Isaías y Invasión Asiria

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 4

La actividad consiste en analizar cada uno de los relatos, anotar y comparar los

datos ofrecidos por los textos y, una vez realizado este trabajo, mostrar la evolución
y los cambios de perspectivas teológicas que presentan los tres relatos. Hecho esto,
compara los resultados obtenidos con Is 36-37 y trata de entender el mensaje de
Isaías en relación con la política.

Tenemos diferentes pasajes que narran la campaña de Senaquerib y el asedio de


Jerusalén:

a) 2 Re 18,13-16.

13En el año catorce del rey Ezequías subió Senaquerib, rey de Asiria, contra todas las
ciudades fortificadas de Judá y se apoderó de ellas. 14Ezequías, rey de Judá, envió a
decir a Senaquerib a Lakís: «He pecado; deja de atacarme, y haré cuanto me digas.»
El rey de Asiria impuso a Ezequías, rey de Judá, trescientos talentos de plata y treinta
talentos de oro. 15Ezequías entregó todo el dinero que se encontró en la Casa de
Yahveh y en los tesoros de la casa del rey. 16En aquella ocasión Ezequías quitó las
puertas del santuario de Yahveh y los batientes que..., rey de Judá, había revestido de
oro, y lo entregó al rey de Asiria.

Según 2 Re 18, 13-16, fue Ezequías quien, tras observar la caída de numerosas ciudades de
Judá frente al ejército asirio, se adelantó enviando a Laquis donde se encontraba Senaquerib
un mensajero reconociendo su falta y pagándole un tributo bastante importante .

b) 18,17-19,9a (más vv. 36-37 como conclusión).

17El rey de Asiria envió desde Lakís a Jerusalén, donde el rey Ezequías, al copero
mayor con un fuerte destacamento. Subió a Jerusalén y en llegando se colocó en el canal
de la alberca superior que está junto al camino del campo del Batanero. 18Llamó al rey,
y el mayordomo de palacio, Elyaquim, hijo de Jilquías, el secretario Sebná y el heraldo
Yoaj, hijo de Asaf, salieron hacia él. 19El copero mayor les dijo: «Decid a Ezequías:
Así habla el gran rey, el rey de Asiria: ¿Qué confianza es ésa en la que te fías? 20Te has
pensado que meras palabras de los labios son consejo y bravura para la guerra. Pero
ahora ¿en quién confías, que te has rebelado contra mí? 21Mira: te has confiado al
apoyo de esa caña rota, de Egipto, que penetra y traspasa la mano del que se apoya
sobre ella. Pues así es el Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él. 22Pero
vais a decirme: “Nosotros confiamos en Yahveh, nuestro Dios.” ¿No ha sido él,
Ezequías, quien ha suprimido los altos y los altares y ha dicho a Judá y a Jerusalén: “Os
postraréis delante de este altar en Jerusalén?” 23Pues apostad ahora con mi señor, el rey
de Asiria: te daré 2.000 caballos si eres capaz de encontrarte jinetes para ellos.
24¿Cómo harías retroceder a uno solo de los más pequeños servidores de mi señor? ¡Te
fías de Egipto para tener carros y gentes de carro! 25Y ahora ¿es que yo he subido
contra este lugar para destruirlo, sin Yahveh? Yahveh me ha dicho: Sube contra esa
tierra y destrúyela.» 26Dijeron Elyaquim, Sebná y Yoaj al copero mayor: «Por favor,
háblanos a nosotros, tus siervos, en arameo, que lo entendemos; no nos hables en lengua
de Judá a oídos del pueblo que está sobre la muralla.» 27El copero mayor dijo: «¿Acaso
mi señor me ha enviado a decir estas cosas a tu señor, o a ti, y no a los hombres que se
encuentran sobre la muralla, que tienen que comer sus excrementos y beber sus orinas
con vosotros?» 28Se puso en pie el copero mayor y gritó con gran voz, en lengua de
Judá, diciendo: «Escuchad la palabra del gran rey, del rey de Asiria. 29Así habla el rey:
No os engañe Ezequías, porque no podrá libraros de mi mano. 30Que Ezequías no os
haga confiar en Yahveh diciendo: “De cierto nos librará Yahveh, y esta ciudad no será
entregada en manos del rey de Asiria.” 31No escuchéis a Ezequías, porque así habla el
rey de Asiria: Haced paces conmigo, rendíos a mi y comerá cada uno de su viña y de su
higuera, y beberá cada uno de su cisterna, 32hasta que yo llegue y os lleve a una tierra
como vuestra tierra, tierra de trigo y de mosto, tierra de pan y de viñas, tierra de aceite y
de miel, y viviréis y no moriréis. Pero no escuchéis a Ezequías, porque os engaña
diciendo: “Yahveh nos librará.” 33¿Acaso los dioses de las naciones han librado cada
uno a su tierra de la mano del rey de Asiria? 34¿Dónde están los dioses de Jamat y de
Arpad, dónde están los dioses de Sefarváyim, de Hená y de Ivvá? ¿Acaso han librado a
Samaría de mi mano? 35¿Quiénes, de entre todos los dioses de los países, los han
librado de mi poder para que libre Yahveh a Jerusalén de mi mano?» 36Calló el pueblo
y no le respondió una palabra, porque el rey había dado esta orden diciendo: «No le
respondáis.» 37Elyaquim, hijo de Jilquías, mayordomo de palacio, y el secretario Sebná
y el heraldo Yoaj, hijo de Asaf, fueron a Ezequías, desgarrados los vestidos, y le
relataron las palabras del copero mayor.

