para ellos era com o el Génesis para Bryan. “ Cifra media de las tarifas arancelarias en Europa en 1914*
En cualquier caso, sólo países como M éxico, China y la India, que no conta
ban en el concierto internacional, trabajaban fundamentalmente con la plata.
Reino Unido 0 Austria-Hungría. Italia 18
L os diferentes gobiernos mostraron una mejor disposición para escuchar Países Bajos 4 Francia. Suecia 20
a los grupos de intereses y a los núcleos de votantes que les impulsaban a Suiza. Bélgica 9 Rusia 38
proteger a los productores nacionales de la competencia de los bienes impor Alemania 13 España 41
Dinamarca 14 Estados Unidos (1913) 30 a
* Aproximadamente 15 unidades de plata ■ I unidad de oro. 0 Rebajados del 49.5 % (1890). 39.9 % (1894), 57 % (1897) y 38 % (1909).
<3
48 LA ER A D E L IM PER IO . 1875-1914
LA ECON OM ÍA C A M B IA D E RITMO
49
permitió que declinara la producción de alimentos durante la época de la
depresión, su inclinación hacia las importaciones se intensificó extraordina (1776). la «n ac ió n » como unidad no tenía un lugar claro en la teoría pura del
riamente. En 1905-1909 importó no sólo el 56 por 100 de todos los cereales capitalismo liberal, cuyos elementos básicos eran los átomos irreducibles de
que consumió, sino además el 76 por 100 de todo el queso y el 68 por 100 la empresa, el individuo o la «com pañía» (sobre la cual no se decía mucho)
de los huevos.'0 impulsados por el imperativo de maximizar las ganancias y minimizar las
La libertad de comercio parecía, pues, indispensable, ya que permitía que pérdidas. Actuaban en «e l m ercado», que, en sus límites, era global. El libe
los productores de materias primas de ultramar intercambiaran sus productos ralismo era el anarquismo de la burguesía y, como en el anarquismo revolu
por los productos manufacturados británicos, reforzando así la simbiosis en cionario. en él no había lugar para el estado. O t más bien, el estado como
tre el Reino Unido y el mundo subdcsarrollado, sobre el que se apoyaba fun factor económ ico sólo existía com o algo que interfería el funcionamiento
damentalmente la economía británica. Los estancieros argentinos y urugua autónomo e independiente de «e l mercado».
yos, los productores de lana australianos y los agricultores daneses no tenían Esta interpretación no carecía de lógica. Por una parte, parecía razonable
interés alguno en impulsar el desarrollo de las manufacturas nacionales, pues pensar — en especial tras la liberalización de las economías a mediados de si
obtenían pingües beneficios en su calidad de planetas económicos del siste g lo (véase La era del capital, capítulo 2 )— que lo que permitía que esa eco
ma solar británico. L os costes de esa situación para el Reino Unido eran im nomía evolucionara y creciera eran las decisiones económicas de sus com
portantes. Com o hemos visto, el librecambio implicaba permitir el hundi ponentes fundamentales. Por otra parte, la economía capitalista era global, y
miento de la agricultura británica si no estaba preparada para mantenerse a no podía ser de otra forma. Adem ás, esa característica se' reforzó a lo largo
flote. El Reino Unido era el único país en el que incluso los políticos con del siglo xix, cuando el capitalismo amplió su esfera de actuación a zonas del
servadores, a pesar de la tradicional postura de esos partidos a favor del pro planeta cada vez más remotas y transformó todas las regiones de manera
teccionismo, estaban dispuestos a abandonar la agricultura. Ciertamente, el cada vez m ás profunda. A mayor abundamiento, esa economía no reconocía
sacrificio era más fácil pues las finanzas de los ricos — y todavía decisivos fronteras, pues cuando alcanzaba mayor rendimiento era cuando nada inter
desde el punto de vista político— terratenientes descansaban ahora no tanto fería con el libre movimiento de los factores de producción. A s í pues, el capi
en las rentas procedentes de los campos de maíz como en los ingresos que talismo no sólo era internacional en la práctica, sino intemacionalista desde
obtenían de las propiedades urbanas y de las inversiones. ¿N o podía implicar el punto de vista teórico. El ideal de sus teóricos era la división internacio
eso también la disposición a sacrificar la industria británica, com o temían los nal del trabajo que asegurara el crecimiento más intenso de la economía. Sus
proteccionistas? Considerando la cuestión de forma retrospectiva, desde el criterios eran globales: no tenía sentido intentar producir plátanos en N orue
Reino Unido de los años ochenta del siglo xx, en proceso de desindustriali- ga. porque su producción era mucho más barata en Honduras. Rechazaban
zación, esc temor no parece infundado. Después de todo, el capitalismo no cualquier tipo de argumento local o regional opuesto a sus conclusiones. L a
existe para realizar una selección determinada de productos, sino para obte teoría pura del liberalismo económico se veía obligada a aceptar las conse
ner dinero. Pero, aunque ya estaba claro que en la política británica la opi cuencias más extremas, incluso absurdas, de sus supuestos siempre que se
nión de la City londinense contaba mucho más que la de los industriales de demostrara que producían resultados óptimos a escala global. Si se podía de
las provincias, por el momento los intereses de la City no parecían estar en mostrar que toda la producción industrial del mundo debía estar concentrada
contrados con los de los representantes de la industria. Por ello, el Reino en M adagascar (d e la misma form a que el 80 por 100 de la producción de
Unido continuó mostrándose partidario del liberalismo económ ico* y al ac relojes estaba concentrada en una pequeña zona de S u iz a)," o que toda la po
tuar así otorgó a los países proteccionistas la libertad de controlar sus mer blación de Francia debía trasladarse a Sibcria (al igual que una parte impor
cados internos y de impulsar sus exportaciones. tante de la población noruega se trasladó mediante la emigración a los Esta
Economistas e historiadores han debatido sin cesar los efectos de ese re dos U n id os),* no existía argumento económico alguno que pudiera oponerse
nacimiento del proteccionismo internacional o, en otras palabras, la extraña a esas iniciativas.
esquizofrenia del capitalismo mundial. En el siglo xix. el núcleo fundamental ¿Qué podía considerarse erróneo desde el punto de vista económico, res
del capitalismo lo constituían cada vez más las «econom ías nacionales»: el pecto al cuasimonopolio británico de la industria global a mediados de siglo
Reino Unido. Alemania, Estados Unidos, etc. N o obstante, a pesar del título o de la evolución dem ográfica de Irlanda, que perdió casi la mitad de su
programático de la gran obra de A dam Smith, L a riqueza de las naciones población entre 1841 y 1911? E l único equilibrio que reconocía la teoría eco
nómica liberal era el equilibrio a escala mundial.
* Excepto en materia de inmigración ilimitada, pues este país fue uno de los primeros
Pero en la práctica ese modelo resultaba inadecuado. L a economía capita-
en k » que se elaboró una legislación discriminatoria contra la entrada masiva de extranjeros
(judíos) en 1905. „
" Entre 1820 y 1975 el número de noruegos que emigraron a los Estados Unidos — unos
855.C00— fue casi tan elevado como la población toral de Noruega en 1820."
L A ECONOM ÍA C A M B IA D E RITM O 51
50 L A ER A D EL IM PERIO . 1875-1914
Sherman Anti-Tnjst A ct (1890), de dudosa eficacia, y los «sindicatos» o los sión sobre los beneficios en el período de la depresión, así como el tamaño
cárteles alemanes — fundamentalmente en las industrias pesadas— , que go y la complejidad cada vez mayor de las empresas, sugirió que los métodos
zaban del apoyo del gobierno. E l sindicato del carbón de Renánia-Westfalia tradicionales y empíricos de organizar las empresas, y en especial la pro
(1893), que controlaba el 90 por 100 de la producción de carbón en su re ducción, no eran ya adecuados. A s í surgió la necesidad de una form a más
gión, o la Standard O il Com pany, que en 1880 controlaba entre el 90 y el racional o «científica» de controlar y programar las empresas grandes y de
95 por 100 del petróleo refinado en los Estados Unidos, eran, sin duda, m o seosas de maximizar los beneficios. La tarea en la que concentró inmediata
nopolios. También lo era, a efectos prácticos, el «billion dolar Trust» de la mente sus esfuerzos el «taylorism o» y con la que se identificaría ante la opi
United States Steel (1901) con el 63 por 100 de la producción de acero en nión pública la «gestión científica» fue la de sacar mayor rendimiento a los
Norteamérica. Es claro también que la tendencia a abandonar la competencia trabajadores. Ese objetivo se intentó alcanzar mediante tres métodos funda
ilimitada y a implantar «la cooperación de varios capitalistas que previamente mentales: 1) aislando a cada trabajador del resto del grupo y transfiriendo el
actuaban por separado » 17 se hizo evidente durante la gran depresión y conti control del proceso productivo a los representantes de la dirección, que de
nuó en el nuevo período de prosperidad general. L a existencia de una ten cían al trabajador exactamente lo que tenía que hacer y la producción que
dencia hacia el monopolio o el oligopolio es indudable en las industrias pe tenía que alcanzar, a la luz de 2 ) una descomposición sistemática de cada pro
sadas, en industrias estrechamente dependientes de los pedidos del gobierno ceso en elementos componentes cronometrados («estudio de tiempo y movi
como en el sector de armamento en rápida expansión (véase infra, pp. S IS - m iento») y 3) sistemas distintos de pago de salario que supusieran para el
SI 7), en industrias que producían y distribuían nuevas formas revolucionarias trabajador un incentivo para producir más. Esos sistemas de pago atendien
de energía, como el petróleo y la electricidad, así como en el transporte y en do a los resultados alcanzaron una gran difusión pero, a efectos prácticos, el
algunos productos de consumo masivo com o el jabón y el tabaco. taylorismo en sentido literal no había hecho prácticamente ningún progreso
Pero el control del mercado y la eliminación de la competencia sólo eran antes de 1914 en Europa — ni en los Estados Unidos— y sólo llegó a ser fa
un aspecto de un proceso más general de concentración capitalista y no fue miliar como eslogan en los círculos empresariales en los últimos años ante
ron ni universales ni irreversibles: en 1914 la compctitividad en las industrias riores a la guerra. A partir de 1918, el nombre de Taylor, com o el de otro
norteamericanas del petróleo y del acero era mayor que diez años antes. En pionero de la producción masiva, Henry Ford, se identificaría con la utiliza
este contexto, es erróneo hablar en 1914 de «capitalismo monopolista» para ción racional de la maquinaria y la mano de obra para m axim izar la pro
referirse a lo que en 1900 se calificaba con toda rotundidad com o una nueva ducción, paradójicamente tanto entre los planificadores bolcheviques como
fase del desarrollo capitalista. Pero de todas formas poco importa el nombre entre los capitalistas.
que le demos («capitalism o corporativo», «capitalismo organizado», etc.), en N o obstante, es indudable que entre 1880 y 1914 la transformación de la
tanto en cuanto se acepte — y debe ser aceptado— que la concentración estructura de las grandes empresas, desde el taller hasta las oficinas y la con
avanzó a expensas de la competencia de mercado, las corporaciones a ex tabilidad, hicieron un progreso sustancial. L a «m ano visible» de la moderna
pensas de las empresas privadas, los grandes negocios y grandes empresas a organización y dirección sustituyó a la «m ano invisible» del mercado anóni
expensas de las más pequeñas y que esa concentración implicó una tenden mo de Adam Smith. L os ejecutivos, ingenieros y contables comenzaron, así,
cia hacia el oligopolio. Esto se hizo evidente incluso en un bastión tan pode a desempeñar tareas que hasta entonces acumulaban los propietarios-geren
roso de la arcaica empresa competitiva pequeña y media como el Reino U n i tes. L a «corporación» o Konzem sustituyó al individuo. El típico hombre de
do. A partir de 1880, el m odelo de distribución se revolucionó. L os términos negocios, al menos en los grandes negocios, no era ya tanto un miembro
ultramarinos y carnicero no designaban ya simplemente a un pequeño ten de la familia fundadora, sino un ejecutivo asalariado, y aquel que miraba a
dero, sino cada vez más a una empresa nacional o internacional con cientos los demás por encima del hombro era más frecuentemente el banquero o ac
de sucursales. En cuanto a la banca, un número reducido de grandes bancos, cionista que el gerente capitalista.
sociedades anónimas con redes de agencias nacionales, sustituyeron rápida Existía una tercera posibilidad para solucionar los problemas del capita
mente a los pequeños bancos: el Lloyds Bank absorbió 164 de ellos. Com o lismo: el imperialismo. M uchas veces se ha mencionado la coincidencia cro
se ha señalado, a partir de 1900 el viejo «banco lo c al» británico se convirtió nológica entre la depresión y la fase dinámica de la división colonial del pla
en «una curiosidad histórica». neta. L os historiadores han debatido intensamente hasta qué punto estaban
A l igual que la concentración económica, la «gestión científica» (esta ex conectados ambos fenómenos. En cualquier caso, como veremos en el próxi
presión no comenzó a utilizarse hasta 1910) fue fruto del período de la gran mo capítulo, esa relación era mucho más compleja que la de la simple causa
depresión. Su fundador y apóstol, F. W . Taylor (1856-1915), comenzó a de y efecto. D e cualquier forma, no puede negarse que la presión del capital
sarrollar sus ideas en 1880 en la problemática industria del acero norteame para conseguir inversiones más productivas, así como la de la producción a
ricana. Las nuevas técnicas alcanzaron Europa en el decenio de 1890. La pre la búsqueda de nuevos mercados, contribuyó a impulsar la política de ex
54 LA ER A D EL IM PERIO . 1873-1914 L A ECON OM ÍA C A M B IA DE RITM O 55
pansión, que incluía la conquista colonial. « L a expansión territorial — afirmó los marxistas se suscitaron apasionadas discusiones sobre lo que eso impli
un funcionario del Departamento de Estado de los Estados Unidos en 1900— caba para el futuro de sus movimientos y si las doctrinas de M arx tendrían
no es sino una consecuencia de la expansión del com ercio.»"* Desde luego, que ser «revisadas».
