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ISBN 978-631-00-1813-3
© Copyright 2023
Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en, o
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EBOOK
© Francisco Sola
Tandil, Buenos Aires, Argentina.
Correo electrónico: [email protected]
Redes sociales: @FranciscoSolaOk
Dedicado a mi familia, a
kiki, a mis amigos, a mi
niño interior y al Tao.
Índice
15 Introducción
El poder de los cuentos;
Más Maitreyas, menos Budas;
La noche oscura del alma y otras yerbas
34 Capítulo I
Vivir en piloto automático ;
¿Qué tenía que ver Click conmigo?
40 Capítulo II
Los profetas de la decisión;
El no poder es parte esencial del proceso
de poder
49 Capítulo III
El milagro y la ilusión del pecado
Re-significar lo aprendido
Jesús en Capernaum
La historia de Mariana
79 Capitulo IV
La belleza de ser vos: el príncipe descansó;
Buscar las respuestas afuera
94 Capitulo V
El camino del medio
El regalo de Takashi Tamada
100 Capítulo VI
Aceptando(me)
Tiempo de desiciones
Mi Plan zen
¿Qué hay de malo en perder el control?
148 Capítulo IX
El caramelo más rico
154 Capítulo X
Este cielo es un infierno
165 Capítulo XI
La belleza del plomo
187 Capítulo XV
No fue tu culpa
Laura Zavoyovski
Periodista, psicóloga y escritora
@escribotusideas / @365diasparapensar
12
Algunas frases antes de empezar
Tu corazón El opuesto a la
sabe todo muerte es el
nacimiento, la vida
no tiene opuestos.
No es necesario Somos
saber hacia uno.
dónde ir
El poder de los cuentos
Como ya te adelanté, pese a que soy una persona atea (más ade-
18 lante desarrollaré esto), creo que uno de los motivos del por qué
tenemos tanta angustia hoy en día es por la retirada de las re-
ligiones de nuestra vida cotidiana. Cada día se hace más difícil
creer que todo es causado por un dios de túnica blanca y barba.
Ir a misa da pereza y no creemos mucho en los preceptos religio-
sos. Si bien es un avance que celebro, tiene sus consecuencias.
No quiero que este libro sea un manual con hojas de más. Sim-
plemente, quiero contar mi historia, mi verdad y las reflexio-
nes que me han ayudado a encontrarle sentido al sinsentido
y lograr estar más en paz con el mundo. Deseo que Hago lo que
puedo te relaje y haga trabajar a tu inconsciente, que utilices
mis vivencias como fábulas y que aprendas nuevos mitos.
2500 años calculó Buda que iba a tardar el ser humano para
dejar de buscar al Buda. Esa cifra alegórica expresa que falta
mucho tiempo. Y creo que todavía estamos muy lejos de que
esto suceda. ¿Por qué? El ser humano se transformó en un adic-
to a seguir a otras personas. Se compara con el vecino y siempre
quiere más. No encuentra la belleza en ser quien es y envidia
lo que tiene el otro. Desde tiempos inmemoriales, siguió a un
líder, fuera este un guerrero o un sacerdote. Siempre el otro
contuvo las grandes verdades. Esto quizás sea algo inherente a
22 la condición humana.
Me iba bastante mal durante todo el año y, a final del curso, te-
nía que rendir seis, ocho o diez materias. El dato importante en
esta historia es que mi cumpleaños es el 17 de diciembre, fecha
alrededor de la cual se recuperan las materias desaprobadas
en el año escolar en mi país, motivo por el cual, desde los doce
años, no festejé mi cumpleaños. Era entendible, mis padres ha-
cían un gran esfuerzo para pagar mi colegio y no podían pre-
miarme en la semana en la que tenía que recuperar materias.
No los juzgo, no obstante, creo que esa invalidación de nunca
festejar el día de mi nacimiento impactó profundamente en
mi autoestima.
Fue así como llegué a pesar 150 kilos. Aunque creo que fueron
más, solo que a los 150 dejé de pesarme (no me animaba a su-
birme a la balanza). Pero sabía bien que ese no era mi fondo,
que siempre se puede caer más bajo, como ya te dije al princi-
pio de este capítulo. Y, de repente, en ese momento, entendí que
era necesario cambiar. Y no me refiero al sobrepeso. Empecé a
entender, poco a poco, que la política no era mi vida. También
entendí que abogacía y relaciones internacionales, carreras
que había comenzado, no eran mi verdad. En simultáneo, me
alejé de amistades que no me sumaban. Empecé, de a poco, a
entender que no tenía que forzar nada más.
Te mando un abrazo.
33
Vivir en piloto automático
La muerte no tiene que ser una tragedia, puede ser una fiesta,
la última fiesta, el último orgasmo. Las lápidas deberían decir:
GRACIAS POR TODO LO VIVIDO en mayúsculas. En tal caso, las
arrugas y las canas serían testigos de que se vivió una inmen-
sidad de momentos.
Solo se sufre por el paso del tiempo cuando no se vive ese tiem-
po, de otra manera, el paso del tiempo es una fiesta, es el recuer-
38 do de que nadie te quita lo bailado.
