Soraya

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Caso clínico

Soraya es una mujer de 32 años, la menor de dos hermanas, que vive sola y trabaja como auditora.
No tiene pareja y comenta no haber tenido ninguna relación estable («no le doy opción a que
surja, creo que tengo miedo»). Responsabiliza de su falta de afectividad al trabajo («en las
empresas no me esperan precisamente con alegría, trabajo sola y mi papel es evaluar... soy la
mala de la película y no haces precisamente amigos»). Refiere cansancio laboral y poca motivación
(«antes me gustaba viajar, me sentía importante... todo el mundo te respetaba o eso creía yo....
Hasta que me di cuenta de que son otras las motivaciones...»). Soraya se define como responsable
y autoexigente, muy volcada en el trabajo, por lo que no ha dedicado tiempo al ocio ni a
establecer o mantener relaciones sociales («mis dos amigas viven una con su marido y la otra con
su pareja, por eso ya nos vemos muy de vez en cuando, y mis padres y mi hermana se convierten
en mis únicas relaciones sociales...»). En el trabajo tiene buena consideración como profesional,
pero le mantiene alejada de su círculo familiar, y esto facilita su mayor disposición («es un trabajo
que exige mucho tiempo y no te puedes permitir cometer errores porque muchas veces hay
mucho dinero en juego... a veces es un poco estresante»). El poco tiempo libre del que dispone lo
dedica a la casa y a visitar a su familia («voy a ver a mi hermana cuando puedo, nos llevamos
bien»). La hermana está casada y ahora recién embarazada («es una alegría y un shock pensar que
voy a ser tía...»). El entorno familiar lo cataloga como falto de expresiones de afecto («algo
espartano, en casa nunca han sobrado las caricias y los abrazos»). Le cuesta hablar de la familia, de
sí misma y reconocer sus propios valores («siempre fui una chica acomplejada porque era
gordita... en la carrera ya me centré y encontré mi lugar»). Centrada en los estudios, reconoce que
le ha costado de siempre establecer nuevas relaciones («me veía como rara... lo cierto es que yo
no soy de llamar... por no molestar»). El temor a las relaciones nuevas, al qué pensarán y a la
posibilidad de que opinen mal de ella es algo que ha condicionado sus relaciones interpersonales.
Soraya acude a consulta porque no se encuentra bien desde hace mucho tiempo, pero sobre todo
se ha visto mal los últimos tres meses, y su madre, tras insistir en que fuera a un especialista,
solicita la cita en su nombre; «mi madre cree que puedo con todo y que esto es que estoy
estresada... ¡no entiende que necesito otras cosas, que soy humana!». Refiere llanto frecuente y
labilidad emocional («no entiendo por qué me da por llorar, por cualquier cosa tonta me
emociono»). Se ha producido también un aumento de la ansiedad anticipatoria, con síntomas
como la sudoración y el temblor de manos («siempre he sido nerviosa pero ahora descontrolo y
me tiembla hasta la voz»). En el trabajo le han aumentado las empresas por culpa de una
reducción de personal y esto la obliga a realizar más viajes y tener que enfrentarse a situaciones
nuevas. Reconoce su temor a interactuar con desconocidos, a situaciones nuevas... «a no hacer
nada bien, a estar con gente y no saber de qué hablar, a cometer errores, a la soledad». Soraya
comenta que le gusta su trabajo, pero, tras siete años, cree que está estancada, y encima ha
perdido compañeras con las que ya estaba familiarizada («... creo que no voy a aprender nada
nuevo, he tocado techo y ya no me aporta nada»). Expresa sentimiento de culpa por ser un buen
trabajo y desear cambiar, así como gran temor a defraudar a su familia («... cualquiera se lo
plantea... creo que me matarían...»).

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