no era el único que así pensaba en el ámbito de la economía y de la política Los historiadores de la economía tienden a centrar su atención en dos as
internacional. pectos del período: la redistribución del poder y la iniciativa económica, es
Debem os mencionar un resultado final, o efecto secundario, de la gran decir, en el declive relativo del Reino Unido y en el progreso relativo — y ab
depresión. Fue también una época de gran agitación social. C om o hemos vis soluto— de Sos Estados Unidos y sobre todo de Alemania, y asimismo en el
to. no sólo entre los agricultores, sacudidos por los terremotos del colapso de problema de las fluctuaciones a largo y a corto plazo, es decir, fundamental
los precios agrarios, sino también entre las clases obreras. N o resulta tan sen mente en la «onda larga» de Kondratiev. cuyas oscilaciones hacia abajo y ha
cillo explicar por qué la depresión produjo la movilización masiva de las cia arriba dividen claramente en dos el período que estudiamos. Por intere
clases obreras industriales en numerosos países y. desde finales del decenio santes que puedan ser estos problemas, son secundarios desde el punto de
de 1880, la aparición de movimientos obreros y socialistas de masas en al
vista de la economía mundial.
gunos de ellos. En efecto, paradójicamente, las mismas caídas de los precios C om o cuestión de principio, no es sorprendente que Alemania, cuya po
que radicalizaron automáticamente las posiciones de los agricultores sirvieron
blación se elevó de 45 a 65 millones, y los Estados Unidos que pasó de 50 a
para abaratar notablemente el coste de vida de los asalariados, y produje
92 millones, superaran al Reino Unido, con un territorio más reducido y me
ron una indudable mejora del nivel material de vida de los trabajadores en la
nos poblado. Pero eso no hace menos impresionante el triunfo de las expor
mayor parte de los países industrializados. Pero nos contentaremos con se
taciones industriales alemanas. En los treinta años transcurridos hasta 1913
ñalar aquí que los modernos movimientos obreros son también hijos del perío
pasaron de menos de la mitad de las exportaciones británicas a superarlas.
do de la depresión. Esos movimientos serán analizados en el capítulo 5.
Excepto en lo que podríamos llamar los «países semiindustrializados» — es
decir, a efectos prácticos, los dominios reales o virtuales del imperio británi
co, incluyendo sus dependencias económicas latinoamericanas— , las expor
II
taciones alemanas de productos manufacturados superaron a las del Reino
Unido en toda la línea. Se incrementaron en una tercera parte en el mundo
Desde mediados del decenio de 1890 hasta la primera guerra mundial, la
industrial e incluso el. 10 por 100 en el mundo desarrollado. Una vez más hay
orquesta económica global realizó sus interpretaciones en el tono mayor de
que decir que no es sorprendente que el Reino Unido no pudiera mantener su
la prosperidad más que, como hasta entonces, en el tono menor de la depre
extraordinaria posición como «taller del m undo», que poseía hacia 1860. In
sión. L a afluencia, consecuencia de la prosperidad de los negocios, constitu
cluso los Estados Unidos, en el cénit de su supremacía global a comienzos
yó el trasfondo de lo que se conoce todavía en el continente europeo como
de 1950 — y cuyo porcentaje de la población mundial era tres veces mayor
la beile époque. El paso de la preocupación a la euforia fue tan súbito y drás
que el del Reino Unido en 1860— , nunca alcanzó el 53 por 100 de la pro
tico, que los economistas buscaban alguna fuerza externa especial para ex
ducción de hierro y acero y el 49 por 100 de la producción textil. Pero esto
plicarlo, un Deus ex machina, que encontraron en el descubrimiento de enor
no explica exactamente por qué se produjo — o incluso si se produjo— la ra-
mes depósitos de oro en Suráfrica, la última de las grandes fiebres del oro
lentización del crecimiento y la decadencia de la economía británica, as
occidentales, la Klondike ( 1898), y en otros lugares. En conjunto, los histo
pectos que han sido objeto de gran número de estudios. El tema realmente
riadores de la economía se han dejado impresionar menos por esas tesis bá
importante no es quién creció más y más deprisa en la economía mundial en
sicamente monetaristas que algunós gobiernos de finales del siglo xx. N o
expansión, sino su crecimiento global como un todo.
obstante, la rapidez del cam bio fue sorprendente y diagnosticada casi de
En cuanto al ritmo Kondratiev — llamarlo «c ic lo » en el sentido estricto
forma inmediata por un revolucionario especialmente agudo. A. L. Helphand
de la palabra supone asumir la verdad de la cuestión— , plantea cuestiones
(1869-1924), cuyo nombre de pluma era Parvus, com o indicativo del c o
analíticas fundamentales sobre la naturaleza del crecimiento económico en la
mienzo de un período nuevo y duradero de extraordinario progreso capitalis
era capitalista o. com o podrían argumentar algunos estudiosos, sobre el cre
ta. D e hecho, el contraste entre la gran depresión y el boom secular posterior
cimiento de cualquier economía mundial. Lamentablemente, ninguna de las
constituyó la base de las primeras especulaciones sobre las «ondas largas» en
el desarrollo del capitalismo mundial, que más tarde se asociarían con el teorías sobre esta curios?, alternativa de fases de confianza y de dificultad
nombre del economista ruso Kondratiev. Entretanto era evidente, en cualquier económica, que forman en conjunto una «o n d a» de aproximadamente medio
siglo, tiene aceptación generalizada. L a teoría mejor conocida y más elegan
caso, que quienes habían hecho lúgubres previsiones sobre el futuro del ca
pitalismo, o incluso sobre su colapso inminente, se habían equivocado. Entre te al respecto, la de Joseph A lo is Schumpeter (1883-1950), asocia cada «fase
descendente» con el agotamiento de los beneficios potenciales de una serie
56 L A ER A D E L IM PER IO . 1875-1914 LA ECONOM ÍA C A M B IA D E RITMO 57
de «innovaciones» económicas y la nueva fase ascendente con una serie de Se ha argumentado que esa variación en las relaciones de intercambio
innovaciones fundamentalmente — aunque no de forma exclusiva— tecnoló puede explicar que los precios, que habían caído notablemente entre 1873
gicas. cuyo potencial se agotará a su vez. A sí, las nuevas industrias, que ac y 1896, experimentaran un importante aumento desde esa última fecha hasta
túan como «sectores punta» del crecimiento económico — por ejemplo, el al 1914 y posteriormente. Es posible, pero de cualquier forma lo seguro es que
godón en la primera revolución industrial, el ferrocarril en el decenio de 1840 ese cam bio en las relaciones de intercambio supuso una presión sobre los
y después de él— , se convierten en una especie de locomotoras que arrastran costes de producción en la industria y, en consecuencia, sobre su tasa de be
la economía mundial del marasmo en el que se ha visto sumida durante un neficio. Por fortuna para la «b e lle z a » de la belle époque, la economía estaba
tiempo. Esta teoría es plausible, pues cada período ascendente secular desde los estructurada de tal forma que esa presión se podía trasladar de los beneficios
inicios de 1780 ha estado asociado con la aparición de nuevas industrias, cada a los trabajadores. El rápido incremento de los salarios reales, característico
vez más revolucionarias desde el punto de vista tecnológico; tal vez, dos de del período de la gran depresión, disminuyó notablemente. En Francia y el
los más notables booms económicos globales son los dos decenios y medio Reino U nido hubo incluso un descenso de los salarios reales entre 1899 y
anteriores a 1970. El problema que se plantea respecto a la fase ascendente 1913. Esto explica en parte el incremento de la tensión social y de Jos esta
de los últimos años del decenio de 1890 es que las industrias innovadoras del llidos de violencia en los últimos años anteriores a 1914.
período — en términos generales, las químicas y eléctricas o las asociadas ¿Cóm o explicar, pues, que la economía mundial tuviera tan gran dina
con las nuevas fuentes de energía que pronto competirían seriamente con el mismo? Sea cual fuere la explicación en detalle, no hay duda de que la clave
vapor— no parecen haber estado todavía en situación de dominar los movi en esta cuestión hay que buscarla en el núcleo de países industriales o en pro
mientos de la economía mundial. En definitiva, com o no podemos explicar ceso de industrialización, que se distribuían en la zona templada del hemis
las adecuadamente, las periodicidades de Kondratiev no nos son de gran ayu ferio norte, pues actuaban com o locomotoras del crecimiento global, tanto en
da. Únicamente nos permiten observar que el período que estudia este libro su condición de productores como de mercado.
cubre la caída y el ascenso de una «o n d a Kondratiev», pero eso no es sor Esos países constituían ahora una masa productiva ingente y en rápido
prendente, por cuanto toda la historia moderna de la economía global queda crecimiento y ampliación en el centro de la economía mundial. Incluían no
dentro de ese modelo. sólo los núcleos grandes y pequeños de la industrialización de mediados de
Sin embargo, existe un aspecto del análisis de Kondratiev que es perti siglo, con una tasa de expansión que iba desde lo impresionante hasta lo ini
nente para un período de rápida globalización de la economía mundial. Nos maginable — el Reino Unido, Alem ania, los Estados Unidos, Francia, B élgi
referimos a la relación entre el sector industrial del mundo, que se desarrolló ca, Suiza y los territorios checos— , sino también un nuevo conjunto de re
mediante una revolución continua de la producción, y la producción a gríco giones en proceso de industrialización: Escandinavia, los Países Bajos, el
la mundial, que se incrementó fundamentalmente gracias a la incoiporación norte de Italia, Hungría, Rusia e incluso Japón. Constituían también una masa
de nuevas zonas geográficas de producción o de zonas que se especializaron cada vez más impresionante de compradores de los productos y servicios del
en la producción para la exportación. En 1910-1913 el mundo occidental dis mundo: un conjunto que vivía cada vez más de las compras, es decir, que
ponía para el consumo de doble cantidad de trigo (en prom edio) que en el cada vez era menos dependiente de las economías rurales tradicionales. La
decenio de 1870. Pero ese incremento procedía básicamente de unos cuantos definición habitual de un «habitante de una ciudad» del siglo xix era la de
países: los Estados Unidos, Canadá, Argentina y Australia y, en Europa, Rusia, aquel que vivía en un lugar de más de 2.000 habitantes, pero incluso si adop
Rumania y Hungría. El crecimiento de la producción en la Europa occiden tamos un criterio menos modesto (5.000), el porcentaje de europeos de la
tal (Francia, Alem ania, el Reino Unido. Bélgica, Holanda y Escandinavia) zona «desarrollada» y de norteamericanos que vivían en ciudades se había in
suponía tan sólo el 10-15 por 100 del nuevo abastecimiento. Por tanto, no es crementado hasta el 41 por 100 en 1910 (desde el 19 y el 14 por 100, respec
sorprendente, aun si prescindimos de catástrofes agrícolas como los ocho tivamente, en 1850). y tal vez el 80 por 100 de los habitantes de las ciudades
años de sequía (1895-1902) que acabaron con la mitad de la cabaña de ove (frente a los dos tercios en 1850) vivían en núcleos de más de 20.000 habi
jas de Australia y nuevas plagas com o el gorgojo, que atacó el cultivo de al tantes; de ellos, un número muy superior a la mitad vivían en ciudades de
godón en los Estados Unidos a partir de 1892, que la tasa de crecimiento de más de cien mil habitantes, es decir, grandes masas de consumidores.,w
la producción agrícola mundial se ralentizara después del inicial salto hacia Adem ás, gracias al descenso de los precios que se había producido du
adelante. Así. la «relación de intercambio» tendería a variar en favor de la rante el período de la depresión, esos consumidores disponían de mucho más
agricultura y en contra de la industria, es decir, los agricultores pagaban m e dinero que antes para gastar, aun considerando el descenso de los salarios
nos, de forma relativa y absoluta, por lo que compraban a la industria, mien reales que se produjo a partir de 1900. L os hombres de negocios compren
tras que la industria pagaba más, tanto relativa com o absolutamente, por lo dían la gran importancia colectiva de esa acumulación de consumidores, in
que compraba a la agricultura. „ cluso entre los pobres. Si los filósofos políticos temían la aparición de las
58 LA ER A D EL IM PERIO . 1875-1914 LA ECONOM IA C A M B IA D E RITMO 59
Reino Unido. Por una pane, la City londinense era, más que nunca, el cen de industrias revolucionarias desde el punto de vista tecnológico, basadas en
tro de las transacciones internacionales, de tal forma que sus servicios co la electricidad, la química y el motor de combustión, comenzaron a desem
merciales y financieros obtenían ingresos suficientes como para compensar peñar un papel estelar, sobre todo en las nuevas economías dinámicas. D es
el importante déficit en la balanza de artículos de consumo (137 millones de pués de todo. Ford comenzó a fabricar su modelo T en 1907. Y. sin em bar
libras frente a 142 millones en 1906-1910). Po r otra parte, la enorme impor go, por contemplar tan sólo lo que ocurrió en Europa, entre 1880 y 1913 se
tancia de las inversiones británicas en el extranjero y su marina mercante re construyeron tantos kilómetros de vías férreas como en el período conocido
forzaban aún más la posición central del país en una economía mundial abo com o la «era del ferrocarril», 1850-1880. Francia, Alemania, Suiza. Suecia y
cada en Londres y cuya base monetaria era la libra esterlina. En el mercado los Países B ajos duplicaron la extensión de su tendido férreo durante esos
internacional de capitales, el Reino U nido conservaba un dominio abruma años. El último triunfo de la industria británica, el virtual m onopolio de la
dor. En 1914 . Francia. Alem ania, los Estados Unidos, B élgica, los Países construcción de barcos que el Reino U nido consolidó entre 1870 y 1913, se
Bajos, Suiza y los demás países acumulaban, en conjunto, el 56 por 100 de consiguió explotando los recursos de la primera revolución industrial. Por
las inversiones mundiales en ultramar, mientras que la participación del el momento, la nueva revolución industrial reforzó, más que sustituyó, a la
Reino Unido ascendía al 44 por 100.* E n 1914. la flota británica de barcos primera.
de vapor era un 12 por 100 más numerosa que la flota de todos los países Com o ya hemos visto, la cuarta característica es una doble transformación
en la estructura y modus operandi de la empresa capitalista. Por una pane, se
europeos juntos.