Por eso, desde hace unos años, abrazo a ese joven y combativo
Fran al que le angustiaba el paso del tiempo. Lo consuelo, le
seco las lágrimas, me le acerco y le susurro al oído que le espera
una fiesta. Que, si se despierta, se va a dar cuenta de que ya está
en esa fiesta, que le pertenece, que la fiesta es un don con el
que él y todos hemos nacido. Esa fiesta está disponible en el
momento en que aceptás que todo es perfecto, que la justicia
de Dios es dar a cada uno lo que le corresponde, de que cada
átomo se encuentra en su lugar y de que, incluso estar dormido
fue parte necesaria de tu despertar.
Te mando un abrazo.
Los profetas de la decisión
Vos amás a alguien porque sí, porque sucede, porque hay algo
que no sabés qué, pero está sucediendo al ver sus ojos, al recor-
dar su aroma, al sentir sus labios. El “porque sí” es una expre-
sión que carece de argumentos. El “porque sí” es preexistente
a la razón. Te amo porque sí, porque lo siento, no me pregunto
los motivos ni me interesan, sé que siento amor por vos, y eso
debería bastar.
Y sé que querés que esta vez sea la última, que por fin inicies el
camino del no retorno. Pero no te quiero mentir, no te puedo
prometer eso, sería manipularte y jugar con tus sentimientos.
Lo mejor que puedo decirte es que la justicia de Dios es dar a
cada uno lo que le corresponde, es entender que cada átomo
está en el lugar que tiene que estar, que no es necesario pedirle
nada al universo, ni siquiera justicia.
Te mando un abrazo.
El milagro y la ilusión del pecado
Por todo esto, siento que en ningún lugar estoy perdido, todas
las casas son mi hogar, todas las historias son también mis
historias. Y las religiones tienen bellas historias, y hermosas
enseñanzas que parecieran ser propiedad privada de los cre-
yentes y no se esparcen por toda la humanidad. No voy a dejar
que las enseñanzas espirituales se queden sólo en las personas
que creen en el espíritu, son demasiado inmensas para que no
las disfrute cada uno que las esté necesitando.
51
Re-significar lo aprendido
Volviendo a la historia contada por Mateo, es interesante des-
tacar que esta no es una parábola, es un milagro o, mejor dicho,
una descripción de un milagro que hizo Jesús. Para Un curso de
milagros, el concepto de “milagro” significa “deshacer la ilusión
de la separación”. Es decir, el milagro es una corrección de la
percepción que deshace el juicio que estamos haciendo de la
perfección de Dios, de la perfección del universo.
Comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal
es el pecado original, es la causa de la desconexión íntima
con la presencia divina y la entrada a un estado de separa-
ción y sufrimiento.
Acá hay una verdad difícil de entender: los pecados son todos
iguales, no hay en ellos grados ni niveles. El libro UCDM (Un cur-
so de milagros) advierte que los milagros tampoco tienen gra-
dos ni niveles, son todos iguales. Todo pecado es simplemente
56 juzgar al universo, juzgar a lo que es. El pecado es entendido
como un error de percepción que proviene de la creencia de
la separación con Dios (yo prefiero llamarle universo) y de la
identificación con el ego.
Jesús va más allá. Hasta le dice a Pedro, su más fiel apóstol, que
lo va a negar tres veces: Jesús le explicó: “yo te aseguro que esta
misma noche, antes de que cante el gallo, me habrás negado
tres veces”. Pedro insistió: “Aunque tenga que morir contigo,
jamás te negaré” (Mateo 25: 34-35). Y, dicho y hecho, Pedro por
miedo, tres veces niega conocerlo.
Jesús en Capernaum
Ufff, ¡cuánto hemos hablado y todavía no hemos ni mencio-
nado el milagro de Capernaum! Para entenderlo era necesario
aclarar quién era Jesús, qué es el pecado y qué es el milagro.
Ahora, con estas terminologías incorporadas, vas a poder vol-
ver a leer la Biblia con un prisma diferente, con unos lentes dis-
tintos que muestran mi verdad, que es subjetiva y es una mera
60
interpretación de la Biblia que hago y que me genera mucha
paz. Aunque, probablemente, choque con muchos mandatos y
fundamentos teológicos. Pero bueno, yo no vengo a repetir, a
agradar. Vengo a sanar, mediante la palabra, vengo a contarte
el secreto más importante que descubrí y que tanta dicha me
trajo: podemos volver al jardín del Edén, solo tenemos que de-
jar de juzgar a lo que es.
1 . Sé que soy repetitivo, pero es necesario repetir para afianzar una y otra vez
la idea en tu ser.
En la Biblia, hay muchos ejemplos de los milagros que generó,
te invito a leerlos. Yo me voy a detener en tan solo uno, pero
creéme que hay muchos. Este es muy particular, aunque, igual
a los demás, casi ni se menciona y, por eso, me llama la aten-
ción. Releamos: Allí le llevaron a un paralítico, tendido en una
camilla (Mateo 9:2).