La intervención del profeta Isaías 2 Reyes - Capítulo 19

1Cuando lo oyó el rey Ezequías desgarró sus vestidos, se cubrió de sayal y se fue a la
Casa de Yahveh. 2Envió a Elyaquim, mayordomo, a Sebná, secretario, y a los
sacerdotes ancianos cubiertos de sayal, donde el profeta Isaías, hijo de Amós. 3Ellos le
dijeron: «Así habla Ezequías: Este día es día de angustia, de castigo y de vergüenza. Los
hijos están para salir del seno, pero no hay fuerza para dar a luz. 4¿No habrá oído
Yahveh tu Dios, todas las palabras del copero mayor al que ha enviado el rey de Asiria
su señor, para insultar al Dios vivo? ¿No castigará Yahveh tu Dios, las palabras que ha
oído? ¡Dirige una plegaria en favor del resto que aún queda!» 5Cuando los siervos del
rey Ezequías llegaron donde Isaías, 6éste les dijo: «Así diréis a vuestro señor: Esto dice
Yahveh: No tengas miedo por las palabras que has oído, con las que me insultaron los
criados del rey de Asiria. 7Voy a poner en él un espíritu, oirá una noticia y se volverá a
su tierra, y en su tierra yo le haré caer a espada.» 8El copero mayor se volvió y encontró
al rey de Asiria atacando a Libná, pues había oído que había partido de Lakís,

36Senaquerib, rey de Asiria, partió y, volviéndose, se quedó en Nínive. 37Y sucedió


que estando él postrado en el templo de su dios Nisrok, sus hijos Adrammélek y Saréser
le mataron a espada y se pusieron a salvo en el país de Ararat. Su hijo Asarjaddón reinó
en su lugar

Pero a continuación en 2 Re 18,17-19,37 (que se trata de un díptico), la iniciativa corresponde


a Senaquerib, que envía dos veces a un oficial (el “copero mayor”) al pie de los muros para
invitar a Ezequías a rendirse antes de que sea demasiado tarde (la segunda vez se trata de una
carta: 19,14); los dos mensajes son casi idénticos. La respuesta de Ezequías es muy parecida en
las dos ocasiones. Las dos intervenciones de Isaías también lo son apoyando a Ezequías.

c) 19,9b-35.