D e hecho, ese pluralismo al que hacemos referencia reforzó por el mo produjo la concentración de capital, el crecimiento en escala que llevó a distin
mento la posición central del Reino Unido. E n efecto, conforme las nuevas guir entre «em presa» y «gran empresa» ( Grossindustrie, Grossbanken, grande
economías en proceso de industrialización comenzaron a comprar mayor industrie ...), el retroceso del mercado de libre competencia y todos los demás
cantidad de materias primas en el mundo subdcsarrollado. acumularon un dé fenómenos que, hacia 1900, llevaron a los observadores a buscar etiquetas
ficit importante en su comercio con esa zona del mundo. Era el Reino U n i globales que permitieran definir lo que parecía una nueva fase de desarrollo
do el país que restablecía el equilibrio global importando m ayor cantidad de económico (véase el capítulo siguiente). Por otra parte, se llevó a cabo el in
productos manufacturados de sus rivales, gracias también a sus exportacio tento sistemático de racionalizar la producción y la gestión de la empresa,
nes de productos industriales al mundo dependiente, pero, sobre todo, con sus aplicando «métodos científicos» no sólo a la tecnología, sino a la organización
ingentes ingresos invisibles, procedentes tanto de los servicios internaciona y a los cálculos.
les en el mundo de los negocios (banca, seguros, etc.) com o de su condición L a quinta característica es que se produjo una extraordinaria transforma
de principal acreedor mundial debido a sus importantísimas inversiones en el ción del mercado de los bienes de consumo: un cam bio tanto cuantitativo
extranjero. El relativo declive industrial del Reino U nid o reforzó, pues, su com o cualitativo. Con el incremento de la población, de la urbanización y de
posición financiera y su riqueza. L os intereses de la industria británica y de los ingresos reales, el mercado de masas, limitado hasta entonces a los pro
la City, compatibles hasta entonces, comenzaron a entrar en una fase de en ductos alimentarios y al vestido, es decir, a los productos básicos de subsis
tencia, comenzó a dominar las industrias productoras de bienes de consumo.
frentamiento.
La tercera característica de la econom ía mundial es. a primera vista, la A largo plazo, este fenómeno fue más importante que el notable incremento
más obvia: la revolución tecnológica. C om o sabemos, fue en este período del consumo en las clases ricas y acomodadas, cuyos esquemas de demanda
cuando se incorporaron a la vida moderna el teléfono y la telegrafía sin hi no variaron sensiblemente. Fue el modelo T de Ford y no el Rolls-Royce el
los, el fonógrafo y el cine, el automóvil y el aeroplano, y cuando se aplica que revolucionó la industria del automóvil. A l mismo tiempo, una tecnología
ron a la vida doméstica la ciencia y la alta tecnología mediante artículos ta revolucionaria y el imperialismo contribuyeron a la aparición de una serie de
les como la aspiradora (1908) y el único medicamento universal que se ha productos y servicios nuevos para el mercado de masas, desde las cocinas de
inventado, la aspirina (1899). Tampoco debemos olvidar la que fue una de las gas que se multiplicaron en las cocinas de las familias de clase obrera du
máquinas más extraordinarias inventadas en ese período, cuya contribución a rante este período, hasta la bicicleta, el cine y el modesto plátano, cuyo con
la emancipación humana fue reconocida de forma inmediata: la modesta bi sumo era prácticamente inexistente antes de 1880. U n a de las consecuencias
cicleta. Pero, antes de que saludemos esa serie impresionante de innovacio más evidentes fue la creación de medios de comunicación de masas que, por
nes como una «segunda revolución industrial», no olvidemos que esto sólo primera vez, merecieron esc calificativo. Un periódico británico alcanzó una
es así cuando se considera el proceso de forma retrospectiva. Para los con venta de un millón de ejemplares por primera vez en 1890, mientras que en
temporáneos, la gran innovación consistió en actualizar la primera revolución Francia eso ocurría hacia 1900.í*
industrial mediante una serie de perfeccionamientos en la tecnología del va Todo ello implicó la transformación no sólo de la producción, mediante
por y del hierro por medio del acero y las turbinas. Es cierto que una serie lo que comenzó a llamarse «producción m asiva», sino también de la distri
LA ECONOM ÍA C A M B IA DE RITMO 63
62 LA E R A D E L IM PER IO . 1875-1914
de 1870. Compensaban con creces la desaparición del «segundo imperio» de Dos grandes zonas del mundo fueron totalmente divididas por razones
Napoleón III en Francia. Fuera de Europa, se adjudicaba normalmente esc tí prácticas: Á frica y el Pacífico. N o quedó ningún estado independiente en
tulo a los gobernantes de China, Japón, Persia y — tal vez en este caso con un el Pacífico, totalmente dividido entre británicos, franceses, alemanes, neer
grado mayor de cortesía diplomática internacional— a los de Etiopía y M a landeses, norteamericanos y — todavía en una escala modesta— japoneses.
rruecos. Por otra parte, hasta 1889 sobrevivió en Brasil un emperador ameri En 1914, Á frica pertenecía en su totalidad a los imperios británico, francés,
cano. Podrían añadirse a esa lista uno o dos «cmj>eradores» aún más oscuros. alemán, belga, portugués y. de forma más marginal, español, con la excep
En 1918 habían desaparecido cinco de ellos. En la actualidad [1987} el único ción de Etiopía, de la insignificante república de Liberia en el África occi
superviviente de ese conjunto de supcrmonarcas es el de Japón, cuyo perfil po dental y de una parte de Marruecos, que todavía resistía la conquista total.
lítico es de poca consistencia y cuya influencia política es insignificante.* Com o hemos visto, en A sia existía una zona amplia nominalmentc indepen
Desde una perspectiva menos trivial, el periodo que estudiamos es una era diente, aunque los imperios europeos más antiguos ampliaron y redondearon
en que aparece un nuevo tipo de imperio, el imperio colonial. L a supremacía sus extensas posesiones: el Reino Unido, anexionando Birmania a su impe
económica y militar de los países capitalistas no había sufrido un desafío se rio indio y estableciendo o reforzando la zona de influencia en el Tíbet, Per
rio desde hacía mucho tiempo, pero entre finales del siglo xvm y el último sia y la zona del golfo Pérsico; Rusia, penetrando más profundamente en el
cuarto del siglo xix no se había llevado a cabo intento alguno por convertir A sia central y (aunque con menos éxito) en la zona de Sibcria lindante con
esa supremacía en una conquista, anexión y administración formales. Entre el Pacífico en Manchuria; los neerlandeses, estableciendo un control más es
1880 y 1914 ese intento se realizó y la mayor parte del mundo ajeno a Euro tricto en regiones más remotas de Indonesia. Se crearon dos imperios prácti
pa y al continente americano fue dividido formalmente en territorios que que camente nuevos: el primero, por la conquista francesa de Indochina, iniciada
daron bajo el gobierno formal o bajo el dominio político informal de uno u en el reinado de Napoleón III; el segundo, por parte de los japoneses a ex
otro de una serie de estados, fundamentalmente el Reino Unido, Francia, A le pensas de China en Corea y Taiwan (1895) y, más tarde, a expensas de Ru
mania. Italia, los Países Bajos, Bélgica, los Estados Unidos y Japón. Hasta sia, si bien a escala más modesta ( 1905). Sólo una gran zona del mundo pudo
cierto punto, las víctimas de esc proceso fueron los antiguos imperios prein- sustraerse casi por completo a ese proceso de reparto territorial. En 1914, el
dustriales supervivientes de España y Portugal, el primero --p e s e a los inten continente americano se hallaba en la misma situación que en 1875, o que en
tos de extender el territorio bajo su control al noroeste de A frica— más que el decenio de 1820: era un conjunto de repúblicas soberanas, con la excep
el segundo. Pero la supervivencia de los más importantes territorios portu ción de Canadá, las islas del Caribe y algunas zonas del litoral caribeño. Con
gueses en África (A n g o la y M ozam bique), que sobrevivirían a otras colonias excepción de los Estados Unidos, su estatus político raramente impresionaba
imperialistas, fue consecuencia, sobre todo, de la incapacidad de sus rivales a nadie salvo a sus vecinos. N adie dudaba de que desde el punto de vista
modernos para ponerse de acuerdo sobre la manera de repartírselo. N o hubo económico eran dependencias del mundo desarrollado. Pero ni siquiera los
rivalidades del mismo tipo que permitieran salvar los restos del imperio espa Estados Unidos, que afirmaron cada vez más su hegemonía política y militar
ñol en América (C uba, Puerto R ico) y en el Pacífico (Filipinas) de los Esta en esta amplia zona, intentaron seriamente conquistarla y administrarla. Sus
dos Unidos en 1898. Nominalmentc. la mayor parte de los grandes imperios únicas anexiones directas fueron Puerto Rico (C u ba consiguió una indepen
tradicionales de A sia se mantuvieron independientes, aunque las potencias oc dencia nominal) y una estrecha franja que discurría a lo largo del canal de
cidentales establecieron en ellos «zonas de influencia» o incluso una admi Panamá, que formaba parte de otra pequeña república, también nominalmen
nistración directa que en algunos casos (com o en el acuerdo anglorruso sobre te independiente, desgajada a esos efectos del más extenso país de Colom bia
Persia en 1907) cubrían todo el territorio. D e hecho, se daba por sentada su mediante una conveniente revolución local. En Am érica Latina, la dom ina
indefensión militar y política. Si conservaron su independencia fue bien por ción económica y las presiones políticas necesarias se realizaban sin una con
que resultaban convenientes como estados-tapón (co m o ocurrió en Siam la quista formal. Ciertamente, el continente americano fue la única gran región
actual Tailandia— , que dividía las zonas británica y francesa en el sureste del planeta en la que no hubo una seria rivalidad entre las grandes potencias.
asiático, o en Afganistán, que separaba al Reino Unido y Rusia), por la inca Con la excepción del Reino Unido, ningún estado europeo poseía algo más
pacidad de las potencias imperiales rivales para acordar una fórmula para la que las dispersas reliquias (básicamente en la zona del C aribe) del imperio
división, o bien por su gran extensión. El único estado no europeo que resis colonial del siglo xvm , sin gran importancia económica o de otro tipo. N i
tió con éxito la conquista colonial formal fue Etiopía, que pudo mantener a para el Reino Unido ni para ningún otro país existían razones de peso para
raya a Italia, la más débil de las potencias imperiales. rivalizar con los Estados Unidos desafiando la doctrina M onroe.*
■* El sultán de Marruecos prefiere el título de «rey». Ninguno de los otros minisultanes su ♦ Esta doctrina, que se expuso por vez primera en 1823 y que posteriormente fue repeti
pervivientes del mundo islámico podía ser considerado como,«rey de reyes». da y completada por los diferentes gobiernos estadounidenses, expresaba la hostilidad a cual-
68 L A ER A D E L IM PERIO . 1875-1914 L A ER A D EL IM PERIO 69
Ese reparto del mundo entre un número reducido de estados, que da su libro de Lenin de 1916, no analizaba « la división del mundo entre las gran
título al presente volumen, era la expresión más espectacular de la progresi des potencias» hasta el capítulo 6 de los diez de que constaba.'