Jesús era alto crack y, ahora que leíste esto, que es tan solo una
fracción de las cosas que les dijo a los Maestros de la Ley, podrás
entender por qué fue crucificado. Jesús era muy peligroso para
sus intereses, debía morir y ser humillado, pero, gracias a esa
humillación, logró mostrar que el reino de los cielos nos per-
tenece a todos.
Por eso, en ese milagro, les dice a los Maestros de la Ley: ¿Por
qué piensan mal? Esta frase es tremenda: pensar mal es pen-
sar en pecado, es esa distorsión causada por comer el fruto del
árbol del conocimiento del bien y del mal. Es no entender que
juzgar te separa. Y, por eso, les dice: Sepan, pues, que el Hijo del
Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados.
Entonces dijo al paralítico: Levántate, toma tu camilla y vete
a tu casa. Jesús estaba compartiendo a los Maestros de la Ley
y a las personas que observaban, la mentalidad milagrosa, la
consciencia de esa unidad de todas las cosas. Si Dios puede, no-
sotros también podemos porque somos parte de él y él es parte
de nosotros.
Los Maestros de la Ley son tus excusas, son tus miedos, es el ego
mismo. Tenés que entender que el ego nunca quiere entrar en
el Edén, en la unidad. Porque, al ingresar, el ego desaparece. Por
eso, un Buda, cuando logra despertar, se dice que se funde con el
cosmos. Despertar es disolver la ilusión del ego, anular el pecado
original juzgando en bien y en mal a tu pasado y a tu esencia.
Podría seguir casi interminablemente con las leyes del ego, con
esos mandatos y creencias rígidas que nos hacen esclavos y des-
dichados. El ego es multitud, contiene todas las leyes del mundo.
Te mantiene en tu jaula, presa de un permanente bloqueo (físico
y mental), como un esclavo. Pero viene Jesús, que es un portador
del milagro, y te dice: ¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdona-
dos! Para que puedas liberarte de esas leyes y ser, por primera vez,
vos en completa honestidad con tu esencia divina.
Las leyes del ego son multitudes, la ley del universo es una: sé
vos. Por eso, tus pecados quedan perdonados desde el momen-
to que los cometiste, ya que fue necesario atravesarlos para ser
quien sos hoy. El universo se manifiesta de maneras tan increí-
bles que, si uno está en calma, puede observar las enseñanzas
que están a la orden del día. Cuando uno es en honestidad, pa-
reciera que el universo conspira para acercarte lo que estás ne-
cesitando recibir, a veces, con tempestades y otras, con mieles.
La historia de Mariana
Al momento de escribir estas líneas, una mujer llamada Ma-
riana y su marido se presentaron en mi casa en Tandil. Son
de Olavarría, una ciudad cercana, vinieron el fin de semana a
descansar. Ella me escribió por Instagram y me pidió si era po-
sible pasar a darme un abrazo. Accedí con gusto, sentía que ella
estaba necesitando ese abrazo y que en ese encuentro habría
algo por descubrir para este libro.
73
Llegaron casi al mediodía. Hacía mucho frío. Ni bien abrirles
la puerta, ella me abrazó y empezó a llorar. Los invité a pasar
a charlar. Ya dentro, saludaron a mi gatito, el Señor Pantuflas,
y se sentaron en el sillón. Estaban pasando por un momento
muy duro, se los veía agotados. Mariana me contó que está
atravesando una muerte muy cercana que la tiene muy sensi-
ble, pero, en especial, sufre por los dichos de su familia sobre la
crianza de su hijo que tiene autismo.
Mariana sufre por los juicios, por creerse separada del todo, por
negar su propia esencia. Los Maestros de la Ley se encuentran
personificados en sus padres, en sus creencias, pero, en espe-
cial, en su corazón.
Hasta lo que yo sé, no existe una “guía definitiva para ser una
buena madre”. La maternidad es una experiencia que se apren-
de, no por los libros, sino por la vivencia. La maternidad se des-
cubre, se va formando día a día con nuestros aciertos y fallos.
Y, aunque quieras evitarlo, siempre vas a cometer acciones que
van a generar dolor a tu hijo y de las cuales no estarás orgullo-
sa. Esto es así, tu mamá lo hace, mi mamá lo hace y todas las
madres del mundo lo hacen. Y es porque el error es parte de la
vida, participa en la vida, tanto como el acierto. Lo importante
es ser conscientes lo más rápido que podamos para corregir
esas acciones que tenemos que modificar.
Vos sos la que sos, ni más, ni menos. Tus padres con sus prisio-
nes, con sus leyes, te enseñaron que: “solamente vas a ser una
buena madre si seguís estas leyes”. ¿Conclusión? Todo lo que
trasgreda lo contenido en esas normas, subjetivas y no reales,
será castigado con el juicio, con la crítica. Si ser una buena ma-
dre significa estar prisionera de esas leyes falsas, no busques
entonces ser una buena madre. Yo te invito a ser una madre
completa, que es la que acepta que ella es mucho más que esas
normas ajenas y que su amor las trasciende por completo.
Te mando un abrazo.
La belleza de ser vos: el príncipe descansó
CAPÍTULO IV
regresar a Olavarría, descansó profundamente. Tras unos días,
le volví a escribir. Me contó que seguía durmiendo mucho. Me
puse contento, dormir es una buena señal. Cuando abandona-
mos por fin la culpa y las consecuencias de pecar, la primera
reacción que se genera es la necesidad imperiosa de descansar.