9porque había recibido esta noticia acerca de Tirhacá, rey de Kus: «Mira que ha salido a
guerrear contra ti.» Volvió a enviar mensajeros para decir a Ezequías: 10«Así hablaréis
a Ezequías, rey de Judá: No te engañe tu Dios en el que confías pensando: “No será
entregada Jerusalén en manos del rey de Asiria”. 11Bien has oído lo que los reyes de
Asiria han hecho a todos 900 los países, entregándolos al anatema, ¡y tú te vas a librar!
12¿Acaso los dioses de las naciones salvaron a aquellos que mis padres aniquilaron, a
Gozán, a Jarán, a Résef, a los edenitas que estaban en Tel Basar? 13¿Dónde está el rey
de Jamat, el rey de Arpad, el rey de Laír, de Sefarváyim, de Hená y de Ivvá?».
14Ezequías tomó la carta de manos de los mensajeros y la leyó. Luego subió a la Casa
de Yahveh y Ezequías la desenrolló ante Yahveh. 15Hizo Ezequías esta plegaria ante
Yahveh: «Yahveh, Dios de Israel, que estás sobre los Querubines, tú sólo eres Dios en
todos los reinos de la tierra, tú el que has hecho los cielos y la tierra. 16 ¡Tiende,
Yahveh, tu oído y escucha; abre, Yahveh, tus ojos y mira! Oye las palabras con que
Senaquerib ha enviado a insultar al Dios vivo. 17Es verdad, Yahveh, que los reyes de
Asiria han exterminado las naciones 18y han entregado sus dioses al fuego, porque ellos
no son dioses, sino hechuras de mano de hombre, de madera y de piedra, y por eso han
sido aniquilados. 19Ahora pues, Yahveh, Dios nuestro, sálvanos de su mano, y sabrán
todos los reinos de la tierra que sólo tú eres Dios, Yahveh.» 20 Isaías, hijo de Amós,
envió a decir a Ezequías: «Así dice Yahveh, Dios de Israel: He escuchado tu plegaria
acerca de Senaquerib, rey de Asiria. 21Esta es la palabra que Yahveh pronuncia contra
él: Ella te desprecia, ella te hace burla, la virgen hija de Sión. Mueve la cabeza a tus
espaldas, la hija de Jerusalén. 22¿A quién has insultado y blasfemado? ¿Contra quién
has alzado tu voz y levantas tus ojos altaneros? ¡Contra el Santo de Israel! 23Por tus
mensajeros insultas a Adonay y dices: Con mis muchos carros subo a los cumbres de los
montes a las laderas del Líbano, derribo la altura de sus cedros, la flor de sus cipreses,
alcanzo el postrer de sus refugios, su jardín del bosque. 24Yo he cavado y bebido en
extranjeras aguas. Secaré bajo la planta de mis pies. todos los Nilos del Egipto. 25¿Lo
oyes bien? Desde antiguo lo tengo preparado; desde viejos días lo había planeado.
Ahora lo ejecuto. Tú convertirás en cúmulos de ruinas las fuertes ciudades 26Sus
habitantes, de débiles manos, confusos y aterrados, son plata del campo, verdor de
hierba, hierba de tejados, pasto quemado por el viento de Oriente. 27Si te alzas o te
sientas, si sales o entras, estoy presente y lo sé. 28Pues que te alzas airado contra mí y tu
arrogancia ha subido a mis oídos, voy a poner mi anillo en tus narices, mi brida en tu
boca, y voy a devolverte por la ruta por la que has venido. 29La señal será ésta: Este año
se comerá lo que rebrote, lo que nazca de sí al año siguiente. Al año tercero sembrad y
segad, plantad las viñas y comed su fruto. 30El resto que se salve de la casa de Judá
echará raíces por debajo y frutos en lo alto. 31Pues saldrá un Resto de Jerusalén, y
supervivientes del monte Sión; el celo de Yahveh Sebaot lo hará. 32Por eso, así dice
Yahveh al rey de Asiria: No entrará en esta ciudad. No lanzará flechas en ella. No le
opondrá escudo, ni alzará en contra de ella empalizada. 33Volverá por la ruta que ha
traído. No entrará en esta ciudad. Palabra de Yahveh. 34Protegeré a esta ciudad para
salvarla, por quien soy y por mi siervo David.»

Sin embargo las conclusiones son diversas en la primera se sugiere que Senaquerib debió
abandonar al menos por un tiempo el asedio de Jerusalén pues se fue a luchar contra un
ejercito egipcio del nubio Tirhaca de Etiopía. La segunda conclusión describe la liberación
misteriosa de la ciudad: el ángel del Señor hirió al ejército asirio que se retira a asiría donde
Senaquerib fue asesinado por dos de sus hijos conforme predijo Isaías en 2 Re 19,7

Además, en Isaías se omite el pasaje que relata cómo el rey Ezequías se rindió ante los asirios y
tuvo que pagarles un fuerte tributo (2 R 18.14-16)
En primer lugar, el copero ridiculiza la confianza depositada por Ezequías en el socorro egipcio:
el país del Nilo es la caña cascada que atraviesa la mano de quien se apoya en ella (36,6). En
segundo término, el copero critica la confianza del pueblo en Yahvé, recordando que Ezequías
eliminó los lugares altos y ordenó practicar el culto en el altar de Jerusalén. En el tercer
momento de la narración, el copero satiriza la debilidad militar de Ezequías y se burla, de
nuevo, de la confianza depositada en Egipto (36,8-10). El cuarto argumento del copero es el
más duro. Afirma en nombre de Senaquerib: «Yahvé me ha dicho: Sube contra esta tierra y
destrúyela» (36,10). Yahvé utilizó a Asiria para castigar la maldad de Judá (7,18b-25; 10,5-6).

Pues bien, según Is 36 el rey Ezequías no hace nada y depende mucho más en todas sus
decisiones de Isaías. Según su relato la ciudad fue liberada milagrosamente por intervención de
Dios (sin tributo ni intervención del ángel del Señor en el campamento).

También podría gustarte