va división del globo en fuertes y débiles («avan zad os» y «atrasados», a la D e cualquier forma, si el colonialismo era tan sólo un aspecto de un cam
que ya hemos hecho referencia). Era también un fenómeno totalmente nue bio más generalizado en la situación del mundo, desde luego era el aspecto
vo. Entre 1876 y 1915, aproximadamente una cuarta parte de la superficie del más aparente. Constituyó el punto de partida para otros análisis más amplios,
planeta fue distribuida o redistribuida en forma de colonias entre media do pues no hay duda de que el término imperialismo se incorporó al vocabulario
cena de estados. E l Reino U nido incrementó sus posesiones en unos diez mi político y periodístico durante la década de 1890 en el cursó de los debates
llones de kilómetros cuadrados, Francia en nueve millones, Alemania adqui que se desarrollaron sobre la conquista colonial. Adem ás, fue entonces cuan
rió más de dos millones y medio y Bélgica c Italia algo menos. L o s Estados do adquirió, en cuanto concepto, la dimensión económica que no ha perdido
U nidos obtuvieron unos 250.000 km : de nuevos territorios, fundamental desde entonces. Por esa razón, carecen de valor las referencias a las formas
mente a costa de España, extensión similar a la que consiguió Japón con sus antiguas de expansión política y militar en que se basa el término. En efecto,
anexiones a costa de China, Rusia y Corea. L a s antiguas colonias africanas los emperadores y los imperios eran instituciones antiguas, pero el imperia
de Portugal se ampliaron en unos 750.000 km :; por su parte, España, que re lismo era un fenómeno totalmente nuevo. El término (q ue no aparece en los
sultó un claro perdedor (ante los Estados U nidos), consiguió, sin embargo, escritos de Karl M arx, que murió en 1883) se incorporó a la política británi
algunos territorios áridos en Marruecos y el Sahara occidental. M ás difícil es ca a partir de 1870 y a finales de ese decenio era considerado todavía como
calibrar las anexiones imperialistas de Rusia, ya que se realizaron a costa un neologismo. Fue en la década de 1890 cuando la utilización del término se
de los países vecinos y continuando un proceso de varios siglos de expansión generalizó. En 1900, cuando los intelectuales comenzaron a escribir libros
territorial del estado zarista; además, como veremos, Rusia perdió algunas po sobre este tema, la palabra imperialismo estaba, según uno de los primeros de
sesiones a expensas de Japón. D e los grandes imperios coloniales, sólo los esos autores, el liberal británico J. A . Hobson, «en los labios de todo el mun
Países Bajos no pudieron, o no quisieron, anexionarse nuevos territorios, sal- do ... y se utiliza para indicar el movimiento más poderoso del panorama po
- vo ampliando su control sobre las islas indonesias que les pertenecían for lítico actual del mundo occidental».* En resumen, era una voz nueva ideada
malmente desde hacía mucho tiempo. En cuanto a las pequeñas potencias co para describir un fenómeno nuevo. Este hecho evidente es suficiente para des
loniales, Suecia liquidó la única colonia que conservaba, una isla de las Indias autorizar a una de las muchas escuelas que intervinieron en el debate tenso y
Occidentales, que vendió a Francia, y Dinamarca actuaría en la misma línea, muy cargado desde el punto de vista ideológico sobre el «im perialism o», la
conservando únicamente Islandia y Groenlandia como dependencias. escuela que afirma que no se trataba de un fenómeno nuevo, tal vez incluso
L o más espectacular no es necesariamente lo más importante. Cuando los que era una mera supervivencia prccapitalista. Sea como fuere, lo cierto es que
observadores del panorama mundial a finales del decenio de 1890 comenza se consideraba como una novedad y como tal fue analizado.
ron a analizar lo que, sin duda alguna, parecía ser una nueva fase en el mo Los debates que rodean a este delicado tema son tan apasionados, densos
delo general del desarrollo nacional e internacional, totalmente distinta de y confusos que la primera tarea del historiador ha de ser la de aclararlos para
la fase liberal de mediados de la centuria, dominada por el librecambio y la que sea posible analizar el fenómeno en lo que realmente es. En efecto, la
libre Competencia, consideraron que la creación de imperios coloniales era mayor parte de los debates se han centrado no en lo que sucedió en el mundo
simplemente uno de sus aspectos. Para los observadores ortodoxos se abría, entre 1875 y 1914, sino en el marxismo, un tema que levanta fuertes pasio
en términos generales, una nueva era de expansión nacional en la que (com o nes. Ciertamente, el análisis del imperialismo, fuertemente crítico, realizado
ya hemos sugerido) era imposible separar con claridad los elementos políti por Lenin se convertiría en un elemento central del marxismo revolucionario
cos y económicos y en la que el estado desempeñaba un papel cada vez más de los movimientos comunistas a partir de 1917 y también en los movimien
activo y fundamental tanto en los asuntos domésticos com o en el exterior. tos revolucionarios del «tercer m undo». L o que ha dado al debate un tono es
L o s observadores heterodoxos analizaban más específicamente esa nueva era pecial es el hecho de que una de las partes protagonistas parece tener una li
com o una nueva fase del desarrollo capitalista, que surgía de diversas ten-: gera ventaja intrínseca, pues el término ha adquirido gradualmente — y es
dencias que creían advertir en ese proceso. E l más influyente de esos aná difícil que pueda perderla— una connotación peyorativa. A diferencia de lo
lisis del fenómeno que pronto se conocería como «im perialism o», el breve que ocurre con el término dem ocracia, al que apelan incluso sus enemigos
por sus connotaciones favorables, el «im p erialism o » es una actividad que
habitualmente se desaprueba, y que, por tanto, ha sido siempre practicada por
quicr nueva colonización o intervención política de las potencias europeas en el hemisferio occi
otros. En 1914 eran muchos los políticos que se sentían orgullosos de llamar
dental. Más tarde se interpretó que esto significaba que los Estados Unidos eran la única potencia
con derecho a intervenir en ese hemisferio. A medida que ios Estados Unidos se convirtieron en se imperialistas, pero a lo largo de este siglo los que así actuaban han desa
un país más poderoso, los estados europeos tomaron con más seriedad la doctrina Monroe. parecido casi por completo.
LA E R A D EL IM PER IO 71
LA ER A D EL IM PERIO . 1875-1914
accesibles, muchas de esas regiones parecían a primera vista simples exten templada, cereales y carne que se producían a muy bajo coste y en grandes
siones potenciales del mundo desarrollado, que estaban siendo ya colonizadas cantidades en diferentes zonas de asentamiento europeo en Norteamérica y
y desarrolladas por hombres y mujeres de origen europeo, que expulsaban o Suramérica. Rusia y Australasia. Pero también transformó el mercado de pro
hacían retroceder a los habitantes nativos, creando ciudades y, sin duda, a su ductos conocidos desde hacía mucho tiempo (al menos en Alem ania) como
debido tiempo, la civilización industrial: los Estados U nidos al oeste del «productos coloniales» y que se vendían en las tiendas del mundo desarrolla
Mississippi, Canadá. Australia, Nueva Zelanda, Suráfrica, A rgelia y el cono do: azúcar, té, café, cacao y sus derivados. Gracias a la rapidez del transporte
sur de Suramérica. C om o veremos, la predicción era errónea. Sin embargo, y a la conservación, comenzaron a afluir frutas tropicales y subtropicales: esos
esas zonas, aunque muchas veces remotas, eran para las mentes contemporá frutos posibilitaron la aparición de las «repúblicas bananeras».
neas distintas de aquellas otras regiones donde, por razones climáticas, la Los británicos que en 1840 consumían 0.680 kg de té per cápita y 1.478 kg
colonización blanca no se sentía atraída, pero donde — por citar las palabras en el decenio de 1860. habían incrementado ese consumo a 2,585 kg en 1890,
de un destacado miembro de la administración imperial de la época— «el lo cual representaba una importación media anual de 101.606.400 kg, frente
europeo puede venir en números reducidos, con su capital, su energía y su a menos de 44.452.800 kg en el decenio de 1860 y unos 18 millones de ki
conocimiento para desarrollar un comercio muy lucrativo y obtener produc logramos en la década de 1840. Mientras la población británica dejaba de
tos necesarios para el funcionamiento de su avanzada civilización».* consumir las pocas tazas de café que todavía bebían para llenar sus teteras
L a civilización necesitaba ahora el elemento exótico. El desarrollo tec con el té de la India y Ceilán (Sri Lanka). los norteamericanos y alemanes
nológico dependía de materias primas que por razones climáticas o por los importaban café en cantidades cada vez más espectaculares, sobre todo de
azares de la geología se encontraban exclusiva o muy abundantemente en América Latina. En los primeros años del decenio de 1900, las familias neo
lugares remotos. E l motor de combustión interna, producto típico del perío yorquinas consumían medio kilo de café a la semana. Los productores cuá
d o que estudiamos, necesitaba petróleo y caucho. El petróleo procedía casi queros de bebidas y de chocolate británicos, felices de vender refrescos no
en su totalidad de los Estados U nidos y de Europa (d e Rusia y, en mucho alcohólicos, obtenían su materia prima del Á frica occidental y de Suraméri
menor medida, de Rum ania), pero los pozos petrolíferos del Oriente M edio ca. L os astutos hombres de negocios de Boston, que fundaron la United Fruit
cran ya objeto de un intenso enfrentamiento y negociación diplomáticos. El Company en 1885, crearon imperios privados en el Caribe para abastecer a
caucho era un producto exclusivamente tropical, que se extraía mediante la Norteamérica con los hasta entonces ignorados plátanos. L os productores de
terrible explotación de los nativos en las selvas del C on go y del Amazonas, jabón, que explotaron el mercado que demostró por primera vez en (oda su
blanco de las primeras y justificadas protestas antiimperialistas. M ás ade plenitud las posibilidades de la nueva industria de la publicidad, buscaban
lante se cultivaría intensamente en Malaya. El estaño procedía de A sia y Sur aceites vegetales en África. L as plantaciones, explotaciones y granjas eran el
américa. U n a serie de metales no férricos que antes carecían de importancia segundo pilar de las economías imperiales. L os comerciantes y financieros
comenzaron a ser fundamentales para las aleaciones de acero que exigía la metropolitanos eran el tercero.
tecnología de alta velocidad. A lgunos de esos minerales se encontraban en Estos acontecimientos no cambiaron la form a y las características de los
grandes cantidades en el mundo desarrollado, ante todo en los Estados U n i países industrializados o en proceso de industrialización, aunque crearon
dos, pero no ocurría lo mismo con algunos otros. Las nuevas industrias del nuevas ramas de grandes negocios cuyos destinos corrían paralelos a los de
automóvil y eléctricas necesitaban imperiosamente uno de los metales más zonas determinadas del planeta, caso de las compañías petrolíferas. Pero
antiguos, el cobre. Sus principales reservas y, posteriormente, sus producto transformaron el resto del mundo, en la medida en que lo convirtieron en un
res más importantes se hallaban en lo que a finales del siglo x x se denomi com plejo de territorios coloniales y scmicoloniales que progresivamente se
naría como el tercer mundo: Chile, Perú, Zaire, Zam bia. Además, existía una convirtieron en productores especializados de uno o dos productos básicos
constante y nunca satisfecha demanda de metales preciosos que en este perío para exportarlos al mercado mundial, de cuya fortuna dependían por com
do convirtió a Suráfrica en el m ayor productor de oro del mundo, por no pleto. E l nombre de M alaya se identificó cada vez más con el caucho y el es
mencionar su riqueza de diamantes. L as minas fueron los grandes pioneros taño; el de Brasil, con el café; el de Chile, con los nitratos; el de Uruguay,
que abrieron el mundo al imperialismo, y fueron extraordinariamente eficaces con la carne, y el de Cuba, con el azúcar y los cigarros puros. D e hecho, si
porque sus beneficios cran lo bastante importantes com o para justificar tam exceptuamos a los Estados Unidos, ni siquiera las colonias de población
bién la construcción de ramales de ferrocarril. blanca se industrializaron (en esta etapa) porque también se vieron atrapadas
Completamente.aparte de las demandas de la nueva tecnología, el creci en la trampa de la especialización internacional. Alcanzaron una extraordina
miento del consumo de masas en los países metropolitanos significó la rápi ria prosperidad, incluso para los niveles europeos, especialmente cuan&o esta
da expansión del mercado de productos alimentarios. Po r lo que respecta al ban habitadas por emigrantes europeos libres y, en general, militantes, con
volumen, el mercado estaba dominado por los productos básicos de la zona fuerza política en asambleas elegidas, cuyo radicalismo democrático pódía ser
LA ER A D E L IM PERIO . 1875-1914 LA ER A D E L IMPERIO- 75
74
extraordinario, aunque no solía estar representada en ellas la población na fluencia. El análisis antiimperialista del imperialismo ha sugerido diferentes
tiva.* Probablemente, para el europeo deseoso de emigrar en la época impe argumentos que pueden explicar esa actitud. El más conocido de esos argu
rialista habría sido mejor dirigirse a Australia, N ueva Zelanda, Argentina o mentos. la presión del capital para encontrar inversiones más favorables que
Uruguay antes que a cualquier otro lugar, incluyendo los Estados Unidos. En las que se podían realizar en el interior del país, inversiones seguras que no
todos esos países se formaron partidos, e incluso gobiernos, obreros y radical- sufrieran la competencia del capital extranjero, es el menos convincente.
democráticos y ambiciosos sistemas de bienestar y seguridad social (N u eva D ado que las exportaciones británicas de capital se incrementaron vertigino
Zelanda, Uruguay) mucho antes que en Europa. Pero estos países eran com samente en el último tercio de la centuria y que los ingresos procedentes de
plementos de la economía industrial europea (fundamentalmente de la britá esas inversiones tenían una importancia capital para la balanza de pagos b ri
nica) y, por tanto, no les convenía — o en todo caso no les convenía a los in tánica, era totalmente natural relacionar el «nuevo im perialism o» con las e x
tereses abocados a la.exportación de materias primas— sufrir un proceso de portaciones de capital, como lo hizo J. A . Hobson. Pero no puede negarse
industrialización. Tampoco las metrópolis habrían visto con buenos ojos ese que sólo una muy pequeña parte de ese flujo masivo de capitales acudía a los
proceso. Sea cual fuere la retórica oficial, la función de las colonias y de Las nuevos imperios coloniales: la mayor parte de las inversiones británicas en el
dependencias no formales era la de complementar las economías de las me exterior se dirigían a las colonias en rápida expansión y por lo general de po
blación blanca, que pronto serían reconocidas como territorios virtualmente
trópolis y no la de competir con ellas.