Eso era, y es, una manipulación. Entiendo que ellos querían dar-
me una enseñanza sobre el valor de las cosas. No los juzgo por-
que sé que lo hicieron con amor, pero las cadenas más lindas
siempre se ponen por amor, por el amor del ego, lógicamente.
El amor verdadero es como el sol, alumbra a todos por igual
sin preguntar antes qué hizo el otro para merecer su luz. En mi
caso, no me gustaba la playa, prefería otras cosas, simplemen-
te era eso. Incluso, en la actualidad, siendo adulto, no existe la
menor posibilidad de que pase unos días en la playa argentina.
93
El camino del medio
Quizás, si nos hubieran contado con más detalles que Jesús era
un ser humano común y corriente que experimentaba todas
las emociones con hechos concretos, probablemente sentiría-
mos mucha más conexión con su mensaje. Para mí, el Jesús 95
de la biblia es un Jesús simbólico que expresa en cada frase su
unión con el Todo.
Te mando un abrazo.
99
Aceptando(me)
A los ojos del ego, una persona que sigue su coherencia emocio-
nal es una persona egoísta. Siempre me hice preguntas al es-
cuchar reclamos: ¿Quién es el verdadero egoísta? ¿Yo que hago
lo que siento con mi vida y no le exijo nada a nadie, o el otro
que quiere que haga lo que él cree que tengo que hacer? Cuesta
mucho trabajo invertir el pensamiento, fueron muchos años
de adormecimiento. Nos programaron para obedecer, para ma-
tar nuestra singularidad y creer que está bien lo que piensa el
102 resto y no lo que creemos que es justo para nosotros.
Cuando por fin estás haciendo tu vida, sentís una extraña paz
a lo largo del camino, en todas las polaridades. Te deja de im-
portar lo que hace tu vecino, porque tu vida es tan hermosa
y vos estás tan extasiado que no tenés un solo segundo para
distraerte en algo tan extraño como son los gustos ajenos.
Los gurús, la política y las sociedades nos dicen: Tenés que sa-
crificarte por el otro, la paz requiere de un esfuerzo de todos. Y 103
es así como un par de infelices multiplican la infelicidad como
una virtud digna de ser vivida, para que todos estén supuesta-
mente mejor. Pero, en realidad, incentivan lo contrario.
Hoy tenemos cada vez más riquezas, pero los índices de felici-
dad, bienestar emocional y paz siguen empeorando. Por eso, la
salida a toda esta enorme distorsión no es hacia afuera. Hay
que invertir el pensamiento, la salida es hacia adentro. Es en-
tendiendo que siendo vos en total honestidad vas a dejar de
joder a los demás con mandatos y obligaciones que no sienten.
Vas a sentir tal éxtasis, que los caminos se transformarán en
metas constantes y ya no vas a esperar que algo externo te lle-
ne, porque vas a estar lleno en todo momento.
Esa luz va a brillar con más fuerza dentro tuyo cada vez que
reconozcas un milagro en el afuera. Cada vez que reconozcas
los milagros que ocurren en tu vida vas a poder entender los
enormes beneficios que conlleva dejar de juzgar. Esos “no” que
vas a empezar a decir a otros son los “sí” que te vas a decir a vos.
Pronto vas a entender que el sufrimiento aparece cuando no
aceptamos al momento presente tal cual es. De a poco (acordate
que, en el “de a poco” está la clave), vas a percibir a los aconteci-
mientos como simples expresiones que carecen de significado
propio. Vos das un significado a todo lo que ocurre. De a poco, vas
a captar las señales del milagro en todas las cosas que ocurran.
Tiempo de decisiones
Renuncié a mi trabajo de funcionario político en plena pan-
demia. Estaba siendo deshonesto conmigo y con las personas
que confiaron en mí para ese puesto. Tandil y yo nos merecía-
mos algo mejor.
Poco después, mi vida se tornó cada vez más difícil. Mis redes
no impactaban y las deudas se acumulaban, al igual que las
críticas. En perspectiva, hoy tengo claro que todavía tenía mu-
cho miedo de mostrarme y, por lo tanto, los contenidos que
ofrecía no tenían un valor diferencial (algo que los destacara
de entre miles de millones de propuestas, dentro del mundo
digital). Si yo no creía en mí, los demás tampoco iban a creer en
que esto iba en serio.
Mis videos grabados con un celular antiguo eran malos, no sa- 109
bía de edición y todo era muy amateur. Fue entonces, cuando,
entre la espada y la pared, tomé otra decisión arriesgada. Le
escribí a un amigo, Juan Estay, alias Kenzie, que hace videos, y
le dije que quería hacer dos videos por día. Kenzie se apiadó de
mi situación y me pasó un precio irrisorio simbólicamente de
40. Recuerden que yo había pasado de ganar 100 a 70 y ahora
tenía que pagar 40, por lo que me quedaban 30 para vivir en un
país en el que, de mínima, necesitás 230 para subsistir y que
“no te tape el agua”.