Los territorios dependientes que no pertenecían a lo que se ha llamado independientes (Canadá, Australia, N ueva Zelanda. Suráfrica), y a lo que
«capitalismo colonizador»6 (blanco) no tuvieron tanto éxito. Su interés eco podríamos llamar territorios coloniales «honoríficos» como Argentina y U ru
nómico residía en la combinación de recursos con una mano de obra que por guay, por no mencionar los Estados Unidos. Adem ás, una paite importante
estar formada por «n ativo s» tenía un coste m uy bajo y era barata. Sin em de esas inversiones (el 76 por 100 en 1913) se realizaba en forma de présta
bargo, las oligarquías de terratenientes y comerciantes — locales, importados mos públicos a compañías de ferrocarriles y servicios públicos que repor
de Europa o ambas cosas a un tiempo— y, donde existían, sus gobiernos, taban rentas más elevadas que las inversiones en la deuda pública británica
se beneficiaron del dilatado período de expansión secular de los productos de — un promedio de un 5 por 100 frente al 3 por 100— , pero cran también me
exportación de su región, interrumpida únicamente por algunas crisis efíme nos lucrativas que los beneficios del capital industrial en el Reino Unido, na
ras, aunque en ocasiones (com o en Argentina en 1890) graves, producidas turalmente excepto para los banqueros que organizaban esas inversiones. Se
por los ciclos comerciales, p o r una excesiva especulación, por la guerra y por suponía que eran inversiones seguras, aunque no produjeran un elevado ren
la paz. N o obstante, en tanto que la primera guerra mundial perturbó algunos dimiento. Eso no significaba que no se adquirieran colonias porque un grupo
de sus mercados, los productores dependientes quedaron al margen de ella. de inversores no esperaba obtener un gran éxito financiero o en defensa de
Desde su punto de vista, la era imperialista, que comenzó a finales del si inversiones ya realizadas. C on independencia de la ideología, la causa de la
guerra de los bóers fue el oro.
glo x ix , se prolongó hasta la gran crisis de 1929-1933. D e cualquier forma,
se mostraron cada vez más vulnerables en el curso de este período, por cuanto U n argumento general de más peso para la expansión colonial era la bús
su fortuna dependía cada vez más del precio del café (q ue en 1914 consti queda de mercados. N ada importa que esos proyectos se vieran muchas ve
tuía ya el 58 por 100 del valor de las exportaciones de Brasil y el 53 por 100 ces frustrados. L a convicción de que el problema de la «superproducción»
de las colombianas), del caucho y del estaño, del cacao, del buey o de la del período de la gran depresión podía solucionarse a través de un gran im
lana. Pero hasta la caída vertical de los precios de las materias primas du pulso exportador era compartida por muchos. Los hombres de negocios, in
rante el crash de 1929, esa vulnerabilidad no parecía tener mucha importan clinados siempre a llenar los espacios vacíos del mapa del comercio mundial
cia a largo plazo, por comparación con la expansión aparentemente ilimitada con grandes números de clientes potenciales, dirigían su mirada, natural
de las exportaciones y los créditos. A l contrario, com o hemos visto, hasta mente, a las zonas sin explotar: China era una de esas zonas que captaban la
1914 las relaciones de intercambio parecían favorecer a los productores de imaginación de los vendedores — ¿qué ocurriría si cada uno de los trescientos
millones de seres que vivían en ese país comprara tan sólo una caja de cla
materias primas.
Sin embargo, la importancia económica creciente de esas zonas para la vos?— , mientras que Á frica, el continente desconocido, era otra. Las cáma
economía mundial no explica por qué los principales estados industriales ini ras de comercio de diferentes ciudades británicas se conmocionaron en los
ciaron una rápida carrera para dividir el mundo en colonias y esferas de in difíciles años de la década de 1880 ante la posibilidad de que las negocia
ciones diplomáticas pudieran excluir a sus comerciantes del acceso a la cuen
ca del Congo, que se pensaba que ofrecía perspectivas inmejorables para la
* De hccho, la democracia blanca los excluyó, generalmente, de los beneficios que habían venta, tanto más cuanto que esc territorio estaba siendo explotado como un
conseguido los hombres de raza blanca, o incluso se negaba a considerarlos como seres plena-
negocio provechoso p o r ese hom bre de negocios con corona que era el rey
mente humanos. *
L A E R A D E L IM PERIO 77
ÍMPERtO: ¡875-1914
Í S l S e Í & ( S ú - ^ s i e m á preferido de explotación utilizando de estatus, con independencia de su valor real. H acia 1900 incluso los Esta
^ ^ ^ ^ ^ ar¿Iirigido a impulsar importantes compras per dos Unidos, cuya política imperialista nunca se ha asociado, antes o después
que disminuyera el número de posibles de ese período, con la posesión de colonias formales, se sintieron obligados
..... -tirr-ir1— --T-.?riS a^rtiglt v la masacre.) a seguir la m oda del momento. Por su parte, A lem ania se sintió profunda
fundamental de la situación economica general era el he- mente ofendida por el hecho de que una nación tan poderosa y dinámica po
economías desarrolladas experimentaban de forma seyera muchas menos posesiones coloniales que los británicos y los france
."necesidad de encontrar nuevos mercados. Cuando eran ses, aunque sus colonias cran de escaso interés económico y de un interés
^ ^ f e ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ c Í o | í t ¿ m e n t c fuertes, su ideal era el de « l a puerta abierta» en los mer- estratégico mucho menor aún. Italia insistió en ocupar extensiones muy poco
■ mundo subdesarrollado, pero cuando carecían de la fuerza nece-
atractivas del desierto y de las montañas africanas para reforzar su posición
^ ^ l ^ ^ ^ ^ ^ p ^ ^ í u í i n i e n t a b a n conseguir territorios cuya propiedad situara a las empresas de gran potencia, y su fracaso en la conquista de Etiopía en 1896 debilitó, sin
: V nacionales en una posición de m onopolio o, cuando menos, les diera una duda, esa posición.
ventaja sustancial. L a consecuencia lógica fue el reparto de las zonas no ocu- En efecto, si las grandes potencias eran estados que tenían colonias, los
í,t;: ; padas del tercer mundo. E n cierta forma, esto fue una ampliación del protec- pequeños países, por así decirio, «n o tenían derecho a ellas». España perdió
cionismo que fue ganando fuerza a partir de 1879 (véase el capítulo anterior), la mayor parte de lo que quedaba de su imperio colonial en la guerra contra
í^; • « S i no fueran tan tenazmente proteccionistas — le dijo el primer ministro los Estados Unidos de 1898. C om o hemos visto, se discutieron seriamente
británico al em bajador francés en 1897— , no nos encontrarían tan deseosos diversos planes para repartirse los restos del imperio africano de Portugal en
de anexionamos territorios.»8 D esde este prisma, «e l imperialismo» era la tre las nuevas potencias coloniales. S ó lo los holandeses conservaron discre
consecuencia natural de una economía internacional basada en la rivalidad de tamente sus ricas y antiguas colonias (situadas principalmente en el sureste
varias economías industriales competidoras, hecho al que se sumaban las pre asiático) y, com o ya dijimos, al monarca belga se le permitió hacerse con su
siones económicas del decenio de 1880. Ello no quiere decir que se esperara dominio privado en Á frica a condición de que permitiera que fuera accesible
que una colonia en concreto se conviniera en El Dorado, aunque esto es lo que a todos los demás países, porque ninguna gran potencia estaba dispuesta a
ocurrió en Suráfrica, que pasó a ser el mayor productor de oro del mundo. Las dar a otras una parte importante de la gran cuenca del río Congo. Natural
{
n í¡ colonias podían constituir simplemente bases adecuadas o puntos avanzados mente, habría que añadir que hubo grandes zonas de A sia y del continente
para la penetración económica regional. A s í lo expresó claramente un funcio americano donde por razones políticas era imposible que las potencias euro
nario del Departamento de Estado de los Estados Unidos en los inicios del peas pudieran repartirse zonas extensas de territorio. Tanto en Am érica del
Ú \ nuevo siglo cuando en los Estados Unidos, siguiendo la moda internacional, N orte com o del Sur, las colonias europeas supervivientes se vieron inm o
1 f hicieron un breve intento por conseguir su propio imperio colonial. vilizadas com o consecuencia de la doctrina M onroe: sólo Estados Unidos
Í
En este punto resulta difícil separar los motivos económicos para adqui tenía libertad de acción. En la mayor parte de Asia, la lucha se centró en con
rir territorios coloniales de la acción política necesaria para conseguirlo, por seguir esferas de influencia en una serie de estados nominalmente indepen
}:¡ cuanto el proteccionismo de cualquier tipo no es otra cosa que la operación dientes. sobre todo en China, Persia y el imperio otomano. Excepciones a esa
de la economía con la ayuda de la política. L a motivación estratégica para la norma fueron Rusia y Japón. L a primera consiguió ampliar sus posesiones en
colonización era especialmente fuerte en el Reino Unido, con colonias muy el A s ia central, pero fracasó en su intento de anexionarse diversos territorios
antiguas perfectamente situadas para controlar el acceso a diferentes regiones en el norte de China. El segundo consiguió Corea y Formosa (Taiw an) en el
terrestres y marítimas que se consideraban vitales para los intereses comer curso de una guerra con China en 1894-1895. A s í pues, en la práctica, Á fri
ciales y marítimos británicos en el mundo, o que, con el desarrollo del bar ca y Oceanía fueron las principales zonas donde se centró la competencia por
co de vapor, podían convertirse en puertos de aprovisionamiento de carbón. conseguir nuevos territorios.
(Gibraltar y M alta eran ejemplos del primer caso, mientras que las Bermudas En definitiva, algunos historiadores han intentado explicar el imperialismo
y A dén lo son del segundo.) Existía también el significado simbólico o real teniendo en cuenta factores fundamentalmente estratégicos. Han pretendido
para los ladrones de conseguir una p ane adecuada del botín. Una vez que las explicar la expansión británica en Á frica como consecuencia de la necesidad
potencias rivales comenzaron a dividirse el mapa de Á frica u Oceanía, cada de defender de posibles amenazas las rutas hacia la India y sus glacis maríti
una de ellas intentó evitar que una porción excesiva (un fragmento especial mos y terrestres. Es importante recordar que, desde un punto de vista global,
mente atractivo) pudiera ir a parar a manos de los demás. Así, una vez que la India era el núcleo central de la estrategia británica, y que esa estrategia
el estatus de gran potencia se asoció con el hecho de hacer ondear la bandera exigía un control no sólo sobre las rutas marítimas cortas hacia el subconti-
sobre una playa limitada por palmeras (o , más frecuentemente, sobre exten nente (Egipto, Oriente M edio, el mar Rojo, el golfo Pérsico y el sur de A ra
siones de maleza seca), la adquisición de colonias se convirtió en un símbolo bia) y las rutas marítimas largas (el cabo de Buena Esperanza y Singapur),
LA ER A D E L IM PERIO . 1875-191 <4 L A E R A D E L IM PERIO 79
78
sino también sobre todo el océano índico, incluyendo sectores de la costa primacía de la política interior». Probablemente, la versión del imperialismo
africana y su traspaís. Los gobiernos británicos eran perfectamente conscien social de Cecil Rhodes, en la que el aspecto fundamental eran los beneficios
tes de ello. También es cierto que la desintegración del poder local en algunas económicos que una política imperialista podía suponer, de forma directa o
zonas esenciales para conseguir esos objetivos, como E gipto (incluyendo indirecta, para las masas descontentas, sea la menos relevante. N o poseemos
Sudán), impulsaron a los británicos a protagonizar una presencia política pruebas de que la conquista colonial tuviera una gran influencia sobre el em
directa mucho mayor de lo que habían pensado en un principio, llegando pleo o sobre los salarios reales de la mayor parte de los trabajadores en los
incluso hasta el gobierno de hecho. Pero estos argumentos no eximen de un países metropolitanos,* y la idea de que la emigración a las colonias podía
análisis económico del imperialismo. En primer lugar, subestiman el incen ser una válvula de seguridad en los países superpoblados era poco más que
tivo económico presente en la ocupación de algunos territorios africanos, una fantasía demagógica. (D e hecho, nunca fue más fácil encontrar un lugar
siendo en este sentido el caso más claro el de Suráfrica. En cualquier caso, para emigrar que en el período 1880-1914, y sólo una pequeña minoría de
los enfrentamientos por el Á frica occidental y el C on go tuvieron causas fun emigrantes acudía a las colonias, o necesitaba hacerlo.)
damentalmente económicas. En segundo lugar, ignoran el hecho de que la M ucho más relevante nos parece la práctica habitual de ofrecer a los vo
India era la «jo y a más radiante de la corona im perial» y la pieza esencial tantes gloria en lugar de reformas costosas, y ¿qué podía ser más glorioso que
de la estrategia británica global, precisamente por su gran importancia para las conquistas de territorios exóticos y razas de piel oscura, cuando además
la economía británica. Esa importancia nunca fue mayor que en este período, esas conquistas se conseguían con tan escaso coste? D e forma más general, el
cuando el 60 por 100 de las exportaciones británicas de algodón iban a pa imperialismo estimuló a las masas, y en especial a los elementos potencial-
rar a la India y al Lejano Oriente, zona hacia la cual la India era la puerta mente descontentos, a identificarse con el estado y la nación imperial, dando
de acceso — el 40-45 por 100 de las exportaciones las absorbía la India— , así. de forma inconsciente, justificación y legitimidad al sistema social y po
y cuando la balanza de pagos del Reino U nido dependía para su equilibrio lítico representado por ese estado. En una era de política de masas (véase el
de los pagos de la India. En tercer lugar, la desintegración de gobiernos in capítulo siguiente) incluso los viejos sistemas exigían una nueva legitimidad.