—Ya pasaron treinta años desde que te casaste con papá y si-
guen juntos. ¿Qué hubiese pasado si no hubieras seguido a tu
coherencia emocional?
112
Ella me miró profundamente, suspiró y contestó:
Mi planta zen
Para mi cumpleaños me regalaron una planta conocida como
oreja de elefante. Es una planta muy linda, su nombre es muy
gráfico, ya que saca de un tallo una hoja muy grande, similar
obviamente a la oreja de un elefante. En verano, tuvo cuatro
hojas (es muy interesante observar el crecimiento de esta plan-
ta). Cada una estaba en un estadio vital distinto. Una estaba
naciendo, otra estaba en su máximo esplendor, otra estaba
decayendo, y la última, muriendo. Cuando la hoja que estaba
muriendo llegó a su final, un bulbo verde nació para darle paso
a otra hoja nueva.
Somos una totalidad y el camino del medio nos enseña que so-
mos alfa y omega, somos luz y sombra, somos el fuego y el agua,
somos todo al mismo tiempo y en su justo equilibrio. Como el
jardín que vive tiene pasto verde y hojas amarillas, nosotros
también contenemos todas las expresiones duales.
Sos ese “no” que decís… pero también ese “sí” que callás. Vos sos
tus éxitos y tus fracasos. Sos tu conocimiento en un área y tus
ignorancias en tantos otros campos. El querido Albert Einstein
decía al respecto que todos somos ignorantes, solo que ignora-
mos distintas cosas.
Esta planta zen con sus hojas en los estadios más diversos de-
muestra que somos una planta y lo que nos pasa son esas ho-
jas que van mutando. El sol no se preocupa por las nubes que
lo tapan, el sol sabe que, más temprano que tarde, esas nubes
van a dar paso a un cielo azul. La planta no se preocupa por las
hojas que están muriendo, la planta sabe que esas hojas dan
paso a una nueva hoja llena de vitalidad.
Con mucha culpa por abrazar al zen y evitar que las hojas ama-
rillas se alojen en mi planta, no permití que la planta se expre-
sase en su eterna sabiduría. Creí que esas hojas amarillas eran
la misma planta, y no una simple hoja. Y así fue como la até y,
en lo más profundo de mi corazón, pedí que no se muera, que
de pronto esa hoja amarilla se transformase en verde. Pero no,
día a día, la vida pasa. Así tiene que ser y así fue: la última hoja
murió. Pero, lo maravilloso fue que, a los tres días, un brote ver-
de emergió en una bella hojita de elefante que crecía a ritmos
meteóricos en su búsqueda del sol.
Como si todo esto fuera poco, esta bella planta zen no tiene
dualidades, está por encima de ellas. Ninguna hoja es más que
la planta. Nuestro problema es que el cerebro humano está
codificado para pensar al mundo en dos, mientras que el fru-
to del Edén, sin dudas, se encuentra en todos lados. Entonces,
creemos falsamente que el nacimiento y la muerte son eventos
cuando, en realidad, son procesos que suceden en simultáneo.
La hoja que muere está íntimamente ligada a la hoja que nace.
Dentro de la planta todo está sucediendo a la vez. 123
Entender esto es fundamental, no hay noche oscura del alma,
no hay evento que pueda albergar la furia de la vida. Eso no es
posible. Todo está profundamente interconectado y ese invier-
no, esa hoja amarilla, es parte esencial de todo tu proceso, de tu
nuevo nacimiento, de tus aprendizajes, de ser quien sos en este
momento. A su vez, este momento está estrechamente ligado a
una unidad sincrónica con el momento que viene. Ningún mo-
mento puede desprenderse del anterior, ningún efecto puede
ser independiente de su causa, ningún limón puede existir sin
que antes haya existido un limonero, ni ningún limonero puede
existir sin que antes haya existido un limón. Todo es lo mismo,
todo es igual, todo es bello, todo es todo y no nos damos cuenta.
Tuve que deshacer la ilusión del miedo para aceptar lo que te-
nía que vivir. La coherencia emocional nace cuando sacamos
ese palito de control y abrazamos al descontrol de lo que es.
Cuando nos animamos a sacar ese palito de control, abraza-
mos por fin las cosas como en verdad son. Y puede dar miedo,
puede ser difícil, te puede dar culpa, vas a sentir mucha pena
porque ya no quedan hojas en tu planta. Pero, al tercer día, la
planta zen saca otro brote verde que alimenta a la vida con su
eterna danza de muertes y nacimientos.
Bailá la danza ancestral, esa danza que bailan las olas del
mar, las luciérnagas, los rinocerontes, los ladrillos y ventanas,
las montañas y las estrellas, la sangre que está pasando por
las venas de un joven en Vietnam y el cometa que está via-
jando en algún lado de la galaxia. Todo está en una perfecta
sincronicidad.
CAPÍTULO VII
tor en Hago lo que puedo. Pero, en realidad, es la vida la que está
conspirando para la realización de este libro. Y es que Mariana,
los brotes verdes de mi planta zen y la historia que les voy a
contar surgieron de improviso, en el día a día y se introdujeron
en estas páginas, casi por la ventana.
Hace unos días me llegó una invitación muy peculiar. Era para
una radio de Puerto Rico. Me sentí atraído por la rareza de la
propuesta y, aunque no suelo dar entrevistas, acepté.
No niegues el miedo
131
Mi propuesta es radicalmente opuesta: No controles nada y des-
cubrirás la dicha. Si tenés miedo, tenés miedo, no es un proble-
ma. El problema surge cuando no querés tener miedo, cuando te
mentís y no aceptás la emoción que despierta dentro tuyo.
Hay situaciones que causan miedo, es así y es sano que sea así.
El miedo cumple una función vital. El miedo no es contrario a
la vida, más bien, participa de la vida, es una parte fundamen-
tal de ella. No es necesario negarlo, es mejor abrazarlo, permitir
que se exprese.
Este gurú no quiere sufrir como sufrió antes y, por eso, se esca-
132 pó de la vida. Se refugió en un espacio irreal de control. Pero el
control solo te hace duro, tosco, áspero. El control te embrutece,
ya que no te permite experimentar una de las tantas polarida-
des en las que la vida se expresa.
Como todos los demás seres vivos del planeta, esta persona
solo quiere ser feliz y evitar sufrir. Ojo, una cosa es compren-
der los motivos de sus acciones, que están incluidas dentro de
esta rueda de felicidad y sufrimiento en la que todos estamos,
y otra cosa, muy distinta, es avalar las prácticas que intentan
controlar, dominar o atacar a otros.
133
Una cosa es sentir compasión por su sufrimiento y otra, muy
distinta, respaldar su accionar. Grandes atrocidades se han co-
metido en torno a alcanzar la felicidad y evitar sufrir; se han
violado los derechos humanos de millones de personas bajo
esta premisa. Por lo tanto, vale la pena entender la raíz de su
motivación, pero, sin por ello, avalar su accionar. Ya que este,
tiene el objetivo de lastimar a los demás.
Te mando un abrazo.
134
El sacrificio
CAPÍTULO VIII
hicieron sentir. No me iba mucho la idea de compartir y en casa
me enseñaron que, en todo momento, había que compartir.
Pero, claro, de chico no sabía lo que hoy sé. Siempre que com-
partía recibía ingratitud. Daba y daba, y no había nunca gra-
titud de la otra parte. Yo no quería dar a todos, todo el tiempo,
algo que para mí era un deber. Quería dar a mi manera, pero
el día que dejaba de dar, recibía ataques, reproches. Estaba
criando cuervos a mi alrededor. Fue así como me fui endure-
ciendo. En la iglesia me habían dicho que tenía que amar al
prójimo como a mí mismo. Nunca comprendí el significado
136 de esta frase.
Por suerte, hoy, con la labor del papa Francisco, sumada a las
de Juan Pablo II y Benedicto XVI, ha cambiado este concepto.
Los curas que salen ordenados son diferentes, se nota en su
140 formación. Me cuesta encontrar a un cura que no sepa cantar
ni tocar la guitarra. Me cuesta encontrar a un filósofo o teólogo
cristiano ordenado padre que no sea una persona con la son-
risa fácil. Yo los admiro. Cada vez que tengo la oportunidad de
hablar con ellos es una fiesta. Son personas alegres, sensibles,
formadas en la fe a Cristo, pero son ejemplo de la alegría que
significa ser cristianos. No obstante, los templos siguen con-
servando esa solemnidad de tragedia.
Para los ojos del ego, decir que el altruismo es un producto del
ego es un crimen. Hacer lo que sientas es un pecado. Dar lo que
sentís que tenés que dar no alcanza. Siempre se necesita un
plus, y ese plus es una cruz ajena, es una cruz que pesa, que te
desgasta poco a poco.
Muchas personas que están leyendo esto van a sentir un profun-
do rechazo por mis palabras. Y las entiendo, yo también pensa-
ba que era una aberración creer que el altruismo es lo peor que
hay. Pero, si te ponés a pensar detenidamente, vas a observar que
el mayor regalo que podés hacerle al mundo es ser quien sos, ni
más ni menos, en total honestidad y transparencia.
Cuando por fin dejás de dar porque “hay que dar”, das lo que
querés a quien querés, la cantidad que vos querés. Por ese mo-
tivo, tu dar va a ser cien por ciento genuino, no te va a pesar, la
cruz no va a ser pesada, no vas a esperar recibir nada a cambio.
Simplemente vas a dar porque te hace bien dar.
Te han enseñado que ser quien sos es egoísta y sufrir por los 145
demás es digno de celebración. Y así, te fuiste desgastando, te
fuiste consumiendo instante a instante, porque la vida es un
bello milagro por vivir y lo viniste desperdiciando, cargando
las cruces de otros.
Te mando un abrazo.
147
El caramelo más rico
150 Hoy en día conservo ese fósforo quemado como uno de mis
recuerdos más bonitos, ya que me recuerda lo efímera que es la
vida. Uno piensa que es eterna, pero no lo es. Una vez, el dulce
John de 43 años se encontró con una estrella fugaz:
Si creés que todos los días son iguales, te tengo que decir que no
es así. Tal vez vos lo vivís así porque no estás muy conectado a
tu vida. No te juzgo, a mí también me pasa. Cada día tiene mo-
mentos singulares, y observarlos puede ser un paso adelante
para sentir que estamos viviendo, que el tiempo pasa, pero no
tan rápido como pensamos que pasa. No en vano, no sin más.