dígenas locales, que en ocasiones llevó a los europeos a establecer el control También sobre este punto los contemporáneos eran totalmente claros. En 1902
directo sobre unas zonas que anteriormente no se habían ocupado de admi se elogió la ceremonia de coronación británica, cuidadosamente modificada,
nistrar, se debió al hecho de que las estructuras locales se habían visto soca porque estaba dirigida a expresar «e l reconocimiento, por una democracia
vadas por la penetración económica. Finalmente, no se sostiene el intento de libre, de una corona hereditaria, com o símbolo del dominio universal de su
demostrar que no hay nada en el desarrollo interno del capitalismo occidental raza» (la cursiva es m ía).10 En resumen, el imperialismo ayudaba a crear un
en el decenio de 1880 que explique la redivisión territorial del mundo, pues buen cemento ideológico.
el capitalismo mundial era muy diferente en ese período del del decenio Es difícil precisar hasta qué punto era efectiva esta variante específica de
de 1860. Estaba constituido ahora por una pluralidad de «economías nacio exaltación patriótica, sobre todo en aquellos países donde el liberalismo y la
nales» rivales, que se «protegían» unas de otras. En definitiva, es imposible izquierda más radical habían desarrollado fuertes sentimientos antiimperia
separar la política y la economía en una sociedad capitalista, como lo es se listas, antimilitaristas, anticoloniales o, de forma más general, antiaristocráti
parar la religión y la sociedad en una comunidad islámica. L a pretensión de cos. Sin duda, en algunos países el imperialismo alcanzó una gran populari
explicar «e l nuevo imperialismo» desde una óptica no económica es tan poco dad entre las nuevas clases medias y de trabajadores administrativos, cuya
realista como el intento de explicar la aparición de los partidos obreros sin identidad social descansaba en la pretensión de ser los vehículos elegidos del
tener en cuenta para nada los factores económicos. patriotismo (véase infra, capítulo 8). Es mucho menos evidente que los tra
D e hecho, la aparición de los movimientos obreros o, de forma más ge bajadores sintieran ningún tipo de entusiasmo espontáneo por las conquistas
nera], de la política democrática (véase el capítulo siguiente) tuvo una clara coloniales, por las guerras, o cualquier interés en las colonias, ya fueran nue
influencia sobre el desarrollo del «nuevo imperialismo». Desde que el gran vas o antiguas (excepto las de colonización blanca). L o s intentos de insti
imperialista Cecil Rhodes afirmara en 1895 que si se quiere evitar la guerra tucionalizar un sentimiento de orgullo por el imperialismo, por ejemplo crean
civil hay que convertirse en imperialista,9 muchos observadores han tenido en do un «d ía del im perio» en el Reino Unido (1902), dependían para conseguir
cuenta la existencia del llamado «imperialismo social», es decir, el intento de
utilizar la expansión imperial para amortiguar el descontento interno a través * En algunos casos el imperialismo podía ser útil. Los mineros de Comualles abandona
de mejoras económicas o reformas sociales, o de otra forma. Sin duda nin ron masivamente las minas de estaño de su península, ya en decadencia, y se trasladaron a las
minas de oro de Suráfrica. donde ganaron mucho dinero y donde morían incluso a una edad más
guna, todos los políticos cran perfectamente conscientes de los beneficios
temprana de lo habitual como consecuencia de las enfermedades pulmonares. Los propietarios
potenciales del imperialismo. En algunos casos, ante todo en Alemania, se ha de minas de Comualles compraron nuevas minas de estaño en Malaya con menor riesgo para
apuntado como razón fundamental para el desarrollo del imperialismo «la sus vidas.
80 L A E R A D E L IM PER IO . 1875-1914
LA ER A D E L IM PER IO 81
minaron la política de «C alifornia B lan ca» y «Australia B lan ca» entre 1880
y 1914, fueron ejercidas sobre todo por las clases obreras, y los sindicatos II
del Lancashirc se unieron a los empresarios del algodón de esa misma región
en su insistencia en que se mantuviera a la India al margen de la industriali Quedan todavía por responder las cuestiones sobre el impacto de la ex
zación. En la esfera internacional, el socialismo fue hasta 1914 un movimien pansión occidental (y japonesa a partir de 1890) en el resto del mundo y so
to de europeos y emigrantes blancos o de los descendientes de éstos (véase bre el significado de los aspectos «im perialistas» del imperialismo para los
infra, capítulo 5). El colonialismo era para ellos una cuestión marginal. En países metropolitanos.
efecto, su análisis y su definición de la nueva fase «im perialista» del capita Es más fácil contestar a la primera de esas cuestiones que a la segunda. El
lismo, que detectaron a finales de la década de 1890, consideraba correcta impacto económico del imperialismo fue importante, pero lo más dcsiacable
mente la anexión y la explotación coloniales com o un simple síntoma y una es que resultó profundamente desigual, por cuanto las relaciones entre las me
característica de esa nueva fase, indeseable como todas sus características, trópolis y sus colonias eran muy asimétricas. El impacto de las primeras so
pero no fundamental. Eran pocos los socialistas que, como Lenin. centraban bre las segundas fue fundamental y decisivo, incluso aunque no se produjera
ya su atención en el «material inflam able» de la periferia del capitalismo la ocupación real, mientras que el de las colonias sobre las metrópolis tuvo es
mundial. casa significación y pocas veces fue un asunto de vida o muérte. Q ue Cuba
El análisis socialista (es decir, básicamente marxista) del imperialismo, mantuviera su posición o la perdiera dependía del precio del azúcar y de la
que integraba el colonialismo en un concepto mucho más amplio de una disposición de los Estados Unidos a importarlo, pero incluso países «desarro
«nueva fase» del capitalismo, era correcto en principio, aunque no necesa llados» muy pequeños — Suecia, por ejemplo— no habrían sufrido graves in
riamente en los detalles de su modelo teórico. Asim ism o, era un análisis que convenientes si todo el azúcar del Caribe hubiera desaparecido súbitamente
en ocasiones tendía a exagerar, com o lo hacían los capitalistas contemporá del mercado, porque no dependían exclusivamente de esa región para su con
neos. la importancia económica de la expansión colonial para los países me sumo de este producto. Prácticamente todas las importaciones y exportaciones
tropolitanos. Desde luego, el imperialismo de los últimos años del siglo xix de cualquier zona del África subsahariana procedían o se dirigían a un nú
era un fenómeno «n u ev o ». Era el producto de una época de competitividad mero reducido de metrópolis occidentales, pero el comercio metropolitano
entre economías nacionales capitalistas e industriales rivales que era nueva con África, A sia y Oceanía siguió siendo muy poco importante, aunque
y que se vio intensificada por las presiones para asegurar y salvaguardar se incrementó en una modesta cuantía entre 1870 y 1914. El 80 por 100 del
mercados en un periodo de incertidumbre económica (véase supra, capítu comercio europeo, tanto por lo que respecta a las importaciones como a las ex
lo 2); en resumen, era un periodo en que «las tarifas proteccionistas y la ex portaciones. se realizó, en el siglo xix, con otros países desarrollados y lo mis
pansión eran la exigencia que planteaban las clases dirigentes».'4 Formaba mo puede decirse sobre las inversiones europeas en el extranjero.15 Cuando esas
pane de un proceso de alejamiento de un capitalismo basado en la práctica inversiones se dirigían a ultramar, iban a parar a un número reducido de eco
privada y pública del laissez-faire, que también era nuevo, e im plicaba la nomías en rápido desarrollo con población de origen europeo — Canadá, A us
aparición de grandes corporaciones y oligopolios y la intervención cada vez tralia, Suráfrica, Argentina, etc.— , así como, naturalmente, a los Estados U n i
más intensa del estado en los asuntos económicos. Correspondía a un mo dos. En este sentido, la época del imperialismo adquiere una tonalidad muy
mento en que las zonas periféricas de la economía global cran cada vez más distinta cuando se contempla desde Nicaragua o M alaya que cuando se consi
importantes. Era un fenómeno que parecía tan «natural» en 1900 com o in dera desde el punto de vista de Alemania o Francia.
verosímil habría sido considerado en 1860. A no ser por esa vinculación Evidentemente, de todos los países metropolitanos donde el imperialismo
entre el capitalismo posterior a 1873 y la expansión en el mundo no indus tuvo más importancia fue en el Reino Unido, porque la supremacía económi
trializado, cabe dudar de que incluso el «im perialism o social» hubiera de ca de este país siempre había dependido de su relación especial con los mer
sempeñado el papel que ju gó en la política interna de los estados, que vivían cados y fuentes de materias primas de ultramar. D e hecho, se puede afirmar
el proceso de adaptación a la política electoral de masas. Todos los intentos que desde que comenzara la revolución industrial, las industrias británicas
de separar la explicación del imperialismo de los acontecimientos específi nunca habían sido muy competitivas en los mercados de las economías
cos del capitalismo en las postrimerías del siglo x ix han de ser considera en proceso de industrialización, salvo quizá durante las décadas doradas de
dos com o meros ejercicios ideológicos, aunque muchas veces cultos y en 1850-1870. En consecuencia, para la economía británica era de todo punto
ocasiones agudos. esencial preservar en Li mayor medida posible su acceso privilegiado al mun
do no europeo.14 L o cierto es que en los años finales del siglo x ix alcanzó un
gran éxito en el logro de esos objetivos, ampliando la zona del mundo que de
una forma oficial o real se hallaba bajo la férula de la monarquía británica.
84 LA ER A D EL IM PER IO . 1875-1914
LA ER A D E L IM PER IO
hasta una cuarta parte de la superficie del planeta (que en los atlas británicos
se coloreaba orgullosamentc de rojo). Si incluimos el imperio informal, cons
tituido por estados independientes que, en realidad, eran economías satélites D e hecho, si hacemos balance de los años buenos y malos, lo cierto es que
los capitalistas británicos salieron bastante bien parados en sus actividades en
del Reino Unido, aproximadamente una tercera parte del globo era británica
el imperio informal o «lib re ». Prácticamente, la mitad de todo el capital pú
en un sentido económico y, desde luego, cultural. En efecto, el Reino Unido
blico a largo plazo emitido en 1914 se hallaba en Canadá, Australia y Am éri
exportó incluso a Portugal la forma peculiar de sus buzones de correos, y a
ca Latina. M ás de la mitad del ahorro británico se invirtió en el extranjero a
Buenos Aires una institución tan típicamente británica com o los almacenes partir de 1900.
Harrods. Pero en 1914, otras potencias se habían comenzado a infiltrar ya en
esa zona de influencia indirecta, sobre todo en Am érica Latina. Naturalmente, el Reino U nid o consiguió su parcela propia en las nuevas
Ahora bien, esa brillante operación defensiva no tenía mucho que ver con regiones colonizadas del mundo y. dada la fuerza y la experiencia británicas,
la «nueva» expansión imperialista, excepto en el caso de los diamantes y el fue probablemente una parcela más extensa y más valiosa que la de ningún
oro de Suráfrica. Éstos dieron lugar a la aparición de una serie de millonarios, otro estado. Si Francia ocupó la mayor pane del Á frica occidental, las cua
casi todos ellos alemanes — los Wemhcr. Beit, Eckstein, etc.— , la mayor par- tro colonias británicas de esa zona controlaban «la s poblaciones africanas
. te de los cuales se incorporaron rápidamente a la alta sociedad británica, muy más densas, las capacidades productivas mayores y tenían la preponderancia
receptiva al dinero cuando se distribuía en cantidades lo suficientemente im del com ercio».17 Sin embargo, el objetivo británico no era la expansión, sino
portantes. Desembocó también en el más grave de los conflictos coloniales, la la defensa frente a otros, atrincherándose en territorios que hasta entonces,
guerra surafricana de 1899-1902, que acabó con la resistencia de dos peque como ocurría en la mayor parte del mundo de ultramar, habían sido domina
ñas repúblicas de colonos campesinos blancos. dos por el comercio y el capital británicos.
En gran medida, el éxito del Reino Unido en ultramar fue consecuencia ¿Puede decirse que las demás potencias obtuvieron un beneficio similar de
de la explotación más sistemática de las posesiones británicas ya existentes o de su expansión colonial? E s imposible responder a este interrogante porque la
la posición especial del país como principal importador e inversor en zonas colonización formal sólo fue un aspecto de la expansión y la competitividad
tales como Suramérica. Con la excepción de la India. Egipto y Suráfrica, la económica globales y, en el caso de las dos potencias industriales más impor
actividad económica británica se centraba en países que cran prácticamente in tantes. Alem ania y los Estados Unidos, no fue un aspecto fundamental. A de
dependientes, como los dominions blancos o zonas como los Estados Unidos más, com o ya hemos vasto, sólo para el Reino U nido y, tal vez también, para
y América Latina, donde las iniciativas británicas no fueron desarrolladas los Países Bajos, era crucial desde el punto de vista económico mantener una
— no podían serlo— con eficacia. A pesar de las quejas de la Corporation o f relación especial con el mundo no industrializado. Podemos establecer algu
Foreign Bondholders (creada durante la gran depresión) cuando tuvo que ha nas conclusiones con cierta seguridad. En primer lugar, el impulso colonial
cer frente a la práctica, habitual en los países latinos, de suspensión de la parece haber sido más fuerte en los países metropolitanos menos dinámicos
amortización de la deuda o de su amortización en moneda devaluada, el go desde el punto de vista económico, donde hasta cieno punto constituían una
bierno no apoyó eficazmente a sus inversores en Am érica Latina porque no compensación potencial para su inferioridad económica y política frente a sus
podía hacerlo. La gran depresión fue una prueba fundamental en este sentido, rivales, y en el caso de Francia, de su inferioridad demográfica y militar. En
porque, al igual que otras depresiones mundiales posteriores (entre las que hay segundo lugar, en todos los casos existían grupos económicos concretos — en
que incluir las de las décadas de 1970 y 1980), desembocó en una gran crisis tre los que destacan los asociados con el comercio y las industrias de ultramar
de deuda extema internacional que hizo correr un gran riesgo a los bancos de que utilizaban materias primas procedentes de las colonias— que ejercían una
la metrópoli. Todo lo que el gobierno británico pudo hacer fue conseguir sal fuerte presión en pro de la expansión colonial, que justificaban, naturalmente,
var de la insolvencia al Banco Baring en la «crisis B a rin g » de 1890, cuando por las perspectivas de los beneficios para la nación. En tercer lugar, mientras
ese banco se había aventurado — como lo seguirán haciendo los bancos en el que algunos de esos grupos obtuvieron importantes beneficios de esa expan
futuro— demasiado alegremente en medio de la vorágine de las morosas fi sión — la Compagnie Fran<;aise de 1’A frique Occidentale, le pagó dividendos
nanzas argentinas. Si apoyó a los inversores con la diplomacia de la fuerza, del 26 por 100 en 1913— la mayor parte de las nuevas colonias atrajeron es
como comenzó a hacerlo cada vez más frecuentemente a partir de 1905, era casos capitales y sus resultados económicos fueron mediocres.* En resumen,
para apoyarlos frente a los hombres de negocios de otros países respaldados
por sus gobiernos, más que frente a los gobiernos del mundo dependiente.* mente este cuadro. Por supuesto, el gobierno y los capitalistas británicos, obligados a elegir en
tre partidos o estados locales que favorecían los intereses económicos británicos y aquellos que
se mostraban hostiles a éstos, apoyaban a quienes favorecían los beneficios británicos: Chile
* Pueden citan* algunos ejemplos de enfrentamientos armados por motivos económicos contra Peni en la «guerra del Pacífico» (1879-1882), los enemigos del presidente Balmaccda en
-com o en Venezuela. Guatemala. Haití. Honduras y México— , pero que no alteran sustancial- Chile en 1891. La materia en disputa eran los nitratos.
• Francia no consiguió ni siquiera integrar sus nuevas colonias totalmente en un sistema
proteccionista, aunque en 1913 el 55 por 100 de las transacciones comerciales del imperio fran-
86 LA E R A D E L IM PER IO . 1875-1914 L A E R A D E L IM PER IO 87
el nuevo colonialismo fue una consecuencia de una era de rivalidad econó- que inspiraban a esas elites en la época del imperialismo se remontaban a los
mico-política entre economías nacionales competidoras, rivalidad intensifi años transcurridos entre la Revolución francesa y las décadas centrales del
cada por el proteccionismo. Ahora bien, en la medida en que ese comercio siglo xix, como cuando adoptaron el positivismo de August Com te (1798-
metropolitano con las colonias se incrementó en porcentaje respecto al 1857), doctrina modemizadora que inspiró a los gobiernos de Brasil y M éxico
comercio global, ese proteccionismo tuvo un éxito relativo. y a la temprana Revolución turca (véase infra, pp. 293-294 y 299-300). Las
Pero la era del imperio no fue sólo un fenómeno económico y político, elites que se resistían a Occidente siguieron occidental izándose, aun cuando
sino también cultural. La conquista del mundo por la minoría «desarrollada» se oponían a la occidentalización total, por razones de religión, moralidad,
transformó imágenes, ideas y aspiraciones, por la fuerza y por las institucio ideología o pragmatismo político. El santo Mahatma Gandhi, que vestía con
nes, mediante el ejemplo y mediante la transformación social. En los países un taparrabos y llevaba un huso en su mano (para desalentar la industriali
dependientes, esto apenas afectó a nadie excepto a las elites indígenas, aun zación), no sólo era apoyado y financiado por las fábricas mecanizadas de
que hay que recordar que en algunas zonas, com o en el Á frica subsahariana, algodón de A hm edabad,* sino que él mismo era un abogado que se había
fue el imperialismo, o el fenómeno asociado de las misiones cristianas, el educado en Occidente y que estaba influido por una ideología de origen occi
que creó la posibilidad de que aparecieran nuevas elites sociales sobre la base dental. Será imposible que comprendamos su figura si le vemos únicamente
de una educación a la manera occidental. La división entre estados africanos como un tradicionalista hindú.
«francófonos» y «anglófonos» que existe en la actualidad refleja con exacti D e hecho. Gandhi ilustra perfectamente el impacto específico de la época
tud la distribución de los imperios coloniales francés e inglés.* Excepto en del imperialismo. Nacido en el seno de una casta relativamente modesta de
África y Oceanía. donde las misiones cristianas aseguraron a veces conver comerciantes y prestamistas, no muy asociada hasta entonces con la elite oc-
siones masivas a la religión occidental, la gran masa de la población colonial cidcntalizada que administraba la India bajo la supervisión de los británicos,
apenas modificó su forma de vida cuando podía evitarlo. Y con gran disgus sin embargo adquirió una formación profesional y política en el Reino Unido.
to de los más inflexibles misioneros, lo que adoptaron los pueblos indígenas A finales del decenio de 1880 esta era una opción tan aceptada entre los j ó
no fue tanto la fe importada de Occidente como los elementos de esa fe que venes ambiciosos de su país, que el propio Gandhi comenzó a escribir una
tenían sentido para ellos en el contexto de su propio sistema de creencias e guía introductoria a la vida británica para los futuros estudiantes de modesta
instituciones o exigencias. A l igual que ocurrió con los depones que llevaron economía como él. Estaba escrita en un perfecto inglés y hacía recomenda
a las islas del Pacífico los entusiastas administradores coloniales británicos ciones sobre numerosos aspectos, desde el viaje a Londres en barco de vapor
(elegidos muy frecuentemente entre los representantes más fornidos de la cla y la forma de encontrar alojamiento hasta el sistema mediante el cual el hin
se media), la religión colonial aparecía ante el observador occidental como dú piadoso podía cumplir las exigencias alimentarias y, asimismo, sobre la
algo tan inesperado como un panido de criquet en Samoa. Esto era así in manera de acostumbrarse al sorprendente hábito occidental de afeitarse uno
cluso cuando los fieles seguían nominalmente la onodoxia de su fe. Pero mismo en lugar de acudir al barbero.1’ Gandhi no asimilaba todo lo británico,
también pudieron desarrollar sus propias versiones de la fe, sobre todo en Sur- pero tampoco lo rechazaba por principio. A l igual que han hecho desde en
áfrica — la región de África donde realmente se produjeron conversiones en tonces muchos pioneros de la liberación colonial, durante su estancia tempo
masa— , donde un «movimiento etíope» se escindió de las misiones ya en 1892 ral en la metrópoli se integró en círculos occidentales afines desde el punto de
para crear una forma de cristianismo menos identificada con la población vista ideológico: en su caso, los vegetarianos británicos, de quienes sin duda
blanca. se puede pensar que favorecían también otras causas «progresistas».
Así pues, lo que el imperialismo llevó a las elites potenciales del mundo Gandhi aprendió su técnica característica de movilización de las masas
dependiente fue fundamentalmente la «occidentalización». Por supuesto, ya tradicionales para conseguir objetivos no tradicionales por medio de la resis
había comenzado a hacerlo mucho antes. Todos los gobiernos y elites de los tencia pasiva, en un medio creado por el «nuevo imperialismo». Com o no po
países que se enfrentaron con el problema de la dependencia o la conquista día ser de otra forma, era una fusión de elementos orientales y occidentales,
vieron claramente que tenían que occidentalizarsc si no querían quedarse pues Gandhi no ocultaba su deuda intelectual con John Ruskin y Tolstoi.
atrás (véase La era del capital, capítulos 7, 8 y 11). Además, las ideologías (Antes del decenio de 1880 habría sido impensable la fcnilización de las
flores políticas de la India con polen llegado desde Rusia, pero ese fenóm e
no era ya corriente en la India en la primera década del nuevo siglo, como
cés se realizaban con la metrópoli. Francia ante la imposibilidad de romper los vínculos econó lo sería luego entre los radicales chinos y japoneses.) En Suráfrica, país don-
micos establecidos de estas zonas con otras regiones y metrópolis, se ve£a obligada a conseguir
ana gran parte de los productos coloniales que necesitaba — caucho, pieles y cuero, madera tro
pical— a través de Hamburgo. Ambercs y Liverpool. * «¡A h — se afirma que exclamó una de esas patrocinadoras— . si Bapuji supiera to que
• Que. después de 1918, se repartieron las antiguas colonias alemanas. cuesta mantenerles en la pobreza!»
<9
88 LA ER A D E L IM PERIO . 1875-1914 L A ER A D EL IM PER IO 89
de se produjo un extraordinario desarrollo com o consecuencia de los dia ¿Qué decir acerca de la influencia que ejerció el mundo dependiente so
mantes y el oro, se form ó una importante comunidad de modestos inmi bre los dominadores? El exotismo había sido una consecuencia de la expan
grantes indios, y la discriminación racial en este nuevo escenario dio pie a sión europea desde el siglo xvi, aunque una serie de observadores filosóficos
una de las pocas situaciones en que grupos de indios que no pertenecían a de la época de la Ilustración habían considerado muchas veces a los países
la clite se mostraron dispuestos a la movilización política moderna. Gandhi extraños situados más allá de Europa y de los colonizadores europeos como
adquirió su experiencia política y destacó com o defensor de los derechos de una especie de barómetro moral de la civilización europea. Cuando se les ci
los indios en Suráfrica. Difícilmente podría haber hecho entonces eso mis vilizaba podían ilustrar las deficiencias institucionales de Occidente, como en
mo en la India, adonde finalmente regresó — aunque sólo después de que las Cartas persas de Montesquicu; cuando eso no ocurría podían ser tratados
estallara la guerra de 1914— para convertirse en la figura clave del movi como salvajes nobles cuyo comportamiento natural y admirable ilustraba la
miento nacional indio. corrupción de la sociedad civilizada. L a novedad del siglo xix consistió en el
En resumen, la era del imperio creó una serie de condiciones que deter hecho de que cada vez más y de forma más general se consideró a los pue
minaron la aparición de líderes antiimperialistas y, asimismo, las condiciones blos no europeos y a sus sociedades como inferiores, indeseables, débiles y
que, como veremos (capítulo 12), comenzaron a dar resonancia a sus voces. atrasados, incluso infantiles. Eran pueblos adecuados para la conquista o. al
Pero es un anacronismo y un error afirmar que la característica fundamental menos, para la conversión a los valores de la única civilización real, la que re
de la historia de los pueblos y regiones sometidos a la dominación y a la in presentaban los comerciantes, los misioneros y los ejércitos de hombres
fluencia de las metrópolis occidentales es la resistencia a Occidente. Es un armados, que se presentaban cargados de armas de fuego y de bebidas alco
anacronismo porque, con algunas excepciones que señalaremos más adelan hólicas. En cierto sentido, los valores de las sociedades tradicionales no occi
te, los movimientos antiimperialistas importantes comenzaron en la mayor dentales fueron perdiendo importancia para su supervivencia, en un momento
parte de los sitios con la primera guerra mundial y la Revolución rusa, y en que lo único importante eran la fuerza y la tecnología militar. ¿Acaso la
un error porque interpreta el texto del nacionalismo moderno — la indepen sofisticación del Pekín imperial pudo impedir que los bárbaros occidentales
dencia, la autodeterminación de los pueblos, la formación de estados terri quemaran y saquearan el Palacio de Verano más de una vez? ¿Sirvió la ele
toriales, etc. (véase infra, capítulo 6 )— en un registro histórico que no podía gancia cultural de la clite de la decadente capital mongol, tan bellamente des
contener todavía. D e hecho, fueron las elites occidentalizadas las primeras en crita en la obra de Satyajit Ray Los ajedrecistas, para impedir el avance de
entrar en contacto con esas ideas durante sus visitas a Occidente y a través los británicos? Para el europeo medio, esos pueblos pasaron a ser objeto de su
de las instituciones educativas formadas por Occidente, pues de allí era de desdén. L os únicos no europeos que les interesaban cran los soldados, con
donde procedían. L o s jóvenes estudiantes indios que regresaban del Reino preferencia aquellos que podían ser reclutados en sus propios ejércitos c o
U nido podían llevar consigo los eslóganes de M azzini y Garibaldi, pero por loniales (sijs, gurkas, beréberes de las montañas, afganos, beduinos). El im
el momento eran pocos los habitantes del Punjab, y mucho menos aún los de perio otomano alcanzó un temible prestigio porque, aunque estaba en deca
regiones tales com o el Sudán, que tenían la menor idea de lo que podían dencia. poseía una infantería que podía resistir a los ejércitos europeos. Japón
significar. comenzó a ser tratado en pie de igualdad cuando empezó a salir victorioso
En consecuencia, el legado cultural más importante del imperialismo fue en las guerras.