Te mando un abrazo.
153
Este cielo es un infierno
El que come una manzana del árbol del bien y del mal es ex-
pulsado de algún paraíso, de algún Edén, pero esto parece no
importar a los fariseos espirituales.
¿No te das cuenta de que vos estás haciendo del cielo un infier-
no? Ni Dios te va a aguantar si vas todo el tiempo a decirle que
sos la mejor cristiana y que los demás son pecadores. Dios te
ama como sos, en sinceridad, no es necesario ir a rezarle ni sa-
ber la oración. En realidad, la oración que le importa a Dios es
la que sale del corazón… Los encuentros con la divinidad siem-
pre son cualitativos, y no cuantitativos. No importa decir “te
amo”, “permiso”, “por favor”, “te quiero” o cualquier frase tierna
si la repetís todo el tiempo por inercia, y no con consciencia.
Dios quiere ser tu amigo. Quiere que salgas a pasear con él, que
le cuentes un chiste, que lo invites a comer o a ver un partido
de Boca Juniors. No quiere que le rompas las pelotas, no quiere
que vayas a su casa a molestarlo con lo que hiciste (o dejaste de 161
hacer) ni para contarle lo que hacen los demás. Dios, el todo, el
universo, el ahora, el momento presente, la consciencia o como
quieras llamarlo, quiere que pases tiempo de calidad, que seas
sincera en tu llamado. La oración predilecta es el amor, es tu
coherencia emocional y eso quizás puede ser un único pensa-
miento de gratitud con él en todo el año. Eso es mucho más real
y sano que rezar mil padrenuestros arrodillada en la catedral.
Vale más que destruir tus lumbares por estar meditando nueve
horas por día debajo de un árbol.
Te mando un abrazo.
La belleza del plomo
CAPÍTULO XI
Eran magos, filósofos, místicos de épocas antiguas que tenían
por meta transmutar el plomo en oro. Para lograr su cometido,
buscaron la famosa “piedra filosofal” (sí, la misma que aparece
en Harry Potter). Esta piedra tenía la posibilidad, no solo de
transformar metales, sino también, de generar la vida eterna.
Te mando un abrazo.
169
Los rostros de Mateo
CAPÍTULO XII
iglesia. Hay muchas. En efecto, debe ser la ciudad con más tem-
plos. Cuando la visité, quedé asombrado por la belleza de sus
calles, por su historia, por todo el arte que se expresa en cada
espacio donde uno posa la mirada.
Te mando un abrazo.
175
La Puerta de Alcalá
Lo lindo de este juego fue que, al darte cuenta del acertijo, sen-
178 tías mucha vergüenza por no haberte dado cuenta antes. Y es
que, el secreto para atravesar la puerta de Alcalá era agradecer
a la persona de tu izquierda que te dio la botella vacía para que
pudieras contestar. Era eso, ser cortés, educado, pensar en el
otro. Era un ejercicio tan sencillo, tan simple, y no nos dába-
mos cuenta. Estábamos pensando en el desafío y no podíamos
“ver el elefante en la habitación”. El profesor y todos los que
habían ganado nos lo estaban diciendo todo el tiempo.
CAPÍTULO IVX
junto a un estanque, se sintió enojado por la turbidez y el ba-
rro que veía en el agua. No podía comprender cómo algo tan
impuro podía existir en un templo tan sagrado.
Desde ese día, cada vez que veía una flor de loto, se recordaba a
sí mismo la importancia de aceptar y abrazar cada parte de su
vida, sabiendo que cada experiencia, cada barro, cada pantano,
era esencial para el desarrollo de su vida.
Muchos nos enojamos por los momentos que nos tocan vivir. Es
una actitud un poco caprichosa e infantil que todos, de alguna
manera, tenemos. Queremos los logros sin hacer el esfuerzo.
184 Queremos la belleza del loto, pero sin la suciedad del pantano.
Queremos recibirnos de una universidad, pero no queremos es-
tudiar. Queremos el cuerpo tallado, pero no queremos entrenar
ni comer bien. Queremos llegar lejos sin atravesar el camino.
No hay loto sin barro. Ese es el secreto. El loto y el barro son lo 185
mismo, son expresiones idénticas en la unidad. Tu pasado, con
sus dolores y sonrisas, forjaron lo que sos hoy en día. El cambio
de percepción al aceptar al barro permite abandonar la resis-
tencia de lo que fue, para poder concentrarnos en lo que viene.
Te mando un abrazo.
186
No fue tu culpa
CAPÍTULO XV
Cuando te hablo de la perfección del universo y de tu vida, no
estoy con esto avalando las situaciones graves que viviste o cual-
quier acontecimiento que hayas experimentado. La perfección
radica en entender que no hay pasado ni futuro, no hay aquí
o allá. La perfección opera en el terreno del reconocimiento de
aceptar que no hay dos en el universo, que todos somos uno.