una educación de tipo occidental para minorías distintas: para los pocos afor Sin embargo, la densidad de la red de comunicaciones globales, la acce
tunados que llegaron a ser cultos y. por tanto, descubrieron, con o sin ayuda sibilidad de los otros países, ya fuera directa o indirectamente, intensificó la
de la conversión al cristianismo, el ambicioso camino que conducía hasta el confrontación y la m ezcla de los mundos occidental y exótico. Eran pocos
sacerdote, el profesor, el burócrata o el empleado. En algunas zonas se in los que conocían ambos mundos y se veían reflejados en ellos, aunque en la
cluían también quienes adoptaban una nueva profesión, com o soldados y po era imperialista su número se vio incrementado por aquellos escritores que
licías al servicio de los nuevos gobernantes, vestidos como ellos y adoptando deliberadamente decidieron convertirse en intermediarios entre ambos mun
sus ideas peculiares sobre el tiempo, el lugar y los hábitos domésticos. Natu dos: escritores o intelectuales que eran, por vocación y por profesión, mari
ralmente, se trataba de minorías de animadores y líderes, que es la razón por nos (com o Pierre Loti y, el más célebre de todos, Joseph Conrad). soldados
la que la era del imperialismo, breve incluso en el contexto de la vida huma y administradores (com o el orientalista Louis M assignon) o periodistas colo
na, ha tenido consecuencias tan duraderas. En efecto, es sorprendente que en niales (com o Rudyard Kipling). Pero lo exótico se integró cada vez más en
casi todos los lugares de Á frica la experiencia del colonialismo, desde la la educación cotidiana. Eso ocurrió, por ejemplo, en las celebérrimas nove
ocupación original hasta la formación de estados independientes, ocupe úni las juveniles de Karl M ay (1842-1912), cuyo héroe imaginario alemán reco
camente el discurrir de una vida humana; por ejemplo, la de sir Winston rría el salvaje Oeste y el Oriente islámico, con incursiones en el Á frica negra
Churchill (1874-1965). y en Am érica latina; en las novelas de misterio, que incluían entre los villa
90 LA ER A D EL IM PER IO . 1875-1914 L A ER A D EL IM PERIO 91
nos a orientales poderosos e inescrutables com o el doctor Fu Manchó, de Sax nes se inspiraron en ellas durante este período. Esto es cierto no sólo de aque
Rohmer: en las historias de las revistas escolares para los niños británicos, llas creaciones artísticas que se pensaba que representaban a civilizaciones
que incluían ahora a un rico hindú que hablaba el barroco inglés babu según sofisticadas, aunque fueran exóticas (com o el arte japonés, cuya influencia en
el estereotipo esperado. El exotismo podía llegar a ser incluso una parte oca los pintores franceses era notable), sino de las consideradas como «primitivas»
sional pero esperada de la experiencia cotidiana, como en el espectáculo de y, muy en especial, las de África y Oceanía. Sin duda, su «primitivismo» era
Búfalo Bill sobre el salvaje Oeste, con sus exóticos cowboys e indios, que su principal atracción, pero no puede negarse que las generaciones vanguar
conquistó Europa a partir de 1887, o en las cada vez más elaboradas «aldeas distas de los inicios del siglo x x enseñaron a los europeos a ver esas obras
coloniales», o en las exhibiciones de Jas grandes exposiciones internacionales. como arte — con frecuencia como un arte de gran altura— por derecho pro
Esas muestras de mundos extraños no eran de carácter documental, fuera cual pio, con independencia de sus orígenes.
fuere su intención. Eran ideológicas, por lo general reforzando el sentido de Hay que mencionar brevemente un aspecto final del imperialismo: su im
superioridad de lo «civilizado » sobre lo «prim itivo». Eran imperialistas tan pacto sobre las clases dirigentes y medias de los países metropolitanos. En
sólo porque, como muestran las novelas de Joseph Conrad, el vínculo central cieno sentido, el imperialismo dramatizó el triunfo de esas clases y de las so
entre los mundos de lo exótico y de lo cotidiano era la penetración formal o ciedades creadas a su imagen com o ningún otro factor podría haberlo hecho.
informal del tercer mundo por parte de los occidentales. Cuando la lengua co Un conjunto reducido de países, situados casi todos ellos en el noroeste de
loquial incorporaba, fundamentalmente a través de los diversos argots y. sobre Europa, dominaban el globo. Algunos imperialistas, con gran disgusto de los
todo, el de los ejércitos coloniales, palabras de la experiencia imperialista real, latinos y. más aún, de los eslavos, enfatizaban los peculiares méritos conquis
éstas reflejaban muy frecuentemente una visión negativa de sus súbditos. Los tadores de aquellos países de origen teutónico y sobre todo anglosajón que,
trabajadores italianos llamaban a los esquiroles crum iri (término que tomaron con independencia de sus rivalidades, se afirmaba que tenían una afinidad
de una tribu nortcafricana) y los políticos italianos llamaban a los regimientos entre sí, convicción que se refleja todavía en el respeto que Hitler mostraba
de dóciles votantes del sur, conducidos a las elecciones por los jefes locales, hacia el Reino Unido. Un puñado de hombres de las clases media y alta de
ascari (tropas coloniales nativas). L os caciques, jefes indios del imperio es esos países — funcionarios, administradores, hombres de negocios, ingenie
pañol en América, habían pasado a ser sinónimos de jefe político; los caids ros— ejercían ese dominio de forma efectiva. Hacia 1890, poco más de seis
(jefes indígenas nortcafricanos) proveyeron el término utilizado para designar mil funcionarios británicos gobernaban a casi trescientos millones de indios
a los jefes de las bandas de criminales en Francia. con la ayuda de algo más de setenta mil soldados europeos, la mayor parte
Pero había un aspecto más positivo de ese exotismo. Administradores y de los cuales cran, al igual que las tropas indígenas, mucho más numerosas,
soldados con aficiones intelectuales — los hombres de negocios se interesa mercenarios que en un número desproporcionadamente alto procedían de la
ban menos por esas cuestiones— meditaban profundamente sobre las dife tradicional reserva de soldados nativos coloniales, los irlandeses. Este es un
rencias existentes entre sus sociedades y las que gobernaban. Realizaron im caso extremo, pero de ninguna form a atípico. ¿Podría existir una prueba más
portantísimos estudios sobre esas sociedades, sobre todo en el imperio indio, contundente de superioridad?
y reflexiones teóricas que transformaron las ciencias sociales occidentales. A s í pues, el número de personas implicadas directamente en las activida
Esc trabajo era fruto, en gran medida, del gobierno colonial o intentaba con des imperialistas era relativamente reducido, pero su importancia simbólica
tribuir a él y se basaba en buena medida en un firme sentimiento de superio era extraordinaria. Cuando en 1899 circuló la noticia de que el escritor Rud-
ridad del conocimiento occidental sobre cualquier otro, con excepción tal vez yard Kipling, bardo del imperio indio, se moría de neumonía, no sólo expre
de la religión, terreno en que la superioridad, por ejemplo, del metodismo so saron sus condolencias los británicos y los norteamericanos — Kipling aca
bre el budismo no era obvia para los observadores imparcialcs. E l imperia baba de dedicar un poema a los Estados Unidos sobre « la carga del hombre
lismo hizo que aumentara notablemente el interés occidental hacia diferentes blanco», respecto a sus responsabilidades en las Filipinas— , sino que incluso
formas de espiritualidad derivadas de Oriente, o que se decía que derivaban el emperador de Alem ania envió un telegrama.11
de Oriente, e incluso en algunos casos se adoptó esa espiritualidad en O cci Pero el triunfo imperial planteó problemas e incertidumbres. Planteó pro
dente.10A pesar de todas las criticas que se han vertido sobre ellos en el perío blemas porque se hizo cada vez más insoluble la contradicción entre la for
do poscolonial, no se puede rechazar ese conjunto de estudios occidentales ma en que las clases dirigentes de la metrópoli gobernaban sus imperios y la
como un simple desdén arrogante de las culturas no europeas. Cuando me manera en que lo hacían con sus pueblos. C om o veremos, en las metrópolis
nos, los mejores de esos estudios analizaban con seriedad esas culturas, como se impuso, o estaba destinada a imponerse, la política del clcctoralismo de
algo que debía ser respetado y que podía aportar enseñanzas. En el terreno mocrático, com o parecía inevitable. En los imperios coloniales prevalecía la
artístico, en especial las artes visuales, las vanguardias occidentales trataban autocracia, basada en la combinación de la coacción física y la sumisión pa
de igual a igual a las culturas no occidentales. D e hecho, en muchas ocasio siva a una superioridad tan grande que parecía imposible de desafiar y, por
92 LA ER A D EL IM PER IO . 1875-1914 LA ER A D E L IM PER IO 93
tanto, legítima. Soldados y «procónsules» autodisciplinados, hombres aislados en tamaño y gloria a todos los imperios del pasado, pero que en otros aspec
con poderes absolutos sobre territorios extensos como reinos, gobernaban con tos se hallaba al borde de la decadencia. Pero incluso los tenaces y enérgicos
tinentes, mientras que en la metrópoli campaban a sus anchas las masas igno alemanes consideraban que el imperialismo iba de la mano de ese «estado
rantes e inferiores. ¿N o había acaso una lección que aprender ahí, una lección rentista» que no podía sino conducir a la decadencia. Dejemos que J. A . Hob-
en el sentido de La voluntad de dom inio de Nietzsche? son exprese esos temores en palabras: si se dividía China,
El imperialismo también suscitó incertidumbrcs. En primer lugar, en
frentó a una pequeña minoría de blancos — pues incluso la mayor parte de la mayor parte de la Europa occidental podría adquirir la apariencia y el ca
esa raza pertenecía al grupo de los destinados a la inferioridad, como adver rácter que ya tienen algunas zonas del sur de Inglaterra, la Riviera y las zonas
tía sin cesar la nueva disciplina de la eugenesia (véase infra, capítulo 10)— turísticas o residenciales de Italia o Suiza, pequeños núcleos de ricos aristó
cratas obteniendo dividendos y pensiones del Lejano Oriente, con un grupo
con las masas de los negros, los oscuros, tal vez sobre todo los amarillos, ese
algo más extenso de seguidores profesionales y comerciantes y un amplio con
«p eligro am arillo» contra el cual solicitó el emperador Guillermo II la unión
junto de sirvientes personales y de trabajadores del transporte y de las etapas
y la defensa de Occidente.22 ¿Podían durar esos imperios tan fácilmente
finales de producción de los bienes perecederos: todas las principales industrias
ganados, con una base tan estrecha, y gobernados de forma tan absurdamen habrían desaparecido, y los productos alimenticios y las manufacturas afluirían
te fácil gracias a la devoción de unos pocos y a la pasividad de los más? K i como un tributo de Africa y de Asia.14
pling, el m ayor — y tal vez el único— poeta del imperialismo, celebró el
gran momento del orgullo dem agógico imperial, las bodas de diamante de la Así, la belle époque de la burguesía lo desarmaría. L o s encantadores e
reina Victoria en 1897, con un recuerdo profético de la impermanencia de los inofensivos Eloi de la novela de H. G. W ells, que vivían una vida de gozo en
imperios: el sol. estarían a merced de los negros ntorlocks, de quienes dependían y con
tra los cuales estaban indefensos.2* «E uropa — escribió el economista alemán
Nuestros barcos, llamados desde tierras lejanas, se desvanecieron; Schulze-Gaevemitz— traspasará la carga del trabajo físico, primero la agri
El fuego se apaga sobre las dunas y los promontorios:
cultura y la minería, luego el trabajo más arduo de la industria, a las razas de
¡Y toda nuestra pompa de ayer
color y se contentará con el papel de rentista y de esta forma, tal vez, abrirá
es la misma de Nínive y Tiro!
el camino para la emancipación económica y, posteriormente, política de las
Juez de las Naciones, perdónanos con todo.
Para que no olvidemos, para que no olvidemos.*23 razas de c o lo r .»16
Estas eran las pesadillas que perturbaban el sueño de la belle époque. En
Pomp planeó la construcción de una nueva e ingente capital imperial para ellas los ensueños imperialistas se mezclaban con los temores de la dem o
la India en N ueva Delhi. ¿Fue Clemenceau el úniGO observador escéptico que cracia.
podía predecir que sería la última de una larga serie de capitales imperiales?
¿ Y era la vulnerabilidad del dominio global mucho mayor que la vulnerabi
lidad del gobierno doméstico sobre las masas de los blancos?
L a incertidumbre era de doble filo. En efecto, si el imperio (y el gobier
no de las clases dirigentes) era vulnerable ante sus súbditos, aunque tal vez
no todavía, no de forma inmediata, ¿no era más inmediatamente vulnerable
a la erosión desde dentro del deseo de gobernar, el deseo de mantener la lucha
darwinista por la supervivencia de los más aptos? ¿ N o ocurriría que la mis
ma riqueza y lujo que el poder y las empresas imperialistas habían produci
do debilitaran las fibras de esos músculos cuyos constantes esfuerzos eran
necesarios para mantenerlo? ¿N o conduciría el imperialismo al parasitismo
en el centro y al triunfo eventual de los bárbaros?
En ninguna parte suscitaban esos interrogantes un eco tan lúgubre como
en el más grande y más vulnerable de todos los imperios, aquel que superaba
* [Far-called, our navics melt away; / On dune and headland sinks thc fire: / Lo. ali our
pomp o f yesierday I Is onc with Nineveh and Tyrc! / Judge o f thc Nations. spare us ycí. / List
w e forget, les.! we forget.] „