Las cosas malas que te pasan son cosas malas, no las merecías,
no las tenías que atravesar para llegar a tu objetivo. Simple-
mente sucedieron. Nadie te las envió, no hay un plan místico
que determina cuánto va a sufrir cada persona. Esto me parece
importante de destacar, porque muchas víctimas sufren la re-
victimización. Hay situaciones desagradables de todo tipo que
no merecías, no hiciste nada para merecer sufrir, pero te tocó.
Una vez, llegó a casa Carolina, una amiga que quiero mucho,
preguntándome por qué los hombres la tratan mal y la aban-
donan. Ella es una mujer que busca ser la mejor en todo. Exi-
tosa en los negocios, con su cuerpo, en los deportes, en todo lo
que emprendía tenía que ser la mejor. Pero en el amor, siempre
sufría. Los hombres la trataban mal, muy mal. Desesperada fue
en búsqueda de ayuda… pero eligió ir a buscar ayuda a una tera-
pia alternativa, a una que cree en las almas y las vidas pasadas.
Ella miró a la ventana con una lágrima que caía por su rostro.
—Eso es lo único que podemos hacer, Caro. Vivir cada día, cada
194 momento, encontrando serenidad en el presente. Podés irte a
tu casa hoy sabiendo que, en el ahora, se encuentra lo eterno.
Solo recordá que el pasado deja sus cicatrices, que se trabajan,
y que eso lleva tiempo. Pero la certeza de que no está ocurrien-
do nos puede abrir a la posibilidad de empezar a soltar esos
patrones que nos vulneran y nos impiden conectar con la paz.
Te mando un abrazo.
195
El drenaje
La miré con dulzura y le pedí que cerrara los ojos, ella lo hizo
al instante. Le hice hacer un ejercicio en el que debió abrazar
a la Noemí niña, a la Noemí adolescente y a la Noemí adulta y
decirles: Todo va a estar bien.
Te mando un abrazo.
No podrás
CAPÍTULO XVII
muy conocido y perdido en un vasto desierto se animó un día a
entrar al templo sagrado que estaba a la vista de todos, pero al
que nadie se animaba a ingresar. Sus padres siempre le habían
dicho que en ese templo solo encontraría muerte y perdición.
Todos sabían de este lugar maldito.
Y así fue como una mujer valiente, joven y bella pudo, por fin,
atravesar esas puertas que escondían el tesoro más grande y
sagrado que alguien puede encontrar: su propia coherencia
emocional. Cuenta la leyenda que, en ese preciso instante, flo-
recieron todas las flores del mundo en honor a tamaña hazaña.
Tenés que entender que todo ese ruido que está en tu corazón
no te pertenece. Esos gigantes de piedra que te impiden ser
quien sos, hacer lo que sentís que querés hacer y sentir lo que
querés sentir, son esas personas que te enseñaron a temer.
Pero el verdadero milagro es deshacer la ilusión de separación
y comprender que ni siquiera son personas. Son meras distor-
siones ilusorias que se crearon dentro tuyo para separarte de
tu esencia, de tu coherencia emocional.
Sé que tenés miedo. Sentís que vas a estar en falta, que vas a ser
una mala persona, un mal hijo, un mal vecino. También sé que
te genera mucha ansiedad y creés que es mejor aguantar para
contentar a los demás. Pasaste toda tu vida siendo una gran
sombra. No aceptás perder ni rendirte. Te pusiste en piloto au-
tomático y así pasaron décadas siendo alguien que no sos. Y
buscás la felicidad en todo el pueblo, pero no en el templo sa-
grado. Y así te vas desgastando, las arenas del tiempo avanzan
y vos seguís sin vivir.
Como Dios es todo y todo átomo es Dios, lo único que tenés que
hacer es seguir a tu coherencia emocional. Siendo vos, vas a ser
inocente, tierno, alegre y vas a dar amor a todos los seres del
mundo. Cuando entres en ese estado de paz de ser quien sos, 213
el planeta va a estar tan contento, que van a florecer todas las
flores del mundo.
Te mando un abrazo.
Que me quieran bonito
Otra vez se despertó mirando el techo, pero esta vez sintió una
extraña paz.
Te mando un abrazo.
216
El sendero susurra tu nombre
Te mando un abrazo.
Posdata: estoy en Tandil, son las 00:15 horas del 9 de octubre
2023. Una brisa de primavera atrae el aroma de una lluvia que
no tarda en llegar. Mi planta zen acaba de sacar otra hoja que
se empieza a elevar por la maceta. Mi gatito descansa apoyado
sobre mi muñeca izquierda que escribe esta última letra.
219
¿Por qué diseñar Hago lo que puedo?
Mariana Pittaluga
Dra. en Arte latinoamercano,
Diseñadora Gráfica y escritora
@mariana_pittaluga
www.marianapittaluga.com.ar
221
Este libro y vos ya son uno.
Te dejo estas notas para que escribas
lo que sientas
La presente edición de
Hago lo que puedo, reflexiones para
conectar con tu coherencia emocional,
fue compuesta con las tipografías Manuale
y Chivo de la fundidora tipográfica
argentina Omnibus Type.